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EL MANEJO DEL SUELO Y CONSERVAR LA FERTILIDAD DEL

SUELO
Un buen manejo de suelos es el de llenar las necesidades
esenciales de las plantas. Las plantas sanas necesitan agua,
nutrientes, oxígeno y un medio físico que le permita a las semillas
germinar, a los brotes emerger y crecer hacia la luz del sol y a las
raíces crecer fuertes y anclar la planta profundamente.
Estos incluyen, la textura del suelo, su fertilidad, su estructura, la
materia orgánica y la conservación del suelo. Este folleto le
proporciona información sobre como las diferentes prácticas de
manejo afectan la calidad del suelo y la producción de los cultivos.
En el proceso de producción de los cultivos en las fincas, usamos
varias prácticas para manejar los suelos donde se producen los
cultivos. Estos incluyen el arar, el cultivar, el agregar fertilizantes y cal
agrícola, la siembra de plantas de cobertera, el aplicar composta o
estiércol, la rotación de cultivos y otras prácticas. Muchos años de
investigación agrícola nos han demostrado que la manera como
usamos esas prácticas y cuando las usamos hacen una gran
diferencia en la calidad del suelo.

El primer paso en el manejo de la fertilidad del suelo es el análisis de


suelos. Un análisis de suelos le provee una información muy
importante sobre los niveles de los nutrientes del suelo, incluyendo el
fósforo, el potasio, el calcio y el magnesio como también el pH o la
acidez del mismo. Usted también puede analizar la materia orgánica.
La mayoría de los análisis de suelos no incluyen el nitrógeno. El
nitrógeno, es un nutriente muy importante y uno que frecuentemente
está deficiente en el suelo.

La fertilidad del suelo puede potenciarse incorporando cultivos de


protección que agreguen materia orgánica al suelo, lo que mejora su
estructura y promueve un suelo sano y fértil; utilizando abono verde o
cultivando leguminosas para fijar el nitrógeno del aire a través del
proceso de fijación biológica de nitrógeno; aplicando microdosis de
fertilizante para reponer las pérdidas que se producen mediante la
absorción de las plantas y otros procesos; y reduciendo al mínimo las
pérdidas provocadas por la lixiviación por debajo de la zona de raíces
de los cultivos, mediante la administración avanzada de agua y
nutrientes.

El suelo es el soporte físico de la vida y fuente de nutrición de las


plantas que se desarrollan en él, e igualmente representa el hábitat de
los hongos, bacterias, virus, invertebrados, insectos y animales todos
ellos forman un ciclo de nutrientes. Así el suelo regula y distribuye el
almacenamiento de agua; inmoviliza y desintoxica materiales
orgánicos e inorgánicos; y soporta infraestructuras de ingeniería.
Los suelos en la zona plana, son aptos para cultivar algodón, arroz y
pancoger; los que tienen mediana pendiente son aptos para el cultivo
de café y plátano; también hay suelos en zona de páramos que son de
conservación pues son importantes para regular el recurso hídrico y
suelos de zona de bosques, propicios para conservar la materia
orgánica y la biodiversidad.
Sin duda uno de los más importantes en la formación del suelo son las
lluvias, pues se requiere la presencia de agua para activar ciertas
reacciones químicas. Una precipitación alta favorece el lavado y
formación de suelos ácidos mientras una baja favorece suelos neutros;
el clima, además, afecta directa o indirectamente a los otros factores
de formación, como por ejemplo a los organismos; y la temperatura
influye en la dinámica de las reacciones químicas y la formación de
rocas en el medio.

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