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El suelo básicamente está compuesto por dos sistemas, uno inorgánico que son partículas de
arcilla, arena o limo, y uno orgánico integrado por materia orgánica y otras sustancias vivas
que son la microflora y microfauna que habita entre esas partículas
El suelo cuenta con sustancias minerales que le brindan la fertilidad química al suelo, que son el
Nitrógeno, el Fósforo, el Potasio, el Calcio, el Magnesio, entre muchos otros que brindarán la nutrición a
plantas y otros microorganismos para poder nacer y crecer, mediante su solubilización en el agua.
Los suelos sanos son el fundamento del sistema alimentario. Nuestros suelos son la base de
la agricultura y el medio en el que crecen casi todas las plantas destinadas a la producción
de alimentos. Los suelos sanos producen cultivos sanos que alimentan a las personas y a
los animales. De hecho, la calidad de los suelos está directamente relacionada con la
calidad y la cantidad de alimentos.
Los suelos proporcionan los nutrientes esenciales, el agua, el oxígeno y el sostén para las
raíces que nuestras plantas destinadas a la producción de alimentos necesitan para crecer y
florecer. Además, cumplen una función de amortiguación al proteger las delicadas raíces
de las plantas de las fluctuaciones de temperatura.
La materia orgánica de los suelos –el producto de descomposición biológica in situ– afecta a
las propiedades químicas y físicas y a la salud general de los suelos. Su composición y tasa
de degradación afecta a la estructura y porosidad de los suelos, la tasa de infiltración de
agua y la capacidad de retención de humedad de estos, la diversidad y actividad biológica
de los organismo terrícolas, y la disponibilidad de nutrientes de las plantas.
El intercambio de nutrientes entre materia orgánica, agua y suelos es esencial para las
fertilidad de estos últimos y ha de mantenerse con miras a una producción sostenible.
Cuando se explotan los suelos sin restablecer la materia orgánica y el contenido de
nutrientes, el ciclo de elementos nutritivos se rompe, la fertilidad del suelo disminuye y el
equilibrio del agroecosistema se destruye.
Los suelos son un aliado crucial de la seguridad alimentaria y la nutrición
Con una población mundial que según las previsiones superará los 9 000 millones de
habitantes en 2050, y el agravante de la competencia por la tierra y el agua y el impacto
del cambio climático, nuestra seguridad alimentaria actual y futura depende de nuestra
capacidad de aumentar los rendimientos y la calidad de los alimentos utilizando los suelos
ya dedicados a la producción actualmente.
Por último, una mejor comprensión de las relaciones entre el período útil de los suelos y la
función de los ecosistemas y el impacto de las intervenciones humanas permitirán reducir
los efectos negativos y aprovechar de manera más eficaz los beneficios de la actividad
biológica de los suelos con miras a una agricultura más sostenible y productiva.
El manejo del suelo es lo más importante en la agricultura orgánica, ya que el suelo es la base
de la agricultura.
La agricultura intensiva practicada convencionalmente tiende a considerar al suelo como un
elemento soporte del cultivo, donde se incorporan importantes dosis de fertilizantes y de
productos químicos.
Las propiedades químicas son importantes ya que brindarán la nutrición, pero las físicas (que
sea un suelo estable, bien agregado, profundo para que penetren bien las raíces, que no se
planche ni se lave, que infiltre bien el agua, que no tenga impedancias) es también de
fundamental importancia si no las plantas no pueden desarrollarse correctamente y no pueden
nutrirse de los minerales necesarios para su crecimiento.
Las condiciones fundamentales para tener fertilidad física y química en el suelo, es contar con
grandes poblaciones de bacterias, hongos, insectos y lombrices de tierra, que se acumulan
entre los agregados de un suelo estable, y van solubilizando y fijando los nutrientes del suelo
para que pasen luego a nuestros cultivos.
Existe abundante evidencia de estudios de campo de larga duración en granjas orgánicas del
mundo en cuanto a los resultados del manejo de suelo en la agricultura orgánica. En
comparación con los suelos manejados convencionalmente, los orgánicos muestran un mayor
contenido de materia orgánica, superior biomasa, actividades enzimáticas más altas de
microorganismos, mejor estabilidad de los agregados, mejor capacidad de infiltración de agua
y retención, y menos susceptibilidad a la erosión hídrica y eólica.