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EL RECURSO SUELO

Cumple un rol central en el ciclo del agua ya que la almacena y purifica, sirve como “filtro”
disminuyendo los contaminantes y además recicla los nutrientes y secuestra carbono,
actuando como reservorio del mismo. El suelo, entonces, cumple un rol clave para la
sobrevivencia de la raza humana en el planeta y trasciende lo que ocurre en el lote, por
lo que es muy importante mantener la fertilidad del mismo. La fertilidad del suelo es la
resultante de procesos físicos, químicos y biológicos que ocurren en él. Si bien a los suelos
se los asocia con entes minerales, un suelo fértil es aquel en el que ocurren numerosos
procesos biológicos.

Es importante tener en cuenta que son pocos los suelos considerados fértiles en nuestro
planeta y existen muchos suelos con distinto grado de fragilidad. Cada suelo tiene
características y limitaciones propias y se ubica en un ambiente específico, por lo que el
manejo de la fertilidad es diferente en cada uno de ellos, apuntando siempre al factor que
más limita su capacidad de producción. Existen procesos que atentan contra esta
capacidad productiva que son irreversibles (por ejemplo, las erosiones hídrica y eólica),
mientras que otros procesos de degradación pueden ser controlados.

En términos generales, el cuidado de la fertilidad de un lote de producción implica tener


el suelo cubierto la mayor parte del año, utilizando prácticas conservacionistas con
mínima o nula remoción de los residuos (por ejemplo la siembra directa), la inclusión de
pasturas y en los casos de balances hídricos más favorables, la inclusión de mayor número
de cultivos en el tiempo, ya sea para grano o como cobertura. En lotes ubicados en relieve
ondulado resulta necesario reducir los procesos de erosión, combinando las prácticas
mencionadas con la sistematización del lote (por ejemplo el uso de terrazas o cultivos
sobre curvas de nivel).
El contenido de materia orgánica de un suelo (MO), es considerado el indicador por
excelencia de la calidad del mismo. La MO que está formada por residuos vegetales y
animales en distinto grado de descomposición, juega un rol fundamental en la estructura y
en la fertilidad química del suelo, contribuyendo a la formación de los agregados y
brindando los nutrientes necesarios para el crecimiento de los cultivos. Las rotaciones con
cultivos voluminosos, la inclusión de cultivos de cobertura, la fertilización y el manejo de los
residuos a través de la siembra directa, son algunas de las prácticas que mayor efecto
positivo ejercen sobre el contenido de materia orgánica del suelo a través del tiempo.

Para que un suelo tenga óptimas condiciones de funcionamiento para el desarrollo de las
plantas, debería presentar una estructura estable, capaz de permitirle al vegetal la
expresión de su potencial de crecimiento. Esto implica limitar la presencia de sectores
densificados por el tránsito para que existan condiciones adecuadas en superficie y en
profundidad que permitan una correcta entrada y circulación de agua y aire y la exploración
de raíces del mayor volumen de suelo posible. Prácticas como la rotación con gramíneas
de verano e invierno en siembra directa permiten reconstituir la pérdida de porosidad
generada por la compactación por tránsito en el lote.

Otro aspecto importante a considerar en la fertilidad del suelo es mantener un balance de


nutrientes adecuado, fertilizando el lote de acuerdo a lo que el cultivo exporta con la
cosecha. Los nutrientes pueden ser incorporados a los sistemas de producción mediante el
uso de fertilizantes minerales, abonos orgánicos y/o efluentes de la actividad pecuaria, el uso
de cultivos leguminosos que fijan el nitrógeno del aire, sin olvidar el planteo de sistemas de
producción mixtos, con los animales en los lotes, reciclando los nutrientes a través del
bosteo.

El suelo podrá comportarse como recurso renovable o no renovable en función al manejo que se realice.
En este contexto, el balance neto de nutrientes - diferencia entre aportes y extracciones al suelo – resulta
un aspecto relevante a considerar.

El suelo es resultado de la interacción de cinco factores:

1. La roca madre

2. El relieve

3. El tiempo

4. El clima

5. Los seres vivos.

Los tres primeros factores desempeñan un rol pasivo, mientras que el clima y los seres vivos participan
activamente en la formación del suelo.

Está constituido por materiales inorgánicos procedentes principalmente de la meteorización del sustrato
y enriquecida por materia orgánica en vías de descomposición (humus), permitiendo el asiento de la
cubierta vegetal. Constituye un ecosistema necesario para cerrar los ciclos materiales del resto de los
ecosistemas terrestres.
El suelo, un recurso no renovable.
El suelo es la capa superficial de la corteza terrestre, vital para el funcionamiento de
los ecosistemas. Es el sustrato sobre el cual se desarrolla una gran diversidad de
vida vegetal y animal. En él se alberga una cuarta parte de la biodiversidad del
planeta. Un gramo de suelo sano contiene millones de organismos tales como
vertebrados, lombrices, insectos, nematodos, ácaros, hongos, y bacterias.

Actúa como filtro y transforma los contaminantes producidos por el hombre. Está
compuesto por agua, aire, minerales y materia orgánica. Se encarga de brindar la
regulación climática y la purificación del agua. Además, es hábitat se gran variedad de
especies. También proporciona alimentos, fibras y combustibles.

La materia orgánica y los microorganismos que habitan el suelo aportan y liberan los
nutrientes, unen las partículas minerales entre sí, con lo cual se crean condiciones para
que las plantas respiren, crezcan, absorban agua y desarrollen sus raíces, contribuyendo
a prevenir la erosión.
De igual forma, el suelo abastece, purifica y retiene el agua: un metro cúbico de suelo
puede almacenar 600 litros, dando oportunidad al desarrollo de los cultivos en tiempo
de sequías.

El suelo es un recurso no renovable, ya que su degradación es mayor a su capacidad


de renovación. En su preservación se inicia y termina la cadena alimenticia. Si se corta
la base de la cadena, se altera fuerte e irremediablemente el ecosistema. Una de sus
principales amenazas es la erosión, que afecta a la producción de hasta 95 por ciento de
los alimentos que consumimos.

A nivel mundial, existen 32 grupos de suelos reconocidos por el sistema internacional de


clasificación Base Referencial Mundial del Recurso Suelo (WRB). El Banco Mundial
estima que, de esos grupos, 37.4 por ciento se destina para aprovechamiento agrícola.

El suelo está considerado como un recurso fundamental contra el hambre, contra la


resiliencia ante inundaciones y sequías; y contribuye a mitigar el cambio climático, a
mejorar la seguridad alimentaria y a asegurar un futuro sostenible para las generaciones
futuras, así como al desarrollo de las actividades agrícolas y a la alimentación de la
humanidad.
Siendo uno de los 14 temas enfocados al desarrollo sostenible de la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el suelo está entre los ámbitos prioritarias discutidos
en la sede de la ONU en Nueva York, donde se están llevando a cabo las negociaciones
intergubernamentales para una Agenda de Desarrollo Post-2015.

Para destacar su importancia, el 2015 como año en que la comunidad internacional acordará un nuevo
marco de desarrollo global para sustituir a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), también ha sido
declarado Año Internacional de los Suelos por las Naciones Unidas.

Aquí están cinco razones por las qué deberíamos guardar como oro en paño a nuestro recurso natural
frecuentemente subestimado.

1. La tierra saludable alimenta al mundo

El suelo es donde comienza la alimentación.Compuesto de minerales, agua, aire y materia orgánica, el


suelo proporciona el ciclo de nutrientes primarios para la vida vegetal y animal y actúa como una base
para la alimentación, combustibles, fibras y productos médicos, así como para muchos servicios
ecosistémicos esenciales.

“La calidad de nuestra alimentación depende mucho de la calidad de nuestro suelo”, destaca Ronald
Vargas, oficial de la Gestión de Tierra y Suelos en la FAO. “La degradación del suelo es un proceso
silencioso, pero tiene enormes consecuencias para la humanidad. Estudios muestran que alrededor de
un tercio de los suelos del planeta se enfrenta a una degradación entre moderada y grave. Junto con el
Año Internacional de los Suelos, 2015 pasa a ser un año especialmente importante para el futuro
sostenible del planeta con nuevos objetivos globales que vendrán anunciados. La atención y el
compromiso dedicados a suelos saludables y vivos, serán aliados cruciales para garantizar la seguridad
alimentaria y la nutrición para todos."

2. El suelo, como el petróleo o el gas natural, es un recurso finito

El suelo es un recurso natural no renovable - su pérdida no es recuperable en el marco de tiempo de una


vida humana. Un centímetro de suelo puede tardar cientos de miles de años en formarse desde la roca
madre, pero este centímetro de suelo puede desaparecer en el plazo de un año a través de la erosión.

Las malas prácticas agrícolas – laboreo intensivo, eliminación de la materia orgánica, irrigación excesiva
utilizando agua de mala calidad y el uso excesivo de fertilizantes, herbicidas y pesticidas - agotan los
nutrientes del suelo más rápido de lo que son capaces de formarse, lo que lleva a la pérdida de la
fertilidad del suelo y a la degradación de los suelos. Algunos expertos afirman que el número de años de
cobertura del suelo restante en el planeta es comparable a las estimaciones de reservas de petróleo y
gas natural. Al menos el 16 por ciento de las tierras de África se ha visto afectado por la degradación del
suelo. Y, a nivel mundial, 50 mil kilómetros cuadrados de suelo, es decir un área del tamaño de Costa
Rica, se van perdiendo cada año, según la *Alianza Mundial por el Suelo.

3. El suelo puede mitigar el cambio climático

El suelo constituye la mayor reserva de carbono orgánico terrestre, más del doble de la cantidad
almacenada en la vegetación. Además de ayudar a suministrar agua potable, evitar la desertificación y
proporcionar resiliencia a las inundaciones y la sequía, el suelo mitiga el cambio climático a través del
secuestro de carbono y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

“Los suelos del mundo deben formar parte de cualquier programa dedicado a hacer frente al cambio
climático, así como a asegurar la seguridad alimentaria e hídrica”, afirma Rattan Lal, Director del Centro
para la Gestión y el Secuestro de Carbono de la Universidad Estatal de Ohio. “Creo que ahora existe una
concienciación general sobre el carbono en el suelo, una concienciación de que la tierra no es sólo un
medio para el crecimiento de las plantas”.
4. El suelo es un ser vivo, lleno de vida

El suelo alberga la cuarta parte de la diversidad biológica del planeta. Hay literalmente miles de millones
de microorganismos tales como bacterias, hongos y protozoos en el suelo, así como miles de insectos,
ácaros y gusanos. Hay más organismos en una cucharada de suelo sano que gente en el planeta.

“No fue sino hasta hace poco que hemos empezado a pensar en la biodiversidad del suelo como un
recurso que necesitamos conocer”, afirma Diana Wall, Directora científica de la Iniciativa Global sobre la
Biodiversidad del Suelo. “Sin los suelos y su biodiversidad, no hay vida humana”.

5. Invertir en la gestión sostenible de los suelos tiene sentido económico y ambiental

La gestión sostenible del suelo cuesta menos que la rehabilitación o la restauración de las funciones del
suelo. En la región de Lempira Sur en Honduras, un proyecto de la FAO desarrolló el “Quesungual slash
and mulch agroforestry system” para sustituir el método agrícola ancestral de cultivos de corta y quema,
que había dado lugar a la disminución de la humedad y la fertilidad. Como consecuencia, se produjo un
aumento de la productividad y de los ingresos de los agricultores de la región. Un proyecto muy
diferente, dirigido por la FAO y que se centraba en la tierra, el agua y los recursos biológicos para revertir
el proceso de degradación de la tierra en la cuenca del río Kagera, entre Burundi, Ruanda, Uganda y
Tanzania, ha mejorado los medios de vida y la seguridad alimentaria de los agricultores alrededor del
Lago Victoria.

“En todo el mundo, la presión humana sobre los suelos está llegando al límite crítico”, añade Vargas .
“De acuerdo con los principios establecidos en la Carta Mundial de los Suelos y respaldados por la FAO,
la buena gobernanza del suelo requiere acciones en todos los niveles, de los gobiernos a las personas,
en la promoción de la gestión sostenible de los suelos.

“Un enfoque sobre los suelos en la Agenda de Desarrollo Post-2015 sería una gran recompensa”.

* Comprometidos con la gestión sostenible del suelo, los miembros de la FAO han creado la Alianza
Mundial por el Suelo.
Fuente: http://www.cedrssa.gob.mx/post_n-_el_suelo-n-
__un_recurso_no_renovable_.htm

Fuente: https://www.fao.org/sustainable-development-goals/news/detail-
news/es/c/277124/

Fuente: https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-104576/Suelos.pdf

Fuente: https://inta.gob.ar/documentos/el-suelo-la-conservacion-de-un-recurso-
estrategico

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