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CONCLUSIONES

La ortodoxia en la teoría de las organizaciones se ha desarrollado en base a metáforas que


reflejan los supuestos del paradigma funcionalista. Estas asunciones son raramente explicitadas y
usualmente no apreciadas, con la consecuencia de que la teorización se desarrolla sobre una base
no cuestionada. Las asunciones de los paradigmas interpretativo, radical humanista, y radical
estructuralista, desafían los presupuestos funcionalistas de modos fundamentales. Generan una
variedad de metáforas para el análisis de las organizaciones, que resultan en perspectivas que
suelen contradecir los dogmas de la teoría ortodoxa. Por ejemplo, mientras que la teoría
funcionalista enfatiza que las organizaciones y sus miembros pueden orientar la acción y el
comportamiento para lograr ciertos estados, la teoría interpretativa hace hincapié en que la
acción es orientada tanto para crear sentido respecto del pasado, como respecto del futuro.
Mientras que la teoría funcionalista ve a las organizaciones y a sus miembros, interactuando y
comportándose en un contexto o entorno de algún tipo, la teoría interpretativa cuestiona el
estatus y existencia de tales factores contextuales, que no serían otra cosa que construcciones
sociales de individuos, que han pasado a compartirse. La teoría funcionalista construye sobre
premisas que la teoría interpretativa sugiere que están fundamentalmente mal concebidas. Los
paradigmas humanista radical y estructuralista radical ofrecen un desafío similar, que enfoca la
atención en los aspectos políticos y explotadores de la vida organizacional. Desde la perspectiva de
estos paradigmas, tanto la teoría funcionalista como la interpretativa no entienden que el
aparente orden en la vida social no es tanto el resultado de un proceso de adaptación, o un acto
libre de construcción social, sino más bien la consecuencia de un proceso de dominación social.
Las organizaciones desde este punto de vista oprimen y explotan, y generan una lógica que sienta
las bases para su eventual destrucción. El orden que busca entender la teoría interpretativa, y que
la teoría funcionalista busca resaltar, es desde las perspectivas humanista radical y estructuralista
radical, un orden superficial que enmascara contradicciones fundamentales. El desafío para la
teoría organizacional -que surge de estos paradigmas- es el de penetrar en la apariencia superficial
del mundo empírico, y revelar la estructura profunda de las fuerzas que dan cuenta de la
naturaleza, existencia y transformación en curso de las organizaciones en la situación mundial
total. La teoría organizacional desde las perspectivas humanista y estructuralista radical no puede
proveer un entendimiento adecuado de la naturaleza de la organización a través de un foco
exclusivo sobre las organizaciones y el comportamiento de y en las mismas. Estos paradigmas
sugieren que el estudio de tales fenómenos debe estar relacionado con un modo más amplio de
organización social, al que le dan forma y contenido empírico detallado. El desafío presentado a la
teoría organizacional ortodoxa por estos diferentes paradigmas, es el de repensar la misma
naturaleza de su objeto de estudio. Los diferentes paradigmas implican visiones del mundo que
favorecen ciertas metáforas que constituyen la naturaleza de las organizaciones, de modos
fundamentalmente diferentes, y que requieren repensar completamente aquello sobre lo que la
teoría de las organizaciones debe tratar. El desafío se relaciona con los presupuestos sobre los que
se basa la teorización, y solo puede ser enfrentado mediante la consideración de la pertinencia de
estos fundamentos opuestos, como base para el análisis de las organizaciones.

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