Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Canziani - Ciudad y Territorio en Los An
Canziani - Ciudad y Territorio en Los An
Canziani - Ciudad y Territorio en Los An
CIUDAD Y TERRITORIO
EN LOS ANDES
Contribuciones a la historia
del urbanismo prehispánico
Derechos reservados
INTRODUCCIÓN
Premisas teóricas y metodológicas 11
1
LOS ANDES CENTRALES
Geografía, medio ambiente, formaciones sociales y asentamientos
humanos en el territorio 17
2
LOS ORÍGENES
De los cazadores recolectores al desarrollo de las formaciones aldeanas 31
Introducción
El Paijanénse
Los cazadores recolectores de las punas
Los cazadores recolectores de los valles interandinos
Otras evidencias
La transición de las sociedades cazadoras recolectoras a las aldeanas
3
EL GERMEN DE LO URBANO
El proceso de neolitización, los primeros asentamientos aldeanos y el temprano
surgimiento de la arquitectura pública monumental 47
Introducción
Los tempranos asentamientos aldeanos de la Costa
Los asentamientos aldeanos y el surgimiento de la arquitectura pública en la costa
El proceso de neolitización y las transformaciones en la forma de asentamiento
4
EL URBANISMO TEMPRANO
Los templos y centros ceremoniales del Formativo y el inicio de las modificaciones
territoriales 79
Introducción
La Costa y Sierra Norte
Los valles de Lambayeque
Los valles de Trujillo
El valle bajo del Santa
La Sierra Norte
Los valles de Casma y Nepeña
Chavín de Huántar
Los valles de Lima y la Costa Central
Paracas en Chincha y los valles de la Costa Sur Central
Otros asentamientos Paracas en el litoral al Sur de la península
5
LAS PRIMERAS CIUDADES
Del centro ceremonial al surgimiento de los centros urbano teocráticos 161
Introducción
Los desarrollos urbanos Gallinazo y Moche en la Costa Norte
Gallinazo y su modelo de asentamiento en el valle de Virú
Moche
La ciudad Moche de las Huacas del Sol y la Luna
La ocupación Moche en el valle de Chicama
La expansión Moche a los valles sureños
La ocupación Moche en el valle de Virú
La ocupación Moche en el valle del Santa
La ocupación Moche en el valle de Nepeña
El valle de Nepeña y los límites sureños de Moche
La ocupación Moche en los valles norteños
Las transformaciones del modelo de asentamiento durante la fase Moche V
Breves conclusiones acerca del urbanismo de la sociedad Moche (pendiente)
La sociedad Lima y el urbanismo en la Costa Central
Cerro Trinidad y otros sitios Lima en Chancay
La ocupación Lima en el valle del Chillón
La ocupación Lima en el valle del Rimac
La ocupación Lima en el valle medio del Rimac: Cajamarquilla y Vista Alegre
Evidencias de la ocupación Lima en Pachacamac y en el valle de Lurín
El valle de Chincha y los asentamientos de la época Carmen y Estrella
Algunos asentamientos Carmen en el valle de Pisco
La sociedad Nasca y la cuestión de sus posibles formas de urbanismo
6
LA PRIMERA FORMACION IMPERIAL ANDINA
Wari: la planificación urbana como política de Estado 293
Introducción
Los antecedentes
La capital Wari en la cuenca de Ayacucho
El modelo de ciudades planificadas
La ciudad de Pikillacta
La ciudad de Viracochapampa
Otras posibles ciudades y centros urbanos Wari en valles interandinos
Cerro Baúl: un enclave Wari en territorio moqueguano
Las posibles incidencias de la influencia Wari en el urbanismo costeño
Posibles influencias en el urbanismo norteño: de los sitios Moche V al Chimú Temprano
7
ESTADOS Y SEÑORIOS TARDÍOS
Ciudades costeñas y poblados rurales altoandinos:
Modos de vida y formas de asentamiento diferenciados 327
Introducción
El urbanismo Lambayeque
La fase Chimú-Lambayeque
El urbanismo Chimú
El canal de la Cumbre
Asentamientos y centros administrativos rurales
Otras ciudades Chimú
Chancay y sus centros urbanos
Rimac o Ichma
Pachacamac
Arquitectura y Urbanismo Chincha
El patrón de asentamiento durante el Período Chincha
Los Centros Urbanos
Asentamientos intermedios y menores
Los sitios habitacionales
Los complejos administrativos
Los cementerios
El sistema de caminos
Otros Reinos y Señoríos Etnicos
Cajamarca
Chachapoya
Patrones de asentamiento en la Sierra Central y Sur Central
Los Xauxas y Huancas en la cuenca del Mantaro (Junín)
los Chanka del sur del Mantaro y del Pampas (Huancavelica y Ayacucho)
Los Inka del Cusco, los Quechua de Andahuaylas, los Canchis y los Canas
Arequipa, Moquegua y Tacna: Churajón, Mollo y Chiribaya.
Los reinos altiplánicos: Qollas, Pacajes y Lupaca
8
EL IMPERIO INKA
La integración macroregional andina
y el apogeo de la planificación territorial 411
Introducción
El Qhapaqñan: el sistema vial y la red de ciudades y establecimientos inka
El Urbanismo Inka
Los patrones y componentes arquitectónicos del urbanismo inka: las plazas,
el ushnu, las kallanka, las kanchas (de diverso tipo y función), los sistemas
de depósitos o qollqa, etc.
Asentamientos Inka en Ecuador: Quito, Riobamba y Tomebamba
Establecimientos Inka en la región del Cusco: Chinchero, Pisac, Ollantaytambo
y Macchu Picchu
Algunos sitios Inka de los Andes Centrales: Huaytará (Huancavelica),
Vilcas Huamán (Ayacucho)
En el Altiplano: Chucuito (Puno), Cochabamba e Inkallaqta (Bolivia)
Establecimientos Inka en la costa: Inkawasi (Cañete), Tambo Colorado (Pisco)
y Paredones (Nazca).
Presencia e intervenciones inka en ciudades costeñas: Túcume, Pachacamac,
La Centinela de Tambo de Mora
Asentamientos inka provinciales en el norte de Chile y el noroeste de Argentina
La andenería inka: el paisaje modelado y la integración de los asentamientos
9
REFLEXIONES FINALES
INTRODUCCIÓN
muchos de los cuales son ponderados en nuestro las fases tardías y las hipótesis alternativas de de-
trabajo. sarrollo que ofrecen los valles del Moche norte-
A Sergio Staino, viejo amigo florentino, le agra- ño, como el de Jequetepeque. Y en general mi
dezco haberme iniciado en el apasionante mundo agradecimiento a todos los “mochicólogos” con
de la investigación científica, la que dio lugar a los cuales hemos tenido la oportunidad de alter-
mi primera colaboración en el encendido ensayo nar sobre la problemática Moche durante los even-
de “Los Orígenes de la Ciudad” en plena eferves- tos organizados por la Universidad Nacional de
cencia post 68. Sigo siendo deudor de la generosa Trujillo y el proyecto Arqueológico de la Huacas
aproximación a la arqueología y sus postulados del Sol y La Luna, y más recientemente por la
teóricos que me brindó desde mis exploraciones Dumbarton Oaks, el Museo Larco y la Pontificia
iniciales el Dr. Luis Guillermo Lumbreras. La vieja Universidad Católica.
amistad con Elías Mujica, construida a lo largo Agradezco el apoyo del Instituto de Investiga-
de los comunes proyectos editoriales, del cual este ción de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y
libro es de alguna forma también una expresión, Artes (INIFAUA) de la UNI, cuya colaboración
se ha proyectado a través de los nuevos derroteros me permitió organizar los materiales de este tra-
abiertos por el Proyecto Arqueológico de la Huaca bajo en un primer tramo de la investigación. La
de La Luna. Mi agradecimiento debe extenderse convocatoria de los arquitectos Frederick Cooper
al Dr. Craig Morris, quien aseguró el apoyo del y Pedro Belaunde para incorporarme a la plana
Museo de Historia Natural de Nueva York a las docente de la recientemente creada Facultad de
investigaciones que tuve la oportunidad de desa- Arquitectura y Urbanismo de la Pontificia Uni-
rrollar en el valle de Chincha, algunos de cuyos versidad Católica del Perú (PUCP), me ha per-
resultados se han incorporado en este libro. Su mitido profundizar mi labor docente y formar
repentina desaparición mientras escribo estas pá- parte de un equipo de profesores cuya calidad
ginas nos deja un enorme vacío, tanto por sus personal y profesional ha contribuido a enrique-
constantes y valiosos aportes a la arqueología cer mis conocimientos y a establecer recíprocas
andina, como por su amable e inteligente amis- relaciones de colaboración y amistad. En especial
tad. De John Hyslop guardo siempre un perma- agradezco al amigo Pedro Belaunde, Jefe del De-
nente recuerdo, en los que se entremezclan sus partamento de Arquitectura y Urbanismo, su in-
trabajos en Inkawasi en Cañete —cuando lo co- terés en lograr mi participación en los espacios de
nocí— las largas y múltiples conversaciones so- investigación generados por el Centro de Investi-
bre arqueología y en especial sobre el urbanismo gación de la Arquitectura y de la Ciudad (CIAC).
Inka, su permanente búsqueda de innovaciones Su perseverancia en el seguimiento de mis avan-
técnicas para el registro fotográfico de los sitios ces con el libro, así como su entusiasmo por el
con globos o cometas, su generoso apoyo y difu- proyecto editorial del mismo, me han ayudado a
sión de mis primeros trabajos, su cálida y entu- mantener el curso y ha recuperarlo cuando este
siasta personalidad y, no menos importante, nues- decaía, en esta suerte de “navegación en solitario”
tra común afición por las motocicletas! que implicaba los largos derroteros seguidos en
Los trabajos de la Dra. María Rostworowski esta investigación. Debo agradecer también sus
fueron para mi no sólo una imprescindible fuen- gestiones con el Fondo Editorial de la PUCP, y
te de consulta, sino también su personalidad un las realizadas para recibir el apoyo, por interme-
ejemplo de pasión y persistencia en la investiga- dio del CIAC, del Consejo Interuniversitario de
ción, su trato amical y su permanente curiosidad la Comunidad Francesa de Bélgica (CIUF), sien-
por nuestros trabajos ha sido un estimulo que do el coordinador del programa para arquitectu-
agradecemos con afecto. A la Dra. Rosa Fung mi ra del convenio PUCP-CIUF el arquitecto Andre
agradecimiento por sus valiosos comentarios y De Herde. Apoyo que me permitió el impulso
aportes que me ayudaron especialmente en el tra- final para concluir la diagramación y avanzar la
tamiento del período Arcaico; igualmente a San- edición del presente libro.
tiago Uceda por sus comentarios y sugerencias en A propósito de la búsqueda de las fuentes bi-
el tratamiento de la temática de los cazadores bliográficas que no estaban a mi alcance, debo
recolectores, sin olvidar por cierto la amistad cons- agradecer a muchos amigos y colegas, arqueólogos
truida a lo largo de estos años teniendo como cen- y arquitectos, cuya colaboración sería largo men-
tro los trabajos de investigación y puesta en valor cionar. Sin embargo, quiero destacar el apoyo re-
en la Huaca de la Luna. A Luis Jaime Castillo por cibido de los amigos del Instituto de Estudios
las discusiones sobre lo Moche, en especial sobre Peruanos (IEP) y en especial de Virginia García, a
INTRODUCCIÓN 15
cargo de la bien organizada Biblioteca del Institu- de edición, antes de integrarse al Fondo Editorial
to, por su eficiencia y extraordinaria rapidez en y luego de su incorporación, donde felizmente se
ubicar y poner a mi disposición obras que de otra ha reencontrado con el libro asegurando la conti-
forma seguramente me hubieran sido inalcanzables. nuidad de un buen trabajo. Agradecimiento que
Debo agradecer a Aída Nagata su compromiso hago extensivo a todos los demás integrantes del
con el proyecto editorial de este libro. Su trabajo Fondo, cuyo trabajo en equipo ha superado los
pulcro y minucioso acompañó los pasos iniciales retos planteados por la edición del libro.
16 JOSÉ CANZIANI
1. ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIOS 17
1
ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO
TESTIMONIO DE LA EDIFICACIÓN SOCIAL
Lo que ay que ver desto son los cimientos de los edificios y las paredes y cercas
de los adoratorios, y las piedras dichas, y el templo con sus gradas, aunque
desbaratado y lleno de heruazales, y todos los más de los depósitos derribados:
en fin fue lo que no es. Y por lo que es juzgamos lo que fue.
(Cieza de León 1984: 253). 1
1
La parte final de la aguda observación del cronista Cieza de León (1984: 253) a propósito de las ciudades y monumentos que
observa ya arruinados, en este caso refiriéndose a la ciudad Inka de Vilcashuamán, nos propone un componente fundamental del
quehacer arqueológico y en especial de la historiografía de la arquitectura y el urbanismo, donde debemos tanto deducir el grado
de destrucción o alteración que estos han sufrido a partir de su condición actual —es decir lo que Cieza enuncia como “fue lo que
no es”— y al mismo tiempo, como a partir de lo existente, debemos construir una serie de inferencias que nos permitan aproximarnos
a propuestas reconstructivas de sus características originales, es decir “por lo que es juzgamos lo que fue” en palabras de Cieza.
18 JOSÉ CANZIANI
de correspondencia entre los modos de vida y su nósticos que nos pueden permitir inferir su pre-
concreción en específicos modelos o patrones de sencia o ausencia. En este caso, utilizando los
asentamiento (ver Cuadro 1).2 indicadores y las herramientas analíticas que nos
A lo largo de este trabajo examinaremos un proporciona la arquitectura y el urbanismo.
conjunto de aspectos arquitectónicos y urbanísti-
cos que consideramos diagnósticos y fundamen-
tales para interpretar las características que asume De los antecedentes historiográficos
en los Andes Centrales el proceso civilizatorio. Se
ha sostenido con razón que si bien este proceso Sin bien se dispone de una bibliografía relativa-
presenta singularidades y una identidad unitaria, mente amplia de estudios referidos al desarrollo
que en términos generales permiten caracterizarlo de los procesos civilizatorios y su relación con la
como ‘andino’, también es necesario advertir que evolución de las formaciones urbanas, estos están
manifiesta una notable diversidad, como una mayormente concentrados en el examen de lo
marcada desigualdad en sus desarrollos de región acontecido en el Viejo Mundo y, en especial, en el
a región y en el devenir de una época a otra, lo caso del Cercano Oriente (Egipto y Mesopo-
cual significa que este proceso no fue lineal ni tamia). Esta región cuenta con una amplia biblio-
continuo. grafía que va desde los trabajos pioneros de Childe
Bajo estas premisas, debemos notar una ad- (1936, 1942) y Frankfort (1954), a estudios más
vertencia cautelar: tanto el ‘Estado’ como su recientes como los de Adams (1972), Manzanilla
correlato urbanístico, la ‘Ciudad’, no son, como (1986) y Redman (1985).
muchas veces se supone equivocadamente, orga- Existen limitados estudios que examinan esta
nismos únicos, creados por la humanidad en los problemática en otras regiones donde se desarro-
inicios de la civilización y enriquecidos en el cur- llaron procesos civilizatorios originarios (India,
so de los siglos. Por el contrario constituyen una China, Mesoamérica), así como existen trabajos
serie de entidades diferentes, históricamente limi- de debate teórico con referencias comparativas a
tadas y determinadas por causas y circunstancias distintas regiones (Service 1984). Sin embargo,
específicas (Staino y Canziani 1984). constatamos que en el caso de los Andes Centra-
Si asumimos la concepción del Estado, como les este tipo de trabajos es muy escaso.
la forma de organización política que regula las Para el antiguo Perú, tenemos estudios que
relaciones sociales, con el ejercicio del poder por provienen mayormente del campo de la arqueo-
parte de una clase social dominante, lo que aquí logía. Algunos con limitaciones teóricas y ya
nos interesa no es tanto la ‘evolución’ del Estado desactualizados en cuanto a documentación em-
en sí mismo, sino el cómo y el porqué se dan las pírica (Rowe 1963; Schaedel 1966, 1972), otros
condiciones sociales que hicieron y hacen posible con importantes aportes en cuanto a la evolución
su existencia, y cuales serían los elementos diag- de los patrones de asentamiento en ciertos valles
Para graficar estas relaciones de correspondencia, podemos utilizar como ejemplo la formación económico social de los
2
cazadores recolectores, a la cual en términos generales corresponde como forma de asentamiento el establecimiento provisional o
momentáneo, y el nomadismo o la trashumancia territorial. Mientras que, de manera concreta, esta formación social de cazadores
recolectores se manifiesta en múltiples y diversos modos de vida, desde los Innuit o esquimales del Ártico, a los Selk’ nam, Yámana
y Alacaluf del extremo austral de América (Chapman 1998), pasando por las comunidades nativas de la Amazonia, o de los
bosquimanos del Kalahari en África, los Semang y Sakai de las selvas de Malasia, etc. si nos desplazamos a otros continentes (Forde
1966). Donde se puede comprobar como cada unos de estos modos de vida bastante distintos entre sí, a su vez manifiestan su
singularidad en patrones de asentamiento con características propias que los hacen diferentes.
20 JOSÉ CANZIANI
de la costa, entre los que destacan los de Willey LOS ANDES CENTRALES3
(1953) en Virú y Wilson (1988) en el Santa. Al- Geografía y medio ambiente
gunas importantes contribuciones teóricas rela-
cionadas con el examen de esta problemática se El área de los Andes Centrales, en cuanto a geo-
encuentran en Lumbreras (1981). En este pano- grafía y características medioambientales, consti-
rama, que evidencia la ausencia de una visión te- tuye una de las áreas mundiales con mayor diver-
mática de conjunto, desde el campo de la arqui- sidad climática y biológica. Esto se debe, en pri-
tectura y el urbanismo, disponemos de una pri- mer lugar, a la presencia de la cordillera de los
mera aproximación general al tema de las Andes la que asciende desde el nivel del mar, en el
formaciones urbanas en América en el clásico es- litoral de la costa del Océano Pacífico, hasta lle-
tudio sobre las ciudades precolombinas de Hardoy gar al nivel de las montañas de nieves perpetuas,
(1964); y de tan sólo una importante síntesis so- con nevados como el Huascarán cuya cumbre al-
bre la arquitectura y el urbanismo en el antiguo canza los 6,768 msnm, para luego descender nue-
Perú en el trabajo publicado por Williams (1981) vamente hacia las planicies de las selvas tropicales
hace más de veinte años. de la cuenca amazónica. De modo que el sólo fac-
El autor, en colaboración con Sergio Staino, tor altitud en un área que se encuentra en una
publicó un ensayo acerca de los orígenes de la ciu- zona tropical, genera múltiples y distintos pisos
dad y su rol en el proceso civilizatorio, en el que ecológicos, con las consiguientes variaciones
se examinaba comparativamente los casos de climáticas, topográficas e hidrográficas. Por otro
Sumer, Egipto y el Antiguo Perú (Staino y lado, el litoral marino de nuestras costas al Océa-
Canziani 1984). Posteriormente, publicó un es- no Pacífico se ve afectado por el fenómeno de
tudio centrado en el examen de las formas de asen- enfriamiento de sus aguas por la corriente de
tamiento en la costa norte, relacionado con la evo- Humboldt y el afloramiento de aguas frías prove-
lución de las formaciones sociales en dicha región, nientes de las profundas fosas marinas. De esta
durante los períodos tempranos de la época manera, el mar actúa como un condicionante que
prehispánica (Canziani 1989). A continuación, altera sustancialmente las características climáticas
ha publicado una serie de artículos en revistas es- de nuestras regiones costeras.
pecializadas acerca de este tema, con referencia a En los territorios de la cordillera de los Andes
determinados valles y épocas (Canziani 1992a, Centrales se desarrollan una serie de valles, algunos
1993, 2000, 2003a, 2003b), al manejo del espa- corren transversales a esta como los valles costeños,
cio territorial en el área andina y en determinadas descendiendo desde sus flancos occidentales hacia
regiones de esta (Canziani 1991, 1995, 2002), o la costa, generando verdes oasis en esta zona desér-
centrados en los monumentos que integran com- tica. Otros se desarrollan al interior, limitados por
plejos urbanos (Canziani 1987, 1992a, 1992b, los pliegues y flancos de las estribaciones de la
2000, 2003a, 2004). cordillera, formando los denominados valles
En estas dos últimas décadas en nuestro país interandinos, que se localizan mayormente en las
se han desarrollado muchos proyectos arqueoló- zonas quechua, si bien algunos sectores de su tra-
gicos, centrados tanto en el análisis de complejos yecto pueden también ubicarse en la zonas corres-
urbanos como de los monumentos arquitectóni- pondientes a las denominadas yungas orientales.
cos que los integran. En muchos casos, los resul- La presencia de la corriente fría de Humboldt
tados de estas investigaciones han enriquecido y frente a las costas peruanas y la riqueza de nu-
alterado sustancialmente la información preexis- trientes que esta genera, favorece la existencia de
tente, basada muchas veces en el examen superfi- altas concentraciones de plancton, que constituyen
cial de los sitios. Justamente, uno de los propósi- la base de una vasta cadena trófica que se caracte-
tos de este trabajo ha sido revisar esta vasta bi- riza por una impresionante diversidad de especies
bliografía dispersa y especializada, sistematizar y y una alta densidad de la biomasa marina, consti-
articular la información documental pertinente, tuida por centenares de especies de peces, moluscos,
y divulgar sus nuevos alcances. crustáceos, así como aves y mamíferos marinos.
3
Desde la antropología y la arqueología se ha reconocido en el Área Andina de Sur América distintas áreas de integración
económico-social. Entre estas, el Área de los Andes Centrales corresponde a los territorios que van desde el desierto de Sechura y
la sierra de Piura por el norte, hasta el nudo de Vilcanota y Arequipa por el sur (Lumbreras 1981).
1. ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIOS 21
Esta extraordinaria riqueza de recursos marinos Fig. 2. Paisaje de litoral marino en la caleta de Jihuay, Atiquipa
—que hasta el día de hoy tiene una importancia (foto: Canziani).
fundamental en la economía de nuestro país—
desempeñó un papel de enorme relevancia en
cuanto fuente privilegiada de recursos alimenticios
y productivos desde los tiempos de los primeros
pobladores del litoral y a todo lo largo de las dis-
tintas épocas del proceso civilizatorio andino.
Pero la corriente fría de Humboldt también
desempeña un papel clave con relación a las condi-
ciones climáticas, especialmente en el caso de las
regiones costeras, generando una serie de fenóme-
nos que determinan sus condiciones desérticas,
22 JOSÉ CANZIANI
que propician el desarrollo de extensos bosques En el caso de la región central, los Andes pre-
secos y el incremento del acuífero de la napa sub- sentan marcadas cadenas montañosas y alcanzan
terránea. En las zonas de sierra de las regiones del su mayor altitud. La distancia más próxima de la
norte, los pasos de montaña son relativamente cordillera occidental con relación al litoral de la
bajos facilitando las relaciones de transversalidad costa, deriva en la reducción de la extensión de
—tanto biológicas como humanas— entre la cos- los conos aluviales de sus valles; mientras que la
ta, la sierra y las regiones de la vertiente amazónica. menor extensión de sus respectivas cuencas deriva
Así mismo, la escasa altura de las montañas de las por lo general en la presencia de ríos con caudales
cordilleras del norte también derivan en la desapa- algo más moderados, generando las condiciones
rición del piso ecológico de puna, que tanta im- para el desarrollo de valles agrícolas de mediana
portancia tiene en las regiones del centro y sobre extensión. En las correspondientes regiones de sie-
todo en las del sur. En contrapartida se presentan rra se generan amplios valles interandinos, como
zonas conocidas como páramo, con condiciones el Callejón de Huaylas o el del Mantaro. La altitud
medio ambientales bastante distintas a las de la de las cordilleras y de los respectivos pasos de
puna, aun cuando puedan corresponder al mis- montaña dificultan relativamente la comunicación
mo piso altitudinal. entre los valles interandinos, y entre estos y las
1. ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIOS 25
regiones costeras. Por otra parte, en estas regiones húmedo desde la Amazonia. Los valles interan-
altoandinas asociadas a la cordillera de los Andes dinos propios de zonas quechua o yunga están
se desarrollan grandes planicies elevadas propias presentes, si bien muchos de ellos son relativa-
de los pisos ecológicos de puna. mente encajonados o con ríos que transcurren en
En el caso de la región sur de los Andes Cen- profundos cañones, lo que dificulta o impide el
trales se acentúan las condiciones de aridez y las aprovechamiento de sus aguas para fines agrícolas.
situaciones de sequía son frecuentes con regíme-
nes de lluvias irregulares y más escasas, especial-
mente en la vertiente occidental. Sus regiones cos- La interacción sociedad – medioambiente y
teñas se caracterizan por el desarrollo de extensos las modificaciones territoriales
tablazos desérticos y la presencia de una cordille-
ra marítima paralela al litoral, donde es común el Para la cabal comprensión de las distintas forma-
desarrollo de vegetación de lomas. Los valles de ciones sociales que se desarrollaron históricamente
esta región costeña son relativamente pequeños y en las diferentes regiones de los Andes Centrales,
cuentan con cuencas hidrográficas de limitada es necesario ubicarlas en su correspondiente esce-
extensión, que se desarrollan mayormente en terri- nario paisajístico y medio ambiental. Como vere-
torios de punas relativamente secas y sujetas a fre- mos más adelante, cada una de estas sociedades
cuentes sequías, y donde se originan ríos peque-
ños, cuyo escaso caudal se ve reducido aún más
por procesos de evaporación e infiltración, sien-
do común que aun en época de lluvias sus aguas
no lleguen a desembocar al mar perdiéndose en el
desierto. Por lo tanto, estas regiones costeras pre-
sentan severas limitaciones al desarrollo agrícola,
tanto como consecuencia de la escasez de agua,
como de suelos adecuados para el cultivo. Mayor-
mente las zonas de cultivo se limitan a algunos
valles oasis como los de Ica y Nazca, que, por las
razones antes expuestas, tienen además la singu- Fig. 10. Hoyas de cultivo en la localidad de Chilca (foto: Canziani).
laridad de desarrollarse al pie de la cordillera y
relativamente alejados del litoral. De otro lado, interactuó de una manera específica con su medio,
en las zonas altoandinas de esta región sur es do- desarrollando especiales formas de manejo para
minante el piso ecológico correspondiente a la hacer posible en ellas la producción y la explota-
puna, donde el rol de la ganadería es preponde- ción de sus particulares recursos, en el marco de
rante, así como el de los cultivos andinos de altura. sus propias estrategias de desarrollo económico y
Los territorios de puna hacia el occidente son secos social. Esto llevó históricamente al establecimiento
e inclusive áridos, mientras que los que se desarro- de distintos modos de vida y a la conformación
llan hacia el oriente son más húmedos, ya que se de diferentes tradiciones culturales regionales.
benefician de las lluvias generadas por los vientos
alisios del sur este que transportan masas de aire
Fig. 11. Acueductos subterráneos en la localidad de Cantalloc, Nazca
(foto: S. Purin).
Fig. 9. Campos agrícolas y canales de irrigación en el Valle medio
de Chincha (foto: Canziani).
26 JOSÉ CANZIANI
4
El Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO, comprende bajo el concepto de Paisajes Culturales una diversidad de
obras que combinan el trabajo del hombre y la naturaleza. En un paisaje cultural se manifiesta de forma singular la interacción
entre la sociedad y su ambiente natural, y su conservación contribuye a la biodiversidad y a la sostenibilidad del desarrollo
territorial, destacando los valores naturales presentes en el paisaje.
1. ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIOS 27
gos culturales y los cambios estilísticos, especial- Formativo, que se inicia con la aparición de la
mente de aquellos que se aprecian en la produc- cerámica (Formativo Inferior) y que, en las fases
ción cerámica. De esta manera, se propone un posteriores (Formativo Medio y Superior), corres-
período Precerámico, que comprende tanto a las ponde a la época caracterizada por el fenómeno
sociedades de cazadores y recolectores como a la Chavín y el surgimiento de las “altas culturas”; el
época de las comunidades aldeanas de los prime- período de los Desarrollos Regionales Tempranos,
ros agricultores; le sucede un Período Inicial, re- caracterizado por el surgimiento de distintas for-
ferido a la época en que aparece inicialmente la maciones regionales y la presencia de estados teo-
cerámica; luego se establecen tres Horizontes, de- cráticos; la Época Wari, para la que se propone el
finidos sobre la base de la difusión y presencia en desarrollo de una primera formación de carácter
el área de los Andes Centrales de los rasgos imperial en el área andina; el período de los Estados
estilísticos generados primero por el fenómeno Regionales Tardíos, caracterizado por el resurgi-
Chavín (Horizonte Temprano), luego por el fenó- miento de las formaciones regionales y la presen-
meno Wari (Horizonte Medio), y finalmente por cia de distintos estados y señoríos; para concluir
la expansión Inka con el imperio del Tawantinsuyo con la Época Inka, correspondiente al desarrollo
(Horizonte Tardío). Entre estos “horizontes” se del imperio del Tawantinsuyo (ver Cuadro 2).
dan dos períodos en que prevalecen los rasgos re- Evidentemente estas dos propuestas de secuen-
gionales, al cesar las influencias de carácter pan- cia cronológico cultural están referidas a los mis-
andino. De este modo, se definen dos períodos mos procesos y eventos históricos. Estas colum-
“intermedios”, un primer período Intermedio nas secuenciales, por lo tanto, deben ser conside-
Temprano entre los Horizontes Temprano y Me- radas como herramientas útiles a la definición y
dio y luego un período Intermedio Tardío entre comprensión de lo que distingue y separa una
los Horizontes Medio y Tardío (ver Cuadro 2). época de otra. Aclarando que en este sentido no
Así mismo, tenemos la secuencia propuesta por existen límites ni barreras precisas que marquen
Lumbreras (1981), que privilegia el distinto nivel definidamente el inicio o fin de un período. Por
de desarrollo y características de las formaciones lo tanto, es preciso señalar que estas herramientas
sociales presentes en cada época. En este caso, se así como tienen ventajas también pueden tener
propone un período Lítico, que corresponde a la sus limitaciones, por ejemplo en su aplicación de
temprana época de los cazadores recolectores; le región a región, donde se aprecia que los procesos
sucede el período Arcaico correspondiente a la no son necesariamente lineares ni homogéneos,
aparición de las comunidades aldeanas precerámicas ya que están sujetos a una serie de desigualdades
de los primeros agricultores; le suceden un período en los distintos niveles y formas de desarrollo.
PERÍODO INICIAL
1800 – 500 a.C. FORMATIVO
HORIZONTE TEMPRANO
ESTADOS REGIONALES Y
1000 – 1450 d.C. INTERMEDIO TARDÍO
SEÑORÍOS TARDÍOS
CUANDO SE HACE referencia a la época de los caza- un conocimiento y un manejo complejo de la di-
dores recolectores, generalmente nos vienen a la versidad medioambiental; están provistos de un
mente una serie de imágenes ampliamente difun- bagaje tecnológico que comprende una amplia
didas en la bibliografía, que reducen estos prime- gama de instrumentos de piedra, hueso, madera y
ros pobladores de los Andes a la condición de fibras vegetales, muchas veces sofisticados en su
grupos sumamente primitivos, totalmente de- forma y técnica de elaboración, como es el caso de
pendientes de lo que la naturaleza buenamente les las puntas de proyectil; conocen la utilización del
proveía. Según esta visión algo simplista, estaría- fuego y sus múltiples aplicaciones; y por último,
mos frente a grupos humanos que se desplazaban no son ajenos a la manifestación de determinadas
incesantemente a lo largo de un amplio territorio tradiciones culturales.
en persecución de la fauna salvaje. Inclusive, se ha Pero quizás uno de los aspectos más notables
llegado a plantear largos desplazamientos estacio- que se desprende del estudio de las nuevas eviden-
nales desde el área cordillerana a las lomas coste- cias de esta época, corresponde a la apreciación de
ñas, siguiendo una supuesta migración estacional que estos tempranos pobladores dieron lugar a
de los animales entre regiones bastante lejanas. distintos modos de vida, al enfrentar la diversidad
De esta manera, los cazadores recolectores nos medio ambiental y la variedad de recursos pre-
han sido presentados frecuentemente como seres sentes en las diferentes regiones de los Andes
totalmente supeditados a la fauna silvestre y, a Centrales. Estos distintos modos de vida, consti-
partir de esta idea, asumimos inconscientemente tuyen una clara expresión de los niveles de cono-
que la condición de “salvajismo” derivaría de esta cimiento desarrollados por estos primeros pobla-
suerte de simbiosis con la animalidad.1 dores en el manejo y apropiación de los recursos
Sin embargo, las recientes investigaciones de- disponibles en cada medio específico, lo que les
sarrolladas en las últimas décadas en el área de los permitió garantizar el sustento y la reproducción
Andes Centrales, acerca de los recolectores y caza- de sus poblaciones.2
dores superiores del período Lítico, nos presentan Nos parece necesario aquí subrayar la impor-
una realidad bastante distinta. Estos nuevos datos tancia teórica y metodológica que presenta este fe-
permiten sostener que alrededor del 10,000 a.C. nómeno, especialmente en cuanto se refiere al
se registra la presencia de grupos humanos que tie- tema central que nos interesa: la forma de asenta-
nen -no obstante su limitado nivel de desarrollo- miento. Y es que, en el marco general del análisis
1. Este sesgo en el tratamiento del período de los cazadores recolectores también ha sido advertido críticamente por Uceda
(1987: 14-7), al igual que la equivocada tendencia evolucionista de considerar los artefactos toscos o rudimentarios como “an-
tiguos” y los más elaborados como más “recientes”, aislando estos instrumentos del análisis de sus asociaciones contextuales, lo
que ha derivado en más de un craso error de interpretación.
2. Algunos autores utilizan al definir este proceso el término “adaptación”, el que nos parece inapropiado ya que propone
una suerte de dependencia pasiva de esta sociedades con relación a las condiciones ecológicas, oscureciendo así el hecho funda-
mental de que son los hombres y mujeres los agentes principales en la interacción que establecen con el medio y sus recursos, y
que como tales son los protagonistas centrales de los constantes cambios que genera la evolución social.
32 JOSÉ CANZIANI
de una determinada formación económico social, amplia documentación que nos proporcionan los
podemos aproximarnos al examen empírico que trabajos arqueológicos desarrollados en las úl-
esta asume en la concreción de distintos modos de timas décadas. De esta manera, en distintos sitios
vida, con características específicas y singulares. de diferentes regiones, tanto de la sierra como de
En especial, nos parece relevante señalar que se la costa, se ha constatado la existencia de culturas
puede comprobar que a estos distintos modos de materiales bastante diferenciadas. Conforme se
vida corresponderán, de manera consecuente, profundiza el estudio de los utensilios, herra-
particulares formas (modelos o patrones) de asen- mientas y otros restos materiales de la actividad
tamiento y manejo del espacio territorial. La for- social de estos grupos, se establecen las condi-
mación social de los cazadores recolectores ciones que permiten que estos datos nos apro-
–relativamente simple frente a la creciente com- ximen a la definición de distintos procesos de tra-
plejidad de las que posteriormente le sucederán– bajo. Los que -examinados en el conjunto de sus
ofrece por esta misma razón, una serie de aspectos interrelaciones- permiten, a su vez, configurar re-
cuyo estudio nos permite la comprensión de algu- constructivamente procesos productivos gene-
nos de los elementos fundamentales que regulan rales, con características específicas en los dis-
el desarrollo y evolución del fenómeno de asenta- tintos ámbitos regionales y a lo largo de la
miento humano en el territorio desde sus prime- evolución temporal (Bate 1982).
ros inicios. De esta manera, podremos empezar a valorar
La presencia de distintos modos de vida entre cómo y cuanto estas diferencias al nivel de los
los cazadores recolectores del área central andina, procesos productivos están expresando el desa-
emerge claramente de los datos y la relativamente rrollo de distintos modos de vida, es decir la ma-
nera particular en que estos grupos humanos Prácticamente la totalidad de los sitios de ocu-
desarrollaron sus actividades y formas de organi- pación correspondientes al paijanénse se encuen-
zación a lo largo del tiempo y del espacio, en rela- tran ubicados a campo abierto. Este es un primer
ción con las singulares condiciones medio am- dato sumamente interesante, ya que relaciona de
bientales en las que actuaron. Es evidente que en manera directa la forma de asentamiento con las
el estudio y comprensión de los aspectos que ca- condiciones del medio en que este se encuentra.
racterizan el modo de vida, un rol fundamental le Este caso nos revela como en un medio con un
corresponde al análisis de las particulares formas clima benigno y templado, los abrigos naturales
de asentamiento y de manejo del territorio. (como las cuevas) no habrían tenido mayor im-
portancia, a diferencia de lo que acontece en otros
medios con condiciones climáticas bastante más
El Paijanénse severas. En algunos casos, se supone el desarrollo
de paravientos en los campamentos, es decir, de
Con fechados que se remontan inclusive al estructuras simples en forma de medialuna desti-
13,000 antes del presente, se registran en la costa nadas a proteger de la molesta sensación de frío
peruana desde Lambayeque hasta Ica, aunque que genera la acción del viento (Gálvez y Becerra
con mayor énfasis en la Costa Norte y Central, la 1994). La posible existencia de este tipo de es-
existencia de importantes sitios que documentan tructuras elaboradas, con materiales perecederos,
la presencia y actividad de bandas de recolectores podría haber sido una de las causas que generara
cazadores. Estas poblaciones se identifican por la las concentraciones de artefactos con límites en
forma especial que asumen en la elaboración de forma de medialuna que se detectan en la excava-
puntas líticas de gran tamaño, que se caracterizan ción de algunos campamentos (Uceda 1987: 21).
por ser alargadas y pedunculadas. El nombre de En casos excepcionales, como en el sitio de Qui-
esta cultura deriva del lugar donde por vez prime- rihuac, se ha documentado el aprovechamiento
ra se registró científicamente su presencia -en Pai- de ciertos abrigos rocosos, pero sintomática-
ján, al norte del valle de Chicama- y se le reconoce mente en cuanto sitios que ofrecían un buen re-
como Paijanense o tradición Paiján. fugio y protección frente a la acción del sol abra-
Se supone que las condiciones climáticas de sador propio de la Costa Norte.
los territorios de la Costa Norte no debieron ser Los investigadores que han abordado el es-
muy distintas de las actuales. Sin embargo, mu- tudio del paijanense, han observado la presencia
chos autores sostienen la posibilidad de que el de distintos tipos de sitios, espacialmente articu-
ambiente haya sido algo más húmedo que el ac- lados entre sí. Tanto su localización como las evi-
tual y quizás similar a las condiciones que se pre- dencias de las diferentes actividades que en estos
sentan en este territorio durante eventos como se realizaban, definen las características y función
“El Niño”, cuando muchas quebradas se vuelven de estos sitios, que se identifican como campa-
activas con la presencia de cursos de agua; se dan mentos, talleres y canteras. Los sitios del primer
mayores extensiones cubiertas con pastos y bos- tipo están asociados a una amplia variedad de ar-
ques naturales; y las zonas de lomas habrían regis- tefactos líticos y corresponden a lugares de asen-
trado una mayor densidad y verdor. tamiento temporal de las bandas; mientras tanto,
También se plantea la posibilidad de que esta los últimos dos están asociados a la extracción de
época haya coincidido con el inicio de una fase de
deglaciación que habría elevado progresivamente
el nivel del mar, sumergiendo parte de la franja
costera y, por lo tanto, los vestigios de ocupación
que en ella se encontraban. Si esto fuera así, de-
bemos suponer que muchos de los sitios hoy regis-
trados se habrían localizado por lo menos unos 10
km. más alejados del litoral de lo que hoy se en-
cuentran. De acuerdo a esta hipótesis, esta locali-
zación ubicaría muchos sitios en una zona ecoló-
gica propia del pie de monte andino, lo que podría
explicar en parte la presencia de un medio aparen-
temente más húmedo en estos hábitat (Chauchat
1988: 58-60). Fig. 2. Abrigo de Quirihuac en el valle de Moche (Foto: Paul Ossa).
34 JOSÉ CANZIANI
piedras y a las distintas fases de producción de los final –a partir de las “pre formas”– de dos tipos de
artefactos líticos (Chauchat 1988: 52-3). instrumentos básicos en el equipamiento de las
Las canteras son sitios donde se aprecia la ex- gentes de Paiján: las puntas de proyectil y lo que
tracción por parte de las gentes de Paiján de ma- los arqueólogos denominan “unifaces”, tales
teria prima para la elaboración de distintos arte- como cuchillos, raederas, perforadores, etc. El re-
factos líticos. Si bien la actividad principal está lativo aislamiento de las gentes que realizaban en
destinada principalmente a la obtención de los el taller este trabajo lítico, con relación al grueso
bloques o “núcleos” adecuados para la produc- de la banda presente en el campamento, podría
ción de estos instrumentos, se observa que esto no ser explicado por la necesaria concentración que
excluye –especialmente en el caso de las puntas de esta actividad implicaba, así como una prudente
proyectil– la realización de alguna de las fases decisión para evitar la presencia de lascas y otros
subsiguientes de su proceso de elaboración en el afilados descartes de la talla donde el grueso de la
mismo sitio de la cantera, cual es el caso de la con- gente se encontraba circulando.
fección de los artefactos denominados bifaciales o En los campamentos, se advierte la presencia
“pre-formas”. Estos materiales pre-elaborados de una gran variedad de instrumentos líticos,
eran luego trasladados a los talleres asociados a los donde sin embargo son escasas las puntas de pro-
campamentos, donde se les terminaba de ela- yectil, tan frecuentes en los talleres donde eran
borar. En algunos casos, como se ha documen- producidas.3 Esto es algo totalmente lógico, si se
tado en Casma, se utilizaron herramientas líticas piensa que este tipo de instrumentos se “con-
en forma de cuña, especialmente elaboradas para sumen” en el desarrollo de la caza o la pesca;
resolver la particular dificultad que presentaba la mientras que en los campamentos es de esperar
extracción de las rocas utilizadas como materia que sean mucho más abundantes aquellos instru-
prima (Uceda 1992). Así mismo, en distintos ám- mentos destinados a la preparación de alimentos
bitos territoriales, se ha podido comprobar el ma- y a la transformación de determinados recursos,
nejo simultáneo de diferentes canteras con dis- en el marco de los procesos de trabajo desarro-
tintos tipos de rocas, lo que estaría indicando la llados por el grupo.
selección de las materias primas preferidas o más En los campamentos, además de la evidencia
adecuadas para la elaboración de los distintos de actividades relacionadas con la elaboración de
tipos de artefactos (Becerra y Gálvez 1996). instrumentos líticos y seguramente de otros im-
En los talleres, ubicados con una relativa pro- plementos orgánicos de los cuales no han que-
ximidad a los campamentos y asociados a estos en dado rastros, destaca la presencia de una serie de
cuanto parte de un mismo sitio, se desarrolló el fogones distribuidos en el espacio utilizado por la
trabajo especializado destinado a la confección banda durante su asentamiento momentáneo. Es
3. Es interesante notar, como bien señalan Chauchat et al. (1992), que las piezas que se hallan en estos talleres corres-
ponden a aquellas que presentaron fallas o que se rompieron en el proceso de elaboración y que, por lo tanto, fueron
descartadas.
2. LOS ORÍGENES 35
Figs. 6a y 6b. Foto y Plano de Enterramientos Paiján (Chauchat 1988: fig. 2.8).
rinos, si bien llama la atención la ausencia de los ubicación de lo que se conoce como campamento
moluscos que serán tan populares posteriormente base o principal, mientras que otros sitios –bajo la
durante el período Precerámico. Por otra parte, forma de campamentos secundarios– se encuen-
los restos de pequeños vertebrados, reptiles y tran en la proximidad de las zonas con determi-
crustáceos, están indicando la explotación simul- nado tipo de recursos, y revelan el paso o la pre-
tánea de una serie de recursos de los bosques y sencia momentánea de parte del grupo para su
zonas arbustivas presentes en los cauces y már- apropiación, captura o recolección.
genes de los valles, así como de los ríos y albuferas Finalmente, una hipótesis que debemos pon-
formadas en sus desembocaduras. derar para el paijanense –dada la documentación
Dada la dificultad de conservación de los ves- del aprovechamiento combinado y simultáneo de
tigios vegetales, no podemos descartar a priori la diferentes ecosistemas, con niveles de especializa-
posible presencia en sitios paijanenses de algunas ción que permitían la apropiación de una amplia
especies en proceso de domesticación, más aún si gama de recursos distintos– es que estos pequeños
establecemos un análogo nivel de desarrollo res- grupos pudieran haber generado ciertos niveles
pecto a otros sitios donde este proceso se ha docu- de sedentarismo, interrumpido quizás por breves
mentado de forma excepcional, como es el caso desplazamientos en un territorio bien conocido
de Guitarrero y de algunos abrigos de la Sierra de unos 30 km. de diámetro (Uceda: com. pers.
Central, de los que trataremos más adelante. 2003).
El hecho de que en muchos de los campamen-
tos se registre la presencia y consumo de una am-
plia y variada gama de recursos, nos está expre- Los cazadores recolectores de las punas
sando claramente que durante el breve período de
ocupación de este tipo de sitios se explotaron de Bastante diferente a la realidad que nos presentan
manera combinada y simultánea –mediante la los datos de la Costa Norte y Central peruana, es
recolección, la pesca y la caza– una diversidad de la que se perfila para los sitios de esta época en las
recursos, para cuya obtención fue necesario el regiones altoandinas o de puna. Para empezar, los
desplazamiento simultáneo desde los campamen- principales sitios de la Sierra Central se encuen-
tos de integrantes de la banda a lo largo de un te- tran localizados preferentemente en pisos ecoló-
rritorio relativamente amplio. En este sentido, se gicos que se ubican entre los 3,500 a 4,500
supone que ciertas zonas fueron visitadas repetida m.s.n.m. y están constituidos mayormente por
y frecuentemente a lo largo del tiempo, lo que se cuevas y abrigos rocosos. Como han señalado al-
manifestaría en la relativa densidad de los depósi- gunos investigadores, puede llamar la atención
tos arqueológicos encontrados en estos lugares. que encontrándose cuevas o abrigos relativamen-
Evidentemente, las estrategias desarrolladas te más amplios y localizados en pisos ecológicos
por las gentes de Paiján para el manejo de una va- de menor altitud y por lo tanto con un clima bas-
riada gama de recursos durante una o más tempo- tante más benigno, como es el caso de muchos va-
radas, implicaron necesariamente una acertada lles interandinos, estos no presenten una mayor
2. LOS ORÍGENES 37
Fig. 7. Valle costeño hipotético, con ubicación de Campamento Base, talleres, canteras y sitios provisionales, con énfasis en el manejo diversifica-
do de recursos, y la articulación “horizontal” del espacio territorial (Canziani).
ocupación durante el período de los cazadores re- áreas aledañas como Lauricocha (Huánuco) o
colectores. Una explicación plausible es que, a di- Cuchimachay (Lima), dan cuenta de la presencia
ferencia de estos, los sitios localizados en la puna de bandas de cazadores dedicados a la caza de ca-
se encontraban en una región donde se concen- mélidos, así como de venados y de otros mamí-
traba una gran cantidad de recursos y en especial, feros menores, lo que incluía también la recolec-
las grandes manadas de camélidos silvestres como ción de frutos, tubérculos y raíces de plantas de
la vicuña (Lama vicugna) y el guanaco (Lama gua- las regiones altoandinas. El manejo de estos re-
nicoe), que se sustentaban en los abundantes pas- cursos estaba complementado con aquellos pro-
tos naturales propios de la puna. pios de entornos lacustres, con la captura de
De esta manera, las evidencias reunidas con el ranas, aves, peces y la recolección de plantas de
estudio de sitios en el área de las punas de Junín, estos medios. Esto no excluye el aprovecha-
como Panalauca, Pachamachay,4 Acomachay, miento de ciertos recursos propios de los valles in-
Telarmachay, Uchcumachay, y de otros sitios en terandinos, aunque se sostiene que para el caso de
4. La recurrente terminación quechua machay, presente en la toponimia de muchos de los abrigos rocosos, significa precisa-
mente “cueva”, por lo que se convierte en un excelente indicador para conocer las características de estos sitios y los atributos asig-
nados a estos tradicionalmente por parte de las poblaciones locales.
38 JOSÉ CANZIANI
la puna central estos no tendrían una mayor pre- miento de las manadas y el aprovechamiento de
sencia (Rick 1988), a menos que se tratase de si- los diversos recursos disponibles en las distintas
tios ubicados en los límites de la puna y mucho temporadas.
más próximos a los valles, como sería el caso de En esta singular estrategia de manejo de los re-
Telarmachay y de los demás sitios presentes en la cursos, un rol fundamental desempeñaban las
cuenca del Shaka (Lavallée et al. 1985; Lavallée cuevas y abrigos rocosos, dado que representaban
1997: fig. 1). un importante refugio para las bandas frente a las
La abundante disponibilidad de animales para agresivas condiciones climáticas. Esto es especial-
la caza, especialmente gracias a la presencia de mente importante si consideramos que estas son
grandes manadas de vicuñas y su permanencia en regiones donde los cambios de temperatura son
estas zonas durante casi todo el año, habría permi- drásticos entre el día y la noche, al igual que son
tido tanto el desarrollo de las bandas, como tam- frecuentes las heladas, así como las lluvias y tem-
bién que estas gozaran de una creciente pestades de nieve y granizo. Algunos de estos si-
estabilidad. Inclusive, estas condiciones favora- tios, con un emplazamiento estratégico con rela-
bles en cuanto a la disponibilidad de caza, han ser- ción a los recursos explotados y con determinadas
vido de sustento al planteamiento de hipótesis condiciones favorables, se constituían en “campa-
que proponen el desarrollo de cierto grado de se- mentos base”, es decir lugares donde se concen-
5
dentarismo entre estos grupos. En todo caso, la traba el grueso de la banda y a partir de los cuales
mayoría de los estudiosos coinciden en asumir la estas organizaban las partidas de caza y recolec-
existencia de un modo de vida trashumante para ción, desplazándose hacia “campamentos provi-
estas poblaciones, lo que supone el desplazamien- sionales” o apostaderos de caza para la realización
to de estas a lo largo de un territorio determinado, de esta u otras faenas ligadas a la recolección.
que estuvo regulado por los cambios climáticos de En la zona de puna estudiada por John Rick,
los ciclos estacionales, acompañando el movi- en los alrededores de la cueva de Pachamachay
Fig. 9. Reconstrucción hipotética de zona de puna y cabeceras de valle interandino, con ubicación de Campamento Base y sitios provisionales, con
énfasis en el manejo diversificado de recursos, y la articulación “vertical” del espacio territorial (Canziani).
5. Rick propone la tesis del sedentarismo o, en todo caso, la permanencia de las bandas por largas temporadas, al advertir
que los recursos de caza en la puna estaban garantizados todo el año; respaldado también por las evidencias en las capas de ocu-
pación del sitio de Pachamachay, donde además encuentra restos de estructuras a modo de rudimentarias viviendas. Esta hipó-
tesis se sustenta también en la asunción que, para bandas numéricamente pequeñas y con un limitado nivel de desarrollo
organizativo, es preferible una estrategia especializada en la apropiación de ciertos recursos, que una amplia y diversificada que
implicaría una alta inversión en largos y dificultosos desplazamientos (Rick 1988: 40).
2. LOS ORÍGENES 39
6. “...en el contexto Paijanense –tal como lo conocemos- ninguna actividad parece haber tenido tanta importancia eco-
nómica como para justificar la suma enorme de conocimientos técnicos, adiestramiento y trabajo necesario para la talla de tal
cantidad de estas grandes puntas. Nótese como elemento característico que se precisa una jornada completa para hacer un
máximo de tres puntas, de las cuales cada una se puede romper al primer intento de uso. Se trata pues de una “sobre-inversión”
clara en vista de una actividad cuyo valor reside en su prestigio o interés sociocultural más que en sus resultados económicos,
aunque estos últimos no sean necesariamente despreciables (Chauchat et al. 1992: 19).
44 JOSÉ CANZIANI
tema que nos ocupa, es relevante destacar que es- Finalmente, el capitulo de la progresiva transi-
tos enterramientos están asociados y se realizan en ción de las sociedades cazadoras recolectoras
los mismos lugares de asentamiento, es decir, en el hacia el desarrollo de las sociedades sedentarias y
mismo suelo de los abrigos rocosos utilizados aldeanas, que corresponden al período que se co-
como refugio por los cazadores recolectores de la noce como Arcaico o Precerámico con agricul-
puna, así como en los campamentos de los grupos tura, no es demasiado claro y presenta aun mu-
paijanenses, lo cual no deja de tener una connota- chos vacíos de información. Sin embargo, las
ción muy especial. Es pues significativo que estas diferencias apreciadas entre las diferentes re-
evidencias de arte rupestre como de los primeros giones, especialmente entre aquellas costeñas y las
rituales funerarios documentados, tengan lugar y altoandinas, aparentemente manifestarían su
se agreguen a la comprensión del complejo con- continuidad, tanto en la manera en que en estas
junto de actividades que se desarrollan y manifies- se procesará la neolitización y el tránsito hacia el
tan en los asentamientos más tempranos. desarrollo de nuevas formaciones sociales; como
también en las distintas formas que asumirá en
estas el fenómeno de asentamiento.
La transición de las sociedades cazadoras Las sociedades altoandinas, que transitaron de
recolectoras a las aldeanas la condición de cazadores recolectores a la de ga-
naderos y pastores, aparentemente mantuvieron
A modo de sumario de este período, se pueden un régimen de vida mayormente trashumante, li-
destacar algunos aspectos relevantes con relación gado al desplazamiento que imponía el movi-
a las formas de asentamiento y de manejo del es- miento del ganado y el aprovechamiento de los
pacio territorial. En primer lugar, se puede desta- mejores territorios de pastura; evidentemente
car el hecho de que, en el marco general de la esto no debería de excluir la creciente incorpora-
formación social de los cazadores recolectores, se ción de algunos cultivos; ni descartar cierto rol
expresan en los Andes Centrales distintos modos que aún habrían tenido la caza y la recolección en
de vida, que representan la concreción particular el abastecimiento de subsistencias. Sintomática-
que asumen estas formaciones sociales en las con- mente, en este caso, no se habría producido un
diciones específicas de su existencia material. cambio sustancial con relación a las antiguas
Donde estos distintos modos de vida, en última formas de asentamiento, al no haberse registrado
instancia representan la expresión social del desa- hasta el momento vestigios arqueológicos de
rrollo de procesos productivos diferenciados, que asentamientos aldeanos para estas fases, docu-
responden a las singulares características de sus mentándose mas bien la continuidad de ocupa-
respectivos ámbitos regionales. ción en muchos de los abrigos naturales que antes
En segundo lugar y en cuanto a la forma de fueron el refugio de las bandas de cazadores. Sin
asentamiento se refiere, interesa señalar que si a la embargo, cabe la posibilidad de que se hayan
formación de cazadores recolectores corresponde, dado también asentamientos a campo abierto,
en términos generales, el nomadismo o la trashu- con la construcción de viviendas dispersas, a
mancia, a los distintos modos de vida a su vez les modo de establecimientos estancieros, como los
corresponderá, en términos singulares, su expre- que hasta el día de hoy se asocian a poblaciones de
sión en la materialización de diferentes “mo- pastores, y de los cuales la limitada investigación
delos” (o patrones) de asentamiento y de manejo arqueológica desarrollada no habría aun encon-
del territorio, tal como hemos podido comprobar trado los rastros.
al examinar brevemente los casos correspon- En cuanto a las regiones costeras, especialmen-
dientes a la Costa Norte y Central, las regiones de te del área norteña y central, la creciente estabili-
puna de la Sierra Central y de algunos valles inte- dad y mayor permanencia de los campamentos y
randinos. el consiguiente tránsito hacia la formación aldea-
7. Uno de estos enterramientos, que corresponde a una mujer adulta, estuvo asociado a una serie de ofrendas consistentes
en una bola de ocre rojo, un conjunto de 11 artefactos líticos tallados, instrumentos de hueso y otros elementos que parecen co-
rresponder a un ajuar estrechamente relacionado con la actividad del curtido de las pieles, y que posiblemente empleó en vida
este personaje. Otro caso, correspondiente al enterramiento de un neonato, estuvo asociado con la ofrenda de un collar com-
puesto por 99 cuentas de piedra calcárea blanca en forma de discos, y de 18 colgantes de hueso pulidos y perforados en un
extremo.
2. LOS ORÍGENES 45
na, se vería soportada fundamentalmente por la orientada hacia las actividades propias de la reco-
creciente orientación hacia la extracción de los lección, el marisqueo y una incipiente horticultu-
abundantes recursos marinos del litoral, sin olvi- ra. Testimonio de estas actividades son los
dar la creciente incorporación de una serie de cul- basurales asociados a los sitios, donde no sólo se
tígenos8 que tendrán un rol particular tanto en encuentran las evidencias del consumo de este
complementar las subsistencias, como en proveer tipo de recursos marinos, como son los moluscos,
nuevos recursos para la elaboración de utensilios y si no también la creciente presencia de plantas cul-
nuevos instrumentos de producción. Algunas in- tivadas. Sin embargo, lo limitado de las investiga-
vestigaciones desarrolladas en los valles de Casma ciones no permite por el momento conocer cuales
(Uceda 1992) y Huarmey (Bonavia 1996) darían fueron las características de este tipo de asenta-
cuenta de sitios con fechados entre el 6,000 y mientos, mas allá de su ubicación que se relaciona
5,000 a.C. que presentan la ocupación de grupos estrechamente con el litoral marino, ciertas áreas
que ya no manejan las tradiciones propias del pai- de lomas, así como con las zonas bajas de los va-
janénse, destacando la ausencia o limitación en la lles, sujetas a periódicas inundaciones y que en su
presencia de puntas de proyectil y el desarrollo de momento fueron apropiadas para el cultivo sin re-
una nueva industria lítica, que parece estar más querir de riego.
8. Los principales cultígenos presentes en los sitios de este período son el frijol (Phaseolus vulgaris), pallar (Phaseolus lu-
natus), canavalia (Canavalia ensiformis), ají (Capsicum sp.), calabaza (Lagenaria siceraria), zapallo (Cucurbita sp.), achira
(Canna sp.), maní (Arachis hypogaea), frutos como pacae (Inga Feuillei ), palta (Persea americana) y, mucho más tarde, el al-
godón (Gossypium barbadense) y el maíz (Zea mays).
3
EL GERMEN DE LO URBANO
El proceso de neolitización, los primeros asentamientos
aldeanos y el surgimiento de la arquitectura pública
monumental
vez más prolongados, hacia el establecimiento de Pero estos también se encontraban ubicados en
aldeas con una ocupación más estable y de mayor proximidad de zonas de lomas, que aseguraban la
permanencia. recolección de sus diversos recursos; así como de
Un caso clásico de este tipo de asentamientos quebradas aluviales y afloramientos de agua que
es el Chilca y el de La Paloma en la Costa Cen- permitían el cultivo de algunas plantas.
tral. Se trata de asentamientos localizados relati- En Chilca, las estructuras de vivienda se en-
vamente próximos al litoral, donde sus pobla- contraban agrupadas de una forma bastante com-
dores se abastecían de los abundantes y variados pacta y las que han sido documentadas arqueoló-
recursos marinos que han sido documentados en gicamente (Donnan 1964), corresponden a
los conchales y basurales asociados a estos sitios. chozas de planta circular de unos 2.5 a 3 m. de
1. Se conoce también a este período como Precerámico pre-algodón (Lumbreras 1981) ya que no solamente está ausente
este cultivo y es de algún modo aún limitado el rol de la horticultura en las subsistencias, sino que también no se perciben los
profundos cambios económicos, sociales y en la forma de asentamiento que se advierten en los sitios asociados a la presencia del
algodón. Por esta razón, la presencia - ausencia del algodón ha sido asumida por la arqueología andina como un indicador diag-
nóstico de esta época de grandes cambios correspondiente al Precerámico Tardío.
3. EL GERMEN DE LO URBANO 49
diámetro, cuya armazón fue hecha de troncos y manos de moler asociados con las viviendas, lo
ramas de árboles propios de la costa, como el que estaría revelando que en el asentamiento se
sauce (Salix chilensis) y el huarango (Prosopis juli- desarrollaba el procesamiento de determinados
flora o Acacia macracantha?), además de cañas. En recursos agrícolas con fines alimenticios o pro-
algunos casos, en la construcción se incluyeron ductivos. Tanto en Chilca como en La Paloma se
costillares de ballena dispuestos horizontalmente registraron múltiples enterramientos, para lo cual
en el perímetro interior de la choza, a modo de se dispuso los cuerpos extendidos y envueltos en
durmientes que permitían para asegurar su base y petates de totora, sepultándolos con algunas
soportar la presión de la basura acumulada en su
exterior, y que quizás también servían de poyo de
asiento para sus habitantes (Engel 1988).
El único ingreso estaba conformado por haces
de totora entretejida en forma de herradura,
mientras que la cobertura se realizó mediante pe-
tates de totora tejida. Al parecer fueron estruc-
turas con los pisos ligeramente excavados por de-
bajo del nivel del terreno, lo que se incrementaba
con el constante arrojo al exterior de la vivienda
de las conchas y otros desperdicios. Aparente-
mente los fogones y las demás actividades relacio-
nadas con la preparación de los alimentos se ha-
brían desarrollado al exterior de estas viviendas. Fig. 21. Reconstrucción hipotética de vivienda de aldea de La Palo-
En este sentido, se han registrado batanes y ma (Engel 1980).
50 JOSÉ CANZIANI
ofrendas bajo el piso de las viviendas, como en to de las especies cultivadas y una creciente
áreas de las aldeas especialmente destinadas a esta importancia de estas en la alimentación y la pro-
función, dando lugar a los testimonios más tem- visión de importantes insumos para la elabora-
pranos de cementerios (ibid.). ción de instrumentos y el desarrollo de una serie
Este tipo de asentamientos, con aglomera- de procesos productivos. Estos nuevos niveles en
ciones compactas de chozas de vivienda de carac- el desarrollo económico estarán acompañados
terísticas similares y los contextos arqueológicos por la aparición de nuevas formas de organiza-
asociados, estarían expresando la presencia de so- ción social en el seno de las comunidades, los que
ciedades sustancialmente igualitarias, donde las conducirán a un incipiente proceso de diferencia-
divisiones sociales estarían determinadas exclusi- ción social. Todo este complejo proceso se mani-
vamente por cuestiones de sexo y edad, y su co- fiesta de manera patente en la creciente extensión
rrespondiente participación en los procesos pro- y densidad de los asentamientos aldeanos y, en es-
ductivos desplegados por el grueso de la pecial, con el surgimiento y creciente importan-
comunidad. De otra parte, la cantidad de uni- cia que asumirá en ellos la arquitectura pública.2
dades de vivienda, así como la densidad de los ce- Además de la notable presencia del maíz (Zea
menterios y enterramientos hallados, pueden mays) entre las nuevas plantas cultivadas y su as-
ilustrar el notable incremento poblacional que se cendente participación en el complemento de la
estaría verificando con relación a épocas ante- dieta alimenticia; la domesticación y cultivo del
riores. Este incremento poblacional -notable- algodón (Gossipyum barbadense) desempeñará un
mente favorecido por la sedentarización- sería el rol especialmente importante en el incremento de
resultado de la provechosa integración represen- la producción y en el desarrollo social y cultural
tada por la extracción intensiva de recursos ma- de las sociedades costeñas de esta época. La fibra
rinos; el desarrollo de una horticultura incipiente, del algodón no sólo sustituirá progresivamente a
y el mantenimiento de las viejas prácticas recolec- otras fibras vegetales en la producción de los tex-
toras, se vería confirmado también por la prolife- tiles, si no que tendrá repercusiones revoluciona-
ración de un gran número de sitios aldeanos que rias al incorporar su resistente fibra en la confec-
han sido documentados arqueológicamente a lo ción de redes y sedales para el desarrollo de la
largo de la Costa. pesca, en cuanto actividad principal en la eco-
nomía de las sociedades costeñas del período. Se
desarrollaron así redes cada vez más eficientes,
Los asentamientos aldeanos y el tanto por su tamaño, durabilidad y capacidad de
surgimiento de la arquitectura pública pesca, tejiéndose distintos tipos de mallas ade-
cuadas a los distintos tipos de especies presentes
En el desarrollo de las fases siguientes, durante el en los diversos ámbitos del litoral marítimo.3
período conocido como Precerámico con algo- Evidentemente este tipo de redes, que signifi-
dón o Precerámico Tardío (2500 - 1800 a.C.), no caron una crucial innovación respecto a un ins-
obstante tratarse de un período de una menor du- trumento de producción hasta ese entonces rudi-
ración, los cambios se aceleran drásticamente mentario, no solamente debieron de multiplicar
comprometiendo las distintas esferas de las for- la capacidad de pesca, sino también requerir
maciones sociales. En el caso de la costa, el énfasis formas especiales de trabajo mancomunado para
en la pesca y extracción de recursos marinos, se ve su operación. De otro lado, una mayor disponibi-
progresivamente acompañado por un incremen- lidad de excedentes de la pesca habría requerido a
2. Por arquitectura pública, consideramos todas aquellas edificaciones cuya función está referida a actividades de carácter
especializado. Esta función se expresa tanto en la forma arquitectónica como en la propia producción constructiva, y se define
científicamente mediante el análisis arqueológico de sus contextos y asociaciones. En este sentido, la arquitectura pública se di-
ferencia claramente de la arquitectura doméstica que resuelve las funciones habitacionales y las actividades propias de núcleos
familiares. Con el surgimiento de la arquitectura pública se constituye una nueva clase de arquitectura que abarca una amplia
gama de funciones, sean estas de tipo ceremonial, político, administrativo, productivo, militar, etc. Lejos del equívoco que con-
sidera la arquitectura pública con relación a su capacidad de albergar una determinada cantidad de personas (público), el ca-
rácter de esta está definido sustancialmente por la calidad de las funciones especializadas que contiene, independientemente de
las dimensiones físicas que estas requieran para su realización.
3. En Huaca Prieta, por ejemplo, se hallaron redes bastante bien conservadas que mostraban diferentes tipos de mallas, las
que tenían como flotadores mates especialmente seleccionados por su forma esférica, cuyo cuello estaba obturado con una co-
ronta de maíz, así como discos de piedra horadados al centro que servían de pesos (Bird et al. 1985).
3. EL GERMEN DE LO URBANO 51
Fig. 22. Valle costeño hipotético, con ubicación de aldeas y Centros Ceremoniales, con énfasis en el manejo diversificado de recursos, marisqueo y
pesca, agricultura incipiente, y recolección, la articulación “horizontal” del espacio territorial entre sitios del litoral y del valle medio o alto (Can-
ziani).
Fig. 29. Redes de Huaca Prieta con mates como flotadores y pesos
de piedra (Bird et al. 1985).
se identificó claramente, además de las edificacio- que fue revestido con piedras y enlucido con mor-
nes de vivienda, a dos estructuras correspondien- tero fino al igual que los muros, muestra en el
tes a arquitectura pública (Pozorski y Pozorski centro una perforación revestida de piedras. En el
1977). Las unidades de vivienda se encuentran en lado sur de la estructura se desarrolló un segundo
suelos cubiertos por basurales, son de planta irre- muro de contención con trazo circular y concén-
gular y están compuestas por uno o más cuartos trico que exhibía también una pequeña escalinata.
semienterrados dentro de los cuales se dispusieron Este pozo circular sería el primer antecedente
algunos fogones. Existe una primera estructura de una forma arquitectónica que maduraría du-
(E) que se diferencia drásticamente de las anterio- rante este tiempo, para luego alcanzar una gran re-
res y que se caracteriza por presentar plataformas, levancia al ser incorporada al diseño espacial de
amplios recintos y cuartos, dispuestos en el marco importantes complejos ceremoniales del período
de un trazo rectilíneo con un ordenamiento cuasi
ortogonal. La forma de esta estructura y sus carac- Fig. 31. Alto Salaverry. Plano de la estructura “E” (Pozorszki y Po-
terísticas constructivas, sugieren alguna función zorszki 1977).
de carácter público -quizás relacionada con activi-
dades de tipo comunal- lo que no se contradice
con el hallazgo de desechos en algunos de los cuar-
4
tos y plataformas de dicha edificación.
Una segunda evidencia de arquitectura pú-
blica en Alto Salaverry, se encuentra relativa-
mente aislada con relación al grueso del asenta-
miento y corresponde a un pozo circular de 9 m.
de diámetro y 1.80 m. de profundidad. Esta es-
tructura está conformada por un muro de conten-
ción construido con piedras irregulares, dis-
puestas con la cara plana hacia el paramento, y
presenta dos escalinatas contrapuestas. El piso,
4. Algunos investigadores que limitan su comprensión de la arquitectura pública, definiéndola simplemente por negación
-es decir como toda aquella que no es doméstica- entran en serias dudas y cuestionamientos cuando en una estructura de apa-
rentemente carácter público, encuentran contextos de basura o asociación con la preparación de alimentos (mal entendidos
como atributo universal de lo “doméstico”). Esta visión esquemática y reduccionista no permite percibir que en una serie de es-
tructuras públicas es común y corriente la preparación, consumo u ofrenda de alimentos, sin responder por esto a función do-
méstica alguna.
3. EL GERMEN DE LO URBANO 55
5. Los pozos circulares más elaborados presentan un sofisticado diseño en sus escalinatas contrapuestas, observándose que
el trazo de los escalones corresponden a segmentos de arco delineados desde el centro del círculo, mientras que las alfardas (?) que
limitan lateralmente las escalinatas lo son por radios que se proyectan desde este mismo centro. Las escalinatas contrapuestas
forman un eje, el que usualmente estará alineado con el del complejo ceremonial en el cual está inscrito. Se ha sugerido la hipó-
tesis de que esta forma habría servido para la observación y registro del movimiento de los astros celestes (Lumbreras com. pers.).
Colocando una estela u otro elemento vertical se podría haber registrado la cambiante orientación de la sombra proyectada por el
sol naciente a lo largo del año y la posición de sus correspondientes solsticios; o registrar desde el punto de observación central la
posición de salida u ocaso de ciertos astros con relación al muro circular. De esta forma, el pozo circular habría sido un instru-
mento fundamental para generar un calendario dirigido a la predicción de los cambios climáticos, aspecto este de primera im-
portancia para el desarrollo de las actividades productivas y, en primer lugar, de aquellas relacionadas con la agricultura.
6. La impronta de la playa fósil en lo que hoy es la Pampa de Las Salinas de Chao, constituye un espectacular testimonio de
los drásticos eventos de levantamiento tectónico acontecidos en el litoral. La prospección arqueológica de la zona ha permitido
establecer que el patrón de ocupación, con asentamientos alineados sobre el antiguo acantilado generado por la erosión del mar,
respondió a la extracción de recursos marinos en el paisaje de la antigua bahía, hasta que ésta se desecó provocando el abandono
de los sitios (Alva 1986:49-50).
56 JOSÉ CANZIANI
Fig. 34. Salinas de Chao. Plano general del sitio (Alva 1986).
explotación de los recursos marinos allí presentes. rales definiendo atrios u otros espacios arquitec-
Pero en el caso de Las Salinas de Chao, los pozos tónicos con planta en forma de “U”; así como el
circulares no aparecen aislados en el asentamiento desarrollo de escalinatas empotradas, organizadas
sino asociados a una serie de templetes y a una a lo largo de los ejes de simetría de estas edifica-
densa trama de estructuras de aparente carácter ciones; la incorporación de plazas rectangulares
habitacional (Alva 1986). enmarcadas por un poyo perimetral que propor-
En este sitio, que posiblemente corresponda a cionan la sensación de que estas sean hundidas,
las etapas finales del Precerámico, se presenta un como se aprecia en la unidad “B”, o de los propios
avance significativo en cuanto se refiere al planea- pozos circulares, tal como se observa en la unidad
miento de la arquitectura pública. Este es el caso “A”, donde el pozo se ubica frente al templete
de los templetes, construidos mediante terrazas pero ligeramente desalineado con el eje central de
ascendentes y adosadas a la ladera del cerro, que este. Este pozo adicionalmente presenta dos
presentan algunas plataformas con brazos late- muros de trazo circular, concéntricos a la estruc-
tura, que le confieren un aspecto sobreelevado la influencia y difusión de ciertos rasgos propios
(Alva 1986: 56-62). de la arquitectura pública alto andina, conocida
Más al sur en la región de Casma y Huarmey, como Tradición Mito (Lanning 1967, Fung
tendríamos algunos importantes sitios del pe- 1988).
ríodo Precerámico representados por Las Aldas Los Gavilanes, constituye un sitio excep-
(Casma), Culebras y Los Gavilanes (Huarmey). cional pues no corresponde a un asentamiento de
En el caso de Las Aldas, existen evidencias de una tipo aldeano, si no mas bien a un sistema aparen-
consistente ocupación precerámica del sitio, pero temente destinado al almacenamiento y conser-
no está del todo clara su correlación con la arqui- vación de las cosechas de maíz, por parte de los
tectura ceremonial, que correspondería mayor- pobladores del valle bajo de Huarmey durante el
mente al período Formativo (Fung 1988: 88-89). Precerámico Tardío. Según Bonavia (1982), en el
En todo caso, no es de descartar que en asociación sitio se registraron por lo menos 47 hoyos directa-
con la ocupación precerámica ya haya existido un mente cavados en la arena. Estos hoyos de forma
antecedente de la arquitectura pública desarro- irregular y de sección troncocónica, que pre-
llada posteriormente. sentan variaciones en sus dimensiones y alcanzan
En el sitio de Culebras, que está localizado al una profundidad de hasta 1.75 m. estaban reves-
sur y en la parte baja del valle del mismo nombre, tidos con piedras irregulares colocadas en seco.
sobre las laderas y cima de un cerro que domina el Los restos botánicos recuperados, permiten in-
litoral, se identificó un extenso asentamiento al- ferir que se transportó desde los campos las
deano que habría integrado una importante ex- plantas enteras, mientras que en el sitio probable-
presión de arquitectura monumental. En este caso mente las mazorcas fueron separadas de las
se registró el desarrollo de amplias plataformas plantas para su almacenamiento en los hoyos, uti-
con muros de contención de piedra decorados con lizándose las hojas del maíz para revestir las pa-
nichos rectangulares, a las cuales se accedía por redes de los depósitos y cubrir los granos almace-
medio de una escalinata de proporciones monu- nados antes de sellar el hoyo cubriéndolo con
mentales orientada hacia el norte. Las plataformas arena. Se supone que este sistema de depósito
mostraban esquinas redondeadas y sobre ellas permitió almacenar las cosechas de maíz conser-
existían cuartos o cámaras de planta cuadrangular vándolas protegidas de la acción de insectos, roe-
que presentaban ductos revestidos de piedra bajo dores y otras plagas.
sus pisos. Algunos de estos rasgos, tales como las El sitio está ubicado en una posición estraté-
plataformas escalonadas y la escalinata central son gica, en un lugar desértico a poco más de 2 km. al
de clara filiación costeña; mientras tanto otros norte del valle y relativamente protegido de la ac-
como los nichos y los ductos subterráneos e inclu- ción del viento. Es interesante notar que alre-
sive, las esquinas redondeadas, pueden remitirse a dedor de los hoyos se halló una cantidad conside-
58 JOSÉ CANZIANI
rable de estiércol de llama, lo que da cuenta del montículos, Huaca de Los Idolos y Huaca de Los
uso temprano de estos camélidos y el importante Sacrificios, fueron objeto de excavaciones reve-
rol que desempeño, ya desde estos tiempos, el lando su particular naturaleza constructiva
manejo de caravanas de llamas en el transporte de (Feldman 1980, 1985).
una serie de recursos, ampliando considerable-
mente el radio de acción de las comunidades con
relación a su espacio territorial.
Es importante destacar que en el sitio de Los
Gavilanes no está ausente la arquitectura pública.
En este caso, se trata de un pequeño edificio loca-
lizado en la parte alta de una de las colinas al su-
reste del sitio, donde se construyó una plataforma
sobre la roca madre con un recinto de unos 4.5 m.
de lado, en cuyo piso se dispuso de un fogón posi-
blemente asociado a alguna actividad ritual. La
presencia de huellas y restos de postes permite in-
ferir que pudo estar techada. Es de destacar por su
especial significación, que en la construcción de
la plataforma se empleara un particular sistema de
construcción mediante bolsas de relleno tejidas
con fibra de junco y cargadas de piedras cono-
cidas como shicras (ibid: 60-66).
En el valle de Supe existen dos importantes si-
tios precerámicos. Uno de ellos es el de Aspero,
que ha sido objeto de estudios a lo largo de varias
Fig. 38. Aspero. Plano general del sitio (Feldman 1980: fig. 9).
décadas, mientras que en Caral (conocido ante-
riormente como Chupacigarro), a los exámenes
de superficie desarrollados anteriormente le han En efecto, en estos montículos se registró una
seguido recientemente una serie de excavaciones secuencia de remodelaciones en las cuales los
arqueológicas que documentan a nivel preliminar cuartos y recintos construidos sobre las plata-
datos de gran trascendencia. formas de las fases más tempranas fueron sucesi-
El complejo de Aspero se ubica también en vamente rellenados, obteniéndose así plataformas
proximidad del océano en la margen norte del más elevadas donde se construyeron nuevas edifi-
valle bajo de Supe y en proximidad de la bahía de caciones. En el caso de Huaca de Los Idolos, un
Supe Puerto. Se trata de un sitio bastante extenso montículo con una base de 30 por 50 m, el
en el que destaca la presencia de por lo menos 7 examen de uno de estos niveles, permite apreciar
montículos monumentales, además de otros la organización arquitectónica de los recintos
montículos menores y evidencias de una densa construidos sobre una plataforma de volumen
ocupación habitacional. Dos de los principales troncopiramidal. En el frente principal del mon-
llaron más de una docena de figurinas rotas lle medio. Las recientes investigaciones desarrolla-
hechas de barro blanco no cocido. De la misma das en el sitio dan cuenta de la existencia de unos
manera, asociados a rellenos y bajo los pisos se ha- 32 conjuntos arquitectónicos, identificándose 6
llaron, en aparente calidad de ofrendas, conchas edificaciones piramidales de carácter monumen-
de abanico, textiles, ornamentos plumarios, una tal (Shady 1997).
fuente de madera tallada parcialmente quemada y En el sitio sobresalen dos edificaciones monu-
un gran número de palillos tallados, además de mentales con montículos piramidales que inte-
semillas de algodón y hojas de achira. gran grandes patios circulares hundidos; una al
Bajo uno de los pisos de Huaca de Los Sacrifi- norte denominada “Templo Mayor” y otra al sur
cios se hallaron dos enterramientos, el primero co- denominada “Templo del Anfiteatro”. La desta-
rrespondía al de un adulto que no poseía ofrenda cada presencia de estas dos edificaciones en
alguna, mas allá del envoltorio de tejido de algo- ambos extremos del sitio podría responder a una
dón y estera. Mientras que el segundo correspon- organización dual del asentamiento, mas si se
día a un neonato con la cabeza adornada con más considera que comparten explícitamente algunos
de 500 cuentas de concha y envuelto en un fardo atributos formales, cual es el caso de los patios cir-
con dos textiles que presentaban bandas de color, culares que, coincidentemente, se presentan en
finalmente sobre el enterramiento fue depositado posición contrapuesta al igual que la dirección de
un mortero de piedra de cuatro patas colocado sus ejes de orientación.
boca abajo (ibid: 81). Estos hallazgos estarían re- El “Templo del Anfiteatro”, se ubica en el ex-
velando ciertas diferencias de status entre los tremo sur del complejo y presenta un imponente
miembros de la comunidad. De otro lado, la pre- patio circular hundido de 29 m. de diámetro in-
sencia de determinados bienes exóticos, cual es el terior, con escalinatas contrapuestas alineadas
caso de conchas de mullu (Spondylus), plumas de con el eje de la edificación. El patio circular pre-
color y cuentas de piedra, estarían indicando no senta plataformas escalonadas y banquetas con-
solamente el intercambio a distancia, si no tam- céntricas, cuyos muros de piedra muestran evi-
bién la demanda de bienes de carácter suntuario dencias de enlucidos de barro pintados de blanco
destinados a los rituales o que también podrían y amarillo. Esta estructura circular se conecta
haber simbolizado elementos de prestigio entre hacia el noreste con una plataforma alargada, que
los personajes de status más elevado. aparentemente servía de acceso al templo, mien-
Otro importante sitio en el valle de Supe es tras que se integra hacia el suroeste con un mon-
Caral, anteriormente conocido como Chupaciga- tículo piramidal enmarcado dentro de un gran re-
rro (Kosok 1965, Williams 1981, 1985). Este cinto rectangular. La construcción piramidal
complejo se localiza en la margen izquierda del va- presenta un espacio central, a modo de atrio flan-
lle a unos 25 km. del litoral y está emplazado sobre queado por dos recintos laterales, que da acceso a
una terraza desértica desde la que se domina el va- otro recinto en cuyo centro se halló un fogón ce-
remonial cerca del cual se encontraba una ta y una escalinata conecta los distintos niveles de
huanca.7 Siguiendo el eje del templo se encuen- las plataformas del montículo. Aquí también se
tran dos escalinatas que conducen a las plata- reportó la presencia de una gran huanca de 1.7 m.
formas más elevadas del montículo donde se de alto en el atrio de la edificación, lo que permite
aprecian restos de algunos recintos distribuidos advertir el uso recurrente de estas en cuanto ele-
simétricamente. En diferentes sectores de esta mento central de los recintos más importantes de
edificación se pudieron observar superposiciones estas construcciones ceremoniales (ibid: 54-55).
arquitectónicas, que en algunos casos implicaron Tanto al este como al oeste de extenso espacio
hasta cinco eventos de enterramiento y construc- existente entre los dos montículos con patios cir-
ción (ibid: 27-33). culares hundidos, se observa la presencia de por lo
En la esquina noreste del recinto que enmarca menos 4 montículos de regular tamaño. Estos se
el montículo, se excavó una pequeña estructura diferencian de los anteriores porque asumen una
que presentaba un diseño arquitectónico singular planta cuadrangular y un volumen de forma mar-
(ibid: 33). Se trata de un recinto cuadrangular cadamente piramidal. Dado que no se reportan
que encierra un muro circular al centro del cual se aun excavaciones en estos montículos, no es po-
registró un fogón ceremonial con dos ductos sub- sible conocer si estas diferencias responden a as-
terráneos de ventilación, lo que evidencia rela- pectos de carácter funcional o mas bien de índole
ciones con la arquitectura de la tradición Mito temporal.
que examinaremos más adelante. Si bien se reporta la presencia de diversos sec-
En el sector al norte del complejo se encuentra tores residenciales (ibid: 41) la información pro-
el denominado “Templo Mayor”. Se trata tam- porcionada por la propia investigadora permite
bién aquí de una estructura circular con un patio discutir la atribución de un carácter habitacional
hundido de menor tamaño (19 m. de diámetro del sector “A” excavado. Este es el caso, cuando se
interior) adosado en este caso al sur de un mon- señala que los recintos de este sector no habrían
tículo alargado y de mayor tamaño, que presenta sido ajenos a la tradición de “enterramiento ri-
en la parte superior un atrio con planta en “U”. Al tual”, al apreciarse sucesivos rellenos y remodela-
igual que en el montículo anterior, el patio circu- ciones asociadas a la icineración o disposición de
lar presenta un sistema de escalinatas contrapues- ofrendas, lo cual incluye la presencia dentro de
7. Luego de que el sitio fuera identificado mediante el examen de las aerofotografías de la época, en la que llamaron la
atención las singulares estructuras con pozos circulares, Kosok realizó una breve visita al lugar a fines de los años ’40. Entre
otros detalles observó la existencia de un gran monolito o huanca, pero señala que este elemento estaba ubicado cerca del centro
del patio circular del montículo sur (Templo del Anfiteatro) del complejo (Kosok 1965: 221).
62 JOSÉ CANZIANI
los rellenos de las fases tardías de bolsas de relleno curvadas; la aplicación de decoración mural y de
o shicras. Otros datos relevantes serían la pre- pintura en los paramentos y pisos; así como la
sencia en el centro de los recintos de fogones ri- presencia de pequeñas plataformas de aparente
tuales, además de otros rasgos, entre los cuales se carácter ritual cuyos rellenos están constituidos
menciona la presencia de recintos con esquinas por shicras. Evidentemente muchas de las eviden-
cias señaladas estarían apuntando hacia una fun-
ción distinta a la residencial, lo que amerita una
Fig. 45. Caral. Plano del “Templo del Anfiteatro” (Shady). investigación más exhaustiva, ya que la sola di-
mensión reducida de los recintos no es elemento
suficiente para calificar a estas estructuras como
tensión de más de 500 m. en su eje noreste – su- puede suponer que la ubicación de este templo,
roeste y unos 170 m. de ancho. Estos montículos algo desplazada con relación a la del conjunto de-
podrían estar entre las edificaciones más extensas finido por los grandes brazos en “U”, podría
del período, en especial el brazo el derecho que haber correspondido a la organización de un con-
mide más de 500 m. de largo por unos 150 m. en junto menor conformado por una plaza, cuyos
su parte más ancha, aunque la altura sea tan sólo trazos todavía se perciben, y cuyo eje en este caso
de unos 3 m. Sobre la superficie de estos se en- si coincidiría con el del templo. Si la organización
cuentran evidencias de una densa trama de es- espacial de este sector fue más temprana o en todo
tructuras que pudieron corresponder a habita- caso contemporánea con la del resto del con-
ciones, pero dado que no han sido excavadas no
sería de descartar que pudieran cubrir otras fun- Fig. 49. Paraíso. Plano del edificio excavado y restaurado por Engel
ciones asociadas con las actividades desarrolladas (Engel)
junto, es una cuestión que el desarrollo de excava- Un nuevo sitio que corresponde a estos
ciones en los distintos componentes del sitio de- mismo rasgos, denominado La Esmeralda, ha
bería de responder. sido recientemente identificado en los niveles in-
En cuanto al templo excavado por Engel feriores y por debajo de la ocupación Nasca del
(op.cit.), este presenta plataformas escalonadas sitio de Cahuachi, en el valle de Nazca. En este
con muros construidos con bloques de piedras caso, el área excavada expuso estructuras de vi-
asentadas con barro, disponiendo las caras planas viendas hechas con postes y una suerte de
hacia el paramento, con rastros de haber sido en- quincha, asociadas con restos de calabaza, pa-
lucidos. Aquí también se hallaron evidencias de llares, cuy (Cavia porcellus) y conchas de abanico
recintos rellenados con bolsas de piedra y que sir- (Argopecten purpuratus), así como una notable co-
vieron como plataformas de base para erigir los lección de cuchillos y puntas de obsidiana. Estos
recintos de las fases sucesivas, en una secuencia de hallazgos parecen sugerir un modo de vida en el
5 o 6 superposiciones arquitectónicas que no han que se combinaba la pesca y recolección en el li-
sido bien definidas, ya que la excavación se con- toral, con una horticultura en las zonas inunda-
centró en la última fase. El cuerpo central de la bles de los valles, y con la persistencia de la caza,
edificación, presenta dos gruesos muros que se sugerido por la consistente presencia de las
proyectan hacia el noroeste, encerrando una puntas de proyectil (Isla 1990).
suerte de atrio en forma de “U”, con al centro una Lannig (op.cit.), al observar las claras diferen-
escalinata que permite ascender a un gran vano cias existentes entre estos sitios y los ubicados en
que da acceso a una cámara central de forma cua- la costa Central y Norte, planteó la sugerente hi-
drangular de unos 12 m. de lado. Este recinto pótesis de que en la Costa Sur habría persistido
presenta ciertos rasgos relacionados con la tradi- por mucho mayor tiempo un modo de vida
ción Mito, ya que al centro se halla una depresión propio de cazadores recolectores, lo que no ex-
cuadrangular, pero en este caso con la particula- cluiría el limitado cultivo de algunas plantas. En
ridad de que sobre cada una de sus cuatros es- esta óptica, muchos de los sitios mas que asenta-
quinas presenta lo que parecen ser fogones de sec- mientos permanentes serían campamentos esta-
ción cónica. Esta cámara central se encontraba cionales, de gentes que se estarían movilizando
interconectada por medio de corredores a una desde los pisos altoandinos asociados con la caza y
serie de recintos, a los cuales también se accedía la provisión de la obsidiana, hasta el litoral y los
desde distintos frentes de la edificación por valles de la Costa Sur, donde las lomas también
medio de algunas escalinatas auxiliares, que tam- podrían haber sido frecuentadas y alojado campa-
bién evidencian remodelaciones aparentemente mentos invernales. En todo caso, resulta sintomá-
asociadas con las distintas fases del edificio. tico que en ninguno de los casos documentados
en esta región tengamos noticia de la existencia de
arquitectura pública, por lo menos en cuanto se
Otros sitios de la Costa Sur refiere a aquella de carácter monumental
único acceso; un piso a dos niveles conformado Este es precisamente el caso de dos de las prin-
por una banqueta perimetral que se interrumpe cipales edificaciones expuestas por las excava-
frente al acceso y enmarca el espacio cuadrangular ciones en Kotosh, denominadas el “Templo de
con el piso más bajo; al centro de este espacio de Los Nichitos” y el “Templo de las Manos Cru-
menor nivel, se presenta un fogón ventilado por zadas”. La más tardía de estas edificaciones es el
uno o más ductos subterráneos conectados con el “Templo de Los Nichitos” (ER-11), que mide in-
exterior; los paramentos interiores e inclusive el teriormente unos 7.5 m. de lado, y presentaba en
frente de las banquetas presentan nichos de dife- la grada del desnivel entre los dos pisos una serie
rente forma y tamaño; los paramentos pueden ser de pequeños nichos, que debieron sumar 23 en
decorados con cenefas horizontales e inclusive total. En el paramento interior del muro parcial-
elementos escultóricos de barro, como las céle- mente conservado, se pudo reconstruir la pre-
bres “manos cruzadas”; finalmente, un rebajo del sencia de grandes nichos que se desarrollaban
lado interior de la cabecera de los muros, revela desde la base del muro, mientras que otros nichos
que estos recintos estuvieron techados con una más pequeños se ubicaban sobre una cenefa hori-
cobertura soportada por vigas. zontal a 1 m. de altura del piso. El fogón central
Otro de los aspectos relevantes de esta tradi- tenía un diámetro de 40 cm. y una profundidad
ción arquitectónica, es que luego de un determi- de 60 cm. con la particularidad, en este caso, de
nado período de funcionamiento, estas edifica- contar con dos ductos de ventilación subterrá-
ciones fueron rellenadas y selladas, generando así neos, uno en el eje de la puerta –como es más fre-
nuevas y más elevadas plataformas, sobre las que cuente- y el otro en diagonal, pasando por debajo
se levantaron nuevas edificaciones, muchas veces de la esquina noreste del recinto.
directamente sobre el emplazamiento de las ante- El “Templo de Los Nichitos” fue construido
riores. De esta manera, se generó una secuencia luego de ser rellenada y sellada la estructura de un
de superposiciones arquitectónicas en la que los recinto más temprano denominado “Templo de
edificios más antiguos, que se encuentran en los Las Manos Cruzadas” (UR-22). Este recinto cua-
niveles inferiores, fueron en su momento ente- drangular de unos 6.5 m. de lado en el interior,
rrados por las edificaciones que se construían pos- presenta también un único acceso orientado
teriormente sobre estas. Este proceso de enterra- hacia el sur y los rasgos típicos de la arquitectura
miento, que fue denominado “enterramiento del del período Mito. En este caso, el enterramiento
templo”, se realizó cubriendo con arena los para- total de la estructura permitió su mejor conserva-
mentos de los recintos y sus elementos decora- ción, encontrándose los muros completos hasta
tivos, para luego rellenarlos con piedras y sellar fi- su cabecera a más de 2 m. de altura sobre el piso,
nalmente este relleno con un piso de nivelación lo que permitió reconstruir el sistema de cober-
de arcilla roja, sobre el que se edificaba el nuevo tura y conocer la extraordinaria decoración que
recinto, a partir de la construcción inicial del presentaban sus paramentos. En el interior del re-
fogón y de sus ductos de ventilación. (Matsuzawa cinto se presentan grandes nichos que llegan
1972: 176, Izumi y Terada 1972: 5). hasta el nivel del piso, mientras que otros más pe-
queños se disponen sobre una cenefa horizontal una serie de corredores y escalinatas. Cuando se
que sobresalía de 15 a 20 cm. Por debajo de dos procedía a la remodelación de los recintos, se ge-
de estos nichos pequeños, dispuestos simétrica- neraba un nuevo nivel en la correspondiente pla-
mente en el muro opuesto a la portada de acceso, taforma, lo que estaba acompañado de la cons-
se realizó el extraordinario hallazgo de dos pares trucción o adosamiento de nuevos muros de
de brazos entrecruzados en alto relieve que fueron contención y de remodelaciones en los pasajes y
modelados en barro. Los muros del recinto, he- escalinatas, por lo que las superposiciones arqui-
chos de piedra asentada con barro, tenían de 80 a tectónicas no se reducían a los recintos si no que
100 cm. de espesor, con la particularidad de en- comprometieron también a estos componentes.
grosarse hacia la cabecera de los muros, donde se Cuando el templo de “Los Nichitos” estuvo
generaba la grada interior para apoyo de la estruc- en actividad, se encontraba asociado a un recinto
tura de la cobertura. Los muros, tanto al interior complementario localizado al norte (ER-23), al
como al exterior, presentaban vestigios de haber cual se le superpuso en la misma ubicación una
sido enlucidos finamente con arcilla de color ma- remodelación (ER-19), que amplió las dimen-
rrón amarillento. siones del recinto anterior. Mientras tanto, du-
Es de destacar que tanto el Templo de Las rante la época de actividad del templo de “Las
Manos Cruzadas como el de Los Nichitos, em- Manos Cruzadas”, este estuvo asociado con dos
plazados sobre una plataforma de nivel medio, es- recintos (ER-27 o “Templo Blanco” y 28),
tuvieron asociados durante sus respectivas fases siempre localizados al norte y con los accesos
de actividad con otros recintos similares, que orientados en la misma dirección, y los que tam-
fueron construidos sobre una plataforma de nivel bién fueron objeto de remodelaciones con la su-
inferior con relación a aquella donde se erigieron perposición de nuevos recintos (ER-20 y 26 /
los recintos principales. Estos recintos, que po- 24). A este propósito, se ha observado que las re-
dría suponerse desempeñaron un papel comple- modelaciones y superposiciones que afectaron a
mentario, tuvieron la orientación de sus portadas los recintos principales ubicados en la plataforma
hacia el norte, es decir contrapuesta a las de los de nivel medio, no fueron necesariamente simul-
templos de mayor importancia, como fueron en táneas a las intervenciones que tenían lugar en los
su momento “Los Nichitos” y “Las Manos Cru- recintos de la plataforma inferior, por lo que
zadas”. En las distintas fases, la conexión entre pudo darse el caso de que algunos de estos pu-
estos recintos y sus respectivas plataformas en los dieron estar asociados durante un cierto período
niveles medio e inferior, se realizaba mediante de tiempo, primero al templo de “Las Manos
3. EL GERMEN DE LO URBANO 69
Cruzadas” y luego al de “Los Nichitos” (Bonnier de huesos de cuy y camélidos quemados, que
1997). fueron depositados en los nichos y pisos de los re-
Es importante señalar que bajo el templo de cintos, al igual que figurinas de barro represen-
“Las Manos Cruzadas” se identificó también la tando seres humanos, frutos o tubérculos y pe-
existencia de un recinto enterrado aun más an- queñas vasijas, asociados a los mismos contextos
tiguo que no fue excavado (Izumi y Terada 1972: arquitectónicos.
304). Por otra parte, en algunos niveles inferiores, La secuencia de remodelaciones, con sus co-
se identificaron estructuras más pequeñas, consis- rrespondientes superposiciones arquitectónicas,
tentes en pisos que presentaban el típico desnivel condujeron así a la conformación de dos mon-
cuadrangular con fogón central, pero en este caso tículos prominentes con plataformas escalonadas,
no estaban presentes muros que definieran el re- de modo que sus volúmenes debieron de consti-
cinto. Se supone que estas estructuras, por su ela- tuirse en importantes hitos visuales en el paisaje
boración más rudimentaria y ciertas analogías circundante y, en cuanto tales, en referentes de
con las evidencias tempranas de otros sitios que identificación y veneración para las comunidades
comparten la tradición Mito, pudieran repre- que participaban del culto.
sentar evidencias de las fases iniciales del período La evidente complejidad de la organización
Mito en el sitio de Kotosh (Fung 1988: 74, Bon- social y los niveles de inversión destinados a estas
nier 1997: 140-3). construcciones -que presuponen la necesaria dis-
Las periódicas remodelaciones y el conse- ponibilidad de excedentes- sugerirían una base
cuente enterramiento de las estructuras de ca- económica con cierto nivel de desarrollo de las ac-
rácter público, así como las propias características tividades agrícolas y ganaderas (Izumi y Terada
arquitectónicas de las edificaciones Mito de Ko- 1972: 306). Sin embargo, no se han hallado vesti-
tosh, la reiteración y persistencia a lo largo del gios de plantas, lo que puede ser explicado por la
tiempo de los cánones arquitectónicos estable- antigüedad del sitio y la relativa humedad que ca-
cidos; sugerirían la presencia de una sociedad con racteriza a la zona. De otro lado, el análisis de los
un nivel de organización relativamente complejo, restos faunísticos señalaría que además de cuy
donde debieron definirse determinados niveles (Cavia porcellus) posiblemente doméstico, el
de especialización. En este sentido, la configura- mayor porcentaje de estos corresponde a cérvidos
ción espacial de los recintos, la presencia central y, en menor grado, a camélidos no necesaria-
de los fogones con sus elaborados sistemas de ven- mente domésticos (posiblemente guanaco y vi-
tilación, así como el despliegue de nichos y de cuña), lo que en conjunto permite suponer que la
otros elementos decorativos al interior de estos, caza aun desempeñaba un rol importante (Wing
estarían expresando una función ceremonial res- 1972).
tringida a un reducido número de miembros de la La aparente ausencia de estructuras habitacio-
comunidad, para el aparente desarrollo de nales asociadas al período Mito en el sitio de Ko-
ofrendas y actividades rituales relacionadas con el tosh, no permite plantear claras inferencias en
fuego. Refuerzan esta interpretación los hallazgos cuanto al régimen de subsistencias de la pobla-
ción. En todo caso, debe de advertirse que los gones enmarcados por pisos a desnivel de forma
contextos de los hallazgos corresponden a plata- rectangular. Los pisos fueron hechos con arcilla
formas y recintos asociados con funciones de apa- roja y posteriormente enlucidos con una de color
rente carácter ceremonial, por lo que la evidencia amarillento. Fragmentos de arcilla con improntas
podría estar fuertemente condicionada por el tipo de cañas hallados sobre el piso sugieren que al-
de ofrendas y actividades rituales desarrolladas y gunos fogones pudieron haber estado enmar-
no necesariamente corresponder con el consumo cados por un cerco hecho de quincha. Asociados a
alimenticio habitual de estos recursos. De otro los pisos y fogones se hallaron huesos calcinados
lado, no se puede dejar de considerar la localiza- que pudieron ser de venado o camélido, lascas de
ción geográfica del sitio y el rol especial que pudo cuarzo y conchas de moluscos de la costa, los que
tener en cuanto punto intermedio de un corredor aparentemente fueron parte de ofrendas rituales
natural que conecta los territorios de las punas “sacrificadas” al fuego de los fogones. Existen
alto andinas con aquellos de los bosques húmedos también aquí evidencias de superposiciones, ge-
propios de la vertiente oriental de los Andes o neradas por el sello de los fogones con capas de ar-
“ceja de selva”. cilla, para luego proceder a la construcción de una
Piruru, ubicado en el Alto Marañon y en la nueva estructura con fogón (Burger y Salazar
margen derecha del río Tantamayo (3,800 1980).
m.s.n.m), representa en sus niveles precerámicos Si bien en Huaricoto se encontraron eviden-
un importante sitio para la comprensión de la po- cias de una plataforma asociada a la ocupación
sible evolución y surgimiento de la tradición ar- precerámica del sitio, es claro que en este caso, y
quitectónica Mito. En las excavaciones desarro- aparentemente también en Piruru, no se encuen-
lladas en la década de los ’80, se definieron cinco tran los rasgos complejos y las características mo-
fases de ocupación precerámica, donde en la úl- numentales que presentan sitios como Kotosh y
tima se identificó una estructura asimilable a la La Galgada, que habrían requerido del manejo de
tradición Mito de unos 9 m. de lado con fogón especialistas y formas de trabajo corporativo para
central y con los característicos pisos a desnivel la organización de los eventos constructivos. Mas
presentes en Kotosh. Lo interesante del caso es bien, las características bastante más modestas y
que las cuatro primeras fases corresponderían a algo rústicas de las estructuras halladas en Huari-
estructuras de un período anterior, Pre-Mito, coto, así como en Piruru, sugerirían la presencia
donde la mayoría presenta un piso a un solo nivel de pequeñas comunidades rurales, e inclusive
y el fogón central, en algunos casos bien cons- grupos familiares, realizando estas estructuras
truido y con ductos de ventilación, en otros para llevar a cabo los rituales afiliados a la tradi-
apenas delineado y sin ductos. Además en estas ción Mito (Burger y Salazar 1985, 1986).
estructuras se observa una notable variedad de El complejo de La Galgada se localiza a unos
formas y rasgos, con recintos tanto circulares 1,100 m.s.n.m. en la margen izquierda de un es-
como rectangulares, limitados por muros de trecho valle formado por el río Tablachaca, un
piedra; mientras que en otros casos estos están au- afluente del rió Santa a unos 80 km. de su desem-
sentes y los espacios alrededor de los fogones pa- bocadura en el mar. Dado que el río Tablachaca
recen haber sido a cielo abierto (Bonnier 1997). forma un corredor natural en dirección noreste,
La estructura de época Mito tiene la particula- esta ubicación es ciertamente especial, tanto por
ridad no solamente de introducir en el sitio los su equidistancia y relativa accesibilidad hacia el li-
rasgos característicos de esta tradición, si no tam- toral del Pacífico, como hacia las serranías de la
bién nuevas técnicas constructivas. Tal parece ser provincia de Pallasca y la propia cuenca del Alto
el caso de la construcción del recinto, que presen- Marañón. La posición del sitio es en este sentido
taba un grueso muro de piedra de unos 50 cm. de central con relación a una posible red de cone-
altura, que sirvió de sobrecimiento a una estruc- xiones que debió de articular tempranamente
tura de quincha realizada con un armazón de estas regiones. El sitio presenta un configuración
postes de aliso, reforzada con barro y enlucida claramente monumental y, al igual que en Ko-
(Bonnier 1988: 44-46). tosh, con un ordenamiento dual con dos mon-
Otro sitio relacionado con la tradición Mito tículos de gran tamaño, el mayor al Norte de unos
es Huaricoto, ubicado en la parte central del Ca- 40 a 45 m. de lado, mientras que el menor de
llejón de Huaylas y en la margen derecha del río unos 20 a 25 m. de lado se encuentra unos 10 m.
Santa, a unos 2,750 m.s.n.m. En los niveles pre- al Sur del primero. Esta disposición de los mon-
cerámicos del sitio se hallaron evidencias de fo- tículos genera un eje de ordenamiento Norte -
3. EL GERMEN DE LO URBANO 71
Sur, sin bien ambos montículos están organi- lizado, donde no solamente la vigencia de los
zados en un eje Este–Oeste, con sus respectivas edificios estaba sometida a un aparente ciclo ca-
escalinatas y frentes principales orientados hacia lendárico –cuya finalización implicaba el enterra-
el Oeste. miento, y el inicio de uno nuevo la regeneración
En ambos montículos las excavaciones regis- de la arquitectura- si no que también el espacio ri-
traron una compleja secuencia de superposi- tual de los seres vivos, asociado a las recintos en
ciones arquitectónicas (Grieder et al. 1988). De funcionamiento, estaba conectado con el de la
manera similar a lo expuesto para Kotosh, en este muerte y el culto a los ancestros, alojados dentro
caso los recintos con los rasgos típicos de la tradi- de las cámaras ahora sepultas (Grieder 1997).
ción Mito, también fueron construidos sobre pla- El montículo Norte, habría estado asociado
taformas y después de un cierto período de fun- en su frente Oeste con una plaza circular de unos
cionamiento, sometidos al desmontaje de sus 18 m. de diámetro, encerrada por un muro cir-
techos y rellenados, para volver a construir nuevas cular de unos 2.5 m. de ancho. Este muro estaba
cámaras sobre las anteriores, elevando así sucesi- hecho con cantos rodados y mortero de barro,
vamente el nivel de las plataformas. Sin embargo, por lo que se presume que corresponde a las fases
en el caso de La Galgada, se da la particularidad tempranas del sitio, al igual que restos de pe-
de que muchos de los recintos enterrados fueron queñas cámaras construidas con este mismo ma-
reutilizados como cámaras sepulcrales, para lo terial. Las cámaras rituales de este período no ten-
cual se construyeron pilares y rústicos muros de drían desniveles en el piso y si lo presentaban,
piedra que soportaron techos con vigas de piedra, enmarcando con una grada el fogón, esta era de
disponiéndose estrechas galerías de acceso desde escasa altura, como se observa en el caso de la cá-
el nivel de las plataformas y recintos que estaban mara F-12:B-2, que medía 2.30 por 2.85 m. y es-
en ese momento en actividad. Esto revelaría una taba provista de un ducto de ventilación subte-
compleja concepción simbólica del espacio sacra- rráneo que pasaba bajo la puerta, así como de
72 JOSÉ CANZIANI
nichos sobre paramentos llanos sobre los que se de cámaras construidas con piedras canteadas.
aplicó enlucido y pintura blanca. Otra cámara de Estas, además del clásico fogón central, presentan
esta misma época (I-11:B-8), medía unos 3.80 m. una banqueta perimetral que se interrumpe
de lado y presentaba nichos ligeramente trapezoi- frente al umbral de la puerta, que también pre-
dales. Todos estos recintos, al igual que la ma- senta una grada para descender al nivel del piso
yoría de los que se les superpondrán posterior- donde se ubica el fogón. Los nichos se disponen
mente, presentan una planta subrectangular, con con sus bases alineadas sobre una suerte de zó-
los muros ligeramente curvados hacia el exterior y calo, generado por el adelgazamiento de la parte
las esquinas redondeadas, mientras que las superior del paramento interior de las cámaras, o
puertas y los ductos de ventilación que pasan bajo enmarcadas en una franja horizontal recesada que
ellas se orientan tanto al Oeste como al Norte da forma a una cenefa horizontal. Para esta época
(Grieder et al. 1988: 24-32). se aprecia una organización espacial de los re-
Las fases posteriores al 2200 a.C. en el mon- cintos, a partir de la disposición de una gran cá-
tículo Norte, están representadas por la presencia mara central (9 x 12 m.) orientada al Oeste y con
el piso ligeramente más bajo que un atrio a cielo
Fig. 58 – La Galgada: Reconstrucción del desmontaje de una cáma-
abierto que se ubica frente a esta. Las cámaras la-
ra para su enterramiento y conversión en una cripta funeraria (Grie- terales, de menor tamaño, se disponen sobre pla-
der et al.). taformas más elevadas en la parte posterior de la
cámara central y en los lados al Norte y Sur de
esta, perfilándose así una configuración que se
aproxima a la forma en “U”. Finalmente, durante
los inicios del Período Formativo, está conforma-
ción con planta en “U” será cada vez más evi-
dente, cuando en la parte superior del montículo
Fig. 60 – La Galgada: Reconstrucción isométrica de las estructuras Fig. 61 – La Galgada. Detalle de Frontis con esquina redondeada y
sobre el Montículo Norte (Grieder et al.). cenefa nichada (Grieder et al.).
la cámara central será sustituida por un atrio a doméstico en la proximidad de los montículos.
cielo abierto, rodeado por una banqueta y plata- Estas estructuras tienen planta oval y muros bajos
formas más elevadas en tres de sus lados. En el de piedra, con pisos que presentan acumula-
centro de este atrio se ubicará un gran fogón ven- ciones de basura y algunos posibles fogones, tanto
tilado siempre por ductos subterráneos, como úl- al interior como al exterior de las viviendas. Apa-
timo vestigio de la vigencia de una larga tradición rentemente no se detectó evidencias de alguna
frente a las innovaciones formales que se afirman otra actividad que no fuera la estrictamente do-
con fuerza, quizás por el creciente prestigio de las méstica y no se dispone de información acerca del
emergentes tradiciones arquitectónicas costeñas. tipo de consumo de subsistencias que se asociaba
Las plataformas de los montículos fueron a estas (ibid: 19-22).
construidas con gruesos muros de contención Sin embargo, de la excavación desarrollada en
que, al igual que las cámaras, tuvieron la particu- las estructuras de los montículos y de los hallazgos
laridad de presentar las esquinas redondeadas. asociados con las tumbas, se reunió una conside-
Estos muros de contención de las plataformas y rable información que da cuenta de un amplio y
las grandes escalinatas de acceso, muestran tam- variado manejo de recursos vegetales y de plantas
bién una secuencia de remodelaciones y superpo- cultivadas. Entre estos, el de fibras de especies sil-
siciones que se correlacionan con los eventos
constructivos que tienen lugar sobre la plata- Fig. 62 – La Galgada. Detalle de Frontis con cornisa con ménsulas
forma superior (op.cit. 44-50). El volumen mo- (Grieder et al.).
numental de estas edificaciones con sus plata-
formas escalonadas, posiblemente pintadas y
decoradas con cornisas y frisos, al igual que el des-
pliegue de las grandes escalinatas en el eje de los
montículos, debieron de proyectar una impresio-
nante visión del conjunto.
Dado que las excavaciones arqueológicas se
centraron en las estructuras monumentales, no se
tiene una idea general sobre que otro tipo de es-
tructuras se encontraban en sus alrededores. Sin
embargo, algunas excavaciones puntuales expu-
sieron la presencia de algunos recintos de carácter
74 JOSÉ CANZIANI
como ha sido sostenido por Moseley y otros inves- mentación referida al manejo de estos recursos y
tigadores (Moseley 1975, Feldman 1980, 1985), su cultivo; el desarrollo inicial de técnicas de riego
a partir de la más equilibrada tesis de Lanning y manejo de los suelos, debieron también estar
(1967: 78-79, 94-95). A este propósito, hemos asociados al desarrollo de nuevos conocimientos e
constatado como en estos asentamientos iniciales instrumentos de producción. A este propósito,
se establece una integración entre la explotación los tempranos sistemas de depósito de productos
de los recursos marítimos y una agricultura inci- agrícolas, como los documentados en Los Gavi-
piente, la que asume un esencial rol complemen- lanes (Bonavia 1982), o las aparentes funciones
tario, tanto en el abastecimiento de insumos nece- de registro astronómico de las plazas circulares
sarios para el desarrollo de los procesos hundidas (Lumbreras 1987), nos proporcionan
productivos relacionados con la pesca, como en la no solamente algunos importantes elementos
composición de la dieta alimentaria de la pobla- para inferir el desarrollo de estos instrumentos, si
ción, para posteriormente asumir el rol principal no también evidencias de que, en algunos casos,
en el desarrollo económico (Canziani 1989). la propia arquitectura pública asume la condición
Este proceso, en términos generales, presenta de instrumento de producción.
diferencias con el que se da en las regiones altoan- Del examen de los procesos productivos desa-
dinas, donde la base productiva de la neolitización rrollados para la explotación de los recursos ma-
está asociada al desarrollo de la ganadería y el pas- rinos y la agricultura incipiente, así como de la ge-
toreo, a los que se integra una incipiente agricul- neración de la base técnica que las haga viables, se
tura, que no excluye por esto la caza ni la recolec- infiere un proceso de creciente especialización en
ción. Proceso que en este caso aparentemente no el ámbito de la organización social. Esta especiali-
habría implicado en un primer momento el se- zación es evidente también en el desarrollo de las
dentarismo, sino mas bien la continuidad del régi- manufacturas y en especial en el destacado arte
men de trashumancia. Sobre la base de este modo textil que exhiben vestigios como los recuperados
de vida, se han presentado sugerentes hipótesis en Huaca Prieta y La Galgada. A su vez, el propio
acerca del surgimiento previo de la arquitectura arte textil nos revela complejos cánones estéticos,
pública, que habría operado luego como cataliza- en los que se plasma el desarrollo de iconos co-
dor de un paulatino proceso de sedentarización, rrespondientes a seres míticos supranaturales con
dando paso a la aparición de las formaciones al- atributos de aves, serpientes y seres marinos. Por
deanas (Bonnier y Rozemberg 1988). lo tanto, también en este aspecto, podemos su-
En el caso costeño, en el manejo de los recursos poner que el manejo técnico y la elaborada con-
marinos como en el de las plantas cultivadas, se cepción artística debieron estar limitados a un
constata la creciente incorporación y desarrollo de número reducido de personas, y mas aún si pen-
nuevos conocimientos e instrumentos de produc- samos que estas manifestaciones artísticas tem-
ción. Por lo tanto, en este aspecto debe aplicarse la pranas constituyen la expresión de la construc-
vieja proposición que sugiere examinar no tanto ción de complejas tradiciones religiosas, a cuya
que se hace, si no mas bien el cómo se hace. En conducción y oficio debieron acceder solamente
este sentido, no basta argumentar sobre la innega- los iniciados en el culto.
ble importancia de los recursos marinos (Moseley A este creciente proceso de especialización no
1975), cuando existe por ejemplo una radical di- fue ajena la propia arquitectura pública. Esto se
ferencia entre arponear peces o pescarlos con rudi- infiere tanto de su especial concepción arquitec-
mentarios anzuelos, y capturarlos con redes como tónica y de su complejo planeamiento, así como
las halladas en Huaca Prieta, ya que del manejo de de las particulares características técnicas de su
estos nuevos instrumentos se desprenden inferen- producción, que la diferencian claramente de la
cias acerca de las formas de trabajo comprometi- arquitectura doméstica, además de requerir de la
das en estos procesos productivos, la creciente dis- organización de formas especiales de trabajo para
ponibilidad de excedentes, el desarrollo de su construcción. De otro lado, si la arquitectura
técnicas de conservación y almacenamiento, al pública se caracteriza por servir de soporte al de-
igual que la solución de los requerimientos socia- sarrollo de diversas actividades de carácter espe-
les para la organización de la producción y la ad- cializado y entre estas las de carácter ceremonial,
ministración de los bienes generados. la notable importancia que esta adquiere durante
La domesticación y la creciente incorporación el Precerámico Tardío, nos proporciona uno de
de plantas cultivadas al desarrollo de una inci- los mejores indicadores para leer el emergente
piente agricultura, así como la necesaria experi- proceso de especialización social.
3. EL GERMEN DE LO URBANO 77
Es mas, si consideramos que las tradiciones re- en el aprovisionamiento de subsistencias; sus re-
ligiosas se manifiestan a traves de los rasgos y es- percusiones en el consecuente crecimiento
tilos de las tradiciones arquitectónicas que se per- poblacional y, por último, en el surgimiento y
filan en esta época (Fung 1988, 1999; Williams afirmación de nuevas formas de trabajo y de orga-
1981, 1985), y que estas tradiciones arquitectó- nización social. A este propósito, se le plantea a las
nicas no se limitan al ámbito local, sino que inte- comunidades resolver la administración de los ex-
resan amplias regiones, también esta esfera de la cedentes, cuando se requiere establecer el diferir y
actividad social apunta hacia la presencia de regular su consumo. Esto está referido tanto a las
gentes con ciertos niveles de especialización. La comunidades que combinan una economía de ex-
notoria relación de las comunidades con un “es- tracción de recursos marítimos con una incipiente
pacio exterior” se ve corroborada también por las agricultura, como también especialmente a las co-
evidencias de un creciente nivel de intercambios y munidades en las que la producción agrícola co-
de interrelaciones, manifiesto tanto en el flujo de mienza a adquirir un peso creciente.
ciertos recursos, como de otros aspectos cultu- Es conocido que el manejo de los recursos agrí-
rales, no necesariamente tangibles, que se movi- colas por parte de una comunidad, requiere de
lizan con ellos. medidas que permitan regular el consumo de los
La creciente especialización, derivada del ma- excedentes entre una cosecha y otra, además de re-
nejo de los nuevos instrumentos de producción y servar una parte de estos para asegurar la simiente
las exigencias de los procesos productivos, habría para un nuevo ciclo de cultivo. Esto implica esta-
significado un acelerado proceso de división so- blecer normas socialmente aceptadas y sanciona-
cial del trabajo en el seno de estas comunidades. das, mediante la generación de mecanismos ideo-
La participación diferenciada de determinados lógicos e institucionales que remueven los viejos
miembros de esta en la producción, habría gene- cimientos en los cuales se fundaban las relaciones
rado una incipiente diferenciación social dentro sociales preexistentes. Este es el caso de las formas
de las comunidades, y que pudo expresarse en de- de propiedad, especialmente cuando las comuni-
terminadas diferencias de status y de acceso o po- dades agrícolas establecen con el territorio una re-
sesión de ciertos bienes de prestigio, tal como lo lación definida y excluyente sobre los medios e
sugieren ciertos enterramientos complejos en La instrumentos de producción (Staino y Canziani
Galgada y Aspero, y la relativa suntuosidad de sus 1984). Estos aspectos incidirán en la forma de or-
ofrendas. Este proceso de diferenciación social ganización de las comunidades, como en el inci-
–visto además en la perspectiva del surgimiento piente proceso de diferenciación social que se pro-
de las sociedades complejas que dan paso a la civi- cesa en su interior (Lumbreras 1987, 1994).
lización andina– sería sustancialmente distinto a Finalmente, queremos señalar un aspecto re-
la “estratificación” propuesta para las llamadas je- levante que puede tener algunas connotaciones
faturas o cacicazgos, donde las diferencias de con relación a la actual problemática del desa-
status tienen origen en otros aspectos circunstan- rrollo y a la imposición de determinados modelos
ciales, como en la simple disponibilidad de exce- globales. En la prehistoria europea o del viejo
dentes. La abundancia de excedentes, en este mundo en general, se planteó como uno de los
caso, no representa el elemento causal de esta di- paradigmas de la neolitización el desarrollo de la
ferenciación, como tampoco explica la supuesta manufactura de cerámica, mas aun tratándose del
emergencia de una “autoridad corporativa” y el surgimiento de sociedades complejas. La expe-
surgimiento de una arquitectura pública que riencia de los Andes Centrales constituye un caso
tempranamente revela rasgos monumentales. inédito a nivel universal, donde se demuestra que
Evidentemente, este es un tema de gran com- sociedades precerámicas no sólo generaron
plejidad que no puede ser abordado unilateral- formas complejas de organización social, si no
mente, a partir del privilegio de uno u otro aspec- que además desarrollaron una extraordinaria ar-
to. Hemos introducido la problemática del quitectura monumental.
surgimiento de la arquitectura pública, sostenien- De otro lado, las notables desigualdades que
do que durante este proceso se verifica una conca- se aprecian en el proceso de neolitización, espe-
tenada y estrecha interdependencia entre las inno- cialmente con la aparente perpetuación de los
vaciones en las técnicas e instrumentos de viejos modos de vida en muchas regiones de la
producción; la ampliación en la escala de apropia- costa sur y sierra sur de los Andes Centrales, per-
ción de los recursos naturales y la creciente dispo- miten contrastar (por negación) las hipótesis
nibilidad de excedentes; la mejora e incremento planteadas y sus implicancias. En el caso de la
78 JOSÉ CANZIANI
costa sur, por ejemplo, no obstante la extraordi- ción. Allí donde se afirmó la neolitización, con la
naria abundancia de los recursos marítimos, esta aparición de sociedades complejas y se dio inicio a
región presenta un proceso de neolitización algo las transformaciones agrícolas que condujeron a
marginal, que se explicaría a partir de una apa- modificar sustancialmente el paisaje territorial, se
rente ausencia de agricultura, o por el desarrollo desarrollarán patrones de asentamiento donde el
de una limitada horticultura, mientras se man- rol del fenómeno urbano será cada vez más signi-
tendría el énfasis en una economía mayormente ficativo. Por esta razón serán las regiones nor cen-
recolectora. tral y norte de los Andes Centrales, donde el pro-
La escasa relevancia de la arquitectura pública ceso de neolitización fue más intenso y acelerado,
y especialmente la inexistencia de aquella de las que históricamente expresarán un desarrollo
carácter monumental en estas regiones, es a sostenido en esta dirección, y las que durante el
nuestro criterio muy significativa, ya que permite posterior período Formativo serán el escenario
correlacionar su surgimiento –como expresión privilegiado de un proceso civilizatorio, donde el
embrionaria del devenir del fenómeno urbano urbanismo tendrá desarrollos emblemáticos con
con la intensidad y el nivel de desarrollo alcan- los extraordinarios centros ceremoniales que ca-
zado históricamente en el proceso de neolitiza- racterizarán a esta época.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 79
4
EL URBANISMO TEMPRANO
Los templos y centros ceremoniales del Formativo y las
modificaciones iniciales del territorio
1
Se entiende por Revolución Neolítica un proceso combinado en el que se transita hacia el desarrollo inicial de una economía
en la que prima la capacidad social de reproducir las plantas y animales, asegurando las subsistencias sin depender de la provisión
natural de recursos. En este proceso convergen de forma interdependiente la domesticación de plantas y animales, su adaptación
a climas y suelos distintos de los originarios; la generación de los correspondientes instrumentos y medios de producción, además
de la afirmación de nuevas relaciones sociales de producción. En términos territoriales, este proceso comporta sustanciales modi-
ficaciones en el paisaje natural (Childe 1982, Lumbreras 1987).
80 JOSÉ CANZIANI
Este fenómeno está asociado a un nuevo pa- donde se han registrado testimonios de los pri-
norama en la distribución y localización de los meros canales de irrigación (Canziani 1992). En
sitios de ocupación. En algunos casos, como es el todo caso, de estas evidencias que registran el au-
de Virú, se aprecia que la gran mayoría de los mento del número de sitios en los distintos valles,
asentamientos (70%) se concentra en el cuello del se puede inferir un notable incremento
valle, dándonos a entender que el grueso de la poblacional, que como sostenía Childe (1982),
población del valle depende y está comprometida es uno de los mejores indicadores del progreso
con la producción agrícola, concentrándose en la social, en este caso asociado a la exitosa afirma-
zona que ofrece las mejores condiciones hídricas ción de la nueva economía agrícola.
y topográficas para establecer un sistema de irri- Aparentemente este proceso sería —en térmi-
gación con una tecnología relativamente simple nos arqueológicos— relativamente rápido y por
(Willey 1953). En otros casos bastante diferen- lo tanto, negaría que se hubiera producido un trán-
tes, como es el de Chincha, se aprecia una alta sito lento y gradual hacia la economía agrícola, lo
concentración de los asentamientos en la parte baja que se hubiera reflejado en una progresiva disper-
del valle, si bien también una concentración algo sión de los asentamientos aldeanos, ocupando el
menor se da en la parte media alta del mismo, territorio de los valles desde la orilla del litoral
hasta alcanzar la parte media y alta de estos.2 Más central y sur, comienzan a ser introducidos en la
bien, las evidencias apuntan en casos como el de sierra norte, donde no habría mayores anteceden-
Virú, hacia un desarrollo en el cual en un deter- tes acerca de la presencia de camélidos,3 y desde
minado momento es notorio que el grueso de la donde son aparentemente trasladados y adapta-
población aparece asentada en aldeas agrícolas, que dos a la vida en los territorios de las regiones
se concentran en las partes medias y altas de los costeras, es decir a un habitat radicalmente dis-
valles. Aun en casos como el de Chincha, donde tinto del originario.
los cambios aparentemente no son tan radicales, En cuanto se refiere a las manufacturas, la in-
se hace evidente que asistimos a la afirmación de troducción de la cerámica (ca. 1800 a.C.) marca
nuevos patrones de asentamiento, donde además el inicio del período Formativo y es utilizada por
de los sitios aldeanos —muchas veces difíciles de consenso como un indicador fundamental en este
localizar o poco estudiados— sobresalen las mo- sentido. La cerámica representa una importante
numentales construcciones piramidales, que ates- innovación en cuanto se refiere a los patrones ali-
tiguan la generosa inversión de los excedentes pro- menticios, de almacenamiento e inclusive en los
ductivos asegurados por la nueva economía agrí- funerarios (Lanning 1967: 80). Efectivamente, la
cola en este tipo de obras públicas. cerámica modifica y mejora sustancialmente los
Paralelamente, estos cambios sustantivos en los procesos de preparación de alimentos e inclusive
patrones de asentamiento vienen aparejados con de bebidas como la chicha, permitiendo además
una serie de importantes avances tecnológicos, su empleo como vajilla para el consumo de estos;
como son aquellos relacionados con el manejo de puede ser utilizada para almacenar agua u otros
los recursos agrícolas, la cerámica, el arte textil, la líquidos, granos o alimentos procesados para su
metalurgia, y el desarrollo de las técnicas cons- conservación. Además de sus obvias repercusio-
tructivas. La afirmación y propagación de este nes en la salubridad y mejora alimenticia, que
novedoso e importante equipamiento técnico, debieron redundar en la calidad de vida y el creci-
revela en toda su amplitud el ejercicio de un cre- miento poblacional, debió tener también impor-
ciente dominio sobre la naturaleza por parte de tantes implicancias en los patrones de asentamien-
las poblaciones de las regiones involucradas, en to. Este es el caso de la localización de sitios que,
mayor o menor grado, en este proceso. por determinadas circunstancias o por los reque-
Los avances registrados en el proceso de do- rimientos del manejo de ciertos recursos, debie-
mesticación, con la extensión de los cultivos ya ran establecerse relativamente lejanos de fuentes
conocidos durante el Precerámico Tardío, la in- de agua, ya sea dentro de los valles o inclusive a
corporación adicional de nuevos cultígenos y es- decenas de kilómetros de estos, en zonas absolu-
pecialmente las evidencias de la difusión y adap- tamente desérticas,4 ya que gracias a la cerámica
tación de estos a distintos pisos ecológicos, dan dispusieron de facilidades para almacenar y trans-
una idea aproximada de la intensa propagación portar hasta allí los recursos vitales para la subsis-
de recursos y conocimientos que se da entre dis- tencia de sus ocupantes y el desarrollo de sus di-
tintas regiones durante esta época (Lumbreras versas actividades, para lo cual la creciente dispo-
1981: 133-152). Dentro de este mismo proceso, nibilidad de la llama como animal de carga debió
los camélidos como la llama, cuyo aparente cen- ser un factor nada despreciable. 5
tro de domesticación se ubicaría entre la sierra
2
Moseley (1975: 119) sostiene, por ejemplo, que la agricultura de irrigación sería una respuesta dada por parte de una
“autoridad corporativa” a sus nuevos requerimientos de poder que le habrían sido negados por la economía marítima. Williams
(1981: 375-380, fig. 1.4) por su parte, aplica una tesis en la que el crecimiento vegetativo de la población generaría la progresiva
subdivisión de las aldeas localizadas en el litoral, produciéndose así un fenómeno en cadena que conduciría a la paulatina ocupa-
ción del territorio de los valles, desde las zonas próximas al mar hacia el interior de los mismos.
3
Ver al respecto los cambios verificados en Cajamarca con relación a los patrones de subsistencia entre el período Huacaloma
(alta incidencia de la caza de venados) y el período Layzón (creciente importancia de las llamas) (M. ShimadaShimada 1985: fig. 1).
4
Como lo atestiguan casos como el de Las Aldas unos 20 km. al sur del valle de Casma; posiblemente Ancón unos 10 km al
norte del valle de Chillón; El Chuchio y Carhua a decenas de kilómetros de Paracas o del valle de Ica, entre otros.
5
Una importante evidencia a este propósito y para tiempos aun más tempranos, la proporciona el sitio precerámico de Los
Gavilanes (ver Cap. 3), donde se documentó el empleo de hatos de llamas para el transporte de las cosechas de maíz a los depósitos
localizados en los márgenes desérticos del valle de Huarmey (Bonavia 1982).
82 JOSÉ CANZIANI
Fig. 67. Valle hipotético con el inicio de la transformación agrícola mediante el desarrollo de sistemas de irrigación en el cuello del valle
(Canziani).
A su vez la cerámica, más allá de los requeri- queños utensilios o adornos de cobre y la apari-
mientos funcionales que dan lugar al desarrollo ción de extraordinarios ornamentos de oro, ma-
de una amplia gama de formas, representará en yormente trabajados con la técnica del laminado
los Andes Centrales un medio extraordinario para y repujado, como son los hallados en Chongoyape,
la expresión artística, constituyendo con los tex- Lambayeque (Lechtman et al. 1976) y reciente-
tiles el soporte privilegiado para la representación mente en Kunturwasi, Cajamarca (Kato 1994),
estilizada de elementos de la naturaleza y, especial- donde formaban parte de un extraordinario ajuar
mente, de los dioses y seres mitológicos sobrena- funerario de personajes sepultados en las tumbas
turales que poblaban el universo ritual y religioso halladas en este templo.
de estas sociedades. Esta vajilla fina que manifiesta Aun cuando examinaremos este aspecto al tra-
una gran variedad de estilos decorativos, aparente- tar los monumentos arquitectónicos más repre-
mente será de uso reservado para los grupos sentativos, es importante señalar aquí las innova-
sociales de cierto status o estará relacionada con ciones en el campo de la tecnología de la cons-
actividades rituales, encontrándose asociada trucción, ya que tanto en el manejo de la piedra
recurrentemente a ofrendas o en calidad de ajuar como en el del barro —los materiales mayormen-
funerario. te empleados en las construcciones del mundo
Algo similar acontece con los textiles, donde andino— se registran importantes avances. En las
la innovación representada por la introducción edificaciones de piedra se aprecia entre los mate-
del telar se impone, permitiendo no solamente riales constructivos la presencia de piedras
una intensificación de la producción, sino tam- canteadas y labradas, lo que indica que determi-
bién desplegar nuevas tecnologías y recursos esté- nadas canteras fueron seleccionadas por el tipo y
ticos. En cuanto a la metalurgia, prácticamente calidad de sus materiales, aunque algunas de estas
desconocida durante el Precerámico, también pre- se encontraran relativamente lejanas con relación
senta importantes avances con la presencia de pe- a las obras de construcción, para extraer desde allí
4. EL URBANISMO TEMPRANO 83
bloques de grandes dimensiones y notable peso. modelar frisos, relieves figurativos o para dar vida
También se trabajaron bloques aplicando decora- a sorprendentes representaciones escultóricas con
ción escultórica en relieve en sus caras, cuando imágenes de bulto, tales como las descubiertas por
estos se destinaban al acabado de los paramentos el Dr. Julio C. Tello (1956) en los templos de
de los templos, bajo la forma de estelas, zócalos o Moxeke, Cerro Blanco y Punkurí en los valles de
cornisas; así también en ciertos elementos arqui- Casma y Nepeña.
tectónicos que componían portadas monumenta- Además de las sobresalientes técnicas construc-
les, tales como columnas, pilares y dinteles, o en tivas que se despliegan para erigir las edificacio-
otros componentes que constituían hitos o rasgos nes monumentales, las propias características fun-
relevantes de la arquitectura ceremonial, con el cionales y formales hablan claramente de un pro-
tratamiento de formas escultóricas tridimensiona- ceso de especialización que debió involucrar
les, como son las huancas, los obeliscos, las cabezas también a quienes se desempeñaban como arqui-
clavas, o esculturas sobrecogedoras como el célebre tectos y planificadores de estas imponentes obras
“Lanzón” de Chavín, enclavado en el núcleo cen- públicas, además de aquellos operarios y artistas
tral de las galerías subterráneas del Viejo Templo. especializados en el desempeño de una serie de
Si bien, como se verá, el manejo de la piedra oficios y artes comprometidas con los distintos
no es ajeno a la arquitectura monumental coste- rubros de la construcción, acabado y decoración
ña, evidentemente el barro tuvo desde esta época de este tipo de edificaciones.
un papel privilegiado en las edificaciones de ca- En resumen, el período Formativo representa
rácter público de estas regiones. Efectivamente, la una época en la que se inicia un intenso proceso
incorporación del barro en cuanto material cons- de especialización productiva, que concierne fun-
tructivo se presenta dando forma inicial a distin- damentalmente la solución de una serie de retos
tos tipos de adobes. A su vez, estos tipos de ado- planteados simultáneamente por la afirmación de
bes se disponían en diversas formas de aparejo, la nueva economía agrícola y los nuevos requeri-
para resolver tanto el relleno de los colosales vo- mientos sociales. En el consecuente proceso de
lúmenes masivos de las plataformas de los montí- división social del trabajo, se sustenta una emer-
culos piramidales; la construcción de los muros gente diferenciación social que tiene como prota-
de contención de las plataformas o los muros gonistas centrales a aquellos especialistas que re-
portantes de las edificaciones; e inclusive para suelven los aspectos críticos para la reproducción
conformar extraordinarias columnas y pilares. Pero del sistema económico y social, como son, la con-
el barro también fue utilizado magistralmente para ducción del desarrollo, mantenimiento y admi-
Fig. 68. Mapa de distribución de sitios del Formativo superior en el valle de Virú (redibujado de Willey 1953 en Canziani 1989).
84 JOSÉ CANZIANI
6
Ver a este propósito Childe (1982), Frankfort (1951) y Redman (1990) para los casos de Egipto y Sumer; Piggot (1966)
para el valle del Indo; Vaillant (1980), Blanton et al. (1997) para Mesoamérica; y Lumbreras (1981) para los Andes Centrales.
7
Examinando las características procesales que en los Andes Centrales asume el tránsito de la forma de vida neolítica a la
formación urbana y el estado, Lumbreras (1981: 169-96) propone la existencia de áreas o zonas de integración. Una probable zona
de integración comprendería la costa y sierra norte, en la cual interactuarían transversalmente Cupisnique y Pacopampa / Cajamarca,
recibiendo influencias tanto de la región del Guayas (Ecuador) por el curso del Marañón, como desde Chavín. Una zona de
integración central relacionaría la vertiente oriental de los Andes (Kotosh-Mito), la Costa Norcentral (Casma y Nepeña) y
Central (Ancón y Lima), teniendo como centro a Chavín. Mucho más al sur, una zona meridional de integración comprometería
la región circumlacustre del Titicaca. Dentro de este esquema, podría plantearse la existencia de una zona de integración surcentral,
en torno a Paracas y su relación con la serranía de Ayacucho y el Mantaro, que abría jugado un papel articulador entre la zona
central y meridional (Ver gráfico).
4. EL URBANISMO TEMPRANO 85
En la región norte del Perú, la amplitud de los Entre los sitios con arquitectura monumental es-
valles costeños y la mayor abundancia del recurso tudiados en la región de Lambayeque, sobresalen
agua debieron favorecer notablemente la afirma- Huaca Lucía, Purulén y Montegrande en el valle
ción de la agricultura. De otro lado, la relativa de Jequetepeque. El sitio de Huaca Lucía se loca-
accesibilidad desde y hacia los valles interandinos liza en el valle del río La Leche, a unos 50 km del
de la zona de Cajamarca, debió de facilitar una mar y en un medio correspondiente a bosque seco
fluida relación transversal que habría incluido las arbustivo, en el complejo de Batán Grande. Las
regiones orientales del curso superior del río Ma- excavaciones en el sector norte de uno de los tres
rañón. No es pues casual que los patrones arqui- montículos que comprende el sitio, han dado a
tectónicos de los monumentos reseñados a conti- conocer un importante centro ceremonial del
nuación, revelen una estrecha relación entre la Formativo, con una arquitectura monumental que
costa y sierra norteñas, como también fuertes in- presenta una especial técnica constructiva
fluencias de lo que acontece más al sur entre (Shimada et al. 1982: 109-210). Si bien las exca-
Chavín y la costa nor central. vaciones estuvieron restringidas a lo que aparen-
86 JOSÉ CANZIANI
teriales perecederos, apreciándose tan sólo los res- Las plataformas y las edificaciones sobre estas
tos de sus cimientos y los fogones ubicados al cen- no fueron elaboradas con adobes cónicos sino con
tro de las viviendas (Ravines 1985: 145). piedras y mortero de barro, siendo los rellenos de
Montegrande uno de los principales sitios las plataformas de cascajo, piedras y tierra. Esta
formativos del valle de Jequetepeque, afectado por diferencia podría tener una explicación tanto en
el impacto de la construcción de la represa de una opción cultural local, como en la relativa dis-
Gallito Ciego a inicios de los años 80, fue objeto tancia de los suelos donde se podría disponer de
de excavaciones intensivas conducidas por barro para elaborar adobes.
Tellenbach (1986). El sitio, localizado a unos 52 En todo caso, es de resaltar la notable partici-
km del mar, en las laderas de una quebrada lateral pación de materiales orgánicos en la construcción
de la margen derecha del valle medio, se asentó de otras estructuras menores que se emplazan con
distante un kilómetro de los campos de cultivo relativo orden en los alrededores de las plataformas
en un terreno eriazo de pendiente pronunciada. y a los lados de las plazas y explanadas. Nos refe-
Las excavaciones arqueológicas desarrolladas rimos a un serie de recintos de planta cuadrangu-
en área expusieron la presencia de tres plataformas lar o rectangular, aparentemente techados, que se
principales de planta rectangular, cuyo eje mayor caracterizan porqué sus muros están mayormente
se desarrolla en sentido transversal a la pendiente constituidos por hileras de postes de madera ali-
y con sus frontis principales orientados hacia el neados. Si bien de los postes solamente se ha con-
sur, es decir, mirando hacia el valle. Las platafor- servado sus improntas en los pisos y en los ci-
mas, que presentan las esquinas redondeadas, se mientos de los muros, se puede suponer que fue-
enfrentan a pequeñas plazas hundidas o a explana- ron hechos de troncos de algarrobo, una especie
das desarrolladas sobre terrazamientos. En el caso relativamente abundante en esta zona ecológica.
del frente norte de la Huaca Grande, se documentó Otros componentes constructivos de estas estruc-
la presencia de hornacinas, distribuidas simé- turas menores fueron resueltos con tramas de
tricamente a ambos lados de la escalinata central. quincha de carrizo y enlucidos de barro.
Compartiendo los cánones arquitectónicos de Tellenbach (ibid) denomina de forma genéri-
la arquitectura monumental del período en la re- ca a estas estructuras menores como “casas”, un
gión, estas plataformas presentan en el eje central término con evidentes implicancias habitacionales
de sus fachadas sendas escalinatas empotradas, si o domésticas, y que podría sugerir una connota-
bien éstas tienen la particularidad de presentar una ción aldeana para el grueso del asentamiento que
planta trapezoidal que se ensancha conforme in- se dispone alrededor de las plataformas. Sin em-
gresan en el cuerpo de las plataformas. Sobre las bargo, entre los rasgos recurrentemente documen-
plataformas y dispuestos con simetría, se cons- tados por las excavaciones dentro de estos estruc-
truyeron recintos con las esquinas redondeadas y turas menores, tiene relevancia la presencia de fo-
que estuvieron aparentemente techados. gones de gran tamaño, mayormente de forma
4. EL URBANISMO TEMPRANO 89
cuadrangular que se disponen al centro de estos trabajo nos presenta un análisis fundamental acer-
ambientes. Estas características especiales, como ca de la evolución de los patrones de asentamien-
el que los fogones estén construidos con revesti- to en este valle, con interesantes referencias com-
miento de piedras y cuidadosamente acabados con parativas respecto a la región y al área de los An-
enlucidos de barro, pone en cuestión que estos des Centrales.
fogones estuvieran asociados a actividades domés- En el caso del período que nos ocupa, el For-
ticas. A nuestro parecer, estos rasgos como la dis- mativo en el valle de Virú está definido por las
tribución relativamente ordenada de estas estruc- distintas fases del período Guañape. La introduc-
turas menores alrededor de las plataformas, po- ción inicial de la cerámica corresponde a la fase
drían estar mas bien sugiriendo el desarrollo en Guañape Temprano, para la cual se conoce ape-
ellas de actividades complementarias a aquellas de nas un sitio próximo al litoral, detectado mediante
aparente carácter ceremonial que tenían lugar en excavaciones 8 y que representa una reocupación
las edificaciones principales. del montículo precerámico conocido como Huaca
Negra o Huaca Prieta de Guañape (ver Cap. 3).
En cuanto a las fases Guañape Medio y Tardío,
Los valles de Trujillo estas según Willey (1953: 43) corresponderían
fundamentalmente a la vigencia de los estilos
cerámicos asociados a Cupisnique y a Chavín, es
El valle de Virú decir al Formativo Medio. Del total de 18 sitios
registrados en el valle asociados con el período
Para introducirnos a la problemática que presen- Guañape, 14 se encuentran en el valle bajo y 4 en
tan los valles de la región durante esta época, la el sector medio y en el cuello del valle.
obra pionera de Gordon R. Willey (1953), dedi- De los sitios ubicados en el valle bajo, dos se
cada al estudio de los patrones de asentamiento encuentran en proximidad del litoral (V-71 y 100)
prehispánicos en el valle de Virú, constituye una y pudieron —al igual que los anteriores sitios del
obligada referencia. No obstante el tiempo trans- precerámico localizados en este tipo de zona—
currido y las limitaciones propias de las prospec- aprovechar tanto la explotación de los recursos
ciones de superficie (Willey 1999), este notable marinos como desarrollar una agricultura sin rie-
8
Es preciso advertir que la existencia de muchos sitios tempranos, especialmente de aquellos que se encuentran en la parte
baja y en el piso de los valles, difícilmente puede ser detectada en superficie al encontrarse ocultos bajo depósitos aluviales
posteriores o haber sido afectados por las labores agrícolas desarrolladas en estos suelos, sobre todo a partir de la introducción de
la mecanización, tal como se señala en diversos estudios dedicados al análisis de los patrones de asentamiento (Willey 1953,
Wilson 1988, Canziani 1993).
90 JOSÉ CANZIANI
Fig. 75. Aldea dispersa V-83 del período Guañape (Willey 1953:
49).
del valle, coincidiendo con la mayor concentra- Sobre la razón de la presencia de estas estructu-
ción de asentamientos y de población en este sec- ras, se ha planteado algunas hipótesis explicativas,
tor; mientras que en otros casos algunos de estos señalando las necesidades defensivas de este sector
de ubican en una posición central y equidistante del valle que presenta amplios espacios abiertos y
con relación a diversas agrupaciones de sitios. que, por lo tanto, es más desprotegido, además
Sobre la base de una serie de parámetros, que tie- de contar con asentamientos bastante dispersos
nen que ver tanto con la localización, como con entre sí (Willey 1953: 392); como también en
las dimensiones y características constructivas de cuanto expresión de los posibles conflictos genera-
estos montículos, se puede suponer la existencia dos por la afirmación del poder ejercido por parte
de diferencias de carácter funcional y de orden de una emergente clase dominante (Canziani
jerárquico entre estos (Willey 1953: fig. 82; 1989: 92, 99-100).
Canziani 1989: 87-90).
Otro aspecto sumamente novedoso, dentro de El valle de Moche
los tipos de arquitectura pública presentes en el
valle de Virú durante este período, está represen- La evolución del patrón de asentamiento en el valle
tado por la presencia de reductos fortificados. Dos de Moche, durante el período Formativo, es en
de los más importantes de estos están localizados algo similar a lo registrado en el de Virú, espe-
en la parte baja del valle, uno en la cumbre del cialmente en la tendencia a presentar una alta con-
cerro Bitín (V-80) y el otro sobre el cerro del Piño centración de los sitios tempranos en el sector
(V-132) y están conformados por recintos amu- medio, correspondiente al cuello del valle. Efecti-
rallados que se desarrollan amoldándose a la to- vamente, se reporta que de los 214 sitios corres-
pografía de la cumbre de estos cerros. La ubica- pondientes a los distintos períodos anteriores a la
ción de estos sitios es estratégica, al habérselos es- época Moche, un 83% han sido registrado en el
tablecido sobre dos puntos difícilmente accesibles sector medio del valle de Moche (Billman 1999).
que dominan la parte baja del valle, presidiendo Es también durante el período Cupisnique o
una zona donde se ubican algunos sitios aldeanos Guañape 9 que en el valle se producen importan-
en las cercanías del río y en las faldas de los cerros tes cambios, con la introducción de la irrigación
que limitan el valle hacia el sur. artificial, el desarrollo de obras públicas y la cons-
trucción a gran escala de arquitectura monumen-
9
Algunos estudiosos del tema plantean la correspondencia del Guañape Medio y Tardío, definido en Virú, con el Cupisnique
definido por Larco en el valle de Chicama (Mujica 1984: 13)
4. EL URBANISMO TEMPRANO 93
tal. Si bien se supone que ya durante Guañape El complejo de Caballo Muerto y Huaca de Los
Temprano se habría introducido la irrigación ar- Reyes
tificial en el valle medio, sería durante las fases
Guañape Medio y Tardío que la irrigación se En los valles de Trujillo la edificación más repre-
expandiría proyectándose hacia el valle bajo sentativa del período Formativo y de la arquitec-
(Moseley y Deeds 1982). Sin embargo, la locali- tura Cupisnique corresponde con seguridad a la
zación que presentan 3 conjuntos monumentales denominada Huaca de Los Reyes. Este sitio for-
de este período en la parte alta de este sector, como ma parte del Complejo Caballo Muerto, ubica-
Caballo Muerto, Caña Huaca y Huaca Huatape, do en la parte media del valle de Moche a unos 20
indicaría que las zonas cultivadas podrían haber km del litoral, que está integrado por 8 montícu-
estado limitadas a las tierras irrigables próximas los que en algunos casos asumen una planta en
al río. Para Guañape Temprano el principal mo- forma de “U”. Estos montículos se distribuyen
numento estaría representado por la Huaca en una extensión de más de 2 km de Norte a Sur
Menocucho, mientras que durante el Guañape y 1 km de Este a Oeste. Mientras la mayoría de
Medio lo sería el complejo de Caballo Muerto, y los montículos se concentra al Sur del Complejo,
los sitios de Puente Serrano y Huaca Los Chinos la Huaca de Los Reyes que ocupa el área más ex-
constituirían centros secundarios (Billman 1999: tensa, se encuentra algo aislada en una posición
142-143). En cuanto a las subsistencias, se sugie- central (Pozorski 1976: fig. 1).
re un intercambio de productos marinos, prove- El monumento tiene en su eje principal Este
nientes de sitios del litoral como Gramalote, y Oeste unos 240 m y 175 m de Norte a Sur y posee
agrícolas que podrían haber sido producidos prin- un elaborado planeamiento que organiza espacial-
cipalmente en los campos del cuello del valle. mente todo el conjunto sobre la base de una armó-
Adicionalmente, en los sitios del cuello del valle nica secuencia de plazas y patios a distintos nive-
como Caballo Muerto, existe evidencia del con- les, en todos los cuales la planta en forma de «U»
sumo de venados y de llamas (Pozorski 1982). constituye el recurrente motivo de fondo. En efec-
Durante el Guañape Tardío, declinaría la cons- to, la planta en “U” está presente tanto en el plan-
trucción de arquitectura monumental, mientras eamiento general del conjunto, como en las dis-
que durante el posterior período Salinar aparen- tintas secciones y edificios que se disponen simé-
temente se abandona esta tradición y se verifican
ulteriores modificaciones en el patrón de asenta- Fig. 79. Caballo Muerto. Plano general del complejo (Pozorski
miento. En efecto, durante el período Salinar la 1976).
población se concentra en 8 agrupaciones de si-
tios habitacionales, con una clara tendencia a la
localización de estos en lugares con características
defensivas. Aparecen por vez primera también en
el valle de Moche sitios de tipo fortificado. Para
esta época pudo darse una ampliación de la irri-
gación hacia la margen sur del valle bajo, al igual
que se sugiere una cierta autonomía entre las co-
munidades de las diferentes agrupaciones
poblacionales (Ibid: 146).
Al finalizar esta época, durante el período
Salinar correspondiente al Formativo Superior,
sobresale en el valle de Moche el sitio de Cerro
Arena, que si bien presenta evidencias de una ar-
quitectura monumental relativamente modesta,
sin embargo habría concentrado una notable po-
blación. Como veremos más adelante, la presen-
cia de múltiples estructuras con variaciones mar-
cadas en sus características formales y constructi-
vas, manifestarían tanto diferencias funcionales
como de orden social entre sus ocupante, lo que
indicaría que este sitio bien pudo desempeñar un
rol predominante en el territorio del valle.
94 JOSÉ CANZIANI
tricamente respecto al eje principal. orientado de atrios con planta en “U”. El motivo representado
Este a Oeste o con relación a ejes transversales de reiteradamente es el de personajes erguidos, de los
Norte a Sur. Es igualmente interesante notar que cuales lamentablemente tan sólo se conserva res-
los frentes de las plataformas que ascienden hacia tos de los pies y piernas y en algunos casos de la
la plaza superior presentan esquinas redondeadas.10 banda que les ceñía la cintura con colgantes en
A lo largo del eje principal se organiza una se- forma de serpientes. Casi todos estos personajes
cuencia de 3 plazas cuadrangulares, las que redu- están dispuestos con los pies apoyados sobre
cen progresivamente sus dimensiones espaciales y pedestales o flanqueados por relieves con diseños
restringen su acceso conforme se asciende a los que representan cabezas con colmillos entre-
niveles más elevados, mediante una sucesión de cruzados y atributos de serpientes. Es de destacar
plataformas que culminan en la cúspide del edifi- que estos frisos presentan un tratamiento artístico
cio donde debió de encontrarse el lugar central que los emparenta estrechamente con lo que se
del culto. Mientras que la primera plaza (I) es conoce como estilo Chavín.
abierta y está simplemente demarcada por el ali- En el caso del frontis de la segunda plataforma,
neamiento de cantos rodados, las siguientes (II y cuyo frente Este da a la plaza II y presenta una
III) se caracterizan por ser hundidas, en cuanto escalinata central, se registraron grandes nichos
están delimitadas por poyos, y se desarrollan al dispuestos simétricamente a ambos lados que con-
interior del conjunto, enmarcadas por las edifica- tenían grandes figuras escultóricas de bulto, repre-
ciones presentes en sus lados. El acceso a los atrios sentando cabezas felínicas hechas de piedra y ba-
frontales, como al de los edificios laterales, se rea- rro, finamente enlucidas y que posiblemente fue-
lizaba a través de columnatas de gruesos pilares ron pintadas. En dos de los pequeños templos
cuadrangulares y pilastras ordenadas en hileras — laterales (C y C’), los muros frontales de los recintos
que conformaban atrios hipóstilos— lo que indi- que formaban los brazos laterales de sus atrios,
ca que estos espacios debieron de estar techados. presentaban restos de representaciones escultóricas
Los pilares lucían en los frentes que daban a las de felinos erguidos en posición lateral, de los cua-
plazas decoraciones en alto relieve, al igual que les se conservaban parte de las patas con garras y
los nichos o paneles presentes en los muros de los las colas enroscadas con terminación en forma de
recintos que formaban los brazos laterales de los serpientes (Pozorski 1976, Watanabe 1979).
10
Este constituye uno de los rasgos característicos compartidos por los monumentos arquitectónicos formativos de la Sierra y
Costa Norte y de la Costa Nor Central, es decir, desde Cajamarca y Lambayeque hasta Casma.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 95
Estas evidencias, que expresan claramente di- Finalmente, es de destacar que en el conjunto
ferentes maneras de resolver las correspondientes de la cerámica asociada a la ocupación del sitio se
edificaciones residenciales, estarían señalando documenta un importante componente, estrecha-
marcadas diferencias sociales. De esta manera, la mente relacionado con la vecina serranía de
mayoría de las estructuras —que presentan mo- Cajamarca (Mujica 1984). Si a este dato relevan-
destas dimensiones y acabados rústicos— se pre- te, se le agrega que la mayoría de las estructuras
sume habrían albergado al grueso de la población; de Cerro Arena presenta evidencias de la quema y
mientras que algunas otras —con mayor área y desplome de sus techos, cubriendo así vasijas y
cantidad de ambientes, planeamiento elaborado otros enseres domésticos que en su momento no
y mejores acabados— habrían servido de residen- fueron retirados de sus ambientes (Mujica 1975),
cia a algunos sectores de la población con dife- podemos percibir algunos indicios acerca del con-
rentes niveles de status, que posiblemente forma- texto inestable que habría caracterizado a esta épo-
ban parte de una elite. Sintomáticamente este úl- ca. La aparente inexistencia en el valle de entida-
timo tipo de estructuras se localiza en zonas des políticas centralizadas y la posible presencia
centrales del asentamiento, y en lugares promi- de desplazamientos poblacionales de carácter fo-
nentes o algo más elevados con relación al resto, ráneo, darían lugar a un cuadro en el que no de-
transmitiendo una posición de dominio. biera de extrañarse situaciones conflictivas, como
Es de destacar que entre estas dos clases de es- las que podrían explicar la súbita destrucción y el
tructuras, habría una tercera compuesta por es- abandono definitivo de Cerro Arena.
tructuras que tendrían un regular tamaño y tam-
bién buenos acabados; pero en las cuales no se El valle bajo del Santa
registra evidencias de actividad doméstica, por lo
que se presume que podrían haber respondido a A diferencia de la localización de los sitios duran-
alguna función pública, de posible carácter co- te el período Precerámico, donde de los 36 sitios
munal (Brennan 1978). Así mismo, sobre la cima registrados 24 se ubican asociados al litoral y sólo
de uno de los promontorios que se localiza en una 12 al interior del valle, durante el período Forma-
posición central y elevada del sitio, se construyó tivo de los 54 sitios identificados todos menos
una serie de plataformas escalonadas, generando uno se encuentran en el sector medio y alto del
una edificación de corte piramidal que habría valle bajo del Santa (Wilson 1988). Deducir, a
cumplido una aparente función ceremonial partir de estos datos, el abandono de las activida-
(Mujica 1975). des extractivas de los recursos marítimos o su de-
sarrollo por parte de las mismas comunidades
asentadas al interior del valle parece poco verosí-
Fig. 85. Arena. Estructura C-4 de posible función doméstica (Mujica
mil, y por lo tanto se podría suponer que este tipo
1975).
de sitios no ha sido detectado o ha desaparecido
por la deposición de material aluvial y las labores
agrícolas desarrolladas por siglos en la parte baja
del valle y en proximidad de la que debió ser la
línea de playa en ese entonces. En todo caso, el
aspecto más contundente que trasciende de los
datos recopilados, es que durante esta época el
grueso de la población estaba asentada al interior
del valle del Santa y tenía su sustento en el desa-
rrollo de la agricultura con irrigación artificial.
Otro dato importante es que se diversifican
notablemente los tipos de sitios, ya que de los 54
registrados 24 corresponden a sitios habitacio-
nales, 21 a fortificaciones, 8 a complejos cívico
ceremoniales y 1 a cementerio (ibid: 100). La ma-
yoría de los sitios habitacionales son aglutinados
y presentan conjuntos de cuartos de trazo algo
ortogonal, si bien no es de excluir que algunas de
estas estructuras estén asociadas a alguna función
pública. Con seguridad el aspecto más saltante
98 JOSÉ CANZIANI
Evidentemente la realidad del Valle bajo del complejo ceremonial del valle (SVP-CAY-5), en
Santa, con relación a la temprana presencia de la el cual se aprecia por una parte una plataforma
guerra y los enfrentamientos bélicos, despierta más (A) con recintos dispuesto en planta en “U” alre-
de una interrogante por resolver, en especial por dedor de un atrio con escalinata, que se asocia en
la destacada magnitud que asume en este valle la un mismo eje con una plaza y un patio circular
presencia de una arquitectura militar en la cual se hundido con escalinatas contrapuestas (B); mien-
manifiesta una impresionante inversión social. tras que sobre una plataforma de menor altura
Una de las explicaciones a este especial énfasis en (C) se desarrollan algunos recintos y un patio cir-
las fortificaciones, que no encuentra parangón en cular hundido de menores dimensiones y con el
los demás valles de la región, bien pudo residir en eje contrapuesto al anterior (Wilson 1988: fig. 52).
la permanente y generosa dotación de agua que En cuanto a la posterior ocupación del perío-
ofrece el valle del Santa, lo que habría permitido do Salinar en el valle bajo del Santa, durante este
el desarrollo de una agricultura intensiva, a dife- período, no se aprecian mayores modificaciones
rencia de los valles vecinos que presentan mayo- con relación al patrón de asentamiento precedente.
res restricciones al respecto. Estas condiciones es- Muchos de los antiguos sitios fortificados man-
pecialmente favorables para el desarrollo de la tienen su ocupación al igual que en el caso de los
agricultura de riego bien pudieron incitar incur- centros cívico ceremoniales. Uno de los principa-
siones desde los valles vecinos, o inclusive desde les centros ceremoniales del período, el complejo
la serranía de la zona, destinadas al saqueo de sus de Huaca Yolanda (Ibid: fig. 162), presenta una
cosechas o a la apropiación de las tierras, obligan-
do a sus pobladores a desarrollar estos impresio-
Fig. 89. Complejo ceremonial SVP-CAY-5 (Wilson 1988: fig.51).
nantes sistemas defensivos.
De otro lado, los sitios con arquitectura cívi-
co ceremonial están construidos tanto con ado-
bes cónicos como con piedra y están representa-
dos por sitios que presentan desde simples plata-
formas hasta complejos que integran además de
plataformas, patios circulares hundidos, recintos
de distinto tipo y plazas. En todo caso, es de notar
que en el valle del Santa estos elementos arquitec-
tónicos muchas veces son integrados o combina-
dos dentro de un ordenamiento sui generis, si se
les compara con los rígidos cánones arquitectóni-
cos que revelan otros complejos ceremoniales de
la época en la región. Este es el caso del principal
100 JOSÉ CANZIANI
conformación sobre la base de plataformas, terra- con o sin fogón, uno de los cuales exhibía peque-
zas con recintos y un patio circular hundido, que ños nichos en sus muros; además de observarse
manifiesta una aparente continuidad con relación evidencias de continuas superposiciones. Si bien
a las tradiciones de la arquitectura monumental durante esta primera ocupación se habrían levan-
más tempranas del valle. tado algunas plataformas bajas, es durante el
Huacaloma Tardío que se procede a la construc-
ción de la arquitectura monumental de una pirá-
La Sierra Norte mide con plataformas. Las edificaciones preceden-
tes son cubiertas con estratos de tierra amarilla,
En la cuenca de Cajamarca, además del célebre registrándose en la historia de esta nueva edifica-
acueducto de Cumbemayo, se encuentran una ción hasta 3 superposiciones arquitectónicas, que
serie de sitios con arquitectura monumental del finalmente dan forma a una pirámide con plata-
período Formativo, la mayor parte de los cuales formas escalonadas que alcanza 109 m en direc-
han sido investigados durante las dos últimas déca- ción noreste-suroeste y 119 m de noroeste a su-
das por la Misión de la Universidad de Tokio. Este reste y de 5 a 7.5 m de alto. La presencia, además
es el caso de los sitios de Layzón y Huacaloma, del montículo central conocido como Huacaloma,
en la misma cuenca y de Kuntur Wasi y Cerro de otros montículos que se disponen a ambos la-
Blanco, que se encuentran en el flanco occidental dos de éste, permite suponer que todo el comple-
de los Andes, en las cabeceras de la cuenca del valle jo podría haber tenido una disposición con plan-
del Jequetepeque. La mayoría de los sitios corres- ta en forma de “U” (Terada 1982a, 1982b, 1985;
ponden a la ocupación de los períodos formativos Matsumoto 1994).
Huacaloma Temprano (ca. 1500-1000 a.C.), em- En el frente principal del edificio, orientado
parentado con el Guañape Temprano de la Costa hacia el noroeste, se desarrollaban 4 terrazas y al
Norte, y Huacaloma Tardío (1000-500 a.C.), co- centro de la más baja se ubicaba una gran escali-
rrespondiente al Cupisnique de la Costa Norte y nata que tenía 10 m de ancho. En el frente del
Chavín; así como al período transicional denomi- lado noreste, se ubicó un ingreso lateral de 1.2 m
nado Layzón (500-250 a.C.) (Matsumoto 1994). y 2.0 m de alto que daba acceso a una galería con
escalinata que permitía ascender internamente
Huacaloma hacia las plataformas superiores de la edificación.
Debido a que durante la fase Layzón la arquitec-
El conjunto arqueológico de encuentra ubicado tura monumental habría sufrido una violenta des-
en el mismo fondo del valle de Cajamarca, a unos trucción, que dio término a la función ceremo-
2,700 msnm. La primera ocupación del sitio co- nial del sitio para dar paso a una ocupación
rrespondería al período Huacaloma Temprano y habitacional, no ha sido posible rescatar alguna
está asociada a construcciones en las que resulta información acerca de las posibles estructuras que
notable la presencia de rasgos emparentados con se encontraban sobre las plataformas del templo.
la tradición Mito, tales como pequeños recintos Sin embargo, sobre la base de los numerosos frag-
registradas sobre la plataforma principal hubie- permite suponer que se trataría de personajes de
ran estado dispuestas con un ordenamiento simé- alto status, ya sea por su propia condición social
trico, se supone que estas tendrían sus equivalen- o por sus especiales prerrogativas relacionadas con
tes en el flanco opuesto del eje, de lo que resulta las actividades rituales desarrolladas en el
la reconstrucción de un planeamiento general con
planta en forma de “U” (ibid: fig. 1). Fig. 95. Kunturwasi. Elemento escultórico en piedra dispuesto en
Por último, es interesante resaltar que a la es- el eje del templo con representación de ser supranatural (Canziani).
palda de la plataforma central y alineado con el
eje general del templo, se registró un patio circular
hundido de 15.6 m de diámetro y 2.1 m de pro-
fundidad, que presentaba escalinatas contrapues-
tas en este mismo eje. El hallazgo de fragmentos
de enlucido con restos de pintura policroma, su-
giere que el paramento de este patio circular pre-
sentaba este tipo de acabado (ibid: 205-212).
Un hallazgo extraordinario durante las inves-
tigaciones desarrolladas en Kuntur Wasi,
corresponde a una serie de tumbas asociadas con
ofrendas excepcionales de adornos de oro, cerá-
mica, conchas de caracolas de Strombus grabadas,
piedras talladas, cuentas de mullu (Spondylus) y
de piedras semipreciosas, así como otros objetos
de prestigio. Siete de estos enterramientos fueron
depositados al emprender la construcción de la
plataforma central de la fase Kuntur Wasi, para lo
cual se cubrió con una enorme cantidad de rellenos
las estructuras de la fase Idolo, que correspondían
a los antiguos patio hundido y plataforma central
y que sirvieron de especial repositorio para las tum-
bas. (ibid: 213-220). El rico ajuar funerario que
acompaña a 4 de estos entierros —3 hombres y
una mujer de edades relativamente avanzadas—
104 JOSÉ CANZIANI
El canal de Cumbemayo
11
Es status jerárquico de los ocupantes de las tumbas de Kuntur Wasi, sería corroborado también por la especial ubicación de
estos enterramientos en la arquitectura ceremonial, cual es el atrio de la plataforma central correspondiente a la fase Idolo.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 105
rían concatenados a lo largo de un eje ritual aso- rían manifestando un proceso acelerado de dife-
ciado al trayecto del canal. De esta manera, desde renciación social que expresaría la presencia de
las obras de derivación del Cumbemayo se articu- sociedades complejas, promotoras de la magni-
larían los conjuntos ceremoniales de Layzón, tud y calidad alcanzadas por la arquitectura mo-
Hualanga Orco, Agua Tapada y Santa Apolonia, numental en la región.
todos ellos con vestigios correspondientes al For- Sin embargo, no queda muy claro el evento
mativo (Williams y Pineda 1983). de Layzón, cuando gran parte de los centros ce-
Los datos disponibles acerca del manejo de los remoniales son abandonados o sujetos a proce-
recursos y las formas de organización social, pre- sos de destrucción por parte de sus ocupantes. Se
sentes durante esta época en la cuenca de Cajamarca puede suponer la disgregación de las elites aso-
son aún bastante fragmentarios y preliminares. Sin ciadas con el funcionamiento de los centros ce-
embargo, la presencia de importantes obras hidráu- remoniales y la crisis del sistema religioso que los
licas como la del canal de Cumbemayo permiten sustentaba y que permitía la integración de la po-
inferir una creciente importancia de la economía blación, como consecuencia de profundos cam-
agrícola en la región. De otro lado, como indica- bios en el modo de vida, relacionados con la afir-
dor del desarrollo desigual que el proceso presenta mación de una economía agro pecuaria (Seki
en los Andes Centrales, en esta región se registra 1994, Matsumoto 1994). Sin embargo, la ausen-
hasta bien entrado el Formativo una importante cia de mayores datos y especialmente de aquellos
contribución de la caza del venado en el aprovi- relacionados con la problemática de la evolución
sionamiento de las subsistencias; mientras que la de los patrones de asentamiento —donde se vin-
introducción de la ganadería de camélidos y su cule los sitios de aparente función pública, con
consumo alimenticio habría sido un fenómeno las características y contextos que presentan los
relativamente tardío en comparación a lo que acon- sitios habitacionales contemporáneos— impide
tece más al sur (Seki 1994: 158).12 De otro lado, una mayor profundidad en el análisis sin arries-
el impresionante ajuar funerario asociado a las tum- gar planteamientos especulativos.
bas halladas en Kuntur Wasi y Cerro Blanco, esta-
12
De acuerdo a los datos de Huacaloma, en los períodos tempranos se tendría un alto consumo de cérvidos y escaso de
camélidos, esta distancia aminoraría en el Huacaloma Tardío, para luego revertirse dramáticamente en el período Layzón, donde
decaería sustancialmente el consumo de cérvidos y sería mayoritario el de camélidos (M. ShimadaShimada 1985). Esta tendencia
es totalmente plausible si se supone que los camélidos domésticos fueron introducidos a la región desde la sierra central. Sin
embargo, es preciso advertir que estas tendencias en la composición de las subsistencias podrían haber sido acentuadas por el
cambio de función del sitio de Huacaloma de ceremonial a habitacional, si se diera el caso, por ejemplo, de que el consumo de
cérvidos estuviera asociado a fines rituales durante las fases tempranas.
106 JOSÉ CANZIANI
conocimientos e ideas, que unidas a la existencia La gran mayoría de los complejos se encuen-
de un favorable substrato histórico en la región, tran localizados en la parte media de los valles de
hicieron que aflorara en Casma el más notable Casma y Sechín, entre 15 a 20 km del litoral. Esta
proceso de desarrollo de esos tiempos. Esta situa- ubicación confirma también la importancia de la
ción especial de los valles de Casma, en cuanto agricultura en la economía de estas sociedades,
centro de articulación de diferentes tradiciones dado que los sitios principales están instalados en
regionales, se puede percibir claramente también la zona más amplia y que concentra las mejores
en la variedad formal de su arquitectura monu- tierras productivas de estos valles. Una excepción
mental, que nos muestra una extraordinaria sín- especial es la del sitio de Las Aldas, cuyo complejo
tesis de distintas tradiciones arquitectónicas, al ceremonial se encuentra localizado en el litoral.
igual que en el desarrollo de los patrones y mate- Este tipo de sitios, ligados al litoral, independien-
riales constructivos de sus edificaciones. temente de la función ceremonial o habitacional
Fig. 99. SMonumentos arqueológicos de los valles de Sechín y Casma según Tello (1956: fig. 2).
108 JOSÉ CANZIANI
que tuvieran —como aparentemente es el caso de miten el ascenso hasta la cima. De esta manera, la
los ubicados en Punta El Huaro y en la bahía de cúspide del templo culmina asomándose dramá-
Tortugas— ilustran la existencia de una serie de ticamente sobre un brusco acantilado que se ele-
asentamientos asociados al manejo de los recursos va sobre el mar y domina el paisaje del litoral. Al
marinos y de las vecinas lomas, y que dependie- pie de la pirámide y en dirección nor este, se desa-
ron para su subsistencia de las fuentes de agua de rrolla la secuencia de las 4 plazas limitadas por el
los valles y del intercambio o abastecimiento de alineamiento de dos ejes paralelos separados unos
los productos agrícolas que en ellos se producían, 70 m entre sí. Un primer gran patio tiene planta
y posiblemente también de otros como cerámica cuadrangular y está rodeado por sus 4 lados por
y textiles. En contrapartida, testimonio de estas un grueso bordo sobreelevado, lo que produce la
relaciones se encuentran también en los sitios asen- sensación de que este espacio es “hundido”; la si-
tados en los valles, donde es abundante y recu- guiente plaza es de planta rectangular y aparente-
rrente la evidencia del consumo de productos mente ha sido simplemente nivelada y delimitada
marinos. (Fung 1972, Pozorski y Pozorski 1987) por un simple muro o alineamiento de piedras.
Es notable la presencia en esta plaza, en posición
Las Aldas alineada con el eje central y desplazada hacia el
sur de esta, de un pozo circular hundido de unos
Este importante sitio formativo se ubica en estre- 18 m de diámetro que presenta dos escalinatas
cha proximidad del litoral marino, unos 20 km al contrapuestas con la clásica forma definida en
suroeste del valle de Casma, en una zona desértica otros sitios del Precerámico final.13 Le sigue el
y aparentemente alejada de fuentes de aprovisio- desarrollo de una tercera plaza, también en este
namiento de agua. El sitio presenta una extensa caso con un muro perimétrico, pero con la pre-
área con densos basurales y vestigios de ocupación sencia de dos accesos alineados con el eje del com-
que corresponden tanto al período Precerámico plejo; finalmente se delinea una cuarta y última
como al Formativo, sin embargo la edificación plaza de planta cuadrangular, al igual que la ante-
central del templo presenta las características fi- rior. Se ha advertido también que, continuando
nales correspondientes a esta última ocupación.
Las relativamente buenas condiciones de conser- Fig. 100. Plano de Las Aldas (Pozorski y Pozorski 1987).
vación del templo y el hecho de que no haya sido
mayormente disturbado por ocupaciones poste-
riores, permite una buena aproximación a los ras-
gos principales que caracterizan la arquitectura
monumental casmeña de este período.
El templo presenta un definido ordenamiento
axial que alinea 4 plazas consecutivas y culmina
en el montículo piramidal —que se encuentra al
sur oeste del complejo— a lo largo de más de 400
m. Tanto al Este como al Oeste del templo se en-
cuentran otros montículos menores que, con sus
plataformas en forma de “U”, parecen replicar en
menor escala los rasgos dominantes de su arqui-
tectura. El montículo del templo ha sido cons-
truido aprovechando la existencia de un promon-
torio natural que ha sido incorporando a su volu-
men, generando plataformas escalonadas mediante
el desarrollo de muros de contención y rellenos
constructivos. Las plataformas escalonadas pre-
sentan a su vez plataformas laterales, definiendo
así una secuencia ascendente de atrios con planta
en forma de “U” y escalinatas centrales, que per-
13
Como se ha visto en el capítulo anterior, estos pozos ceremoniales hundidos presentan de manera recurrente dos escalinatas
contrapuestas —alineadas con el eje principal de los complejos —cuyos lados son convergentes hacia el centro del circulo,
4. EL URBANISMO TEMPRANO 109
Cerro Sechín
Fig. 101. Las Aldas. Vista panorámica del litoral marino desde la Este es un sitio bastante conocido arqueológica-
plataforma superior del templo, cuyo talud se aprecia en la esquina mente, a partir de su descubrimiento por Julio C.
inferior izquierda de la fotografía (Canziani).
Tello en 1937 (Tello 1956) y de las diferentes hi-
pótesis e interpretaciones que se han planteado
con los dos ejes paralelos que delimitan la secuen- acerca de su función y el arte de su pintura mural
cia de plazas, se proyecta por más de un kilóme- y grabados escultóricos en piedra.
tro hacia el noreste el trazo de un camino que se La plataforma correspondiente al edificio prin-
orienta hacia el valle de Casma. Se puede suponer cipal se ubica en el flanco norte y al pie de las
que este constituía una suerte de camino ceremo- laderas del Cerro Laguna que se eleva 265 msnm
nial para quienes, llegando desde el valle, se aproxi- constituyéndose en un hito dominante en esta
maban al templo (Fung 1972: 32). zona del valle de Sechín. La plataforma presenta
Se han establecido para este complejo distin- una planta cuadrangular de unos 53 m de lado
tas fases de ocupación y claras evidencias de con las esquinas redondeadas y se estima que de-
superposiciones arquitectónicas. Este es el caso de bió de tener poco más de 4 m de alto. Posible-
las excavaciones desarrolladas en la primera pla- mente, del lado Sur de la plataforma se debieron
taforma inferior y en una de las plataformas late- desarrollar otras estructuras que le otorgaban una
rales del montículo, que permitieron establecer altura algo mayor (Samaniego, Vergara y Bischof
que fueron construidas con la técnica de las bol- 1985). La planta de la plataforma principal, deli-
mientras que las gradas de trazo curvilíneo corresponden a secciones de arco, trazadas desde el mismo centro del círculo.
Adicionalmente, como es el caso de Las Aldas, pueden también desarrollarse muros concéntricos al círculo, que lo enmarcan y
resaltan aun más la sensación de espacio “hundido”.
110 JOSÉ CANZIANI
mitada por un muro de contención revestido por lado Oeste que conduce a una escalinata, que per-
bloques de piedras grabadas, corresponde a una mitía ascender hacia una terraza y a otras estruc-
de las fases finales de la edificación ya que existen turas lamentablemente destruidas.
una serie de evidencias de superposiciones con Estos edificios de adobe presentan un fino
relación a edificios anteriores. enlucido en barro e importantes evidencias de
La edificación más antigua correspondería a acabado con pintura y decoraciones con pintura
un conjunto de estructuras dispuestas con una mural. Este es el caso del recinto central y de los
planta en forma de “U” y construidas con adobes laterales que exhiben un acabado rosado al exterior
cónicos sobre una pequeña plataforma escalona-
da, que en ese entonces alcanzaba unos 34 m de Fig. 104. Plano del edificio temprano de Cerro Sechín (Maldonado
lado. El elemento central de esta composición, lo 1992: fig. 4).
constituye una cámara de planta cuadrangular y
esquinas redondeadas, a la cual lateralmente se
adosaron recintos cuyos frentes presentaban
pilastras. Estas estructuras, que se disponen a
manera de brazos laterales, definen un atrio al que
se accedía mediante una escalinata ubicada en el
eje central del frontis de la plataforma. Llama la
atención que esta escalinata presente un desarrollo
bipartito, al estar dividida por una profunda ra-
nura que marca físicamente el eje central de todo
el conjunto. Aparentemente existían en la parte
sur de la plataforma estructuras dispuestas en un
nivel más elevado ya que la cámara central, ade-
más del acceso central, presenta un vano en su
4. EL URBANISMO TEMPRANO 111
y azul plomizo al interior, mientras que a ambos tructuras dispuestas sobre la plataforma parece que
lados del acceso a la cámara central se encuentra se mantuvo durante las distintas fases, el frontis
la evidencia de pintura mural, representando dos principal tuvo un tratamiento diferenciado con
felinos dispuestos simétricamente mirando hacia relación al primer edificio, que presentaba origi-
la entrada y que fueron pintados directamente nalmente pilares y ambientes parcialmente abier-
sobre el enlucido de arcilla amarillenta en negro tos en la fachada, ya que durante las posteriores
sólido, con las garras en tono naranja rojizo y blan- fases la tendencia habría sido la de resaltar el ca-
co en las uñas, mientras que el resto del muro fue rácter macizo de la plataforma, para culminar fi-
pintado de rosado. Otras importantes evidencias nalmente con el revestimiento lítico de la misma
del acabado del templo se encontraron en uno de (Maldonado 1992, Fuchs 1997).
los pilares, cuyo frente tiene un motivo inciso en Efectivamente, en una de las últimas fases del
bajo relieve y pintado sobre el enlucido, con la templo, se procedió a una ulterior ampliación de
representación de un personaje que es arrojado la plataforma, la que fue revestida con un muro
de cabeza en un aparente rito de sacrificio; al igual lítico compuesto por piedras grabadas. Los moti-
que la representación de peces en el frente de las vos representados confluyen hacia la portada cen-
plataformas correspondientes a la tercera fase de tral en el frontis Norte, donde se ubicaron recu-
la edificación (ibid: 173-178). rrentemente las escalinatas centrales del templo, y
Importantes y reveladoras evidencias de pos- remata a ambos flancos de esta con dos altos
teriores remodelaciones con diversas superpo-
siciones arquitectónicas se observan con la pre- Fig. 106. Escalinatas superpuestas en el frontis de Cerro Sechín,
sencia de rellenos constructivos de adobes cónicos cada una correspondiente a los sucesivos niveles alcanzados por la
plataforma del templo en la secuencia de remodelaciones de dife-
y, especialmente, con el hallazgo de 4 escalinatas rentes épocas (Canziani).
superpuestas —todas con la junta demarcando el
eje central— cada una de las cuales debió corres-
ponder a las distintas fases de renovación y fun-
cionamiento en la historia de la edificación cere-
monial, al estar aparentemente asociadas con el
ascenso a los distintos niveles que alcanzaron su-
cesivamente los respectivos pisos superiores en la
plataforma principal. Además del crecimiento
vertical de la plataforma principal esta se exten-
dió progresivamente horizontalmente en todos sus
frentes, aumentando sustancialmente el área de la
misma. Si bien la configuración en “U” de las es-
112 JOSÉ CANZIANI
monolitos verticales grabados con el diseño de una esquinas rectangulares y escalinatas centrales y de
suerte de estandarte, en otros monolitos verticales dos plataformas cuadrangulares de esquinas redon-
se representan guerreros de perfil, todos desfilan- deadas que se dispusieron a ambos lados en su
do en dirección a la portada central, intercalados extremo Norte, conformando en el conjunto gene-
entre estos otros bloques tienen grabados repre- ral una planta en “U” (Samaniego, Vergara y Bis-
sentando cuerpos humanos seccionados así como chof 1985: fig. 2). Si bien no se conocen mayores
cabezas, extremidades mutiladas, que parecen datos sobre la existencia de otras estructuras en el
representar en conjunto el desfile victorioso de sector Norte, que pudieran haber correspondido
guerreros asociado al sacrificio de los vencidos. al desarrollo de plazas u otras estructuras típicas
Resulta revelador que este desfile de guerreros se de los complejos casmeños, no sería de descartar
inicie a partir de las jambas de una portada que se que estas también se hubieran dado, especialmente
encuentra al centro del frente sur de la platafor- si se considera las observaciones hechas por el Dr.
ma y que daba acceso a una galería subterránea, Tello (1956: 104) al describir el sitio y notar al
como si se plasmara un desfile real que quizás se Norte de este una extensa explanada, a modo de
iniciaba con la salida de los guerreros desde esta plaza, donde nota la presencia de una depresión
galería para dirigirse en direcciones opuestas y al- de unos 80 m de lado y de 3 m de profundidad,
canzar finalmente la portada central de acceso al como si se tratara de una especie de reservorio.
templo (Fuchs 1997).
Justamente, para permitir la circulación en los Moxeke
frentes de los lados Sur, Este y Oeste, se desarrolló
un pasaje perimétrico que separaba, a su vez, la Este importante sitio se localiza en una amplia
plataforma principal de plataformas laterales con quebrada lateral de la margen derecha del valle de
Casma, a unos 18 km del mar. En los dos extre-
Fig. 107 a. Monolito del frontis de Cerro Sechín representando un
mos del asentamiento destacan dos grandes mon-
guerrero (Tello 1956: fig. 57). Fig. 107b. Monolito del frontis de tículos monumentales: la Huaca de Moxeke al
Cerro Sechín ubicado en el flanco de la portada de acceso y que suroeste y la Huaca “A” al noreste. Estos dos mo-
parece representar un estandarte que encabezaba el desfile de los numentos están alineados y comparten un mis-
guerreros (Tello 1956: fig. 53).
mo eje orientado 41º noreste que alcanza más de
1,500 m de longitud y que, a su vez, constituye el
centro del marcado ordenamiento axial que pre-
senta el complejo en todo su conjunto.14 Entre
los dos montículos principales se genera un vasto
espacio, que está demarcado lateralmente por dos
ejes paralelos al eje central, a lo largo de los cuales
se alinean una serie de montículos y edificaciones
menores que se disponen frente a frente a unos
600 m. de distancia entre sí. En este extenso espa-
cio central, aparentemente libre de edificios, se
aprecian vestigios de grandes plazas cuadrangulares
(Tello 1956: 49-53, fig. 2; Pozorski y Pozorski
1989: fig. 1).
El montículo de Moxeke se ubica al suroeste y
es el mayor en volumen, con unos 160 por 170 m
de lado y unos 30 m de alto. Presenta una planta
rectangular con esquinas redondeadas y una se-
cuencia de plataformas escalonadas. En el frontis
principal del lado noreste, las plataformas generan
sucesivos entrantes o atrios, definidos por brazos
laterales, en cuyo eje central se observó la existencia
de una serie de escalinatas. Quizás el hallazgo más
14
Estos ejes son consistentes en su orientación, siendo dominante en los complejos del valle de Sechín (Sechín Alto, Taukachi,
Sechín Bajo) de 32º NE; mientras que en los del Casma (Moxeke, La Cantina) es de 41º NE.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 113
espectacular reportado por el equipo dirigido por namente enlucidas con barro y pintadas con rojo,
el Dr. Julio C. Tello, fueron las esculturas azul, blanco y negro (Tello 1956: 60-64).
antropomorfas de gran tamaño alojadas en gigan- En cuanto a los materiales constructivos, exis-
tescos nichos, en el nivel de la tercera plataforma ten evidencias tanto del empleo de la piedra como
de la esquina norte del montículo, las que estaban de los adobes cónicos. De acuerdo a lo reportado
intercaladas con paneles decorados con relieves. por las excavaciones del Dr. Tello, se puede supo-
Tanto los relieves como las esculturas fueron fi- ner que las fases más tempranas de la edificación
Fig. 111. Distribución de los ídolos escultóricos en la esquina no- Fig. 113. El ídolo (III) del frontis de la pirámide de Moxeke (Burguer
roeste del frontis de la pirámide de Moxeke (Tello 1956: fig. 27). 1995: figs. 66).
mente un fino enlucido de barro y pintura blanca A presenta rasgos formales muy especiales, con
a los muros y pisos (Pozorski y Pozorski 1989: 20). un denso despliegue de cámaras dispuestas en un
Los montículos y edificaciones menores ali- intrincado ordenamiento simétrico. A partir de
neados a ambos flancos del eje central del sitio, la constatación de esta diversidad arquitectónica,
aparentemente también tuvieron una función de se puede deducir que los respectivos edificios de-
carácter público y presentan construcciones so- bieron responder a funciones bastante distintas
bre plataformas bajas, con el característico orde- entre sí. Esta diferenciación se pudo manifestar
namiento con un recinto o cámara central con tanto en el ámbito de las actividades ceremonia-
esquinas redondeadas, a veces con dos brazos la- les desarrolladas en la pirámide de Moxeke y en la
terales formando un atrio con planta en “U”, siem- Huaca A, o quizás —como se ha sugerido recien-
pre dentro de un esquema de simetría bilateral temente— pudiera la primera haber concentrado
(Ibid 1989: fig. 6 y 7). Estas edificaciones pare- las actividades ceremoniales, mientras la segunda
cen estar asociadas a otras de aparente carácter pudiera haber respondido a determinadas funcio-
residencial y de cierto nivel de status, ya que pre- nes de carácter político administrativo, planteán-
sentan orientación y características constructivas dose la posibilidad de que las estructuras de la
similares a la arquitectura pública menor. Mien- Huaca A sirvieran para fines de almacenamiento
tras que otros sectores revelarían una ocupación (Pozorski y Pozorski 2000).16 En todo caso, el
doméstica de bajo status y se caracterizan porque planeamiento complejo con ejes de simetría con-
se concentran aisladamente de la arquitectura trapuestos y desarrollo modular que exhibe la
pública; sus estructuras son más pequeñas e irre- Huaca “A”, constituiría uno de los casos más
gulares; y constructivamente presentan cimientos tempranos y extraordinarios de planificación in-
de piedra que posiblemente servían de base a es- tegral en el diseño arquitectónico.
tructuras de quincha u otros materiales perecede- De otro lado las edificaciones públicas de ca-
ros (Pozorski y Pozorski 1987: 36-38). rácter menor, localizadas a lo largo del eje del sitio,
En Moxeke se puede advertir un magnífico podrían estar indicando el desarrollo de activida-
ordenamiento urbanístico cuya compleja confi- des segregadas a personajes de menor rango, en
guración elabora de manera magistral el modelo cuanto espacios de tratativa o acopio de bienes, y
de planeamiento axial propio de los complejos por lo tanto quizás supeditados funcionalmente a
casmeños de la época, presentando además la sin- las actividades desarrolladas en los edificios pú-
gular variante de emplazar a los dos edificios prin- blicos de mayor jerarquía (ibid.). De la diferencias
cipales a los extremos del eje principal que orga- morfológicas y funcionales apreciadas en las edi-
niza espacialmente el asentamiento.15 A su vez, ficaciones públicas de Moxeke, se puede deducir
estos dos edificios exhiben una impresionante ar- una organización social compleja y jerarquizada,
quitectura monumental, cuya configuración es con la presencia de diferentes estamentos cum-
radicalmente distinta. En este contrapunto dual, pliendo diferentes actividades especializadas. La
tenemos por una parte una construcción pira- relevante presencia de una serie de elementos
midal, cuya configuración formal, acabados y ras- novedosos como los aquí reseñados podrían estar
gos decorativos podrían estar señalando una fun- señalando la temprana presencia de una forma-
ción predominantemente política ceremonial; ción de carácter estatal, una de cuyas sedes privi-
mientras que la especial configuración de la Huaca legiadas debió ser evidentemente Moxeke.
15
En casos tan sobresalientes como Moxeke, se puede advertir que el manejo del lenguaje arquitectónico y urbanístico es
bidireccional. Es decir no solamente la edificación piramidal estuvo diseñada para la exaltación de los rituales que sobre esta se
desarrollaban y lograr un sobrecogedor impacto entre quienes eran convocados a asistir a estos desde las plazas y otros espacios
públicos; también podemos colocarnos virtualmente en la posición de quienes desde lo alto de la pirámide oficiaban los rituales
y contemplaban el orden establecido, plasmado en la espectacular perspectiva urbana de las enormes plazas alineadas y flanqueadas
por los montículos y edificios públicos, y que culminaba a una considerable distancia en la imponente mole de la Huaca A. Esta
impresionante visión por cierto debió contribuir a legitimar, ante sí mismas, el enorme poder ejercido por las clases dominantes,
en cuanto debieron asumirse portadoras de una cosmología capaz de imponer un orden social, materializado en el ordenamiento
urbano que se afirma en el paisaje y la naturaleza indómita del valle.
16
El ordenamiento dual de Moxeke Pampa de las Llamas, donde se podría estar manifestando la configuración de una especial
diferenciación y complementariedad, entre las actividades ceremoniales y seculares desplegadas por parte de la elite urbana,
representaría así un temprano antecedente de la organización que se hipotetiza para asentamientos urbanos más tardíos, como es
el caso de las Huacas del Sol y la Luna para Moche.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 117
cera sección al oeste con ambientes dispuestos tam- diferente se nos presenta el complejo de Pallka,
bién en “U” alrededor de un espacio central y que en la margen izquierda de la parte media del valle
presentarían evidencias de acabados menos cui- de Casma, con una orientación Este -Oeste y una
dados y de la preparación de alimentos (Pozorski pirámide de planta rectangular con plataformas
y Pozorski 2000: fig. 6). 17 escalonadas y ascendentes de Este a Oeste en la
Sechín Bajo presenta una pirámide con el ca- cual se observan restos de recintos y de patios
racterístico escalonamiento de plataformas dis- hundidos; mientras que adosada a la esquina su-
puestas con planta en “U” y con la recurrente roeste se halla una plataforma baja en la cual se
orientación 32º noreste, frente a la cual se presenta halla inscrito un pozo ceremonial.
una extensa plaza y dos pozos ceremoniales. La
Cantina presenta una plataforma principal ubi- Cerro Blanco y Punkurí en Nepeña
cada en el extremo suroeste del complejo, a la cual
se le adosa una plataforma baja en la parte poste- En el valle de Nepeña, unos 30 km al norte del
rior; mientras que a lo largo del eje principal orien- valle de Casma, se encuentran dos notables sitios
tado 41º hacia el noreste —al igual que Moxeke— formativos: Cerro Blanco y Punkurí que se loca-
se suceden tres plazas cuadrangulares que lizan en el llano aluvial del valle medio, que cons-
incrementan sus dimensiones conforme se distan- tituye la zona agrícola más extensa e importante
cian de la plataforma principal. El complejo tiene del valle. Estos dos sitios, si bien no alcanzan
la particularidad de encontrase al centro de un lejanamente las colosales dimensiones de los com-
gran recinto amurallado que lo circunscribe. Algo plejos del valle de Casma, reúnen excepcionales
17
Sobre la base de estas evidencias, que expresan una evidente diferenciación funcional, se ha propuesto que este sector del
complejo operaba como un “palacio residencial”, con una zona dedicada a actividades públicas, posiblemente para el almacena-
miento y la recepción de visitantes; mientras la sección al oeste habría estado destinada a funciones residenciales y a actividades
domésticas (Pozorski y Pozorski 2000). Por cierto la hipótesis es muy sugerente, sin embargo debemos asumirla con cautela ya que
la simple preparación de alimentos no es necesaria evidencia “domestica” o residencial y bien podría tratarse de ambientes
dedicados a actividades de servicio de las desarrolladas en los ambientes principales, de lo que podría resultar un ámbito íntegra-
mente público para la edificación.
120 JOSÉ CANZIANI
18
El enterramiento excavado por Tello en 1933, correspondía a un individuo de sexo femenino, cuyos huesos se encontraban
cubiertos con pigmento rojo, y que estaba adornado con una gran cantidad de cuentas de turquesa, además de estar asociado a un
mortero decorado con el estilo clásico de Chavín, un strombus, dos spondylus, caracoles terrestres y huesos de cuy y ave (Tello
1967: 68; Vega Centeno 1999: 6).
122 JOSÉ CANZIANI
19
Esta dimensiones aproximadas las hemos establecido tentativamente, a partir de las mediciones registradas para las portadas
y el grosor de las murallas por Fung y Pimentel (1973: fig. 2), y proyectándolas a la escala de la planta de la edificación en las fotos
aéreas disponibles.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 123
20
Hay que destacar que además de los recorridos laberínticos, se explotó los sucesivos e intensos contrastes lumínicos entre los
soleados paramentos exteriores, las oscuras galerías techadas de los accesos, que terminaban enfrentadas nuevamente a la lumino-
sidad de los muros de cierre, aumentando la sensación de desconcierto y temor de quienes se atrevieran a transponerlos. Este
efecto debió ser acentuado al encontrarse los accesos en posiciones desfasadas, y al variar sus formas de recorrido laberíntico de
muralla a muralla.
124 JOSÉ CANZIANI
(Lumbreras 1981) con estrechas relaciones con los bién un carácter único e inigualable, no solamente
valles costeños de Casma, Supe y la comarca de por su sobresaliente y refinada ejecución, sino por
Lima, sin olvidar los de la vertiente oriental de los sus singulares atributos que manifiesta un proceso
Andes; al igual que contactos de mayor distancia creativo propio y original, por cuanto no presenta
—y no por esto de menor peso— con la Costa claros antecedentes ni términos de comparación
norte y los valles de la cuenca de Cajamarca, al directa fuera de su contexto específico (Lumbre-
igual que con Paracas en la Costa Sur. Estas rela- ras 1989: 91-114).
ciones y contactos están bien documentados, Aparentemente, las edificaciones más antiguas
como hemos visto con la presencia e intercambio del complejo de Chavín de Huántar corresponden
de recursos exóticos y, especialmente, de produc- al sector que se denomina “Templo Viejo”, un
tos elaborados como la cerámica. Pero también conjunto de estructuras que presentan una planta
estas relaciones e influencias se perciben en la or- en “U” abierta hacia el Este, en cuyo atrio se ins-
ganización espacial y en la propia arquitectura, cribe una plaza circular hundida de 21 m de diá-
donde muchos de los rasgos, recursos técnicos y metro con escalinatas contrapuestas y alineadas
formales presentes en Chavín de Huántar, encuen- siguiendo el eje principal del edificio. Las plata-
tran estrechas afinidades con la arquitectura mo- formas masivas que conforman el cuerpo central
numental presente en estas otras regiones.21 Sin y los brazos laterales están recorridas internamente
embargo, la arquitectura de Chavín al igual que por galerías subterráneas. La más importante se
su arte escultórico, innegablemente revela tam- aloja dentro del cuerpo central y está alineada con
21
Entre estos podríamos citar el desarrollo de plataformas piramidales, el ordenamiento axial y el manejo de la planta en “U”,
el despliegue espacial de terrazas, plazas circulares y cuadrangulares hundidas, conectadas mediante escalinatas que demarcan los
ejes de la organización espacial, la conformación de atrios con portadas integradas por columnatas y dinteles, la decoración de los
paramentos con motivos escultóricos y relieves, etc.
126 JOSÉ CANZIANI
el eje principal del templo. En su interior se en- mentos fueron revestidos con lápidas talladas con
cuentra enclavada la celebre escultura monumen- representaciones de felinos y de personajes
tal llamada “Lanzón” de Chavín, con la represen- antropomorfos, algunos desfilando tocando
tación de un ser supranatural de rasgos fieros que pututos o sosteniendo en sus manos el cactus del
correspondería a una época temprana, de acuer- San Pedro, de conocido efecto alucinógeno. Ade-
do a la secuencia de la litoescultura propuesta por más se excavaron y definieron las características
John Rowe (1967). Las excavaciones conducidas de la galería de “Las Ofrendas”, al Norte, y par-
por Lumbreras (1989) en el atrio del Templo Vie- cialmente de “Las Caracolas”,22 al Sur, ubicadas
jo documentaron las características excepcionales dentro de la terraza que se construyó para enmar-
de la arquitectura de la plaza circular, cuyos para- car la plaza circular. Estos trabajos permitieron a
Lumbreras establecer que la plaza circular y la pla-
Fig. 130. Chavín de Huántar. Plano del Atrio del Viejo Templo taforma que la enmarca, así como las galerías aso-
(Lumbreras 1989: fig. 12). ciadas, constituirían una remodelación más tar-
día del atrio del Templo Viejo.
Fig. 131. de Huántar. Detalle de la escalinata oeste de la plaza cir-
cular en el Atrio del Viejo Templo (Canziani).
22
Recientes excavaciones conducidas por J. Rick han documentado en esta galería un conjunto de caracolas de Strombus,
modificadas para servir de instrumentos de viento conocidos como pututo y que, en algunos casos, exhiben decoración grabada en
sus superficies. Este conjunto de artefactos , depositados en esta galería, aparentemente representaron el elemento central de una
ofrenda ritual que debió de tener una connotación muy especial (Rick com. verbal 2001).
4. EL URBANISMO TEMPRANO 127
Este señalamiento, como otros en dirección la plataforma del Templo Nuevo, a la que se accede
similar, abren una serie de perspectivas sobre el por medio de una gran escalinata alineada con el
desarrollo y secuencia de las superposiciones ar- nuevo eje principal y que está materialmente di-
quitectónicas desde las fases más tempranas del vidida por este en dos mitades que se elaboraron
sitio.23 En el caso de Chavín de Huántar destaca en dos distintos tonos de piedra.
la particularidad de que estas superposiciones se Sobre la segunda terraza se desarrolla lo que
realizan tanto en sentido vertical, pero principal- parece haber sido una pequeña plaza hundida que
mente en el sentido horizontal, con el adosamiento se encuentra frente a la Portada de las Falcónidas.
de nuevas secciones a las plataformas originales Esta daba acceso —mediante un sistema de esca-
en los distintos eventos de remodelación. linatas y pasajes incorporados a una suerte de gran
Si bien se postulan una serie de hipótesis so- zócalo de la plataforma— a las galerías interiores
bre la evolución y desarrollo urbanístico del com- del Templo Nuevo. La Portada de Las Falcónidas,
plejo monumental, la mayoría de investigadores además de sus escalinatas, presenta dos columnas
coincide en apreciar que el llamado Templo Nue- cilíndricas monolíticas y un gran dintel que fueron
vo surge a partir de un nuevo planeamiento, que labrados finamente con motivos de aves rapaces
habría tomado forma mediante el agregado de por antropomorfas. Al igual que en el caso de la gran
lo menos dos grandes ampliaciones que progresi- escalinata, en la ejecución de la Portada de Las
vamente se adosaron a la plataforma original del Falcónidas también de dividió el lado sur, elabo-
brazo Sur del Templo Viejo, transformándola así rado con piedras blancas de arenisca, del lado norte
en el cuerpo central de un renovado planteamiento realizado con piedras calcáreas oscuras. lo que
en el que se reitera la disposición de la planta en evidencia el marcado significado simbólico de la
“U” y el ordenamiento axial (Rowe 1967). Este organización dual del espacio del templo. La pla-
nuevo atrio es mucho más amplio que el anterior taforma del Templo Nuevo alcanzó en su base 70,9
y está definido por una primera terraza, delimita- m en el frente Este y 72.6 m en el del lado Sur,
da en sus lados Norte y Sur por las plataformas F con una altura que se estima en unos 12 a 15 m
y E, y en la que se inscribe una plaza cuadrangu- (Rowe 1967, Lumbreras 1989, Rick et al. 1998).
lar hundida de unos 50 m de lado con escalinatas Rick et al. (1998: 194) señalan en este caso,
al eje de sus cuatro lados. Hacia el Oeste se desa- como en el del Viejo Templo, el desarrollo de un
rrolla una segunda terraza más elevada y al pie de rígido planteamiento simétrico, que se distor-
23
La existencia de superposiciones arquitectónicas fue inicialmente advertida por el Dr. Julio C Tello (1960), luego fueron
sistematizadas en una interesante propuesta por John H. Rowe (1962, 1967) quien las relacionó con la secuencia planteada para
la evolución estilística de las piedras labradas. Recientemente, esta secuencia ha sido revisada y puesta en discusión por el equipo
de investigadores dirigido por John Rick (Rick et al. 1998).
128 JOSÉ CANZIANI
24
Esta configuración en “U” del Templo Nuevo donde la plataforma (E) al sureste es exenta, es decir que se dispone libre de
adosamientos con relación al cuerpo central o a las terrazas asociadas a este, es bastante semejante a la organización de muchos
complejos costeños de la época (tales como Cerro Blanco en Nepeña, Huacoy, Garagay y Cardal en la comarca de Lima).
4. EL URBANISMO TEMPRANO 129
Estas galerías, además de las diversas funciones propio de la acción de “vaciar” un relleno y que
que cumplieron y que examinaremos más adelan- da como resultante la mezcla aleatoria de los ma-
te, permitieron aligerar la masa estructural de los teriales. Por el contrario, en el caso de los rellenos
rellenos y por lo tanto la presión lateral ejercida constructivos de las plataformas se observa clara-
por estos sobre los muros de contención. Parale- mente que los materiales han sido dispuestos
lamente, estas galerías estuvieron complementadas concertadamente en este tipo de estructuras. Se
con una compleja red de ductos de ventilación aprecia así que piedras seleccionadas por su tama-
que las conectaban entre sí y con el exterior, permi- ño mediano han sido empleadas como elemento
tiendo así airear estos espacios interiores y reducir constructivo, disponiéndolas en hiladas sucesivas,
significativamente la incidencia de la humedad a la vez que se les incorporaba los morteros de
en el cuerpo de las plataformas. Además de este barro y tierra, lo que permite sostener que en los
sistema de ventilación, en el interior de las plata- rellenos constructivos de Chavín se empleó una
formas se diseñó un complejo sistema de ductos técnica similar a la empleada en las pirámides cos-
de drenaje cuya función era eliminar el agua que teñas, si bien en estas se trataba de adobes.
pudiera infiltrarse en las galerías y en los propios Las galerías de los templos de Chavín de
rellenos constructivos. Esta estrategia combinada Huántar aparentemente cumplieron funciones
de ventilación y drenaje, estuvo diseñada aparen- diversificadas en el contexto de las actividades ri-
temente para controlar el nivel de humedad en el tuales que en ellos tenían lugar. En algunos casos,
volumen de las plataformas, ya que de saturarse como es el de la galería del Lanzón, estas sirvieron
estas de agua se hubieran generado empujes late- para alojar la principal imagen del culto, en otros
rales de tal magnitud que los muros de conten- como repositorio de ofrendas rituales de diverso
ción no hubieran estado en condiciones de resistir, tipo y naturaleza, tal como se desprende de los
con el consiguiente riesgo de colapso del edificio. hallazgos en las galerías de Las Ofrendas y de Las
En cuanto a los rellenos constructivos, los au- Caracolas. Además de otras funciones rituales a
tores que han examinado el monumento señalan las que solamente debieron de acceder un limita-
genéricamente que estos están constituidos por do número de iniciados, ciertas galerías y sus cá-
piedras y barro o tierra. Sin embargo, una obser- maras laterales pudieron también servir como
vación detenida permite advertir que estos no han depósitos de distinto tipo de bienes o como luga-
sido dispuestos desordenadamente, lo que sería res de enterramiento.
130 JOSÉ CANZIANI
Los paramentos exteriores de las plataformas es notable el contraste que presenta el acabado
fueron realizados con bloques de piedra labrados, rústico de sus paramentos, de lo que se infiere
con las caras planas y pulidas y los ángulos corta- que estos no estaban destinados a tener una pre-
dos a escuadra. Estos se dispusieron en un apare- sentación “cara vista” sino, más bien, debieron ser
jo de hiladas horizontales que presentan una al- posteriormente enchapados con lápidas o cubier-
ternancia regular en su grosor, con una hilada tos por estructuras arquitectónicas que le fueron
delgada seguida de otra de mayor altura o, más adosadas, cómo es el caso del gran zócalo asocia-
frecuentemente, alternando dos hiladas delgadas do a la portada de Las Falcónidas (Rowe 1967:
con una alta. Esta alternancia modular en el apa- figs. 3 y 4). La sección superior de las plataformas
rejo genera una textura y ritmo que contribuye a incorporó en sus paramentos representaciones
enaltecer las calidades propias de los paramentos escultóricas llamadas “cabezas clavas”, las que es-
finamente labrados (Lumbreras 1989: 25). Espe- taban dispuestas horizontalmente siguiendo un
cialmente en la sección inferior del Templo Nuevo, módulo de distribución regular, predispuesto en
4. EL URBANISMO TEMPRANO 131
el ordenamiento del aparejo. Sobre estas, y como Estos datos permiten suponer que existieron
parte del remate superior de las plataformas se en el ámbito local como regional algunos
desarrollaba una cornisa formada por grandes blo- asentamientos de relativa importancia, en cuanto
ques de piedra labrada dispuestas en voladizo, que se presume que comprendieron edificios públi-
presentaban tanto el canto como la superficie in- cos o arquitectura monumental y que, por esta
ferior finamente decoradas con relieves tallados. razón, debieron de tener un rol específico y signi-
En cuanto a la posible extensión del sitio, y la ficativo en las estrategias de manejo territorial,
existencia de sectores residenciales o con arqui- desde aquellos aspectos vinculados con la proyec-
tectura pública de menores dimensiones, se reco- ción y convocatoria ritual que un centro ceremo-
noce que hubo un sector al norte del río Wacheqsa, nial de esa especial naturaleza desplegaba; hasta
el que aparentemente estaba comunicado con el aquellos comprometidos con aspectos producti-
sector ceremonial en la margen sur mediante un vos, el acceso a los recursos naturales presentes y
puente de piedra constituido por grandes losas las vitales relaciones con la población asentada en
monolíticas. Efectivamente, al realizarse las zonas relativamente próximas al complejo de
excavaciones para la realización de obras de ci- Chavín de Huántar y que debieron ser convoca-
mentación de viviendas modernas, se han puesto das a prestar su imprescindible fuerza de trabajo,
a la luz múltiples evidencias de edificaciones, res- tanto en las construcciones monumentales como
tos de murallas, así como fragmentos de cerámi- en su operación y mantenimiento.
ca, basurales e, inclusive, galerías subterráneas, lo De otro lado, si el oráculo de Chavín de
que testimonia que gran parte del área hoy cu- Huántar desplegó una marcada atracción y la con-
bierta por el moderno poblado de Chavín de vocatoria de peregrinos desde las regiones aleda-
Huántar, en los sectores conocidos como Hana- ñas, algunos de estos sitios como otros aún por
barrio y Ura-barrio distantes 1 km ente sí, estu- reconocer en las rutas naturales de acceso al sitio,
vieron ocupados por una importante población bien pudieron ser parte de una red de
contemporánea a los templos de Chavín (Lum- asentamientos destinados al soporte de su movili-
breras 1989: 18-19, Burger 1995: 159-164). zación, así como al predecible desarrollo de las
Finalmente, existen una serie de evidencias actividades rituales de pasaje previas al ingreso al
poco exploradas que relacionan al complejo de espacio sagrado del templo (Lumbreras com. pers.
Chavín de Huántar con su espacio territorial a 2000).
nivel local e incluso regional. Este es el caso de los
trabajos efectuados por el Dr. Julio C. Tello y su
equipo, donde se documentó de manera prelimi- Los valles de Lima y la Costa Central
nar la existencia de muchos sitios locales relacio-
nados estrechamente con la cultura Chavín, otros En la comarca de Lima destaca un área nuclear
a mayor distancia eslabonados a lo largo de la conformada por los valles del Chillón, Rímac y
cuenca del río Mosna en los que se registra la pre- Lurín, cuyos conos aluviales se entrecruzan gene-
sencia de elementos arquitectónicos o escultóricos rando una amplia extensión de tierras aptas para
afiliados claramente al arte lítico de Chavín (Tello el desarrollo de la agricultura de irrigación. Este
1960, Burger 1995). conjunto de valles —antes de su progresiva des-
132 JOSÉ CANZIANI
trucción en las últimas décadas a raíz del compul- festaría una abierta diversidad de patrones (Vega-
sivo crecimiento urbano de Lima— constituía una Centeno et al. 1998). Esto, por cierto, no excluye
de las más importantes unidades de producción que ciertos complejos de esta última zona tam-
agrícola de la costa peruana. A este conjunto de bién compartan rasgos muy similares a los que
valles, formados por el Chillón, Rímac y Lurín, caracterizan a los templos en ‘U’ de los valles de
puede agregarse el de Chancay, unos 30 km más Lima, o que incorporen patios circulares hundi-
al norte. Otro conjunto de valles se da en la zona dos como un componente destacado, lo que se-
nor central, conformado por los valles de Fortale- ñalaría que esta zona nor central, así como asimi-
za, Pativilca, Supe y Huaura. Al sur de esta región la las influencias que le llegan del sur, no excluye
existen pequeños valles poco explorados para el las influencias que provendrían de Casma y la costa
período en cuestión, como el de Chilca, Mala y norte (ibid.).
Asia, mientras que, aún más al sur, el de Cañete Entre los principales complejos en ‘U¨ de los
puede adscribirse a importantes valles de la región valles de Lima, cuyo temprano antecedente po-
sur central, como los de Chincha, Pisco e Ica. dría considerarse el complejo precerámico de Pa-
Es notable apreciar que estas unidades geográ- raíso, destacan La Florida, Garagay y San Anto-
ficas, generadas por la integración o proximidad nio en el Rímac; Huacoy, Chocas y Pampa de
de los valles y, a su vez, separadas entre sí por vas- Cueva en el Chillón; Mina Perdida, Parka, Cardal
tos llanos desérticos, se pueden percibir también y Manchay Bajo en el de Lurín; y el de San Jacin-
en los rasgos formales que comparten, de zona a to en el valle de Chancay. Expondremos a conti-
zona, los complejos monumentales del período nuación las características más destacadas de al-
Formativo. Así, mientras que en los valles de gunos de estos complejos, a partir de los trabajos
Chancay, Chillón, Rímac y Lurín, es definitiva- de investigación realizados en ellos.
mente dominante el patrón de los grandes templos
en ‘U’ y sus singulares atributos (Williams 1985); La Florida
en los valles de Fortaleza, Pativilca, Supe y Huaura,
de la zona nor central, la arquitectura monumen- Se localiza en la parte media del valle del Rímac y
tal además de presentar una menor escala, mani- se ubica en su margen derecha, a 2.5 km del río y
a unos 12 km de su desembocadura en el mar.
Constituiría el complejo con planta en ‘U’ más
Fig. 137. Mapa de la Costa Central con la ubicación de los princi-
grande del valle del Rímac. La orientación del
pales complejos con planta en “U” (Redibujado de Williams 1980).
complejo es de 37º noreste (algo similar a Garagay
con 32º noreste), y tiene la particularidad de mi-
rar hacia los cerros que limitan este sector del va-
lle, rodeando el emplazamiento del sitio. Si bien
no disponemos de las medidas de los montículos
que conforman el complejo, algunas de estas pue-
den ser reconstruidas a partir de las fotografías
aéreas del SAN 1944, donde se aprecia que el
montículo central tiene un largo de unos 300 m y
un ancho de unos 150 m. De otro lado, se señala
que se tiene una altura de unos 17 m en la parte
central más elevada; mientras que los brazos late-
rales alcanzarían unos 500 m de largo y unos 3 a
4 m de altura. De esta manera, se puede estimar
que la gran plaza encerrada dentro de la planta en
‘U’ tenía la considerable amplitud de 300 por 500
m equivalente a unas 15 Ha (Patterson 1985).
El montículo principal exhibe algunos de los
atributos típicos de los templos en ‘U’ de la co-
marca de Lima. Presenta en la parte central una
plataforma cuadrangular más elevada con forma
de pirámide trunca, flanqueada a ambos lados por
plataformas ligeramente más bajas, a modo de alas.
La plataforma central presenta en el frente supe-
4. EL URBANISMO TEMPRANO 133
para los frisos y relieves policromos que adorna- estribaciones de los cerros que limitan el valle en
ban los paramentos del atrio, formando paneles este sector. Si bien hoy en día los montículos del
con motivos correspondientes a seres supranatu- sitio se encuentran rodeados por campos de culti-
rales con rasgos zoomorfos y antropomorfos mo- vo, en la época de su ocupación esta habría sido
delados en barro (ibid). una zona eriaza, ubicada bastante por encima de
Es importante notar que las excavaciones en las tierras que habrían estado bajo riego en ese
el atrio revelaron la existencia de por lo menos 3 entonces. Los trabajos arqueológicos desarrolla-
fases de superposición arquitectónica, asociadas dos en el sitio han puesto al descubierto algunos
con sendas remodelaciones de este espacio ritual de sus rasgos más destacados, contribuyendo así
y que comprometieron el desmontaje parcial de al mejor conocimiento de las peculiares caracte-
los muros del atrio, el relleno sucesivo del área rísticas de los complejos en ‘U’ de la región de
con la consiguiente superposición de nuevos pi- Lima (Burger y Salazar Burger 1992; Burger
sos, muros decorados con relieves policromos e, 1993).
inclusive, de las escalinatas laterales. En el caso de Cardal, el complejo se orienta
En cuanto a las características constructivas, 17º nor este y el cuerpo central mide 130 m de
los muros fueron realizados con piedra y mortero largo, 45 m de ancho y alcanza un altura máxima
de barro y los rellenos constructivos con piedras de 12 m.. A diferencia de La Florida y Garagay el
sueltas cascajo y barro dispuestos en capas alternas. cuerpo central de Cardal no presenta en su
Para las fases tardías se añade la presencia de pe- volumetría los rasgos marcados de estos, con una
queños adobes hemiesféricos. En el caso de las pirámide elevada al centro, ya que en este caso la
plataformas, se aprecia en algunos sectores un tra- parte más elevada está notoriamente desplazada
tamiento escalonado de los volúmenes, logrado hacia la esquina sur este y, por lo tanto, no corres-
mediante la construcción de muros de contención ponde al eje del atrio y del complejo. Este cuerpo
de piedra de escasa altura (Ibid: 258-259, fig. 12). central se encuentra unido en su esquina sur este
con el brazo oriental, que tiene la notable parti-
cularidad de ser el más voluminoso del conjunto,
con unos 240 m de largo, unos 70 m de ancho y
una altura de unos 15 m. Mientras tanto, el brazo
occidental está separado de la plataforma central
por una abertura de 75 m, siendo algo menor en
sus dimensiones, con unos 100 m de largo, 50 m
de ancho y 8 m de altura. La construcción de es-
tas plataformas fue realizada en base a piedras irre-
gulares, mortero de barro y cascajo.
La planta en ‘U’ del complejo encierra una
amplia plaza, pero en este caso se ha comprobado
que este espacio estuvo compuesto de varios arre-
glos y estructuras especiales. Una plaza central de
Fig. 142. Mapa del valle de Lurín con la ubicación de los principa- planta rectangular y algo elevada con relación al
les complejos del período Formativo (Burger y Salazar 1992: fig. 1). nivel del terreno se dispuso al sur, inmediatamen-
te frente al cuerpo central y los brazos oriental y
occidental. Para nivelar este espacio se conformó
Cardal una terraza, mediante la construcción de muros
bajos de contención y la disposición de rellenos
Se trata de uno de los principales y mejor conser- compuestos por piedras de campo, para luego ser
vados complejos en ‘U’ del valle de Lurín. El sitio sellados con un piso, al que luego se le superpuso
se ubica sobre la margen izquierda del valle bajo a otro en una aparente remodelación posterior.25
unos 13 km del mar y a menos de un kilómetro Al norte de la plaza, en el extremo de la planta en
del río. Se localiza en una ladera al pie de las ‘U’ del complejo, se dispusieron simétricamente
25
Las evidencias de estructuras presentes en la plaza, como las propias características estratigráficas de sus suelos y la ausencia
de restos de canales, descartarían la hipótesis de Williams (1980) que proponía que estos espacios estuvieran dedicados al cultivo,
constituyendo una suerte de “chacras sagradas”.
136 JOSÉ CANZIANI
y a ambos lados de un posible camino ceremonial, accedía al atrio de la plataforma central directa-
dos patios circulares hundidos inscritos en plata- mente desde el nivel de la plaza, mediante una
formas cuadrangulares y, algo más al norte, dos amplia y empinada escalinata de 6.5 m de ancho.
recintos cuadrangulares. Estas intervenciones co- El muro del frontis del atrio estaba antecedido
rresponderían a las fases tardías del complejo, al por un rellano y, a ambos lados del vano de acce-
igual que otros pozos circulares que se dispusieron so central, presentaba simétricamente frisos en
al pie de la plataforma central y sobre la plataforma relieve con evidencias de pintura roja y blanca,
oriental (Burger y Salazar Burger 1992, fig. 2). formando bandas horizontales representando fau-
Nos parece relevante apreciar que, así como ces con dientes entrecruzados y colmillos
en el complejo de Cardal se pueden percibir ejes protuberantes, que remataban en labios abiertos
transversales (ibid.: 131), uno de los cuales estaría hacia el acceso central. Este sería otro caso notable
asociado a la evidente depresión correspondiente en que la arquitectura formativa de los espacios
a un gran atrio en el brazo oriental, esta pirámide sagrados recibió un tratamiento zoomorfizado, al
—que supera en altura y volumen al propio cuer- exhibir los atributos de un ser supranatural, tal
po central— se orienta mirando hacia el río y se como se observó anteriormente en el templo de
“opone” al complejo de Manchay Bajo, ubicado Cerro Blanco de Nepeña.
en la margen opuesta. Coincidentemente también A diferencia de Garagay, el interior del atrio
este último complejo presenta, en sentido contra- de Cardal no presenta evidencias de decoración
puesto, el brazo occidental con un volumen nota- mural, ni pisos escalonados y su tratamiento es
blemente mayor, orientado hacia el río y el centro bastante austero, destacando además de las 3 es-
del valle y, por lo tanto, mirando hacia Cardal. calinatas que debieron conducir hacia la cima y
Si bien se han señalado similitudes y diferen- otros espacios rituales, la presencia de una corni-
cias de Cardal con relación a los complejos en ‘U’ sa sobresaliente y redondeada, que recorría el re-
de los valles del Rímac y Chillón (ibid.), debemos mate superior de los muros que delimitaban el
advertir que en este caso notoriamente no existen atrio (ibid. fig.5). Una marcada semejanza con los
rastros de estructuras correspondientes al vestí- demás complejos en ‘U’ estudiados, reside en la
bulo cuadrangular, que tanta relevancia formal existencia de una serie de superposiciones arqui-
presenta en Garagay o La Florida, anteponiéndose tectónicas. En este caso se constató procesos su-
a la escalinata central que conduce al atrio, y como cesivos de relleno, asociados con la renovación de
elemento de transición entre la plaza y el atrio la arquitectura que comprometieron el recinto del
sobre la pirámide. Aparentemente, en este caso se atrio, el rellano de su frontis y la escalinata central
4. EL URBANISMO TEMPRANO 137
26
Resulta pertinente notar que ciertos estudiosos se han centrado en la concepción del “enterramiento ritual”, sin asumir éste
como una consecuencia lógica de la regeneración del templo, en cuanto actividad sustancial y determinante en estos singulares
eventos de remodelación (Uceda y Canziani 1998). Esta diferente concepción –que puede parecer intrascendente a primera vista-
se percibe en toda su magnitud cuando se llama la atención de que la construcción final de Cardal (el templo tardío) “...no fue
enterrada ritualmente” y este argumento se trae a colación para reforzar la idea de “...una gran desarticulación en la organización
social que se produjo a fines del Período Inicial” (Burger y Salazar Burger 1992: 130, 134). En todo caso cabe señalar que, al finalizar
su larga historia, lo que se abandona no es la tradición de “enterrarlo ritualmente” sino al templo como tal, en la expresión última
de sus recurrentes renovaciones.
138 JOSÉ CANZIANI
27
Al respecto se señalan una serie de aspectos inexistentes: “...una capital con su propio territorio; ...la multitud de asentamientos
pequeños y medianos que son la base de la economía estatal, tales como sitios administrativos de nivel inferior; ...la ausencia de artefactos
que hubieran servido de indicadores de jerarquías.” (Burger 1993: 100). Evidentemente, algunos de estos rasgos podrían expresar la
plena y definida presencia de una organización estatal, sin embargo en este caso deberíamos esforzarnos por entender que la
problemática que se nos presenta está referida mas bien al incipiente proceso de formación de la organización estatal y, al hacerlo,
estamos obligados a ampliar nuestro espectro de evidencias a las manifestaciones de acelerados y profundos cambios que se
advierten durante el período en los Andes Centrales, especialmente en sus regiones Norte y Central, y a partir de los cuales se
puede inferir la presencia de entidades políticas.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 139
ción y complementariedad, que supusieron de- Florida, Garagay y Huacoy, como también algu-
terminados niveles de especialización productiva, nas zonas con una posible ocupación doméstica
pudieron tener sus tempranos antecedentes du- en la parte posterior del complejo tras el montí-
rante esta época. culo central y en proximidad del extremo oeste
Nos parece plausible suponer que en este sis- del brazo sur (Carrión 1998).
tema de articulación, los complejos en ‘U’ —ubi-
cados preponderantemente en la parte baja de los Paracas en los valles de la Costa Sur Central
valles hubieran tenido un papel clave, establecién-
dose en zonas estratégicas de estos territorios, tanto Hace por lo menos unos 2500 años la cultura
por su posición intermedia entre el litoral y la parte Paracas floreció en la Costa Sur Central del Perú,
media de los valles; como por su localización cen- llegando a constituirse en una de las culturas
tral respecto a las áreas agrícolas habilitadas en ese prehispánicas de mayor trascendencia en la histo-
entonces, con el desarrollo inicial de sistemas de ria andina. Sin embargo, de esta cultura especial-
irrigación artificial. Así mismo, las actividades ce- mente conocida por su impresionante y sofistica-
remoniales desplegadas en los complejos en ‘U’ do arte textil, es muy poco lo que se conoce acer-
debieron jugar un importante rol integrador y de ca de su formación social y modo de vida, que
cohesión social, imprescindible para la operación desarrollaron tempranamente en los valles oasis
de estos mecanismos de articulación; al igual que de esta región, en la que se extreman las condicio-
debieron constituirse en un elemento dinamizador nes de aridez de la costa peruana.
de la convocatoria y movilización social, tan ne- El Proyecto Arqueológico Chincha, con el
cesaria para la realización de las obras públicas desarrollo de investigaciones acerca de los patro-
comprometidas con la producción agrícola o de nes de asentamiento y las transformaciones terri-
las que correspondían a la propia erección de los toriales que se sucedieron históricamente en éste
centros ceremoniales. valle, busca establecer los pasos necesarios para
Evidentemente, la riqueza y magnitud de los encontrar respuestas a estas y otras interrogantes
complejos en ‘U’, como la propia problemática y, de esta manera, ofrecer una aproximación que
de los patrones de asentamiento, no se condice proporcione una visión integral sobre esta impor-
con las limitadas investigaciones desarrolladas tante cultura formativa 28 que, más allá de la be-
hasta la fecha sobre el Formativo en la Costa Cen- lleza de los artefactos de su cultura material, nos
tral. Este problema es aún más notorio en el caso introduzca tanto al conocimiento de su compleji-
de los valles al norte de Lima, si bien en algunos dad social como de los aspectos relativos a la vida
de ellos se constata la presencia de una extraordi- cotidiana de sus habitantes.
naria arquitectura monumental. Este es el caso de En esta dirección, los estudios preliminares
San Jacinto y de otros importantes complejos en desarrollados en Chincha permiten señalar con
‘U’ que se localizan en el valle de Chancay, a más claridad que en este valle se concentró, no sola-
de 10 km del litoral. El complejo de San Jacinto mente la mayor cantidad de asentamientos corres-
es el mayor de todos y presenta una enorme plaza pondientes a esta cultura, sino también de su más
principal cuadrangular que alcanza 550 m de lado destacada expresión, con la presencia de impre-
y cuya superficie fue aparentemente nivelada sionantes complejos con arquitectura monumen-
(Williams 1980, 1981). El cuerpo del montículo tal. Además, estos estudios muestran una serie de
central alcanza unos 350 m de largo por 150 m aspectos novedosos acerca de esta cultura, como
de ancho; mientras que los brazos laterales alcan- son el desarrollo de poblados de aparente carácter
zan 350 m en el del lado norte y 450 m en el del rural; así como la evidencia de trascendentes mo-
sur. Trabajos preliminares desarrollados en el si- dificaciones territoriales ligadas al desarrollo de la
tio han observado la presencia de un vestíbulo irrigación artificial y la afirmación de la econo-
abierto hacia la plaza, similar al que exhiben La mía agrícola (Canziani 1992).
28
Muchos estudiosos, siguiendo la secuencia establecida por Rowe, adscriben cronológicamente el período Cavernas al
Horizonte Temprano y el Necrópolis con las primeras fases del Intermedio Temprano, si bien los fechados al respecto siguen
siendo discutibles (Paul 1991). Pero aun si se corrobora que el fenómeno Paracas presenta este desfase temporal, con relación a los
procesos que se desarrollaron en la Costa Norte y Central, pensamos que es preferible para su mejor comprensión considerar que
este en su integridad corresponde al período Formativo, por las características que asume el proceso y la formación social presente
(Lumbreras 1969, 1981).
140 JOSÉ CANZIANI
Si articulamos estos datos con el marcado cre- excedentaria, a través del manejo combinado de
cimiento poblacional que se habría producido en los recursos agrícolas y marinos. La sociedad
el valle durante esta época, a partir de la prolifera- Paracas habría generado así las condiciones de base
ción de sitios con ocupación Paracas, podemos que explicarían el paralelo desarrollo de una
inferir la presencia de una sociedad que habría creciente especialización productiva y el
logrado dominar un medio sumamente complejo surgimiento de una impresionante arquitectura
y desarrollar una economía ampliamente monumental. 29
29
Esta especialización productiva no solamente se expresa con el florecimiento de las ricas tradiciones del arte textil y la
cerámica, si no que también trasciende de la evidencia del tráfico de recursos exóticos como la obsidiana, pieles de vicuña, conchas
de Spondylus, plumas de aves amazónicas (Tello y Mejía 1979); el aparente manejo de conocimientos de hidráulica para el
desarrollo de la irrigación artificial, la planificación y construcción de los complejos monumentales, por citar tan sólo algunos
aspectos que se pueden inferir a partir del examen de sus restos materiales.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 141
30
Posteriormente, investigadores norteamericanos identificaron una cultura que denominaron como “Topará” (Lanning
1967). Si bien esto significó un aporte apreciable —con el planteamiento de una secuencia fina de distintas fases en sus estilos
cerámicos— al corresponder esta cultura en gran parte con lo que Tello definió como Necrópolis, también ha contribuido a
dificultar nuestra comprensión de lo Paracas, especialmente cuando se considera a Topará un fenómeno distinto e inclusive una
formación social diferente que, supuestamente, habría introducido desde el norte de la región la arquitectura monumental en el
valle de Chincha (Silverman 1991, Wallace 1985, 1986).
142 JOSÉ CANZIANI
31
No es casual que los sitios de Wari Kayan y Arena Blanca o Cabezas Largas, fueran denominados por Tello como Núcleos
Habitacionales (Tello y Mejía 1959).
4. EL URBANISMO TEMPRANO 143
polis (Topará), considerándolas como dos socie- Las características de esta arquitectura monu-
dades y culturas distintas, estos complejos y sus mental se aprecian más claramente en algunos
edificaciones monumentales expresan en su arqui- complejos mejor conservados, como es el caso de
tectura una notable continuidad, tanto en la con- las Huacas Soto (PV.57- 24, 25 y 26) o del Com-
cepción y ordenamiento general, como también plejo San Pablo con Huaca Partida (PV.57- 09),
en las características de los materiales y técnicas a partir de lo cual se presume también que estos
constructivas desplegadas en ellos. serían más tardíos, es decir Necrópolis o Topará. 32
32
Además de la mejor conservación, que podría ser un factor circunstancial, estos complejos presentan generalmente adobes
en forma de “grano de maíz” o de “cuña” moldeados a mano con formas y aparejos relativamente regulares (Canziani 1992);
mientras que las edificaciones piramidales que podrían ser más tempranas (Cavernas) —además de que aparentemente no confor-
maron complejos— combinan el empleo de los adobes con el de cantos rodados y de “terrones” de barro. De otro lado, la
cerámica de superficie puede en algunos casos ser consistente con determinado período de ocupación (Cavernas en Huaca Santa
Rosa y La Cumbe); pero en otros es sumamente escasa para, por sí sola, constituir un diagnóstico confiable (Huaca Alvarado,
Huaca Limay, Huaca Partida); además algunos sitios, presumiblemente Necrópolis o Topará (como Soto) no excluyen entre los
escasos tiestos de superficie la presencia de cerámica Cavernas. Evidentemente, la problemática relacionada con la evolución de
esta tradición arquitectónica y la ubicación cronológica de sus principales expresiones, no podrá ser del todo resuelta mientras no
se realicen excavaciones estratigráficas en los sitios mencionados.
144 JOSÉ CANZIANI
Sin embargo, un examen detallado de edificacio- saltantes de esta forma de planeamiento, si bien el
nes presumiblemente más tempranas (Cavernas), ordenamiento aquí es algo más amplio y extenso,
tal es el caso de Huaca Santa Rosa (PV.57-87), alcanzando el eje longitudinal en dirección Este-
Huaca Alvarado (PV.57-10), La Cumbe (PV.57- Oeste más de 1,300 m. Los montículos de este
02) y Huaca Limay (PV.57-103), revela que estas complejo también presentan la característica
comparten los rasgos sustanciales de esta tradi- planta rectangular y la orientación dominante. La
ción arquitectónica, si bien es de notar que estos mayoría de montículos no se encuentran en un
montículos piramidales se encuentran aparente- buen estado de conservación, a excepción de la
mente aislados de otras edificaciones monumen- Huaca Partida (PV.57-9) que ofrece aún una
tales y, por lo tanto, no se percibe que ellos hayan impresionante visión de lo que fue la arquitectu-
conformado complejos. ra de este tipo de monumentos.
Dado que aún no se han realizado excavaciones
Los Complejos Soto y San Pablo arqueológicas en estos sitios, no estamos por el
momento en condiciones de establecer —tal como
En el sector Sur del valle bajo y al Sur del río Mata- suponemos— si es que en los alrededores de la
gente, existen dos grandes complejos que muestran arquitectura monumental se concentraron otro
con mayor claridad este singular ordenamiento tipo de estructuras, tanto públicas como domés-
urbanístico, se trata del complejo Soto y del com- ticas. Este tipo de examen será de suma impor-
plejo San Pablo. Esto se debe en gran parte a su tancia en el futuro, ya que nos permitirá conocer
relativo buen estado de conservación, lo que de el modo de vida y el grado de especialización pro-
paso permite apreciar algunas de las características ductiva de sus habitantes y, de esta manera, aproxi-
que definen su arquitectura monumental. marnos a los niveles de complejidad social y de
El Complejo Soto registra tres grandes mon- desarrollo urbano alcanzados por la sociedad
tículos alineados en un eje de orientación Este- Paracas.
Oeste que alcanza una distancia de cerca de 1 km
Es interesante notar que los montículos PV.57- La arquitectura de los montículos piramidales
24 y 26, ubicados a ambos extremos del comple-
jo, aparentemente compartieron el mismo eje Dentro del complejo Soto, la Huaca PV.57-26 es
longitudinal, a pesar de la gran distancia que los la que más claramente presenta los rasgos que iden-
separa, mientras que el montículo PV.57-26 se tifican a esta singular tradición arquitectónica del
encuentra desplazado algo mas de 100 m al norte período Formativo. La planta rectangular de la
de este eje. Todos los montículos de este comple- edificación tiene unos 200 m de largo por unos
jo comparten una planta rectangular cuyo eje 70 m de ancho, alcanzando en la cúspide al Oeste
mayor coincide con el del ordenamiento general. una altura de cerca de 15 m. El montículo, al igual
En el caso del Complejo San Pablo se mantie- que los demás, está conformado por volúmenes
nen a grandes rasgos las características más masivos de corte troncopiramidal, realizados ín-
tegramente con pequeños adobes hechos a mano, monial a la que debió estar destinada, nos llevan a
mediante el despliegue de una particular técnica plantear el posible desarrollo de un tránsito ritual
constructiva que detallaremos más adelante. desde el extremo ubicado al Este, en que debió de
La volumetría exhibe una secuencia de plata- encontrarse el atrio muy próximo al nivel del te-
formas ascendentes de Este a Oeste, donde la edi- rreno, para llegar al sector Oeste correspondiente
ficación alcanza su punto más alto. Esta organi- al lugar más elevado y sacro del templo. Este re-
zación axial se torna compleja al contener las pla- corrido axial atraviesa la serie de patios hundidos,
taformas una serie de patios hundidos de planta que replantean en pequeña escala esta misma di-
cuadrangular. Los lados que limitan al Norte y rección y secuencia ascendente. Esta hipótesis
Sur estos patios aparentemente presentan el mis- interpretativa se vería reforzada por las caracterís-
mo nivel, mientras que al Este y Oeste están defi- ticas del todo similares que exhibe la Huaca Par-
nidos por plataformas transversales de mayor al- tida en el complejo San Pablo con 270 m de lar-
tura, si bien recurrentemente la ubicada al lado go, 75 a 85 m de ancho y unos 20 m en la parte
Oeste de cada patio es la más alta. más alta (Canziani 1992: 94) así como otras edi-
Las características de la arquitectura de esta ficaciones de la misma época Paracas en el valle,
edificación y la secuencia ascendente antes seña- que comparten recurrentemente los atributos ar-
lada, al igual que la función aparentemente cere- quitectónicos de esta tradición.
33
Estos datos desvirtúan el planteamiento de Wallace (1985, 1986) en el sentido que esta tradición arquitectónica correspon-
dería a Topará y sería introducida desde valles al Norte de Chincha como Cañete. Los antecedentes tempranos de esta tradición,
aunque no necesariamente los iniciales, se encuentran en los sitios aparentemente afiliados a Paracas Cavernas, y en su posterior
evolución mantendría los rasgos característicos observados en los complejos aparentemente más tardíos (Necrópolis o Topará).
De otro lado, no se conocen casos publicados de arquitectura monumental formativa en el valle de Cañete y sus posibles simili-
tudes con la reportada en el valle de Chincha.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 147
ancho, con una altura en la parte más alta de unos especiales señalarían al sitio como el lugar ideal
25 m. En algunos cortes se puede observar su sis- para concentrar futuras investigaciones acerca de
tema constructivo en base a adobes pequeños, te- la problemática Paracas. Lamentablemente, y por
rrones de barro e inclusive cantos rodados en los absurdo que parezca, ésta Huaca está hoy mayor-
rellenos. Se aprecian también evidencias claras del mente ocupada por construcciones que correspon-
escalonamiento ascendente hacia el Oeste de sus den al moderno poblado de Santa Rosa. Las con-
plataformas originales, algunas de las cuales con- diciones que exhibe hoy este grandioso monumen-
servan aún los paramentos enlucidos de los gran- to Paracas y la ignorancia inadvertida de quienes
des muros de contención. Por su ubicación central se asientan sobre él —como si se tratara de un
y las colosales dimensiones de su volumen, esta cerro más— ilustra suficientemente el penoso tra-
huaca debió de constituirse con certeza en una tamiento que padecen muchos de los más impor-
suerte de Templo Mayor durante la vigencia de la tantes monumentos de nuestro país.
cultura Paracas en el valle.
Considerando que se trata del montículo arti- Huaca Alvarado (PV.57-10)
ficial de mayor envergadura construido en el va-
lle durante la época prehispánica, y tomando en La primera referencia científica a la cultura que
cuenta que corresponde a una de las fases más tem- mucho después se conocería como Paracas, se debe
pranas de Paracas identificadas en este, presumi- a Max Uhle quien en 1900 realizó trabajos ar-
mos que esta grandiosa edificación debe contener queológicos en el valle de Chincha. Uhle, dedica-
en su núcleo interior las primeras evidencias del do mayormente a investigar los monumentos tar-
surgimiento de esta tradición arquitectónica, si díos del valle y a la excavación de las tumbas aso-
consideramos que en ella también es recurrente la ciadas a estos, encontró que las Huacas Alvarado
práctica de sucesivas remodelaciones y y Santa Rosa presentaban la particularidad de
superposiciones constructivas. Estas condiciones mostrar una cerámica de un estilo muy distinto al
La Cumbe (PV.57-03)
tes que se ubican estratigráficamente en el basa- hacia el Oeste. Estos montículos se encuentran
mento de los rellenos constructivos de La consistentemente asociados a materiales cultura-
Cumbe— una considerable deposición de cerá- les Paracas Cavernas, lo que se refleja también es
mica del clásico estilo Paracas Cavernas, lo que las características constructivas que exhiben. Este
estaría confirmando esta hipótesis, al igual que la tipo de arquitectura pública se encuentra a veces
observación de los típicos aparejos de esta tradi- aislada o formando pequeños complejos y, en al-
ción en los rellenos constructivos de lo que debió gunos casos, asociada a poblados de aparente ca-
ser la base de la edificación. Estos datos permiten rácter rural. Es preciso señalar que en estos mis-
suponer que el grueso de la edificación correspon- mos sectores y en casi toda la extensión del valle
de a esta época temprana, con remodelaciones es notoria la ausencia de una arquitectura pública
menores y bastante posteriores durante los perío- de carácter monumental como la observada en el
dos Chincha y Chincha-Inka. valle bajo (Canziani 1992).
Este importante hallazgo podría estar indican-
do no solamente que este santuario y sus dioses Las remodelaciones arquitectónicas en los monu-
tendrían profundas y tempranas raíces en la his- mentos Paracas
toria del valle, sino también que La Cumbe ha-
bría sido —con su impresionante volumen y es- Un aspecto sumamente interesante y que relaciona
tratégico emplazamiento— el más destacado cen- la arquitectura Paracas con las difundidas tradicio-
tro ceremonial Paracas en el sector Norte del valle nes andinas de la arquitectura ceremonial tempra-
bajo, solamente superado en jerarquía dentro del na, está referido a la observación de la existencia
valle por la Huaca Santa Rosa. en muchos de estos edificios de una serie de remo-
De otro lado, es interesante notar que los cá- delaciones y consecuentes superposiciones arqui-
nones arquitectónicos impuestos por estas nota- tectónicas.
bles edificaciones piramidales fueron asumidos e Este es el caso de un corte profundo en la
incorporados a una arquitectura de aparente fun- Huaca Partida, donde se puede apreciar claramen-
ción pública, pero de una escala menor y a veces te una secuencia de muros, banquetas y pisos,
rústica en sus acabados, tal como la que se ha re- posteriormente cubiertos por rellenos constructi-
gistrado en los márgenes al Sur del valle medio. vos destinados a la reedificación de estos mismos
Estos montículos relativamente pequeños y de elementos en el marco de distintos eventos de
escasa altura, como los de Cerro del Gentil remodelación del edificio. Pero quizás los datos
(PV.57-59), Chococota (PV.57-63) y Pampa del más interesantes provienen de la Huaca PV.57-
Gentil (PV.57-64), presentan la tradicional plan- 25 del complejo Soto donde, en un corte diago-
ta rectangular, la orientación Este-Oeste y la pre- nal producido por el trazo de un canal moderno,
sencia de patios hundidos, si bien no necesaria- ha sido posible registrar una secuencia de por lo
mente asumen un marcado desarrollo ascendente menos 5 o 6 remodelaciones sucesivas que modi-
150 JOSÉ CANZIANI
ficaron las características originales de lo que apa- Es importante notar que en los casos señala-
rentemente constituía el atrio de esta edificación. dos, aparentemente se busca mantener el partido
En este caso, a los muros perimétricos del patio arquitectónico original. Lo que se puede apreciar
del atrio –que estuvieron enlucidos y pintados de al observar que las sucesivas remodelaciones con-
blanco– se les adosó interiormente nuevos mu- servan en grandes rasgos la disposición de los ele-
ros, banquetas y posteriormente rellenos de pla- mentos arquitectónicos y la distribución espacial
taformas. Estas intervenciones paulatinamente
fueron restringiendo el espacio original del patio Fig. 164. Reconstrucción hipotética de la secuencia de
y al mismo tiempo modificando las formas de superposiciones arquitectónicas en el patio hundido de la platafor-
acceso y circulación asociadas a éste. Como es el ma Este de la Huaca 25 (Canziani 1992: fig. 9).
caso de un vano que daba acceso a un ambiente
con banqueta y que, cuando éste espacio fue re-
llenado para dar forma a una plataforma, se alojó
en el una escalinata destinada a superar la dife-
rencia de nivel generada.
34
En estos sitios se ha documentado la presencia de algunos montículos pequeños, aparentemente afiliados a Paracas Caver-
nas, mientras que la cerámica de superficie señalaría una continuidad de ocupación durante las fases finales del Formativo
(Necrópolis o Topará), hasta las fases iniciales de los Desarrollos Regionales (fase Carmen).
35
Anteriormente, hemos discutido críticamente el planteamiento de que este tipo de asentamientos pudiera corresponder a
un “desarrollo temprano del urbanismo” propio de la Costa Sur (Rowe 1963, Wallace 1971, 1986) dado que, a nuestro entender,
sería más bien en los complejos piramidales del valle bajo donde se encontraría la expresión inicial del surgimiento del urbanismo
en el valle (Canziani 1992: 113-116).
4. EL URBANISMO TEMPRANO 153
36
La evidencia en cuestión lleva a plantear claramente la existencia de una superposición cultural, si bien Peters (1988) no
descarta una posible coexistencia “horizontal” entre las gentes de Paracas (Cavernas) y Topará (Necrópolis) entendidas -siguiendo
los discutibles planteamientos de Lanning y Wallace- como dos tradiciones distintas, donde supuestamente la segunda sería
intrusiva desde el norte de la región.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 155
tempranos, que por décadas han sido objeto de la De los trabajos de prospección desarrollados
acción depredadora de los huaqueros, y especial- en el valle bajo de Ica resulta que los sitios
mente en mérito de los estudios arqueológicos que tempranos Paracas (Ocucaje fases 3 – 4) se con-
se plantearon el ordenamiento de una secuencia centrarían al norte del sector de Callango y
estratigráfica y estilística de su cerámica (Menzel, Chiquerillo. Son sitios relativamente pequeños
Rowe y Dawson 1964). Sin embargo, es notable que ocupan menos de 1 Ha. de extensión y co-
constatar que entre los asentamientos Paracas de rresponderían a sitios de habitación. Estos sitios
este valle no se encuentran complejos con la com- de habitación tendrían continuidad en su ocupa-
plejidad de los registrados en Chincha, ni montí- ción durante la fase 8, en la que Animas Bajas
culos piramidales comparables en envergadura con constituiría el sitio más importante, con una ex-
los observados en este valle.37 tensión de unas 60 Ha y donde se reporta la pre-
Entre los sitios del valle medio de Ica, destaca sencia de siete montículos de planta rectangular y
Cerrillos, que se localiza en las laderas de la margen algunas elevaciones de tierra donde se observan
izquierda del extremo norte del valle, donde se los cimientos de estructuras hechas con pequeños
inicia el despliegue de las mejores tierras de este adobes y abundantes deshechos de ocupación. Los
oasis agrícola. El sitio ha venido siendo reexami- montículos —que de acuerdo al plano publicado
nado por Wallace a partir de sus primeros trabajos presentan una orientación Este Oeste— fueron
desarrollados en él hace más de cuarenta años, construidos con pequeños adobes moldeados a
cuando sus excavaciones contribuyeron a aportar manos en forma de “grano de maíz” y “redon-
materiales asociados con las fases más tempranas dos”. Sobre la cima de estas plataformas se defi-
de Paracas, en las que se percibe notables influen- nieron por medio de muros una serie de recintos
cias de Chavín provenientes desde el norte y corredores, mientras que también se observó el
(Wallace 1962). desarrollo de rampas para conectar ambientes a
El sitio presenta una compleja estratigrafía, distinto nivel (Massey 1991: 320-321, fig. 8.2.).
donde se evidencia una secuencia de superpo- En contraste a lo que se verifica en Callango, la
siciones, generada por sucesivos eventos de remo- ocupación en el sector de Ocucaje durante esta
delación arquitectónica que abarcarían un perío- fase sería comparativamente menor y con
do de ocupación desde el 800 al 200 a.C. La edi- asentamientos mucho más simples.
ficación monumental se caracteriza por presentar La fase 9 de Ocucaje representarían un mo-
terrazas escalonadas, cuyo desarrollo incorpora la mento de crecimiento regional en el valle bajo y
pendiente de la ladera donde se asentó el edificio. medio de Ica, mientras que surgen nuevas formas
Las terrazas se realizaron mediante muros de con- de arquitectura monumental y se registran cam-
tención de piedras de campo y rellenos de cascajo, bios en las técnicas y materiales constructivos.
cuyos paramentos y pisos fueron acabados con Surgirían complejos más extensos y se podría apre-
arcilla. En una de las fases se registraron muros ciar ciertas diferencias jerárquicas ente estos. So-
hechos con adobes en forma de terrón, igualmente bre la base de estos patrones de asentamiento, se
enlucidos cuidadosamente con arcilla. Parapetos propone la confirmación de una posible unifica-
bajos delimitaban las terrazas, que se interconec- ción política en el valle que Menzel, Rowe y
taban entre sí mediante escalinatas, dispuestas tan- Dawson (1964) propusieron a partir de la homo-
to en posición posiblemente central como lateral geneidad presente en las manifestaciones
en sus diferentes niveles. Sobre el flanco norte de estilísticas de la cerámica durante esta fase, y cuyo
las terrazas escalonadas se levantaron cámaras de centro debería de ubicarse en Ocucaje. Sin em-
planta cuadrangular, cuyas puertas presentaban bargo, en este caso se señala que las evidencias
umbrales elevados (Wallace com. pers. 2003). apuntarían más bien a pensar que este centro se
37
Pareciera que la concentración de estudios arqueológicos sobre lo Paracas en el valle de Ica —donde destaca su corpus
cerámico- ha conducido a muchos investigadores a traducir la innegable importancia de este componente de la cultura material,
con sus posibles implicancias en los términos de las formaciones sociales, llevándolos a sobredimensionar los niveles de organiza-
ción social existentes, planteando la presencia de entidades políticas unificadoras en Ica que habrían ejercido su autoridad central
a partir de sitios como Animas Altas, considerados como “capitales” regionales (Massey 1991). En contra partida, esto parece
haber conducido a sub valuar la relevancia del valle de Chincha, el único donde se aprecia el desarrollo de asentamientos Paracas
conformados por grandes complejos, que revelan el despliegue de una formidable arquitectura pública monumental. Si conside-
ramos que la formación estatal va aparejada desde sus inicios con el desarrollo del urbanismo, suponemos que la principal
expresión de esta forma de organización social debería de haber tenido lugar en este último valle (Canziani 1992, 1993).
156 JOSÉ CANZIANI
encontrara en el sector de Callango y que podría tiene que su arquitectura asemejaría en la forma a
haber sido el sitio conocido como Animas Altas la de los montículos piramidales de Chincha
(Massey 1991: 323). (Cook 1999), si bien la descripción alcanzada es
Animas Altas, sería el sitio más grande y com- sumamente escueta y no proporciona mayores
plejo del valle de Ica durante este período, con detalles de los aquí reseñados, lo que nos impide
una extensión aproximada de 100 Ha. En el sitio hacer un examen comparativo como el propuesto.
destaca la presencia de 13 montículos rectangula- En cuanto a la distribución espacial de los asen-
res que comparten una orientación Norte-Sur, con tamientos, en su relación con el manejo de los
la parte más elevada hacia el Norte. Sobre el lado recursos, se puede apreciar que estos se concentran
Norte de los montículos se encuentran muros que en aquellas zonas del valle de Ica que presentan
definen recintos y estrechos corredores, mientras depósitos aluviales fértiles asociados con la dispo-
que del lado Sur enfrentan a pequeños patios. nibilidad de agua, ya sea mediante el riego o el
Algunos montículos están asociados y en proxi- manejo de la napa freática superficial por medio
midad de estructuras de depósito, formadas por del cultivo en hoyas. El jalonamiento de sitios Paracas
hileras de cubículos cuadrangulares. en la parte más baja del valle hasta su desembo-
El sector Norte del sitio está dominado por cadura en el mar, revelaría tanto el aprovechamien-
una plaza rectangular rodeada por estructuras con to de pequeños oasis para el cultivo como la exis-
recintos y otras con dos o tres hileras de depósitos tencia de una ruta natural hacia el mar como fuen-
semisubterráneos, que alcanzan de 50 a 60 m de te de abastecimiento de recursos marítimos, cuyas
largo. En el extremo Este del sitio se encuentra un evidencias son abundantes en los sitios al interior
pequeño montículo en cuyos muros interiores, que del valle. De otro lado, la orientación del río y del
formaban una planta en “U”, se halló la notable valle de Ica que transcurre de Norte a Sur, habría
evidencia de que estaban decorados con figuras facilitado la comunicación con la región de Naz-
incisas que presentan 12 versiones distintas de la ca al Sur y con el valle de Pisco hacia el Norte,38
representación de personajes con atributos mientras que el acceso hacia la costa desértica al
felínicos o de lo que se identifica también como Sur de la Bahía de la Independencia podría haber
el ser oculado cuyo estilo correspondería al Paracas utilizado rutas alternas a traves de las Lomas de
Cavernas (Massey 1983; 1991: figs. 8.3, 8.4). Amara (Cook 1999). Sin embargo, la comunica-
Otro caso de arquitectura monumental en el ción entre los sitios del valle medio de Ica y los de
valle bajo de Ica, se registraría en el sitio D-12, la Bahía de la Independencia, como Chuchio y
que presenta una estructura rectangular construi- Karwa, habría representado una fatigante travesía
da con adobe. En este caso, el extremo Sur sería el de más de 50 km por uno de los desiertos más
más elevado, donde se observa la presencia de re- áridos del mundo, a través del extenso Tablazo de
cintos; mientras que hacia el Norte se desarrolla- Ica, cuyos inhóspitos parajes transcurren en gran
rían dos terrazas escalonadas descendentes. Se sos- parte por encima de los 500 msnm.
38
Las hoyas de Villacurí y de Lanchas, recónditos oasis en los áridos llanos entre los valles de Ica y Pisco (Soldi 1982: 49-66),
podrían haber servido como puntos de escala en estas tempranas travesías por el desierto. Se puede suponer, inclusive, que en
algunas de estas hoyas se hubiese iniciado su manejo con fines agrícolas, mediante el aprovechamiento de la napa freática relati-
vamente superficial presente en estas pampas.
4. EL URBANISMO TEMPRANO 157
Otros asentamientos Paracas en el litoral al Sur De otro lado, la exploraciones del equipo con-
de la península ducido por el Dr. Tello, reportaron la presencia
de extensos sitios ubicados al Sur de la península
Además de los destacados sitios de Cerro Colora- de Paracas. Entre estos destacan Chuchio y Karwa
do, Wari Kayan, Arena Blanca o Cabezas Largas, (o Carhua) que se encuentran frente a la Bahía de
asociados a las célebres necrópolis de la península la Independencia, en una zona absolutamente
(Tello y Mejía 1979), existen otros sitios paracas desértica, localizados respectivamente a más de 30
jalonando prácticamente todo el litoral de la ba- y 40 km al Sur de Paracas y entre 50 y 45 km al
hía de Paracas, como son Puerto Nuevo, La Pun- Oeste del valle medio de Ica. En la superficie de
tilla y Disco Verde. Se trata de sitios constituidos estos sitios se observaron montículos con acumu-
por montículos con conchales y restos de ocupa- lación de grandes basurales con conchas marinas,
ción aparentemente doméstica. Algunos de estos que presentan restos visibles de habitaciones sub-
(tal es el caso de Disco Verde, Puerto Nuevo) ha- terráneas o semisubterráneas, asociados a cerámi-
brían reportado cerámica de fases pre-Cavernas. ca incisa y policroma del estilo Cavernas y con la
De otro lado, la localización y contextos de estos presencia de enterramientos de fardos funerarios
asentamientos establecen su estrecha relación con similares a los de la península (Tello y Mejía Xesspe
la apropiación de recursos marinos, para lo cual 1979: 92).
en algunos casos su ubicación podría haber con- La ubicación estratégica de estos sitios con re-
siderado la existencia de ciertas facilidades, como lación a la explotación de una gran variedad de
la proximidad de afloramientos de agua salobre recursos marinos,39 supondría que fueron una
en las hoyadas que hasta el día de hoy se aprecian. fuente muy importante de aprovisionamiento para
39
En el sitio de Chuchio se puede apreciar montículos formados cuasi exclusivamente por enormes acumulaciones de
conchas de macha (Mesodesma donacium), prácticamente libres de ceniza o cualquier otro material de deshecho, lo que señalaría
el consumo compulsivo de estos moluscos, propio del proceso destinado a su secado y salado para su conservación. Este dato
apunta a señalar la actividad intensamente especializada de estos pescadores y sus estrechos nexos con el grueso de la población
asentada en los valles, lo que habría posibilitado tanto la vital provisión de sus subsistencias, como la articulación de la distribu-
ción de los productos marinos para su consumo dentro de los mismos valles o inclusive, en el marco de un intercambio de mayor
escala, hacia las regiones altoandinas de Ayacucho y Huancavelica, desde donde proviene –es preciso recordarlo- la lana de
camélidos para la industria textil y la obsidiana frecuentemente empleada por los paracas, inclusive en los sitios del litoral.
158 JOSÉ CANZIANI
los sitios al norte de la península, así como para En este sentido, en el sitio de Chuchio pudi-
los del valle de Ica. Para esto debió articularse un mos apreciar la presencia de pequeñas cámaras
sistema de intercambio, no solamente para el trans- subterráneas excavadas sobre una plataforma na-
porte de los productos del mar, sino también para tural, posiblemente destinadas a una función fu-
su propia y vital dotación de agua, alimentos agrí- neraria. Estas fueron acabadas interiormente con
colas y otros productos manufacturados, para lo muros de contención hechos de bloques de caliche
cual el manejo de hatos de llamas pudo haber te- y techadas con vigas de piedra y troncos. Sin em-
nido un papel imprescindible.40 bargo, nos pareció más extraordinario apreciar al
Si bien estos sitios del litoral hasta la fecha han Sur del sitio y sobre un elevado acantilado, corta-
sido poco estudiados, no parecen limitarse exclu- do verticalmente unos 100 m sobre el mar, un
sivamente a la función habitacional de los pesca- gran muro de contención hecho de cantos roda-
dores que debieron ser sus más numerosos mora- dos de 30 a 40 cm de diámetro. Este muro de
dores, ya que desde su descubrimiento reporta- contención, que forma una larga plataforma orien-
ron importantes vestigios, como la presencia de tada Este Oeste de unos 40 m de largo, aprove-
vajilla fina del estilo Cavernas y enterramientos chando en parte el relieve natural del terreno, pre-
similares a los de las necrópolis de Paracas (ibid). senta en el tramo próximo al abismo su mejor
Posteriormente, el sitio de Karwa ha sido señala- estado de conservación. En este sector, donde el
do como fuente de proveniencia de impresionan- muro alcanza unos 4 m de alto, se puede apreciar
tes textiles pintados con motivos chavinoides, la- que fue construido mediante la disposición de los
mentablemente extraídos por excavaciones clan- cantos en hiladas horizontales, posiblemente asen-
destinas. Por lo tanto, no sería de extrañar que tándolos con una mezcla de algas y tierra salitrosa,
sitios de esta naturaleza reporten en el futuro la una técnica que es de uso común en las construc-
existencia de algún tipo de arquitectura pública, ciones de este tipo de sitios.
tal como se puede suponer a partir de la percep- Esta inusitada inversión constructiva, en un
ción del especial ordenamiento que presentan al- terreno de alto riesgo, se ve magnificada al obser-
gunos de los montículos que conforman estos varse que los cantos rodados empleados en su cons-
asentamientos y la propia calidad extraordinaria trucción son ajenos al terreno del sitio y provie-
de ciertos hallazgos. nen del fondo de playa, por lo tanto su acarreo
40
Los camélidos sudamericanos no fueron ajenos a los Paracas, como se puede comprobar del manejo de sus fibras, cueros y
otros elementos incorporados en las ofrendas funerarias de las necrópolis, al igual que de su representación relativamente frecuen-
te en la decoración de sus textiles (Tello 1959: fig. 68, Tello y Mejía 1979, Peters 1991: 280).
4. EL URBANISMO TEMPRANO 159
hasta la obra representó varios cientos de metros que se refiere a la presencia de arquitectura mo-
de recorrido, en gran parte de brusco ascenso, lo numental. Los materiales afiliados a esta tradición
que implicó —estimando el considerable peso de se han reportado limitadamente en los valles de la
los cantos— contar con el esfuerzo de una o más región y es bastante somera la información acerca
personas para el transporte de cada uno de estos. de los posibles asentamientos asociados (Silverman
La ubicación dramática de esta plataforma, cuyo 1991). Sin embargo, las recientes investigaciones
extremo Oeste remata directamente sobre el abis- emprendidas por Reindel e Isla (Reindel et al.
mo, unida al espectacular dominio que ofrece del 1999), con excavaciones arqueológicas en el sitio
paisaje marino, llevarían a pensar en una función de Jauranga (Palpa), vienen demostrando la pre-
pública, quizá relacionada con el establecimiento sencia de asentamientos con población Paracas,
de un adoratorio destinado al ejercicio de algún cuya cultura material constituye una notable evi-
culto al mar, un universo prolífico en recursos pero dencia de insospechado vigor al sur de la región
también la inquietante morada de muchos de los de Ica. Esta novedosa información les permitiría
seres supranaturales que animaron la cosmovisión postular también que los geoglifos más tempranos,
de los Paracas. trazados en las faldas de las laderas que limitan el
Finalmente, la presencia Paracas en Nazca y valle de Palpa, corresponderían a las tempranas
más al sur parece atenuarse, especialmente en lo poblaciones Paracas asentadas en el valle.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 161
5
LAS PRIMERAS CIUDADES
De los centros ceremoniales al surgimiento
de los centros urbano teocráticos
1
Se les denomina centros urbano teocráticos, porque en ellos se expresa claramente el ejercicio del poder por parte de los
sacerdotes, lo que se manifiesta de modo patente en el volumen dominante de las principales edificaciones ceremoniales con
relación a las demás estructuras urbanas.
162 JOSÉ CANZIANI
cidos con molde— hasta la afirmación de nuevas de los centros urbanos y en los atributos formales
formas de organización del trabajo en la construc- que se imponen en la arquitectura monumental
ción. Estos avances, en su conjunto, evidencian del período. Paralelamente, se registra la declina-
un alto grado de especialización en el campo de la ción o extinción de algunas formas arquitectóni-
construcción, que aparentemente ya no sólo toca cas que tuvieron una larga e importante tradición.
a los diseñadores y conductores de estas grandio- Este es el caso de la organización espacial rígida-
sas obras públicas, sino que también habría com- mente simétrica, dominante en el ordenamiento
prometido a quienes lideraban los equipos de axial de muchos de los antiguos complejos del
obreros a cargo de la ejecución de estas.2 Formativo; como también de ciertos componen-
Otro tipo de modificaciones se percibe con la tes arquitectónicos que antaño tuvieran una figu-
afirmación de nuevos patrones de ordenamiento ración central, como sucede con el abandono de
2
La evolución de la forma de los adobes, que culmina con la generación de adobes paralelepípedos rectangulares elaborados
con molde, permite inferir la mejora de una serie de aspectos de la tecnología constructiva, entre los que destacan: la masificación
y aceleración de la producción de los materiales constructivos; la estandarización de las dimensiones de los adobes permite, a su
vez, el cálculo y la estimación de los materiales y de la mano de obra requeridos para un determinado volumen o segmento de la
obra a ejecutar; así como una mayor solidez estructural, lograda mediante el desarrollo de aparejos trabados.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 163
los pozos ceremoniales o patios circulares hundi- manejo agrícola bastante limitado, lo que habría
dos, y de las cámaras o recintos con hogar central, estado aparejado con la persistencia de formas de
cuyos lejanos orígenes se remontaban al Arcaico organización de carácter tribal y de asentamientos
Tardío. Evidentemente, estos drásticos cambios de tipo aldeano. Las desigualdades antes señala-
no son exclusivamente de índole formal ya que das entre las distintas regiones de la costa peruana,
representan, más bien, la expresión de las nuevas se explicarían con el mayor o menor grado de
funciones que absolverán los centros urbanos desarrollo de la producción agraria como base de
teocráticos y su arquitectura pública. Estas trans- la economía social, lo que se acentúa marcada-
formaciones, a su vez, nos advierten de los cam- mente entre el “norte fértil” y el “sur árido” (Lum-
bios que debieron de producirse en la esfera breras 1999).
superestructural, como parte de la nueva Por otra parte, que los procesos no son linea-
cosmovisión que debió acompañar el surgimien- les y que pueden estar sujetos a marcadas discon-
to de estas nuevas formaciones sociales. tinuidades, lo podemos constatar claramente en
Es evidente que este proceso de cambios tam- ciertos valles como los de Casma o el de Chincha,
bién implicó fuertes transformaciones en las for- donde los extraordinarios desarrollos registrados
mas de organización social. Tanto la extraordina- durante el Formativo no presentan continuidad,
ria riqueza que se observa en el ajuar funerario de manifestándose un desarrollo urbano menor y un
algunos enterramientos, frente a la extrema senci- evidente decaimiento de la inversión en la cons-
llez de otros; así como las propias representacio- trucción de arquitectura pública monumental. De
nes escultóricas o pictográficas en la cerámica, otro lado, algo similar se verificaría en las regiones
especialmente en el caso de Moche, dan cuenta altoandinas —a excepción del altiplano circum-
de fuertes diferencias sociales. La presencia de cla- lacustre con Tiwanaku— ya que el desarrollo for-
ses sociales claramente diferenciadas, así como la mativo registrado en la sierra de Cajamarca y con
documentación de notables desarrollos urbanos, Chavín no presentaría continuidad o un desarro-
constituyen claros indicadores para inferir que llo urbano ulterior. Esta es evidentemente una pro-
muchas de estas sociedades se desarrollaron defi- blemática que merecería una mayor exploración,
nitivamente en el marco de una organización po- dada la importancia de las interrogantes que se
lítica de carácter estatal (Lumbreras 1987b; nos plantean. Una hipótesis viable sería la que
Canziani 2003a, 2004). propone que en estas regiones altoandinas se ha-
En todo caso, este proceso evolutivo no es, bría impuesto una auto limitación en la dotación
como muchas veces se ha supuesto, homogéneo y de excedentes productivos, a partir de las condi-
lineal. Mas bien las evidencias conocidas dan lu- ciones técnicas de la producción agropecuaria, que
ces acerca de la existencia de una notable desigual- se resuelve mayormente en el ámbito de la orga-
dad y discontinuidad. En la Costa Central y, es- nización comunal del trabajo y de un modo
pecialmente, en la Costa Norte el proceso se de- sustancialmente autosuficiente. Estas condiciones
sarrolla de forma generosa y manifiesta un limitarían la especialización en el campo de la
espectacular apogeo de las formaciones sociales producción y, por ende, inhibirían los elementos
teocráticas y de los correspondientes centros ur- causales de la diferenciación social, resolviéndose
banos, algunos de los cuales trascienden al nivel las relaciones de producción en el marco de la or-
de ciudades. De otro lado, el proceso en la Costa ganización comunal, donde priman la reciproci-
Sur Central y Sur es aparentemente bastante más dad y los lazos de parentesco (Golte 1980, Mayer
austero y contenido. Inclusive se percibe que en 2004). Por consiguiente, en estos contextos no
la costa este fenómeno no trasciende al sur del existirían requerimientos que sustenten la presen-
área de Nasca, donde así como durante el Forma- cia de un aparato estatal y, como reflejo conse-
tivo se desconoce la presencia de centros ceremo- cuente, se explicaría la manifiesta ausencia del
niales, para esta época tampoco se registrarían desarrollo de asentamientos de carácter urbano. 3
asentamientos de nuevo tipo (urbanos), lo que lle- La viabilidad de la hipótesis antes expuesta, se
va a suponer que las sociedades de estas regiones vería reforzada en su contrastación por el postu-
mantuvieron un modo de vida fuertemente rela- lado que sostiene que el proceso de desarrollo ur-
cionado con la pesca, la recolección, y con un bano y su sostenibilidad, requieren de la existen-
3
Como se verá más adelante, esta situación solamente de revierte durante aquellos períodos donde la presencia de Estados
expansivos de carácter imperial —como Wari y el de los Incas— implantan el desarrollo urbano en extensas regiones e, inclusive,
aplican la planificación urbana como una estrategia fundamental para el control territorial y poblacional.
164 JOSÉ CANZIANI
cia de un determinado nivel de desarrollo de las este capítulo haremos algunos apuntes sobre esta
fuerzas productivas; que este sea capaz de asegu- problemática, y como se manifiesta en las dife-
rar la disponibilidad de ingentes cantidades de rentes regiones, fundamentalmente a partir de las
excedentes; que permitan una creciente división características que presentan los asentamientos del
social del trabajo y desligar de la producción di- período, especialmente los centros urbano
recta de alimentos a una porción importante de teocráticos.
la población, para que esta se dedique principal-
mente al desarrollo de actividades especializadas,
sean estas de producción de servicios, manufac- Los desarrollos urbanos Gallinazo y Moche
turas, instrumentos de producción, o comercio en la Costa Norte
(Lumbreras 1981:170-173). De acuerdo a esta
proposición, la explicación de la manifiesta des- Una vez concluido el período Formativo en la
igualdad y discontinuidad que se evidencia en el Costa Norte, se manifiesta el surgimiento de la
proceso entre las diferentes regiones de los Andes cultura Gallinazo, conocida también como Virú
Centrales, tendría causas que deberían de rastrearse por su importante desarrollo en este valle, previo
en los aspectos antes señalados y específicamente a la ocupación Moche. Por lo que conocemos de
en la ausencia de estas condiciones, o en el mayor Gallinazo, especialmente a partir de las investiga-
o menor nivel de desarrollo alcanzado por estas ciones desarrolladas en el valle de Virú (Bennett
en los respectivos contextos históricos y regionales. 1950, Willey 1953), esta fue una sociedad con
A este propósito, es relevante tomar en cuenta una economía basada principalmente en la agri-
que a partir de la década de los ’50 una serie de cultura, que estuvo asociada a una notable expan-
estudiosos norteamericanos (Schaedel 1951, 1972; sión de los sistemas de irrigación, lo que le permi-
Rowe 1963; Lanning 1967) propusieron una vi- tió aumentar notablemente las tierras de cultivo,
sión del proceso que implícitamente planteaba una extendiéndolas prácticamente a todos los suelos
suerte de dicotomía en la cual, de un lado, en la disponibles en el valle de Virú.
Costa Sur se habría dado supuestamente el desa- En cuanto a las características de su forma de
rrollo de un urbanismo temprano; mientras que organización política, parece que los gallinazo
del otro y en contrapartida, la Costa Norte se ha- durante sus fases tardías habrían logrado generar
bría caracterizado por la supuesta presencia de una estructura de carácter estatal. En el valle de
centros ceremoniales “vacíos”, es decir donde más Virú, precisamente donde la cultura Gallinazo
allá de los montículos piramidales no habría exis- habría alcanzado su apogeo, significativamente se
tido una mayor concentración poblacional y don- observa un complejo patrón de asentamiento que
de la dinámica del urbanismo se impondría tan presenta una variedad de tipos de sitios, entre los
sólo a partir del Horizonte Medio. Como vere- que destaca el desarrollo de un notable centro ur-
mos más adelante, está cada vez más claro lo erró- bano, como es el llamado Grupo Gallinazo. Es
neo de estas proposiciones, si bien algunos estu- interesante notar que el urbanismo de Gallinazo
diosos -con diferentes enfoques y matices- han podría representar un antecedente al desarrollo que
persistido en ello o construido argumentos teóri- alcanzará la cultura Moche en este aspecto. Sin
cos a partir de bases que hoy en día resultan bas- embargo, es preciso tomar en cuenta que el desa-
tante discutibles.4 rrollo de Gallinazo tardío, habría sido en buena
Evidentemente, este debate trae a colación la medida contemporáneo con las fases de Moche
problemática que se propone el examen de la temprano y medio, por lo que ambas experien-
interrelación existente entre clases sociales, Esta- cias urbanas debieron de coexistir en este lapso de
do y fenómeno urbano, que fue inicialmente pro- tiempo.
puesta por Gordon Childe (1982, 1985) y que en Moche, por su parte, representa el desarrollo
el caso de los Andes Centrales ha concertado la más destacado de las formaciones teocráticas del
atención de diversos estudiosos que se han ocu- período. Esta cultura no sólo nos ha legado el es-
pado del tema (Choy 1979; Lumbreras 1968, plendor de sus extraordinarias y sofisticadas ma-
1981, 1987a, 1987b, 1994; Staino y Canziani nufacturas, sino también la evidencia de que fue
1984; Canziani 1989, 2003a, 2003b, 2004). En artífice de la construcción de una magnífica ar-
4
Ver al respecto, las tesis esgrimidas con diferentes matices por Service (1984); Wallace (1986); Bonavia (1991, 1998);
Shimada (1994); y Bawden (1999).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 165
Fig. 175. Valle hipotético de la Costa Norte o Central, en el que se ilustra la ampliación del manejo agrícola a las zonas medias y bajas del valle,
mediante el desarrollo de grandes canales de irrigación en ambas márgenes (Canziani).
quitectura monumental, que se desarrolló en el quista militar de los valles al sur de Moche
marco de impresionantes centros urbanos. Sabe- (Moseley 1992, Castillo y Donnan 1994).
mos también que los Moche dieron cuerpo a una La existencia de esta diferenciación regional
compleja y jerarquizada formación social, que por entre los Moche del Sur y los del Norte, habría
varias centurias ocupó el vasto territorio de la tenido la particularidad de inscribirse en el mar-
Costa Norte, desarrollando el manejo de sus va- co de una extraordinaria unidad cultural, clara-
lles agrícolas y dando vida a formas de organiza- mente perceptible en distintas manifestaciones de
ción política que posibilitaron la generación de su cultura material, especialmente en la represen-
entidades que lograron consolidar un manifiesto tación iconográfica, y debió involucrar otros as-
dominio intervalles. pectos culturales como una lengua común y una
Aún queda mucho por investigar con relación tradición religiosa compartida. Lo notable de esta
a esta temática, sin embargo parecen tener cre- identidad cultural es que no solamente se exten-
ciente aceptación las hipótesis que sugieren una dió a lo largo de cientos de kilómetros de la Costa
cierta diferenciación regional, por lo menos polí- Norte, integrando las poblaciones de sus respec-
tica, entre los Moche norteños y los sureños. En- tivos valles oasis, sino que también tuvo una ex-
tre los primeros se encontrarían los que poblaron traordinaria vitalidad, manteniéndose vigente
los valles de Lambayeque, con límite sur en el va- durante una larga época que comprende varios
lle de Jequetepeque y con proyecciones hacia el siglos de duración.
Norte en Piura. Mientras que entre los del Sur, Más adelante examinaremos el comportamien-
tendríamos los que ocuparon los valles “nuclea- to de esta perspectiva de diferenciación regional,
res” de Moche y Chicama, y que con la expan- tanto en el ámbito de la arquitectura monumen-
sión Moche hacia el Sur, dominaron los valles de tal como en el de los patrones de asentamiento
esta región hasta Nepeña, con posibles proyeccio- documentados. Igualmente, examinaremos este
nes aún más al sur hasta el valle de Huarmey. En aspecto con relación a la forma en que se mani-
el primer caso, se supone la presencia de entida- fiestan los procesos de abandono o transforma-
des políticas con cierta autonomía a nivel de va- ción de los asentamientos urbanos moche, lo que
lles o de sectores de estos; mientras que en la re- se verifica durante la crisis que afectó su fase tar-
gión sureña es muy posible se diera la conforma- día, y que aparentemente se vio agudizada por las
ción de una entidad estatal centralizada y de presiones externas que se manifestarían durante
carácter expansivo, que se anexó nuevos territo- el Horizonte Medio a raíz del desencadenamien-
rios y poblaciones mediante la dominación o con- to del fenómeno Wari.
166 JOSÉ CANZIANI
Fig. 176 . Ocupación Gallinazo en el valle de Virú (redibujado de Willey 1953 en Canziani 1989)
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 167
5
El área de mayor concentración de montículos, y que reúne a aquellos que presentan edificios piramidales y evidencias de
arquitectura monumental, ocupa una extensión de unas 200 Ha. Sin embargo, no está del todo claro si la ocupación poblacional
estuvo limitada exclusivamente al área de los montículos —de lo que resultaría una baja densidad de ocupación— o si es que
también comprometió las áreas anexas a estos hoy cubierta por campos de cultivo.
168 JOSÉ CANZIANI
mente amorfos y de contornos indefinidos debido ción especializada; mientras que otros montícu-
a la intensa erosión. Sin embargo, las excavaciones los con plataformas compuestas por cuartos y otros
realizadas en ellos revelaron que estaban consti- recintos con evidencias domésticas, podrían ser
tuidos por plataformas con estructuras arquitec- asignados a una función residencial asociada a
tónicas y que, en algunos casos, sirvieron tam- sectores de la población con un cierto status so-
bién de base para la erección de volúmenes cial; por último, generalmente en la periferia del
piramidales. En otros casos se trataba de simples sitio, otros montículos que presentan evidencias
montículos producto de la acumulación de tierra de ocupación y escasos restos arquitectónicos,
y de deshechos de ocupación, lo que revelaría su podrían haber correspondido a zonas
aparente función habitacional, asociada a cons- habitacionales resueltas con materiales perecede-
trucciones realizadas con materiales perecederos. ros y ocupadas por sectores sociales dependientes
Como sostuvo Bennett (1950), al igual que de la elite urbana o por trabajadores del campo
Willey (1953), el Grupo Gallinazo no presenta asimilados al núcleo urbano del asentamiento
evidencias aparentes de una planificación global. (Canziani 1989: 118-120).
Sin embargo, un análisis somero permite apreciar En cuanto a las estructuras arquitectónicas
que existió una evidente búsqueda de organiza- identificadas en los montículos, se aprecia que la
ción espacial, la que a partir de la reiterada orien- organización espacial del complejo orientada de
tación de las estructuras arquitectónicas se extiende norte a sur es reiterada en estas, tanto en la propia
a la disposición de los montículos y las platafor- orientación de las plataformas, como en el trazo
mas, como también al nivel del ordenamiento de los muros de los recintos y corredores. Las es-
general del complejo en dirección norte sur. Igual- tructuras excavadas revelaron patrones fuertemen-
mente se perciben ciertos niveles de planificación te concentrados, donde se advierte el dominio de
sectorial, verificables en el planeamiento de las un persistente patrón ortogonal, generado por los
estructuras expuestas por las excavaciones, donde muros trazados siguiendo los ejes cardinales. Tal
la apariencia amorfa y desordenada que presenta como se observa, por ejemplo, en el sector
el sitio en superficie parece ser más bien el pro- excavado del montículo V-155A, donde las estruc-
ducto de la intensa erosión que ha sufrido. Final- turas mantienen un patrón constante en su orien-
mente, se puede inferir la existencia de una tación en las superposiciones arquitectónicas, que
zonificación y jerarquización de las estructuras, corresponden a las diferentes fases de ocupación
con la presencia de plataformas que incorporan del sitio, desde el Gallinazo Temprano al Tardío
grandes volúmenes piramidales y otras que por (Bennett 1950: fig. 11).
sus acabados, decoración mural y características, Estas superposiciones arquitectónicas, asocia-
parecen corresponder a edificios públicos de fun- das a las distintas fases de Gallinazo, también per-
Fig. 181. A- Abobe del tipo “bola” modelado a mano correspondiente al Gallinazo Medio; B. Adobe elaborado con molde de caña, del
Gallinazo Tardío (Canziani).
tación, es posible que constituyeran el especial Las evidencias recuperadas señalarían que el
acabado de los frontis de los principales edificios notable desarrollo urbano registrado en el Grupo
públicos, que estuvieron asociados a las estructu- Gallinazo, habría estado aparejado con el logro
ras piramidales del Grupo Gallinazo (Canziani de uno de los más altos niveles en la explotación
1989: 116-117).
Si bien el Grupo Gallinazo, no ha merecido Fig. 182 . Frisos de decoración mural en relieve, expuestos en los
nuevas investigaciones que continuaran las inicia- sitios V-59 (a) y V-152 (b-f ) del Grupo Gallinazo (Bennett 1950).
das por Bennett entre las décadas de los 30 y 40,
los datos recuperados en ese entonces permiten
inferir que nos encontramos frente a un impor-
tante centro urbano, lo cual fue destacado tanto
por el propio Bennett (1950) como por Willey
(1953) en su célebre trabajo sobre los patrones de
asentamiento prehispánicos en el valle de Virú. Si
bien estos investigadores hicieron mayor énfasis
sobre los aspectos cuantitativos, relacionados con
la extensión del sitio y la estimación de los miles
de cuartos contenidos en sus estructuras, con pro-
yecciones sobre su posible población,6 también
destacaron la importancia de la arquitectura mo-
numental de función pública aglutinada en torno
a las edificaciones piramidales; además de adver-
tir la presencia de estructuras semisubterráneas y
cubículos posiblemente destinados a servir de de-
pósitos; así como de la existencia de una clara di-
ferenciación entre las estructuras residenciales, es-
pecialmente en la fase tardía de Gallinazo, lo que
podría servir de indicador de que los pobladores
de este centro urbano pertenecieran a clases so-
ciales distintas (Bennett 1950: 117).
6
Diversos autores han citado la estimación de Bennett (1950: 68) acerca de la existencia de unos 30,000 cuartos en el Grupo
Gallinazo durante la fase tardía de su ocupación, sin advertir que esta es el resultado de una discutible proyección, en la cual se ha
procedido a dividir el área total de los 8 principales sitios del complejo (126,700 m2) entre el área promedio de los cuartos
excavados (2.5 x 1.65 m. = 4.12 m2). No subestimamos la posible población concentrada en el Grupo Gallinazo, pero es bueno
señalar que en esta estimación es particularmente discutible la asunción de que todas las estructuras corresponderían a “cuartos”,
dejando tácitamente implícito que tuvieran una función habitacional, cuando buena parte de estas estructuras también corres-
pondieron a corredores, patios o terrazas. Además, el evidente carácter público de muchos de estos recintos, excluiría o limitaría
su hipotético uso residencial.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 171
de los recursos agrícolas del valle de Virú. Esto La clara preeminencia del Grupo Gallinazo,
habría sido posible gracias a la construcción del con relación a otros posibles complejos ceremo-
principal sistema de canales en ambas márgenes niales y centros urbanos secundarios presentes en
de éste, lo que permitió la irrigación de la mayor el valle durante este período, estaría expresando
parte de los suelos del piso del valle y el desarrollo la posible existencia de un sistema político cen-
en ellos de una agricultura intensiva. Esto habría tralizado y, al mismo tiempo nos sugiere su con-
redundado en el crecimiento poblacional y en el dición de “capital” de una estructura estatal Ga-
notable incremento de los sitios habitacionales llinazo. En un trabajo anterior, advertíamos que
(Willey 1953: 393). La propia concentración el Grupo Gallinazo presentaba determinados ni-
poblacional residente en el Grupo Gallinazo, veles de ordenamiento y planificación urbana; así
mayormente desligada de las labores del campo, como la existencia de una zonificación y
sería impensable sin la existencia de una econo- jerarquización de las distintas estructuras presen-
mía ampliamente excedentaria que permitiera el tes, desde aquellas de evidente carácter público
sustento de este complejo urbano. hasta aquellas de función habitacional. De estos
Hemos ya visto como durante el Formativo se datos se puede inferir la presencia en el sitio de
iniciaron este tipo de modificaciones territoriales, una población urbana dedicada a actividades es-
concentrándose en ese entonces el sistema de irri- pecializadas, además de que la composición de
gación en el cuello del valle de Virú, mientras que esta habría correspondido a distintas clases socia-
en la parte media y baja se debieron desarrollar les (Canziani 1989: 118-121). Esta hipótesis, que
tan sólo pequeñas obras de canalización a partir plantea la existencia de una entidad estatal y de su
de puntos aparentes en el cauce del río, o con el correlato urbanístico en el Grupo Gallinazo, se
simple manejo de zonas húmedas mediante la vería reforzada si ampliamos el análisis a las
agricultura de hoyas. Sin embargo, durante el pe- implicancias de las importantes obras públicas
ríodo Gallinazo habría tenido lugar la culmina- desarrolladas en el territorio del valle –como es
ción de una obra pública sumamente ambiciosa, principalmente el sistema de irrigación desplega-
la que interesó prácticamente toda la superficie do- y más si examinamos esta problemática en el
del valle, requiriendo para ello del despliegue de contexto del patrón de asentamiento establecido
una enorme energía en fuerza de trabajo y de un en el valle, y que comprende otro tipo de sitios,
notable compromiso técnico. Según Willey (1953: como son los “castillos”, “palacios”, casas aisla-
362-365), se habrían construido durante esta épo- das, aldeas, sitios habitacionales y cementerios.
ca dos canales principales que bordeaban ambas Asentamientos que, en su conjunto, revelan un
márgenes del valle, a partir de sendas bocatomas marcado ordenamiento jerárquico y una definida
ubicadas en el cuello del valle. Al establecerse el organización del espacio territorial y de la pobla-
trazo de estos canales se debió prever que inclusi- ción residente en él.
ve comprendieran la irrigación de las tierras del
valle bajo, manteniendo la pendiente adecuada de Los “Castillos” fortificados
los canales y, al mismo tiempo, la mira en lograr
la cota más alta para el límite superior de los te- En el cuello que cierra la parte media del valle,
rrenos bajo cultivo. Este notable logro de época los gallinazo construyeron unas edificaciones
Gallinazo no sería superado en la historia sucesiva monumentales de características especiales, las que
del valle y solamente en tiempos recientes este lí- se encuentran dispuestas estratégicamente y en
mite ha sido ampliado, con la entrada en operación posiciones naturalmente defendidas. Se trata de
del Proyecto Chavimochic,7 cuya realización ha grandes construcciones que dominan el paisaje,
significado la intervención de maquinaria pesada al estar emplazadas sobre promontorios rocosos o
y todo el potencial de la tecnología moderna dis- sobre los cerros que bordean las márgenes de las
ponible en un megaproyecto de esa envergadura. tierras de cultivo del valle. Este tipo de edificacio-
7
El Proyecto Chavimochic, ha permitido derivar aguas del generoso río Santa, el de mayor caudal de la costa peruana, y con
ellas irrigar grandes extensiones eriazas e incrementar sustancialmente la disponibilidad de agua de regadío en los valles que
interconecta, como son los de Chao, Virú, Moche y Chicama. Creemos que, a diferencia de otras obras modernas -como las
represas y embalses que han demostrado una discutible utilidad y una seria limitación en la proyección de su tiempo de operatividad-
en este caso se ha sabido retomar la esencia de una antigua tecnología de irrigación artificial, que ha dado amplias muestras de su
probado éxito en cuanto a eficiencia y sostenibilidad.
172 JOSÉ CANZIANI
nes, conocidas popularmente como “castillos” —por tructuras de adobe edificados en la parte supe-
su destacado volumen y presencia prominente— rior. No es tampoco ajena a estas edificaciones la
contaban además con murallas y otras obras de- tradicional práctica de las superposiciones arqui-
fensivas. Estos rasgos específicos, la posición do- tectónicas, apreciándose en muchos cortes de sus
minante de sus emplazamientos y su ubicación ruinas el adosamiento de sucesivas secciones cons-
estratégica, permiten inferir que posiblemente te- tructivas, sobre anteriores muros de contención o
nían como función central controlar y defender plataformas enlucidas y pintadas de amarillo ocre,
el sector neurálgico del valle donde se localizaban lo que revela que en algún momento de su histo-
las bocatomas de los canales principales, es decir, ria estas superficies fueron tratadas como parte de
de un sector que desempeñaba un papel clave para sus fachadas, para luego quedar cubiertas por las
el manejo del sistema de irrigación y, por ende, de posteriores remodelaciones.
vital importancia para la administración de la pro- En todos los casos, también se advierte que se
ducción agrícola del valle. ha aprovechado al máximo la topografía de la cima
Willey (op.cit.) reporta la presencia de 4 de de los cerros o promontorios rocosos que fueron
estas edificaciones: los “castillos” de Tomaval (V- seleccionados para su emplazamiento. Estos re-
51) y San Juan (V-16) en la margen derecha o lieves naturales fueron hábilmente incorporados
Norte del Valle; además de los de Napo (V-68) y al volumen de las edificaciones, reduciendo
de Sarraque (V-73-74) en la margen sur. De estos significativamente la inversión constructiva y, al
los más representativos son los de Tomaval y mismo tiempo, logrando potenciar la impresión
Sarraque, si bien cada uno presenta singulares di- de magnífica solidez y grandeza que proyectan sus
ferencias en su emplazamiento y características siluetas en el paisaje circundante.
arquitectónicas, que a continuación reseñamos. Tanto en el “castillo” de Tomaval como en el
En la construcción de estos monumentos se de Sarraque, es de destacar el notable esfuerzo
ha empleado una técnica similar a la que está pre- desplegado en estas edificaciones, no solamente
sente en los montículos piramidales gallinazo, es por la enorme cantidad de adobes y de otros ma-
decir mediante volúmenes masivos de adobe, cu- teriales empleados en su construcción; si no tam-
yas plataformas incorporan vigas de algarrobo a bién por la inversión adicional de trabajo que sig-
manera de amarres estructurales. Sin embargo, una nificó el desplazamiento de estos materiales hasta
característica particular de estas edificaciones, es las cimas en que tenían lugar las obras, al igual
la de presentar en la construcción de sus platafor- que la intrepidez demostrada por sus constructo-
mas de base grandes muros de contención hechos res en enfrentar el desafío planteado al erigir estas
de piedra con mortero de barro. Sobre el funda- colosales edificaciones en esas accidentadas y ver-
mento de estas plataformas con muros de con- tiginosas elevaciones naturales. Posiblemente el
tención de piedra, se construyeron las platafor- más espectacular en este sentido es el “castillo” de
mas que culminaban en los recintos y demás es- Sarraque, ya que está construido sobre la cumbre
A su vez, Willey (1953: 136-139) describe el unidades domésticas, Willey (1953: 106-131) se-
sitio V-77, ubicado a campo abierto, como un ñala que estos sitios presentan de 30 a 100 cuartos,
gran complejo conformado por plataformas con lo que revelaría también un incremento de la po-
montículos y recintos de aparente función ceremo- blación que las aldeas albergaban en ese entonces.
nial y administrativa, el cual estaba dominado por Como parte de los asentamientos rurales se
una pirámide y que, por encontrarse al centro del identificaron también en la parte media alta del
área delimitada por estos 4 “castillos”, bien pudo valle algunas grandes casas aisladas (ibid: 112-
jugar el papel de sitio central, nucleando tanto a 113). Estas están compuestas por uno o dos cuar-
los complejos dominados por los “castillos” como tos principales a los que se les adosan otros cuar-
al “palacio” y otros sitios habitacionales que se tos más pequeños o depósitos. Sobre la base de
ubicaron en este sector del valle (ibid: 381-382). sus similitudes con los modelos de casas de elite
Es importante señalar que en el caso de un representadas profusamente en la cerámica Galli-
sitio tradicionalmente considerado como la posi- nazo, se presume que este tipo de construcciones
ble “capital” provincial moche en el valle de Virú estuvieron destinadas a albergar a personajes prin-
(Willey 1953) -nos referimos al complejo de cipales o a funcionarios, dedicados ya sea a la su-
Huancaco (V-88-89)- los resultados de las recien- pervisión de las labores agrícolas como a la admi-
tes investigaciones arqueológicas conducidas por nistración del sistema de irrigación.
Bourget (2003), están cuestionando esta caracte- Otros escasos ejemplos, podrían corresponder
rización. Ya que las nuevas evidencias señalarían a pequeños complejos e instalaciones posiblemente
que el núcleo central de este complejo, y especial- relacionadas con el desarrollo de actividades ad-
mente el sector sur denominado V-89, aparente- ministrativas en el ámbito rural. Este es el caso
mente siguió operando como un “palacio” galli- del sitio V-39 que fue registrado por Willey (ibid:
nazo, aún cuando la presencia moche en el valle 116, fig. 22) como la única aldea “regular”, pero
es innegable. Sobre esta interesante problemática que a nuestro juicio -por su ordenamiento com-
trataremos más adelante, cuando abordemos la pacto y los rasgos de sus recintos, que en gran
ocupación moche en el valle de Virú. parte parecen corresponder a depósitos- más bien
presenta características propias de un pequeño
Las aldeas y otros sitios habitacionales complejo rural (Canziani 1989: 128). Otros ca-
sos similares, que podrían estar reflejando la pre-
Entres los sitios habitacionales gallinazo, las aldeas sencia de la administración estatal en el medio
conocen un incremento de tamaño con relación a rural, como son V-18 y V-219, corresponden a
las de los períodos precedentes. Además en estas complejos de planta rectangular cercados por
se afirma como dominante un patrón aglutinado, muros perimétricos y que presentan en su inte-
generado por la tendencia a la concentración de rior terrazas, subdivisiones y diversos recintos
sus estructuras, las que también se caracterizan (ibid: 114-116).
por un ordenamiento más regular. Esta regulari- En la arqueología del valle de Virú, se ha sos-
dad puede estar referida a la existencia de ciertos tenido que el desarrollo de la cultura Gallinazo se
niveles de planificación que se pueden deducir a interrumpiría bruscamente con la presencia
partir de la distribución ordenada de los cuartos Moche en el valle. De acuerdo a esta lectura el
con relación a un patio o a un recinto de mayores aparente reemplazo de la cerámica local por otra
dimensiones, así como por cierto predominio de con los atributos propios de la cultura Moche,
la ortogonalidad en su trazo. Este patrón aldeano estaría señalando tanto el final de Gallinazo como
se puede apreciar claramente en las márgenes del el inicio de la dominación Moche, que en el valle
valle, en quebradas laterales como en terrenos que se conoce como el período Huancaco (Willey
se encontraban por encima de los campos de cul- 1953: 397). Entre las modificaciones más saltantes
tivo; mientras que en el valle bajo este tipo de que se producirían al inicio de esta etapa, desta-
asentamientos mayormente se localizaban en el caría el abandono del antiguo gran centro urbano
piso del valle, formando montículos en los cuales teocrático del Grupo Gallinazo, donde no se re-
es difícil apreciar claramente el ordenamiento de gistran evidencias de una posterior reocupación,
las posibles estructuras habitacionales. ni remodelaciones que pudieran estar asociadas
Los sitios habitacionales registrados en el valle con este nuevo período. De esta manera, el aban-
medio, presentan cimientos de piedra y sus muros dono del Grupo Gallinazo podría estar reflejan-
pudieron realizarse tanto con adobes como con do el colapso de la organización del Estado Galli-
quincha. A partir de los cimientos que definen las nazo, así como la desarticulación o sometimiento
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 175
de la clase dominante local bajo la administra- este caso como en el Chicama, lamentablemente
ción provincial que los moche habrían ejercido no se cuenta aún con un análisis detallado de la
en este valle, al igual que en otros valles ubicados evolución de los patrones de asentamiento como
aún más al sur. Pero estos son temas cuya discu- el que documentara Willey (1953) para el valle
sión abordaremos al examinar la expansión sureña de Virú. En todo caso, algunos trabajos que abor-
de Moche y las modificaciones en los patrones de dan esta problemática nos proporcionan ciertos
asentamiento que se verifican en estos valles. datos preliminares que pueden ser útiles al res-
pecto (Billman 1999, 2002).
Moche De acuerdo a esta información, en el valle de
Moche, luego de la finalización del Formativo
Los antecedentes relativos al surgimiento de la Superior correspondiente a Salinar, se inicia el
sociedad Moche en el valle del mismo nombre se período de ocupación Gallinazo, para el cual se
remontan a la época Gallinazo sin embargo, en registraría el abandono de ciertas zonas del valle,
176 JOSÉ CANZIANI
presentándose la concentración de los sitios entre fue desdibujado por la posterior ocupación moche
el valle medio bajo, el cuello del mismo y la con- del sitio.
fluencia de los ríos Moche y Sinsicap. Podría A partir de este momento histórico, la pobla-
suponerse que durante Gallinazo se dio la presen- ción del valle bajo el liderazgo del naciente Esta-
cia de una entidad política unificadora con sede do moche desplegará el desarrollo de una serie de
en el sitio de Cerro Oreja, si bien otra entidad importantes obras públicas, fundamentalmente
menor pudo tener sede en el sitio de Pampa de aquellas comprometidas con la construcción y
Santa Cruz en el litoral de Huanchaco. manejo de los canales principales, permitiéndole
Se supone que durante esta época no se daría extender el desarrollo de la agricultura de riego
una expansión sustancial del área agrícola del valle, en la mayor parte de su superficie. Esta transfor-
si bien si se apreciaría una cierta recuperación de mación crucial le permitirá al Estado disponer de
la inversión destinada a la construcción de arqui- una generosa fuente de excedentes productivos y
tectura monumental, mayormente concentrada en desarrollar otras obras públicas fundamentales
el sitio de Cerro Oreja. Sin embargo, la naturale- para la administración y el sustento del poder, cual
za de esta arquitectura sería relativamente similar es el caso de la grandiosa arquitectura monumen-
a la del período anterior, en cuanto parece haber tal presente en sus principales centros urbanos.
estado estrechamente ligada al manejo de la elite, Moche se constituye así en uno de los Estados
pero sin un mayor despliegue formal orientado a con el más alto nivel de desarrollo de las fuerzas
la comunicación y convocatoria de la población. productivas de su tiempo en los Andes Centrales,
Una explicación a esta configuración, en cuan- con una economía, que combina exitosamente la
to se refiere a la distribución de los sitios y a la producción agraria y la intensificación de la pro-
ocupación del espacio en el valle, podría encon- ducción de manufacturas, lo que se traduce en
trar respuesta en la presencia de conflictos, gene- una acentuada división social del trabajo y mar-
rados por la posible incursión en el valle de co- cados niveles de especialización productiva. Esta
munidades provenientes de los valles vecinos o sólida base económica, a la que habría que añadir
desde la serranía. Los argumentos de sustento de la pesca y otras actividades productivas comple-
esta explicación se basarían en el aparente aban- mentarias, da lugar al desarrollo de una estructu-
dono de amplias áreas del valle; la concentración ra social compleja y altamente jerarquizada.
y ubicación de los sitios en áreas naturalmente Pero este formidable poder económico del
protegidas; y el renovado énfasis en la construc- Estado es indesligable de la estructuración de un
ción de fortificaciones y de defensas en muchos sistema ideológico altamente persuasivo, cuyo
de los sitios (Billman 1999: 150-153). Para este poder se manifiesta y transmite a traves de la ar-
mismo período se señala una fuerte interacción quitectura monumental y del arte de sus
de muchos sitios con comunidades de la serranía, sofisticadas manufacturas, se exalta reiteradamente
a partir de una consistente presencia de cerámica en sus rituales y ceremonias. Un poder ideológico
de esta proveniencia en la mayoría de que debió ser capaz de convocar a la población a
asentamientos localizados en el valle medio alto, la realización de grandiosas obras públicas, como
lo que podría también ser explicado por la pre- a participar de hazañas guerreras. Este poder ma-
sencia directa —vía la colonización o mediante la nifiesta su estremecedora fuerza en la encarnación
ocupación forzada— de poblaciones de la serra- de sus divinidades míticas por parte de los miem-
nía en estos sectores del valle de Moche. Esta si- bros de la elite —que de este modo fueron
tuación se prolongaría hasta el Gallinazo Tardío sacralizados en la vida y en la muerte— al igual
y el contemporáneo surgimiento del Moche que en la disposición de vidas humanas para su
temprano (Billman et al. 1999). sacrificio en el clímax de ciertos rituales, o para
Mientras que posteriormente, a partir de las servir de acompañantes en las tumbas de elite a la
fases tempranas de Moche, el desarrollo de una muerte de sus señores.
entidad política unificada con renovado poder, le No es tampoco ajeno a las esferas del poder
habría permitido consolidar su dominio sobre el del Estado moche, el arte de la guerra y el ejerci-
valle medio, para luego hacerlo extensivo a todo cio bélico de la fuerza, ya que está ampliamente
el territorio de este. En este proceso la nueva sede documentada la presencia de guerreros y su posi-
del poder se habría constituido en el sitio de las ble adscripción a la nobleza que conducía los des-
Huacas del Sol y la Luna, donde se encuentran tinos del Estado teocrático. La presencia de un
evidencias de la preexistencia de un asentamiento aparato militar en el seno del Estado, no sólo ha-
gallinazo de características poco definidas, ya que bría servido de soporte para consolidar su poder
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 177
en el valle sino que, en su momento, también ha- magma volcánico. Estas singulares características
bría adquirido un rol de especial importancia du- naturales y paisajísticas y su incuestionable loca-
rante su posterior expansión hacia los territorios lización estratégica, dominando con su mole la
de los valles que se encuentran en la región al sur margen Sur del valle de Moche, debieron de atraer
de Moche.8 de siempre la atención de sus moradores
Esta nueva realidad, generada por la afirma- ancestrales y ser un lugar llamado a convertirse
ción de la formación social Moche, se reflejaría en en sede privilegiada de sucesivas ocupaciones.
el plano territorial con un patrón de asentamiento Efectivamente, en la parte media de su empinada
que presenta una amplia distribución de los sitios ladera orientada al Oeste, se hallaron evidencias
en toda la extensión del valle. De otro lado, se de una especial y temprana ocupación Salinar,
percibe una marcada organización jerarquizada de correspondiente al Formativo superior (Bourget
los asentamientos, entre los que sobresale amplia- 1997b), mientras que en la planicie que luego
mente el centro principal correspondiente a la ciu- ocupó el Complejo de las Huacas del Sol y la
dad Moche de las Huacas del Sol y la Luna. Luna, se encontraron diversas evidencias corres-
pondientes a una ocupación Gallinazo, que fue-
ron cubiertas por las construcciones de la larga
La ciudad Moche de las Huacas del Sol y la ocupación Moche del sitio (Moseley 1992).
Luna Es evidente que esta singular aura del Cerro
Blanco no fue ajena a los Moche y es sugerente
El Cerro Blanco representa un destacado hito na- suponer que en la selección de la localización del
tural entre el valle bajo y medio de Moche, su vo- sitio principal de esta cultura, este hito natural
lumen piramidal de granito se eleva resplandeciente debió asumir el rol de cerro tutelar o Apu, en un
unos 500 m. por encima del nivel de valle, mien- marco propio de las tradiciones correspondien-
tras la superficie de sus faldas es surcada dramáti- tes a la cosmovisión andina .9 Esto lo identifica
camente por negros afloramientos tectónicos de en sí mismo como un centro de actividad cere-
8
Tal como se expresa ampliamente en las representaciones iconográficas y se constata en una serie de hallazgos arqueológicos,
todo indicaría que los Moche habrían innovado y desarrollado nuevas armas y otros instrumentos de combate, revolucionando las
técnicas propias del arte de la guerra en el contexto histórico de la época. Este fenómeno se manifiesta con la presencia de un
conjunto de efectivas armas de ataque, como son: porras, cuchillos, lanzas o jabalinas, estólicas y dardos; así como de eficaces
elementos de defensa cuales son: escudos, cascos, protectores coxales y petos.
9
Muchos de los principales sitios Moche están estrechamente relacionados con grandes cerros y emplazados bajo la silueta
protectora de los mismos, tal es el caso de Pampa Grande en Lambayeque, Mocollope en Chicama, el propio sitio de Moche,
Huancaco en el valle de Virú e inclusive el sitio de Pañamarca en Nepeña, que se asienta sobre un afloramiento rocoso existente
en el piso del valle, presentando un manejo especial de este entorno. De otro lado, la cultura moche documenta un amplio
repertorio iconográfico relacionado con representaciones que parecen corresponder al sacrificio por despeñamiento desde la cima
de determinados cerros.
178 JOSÉ CANZIANI
monial y objeto de rituales propiciatorios asocia- nan hasta el día de hoy el paisaje del valle— se
dos con sacrificios, incluyendo los humanos. A emplaza al pie del Cerro Blanco a unos 6 km del
este propósito, es de destacar que en el complejo litoral, en la margen izquierda del valle y en una
de la Huaca de la Luna, la construcción de la Pla- ubicación de transición entre el valle bajo y el valle
taforma II incorporó de una forma muy especial medio, lo que también refleja la proyección estra-
en su patio central un afloramiento de roca natu- tégica del sitio con relación a los sectores del valle
ral, que semeja una pequeña replica del Cerro que concentran la mayor extensión de tierras agrí-
Blanco. La sacralización de este elemento natural, colas.
especialmente adscrito a la arquitectura ceremo- Para los viandantes que en época Moche se
nial del complejo, es refrendado por los multiples aproximaran a este notable centro urbano, capi-
hallazgos correspondientes a diversos eventos de tal de una de las más poderosas organizaciones
sacrificios humanos llevados a cabo en sus inme- estatales regionales, el impacto visual de las cons-
diatos alrededores (Bourget 1997a, 1998; Bourget trucciones piramidales debió ser aún mucho ma-
y Millaire 2000; Verano 1998). yor que el actual, ya que estas edificaciones estu-
El complejo arqueológico de las Huacas del vieron pintadas con colores llamativos como el
Sol y la Luna —cuyos notables volúmenes domi- rojo y el amarillo ocre. Sin embargo, quizás la
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 179
mayor impresión debió darse al ingresar a esta ciu- ancho, con una altura que habría superado los 35
dad de poco más de 100 ha.10 que se asentaba m en la cúspide de la pirámide al sur del conjunto.
sobre una extensa explanada y tener la visión de la El monumento lamentablemente se encuentra
aglomeración de los edificios públicos, los pala- reducido probablemente a un tercio de su volumen
cios y viviendas de la elite, los talleres destinados original, ya que durante la época colonial —a ini-
a la producción de distintas manufacturas, las ins- cios del siglo XVII— se desvío el cauce del río
talaciones de almacenamiento, además de los ba- Moche con el propósito de saquear la Huaca. Si
rrios donde se ubicaban las viviendas de los arte- bien esta acción destruyó todo el sector noroeste,
sanos, los siervos y el conjunto de pobladores ur- felizmente se conservaron los frentes de los flan-
banos supeditados a las diferentes actividades que cos Sur y Este del monumento, lo que permite
tenían lugar en la ciudad o que se congregaban en reconstruir hipotéticamente su forma original. Se
esta bajo el mandato de los principales dignatarios puede suponer así que esta grandiosa edificación
de la elite urbana. Por encima de esta densa trama estuvo conformada por una larga plataforma rec-
de estructuras, ordenada por el trazo de calles y tangular, en cuya sección central se desarrollaba
angostos pasajes, y a ambos extremos de la ciudad la intersección de una plataforma transversal, que
se erguían, con sus siluetas omnipresentes, las dos daría lugar —asumiendo que el planteamiento
enormes edificaciones construidas íntegramente fuera simétrico— a una planta en forma de cruz
con adobes, al Oeste la mole colosal de la Huaca de brazos cortos. En cuanto a su volumetría, pre-
del Sol en proximidad del río Moche, y al Este la senta su menor altura en la sección norteña y —si
Huaca de la Luna al pie del Cerro Blanco, expre- se siguieron los cánones usuales de la tradición
sando una forma de ordenamiento dual del espa- arquitectónica Moche— posiblemente al extremo
cio urbano, en el que se asociada las dos principa- de esta plataforma baja y adosada a la misma, se
les edificaciones de la ciudad a estos dos trascen- debió disponer de una rampa de acceso, cuyo trazo
dentes hitos geográficos. quizás estuvo inscrito en el marco de una plaza
proyectada hacia el norte, tal como recurrente-
La Huaca del Sol mente se aprecia en algunos de los principales
monumentos moche. La sección media, confor-
La edificación piramidal de la Huaca del Sol ha- mada por la plataforma transversal, y aparente-
bría tenido originalmente por lo menos unos 345 mente también la estrecha sección del extremo Sur
m de largo en su eje Norte –Sur y unos 160 m de del monumento, tuvieron una altura algo mayor
º0
Esta estimación comprende, tanto la extensión actual del sitio con evidentes vestigios arqueológicos de la época, como
también el área destruida de la Huaca del Sol y aquellas aledañas que presumiblemente debieron encontrarse frente al flanco
Oeste de este monumento, y que desaparecieron con el desvío intencional del río durante la época colonial, con el propósito de
saquear los tesoros que se supone contenía la Huaca.
180 JOSÉ CANZIANI
11
Esta observación es cierta considerando la destrucción de la plataforma superior de la edificación piramidal de la última
fase, y de la cual tan sólo se conserva parte del flanco del lado Este. Sin embargo, haciendo una analogía con los métodos de
investigación empleados en las superposiciones arquitectónicas de Huaca de la Luna, no es de descartar que en el futuro se
puedan dar a conocer estructuras de edificaciones de las fases previas en correspondencia con este sector, al igual que en otros
sectores del monumento, lo que permitiría aproximarnos a las características formales y funcionales que habrían tenido estos
espacios arquitectónicos de la Huaca del Sol en las fase tempranas.
12
El fechado temprano de estas estructuras estaría confirmado por su asociación con el hallazgo de una tumba de cámara,
correspondiente a un personaje de elite con un importante ajuar funerario de la fase Moche II (Herrera y Chauchat 2003).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 181
ubicados en un área de importancia por su proxi- momento esta sección norteña fue incorporada
midad a la sección que entonces correspondía a la tardíamente a la edificación de la Huaca del Sol,
zona de acceso a la Huaca del Sol. Finalmente a representando una notable expansión del área de
todas estas estructuras se superponen rellenos la planta y volumen de la edificación. Este evento
masivos con bloques de adobes tramados de gran constructivo posiblemente fue parte de otras im-
altura, por lo queda establecido que recién en ese portantes intervenciones tardías, como las que se
registran en la sección sur de la Huaca, y que en
Fig. 193. Bloques constructivos de adobes tramados en el corte al
suroeste de la Huaca del Sol (Canziani).
conjunto definieron la forma que hoy en día par-
cialmente conocemos (Herrera y Chauchat 2003).
En cuanto a las características constructivas de
la Huaca del Sol, se aprecia que el volumen de la
pirámide ha sido construido íntegramente con
adobes paralelepípedos elaborados con moldes lla-
nos, posiblemente gaveras de madera labrada. Se
estima que en la construcción de este gigantesco
montículo se emplearon algo más de 100 millo-
nes de adobes. Pero, para tener una mejor idea de
la enorme inversión de trabajo comprometida en
esta edificación, también es importante notar que
los adobes que conforman los rellenos construc-
tivos están dispuestos en un aparejo trabado, en
cuya ejecución se aplicó abundante mortero de
barro. A su vez, los rellenos constructivos están
estructurados formando bloques verticales,
adosados unos a otros.
El examen de estos distintos bloques o seccio-
nes constructivas de los rellenos, llevó a los inves-
tigadores a observar la existencia de distintas mar-
cas en los adobes, identificándose cerca de cien
marcas que fueron aplicadas en una de las caras
de estos. Lo notable del caso, es que se advirtió
que estas distintas marcas, correspondían exclusi-
vamente a los diferentes bloques examinados,
observándose además que todos los adobes que
182 JOSÉ CANZIANI
13
Actividades de esta naturaleza se han documentado para la Costa Norte en complejos tardíos, como es el caso de las
llamadas “ciudadelas” de Chanchán, donde las plazas y los patios principales –que tenían ambientes anexos de cocina- eran
aparentemente espacios donde se realizaban rituales de distinta índole, inclusive funerarios, y donde se consumía chicha y posi-
blemente algunos alimentos.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 183
En segundo lugar, se puede observar que en I), tiene una planta cuadrangular de unos 100 m
los estratos inferiores de la Huaca del Sol la secuen- de lado y más de 25 m de altura. con relación a la
cia de superposiciones es bastante densa y cons- planicie, y posiblemente alcanzó una altura de hasta
tante, mientras que en la parte superior —que unos 32 m considerando la elevación de las estruc-
corresponde prácticamente a la mitad de la altura turas del último edificio (A), del cual actualmente
de la pirámide— se aprecia un voluminoso relleno tan sólo se conservan algunas bases de sus muros
que corresponde a un solo gran evento construc- (Uceda et al. 1994, Uceda y Canziani 1998).
tivo. Estos datos revelarían que la edificación du- Tanto la Plataforma Principal de la Huaca de
rante sus épocas tempranas habría tenido una al- la Luna como las diferentes estructuras del con-
tura relativamente discreta y posiblemente menor junto, al igual que la Huaca del Sol, están cons-
que la Huaca de la Luna; mientras que —aparen- truidas mayormente con adobes paralelepípedos
temente durante la fase Moche IV— se habría hechos con moldes llanos. Sin embargo, es preci-
dado curso, compulsivamente, a la extraordinaria so destacar dos notables diferencias que señalan
elevación del monumento, duplicando o que en el caso de la Huaca de la Luna, los edifi-
triplicando su altura original mediante la erección cios de las épocas tempranas —como es el caso
de enormes rellenos constructivos, hasta alcanzar del Edificio D— tendrían en sus rellenos una pro-
la notable elevación y volumen que hasta el día de porción similar entre adobes con marca de caña y
hoy parcialmente conserva. adobes con molde llano (Montoya 1998: 23); de
otro lado, los adobes que presentan marcas cons-
La Huaca de la Luna tituyen un porcentaje menor, sino irrelevante con
relación a la totalidad, lo que llevaría a suponer
Este complejo monumental se asienta en la ladera que el marcado de los adobes pudiera ser una tra-
que se encuentra al pie del Cerro Blanco. El con- dición moche que se manifiesta algo tardíamente
junto tiene una extensión de más de 6 Ha con en esta región14 y que, por lo tanto, no habría in-
300 m de Norte a Sur y 220 m de Este a Oeste y cidido mayormente en la Huaca de la Luna, apa-
está dominado por la voluminosa Plataforma Prin- rentemente algo más temprana que la Huaca del
cipal que se ubica al suroeste del sitio (Uceda et Sol. De esto se puede concluir que la tradición de
al. 1994). Esta Plataforma Principal (o Plataforma marcar los adobes sería algo tardía en el complejo
14
Lo contrario acontecería con relación al moche norteño, ya que en la plataforma funeraria de Sipán (Lambayeque) aparen-
temente asociada al Moche Medio, se aprecia una consistente práctica de la tradición del marcado de los adobes, donde
sistemáticamente casi todos los adobes son signados en las distintas secciones con sendas marcas, disponiéndose los adobes en el
aparejo de relleno con la cara marcada hacia arriba. (Susana Meneses 1987: com. pers.; Alva y Donnan 1993: 43-44).
184 JOSÉ CANZIANI
15
En este caso, el escalonado horizontal del frontis da paso a un volumen de sección triangular, cuya hipotenusa corresponde
a la superficie ascendente de la rampa adosada a la plataforma. Por lo tanto, en vez de los paneles rectangulares que decoran los
escalones horizontales, en este sector el tratamiento del paramento ha sido resuelto magistralmente dentro de un largo panel
triangular, inscribiendo en él la representación ondulante de una serpiente (boa?), cuyo cuerpo sinuoso ajusta la dimensión de sus
ondulaciones a la progresiva ampliación de la superficie triangular, iniciándose por la cola en proximidad del vértice, para culmi-
nar con la representación de la cabeza del ser en proximidad del acceso principal de la plataforma (Morales 2003: fig. 14.16).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 185
relieves y representaciones realizadas con pintura eje mayor de la plaza y su conexión espacial con
policroma (Morales 2003); como por ser la facha- la Plataforma Principal establecen claramente una
da del edificio asociada a la Plaza Ceremonial, que direccionalidad —no solamente arquitectónica
debió constituir el espacio de congregación y de sino también cosmológica— cuya orientación se
acceso principal al complejo. De esta manera, el desarrollaba de Norte a Sur.16
16
Se observa que la orientación y dirección Norte–Sur de las conexiones espaciales: ingreso / plaza / frontis principal, es
recurrente y dominante no solamente en la Huaca de la Luna -donde se aprecia también en espacios interiores de la misma, como
es el caso del patio de los relieves - sino también en muchos de los principales monumentos moche. Esta orientación “sacra” con
evidentes connotaciones rituales es inclusive asumida en la mayoría de los enterramientos, desde los más modestos hasta las
magníficas cámaras funerarias de elite, donde generalmente la cabeza del difunto está dispuesta hacia el Sur y donde se concentran
las principales ofrendas del ajuar funerario, o se dispone en las cámaras de elementos arquitectónicos como nichos u hornacinas.
186 JOSÉ CANZIANI
El especial acabado del frontis norte de Huaca de pescador; el quinto con el ‘ser lunar’; el sexto
de la Luna, con sus escalones profusamente deco- comprende la rampa adosada a la pirámide, de-
rados con relieves, revela la notable relevancia ri- corada con el movimiento ondulante de una gi-
tual de la actividades que se desarrollaban en la gantesca serpiente, mientras su continuación pre-
Plaza Ceremonial; mientras que la organización senta paneles con el rostro del dios Ai Apaec con
de los motivos representados en los relieves de los extremidades de aves rapaces; finalmente, el sép-
distintos escalones, expresa el desarrollo de un timo escalón representa al “dios de las montañas”
complejo discurso iconográfico. El primer esca- con apéndices que rematan en cabezas de
lón representa el desfile de guerreros triunfantes cóndores.
conduciendo a los prisioneros; el segundo a los Los relieves del primer escalón con la escena
oferentes o danzantes; el tercero paneles con la de los prisioneros se interrumpe en la esquina su-
imagen de la Araña decapitadora; el cuarto al dios reste de la Plaza Ceremonial, donde se ubica un
conocido como el ‘mellizo marino’ con atributos Recinto Esquinero cuyos muros presentan relieves
policromos, con extraordinarias escenas realiza- 4), conforme el conjunto asciende manejando la
das con gran maestría artística. La edificación está pendiente natural de la ladera, para rematar en
construida sobre una pequeña plataforma a la cual dos plataformas algo menores, una al noreste (Pla-
se ascendía por medio de una pequeña rampa y taforma III) aparentemente exenta y otra al sures-
presenta dos ambientes techados a dos aguas. El te (Plataforma II) totalmente integrada al com-
primer ambiente era abierto hacia la plaza, donde plejo. En estos espacios y plataformas, es evidente
el techo estaba soportado mediante postes, y ha- que se establece un eje de orientación secundario
bría funcionado a modo de vestíbulo o antesala en dirección Oeste – Este –por lo tanto transver-
del segundo ambiente cerrado, al que se ingresa- sal al eje principal- y que debió privilegiar la vi-
ba por la puerta ubicada en la esquina. El Recinto sión de fondo hacia el Cerro Blanco, en sus con-
Esquinero revela su rol destacado ya que sus mu- dición de cerro tutelar. La importancia de éste eje
ros exteriores lucen extraordinarios relieves poli- lateral orientado hacia el este se manifiesta tam-
cromos, con motivos de notable elaboración y bién en el tratamiento con decoraciones murales
belleza. Estos representan en el muro lateral hacia y la presencia de galerías techadas en los paramen-
el oeste escenas de combate entre guerreros, y en tos del lado Este de la Plaza 2, lo que le otorga un
los dos murales que forman el ambiente abierto carácter bastante significativo (Uceda et al.1997:
hacia la plaza, un conjunto de motivos y escenas 20-21; Uceda y Tufinio 2003).
cuya composición y tratamiento revelan su nota- Cerrando del lado Sur el complejo de la Huaca
ble significación simbólica. de la Luna se encuentra un ancho y alto muro
Como hemos ya mencionado, la Plaza Cere- que corre por 180 m. paralelo a las Plataformas I
monial de la Huaca de la Luna se conecta por y II, para proseguir hasta los contrafuertes rocosos
medio de rampas con otras amplias terrazas y pla- del Cerro Blanco con un trayecto total de más de
zas menores hacia el Este y Sureste (Plazas 2, 3 y 300 m. de largo. Si bien este muro forma con el
flanco Sur de la Plataforma Principal (I) y la Pla-
Fig. 201. Detalle de la gran rampa con parapetos que permitía el taforma II una suerte de corredor perimétrico, aún
ascenso desde la Plaza ceremonial a la Plataforma Principal no está del todo claro si operó como un elemento
(Canziani).
secundario de acceso y circulación del complejo,
a partir de la esquina suroeste de la Plataforma
Principal, o si simplemente constituyó un elemen-
to que demarcaba física y simbólicamente la sepa-
ración del complejo ceremonial respecto a los sec-
tores del centro urbano próximos a éste. En todo
caso, es importante notar que la proyección del lado
sur de la Plataforma I como del muro perimétrico
sur, tiene continuidad en el trazo de una gran cal-
zada o avenida (Avenida 2) orientada Este–Oes-
te, que corre al sur del Conjunto Arquitectónico
n. 8 y que se prolonga luego en pasajes menores.
Este dato permite suponer que la directriz gene-
rada por el flanco Sur de la Huaca de la Luna,
constituyó uno de los principales ejes de organi-
zación de la trama urbana de la ciudad de Moche.
17
Para tener una idea de la envergadura de estas remodelaciones, bastaría señalar que en algunas de ellas hemos estimado que
se requirió fabricar y luego disponer en los aparejos de los rellenos constructivos, entre 3 a 4 millones de adobes, sin considerar
la erección de muros y otras estructuras correspondientes a los distintos espacios arquitectónicos. Este sólo dato puede ilustrar la
extraordinaria dimensión de la fuerza de trabajo necesaria para su ejecución y, por cierto, de la imprescindible disponibilidad de
abundantes excedentes productivos para la ejecución de este tipo de obras públicas. Evidentemente, es difícil imaginar que estas
condiciones se dieran en una situación de crisis, como la que habría generado alguna severa catástrofe natural, donde más bien el
capital social disponible debió ser destinado a reparar los daños sufridos por la infraestructura agraria y a paliar las consecuencias
de la crisis .
190 JOSÉ CANZIANI
18
Es importante advertir que esta secuencia corresponde al ordenamiento propio de la estratigrafía arqueológica, que parte
del examen de los niveles superiores o superficiales para ir abordando la sucesión de niveles inferiores. De esta manera, el orden
de esta secuencia —que va de lo más reciente a lo más antiguo— es necesariamente inversa a la que se dio en términos históricos.
Por lo tanto, en este caso, el último edificio corresponde a “A”, mientras que las evidencias más antiguas hasta el momento
corresponden al edificio “E”.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 191
El Patio Ceremonial
19
El Patio Ceremonial correspondiente al Edificio de la época B/C tuvo unos 60 m. de este a oeste y unos 47 m. de norte a
sur, con un área de más de 2,800 m2.
192 JOSÉ CANZIANI
de 90 cm de ancho. Los muros que cerraban en aislamiento del resto de actividades desarrolladas
ese entonces el patio estuvieron enlucidos y pin- en los demás espacios de la edificación.
tados de blanco hacia el interior y rojo hacia el Del examen de las excavaciones arqueológicas
exterior, es decir una diferencia significativa con y de los cortes existentes en la Plataforma Princi-
relación a los edificios posteriores, en cuanto se pal, queda claro que las fachadas que presentaba
deduciría que los paramentos interiores de esta esta edificación en sus diferentes momentos de su
versión temprana del patio no incorporaban aún larga historia tuvieron un tratamiento escalonado.
el sofisticado acabado con relieves policromos. En algunos casos, estos escalonamientos sirvieron
Dado lo limitado de las excavaciones conducidas para resolver el sistema de circulación por el perí-
en el patio del Edificio E, no es posible conocer si metro de los distintos edificios. Esto es evidente a
en este estuvo presente alguna estructura esquinera partir del registro de la existencia de parapetos en
y, de otro lado, tampoco se puede descartar que algunos de estos escalonamientos —dando a en-
los patios de los Edificios A, B/C y D pudieran tender que operaron como pasarelas o rondas—
haber contenido algún tipo de pequeña platafor- o también porqué se conectan con niveles de pi-
ma o altar como la registrada en el espacio del sos y accesos de determinados ambientes o recin-
patio del Edificio E, si bien por el momento no se tos. En cuanto a los acabados, si el frontis princi-
ha hallado alguna evidencia al respecto. pal hacia el norte tuvo un tratamiento especial
con relieves y motivos elaborados con pintura
Las Salas con Pilares policroma, los otros frentes tuvieron un acabado
más sencillo, aunque siempre enlucidos y pinta-
Finalmente el cuadrante suroeste, es por demás
interesante ya que aquí se ha documentado la exis- Fig. 206. Reconstrucción isométrica de las Salas con pilares en el
tencia de recintos rectangulares techados a dos sector al sur oeste de la Plataforma Principal de la Huaca de la Luna
aguas, cuyas estructuras de cobertura fueron so- (Proyecto Arqueológico de las Huacas del Sol y la Luna).
portadas mediante pilares y pilastras. Estos recin-
tos acabados con pintura blanca, además de los
vanos de acceso, presentan el desarrollo de venta-
nas altas y de grandes hornacinas que se disponen
de manera modular en los paramentos interiores.
Las características morfológicas de estos ambien-
tes, sus accesos relativamente restringidos y lo in-
trincado de su circulación, sugieren que debieron
de estar destinados a resolver una función posi-
blemente reservada a los oficiantes del culto, ya
que estas salas manifiestan un marcado nivel de
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 193
dos de color. Existiendo evidencias en el frente rentemente, todos los espacios abiertos relaciona-
oeste de la Plataforma Principal de la aplicación dos con el frontis de la Plataforma II y que la co-
de rojo y blanco, posiblemente de forma alterna nectaban con la Plataforma Principal, estuvieron
(Uceda com. pers. 2003). asociados con eventos de sacrificios humanos, es-
pecialmente el recinto 3A ubicado frente a la Pla-
La Roca Sagrada y los Recintos de los Sacrificios taforma II, donde se dispusieron los cuerpos de
los sacrificados concentrándolos al pie de la roca
Las investigaciones arqueológicas desarrolladas en sagrada. Más al oeste los recintos 3B y 3C tienen
el sector de la Plataforma II ofrecen una revela- al centro edificios techados de planta rectangular,
ción ciertamente sobrecogedora, como es que fren- que parece también tuvieron una especial partici-
te esta estructura se sacrificaron o, en todo caso, pación en este tipo de rituales, dado el hallazgo
se dispusieron los cuerpos de quienes fueron víc- de restos óseos humanos como de vasijas de barro
timas de eventos asociados a rituales de sacrificios crudo representando prisioneros, las que
humanos.20 Como ya manifestamos anteriormen- significativamente también fueron “sacrificadas”
te, la Plataforma II presenta un rasgo muy signifi- al presentar evidencias de haber sido destrozadas
cativo, en el sentido de que su construcción se con piedras o con golpes de porra (Bourget 1997,
diseñó de tal forma que incorporara parcialmente Montoya 1997, Orbegoso 1998, Bourget y
en su volumen un afloramiento de roca natural Millaire 2000).
de granodiorita, que asemeja en pequeña escala la Los datos disponibles indicarían que la Plata-
imagen del Cerro Blanco. De esta manera el fron- forma II fue construida en un único momento
tis de la plataforma presenta la roca emergiendo constructivo, que se presume corresponde a la vi-
de su volumen, a la vez que este la envuelve. Apa- gencia del Edificio B/C de la Plataforma Principal,
20
Los análisis de antropología forense revelan que se trató de hombres jóvenes de buena contextura, en los que se observó
evidencias de fracturas soldadas o regeneradas, dando a entender que en su vida fueron protagonistas de actos violentos interpersonales
(en cuanto soldados o guerreros) y que antes de su muerte fueron sometidos a ciertos actos de tortura (Verano 1998). La asocia-
ción de los cuerpos con la deposición de limo aluvial daría cuerpo a la interpretación de que estos rituales estuvieron asociados a
eventos críticos como El Niño, donde los sacrificios humanos habrían servido de preciada ofrenda para conjurar sus efectos
muchas veces catastróficos en términos económicos y sociales (Bourget 1997, 1998). De otro lado, la escena conocida como la
“presentación” o “ceremonia del sacrificio”, ampliamente representada en la pictografía de la cerámica moche, como también en la
pintura mural de algunos de sus principales monumentos (véase Pañamarca), ilustra el desarrollo de rituales que incluyeron el
sacrificio de prisioneros, cuya sangre era aparentemente presentada en copas para su libación u ofrenda por parte de personajes
divinizados (Ver Donnan y Castillo 1994).
194 JOSÉ CANZIANI
dado que las últimas intervenciones en esta serían tructuras en ser construidas antes del abandono
contemporáneas con el Edificio A (Bourget y del complejo. Esta hipótesis está en parte basada
Millaire 2000). Sobre el piso de la Plataforma II en que la construcción de ésta plataforma fue he-
no se hallaron restos de muros sino hoyos de pos- cha en un 90% con adobes que presentan marcas
tes, lo que permite suponer que por lo menos una que, como se ha visto, corresponde a una práctica
parte de su superficie fue cubierta con techos. tardía en las construcciones del sitio (Uceda y
Intruyendo en el relleno constructivo se dispusie- Mujica1997: 12). Finalmente, cabe señalar que
ron algunas tumbas que se concentraron también
del lado norte de la plataforma (Bourget 1998: Fig. 213. Detalle del rostro de una vasija escultórica de arcilla cruda
60-61). representando un prisionero proveniente de los Recintos de los Sa-
crificios del sector de la Roca Sagrada. En este sector fueron halla-
Finalmente, los trabajos de Bourget (1997, das frecuentes evidencias de vasijas rotas, a manera de sacrificio sim-
1998) revelaron claramente que la mayoría de los bólico (Proyecto Arqueológico de las Huacas del Sol y la Luna).
cuerpos de los sacrificados hallados en el recinto
frente a la Roca Sagrada, fueron depositados so-
bre limo aluvial aún fresco —que se habría gene-
rado como consecuencia de un posible evento de
El Niño— mientras que otro grupo menor lo fue
sobre depósitos eólicos de arena que no habían
cubierto aún los cuerpos de los primeros. Es su-
mamente revelador que todos los cuerpos de los
distintos eventos de sacrificios fueran deposita-
dos en una zona inmediatamente al pie de la roca
sagrada de la Plataforma II, y que se hallaran en
estos contextos estatuillas de barro crudo repre-
sentando prisioneros, que fueron rotas ex profeso
a modo de sacrificio figurado.
En el extremo noreste del complejo de la Huaca
de la Luna se encuentra la Plataforma III, la que
también tiene un eje de orientación oeste – este y
se asocia en su frente oeste con un atrio o plaza
(Plaza 4). En esta edificación recientemente tan
sólo se han realizado trabajos preliminares, los que
han revelado que ésta sería una de las últimas es-
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 195
en algunos paramentos de la plataforma se docu- o “ciudad” entre las dos colosales huacas, y de los
mentó hace unas décadas la presencia de pinturas trabajos de investigación desarrollados en los años
murales, que representaban escenas que han sido ’70, que expusieron la presencia de complejos re-
dadas a conocer como el tema de la ‘rebelión de los sidenciales e indicios de la existencia de talleres
artefactos’, donde una serie de objetos animados (Topic 1982); en la última década se han desarro-
por rasgos antropomorfos persiguen, dan batalla llado excavaciones arqueológicas extensivas, que
y capturan a seres humanos (Bonavia 1974) . se han concentrado en distintas áreas ubicadas en
En cuanto a su función, la Huaca de la Luna el sector sur de la planicie entre las dos grandes
proclama su manifiesto carácter ceremonial. Even- Huacas (Uceda y Armas 1997, Chapdelaine et al.
tos tan dramáticos como el sacrificio de prisione- 1997, Chapdelaine 1998, Tello 1998, Tello et al.
ros debieron ser de enorme trascendencia ritual 2003).
(Bourget 2001, Verano 2001). Sin embargo, por A la luz de estas recientes excavaciones, se está
lo mismo, estos debieron estar circunscritos a revelando un nuevo panorama sobre las zonas
momentos definidos del calendario ceremonial o urbanas donde se concentró el grueso de las es-
a conjurar eventos críticos como el desencadena- tructuras y población de la ciudad, definiéndose
miento de fenómenos de El Niño. Por otra parte, una serie de conjuntos habitacionales así como
no podemos perder de vista que, dada la comple- otros conjuntos caracterizados por su arquitectura
jidad espacial de la arquitectura de la Huaca, en pública. En cuanto a los conjuntos habitacionales,
ésta se debieron resolver también asuntos mun- algunos datos indicarían que estos además de las
danos y los que imponía la propia rutina de la actividades domésticas también incorporaron el
administración burocrática cotidiana, tales como: desarrollo de actividades productivas o adminis-
el manejo y regulación del sistema de irrigación; trativas; mientras que los conjuntos que corres-
el registro calendárico; el intercambio y distribu- ponden a arquitectura pública, estuvieron rela-
ción de bienes; la administración de la tributación; cionados con actividades rituales o político-ad-
y toda una serie de labores altamente especializa- ministrativas, así como con el desarrollo de
das que estuvieron consubstanciadas con la actividades productivas de tipo especializado, cual
cosmovisión propia del orden social y político del es el caso de los talleres. Por su parte, este último
Estado teocrático (Canziani 2004). tipo de arquitectura pública en muchos casos no
excluye, si no más bien incorpora, ciertos espacios
Los sectores urbanos y sus conjuntos arquitectónicos destinados al desarrollo de funciones domésticas
o, simplemente, a la preparación y consumo de
Luego de los estudios iniciales de Uhle alimentos.
([1913]1998), que señaló la existencia de muchas Estas excavaciones, además de contribuir a es-
otras estructuras menores formando un “pueblo” tablecer los patrones arquitectónicos y sus varian-
196 JOSÉ CANZIANI
tes tipológicas, están empezando a definir una tra- permiten percibir también otros atributos propios
ma urbana que exhibe ciertos niveles de planifi- de este tipo de asentamientos. Este es el caso de la
cación, como son la presencia de espacios públi- existencia de zonas o sectores urbanos con ciertos
cos; un sistema de circulación por medio de ave- niveles de especialización, en cuanto se refiere a la
nidas y pasajes que, a su vez, definen ejes de función de las estructuras que se concentran en
articulación urbana y la posible delimitación en- ellos, lo que en términos modernos se conoce
tre sectores; así como la existencia de determina- como “zonificación”. De esta manera, podríamos
dos servicios, cual es el caso de canales para el tener ciertos sectores congregando estructuras
abastecimiento de agua. Es decir, conforme avan- habitacionales de bajo status; otros con residen-
zan las investigaciones, nos estamos aproximan- cias o palacios de la elite que se estarían agrupan-
do de manera progresiva a la definición de los atri- do en proximidad de la Huaca del Sol; mientras
butos que permiten establecer la trascendencia de que en otras zonas se manifestaría la tendencia a
un centro urbano como el de Moche al nivel de concentrar actividades manufactureras (alfarería,
ciudad (Canziani 2003a, 2004) metalurgia, orfebrería, textilería, elaboración de
Si bien el porcentaje del área excavada es aún chicha, etc.) e, inclusive, de determinado tipo de
bastante reducido, con relación a la extensión to- manufactura, cual es el caso de la producción de
tal que abarcó la ciudad, los datos disponibles cerámica fina en talleres ubicados en cercanía de
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 197
la Huaca de la Luna (Uceda et al. 1997); o de La presencia de amplias calles o avenidas, que
sectores con complejos públicos de primer nivel, privilegian la orientación con los ejes cardinales,
como es el que se encuentra asociado a la Plata- cual es el caso de las avenidas 1 y 2, parecen estar
forma Funeraria Uhle, que se ubica sintomática- estableciendo no solamente ciertas directrices para
mente al pie oeste de la Huaca de la Luna y que la circulación de los habitantes de la ciudad, sino
estuvo separado de los demás sectores de la ciu- también la delimitación entre distintos sectores,
dad por la gran calzada o avenida 1 (Pimentel y además de reflejar la existencia de un programa
Álvarez 2000; Chauchat y Gutiérrez 2003). de ordenamiento urbano.21 En algunos de estos
Fig. 215. Plano de los sectores urbanos de la ciudad de Moche ubicados al sur oeste de la Huaca de la Luna, en el que se aprecian los conjuntos
excavados delimitados por avenidas, calles y pasajes (Proyecto Arqueológico de las Huacas del Sol y la Luna).
21
Mientras la Avenida 1, de 11 m de ancho, que corre de norte a sur unos 100 m al oeste de la Huaca de la Luna, parece
separar los conjuntos y arquitectura pública ubicada al pie de la Huaca, como es el caso del extraordinario complejo conocido
como Plataforma Funeraria Uhle (Pimentel y Álvarez 2000, Chauchat y Gutiérrez 2003 ); los tramos explorados de la Avenida 2,
que corre de este a oeste, parecen delimitar el lado sur de estos conjuntos y, al mismo tiempo, proyectar en la trama urbana el eje
delineado por el flanco sur de la Plataforma Principal de la Huaca de la Luna (Tello 1998, Armas et al. 2000). Evidencias notables
de que la planificación de esta trama urbana sería temprana y que se habrían conservado sus ejes de ordenamiento y circulación
hasta las épocas tardías de la ciudad, se han documentado en algunas excavaciones (Tello et al. 2003), donde resulta que el pasaje
(Callejón N-30) limítrofe entre los conjuntos 30 y 35 y que se desarrolla de este a oeste, mantuvo sin mayores variaciones su trazo
desde fases tempranas.
198 JOSÉ CANZIANI
sectores urbanos se ha establecido la presencia de cubículos que pudieron servir para depósito de
pequeñas plazuelas, cuya escala reducida sugeri- granos u otro tipo de productos alimenticios, así
ría que cumplieron diversas funciones asociadas como para determinados insumos destinados a la
directamente con la población que habitaba en producción; contaron también con nichos y
los conjuntos próximos. Por su parte, las aveni- hornacinas útiles para disponer desde enseres hasta
das presentan la intersección de pequeñas calles o objetos de culto; además, se registra la recurrente
pasajes, que servían para dirigirse y acceder a los presencia de tinajas semienterradas en los pisos,
distintos conjuntos arquitectónicos. El acceso a que parece sirvieron para disponer de agua. En
estos conjuntos en algunos casos se realizaba di- otros casos, ciertos ambientes que presentan la sin-
rectamente desde los pasajes, en otros mediante gular disposición de una serie de tinajas o vasijas
cortos corredores o pasadizos que introducían al ordenadas en hilera y empotradas sobre poyos,
interior de los conjuntos. Los ingresos a los con- sugieren el requerimiento de acumular abundan-
juntos presentan vanos con umbrales elevados, sin tes cantidades de líquidos para alguna actividad
embargo esta es una característica que también se en especial, cual es el caso del agua en los talleres
observa frecuentemente en las puertas entre sus de alfarería, o de la producción y/o almacenamien-
ambientes interiores (Tello 1998, Armas et al. to de bebidas como la chicha. También se reporta
2000, Montoya et al. 2000) que estas tinajas pudieran haber servido para el
En cuanto a los conjuntos de función almacenamiento de granos u otros productos ali-
habitacional, su carácter doméstico está eviden- menticios (Tello, 1998, Armas et al. 2000).
ciado por una serie de rasgos característicos, entre Muchos de los ambientes de estas viviendas,
ellos, la presencia de ambientes destinados a coci- debieron desarrollarse al aire libre, pudiendo es-
na, donde es típico hallar fogones hechos dispo- tar provistos de algunos cobertizos o pequeñas
niendo dos hileras paralelas de abobes de canto, áreas techadas para brindar sombra. Este es el caso
que servían para contener la brasa del fogón y de ciertos espacios abiertos o patios, que muchas
apoyar las ollas durante la cocción de los alimen- veces disponen de poyos y que debieron de ope-
tos. En estos mismos ambientes o en otros anexos rar como lugares de desahogo de las viviendas, al
a ellos, se realizaban otras tareas complementarias mismo tiempo que servían para el desarrollo de
de la preparación de alimentos, como es la mo- actividades propias de la vida doméstica. Final-
lienda documentada con la presencia de batanes mente, algunos ambientes techados se reservaron
y manos de moler. Asociados a este tipo de activi- para el descanso y servir como dormitorio, con-
dades domésticas se encuentran también algunos tando con amplias banquetas para el reposo de
pequeños espacios, a modo de botaderos, que sus moradores. Dentro de las viviendas no se ex-
habrían sido destinados para la acumulación de cluye que ciertos ambientes o, inclusive, algunos
los desperdicios generados dentro de la vivienda. elementos arquitectónicos puntuales, pudieran
Los conjuntos habitacionales dispusieron tam- haber estado destinados a prácticas cultistas den-
bién de facilidades destinadas al almacenamien- tro del hogar, como una suerte de altar votivo o
to, tal es el caso de la existencia de pequeños ara familiar (Tello 1998: 121).
Es interesante notar que ciertas diferencias en Algunas excavaciones han explorado reciente-
las características arquitectónicas y constructivas mente en profundidad la evolución y el compor-
de los conjuntos habitacionales también estarían tamiento de algunas unidades en los conjuntos
reflejando diferencias en cuanto a la condición arquitectónicos 30 y 35, resultando algunos da-
social de sus habitantes. Esto es evidente cuando tos preliminares que sugerirían un creciente pro-
se examinan comparativamente las dimensiones ceso de complejización social, donde los habitan-
espaciales de los conjuntos habitacionales; los tes de la ciudad o, por lo menos, de ciertos secto-
materiales y técnicas constructivas empleadas en res de esta tendrían acceso a una mayor variedad
ellos; la presencia y cantidad de estructuras de al- de bienes como a una gama cada vez más amplia
macenamiento; así como los acabados de pisos, de recursos (Tello et al. 2003). Estos datos
paredes e inclusive de los techos, donde se utilizó novedosos permiten establecer una especial corre-
elementos formales que habrían destacado el pres- lación entre la dinámica que condujo al fortaleci-
tigio o especial status de sus moradores.22 Otros miento de las estructuras de poder del estado
aspectos importantes, cual es la continuidad en el Moche —manifiesto en el extraordinario desplie-
uso de las estructuras habitacionales, vinculan la gue de su arquitectura pública monumental— y,
arquitectura de mayor calidad con una mayor del otro, la dinámica de unidades familiares resi-
permanencia de la ocupación, aun cuando se ad- dentes en la ciudad, que accederían a una mejor
vierte la presencia de superposiciones y calidad de vida y a una creciente sofisticación en
remodelaciones; mientras que la arquitectura más sus patrones de consumo, lo que se manifestaría
modesta se relacionaría con una mayor precarie- también en una mayor intensidad en el uso del
dad de la permanencia, marcada por períodos de suelo urbano y en una creciente especialización
desocupación o inclusive por su abandono defi- funcional de los espacios arquitectónicos.23
nitivo (Van Gijseghem 2001).
22
En la pictografía moche, como también en su cerámica escultórica, las representaciones de arquitectura ceremonial así
como de viviendas de elite, presentan una profusa decoración mural, con techos de formas complejas que incluyen ornamentaciones
y su coronación con adornos en forma de porras. Coincidentemente, estas porras decorativas de gran tamaño hechas en cerámica,
han sido halladas en las excavaciones de algunos conjuntos que se presume pudieron ser habitados por personajes de la elite moche
(Tello 1998: 128, Fig. 127), como también en sus templos (Franco et al. 1999).
23
Este proceso se desprendería del análisis de los siguientes datos: el progresivo incremento de la cantidad de cerámica, como
de la variedad de formas que esta expresa; la creciente presencia de artefactos de metal, como de material lítico y de otros abalorios
asociados al prestigio social; el creciente acceso a una mayor diversidad de recursos de subsistencia; mientras que en las unidades
arquitectónicas se observarían eventos de remodelación más frecuentes; una mayor subdivisión espacial de los ambientes; así
como una mayor y más definida gama de funciones que estos habrían absuelto (Tello et al. 2003). Sin embargo, debemos advertir
200 JOSÉ CANZIANI
Entre las posibles unidades habitacionales del das, en cuanto “viviendas-taller” o, por el contra-
más alto status se ha registrado la estructura AA2, rio, utilizando dentro de los talleres ciertos espacios
que al igual que AA1 y AA3 presentan fogones, para la preparación y consumo de alimentos por
piedras de moler y restos de alimentos. En parti- parte de quienes allí laboraban, lo que no necesa-
cular, en el caso de AA2, la organización espacial riamente comporta el desarrollo de actividades
de esta unidad, sus buenos acabados y calidad de “domésticas” a nivel familiar. Adicionalmente, hay
los artefactos asociados, así como la presencia de que advertir que existe por parte de la arqueolo-
nichos y de depósitos, sugerirían su correspon- gía un mayor grado de dificultad en identificar
dencia con una vivienda de elite (Topic 1982, cierto tipo de actividades, como son aquellas que
Pozorski y Pozorski 2003). Sin embargo, ya he- pueden no dejar mayores rastros —cual es el caso
mos señalado que para el caso de AA2, el plantea- de la manufactura textil— más aún cuando se trata
miento arquitectónico y la notable cantidad de de ambientes que pudieron estar sujetos a una pe-
estructuras de almacenamiento que presenta, es- riódica limpieza. Sin embargo, en otros casos, la
pecialmente en su sector sur, y la forma definida actividad manufacturera no solamente genera con-
por el ordenamiento espacial de estos depósitos, textos tangibles, asociados a un conjunto de arte-
parece responder más a una función de tipo pú- factos muy definidos, sino que, inclusive, incor-
blico, posiblemente de carácter político adminis- pora o adapta la presencia de estos artefactos o de
trativo, lo que no excluye el uso doméstico que otros elementos a los espacios arquitectónicos
pudieron tener algunos de los ambientes. Este es dedicados a la producción.
el caso propio de las estructuras públicas del tipo Este es el caso de las excavaciones arqueológi-
“palacio”, que comprenden determinados espacios cas que han documentado talleres dedicados a la
de uso residencial, en cuanto apéndices supedita- producción alfarera (Uceda y Armas 1997). Por
dos a la función eminentemente pública de estos ejemplo, en el conjunto denominado “taller alfa-
edificios (Canziani 1989: 110-112). rero” se ha registrado la superposición de hasta 8
En cuanto a la presencia de talleres dedicados pisos, lo que daría a entender que se trataría de
al desarrollo de la producción especializada de una unidad de producción, aparentemente de ca-
manufacturas, es de señalar que muchos de estos rácter familiar, que se dedicó por varias genera-
pueden haber estado integrados dentro de vivien- ciones a la producción de cerámica fina. En este
que dado lo limitado de la “muestra” estos indicios pueden estar sesgados por la evolución singular de la condición social de los
habitantes de estas sendas unidades —lo cual no necesariamente puede corresponder a un comportamiento generalizable—,
como también pueden ser distorsionados por determinados cambios de uso de los ambientes excavados, donde, por ejemplo, la
instalación de una cocina o de un repositorio de desperdicios, podrían leerse como un “mayor acceso a una diversidad de recursos
de subsistencia” durante estas fases. Por lo tanto, estas sugerentes hipótesis de trabajo deberían ser validadas con una muestra más
amplia, desarrollando excavaciones similares en otras unidades.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 201
24
Si bien es relativamente común el hallazgo de enterramientos bajo los pisos de los conjuntos, en el caso del taller alfarero
es significativa la presencia de dos tumbas con un ajuar funerario sofisticado y de alta calidad. Estas evidencias plantean a los
202 JOSÉ CANZIANI
investigadores la posibilidad de que algunos especialistas en la producción de manufacturas gozaran de cierto nivel de status, si no
es que estaban adscritos como parte de la elite gobernante (Uceda y Armas 1997; Uceda et al. 2003).
25
El análisis efectuado mediante activación neutrónica en cerámica proveniente del sitio de Moche (Chapdelaine, Kennedy
y Uceda 1995), define la posibilidad de que las piezas correspondientes a la cerámica ritual estuvieran elaboradas con arcillas
locales próximas al sitio, mientras que las de tipo utilitario arrojarían diversidad en los tipos de arcilla. Este dato confirmaría que
la cerámica ritual producida en talleres especializados refleja un control sobre determinadas fuentes de materia prima y/o su
empleo recurrente. para la elaboración de este tipo de cerámica; mientras que la variabilidad en las arcillas de la cerámica utilitaria,
estaría señalando que estos productos posiblemente se elaboraron en distintos talleres del valle y aparentemente sin que para esto
se requiriera la especialización propia de los talleres presentes en el centro urbano (Canziani 2003).
26
Este horno presenta características y forma muy similares al que ilustra una pieza cerámica escultórica moche, la que
representa a 4 metalurgistas dedicados a la elaboración de piezas de metal en torno a un horno (Moseley 1992: foto 66).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 203
Fig. 224. Representación de una escena de intercambio o redistribución (Donnan y McClelland 1999).
restos de cobre. Lo que estaría indicando que un (Merluccius gayi peruanus) y sardina (Sardinops
sector de este conjunto funcionó como un taller sagax sagax), lo que revelaría la importancia que
de metalurgistas u orfebres (Chapdelaine et al. alcanzó en la sociedad moche la pesca en alta mar
1997: 82). con embarcaciones (Vásquez y Rosales 1998). En
En cuanto a las evidencias relacionadas con la mayoría de los casos, estos datos estarían seña-
las subsistencias, se registra un amplio manejo de lando que los pobladores de la ciudad eran abas-
distintos ecosistemas. Destacando el consumo de tecidos de una amplia gama de recursos y pro-
productos agrícolas, la ganadería de camélidos y ductos por parte de campesinos cuyas estancias o
el manejo de algunos recursos que provienen de aldeas debieron asentarse en proximidad de los
los bosques y las lomas. En el consumo alimenti- campos de cultivo del valle; así como por comu-
cio también tienen una abundante participación nidades de pescadores especializados en la extrac-
los recursos marinos y, entre ellos, de una gran ción de recursos marinos, cuyos asentamientos
cantidad de peces de mar abierto como merluza debería de rastrearse a lo largo del litoral.27
27
Otra importante innovación de la sociedad Moche se verifica en el campo de la navegación, con el desarrollo de nuevos
medios como son las embarcaciones —hasta hoy populares— conocidas como “caballitos” y las balsas de totora. Gracias a estas
embarcaciones se mejoró sustancialmente las condiciones de pesca, tanto de litoral como en mar abierto, así como el transporte
de bienes y de gentes mediante la navegación de altura. Los hallazgos de artefactos moche en las islas norteñas de Guañape,
Macabí y Lobos —algunas como Lobos de Afuera a más de 80 km de la costa— testimonian los extraordinarios derroteros de
estos navegantes que tenían como destino estos puntos remotos, tanto para la deposición de ofrendas y la realización de sacrificios
a estas “Huacas” del mar (Rostworowski 1981), como también para el aprovisionamiento del guano de las islas, en cuanto
excelente fertilizante para la agricultura. Sin embargo, es totalmente discutible la aseveración, reiterada por muchos autores, de
que los moche navegaron hasta las islas Chincha para proveerse de guano, lo que hubiera implicado una ardua navegación contra
corriente y los vientos dominantes por más de 750 km para obtener lo que tenían abundantemente en sus propias costas. Este
malentendido parece originarse en la confusión de la fuente de proveniencia de artefactos moche hallados en la época de la
extracción del guano de islas en el siglo XIX, y que fueran finalmente entregados por los capitanes de los navíos a coleccionistas
y museos europeos, reportándose equivocadamente que algunos de estos eran originarios de Chincha (ver a este propósito Huchinson
[1873 4] en Kubler [1948: figs. 38 y 39], donde se reporta esculturas de madera moche como provenientes de Chincha, las
mismas piezas que Wiener [1880] (1993: 619) ilustra como hallazgos de la Isla Lobos de la costa norte).
204 JOSÉ CANZIANI
28
Ver a este propósito Nials et al. (1979), Moseley (1992), Shimada (1994), Bawden (1999), quienes sugirieron tanto Niños
aluviónicos, como prolongadas sequías y arenamientos, además de movimientos tectónicos, como posibles causas del colapso del
Estado moche y del abandono de su ciudad capital en Moche e, inclusive, un inverosímil traslado de su corte a la ciudad de Pampa
Grande en Lambayeque, a cientos de kilómetros de distancia (T. Topic 1982). De otro lado, esta supuesta crisis estaría fechándose
alrededor del 600 d.C. mientras que los fechados tardíos del sitio se remontan al 700 d.C. o inclusive son aún más recientes
(Chapdelaine et al. 1997: 90-92).
29
También en las excavaciones de rellenos constructivos en el nivel superior de la Plataforma Principal, pudimos observar
personalmente la presencia de algunas capas de arena acumuladas entre las hiladas de los adobes. La observación de este hecho
singular, permite suponer que al abandonar momentáneamente los constructores el trabajo, se hubiera desatado una fuerte
ventisca (o viceversa), con la consecuente acumulación de arena, sobre la que posteriormente se siguió disponiendo adobes al
retomarse los trabajos de relleno, resultando así la inclusión de algunas capas de arena entre los adobes de los respectivos bloques
de relleno constructivo.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 205
de la crisis de la sociedad Moche deben encontrar vasta experiencia histórica acumulada por su cen-
su explicación en el examen de las contradicciones tenaria sociedad, la que a su vez debió nutrirse de
que se generaron al interior de esta formación los conocimientos milenarios heredados de las
teocrática, las que finalmente habrían conducido poblaciones norteñas que les antecedieron.30
a su manifiesta inviabilidad. En todo caso, cam-
bios climáticos, como los generados por severos
fenómenos de El Niño y por, lo general, otros La ocupación moche en el valle de Chicama
desastres naturales, en esta perspectiva pudieron
acelerar o precipitar situaciones de crisis, agudi- El valle de Chicama, aparentemente conformó con
zando determinadas contradicciones sociales. Sin el de Moche lo que se ha reconocido como el ‘área
embargo, si estas condiciones no estaban dadas, nuclear’ del Estado Moche. Sin embargo, a dife-
causas “externas” como las antes señaladas, pudie- rencia de este último, que exhibe un marcado cen-
ron evidentemente afectar la economía de estas tralismo en la ciudad de Moche, el valle de
sociedades, pero sería de suponer que una vez re- Chicama presenta un patrón de asentamiento en
cuperadas de este trance, retomaran sin mayores el que se registran distintos e importantes centros
transformaciones el modo de vida que les resolvía urbanos. Como es el caso de El Brujo, Mocollope
la existencia y la reproducción del sistema. - Cerro Mayal y Licapa (Chauchat et al. 1998;
Finalmente, debemos recordar que los moche, Gálvez y Briceño 2001), y entre los cuales por el
dada su secular vigencia, evidentemente no de- momento es difícil establecer relaciones de jerar-
bieron ser ajenos al desarrollo de repetidos y pe- quía. Este distinto patrón pudo haber obedecido
riódicos eventos de cambio climático o al desen- a un ejercicio del poder político menos centrali-
cadenamiento de catástrofes naturales generadas zado respecto al existente en el valle de Moche.
por estos. Por lo tanto, es de suponer que supie- Estas diferencias pueden haber derivado tanto de
ron manejar y enfrentar estos fenómenos, desa- la mayor amplitud del valle de Chicama,31 como
rrollando mecanismos que paliaran sus efectos de la presencia de distintas parcialidades asocia-
negativos y sacaran el mejor partido de sus efec- das a sus respectivas zonas de riego, con ciertos
tos benéficos. Para esto debieron de contar con la niveles de autonomía política resuelta mediante
30
A este propósito, resulta muy ilustrativa la lectura de las Probanzas de indios y españoles referentes a las catastróficas lluvias de
1578 (Huertas 1987), donde se aprecia como las comunidades indígenas norteñas enfrentan la crisis, echando mano a una serie
de sabios recursos e, inclusive, desplegando energías en la reparación de la infraestructura agraria dañada. Sintomáticamente, aquí
la auténtica crisis deriva de la inmisericorde exacción de tributos por parte de la imperturbable administración colonial.
31
El valle de Chicama tiene una extensión cultivable de 44,000. ha. mientras el valle de Moche cuenta con 19,000. ha.
(Collin Delavaud 1984: 85)
206 JOSÉ CANZIANI
El primer escalón del frontis norte, correspon- de una rampa hoy desaparecida y que debió desa-
diente al edificio “A”, 32 así como su continuación rrollarse hacia el norte sobre la plataforma Este.
en el frente de la plataforma Este, ilustra con re- Los relieves asociados a los paramentos exte-
lieves de gran naturalismo la escena del “desfile riores del recinto esquinero y de su vestíbulo so-
de prisioneros” capturados por guerreros victo- bre la plataforma baja, presentan características
riosos. El paramento del segundo escalón, pre- muy singulares y es relevante observar que inte-
senta un friso con las figuras hieráticas de perso- rrumpen la continuidad de los relieves del primer
najes que se toman de las manos y que lucen escalón que representa la escena de desfile de pri-
faldellines, orejeras y tocados en forma de coro- sioneros. El Paramento oeste del recinto esquinero
na. Finalmente, los restos conservados del tercer exhibe paneles definidos por franjas horizontales,
escalón, presentan un ser supranatural con los atri- en los que se representó escenas de combate entre
butos del dios degollador, en su versión de araña, parejas de guerreros; mientras que en los paramen-
asiendo con la mano derecha un cuchillo o tumi tos al norte del recinto y este del vestíbulo se de-
ceremonial. Es interesante notar que este escalón sarrollaron relieves policromos con motivos de
y el motivo representado en el friso no presentan gran complejidad y, al mismo tiempo, de extraor-
continuidad en el frente de la plataforma Este, dinario naturalismo.
más bien éste escalón en el límite este del frontis Un análisis reconstructivo de las estructuras
forma un ángulo ochavado, lo que permitiría su- presentes sobre la cima de la Plataforma Principal
poner —si establecemos la analogía con el frontis correspondiente al Edificio de la época A, permi-
norte de Huaca de la Luna y el ochavo que pre- ten señalar la presencia de una Plataforma Supe-
senta en el encuentro con la rampa principal— rior en el sector noreste de la misma. 33 El ascenso
que posiblemente en este punto de la Huaca de a esta plataforma superior se realizaba mediante
Cao también se habría ubicado el adosamiento una rampa orientada oeste–este; mientras que la
32
Los investigadores de este monumento plantean una secuencia de superposiciones que comprende 7 edificios, que van
desde el más reciente “A” –que correspondería a la última etapa de ocupación Moche- hasta los rastros de una de las versiones más
tempranas del edificio en “G” (Franco, Gálvez y Vásquez 2001).
33
Hay que advertir que los investigadores de Huaca de Cao (Franco et al. 2001, 2003), utilizan en sentido inverso al nuestro
los términos Plataforma Principal y Plataforma Superior. En este trabajo, siguiendo la propia lógica conceptual, denominamos en
términos generales Plataforma Principal a la estructura correspondiente a la plataforma mayor del monumento, mientras que
como Plataforma Superior, entendemos aquella que se desarrolla en un nivel más elevado sobre la cima de la Plataforma Principal.
De modo que, tanto en la descripción de la arquitectura de Huaca de la Luna como de la Huaca de Cao, mantenemos los
conceptos antes señalados a fin de evitar confusiones.
208 JOSÉ CANZIANI
conexión con las rampas que ascendían de la pla- del modelo de ordenamiento arquitectónico
za a la plataforma principal, se resolvía mediante (Franco et al. 2001, 2003: fig. 19.12). En este
un corredor orientado de norte a sur. La Platafor- caso, el sistema de rampas de acceso que se desa-
ma Superior presentaba también un tratamiento rrollan en el frontis norte de la pirámide entrega-
escalonado y su paramento del lado sur presenta ban a un corredor que va de norte a sur, permi-
evidencias de relieves policromos con la imagen tiendo el ascenso mediante rampas a los niveles
del degollador desplegada en campos romboidales altos de la Plataforma Superior, ubicada en el sec-
y triangulares.34 Si bien este aspecto no está sufi- tor noreste de la Plataforma Principal. A su vez, el
cientemente detallado, posiblemente por el grado recorrido de este mismo corredor hacia el sur per-
de destrucción de las estructuras de este nivel, es mitía el acceso hacia el Patio Ceremonial, ubica-
factible suponer que estos relieves formaran parte do en el sector sureste de la Plataforma Principal,
de la decoración correspondiente al cierre del lado profusamente decorado con relieves policromos,
norte del Patio Principal, ya que motivos muy si- y en cuyo ángulo sureste se encontraba el clásico
milares decoraron el espacio análogo de Huaca recinto esquinero, también decorado con relieves
de la Luna, donde tuvo una persistente presencia (Franco et al. 2003: fig. 19.16). De otro lado, en
durante la vigencia de los Edificios A, B/C y D. el sector suroeste de la Plataforma Principal, es
De igual manera, si aplicamos la analogía con lo también relevante apreciar la presencia de ambien-
expuesto en Huaca de la Luna (Uceda et al. 1994) tes con hornacinas y pilares —de lo que se dedu-
y con lo documentado para la propia reconstruc- ce que posiblemente estuvieron techados a dos
ción del Edificio D de Huaca de Cao, podemos aguas— de forma muy similar a las salas registra-
suponer que en la esquina sureste del Patio Prin- das en este mismo sector en la secuencia de edifi-
cipal de esta época se debió también desarrollar la cios documentados en Huaca de la Luna. Final-
característica edificación del recinto esquinero. mente, se reporta que las recientes investigacio-
En cuanto a las estructuras presentes sobre la nes en el cuadrante noroeste de la Plataforma
Plataforma Principal correspondientes al Edificio Principal de la Huaca de Cao, han expuesto tam-
de la época D, estas están mejor conservadas y bién aquí estructuras asociadas a pilares de gran
han permitido una reconstrucción más completa altura y donde tanto los paramentos de estos edi-
34
Este motivo es muy similar a los relieves documentados en el Patio Principal de la Huaca de la Luna, especialmente al
fragmento conservado correspondiente al edificio A -el más tardío de todos- donde el diseño de las serpientes que decoran las
franjas de los rombos es también de corte naturalista. Este hecho permitiría establecer, desde el punto de vista estilístico, una
posible contemporaneidad en la vigencia de los respectivos edificios.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 209
ficios como las caras de los pilares han sido deco- ritual de un valle, como es el de Chicama, muy
rados con relieves y pintura mural. próximo al de Moche no solamente en términos
En resumen, si bien con algunas ligeras varian- de distancia física sino en el ámbito de las esferas
tes, el modelo arquitectónico reiterado en las socio culturales, conformando las poblaciones
superposiciones de Huaca de Cao, presenta evi- presentes en ambos valles lo que se reconoce como
dentes analogías arquitectónicas con lo documen- el “área nuclear” de la sociedad Moche.
tado en Huaca de la Luna, desde el nivel general Otras hipótesis alternativas podrían plantear
del ordenamiento y la distribución espacial de los la presencia —en determinado contexto históri-
distintos componentes del monumento; hasta las co— de sendas formaciones estatales en cada uno
propias características esenciales de los elementos de estos valles. Cuyas estrechas correlaciones po-
arquitectónicos que definen estos espacios; lo que drían verse plasmadas en el modelo arquitectóni-
es extensivo, inclusive, al nivel del detalle de algu- co común, asumido en el desarrollo de sus res-
nos de los motivos iconográficos representados en pectivos centros ceremoniales principales. El tema
los relieves de los más importantes espacios ritua- por cierto es tan apasionante como complejo ya
les. A lo que debemos agregar el análogo proceso que, como hemos señalado anteriormente, toca
de superposiciones arquitectónicas asociado a la el problema clave referente al tipo de organiza-
tradición de regeneración del templo. ción estatal presente en el área nuclear Moche, y
Evidentemente estas consistentes analogías no su posible manifestación en testimonios arqueo-
son casuales y debieron de originarse en la exis- lógicos de primera importancia, cuales son los
tencia una serie de correlaciones especiales entre centros urbanos de mayor jerarquía y la arquitec-
estos dos sitios, las que se manifiestan claramente tura monumental presente en ellos. La dilucida-
en la estrecha similitud de la arquitectura de am- ción de estas interrogantes queda supeditada al
bos monumentos. La problemática planteada al desarrollo de mayores investigaciones, para lo cual
respecto es por demás trascendente, ya que nos es importante estructurar el análisis de estos as-
propone distintas hipótesis explicativas. Algunas pectos, con la finalidad de poner a prueba y afi-
hipótesis pueden privilegiar la presencia de un nar las hipótesis de trabajo que se construyan acer-
Estado Moche centralizado, en cuyo caso podría- ca de esta problemática (Canziani 2003, 2004).
mos esperar que el modelo arquitectónico forja- Finalmente, es relevante al análisis de los as-
do en Huaca de la Luna, el principal complejo pectos funcionales de esta arquitectura monumen-
ceremonial de la sociedad moche, y en cuanto tal, apreciar que el primer escalón de las pirámi-
componente gravitante de la ciudad que habría des de Huaca de la Luna, como de la Huaca de
constituido una suerte de “capital”, fuera replica- Cao, representa una escena de desfile de prisione-
do en Huaca de Cao en el marco del Complejo ros. Esta escena en la iconografía moche está liga-
de El Brujo, en cuanto centro de mayor jerarquía da a otras que la conectan con representaciones
de combate y captura de prisioneros, y de sacrifi- rra, lo que dificulta enormemente tener una idea
cios que culminan en la denominada ‘escena del de su configuración original. En la fotografía aé-
sacrificio’ o de ‘la presentación’ (Alva y Donnan rea publicada por Kososk (1965: fig. 28), se apre-
1993, Hocquenghem 1987, Castillo 1989). De cia al norte del sitio y en una posición central, lo
esta manera, es factible también suponer que es- que aparentemente fue una gran estructura
tas expresiones estuvieran representando rituales piramidal de plataformas escalonadas. Esta estruc-
que acontecían en la vida real, y que debieron de tura, que por sus características monumentales
desarrollarse en el marco de la Plaza Ceremonial debió constituir la edificación principal del sitio,
al norte, para luego alcanzar su clímax en los es- parece que fue construida incorporando en su
pacios rituales más restringidos, dentro de las es- volumen un promontorio de la falda del cerro.
tructuras ubicadas en la cima de la pirámide. Esta Esta edificación piramidal pudo complementarse
es otra esfera, la ideológica y superestructural, con una plaza o explanada al sur, mientras que
donde se establecen estrechas analogías entre más al sur y al este se aprecian otros montículos o
Huaca de la Luna y Huaca de Cao, confirmando plataformas, coronados por grandes recintos de
que el paralelismo en la común afiliación a un planta rectangular.
mismo modelo arquitectónico corresponde a un A una distancia de 1.5 km y al noroeste del
ordenamiento cosmológico compartido, el que complejo de Mocollope se encuentra el sitio de
debió de ser sancionado por medio de los cáno- Cerro Mayal, que corresponde a un extenso cen-
nes establecidos por el culto vigente y el ejercicio tro de producción alfarera. Localizado sobre un
de la autoridad máxima por parte de quienes eran promontorio rocoso que se eleva por encima de
sus supremos oficiantes. los campos de cultivo, Cerro Mayal estuvo apa-
rentemente asociado al complejo de Mocollope,
Mocollope y Cerro Mayal no sólo por la escasa distancia que los separa, sino
también por el tipo de producción intensiva des-
El complejo de Mocollope se ubica en una posi- tinada a la elaboración de cerámica mayormente
ción central con relación a la extensión agrícola fina (Russel et al. 1994).
del valle de Chicama y en un punto intermedio El área del taller abarca una extensión oblonga
entre el valle medio y el bajo. Representa un sitio de 185 x 50 m y presenta una alta concentración
de gran extensión que se localiza al pie de la falda de evidencias de hornos y quema, así como des-
sur del cerro Mocollope y, como ya hemos men- hechos de cerámica, moldes, fragmentos de tor-
cionado, corresponde a una de las típicas locali- nos y pulidores. En el sitio los investigadores han
zaciones de sitios moche al amparo de cerros tu- podido reconocer una distribución espacial de las
telares. El sitio ha sido duramente afectado por la actividades productivas, con áreas destinadas a la
erosión, la huaquería y por movimientos de tie- quema; otras de apoyo a la producción, donde
con potencial agrícola; mientras que la demanda aparejados con lo que podríamos llamar la diná-
de materias primas por parte de la actividad ma- mica del poder, es decir, la búsqueda por parte de
nufacturera especializada en fuerte expansión, la entidad estatal centralizada de ejercer una cre-
como es el caso de la metalurgia y orfebrería, la ciente dominación poblacional y territorial en la
textilería, la alfarería y otras, llevarían a la bús- que debieron de entremezclarse aspectos relacio-
queda y apropiación de las fuentes de los recursos nados con el prestigio de la clase dominante; los
necesarios para el desarrollo de estos procesos pro- requerimientos de una ideología religiosa
ductivos, tales como minas, canteras, bosques, avasalladora como debió ser ciertamente la moche;
pesquerías, etc. A su vez, la disponibilidad de este y el ejercicio de la fuerza mediante el despliegue
“capital” económico permitiría solventar caravanas de la guerra y el arte militar.35
o viajes de mercaderes para la adquisición de bienes
exóticos provenientes de regiones relativamente
lejanas, así también el disponer de bienes precia- La ocupación Moche en el valle de Virú
dos y con un alto valor para fines de intercambio.
Hemos señalado en un trabajo anterior Con relación a la expansión moche hacia los valles
(Canziani 1989: 130-133), que unido a estos as- del sur, el valle de Virú constituía hasta hace poco
pectos hay que valorar también un aspecto clave un caso paradigmático, en cuanto representaba el
en el mundo andino, cual es el control y la apro- más importante valle inmediatamente al sur de
piación de la fuerza de trabajo de las poblaciones Trujillo, donde los moche habrían sentado sus
locales, cuya participación es esencial para posi- reales, modificado el patrón de asentamiento local
bilitar la ampliación de la capacidad productiva y establecido un centro en el complejo de
presente en cada valle y elevar su potencial en la Huancaco (V-88-89), que habría asumido la con-
generación de excedentes. Sin embargo, no debe- dición de “capital provincial”. Sin embargo, las
mos de olvidar que estos aspectos económicos van recientes excavaciones de Bourget (2003) especial-
Fig. 232. Ocupación del período Huancaco en el valle de Virú (redibujado de Willey 1953 en Canziani 1989)
35
Sintomáticamente, en la iconografía moche son ampliamente representadas escenas de batalla entre guerreros y de captura
de prisioneros, así como del sacrificio de los mismos, lo que expresa hasta que punto están estrechamente ligados aspectos de
índole militar o bélico, con otros de carácter ritual. Significativamente, centros urbano teocráticos periféricos al territorio Moche,
como Pañamarca en el sureño valle de Nepeña, muestran paramentos del templo decorados con escenas de esta naturaleza
(Bonavia 1959, 1974).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 213
mente en el sector correspondiente al “palacio” cuales por cierto nos incluimos (Canziani 1989:
(V-88), y donde resulta que los materiales moche 133-134).
no serían los dominantes, han puesto en discusión Es cierto que ya habían algunas advertencias
algunas de las hipótesis construidas anteriormente.36 cautelares, como las señaladas por Bennett (1950:
Evidentemente estos nuevos datos plantean 117-118), acerca de la dificultad de separar níti-
una serie de cuestiones que obligan a la revisión damente lo moche de lo gallinazo, al observar in-
de las hipótesis anteriores y, al mismo tiempo, fluencias de Moche, como de Recuay, en la esfera
ponen sobre la mesa una interesante problemática, local durante el período Gallinazo; así como al
en cuanto se refiere a la interpretación acerca de advertir pervivencias gallinazo en los estilos
la naturaleza que habría tenido entonces la ocupación cerámicos presentes en el valle durante el período
moche en el valle de Virú. Para ingresar a esta Huancaco y aún después. A este propósito, es pru-
discusión es necesario resumir cuales eran hasta dente recordar que no necesariamente calzan me-
hace poco los antecedentes previos de la cuestión. cánicamente estilos cerámicos con “culturas”, es-
En cuanto a la secuencia histórica del valle de pecialmente cuando se pretende que estos rasgos
Virú, se sostenía que el desarrollo de la cultura culturales necesariamente representen a determi-
Gallinazo se habría interrumpido con la ocupa- nadas formaciones sociales y, más aún, el evento
ción Moche del mismo, dando lugar al período de determinados procesos sociales (Lumbreras
conocido como Huancaco. Esta lectura se deriva- 1984, 2002).
ba del aparente reemplazo de los estilos cerámicos En cuanto al tema de la modificación del pa-
locales, por aquellos propios de los moche, seña- trón de asentamiento durante la ocupación Moche
lándose como posible causa de este fenómeno la del valle de Virú y, especialmente, con relación al
ocupación violenta del valle y la instauración de abandono del Grupo Gallinazo, es importante
un sistema político que conllevaría para el valle señalar que Bennett (1950: 118) también había
de Virú una condición provincial, impuesta en el planteado la posibilidad que el abandono de este
marco de la dominación multivalles del Estado centro urbano se hubiera dado antes de la culmi-
Moche. Esta interpretación habría sido corrobo- nación del período Gallinazo Tardío y que, para
rada por la presencia de un sitio impresionante ese entonces, el eje del poder político se hubiera
como Huancaco que fue afiliado a moche y que trasladado hacia el cuello del valle. Este argumen-
habría reunido las características para ser asumi- to también fue sopesado por el propio Willey
do como la posible “capital” provincial durante el (1953: 382) que consideró, entre otras alternati-
período de la ocupación moche.37 A esta situa- vas, que este desplazamiento del Gallinazo Tar-
ción se sumaba también la constatación del aban- dío, hacia estas zonas estratégicamente más pro-
dono del antiguo gran centro urbano teocrático tegidas y nucleadas en torno a los “castillos” forti-
del Grupo Gallinazo (Willey 1953: 382, 397). De ficados, pudiera ser consecuencia de la creciente
esta manera, en el contexto del conjunto de datos presión e incursiones desde el norte por parte del
disponibles en ese entonces, estas hipótesis acer- Estado Moche, que culminaría finalmente con la
ca de las repercusiones generadas por el impacto ocupación del Virú. En nuestro propio caso
de la ocupación moche y la nueva configuración (Canziani 1989: 193), advertíamos ciertas dife-
política instaurada en el valle de Virú, eran las rencias entre la ocupación Moche en el valle de
más coherentes y confiables, y como tales fueron Virú y los valles que se encuentran más al sur,
asumidas por muchos investigadores, entre los señalando que debió de ser muy diferente el im-
36
En Huancaco los materiales cerámicos Moche aparentemente no se presentan como dominantes sino unidos a otros que
mayormente responden a estilos locales (lo cual puede resultar totalmente lógico si pensamos en determinados márgenes de
autonomía regional). Sin embargo, otros rasgos arquitectónicos son muy similares a los Moche, como las estructuras con techos
decorados con porras de cerámica; mientras que los diseños de algunas pinturas murales podrían ser perfectamente adscritas a esta
cultura (ver por ejemplo Bourget 2003: lám. 8.1 a.)
37
Este puede ser un caso representativo de que la metodología de los estudios sobre patrones de asentamiento y en especial de
los indicadores utilizados para afiliar la pertenencia cultural de un sitio, están sujetos tanto a los criterios asumidos por los
investigadores, así como a determinados márgenes de error, al tratarse de un examen limitado mayormente al nivel superficial. Por
lo tanto, las interpretaciones acerca de los procesos -construidas a partir de estos datos y del planteamiento de una serie de
hipótesis de trabajo- demuestran que son exactamente eso: hipótesis y, en cuanto tales, sujetas a su corroboración, afinamiento,
corrección o descarte, en el proceso de profundización de la investigación científica.
214 JOSÉ CANZIANI
pacto causado por los moche en un valle donde la ausencia de entidades políticas unificadas y fren-
existía una sociedad con un desarrollo bastante te a un conjunto disperso de comunidades aldea-
similar, como pudo ser Gallinazo, con relación al nas. Esta diferenciación en las estrategias de con-
territorio de otros valles con formaciones que apa- trol aplicadas, que responderían a las distintas
rentemente tenían un distinto nivel de desarrollo condiciones locales, acercaría mucho más de lo
y organización. que se supondría a Moche de las estrategias de
Nos parece sugerente replantear la interpreta- integración panandinas desplegadas posteriormen-
ción de lo sucedido en Virú en el marco de este te por los wari y los incas.38
último argumento. Si estamos convencidos de que
se mantiene incuestionable el punto de partida, Huancaco
es decir, que la ocupación de los valles al sur de
Moche efectivamente se produjo; y si considera- En nuestro trabajo anterior hicimos una extensa
mos el conjunto de evidencias presentes en el va- descripción del complejo de Huancaco (Canziani
lle de Virú para argumentar acerca de la ocupa- 1989: 134-140), en esta oportunidad nos intere-
ción moche en el mismo; es evidente que debe- sa reseñar las características más relevantes del si-
mos esforzarnos en estructurar nuevas hipótesis tio y, especialmente, sopesar los resultados de las
de trabajo, que orienten los estudios que se desa- recientes excavaciones arqueológicas desarrolladas
rrollen en el valle para dilucidar la problemática durante estos últimos años (Bourget 2003).
sobre el período denominado Huancaco. El complejo de Huancaco tiene una extensión
A este propósito, a la luz de las recientes inves- de unas 35 ha y está ubicado en una zona central
tigaciones en el sitio de Huancaco (Bourget 2003), de la margen sur del valle bajo, al pie del gran
sería interesante sopesar la posibilidad de que en cerro Compositán. A escasos metros de la base de
el caso de Virú el Estado Moche concediera un las edificaciones monumentales se encuentran los
cierto margen de autonomía política —o cuanto vestigios del canal principal de la margen sur que
menos “cultural”— a las elites locales, tratándose irrigaba todo este sector del valle. Las estructuras
de una formación con un nivel de desarrollo y con arquitectura monumental del complejo pre-
estructura similar. Mientras que muy distinta de- sentan una volumetría de tipo piramidal, genera-
bió ser la situación en los valles más al sur, donde da por el desarrollo de grandes plataformas esca-
Moche aparentemente se habría encontrado con lonadas, que ascienden incorporando el declive
38
Durante su expansión, los Estados Wari e Inka habrían aplicado una política en la cual la dominación estaba hábilmente
sustentada tanto en el abierto ejercicio de la fuerza, como en el despliegue de la persuasión y la tratativa, con miras a establecer
alianzas estratégicas y relaciones de reciprocidad, para lo cual fue usual la concesión de determinadas prerrogativas y privilegios,
así como de ciertos márgenes de autonomía en el ejercicio del poder por parte de las entidades locales o regionales.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 215
de la ladera del cerro. De esta manera, sus cons- miten suponer que este amplio espacio fue dedi-
tructores lograron una impresión de impactante cado al consumo de alimentos y a libaciones.
grandiosidad para quienes se aproximaban al com- Finalmente en el nivel más alto de V-88 se
plejo desde el norte o lo contemplaban desde el encuentran otros importantes recintos que mues-
valle, aún a considerable distancia. tran notables evidencias de haber sido decorados
El sector monumental tiene en su eje mayor con pintura mural, como son A10, A13, A26 y
270 m. de noreste a suroeste y unos 200 m. de A42 (Bourget 2003: lám. 8.1 a). Estos ambientes
ancho en su eje menor. El conjunto se encuentra pudieron ser reservados como residencia para los
protegido por grandes murallas que ascienden por habitantes del edificio. Sin embargo, algunos de
las laderas del cerro, y en él destacan dos sectores estos no habrían excluido ciertas actividades pro-
principales: al sur el sector denominado “palacio” ductivas o administrativas, como es el caso de A10,
(V-88); y al norte el sector dominado por una donde se hallaron incrustadas en el piso 15 vasi-
edificación piramidal escalonada (V-89). El sec- jas, aparentemente empleadas para el almacena-
tor del “palacio” presenta ciertas similitudes miento de frijoles, así como sendas acumulacio-
morfológicas con el “palacio” de Sarraque y, en nes de fibras de lana de camélidos y de algodón a
menor grado, con la propia Huaca de la Luna. ambos extremos de este ambiente.
Las recientes excavaciones de Bourget (2003) Según concluye Bourget (2003:266-267), tan-
en el sector del palacio V-88 han permitido defi- to las características arquitectónicas de V-88, como
nir la forma y características arquitectónicas de el conjunto de evidencias que permiten establecer
los distintos ambientes que lo constituían, así la naturaleza de las actividades que se desarrollaron
como recuperar contextos y materiales culturales en sus distintos ambientes, confirmarían que la
que le permiten proponer hipótesis sobre su posi- denominación de “palacio” señalada en su momen-
ble función. Los ambientes ubicados sobre las pla- to por Willey (1953: 359) era bastante acertada.
taformas más bajas, en el extremo noroeste de V- Al extremo norte del sitio se encuentra el sec-
88 (ibid: figs. 8.3, 8.4), como son A1, A2 y A3, tor V-89, dominado por el volumen de una pirá-
presentan evidencias de molienda, abundantes mide escalonada conformada por cuatro a cinco
fogones y otros numerosos restos asociados a la plataformas sucesivas. Esta edificación piramidal,
preparación de alimentos. Estos ambientes de con una base de 54 x 42 m. y 17 m. de alto, está
cocina estaban a su vez conectados, mediante co- conectada con el sector del palacio al sur median-
rredores y rampas, con otros más elevados como te algunas plataformas con recintos, separados e
A4, que se encuentra en un segundo nivel y que al intercomunicados entre sí por largos corredores.
parecer fueron utilizados para el servicio de las En uno de estos recintos, se encontraron adosados
viandas o su presentación. Es notable que este en su lado sur, una hilera de cubículos aparente-
ambiente alargado estuviera dominado en uno de mente de depósito de 2 x 3 m. cada uno. Las
sus extremos por una estructura formada por una excavaciones realizadas en el recinto definieron un
plataforma elevada, a la que se ascendía por me- piso, restos de una escalinata y evidencias de un
dio de escalinatas, la cual presentaba evidencias poste que parece correspondía al soporte de los
de haber estado provista de un techo decorado techos del ambiente (Willey 1953: 208-209).
con porras de cerámica. Por lo que en estos espa- En cuanto a la pirámide escalonada, esta es
cios se puede reconstruir imaginariamente el de- desde el punto de vista morfológico la edificación
sarrollo de escenas similares a las representadas en que expresa una mayor semejanza en su tratamien-
la cerámica moche, donde personajes principales to con otros monumentos moche, si bien de mu-
de la elite presiden desde una estructura promi- cho mayor envergadura, como la Huaca del Sol y
nente y dotada de un techo decorado con porras, la Huaca de la Luna. Advirtiendo que esta seme-
el despliegue de una generosa variedad de viandas janza no la observamos en su configuración gene-
y bebidas, que les son ofrecidas y servidas por per- ral, sino más bien en el similar acabado escalona-
sonajes de menor rango (Larco 2001: fig. 212). do que presentan sus frentes. Este tipo de trata-
En un nivel superior se encuentra A6, el am- miento, por lo que conocemos, no tendría
biente más amplio de V-88 con un área de 35 m. antecedentes en la arquitectura Gallinazo, donde
de largo y 17 m. de ancho, donde se hallaron una la mayoría de las plataformas lucen frentes llanos
serie de tinajas alineadas y dispuestas regularmente en su talud.
a lo largo de los muros sur y norte del recinto. En la pirámide escalonada Willey (1953: 207)
Estas evidencias y otros contextos asociados, per- exploró un forado de huaquería en el lado sures-
216 JOSÉ CANZIANI
te, observando la presencia de por lo menos 4 de carácter especializado. En todo caso, es evidente
superposiciones arquitectónicas en la misma, con que esta concentración poblacional debió ser com-
paramentos sucesivos que fueron pintados de rojo parativamente algo menor que la que anteriormen-
o de blanco. Lamentablemente este sector del com- te pudo concentrarse en el Grupo Gallinazo.
plejo ha tenido escasa intervención durante las En conclusión, de estos datos y de las nuevas
recientes excavaciones, lo que impide dilucidar si evidencias proporcionadas por las recientes inves-
es que este sector respondería a la influencia moche tigaciones arqueológicas, se podría plantear la hi-
que parece reflejar su arquitectura. pótesis que el complejo de Huancaco, y especial-
Es importante destacar que prácticamente en mente el “palacio”, estuvo conducido y fue sede
toda el área del sitio rodeada por amurallamientos, de una elite local, posiblemente sometida al po-
se encuentran múltiples zonas con evidencias de der moche, pero es evidente que manteniendo cier-
ocupación habitacional e inclusive de la presencia tos márgenes de autonomía, sino política por lo
de talleres, especialmente en los alrededores de la menos desde el punto de vista cultural, por ejem-
arquitectura monumental y en la propia ladera plo, conservando lazos estilísticos con las raíces
del cerro.39 Estos rasgos y los abundantes restos tradicionales de la cerámica Gallinazo, aun con
de estructuras, permiten suponer la presencia de ciertas evoluciones singulares que manifestarían
una relativa concentración poblacional y el desa- un cierto sesgo epigonal (Bourget 2002: com.pers.;
rrollo en el sitio de algunas actividades productivas Bourget 2003).
39
Bourget (2003: 250) registra un área (V-316) unos 150 m. al oeste de V-88, que podría corresponder a un taller de
fundición de metales, donde reporta una serie de fogones de quema y pequeñas estructuras, posiblemente destinadas al depósito.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 217
pacios abiertos y aislados, específicamente desti- local de una formación social equivalente a la de
nados a servir como cementerios, generalmente los ocupantes, lo que habría permitido la incor-
ubicados en áreas eriazas al margen de las tierras poración de Virú a la esfera Moche sin cambios
de cultivo. Uno de los cementerios más impor- muy dramáticos, más allá de la desactivación de
tantes del valle fue el de Purpur (V-98), localiza- un complejo urbano como el del Grupo Gallina-
do en el límite norte de la parte baja del valle. Sin zo que, al perder su hegemonía en el ejercicio del
embargo, es de notar que también algunos sitios poder en el valle, habría quedado sin base de sus-
habitacionales conservaron la tradición de servir tento y sin razón de ser.
como lugar de enterramiento. Este es el caso de la En todo caso, enterramientos como el hallado
célebre Huaca de la Cruz (V-162), donde Strong en Huaca de La Cruz (Strong y Evans 1952: 150-
y Evans (1952) hallaron un enterramiento de un 156) dejan en claro la presencia en el valle de Virú
personaje de alto status correspondiente a un an- de una elite con un marcado ejercicio de poder y
ciano, cuya parafernalia indicaría que pudo tra- estrechamente afiliada a la esfera del mundo
tarse de un guerrero - sacerdote, que no solamen- moche. ¿Fueron estos funcionarios destacados en
te estaba dotado de un rico ajuar funerario sino el valle por el Estado central moche, o fueron per-
también asociado a la presencia de otros cuatro sonajes de la elite local adscritos a la estructura de
acompañantes, aparentemente sacrificados en el poder del Estado multivalles? Difícil encontrar la
momento de su enterramiento.40 respuesta en el estado actual de nuestros conoci-
De todos estos datos reseñados queda claro que mientos. Sin embargo podemos subrayar un de-
la problemática de la ocupación Moche en el va- talle, en el sentido de que en el modus vivendi de
lle de Virú, conocido como período Huancaco, estos personajes empoderados, no se percibe como
está abierta a la investigación y al debate. En resu- imprescindible el enterramiento y muy posible-
men, desde nuestro punto de vista, nos plantea- mente tampoco la residencia en complejos aso-
ríamos dos hipótesis alternativas. La primera po- ciados a arquitectura monumental, sino que po-
dría postular la presencia de una elite local subor- siblemente también se integraron y tuvieron como
dinada al poder central de los moche, pero con la lugar de residencia asentamientos que podríamos
concesión de ciertos márgenes de autonomía en definir de segundo o tercer orden, como parece
el ámbito local. En cuyo caso el sitio de Huancaco ser el caso de Huaca de la Cruz o algún otro sitio
podía haber operado como una “capital provin- huancaco relativamente próximo.
cial” con características singulares, al no estar ne-
cesariamente asimilada a los cánones y paradigmas
supuestamente sancionados por el Estado Moche. La ocupación Moche en el valle del Santa
La segunda hipótesis alternativa, plantearía que
la inexistencia de una “capital provincial” podría La ocupación Moche en el valle del Santa, al igual
explicarse dada la relativa proximidad existente que en otros valles de la costa norte, estaría ante-
entre los dos valles (aprox. 30 km.) y especial- cedida por un período afiliado culturalmente a
mente con relación a la capital del Estado en Gallinazo y concluiría con el evento de Wari co-
Moche, lo que podría haber hecho superfluo la rrespondiente al Horizonte Medio (Donnan 1973,
instalación por parte de moche de un centro equi- Wilson 1988).
valente a nivel provincial. En este caso Huancaco, A este propósito, Wilson (1988: 151-198)
que ya tenía antecedentes como un importante aprecia una marcada tendencia de las poblaciones
centro urbano Gallinazo, podría haber continua- gallinazo a concentrarse mayormente en la parte
do en operación en cuanto sede de uno de los media alta del valle, si bien allí las tierras de aptitud
grupos de la elite local disgregados por el adveni- agrícola son bastante limitadas, mientras que estas
miento de la expansión moche. Ambas hipótesis presentan su mayor extensión en el valle bajo. Por
tendrían como supuesto necesario la presencia lo tanto, esta preferencia en localizar los asenta-
40
Antes del hallazgo de las tumbas reales de Sipán por Walter Alva en 1987 (Alva y Donnan 1993), la tumba de Huaca de la
Cruz constituía uno de los pocos casos conocidos de tumbas de elite moche, donde se documentó arqueológicamente no solamen-
te la existencia de un rico ajuar funerario asociado al sarcófago del viejo señor, sino también la extraordinaria presencia de un niño
colocado a su costado; de dos mujeres jóvenes dispuestas a los pies y a la cabeza del difunto; y del cuerpo de un joven de fuerte
contextura, que se depositó encima de todos ellos y que debió cumplir el rol de guardián de la tumba. De lo que se puede deducir
que estas cuatro personas fueron sacrificadas a la muerte de este personaje principal, o durante su enterramiento, con la finalidad
de que lo sirvieran en “el otro mundo” (Lumbreras 1969:156-158).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 219
mientos en la parte media alta del valle durante el mayor potencial para la producción agrícola— y
período Gallinazo, parecería condicionada por donde sintomáticamente ya no tendrían mayor
determinados niveles de conflicto con poblacio- relevancia los sitios con rasgos defensivos. Tam-
nes externas al valle, ya que la geografía de esta bién llama la atención de los investigadores que
zona la hace más protegida frente a eventuales en el registro de sitios la mayoría corresponda a
incursiones, lo que sería corroborado por la im- cementerios, mientras que es algo menor la canti-
portante presencia de sitios de carácter defensivo. dad total de asentamientos.
Este patrón de asentamiento se modificaría Entre los diferentes tipos de sitios correspon-
sustancialmente con la ocupación Moche, donde dientes a la ocupación Moche, además de los si-
el grueso de los sitios se concentran en la parte tios habitacionales y los cementerios, existen otros
baja del valle del Santa —la zona que presenta el que responden a funciones de carácter público,
220 JOSÉ CANZIANI
entre los que destacan: centros que tiene como m de altura, lo que la convierte en la mayor edifi-
elemento dominante montículos piramidales; re- cación del período en el valle. Además, el hecho
cintos rectangulares con plataformas o montícu- de que un camino que proviene del noreste ter-
los piramidales en su interior; recintos rectangu- mine su recorrido en la base de la pirámide y que
lares con subdivisiones; y edificaciones que pare- éste se proyecte en una serie de rampas que per-
cen corresponder a fortificaciones. miten el ascenso hacia las plataformas superiores,
llevan a suponer que constituía el eje del ordena-
Pampa de Los Incas miento urbano del asentamiento (Wilson 1988:
207-212, fig. 108). Sobre la cima de este montí-
Entre los sitios del primer tipo, Pampa de Los culo construido con adobes, se hallaron algunos
Incas se ubica en la margen norte del valle y a de estos que presentaban marcas.
poco menos de 4 km. del litoral. A todas luces Unos 125 m al este de la Huaca mayor se en-
representa el sitio principal y todos los atributos cuentra otra Huaca con un área menor de 90 x 75
que reúne evidencian que cumplió la destacada m. pero con una altura que alcanza cerca de 19
función de centro provincial durante la ocupa- m. Este montículo piramidal parece que también
ción moche en el valle del Santa. En este impo- está asociado a un camino orientado hacia el no-
nente centro urbano ceremonial destacan dos reste que parte de su flanco sureste.
grandes Huacas o montículos piramidales de gran- La presunción de que Pampas de Los Incas
des dimensiones, además de otros montículos corresponda al principal centro administrativo y
menores, grandes murallas de adobe, antiguos ceremonial Moche en el valle se vería también re-
caminos y varios sectores con evidencias forzada por la presencia de una alta concentra-
habitacionales, de talleres de producción de ma- ción poblacional, la que estuvo mayormente asen-
nufacturas y cementerios. tada sobre terrazas que se ubican en las faldas del
El núcleo principal del sitio parece haber co- lado sur y este de un cerro rocoso que se encuen-
rrespondido a la Huaca mayor,41 tanto porqué está tra al suroeste del sitio. Estas terrazas presentan
en una posición central y presenta las mayores evidencias de estructuras habitacionales construi-
dimensiones con 132 x 110 m de base y unos 16 das tanto en piedra como en adobe (Donnan
41
Esta es registrada como PV28-158 por Donnan (1973) y como estructura 19 del sitio SVP-GUAD 111 por Wilson
(1988). Lamentablemente, llama la atención la práctica de denominar con diferentes nombres o códigos los mismos sitios por
parte de distintos arqueólogos, lo que dificulta cotejar la información disponible por parte de quienes estamos interesados en su
estudio. En este trabajo y en el mapa respectivo, mantenemos la numeración señalada precedentemente por Donnan, incluyendo
los nuevos sitios registrados por Wilson con su correspondiente señalamiento.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 221
edificación denominada Huaca Ursias que tiene Sitios con recintos Rectangulares
un área de 110 x 90 m. y una altura de unos 11
m. (Wilson 1988: 212, fig.112). Esta Huaca pre- Especialmente en la margen sur del valle bajo,
senta plataformas escalonadas con una plaza hun- donde parece que se concentró la explotación agrí-
dida del lado norte y una serie de rampas que per- cola durante la ocupación Moche, se registra la
mitían el ascenso hacia las plataformas más eleva- presencia de una serie de sitios cuyo rasgo más
da que se encontraban del lado sur. Otros destacado consiste en la presencia de estructuras
complejos dominados por montículos piramidales que se caracterizan por estar enmarcadas dentro
se encuentran distribuidos también en la parte de recintos rectangulares, los que presentan
media alta del valle y pudieron cumplir funcio- subdivisiones interiores o contienen plataformas
nes de carácter administrativo y ceremonial pro- y montículos piramidales. Es posible que este pa-
pias de la organización del Estado con relación a trón de ordenamiento espacial, que implica cier-
las poblaciones asentadas en estos sectores del valle. tos niveles de planificación, corresponda al desa-
Wilson (ibid: 207) registra otro importante rrollo de determinadas intervenciones por parte
centro local al sur del valle, al oeste de la quebra- de la entidad estatal en lugares estratégicos del
da de Lacramarca, en el sitio GUAD-192 que al- valle. Esta hipótesis encuentra también sustento
canza la notable extensión de cerca de 30 Ha. y en el hecho de que estas edificaciones han sido
donde convergen dos antiguos caminos que apa- construidas con adobe, un material mayormente
rentemente lo conectaban con otros sitios moche empleado por los moche en sus edificios públicos
ubicados más al norte, en la margen izquierda del y donde, además, se aprecia el empleo de adobes
valle bajo del Santa, como también con los hechos con molde con una marcada tendencia a
asentamientos moche instalados en los valles al estandarizar sus dimensiones con un promedio
sur del Santa, como es el caso de los localizados de 32 x 22 x 14 cm. (Donnan 1973, Canziani
en el valle de Nepeña que, como veremos más 1989: 149-151)
adelante, presenta importantes evidencias de la Entre los recintos rectangulares que presentan
ocupación Moche. subdivisiones formando recintos menores o pa-
Interesantes avances sobre la ocupación Moche tios, Donnan (ibid.) registra los sitios 88, 91,
en el valle bajo del Santa se vienen desarrollando mientras que entre los que contienen plataformas
con las investigaciones conducidas por o montículos piramidales al interior de los recin-
Chapdelaine (2004), las que estamos seguros nos tos rectangulares se registran los sitios 89, 130,
darán mayores luces tanto sobre la naturaleza 133, 186. Por su parte también Wilson (1988:
como sobre la dinámica de la evolución de esta 219-220) hace mención al registro de por lo me-
ocupación. Al respecto, nos parece de sumo inte- nos 3 estructuras con recintos rectangulares, si bien
rés la hipótesis planteada acerca de una impor- las define gruesamente como “corrales”, a partir
tante ampliación de la frontera agrícola de la mar- de su posible asociación con antiguos caminos que
gen sur del valle, con el establecimiento en esta articulaban el valle en sentido transversal –conec-
zona de nuevos asentamientos moche. De com- tándolos con las rutas intervalles- como también
probarse este tipo de eventos podríamos no sólo longitudinal, comunicando los sitios que se en-
ponderar mejor la naturaleza de las complejas contraban hacia el interior del valle, con una po-
interrelaciones con el poder de los señores loca- sible proyección hacia las partes altas y la serra-
les, sino también disponer de alcances acerca de nía. Las características de algunos de estos com-
las causas que explicarían la expansión moche, plejos con recintos rectangulares y su asociación
entre las cuales se ha esgrimido la necesidad de con redes de caminos, podría también haber co-
contar con nuevas fuentes de provisión de exce- rrespondido a establecimientos del tipo tampu
dentes productivos. Por otra parte, la aplicación (Canziani 1989: 196), tal como se sugiere más
de recursos técnicos y la movilización de fuerza adelante a propósito de estructuras similares ins-
de trabajo para la ejecución de grandes obras de taladas por los Moche en el valle de Nepeña.
irrigación, se habría constituido en una de las prin-
cipales formas desplegadas por el Estado Moche Un posible sitio Fortificado
para hacerse de tierras que le permitieran dispo-
ner de rentas, vía la institución de tributación de Finalmente, en una posición estratégica en la
trabajo en éstas por parte de la población local margen sur del valle bajo se encuentra el sitio de-
(Canziani 1989:130-133; 2004). nominado Huaca China (84) que parece corres-
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 223
ponder a una estructura fortificada. Este sitio está Otro elemento saltante que se observa es el
localizado sobre el promontorio de un cerro que establecimiento de dos centros gravitantes en
aflora en el piso del valle, y se caracteriza por pre- ambas márgenes del valle. El primero, en la mar-
sentar en el sector más alto dos murallas concén- gen norte entorno al complejo de Pampa de los
tricas que encierran la cima del cerro, donde se Incas, que correspondería a la “capital” provincial
encuentran restos de una plataforma con algunos moche en el valle; y el segundo, en la margen sur
muros o recintos. Las murallas tiene una base de y al este de la hacienda Tambo Real, con un con-
aproximadamente un metro mientras que debie- junto de sitios que pudo tener como centro el si-
ron de alcanzar más de 3 m. de altura. Todas estas tio de El Castillo (161). Esta organización dual
estructuras fueron construidas empleando adobes del sistema de asentamiento, respondería a los re-
hechos con molde, cuyas dimensiones presentan querimientos planteados por el manejo agrícola
las medidas propias de los estándares moche. en ambas márgenes del valle bajo, como también
El amurallamiento exterior presenta un diá- a la necesidad de localizar los sitios principales en
metro aproximado de unos 75 m mientras que la directa conexión con los caminos que respectiva-
muralla interior corre paralela a esta a unos 5 m mente permitían la comunicación con los valles
de distancia. No está del todo clara la forma de al sur y al norte del Santa. De otro lado, el hecho
acceso y los vanos que permitieran la circulación de que el Santa sea un río de fuerte caudal y de
hacia el interior del conjunto, sin embargo las evidentes dificultades para su vado, pudo tam-
características que presenta un recinto adosado al bién contribuir a generar esta organización
norte de la muralla exterior, con muros formando bipartita del territorio del valle bajo.
un corredor laberíntico, podría suponerse que El complejo de Pampa de los Incas, correspon-
formaba parte de los mecanismo para restringir y dería al principal centro político, religioso y ad-
controlar el acceso principal al edificio (Donnan ministrativo Moche en el valle, presentando la
1973: 16-18, fig. 1; Wilson 1988: 212-213, fig. arquitectura monumental de mayor dimensión y
113). representatividad, concentrando posiblemente la
Resumiendo las características centrales del mayor población urbana dedicada a actividades
patrón de asentamiento establecido durante la de carácter especializado y, entre estas, de la pro-
ocupación moche del valle del Santa, podríamos ducción de cierto tipo de manufacturas.
señalar que ésta privilegia la explotación agrícola Especialmente en la margen sur, se aprecia la
del valle bajo, lo que se manifiesta claramente con presencia de sitios con montículos piramidales,
la notoria concentración de la mayoría de sitios y cuya distribución regular permitiría suponer que
la localización de los asentamientos principales en resolvían principalmente funciones de índole ce-
este sector del valle. remonial con relación a la población asentada a
224 JOSÉ CANZIANI
lo largo de este sector del valle. Mientras tanto, la usos. En todo caso, resulta sintomática la ausen-
presencia de sitios caracterizados por presentar cia de otras estructuras fortificadas en el valle, lo
recintos rectangulares, podría haber estado desti- que demostraría que una vez resueltos los conflic-
nada a cubrir funciones de carácter mayormente tivos que ciertamente generó el inicio de la ocu-
administrativo, algunas de ellas posiblemente aso- pación moche del Santa, e impuesta por el pode-
ciadas con la operación del sistema de caminos y río Moche la pacificación forzada de estos terri-
la movilización de las caravanas de transporte, si- torios, este tipo de estructuras habrían sido
milar a las que tuvieron los tambos tardíos (Hyslop totalmente prescindibles.42
1984, Canziani 1989: 196). Esto no excluye que
algunos de estos complejos con recintos rectan-
gulares incorporaran alguna actividad ceremonial, La ocupación Moche en el valle de Nepeña
dado que algunos de ellos incluyen también pe-
queños montículos piramidales. Luego del importante desarrollo que se registra
En este esquema reconstructivo la presencia en este valle durante el período Formativo, mani-
de una posible fortificación en Huaca China (84), fiesto en el registro de arquitectura monumental
podría haber respondido a una función defensiva de sitios extraordinarios como Punkurí y Cerro
de la parte baja de la margen sur del valle, como Blanco (ver Cap. 4), se desarrollan otros sitios
también, en su momento, pudo haber correspon- aparentemente más tardíos como Kushipampa,
dido a un punto de avanzada de alguna de las cam- Motocachy, Quisque y Paradones, que se locali-
pañas de la conflictiva expansión Moche hacia el zan principalmente en la parte alta del valle (Proulx
sur. Una vez impuesta la dominación moche, esta 1985). Sin embargo, llama la atención el que du-
edificación podría haber sido destinada a otros rante las fases tempranas del periodo de los Desa-
Fig. 242. Mapa del valle de Nepeña con la ubicación de los sitios Moche (Redibujado de Proulx 1985).
42
Esta situación sería posible gracias también a que la imposición de la ocupación moche en la región, garantizaba el control
de los posibles conflictos entre las poblaciones de valles aledaños. Esta paz bajo la esfera del poder Moche, contrasta radicalmente
con el registro del período Formativo, que como hemos visto anteriormente (pag. xx ), vio el inusitado énfasis de la arquitectura
fortificada en el valle del Santa como expresión, tanto de los posibles conflictos presentes dentro del valle, como de los generados
a partir de las incursiones provenientes de territorios fronterizos.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 225
rrollos Regionales se verifique una aparente au- Pañamarca que representó el principal centro del
sencia de centros ceremoniales y de poder con poder Moche en el valle. De otro lado, se ha des-
arquitectura monumental de cierta relevancia. Este tacado un dato relevante, cual es el registro de la
fenómeno podría estar señalando un singular con- contemporánea presencia de gentes afiliadas a la
texto histórico en el cual —luego del notable exor- cultura Recuay que se localizan en las cabeceras
dio expresado con el desarrollo extraordinario de de la parte alta del valle (Proulx 1985: 275-288).
la arquitectura monumental y de los centros cere- Los sitios representativos de la ocupación
moniales formativos— no se habría configurado Moche en el valle no son numerosos, ya que en
el consecuente surgimiento de una entidad polí- total serían tan sólo 37 (ibid: 276). Son escasos
tica centralizada. Lo que representaría un caso tí- los sitios que se localizan en la zona superior del
pico de desarrollo discontinuo en el cual —con- valle medio o en la parte alta del mismo. Inclusi-
tradiciendo lo que normalmente se asume por ve, entre los que se encuentran en este sector, al-
supuesto— no se presenta una evolución lineal ni gunos presentan como único indicador pocos ties-
tampoco un crecimiento continuo en el nivel de tos moche, que bien podrían corresponder a pie-
desarrollo de las formaciones sociales. Esta pro- zas de intercambio. Al igual que en el caso del
blemática merecería una investigación específica, Santa, se advierten en Nepeña ciertas dificultades
más si se considera que un fenómeno similar tam- en identificar claramente los posibles sitios de
bién interesa al vecino valle de Casma, donde los habitación de este período, que se revelan relati-
desarrollos alcanzados durante el Formativo fue- vamente escasos frente a la mayoría de los sitios
ron aún más impresionantes. representados por complejos con montículos
En cuanto al valle de Nepeña, la concentra- piramidales y los cementerios.
ción de la ocupación formativa en la parte alta
del valle —al igual que en el valle de Virú— po- El Complejo de Pañamarca
dría explicarse en función del despliegue inicial
del manejo de la irrigación artificial en aquellas Pañamarca se localiza en el piso del valle de
zonas cuya conformación favorecía la aplicación Nepeña, en su margen derecha y en una zona de
de tecnologías hidráulicas aún incipientes y cuyo transición entre la parte baja y media del mismo.
funcionamiento posiblemente no requirió de for- El sitio se ubica a unos cientos de metros del cau-
mas demasiado complejas de administración y de ce del río que transcurre al sur del mismo, y a
organización de la fuerza de trabajo comprometi- unos 15 km. del litoral. En la elección de este
da en la construcción y operación de estas obras emplazamiento -además de su localización estra-
públicas. En todo caso, este desarrollo inicial im- tégica para el manejo agrícola y las comunicacio-
pulsado por la afirmación de la economía agríco- nes- parece haber primado también la presencia
la en el valle, no habría trascendido hacia la cons- de unos singulares afloramientos rocosos, que fue-
titución de una organización estatal de rango ron especialmente incorporados al diseño arqui-
mayor, pero inclusive tampoco habría logrado tectónico por sus sugerentes formas, lo cual –como
continuidad en el sostenimiento de formaciones ya se ha visto- confirma la reiterada predilección
estatales quizás aún incipientes. de los Moche por estas formaciones naturales para
De acuerdo a estos antecedentes, se podría el establecimiento de sus sedes principales.
suponer que la ocupación Moche en el valle de Este complejo representa el núcleo central de
Nepeña se instalaría sobre una suerte de “vacío” la ocupación Moche en el valle de Nepeña, ya que
de poder, ante la aparente ausencia de una orga- en sus alrededores se encuentran concentrados los
nización política y la inexistencia de una entidad restos de otros montículos de menor tamaño co-
urbana local al momento de producirse la ocupa- rrespondientes a esta misma época. El monumento
ción Moche. Esta situación lleva a suponer que la principal de este sitio, que tiene una extensión de
anexión o dominación Moche del valle de Nepeña unos 250 x 200 m. está constituido por una gran
se dio en condiciones bastante diferentes a las exis- pirámide con una base de cuadrangular de unos
tentes en el caso de Virú. 50 m. de lado que se yergue sobre un promonto-
En todo caso, los datos revelan que cuando se rio rocoso, lo que eleva su cúspide unos 40 m.
produjo la ocupación Moche del valle de Nepeña por encima del nivel del valle. La edificación
se modificó sustancialmente el patrón de locali- piramidal está aparentemente constituida por pla-
zación de los asentamientos. La mayoría de los taformas escalonadas, construidas masivamente
sitios se concentraron en la parte media del valle, con adobes paralelepípedos rectangulares hechos
nucleándose en los alrededores del complejo de
226 JOSÉ CANZIANI
con molde llano, si bien se observan también ado- sólo la descripción y el plano publicado por
bes elaborados con molde de caña.43 Schaedel y los estudios que concentraron su aten-
Esta pirámide principal en su frente noroeste, ción en las extraordinarias pinturas murales
presenta los restos de un rampa con un singular (Schaedel 1951b, Bonavia 1959, 1974). Algunas
desarrollo zigzagueante, que asciende conectan- de estas notables pinturas policromas se registraron
do los escalones que presenta este flanco de la pi- en uno de los recintos ubicados sobre las plata-
rámide. Del lado noreste, la pirámide se encuen- formas que se desarrollan en la base de la pirámi-
tra asociada a una plaza, desde la cual se habría de en el eje central del lado noroeste de esta. Estas
desarrollado una posible rampa que iniciaba el pinturas representaban escenas de combate y se-
ascenso hacia la pirámide. Esto significaría que res supranaturales; mientras que en el paramento
en el ordenamiento espacial de la edificación prin- interior del muro que cierra la plaza del lado nor-
cipal de Pañamarca se reiterarían algunos de los oeste, se registró la representación de una larga
rasgos típicos, propios de la configuración de los escena con personajes con atributos de guerreros
principales complejos ceremoniales Moche, como y sacerdotes. Finalmente, un fragmento de una
han sido documentados en Huaca de la Luna y impresionante pintura mural correspondiente a
Huaca de Cao. la denominada “escena del sacrificio” fue estudiada
La cúspide de la pirámide y gran parte de su y documentada por Bonavia (1959, 1974).
frente sureste presentan una gran cámara abierta, La presencia de estas pinturas murales tiene
lo que llevó a Kosok (1965: 206) a suponer que una especial relevancia, ya que ilustran la especial
se trataba de una estructura en forma de “U”, sin importancia asignada por los moche a este edifi-
embargo no está del todo claro si esta conforma- cio y a las actividades de primer orden que en él
ción podría haber sido generada por algún forado debieron desarrollarse. Esto es especialmente sig-
realizado antiguamente por buscadores de tesoros.44 nificativo en el caso de la escena que ilustra esce-
Lamentablemente no se han realizado investi- nas de sacrificio de prisioneros y el ofrecimiento
gaciones arqueológicas sistemáticas que examinen ritual de su sangre a las divinidades centrales del
las características del complejo, conociéndose tan panteón moche,45 ya que reitera los eventos rituales
43
Según Proulx (1985: 239) las dimensiones de los adobes tendrían un promedio de 43 x 27 x 17 cm. y a diferencia de otras
edificaciones Moche, en ellos no se registrarían marcas.
44
Esta posibilidad es señalada por Schaedel (1951b), quien presume que el relleno central de la cúspide podría haber sido de
material suelto, al observar que los muros laterales de su interior presentaban un acabado enlucido.
45
Los estudiosos de la iconografía Moche han observado que los principales personajes míticos o divinidades representadas
ampliamente en la cerámica y arte mural moche, en lo que se conoce como “ceremonia del sacrificio” o “escena de la presenta-
ción”, están estrechamente relacionadas con los personajes enterrados en las tumbas de elite, cuyos ornamentos y elementos
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 227
registrados o plasmados en los relieves policro- ter ceremonial, mientras que las plataformas y re-
mos de los edificios ceremoniales de Huaca de cintos al norte podrían haber privilegiado las ac-
Cao y Huaca de la Luna. tividades de índole política y administrativa. Ade-
Es relevante notar que el complejo de más, entre los volúmenes de estas dos edificacio-
Pañamarca presenta en el sector norte una gran nes mayores, se registra el desarrollo de otras
plataforma escalonada, que pudo desempeñar el plataformas menores y de amplios recintos cerca-
rol de una pirámide secundaria. De modo que dos por altas murallas también construidas con
también en este sitio se propondría una eventual adobes.46
dualidad, donde la pirámide al sur del complejo Si bien en diversos sectores del sitio se observa
podría haber concentrado las funciones de carác- una serie de evidencias que señalarían la superpo-
asociados podían reconocerse como correspondientes a los personajes que aparecen en las representaciones. Así, el Señor de Sipán
fue identificado como una de las divinidades centrales que aparece recibiendo una copa con la sangre de los prisioneros sacrifica-
dos; mientras que la sacerdotisa de San José de Moro, aparece entregando la copa ceremonial. La “ceremonia del sacrificio”,
consistía en un complejo ritual de sacrificios humanos de guerreros derrotados en combate y la posterior ofrenda de su sangre a
una divinidad suprema. Hoy sabemos que este ritual comprendió todo el territorio Moche y se desarrolló a lo largo de los siglos
de su larga vigencia. Sin embargo, es de gran significación notar que los personajes de la elite encarnaran a estos personajes míticos
o divinos en la vida terrenal, lo cual da una dimensión del extraordinario nivel de poder que concentraban en sus manos y que era
refrendado por el áurea que los divinizaba ante su pueblo. Es de destacar también que este ejercicio del poder y de los rituales que
lo magnificaban se concentraba en los espacios arquitectónicos de los monumentos aquí reseñados.
46
A esto propósito, Schaedel (1951: 106) observa que la alta muralla que cierra el complejo en su lado noroeste, además de
alcanzar como otras una altura de unos 7 m. presenta la peculiaridad de desarrollar un tratamiento almenado en la coronación del
muro, lo cual sería otro rasgo propio de los edificios moche de especial importancia.
228 JOSÉ CANZIANI
sición de estructuras arquitectónicas —cuyos se- dades se habrían desarrollado en sus distintos sec-
llos aparentemente permitieron la conservación tores, en cuanto centro provincial moche en el
de los murales policromos antes de su reciente y valle. Es más, este tipo de investigaciones es de
lamentable destrucción— estas no han sido aún especial interés ya que, a partir del examen super-
estudiadas, lo que podría permitir la posible iden- ficial del sitio y de los escasos restos de ocupación
tificación de las distintas fases que pudo tener la habitacional, Schaedel (1951: 110) planteó que
edificación en su historia. Si bien algunas de estas este tipo de sitios no tendrían un auténtico carác-
superposiciones fueron observadas en su momento ter urbano, extendiendo erróneamente esta apre-
por Schaedel (op. cit.), este supuso que las remode- ciación a otros centros moche de primer nivel
laciones serían posteriores a época Moche y conse- como el de las Huacas del Sol y la Luna.47
cuencia de una supuesta ocupación “tiahuana- En cuanto al emplazamiento territorial de
coide”. Esta hipótesis nos parece poco plausible, Pañamarca, su ubicación es desde luego estratégi-
más aún si se establecen las analogías del caso con ca, ya que se encuentra en una posición central
las características remodelaciones periódicas que entre el valle bajo y el medio, es decir, del área que
se han documentado en las principales edifica- concentraba la mayor extensión de tierras con
ciones moche. vocación agrícola. A este propósito, si considera-
Además de las estructuras principales con ar- mos que durante el Formativo la concentración
quitectura monumental, que evidentemente ha- poblacional se ubicaba en la parte alta, se puede
brían conformado el núcleo central del comple- deducir que el Estado Moche debió de introducir
jo, no está claro tampoco si es que en el entorno mejoras sustanciales en los sectores del valle bajo
inmediato de éste se erigieron otro tipo de estruc- y medio, con miras a posibilitar la producción
turas menores. Esta es otra de las interrogantes agrícola de estas tierras o por lo menos impulsan-
que las futuras excavaciones arqueológicas en el do su extensión e intensificación en esta zona.
sitio deberían despejar, definiendo así que tipo de Posiblemente la ubicación de Pañamarca res-
ocupación se habría dado en el sitio y que activi- pondió también a la necesidad de localizar el más
47
Schaedel (1951: 110) sostenía comparando Pañamarca con el sitio Moche de las Huacas del Sol y la Luna que este último
“...es más grande y tal vez más extenso en su organización, pero tiene los mismos componentes arquitectónicos. La inferencia es
inevitable, en el sentido de que no fueron principalmente sitios habitacionales. La escasez de restos habitacionales indica que, en
el mejor de los casos, tan sólo pocos sacerdotes o personas de importancia vivieron en el centro, junto con sus asistentes y algunos
artesanos”. “...Centros ceremoniales como estos contrastan fuertemente con los sitios tardíos que presentan un auténtico carácter
urbano, y donde el énfasis está puesto en los barrios de vivienda a expensas de los elegantes templos piramidales:” Para una
revisión crítica de estos argumentos –que luego de esta versión inicial daría paso a la que se ha denominado “tesis de los centros
ceremoniales vacíos”- y de los postulados teóricos que de ellos se desprenden, ver Canziani 2003a.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 229
Fig. 246. Representación de la escena del sacrificio en una pictografía de línea fina (Donnan y Mc Clelland 1999).
48
La posibilidad de la existencia de estos caminos tempranos, se refuerza por la manifiesta tendencia de los caminos tardíos
de la costa norte a tener un trazo relativamente alejado del litoral (Hyslop 1984: 259-263).
230 JOSÉ CANZIANI
El valle de Nepeña y los límites sureños de Moche da por la presencia de sitios Moche con recintos
rectangulares como PV 31-121 y 103, cuyas ca-
Para comprender de modo cabal la presencia racterísticas parecen corresponder al desarrollo de
Moche en el valle de Nepeña, así como el patrón funciones de tipo administrativo, más aún cuan-
de asentamiento establecido y, especialmente, el do estos se encuentran localizados en la margen
rol de un centro urbano ceremonial de primera izquierda, en lugares de acceso natural al valle
importancia como Pañamarca, debemos hacerlo desde el sur y donde existen vestigios de antiguos
en el contexto de la política de anexión y domi- caminos. Si estos intercambios y desplazamientos
nación territorial desarrollada por el Estado se dieron además con la conducción de caravanas
Moche en esta región de la costa norte. Este es el de llamas, es factible analizar si este tipo de sitios
caso de Pañamarca, que si bien expresa de manera pudo resolver tempranamente funciones algo si-
patente un carácter eminentemente ceremonial, milares a las que desempeñarían mucho más tar-
no nos debe hacer perder de vista posibles funcio- de los tampu de la red vial inca (Hyslop 1984).
nes de índole político administrativa que pudie-
ron desarrollarse en su entorno inmediato o den-
tro del propio complejo, como podrían estarlo La ocupación Moche en los valles norteños
indicando el despliegue de una serie de espacios
asociados a la pirámide, como son los grandes Hasta hace unas décadas se postulaba, al igual que
cuartos, patios, plazas y otros recintos amuralla- para los valles sureños de la región, una expan-
dos que componen el núcleo central del comple- sión del Estado Moche desde los valles nucleares
jo. Esta suposición se sustenta en el hecho de que de Moche y Chicama hacia los valles norteños de
Pañamarca representó el principal sitio Moche en Lambayeque e inclusive, aún más al norte, en el
sus dominios sureños y, por lo tanto, en su condi- valle de Piura. En el caso de los valles de
ción de enclave provincial, debió de concentrar y Jequetepeque y Lambayeque, esta suposición es-
resolver una serie de funciones propias de la ad- taba basada en datos dispersos y no sistematizados,
ministración no solamente del valle de Nepeña que daban cuenta de la presencia en estos valles
sino de sus relaciones con los territorios aún más de algunos sitios con ocupación moche tardía
al sur, especialmente con los próximos valles de (Shimada 1985), así como en las evidentes influen-
Casma y Huarmey, que no contaron con un cen- cias de Moche en la cerámica de la cultura Vicús,
tro de esta naturaleza. dando lugar al estilo conocido como Moche-Vicús
Existen por demás indicios crecientes de que (Lumbreras 1987c).
la presencia Moche en los valles de Casma, donde El hallazgo en 1987 de las tumbas reales de
anteriormente se adujo que no habría evidencias Sipán en el sitio de Huaca Rajada por parte del
en tal sentido (Collier 1960: 415, Thompson equipo conducido por Walter Alva (Alva y
1962a: 198, citados por Proulx 1973: 40), no Donnan 1993, Alva 2001), no solamente dio un
habría sido tan intrascendente, si bien no se pre- impresionante giro acerca de la complejidad de la
senta ningún centro local o arquitectura que pu- organización social moche y los extraordinarios
diera ser afiliada a moche (Wilson 1995). Esta niveles de poder concentrados en sus personajes
apreciación toma aún más cuerpo si se considera principales, sino que también dio cuenta de una
que se ha documentado en el valle de Huarmey importante ocupación temprana en los valles de
una presencia Moche mucho más importante de Lambayeque, a juzgar por los rasgos estilísticos
lo que se había supuesto, si bien pareciera que de los múltiples artefactos que constituían los fas-
esta no estuvo asociada al desarrollo de complejos tuosos ajuares funerarios de las tumbas.
con arquitectura monumental. Este es el caso del De modo que la investigación arqueológica
registro de por lo menos una decena de sitios, de las tumbas de los señores de Sipán dio un pri-
ubicados mayormente en la parte media y media mer y relevante indicio de la temprana y consis-
alta del valle, y que corresponden tanto a estruc- tente presencia de Moche en Lambayeque, demos-
turas con evidencias de ocupación moche o a ce- trando que esta se sustentaba en la existencia de
menterios y enterramientos consistentemente aso- una sólida estructura de poder social y económi-
ciados con cerámica de este estilo (Bonavia 1982: co local, cuya conducción debió corresponder a
415-447). los señores principales enterrados en la platafor-
Esta proyección de Moche hacia los valles del ma funeraria de Sipán. De esta manera, las hipó-
sur, tomando como punto de partida el valle de tesis que planteaban la posibilidad de desarrollos
Nepeña y Pañamarca, podría también ser sugeri- locales fuertemente emparentados con los moche
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 231
de los valles de Trujillo al sur (Lumbreras 1988: valle también se reportan algunos hallazgos pun-
com. pers.) asumieron mayor fuerza, planteando tuales del Moche temprano, mayormente asocia-
la posible presencia de entidades políticas moche dos con enterramientos y cementerios, en
en los valles de la región norteña, con determina- Pacatnamú y Tolón, uno de los pocos sitios moche
dos márgenes de autonomía e integradas entre sí reportados en el valle medio (Donnan y Castillo
por una serie de aspectos étnicos y culturales 1994: 162-169).
(Donnan y Castillo 1994). Las investigaciones en Si bien en la región norte la información acer-
esta dirección se vieron reforzadas con el hallazgo ca de la naturaleza de la ocupación moche es aún
en Jequetepeque de una temprana tumba Moche fragmentaria, y aún más escasa tratándose de la
de elite en el sitio de La Mina, finamente decora- evolución de los patrones de asentamiento en sus
da en su interior con pintura mural policroma y distintas fases, a continuación resumimos la in-
asociada a un conjunto excepcional de ceramios formación disponible que documenta el tipo de
Moche (Narváez 1994: fig. 2.5). Posteriormente, asentamientos correspondientes al Moche Tem-
se ha producido en el complejo de Dos Cabezas prano, entre los que destacan Sipán y Dos Cabe-
el hallazgo de una importante ocupación, tam- zas, en los valles de Lambayeque y Jequetepeque
bién del Moche Temprano, en este caso asociada respectivamente, para posteriormente hacerlo con
a un asentamiento con arquitectura monumental los que corresponden al Moche Medio y Tardío.
y tumbas de elite (Donnan 2001, 2003). Este último período nos introduce a la problemá-
Además de Sipán en Lambayeque, de La Mina tica de las grandes transformaciones que se verifi-
y Dos cabezas en Jequetepeque, en este último caron en el modelo de asentamiento moche du-
232 JOSÉ CANZIANI
rante su fase V, y especialmente en dos centros de las tumbas reales por el equipo de arqueólogos
urbanos de primera importancia, como son Pam- dirigidos por Walter Alva— la que ha concentra-
pa Grande en el valle de Lambayeque y Galindo do la mayor atención de los estudiosos, dada la
en el valle de Moche. Se hace también antes una enorme trascendencia de los hallazgos para el co-
breve referencia al sitio de San José de Moro, en nocimiento del mundo Moche. Las excavaciones
el valle de Jequetepeque, por presentar algunos arqueológicas conducidas en esta última edifica-
aspectos trascendentes acerca de la estructura so- ción, indicarían que constituyó una plataforma
cial y los cambios que se producen en el ámbito funeraria de características muy especiales, dado
cultural moche durante este período de transición. que fue destinada al enterramiento de los perso-
Si bien la ubicación cronológica de estos últimos najes de la más alta jerarquía de la sociedad moche
sitios corresponde al Horizonte Medio, es decir local. Los estudios de Susana Meneses revelaron
la época del evento de Wari, preferimos tratar so- la existencia de por lo menos 6 superposiciones
bre estos en este mismo capítulo, con la finalidad arquitectónicas en la historia de la evolución del
de brindar mas coherencia y continuidad al tex- edificio construido masivamente con adobes, con
to, al examinar la evolución de los patrones de secciones constructivas que presentan de modo
asentamiento en la región, como culminación del consistente marcas de fabricante. Dado que las
desarrollo de la sociedad Moche. tumbas fueron construidas intruyendo en el nivel
que presentaba la plataforma en el momento del
El Complejo de Sipán enterramiento, se ha podido establecer una estre-
cha correlación entre cada una de las fases de la
El complejo monumental de Sipán o Huaca Ra- secuencia arquitectónica y la respectiva antigüe-
jada se localiza a uno 40 km del litoral, en la mar- dad de los diversos enterramientos (Alva y Donnan
gen izquierda del valle medio de Lambayeque y 1993: fig. 38 y 39).
está conformado por dos colosales construcciones Al parecer, en su fase temprana, la plataforma
de forma troncopiramidal, la mayor de ellas al se inicia como una estructura baja de planta rec-
oeste del sitio y una intermedia en una posición tangular, con dos largos escalonamientos que se
central, mientras que al este del sitio se localiza desarrollaban hacia su lado norte, mientras que al
una plataforma de menores dimensiones. Las dos sur se encontraba la parte más elevada de la mis-
edificaciones piramidales, no obstante su intensa ma. Esta parece que fue una constante en todas
erosión conservan vestigios del adosamiento de sus fases, donde siempre el sector sur de la plata-
plataformas bajas y sistemas de rampas que perm- forma mantuvo la mayor altura y la mayor elabo-
itían el ascenso a sus respectivas cimas, sin embargo ración arquitectónica; mientras que el lado norte
aún no han sido objeto de mayores estudios. siempre más bajo pudiera haber correspondido a
Es más bien la plataforma de menor tamaño los atrios conectados con rampas de acceso (ibid:
—donde en 1987 se produjo el descubrimiento 43-44, fig. 40).
Dos Cabezas
Luego de algunas remodelaciones menores, este arqueológicas del sitio han registrado una impor-
sector fue finalmente comprometido por la am- tante ocupación del Moche Temprano, que se
pliación de la pirámide, para lo cual se desmonta- concentra en los sectores al sur del asentamiento,
ron los postes y los muretes que conformaban los aun cuando existen indicios de que esta se habría
cubículos y se procedió a sellar estos ambientes extendido también hacia los sectores al norte del
con rellenos constructivos de adobes. La platafor- sitio. Todas estas estructuras, al igual que la ar-
ma resultante fue utilizada luego como lugar de quitectura monumental de las Huacas, fue cons-
enterramiento, excavándose en la plataforma las truida utilizando los característicos adobes pro-
cámaras funerarias y los repositorios de ofrendas ducidos con gaveras de caña. Algunas estructuras
de las tumbas de elite ya mencionadas. Finalmen- corresponden a funciones públicas, como es el caso
te, sobre los enterramientos se continuó con los de la Huaca E, si bien la mayoría corresponde a
rellenos de adobes, elevando aún más la altura de unidades domésticas y talleres, donde se hallaron
la plataforma al suroeste de la pirámide, quedan- una serie de implementos muy bien conservados,
do las tumbas encapsuladas dentro de esta. gracias al enterramiento por acarreo eólico luego
Aparentemente, la pirámide y el complejo ce- de su abandono. De estas evidencias se puede de-
remonial de Dos Cabezas habrían nucleado una ducir cierto nivel de especialización de sus habi-
cierta concentración urbana. Las exploraciones tantes, como es el caso del sector D, donde el ha-
llazgo de redes, pesas, anzuelos de cobre y malleros
para tejer redes, revelan la posible existencia de
un barrio de pescadores (Donnan y Cock 1995).
Pacatnamú
del mar por el lado oeste. Este especial emplaza- por los moche (Donnan y Cock 1985: 70-74).
miento con un dominio visual sobre el paisaje cir- Estas superposiciones son claramente definidas ya
cundante, y con los acantilados que dificultan que las construcciones moche se caracterizan por
acceder al sitio desde el flanco del litoral o desde el empleo de adobes paralelepípedos rectangula-
el valle, fue aprovechado hábilmente para limitar res, hechos con molde plano, mientras que los
el acceso al sitio, mientras que del lado norte — adobes más tardíos presentan la singularidad de
por donde se conecta con la planicie— se cons- haber sido hechos de formas diversas y sin la uti-
truyeron sucesivamente y conforme la ciudad se lización de molde (ibid: 99).
expandía, líneas de gruesas murallas con portadas Existen otros elementos en el ordenamiento
para controlar el ingreso. espacial del sitio que podrían presumir anteceden-
Si bien el grueso de la ocupación más impor- tes tempranos originados en la ocupación moche.
tante corresponde a la época Lambayeque y Como se verá más adelante con detalle en el capí-
Chimú, las investigaciones realizadas en el sitio tulo correspondiente, los complejos típicos de
señalan evidencias de una ocupación más tempra- Pacatnamú presentan recurrentemente un patrón
na correspondiente a la época Moche. De acuer- definido por la ubicación y orientación de sus
do a los trabajos conducidos por el equipo con- componentes básicos (pirámide con rampa, patio
ducido por Donnan (Donnan y Cock 1986, frontal, plataformas laterales con rampa, altares y
1997), existirían consistentes evidencias que in- recintos amurallados). Pues bien, si advertimos
dicarían que la construcción de las primeras pirá- que la rampa de época Moche de la Huaca 31 está
mides y de otras estructuras, se habría iniciado orientada al norte y que debió conectar la plata-
por lo menos a partir de finales de la fase IV e forma con un patio en la misma dirección, se
inicios de la fase V de Moche. Se encontraron tam- puede suponer que algunos de los rasgos típicos
bién en el sitio numerosos cementerios de la fase de los complejos podrían haberse establecido tem-
Moche Medio, lo que indicarían la presencia de pranamente durante la ocupación moche. De otro
una importante población moche, si no residente lado, estos rasgos se enmarcan en los patrones de
en el sitio, por lo menos afiliada a las actividades ordenamiento espacial característicos de la arqui-
del aparente centro ceremonial como para ser en- tectura monumental moche que, como se ha vis-
terrada en este. De otro lado, la presencia de mu- to, por lo general ubican las edificaciones
chas tumbas de elite correspondientes a esta fase, piramidales al sur, conectándolas con plazas o
excavadas durante la década del 30 por patios ubicados al norte. De modo que los frontis
Ubbelohde-Doering, permitirían inferir la presen- principales de las edificaciones piramidales se de-
cia de una clase social de alto status conduciendo sarrollan orientados al norte, al igual que las ram-
alguna forma de entidad política en el valle, con pas que descienden de estas a las plazas. Este mis-
sede principal en Pacatnamú (Castillo y Donnan mo modelo de ordenamiento podía haber sido
1994: 169). implantado tempranamente por los moche en
Lamentablemente no tenemos una idea clara Pacatnamú y perpetuado con variantes en las ocu-
de cual pudo ser la configuración urbana y arqui- paciones posteriores del sitio.
tectónica de Pacatnamú durante la ocupación
Moche, la que puede subyacer oculta bajo las su- San José de Moro
cesivas ocupaciones posteriores, y que en su mo-
mento fue desdibujada por estas intervenciones San José de Moro representa uno de los sitios más
más tardías. Una de las escasas evidencias de ar- destacados del Moche Tardío en el valle de
quitectura monumental del periodo Moche está Jequetepeque. Las recientes excavaciones condu-
representada por la Huaca 31. Se trata de uno de cidas por Castillo y Donnan han planteado la pre-
los complejos con pirámide de mayor tamaño y sencia de un complejo de aparente función cere-
con una posición destacada en el sector central monial, donde se revela una intensa actividad fu-
del sitio (Hecker y Hecker 1985: Plano NR.III), neraria. En el sitio se define la presencia de una
donde las excavaciones pusieron al descubierto una serie de montículos arqueológicos de escasa altu-
serie de sectores en los cuales las construcciones ra, algunos de estos corresponderían a funciones
chimú se habían realizado reutilizando otras an- ceremoniales, mientras que otros podrían haber
teriores de época Moche. También en la rampa, estado asociados a fines habitacionales por parte
ubicada al norte de la pirámide, se registraron de la población congregada en el lugar. Lamenta-
evidencias que demostrarían su remodelación tar- blemente la erosión, el huaqueo y las construc-
día a partir de la estructura originaria construida ciones modernas impiden en la actualidad tener
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 237
49
El personaje femenino, o sacerdotisa, correspondería al personaje “C “ de la escena del sacrificio; mientras que los perso-
najes “A” y “B” corresponderían —de acuerdo con los atributos, adornos e indumentaria de su ajuar funerario— a los señores
principales sepultados en las cámaras de las tumbas reales de Sipán (Alva y Donnan 1993).
50
Tanto la disposición del cuerpo del personaje principal, con la cabeza hacia el sur, como la distribución de las hornacinas
y su notaria ausencia en el muro norte, revelan que en esta región también las edificaciones funerarias reflejaban la organización
del espacio de acuerdo a la orientación sacra dirigida hacia el sur.
238 JOSÉ CANZIANI
car dos aspectos notables: la presencia de “ma- En cuanto a la inclusión de ofrendas “exóti-
quetas” arquitectónicas y el hallazgo de cerámica cas” en las tumbas de elite, nos parece relevante
y otros elementos exóticos al mundo moche como destacar la presencia de ceramios afiliados a las
parte del ajuar funerario. tradiciones estilísticas e iconográficas de
Las maquetas arquitectónicas fueron dispues- Cajamarca (Sierra Norte), Nievería y Pachacamac
tas tanto dentro de las hornacinas como sobre el (Costa Central) así como de Wari, además de pie-
piso de las tumbas. Fueron realizadas con barro zas de cuchillos de obsidiana provenientes de la
crudo y claramente constituyen representaciones sierra sur central, lo que estaría indicando
ideales de complejos arquitectónicos de un cierto interacciones e intercambio a grandes distancias,
status. Si bien todas las maquetas son distintas, e igualmente una notable inversión por parte de
tienen en común el representar como modelo la elite en adquirir este tipo de bienes suntuarios
complejos de planta rectangular cercados por una y de alto prestigio, que habrían estado restringi-
muralla perimétrica con un acceso central. En el dos a su uso exclusivo (Castillo y Donnan 1994:
interior presentan un patio o plaza rodeada por 135-136). Pero también nos parece importante
banquetas y al frente del acceso una plataforma destacar que la inclusión de este tipo de objetos
más elevada, sobre la que se emplazan estrados o exóticos -como bienes personales y luego como
podios. Algunas zonas de estos espacios, especial- parte del ajuar funerario- estaría evidenciando una
mente la plataforma elevada, se representan cu- crisis en los fundamentos ideológicos y religio-
biertos por techos soportados por columnas o sos, hasta ese entonces rígidos y excluyentes de lo
postes. A partir de los patios y en la parte poste- foráneo. Esto reviste un grado aún más sintomá-
rior de estos, se desarrollan vanos y corredores que tico si se considera que algunos de los personajes
dan acceso a la representación de cuartos o recin- enterrados eran no sólo miembros destacados de
tos menores (Castillo et al. 1997). Nos parece sin- la elite, sino además oficiantes de los principales
tomático que estas representaciones arquitectóni- cultos y ceremoniales moche. Bajo este punto de
cas —bastante próximas a la configuración de es- vista, habría que considerar la posibilidad de que
pacios reales, como son algunos de los complejos mediante esta singular apertura a elementos re-
presentes en Galindo o Pampa Grande— sean de- vestidos con una innegable carga ideológica ex-
positadas en las tumbas de elite, como si se qui- traña —pero con un creciente prestigio en regio-
siera dotar simbólicamente a los difuntos de sus nes que alcanzaban un predominio seguramente
espacios naturales de actividad, donde estos ejer- amenazador del orden reinante— estos objetos de
cían su poder y autoridad.51 prestigio expresaran de modo subliminal la nece-
sidad de apuntalar el edificio social moche, seria-
Fig. 255. San José de Moro. Maqueta arquitectónica de arcilla no
mente afectado por una crisis que comprometía
cocida (Castillo 2001: fig. 8). sus propios cimientos.
Por otra parte, el análisis de los patrones de
asentamiento durante el período Moche tardío en
los valles de Jequetepeque y Zaña, estaría señalan-
do una inusitada presencia de asentamientos pro-
tegidos por fortificaciones o, en todo caso, muy
próximos a reductos fortificados en la cima de
una serie de cerros. Entre estos destacan Cerro
Chepén y Cerro Cañoncillo en el valle de
Jequetepeque y Cerro Corvacho en el de Zaña
(Dillehay 2001: figs. 1 y 2). De otro lado, los
posibles sitios de carácter urbano no presentarían
una ocupación continua y en ellos no se registra-
ría una mayor inversión en la construcción de ar-
51
Podría parecer contradictorio que en la tumba M-U30, correspondiente a un niño o niña de 5 a 7 años, se dispusieran nada
menos que siete maquetas, sin embargo parece ser que la condición social y la pertenencia de clase fueron refrendados por los
moche sin importar el factor edad, lo que se reflejaría en los rituales fúnebres reservados a la elite, ya que en el caso del niño o niña
en cuestión, aparte de una menor dimensión de la cámara, igualmente se dispuso de seis acompañantes, dos mujeres jóvenes
colocadas a sus pies y cuatro niños enterrados con el relleno de la tumba, todos ellos aparentemente sacrificados (Castillo y
Donnan 1994: 138-144).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 239
quitectura pública prominente, tal como la que posiblemente se elige este lugar por el áurea sa-
se aprecia en otros valles con ocupación Moche grada que debió perdurar entre las comunidades
V. Esta novedosa información permitiría suponer del valle.
que en ciertos valles de la costa norte, durante el Otro dato sintomático está dado por el con-
Moche tardío, no sería factible asumir la presen- temporáneo abandono de la ocupación de los va-
cia de entidades políticas centralizadas, con base lles al sur de Moche, como son el de Virú, Santa,
en asentamientos urbanos del tipo ciudad y en y Nepeña, en los cuales se había verificado una
una posición de dominio sobre un ordenamiento consistente presencia Moche asociada a las fase
jerárquico de asentamientos de menor nivel. Más III y IV, y donde se habían desarrollado impor-
bien podría ser factible suponer una organización tantes modificaciones territoriales, con la impo-
social fragmentada, derivada de la inexistencia de sición de un modelo de asentamiento presidido
una autoridad estatal que permitiera regular las por la instalación de importantes centros provin-
contradicciones y conflictos por el acceso y apro- ciales. Los escasos vestigios que se encuentran en
piación de recursos de vital importancia, como estos valles correspondientes al Moche V, mayor-
las tierras de cultivo y las aguas de regadío mente asociadas a ofrendas funerarias, parecen más
(Dillehay 2001; Castillo 2004). bien piezas de intercambio. movilizadas en la in-
La profundización de este tipo de estudios es tensa articulación interregional generada por el
de sumo interés ya que nos aproxima a la natura- fenómeno Wari.
leza de los posibles conflictos que se procesaron Tanto en el caso de Galindo en el valle de
en un período de crisis y de cambios profundos, Moche, como en el de Pampa Grande en el de
como fue la etapa final de la sociedad moche. En Lambayeque, se puede apreciar luna clara tenden-
este contexto, pudieron exacerbarse las contradic- cia a establecer los principales asentamientos
ciones entre “ciudad y campo” —vale decir, entre Moche tardío en el cuello de sus respectivos va-
las elites de base urbana y las comunidades cam- lles. Esta localización podría estar significando
pesinas de base aldeana— como también los con- tanto la búsqueda de emplazamientos más prote-
flictos de intereses entre facciones de la propia elite gidos y, por lo tanto mejores condiciones de de-
Moche por conservar o legitimar su poder, en un fensa; como también de una ubicación estratégi-
momento histórico que sabemos derivaría final- ca para un control más estrecho de las bocatomas
mente en la debacle y colapso de su vieja estruc- y los sistemas de irrigación de los valles; sin ex-
tura de poder (Dillehay 2001: 274-278). cluir las posibles ventajas de esta localización al
tener un acceso más directo para el tráfico de in-
Las transformaciones del modelo de asentamien- tercambio —que se intensifica con creces duran-
to durante la fase Moche V te el Horizonte Medio— con las poblaciones
altoandinas de estas regiones.
La crisis que afectó a la sociedad moche durante En cuanto al nuevo modelo de ordenamiento
su fase V, que como hemos visto es claramente urbano, los sitios de esta época manifiestan una
manifiesto en las esferas de la superestructura, tam- acentuada zonificación de las distintas áreas que
bién se percibe en el ámbito territorial y en las integran el espacio urbano. Se aprecia así una
notables modificaciones que se verifican en el marcada diferenciación funcional entre los sectores
modelo de asentamiento, especialmente con el urbanos donde se concentran las estructuras cere-
abandono de los antiguos centros urbano moniales y político administrativas, de aquellos
teocráticos y con el paralelo surgimiento de nue- destinados a albergar las estructuras productivas
vos modelos de ordenamiento urbano, que se apre- y habitacionales. Una característica saltante de los
cian en importantes centros como Pampa Gran- asentamientos urbanos del período es la existen-
de en Lambayeque y Galindo en el valle de Moche cia de grandes recintos rectangulares en los que se
(Canziani 1989: 169-171). inscriben los espacios y estructuras de carácter
Durante esta época es patente el ocaso de la ceremonial y político administrativas; así mismo,
ciudad de Moche dominada por las Huacas del la presencia de una notable población organizada
Sol y la Luna. Los edificios monumentales son por sectores o barrios, en los cuales además de las
abandonados progresivamente, al igual que las unidades habitacionales se encuentran talleres que
estructuras públicas y habitacionales que confor- resuelven el desarrollo de una serie de actividades
maban los barrios urbanos. Las ocupaciones pos- especializadas. Además, algunos centros urbanos
teriores del sitio están referidas mayormente a evi- de primer nivel que corresponden al nivel de ciu-
dencias de enterramientos tardíos, para los que dad —como Pampa Grande y Galindo— mani-
240 JOSÉ CANZIANI
fiestan de manera tangible la existencia de algu- ceremonial, que hasta ese entonces había susten-
nos servicios urbanos, como son el trazado de ca- tado exitosamente el ejercicio del poder del Esta-
lles y pasajes para la circulación urbana, y la pre- do. A este propósito, la perpetuación de las cons-
sencia de almacenes y depósitos; mientras que trucciones piramidales en la región de
otros servicios pueden ser inferidos a partir de las Lambayeque durante los períodos tardíos, podría
evidencias, como es el caso del abastecimiento de sugerir que en este proceso de transición este tipo
agua y de las subsistencias, al igual que la provi- de edificaciones continuaron sirviendo como ele-
sión de insumos para las manufacturas urbanas mentos emblemáticos del poder, sin que por esto
que se desarrollaban en estas ciudades, así como hayan necesariamente correspondido a funciones
la redistribución de determinados bienes entre la de tipo ceremonial, sino más bien en cuanto so-
población residente en la urbe e, inclusive, la po- porte de complejos político administrativos o re-
sible recolección y disposición de la basura.52 sidencias palaciegas de la elite urbana.53
Otro importante aspecto cualitativo, que se
manifiesta en la morfología de algunos de los cen- Pampa Grande
tros urbanos Moche V, es el redimensionamiento
de los montículos piramidales cuyas majestuosas Este importante sitio se ubica en la margen iz-
moles anteriormente dominaban el espacio urba- quierda y en el vértice del extenso cono aluvial
no. Este rasgo es notorio en el examen compara- del valle de Lambayeque, a unos 58 km del lito-
tivo entre la ciudad de las Huacas del Sol y la Luna ral. Esta ubicación parece haber tomado en cuenta
y Galindo. Sin embargo, en un trabajo anterior la posición estratégica que este sector presenta para
advertíamos que este no era el caso de Pampa el manejo del sistema hidráulico, ya que en él se
Grande, donde las dimensiones de la pirámide encuentran ubicadas las bocatomas de los princi-
principal, siguieron siendo significativamente co- pales canales de irrigación, como son hasta el día
losales. Pero aún en este caso la configuración de de hoy las que abastecen los canales de Taymi y
la pirámide es distinta, ya que se encuentra inscri- Collique, dos de los canales principales que inte-
ta dentro de un gran recinto que comprende un gran el extenso sistema intervalles que irriga
conjunto de estructuras de carácter público Lambayeque.
(Canziani 1989: 170). El área de la ciudad, con una extensión cerca-
La persistencia en Pampa Grande del peculiar na a las 250 Ha54 ocupa una amplia y árida plani-
énfasis en la construcción piramidal de dimen- cie aluvial lateral al valle, que se extiende hasta las
siones monumentales, podría explicarse en la ne- faldas del cerro Pampa Grande. En el ordenamien-
cesidad de magnificar el poder político de las cla- to del sitio destacan grandes recintos amuralla-
se urbanas, con una edificación emblemática que dos, tanto rectangulares como trapezoidales, que
lo representara de forma espectacular hacia la po- comprenden en su interior diversos tipos de es-
blación, tanto del valle como del propio centro tructuras. Entre estos sobresalen los dos recintos
urbano. De otro lado, considerando que las cons- principales (A y B) construidos con murallas de
trucciones piramidales constituyeron la sede tra- adobe y que conforman los ejes y núcleo central
dicional de las principales actividades ceremonia- del asentamiento, alojando en su interior a las
les, no sería de descartar que la perpetuación de principales edificaciones de carácter ceremonial y
este tipo de proyectos urbanos estuviera, al mis- político administrativo, como son la gran Huaca
mo tiempo, vinculada con la readecuación por Fortaleza y la Huaca 2, y las demás estructuras
parte de las elites urbanas del aparato religioso y anexas a estas.
52
En el caso de Pampa Grande se advierte la disposición de basura y otros deshechos, incorporados en el relleno durante la
construcción de plataformas y edificios públicos (Shimada 1994: 181). Al respecto, parece lógico suponer que la administración
de la ciudad haya dispuesto durante la ejecución de estas obras de concentraciones de deshechos, como resultado de una labor de
“baja policía” en el centro urbano. Este señalamiento nos parece importante, porqué estaría ligado a la presencia de botaderos, en
determinadas áreas o recintos destinados a la acumulación de desperdicios, cuyo registro arqueológico podría corroborar el ejer-
cicio de este servicio urbano.
53
Ver a este propósito en el Capítulo 6, el complejo de Batán Grande y especialmente Túcume, donde se excavó un complejo
político administrativo sobre Huaca Larga y una estructura aparentemente residencial sobre la cima de la Huaca 1, una de las
pirámides principales del sitio (Narváez 1996).
54
Shimada (1994: 140) señala para Pampa Grande una extensión de 4.5 a 6 km2 (es decir entre 450 y 600 Ha.). Sin
embargo, nuestras mediciones y la estimación del área sobre la base de la escala gráfica de sus propios planos (ibid: figs. 7.1 y 7.3)
revelan que esta extensión, en uno u otro caso, resulta bastante sobredimensionada.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 241
Fig. 256. Pampa Grande. Plano general de la ciudad (Shimada 1994: fig. 7.1
El recinto principal (A), presenta una planta pre con cercados de planta rectangular o
ligeramente trapezoidal con 600 m de sureste a trapezoidal. Estos recintos menores corresponden
noroeste y 400 m de noreste a suroeste. La Huaca a complejos de diferente tipo y función y presen-
Fortaleza se emplaza en el sector sur, mientras que tan una marcada variación en su ordenamiento y
su extensa rampa, que se proyecta como eje del orientación, lo que aparentemente respondió al
recinto principal unos 300 m hacia el noroeste, crecimiento progresivo de la ciudad, y a la nece-
divide este sector en dos. Los dos grandes sectores sidad de amoldarse a la topografía de los terrenos
resultantes presentan, a su vez, subdivisiones en disponibles, así como a la presencia de escorrentías
recintos menores que incluyen complejos con es- aluviales que en su descenso atraviesan la pampa
tructuras de almacenamiento y plataformas con en varías direcciones. Mientras tanto, los deno-
columnatas. Por su parte, el recinto B, que mide minados “barrios populares”, con su característi-
430 x 180 m, se encuentra inmediatamente al ca aglomeración de unidades habitacionales y pro-
norte del recinto principal, e igualmente presenta ductivas, se concentran en la periferia oeste y norte
subdivisiones con recintos menores que incluyen de la ciudad, pero también se encuentran entre
la plataforma de la Huaca 2 y una serie de comple- los complejos menores e, inclusive, inmediatamen-
jos con edificaciones de aparente función pública. te próximos a los recintos principales, como es el
Alrededor de estos dos recintos mayores se caso de los sectores D y H (Shimada 1994: 140-
aglutinan otros de menores dimensiones, siem- 145).
242 JOSÉ CANZIANI
Fig. 257. Pampa Grande. Plano del sector central con la Huaca Fortaleza y los complejos asociados (Shimada 1994: fig. 7.3).
La Huaca Fortaleza, la pirámide principal, 180 m mientras que su cima supera los 30 m de
constituye el más destacado hito visual del asen- altura. El cuerpo principal, donde alcanza la ma-
tamiento y se localiza, como acontece en otros yor altura se desarrolla al sur del monumento,
sitios Moche, teniendo como telón de fondo la mientras que hacia el norte presenta dos terrazas
mole imponente y tutelar del Cerro Pampa Gran- de nivel descendente, conectadas entre sí mediante
de. La pirámide tiene una planta de unos 250 x rampas que permiten el ascenso hasta la cima de
la pirámide. Desde el nivel de la primera terraza, En todo caso, otros espacios sobre las plata-
al norte, se desarrolla la extensa rampa que des- formas inferiores del volumen escalonado de la
ciende al nivel del recinto principal, dividiéndolo pirámide y sobre su propia cima, podrían haber
en dos mitades. cubierto parcialmente y de manera mucho más
Si bien el volumen de la pirámide rememora restringida y reservada estas funciones. En este
las características de las Huacas de Moche, hay sentido, las excavaciones de Haas (1985) en el nivel
que advertir que su configuración es algo diferen- de la primera plataforma expusieron allí la pre-
te.55 En primer lugar, no se encuentra enfrentada sencia de un espacio, a manera de patio al que se
a una gran plaza, como es el caso de la Huaca de accedía desde el suroeste mediante la rampa prin-
la Luna o en Cao, sino integrada a un enorme cipal, y que presentaba en el otro extremo, al no-
recinto con una nutrida presencia de complejos reste, una columnata que se desarrollaba sobre dos
político administrativos, que se ubican al pie de plataformas bajas escalonadas, con rampas cen-
la propia pirámide y ambos lados de la extensa trales (Shimada 1994: fig. 7.15). Que se trataba
rampa. Ante la notoria ausencia de este amplio de espacios de especial representatividad, podría
espacio público, se podría inferir una mayor res- deducirse por la presencia de pintura mural, la
tricción en el acceso y participación de la pobla- que decoraba los paramentos de las plataformas
ción a los eventos ceremoniales y políticos, aso- sobre las que debió levantarse una estructura te-
ciados a las actividades desarrolladas en la pirá- chada. Esta estructura sirvió, a su vez, de obliga-
mide. A diferencia de lo que debió acontecer en da antesala que se debía trasponer para proseguir
las pirámides del Moche Temprano y Medio de la desde allí, mediante el arranque de un nuevo tra-
región sureña, que expresan con sus grandes pla- mo de rampa, el ascenso hacia la segunda terraza
zas anexas una vasta convocatoria. y luego hacia la cima de la pirámide.
En este último nivel, las excavaciones en la
plataforma más elevada de la pirámide, revelaron
Fig. 259. Pampa Grande. Plano de las estructuras sobre la primera
plataforma de la Huaca Fortaleza (Redibujado de Hass en Shimada
el desarrollo de un amplio espacio, a modo de
1994: fig: 7.15). plaza elevada, y al sur de esta la presencia de una
edificación alargada, compuesta por una serie de
aposentos dispuestos en hilera (Shimada 1994: fig.
7.16) que Hass supone pudo cumplir la función
de un complejo de carácter palaciego, dada su
localización emblemática y la presencia en su fron-
tis de pintura mural, formando un friso represen-
tando felinos, así como por el hallazgo de una
serie de ofrendas depositadas en lugares significa-
tivos de la edificación.
En cuanto a las características constructivas de
la pirámide, se puede sostener en términos gene-
rales que estas están afiliadas a las tecnologías cons-
tructivas empleadas tradicionalmente por los
moche para la edificación monumental de plata-
formas y volúmenes piramidales. La construcción
fue realizada utilizando adobes paralelepípedos
rectangulares, algunos de los cuales exhiben mar-
55
Algunos autores han observado que la Huaca Fortaleza, presenta un talud llano y no el escalonamiento que tradicionalmen-
te se encuentra en las pirámides de la región sureña de Moche, y han asumido como consecuencia que esto podría estar reflejando
un único episodio constructivo (Shimada 1994: 162). Argumento que no es válido, ya que el escalonamiento no necesariamente
expresa superposiciones arquitectónicas. Por su parte Reindel (1997) advierte que los edificios piramidales al norte de Chicama se
caracterizan por sus fachadas llanas, mientras los del sur por tenerlas escalonadas. Sin embargo, no concordamos con él cuando en
su clasificación regional sostiene que los edificios sureños no presentan rampas perpendiculares a las fachadas —que como hemos
visto han demostrado tener una relevante presencia— o cuando indica que el escalonamiento respondió necesariamente a razones
estructurales o a la superposición de plataformas(ibid: 98). Tal como señalamos previamente, en el caso de las Huacas del Sol y la
Luna el escalonamiento de sus fachadas fue frecuentemente un tratamiento de acabado y no respondió necesariamente a razones
estructurales ni a al desarrollo de superposiciones constructivas.
244 JOSÉ CANZIANI
cas. La mayor parte de los volúmenes de la pirá- de la entidad urbana, estarían anticipando la cre-
mide fueron construidos masivamente con ado- ciente importancia que adquirirán los sistemas de
bes, mediante la disposición de estos en bloques redistribución en las formaciones estatales más
constructivos compactos (Canziani 1989: 173- tardías. Tanto la localización preeminente de algu-
174). Mientras tanto, el empleo de la técnica cons- nos de estos complejos arquitectónicos, donde se
tructiva de cámaras de relleno 56(Hass 1985; privilegia su asociación directa con los recintos y
Shimada y Shimada 1981; Shimada 1994), esta- pirámides principales, como su elaborado modelo
ría restringido a las últimas fases constructivas de de organización espacial y esmerada construcción,
la pirámide, es decir se limitaría a los niveles su- permiten inferir que estos sistemas redistributivos
periores de las plataformas, superpuestos a los fueron institucionalizados y formaron parte de la
volúmenes construidos masivamente con adobes. política implementada por la organización estatal,
En cuanto a los aspectos innovadores que exhi- en cuanto debieron constituir uno de los puntales
be Pampa Grande, es de gran relevancia la presen- principales para la afirmación y ejercicio del poder
cia de complejos asociados al manejo de estructu- de la elite urbana. En este sentido, la especial lo-
ras de almacenamiento y depósito Anders (1977, calización de algunos de estos complejos de alma-
1981). Este nuevo tipo de complejos en el seno cenamiento (U-26, 27, 28) —próxima al acceso
56
Esta técnica constructiva consiste en conformar, mediante muros perimétricos de adobe, una serie de cámaras destinadas a
contener rellenos con piedras, arena o materiales de deshecho. El adosamiento horizontal de estas cámaras y su alineamiento
ortogonal, generaba una retícula o emparrillado. Una vez rellenadas las cámaras, éstas eran selladas con un piso, dando lugar a un
nuevo nivel de las plataformas en construcción.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 245
57
Este es el caso del Complejo 3 (Shimada 1994: 177, fig. 7.37), que corresponde aparentemente a una unidad residencial
de cierto status, construida con mampostería de piedra y que dispone en una posición central de un patio enfrentado a una
plataforma con rampa. La asociación y especial configuración de estos rasgos arquitectónicos permiten inferir actividades con
ciertos personajes situados en una posición prominente, acentuado así su autoridad o posición de poder. Este mismo tipo de
configuración se puede apreciar en algunos de los complejos principales de Galindo, e inclusive en la representación de estos en
las maquetas halladas en las tumbas de elite de San José de Moro (Castillo y Donnan 1994; Castillo et al. 1997).
248 JOSÉ CANZIANI
una notable población. Esta habría estado com- conjunto en dos, permitiendo la circulación a lo
puesta mayormente por especialistas dedicados a largo de los cuartos y recintos que se ordenan a
la textilería, cerámica, metalurgia, la confección ambos lados del corredor. Las excavaciones ar-
de abalorios de conchas e inclusive de la elabora- queológicas realizadas en estos espacios permiten
ción a gran escala de chicha. De esto dan testimo- reconstruir el tipo de función y las actividades que
nio las consistentes evidencias de talleres dedica- en ellos se realizaron, como es la preparación y
dos a la elaboración de estos productos (ibid: 191- fermentación de chicha, el almacenamiento,58 la
216). Algunas de estas estructuras de producción elaboración y consumo de alimentos, así como la
especializada, configuran típicas viviendas taller, disposición de cuartos destinados a la vida fami-
como es el caso de la unidad 38 en el sector H liar (Shimada y Shimada 1981).
(ibid: 169-171, fig. 7.30), a la que se llega desde Se puede percibir que estos barrios o sectores
una plaza circulando por un largo pasaje que ter- estuvieron articulados entre sí mediante calles,
mina en su único y estrecho acceso. Una vez tras- pasajes e inclusive senderos que aprovecharon el
puesto el acceso, se ingresa a un área irregular que curso de las escorrentías que atraviesan la ciudad.
debió operar como patio, asociada a la cual se Estas vías parten o confluyen en algunas áreas
encuentra un espacio que contiene banquetas, amplias y abiertas, a modo de plazas, que debieron
como si se tratara de un espacio destinado a las configurar espacios públicos para la interrelación
relaciones públicas y quizás a la supervisión del de los habitantes de las distintas unidades y com-
acarreo y transporte de los productos con el in- plejos, como de los distintos barrios y sectores de
greso de llamas al patio. Un corredor central, que la ciudad.
parte desde esta área de ingreso, divide todo el
58
Al igual que lo documentado para la ciudad de Moche, muchas de las unidades tanto habitacionales como productivas
contaron con facilidades para el almacenamiento y depósito, para lo cual dispusieron de pequeños recintos o cubículos, como
también de grandes tinajas dispuestas sobre banquetas o semienterradas en los pisos.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 249
Finalmente, se puede apreciar claramente que amplio llano cortado por un cauce aluvial que
el ordenamiento urbano general muestra la inexis- desciende de la quebrada de Caballo Muerto.
tencia de una planificación rígida y global del asen- Se trata de un asentamiento bastante extenso
tamiento, aún cuando se manifiesta la existencia que ocupa un área de unos 250 Ha59 en el que
de una planificación sectorial, con mayor énfasis destacan largos amurallamientos, grandes recin-
en los principales recintos que conformaron el tos rectangulares y montículos de plataformas, que
núcleo ceremonial y político administrativo de la se localizan en el llano, al igual que otras estruc-
ciudad, alrededor del cual se aglutinan los demás turas correspondientes a viviendas y talleres
sectores un tanto desordenadamente, como posi- (Bawden 1982: 290). En el llano, los sectores (B
ble fruto de la adaptación a la topografía del lugar y A1) al sur y norte del cauce de la quebrada, con-
y del sucesivo crecimiento de la ciudad, por agre- centran importantes complejos de carácter públi-
gación, de los diferentes conjuntos y sectores co. Estos sectores se encuentran separados de las
habitacionales y productivos. laderas del lado oeste del cerro Galindo —que
sintomáticamente registran una ocupación
Galindo habitacional correspondiente a sectores sociales de
carácter popular— por una gruesa y extensa mu-
Durante las fase finales del sitio de Moche, que ralla de unos 800 m de largo.
conducirán a su progresivo abandono, habría sur- En el sitio es notoria la ausencia de plataformas
gido Galindo, un asentamiento emblemático del o montículos piramidales que sobresalgan en el
urbanismo del período Moche V en la región paisaje urbano, más bien la arquitectura pública
sureña de los dominios moche. El sitio se ubica dominante está constituida por complejos confor-
en la margen derecha del valle de Moche, a poco mados por recintos amurallados rectangulares.
más de 20 km del litoral, localizándose por enci- Algunos de estos incluyen plataformas, como es el caso
ma del canal principal que limita las tierras de de la Plataforma A en el Sector B, que se encuen-
cultivo, sobre las laderas eriazas que se desarro- tra enmarcada dentro del mayor de este tipo de
llan al oeste del cerro Galindo, que forman un complejos,60 que se caracteriza por presentar un
59
En este caso también se señala áreas por cierto sobredimensionadas. Bawden (1982: 289; 1999: 286) le asigna una
extensión de cerca de 6 km2 (600 Ha.) cuando la estimación del área en base a su propio plano (Bawden 1982: fig. 12.1) resulta
evidentemente bastante menor.
60
Bawden, haciendo uso de una lícita analogía, plantea que este tipo de complejos pudo representar un modelo antecedente
de los complejos político administrativos conocidos como “ciudadelas” en la ciudad de Chanchán de época Chimú. Sin embargo,
parece discutible que a estos complejos se les asigne —como forzado retorno de la analogía en cuestión— la función de “residen-
250 JOSÉ CANZIANI
recinto amurallado rectangular de 250 x 130 m entre el modesto tamaño de la mayor de las plata-
con un sólo acceso en el lado noreste. La platafor- formas de este centro urbano, en comparación con
ma, que se emplaza al suroeste del recinto tiene las colosales dimensiones que alcanzaban los mon-
50 m por lado y 8 m de alto. Este último dato, tículos piramidales de las fases anteriores, como
nos permite medir la notable diferencia existente las Huacas del Sol y la Luna en el sitio de Moche.
cias de elite” (Bawden 1982: 296) (lo que, como veremos en el capítulo respectivo, está en cuestión para el propio caso de
Chanchán) y un supuesto carácter funerario a la plataforma, sin la exposición de mayores argumentos empíricos de sustento.
(Bawden 1999: 288-289).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 251
El recinto que comprende la Plataforma A está ración de alimentos, lo que podría estar señalando
dividido interiormente en distintos subsectores una posible función residencial de estos. Mien-
por muros paralelos y por el propio emplazamien- tras tanto, en el cuadrante norte del complejo se
to de la plataforma. El mayor de estos espacios presenta una secuencia de plataformas escalonadas
conforma una plaza en la esquina noreste, con conectadas mediante una serie de rampas alinea-
banquetas perimetrales y a la que se ingresa desde das, en cuya cima se ubica un estrado o trono con
el exterior mediante el único acceso del recinto; una rampa adosada. De acuerdo a estos rasgos,
mientras que la circulación hacia la plataforma se
resolvía mediante el desarrollo de rampas y ban-
Fig. 269. Galindo. Reconstrucción isométrica del Conjunto A
quetas laterales (Bawden 1982: 295, fig. 12.2).
(Bawden 1982: 298).
La configuración general de este recinto sugiere
una posible función palaciega de carácter político
administrativo y quizás también ceremonial, con
la plaza como espacio para el despliegue de para-
das, banquetes o festividades. Actividades que
debieron ser presididas por quienes se ubicaban
sobre el espacio elevado de la plataforma.
En la parte más elevada del llano que se ex-
tiende al norte del cauce (sector A1), destacan 3
grandes recintos (A, B y C) que se localizan en
zonas libres de otras construcciones, a excepción
de algunas unidades residenciales bastante elabo-
radas que se encuentran en sus inmediaciones.
Estos complejos se caracterizan por presentar gran-
des recintos rectangulares, con muros perimétricos
de adobe en el caso de A y B y que presentan divi-
siones en su interior mediante muros del mismo
material (Bawden 1982: 297-302). El más repre-
sentativo de estos es el Complejo A (ibid: fig.
12.3), con un recinto de 170 x 135 m cuyo único
ingreso se ubica también en el lado noreste, dan-
do acceso a una plaza con banquetas y rampa la-
teral. Al sur se encuentran otros sectores con restos
de pequeños recintos con evidencias de la prepa-
252 JOSÉ CANZIANI
cia estas zonas de almacenamiento estaba limita- este asentamiento, sugieren la existencia y articu-
do por la propia topografía de las quebradas, pa- lación de sistemas de intercambio que interesa-
rece que los complejos C y B, localizados en las ban cuanto menos el ámbito regional. Mediante
inmediaciones del ingreso natural a estas, habrían estas redes de intercambio debieron de asegurarse
podido servir de elemento de control para el ac- la provisión de los insumos y productos necesa-
ceso y manejo de los bienes allí depositados. rios para el desarrollo de la producción urbana y
Galindo constituye así un centro urbano de el sustento de su numerosa población; como tam-
notable complejidad y extensión, destacando en bién debieron de establecerse los necesarios nexos
el sitio los recintos de aparente función político con la población rural, para garantizar el abaste-
administrativa, cuya presencia revelaría la creciente cimiento sostenido de la ciudad, posiblemente a
importancia que asumen sectores civiles de la po- cambio de la provisión de productos y servicios
blación en los centros urbanos de la época. Mien- de base urbana. Por su parte, la existencia de co-
tras tanto, las dimensiones reducidas de las plata- rrales y hatos de llamas, permitirían suponer la
formas, expresarían la declinación de las activida- presencia de grupos de “mercaderes” o tratantes
des ceremoniales o, por lo menos, del enorme peso que podría haber extendido este intercambio y
que anteriormente tuvo la religión en todas las tráfico de bienes a un ámbito muchos más am-
esferas de la actividad social. Se trata de un centro plio, posiblemente con poblaciones de la sierra
urbano en cuyos talleres se resolvía la producción norte, para lo cual la localización geográfica de
especializada de una amplia gama de bienes, como Galindo ofrece innegables ventajas logísticas. Es-
textiles, cerámica y artículos de metal, buena par- tas hipótesis pueden resultar bastante sugerentes,
te de los cuales estuvo destinada al consumo por pero es evidente que la arqueología debe proveer
parte de la mayoría de la propia población urba- aún de mayores datos para su definición, espe-
na, tal como se puede deducir en el caso de la cialmente con un mayor estudio referido a la con-
cerámica, con el consistente hallazgo de vajilla fina traparte rural de estos centros urbanos.
en las estructuras de vivienda (Bawden 1982: 310). Finalmente, el tipo de configuración y orde-
Evidentemente la población urbana se encon- namiento urbano de Galindo, donde no se apre-
traba fuertemente estratificada en clases sociales cian ejes directrices que pudieran expresar ciertos
distintas, de lo que da testimonio tanto la segre- niveles de planificación del asentamiento, ni la
gación física que separó a los habitantes del área presencia de un núcleo urbano claramente defi-
llana de quienes estaban asentados en las laderas nido y articulado; así como la relativa ausencia de
del cerro; al igual que las diferencias marcadas en una arquitectura representativa de carácter em-
cuanto a la calidad de las viviendas; como tam- blemático y sobresaliente en el paisaje urbano,
bién el acceso diferenciado al consumo de bienes manifiestan en conjunto una organización urbana
y subsistencias e, inclusive, en las mayores difi- que posiblemente no respondía a una autoridad
cultades para contar con servicios básicos, como urbana central. Más bien este tipo de rasgos —en
debió ser el esforzado acarreo de agua para los que el contexto histórico de la época— podrían estar
habitaban las zonas escarpadas de las laderas. manifestando ciertos niveles de desagregación de
Mientras tanto, todo indicaría que las zonas ur- la elite urbana, propios de una sociedad en fase
banas destinadas al almacenamiento —y por lo de transición hacia la generación de nuevas for-
tanto los bienes depositados en ellas, en cuanto mas de organización política, que conducirán a la
base de poder económico— habrían estado bajo gestación de nuevos sistemas de poder y a la rees-
el manejo y la administración de las elites urba- tructuración del aparato estatal. Aspectos que se-
nas que desarrollaban su actividad en los comple- rán tratados en el Capítulo 7, con el análisis de
jos con recintos amurallados y que residían en las los correspondientes modelos urbanos presentes
unidades residenciales de mayor jerarquía. en la Costa Norte durante la época de los Estados
Los frecuentes corrales de llamas, su asociación y Señoríos Tardíos.
con los talleres, y la concentración poblacional de
254 JOSÉ CANZIANI
La sociedad Lima y el urbanismo en la es preciso considerar que a esta área debe de in-
Costa Central corporarse el valle de Chancay, donde se registra-
ron importantes evidencias de ocupación de la
Como vimos en el capítulo anterior, los valles de época. Los antecedentes históricos de esta región,
la comarca de Lima conforman naturalmente una que conoció un importante desarrollo durante el
unidad geográfica, dado que los conos aluviales Formativo y que dio lugar a un incipiente urba-
de la parte baja de los valles del Chillón, Rimac y nismo con el surgimiento de importantes com-
Lurín, prácticamente se unen generando una plejos monumentales con planta en ‘U’, habría
amplia extensión de tierras aptas para el desarro- dado sustento a un desarrollo ulterior durante el
llo de la agricultura de irrigación. Sin embargo, Intermedio Temprano, teniendo como protago-
nista a una formación social que conocemos como si también son producto de aspectos temporales.
Lima o Maranga. La interpretación de esta interesante problemáti-
El impulso que alcanza el urbanismo en esta ca, con información relativamente dispersa y ante
época y los patrones de asentamiento, permiten la ausencia de estudios que presenten con cierta
algunas inferencias que señalarían una importan- profundidad un marco general de la situación, es
te expansión de los sistemas de irrigación, que sumamente difícil y hace extrañar la cantidad y
interesan mayormente los sectores medios y bajos consistencia de los estudios disponibles para la
de los valles, proporcionando una amplia exten- Costa Norte. Esto es especialmente cierto cuan-
sión de tierras agrícolas como base del desarrollo do se trata de abordar la problemática relativa a
económico. Unido a la elevación de la capacidad las características que habría asumido el posible
de producción agraria, se habría dado una mayor desarrollo de una entidad estatal Lima en la Costa
apropiación de los ricos recursos marítimos pre- Central.61
sentes en el litoral de la Costa Central. Entre los sitios más importantes del período
Adicionalmente, la producción manufacturera destacan Cerro Trinidad en el valle bajo de
habría compartido con otras regiones de los An- Chancay, testimoniando que el desarrollo de la
des Centrales una sustantiva elevación de nivel. sociedad Lima también interesó algunos de los
Si bien los estudios desarrollados en la Costa valles inmediatamente al norte de Lima; Cerro
Central por lo general no se condicen -en cuanto Culebra en el valle bajo del Chillón; Maranga y
a número y nivel de profundidad- con la impor- Pucllana en el valle bajo del Rimac, y
tancia de los sitios arqueológicos correspondien- Cajamarquilla y Vista Alegre (o Catalina Huanca)
tes a este período, intentaremos reseñar la infor- en la parte media del mismo; así como
mación disponible para presentar un cuadro que Pachacamac en el valle bajo del Lurín.
ilustre someramente el proceso que en ella se de-
sarrollaba y nos permita establecer las conexiones Cerro Trinidad y otros sitios Lima en Chancay
comparativas del caso con las regiones al norte y
al sur de la comarca de Lima. Este sitio fue investigado por Uhle [1910] 1970
Desde las primeras informaciones arqueológi- cuando la construcción de la vía férrea hacia el
cas acerca de este período (Middendorf [1874] puerto de Chancay, ubicado unos 500 m. al oes-
1973, Uhle [1903] 2003, [1910] 1970 a las que te, puso al descubierto en 1904 un conjunto de
le siguieron otras posteriores (Jijón y Caamaño restos arqueológicos en las faldas del cerro Trini-
1949, Stumer 1954, Patterson y Lanning 1964, dad. Entre estos restos Uhle identificó una zona,
1969, Patterson 1966) aflora una realidad com- el sitio “E”, con materiales tempranos correspon-
pleja en la que se advierte ciertas diferenciaciones dientes al período, asociados a los estilos cerámicos
entre valle y valle o entre grupos de valles. Si bien conocidos como “Blanco sobre Rojo” e
estas diferenciaciones han sido advertidas casi ex- “Interlooking” o Playa Grande, caracterizado este
clusivamente con relación a los rasgos estilísticos último por presentar motivos decorativos con un
de la cerámica y sus respectivas fases, podremos tratamiento geométrico semejante al del arte tex-
constatar más adelante que estas variaciones son til, basados en diseños entrelazados de peces o ser-
también extensivas al ordenamiento de los pientes. Entre las estructuras excavadas por Uhle,
asentamientos de aparente carácter urbano y a las un hallazgo relevante fue el de un gran muro he-
propias características de la arquitectura monu- cho con terrones y pequeños adobes modelados a
mental que se desarrolla en ellos. Estas diferen- mano, cuyo paramento presentaba una pintura
ciaciones urbanísticas y arquitectónicas no sola- mural con el clásico motivo de los peces entrela-
mente son evidentes entre valle y valle, sino in- zados, similar a los diseños propios de la decora-
clusive entre sitios de un mismo valle. Sin ción cerámica, y en cuya ejecución se había utili-
embargo, dado lo limitado de la información dis- zado pintura blanca, roja, negra y amarilla (ibid.).
ponible, no estamos en grado de conocer si estas Posteriormente el sitio fue excavado por Willey
variaciones son fruto de diferencias funcionales o (1943) confirmando en todos los pozos de exca-
61
Al respecto, algunos estudiosos del tema han establecido de forma genérica analogías con el proceso documentado para la
Costa Norte, especialmente con el desarrollo expansivo de Moche, hipotetizando el desarrollo inicial en el valle bajo del Rimac de
un Estado Lima, proyectando su supuesta expansión a los valles vecinos del norte y sur, y luego desde la parte baja de estos hacia
sus sectores medios y altos (Earle 1972, Patterson et al. 1982).
256 JOSÉ CANZIANI
Fig. 273. Cerro Trinidad. Fotografía aérea del Servicio Aerofotográfico Nacional en la que aún se aprecia, además del gran recinto cuadrangular,
una serie de complejos cercados, plataformas y montículos organizados a lo largo de un eje norte sur (Kosok 1965: 232, fig. 16).
vación la filiación cultural temprana del sitio “E” adobes pequeños. En algunos casos se registran
y comprobando la ocupación relativamente densa capas con acumulaciones de piedras colocadas en
del área. Las estructuras registradas en algunos la base de las estructuras, lo que permite suponer
pozos evidenciaban la presencia de superpo- que fueron empleadas como cimentaciones de los
siciones de pisos y de muros hechos de piedra rús- muros, como base de los pisos de barro y, como
tica y otros construidos en doble hilera con pe- veremos más adelante, de los sucesivos rellenos
queños adobes “odontiformes” o “hemiesféricos” constructivos de adobe en la construcción de cier-
propios del período Lima, así como uno realizado tas plataformas.
con una suerte de tapia de barro amasado de 85 Sobre la base de estos datos y de la posterior
cm de espesor (ibid: 134, fig. 2). En un caso, dos interpretación de Willey (1953: 406), donde sos-
pozos de excavación intervinieron un montículo tiene que Cerro Trinidad constituiría un asenta-
de planta rectangular de 25 x 18 m revelando que miento aglutinado con estructuras concentradas
correspondía a una plataforma piramidal realiza- en la falda oeste del cerro, ocupando un área de
da mediante un relleno constructivo también de unos 200 por 300 m. (unas 6 Ha), se puede supo-
Fig. 274. Cerro Trinidad. Estructuras de adobe con evidencias de pintura mural, representando el clásico motivo Lima de las serpientes
entrelazadas (Bonavia 1990: fig. 329).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 257
ner que Cerro Trinidad no solamente concentró también apreciar que para la localización del asen-
un importante número de población, sino que tamiento se aprovechó el límite de un tablazo de-
también contó con una arquitectura pública de sértico, orillado por los campos del valle bajo que
cierta relevancia, manifiesta en la presencia de pla- se despliegan en un nivel ligeramente inferior, lo
taformas y montículos piramidales (Lanning que otorgaba al asentamiento control visual so-
1967: 119, foto 3). Estructuras que en algunos bre la zona agrícola y el litoral marino al oeste.
casos evidenciaron tener paramentos especialmen- En Chancay otro sitio de importancia de la
te acabados con pintura mural, como la hallada época Lima, e inclusive algo más temprano, pare-
por Uhle. El conjunto de estos datos podrían se- ce haber sido Baños de Boza, en el extremo sur
ñalarnos a Cerro Trinidad como uno de los prin- del valle bajo a unos 7 km del mar. El sitio se
cipales centros urbano ceremoniales de la época localiza al pie de la falda norte del cerro Pasamayo,
Lima en el valle de Chancay. Lamentablemente en los márgenes del piso del valle, donde el aflo-
no es posible ir mas allá de estos datos y no conta- ramiento de aguas subterráneas genera totorales y
mos con otros elementos que nos aproximen a la pozas de agua que en los años 40 estuvieron en
posible conformación del sitio y sus característi- boga como baños de aguas minerales, dando lu-
cas, ya que las excavaciones conducidas en él re- gar al nombre del sitio. En el área próxima a los
sienten haber sido realizadas en una época en la humedales se presentaban una serie de montícu-
que el interés arqueológico se focalizaba en la bús- los bajos de apariencia arenosa, donde se registra-
queda de secuencias culturales, sobre la base del ron evidencias de ocupación correspondientes al
examen estratigráfico de la cerámica y la varia- período (Willey 1943).
ción de sus atributos estilísticos y, por lo tanto, Excavaciones realizadas en el mayor de estos
era relativamente escasa la atención que se prestaba montículos revelaron muros hechos con adobes
al examen del asentamiento y su arquitectura. 62 pequeños similares a los registrados en Cerro Tri-
Sin embargo, Kosok (1965: fig. 16) publica nidad, es decir, con los adobes dispuestos con
una foto de los años 40 del Servicio Aerofoto- mortero de barro en hiladas simples o dobles, y
gráfico Nacional de Cerro Trinidad, cuando aún colocados con la parte plana de la base hacia aba-
la antigua Panamericana norte pasaba al oeste del jo. La excavación conducida en la cima de este
sitio. En esta fotografía aérea se aprecia el gran montículo, además de la existencia de estructuras
recinto cuadrangular, que aún hoy se conserva, con muros de adobes que evidenciaban un trazo
construido en las faldas al sur del cerro; mientras ortogonal, revelaron que la edificación correspon-
que hacia el sur en un sector ahora intensamente día a una plataforma constituida por rellenos cons-
urbanizado, se distinguen una serie de platafor- tructivos también de adobes pequeños. En la base
mas y montículos organizados a lo largo de un eje de estos rellenos masivos de adobe se habían dis-
norte sur. Si bien desdibujados por la erosión, se puesto capas de piedras que habrían operado como
observa claramente entre estos la presencia de por basamento de este tipo de construcción.
lo menos tres complejos cercados por murallas, Es relevante destacar que de la descripción de
los que incorporaban en su interior importantes la excavación realizada por Willey en esta plata-
edificaciones con plataformas, además de otros forma, se desprende claramente la existencia de
muros que subdividían los complejos en sectores una serie de superposiciones arquitectónicas, don-
y recintos menores. de se suceden en dos niveles distintos capas de
Como se verá más adelante, la conformación piedras empleadas como niveles de cimentación
que presentan estos complejos se advierte bastan- de cada evento de relleno; seguidos en cada caso
te similar a la que luce el complejo principal de por los rellenos constructivos de adobe de la
Cerro Culebra en el valle bajo del Chillón. La plataforma; a los que les siguen pisos y estructu-
extensión de este sector del asentamiento de Ce- ras con muros de adobe, que aparentemente fue-
rro Trinidad, así como la traza general y densidad ron también rellenados en una secuencia que ha-
de sus edificaciones expresaría la notoria calidad bría conducido a la sucesiva elevación del nivel
urbana de este centro de época Lima. Se puede de la plataforma (ibid: 185-186).
62
Como ejemplo de lo que era común y corriente en los métodos de excavación de esta época, las excavaciones del joven
Gordon Willey (1943), orientadas a la búsqueda de la secuencia cultural del sitio, sintomáticamente se realizaron mediante siete
pozos de prueba de 3 x 3 m. excavados por niveles arbitrarios de 50 o 25 cm. de profundidad, obviándose el examen en área de
las estructuras arquitectónicas detectadas y su correlación con los contextos asociados.
258 JOSÉ CANZIANI
En base a estos datos es posible suponer que margen derecha del Chillón, como es el caso de
Baños de Boza representaría un sitio de menor Cerro Culebra, La Uva y Copacabana. La ubica-
jerarquía con relación a Cerro Trinidad, ubicado ción de estos importantes sitios en los márgenes
unos 9 km al noroeste. Sin embargo la existencia de las tierras de cultivo y a lo largo del curso de
de estructuras que parecen haber correspondido los principales canales de irrigación, permitiría
a edificios públicos y su ubicación algo más tem- suponer que estuvieron asociados al desarrollo de
prana en la secuencia cronológica que comparten la producción agrícola en este sector del valle y a
ambos sitios, podrían proporcionar elementos de la administración del correspondiente sistema de
especial interés para conocer la dinámica propia riego. Otros sitios menores que se encuentran aso-
de los procesos que se verificaron en el valle de ciados a las tierras del valle bajo como Media Luna
Chancay durante la época. (Quilter 1986), o inclusive un sitio principal como
Cerro Culebra, pudieron también estar ligados a
la explotación complementaria de los recursos del
La ocupación Lima en el valle del Chillón litoral marino relativamente próximo a su empla-
zamiento. De otro lado, resulta evidente que si-
Entre los múltiples sitios correspondientes a la tios de rango intermedio como Playa Grande, en
ocupación Lima del valle del Chillón como del el actual balneario de Santa Rosa, y los sitios de
litoral al norte de este, destacan algunos que po- Ancón, localizados en zonas desérticas y bastante
drían haber estado adscritos a una aparente con- alejados de las áreas agrícolas, se relacionan con
dición urbana. Este tipo de asentamientos se lo- un sector del litoral cuya diversidad de zonas
caliza preferentemente en el valle bajo y en la ecológicas favorecía la pesca y el marisqueo, dis-
poniendo de una abundante y variada presencia der político en el valle. Al respecto es de notar
de recursos marinos.63 que, si bien estos sitios comparten una serie de
Se ha sugerido que los asentamientos de cada rasgos tanto en los materiales culturales asocia-
una de estas zonas de importancia económica lo- dos, como en las técnicas constructivas, también
calizadas en el valle bajo y el litoral habría tenido es apreciable la notable variación existente en el
como referente por lo menos un centro urbano: ordenamiento urbano y los ejes de orientación de
Playa Grande habría cumplido esta función para las principales estructuras que los conforman, así
la población asentada en los sectores del litoral al como en los patrones arquitectónicos documen-
norte del valle del Chillón; mientras que Cerro tados en cada uno de los sitios.64
Culebra lo habría sido para los que se encontra-
ban en su desembocadura y próximos al litoral; Cerro Culebra
mientras que Copacabana y La Uva lo serían del
sector agrícola de la margen derecha del valle bajo Se trata del sitio más destacado, tanto por su ex-
(Paredes 2000). tensión, como por la sobresaliente importancia
En estos asentamientos de aparente carácter del edificio principal que constituyó el núcleo del
urbano se registra la presencia de arquitectura mo- asentamiento. El sitio ocupa un área de unas 40
numental, como también de algunas estructuras Ha y está localizado sobre una planicie ligeramente
menores de posible carácter público, lo que ex- elevada sobre la margen derecha del río Chillón,
presaría diferencias funcionales entre estas edifi- en un tramo en que este se encañona a 1 km. de
caciones y la existencia de ciertos niveles de espe- su desembocadura en el mar. El edificio principal
cialización entre sus habitantes; mientras que la está rodeado por otros menores al sureste y nores-
abundante presencia de estructuras habitacionales te cuya construcción se realizó con adobe, tapia y
y de áreas de actividad domestica, darían indicios piedra canteada. En los alrededores del sitio tam-
para suponer que en estos asentamientos se dio bién se registra una gran cantidad de restos de es-
una importante concentración poblacional. De tructuras de aparente función doméstica, cons-
otro lado, estos centros urbanos principales truidas mayormente con quincha y otros mate-
nuclearían en su respectiva área de influencia a riales perecederos (Paredes 1992, 2000).
otros asentamientos menores, entre ellos estable- El edificio principal está conformado por una
cimientos aldeanos o caseríos de agricultores y pes- pirámide de planta trapezoidal que alcanza en el
cadores. Es relevante destacar que este patrón de eje mayor (orientado unos 45º al noroeste) 65 m
asentamiento no se reproduce en el valle medio de sureste a noroeste, mientras que en sus extre-
ni en la parte alta del mismo, donde estarían au- mos tiene 40 y 30 m respectivamente. Adosada al
sentes los centros urbanos o en todo caso los si- norte y oeste de esta estructura piramidal, se de-
tios con arquitectura monumental. Este fenóme- sarrolla una plataforma sobre la que se encuen-
no estaría señalando que durante la época Lima tran vestigios de recintos. Esta edificación, a su
las elites del valle bajo del Chillón habrían tenido vez, fue rodeada por muros de tapia que reprodu-
el predominio político en el territorio del valle, cen a una mayor escala la planta trapezoidal, am-
cuyo poder se habría sustentado en la gravitante pliándola a 250 m en el eje principal de sureste a
importancia económica de las zonas agrícolas del noroeste y a 160 y 125 m en sus extremos. Apa-
valle bajo y del litoral (ibid.). rentemente el ingreso principal a este complejo se
Sin embargo, como se apreciará de la descrip- ubicaba en el lado suroeste del cercado trapezoidal,
ción de los sitios principales, la diversidad mani- desde donde se accedía a un corredor orientado
fiesta en las distintas formas de organización ur- hacia el noreste que, luego de un quiebre en su
bana de los asentamientos de este tipo y la ausen- trayecto, culminaba en una escalinata que permi-
cia de un sitio que sobresalga frente a los demás tía el ascenso hacia los niveles superiores de la pi-
por su preeminente jerarquía, plantearía rámide (Paredes 1992: 54 y fig. 3).
interrogantes acerca de la centralización del po-
63
Con relación a la importancia del aprovechamiento de los recursos marinos en esta zona durante la época Lima, se
habría documentado en Ventanilla y Ancón el desarrollo de terrazas próximas al litoral utilizadas como tendales para el secado
del pescado (Lanning y Patterson 1970: 400; Lanning 1967: 120)
64
Con referencia a la orientación del eje principal de los sitos Lima del Chillón, podría señalarse que en estos se presentan
las variaciones siguientes: Cerro Culebra (45º NE); Playa Grande (40º NE); Copacabana (35º NW); La Uva (70º NW).
260 JOSÉ CANZIANI
Fig. 275b. Cerro Culebra. Fotografía aérea del complejo arqueológico en el valle bajo del río Chillón, que en ese tramo corre encañonado antes
de su desembocadura al mar (Servicio Aerofotográfico Nacional 1945; Agurto 1984).
El edificio principal presenta evidencias de 3 turas se realizó mayormente con tapia y piedras
o 4 fases constructivas (Silva et al. 1988). La más canteadas (Paredes 2000: 141-143, fig. 5).
temprana se caracterizaría por el empleo de ado- En el caso de Copacabana, el sector central
bes cúbicos, mientras que las subsiguientes que donde se concentran las estructuras correspon-
sellaron este primer edificio lo son por el empleo diente al período, ocuparía unas 12 Ha. y en él
de la tapia. Precisamente, en uno de los muros de destacan 8 edificaciones construidas sobre pro-
tapia correspondiente a la segunda fase de montorios naturales. Estos promontorios se pre-
remodelación, se halló una pintura mural con un sentan como estribaciones del cerro Campana que
motivo decorativo entrelazado afiliado al estilo domina este sector, por lo que la orientación del
conocido como Playa Grande. La pintura mural complejo y sus edificaciones, 35º al noroeste, pa-
descubierta por Stumer (1954) durante sus traba- reciera resultar de la adaptación del asentamiento
jos en el sitio tenía una extensión de unos 28 m a las peculiares características topográficas de la
de largo y presentaba 6 paneles organizados por localidad (ibid: fig. 6). En este caso las edificacio-
temas iconográficos (Bonavia 1974). nes habrían sido construidas con pequeños ado-
bes de forma cúbica en las fases tempranas y lue-
La Uva y Copacabana go con tapia. Existe también al este del sitio otro
amplio sector de unas 30 Ha. con evidencias de
Estos dos sitios se localizan en la margen derecha edificaciones, montículos menores y restos de es-
del valle bajo y estarían asociados al manejo de la tructuras habitacionales, todas consistentemente
amplia extensión de tierras agrícolas que dispone asociadas a materiales culturales de la época Lima.
este sector del valle. En el caso de La Uva el asen- Si asumimos en conjunto la notable extensión
tamiento se ubica en una pequeña quebrada, ocu- de estos dos sectores, Copacabana se nos presenta
pando un área de unas 15 Ha. y estaba conforma- sin lugar a dudas como uno de los asentamientos
do por 12 estructuras o montículos piramidales Lima más importante del valle de Chillón. Este
de los cuales dos parecen haber sido los principa- hecho fue advertido tempranamente por Uhle
les. Los montículos presentan un patrón agluti- (1970: 388), quien menciona a Copacabana entre
nado y en ellos es dominante una orientación de los sitios principales de la región que presentaban
70º al noroeste. La construcción de estas estruc- grandes “colinas” hechas con pequeños adobes.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 261
65
El hecho de incluir el empleo de adobes en la construcción de estas edificaciones, en un lugar alejado de fuentes de agua,
es sumamente significativo ya que implicaría que estos materiales constructivos debieron ser confeccionados en los lugares más
próximos del valle del Chillón y desde allí transportados hasta Playa Grande. Este dato es relevante ya que daría elementos para
valorar que este importante despliegue de energía no fue generado por una necesidad estrictamente constructiva -la que pudo ser
cubierta, al igual que en otras construcciones del sitio, con la piedra rústica abundante en las inmediaciones- sino más bien por la
especial significación y prestigio que el empleo del adobe debió de tener en la construcción de la arquitectura de carácter publico
para las gentes de la sociedad Lima.
66
Esta interrelación debe de haberse sustentado principalmente en el intercambio de productos marinos por parte de los
pescadores de los asentamientos del litoral, con productos agrícolas de los pobladores del valle. En el caso de Playa Grande las
excavaciones de Tabio (1965) registraron además de restos de productos marinos, abundantes evidencias del consumo de maíz,
algodón, mates o calabazas, así también de frutales como lúcuma y pacae, los que junto con otros productos agrícolas e insumos
vegetales debieron de provenir mayormente del vecino valle de Chillón. A estos productos agrícolas de intercambio se habrían
sumado productos manufacturados como cerámica, textiles y otros artefactos presentes en Playa Grande.
262 JOSÉ CANZIANI
histórico de la época, considerando que en la an- banos,67 cuales son: Maranga, Pucllana, Vista Ale-
tigüedad el cerro de Pasamayo, conocido también gre (Catalina Huanca) y Cajamarquilla.68 La lo-
como Cerro de La Arena, contaba con amplias calización de estos sitios demostraría que además
zonas de Lomas (Rostworowski 1981), las cuales de una notable extensión agrícola en el valle bajo,
no solamente debieron de facilitar el tránsito en también se habría ocupado y manejado durante
este tramo mayormente desértico, sino que ellas el período buena parte del valle medio bajo.
mismas debieron ser meta frecuente para la apro- Al respecto, se ha sostenido que en esta época
piación de ciertos recursos propios de su ecología se habría producido una sustancial ampliación de
por parte de los pobladores que habitaban al sur las tierras bajo cultivo y que la localización de
o al norte de las mismas. Maranga y Pucllana estaría asociada a dos canales
principales que culminarían su trayecto en la cer-
canía de estos complejos (Patterson y Lanning
La ocupación Lima en el valle del Rimac 1970: 399-400), lo que permitiría suponer que
su emplazamiento en el valle pudo también estar
El valle del Rimac es el mayor de los tres valles relacionado con el manejo y administración de
(Chillón, Rimac y Lurín) que integran el com- las correspondientes zonas de riego. De otro lado,
plejo agrícola de la comarca de Lima, según ya antes Uhle [1910] (1970: 388-389) había plan-
ONERN (19XX) este valle disponía en sus secto- teado la acertada deducción de que las monumen-
res bajo y medio bajo de unas 00,000 ha. de tie- tales edificaciones piramidales Lima, no podrían
rras agrícolas. Podríamos tener una aproximación haber sido ejecutadas sino por una población ya
a la extensión agrícola que habría alcanzado el valle densa gracias a una activa agricultura.
del Rimac en la época Lima sobre la base de la Efectivamente, si observamos los antiguos pla-
localización de sus principales asentamientos ur- nos de Lima e inclusive los correspondientes a la
67
Evidentemente sería mucho mas fiable contar con la ubicación no solamente de los centros urbanos aparentes sino también
con la de otros sitios de ocupación de la época, pero lamentablemente la información está limitada a estos a raíz de la escasa
investigación de los patrones de asentamiento en el valle y de la acelerada destrucción de sitios arqueológicos, especialmente de los
no monumentales, con la incontenible expansión urbana de la ciudad de Lima en las últimas décadas.
68
Además de estos sitios principales, existen evidencias de la presencia de estructuras construidas con pequeños adobes —el
típico material constructivo de la época Lima— en otros sitios del valle del Rimac con arquitectura monumental, como en
algunos de los montículos de Makat-tampu (Mirones) hoy lamentablemente desaparecido; en el hallazgo puntual de algunas
estructuras construidas con este material en Mateo Salado, o su reveladora presencia en escombros de tumbas en Mangomarca
(Zarate), posiblemente provenientes de alguna estructura del propio sitio o de un lugar cercano (Tello 1999).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 263
Fig. 278. El valle del Rímac con los principales sitios de la época Lima y su asociación con el sistema de canales de irrigación (Canziani).
expansión de la ciudad en el valle del Rimac du- con un trayecto total de más de 10 km desde su
rante las primeras décadas del siglo XX (Gunter bocatoma. Es interesante notar que el curso del
1983), se puede constatar que el canal principal canal de Huatica bordeaba también el flanco oes-
llamado Río Huatica permitía irrigar una impor- te de las Huacas de Limatambo, totalmente des-
tante porción de la margen izquierda (sur) del valle truidas entre los años 30 y 40,69 y que estaban
bajo, constituyendo posiblemente en aquella época ubicadas en Lince donde hoy se encuentra la Gran
el canal con el curso más alto en este sector antes Unidad Escolar Melitón Carbajal, y que si bien
de que se emprendiera la construcción del gran presentaban estructuras tardías de adobones y en
canal llamado Río Surco, aparentemente más tar- sus secciones inferiores muros de adobes rectan-
dío. El canal de Huatica debió tener su bocatoma gulares (Tello 1999: 77-79), por su especial em-
en el río Rímac, a la altura de lo que es hoy el plazamiento bien pudo haber tenido edificacio-
distrito de El Agustino, para luego atravesar el nes tempranas asociadas al desarrollo y manejo
centro histórico de la ciudad, y los actuales distri- del canal de Huatica durante la época Lima.
tos de La Victoria, Lince, San Isidro y Miraflores. De otro lado, los canales de Maranga y una
El curso del canal de Huatica debió tener su tra- serie de canales subsidiarios de distribución del
yecto final al oeste de la Huaca Pucllana y se pue- riego de este sector de la margen izquierda del valle
de suponer que desaguaba sus excedentes al mar bajo,70 se presentan asociados espacialmente a los
en lo que hoy es la Bajada Balta de Miraflores, sitios del complejo de Maranga y Makat-tampu.
69
Es indescriptible la cantidad de Huacas con arquitectura monumental que fueron destruidas, algunas totalmente, durante
las décadas de los 30 y 40 a raíz de la expansión urbana y su utilización bárbara como canteras de arcilla para fabricar ladrillos. Una
idea de este crimen cultural lo brinda la documentación e informes del Archivo del Dr. Julio C. Tello, quien se opuso tenazmente
a esta acelerada e infame destrucción. Entre los sitios totalmente destruidos por estas causas figuran: Makat-tampu (Mirones);
Limatambo (Lince); Huaca Santa Beatriz o de La Universidad (Jesús María); Huantille (Magdalena) y otras en proximidad de la
Av. Brasil; Huaca Chacra Puente (La Legua), etc. Mientras que entre las que fueron parcial y severamente afectadas por la
actividad de las ladrilleras y la demolición de estructuras se puede citar a las Huacas de Maranga, Mateo Salado y Pucllana (Tello
1999).
70
Entre estas se enumeran las acequias de Conde de las Torres, La Legua o Mirones, Rosario, Santo Domingo o Chacra Alta.
(ver Gunter 1983: Plano n. 22 de 1907).
264 JOSÉ CANZIANI
Mientras tanto, se puede suponer que la parte baja mano, conocidos popularmente como adobitos.
de la margen derecha del Rimac no debió repre- Middendorf [1894] (1973: 56-69), quien visitó
sentar en ese entonces un entorno muy favorable el sitio a fines del siglo XIX, en su descripción
a la agricultura, posiblemente por la gran canti- observa la notable diferenciación existente entre
dad de puquiales que evidencian una napa freática el conjunto de montículos de adobe y, por otra
relativamente superficial, así como suelos sujetos parte, los cercados amurallados, las estructuras y
a periódicas inundaciones o desbordes del río montículos de plataformas elaborados con la téc-
Rimac. Esta condición es compartida con la co- nica más tardía del tapial o adobón y que corres-
lindante margen izquierda o sur del Chillón, y ponden a la posterior ocupación que conocemos
podría ayudar a explicar la aparente inexistencia como Maranga-Chayavilca.
de sitios urbanos o con arquitectura monumental El conjunto de pirámides y montículos hechos
en esta zona entre ambos valles, la que además con pequeños adobes corresponden al centro ur-
pudo funcionar como una suerte de “frontera”, bano ceremonial de Maranga, el complejo urba-
en el supuesto que durante el período Lima en los no más importante de la cultura Lima en el valle
valles del Chillón y el Rímac operaran entidades del Rimac y de los demás valles de la Costa Cen-
políticas independientes entre sí. tral. Esta constatación se fundamenta tanto en la
monumentalidad de sus principales edificaciones,
El Centro Urbano Ceremonial de Maranga así como en la extensión del sitio y el ordenamien-
to urbano que expresa todo el conjunto.
En una posición central con relación al valle bajo Es notable observar que el eje principal del
se encuentra el complejo de Maranga, que se ubi- complejo, orientado 25º al noreste resulta perfec-
ca en la margen izquierda del valle del Rimac, unos tamente perpendicular a la línea del litoral, de-
2.5 km al sur del río y a una distancia de unos 3.5 marcada por los acantilados que se encuentran a
km del mar. Su localización en el piso aluvial del unos 3 km al suroeste del sitio. A lo largo de este
valle, en suelos con vocación agrícola pone en eje que se desarrolla de norte a sur por lo menos
cuestión el paradigma que sostiene que todos los 1.5 km y que se encuentra ligeramente desplazado
sitios prehispánicos siempre se localizaron al mar- hacia el oeste del asentamiento, se alinean las pi-
gen de las tierras agrícolas.71 rámides principales que comparten esta misma
Dentro del extenso complejo de Maranga, que orientación en la conformación de su estructura
fue testigo de una larga historia de ocupaciones y arquitectónica.72 La singular disposición de las
cuyas estructuras y vestigios corresponden tanto pirámides y de otros montículos menores definen
a períodos tempranos como a formaciones tar- una serie de explanadas o posibles grandes plazas,
días (Canziani 1987), sobresale un conjunto de así como otros espacios longitudinales que podrían
grandes edificaciones piramidales y montículos haber conformado vías de circulación o calzadas
menores, que se caracterizan por exhibir como ceremoniales (Canziani 1987: 10).73 En cuanto a
material constructivo adobes paralelepípedos o la extensión de este centro urbano, considerando
cúbicos de pequeñas dimensiones y moldeados a las estructuras que se registran en superficie a lo
71
Esta localización al margen de las tierras con vocación agrícola es ciertamente una constatación frecuente en la mayoría de
sitios, sin embargo esto no excluye que algunos asentamientos, inclusive de notables magnitudes como Maranga y otros como el
Grupo Gallinazo y Chanchán, se hayan instalado en suelos con vocación agrícola, aún cuando se pudiera argumentar que en ese
contexto histórico haya podido tratarse de tierras marginales o de menor productividad. Lo que si debe de destacarse es que -aun
en estos casos limitados que parecen contradecir la regla- el desarrollo urbano no se desarrolla a expensas del rural, ya que se puede
comprobar que éste generalmente va acompañado de la expansión agrícola como de la introducción de técnicas que habrían
permitido la intensificación de la producción agraria.
72
Este tipo de ordenamiento recuerda el que exhiben los tempranos complejos piramidales Paracas en Chincha (ver Cap. IV)
y también muestra ciertas similitudes con lo observado en el Grupo Gallinazo en Virú. Esto podría estar expresando que las
influencias que recibe la costa central desde el sur y norte no se circunscriben a lo documentado para ciertas esferas de la cultura
material, sino que también podrían haber sido extensivas a la difusión de determinados modelos urbanos y arquitectónicos.
73
Estas apreciaciones reconstructivas fueron posibles a partir del examen de las antiguas aerofotografías del sitio (SAN 1944)
y del mapeo de los montículos correspondientes al período Lima, identificados a partir de los rasgos constructivos y los materiales
culturales registrados en ellos. Investigación que se realizó en el marco del Taller de Arqueología Urbana desarrollado en 1983 por
el Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (INDEA) y dirigido por Luis G. Lumbreras.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 265
largo de los 1.5 a 2 km que podría alcanzar el eje timas décadas este notable asentamiento ha sido
principal74 y abarcando una franja de por lo me- objeto de una bárbara y acelerada destrucción.75
nos 1 km de ancho, resultaría un área notable de Algunos de los montículos piramidales son de
150 a 200 Ha. Lamentablemente durante las úl- gran tamaño y comparables a las edificaciones
74
El eje principal del centro urbano ceremonial de Maranga podría haber alcanzado unos 2 km de extensión si se comprende
en su extremo sur a la Huaca La Palma (48). Si bien esta edificación muestra en superficie una arquitectura de tapial correspon-
diente a las fases tardías (Maranga Chayavilca), tanto su emplazamiento y su orientación coincidente con el eje principal del
complejo Maranga (Canziani 1987: fig. 1), así como el hallazgo de cerámica temprana, alguna con rasgos inclusive formativos, en
cortes de excavaciones y movimientos de terreno realizadas en los alrededores por personal del Parque de Las Leyendas, podría
estar indicando la presencia de una edificación de época Lima con posteriores remodelaciones tardías. Confirmando estos supues-
tos, en las recientes publicaciones del Archivo Tello, se señala la existencia de un pequeño montículo de adobitos “...a pocos pasos
hacia el Norte de la Huaca de La Palma” (Tello 1999: 89).
75
Como ya lo advertía Middendorf (1973: 56) hace más de un siglo, los limeños no tenían la menor idea de que apenas a una
legua del centro de la capital se encontraban los vestigios de una antigua ciudad. Esta creemos podría haber sido comparable a
otras urbes de enorme relevancia, como Chanchán, Túcume o Pacatnamú, y como tal Maranga podría haber sido objeto de
266 JOSÉ CANZIANI
piramidales de la Costa Norte. Este es el caso de te. Esta pirámide es una de las mejor conservadas,
la pirámide principal (13) denominada Huaca y su conformación revela el desarrollo de plata-
Aramburú o San Marcos, cuyo eje mayor orienta- formas escalonadas que ascienden desde el extremo
do de noreste a suroeste alcanza más de 300 m de del lado norte hacia el sur donde alcanza la mayor
largo, con un ancho que varía de 180 hasta 250 altura con unos 30 m de elevación. Al extremo
m en la sección más ancha en su extremo suroes- suroeste también se presenta el mayor ensancha-
investigaciones arqueológicas sostenidas y de políticas de puesta en valor. Sin embargo, la ignorancia y el consumado desprecio de
estos monumentos por parte de las más altas autoridades han resultado en su grosera mutilación y lamentable desaparición. Podría
señalarse aquí tan sólo unos cuantos datos de la crónica de esta aberrante y penosa destrucción. La construcción en los años 20 de
la avenida Venezuela, en ese entonces bautizada irónicamente “Progreso”, mutila severamente el sector suroeste de la Huaca
Aramburú (13) y atraviesa cortando en dos la ciudad prehispánica. En los años 40 el gobierno de Prado construye un estadio,
cuyas obras se emprenden utilizando la Huaca Concha (12) como cantera de material de relleno para las graderías, el que además
se adosa y superpone al mismo montículo. En los años 50, se instala en el sitio el campus de la ciudad universitaria de San Marcos,
donde la construcción de los pabellones educativos arrasa con todos los montículos menores del sector norte del sitio. En los 60
el Parque de Las Leyendas ocupa con sus instalaciones gran parte del sector sur del complejo arqueológico. En la segunda mitad
de los 80, el gobierno del Dr. García otorga títulos de propiedad a los ilegales ocupantes de áreas arqueológicas (intangibles) de
propiedad del estado, desatando la urbanización en gran parte del complejo. Finalmente (?), el Ministerio de la Presidencia del
Ing. Fujimori realiza en los años 90 obras de ampliación del estadio de San Marcos, acometiendo —50 años después— nueva-
mente contra los escasos vestigios arqueológicos de la Huaca Concha, impidiendo trabajos de rescate arqueológico ante la
impostergable inauguración de una obra de evidente carácter propagandístico.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 267
Fig. 281. Maranga. Vista de un corte al sur de la Huaca San Marcos, que exhibe las características constructivas de las plataformas macizas,
conformadas por aparejos de pequeños adobes modelados a mano (Canziani).
miento del montículo, lo que se genera por el desa- esta fue destruida casi en su totalidad con la cons-
rrollo de plataformas más bajas, a modo de apén- trucción del estadio de la Universidad de San
dices, que se proyectaban hacia el oeste y sur. La Marcos. A partir de las antiguas aerofotografías
acuciosa observación de Middendorf (1973: 63) del sitio (SAN 1944) se puede apreciar que esta
lo lleva a señalar que no se trataba tan sólo del edificación se desarrolló también con el eje ma-
desarrollo de plataformas escalonadas y ascenden- yor coincidiendo con el eje principal del sitio, e
tes, ya que la cima de estas también sirvió de base igualmente presentaba su mayor ancho en el ex-
para la erección de una serie de estructuras arqui- tremo suroeste, pero en este caso por la presencia
tectónicas que las coronaban y cuyos muros de de una plataforma baja que se proyectaba hacia el
adobe evidencian enlucidos de barro y acabados sureste. Middendorf (1973: 63) registra que este
con pintura amarilla (Tello 1999: 85). Reciente- montículo habría sido el más alto del conjunto,
mente la Universidad de San Marcos ha emprendi- midiendo 210 m de largo y 105 m de ancho en el
do trabajos de investigación arqueológica que es- extremo norte, no pudiendo medir el extremo que
tán revelando la naturaleza y complejidad de estas presentaba el ancho mayor. También alcanza un
estructuras arquitectónicas y su probable función. dato sumamente significativo, al señalar que este
En cuanto a los materiales y técnicas construc- montículo se diferencia de los anteriormente ob-
tivas, se aprecia el empleo de estructuras de relleno servados, por cuanto no exhibe rastro alguno de
masivo de pequeños adobes paralelepípedos los pequeños adobes utilizados usualmente como
moldeados a mano, conformando bloques cons- material constructivo, de lo que deduce que en
tructivos que sirvieron para la erección de las plata- este caso singular se habría empleado tan sólo tie-
formas constitutivas del volumen piramidal. Parece rra y piedras (ibid.). Sin embargo, posteriormen-
que también esta técnica constructiva se combinó te en algunos trechos del montículo se observó
con la de las cámaras rellenas con basura, tierra, estructuras hechas con adobes semicúbicos hechos
ripio e inclusive cantos rodados (Tello 1999: 38). a mano, al igual que celdas constructivas rellena-
Al extremo norte del complejo se encontraba das con cantos rodados, especialmente en la cús-
el segundo montículo en importancia, que es co- pide, lo que explicaría su abundancia en la super-
nocido como Huaca Concha (12), sin embargo ficie de la Huaca (Tello 1999: 84).
268 JOSÉ CANZIANI
Mientras tanto, al sur de la Huaca Aramburú área han impedido hasta la fecha conocer la trama
se encuentra la Huaca 21, a la que Tello (ibid) urbana subyacente y la naturaleza de la población
hace varías referencias mencionándola como la y actividades que en ella tuvieron lugar. Como ya
“reniforme”, por la singular forma arriñonada de lo señaláramos en los resultados del que fue uno
su planta. Anteriormente, el montículo fue tam- de nuestros primeros trabajos de campo, el cen-
bién descrito por Middendorf (1973: 61-63 y pla- tro urbano ceremonial de Maranga debió ocupar
no pág. 57), quien observa a que la parte más alta en los Andes Centrales un lugar de primer orden
del montículo se encontraba al sur este alcanzan- durante el período de los Desarrollos Regionales,
do unos 25 m de altura. Hace referencia también si bien las investigaciones sobre el sitio no corres-
a un corte vertical en el sector, en el que se aprecia pondan a esta realidad (Canziani 1987: 11).
la estructura construida con pequeños adobes Finalmente, es importante señalar que si bien
cúbicos (Canziani 1987: fig. 3). el complejo de Makat-tampu, ubicado unos 1,500
En varios sectores del centro urbano se ha do- m al sur del río Rímac y a unos 2 km al norte del
cumentado una serie de evidencias que permiten complejo de Maranga, posiblemente no formó
suponer que las edificaciones piramidales y los parte integrante del centro urbano principal, aun-
demás montículos menores que sobresalen en la que pudo estar alineado con su eje, debió de estar
superficie del sitio no estaban aislados sino más asociado a este en el manejo del sistema de riego y
bien rodeados por la concentración de otras estruc- en la administración de la producción agrícola de
turas de posible carácter residencial y público. Así este sector del valle bajo. Igualmente Makat-
lo demuestran los hallazgos de recintos o cuartos tampu, debió de conectarse con el complejo de
de aparente función doméstica en sectores al sur- Maranga, mediante un sistema de caminos que
este del complejo; al igual que el hallazgo casual, debió de articular a los sitios principales del valle
en las excavaciones para la construcción de lo que además de comunicarlos con los que se encontra-
iba a ser la sede del Museo Nacional, de un gran ban en los valles inmediatamente próximos. En
muro hecho de pequeños adobes y enlucido por todo caso, dada la escala menor de las edificacio-
ambas caras, que media en corte más de 1 m de nes de época Lima registradas en Makat-tampu,
espesor y unos 2 m de alto, cuya base se encontra- podemos presumir que este asentamiento jugó un
ba a 2.5 m del nivel actual del terreno y que se rol secundario y jerárquicamente dependiente del
ubica a unos 600 m. al este del eje principal del centro principal de Maranga.
sitio, entre los montículos 20 y 31. Estos datos En Makat-tampu el Dr. Tello reportó la pre-
demuestran claramente que lo que se aprecia en sencia de dos montículos (A y A’) y de un recinto
la superficie del sitio es tan sólo la “punta del ice- (C) ubicados al suroeste del sitio que presentaban
berg” y que la ausencia de excavaciones arqueoló- evidencias de arquitectura Lima. En el caso de
gicas sistemáticas en sitios estratégicos de tan vasta ambos montículos, estos presentaban muros de
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 269
adobón presumiblemente tardíos en superficie, los ción temprana del valle desde las primeras explo-
que se superponían a núcleos constituidos por raciones y estudios arqueológicos desarrollados
muros y rellenos constructivos de adobitos tanto por Middendorf (1973) y Uhle (1970: 388). Este
rectangulares como cúbicos. En el caso del recin- último reporta a la “Huaca Juliana” junto con
to, en su interior se observó vestigios de algunos Aramburú (Maranga) como los dos principales
muros construidos con adobes pequeños rectan- sitios con edificaciones piramidales tempranas en
gulares. Estos importantes datos evidencian la el Rimac. Posteriormente este monumento tam-
presencia de estructuras originarias de época Lima bién fue afectado severamente por el proceso de
en este sector del sitio (Tello 1999: 118-119). urbanización de la zona desde inicios de los 40, si
bien felizmente se ha logrado conservar el montí-
El complejo de la Huaca Pucllana culo principal y algo de las áreas adyacentes, de-
sarrollándose en las recientes décadas investiga-
Este importante complejo de la época Lima se ciones arqueológicas y programas dirigidos a la
ubica en el sector sur del valle bajo del Rimac, en puesta en valor del complejo.
lo que hoy día corresponde al distrito de A diferencia de Maranga, donde el complejo
Miraflores, y está emplazado en un terreno llano urbano se organiza sobre la base del ordenamien-
propio del piso aluvial del valle con clara voca- to axial de los montículos principales, aparente-
ción agrícola. Dada su importancia fue destacado mente en Pucllana la organización del sitio estu-
como uno de los sitios principales de la ocupa- vo nucleada entorno a un gran montículo
piramidal, alrededor del cual se desarrollaron gran- 100 m de su base, y que posiblemente correspon-
des plazas y recintos de función ritual y adminis- día al cercado de una gran plaza observada por
trativa, además de plataformas y montículos ba- Middendorf durante su visita al sitio, cuando se-
jos, de los cuales ya no se perciben rastros debido ñalaba que ... “Esta colina artificial es muy larga,
a la urbanización de estas áreas, lo que de paso ha pero relativamente poco ancha. En el lado orientado
impedido conocer de la posible existencia de es- hacia el mar, hay un campo rectangular cercado por
tructuras residenciales y, como consecuencia, de un muro de 480 pasos de largo y 70 de ancho, osten-
los datos que pudieran proporcionarnos algunos siblemente un patio extraordinariamente largo, en
alcances acerca de la composición y niveles de uno de cuyos lados se halla una fortaleza construida
concentración de la población que habitaba en del modo ya indicado. La base de la colina es tan
este tipo de complejos. larga como el campo cercado de muros” (Middendorf
Sin embargo, Julio C. Tello (1999: 67) descri- 1973: 71-72). En el archivo del Dr. Tello (1999:
be la presencia no solamente de la Huaca Pucllana 72) también se menciona la presencia de por lo
sino también de otra menor que se ubicaba unos menos un muro que “...es de adobitos rectangulares,
50 m, al sur y que presentaba planta cuadrangu- como los de Aramburú, y se halla revestido con barro”.
lar y unos 10 m de altura, con la superficie cu- El montículo principal de la Huaca Pucllana
bierta de cantos rodados. Este montículo o plata- presenta una orientación de unos 20º noreste, lo
forma se podía observar aún en la aerofoto de 1944 que permite establecer ciertas analogías con la
ya afectada por el proceso de urbanización, al igual orientación del complejo urbano de Maranga que
que otro pequeño montículo al sur oeste ya par- resulta bastante similar. En cuanto a las dimen-
cialmente destruido en ese entonces y que el Dr. siones de planta del montículo, este alcanza unos
Tello intentó proteger de su inminente destruc- 275 m a lo largo del eje mayor con un ancho varia-
ción total (ibid: 70-72). Igualmente, del lado ble que va incrementando hacia el sur, desde unos
Oeste de la pirámide podía todavía observarse en 75 m en el extremo norte, a 100 m en el sector
las aerofotos de 1944 un gran muro que corría central, hasta unos 120 m en el extremo sur. Tam-
paralelo al eje de la Huaca principal, a unos 80 a bién la Huaca Pucllana comparte con las pirámi-
des de Maranga, especialmente con la Huaca quetas escalonadas adosadas a un gran muro de
Aramburú o San Marcos, una planta de corte sub- 1.6 m de espesor, en cuya esquina noroeste se in-
rectangular a la que se adicionan plataformas o terrumpen las banquetas y se define un vano que
volúmenes, a modo de apéndices, en la esquina daba acceso a una rampa de ascenso hacia una
suroeste del montículo. Otro rasgo de similitud plataforma de nivel superior. Es de gran relevan-
es que el volumen del montículo presenta el desarro- cia el hallazgo de evidencias de una doble hilera
llo de plataformas escalonadas que ascienden pro- de postes de madera, que se dispusieron regular-
gresivamente desde el extremo norte hacia el sur, mente frente a las banquetas a 2.9 m entre sí y a
donde también la Huaca Pucllana alcanza su ma- 2.6 m de distancia entre las dos hileras. La pre-
yor elevación con una altura de unos 20 m. Igual- sencia de estos elementos de soporte vertical per-
mente, en la Huaca Pucllana se registran evidencias mite inferir la existencia de una zona techada en
de recintos y otras estructuras arquitectónicas que el extremo oeste del patio, proporcionando una
se edificaron sobre la cima de las plataformas. cobertura especial del frontis del patio caracteri-
En la construcción de la pirámide se ha em- zado por el despliegue de las banquetas escalonadas
pleado los típicos pequeños adobes, si bien pare- (Vásquez 1984: fig. 3 y 6).76
ce que la construcción de los volúmenes de sus Las analogías en cuanto a la recurrencia de cier-
plataformas no fue realizada masivamente con tos patrones urbanísticos y arquitectónicos, así
adobe, ya que hay evidencia de grandes muros de como la relativa proximidad (8 km) entre los dos
contención o rellenos constructivos de adobe que sitios principales Lima de la margen izquierda del
contenían rellenos de tierra y material suelto, lo valle bajo del Rimac, plantean una evidente
que ya fuera observado por Middendorf (1973: interrelación entre el complejo de Maranga y
72) en ciertos cortes que presentaba el montícu- Pucllana. Por otra parte, las evidentes diferencias
lo. La Huaca Pucllana igualmente presenta evi- de magnitud entre los dos sitios pudieran haber
dencias de superposiciones arquitectónicas, tanto expresado una determinada diferenciación jerár-
en el cuerpo del propio montículo como en el quica y una posible dependencia de Pucllana con
caso de las estructuras anexas que se desarrollaron relación a Maranga. Cuestiones que son de gran
en su entorno. interés para comprender las características del ur-
Las excavaciones desarrolladas en las áreas al banismo de esta época y la aparente existencia de
noreste de la base de la pirámide han revelado un una entidad política —por lo menos en este sec-
complejo sistema de plataformas, patios y recin- tor del valle— que esperamos las investigaciones
tos (Flores 1981, Vásquez 1984). Algunas de es- arqueológicas que se desarrollan en estos comple-
tas estructuras parecen corresponder a espacios de jos arqueológicos ayuden a dilucidar.
acceso al edificio mayor, donde las plataformas
escalonadas y sus desniveles fueron conectados
mediante rampas que resolvían el ascenso inicial La ocupación Lima en el valle medio del
hacia los niveles altos de la pirámide. Algunos de Rimac
los espacios expuestos por las excavaciones arqueo-
lógicas corresponden a dos grandes patios conse-
cutivos, delimitados por gruesos murallones de Cajamarquilla y Vista Alegre
adobe que corren paralelos en dirección este-oes-
te y que organizan con sus ejes el planeamiento La ocupación Lima interesó también de manera
de este sector. El primer patio, ubicado al este, importante el sector del valle medio del Rimac, la
presenta un muro transversal que lo separa del que debió estar asociada al manejo de estas am-
segundo patio e incluye una plataforma baja a la plias zonas que presentan tierras con una excelen-
cual se adosa una rampa que conduce al acceso te vocación agrícola. Para el manejo de este sector
que da paso al segundo patio. El segundo patio, del valle fue imprescindible también que los Lima
ubicado al oeste y más próximo a la base de la desarrollaran, mantuvieran y administraran un
pirámide, presenta en el extremo oeste dos ban- sistema de irrigación que asegurara la productivi-
76
Podría anotarse como un aspecto de interés en cuanto a los antecedentes formales, que la composición de estos elementos
arquitectónicos: patio / atrio, con banquetas adosadas a un muro o plataforma, y asociadas con el acceso a los niveles altos de la
edificación; así como el dominio de un eje visual y de recorrido orientado de este a oeste, es bastante similar a la que exhibieron
tempranamente los patios o atrios de montículos piramidales correspondientes a la tradición Paracas (Canziani 1992)
272 JOSÉ CANZIANI
dad en ambas márgenes de este sector. Coinci- Evidencias de la ocupación Lima en Pachacamac
dentemente los sistemas de canales que dan lugar y Lurín
en la margen derecha al llamado “valle” de
Huachipa, como en la margen sur al de Ate, po- En el célebre complejo arqueológico de
drían haber tenido origen en estos tiempos, ya Pachacamac existen importantes vestigios de una
que los cursos de estos canales parecen haber esta- temprana ocupación correspondiente a la época
do relacionados con la presencia estratégica de dos Lima, que presenta como un elemento relevante
importantes asentamientos Lima en las respecti- la presencia de montículos piramidales con plata-
vas márgenes del valle medio: Cajamarquilla y formas escalonadas construidas con los pequeños
Vista Alegre (o Catalina Huanca). adobes de esta época. Tres de estas edificaciones
En el caso de Cajamarquilla, las investigaciones se concentrarían sobre los promontorios que do-
arqueológicas en esta ciudad dominada por las minan el sector sur del complejo arqueológico,
construcciones del Intermedio Tardío han reporta- compartiendo al menos dos una orientación no-
do la abundante presencia de materiales culturales reste suroeste: el denominado Templo Viejo de
del período Lima, al igual que distintas evidencias Pachacamac y el que luego se convertiría en el
de estructuras de esta época con los típicos Templo Pintado con los agregados y remode-
adobitos bajo las estructuras tardías (Tello 1999). laciones tardías; mientras que un tercer montícu-
Antes de esto ya Uhle [1910] (1970) había reporta- lo, de planta y orientación hoy desconocida pero
do la existencia de un extenso cementerio asociado posiblemente similar a los anteriores, se encon-
al centro urbano y que correspondía mayormente traría bajo las estructuras del Templo del Sol de
al Lima tardío o Nievería. Unos 2 km al oeste de época inca. Adicionalmente, existe otro montí-
Cajamarquilla se encuentra también una pirámide culo en el sector noroeste, que presenta la misma
Lima de menor tamaño conocida como Huaca orientación aun cuando se encuentra bastante de-
Trujillo, la que se encuentra aislada, si bien con formado por la erosión y al cual Tello denominó
evidencias de estructuras menores en su entorno, Templo de Urpay Huachac. Así mismo existen
lo que permite suponer que podría haber corres- restos de edificaciones menores con muros de
pondido a un centro ceremonial de menor nivel adobitos que se localizan en la proximidad del
que los examinados anteriormente (Stumer 1954: Museo de Sitio de Pachacamac. Esto último daría
133). El hecho de que Cajamarquilla haya tenido idea de la posible existencia de otras estructuras
una ocupación con aparente continuidad hasta de menor envergadura, tanto públicas como do-
épocas bastante más tardías, con la consecuente mésticas, aglutinadas en torno a las edificaciones
superposición de estructuras e intervenciones ur- monumentales conformando un centro urbano
banísticas, dificulta la definición clara de las ca- teocrático que luego fue desdibujado por las su-
racterísticas que pudo tener este asentamiento cesivas ocupaciones tardías.
durante la época Lima. El primero en registrar estos indicios
En el caso de Vista Alegre o Catalina Huanca, tempranos en Pachacamac fue Uhle [1903]
se ha reportado que esta tenía como núcleo cen- (2003), quien a finales del siglo XIX encontró que
tral una pirámide masiva con una rampa central en los niveles inferiores de la secuencia
principal la que estaba rodeada por 5 montículos estratigráfica que culminaba con la ocupación
menores (ibid: 132-133), además de la presencia inca, se hallaban materiales culturales tempranos
de grandes complejos amurallados con recintos que los antecedían, incluyendo estructuras con los
menores en su interior, que podrían recordarnos típicos pequeños adobes Lima. Uhle reporta es-
los de Cerro Culebra. Lamentablemente no sabe- tos hallazgos principalmente en la base norte del
mos si estas edificaciones fueron contemporáneas viejo Templo de Pachacamac y en los alrededores
a la pirámide o si fueron remodelaciones más tar- y bases del Templo del Sol. En el corte de Uhle
días de la misma. En cuanto a las técnicas y mate- (2003: fig.3) publicado también por Strong y
riales constructivos se señala que si bien en la Corbett (1943: fig. 2) se aprecia claramente, bajo
mayoría de los casos las edificaciones privilegia- las estructuras de las plataformas escalonadas del
ron la construcción masiva con los pequeños ado- viejo templo de Pachacamac, el hallazgo de pisos
bes modelados a mano, también está presente y muros de contención asociados a la época Lima,
esporádicamente la tapia. Sin embargo en Vista los que pudieron formar parte de plataformas es-
Alegre la situación se invertiría: el edificio estaría calonadas de este antiguo templo.
construido mayormente con tapia y la presencia Posteriormente, los trabajos de Strong y
de los adobes sería limitada (ibid: 133). Corbett (1943) corroboraron esta información,
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 273
al desarrollar excavaciones que intervienen la base Viejo o Templo de Pachacamac que presenta una
del Templo del Sol en el flanco Este, confirman- planta rectangular orientada noreste–suroeste y
do la presencia de estructuras construidas con que tiene un ensanchamiento en su extremo no-
pequeños adobes y asociaciones culturales que reste. A estos dos montículos se agrega uno más al
corresponden a la época en cuestión y a las que se norte conocido como el Templo Pintado, por sus
les superpuso tardíamente la edificación Inca. De plataformas escalonadas con evidencias de pintu-
igual manera, observan en un gran corte que des- ra mural, que corresponderían a remodelaciones
ciende del lado noreste de la terraza más alta del de las fases finales del período (Nievería) y al
templo, la presencia de estructuras de adobes Horizonte Medio. A esta misma época también
moldeados a mano asociados con material podría corresponder el gran recinto cuadrangular
cerámico de época Lima, justo debajo del piso que rodeó estas pirámides y estructuras, destacan-
existente en la terraza superior del templo inca do el espacio de mayor significación ceremonial.
(ibid: 39). Conjugando estos datos, provenientes Es relevante notar como en esta época tem-
tanto del examen de la base como de los niveles prana el emplazamiento de las principales edifi-
superiores del Templo del Sol, y que revelan la caciones ceremoniales de Pachacamac privilegia
recurrente presencia de estructuras arquitectóni- el promontorio elevado que se encuentra al sur
cas de época Lima, se puede inferir que el edificio del sitio. Este es un lugar con un paisaje muy es-
inca fue construido incorporando bajo sus plata- pecial, desde el cual se contempla el árido desier-
formas las de un antiguo templo piramidal que to bordeando el verdor del valle bajo, como tam-
debió tener un notable volumen. bién hacia el este y sur el río que corre a su desem-
Además de este montículo de forma y volu- bocadura en el mar, mientras que hacia el sur y
men desconocido cubierto por el Templo del Sol, oeste se dominan los humedales que anteceden a
tendríamos al Este el montículo llamado Templo las playas y el horizonte marino, del cual emerge
274 JOSÉ CANZIANI
77
No es casual que en esta localización se hayan concentrado algunas de las principales intervenciones arquitectónicas
posteriores y especialmente la Inca, al igual que no es casual que las tradiciones míticas que perduraron hasta nosotros se hayan
nutrido con la magia de un escenario tan atractivo (Rostworowski 1992; Taylor 1987).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 275
Fig. 286. Sitios del período de los Desarrollos Regionales Tempranos en el valle de Chincha (Canziani 1993).
de los casos se verifica la reocupación de montí- 39), y de los montículos del complejo Estrella
culos piramidales construidos durante la época (PV.57-53, 54, 55 y 160). Sin embargo, es de notar
Paracas, donde aparentemente las intervenciones que de estos solamente la Huaca Santa Inés ha-
son también puntuales o, inclusive, irrelevantes. bría alcanzado un volumen de cierta envergadu-
Esto se verifica especialmente en el sector sur del ra, lo que daría a entender que tuvo una posición
valle bajo, como es el caso del complejo San Pa- jerárquica privilegiada con relación a los otros
blo (PV.57-8, 9, 37 y 44) y de las Huacas Campa- asentamientos que tan sólo presentan montículos
na (PV.57-51), Mensías (PV.57-50) y de otros si- pequeños o vestigios de plataformas bajas, como
tios que se localizan en proximidad del viejo cau- es el caso del Complejo Estrella. Lamentablemente
ce del río. Mientras tanto, los sectores central y la Huaca Santa Inés ha sido seriamente afectada
norte del valle bajo no presentan una mayor con- por el trazo de la carretera que se dirige a El Car-
tinuidad de ocupación, donde presumiblemente men y el puente sobre el río Matagente, lo que ha
se abandonan importantes complejos de épocas provocado el corte de lo que debió ser la parte
anteriores como la Huaca Santa Rosa (PV.57-87), principal y más alta del montículo y la mutilación
Alvarado (PV.57-10) y La Cumbe (PV.57-3). o desaparición de las plataformas más bajas. Estas
Solamente en contados casos se aprecia la cons- penosas condiciones impiden actualmente conocer
trucción ex novo de montículos. Sintomáticamente cual pudo ser la orientación y conformación ori-
estos corresponden mayoritariamente a los sitios ginal de esta edificación, que constituiría el prin-
que aparentemente ocupan por primera vez la cipal monumento construido durante esta época.
parte media del piso del valle, lo que se manifes- Aparentemente los edificios monumentales del
taría especialmente durante la fase tardía Estrella período mantienen ciertos cánones arquitectóni-
con la erección de las Huacas Santa Inés (PV.57- cos propios de las épocas tempranas, como es el
5), Monserrate (PV.57-117), Ronceros (PV.57- caso de la planta rectangular y de la orientación
276 JOSÉ CANZIANI
en dirección este-oeste, si bien no está claro si se to en la sección central del lomo curvo. En este
mantuvo la volumetría escalonada que exhiben último caso, se aprecia su empleo tanto para la
los montículos Paracas, dado que lamentablemen- elaboración de muros simples como de doble cara,
te no se conservan edificaciones que hayan man- disponiéndose los adobes en un aparejo alterno
tenido su fisonomía original a causa de las poste- con las bases planas rectangulares hacia abajo.
riores reocupaciones y, mayormente, debido a las También es de notar que para la ejecución de los
destrucciones modernas. rellenos constructivos de las plataformas, se reali-
Sin embargo, para este período se han registra- zaron muros de contención formando cámaras de
do por lo menos dos casos que rompen inusual- relleno. Es decir, que a diferencia de los rellenos
mente con esta constate en la orientación. Se trata masivos con adobes propios de la época Paracas,
de montículos conformados por plataformas ba- en este caso las plataformas que conformaron los
jas de planta rectangular orientados de norte a sur. montículos se construyeron mediante pequeñas
Dos de estos se registraron en el sitio PV.57-134, cámaras con muros de adobes hemicilíndricos que
del que lamentablemente se constató su destruc- fueron rellenadas con tierra suelta, cascajo y pie-
ción en 1990, y uno al oeste del sitio de Condorillo dras, tal como se observa en Huaca Santa Inés y
(PV.57-121) también afectado por un intenso en plataformas del complejo Estrella.
proceso de destrucción al haber sido invadido por Además de los sitios que tuvieron como eje
pobladores. Sintomáticamente en ambos casos se edificios de aparente carácter público, también se
documentó la singular existencia de pilares cua- verifica un notable incremento y desarrollo de
drangulares, así como de muros y otras estructu- asentamientos habitacionales de características
ras construidas con distintos tipos de adobes, des- aparentemente aldeanas. Este tipo de sitios son
de los hemiesféricos a los hemicilíndricos. relativamente extensos y se localizan preferente-
A propósito de los materiales constructivos, mente en los márgenes del valle, sobre terrazas
tenemos durante el período una notable variedad naturales áridas y elevadas con relación al fondo
de tipos de adobes con formas distintas. Los ado- del valle, lo que les otorga una posición de domi-
bes continúan siendo elaborados a mano y sin nio visual sobre los campos agrícolas de los alre-
molde y presentan durante la fase Carmen formas dedores y los canales de riego que los bordean.
de tipo hemisférico —que son los más popula- Este es el caso de Pampa del Gentil (PV:57-64) y
res— mientras que otros con forma de disco cilín- del sitio PV.57-140, que se localizan en la margen
drico son menos comunes. Durante la fase Estrella sur del sector medio del valle, y en los que se re-
se afirma un adobe singular de forma hemicilín- gistra una continuidad de ocupación que se re-
drica, con una ligera combadura o adelgazamien- montaría hasta la época Paracas Cavernas.
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 277
El sitio de Pampa del Gentil (PV:57-64), pre- gación a partir de estos cursos de agua. Así mis-
senta una notable concentración de estructuras mo, es también factible que se iniciara la irriga-
formadas por recintos de distintos tamaños, en ción de la margen norte del valle ya que —deli-
un área de por lo menos 3.5 ha. y cuyo trazo, si neando lo que pudo ser el trazo de un canal prin-
bien tiende a la ortogonalidad, no evidencia pla- cipal y límite de los campos de cultivo en ese
nificación si no mas bien la progresiva agregación, entonces— se encuentran los sitios 134, Cruz de
adosamiento y superposición de estructuras. En La Molina (132), Huallanca (133) y Condorillo
el borde de la terraza que domina el valle se ubi- (121); y se localizan sitios como La Esclusa (100,
can pequeños montículos orientados este-oeste, 102), que se ubican estratégicamente en puntos
cuya morfología y materiales constructivos indi- donde hasta la fecha se encuentran las bocatomas
carían su filiación temprana (Paracas). La confi- de los canales que irrigan la margen norte del va-
guración de sitios como Pampa del Gentil y del lle (Canziani 1993: 106).
sitio PV.57-140 en el valle de Chincha, cuya ocu- De otro lado, la evidente limitación de la in-
pación correspondería mayormente a la fase Car- versión en el desarrollo de arquitectura pública
men, es bastante similar a la de otros sitios con- monumental y la aparente ausencia de sitios con
temporáneos de la región, como es el caso de Dos una clara identidad urbana, podrían estar señalando
Palmas en el vecino valle de Pisco (Rowe 1963, un cierto estancamiento en los niveles de acumu-
Wallace 1971: 83-84). lación de excedentes productivos o la alteración
En este tipo de asentamientos son dominan- de los mecanismos de apropiación de estos exce-
tes las estructuras habitacionales y sólo compren- dentes, que anteriormente habrían posibilitado el
den un número limitado de pequeños montícu- desarrollo de una elite y de entidades políticas de
los —como se registra en el borde norte de Pam- tipo teocrático durante la época Paracas. Parece
pa del Gentil (PV:57-64)78— mientras que en resultar de estas restricciones una serie de limita-
otros como Condorillo (PV.57-121) se presentan ciones en la consolidación de una elite sacerdotal
agrupaciones de pequeños montículos asociados y del cuerpo de especialistas que opera con ella,79
a algunas áreas que parecen corresponder a una así también en la conformación y consolidación
ocupación habitacional. Queda por investigar las de la organización estatal, a diferencia de lo que
características y el rol de esta arquitectura pública hemos visto acontece en otras regiones de la costa
menor en este tipo de asentamientos, sea que se peruana al norte de Chincha (Canziani 1993: 106).
trate de edificios de función comunal o ceremonial Estos aspectos evidentemente requieren de
en asentamientos donde la función habitacional mayores investigaciones, que permitan ahondar
parece primar, en mayor o menor grado. el estudio de un interesante caso que indicaría la
Concluyendo esta breve reseña sobre la ocu- contemporánea vigencia durante el período en
pación del valle de Chincha durante este período, cuestión de formas de desarrollo “desiguales”,
nos parece importante advertir la lectura de una donde la necesidad prioritaria de concentrar la
posible ampliación del área agrícola del territorio inversión social en el desarrollo de la infraestruc-
del valle, especialmente en el sector medio —don- tura agraria, podría haber resultado en formas de
de se ubican los principales asentamientos Estre- desarrollo que no pasaban necesariamente por el
lla— al igual que en el sector sur del valle bajo. A establecimiento de organizaciones políticas esta-
este propósito se observa que los sitios Estrella tales, asociadas al desarrollo de complejos urbano
jalonan el curso medio del río Matagente y el cur- teocráticos, donde se manifiesta de manera patente
so del viejo cauce en el valle bajo, lo que podría una colosal inversión en la arquitectura pública
estar indicando el desarrollo de sistemas de irri- monumental, propia de Gallinazo, Moche o Lima.
78
Los montículos presentes en Pampa del Gentil (PV.57-64) se localizan en el borde norte del asentamiento, desde donde se
domina el valle agrícola y son también visibles desde los campos de cultivo del sector. Esta es una típica localización de los
montículos del período Paracas Cavernas en esta zona del valle de Chincha, como es el caso de Cerro del Gentil (PV.57-59) y
Chococota (PV.57-63). Precisamente, los materiales constructivos expuestos en algunos cortes y la propia forma de los montícu-
los de Pampa del Gentil, estarían confirmando su correspondencia a este período temprano. Queda por establecer si estos mon-
tículos fueron reutilizados durante las fases de ocupación Carmen, si se les asignó otra función o si para entonces ya se encontra-
ban en abandono.
79
Nos parece sintomático que las manufacturas, especialmente la cerámica de las fases Carmen y Estrella, muestren una
factura que no necesariamente exigió una elevada especialización; como tampoco revelan la existencia de un arte oficial o emble-
mático que sirviera de soporte de expresión ideológica a una eventual entidad política.
278 JOSÉ CANZIANI
Fig. 288. Dos Palmas. Vista aérea oblicua tomada en 1931 del extenso asentamiento, ya desaparecido, en la que se aprecia su extensión y
notable aglutinación de estructuras (Rowe 1963).
80
Rowe (1963: 302) sostenía en ese entonces que “...Durante el Período Intermedio Temprano muchos sitios que represen-
tan grandes ciudades se conocen para el sur y el centro del Perú, pero ninguno ha sido reportado en el norte” (nuestra traducción).
Y es luego de esta discutible introducción, que presenta como primer caso de un “gran asentamiento urbano” del período en la
Costa Sur a Dos Palmas. (Para una revisión crítica al respecto ver: Canziani 1992: 113-116)
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 279
Palmas pudo ser el resultado de un proceso de fueron construidos mayormente con cantos ro-
agregación y superposición de estructuras, simi- dados unidos con mortero de barro y se registró
lar al que presentan los sitios chinchanos antes también la técnica de las cámaras de relleno para
mencionados, con un carácter presumiblemente la edificación de las plataformas. Adicionalmente,
rural y de aparente función habitacional. en uno de los recintos excavados se expuso una
Además de compartir la ubicación en el cuello hilera de 3 pequeños cubículos cuadrangulares de
de los valles, estratégica con relación al manejo 1 m. de lado (ibid: 450, fig. 11), cuya configura-
del sistema de irrigación y de las tierras agrícolas, ción permitiría suponer una posible función des-
la fuerte similitud entre los sitios del valle de tinada al depósito.
Chincha y Dos Palmas en el de Pisco, debió ser
también resultado de una estrecha interrelación
de sus respectivas poblaciones. Efectivamente, tan- La sociedad Nasca y la cuestión de sus
to Dos Palmas como (PV.58-2) otro sitio Car- posibles formas de urbanismo
men de características al parecer similares (ibid:
82-83), se encuentran en la margen de la Pampa Durante el presente período se desarrolló en la
Cabeza de Toro, una gran quebrada lateral del valle costa sur del Perú la sociedad que conocemos
de Pisco que se proyecta hacia el norte y el valle como Nasca.81 Su desarrollo tuvo como área nu-
de Chincha, mientras que los sitios Pampa del clear los valles de Nazca, sin embargo compro-
Gentil y PV.57-140 se encuentran próximos a la metió al valle de Ica y posiblemente también al de
Pampa del Carmen y a la Quebrada de Arrieros, Pisco, al norte de la región, mientras que hacia el
que se extienden al sur este del valle de Chincha. sur su presencia se registra de modo consistente
De modo que la convergencia de estas dos gran- hasta Acarí, si bien su influencia pudo alcanzar
des quebradas forma una vía natural, utilizada en localidades como Yauca, Chala y otras aún más al
época prehispánica y hasta la fecha para comuni- sur (Silverman y Proulx 2002: fig. 4.3).
car los cuellos de ambos valles, mediando entre Como se ha señalado ya en el Capitulo 1, esta
ellos una distancia de tan sólo 20 km. región sureña de la costa se caracteriza por su acen-
Por su parte Silverman (1997) documenta con tuada aridez, dado que las cuencas altas de sus
sus excavaciones en Alto del Molino, un sitio valles son comparativamente más reducidas que
Carmen en la margen izquierda del valle bajo de los de la costa central y norte, y son también más
Pisco. El sitio presenta varios montículos bajos escasas las precipitaciones pluviales que se produ-
cuya estratigrafía reveló una ocupación temprana cen estacionalmente en ellas. De modo que los
correspondiente a Paracas Necrópolis (fase ríos de la región presentan un limitado caudal,
Chongos) de carácter doméstico, a la que se su- por lo que usualmente se agotan en los tablazos
perpuso la ocupación Carmen. Esta última fase del desierto y no llegan a desembocar sus aguas al
se caracterizaría por ciertos rasgos arquitectóni- mar.
cos que podrían indicar una función pública, si Es de notar que los valles de esta región no
bien las edificaciones no alcanzarían característi- desarrollan en sus zonas bajas los característicos
cas monumentales. deltas aluviales propios de los valles que hemos
Efectivamente, en el montículo de la Huaca 2 visto en las regiones del norte y centro de la costa
se registraron tanto una escalinata central con co- peruana. Por el contrario, los ríos de esta región
rredores, orientados de norte a sur, como otra es- sur generan oasis con vocación agrícola en zonas
calinata lateral que asciende de oeste a este. La relativamente alejadas del litoral y en proximidad
escalinata central estuvo finamente enlucida y de las estribaciones de la cordillera occidental de
conservaba trazas de pintura amarilla y roja, al los Andes. Así, por ejemplo, el valle de Ica luego
igual que el corredor que la antecede que estuvo de su curso descendente hacia el oeste desde la
pintado de rojo. Entre los escombros de esta área, parte alta del valle, al ingresar al tablazo desértico
se encontraron también fragmentos de pintura modifica su curso en dirección sur, donde se de-
mural con diseños geométricos policromos, que sarrolla una importante área agrícola. Mientras
recuerdan los que luce la cerámica. Los muros que, luego de Ocucaje y Callango, se encañona y
81
Concordamos con la propuesta de Silverman (1993: ix) de establecer la convención ortográfica para denominar con el
término Nasca (con s) a la sociedad o cultura prehispánica, diferenciándola del término Nazca (con z) empleado para referirse al
área geográfica, río y población moderna.
280 JOSÉ CANZIANI
no ofrece mayores áreas con posibilidades agríco- ras al mar se encuentren a poco menos de 20 km
las hasta su desembocadura en el litoral. de distancia entre sí. Esta singular característica
En el caso del río Grande de Nazca, se produce geográfica debió dar lugar a un intercambio rela-
la singular confluencia de varios ríos tributarios, tivamente fluido entre ambos valles, favorecien-
encajados en una serie de quebradas, que al unirse do la constitución de esta “área nuclear” Nasca
forman pequeños valles agrícolas que se desarro- que se aprecia con fuerza en la cultura material
llan a unos 60 a 40 km del mar y a una altitud que comparten las poblaciones de Nazca e Ica
entre 600 a 300 msnm., como son Palpa, Ingenio durante el período.
y Nazca, antes de confluir en el río Grande, con En cuanto a la economía de los Nasca, sabe-
una extensión relativamente limitada de tierras de mos que en un medio de extremada aridez sus
cultivo que tan sólo alcanza unas 13,000 ha posibilidades de desarrollo agrícola debieron de
(ONERN 1971). En el subsiguiente tramo de su enfrentar condiciones adversas, como la ya men-
curso hacia el oeste, luego del oasis de Coyungo a cionada limitación de tierras con vocación agrí-
unos 30 km del mar, el río Grande tiende a enca- cola, unida a la severa escasez del recurso agua y la
ñonarse en el tablazo y ya no ofrece mayores tierras consecuente restricción para desarrollar amplios
de cultivo en esta última parte de su recorrido. sistemas de irrigación (Kososk 1965, Silverman
Si bien los valles de Nazca y Palpa están sepa- 1993a, Silverman y Proulx 2002). Sin embargo,
rados del de Ica por extensas pampas áridas pro- es de resaltar aquí que, en el esfuerzo por revertir
pias del tablazo desértico, es de notar que la des- estas condiciones, se construyeron ingeniosos sis-
viación del curso del río Ica hacia el sur lo aproxi- temas de puquiales y de galerías filtrantes, que
ma progresivamente al río Grande de Nazca, tenían por objeto captar el agua subterránea y
especialmente en la parte baja de ambos valles, aprovecharla para el cultivo (Schereiber y Lancho
donde resulta que sus respectivas desembocadu- 1988). De esta forma y aplicando esta técnica sin-
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 281
gular en zonas donde el agua no se presenta en ce oportuno reseñar algunos aspectos relaciona-
superficie, se logró el riego que diera sustento a dos con el modo de vida de su población y, en
algunos oasis agrícolas. especial, con relación a la producción de sus ma-
Al parecer no fue ajena a los Nasca la ganade- nufacturas, sus niveles de especialización y desa-
ría de camélidos, dado que su presencia es regis- rrollo de sistemas de intercambio. Somos de la
trada con frecuencia en enterramientos rituales en opinión que el estudio de estos aspectos, referi-
sus centros ceremoniales, donde se ha documen- dos a los procesos productivos y al modo de vida
tado el aparente sacrificio de decenas de ejempla- de los Nasca, pueden brindar la clave para definir
res. Igualmente se registra un importante consu- mejor las características de esta formación social
mo para fines de alimentación de la población, y, a su vez, proporcionar elementos fundamenta-
siendo común el hallazgo de restos óseos de les para el análisis de sus patrones de asentamien-
camélidos en contextos domésticos y de basura- to y arquitectura.
les. También el estiércol de las llamas fue utiliza- En el desarrollo de sus manufacturas los nasca
do ampliamente como una fuente complementa- destacan por su sobresaliente arte textil, pero es
ria de combustible. El manejo de los hatos de lla- en la cerámica donde posiblemente alcanzaron el
mas habría permitido una mayor movilidad de la más alto nivel de expresión cultural. De otro lado,
población y el transporte de una serie de produc- no se registraría un desarrollo mayor en la meta-
tos entre distintas localidades, al igual que lo do- lurgia y orfebrería; mientras que los sistemas de
cumentado para otras sociedades andinas. Para el intercambio con otras regiones parecen haber sido
sostenimiento de esta ganadería pudieron apro- bastante reducidos o limitados mayormente a cier-
vechar los pastos presentes en la cabeceras y par- to tipo de recursos y bienes exóticos.
tes altas de los valles, como también los rastrojos En la textilería nasca se empleó tanto el algo-
de los campos agrícolas luego de su cosecha (Isla dón como la lana de camélidos, con un amplio
2003: com. pers.). manejo de tintes que permitían a sus artesanos
Pero resulta del todo evidentemente que la base desarrollar motivos decorativos policromos, rea-
económica agrícola y la dotación de recursos ge- lizados principalmente mediante la técnica del
nerada por esta, debió ser bastante más limitada tapiz o el brocado. Muchos de los diseños decora-
de la que disponían las sociedades de la costa cen- tivos de los textiles fueron similares a los que se
tral y norte, y por lo tanto también la posibilidad desplegaban en la cerámica (Lumbreras 1969:
de contar con la generosa acumulación de exce- 206). Se puede suponer que la calidad de este tipo
dentes productivos que estas habrían tenido.82 Es- de manufacturas estaría demandando determina-
tas diferentes condiciones de desarrollo económi- dos niveles de especialización, tanto en los aspec-
co podrían ayudar a explicar el contexto en que se tos técnicos de su producción como en el manejo
verifica un desarrollo urbano bastante más conte- de los códigos y patrones iconográficos de los di-
nido y una diferenciación social aparentemente seños decorativos (Silverman y Proulx 2002: 61-
menos acentuada. Justamente, el examen de estos 64 y 152-155). Una expresión de este tipo de es-
aspectos plantea la problemática mayor acerca de pecialización productiva estaría documentada con
la posibilidad de la presencia de organización es- el hallazgo de evidencias asociadas al funciona-
tatal en la sociedad Nasca y, en todo caso, sobre el miento de un taller textil en la Unidad 7 excavada
tipo de organización política que pudieron haber por Strong (1957: 28) en el complejo de Cahuachi
desarrollado. Temática en la que se postulan dis- y que correspondería a la fase temprana Nasca 2.
tintas posiciones que se encuentran en un intere- En resumen, se puede considerar que ciertos
sante debate, como veremos más adelante. rubros de la actividad textil proporcionan buenos
Antes de entrar en mérito a las características indicadores de los niveles de especialización pro-
del urbanismo y la arquitectura Nasca, nos pare- ductiva presentes en la sociedad Nasca.83
82
Hay que considerar también que la relativa lejanía del mar de estos oasis agrícolas, debió incidir en una menor presencia
de los recursos marinos en el sostenimiento de las poblaciones asentadas en estos, o por lo menos un mayor consumo de energías
para lograr su aprovisionamiento y transporte desde lugares del litoral distantes decenas de kilómetros.
83
Según los estudios de Sawyer, se pueden identificar ejemplares de textiles Nasca cuya fina manufactura permite inferir
tanto la presencia de talleres organizados, como diferencias de status en la sociedad nasca; al mismo tiempo que la uniformidad en
el tratamiento de los motivos iconográficos en el diseño de las imágenes, indicaría que este tipo de producción habría estado bajo
el control de una jerarquía religiosa (citado por Silverman 2002: 154).
282 JOSÉ CANZIANI
En cuanto a la cerámica Nasca —cuya manu- cales, especialmente de antaras, lo que sugiere su
factura es la que mayores indicadores de especia- empleo para el acompañamiento musical de las
lización productiva presenta— se puede apreciar festividades y eventos rituales que se desarrolla-
desde sus fases tempranas la transición con rela- ban en los complejos ceremoniales.84
ción a las tradiciones Paracas, cuando la cerámica A partir de la sofisticada y exquisita cerámica
se decora aún con incisiones finas, pero la pintu- Nasca se puede deducir un elevado nivel de espe-
ra ya no es aplicada post-cocción, sino mediante cialización productiva. Sin embargo, aun cuando
pigmentos aplicados previamente a la cocción de en los sitios nasca es relativamente común el ha-
las vasijas. Este sólo dato revela una importante llazgo de artefactos e insumos asociados a su pro-
innovación tecnológica, que implicó un amplio ducción, como son platos de alfarero, espátulas,
conocimiento sobre los colores y tonos que pro- pigmentos y pinceles (Isla 1992; Silverman y
ducirá la aplicación de ciertos pigmentos y engobes Proulx 2002: 59-61), el hecho de que estos aún
al ser sometidas las piezas a determinadas tempe- no se hayan encontrado asociados en contextos
raturas en el proceso de quema, lo que representa de áreas de actividad aparente, es decir que aún
también un avance notable en el control de las no se haya documentado arqueológicamente ta-
temperaturas y en el dominio de las condiciones lleres de producción alfarera en asentamientos
ideales de cocción por parte de los alfareros nasca. nasca, ha llevado a algunos investigadores a sugerir
La forma más común de las vasijas finas es la glo- que quizás este tipo de producción alfarera no re-
bular con dos picos unidos por un asa puente. El quería necesariamente de una especialización pro-
modelado de las vasijas es frecuente y los colores ductiva (Silverman 1993a: 302 y 335; Silverman
comúnmente utilizados fueron una variada gama y Proulx 2002: 59-61 y 149).85 Sin embargo, nos
de tonos del rojo, rojo púrpura, blanco, negro, parece prematuro especular con esta presunción
naranja, amarillo, marrón y gris (Silverman y mientras no se documenten casos de áreas de ac-
Proulx 2002: 149-152). Al igual que en el arte tividad asociadas a algunos de los procesos pro-
textil, en la manufactura de la cerámica decorada ductivos propios de la elaboración cerámica, es-
con motivos iconográficos complejos, puede pecialmente de la emblemática vajilla fina nasca.
argumentarse el requerimiento de especialistas La metalurgia del oro no estuvo del todo au-
como también ciertos niveles de control sobre los sente, si bien no conoció el desarrollo espectacu-
patrones de diseño ejecutados, por parte de la eli- lar de las culturas norteñas, mientras que existen
te que conducía el sistema de culto. dudas si es que desarrollaron la del cobre dada su
Llama también la atención de los estudiosos escasa representación. En cuanto al intercambio,
la presencia de una extraordinaria diversidad de este se concentró en algunos recursos e insumos,
instrumentos musicales, que incluye antaras, tales como plumas de aves de la Amazonia,
quenas, ocarinas, trompetas, tambores y sonajas, obsidiana proveniente de las alturas de Ayacucho;
la mayoría de ellos realizados por medio de la ce- mientras que otros bienes exóticos —con un cre-
rámica. Entre las ofrendas enterradas en contex- ciente movimiento desde épocas tempranas en
tos propios de la arquitectura ceremonial es bas- otras regiones— como el mullo (Spondylus), re-
tante frecuente el hallazgo de instrumentos musi- gistrarían una presencia bastante restringida.
84
Ver reproducción de una pieza escultórica nasca descrita por Julio C. Tello, que representa un cortejo de un grupo de
personajes tocando y portando antaras, acompañados de perros y guacamayos (Silverman 93: fig. 2.3).
85
El problema de la supuesta ausencia de talleres nasca especializados en la producción de cerámica, difícilmente encontrará
una explicación consistente en analogías etnográficas con comunidades que muestran una “especialización a tiempo parcial” ya
que esta responde a contextos históricos bastante diferentes. De otro lado, estas posibles explicaciones podrían conducir a evadir
prematuramente una problemática que, por el contrario, exige un estudio más intensivo, mas cuando algunos sitios Nasca de
presumibles rasgos urbanos -como Ventilla en el valle de Ingenio- aún no han sido intervenidos arqueológicamente. Este tipo de
estudios reviste una especial importancia ya que tiene un evidente compromiso para caracterizar la calidad urbana atribuible a
algunos asentamientos Nasca. De otro lado, es necesario acotar que por el momento tampoco se han documentado talleres
dedicados a la producción de cerámica utilitaria, lo que estaría indicando en términos generales que este tipo de contextos pueden
ser menos formalizados de lo que se supone, como también que los sitios nasca no han sido objeto aún de excavaciones más
intensivas, como las que por ejemplo se han dado recientemente en algunos de sitios moche y que han permitido documentar
ampliamente este tipo de contextos (Russell et al. 1994; Uceda y Armas 1997).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 283
Los principales asentamientos Nasca que si se incorporan otras estructuras más disper-
sas, podría alcanzar hasta unos 5.5 km llegando a
Entre los asentamientos Nasca más representati- colindar hacia el oeste con el sitio más tardío de
vos destaca Cahuachi, un extenso sitio en el valle Estaquería, de lo que resultaría una extensión con
de Nazca, donde también se encuentran otros si- un área total de unas 150 ha (Silverman 1993a:
tios importantes como Cantalloc, El Quemado, figs. 2.3 a 2.6), bastante más amplia y con mayor
Jumana y Monte Grande en la parte baja del mis- número de estructuras que las que fueron repor-
mo y Taruga al sur, en la quebrada del mismo tadas originalmente en el conocido plano publi-
nombre. Además en el valle de Ingenio se encuen- cado por Strong (1957: fig.4).
tra el sitio de Ventilla; mientras que en el de Palpa En la conformación del asentamiento destacan
La Muña, Los Molinos y Puente Gentil (Isla una serie de plataformas y montículos piramidales.
2003: com. pers.; Reindel et al. 1999, Reindel e Estos han sido construidos aprovechando en gran
Isla 2001; Silverman 1993a: fig.1.3, 1993b; medida la topografía y configuración natural de
Silverman y Proulx 2002: fig. 5.1). los cerros, ya sea incorporándolos al volumen de
los montículos o mas bien modelándolos median-
Cahuachi te terrazas niveladas que sugieren el desarrollo de
plataformas o de pirámides escalonadas.
Cahuachi se ubica en la margen izquierda del va- Sintomáticamente estas modificaciones privilegian
lle de Nazca a unos 40 km en línea recta del lito- el flanco norte de las colinas, lo que revela clara-
ral y a unos 20 km al este de la ciudad de Nazca. mente la intención de presentar hacia ese frente,
El sitio se desarrolla a lo largo de la margen sur que se aprecia desde el pequeño valle, la impresión
del valle, que en ese tramo presenta una franja correspondiente a una arquitectura monumental.
agrícola de tan sólo unos cientos de metros de Muchos de los montículos y plataformas de perfil
ancho entre ambas márgenes. El desarrollo en di- piramidal se encuentran enfrentados a explanadas
rección este–oeste del asentamiento tiene en su que fueron niveladas, a modo de plazas a veces de-
zona central —donde se presenta la mayor densi- limitadas por otras plataformas o cercadas por
dad de estructuras— unos 3 km de extensión, pero muros bajos (Strong 1957, Silverman 1993a).
88-99). Es de notar que no se verifica el empleo men, mientras que la mayor parte estaba consti-
de moldes para la elaboración de los adobes y lla- tuida por trozos de mortero de barro y terrones.
ma la atención —por representar una suerte de Los muros generalmente son de escasa altura y
arcaísmo— la adopción en las construcciones raramente sobrepasan el metro de altura, lo que
nasca de los adobes cónicos, utilizados otrora en permite suponer que la parte superior de los mis-
la costa norte. mos se desarrollaba con el empleo de quincha. La
Los muros raras veces tienen evidencias de pin- quincha también se utilizó para el desarrollo de
tura y parece que en ellos el empleo formal de paredes estructuradas con postes y horcones de
materiales constructivos fue bastante limitado. En algarrobo. Postes de algarrobo se utilizaron tam-
este sentido se ha observado que muchas veces los bién para soportar techos o cobertizos (ibid).
adobes incorporados en la construcción de los Este es el caso de algunas estructuras excavadas
muros tan sólo representan un tercio de su volu- por Strong (1957: 28, fig 5b y c) que exhibían
paredes de quincha muy bien acabadas. Se apre- Cahuachi manifiestan un modesto nivel de espe-
cia en las ilustraciones que el entramado de las cialización, así como una limitada inversión en la
cañas de la quincha estaba dispuesto al centro de construcción. Esta realidad, confirmaría la per-
las paredes, y que este elemento estructural fue cepción de que una base económica agrícola con
luego recubierto con gruesas capas de barro por manifiestas dificultades para lograr generosos ex-
ambas caras, alcanzando finalmente unos 15 cm cedentes productivos, evidentemente pesó tam-
de espesor. La estructura central de quincha esta- bién sobre la necesidad de contener la inversión y
ba reforzada cada tanto con delgados postes de el consumo de recursos orientados a la erección
algarrobo y se puede presumir que estos se pro- de arquitectura monumental.
yectaban en la parte superior de las paredes para
servir de soporte a las áreas de los ambientes que Otros sitios Nasca
estuvieron parcialmente techadas. La calidad de
esta arquitectura y la consistente presencia de fi- Otros sitios nasca de interés son: Ventilla en el
nos textiles en sus ambientes, sirvieron de susten- valle medio de Ingenio, La Muña y Los Molinos
to para que Strong postulara que se trataría de un en Palpa. De estos Ventilla, ubicado en la margen
taller textil correspondiente a la ocupación Nasca izquierda del valle medio de Ingenio, es el más impre-
Temprano de Cahuachi (ibid.). sionante ya que en las antiguas fotos aéreas de 1944
Los rellenos de las plataformas fueron realiza- y 1947 aparece como un gran sitio con cientos de
dos utilizando diferentes materiales sueltos, tales estructuras aglutinadas, terrazas con evidencias de
como arena, tierra, vegetales, basura y cascotes de ocupación habitacional, complejos cercados por
adobe, dispuestos tanto por capas gruesas como muros y varios montículos artificiales, alcanzan-
entremezclados. En algunos casos se ha observa- do una extensión de por lo menos 200 ha. Desde
do la presencia de postes de huarango que fueron este punto de vista, representaría el mayor sitio
incorporados en los rellenos y colocados verti- Nasca superando inclusive a Cahuachi (Silverman
calmente, como si hubieran servido para resolver 1993a: 324-327). Lamentablemente el sitio ha
la estabilidad y controlar las fuerzas laterales ge- sido seriamente afectado por intervenciones pos-
neradas por el volumen de estos rellenos. Tam- teriores dirigidas a expandir el área agrícola del
bién se ha documentado el empleo de rollizos de valle. Por lo demás no conocemos de trabajos con
huarango como terminación de las gradas de es- excavaciones arqueológicas en tan importante si-
calinatas construidas con adobe y barro (Silverman tio, las que serían de gran relevancia para el cono-
1993a: 122-124). cimiento de las características del desarrollo ur-
En términos generales, se puede advertir de bano y los patrones de asentamiento Nasca. Más
los datos reseñados que las edificaciones de aún si se propone que Ventilla pudo constituir el
Fig. 293. Ventilla. Vista aérea del sitio (Servicio Aerofotográfico Nacional 1947; Silverman 2002: fig. 4.1).
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 287
centro urbano que Cahuachi no habría llegado a sino también la presencia de una notable arqui-
ser (Silverman 1993a: 326; 1993b: 120). tectura pública y de grandes tumbas de alto sta-
De los trabajos sobre patrones de asentamien- tus. Se postula así que durante sus correspondien-
to conducidos por Silverman (1993b, 2002) en el tes períodos de vigencia estos sitios prominentes
valle de Ingenio y en el valle medio del Grande, se —en cuanto aparentes centros regionales— for-
desprende en términos generales que en todos los marían parte de una estructura jerarquizada de
sitios clasificados como “cívico ceremoniales” la los asentamientos en Palpa, que comprendería si-
inversión en arquitectura monumental fue relati- tios menores como caseríos y poblados. Como se
vamente escasa o en otros estuvo literalmente au- puede apreciar, se trata de datos e interpretacio-
sente. Mayormente se trata de terrazas o de recin- nes relevantes, que al expresar niveles de organi-
tos cercados, para los cuales se presume una fun- zación y de complejidad social, aportan elemen-
ción comunal, productiva o ritual. Los tos sustantivos a la discusión acerca de la organi-
montículos, cuando se presentan, son bajos o ela- zación social de los Nasca.
borados modificando el relieve natural de los ce- Los Molinos está ubicado cerca de la confluen-
rros, de una forma y factura similar a la ilustrada cia del valle del río Grande con los ríos Palpa y
en Cahuachi. Viscas, lo que da lugar a una de las áreas de culti-
Esta escasa monumentalidad de la arquitectu- vo más amplias de la región. Esta condición favo-
ra pública nasca por cierto no invalida la posible rable, unida a la disponibilidad de agua durante
existencia de determinados niveles de compleji- todo el año, habría incidido en la elección de esta
dad social. En este sentido, llama la atención una zona del valle para el establecimiento de un asen-
apreciable diferenciación formal de las estructu- tamiento destinado a trascender las funciones
ras presentes en los asentamientos, inclusive tra- habitacionales propias de otros sitios menores. 87
tándose de sitios pequeños, lo cual podría estar Destaca en la zona central de Los Molinos la
manifestando el desarrollo de diferentes funcio- presencia de grandes recintos que se desarrollan
nes por parte de estas distintas estructuras sobre plataformas escalonadas, las que fueron ni-
(Silverman 2002: 149). Sin embargo, nuevamen- veladas con el apoyo de muros de contención que
te se deja extrañar una mayor profundidad de las alcanzan hasta 2 m de altura. Los recintos son
investigaciones, dado que las escasas excavaciones bastante amplios y están delimitados por gruesos
desarrolladas en asentamientos nasca, dificultan muros de adobe. El planeamiento es definida-
la interpretación de los procesos que se dieron en mente ortogonal y la circulación se resuelve me-
el curso de su evolución social (ibid: 143).86 diante pasadizos y accesos con planta en forma de
Un novedoso e importante aporte en esta di- “L”, donde los desniveles se superan mediante
rección viene de las investigaciones arqueológicas escalinatas y rampas (Reindel e Isla 2001: fig. 3 y
conducidas por Reindel e Isla (2001) en el valle 5). Los adobes empleados en estas edificaciones,
de Palpa, ya que sus excavaciones en Los Molinos que corresponderían al Nasca Temprano (fase 3),
y La Muña revelaron la existencia de asentamientos tienen la base ovalada y un cuerpo convexo y son
que en su momento pudieron representar sendos conocidos como “paniformes”. En el interior de
centros regionales. En estos no solamente se re- los recintos se efectuaron en algunos casos
gistró importantes concentraciones habitacionales, subdivisiones mediante la construcción de pare-
86
Otra dificultad que advertimos es que la secuencia de las fases cerámicas propuestas por la escuela de Berkeley para la
cultura Nasca, sea asumida como equivalente de supuestos estadios evolutivos de la sociedad Nasca (Silverman 2002), no obstan-
te los reparos planteados acerca de su propia validación estratigráfica (Silverman 1993a: 37; 2002: 43 y 175). Quizás como
consecuencia de esta metodología, en la evolución de los patrones de asentamiento nasca se tiene la lectura que muchos sitios de
la fase 3 “colapsan” durante la fase 4, para luego ser “reocupados” durante la fase 5 (ibid 2002: 167), cuando podría tratarse de una
ausencia estilística que bien pudo no afectar la continuidad de la población en algunos de estos asentamientos (Silverman 1993a:
324-327).
87
Esta ubicación estratégica —compartida sucesivamente por el sitio de Los Molinos y luego por la Muña— les permite no
sólo acceder a la mayor concentración de tierras con riego (Reindel et al. 1990), sino también enfrentar en las mejores condicio-
nes los riesgos generados por eventuales sequías, al tener la incomparable ventaja de tener acceso simultáneo a los caudales de agua
de estos tres cauces. Podemos anotar además que la elección de esta ubicación estratégica para los asentamientos de primer nivel,
en este caso debió verse especialmente reforzada por las connotaciones rituales y animísticas que entrañan los tinkuy (o tingo), es
decir el aura especial que rodea en la tradición andina a los lugares de encuentro entre ríos, y que habría tenido una especial
importancia en una región árida como Nazca, caracterizada por la generación de oasis de vida y producción en la confluencia de
los distintos cauces tributarios de su sistema hídrico (Silverman 2002).
288 JOSÉ CANZIANI
des de quincha. También se documentaron en los gresos similares con los característicos accesos en
pisos hileras de postes, lo que permite reconstruir “L” con escalinatas (Reindel e Isla 2001: fig. 10).
que varios de estos ambientes estuvieron techados. Se propone para los grandes recintos de Los
En el sector norte del sitio, se reveló la presencia Molinos una posible función de tipo público o
de dos plataformas en cuyos pisos se encontraron en todo caso residencial de elite, así lo sugeriría la
también postes de madera, pero en este caso reves- amplitud y calidad arquitectónica de estas estruc-
tidos con cañas y barro. Las dimensiones de los turas que fueron construidas de forma planifica-
postes y este tratamiento especial daría lugar a da, como también la limpieza de los ambientes, a
suponer que habrían servido para soportar techos excepción de un espacio que habría funcionado
de mayor envergadura que los anteriores. Al igual como cocina, posiblemente para brindar servicio
que los grandes recintos, estas plataformas estuvieron a las actividades que se desarrollaban en los recin-
conectadas mediante un pasadizo y tuvieron in- tos colaterales. Mientras que las plataformas del
5. LAS PRIMERAS CIUDADES 289
Fig. 295. Los Molinos. Vista aérea oblicua del asentamiento (Reindel e Isla 2001: fig. 37).
sector norte podrían haber servido para el desa- como también al paulatino abandono de esta en
rrollo de actividades ceremoniales, dada su co- fases posteriores (ibid.). Es de notar que este pro-
nexión con los geoglifos que se encuentran en ceso de abandono de la arquitectura pública de
proximidad del sitio. Los Molinos, sería coincidente con el abandono
Los Molinos también presenta importantes de Cahuachi, luego de su apogeo durante la fase
evidencias de viviendas sencillas construidas, con Nasca 3 (Silverman 1993a, Reindel et al. 1990,
postes de madera y paredes de quincha, donde se Reindel e Isla 2001).
reportan abundantes contextos de basura y evi- La Muña es un sitio también asociado a
dencias de actividad doméstica. Estas estructuras geoglifos y bastante próximo a Los Molinos, pero
de vivienda corresponderían tanto a la época de que corresponde al Nasca Medio, una fase de re-
funcionamiento pleno de la arquitectura pública, composición de la sociedad Nasca luego del aban-
regionales como referentes en cada uno de estos. durante el Nasca Temprano, los geoglifos con
Se menciona en el marco de esta sugerente pro- motivos figurativos afiliados a la iconografía de
puesta a Puente Gentil en el valle de Santa Cruz, esta cultura, se desplazan hacia las elevaciones de
Ventilla en el de Ingenio, Jumana en el valle bajo las pampas, lo que los desvincula de su aprecia-
y Cantayoq en el valle medio del Nazca. Propo- ción visual desde los valles oasis. Finalmente, en
niendo que esta posible estructura de organiza- las fases más tardías las representaciones privile-
ción jerarquizada, a su vez, podría haber tenido giarán motivos geométricos generados por líneas
como referente supraregional el prominente sitio o los llamados “campos barridos”.
de Cahuachi (Reindel e Isla 2001: 314). De esta manera se constituyó un extraordinario
Finalmente, es de relevancia la apreciación palimpsesto cuya percepción visual no era direc-
acerca de la evolución en la realización de los cé- ta, por lo que debió responder a la construcción
lebres geoglifos en las pampas y laderas de los va- de un enigmático paisaje ritual, en cuanto vasto
lles de la región, estableciéndose su estrecha rela- espacio para el despliegue de actividades ceremo-
ción con los asentamientos de la población Nasca. niales de la mayor relevancia por parte de la so-
Los estudios recientes conducidos en Palpa ciedad Nasca. Podríamos así suponer que en el
(Reindel et al. 1999, Reindel e Isla 2001), propo- mundo Nasca las restricciones observadas en la
nen una evolución temporal a partir de los edificación de arquitectura ceremonial de enverga-
geoglifos más tempranos de época Paracas, dedi- dura monumental, se vieron compensadas con
cados a la representación de motivos figurativos creces con la generación de un inconmensurable
que privilegian las faldas de las laderas, de modo espacio ritual, mediante la imposición del signo
que podrían haber sido apreciados directamente de los geoglifos al espectacular paisaje de las pam-
por la población desde los valles. Posteriormente, pas desérticas.
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 293
6
LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA
Wari: la planificación urbana como política de Estado
fenómeno Wari, los tradicionales contactos de la nufacturera en el campo de la cerámica y los tex-
región ayacuchana con la costa de Ica y Nazca, así tiles, complementando con estas industrias sus
como con la sierra sur y el altiplano del Titicaca, capacidades productivas, en vista de las limita-
desde donde recibiría respectivamente notables ciones que presentaba la agricultura en una re-
influencias de Nasca y Tiahuanaco (Menzel 1964, gión donde son predominantes las condiciones
1967). de aridez y escasos los suelos con vocación agrícola.
Según Lumbreras (1981b: 24) las influencias Efectivamente, no obstante las limitaciones
de Nasca se darían en las fases tempranas del Ho- para lograr una agricultura excedentaria, la zona
rizonte Medio, con estilos como Okros y presenta condiciones favorables para la produc-
Chakipampa, y serían evidentes inclusive en tipos ción de manufacturas, en especial cerámica y tex-
cerámicos tardíos de Huarpa, donde ya se aprecia tiles. En el primer caso, son abundantes las cante-
la incorporación de la policromía; mientras que ras con arcillas de excelente calidad, así como la
las influencias de Tiahuanaco serían algo poste- presencia de pigmentos y recursos combustibles;
riores y se manifestarían con el despliegue de al- en el segundo caso, el valle de Ayacucho está ro-
gunos de sus íconos más destacados tanto en la deado de zonas de puna y praderas elevadas que
cerámica decorada como en el arte textil. Bajo estas son propicias para la crianza de camélidos (llamas
influencias y contactos, la sociedad Huarpa ha- y alpacas) y el manejo de manadas silvestres de
bría procesado una creciente especialización ma- vicuñas, igualmente se encuentran en la zona ex-
pación es contemporánea con la ciudad de Wari, unos 2,700 msnm localizándose en una planicie
por lo que parece más apropiado explicarnos las elevada que separa las cuencas de Huanta al nor-
diferencias no tanto a partir de una lógica te y la de Huamanga al sur. Lumbreras (1981b)
evolucionista, sino más bien desde el punto de hace referencia a una región oriental relativamen-
vista funcional. A nuestro entender, la afirmación te húmeda y otra occidental más árida. Esta po-
de las unidades modulares con patio central se sición especial debió ser elegida por su ubica-
daría en Wari en el marco de los lineamientos de ción estratégica con relación a los recursos
las políticas de planificación estatal, que tiene por agrícolas de los valles inmediatos y a la pobla-
objeto generar una trama urbana que resuelva las ción que estos albergaban. Rodeando estas cuen-
actividades administrativas, productivas, ceremo- cas se despliegan extensas zonas de puna donde
niales y residenciales, de acuerdo con el modelo los cultivos y la ganadería de altura, debieron de
conceptual de organización del espacio urbano ampliar la gama de recursos alimenticios y pro-
liderado por la elite política. Mientras tanto, en ductivos disponibles. La presencia de terrazas
Conchopata habrían continuado vigentes los pa- agrícolas abandonadas en los alrededores del si-
trones mayormente «espontáneos», donde las edi- tio, podrían corresponder a los esfuerzos realiza-
ficaciones se construían en una constante agrega- dos para ampliar el acceso de los habitantes de la
ción, de lo que resultaría su trazado algo irregular. ciudad a mayores recursos alimenticios.
Desde el punto de vista funcional, Conchopata Se presume que el área general del sitio de Wari
revela un fuerte énfasis en los aspectos residenciales tendría una extensión de alrededor de 1,500 ha.
y productivos de sus habitantes, mayormente espe- si bien el área nuclear ocupada por la ciudad co-
cialistas alfareros dedicados a la producción masiva rrespondería a unas 250 ha1 donde se advierte dos
de cerámica fina. Por lo tanto, nos parece factible sectores principales, uno ubicado al norte del si-
explicarnos las diferencias a partir de estos aspec- tio y el otro al sur. Las diferencias en el estado de
tos, que otorgarían a Conchopata un mayor peso conservación y en ciertos rasgos arquitectónicos
comunal y productivo, donde su larga tradición presentes en uno y otro sector permiten suponer
como centro manufacturero de eximios ceramistas, que la ciudad hubiera podido estar dividida en
le podría también haber conferido cierto margen dos mitades (Isbell et al. 1991: 20-24).
de autonomía con relación a la autoridades polí- Podría parecer una paradoja que la ciudad ca-
ticas que sentaron sus reales en la ciudad de Wari. pital de una organización imperial, que impulsa e
La extensión de este importante asentamien- impone un urbanismo altamente planificado en
to, ubicado sobre una terraza elevada en proximi- muchas de sus lejanas provincias, no presente evi-
dad de la ciudad de Ayacucho, se estima en algo dencias de un ordenamiento urbano integral. Sin
más de 20 ha. En Conchopata, además de las no- embargo, este fenómeno es totalmente coherente
tables evidencias de talleres de alfareros, se han con la dinámica de su larga evolución histórica,
registrado importantes hallazgos de ofrendas de ya que Wari —al igual que otros centros de for-
cerámica destruida ritualmente; así como la pre- maciones imperiales— debió surgir aceleradamen-
sencia de por lo menos dos estructuras con planta te a partir de un núcleo urbano temprano, cuyo
en forma de «D» asociadas a una aparente función crecimiento y expansión a lo más pudo ser plani-
ceremonial. Sin embargo, la construcción del aero- ficado tan sólo al nivel de algunos de sus comple-
puerto de la ciudad y una expansión urbana irres- jos o de determinados sectores urbanos que, en
ponsable han conducido en las últimas décadas a todo caso, tuvieron que implantarse ajustándose
la progresiva destrucción de la mayor parte del al tejido urbano preexistente.
sitio, haciendo peligrar las escasas áreas arqueoló- La ciudad de Wari por esta razón no presenta
gicas conservadas (Isbell 2001, Pozzi Escot 1991). en su conjunto evidencias de un ordenamiento
urbano planificado, su plano más bien revela ser
producto de un largo proceso de crecimiento gene-
La capital Wari en la cuenca de Ayacucho rado por el ascenso poblacional y el de sus activi-
dades productivas (Lumbreras 1981b: 57). Este
El sitio arqueológico de Wari se encuentra en- proceso además fue bastante complejo ya que no
clavado en la región de Ayacucho, y se sitúa a solamente se trata de crecimiento, en términos de
1
Lumbreras (1981b: 63 y 75) estima una extensión de la ciudad entre 120 a 150 ha que parece más ajustada a la realidad y
de acuerdo a las mediciones de los planos publicados (Williams 2001: fig. 3).
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 297
expansión urbana, ya que también existen eviden- mica no habría tenido un sustento inmediato en
cias de grandes obras de remodelación que afecta- la capacidades productivas de la agricultura local,
ron determinados sectores urbanos, en los que se que aparentemente no habría alcanzado condicio-
reemplazó o se superpusieron nuevas estructuras nes para ser ampliamente excedentaria.
y complejos arquitectónicos, sobre los preexis- En todo caso, dado que el sustento del desa-
tentes (Isbell et al. 1991: 19). rrollo urbano requiere necesariamente de la gene-
Se podría afirmar que la revolución urbana lle- rosa disponibilidad de recursos agrícolas, debe-
ga algo tarde a la región de Ayacucho. Es decir, mos pensar que este requerimiento pudo ser
sin que se presenten en ella los complejos antece- resuelto ampliando la apropiación de estos en la
dentes que se encuentran ya desde el Formativo, escala territorial, para lograr así el acopio de los
si no antes, especialmente en las regiones costeñas excedentes necesarios para sostener la economía
del norte y centro de los Andes. Sin embargo, urbana. Esta escala ampliada de la base territorial
mientras el urbanismo de los majestuosos centros de apropiación pudo ser lograda mediante dis-
urbanos teocráticos de estas regiones se precipita- tintas vías. Entre estas, la notable especialización
ba en una irremediable crisis —acompañando la manufacturera instalada en los asentamientos
debacle de las formaciones sociales que les dieron Wari, permitiría pensar en el posible intercambio
origen— en la región de Ayacucho surgía un nue- de productos urbanos, como cerámica o textiles
vo tipo de urbanismo, cuya base social y econó- finos u otros artículos de prestigio, a cambio de
298 JOSÉ CANZIANI
2
Este podría ser otro aspecto que ligaría la evolución de Wari con la influencia Tiahuanaco desde los Andes Centro Sur.
Mayormente se ha hecho énfasis en determinados elementos culturales e iconográficos compartidos —como el célebre dios de los
báculos— posiblemente derivados del prestigio de la cosmogonía religiosa altiplánica; al igual que en ciertos aspectos relacionados
con la lítica arquitectónica, funeraria y escultórica. Sin embargo, no es de descartar el intercambio de otros aspectos menos
tangibles, pero no por esto menos importantes, como es el caso de las sofisticadas estrategias de integración y colonización
desplegadas por Tiahuanaco en el sur andino, articulando los valles occidentales y el litoral de la Costa, con el altiplano circumlacustre
y las yungas orientales de Bolivia. Si está probada la coexistencia Wari con poblaciones afiliadas a Tiahuanaco en el valle de
Moquegua, no hay razones para descartar esta hipótesis, mas si este contacto se daba en una de las regiones donde esta estrategia
era implementada de manera privilegiada por los tiahuanaco.
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 299
Fig. 306. Plano de los principales sectores al norte de la ciudad de Wari (Isbell et al. 1991: plano 1).
Las excavaciones arqueológicas desarrolladas en la ciudad, desde sus tempranos orígenes y su pos-
Wari han permitido establecer que en las capas más terior evolución, a través del notable testimonio
profundas de la ciudad se encuentran evidencias de una secuencia de remodelaciones (ibid).
de una temprana ocupación del período de los
Desarrollos Regionales, afiliados a la sociedad
Huarpa que dominaba la región de Ayacucho du- Las excavaciones en el sector de
rante esa época. Sin embargo, dado lo limitado de Moraduchayuq
estas excavaciones, no ha sido posible establecer el
tipo de asentamiento presente durante esta época, En Moraduchayuq, un sector al suroeste de la ciu-
que bien podría haber correspondido a un pobla- dad de Wari, las excavaciones expusieron un po-
do extenso como también a un asentamiento en el sible templo, caracterizado por presentar un patio
que ya se afirmaban determinados rasgos urbanos. o recinto semisubterráneo de planta perfectamente
En todo caso, la relativa abundancia de estas eviden- cuadrangular y cuyos lados de 24 m de largo esta-
cias tempranas permiten inferir la presencia de una ban orientados con los ejes cardinales. El piso de
población bastante importante, la que podría haber este recinto estuvo cuidadosamente enlucido,
constituido una sólida base para el desarrollo ini- mientras que sus muros alcanzaban una altura de
cial de la ciudad en ese emplazamiento (ibid: 25). 3.80 m y presentaban un fino aparejo de piedra
La transición hacia la conformación de la ciu- labrada. En oposición a los paramentos lisos del
dad se habría dado durante el Huarpa tardío y la interior del recinto, la cara posterior de los muros
fase temprana del Horizonte Medio I, asociada al es marcadamente irregular, como resultado de las
estilo cerámico Chakipampa, tal como lo docu- diferencias de espesor de los bloques de piedra
mentan las excavaciones realizadas en el sector de que conforman su aparejo. Esta evidencia permi-
Wari conocido como Moraduchayuq, donde se te establecer que estos muros cumplieron la fun-
presenta una compleja estratigrafía y algunos as- ción estructural de contener los rellenos que ro-
pectos fundamentales para el entendimiento de dean el recinto y que, por lo tanto, éste fue
300 JOSÉ CANZIANI
construido ex profesamente como un espacio hun- Con el desarrollo de este nuevo tipo de estruc-
dido o semisubterráneo (Isbell et al. 1991: fig. 10). turas arquitectónicas, se percibe que comenzarían
Este posible recinto ceremonial fue integrado a imponerse en la ciudad de Wari, al igual que en
dentro de un complejo cercado, dado que al Este sus principales enclaves urbanos, patrones
del mismo se ubicaron vestigios de dos murallas ortogonales, que tienden a ordenarse generando
paralelas que definían un pasaje entre ellas. Estos unidades modulares. Estas unidades, que en tér-
datos permiten a los investigadores suponer que minos generales definen la tipología del urbanis-
ya desde esta época se estaban desarrollando en la mo de Wari y que denominamos como kanchas
ciudad una serie de complejos cercados, los que wari, se caracterizan por presentar como rasgo
comenzaban a definir una trama urbana con el recurrente un patio central rodeado por estructu-
establecimiento de determinados ejes de circula- ras en galería. A su vez, los muros perimétricos
ción que, por lo menos en este sector, tendían a que delimitan estas unidades definían pasajes de
orientarse con los puntos cardinales (ibid: 28-32). circulación, conformando la trama urbana de los
El recinto de Moraduchayuq fue objeto de al- distintos sectores de la ciudad.
gunas remodelaciones, con eventos de relleno que Los altos muros de estas estructuras presentan
estuvieron asociados a la elaboración de nuevos cimientos profundos y fueron elaborados con pie-
pisos cada vez más elevados. Algunos de estos pi- dras rústicas y mortero de barro. La técnica cons-
sos presentaban evidencias de enlucido con arci- tructiva empleada se denomina de «doble cara»,
lla blanca y uno de ellos de la aplicación adicional es decir que las piedras fueron dispuestas con sus
de pintura roja o rosada. En una de las últimas caras planas hacia ambos paramentos, mientras
remodelaciones del recinto, el piso fue recubierto que el interior de los muros era rellenado progre-
con lajas de piedra. Finalmente, durante la época sivamente con piedras y barro. Tanto en las estru-
I B, este posible espacio ceremonial fue rellenado cturas de las unidades como en los pasajes que las
y sellado para posibilitar la construcción de nuevas articulaban, se verificó que los paramentos de los
edificaciones, cuyos patrones arquitectónicos muros, e inclusive los propios pisos, fueron termi-
fueron definitivamente distintos. nados aplicándoles un enlucido de arcilla blanca.
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 301
3
En urbanismo se define como ‘coeficiente de edificación’ la relación existente entre el total del área edificada (o techada) y
los m2 del terreno ocupado por la edificación. Este coeficiente se estima habría sido superior a 2 para ciudades wari como
Pikillacta (Williams 2001: 90-94).
4
Este es otro de los rasgos característicos del urbanismo wari , ya que en la mayoría de sus asentamientos se ha reportado la
presencia de acueductos subterráneos. La naturaleza del trazo y construcción de estos canales indica que se trató de un sistema
incorporado a la planificación y desarrollado previamente a la erección de las edificaciones.
5
Los constructores wari recurrieron por lo menos a tres formas distintas para resolver estructuralmente los entrepisos y el
apoyo de las vigas de soporte: 1) mediante los cornisamientos o ménsulas ya descritos; 2) con un receso o grada, generado por el
302 JOSÉ CANZIANI
Por su parte, los patios de las kanchas presenta- rráneas, cuyo interior estaba cuidadosamente en-
ron en su perímetro evidencias de banquetas co- lucido con arcilla blanca y selladas superiormente
rridas, a manera de una vereda que bordeaba sus con lajas. Esta suerte de escondrijos habrían con-
cuatro lados. Estas tenían de 14 a 23 cm de alto tenido vasijas finas, abalorios de crisocola o de
sobre el nivel del patio y de 1.20 a 1.40 m de mullu, objetos de metales preciosos, así como al-
ancho. Aparentemente estuvieron cubiertas por gunos huesos humanos, lo que podría correspon-
la proyección de los aleros de los techos, propor- der tanto a contextos de ofrendas y entierros se-
cionando un espacio protegido del sol, la lluvia y cundarios, como también a su posible uso como
de la eventual inundación del patio. De manera compartimientos ocultos, donde sus habitantes
que estas banquetas pudieron constituirse en un atesoraban sus más preciadas pertenencias (ibid:
lugar abierto y de expansión de los recintos late- 41-42; figs. 18 y 19).
rales, bien iluminado y muy adecuado para el de- Finalmente, la presencia de fogones7 y mesas
sarrollo de labores y actividades diarias (ibid: 40).6 de piedra, ilustran aspectos propios de la vida
Bajo los pisos enlucidos de algunos recintos se doméstica en ciertas áreas de las kanchas. En el
registró la presencia de cistas o cavidades subte- caso específico de Moraduchayuq, parece que la
preparación de alimentos fue una actividad relati-
Fig. 310. Planta de 4 unidades patio o kanchas de Moraduchayuq, vamente puntual y restringida a ciertos ambientes.
donde se aprecia los sectores excavados y la exposición de rasgos
arquitectónicos de interés como puertas, ventanas, nichos, ménsulas,
Esto permite suponer que si bien las unidades de
fogones, y banquetas bordeando el perímetro de los patios (Isbell este complejo tuvieron una función predominan-
et al. 1991: fig. 21). temente residencial, no se excluye que otros espa-
cios de las mismas pudieron resolver otras fun-
ciones de tipo administrativo o productivo. Esta
posibilidad se ve reforzada por la variada gama de
recursos consumidos, y también por el predomi-
nio de tiestos correspondientes a vajilla para el
servicio de bebidas y alimentos, así como para la
conservación y consumo de bebidas como la chi-
cha. Estos rasgos testimonian que sus habitantes
gozaban de ciertas prerrogativas y atribuciones de
status, que debieron corresponder a clases urba-
nas de un nivel social intermedio relacionadas con
el desempeño de actividades especializadas
(Brewster-Wray 1989; Isbell et al. 1991: 41-45).
Cheqo Wasi constituye uno de los sectores lo-
calizado al suroeste de la ciudad de Wari, espe-
cialmente caracterizado por la notable presencia
de complejos y recintos que contienen una serie
de estructuras líticas semisubterráneas. Aparente-
mente estas habrían servido de cámaras funera-
rias, en cuanto mausoleos destinados a personajes
pertenecientes a la más alta jerarquía social.
La mayor parte de estas cámaras presentan dos
y hasta tres niveles y están elaboradas con grandes
bloques monolíticos finamente labrados. Muchas
presentan grandes losas horizontales haciendo las
adelgazamiento del tramo superior de los muros; 3) mediante pequeños nichos dispuestos horizontalmente para empotrar en ellos
los extremos de las vigas. Es importante notar que si bien en sus edificios de más de un piso se utiliza uno u otro sistema, en
algunos casos también se observa el empleo combinado de dos sistemas distintos en los muros de un mismo recinto.
6
Esta es una costumbre muy difundida y que se conserva hasta hoy en las poblaciones de las zonas alto andinas, donde
muchas actividades asociadas a las labores y vida doméstica se desarrollan en el entorno de los patios o, en todo caso, en espacios
exteriores de las viviendas, generalmente oscuras debido a las limitadas fenestraciones impuestas por la frigidez del clima.
7
Es interesante señalar que uno de estos fogones, dispuesto en el extremo de un recinto en galería (R-179) en un lugar
aparentemente mal iluminado, presentaba sobre él un pequeño nicho cuyo dintel estaba impregnado de hollín, dando a entender
que había servido para alojar un candil e iluminar esa parte del ambiente mientras se cocinaba (Isbell et al. 1991: 41 y fig. 21).
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 303
veces de pisos, en cuyos lados se apoyaron los blo- este tipo de edificaciones, la convierte en un ele-
ques que operaban como paredes perimétricas, mento diagnóstico de la presencia Wari, al igual
mientras otros bloques sirvieron como tabiques que otros rasgos propios de los patrones arquitec-
divisorios de los distintos compartimientos en que tónicos impuestos por la organización imperial.
estaban divididas la cámaras. Así mismo, otros En el el caso de Vegachayoc Moqo, se trataría
grandes bloques horizontales sirvieron de entre- de la mayor estructura de este tipo conocida hasta
pisos en las que tuvieron más de un nivel, o como ahora, con unos 20 m de diámetro. El frente rec-
techo cubriendo la parte superior de las cámaras. tilíneo de la estructura semicircular con planta en
Un detalle notable es la presencia recurrente, «D» se orienta al norte, donde presenta un único
en uno de los lados interiores de las cámaras, de vano de acceso de 1.55 m en el eje central. Los
sendas ranuras de sección semicilíndrica y que re- muros, que alcanzan 1.65 m de espesor, contenían
corren verticalmente las cámaras en sus diferentes nichos en los paramentos interiores, con excep-
niveles, desde el piso hasta el techo, donde en el ción del interior del muro norte donde se ubica
mismo eje de la ranura, las losas presentan el acceso. Estos nichos tiene la particularidad de
coincidentemente una perforación cilíndrica. Las presentar un planta trapezoidal, siendo más an-
características tan peculiares de estos rasgos, po- chos en el fondo y ligeramente restringidos en el
dría estar sugiriendo rituales asociados a ofrendas frente. Una característica similar presentan tam-
destinadas a los difuntos depositados en estos bién los nichos que se ubican en los recintos en
mausoleos, ya que su diseño excede supuestos re- galería que se encuentran a los lados de la estruc-
querimientos de ventilación que, además, no se tura principal con planta en D. Estas edificaciones
ajustan a la función funeraria de las cámaras. laterales, plataformas y grandes murallas definie-
Las excavaciones desarrolladas en el sector de ron un espacio de planta trapezoidal que sirvió
Vegachayoq Moqo, expusieron un recinto de apa- de marco para el edificio principal de aparente
rente función ceremonial con una peculiar planta función ceremonial (Bragayrac 1991: fig. 3 y 4).
en forma de «D», es decir con un trazo semicircular Todos los muros de estos edificios, revelando
que presenta un frente rectilíneo (Gonzáles Carré su importancia y su posible función ceremonial,
y Bragayrac 1986; Bragayrac 1991). Hoy se cono- estuvieron enlucidos con barro y luego con una
ce la presencia de una serie de edificios con este fina capa de arcilla blanca. Existe evidencia de
tipo de planta en un muchos de los sitios princi- que adicionalmente se aplicó pintura de color en
pales con ocupación Wari, como son Mongacha- tonos crema, rojo ocre y negro cenizo (ibid: 79).
yoc y Cheqo Wasi en el propio sitio de Wari En cuanto al sustento y caracterización econó-
(Benavides 1991); Conchopata (Pozzi-Escot mica de la ciudad de Wari, a la ya señalada impor-
1991); Honqo Pampa (Isbell 1989) y en el lejano tancia de las manufacturas de cerámica y textilería,
enclave de Cerro Baúl (Williams e Isla 2002). Las y a la necesaria presencia de un sistema de distri-
características singulares del diseño de planta de bución e intercambio (manufacturas / alimentos)
que garantizara el sustento alimenticio de sus ha- dad de Wari, presenta tradicionalmente entre 3 a
bitantes, Lumbreras (1981b: 68, 74) señala la 5 meses del año libres de laboreo agrícola, con el
posible existencia de un importante componente período mayor en las zonas bajas, que en contra-
rural de la población concentrada en la ciudad, partida ofrecen abundantes recursos para la ela-
estableciendo analogías con las referencias acerca boración de los productos manufacturados. Se
de las formas de organización de la fuerza de tra- plantea así, implícitamente, una forma de mane-
bajo en el estado Inka. Este señalamiento podría jo de los ciclos de ocupación laboral que buscaría
conectarse con otro (ibid: 73), donde advierte que la maximización del empleo de la fuerza de traba-
las características climáticas y ecológicas de la jo, como la que señala Golte (1980) en su trabajo
cuenca ayacuchana en la que se encuentra la ciu- sobre la racionalidad de la organización andina.
como Viracochapampa (Topic 1991), Pikillacta Huánuco Pampa, tanto por la necesidad de esta-
(McEwan 1991); y Cerro Baúl (Williams e Isla blecer enclaves de acuerdo a sus propios modelos
2002) que, como es conocido, se localizan en al- urbanos, como también por la evidente ausencia
gunas de las regiones territorialmente más aleja- en estas regiones de asentamientos urbanos pre-
das con relación a la ciudad capital de Wari. Co- vios y vigentes que les hubieran podido servir de
rroboraría esta hipótesis, el hecho sintomático que soporte. Una analogía similar podría plantearse
durante esta misma época 1B en la ciudad de Wari con relación a un posible control o presión sobre
se inicie la construcción de las unidades los valles costeños desde la serranía, cuya influen-
modulares, dando paso a un nuevo ordenamien- cia podría leerse en las modificaciones o
to de la trama urbana de la ciudad, que habría acondicionamientos que los asentamientos urba-
respondido a los requerimientos del poder políti- nos costeños manifiestan, tanto durante esta épo-
co responsable de la conducción del estado y de ca como durante la ocupación Inka. Este fenó-
sus estrategias expansivas (Isbell et al. 1991). meno se explicaría con la preexistencia en la costa
Finalmente, se daría alrededor del siglo XI d.C. de ciudades y centros urbanos en plena actividad,
una época caracterizada por la descomposición y y con la consistente presencia tanto de elites ur-
declinación del estado Wari, que se presentaría banas como de sus correspondientes organizacio-
asociada al paralelo surgimiento de tradiciones nes políticas locales. Entidades que eran mucho
culturales definidas como «epigonales» y que tes- más funcionales, una vez adscritas o supeditadas
timonian el tránsito hacia la constitución y surgi- al poder del estado expansivo. De lo que resulta-
miento de las formaciones tardías en los Andes ría lo innecesario de fundar nuevas ciudades o
Centrales (Lumbreras 1981b: 79). asentamientos donde ya los había de gran valía.
Tal como se ha señalado, lo que parece tradu- En este contexto, la imposición de la planifi-
cirse de estos datos, es una posible analogía con la cación urbana por parte del Estado Wari responde
estrategia desarrollada por los Inka durante su a la necesidad de establecer en sus provincias un
expansión a lo largo y ancho de los Andes Centra- modelo de asentamiento que sea funcional al esta-
les. Es decir, que el eje de las avanzadas de esta blecimiento de su presencia en los territorios ocu-
expansión habría privilegiado una directriz a lo pados y a la organización de su administración.
largo de los valles interandinos hacia el norte, Dentro de este concepto, la ausencia de asenta-
anexando el valle del Mantaro, luego el del Calle- mientos urbanos vigentes en las regiones alto andi-
jón de Huaylas, para proyectarse finalmente hacia nas comprometidas de forma directa por su expan-
la sierra norte y los valles de la cuenca de Cajamar- sión, fortalece el requerimiento de la implantación
ca, que señalarían su límite norte. Hacia el sur de enclaves urbanos en estas regiones por parte de
esta expansión interesaría los valles de Apurímac Wari. Este fenómeno, como la realización de su
y los del Cusco, proyectándose hacia Sicuani y el edificación en un determinado lapso de tiempo,
Altiplano. explicaría la forma nítida en que se puede perci-
bir en estas regiones la imposición de determina-
dos modelos de planificación urbana, especial-
La planificación urbana como política de mente al comparar las plantas de ciudades como
Estado Pikillacta y Viracochapampa, más aún cuando se
toma nota de que estas se encuentran separadas
De manera similar a la posterior expansión Inka, por más de 1,000 km de distancia en línea recta.
los Wari habrían fundado ciudades y enclaves ur- En el urbanismo planificado de Wari, espe-
banos a lo largo del eje longitudinal conformado cialmente en el caso de sus principales ciudades,
por los valles interandinos. Estas instalaciones se puede leer la búsqueda de un modelo relativa-
debieron formar parte fundamental de una estra- mente sencillo en su concepción y en su propio
tegia aún más amplia, dirigida a la consolidación proceso de fundación. Un modelo urbano defini-
de sus sucesivas avanzadas en el dominio territo- do por parámetros básicos y fáciles de implantar;
rial. Sintomáticamente algunas de las principales que permita resolver de forma orgánica la estruc-
ciudades fundadas en estos valles exhiben patro- tura de los edificios neurálgicos, para que opere
nes planificados, como se verá en los casos de en ellos el sistema de poder, y donde el desarrollo
Pikillacta y Viracochapampa. de un tejido urbano organizado sobre la base de
En este aspecto también se puede establecer las kanchas, permita su adecuación a los distintos
ciertas analogías con el urbanismo Inka que fun- requerimientos funcionales, sean estos adminis-
dará ciudades planificadas, como Pumpu o trativos (tributación, acumulación, redistribución,
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 307
los funcionarios Wari que tuvieron a su cargo la yores restos arquitectónicos. Su núcleo central,
fundación de la ciudad debieron de tener un co- donde se concentran y son claramente percepti-
nocimiento muy detallado, no solamente de los bles sus principales edificaciones, presenta una
recursos de la región, sino también de las rutas planta de 745 m de noroeste a sureste por 630 m
principales de acceso y conexión hacia las regio- de suroeste a noreste, con una extensión de cerca
nes vecinas.8 de 47 ha. Si consideramos los sectores al noroeste
Es importante también notar que el emplaza- del sitio como posibles agregados adicionales al
miento de Pikillacta no es un hecho aislado, ya plano original del núcleo central, tendríamos
que estaría asociado a la instalación de otros sitios como base una planta prácticamente cuadrada de
menores de filiación Wari, como también con re- unos 630 m de lado, de acuerdo al modelo de
lación a otros poblados locales en los cuales se ciudad wari compartido con Viracochapampa en
registra su presencia. Algunos de estos sitios en Huamachuco.
los alrededores de Pikillacta están ubicados en lu- La planta cuadrangular de la ciudad fue níti-
gares que permiten el control de las rutas de acce- damente dividida en 3 sectores que, simplifican-
so a la zona y están asociados a obras defensivas y do su orientación, denominaremos Sector Este,
de control de la circulación, con murallas de for- Sector Central y Sector Oeste.9 El Sector Este, el
tificación como las de Rumiqolqa que fueran pos- más elevado topográficamente, presenta una tra-
teriormente reutilizadas en época Inka (McEwan ma generada por su subdivisión en 6 líneas con
1991: 99). 14 hileras, de modo tal que se definen 84 módulos
La ciudad, que se localiza en las faldas al oeste o bloques espaciales cuadrangulares de 35 a 40 m
del cerro Huchuy Balcón a unos 3,250 msnm tie- de lado. Estas unidades modulares presentan dis-
ne una extensión general de unas 200 ha. que com- tintos arreglos arquitectónicos interiores propios
prende, además de su núcleo central, grandes áreas de las kanchas wari, con el clásico patio central y
cercadas donde no se perciben en superficie ma- las estructuras en galería en el perímetro, como se
8
Esta es una constatación que estamos obligados a ubicar en el contexto histórico de la época, donde la admirable localización
de esta urbe debió resolverse sin el auxilio de la información a que estamos acostumbrados hoy con la moderna cartografía y la
fotografía satelital.
9
McEwan (1991: fig. 7) denomina estos mismos sectores como 1, 2 y 3, mientras que el sector 4 corresponde al que aquí
designamos como Sector Norte.
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 309
verá más adelante. Se advierte también que los ciudad y su planeamiento revela también una
alineamientos de las kanchas ubicadas a ambos mayor complejidad. Si bien comparte, en térmi-
extremos del Sector Este presentan una disposi- nos generales, la traza en cuadrícula y la modula-
ción alterna en cuanto a los tipos de módulos ar- ción por hileras y líneas, de forma semejante al
quitectónicos que se edificaron en ellas (ibid: 100- sector Este, en este caso se advierte algunas va-
101). Dado que este sector no presenta buenas riantes importantes. Una de las más saltantes es la
condiciones de conservación, no ha sido posible presencia de módulos de mayores dimensiones,
definir si es que la cuadrícula generada por la tra- uno de los cuales en posición central presenta una
ma urbana presentaba pasajes o calles como siste- plaza central de más de 70 x 50 m enmarcada por
ma de circulación entre las kanchas, tal como se un gran complejo cuyos lados presentan estruc-
aprecia en algunas zonas del Sector Central.10 turas en galería con múltiples crujías y algunos
El Sector Central está separado del Sector Este amplios edificios abiertos hacia la plaza. Al norte
por una calle que corre de norte a sur. Este sector de esta plaza existen por lo menos otros dos com-
concentra la arquitectura más importante de la plejos que encierran grandes patios. Mientras que
10
Al respecto, el arquitecto Carlos Williams (2001) plantea algunas interesantes hipótesis que podrían servir de pista para
resolver el necesario sistema de circulación, más cuando se trata de una urbe donde se manifiesta un exigente nivel de planificación.
310 JOSÉ CANZIANI
a lo largo de su límite oeste se presenta un alinea- m de norte a sur y 180 m de este a oeste, esta
miento de módulos rectangulares que parecen re- explanada debe de haber correspondido funcional-
sultantes de la subdivisión por la mitad de los mente a una gran plaza. La posibilidad de que
módulos estándar. esta explanada constituyera uno de los principales
A diferencia del Sector Este, el Sector Central espacios públicos de la ciudad se refuerza si se
presenta un mejor grado de conservación y en él considera también sus facilidades de acceso, así
se ha podido identificar la presencia de avenidas como su inmediata conexión con el Sector Cen-
o calles. Dos de ellas corren paralelas de norte a tral, donde tenían sede las principales edificaciones
sur y separan este sector de los otros dos. Así mis- de la ciudad.
mo, se ha registrado la presencia de por lo menos Finalmente, se desarrolla un Sector Norte don-
4 calles transversales. Sin embargo, se puede cons- de, además de la presencia de grandes recintos
tatar que estas calles no permiten el acceso direc- abiertos, destaca la concentración de estructuras
to a la mayor parte de las kanchas. Por lo tanto, la organizadas rígidamente en hileras separadas por
problemática del cómo se resolvía la circulación largos corredores. Las dimensiones relativamente
en la ciudad no está aún del todo resuelta. menores de estas edificaciones y su ordenamiento
El Sector Oeste está separado del anterior por llevaron anteriormente a sostener que se trataría
una larga avenida que se conectaba con los cami- de qollqas, es decir de un área de almacenamiento
nos que ingresaban a la ciudad desde el norte y el de la ciudad (Harth Terré 1959; Sanders 1973).
sur. Se diferencia claramente de los dos sectores Sin embargo, las excavaciones conducidas en algu-
anteriores por cuanto presenta una gran explanada nas de estas estructuras del sector por McEwan
abierta, que estaba limitada en sus extremos norte (1991) y otros investigadores, registraron contex-
y sur por grandes recintos con una modulación tos con fogones, ollas con hollín y cerámica utili-
espacial cuadrangular. Por sus características espa- taria, además de basura con restos de alimentación,
ciales y grandes dimensiones, que alcanzan 410 lo que daría pie a sostener que en estas se desarro-
11
Es preciso notar que Topic (1991: 144) advierte que estas mediciones se estimaron a partir de las aerofotografías del sitio y
podrían presentar algunas distorsiones. Aun si esto fuera así, es conveniente señalar que una desviación del alineamiento del 1.3
al 2.6% en los lados orientados de norte a sur y del 0.8 al 1.7% en los lados orientados de este a oeste, no sería de extrañar
considerando que este trazo fue realizado sin instrumentos muy sofisticados.
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 311
Fig. 318. Pikillacta: Vista hacia el noreste de la Calle 5 y las murallas que delimitan el Sector Central (derecha) del Sector Norte (izquierda) de
la ciudad (Canziani).
312 JOSÉ CANZIANI
En cuanto a las tipologías arquitectónicas pre- que podrían haber sido preestablecidas en el mo-
sentes en la estructura modular de las kanchas de mento de la fundación de la ciudad.
la ciudad de Pikillacta, McEwan (1991: fig. 5) Finalmente, en cuanto a los servicios urbanos,
registra el despliegue de una serie de variantes, que además de los sistemas de alcantarillado reportados
parten desde el elemental cercado cuadrangular recurrentemente en la mayoría de los asentamientos
(tipo D), a la subsecuente definición de diferen- wari, en el caso de Pikillacta destaca el hallazgo
tes configuraciones que se obtienen con la dispo- de una enorme acumulación de basura, en la es-
sición de las crujías en todo el perímetro (tipo C); quina de uno de los grandes canchones que bor-
en dos o más crujías paralelas (tipo A); o en sólo 3 dean el lado sur del núcleo de la ciudad (McEwan
de sus lados (tipo B) a las que se integra en un 1991: 110-111). Este dato contrasta con la evi-
extremo una sala con esquinas redondeadas (E). dencia de otros ambientes de la ciudad que se
Estas diferentes configuraciones modulares de- encuentran limpios y sin asociación con desper-
muestran, como se ha ya señalado, la capacidad dicios, permitiendo suponer que debió existir un
de la estructura de la trama urbana de las ciuda- sistema para mantener la limpieza de la ciudad y
des Wari de irse adecuando a las diferentes fun- sus recintos, para luego disponer los residuos en
ciones que debían de absolverse, más allá de las espacios especialmente destinados para tal fin. De
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 313
Fig. 320. Pikillacta: esquema de los distintos módulos arquitectónicos que podían desarrollarse al interior de las kancha y sus posibles variantes
(McEwan 1991: fig. 4 y 5).
comprobarse la presencia de este tipo de servicios, te mediría 566 m mientras que el sur 581 m y el
tendríamos valiosos elementos adicionales para el lado este 564 m mientras que el oeste 574 m (ibid:
conocimiento del modo de vida urbano que se 144), resultando un área de cerca de 33 Ha. Este
desarrollaba en las ciudades andinas de la época. dato nos permite notar que la planta de
Viracochapampa presentaba una extensión 30%
menor que el área nuclear de Pikillacta.
La ciudad de Viracochapampa en la región Si bien se presume que la ciudad no fue del
de Huamachuco todo terminada y que por lo tanto algunas zonas
de esta presentan escasos vestigios arquitectónicos,
En los territorios de la sierra norte comprometi- se puede apreciar claramente que, a semejanza de
dos por la expansión Wari, se encuentra otra im- Pikillacta, la planta cuadrangular de la ciudad fue
portante ciudad emplazada estratégicamente por subdividida en 3 sectores, y al igual que en ésta, el
este estado en la región de Huamachuco. Sector Oeste presenta un ancho algo menor que
Viracochapampa concita un alto grado de inte- los otros dos sectores y está separado de estos por
rés, ya que su planta manifiesta claramente que una avenida que atravesaba la ciudad de norte a
fue concebida de acuerdo a un diseño planifica- sur, a partir de las correspondientes portadas que
do, en el que se aplicaron esencialmente los mis- le conectaban con el sistema de caminos. Sobre la
mos criterios establecidos en el modelo de orde- base de analogías con Pikillacta, se puede presu-
namiento urbano presente en Pikillacta. mir que este Sector Oeste, además de la presencia
La ciudad fue ubicada en la serranía de de algunos recintos y edificaciones, estuviera des-
Huamachuco por encima de los 3,000 msnm y se tinado a alojar una gran plaza o explanada.
encuentra relativamente próxima al sitio de Mar- El Sector Central, también aquí concentra la
ca Huamachuco, un importante asentamiento más alta densidad de construcciones, lo que ex-
regional que registra ocupación desde finales del presa que estaba proyectado para reunir las más
período Intermedio Temprano y que muestra evi- importantes edificaciones de la ciudad. La plaza
dencias de haber coexistido con la presencia Wari central de este sector tiene también una posición
en la región (Topic 1991: fig. 1). central con relación a la planta de la ciudad. En
Viracochapampa se asienta sobre un llano y los lados norte y sur de la plaza se construyeron
en conexión con un camino que transitaba de sur dos grandes edificios de planta rectangular, con
a norte por esta región cordillerana. La planta de esquinas redondeadas y nichos en su interior. Este
la ciudad es definidamente cuadrangular, aún ordenamiento asemeja al de la plaza secundaria
cuando una medición más precisa indicaría que (33-2B) del sector central de Pikillacta (MacEwan
presenta una cierta deformación trapezoidal,11 que 1991: plano 2). Sin embargo, las demás construc-
parece resultado de la adaptación a ciertos acci- ciones que delimitan la plaza presentan algunas
dentes topográficos. De esta manera, el lado nor- importantes variantes. Entre estas destaca un edi-
314 JOSÉ CANZIANI
ficio con nichos al centro del lado este, y que pre- dos. De esta configuración resulta al centro del
senta dos ambientes adosados a ambos extremos. recinto un espacio abierto a modo de patio. En
Mientras que al centro del lado oeste de la plaza, Viracochapampa los edificios rectangulares que
se desarrolló un montículo rectangular, de unos 2 se ubican en este tipo de kanchas se caracterizan
a 3 m de alto, y cuyo eje de orientación este oeste por presentar una planta con esquinas redondea-
coincide con el eje principal de la ciudad en esta das y nichos en su interior. Es de notar que las
dirección (Topic 1991: 146-147, fig. 2). kanchas del tipo «B» que se encuentran al sur de
El Sector Central, donde se aprecia que se con- la plaza central, presentan un mayor tamaño en
centró el mayor esfuerzo de los constructores y todos sus componentes, mientras que las esqui-
que conserva la mayor parte de sus edificaciones, nas de sus edificios en galería presentan los singu-
permite observar el desarrollo de la trama urbana lares muros en diagonal, tan característicos de la
en cuadrícula, generada por la definición de unida- edilicia wari.
des modulares o kanchas de planta cuadrangular El Sector Este presenta escasas evidencias de
o rectangular. La mayoría de estas presenta la con- edificación, más allá de advertirse que tuvo prác-
figuración de los módulos definidos como tipo ticamente las mismas dimensiones y extensión del
«B» por McEwan (1991: fig. 4), donde destaca sector central. En todo caso, sí se aprecia que se
un edificio rectangular dispuesto a un lado del dispuso su subdivisión en tres subsectores, y que
recinto, contrapuesto a edificaciones en galería que en el que está ubicado al sur se erigieron algunas
se desarrollan en el perímetro de los otros tres la- kanchas en las que se edificaron dos de los clásicos
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 315
12
Schereiber (1991: 212), señala que mientras determinadas localidades recibieron una especial atención por parte de los
wari, posiblemente por los recursos productivos y poblacionales presentes, o por su ubicación estratégica en rutas que conectaban
distintas regiones; otras aún siendo próximas o similares en ubicación y recursos, sin embargo no presentan evidencias de una
presencia significativa.
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 317
para favorecer el incremento de este cultivo como de otras relacionadas con la elaboración de
(Schereiber 1991: 210-211). productos manufacturados (ibid: 202-203).
Además de Jincamocco, otros tres complejos Es interesante notar aquí que las característi-
cercados afiliados a Wari se establecen en el valle. cas constructivas de Jincamocco corresponden
Dos de ellos adyacentes a zonas favorables para el también a los patrones tradicionales de la arqui-
cultivo del maíz, que pudieron servir para el al- tectura propia de los asentamientos Wari. Por
macenamiento y ciertas actividades administrati- ejemplo, los muros tienen cimientos en casi to-
vas asociadas a la actividad agrícola; y el tercero dos los casos, alcanzando en los muros exteriores
en un sitio de altura asociado a un posible cami- del cercado 1.5 m de profundidad, mientras que
no principal de la época, y que podría haber ope- los interiores tienen unos 80 cm y solamente los
rado como un tambo (ibid: 212). que sirven de tabiques o forman pequeñas divi-
El asentamiento de Jincamocco, cuya ocupa- siones carecen de cimientos. También la secuencia
ción se remontaría a la época 1B y que aparente- constructiva es similar, en primer lugar se cons-
mente se abandonaría a fines de la 2B con el co- truyeron los muros exteriores del cercado, luego
lapso de Wari, se localiza a 3,350 msnm sobre la los muros de los recintos interiores y, finalmente,
cima plana de un promontorio elevado flanqueado algunos pequeños muros de cierre o división de
por una quebrada. En el sitio destaca un gran com- corredores o ambientes en galería. Se recuperaron
plejo cercado de planta rectangular de 260 por también evidencias del enlucido de muros y aca-
130 m dividido en dos sectores, la mitad suroeste bado de pisos aplicando arcilla blanca, otro rasgo
que presenta subdivisiones en unos 24 recintos; y común en la arquitectura Wari. De manera aná-
la mitad noreste que aparentemente no presenta- loga las excavaciones revelaron la presencia de ca-
ría construcciones. nales subterráneos que corrían por debajo de los
Sin embargo, además del complejo cercado, pisos atravesando los recintos y sus patios, demos-
existen evidencias de restos de otras edificaciones trando que también este tipo de asentamientos
dispersas en una área mayor que alcanzaría unas Wari contó con servicios de abastecimiento y dre-
17.5 Ha. aun cuando ésta pudo ser más extensa, naje de agua (ibid.).
dado que el poblado moderno de Cabana se en-
cuentra asentado al sureste de esta misma área Azángaro
(ibid: 199, fig. 2).
Las investigaciones arqueológicas desarrolladas Este sitio, de evidente orden menor con relación
por Schereiber en el sector suroeste del complejo, a los principales asentamientos urbanos wari, se
revelaron su forma de planeamiento mediante su ubica en la región de Huanta (Ayacucho), a unos
división en 4 subsectores, en los que se organiza- 15 km al noroeste de la ciudad de Wari. El com-
ron hileras de recintos de similares dimensiones plejo se localiza en un llano elevado con relación
(ibid: fig. 4). La mayoría de estos recintos presen- al río Cachi a unos 2,390 msnm en una zona bien
tan internamente la arquitectura propia de las dotada de agua lo que posibilita su cultivo, con-
kanchas wari, también conocidas como «unidades trastando con la relativa aridez del entorno. Pre-
patio», con cuartos, corredores y ambientes en cisamente, la disponibilidad de agua permanente
galería alrededor de un patio central. Los patios para riego y la vocación de la zona para el cultivo
evidencian haber contado con banquetas perimé- del maíz, podría explicar la instalación de este
tricas de unos 0.80 a 2.2 m de ancho y elevadas complejo Wari que parece corresponder a un cen-
de 30 a 40 cm sobre el nivel del piso de los patios. tro administrativo asociado al manejo agrícola
Los contextos recuperados en los patios permiten desarrollado en la localidad (Anders 1991).
inferir el desarrollo tanto de actividades domésticas
318 JOSÉ CANZIANI
de quebradas que descienden de la Cordillera están construidas con piedra y se encuentran se-
Blanca, como Quebrada Honda, que constituye riamente afectadas por la destrucción y el saqueo
un paso natural hacia el Callejón de Conchucos. de sus restos, dada su función funeraria. Estas es-
Éste factor, que facilita la articulación espacial con tructuras presentan plantas rectangulares, con un
otros importantes territorios regionales, podría promedio de 2 a 5 m de lado, aunque existe una
haber incidido en la elección de este lugar para la de dimensiones sobresalientes que mide 12 por
localización del asentamiento. Otro factor que 16 m Muchas de ellas presentan evidencias de
debe de haber intervenido en la elección del lugar, haber tenido más de un nivel, con pequeños acce-
es que las laderas que descienden de la Cordillera sos dotados de dinteles megalíticos que permitían
Blanca están dotadas generosamente de agua, dado el ingreso a galerías y cámaras techadas con gran-
que abundan los torrentes que descienden de los des vigas de piedra (ibid: 103-104).
nevados, glaciares y lagunas de altura, lo que hace Los edificios con planta en forma de «D» se
de esta margen del Callejón de Huaylas una zona ubican en la parte baja al sur del asentamiento, en
reconocida por su notable fertilidad agrícola. el que son dominantes los conjuntos de ordena-
El reconocimiento y las excavaciones de Isbell miento ortogonal propios de las unidades con
(1989) se concentraron en el sector norte del sitio, patio central (ibid: fig. 4). Se han registrado dos
conocido como Purushmonte. Allí se identifica- edificaciones con planta en «D», ambas con el fren-
ron tres tipos distintos de arquitectura: las chullpas, te recto orientado hacia el sur. La mayor de ellas
los edificios con planta en forma de «D», y los (AC-13) muestra claramente el acceso central,
conjuntos conformados por unidades con patio mientras que la menor (AC-14) conserva los ca-
central o kanchas. Las chullpas se encuentran dis- racterísticos nichos al interior del muro curvo.
persas o formando pequeños conjuntos en las la- Existen evidencias de restos de otras estructuras
deras o en pequeños promontorios más elevados, adosadas a las edificaciones con planta en «D»,
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 321
por lo que se puede presumir que estas se encon- estructuras arquitectónicas— confirmarían la con-
traban enmarcadas dentro de conjuntos con una sistente filiación de éste sitio que parece haberse
relativa complejidad arquitectónica. Un dato in- implantado en la región durante la primera época
teresante es que el paramento interior de uno de de expansión del estado Wari (época 1) y que ha-
los muros de una estructura asociada a los edifi- bría mantenido su vigencia durante la época 2.
cios en «D» presentaba una línea horizontal de Las investigaciones preliminares desarrolladas
piedras sobresalidas, indicando el posible desarro- en Honqopampa evidencian que no se trata de
llo de un piso en un segundo nivel. una capital provincial, pero sí de un importante
Los conjuntos arquitectónicos con patio asentamiento de jerarquía menor, donde las
central, las denominadas kanchas wari, se locali- kanchas habrían estado destinadas mayormente a
zan en la parte más elevada del asentamiento y fines residenciales, mientras los otros tipos de edi-
constituyen el tipo mayoritario de estructuras en ficios resolvían aspectos rituales y funerarios. Por
el sitio. Estos conjuntos se ordenan en consiguiente, se trata de un asentamiento de sumo
alineamientos que parecen seguir los ejes cardina- interés para el conocimiento, tanto del ordena-
les pero que, al mismo tiempo, se acomodan al miento jerárquico de los establecimientos provin-
relieve de la pendiente siguiendo las curvas de ni- ciales Wari, como de las funciones específicas que
vel (ibid: figs. 4 y 5). Los rasgos arquitectónicos éste cumplía en un ámbito regional de importan-
de este tipo de conjuntos son básicamente los cia estratégica como es el Callejón de Huaylas.
mismos que fueron reseñados para los conjuntos
de la capital en Ayacucho, como de otros sitios Cerro Baúl
Wari documentados en los Andes Centrales. Es-
tos conjuntos presentan recintos dispuestos en Se trata de un sitio extraordinario que permite
galería rodeando un patio central, con sus respec- aproximarnos desde diferentes facetas a la exten-
tivos accesos orientados hacia éste espacio abier- sión y características de la expansión Wari y su
to. Los patios presentan en su perímetro una ban- evolución en los Andes Centrales. En primer lu-
queta elevada unos 20 a 30 cm sobre el nivel del gar, se trata de un sitio principal de un conjunto
piso de los patios. En algunos de los recintos en de otros sitios que los wari instalaron en el valle
galería se halló la típicas ménsulas corridas para el alto de Moquegua, constituyendo el punto más
soporte de pisos en un segundo nivel. Además de meridional donde se ha documentado su presencia
manos de moler ubicadas en los patios, las directa. Efectivamente, Cerro Baúl se encuentra a
excavaciones reportaron en estas unidades con- unos 600 km en línea de aire al sureste de la ciudad
sistentes acumulaciones de basura, lo que daría capital de Wari en Ayacucho y a unos 400 km al
pie a suponer que este tipo de estructuras absol- sur de Pikillacta en el Cusco. Lo considerable de
vieron en el sitio funciones mayormente residen- estas distancias13 plantea interrogantes sobre la
ciales (ibid: 105-108; figs. 7-11). forma en que se resolvieron los problemas logís-
Las estructuras de los diferentes tipos arqui- ticos para poder articular centros urbanos tan leja-
tectónicos reseñados aquí presentan similares ca- nos, aun cuando se puede suponer la presencia de
racterísticas constructivas y están asociados a mate- centros intermedios a lo largo de estos recorridos.
riales culturales Wari y otras manifestaciones Por otra parte, la necesaria conexión de Cerro
regionales propias de esta época, lo que permite Baúl con la ciudad de Wari y otros sitios depen-
suponer que Honqopampa representa una clara dientes de esta, nos plantea la problemática de la
expresión de la ocupación Wari en la región. Por «territorialidad» en un contexto histórico donde
otra parte, la forma de sus estructuras arquitectóni- aparentemente no se trata de establecer límites y
cas, especialmente los edificios con planta en «D» fronteras precisas, sino más bien una compleja red
y los conjuntos con patio central, no tienen ante- de relaciones —impuestas o negociadas— con las
cedentes locales y nos remiten a sus símiles de la comunidades establecidas en los territorios aleja-
capital Wari o de otros asentamientos provinciales dos que el Estado recorre con sus caravanas, o
Wari. De modo que el conjunto de estas evidencias donde es preciso establecer asentamientos y encla-
—a los que se pueden añadir los rasgos caracterís- ves, especialmente cuando estos territorios no sólo
ticos de la edilicia Wari que exhiben las diferentes se encuentran ocupados por población local sino
13
Si traducimos estas extraordinarias distancias en línea recta a recorridos pedestres por la accidentada geografía andina las
distancias reales se incrementan de manera notable. En este caso, la distancia de recorrido desde Wari correspondería por lo
menos a unos 1,000 km lo que tomaría más de 30 días de travesía de realizarse con marchas forzadas de unos 30 km diarios.
322 JOSÉ CANZIANI
también por colonias de otro estado expansivo, como Pikillacta. A continuación examinaremos
cual es el caso de Tiwanaku en el mismo valle de estos aspectos a partir de la especial localización
Moquegua. Lo que nos aproximaría a condiciones de los sitios Wari en la región moqueguana, que
similares a las propuestas con los conceptos de en el caso de Cerro Baúl asume características tam-
«territorialidad salpicada» o de los «archipiélagos bién espectaculares.
territoriales» planteados a partir de los documentos En la parte alta del valle de Moquegua, en el
de la etnohistoria andina tanto por Murra (2002) punto donde confluyen los ríos Torata y Tumilaca,
como por Rostworowski (1981, 1988, 2004). destaca en el paisaje una formación geológica
Otro tema de especial interés en esta perspec- impresionante conformada por un gran macizo
tiva, es conocer qué tipo de planeamiento y qué rocoso, cuyos flancos están recortados por un pro-
componentes arquitectónicos comparte con la nunciado acantilado. La silueta de la impresio-
capital y otros centros Wari un sitio como Cerro nante mole de Cerro Baúl se eleva unos 600 m
Baúl, que evidentemente no correspondía al nivel por encima del nivel del valle y está coronada por
y modelo de las principales ciudades provinciales una meseta que fue elegida por los wari para em-
pando las edificaciones una extensión de aproxi- típico escalón interior para el apoyo de los made-
madamente 10 ha. En el ordenamiento de la zona ros de la estructura del entrepiso, sino también el
Este del asentamiento se perciben por lo menos valioso testimonio de las vigas caídas sobre el piso,
tres sectores, al parecer demarcados entre sí por al igual que las viguetas separadas de 20 a 25 cm
medio de pasajes o pequeñas plazas, y cuyas edifi- entre las que se hallaron dispuestas lajas de piedra
caciones exhiben diferencias formales y cubiertas de barro para formar el piso del segun-
contextuales que estarían expresando su asigna- do nivel (ibid: 104-105, figs. 13 y 14).
ción a funciones diferenciadas de orden En el sector central se excavó una estructura
habitacional, productivo, administrativo y cere- (Unidad 5) con planta en «D» de unos 10 m de
monial (Williams e Isla 2002: fig. 4). diámetro, muy similar en dimensiones a las halla-
Las excavaciones conducidas en el sitio por das en otros sitios Wari, como Conchopata y Hon-
Feldman y luego por Williams e Isla (ibid.) han qopampa, y al igual que éstas presenta un muro
puesto en evidencia la presencia de conjuntos or- recto en su fachada, donde se ubica en posición
ganizados bajo el modelo de las kanchas o «uni- central un único acceso. La base de este muro pre-
dades patio», con un espacio libre al centro y edi- senta la proyección de una especie de vereda re-
ficaciones en galería en sus lados. Estas vestida en piedra. Este rasgo, que buscó destacar
construcciones estuvieron dotadas ya sea de una el tratamiento del frontis de la edificación, como
o de dos crujías, como es el caso de la Unidad 1 los finos acabados de sus interior con pintura
(ibid: fig. 5). En otras unidades se encontraron mural y el hallazgo de ofrendas, expresan su des-
evidencias de construcciones de más de un nivel, tacada función ceremonial en el sitio (ibid: 100-
como es el caso de la Unidad 3 donde en un gran 104, fig. 9). Al respecto, existe por lo menos otra
patio de unos 26 m de lado se encuentra un edifi- estructura, aún no excavada, que parece corres-
cio compuesto por 4 ambientes de la misma me- ponder a la tipología de las edificaciones en «D»,
dida (1.8 x 5 m) y similares características, que se que se ubica en posición central y al extremo oes-
disponen por pares a ambos lados de un muro te del sector este del asentamiento (ibid.: fig. 4).
medianero, con sus accesos independientes, y en Finalmente, las excavaciones arqueológicas
los cuales se registró la presencia de estructuras desarrolladas en Cerro Baúl también aportan da-
diseñadas para el soporte de un piso elevado 70 tos interesantes acerca de la cronología del sitio,
cm sobre el suelo, como para permitir la ventila- dando alcances preliminares sobre su posible fe-
ción inferior de posibles depósitos dispuestos so- cha de fundación, la duración de la ocupación
bre el piso superior (ibid: 96-99, fig. 7). Algo si- Wari y la evolución de esta a lo largo del tiempo.
milar parece ser el caso de la Unidad 6, con 3 De acuerdo a estas evidencias, el inicio de la ocu-
ambientes alargados (3.5 x 10 m) dispuestos en pación Wari en Cerro Baúl sería más temprana
galería en el lado sur de un gran patio, donde las de lo hasta ahora se había supuesto, remontándo-
excavaciones registraron no solamente la presen- se a los 600 a 675 d.C. mientras que su duración
cia de dobles muros longitudinales, formando el también se prolongaría hasta el 850 d.C. es decir
que estaría abarcando un período de ocupación
Fig. 333. Cerro Baúl. Plano del Complejo de la Unidad 3 (Williams
desde finales de la época 1 hasta la época 2 del
e Isla 2002: fig. 7).
Fig. 334. Cerro Baúl. Plano del Complejo de la Unidad 6 (Williams
e Isla 2002: fig. 13).
6. LA PRIMERA FORMACIÓN IMPERIAL ANDINA 325
2001); en otros casos asociada al desarrollo de ri- del Loro en Nazca (Strong 1957), tales como Socos
tuales que incluyeron el ‘sacrificio’ de bellas pie- en el valle del Chillón (Isla y Guerrero 1987), o
zas de cerámica Wari, tal como se ha documenta- La Cantera en el valle de Chincha donde se desa-
do con los extraordinarios hallazgos de Maymi rrollan trabajos preliminares. Se trata de
en Pisco (Anders 1990). Si bien en los casos cita- asentamientos relativamente menores, pero no por
dos esta evidente presencia no está asociada a esto menos importantes ya que proporcionan va-
asentamientos o edificaciones que se puedan ad- liosa información acerca de la presencia wari en
judicar a Wari, en otros valles si se ha establecido zonas estratégicas, desde los cuales se pudo ejer-
la presencia de algunos asentamientos de aparen- cer cierto tipo de control sobre los valles coste-
te filiación wari en las cabeceras de los valles cos- ños; así como sobre el tipo de interrelaciones que
teños. Éste es el caso de nuevos sitios que se agre- se desarrollaron con las sociedades costeñas y sus
gan a otros ya conocidos, como Pacheco y Cerro elites urbanas.
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 327
7
ESTADOS Y SEÑORIOS TARDÍOS
Ciudades costeñas y poblados rurales altoandinos:
Modos de vida distintos y formas de asentamiento
diferenciadas
natural de los valles e incorporan al cultivo tierras de convocatoria que tenía su clase gobernante
eriazas que se encontraban por encima del nivel sobre la población, para disponer de la mano de
de estos. En el caso de los valles de Lambayeque, obra necesaria para su colosal ejecución y mante-
con el desarrollo de canales como el Taymi y el nimiento.
Racarumi, se interconectaron los valles de la re- Otros casos de ulterior desarrollo hidráulico
gión, conformando un enorme complejo hidráu- comprometidos con la ampliación de la frontera
lico que constituye, hasta el día de hoy, la mayor agrícola, se verificarían también más al sur en la
área agrícola de la costa peruana. costa central. Este es el caso del valle del Rímac
Un caso aún más espectacular, por las dificul- con la construcción del canal de Surco, cuya
tades que entraña la naturaleza de la obra, corres- bocatoma se ubica en Ate e irrigaba las tierras al
ponde al canal de la Cumbre, que con un extraor- sureste del valle, que formaban las amplias zonas
dinario recorrido de más de 80 km tomaba aguas de riego de Monterrico y Surco, hasta llegar al
del río Chicama para, superando la divisoria en- límite sur del valle en Villa. Otro caso similar es
tre ambas cuencas, trasvasarlas al sistema de cana- el del valle de Chincha, donde un nuevo canal
les del valle de Moche (Ortloff 1981). Esta notable más elevado en la margen norte habría permitido
obra de ingeniería demuestra el conocimiento de- durante esta época incorporar las pampas que se
sarrollado por los Chimú en topografía e inge- encuentran por encima del valle y que se conocen
niería hidráulica; al igual que la amplia capacidad como Chincha Alta.
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 329
En el campo de las actividades manufacture- Al respecto, los integrantes del Proyecto Ar-
ras se conocen nuevos niveles de desarrollo. Este queológico Sicán, han documentado la intensa ac-
es el caso de la actividad textil con de la aparición tividad minera y metalúrgica desplegaba en la re-
de nuevas técnicas como el tapiz, la gasa y el bro- gión por la sociedad Lambayeque. En especial, se
cado. En la producción de cerámica se aprecia que ha registrado la existencia de grandes batanes y
esta era mayormente hecha en molde, lo que per- manos de moler que servían para la preparación
mite inferir su elaboración en serie y con menos de los minerales, que luego eran fundidos en ta-
refinamientos en los acabados. En cuanto a la cé- lleres que disponían de hileras de pequeños hor-
lebre metalurgia y orfebrería de las sociedades nos, en los que se utilizaba carbón como combus-
norteñas, se puede resumir el tema mencionando tible, mientras los trabajadores empleaban toberas
que desarrollaron técnicas como la del dorado del para soplar a pulmón y oxigenar la combustión.
cobre, el enchapado, el soldado, el estampado, la Para el proceso de fundición se emplearon tam-
filigrana y el vaciado a la cera perdida. La orfebre- bién crisoles y moldes que servían para que el
ría de Chimú y especialmente la de Lambayeque, metal, ya en forma de lingotes, fuera transporta-
fue ampliamente conocida fuera de su contexto do a los centros urbanos en calidad de materia
original como producto del intenso saqueo de sus prima para el sucesivo trabajo de los orfebres
tumbas y monumentos arqueológicos. Hoy en día (Shimada 1987).
sabemos que gran parte de estas piezas espectacu- Especialmente en la costa norte se desarrolló
lares como máscaras, tumis, pectorales, narigueras, también la talla en maderas duras como el alga-
orejeras, etc., provienen de tumbas de personajes rrobo, representando personajes de cuerpo ente-
de alto rango, que contenían una increíble canti- ro en diferentes actitudes, cuyos rasgos estaban
dad de objetos que conformaban el ajuar funera- destacados con la incrustación de conchas en la
rio. Las piezas son trabajadas tanto en cobre, como órbita de los ojos y resaltando el atuendo y ciertos
en oro y plata; presentándose también las técni- ornamentos corporales. Algunas tallas de peque-
cas del cobre dorado y aleaciones como la tumba- ño formato formaban parte de escenas completas
ga, que combinan cobre con oro, y una aleación referentes a desfiles ceremoniales o a rituales fu-
especial del cobre con arsénico, de la cual se obtu- nerarios.1 Es importante también destacar que al-
vo un bronce arsenical. gunas esculturas de madera de gran formato, re-
1
En un hallazgo reciente en la Huaca de La Luna, correspondiente a una tardía tumba Chimú, fueron recuperadas dos
maquetas representando recintos ceremoniales con escenas complejas relacionadas con rituales funerarios, además de otras esce-
nas que muestran procesiones con distintos personajes, a veces acompañados de monos o conduciendo llamas con su carga a
cuestas (Uceda 1999).
330 JOSÉ CANZIANI
El urbanismo Lambayeque2
2
A la cultura Lambayeque actualmente se le conoce también como Sicán, sin embargo, para evitar confusiones, preferimos
mantener la denominación original, de acuerdo con las normas establecidas por la arqueología, que asigna el nombre de las
culturas según el lugar donde fueron inicialmente identificadas o con el término tradicional con el cual han sido usualmente
nombradas.
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 331
Pátapo al norte y Saltur al sur, donde además de piramidales de adobe adoptan un patrón relativa-
las típicas edificaciones de adobe, se aprecia el mente disperso, sobresaliendo sus colosales mo-
empleo también de la piedra en las laderas más les por sobre las copas de los algarrobales del ex-
elevadas de estos sitios (Heyerdahl et al. 1996: fig. tenso bosque de Poma (Shimada 1990: fig. 5).
2; Sandweiss 1996: 64; Shimada 1985, 1990). Las principales pirámides (Huacas Corte, La
Merced, Las Ventanas, Oro y Rodillona) se carac-
terizan por presentar plataformas superpuestas
Batán Grande conectadas por rampas, y a las que se accedía des-
de el nivel del terreno por medio de grandes ram-
Este extenso sitio se ubica en el valle del río La pas que generalmente desarrollan un característi-
Leche, en el extremo norte del complejo de valles co trazo zigzagueante (Shimada 1985: fig. 17).
de Lambayeque, a unos 40 km del mar. La pre- Estas características formales y otros rasgos cons-
sencia de una decena de pirámides monumenta- tructivos que señalaremos más adelante, plantean
les y otros montículos menores se despliega en un semejanzas y evidentes continuidades con mo-
área mayormente llana, cubierta por una densa numentos arquitectónicos más tempranos, como
vegetación de bosque seco tropical. Esta área de la Huaca Fortaleza en la ciudad de Pampa Gran-
unas 350 ha. sobre la margen derecha del río La de, correspondiente al Moche tardío y que podría
Leche, se extiende unos 2,500 m de este a oeste y haber servido de referente para estas nuevas edifi-
unos 1,400 m de norte a sur. Las construcciones caciones.
La mayoría de estos edificios ha sido construida des político administrativas o residenciales de elite
con adobes plano convexos que usualmente exhi- (ibid.: 102-103).
ben marcas de fabricante. Los rellenos constructi- Fastuosas tumbas de elite han sido halladas en
vos de las plataformas fueron construidos median- proximidad de la Huacas, especialmente alrededor
te la técnica de las cámaras de relleno, cuyos mu- de sus bases e inclusive en las esquinas formadas
ros de adobe contenían los rellenos de material por el encuentro de las rampas con el cuerpo de
suelto, compuesto por arena, tierra y deshechos, las pirámides. Las características de estas tumbas
que luego eran sellados por las capas superiores de cámara y el notable ajuar funerario contenido
de adobe y barro que conformaban los pisos de en ellas, especialmente la calidad y cantidad de
las plataformas. Precisamente en los pisos de las objetos suntuarios de metal, da cuenta de la rique-
plataformas se ha hallado evidencia del desarrollo za y poder concentrados en las clases dominantes,
de grandes espacios cubiertos por columnatas.3 cuyo prestigio se manifiesta además con la especial
Este es el caso de la Huaca Corte, cuya plata- disposición de la arquitectura funeraria en estre-
forma superior muy alargada (7 x 40 m.) conte- cha relación con las construcciones piramidales.
nía 48 columnas cuadradas y pintadas, dispuestas Precisamente, la presencia de estos personajes
en 12 filas de 4 columnas cada una, lo que permi- de elite y la notable acumulación de parafernalia
te suponer que esta área estaba techada. Esta pla- de objetos elaborados con metales preciosos, texti-
taforma presentaba una rampa central del lado les y cerámica fina, además de otros bienes exóticos
oeste, mientras del lado este se desarrollaba un como conchas de Spondylus y Conus provenientes
largo muro con pintura mural, que debió servir de mares ecuatoriales y piedras semipreciosas,
de cierre de fondo a este espacio de posible fun- posiblemente obtenidas por intercambio a grandes
ción ceremonial abierto por tres de sus lados. En distancias, da cuenta de la existencia de una socie-
contrapartida a estas plataformas de posible fun- dad con marcadas diferencias de clase en su es-
ción pública, otras como Huaca Las Ventanas pre- tructura social, y con una notable especialización
sentaban espacios mucho más amplios y ambien- en sus distintos procesos productivos. Por lo ge-
tes cerrados, que podrían haber alojado activida- neral, el correlato a este tipo de formación social
3
Las columnas presentan una particular forma de cimentación. Sus basamentos fueron encajados en celdas cuadrangulares
rellenas de arena, en cuyo fondo se dispuso piedras planas sobre la cuales apoyaban las bases de las columnas de madera. La sección
del tronco de la columna por encima del nivel del piso estaba enmarcada en un dado cuadrangular —a modo de basa— a partir
del cual el fuste de las columnas era revestido y enlucido con barro y pintado (Shimada 1985: fig. 17).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 333
corresponde a entidades urbanas bien estableci- Taymy, que desde el río Chancay tiene su trazo
das, donde se resuelva espacialmente estas activi- orientado hacia el norte, donde se ubica precisa-
dades especializadas en la esfera de la producción mente Túcume, unos 30 km al este del mar
y los servicios, además de los componentes resi- (Heyerdahl et al. 1996: fig. 2).
denciales correspondientes a la elite y a la pobla- La ocupación de Túcume se iniciaría posible-
ción subordinada congregada en la urbe. mente a fines del Horizonte Medio e inicios del
Sin embargo, en los trabajos desarrollados en Intermedio Tardío, es decir de 1050 a 1100 d.C.
Batán Grande, llama la atención la escasa mención —lo que coincidiría con el progresivo abandono
acerca de la presencia de otras estructuras menores de Batán Grande (Shimada 1990)— convirtién-
que pudieran haber resuelto estas actividades pro- dose en el principal centro de poder regional.
ductivas de base urbana y aquellas de índole resi- Luego, a partir de 1350 d.C. la ciudad y la elite
dencial (ibid.: 102). Pareciera que el evidente én- residente en ella se encontrarían bajo la depen-
fasis de los investigadores en la caracterización dencia del estado Chimú, cuando la expansión
ceremonial del complejo hubiera impedido explo- de éste hacia el norte interesó los valles de
rar su aparente naturaleza urbana.4 Evidentemente Lambayeque. Finalmente, con la conquista Inca
las difíciles condiciones de conservación, en una de las regiones norteñas de Cajamarca y Lambaye-
zona sujeta a eventos de lluvias intensas, continuos que, alrededor de 1470, Túcume se convirtió en
eventos aluviales, como la presencia de una densa el principal centro de poder provincial inca en la
cobertura forestal —a lo que hay que agregar la región de Lambayeque hasta el evento de la con-
intensa huaquería desarrollada por décadas du- quista de 1532 (Sandweiss 1996).
rante el siglo pasado— no ayudan en esto. Pero La ciudad, que alcanza una extensión de apro-
no por esto la caracterización del complejo como ximadamente 220 ha, se desarrolla teniendo como
un ‘recinto religioso-funerario’ (ibid.: 100) podría centro al Cerro La Raya, cuya silueta destaca en el
asumirse como satisfactoria, más aún cuando se paisaje de las planicies del valle, al elevarse unos
advierte que este período sucede a la crisis de los 140 m. sobre el nivel del terreno circundante.
viejos estados teocráticos e inaugura el desarrollo Alrededor de este notable hito paisajístico se de-
de formaciones sociales de mayor peso seglar. sarrollan una serie de complejos y edificaciones,
Esto no se contradice con la advertencia seña- entre las que sobresalen 26 pirámides principales
lada por distintos estudiosos en el sentido que las hechas de adobe, a cuyas plataformas superiores
construcciones piramidales tienen un mayor alien- se ascendía por medio de largas rampas. Sobre las
to y continuidad en la región, y que el urbanismo plataformas de las pirámides se ha hallado tanto
de la sociedad Lambayeque habría sido algo con- evidencias de estructuras residenciales de tipo pa-
tenido hasta antes de la conquista Chimú, como laciego, como complejos de carácter político ad-
bien lo ilustra el documentado caso de Túcume, ministrativo (Heyerdahl et al. 1996: fig. 34).
que conoce su apogeo urbano precisamente a par- Dentro del sector monumental, que se encuen-
tir de la época en la que se advierte la llegada del tra concentrado al norte y noroeste de Túcume,
sureño estado Chimú (Sandweiss y Narváez 1996). destaca la mayor edificación que corresponde a la
llamada Huaca Larga. Este complejo se ubica al
norte del Cerro de La Raya y presenta una planta
Túcume rectangular, orientada de norte a sur, que mide
cerca de 600 m de largo y unos 140 m de ancho,
Este extenso e impresionante complejo urbano se elevándose unos 20 m sobre el nivel del terreno y
ubica en la zona norte de los valles de la región de posiblemente unos 30 m en las plataformas 1 y 2
Lambayeque, teniendo como centro la zona agrí- que la coronan. La cima de esta extensa edificación
cola tributaria del río La Leche y del canal de presenta una serie de subdivisiones. En el extremo
4
En los citados trabajos de Shimada (1985: 92, 100, 105; 1990: 339, 346, 369) se reitera que Batán Grande estaría con-formado
por el agrupamiento de ‘estructuras religiosas monumentales’ y habría constituido la ‘capital política y religiosa’ del estado Sicán
Medio. Pareciera que esta caracterización de la arquitectura monumental y, por ende, de la entidad urbana en su conjunto y de la
propia naturaleza del estado, derivan de la presunción que las formas arquitectónicas piramidales se asociarían exclusivamente con
funciones religiosas. Las posteriores excavaciones desarrolladas en la arquitectura monumental de la vecina Túcume, documentan
una realidad distinta y bastante más compleja, donde edificaciones piramidales como Huaca Larga o la Huaca 1 evidencian
actividades político administrativas y residenciales de elite, además de aquellas de posible orden ceremonial. En contrapartida,
otras edificaciones no piramidales, como el Templo de la Piedra Sagrada, revelan una notable e insospechada importancia ritual.
334 JOSÉ CANZIANI
norte, se encontrarían algunos recintos que regu- donde la Huaca Larga se adosa a las laderas del
laban el acceso al complejo elevado, que se reali- Cerro La Raya, las subdivisiones de los recintos
zaba ascendiendo por medio de una extensa ram- son bastante difíciles de discernir (Narváez 1996a:
pa orientada hacia el norte, y que conducía hacia 84, fig. 35).
la Plataforma 1, una construcción de planta rec- La primera época de la edificación se remon-
tangular construida sobre el flanco oeste de la taría al período Lambayeque, de la cual no se tiene
Huaca Larga y que contaba con una ancha rampa una buena definición debido a las remodelaciones
orientada hacia el este. En el sector central se de- posteriores que se le superpusieron, si bien se pue-
sarrollan otros espacios, entre los que destaca un de presumir que en ese momento el extremo sur
gran patio con nichos y más al sur, del lado oeste, de la edificación no habría estado aún adosado al
un gran patio hundido, al este del cual se encuen- Cerro La Raya. Durante la época Chimú, se habría
tra la Plataforma 2, que contó en sus inme- producido una remodelación de gran envergadura,
diaciones con un área de cocina. Al sur de la Pla- donde se unió el sur de la plataforma de la Huaca
taforma 2 se registró otro gran patio con nichos, con las laderas del cerro en un sólo evento cons-
flanqueado por conjuntos divididos en recintos tructivo, y se habría definido la forma general de
aún más pequeños. Finalmente, en el sector sur, la Huaca, sobre la cual se desarrollaron grandes
336 JOSÉ CANZIANI
patios, conjuntos con recintos y las dos platafor- ‘fase tricolor’. Al sur de la plataforma 2 se excava-
mas. La decoración de las edificaciones de esta ron recintos con corredores paralelos, flanqueados
época se caracteriza por presentar relieves y pintura por banquetas que estuvieron dotadas de colum-
mural con la aplicación de rojo, negro y blanco, nas, lo que lleva a suponer que estas estuvieron
por lo que a esta época también se le denomina techadas, no así los corredores que permitían la
Fig. 12. Túcume: decoración mural en relieve y pintura mural en Fig. 13. Túcume: remodelación de época Inka en un ambiente de
escaques en un sector de Huaca Larga correspondiente a la fase la Plataforma 2 de Huaca Larga (Canziani).
“tricolor” de la ocupación Chimú (Canziani).
ventilación y el ingreso de la luz. Para estos espa- rentemente conformaba un grupo de aqllas, posi-
cios se ha sugerido alguna función productiva, que blemente tejedoras especializadas residentes en este
bien podría haber sido la textilería (ibid.: 89-96). complejo político administrativo. Adicionalmen-
Un dato de gran relevancia para el conocimien- te, se puede mencionar la extraordinaria calidad
to de las características de la ocupación Inka en de ofrendas de carácter Inka imperial reportadas
las urbes costeñas y en especial de la costa norte, en el templo de la Piedra Sagrada.
fue la revelación de que en un contexto cultural En cuanto a las funciones de Huaca Larga, si
netamente costeño y lambayecano, como es el que bien no se puede excluir las de carácter ritual, la
exhibe Túcume en sus rasgos urbanísticos y ar- mayoría de los espacios arquitectónicos y los con-
quitectónicos, los incas no sólo se instalaron en la textos asociados, expresarían que estos estuvieron
ciudad, sino que hicieron de esta su principal cen- destinados al desarrollo de actividades político
tro de poder político en la región. Sin embargo, administrativas, posiblemente complementadas
es notable apreciar que la mayoría de los edificios por otros espacios destinados a residencias de la
de la época anterior siguieron en función, mien- elite, a manera de un palacio. Esta caracterización
tras que las remodelaciones se limitaron a algunas funcional que se percibe en la edificación de la
de las edificaciones donde se realizaron interven- fase de época Chimú, aparentemente no fue
ciones puntuales. Este es el caso de la plataforma sustancialmente alterada por las remodelaciones
2 de Huaca Larga, donde los recintos que exhibían puntuales de época inka.
pinturas murales con motivos de aves, fueron cu- La reconstrucción de las características de los
biertos por gruesos muros de piedra con mortero distintos espacios arquitectónicos presentes sobre
de barro, mientras que en la remodelación de las la plataforma de Huaca Larga, como de las edifi-
partes exteriores de la edificación se utilizó el tradi- caciones que se encuentran en sus inmediaciones,
cional adobe. Con esta intervención los amplios permite inferir esta caracterización funcional. El
recintos preexistentes fueron segregados en cuatro acceso a Huaca Larga desde otros sectores del asen-
ambientes de menor tamaño, que se conectaban tamiento, parece haberse relacionado con el cami-
entre sí mediante corredores. no flanqueado por murallas, cuyo trazo paralelo
Si bien los rasgos de estas intervenciones no al lado este del complejo, habría conducido hacia
manifiestan los cánones propios de la arquitectura la rampa ubicada al norte de la Huaca. Precisamen-
Inka, en contrapartida, los contextos arqueológi- te, sobre el sector norte de Huaca Larga se ubican
cos asociados son contundentes acerca de la pre- la Plataforma 1 y los patios y recintos anexos, que
sencia Inka en el lugar, revelando además la notable podrían haber tenido un rol marcadamente pú-
jerarquía y alto nivel social de los personajes Inka blico, resolviendo actividades de recepción y re-
que residían en Túcume. Este es el caso del hallaz- presentación. De otro lado, el sector central, con
go en la Plataforma 2 de enterramientos que pare- la Plataforma 2, el área de cocina y sus recintos
cen corresponder a dos funcionarios y a un ore- anexos, sugieren espacios más privados con posi-
jón, cuyo atuendo y adorno personal correspon- bles ambientes residenciales, correspondientes a
derían a un personaje de alto rango, posiblemente una estructura del tipo ‘palacio’; mientras que los
el gobernador Inka de la región; así como el ente- recintos del sector sur podrían haber resuelto tanto
rramiento de un grupo de 19 mujeres que apa- actividades productivas como administrativas.
338 JOSÉ CANZIANI
Retomando el camino que flanquea de norte enmarcaron el espacio donde estaba enclavada la
a sur el lado este de Huaca Larga, su trazo antes piedra sagrada (Narváez 1996a: 113-132, fig. 77).
de girar hacia el este produce un quiebre escalo- Las excavaciones arqueológicas desarrolladas
nado, generando así un espacio en esquina donde en el edificio permiten sostener que antes que esta
se ubica una edificación relativamente pequeña, edificación tuviera esta forma, hubo una primera
pero de gran trascendencia denominada Templo versión que se habría limitado al muro sur, que
de la Piedra Sagrada. Dejando atrás Túcume, el presenta una sección adelgazada hacia la parte
camino habría proseguido su dirección hacia el superior, donde podría haberse dado la caracterís-
este, para intersectar a unos 14 km de distancia y tica coronación que exhiben las representaciones
en proximidad del establecimiento inca de Tambo de edificios en la cerámica Lambayeque. Durante
Real, el camino principal que recorría los valles esta primera época la piedra sagrada habría estado
de Lambayeque de norte a sur. expuesta frente a este muro sur y protegida por
un techo sostenido por las columnas (ibid.: fig. 79).
El Templo de la Piedra Sagrada Posteriormente, en una segunda época, se añadi-
rían los muros laterales y el frontal con el vano de
Esta pequeña estructura presenta una planta en la puerta. Finalmente, en una de las últimas
U y se ubica dentro de un recinto delimitado por remodelaciones, se añadirían hacia el exterior dos
muros de escasa altura. En el centro de la edifica- anchas banquetas que se despliegan diagonalmente
ción se encuentra enclavada verticalmente una a partir de la portada del templo (ibid.: fig. 83).
gran piedra sin trabajar o huanca, que parece ha- En las inmediaciones del templo se hallaron
ber sido objeto de culto y gran reverencia, a juz- evidencias de ofrendas, compuestas por conchas
gar tanto por la edificación que la alojaba como de mullu (Spondylus) en estado natural o labra-
por la cantidad y calidad sobresaliente de las ofren- das, figurinas y otros artefactos en miniatura he-
das depositadas en su entorno. chos de cobre y plata. En el caso de las ofrendas
La planta del templo mide 7.5 x 8 m y sus de época inka, sobresalen las figurinas de
muros, que están hechos con adobes plano con- spondylus y plata, algunas de estas cubiertas por
vexos, siguen los ejes cardinales. La puerta se ubi- finos atuendos textiles sujetados por tupus y ador-
caba al centro del frontis orientado hacia el norte. nadas con tocados de plumas, muy similares a las
El techo de la estructura fue soportado por 16 halladas en otros contextos de ofrendas imperiales
columnas de madera revestidas con cañas y inka, como los reportados en Cerro El Plomo
enlucidas con barro, que se dispusieron ordena- (Chile) y Pachacamac. Adicionalmente se reportó
damente a distancias equivalentes. En el interior la presencia de enterramientos de cuerpos huma-
del edificio se dispuso banquetas laterales que nos y de llamas (ibid.: 118-129).
Fig. 14 A y B. Túcume: el templo de la Piedra Sagrada en una primera fase y luego en una remodelación posterior (Narváez 1996a: figs. 79 y 83).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 339
La Huaca 1
rrespondería al período Lambayeque y declinaría constituye el muro de cierre norte del mismo com-
al final de la ocupación Chimú (Donnan y Cock plejo. En este tramo la muralla tiene unos 6.5 m
1986, 1997; Hecker y Hecker 1985). 5 de base y unos 3 m de alto, aunque bien podría
La ocupación Lambayeque, además de super- haber alcanzado originalmente unos 5 m de altu-
ponerse a sectores que evidencian ocupación ra. Si consideramos que inmediatamente del lado
Moche en el área central de la ciudad, también norte de la muralla se excavó una zanja de unos 3
reutilizó las pirámides monumentales construidas m. de ancho y 2.4 m de profundidad, podemos
en esta época, como es el caso de las Huacas 1 y tener idea de como mediante este recurso se acre-
31 (Donnan y Cock 1997: 12, fig. 4). Precisa- centó el impedimento de acceso y, al mismo tiem-
mente para limitar el acceso o proteger este sector po, se magnificó el impacto visual de las murallas
central del asentamiento, se habría construido una con el incremento resultante en su altura. Para
primera muralla o ‘muralla interior’, cuyo trazo trasponer formalmente la muralla interior y la
de este a oeste, inicia desde los acantilados al este zanja, se construyeron tres portadas de ingreso con
del sitio y conforma el lado norte de una serie de sus respectivos terraplenes que cruzaban la zanja.
complejos, entre ellos el de las Huacas 1 y 31; Entre estas portadas de la muralla interior, sobre-
mientras que más hacia el oeste su trazo se sale la que se encuentra en el eje central de la Huaca
desdibuja y la muralla es menos consistente, lo 1 y que se caracteriza por constituir el ingreso
que indicaría una menor inversión constructiva monumental a este complejo (Donnan y Cock
en este sector. Esta muralla interior, construida 1986: 51, fig. 5).
con la técnica de cámaras de adobe y relleno, tie- Aparentemente la ciudad habría tenido poste-
ne su tramo más formal en el sector este, especial- riormente una expansión hacia el norte, de lo que
mente frente al complejo de la Huaca 1, donde habría derivado la necesidad de construir una se-
5
En la publicación de los Hecker (1985) como en la primera de Donnan y Cock (1986), se hace referencia a la ocupación
Chimú, cuando en realidad esta está mayormente asociada a lo que se define como Lambayeque, tal como ha sido advertido en la
posterior publicación de Donnan y Cock (1997: 11-12).
342 JOSÉ CANZIANI
gunda muralla o ‘muralla exterior’. Esta igualmen- muralla interior como la exterior, con sus respec-
te tuvo un trayecto de este a oeste, sin embargo la tivas zanjas, constituyen un obstáculo que debió
zanja que la flanqueaba fue algo más ancha y al ser difícil de superar, esta característica se reduce
mismo tiempo menos profunda. La muralla fue tan sólo a sus tramos del lado este. Hacia el lado
también construida con la técnica de cámaras de oeste, donde tan sólo se encuentra la zanja o muros
relleno y alcanzó unos 9 m. de grosor con una de baja altura, o inclusive solamente los cauces de
altura de 4.5 m. que pudo haber sido original- erosión natural, es evidentemente que la dificultad
mente de unos 7 m. Esta segunda muralla tiene la de acceso fue menor o nula (ibid.: 52-59). Sobre
peculiaridad de bifurcarse en dos ramales a partir la posible función de estas murallas, en nuestra
de la parte media de su trayecto hacia el oeste. opinión debieron existir otros componentes que
Estas extensiones mayormente corresponden a las hoy desconocemos y que podrían ofrecer alterna-
zanjas excavadas y sólo en un caso existe un tra- tivas a las convencionales explicaciones defensivas.
mo parcial de muro de adobe. En el sector este de Desde esta perspectiva, las murallas de
la muralla exterior se registraron 4 portadas de Pacatnamú pudieron significar un límite físico de
acceso que, a diferencia de la muralla interior, no exclusión, que sancionaba el privilegio o no de
presentan terraplenes para atravesar la zanja, ya ciertos sectores de la población para acceder al
que en este caso simplemente se optó por inte- interior de la ciudad y a los espacios reservados de
rrumpir la excavación de la zanja frente a las por- esta; como también la posible demarcación de los
tadas (ibid.: 52, fig. 9). distintos espacios de ‘pasaje ritual’ que se condicen
Finalmente se habría emprendido el proyecto con el aparente carácter ceremonial de buena par-
de una tercera muralla aún más al norte, también te de su arquitectura monumental.6 Esta hipóte-
con un trazo de este a oeste casi paralelo a la mu- sis se refuerza si tomamos en cuenta que la princi-
ralla exterior. Sin embargo, su construcción que- pal entrada dispuesta en el sector central de la
dó inconclusa ya que no hay vestigio alguno de muralla interior, corresponde a la portada de in-
muralla y se aprecia solamente la excavación de la greso central de la Huaca 1 y que esta, a su vez,
zanja en los tramos correspondientes a los secto- constituye el único acceso al complejo en la que
res este y central, mientras que hacia el oeste su se encuentra. Igualmente abona en esta dirección
trazo concluye y se pierde en un cauce de la constatación de que los sectores más formales
escorrentía que termina en una pequeña quebra- de las murallas se localicen en sus tramos del lado
da que corta el acantilado hacia la playa. este, lo que coincide con la concentración de los
Existen varias interrogantes sobre la posible principales complejos con arquitectura monumen-
función defensiva de estas murallas. Si bien la tal en los sectores de la zona este de la ciudad.
6
Algo similar se aprecia en el santuario de Pachacamac en la costa central, que presenta por lo menos tres grandes cintas de
murallas y que tampoco parecen haber correspondido a funciones defensivas.
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 343
La mayoría de los complejos monumentales de mas o ‘altares’; c) una edificación más baja que la
Pacatnamú se caracterizan por presentar un pa- pirámide, que se ubica al este de la plaza y cuyas
trón típico, cuyo modelo se reitera con ligeras va- rampas se orientan al oeste; d) un recinto cerca-
riantes formales en su planeamiento, no obstante do al sur del complejo con edificaciones en su
las notables diferencias de tamaño que puedan interior; e) otros recintos y complejos menores
existir entre estos. Estos rasgos se pueden resumir que se presentan eventualmente al oeste y/o al
en las siguiente características principales: a) una este de la pirámide o la plaza. Entre estos com-
pirámide con dos o tres plataformas escalonadas plejos monumentales que presentan este típica
con edificaciones en la cima y con rampas orien- composición destacan las Huacas 1, 8, 9, 10, 12,
tadas al norte; b) una plaza al norte de la pirámi- 13, 16, 17 y 23a (Hecker y Hecker 1985: 26-27;
de, donde se ubican una o dos pequeñas platafor- Planos I y II).
de alguna función destacada dentro del complejo. nes, se reducen a los que estaban dotados de nichos
Al sur de este ambiente central se ubicaron otros o ‘alacenas,’7 aun cuando la delicada superficie
recintos menores, algunos de los cuales presentan de acabado de su base y la escasa abrasión que
nichos en sus muros del lado sur e ingresos con presentan las mismas indicarían que, si no estu-
burladero del lado norte (ibid.: 65; fig. 2 y 7). vieron adscritos a alguna función ceremonial, tan
El sector sur del complejo de la Huaca 1 está sólo podrían haber contenido objetos relativamen-
conformado por un complejo cercado por muros te livianos.
de 2.2 m de base y más de 3.5 m de alto, que Otro rasgo que diferencia el complejo al sur
forman una gran planta cuadrangular con 175 m de la Huaca 1 —si se lo compara con los de
de norte a sur y 170 m de este a oeste. De forma Chanchán— es la presencia al este del mismo de
similar a los complejos monumentales de estructuras que, por su forma, muros más delgados
Chanchán, presenta un único ingreso del lado y menor calidad de acabados, así como por los
norte resaltado por machones o pilastras que se contextos con deshechos, permitirían suponer que
proyectan hacia el sur de la portada. Pero, a dife- esta zona pudo estar destinada a funciones de tipo
rencia de los complejos de Chanchán, a partir de residencial.
este ingreso central no se accedía a una plaza, sino En cuanto a la presencia de otros posibles sec-
que se desarrollaban una serie de corredores de tores urbanos con funciones habitacionales, hay
recorrido laberíntico que privilegiaban la circula- algunas observaciones someras que reportan que
ción y el acceso a los conjuntos que se encontra- estos podrían haberse ubicado mayormente al
ban a lo largo del eje del complejo, por medio de oeste de la ciudad, como también en los extra
un largo corredor central; o conectaban con los muros al norte, en zonas donde coincidentemente
conjuntos que se ubicaban del lado oeste del com- se diluye la presencia de la arquitectura monumen-
plejo, a través de corredores paralelos al muro tal, pero se encuentran abundantes deshechos de
perimétrico del lado oeste. ocupación, que podrían haber correspondido a
Estos conjuntos al interior del sector sur del concentraciones de viviendas construidas con ma-
complejo de la Huaca 1 se caracterizan por pre- teriales perecederos como la quincha.
sentar una variada gama de arreglos espaciales, que
incluyen tramos de corredores con recorrido la-
beríntico, espacios abiertos a manera de peque- La ocupación Chimú del valle de
ñas plazas o patios, que se relacionan con recintos Jequetepeque
y estructuras que privilegian la planta en U y fre-
cuentemente lucen nichos en sus paredes; o tam- Durante la ocupación Chimú del valle de Jeque-
bién recintos muy singulares de planta cuadran- tepeque, se habría desarrollado el establecimiento
gular que tienen la particularidad de estar rodea- de Farfán, que se habría constituido en el principal
dos por sus cuatro lados por corredores centro de poder político de este estado en el valle.
perimétricos, lo que obliga a un recorrido labe- La localización del sitio es estratégica, ya que se
ríntico en espiral para ingresar a cada uno de ellos encuentra en una posición central con relación al
(ibid.: 70-78, figs. 8-16). valle agrícola y ubicado en proximidad de los ca-
A diferencia de los complejos monumentales minos que conectaban longitudinalmente los va-
de Chanchán, donde son frecuentes los depósitos lles de la costa de la región de norte a sur; como
y las estructuras conocidas como ‘audiencias’, en del camino de penetración hacia la sierra de
el sector sur del complejo de la Huaca 1 tan sólo Cajamarca. Aparentemente Farfán habría estado
se ha registrado una estructura que puede ser iden- articulado con algunos centros menores, como El
tificada como audiencia; mientras que no se repor- Algarrobal de Moro y Cabur, que habrían sido
tan estructuras de depósito similares a las de funcionales al control Chimú de los sectores nor-
Chanchán. Los únicos espacios que pudieron ha- te y sur del valle (Mackey 2004; Jiménez, Mackey
ber servido para el almacenamiento de ciertos bie- y Sapp 2004).
7
A diferencia de los clásicos nichos u hornacinas, que constituyen una cavidad en el paramento de los muros, en este caso
estas estructuras fueron adosadas posteriormente a los muros, construyendo primero su base, a manera de poyo elevado entre 65
a 110 cm del piso, para luego construir sobre esta los muros que constituían sus separaciones laterales. Dada la erosión que
presentan estos muros no es posible conocer las características y forma de los techos con que evidentemente contaban (Donnan
y Cock 1997: 77-78, Fig. 15).
346 JOSÉ CANZIANI
Farfán
y al sur de ésta un recinto con 3 depósitos que a la sociedad chimú como una organización so-
parecen haber funcionado en estrecha asociación cial dividida en clases con marcadas diferencias
con la plataforma. sociales. En la cima de esta sociedad tendríamos a
Con la ocupación inka del sitio, es notable la elite gobernante, rodeada de un cuerpo de no-
constatar que se efectúan una serie de remode- bles y especialistas, y en el otro extremo a los sec-
laciones en los complejos, las que habrían tenido tores populares, que residían en los barrios sin
por objeto aumentar sustancialmente la cantidad mayor planificación y con edificaciones construi-
de estructuras de depósito, duplicando las ante- das predominantemente con materiales rústicos.
riormente existentes, así como generar espacios Para tener una idea somera del boato de la
para la aparente residencia de los funcionarios nobleza, que constituía la clase dominante de es-
inka. Se propone, inclusive, que una plataforma tas formaciones sociales, basta conocer la lista de
construida al interior del sector 2 del complejo algunos de los funcionarios que acompañaban a
VI podría haber respondido a la función de un Naymlap, el mítico fundador de Lambayeque.
ushnu, la tradicional estructura ceremonial inka Según el cronista Cabello Balboa, estos serían: el
(Mackey 2003: 339-340, fig. 16). soplador de la concha (tocador de pututo?); el
maestro de cámara y el trono; el celador real; el
esparcidor de conchas molidas al paso del señor;
La sociedad Chimú el cocinero real; el camarero de la pintura facial;
el maestro del baño; y el proveedor de la ropa de
Es sintomático que el florecimiento de la socie- tela de plumas8 (Rowe 1970: 342). Ciertamente
dad Chimú y de su capital, la ciudad de Chanchán, la nobleza Chimú debió tener una sofisticación
hayan tenido como centro el valle de Moche, lo similar sino mayor, tanto en número como en la
que de alguna manera establece un línea de co- diversidad de funcionarios dedicados a diferentes
nexión y continuidad con las raíces del antiguo oficios y servicios, especialmente si es que nos ate-
poder de sus ancestros Moche, el que también tuvo nemos a su expresión en la extraordinaria com-
como centro la región nuclear de los valles de plejidad, diversidad formal y exquisitos acabados
Moche y Chicama. que exhibe la arquitectura monumental de
A partir de la fundación mítica del reino del Chanchán que reseñamos a continuación.
Chimor por Tacaynamo, sus descendientes ha-
brían expandido notablemente el reino con la con- La Ciudad de Chanchán9
quista de los valles vecinos, llegando hasta Saña
(Lambayeque) por el norte y el Santa (Ancash) Uno de los asentamientos prehispánicos más im-
por el sur. Según la Historia Anónima, al final del portantes del área andina, lo constituye la ciudad
período, y hasta la época del gobierno de Min- de Chanchán, la capital del estado Chimú. Esta
chancaman —en que se dio la conquista inka de ciudad se ubica en la costa norte peruana, en el
la costa norte— los Chimú habrían extendido su valle del río Moche y pocos kilómetros al norte
dominación desde Tumbes hasta Carabayllo (Chi- de la moderna ciudad de Trujillo. Los restos de
llón) al norte de Lima. Sin embargo, podemos este extenso centro urbano cubren un área de apro-
presumir que el posible control sobre estas últi- ximadamente 20 kilómetros cuadrados, si bien el
mas regiones —especialmente el supuesto domi- área nuclear, asociada a la presencia de arquitec-
nio sobre el norte de la comarca de Lima— debió tura monumental, tiene una extensión de unos 6
ser de corta duración (Rowe 1970: 333-336). kilómetros cuadrados (equivalente a 600 ha).
Tanto la arquitectura de los complejos políti- Este imponente centro urbano constituye uno
co administrativos y su diferenciación con otros de los vestigios más sobresalientes del antiguo
sectores de la ciudad, como la información ar- Perú, entre otras razones por ser uno de los pocos
queológica y etnohistórica, coinciden en señalar casos en el ámbito mundial de la conservación de
8
Llapchiluli, el fabricante de telas de plumas de la corte de Naymlap, habría fundado Jayanca (Rowe 1970: 331), lo que
indicaría que además de la nobleza por lazos de parentesco, estos funcionarios de la corte quizás habrían sido también nobles o,
en todo caso, personajes de alto estatus que gozaban de similares privilegios.
9
Una primera versión de este texto, aquí revisado, apareció en el artículo “Chanchán: Arquitectura y Urbanismo de la
Ciudad”, publicado en la Revista Arquitectura Panamericana, órgano de la Federación Panamericana de las Asociaciones de
Arquitectos (Canziani 1992).
348 JOSÉ CANZIANI
las ruinas de una ciudad de notable extensión y y muchas veces entre las ciudadelas y los complejos
complejidad y que, salvo la erosión natural, la arquitectónicos monumentales, se encuentran
depredación de los buscadores de tesoros desde grandes extensiones con estructuras construidas
época colonial y la reciente expansión urbana, aún mayormente con materiales perecederos y que
se conserva, por lo menos en su sector monumen- corresponden a lo que se conoce como ‘barrios
tal, en relativamente buenas condiciones.10 populares’.
De esta manera Chanchán constituye una
fuente excepcional para el estudio y conocimien- Los Complejos Político Administrativos
to de la sociedad chimú, sus niveles de desarrollo,
sus formas de organización social y, en particular, Se han identificado en Chanchán por lo menos
del modo de vida urbano de sus habitantes. En diez de estos grandes recintos con arquitectura
esta sección se presenta una apretada síntesis de monumental, que son conocidos con los nombres
las principales características de este importante de Chayhuac, Uhle, Tello, Laberinto, Gran Chimú,
asentamiento, a la luz de las investigaciones ar- Squier, Velarde, Bandelier, Tschudi y Rivero. Si
queológicas desarrolladas en el sitio. bien existe una cierta diversidad de soluciones en
La ciudad de Chanchán presenta en su área su planeamiento, que aparentemente responden
nuclear una organización particular del espacio a los cambios que se procesan en la evolución his-
urbano. El componente principal está constituido tórica de la ciudad, como se verá mas adelante,
por Complejos Político Administrativos —popu- estas comparten una serie de rasgos comunes.
larmente conocidos como ‘ciudadelas’— grandes Entre estos destaca una gran área cercada por
recintos cercados que contienen estructuras arqui- murallas, generalmente de planta rectangular; una
tectónicas de características monumentales. En las orientación dominante norte sur; la división de
áreas próximas a estas se ubican otros importantes los complejos cercados generalmente en tres secto-
complejos arquitectónicos, que comparten rasgos res; un alto grado de planificación; y una serie de
formales y constructivos con las ciudadelas, si bien patrones y elementos arquitectónicos comunes,
de dimensiones menores y sin los niveles de aca- tales como los accesos principales ubicados hacia
bado que caracterizan a estas. En los alrededores el norte, una zonificación similar de los sectores
10
Estas extraordinarias características han conducido a su reconocimiento por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la
Humanidad en 1986.
350 JOSÉ CANZIANI
carácter político administrativo, como sucede con los complejos arquitectónicos conocidos como
las plazas, los patios y otras áreas libres ligadas a la «arquitectura de elite» o «arquitectura interme-
recepción de los concurrentes a estos complejos y dia», o en todo caso en los complejos llamados
al desarrollo de determinadas actividades y cere- «anexos», por ser grandes recintos que se encuen-
monias y, al mismo tiempo, en cuanto elementos tran adosados a los lados de los Complejos Políti-
centrales de acceso a los corredores que comuni- co Administrativos y que además de patios, au-
caban con los recintos interiores. Lo mismo suce- diencias y depósitos, presentan también estructu-
de con los recintos en que se encuentran los de- ras que morfológicamente podrían corresponder
pósitos y las audiencias, que ocupan prácticamente a residencias de elite (Klymyshyn 1980, 1982).
toda el área de los complejos, además de las áreas
libres y de circulación.11 Los Complejos Arquitectónicos de Elite
De otro lado, la viviendas que se encuentran
en el sector sur de los complejos, como hemos Se trata de complejos de dimensiones algo meno-
visto, están construidas con materiales perecede- res y de planta ortogonal, también construidos
ros y parecen corresponder a personal de servicio con muros de adobe, que presentan una gran va-
presente dentro de los complejos. De esta mane- riedad formal e igualmente una fuerte diferencia-
ra, si se considera que las estructuras dentro de ción en cuanto a extensión y calidad de los acaba-
los Complejos Político Administrativos, no están dos se refiere. Sin embargo, en todos estos com-
asociadas a funciones residenciales correspondien- plejos arquitectónicos se advierte una constante,
tes a la elite gobernante y su corte, sino mas bien que reside tanto en el hecho de compartir una
a funciones político administrativas desempeña- serie de elementos y rasgos arquitectónicos con
das por estos mismos personajes, se puede soste- los Complejos Político Administrativos (plazas o
ner la hipótesis que las estructuras que absolvie- patios, audiencias, depósitos, pozos de agua, etc.);
ron esta función se deberían ubicar en algunos de como también en la reiteración, en mayor o me-
11
De la enorme capacidad de almacenamiento, resultante del predominio de éste tipo de estructuras en relación al área
techada de estos complejos, se puede deducir la importancia que estos tenían en la estructuración del poder económico estable-
cido por la elite chimú. Desde esta perspectiva, se puede apreciar la función de los complejos político administrativos o ‘ciudade-
las’, en cuanto instrumentos de acumulación de distinto tipo de bienes, que debieron servir de base tanto para las inversiones en
obras públicas del Estado que la elite conducía, como para la operación de los sistemas redistributivos que le garantizaban a ésta
el acceso a la fuerza de trabajo.
354 JOSÉ CANZIANI
entre ellos y articulaban los barrios con el resto de Fig. 41. Chanchán: plano de conjuntos asociados a caravaneros
(Topic 1990: fig. 13).
la ciudad. En las áreas libres de los conjuntos de
carácter habitacional se ha registrado el desarro-
llo de actividades domésticas asociadas a la pre-
sencia de fogones, batanes y otras evidencias de la
preparación de alimentos, de la crianza de anima-
les de corral y en general de la vida cotidiana de
estos pobladores.
Pero es de fundamental importancia destacar
el hecho de que en estos barrios se registra también
la presencia de una serie de actividades producti-
vas, mayormente vinculadas con las manufacturas.
Estas actividades están presentes desde los niveles
domésticos hasta el de los talleres especializados,
dedicados a la elaboración de textiles, cerámica,
metalurgia y orfebrería, abalorios, objetos de ma-
dera, etc. Las evidencias de producción de manu-
facturas de tipo especializado en estas áreas, son
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 357
de tal magnitud que permiten suponer que el grue- La ciudad en sus inicios habría partido de un
so de la población de estos barrios tenía como modelo urbanístico, conformado por un gran re-
ocupación principal este tipo de actividades pro- cinto rectangular que a su vez se subdividía en 3
ductivas (Topic 1980, 1982, 1990). mediante grandes murallas de adobe. En el sector
Las excavaciones arqueológicas realizadas en central se ubicaría como elemento nuclear el com-
estos sectores de la ciudad, han permitido estable- plejo político administrativo o ‘ciudadela’; en el
cer algunas diferenciaciones de carácter funcio- sector al este se instalarían algunas plataformas de
nal. Este es el caso de los llamados «barrios» aparente función ceremonial; mientras que el sec-
populares con población mayormente dedicada a tor oeste posiblemente habría sido asignado para
la producción artesanal; de ciertos sectores con la instalación de edificaciones menores, destina-
viviendas que parecen corresponder a las personas das a los sectores habitacionales y a la producción
adscritas al servicio de la elite de los Complejos de manufacturas.
Político Administrativos y que se ubican en las Este modelo se reiteraría en la sucesiva expan-
proximidades de estas; y de estructuras con corra- sión de la ciudad hacia el norte, conforme se desa-
les posiblemente asociadas con grupos de tratan- rrollaban nuevos sectores que tenían por centro sus
tes o mercaderes relacionados con el manejo de respectivas ‘ciudadelas’. De acuerdo a esta hipótesis,
las caravanas de llamas y el intercambio a distan- hasta culminar con la expansión correspondiente
cia a lo largo de la costa norte y hacia las regiones al sector dominado por el complejo Gran Chimú,
cordilleranas. el desarrollo de la ciudad habría sido relativamente
ordenado, pero por algún motivo las siguientes eta-
El Urbanismo de Chanchán pas de su crecimiento se desarrollarían reocupando
las zonas previamente urbanizadas, lo que habría
A primera vista Chanchán presenta una imagen significado grandes eventos de remodelación sobre
contradictoria, en la que destaca la extrema plani- sectores urbanos preexistentes, o el adosamiento de
ficación de determinados complejos, como es el nuevos complejos y edificaciones en las áreas dis-
caso de los Complejos Político Administrativos, ponibles entre los ya existentes, generándose así esa
y de otro lado una traza urbana en la que no se impresión algo caótica que presenta la imagen de
aprecia un ordenamiento muy claro y menos aún la ciudad en su última ocupación y cuyas ruinas
la existencia de determinados ejes directrices o de conocemos hoy (Williams 1986-1987).
sistemas de circulación acordes con una ciudad Los Complejos Político Administrativos
de su naturaleza. Sin embargo, el panorama re- tempranos serían los denominados: Chayhuac y
sulta algo más comprensible si tenemos en cuenta Uhle, a los que les sigue Gran Chimú que con su
que la ciudad que apreciamos refleja su estado fi- extenso proyecto sella la máxima expansión urbana
nal, correspondiente a las fases tardías en la que se de la ciudad; a los que luego le seguirían Velarde,
acumuló toda una secuencia de desarrollo y Laberinto, Squier, Rivero, Bandelier, y Tshudi, su-
remodelaciones que se sucedieron a lo largo de mando así nueve ‘ciudadelas’. Se ha sugerido que
mas de cinco siglos (900 al 1450 d. C.) de evolu- esta particular forma de desarrollo urbano se ex-
ción histórica. plicaría a partir del hecho que los distintos Com-
Hoy en día sabemos que la ciudad se fundó a plejos Político Administrativos, el eje nuclear de
escasa distancia del mar, con la construcción de la ciudad, corresponderían a los sucesivos palacios
complejos como Chayhuac y Uhle, prosiguiendo que erige la dinastía de gobernantes de este pode-
posteriormente su avance hacia el norte con la roso Estado. En este sentido, se ha planteado la
construcción de los grandes cercados asociados al hipótesis de que el numero de los Complejos Polí-
complejo Gran Chimú, que correspondería a la tico Administrativos correspondería aproximada-
época de máxima expansión (1150-1300 d.C.). mente al número de gobernantes que habría teni-
Posteriormente, este plan de desarrollo urbano su- do la ciudad (Rowe 1970). De esta manera, cada
frió una aparente involución, caracterizada por la gobernante habría construido como sede de su
construcción de nuevos complejos en los espacios poder político su propio palacio, en el que se cen-
libres dejados entre los preexistentes, de modo tal tralizaban las actividades relacionadas con la ad-
que el desarrollo urbano retorna sobre sus pro- ministración estatal conducida por los funciona-
pios pasos, aproximándose nuevamente al mar con rios de su corte. Estos complejos en los que se
la construcción de Complejos Político Adminis- concentraba una gran cantidad de bienes, en el
trativos tardíos como Velarde, Bandelier, Tschudi marco de una política redistributiva que consti-
y Rivero. tuye una de las fuentes de poder del gobernante, a
358 JOSÉ CANZIANI
su muerte habrían sido convertidos en una suerte de la población urbana, además de expresarse en
de mausoleos, edificándose dentro de las ciuda- la arquitectura, han sido documentados inclusive
delas, sendas plataformas funerarias destinadas a en aspectos propios de la vida cotidiana y del ac-
contener la tumba real y las de los miembros de ceso a los servicios urbanos por parte de los habi-
su corte. tantes de la ciudad.
En la lógica de esta misma hipótesis, el nuevo Los enormes amurallamientos que encierran
gobernante, heredero del poder político en el los Complejos Político Administrativos y la exis-
marco de un sistema de ‘herencia dividida’, que- tencia en estas de un único acceso, fuertemente
daba obligado a proseguir la política de conquis- controlado y restringido, grafican claramente una
tas territoriales o a la ejecución de nuevas obras separación neta entre la elite gobernante y los res-
publicas que le permitieran adquirir las rentas para tantes sectores sociales. Estas características, aun-
el sustento de su propia corte. De otro lado, la que en menor grado, son compartidas por los
corte y parientes del gobernante difunto, habrían complejos menores, asociados a las residencias de
proseguido la administración de sus bienes y go- la elite y a distintos tipos de edificaciones admi-
zado de las rentas obtenidas por este. Bajo este nistrativas. En este sentido, basta constatar que
esquema, la máxima expansión urbana, asociada los miles de metros cuadrados destinados al al-
a la construcción del complejo Gran Chimú, co- macenamiento de distintos productos y de bienes
incidiría con la expansión del Estado a los valles suntuarios, están concentrados casi exclusivamente
de Lambayeque y posteriormente hasta Tumbes en este tipo de complejos. Igualmente, en lo que
por el norte, mientras hacia el sur la expansión a acceso a los servicios urbanos se refiere, estos
habría llegado hasta los valles de Pativilca. sectores sociales, como se ha visto, cuentan con
En todo caso, estas son hipótesis que deberán abundantes pozos de agua de uso exclusivo y di-
necesariamente ponerse a prueba mediante el de- recto dentro de estos recintos.
sarrollo de las futuras investigaciones. Lo que si De otro lado, los sectores populares habitan-
es un hecho comprobado, es la existencia de Com- tes de los barrios construidos con materiales pere-
plejos Político Administrativos ya abandonados cederos, cuentan con escasos espacios de depósi-
en el momento en que se construyen otros más to, los que mayormente están asociados al alma-
recientes, como se constata con la construccion cenamiento de materias primas, de instrumentos
de los complejos Bandelier y Velarde que afectan y de productos propios de las manufacturas que
seriamente, si no es que clausuran definitivamen- allí se desarrollaban, dependiendo para el abaste-
te, los accesos al norte de los complejos Uhle y cimiento de los productos alimenticios y de los
Laberinto, respectivamente. Por otra parte, este bienes que no producen, del sistema redistributivo
esquema hipotético se complica con el hallazgo, del Estado en el cual los términos del intercam-
en excavaciones realizadas en el complejo Tshudi, bio debieron favorecer a éste último. En cuanto
de edificaciones preexistentes que fueron al acceso a servicios, como el abastecimiento de
remodeladas cuando se les superpuso la agua, se observa tan solo la existencia de algunos
construccion de un nuevo complejo. pozos de tipo comunal que abastecen en conjun-
to a la población de los distintos barrios.
De las peculiares características urbanas de una Uno de los aspectos que más destaca en el desa-
ciudad como Chanchán, emergen una serie de ele- rrollo urbano de Chanchán, es su asociación con
mentos que permiten la construccion de el desarrollo de grandes obras públicas. Este es
inferencias sustantivas acerca de su organización especialmente el caso de las obras de canalización
social. En este sentido, la organización del asenta- para la irrigación artificial y la habilitación de
miento refleja una fuerte estratificación, con clases nuevas tierras de cultivo, que interesan la margen
sociales distintas ocupando diferentes áreas urba- derecha del valle de Moche. Estas obras de irriga-
nas y con una arquitectura que expresa claramente ción comprendieron en un determinado momento
estos niveles de diferenciación social. Las diferen- la ejecución de una ambiciosa obra de canaliza-
cias sociales, derivadas de la distinta participación ción, como fue la del canal de La Cumbre cuya
en los procesos productivos y las formas de distri- extensión alcanza más de 80 km de recorrido, con
bución de la riqueza entre los distintos sectores la finalidad de derivar aguas de la cuenca del río
360 JOSÉ CANZIANI
Chicama a aquella del río Moche de menor cau- que se conectan entre sí mediante corredores de
dal (Ortloff 1981).12 recorrido laberíntico, mientras los vanos de las
Estas obras públicas habrían sido de funda- puertas están resaltados con machones o pilastras
mental importancia para el Estado Chimú, al te- en sus jambas. Se reporta en estos complejos es-
ner la finalidad de extender las áreas disponibles tructuras similares a las ‘audiencias’ y algunos de
para la producción agrícola por encima del piso los ambientes principales lucen nichos o incor-
aluvial de estos valles, interesando las pampas y poran alacenas (ibid.: figs. 2-5). Estos rasgos ar-
laderas eriazas que se ubicaban sobre sus márge- quitectónicos, a los que hay que agregar el desa-
nes. Este es especialmente el caso del sector deno- rrollo de patios, banquetas y rampas, así como la
minado pampa de La Esperanza, ubicado preci- presencia de ambientes de cocina —en una posi-
samente al norte de la ciudad de Chanchán. Se ha ción muy similar a la que se presenta en los com-
sugerido también un propósito colateral al de la plejos político administrativos de Chanchán—
irrigación, que habría sido incrementar el acuífero sugeriría que también en algunos de estos com-
de la napa subterránea, por la importancia vital plejos rurales se desarrollaran actividades de re-
que esta tenía para el abastecimiento de agua de presentación pública por parte de los funciona-
los pozos de la ciudad. rios destacados en ellas, que en éste caso debieron
En estos sectores de expansión agrícola rela- estar relacionadas con las formas de movilización
cionados con el canal de La Cumbre, se registra la de la población convocada para el mantenimien-
presencia de algunos complejos administrativos, to de las obras de irrigación o para el desarrollo
como Quebrada del Oso y El Milagro de San José de las labores de cultivo en los campos.
(Keatinge 1980: fig. 1). Estos sitios están estre- Una población ciertamente numerosa como
chamente asociados a canales secundarios y a sis- la que habitaba en Chanchán, mayormente desli-
temas de campos de cultivo y si bien sus edificios gada de los trabajos agrícolas e involucrada en la
están construidos con mampostería de piedra, sus producción de manufacturas o de servicios espe-
rasgos son propios de la arquitectura chimú. Es- cializados, requería necesariamente del aprovisio-
tos complejos presentan plantas rectangulares y namiento de ingentes cantidades de productos
una traza ortogonal de los ambientes interiores, agrícolas, que en gran parte debieron provenir del
12
Además de la enorme envergadura constructiva, una obra hidráulica de esta naturaleza implica un reto mayor de ingenie-
ría, ya que en el diseño del canal es preciso ubicar el punto de la bocatoma y definir el trazo y sección del canal, de forma tal que
el caudal de agua transcurra con la pendiente ideal en todo este complicado recorrido. A lo que hay que agregar un factor
condicionante a resolver, cual fue trasponer la cota del nivel del abra o divisoria entre el valle del Chicama y el de Moche en el
sector que se ubica al noreste del Cerro Campana (Ortloff 1981).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 361
Manchán
13
Si bien en la literatura arqueológica se encuentran innumerables referencias a Paramonga como un sitio afiliado a la
expansión sureña del estado Chimú, no conocemos estudios detallados que definan tanto la naturaleza de esta ocupación en el
sitio, como tampoco la extensión y características generales del asentamiento más allá de la evidente presencia del complejo
monumental (Langlois 1938).
362 JOSÉ CANZIANI
Fig. 47. Foto aérea de un posible sector del asentamiento de Pancha La Huaca ya desaparecido (SAN; Kosok 1965).
tapices, bordados, brocados, los encajes de hilo y y, por lo tanto, desligado de las extraordinarias
gasas de una extraordinaria finura y despliegue realizaciones de sus habitantes.
técnico, que presentan figuras de aves, peces y otros Algunos alcances acerca de las características
animales como los felinos. Además se desarrolló del urbanismo y la arquitectura Chancay nos los
la pintura sobre tela y un importante arte proporcionan los trabajos conducidos por Krza-
plumario. nowski (1991), que se concentraron en los sitios
Todo este notable conjunto de expresiones y de Pisquillo Chico y Lauri ubicados en el valle de
alto nivel de desarrollo de las manufacturas Chancay. Estos asentamientos principales se esta-
Chancay, debió comprometer evidentes grados de blecieron en planicies ubicadas por encima de los
especialización y la segregación espacial de proce- límites de los campos de cultivo y en ellos se pue-
sos productivos que, por lo general, se concen- de observar sectores densamente edificados y otros
tran en centros urbanos y se asocian a un modo destinados a cementerios. Tuvieron estos asenta-
de vida urbano de sus productores. Esta perspec- mientos una gran extensión, ya que si se excluye
tiva interpretativa nos permite en parte explicar- los sectores correspondientes a los cementerios,
nos el desarrollo urbano alcanzado por muchos en ellos el área edificada superaba las 20 ha.
de sus asentamientos, lo que hoy es difícil de en- En Pisquillo Chico, que aún presenta una
tender no solamente por la destrucción que los mejor conservación, se pueden reconocer 4 sec-
ha afectado irremediablemente, sino también por- tores o ‘barrios’ que presentan diferentes tipos de
qué lo que resta de ellos permanece sin investigar arquitectura. Entre estos destaca el sector central
Fig. 48 - Foto aérea del sitio de Cuyo en el valle de Chancay (SAN; Kosok 1965).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 365
del asentamiento, donde se concentran plazas y 6 se encuentran conjuntos de edificios que parecen
complejos que integran edificaciones piramidales. haber correspondido a residencias de los miem-
Estos edificios piramidales, mayormente construi- bros de la elite, caracterizándose por presentar una
dos con adobe, son de planta rectangular con pla- gran cantidad de recintos asociados a plazuelas.
taformas escalonadas dotadas de rampas, frente a En los extremos al este y oeste del sitio se loca-
los cuales se ubica una plaza cercada por una gruesa lizan dos sectores que deben de haber concentra-
muralla. A los lados de esta plaza es frecuente ob- do el grueso de la población, a deducir de la alta
servar el alineamiento de compartimientos, que densidad de las estructuras construidas una al lado
posiblemente funcionaron como depósitos. Estas de la otra. Tanto la concentración y dimensiones
edificaciones piramidales estaban rodeadas por reducidas de estas edificaciones, como el hecho
recintos rectangulares y otros edificios menores de que estén construidas mayormente con piedra
que, en conjunto, conformaban complejos de evi- de campo, permiten suponer que corresponderían
dente carácter público.14 a los lugares de vivienda de los sectores populares
Al suroeste del sitio hay otro sector que presenta del asentamiento.
por lo menos 3 montículos, que sumados a los 6 Al sur del sitio se localiza el cementerio asocia-
del sector central, resultan en la presencia de 9 de do al asentamiento. Este se segrega parcialmente
estos complejos en Pisquillo Chico. Entre estos al estar separado de los sectores edificados por una
complejos como en otros sectores del asentamiento, cresta del cerro, que corre de este a oeste, formando
14
Este modelo arquitectónico, recurrente en los principales sitios Chancay, tiene una estrecha semejanza con las pirámides
con rampa presentes en Pachacamac y en otros sitios de la comarca de Lima.
366 JOSÉ CANZIANI
una pequeña quebrada que fue totalmente ocupada A, que se asienta en una quebrada seca, no obs-
por el cementerio. Esta especial localización del tante su extensión que supera las 20 ha. parece
cementerio restringía su acceso, siendo este posible haber estado constituido mayormente por estruc-
tan sólo desde o a través del asentamiento (ibid.: turas de vivienda, si bien en ellos se destacan al-
39-44. fig. 2). Si bien en el estudio de Krzanowski, gunos complejos aislados de planta rectangular
no se hace referencia a la existencia de calles o que podrían haber resuelto alguna función admi-
pasajes, tanto en la foto aérea como en el plano nistrativa o residencial de elite (ibid.: 49. fig. 11).
publicado de Pisquillo, se aprecia la posible pre- Finalmente, se señala la posible presencia de
sencia de pasajes o vías de circulación que corren complejos palaciegos. Se trata de sitios, como
de este a oeste y transversalmente de norte a sur. Andahuasi A y B, Casablanca en el valle de
En el caso de Lauri, si bien la destrucción ha Huaura; y Pancha la Huaca y Tronconal en el de
sido mayor, se ha observado en la parte central Chancay. Estos se localizan en las márgenes de los
del sitio una configuración similar a la de Pisquillo valles y tienen una extensión que varía de 1 a 3
Chico, ya que aquí también se concentraron unos ha. Están conformados por conjuntos que exhi-
6 complejos con montículos piramidales, con sus ben una arquitectura muy similar a la de los sec-
características plazas y recintos contiguos. En las tores residenciales reportados en Pisquillo Chico.
zonas al sur y este del asentamiento debieron de Estos conjuntos arquitectónicos se presentan
encontrarse los sectores de vivienda que han des- aislados o algo distanciados entre sí. La organiza-
aparecido a raíz de la destrucción del sitio. En ción de sus recintos responde a un trazo ortogonal
Lauri llama la atención la extensión de las áreas y en algunos casos presentan corredores de reco-
de cementerio, ya que estos ocupan una exten- rrido laberíntico. En Casablanca B se advierte la
sión igual o mayor que los sectores ocupados por presencia de pasajes y algunas posibles plazuelas
edificaciones. En realidad se trata de dos cemen- que articulan varios conjuntos arquitectónicos que
terios, uno al oeste claramente sectorizado entre integran plataformas con rampas (ibid.: fig. 9).
la ladera del cerro y una muralla que lo separa del Edificaciones con plataformas escalonadas y ram-
asentamiento en su lado este; el otro es difuso y pa central también se reportan en el caso de
rodea al asentamiento por el norte y este llegando Tronconal (Negro 1991: fig. 8). Otras edificacio-
a penetrar, inclusive, entre los edificios a excep- nes en Pancha La Huaca presentan ambientes con
ción de los complejos públicos, lo que podría dar banquetas y unos singulares cornisamientos que
a entender que algunos de los sectores del asenta- se desarrollan en la parte media de los paramen-
miento pudieron haber estado ya en abandono tos y sobre los cuales se elaboraron nichos, rasgos
cuando fueron reutilizados como áreas de ente- que evidenciarían el carácter público de estos edi-
rramiento (ibid.: 44. fig. 5). ficios (ibid.: fig.6).
Otros asentamientos tuvieron características
algo distintas, ya que aun siendo relativamente
Fig. 52. Casablanca: plano del asentamiento ubicado en el valle de
extensos no presentan complejos con edificios Huaura (Krzanowski 1991: fig. 9).
piramidales, lo que indicaría importantes diferen-
cias de orden funcional. En el caso de Lumbra su
mayor extensión correspondía a sistemas agríco-
las, que comprendían campos de cultivo, canales
y reservorios; mientras que los sectores con edifi-
caciones cubrían unas 12 ha. En el caso de Cañas
En cuanto a obras públicas y expansión de la con la técnica del repujado, martillando una úni-
actividad agrícola, se presume que en esta época ca lámina de plata en un molde de madera dura.
se construye el gran canal de irrigación de Surco,15
que tiene su bocatoma sobre el río Rímac a la al-
tura de Ate y se desarrolla atravesando los actua- Cajamarquilla
les distritos de Ate, La Molina y Surco, dirigién-
dose hasta Villa en Chorrillos, permitiendo así el
riego de estos sectores del valle que dejaron de ser Este antiguo centro teocrático de época Lima, en
eriazos, para ser incorporados a la considerable el que destacaban construcciones piramidales al-
extensión de tierras agrícolas que ya sumaban los rededor de las cuales se organizaban complejos
valles de esta comarca. arquitectónicos, habría conocido un fuerte creci-
En cuanto a las manufacturas desarrolladas du- miento durante el Horizonte Medio, cuando po-
rante este período en la región, se conoce bastan- siblemente se define el desarrollo de grandes cer-
te poco de ellas, limitándose la información a los cados de trazo ortogonal o trapezoidal. Las posi-
aspectos relacionados con la producción de cerá- bles causas del desencadenamiento de este desa-
mica, que privilegia la decoración con tonos blan- rrollo urbano en el sitio durante el Horizonte
cos y negros; existen ejemplares de ídolos tallados Medio, a contra corriente de la declinación de
en madera como los hallados en el sitio de otros importantes centros urbano teocráticos
Pachacamac. En el caso de la orfebrería, son co- como Maranga, es aún materia de investigación.
munes los vasos de plata que representan rostros Algunas explicaciones se han avanzado, aunque
con narices prominentes y que fueron realizados con escasa documentación empírica, y proponen
Fig. 54. Cajamarquilla: foto aérea del asentamiento (SAN; Kosok 1965).
15
Por una deformación colonial, y que quizás deriva del desconocimiento de la importancia de estas obras públicas prehispánicas,
confundiéndolas con cursos naturales, se les ha venido denominando como “ríos”, figurando este antiguo canal en la cartografía
como “Río Surco”.
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 369
como causa de éste fenómeno la presencia o la Yauyos, por el propio curso del valle al este, o si-
influencia de Wari en la costa central. Sin embar- guiendo la quebrada de Tinajas hacia el sureste.
go, estas posibles influencias —al igual que en En cuanto al entendimiento de la traza urba-
otras ciudades costeñas de la época— aparente- na y la posible evolución histórica de esta extensa
mente se habrían procesado dentro de una fuerte ciudad que abarca algo más de 100 ha, el panora-
matriz local, como lo testimonia la cultura mate- ma es sumamente confuso y resulta patente tanto
rial caracterizada por el estilo cerámico Nievería. del examen de las aerofotografías, como del pro-
En un período en el cual las relaciones con las pio recorrido de sus ruinas. Por una parte, se apre-
zonas alto andinas se intensificaron y cobró un cia el desarrollo relativamente ordenado de los
importante impulso la articulación de sistemas de complejos principales, como es el caso del Con-
intercambio, se ha llamado también la atención a junto Tello que se ubica al noreste (Mogrovejo y
propósito de la ubicación estratégica de la ciu- Segura 2000: fig. 1), y de otros complejos algo
dad. Efectivamente, esta se localiza a unos 25 km menores pero no menos importantes, al igual que
del mar y se encuentra en un punto intermedio la posible presencia de plazas y calles. Por otra
entre el valle bajo y medio del valle Rímac, con parte, especialmente en los sectores hacia el sur y
acceso hacia las zonas más altas propias de la oeste, se observa una configuración muy densa y
chaupi yunga. Al mismo tiempo, la localización caótica, que parece fruto de la sucesiva y espontá-
en la margen derecha del valle, en su encuentro nea agregación de estructuras, sin mayor orden ni
con la quebrada de Jicamarca o Huaycoloro, la concierto, donde resulta difícil establecer, no so-
ubica en una posición privilegiada respecto a esta lamente las vías de circulación, sino la propia so-
quebrada que constituye un corredor natural de lución de los aspectos logísticos y servicios pro-
ascenso directo hacia la serranía de Canta.16 Esta pios de la operación de toda gran ciudad. ¿Cuales
localización, favorece inclusive su comunicación fueron las formas de abastecimiento de agua, los
hacia el sur —atravesando el paso de Manchay— alimentos y otros recursos necesarios para la sub-
y desde este punto medio del valle de Lurín, diri- sistencia y actividades productivas de sus habi-
girse hacia Pachacamac al suroeste, o emprender tantes? ¿Cuales las formas de deshecho de la basu-
el ascenso hacia las serranías de Huarochirí y ra y las excretas en una urbe de esa densidad y
16
Todavía en tiempos coloniales por esta quebrada grupos de arrieros transportaban hielo desde los nevados de altura, que era
requerido por los heladeros de la ciudad de Lima de ese entonces. Del lugar donde hacían pascana antes de continuar su camino
hacia la ciudad, derivaría precisamente el nombre de la hacienda Nievería (Villar Córdoba 1935: 184).
370 JOSÉ CANZIANI
notable población? ¿Podrían haber sido estos pro- Es evidente que las extraordinarias características
blemas y el sobre dimensionamiento de la ciudad de esta ciudad plantean muchas y diversas
las posibles causas de su crisis y posterior abandono? interrogantes, que esperamos sean despejadas
pronto por las investigaciones arqueológicas que
Fig. 56 A. Cajamarquilla: vista de una de las pocas calles de la ciu- se conducen en el sitio.
dad, flanqueada por altos murallones de tapia(Canziani). La excepcional continuidad de ocupación de
Cajamarquilla, desde sus orígenes durante la épo-
ca Lima o Maranga, pasando por las ocupaciones
correspondientes al Horizonte Medio, Interme-
dio Tardío e, inclusive, al Horizonte Tardío
(Makowski 2005: com. pers.) ofrecen no solo un
excepcional testimonio de continuidad en la vi-
gencia urbana de esta ciudad, sino también un
singular caso de estudio, que permite explorar los
cambios que se sucedieron en la formación urba-
na, las formas de organización social y en el modo
de vida de sus sucesivos habitantes a lo largo de
más de un milenio.
Maranga – Chayavilca17
17
Esta sección corresponde a una versión abreviada y actualizada del artículo “Análisis del Complejo Urbano Maranga
Chayavilca, publicado en la Gaceta Arqueológica Andina n. 14 (Canziani 1987).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 371
nes que presentan plataformas y muros de tapia, segundo (55 F) encerraba el extremo sur de la
entre las que destacan la Huaca La Palma y la misma para, luego de un quiebre hacia el norte,
Huaca Cruz Blanca. Desafortunadamente, los es- proseguir hacia el oeste; y mas al sur un tercero
casos trabajos de investigación o la ausencia de (55 A) en el cual, en las aerofotos del 44, se puede
publicaciones acerca de los resultados de las apreciar evidencias de un posible pasaje epimural.
excavaciones desarrolladas en ellos, impiden re- La muralla occidental (55 B) es de trazo perfecta-
solver adecuadamente las especulaciones acerca de mente rectilíneo, a la vez que sus características
su posible función ceremonial o residencial por constructivas son bastante distintas de las ante-
parte de las elites que ejercían su dominio sobre riores. Su sección trapezoidal es de menor espesor
este sector del valle del Rímac. que el de las otras murallas, y está conformada
por dos muros de tapia paralelos que sirvieron de
El gran recinto amurallado contención a un relleno depositado en el interior.
Por medio de la prolongación de los dos muros
En el sector suroeste del sitio de Maranga se en- por encima del piso del relleno, se logró un pasaje
cuentran las gruesas murallas de tapial de un gran epimural con parapetos que recorría la parte su-
recinto de planta cuasi rectangular, que tiene unos perior de esta muralla de unos 300 m. de largo,
800 m. de largo de este a oeste y entre 500 a 600 con un ancho variable de 1.2 a 1.5 m. lo que de-
m. de ancho, comprendiendo un área de aproxi- bió permitir el paso simultáneo de dos personas.
madamente 44 has., siendo su eje principal trans-
versal a la orientación del centro ceremonial de Los accesos al gran recinto
época Lima que se desarrollaba de norte a sur.
Las características de este recinto varían en Middendorf (1973) menciona la existencia de tres
cuanto al trazo y a las características constructivas accesos que permitían el ingreso al recinto: uno
de los diferentes sectores que la componen, si bien occidental y dos septentrionales. Sobre la base de
todas las murallas están elaboradas con la técnica nuestra exploración del sitio y del examen de las
del tapial. La muralla septentrional (55 D), tiene aerofotos disponibles, del lado septentrional de la
un alineamiento bastante sinuoso, presentando muralla se localizó el ingreso principal descrito
una sección de notable espesor, al haberse cons- por Middendorf y del cual contamos con su va-
truido adosando sucesivos muros de tapia sin una lioso testimonio fotográfico que ilustra la presencia
disposición u orden preciso, lo que determina que de una portada monumental, ya que hoy en día
la sección sea variable y distinta en toda su ésta ha sido totalmente desfigurada por una fuer-
extension, con un espesor que va de 3 a 5 m. o te destrucción. Una vez traspuesta esta portada y
inclusive algo más. La muralla oriental (55 E) tie- el corredor laberíntico que le sucedía, se interponía
ne un trazo ligeramente curvo hacia el exterior, la muralla (55 C) que describiremos mas adelante.
siendo sus características constructivas similares a Exteriormente, desde este ingreso parte un ancho
la septentrional. En el sector meridional, los lími- camino flanqueado por muros de tapia que des-
tes del recinto son menos definidos, existiendo pués de un corto recorrido hacia el norte, quebraba
hasta tres trazas de muros: uno que se proyecta en ángulo recto hacia el oeste, para luego quebrar
hacia el extremo norte de la Huaca La Palma; el nuevamente y retomar la dirección original, lo que
Fig. 58. Maranga Chayavilca: foto de la portada septentrional de
acceso al gran recinto tomada en 1894 por Middendorf (1973). Fig. 59. Maranga Chayavilca: reconstrucción hipotética de la por-
tada septentrional de acceso al gran recinto (Canziani 1987: fig. 4).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 373
se volvía a repetir una vez mas, comunicándose si se excluye la que se podía realizar por medio del
con el camino principal hacia el norte, resultan- pasaje epimural. En el caso del camino que viene
do de este manera un recorrido de trazo del sur, lo vimos anteriormente, este termina en
zigzagueante. Si bien no fue posible ubicar el otro algunos recintos rectangulares asociados al acceso
ingreso de la muralla septentrional descrito por occidental y cuya función pudo estar relacionada
Middendorf, encontrándose este sector bastante con el control y la restricción del acceso al inte-
deteriorado, si fue posible apreciar el acceso occi- rior del gran recinto. En el caso del camino norte,
dental en las aerofotos del 44, asociado a un cami- además de su comunicación por medio de la vía
no flanqueado por muros de tapia que se dirigía de tramos escalonados con el acceso septentrio-
hacia el oeste y que, una vez traspuesto el acceso, nal (2), este terminaría en lo que parecen ser tam-
conducía hacia la parte central de Huaca La Pal- bién recintos rectangulares, aunque en este caso
ma (48). Este acceso estaba asociado a unos re- no estarían asociadas a un acceso, sino a un edifi-
cintos rectangulares paralelos al camino que se cio de planta rectangular alargada (61), que he-
dirigía al sur y que aparentemente constituían el mos denominado edificio norte, y que se ubica al
punto terminal de ingreso al recinto. De modo exterior de la muralla occidental y adosado a esta.
que éste acceso occidental habría permitido el in- Este edificio, cuya plataforma superior se encuen-
greso al recinto, tanto a quienes venían por el ca- tra al nivel del pasaje epimural, pudo servir de
mino desde el oeste como desde el sur. punto de control para quienes proviniendo del
norte, después de ingresar al edificio, descendie-
ran por medio de una rampa o escalinata hacia el
Los caminos interior del recinto, a menos que circularan por el
pasaje epimural, ya sea para dirigirse hacia lo que
Como ya se ha mencionado, el gran recinto esta- denominamos «Palacio Inka» (55), o bien para
ba asociado directamente a caminos que se diri- proseguir su recorrido hacia el acceso occidental,
gían hacia el norte, el sur y el oeste. Si bien hacia que como vimos comunicaba con los caminos al
el este no se hallan claras evidencias, es de supo- sur y al oeste.
ner que de alguna manera el gran recinto estaba El camino que se dirige al oeste partía del ac-
conectado con el camino que desde la esquina ceso occidental y según el testimonio de
noreste de la Huaca Tres Palos (40) se dirigía en Middendorf recorría unos 3 km entre anchos
esta dirección, posiblemente hacia el complejo de muros de tapia. El mismo autor refiere que el ca-
Mateo Salado.18 Es relevante destacar que estos mino al norte se podía seguir por un buen trecho
caminos principales son paralelos o perpendicu- en esta dirección. Hasta hace pocos años, inclusive
lares a las murallas del gran recinto. A su vez, la en las aerofotos del 64, era posible reconocer evi-
orientación del gran recinto como de los caminos dencias de su trazo en dirección norte por mas de
reiteran la antigua orientación del Complejo de 1 km Es posible que este camino llegara hasta las
Maranga de época Lima, lo que podría significar riberas del río Rímac, coincidiendo su dirección
su posible adecuación a ciertos elementos de orde- con un punto donde según los cronistas habría
namiento territorial preexistentes, e inclusive al existido un puente colgante, ubicado en las proxi-
propio trazo de una red de caminos más temprana. midades del Conjunto Palao en la margen dere-
La asociación del gran recinto con los cami- cha, cerca del cerro La Milla. Coincidentemente,
nos que confluyen en él y a su vez se dirigen hacia en la margen izquierda, existía hasta hace unas
los cuatro puntos cardinales, configuran al gran décadas una hacienda llamada Puente al igual que
recinto como una suerte de “nodo” de este sector un sitio arqueológico del mismo período, cono-
del valle bajo de la margen sur del valle del Rímac. cido como Chacra Puente, que fuera destruido
Los caminos que se dirigen al norte y al sur en los años 40 (Tello 1999: 124, plano pag.125) .
están alineados con la muralla occidental (55 B), En el caso del camino sur, inclusive en las aerofotos
iniciándose ambos desde sus esquinas septentrio- del 44, solo se puede apreciar un pequeño trecho
nal y meridional respectivamente, sin que existan que corre adosado a la muralla del recinto, el res-
evidencias de una comunicación directa entre sí, to fue posiblemente destruido por los agricultores.
18
Un tramo de este camino, con los muros de tapia que lo delimitan, se conserva aún dentro de lo que es hoy el campus de
la Universidad Católica.
374 JOSÉ CANZIANI
Estructuras en el gran recinto los que se describen como típicos de las edifica-
ciones de Pachacamac durante éste período, defi-
La extensa área comprendida dentro del gran re- nidas como ‘pirámides con rampa’. En la cima de
cinto amurallado presenta a primera vista una la pirámide, donde se aprecian restos de recintos
marcada diferenciación en por lo menos tres sec- con muros de tapia, se encuentran evidencias de
tores que tienen una organización y característi- decoración mural en uno de los pequeños cuar-
cas distintas. Los hemos denominado oriental, tos. Se trata de una trama de bandas diagonales
central y occidental respectivamente al presentar en relieve que definen una serie de rombos en los
límites bastante definidos entre sí. que se inscriben figuras de aves marinas. Se trata
El sector oriental se caracteriza por presentar al parecer de la representación de «piqueros» (sula
pocas estructuras a nivel superficial, a excepción variegata) en su característico vuelo en picada que
de una extensa plataforma rectangular de escasa realizan al pescar.
altura (47), y otros pequeños montículos que con- La pirámide de Huaca La Palma presenta la
tienen evidencias de pequeños cuartos con delga- proyección de brazos hacia el este como hacia el
das paredes de adobitos correspondientes a la pre- oeste, que encerraban un gran patio rodeado por
cedente época Lima. una serie de cuartos y algunos recintos en forma
El sector central, se caracteriza por la profu- de U, de los cuales se puede apreciar por lo menos
sión de montículos de distintas formas y tama- dos que se abren hacia el norte. El más occidental
ños. Los del extremo este del sector están alinea- de estos luce restos de decoración en bajo relieve.
dos siguiendo el eje del complejo de Maranga, El motivo básico del bajo relieve lo constituye una
dominando la agrupación desde el sur la Huaca cruz escalonada, enmarcada por cuatro pequeños
La Palma (48). Se trata de un montículo tronco cuadrados. Este motivo se repite en una secuen-
piramidal de planta rectangular, con plataformas cia tanto horizontal como vertical, lográndose así
escalonadas y ascendentes hacia el sur. Las dife- un efectista tratamiento mural que exhibe tanto
rencias de nivel entre las plataformas son supera- cruces escalonadas en plano como en bajo relieve.
das por sendas rampas que se ubican en el eje de Un tratamiento decorativo similar parece haberse
la pirámide. Estos rasgos resultarían semejantes a utilizado también en la decoración de otros
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 375
Fig. 61. Maranga Chayavilca: perspectiva reconstructiva del sector occidental del gran recinto amurallado (Canziani 1987: fig. 18).
19
La forma singular de este recinto rodeado en su perímetro por un corredor, unido a la presencia de pequeños cubículos con
ingreso laberíntico, llevó a Middendorf (1973: 59) a describirlo como una “prisión”, denominación que mantuvo Tello (1999:
92) en su plano del sector que señala al grupo como “Las Prisiones”.
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 377
20
Afortunadamente la posterior publicación de los archivos del Dr. Julio C. Tello sobre la arqueología de Lima, proporciona
una descripción de Maranga en su estado de conservación a mediados de los años 30, y presenta un plano del sector denominado
entonces Watika Marka (Tello 1999: Plano pag. 91), donde se reporta la presencia de algunos de estos edificios con planta en U,
señalándolos como “casas principales”, y ubicando con mayor precisión la localización del palacio con decoración mural en bajo
relieve fotografiado antes por Middendorf, lo que permite establecer que se encontraba bastante más al sur de lo que habíamos
supuesto (Canziani 1987) e, inclusive, al exterior de las murallas del gran recinto.
378 JOSÉ CANZIANI
dominaban esta zona del valle, se encontraba en de Chanchán y de otros centros administrativos
este sector del gran recinto. chimú —como las denominadas «audiencias»—
Algunos alcances desde la etnohistoria apuntala- y donde la decoración mural con relieves alcanzó
rían esta hipótesis. Según documentos posteriores una notable tradición.
a la conquista española, en 1534 Francisco Pizarro,
a solicitud de Nicolás de Ribera, le encomienda Otros posibles centros urbanos
«el principal Chayavilca señor del pueblo de Maranga
con todos sus indios e principales e pueblos sujetos al En el valle del Rímac se observa un patrón de re-
dicho cacique» (Rostworowski 1978: 197). En el lativa dispersión de una serie de centros urbanos,
año de 1549 se produce la Visita a Maranga, la lo que puede expresar la presencia de un conjunto
que se lleva a cabo en el tambo de Mayacatama, de curacazgos ejerciendo su dominio sobre deter-
encontrándose «el cacique principal don Antonio minados sectores agrícolas del valle y sus distritos
Marca Tanta (quien) trajo consigo a sus tres princi- de riego. Pero este mismo patrón y la inexistencia
pales y declaró no tener más porque se habían muerto» de un sitio con una clara prominencia sugeriría, a
(Rostworowski, 1977: 220). Estos datos nos in- su vez, una escasa centralización del poder político.
forman que además del curaca, en el señorío ha- Muchos de los sitios representativos de este
bía otros principales que, aunque en posición su- período en el valle, han sucumbido a la expan-
bordinada, compartían el gobierno del curacazgo. sión urbana de la ciudad de Lima desencadenada
Uno de los personajes que acompañaban al curaca desde las primeras décadas del siglo pasado, su-
es presentado como Yanachuqui, el principal de friendo muchos conjuntos severas mutilaciones o
los pescadores, lo que, como señala Rostworowski, su total desaparición, como es el caso de
implicaría que la población estaba organizada por Limatambo, cuando inclusive se llegó al extremo
especialistas, a la cabeza de los cuales se encontra- de emplearlas como canteras de materiales de cons-
ba un señor principal. Otro de los acompañantes trucción (Tello 1999).
del curaca es presentado como principal de los Unos 2 km al este de Maranga se localiza el
mitmaq mochicas establecidos en el señorío. sitio de Mateo Salado, el que constituye un ex-
Este último dato es sumamente interesante tenso complejo de unas 30 ha, donde destacan
porqué además de reforzar la importancia del sitio, un conjunto de edificaciones piramidales cons-
con la presencia de poblaciones de otras regiones truidas con plataformas y grandes muros de con-
desplazadas en el marco de la política estatal inka, tención de tapial. No obstante la monumentalidad
nos puede dar también algunos elementos para de sus edificaciones el sitio ha sido objeto de esca-
comprender la inusual frecuencia de estructuras sos estudios. Debemos al Dr. Tello (1999: 96-108)
con decoración mural en algunos de los edificios, un plano del conjunto y seguramente su conser-
como la presencia de estructuras con planta en U vación actual, ya que emprendió una ardua de-
las que, salvando diferencias, recuerdan edificios fensa del sitio cuando comenzó a ser destruido
por la instalación de ladrilleras que acometieron laderas del Morro Solar, en el extremo sur del valle
las Huacas como si se tratara de vulgares canteras. del Rímac, y que fuera severamente afectado por
El complejo está constituido por la concen- una irresponsable urbanización en la década de
tración de cinco edificios piramidales, por lo que los 80. La localización del sitio permite inferir la
también se le conoció popularmente como “Cin- elección del establecimiento en una zona próxima
co Cerritos”, cuyos linderos estaban rodeados por al sector agrícola correspondiente a la terminación
una alta muralla, de la cual aún se conservan al- del canal de Surco, y a su vez con inmediato acceso
gunos vestigios; mientras del lado sur corría un a los recursos marítimos del litoral de la bahía de
camino entre muros de tapial que se dirigía al Chorrillos y las playas de La Herradura y La Chira,
oeste, hacia Pando y Maranga. En su descripción así como a los variados recursos de los humedales
de la Huaca central, que corresponde a la de ma- de Villa al sur del sitio. Por otra parte, el asenta-
yor tamaño, Tello (ibid.: 96, plano pag. 97) des- miento en las laderas orientales del Morro Solar
taca la presencia sobre uno de sus terraplenes de ofrecía un micro clima al abrigo de las brisas marinas
un amplio espacio abierto, que conformaba una y de las nieblas que estas transportan (Díaz 2005).
suerte de plaza elevada, y que estaba asociado a Los testimonios documentados por Bandelier
una banqueta, posibles altares y escalinatas que (Hyslop y Mujica 1992) como las aerofotos de año
conducen a patios más elevados rodeados de re- 44 del Servicio Aerofotográfico Nacional, ilustran
cintos y cuartos conectados por corredores. tanto la extensión como la complejidad del asen-
El examen de la aerofotografía (SAN 1944), tamiento. Este se organiza de norte a sur, siguiendo
permite observar que la Huaca Mayor presenta al las laderas del Morro Solar a lo largo de unos 1,500
centro de su frente norte una gran rampa. Esta m ocupando un área de unas 40 ha, donde se apre-
rampa permitía el ascenso desde el nivel del terreno cian una serie de plataformas, complejos y Huacas
circundante y conectaba claramente con la plaza monumentales, grandes recintos amurallados y te-
elevada mencionada por Tello. A partir de este rrazas ascendentes que resuelven la gradiente de
gran espacio central, se debió acceder por medio las laderas, donde pudieron haberse instalado edi-
de escalinatas a los niveles más altos que rodeaban ficaciones habitacionales o utilizadas como tenda-
la plaza por sus lados sur, este y oeste. En estos les para el secado de productos agrícolas —como
sectores más elevados se encontraban recintos, sugirió Bandelier (ibid.: 72-74)— o inclusive de
corredores y cuartos construidos todos con tapia. productos del mar. La amplitud de algunas terrazas
Armatambo, constituye un importante centro y su asociación con grandes tinajas incorporadas
urbano de la época, ubicado al lado noreste de las a sus pisos, llevó a Bandelier (ibid.: 75) a sugerir
Fig. 68. Armatambo: foto aérea del asentamiento (SAN, Kosok 1965).
380 JOSÉ CANZIANI
21
El cronista Cobo describe la sede de este señorío como “...muy grande población; vénse las casas del cacique con las paredes
pintadas de varias figuras una muy suntuosa guaca o templo y otros muchos edificios que todavía están en pie sin faltarles mas que la
cubierta...” (Citado por Rostworowski 1978: 56-57).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 381
En la parte posterior o lateral de las pirámides (1999: 14-15) cuando destaca la presencia de dos
o en anexos laterales, se encuentran conjuntos personajes principales, ejerciendo simultáneamen-
ordenados de cubículos de planta cuadrangular o te una forma de poder dual —uno político y reli-
rectangular, que posiblemente estuvieron destina- gioso el otro— en los dominios del señorío, que
dos al depósito de productos agrícolas, ya que en comprendía tanto el valle bajo del Lurín como la
algunos de ellos se halló restos de maíz y ají du- margen izquierda del valle bajo del Rímac.
rante las excavaciones (ibid.: 7). Adicionalmente, Cuando los Inkas ingresaron a la costa central
se encuentran dentro de los complejos otros pa- alrededor del 1470, convirtieron a Pachacamac
tios o canchones, que parece estuvieron destina- en un importante centro funcional a su domina-
dos a la realización de determinados procesos pro- ción en la región. Las edificaciones que los Inka
ductivos, que se relacionarían con el manejo de construyen en Pachacamac durante este último
determinados bienes en el marco de los sistemas período, son un excepcional testimonio de los
de reciprocidad y redistribución. Estos rasgos ar- designios imperiales y de su trascendente presen-
quitectónicos y los contextos asociados, permiten cia en la ciudad. Además de la monumental pirá-
inferir el relevante rol político y económico que mide conocida como ‘Templo del Sol’, que se le-
desempeñaron los complejos con pirámides con vanta sobre el promontorio más elevado al suroeste
rampa (Eeckhout 2005). del sitio, superponiéndose a un antiguo montículo
Diversas interpretaciones se encuentran en piramidal de época Lima; también se construye
debate acerca del carácter de los complejos con un edificio que se conoce como Mamacona,
pirámides con rampa. Algunas apuntan a desta- asumiéndose que correspondería a un aqllawasi;
car las posibles funciones rituales y ceremoniales; y conjuntos residenciales de elite, como el com-
mientras otras sus posibles funciones políticas, en plejo denominado ‘Tauri Chumbi’.
cuando palacios o residencias de elite (ibid.). Po- Pero además de estos prominentes edificios,
siblemente esta disyuntiva se resuelva examinan- los inkas realizaron una importante remodelación
do la forma en que el poder político del señorío en el sitio, al desarrollar lo que se conoce como la
de Pachacamac o Ychsma se articulaba con el po- ‘Plaza de los Peregrinos’, para lo cual se habría
der religioso, tal como lo sugiere Rostworoski desmontado edificios preexistente en este sector,
con el propósito de generar una amplia explana- sustento comprometería por lo menos las partes
da rectangular de unos 320 x 90 m. dividida en bajas de los valles del Rímac y el Lurín, y que esta
su eje central por dos hileras paralelas de pilares. se garantizaba mediante las relaciones de recipro-
Estos pilares centrales, como las hileras que se dis- cidad y dependencia de diferentes curacazgos es-
pusieron ordenadamente a lo largo de la plaza, tablecidos en distintos sectores de estos valles agrí-
sugerirían la posible presencia de galerías dotadas colas e inclusive en las lomas aledañas. Al respec-
con algún tipo de techo. Al lado sureste de la pla- to se menciona a Pacat y Manchay para el valle
za, se construyó con los típicos adobes de factura bajo; al curacazgo de Sisicaya en la zona corres-
inka una plataforma que contaba con una escali- pondiente a la chaupiyunga;22 a los Caringa que
nata para ascender a ella desde la plaza. Estos ras- manejaban las lomas de las quebradas entre Lurín
gos y la asociación con la plaza, permiten supo- y Chilca;23 además del pueblo de Quilcay cuyos
ner que esta estructura correspondería a un Ushnu, residentes estaban especializados en las faenas de
las características plataformas ceremoniales pre- la pesca (Rostworowski 1992).
sentes en las plazas de los principales centros inka En lo que se refiere al área inmediata del valle
(Hyslop 1990: 256-259). A propósito de las in- de Lurín, dado que en este valle no se encuentra
tervenciones que se llevan a cabo durante este pe- ningún otro asentamiento urbano y menos algu-
ríodo, Hyslop (ibid.: 260) destaca que Pachacamac no de las dimensiones de Pachacamac, sino más
probablemente constituye el ejemplo más monu- bien un conjunto de poblados, aldeas y caseríos
mental donde el planeamiento Inka ajustó su di- que se eslabonan a lo largo de los distintos secto-
seño a una traza urbana preexistente. res agrícolas que se suceden en este valle (Marcone
Aún no están claras las formas de relación de 2005), podemos suponer que estos asentamientos
otros asentamientos contemporáneos de la comar- rurales tuvieron una relación bastante más estre-
ca de Lima, respecto a la ciudad de Pachacamac. cha y articulada con la ciudad.
Sin embargo, dadas las calidades y dimensiones Estos asentamientos, que se localizan en las
urbanas de Pachacamac, su existencia y desarro- márgenes del valle y por encima de los canales de
llo debió sustentarse necesariamente en un siste- riego que delimitan las tierras de cultivo, son de
ma que le garantizase una red de abastecimientos diferente tamaño, traza y densidad, si bien com-
y formas de tributación en especies o en fuerza de parten técnicas constructivas y tipologías arqui-
trabajo. Se ha propuesto, a partir de la documen- tectónicas. Algunos sitios presentan conjuntos de
tación etnohistórica, que la base territorial de este pocas estructuras y podrían corresponder a case-
22
Los estudios de María Rostworowski (2004), han dado a conocer el manejo de distintas especies de plantas propias del piso
ecológico correspondiente a la chaupiyunga, entre ellas de una variedad muy apreciada de coca costeña (Erytroxilum Novogranatense).
La posibilidad de desarrollar cocales en una zona relativamente próxima al litoral, sin tener que recurrir al distante abastecimiento
en la vertiente oriental del los Andes, otorgaron una importancia estratégica a esta zona y no pocos conflictos por su control
(Rostworowski 1999: 10).
23
En estas quebradas y asociados a estos ecosistemas de lomas, se han documentado excepcionales evidencias de asentamientos
aldeanos, como es el caso de Malanche (Mujica 1987; Mujica et al. 1992).
386 JOSÉ CANZIANI
ríos; otros presentan aglomeraciones algo más ex- agrícolas como, ají o maíz, que requieren de un
tensas y mayor número de estructuras, por lo que proceso previo de secado.
podrían considerarse aldeas; mientras contados Otros asentamientos de aparentemente carác-
asentamientos tienen una gran extensión con una ter aldeano, como Tijerales, Huaycán de Ciene-
alta densidad de estructuras e, inclusive, la incor- guilla, Panquilma y Chontay, entre otros, se carac-
poración de algunos espacios y complejos con ar- terizan por presentar distintos sectores con estruc-
quitectura pública, por lo que podríamos consi- turas aglutinadas de tipo habitacional, cuya
derarlos como pueblos o centros urbanos menores. agregación espontánea y sucesiva genera una trama
El caso más destacado de este último tipo de donde no se percibe alguna forma de planea-
asentamiento corresponde a Pampa de Flores, que miento. Estos rasgos, unidos a la ausencia de arqui-
llama la atención por su notable extensión, pero tectura pública prominente, expresarían el carácter
también porqué manifiesta ciertos niveles de marcadamente rural de este tipo de asentamientos.
planeamiento, con la organización de algunas ca- Sin embargo, especialmente en el caso de Chontay,
lles, de espacios abiertos que podrían correspon- la gran cantidad de silos o qollqas de depósito,
der a plazas, y la presencia de complejos cercados, construidos bajo el piso de la mayoría de las vi-
que en algunos casos presentan como elemento viendas, revelan una notable capacidad de alma-
central plataformas escalonadas con rampas, que cenamiento de productos, cuyo volumen excede
parecen emular en pequeña escala el lenguaje ar- ampliamente los requerimientos del consumo fa-
quitectónico de las monumentales pirámides con miliar. La cantidad y desarrollo formal de estas
rampa de Pachacamac. estructuras de almacenamiento en cada una de las
La presencia de amplias terrazas o tendales unidades habitacionales, permiten suponer que los
construidos con grandes muros de contención en habitantes del asentamiento desarrollaban una
las laderas de los cerros que delimitan el asenta- acumulación de productos agrícolas destinados a
miento de Pampa de Flores sugerirían la impor- un sistema de intercambio o tributación,
tancia de algunos procesos productivos que se sugiriéndose así su articulación con un sistema
habrían desarrollado en él, como los asociados a económico más complejo que trascendía la habi-
la transformación de determinados productos tual producción de autoconsumo.
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 387
24
Una primera versión de este texto, aquí revisado, apareció en el artículo “Arquitectura y Urbanismo de la Cultura Chincha”,
publicado en la Revista Arkinka (Canziani 2000).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 389
rrollo de una tradición funeraria asociada a la cons- Aparentemente, algunos sectores del valle que
trucción de mausoleos (Uhle 1924). no registran ocupación previa, habrían sido ocu-
Efectivamente, el aspecto más notable del pa- pados por primera vez durante esta época. De este
trón de asentamiento de la sociedad Chincha está hecho, se puede también deducir una notable ex-
representado por extensos centros urbanos, do- pansión del sistema de irrigación en el valle y la
minados por grandes edificaciones, conocidas incorporación a la producción agrícola de vastas
popularmente como Huacas, que presentan volú- extensiones de tierras hasta ese entonces eriazas.
menes troncopiramidales formados por platafor- En este sentido, es factible que durante este pe-
mas escalonadas construidas con gruesos muros ríodo se iniciara la irrigación de la planicie de
de tapia. Pero existen también otros tipos de si- Chincha Alta, una terraza natural que se eleva al
tios que corresponden a sitios habitacionales; com- norte por encima del piso aluvial del valle, ya que
plejos administrativos; cementerios; y un excep- en esta zona antes despoblada se encuentran ins-
cional sistema de caminos; además de las eviden- talados algunos importantes sitios de esta época.
cias que correspondieron a la infraestructura Algo similar se aprecia en la margen sur del valle,
agraria, como es el caso de canales de irrigación y con la presencia de nuevos sitios que se localizan
campos de cultivo (Canziani 1993). inclusive por encima del límite actual de los cam-
En términos generales, y a diferencia de los pos de cultivo.
períodos precedentes, se observa que durante esta Durante esta época se observa también una
época la distribución de los sitios en el valle es consistente presencia de asentamientos en la par-
extensiva y bastante homogénea, apreciándose que te media alta y en el inicio de la parte alta del
prácticamente no existen sectores en los que no se valle, donde el río San Juan corre encañonado
registre ocupación. Tanto el incremento notable antes de bifurcarse en el cuello del valle. Lo sin-
de la cantidad de sitios con relación a las épocas gular de la ocupación de este sector, es que está
anteriores, como la densidad de los mismos en el dominada por la presencia de importantes com-
territorio del valle, nos estarían señalando un con- plejos administrativos, así como también por la
siderable crecimiento poblacional durante los pe- existencia de innumerables necrópolis. En la par-
ríodos tardíos. te más alta del valle, estos cementerios represen-
tan el tipo dominante de sitio que allí se registra.
390 JOSÉ CANZIANI
Fig. 83. Foto aérea de 1942 en la que se aprecia el complejo de La Centinela de Tambo de Mora y los sitios de La Cumbre y Lo Demás (S.A.N.
107-56).
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 391
edificación inka en el valle, y que es conocida presenta una serie de cámaras de aparente fun-
popularmente como “Palacio Inca”. El núcleo ción residencial, decoradas con nichos e inclusive
central de este complejo está construido sobre una con pintura mural, en la que se empleó sobre un
gran plataforma que lo eleva con relación al nivel fondo blanco, negro, rojo y verde (o azul) (Wallace
del terreno, y presenta una planta trapezoidal di- 1998). Los distintos recintos están conectados
vida en dos sectores. Al norte se ubica el sector mediante corredores y se asocian con terrazas
correspondiente a un gran patio, que está asocia- abiertas con parapetos. Es de resaltar, en la esqui-
do a un muro cuyo frente oeste presenta nichos y na sur oeste del edificio, la existencia de una te-
una escalinata que conduce a una portada cen- rraza con una poza de baño y de un pequeño re-
tral. Todos estos elementos presentan las típicas cinto dotado también de un baño, que como se-
jambas dobles y los vanos trapezoidales que ca- ñalaran tanto Middendorf como Uhle, estaban
racterizan a la arquitectura inka. conectados con canales subterráneos para el abas-
Al sur del gran patio se encuentra el edificio tecimiento y drenaje del agua. Este último rasgo,
correspondiente propiamente al “palacio”, al cual que se asocia exclusivamente con las edificaciones
se accede nuevamente por una portada de doble destinadas a la elite imperial, refuerza aún más la
jamba con escalinata, que introduce a un patio importancia de este complejo y su rol en el con-
ubicado al este del edificio. El edificio ubicado al texto de la ocupación Inka del valle de Chincha,
oeste se desarrolla en un nivel aún más elevado y en cuanto sede central de los funcionarios que
392 JOSÉ CANZIANI
la plataforma estaban hechos con cantos rodados. oeste del sitio, donde se presenta una gran edifi-
Estos datos, la presencia de cerámica temprana, cación del tipo Huaca, que alcanza unos 200 m
así como ciertos rasgos arquitectónicos relaciona- de este a oeste por 130 m. de norte sur. La planta
dos con la orientación este-oeste del montículo, presenta una disposición en forma de “U” abierta
la existencia de patios hundidos sobre la platafor- hacia el sur, que encierra dos grandes patios o te-
ma, nos llevaron a plantear la posibilidad de que rrazas escalonadas, limitadas por grandes
se tratara de una edificación del período Formati- murallones de tapial. Estas grandes terrazas sepa-
vo, remodelada en épocas tardías. ran el ala este de la oeste, que en ambos casos pre-
Recientemente hemos hallado —en algunos sentan recintos sobre plataformas escalonadas que
cortes que se ubican estratigráficamente en el ba- culminan en prominencias tanto al norte como al
samento de los rellenos constructivos de La sur. El cuerpo central, que conecta las alas latera-
Cumbe— una consistente deposición de cerámi- les y cierra al norte el gran atrio constituido por
ca del más puro estilo Paracas Cavernas, lo que los patios escalonados, presenta recintos de me-
estaría confirmando esta hipótesis. Este impor- nor elevación y sistemas de corredores, escalina-
tante hallazgo podría estar indicando no solamente tas y accesos que servían para el ingreso desde el
que este santuario y sus dioses tendrían profun- lado norte del edificio. La disposición arquitectó-
das raíces en la historia del valle, si no también nica de este sector del complejo de Tambo de Mora
que desde épocas tan tempranas como Paracas este es tan lograda como impactante, motivando un
sector del valle concentró uno de los principales sugerente apunte de Middendorf (1973: 105)
núcleos de desarrollo urbano.25 quien visitó el sitio en 1887.
Las excavaciones desarrolladas por el Proyecto
Tambo de Mora Arqueológico Chincha, en los campos de cultivo
que han cubierto el sector noroeste del complejo,
Este complejo urbano se ubica unos 400 m al sur han revelado una densa trama urbana con
oeste de La Centinela y debió tener una extensión superposiciones arquitectónicas correspondientes
de unos 500 m de norte a sur y 400 de este a a las épocas Chincha y Chincha-Inka. En los re-
oeste, cubriendo un área de por lo menos 20 ha. cintos descubiertos se han hallado contextos tanto
El área monumental del complejo se concentra domésticos, como otros relacionados aparente-
—al igual que en La Centinela— en el sector sur mente con actividades productivas. Mientras tanto,
25
Los caminos ceremoniales que irradian en distintas direcciones desde el complejo Centinela de Tambo de Mora y La
Cumbe, podría por lo tanto no ser una organización del espacio del valle de época tardía, sino que podría remontarse a esta época
temprana donde son comunes los geoglifos como los documentados en asociación con el sitio Paracas de Cerro del Gentil. Al
respecto Hyslop (com. pers. 1990) observó que algunas de estas líneas de caminos convergían en La Cumbe y no en la Centinela,
que fue asumida como el centro generador del sistema radial (Wallace: 1977).
394 JOSÉ CANZIANI
las excavaciones realizadas en las plataformas ubi- sitio. Tiene una planta cuadrangular de 85 x 85
cadas en el flanco oeste del conjunto monumen- m., sus lados están perfectamente orientados con
tal, han revelado la existencia de talleres relacio- los ejes cardinales y presenta una forma de pirá-
nados con la presencia de orfebres. mide escalonada con plataformas hechas con gran-
De esta manera, las excavaciones arqueológi- des muros de tapia, en los que se aprecia en cier-
cas desarrolladas en Tambo de Mora, han pro- tos sectores la inclusión de adobes rectangulares
porcionando datos claves para la comprensión de de gran tamaño. Los lados oeste, sur y este pre-
las características urbanas y del modo de vida de sentan grandes muros de contención y evidencias
la población de este tipo de sitios y, en especial, de plataformas escalonadas. El lado norte, que es
de la actividad y rol de los especialistas. A este el más bajo, parece corresponder a una terraza baja
propósito, cabe resaltar que son múltiples las re- que pudo funcionar como una plaza elevada. Se
ferencias etnohistóricas acerca de la importante aprecia el desarrollo de terrazas ascendentes hacia
presencia de expertos plateros en la sociedad el sur y oeste, donde se encuentra la parte más
Chincha. Por lo tanto, este último hallazgo es de alta de la huaca que alcanza unos 20 m. de altura.
trascendental relevancia al darnos a conocer la Los restantes montículos que se encuentran
estrecha relación de dependencia que estos espe- hacia el Este presentan características similares y se
cialistas habrían tenido con relación a la elite y encuentran bastante erosionados, en algunos casos
que se expresa de modo patente con la propia in- se aprecian restos de estructuras y muros de con-
clusión de sus áreas de actividad en la zona nu- tención de tapia, algunos de grandes dimensiones.
clear y monumental de este centro urbano.
Fig. 93. La Centinela de San Pedro (A): vista desde el sur este, al
San Pedro fondo el mar (Canziani).
Ranchería
Las Huacas
con unos 600 m de largo y unos 300 m de norte a Uno de los pocos casos representativos de este tipo
sur, con un área de 18 ha. Presenta un es el sitio La Calera (166) que se ubica en la mar-
planeamiento en el cual se aprecia el ordenamien- gen derecha del valle medio alto, sobre el lecho de
to de una serie de complejos entre los que destaca una quebrada lateral y que presenta una extensa
el conjunto “C” que presenta características mo- concentración de estructuras de aparente carácter
numentales, con grandes plataformas, patios, co- doméstico, cuyos muros están construidos con la
rredores y recintos delimitados por gruesos y al- técnica de pirca.
tos muros de tapial, algunos de los cuales alcan- Otra concentración habitacional, pero con una
zan los 2.20 m de grosor, otros presentan la técni- organización mas bien de tipo lineal, se excavó en
ca del adobón y constituyen muros de conten- el sitio denominado Lo Demás, sobre una plata-
ción de altas plataformas, llegando a alcanzar en- forma natural que corre paralela al mar al Norte
tre 6 y 8 m de altura. Este parece el conjunto de de La Cumbe. En este lugar Sandweiss (1922)
mayor importancia dadas las características de su documentó la presencia de pescadores que aparen-
arquitectura y la presencia de frisos que decora- temente estuvieron especializados en este tipo de
ban algunos de sus muros. actividad, proporcionando valiosas evidencias que
Dentro del segundo caso, tendríamos confirmarían lo señalado en el documento Aviso,
asentamientos que —mas que centros urbanos cuando se dice que “...éstos estaban poblados desde
menores— aparentemente habrían correspondi- dos leguas antes de llegar a Chincha hasta es otra
do a los “palacios” o mansiones de la elite rural parte de Lurinchincha, que hay de una parte a otra
chinchana. Entre este tipo de sitios, tendríamos cinco leguas; y parecía la población de esta gente una
casos como Huaca Grande (105), Huacarones hermosa y larga calle...” (Rostworowski 2004: 253).
(91), Larán Salitral (97), Huaca Fundación (98), Otras concentraciones habitacionales asenta-
Dos Huacas (77), etc. Este último tipo de asenta- das sobre terrazas se registran también en los si-
miento presenta como una constante casi general tios Pampa de la Pelota (126) y Casagrande (42),
un planeamiento dual, en el cual se observa — pero en estos casos asociadas a la arquitectura
dentro de múltiples variantes— la presencia de pública de dos de los más importantes complejos
dos estructuras del tipo Huaca, que dominan con administrativos.
su volumen y altura al resto de las edificaciones. De otro lado, esta clase de sitios habitacionales
Aparentemente, este tipo de edificaciones respon- parecería mas bien estar ampliamente representa-
dió a fines residenciales, dado que presentan re- do por una gran cantidad de pequeños montícu-
cintos cuya forma y distribución, además de la los de tierra o cantos rodados, que se encuentran
existencia de ciertos elementos —como es el caso dispersos entre los campos de cultivo y que fre-
de hornacinas— y la existencia de contextos pro- cuentemente presentan restos de recintos de mu-
pios de actividades domésticas, sugieren este tipo ros de tapia. Estos sitios parecen corresponder a
de función. Además, la asociación de este tipo de viviendas aisladas o “estancias”, correspondientes
edificaciones con patios, grandes terrazas, así como a los pobladores dedicados a las labores agrícolas,
el carácter monumental de las edificaciones, esta- que fueron construidas con la técnica del tapial o
rían dando señas acerca de su posible calidad de con materiales perecederos como la quincha.
palacios o residencias de elite, donde habrían
morado los miembros de alto rango de la socie- Los complejos administrativos
dad chinchana.
Sin embargo, no es de descartar que algunas Esta clase de asentamientos está representada por
de estas edificaciones integrara a su vez y en me- complejos de diferente tamaño, forma y materia-
nor escala, funciones de tipo administrativo, pro- les de construcción, pero que tienen en común
ductivo o, inclusive, de carácter ceremonial. Pero presentar rasgos que evidencian formas aparente-
aún no es posible resolver estas interrogantes, dado mente planificadas, que presentan un cercado de
que las investigaciones arqueológicas sobre este planta rectangular o trapezoidal, cuyo interior está
tipo de sitios son todavía muy limitadas. divido en sectores y subsectores. Algunos de estos
sitios recuerdan el planeamiento de complejos
Los sitios habitacionales administrativos del período Wari y no sería de
extrañar que representen rezagos de la influencia
Con relación a esta clase de sitios, se puede afir- de este estado expansivo sobre el valle de Chincha
mar que son relativamente escasos los centros durante el Horizonte Medio (ca. 600 — 1000
poblados con concentraciones de tipo aldeano. d.C.).
398 JOSÉ CANZIANI
que alcanza grandes proporciones, con una planta el caso del sitio 137, donde sobre una plataforma
de 6.40 por 5.80 m y en la que se aprecia la natural se han dispuesto las chullpas en conjuntos
existencia de hornacinas como también rastros alineados que forman una trama de pasajes, y don-
de pintura mural en la decoración de sus para- de se observa también la existencia de un muro
mentos interiores. Este conjunto de tumbas pre- perimetral que debió de restringir el acceso a los
senta un planteamiento más elaborado del acce- mausoleos.
so, que en este caso no es directo, si no laberínti- Los restos de estos cementerios se observan en
co, mediante un corredor lateral adosado a la mejor estado de conservación en la parte media y
cámara al que se agrega una suerte de vestíbulo. media alta del valle, mientras que en la parte baja
Es de notar que si algunas tumbas se encuen- del valle, donde la destrucción ha sido mucho más
tran aisladas o dispersas, muchas veces, como en intensa, sólo quedan algunos vestigios que permi-
el caso anterior, se concentran en conjuntos más ten establecer que en este caso los cementerios se
o menos grandes, e inclusive se ordenan con dis- instalaron reocupando antiguos montículos corres-
tintos tipos de planeamiento. Este es el caso de pondientes a edificaciones de períodos anteriores,
conjuntos que asumen una organización lineal, también aquí con la construcción de cámaras fu-
disponiéndose en terrazas y formando hileras que nerarias. De esto también informa Uhle (1924),
se amoldan a las curvas de nivel de las laderas de quien además da cuenta de otros tipos de tumbas
los cerros en las que se han instalado. Otras cá- en “pozo” o en forma de “bota”, excavadas en los
maras funerarias se ubican en el cierre de peque- tablazos y acantilados sobre las márgenes del valle
ñas quebradas y se disponen en herradura sobre y frente al mar.
plataformas con muros de contención y algunas
rodean un espacio central, a manera de plazoleta El sistema de caminos
o patio, hacia el cual orientan sus accesos.
Sólo en algunos casos se ha podido apreciar Un aspecto extraordinario en la arqueología del
la existencia de verdaderas necrópolis, como en Valle de Chincha es la existencia de un sistema de
La arquitectura de la cultura Chincha desple- Cuentan que muchas destas naciones fueron va-
gó una serie de recursos formales y constructivos lientes y robustas y que antes que los Ingas los
para resolver diversas funciones y actividades. No señoreassen, se dieron entre unos y otros muchas y
es ajena a la arquitectura monumental Chincha el muy crueles batallas y que en las más partes te-
desarrollo armónico de volúmenes de gran im- nían los pueblos derramados, y tan desuiados que
pacto visual, o el desarrollo de acabados los unos no sabían por entero de los otros sino era
sofisticados mediante frisos en relieve y el empleo quando se juntauan a sus congregaciones y fies-
de la pintura mural. tas. Y en los altos edificauan sus fuerzas y fortale-
zas de donde se daban guerra los unos a los otros
por causas muy liuianas.
Curacazgos y Señoríos Étnicos
Al respecto, algunos autores interpretan este
Como señaláramos en la introducción de este ca- fenómeno como fruto de supuestas invasiones y
pítulo, a diferencia de las regiones costeñas don- la presencia de grupos bárbaros marginales al de-
de el resurgimiento de formaciones estatales estu- sarrollo civilizatorio. Más bien parece tratarse de
vo aparejado de un emergente urbanismo, en la la respuesta de las propias poblaciones altoandinas
mayoría de las regiones altoandinas se constata a un nuevo contexto histórico, donde el desarro-
durante este período la aparente ausencia de enti- llo rural recupera su ritmo y esfera comunal, y
dades estatales. Este fenómeno se manifiesta donde eventualmente se pueden lograr ciertos ni-
territorialmente con la presencia dominante de veles de integración parcial o coyuntural al nivel
aldeas y poblados rurales, mientras que es notoria de confederaciones tribales o señoríos que com-
la inexistencia de asentamientos urbanos y menos parten fuertes raíces étnicas. La declinación
de ciudades en estas regiones. sintomática de las ciudades y asentamientos de
Es preciso considerar este fenómeno en el con- carácter urbano en las regiones altoandinas a fi-
texto histórico del Intermedio Tardío, que resulta nes del Horizonte Medio, aparejada al colapso de
de la disgregación del estado Wari y del término la organización estatal que les insuflaba una ex-
de su presencia en muchas de estas regiones. Lo traordinaria vitalidad y un sobresaliente desarro-
que habría derivado en la acentuación de las con- llo planificado, merecen un comentario mayor que
diciones propias de desarrollos regionales carac- excede los límites de éste trabajo. Sin embargo,
terizados por un fuerte énfasis autárquico, con una podemos señalar que este es un tema clave para la
base económica rural de carácter agropecuario, que comprensión, no sólo del fenómeno de asenta-
requiere de escasos niveles de especialización pro- miento en sí, sino particularmente en lo referente
ductiva, ya sea porqué la presencia de especialis- a la relación de correspondencia recíproca esta-
tas no es de vital importancia para los procesos blecida entre la formación estatal y los
productivos, o no se dan las condiciones de base asentamientos urbanos, especialmente de aquellos
para posibilitar su sustento económico. que corresponden a la categoría de ciudades.
Este nuevo contexto económico y social se ex- Dadas las limitaciones de este trabajo, tratare-
presa en patrones de asentamiento dominados por mos puntualmente algunos casos que nos pare-
aldeas y poblados rurales. La mayoría de estos se cen representativos y suficientemente ilustrativos
encuentran instalados en puntos naturalmente de las formas de asentamiento que priman en las
defendibles o protegidos por cercos de murallas, regiones altoandinas durante esta época. Con este
lo que evidencia una alta incidencia de conflictos propósito trataremos brevemente de los
intercomunales, posiblemente agudizados por la asentamientos y arquitectura de los Chachapoya,
ausencia de una entidad estatal que los regule y del curacazgo de Asto y del señorío de los Chankas
resuelva. Por otra parte, este mismo contexto evi-
dentemente inhibe la posibilidad de generar de- Los Chachapoya
sarrollos de tipo urbano, o de mantener la conti-
nuidad de los centros urbanos preexistentes que Se asentaron en las vertientes orientales de los An-
privados del soporte estatal Wari, rápidamente de- des norteños, en los actuales departamentos de
clinaron y pasaron a la condición de ruinas. Amazonas y San Martín. Se ha sostenido que cons-
A propósito de la condición de los señoríos tituyeron un reino, sin embargo parece mas bien
altoandinos durante esta época anterior a la do- que se trató de una serie de señoríos étnicos no
minación Inka Cieza de León (1984: 233-234) necesariamente unificados. Sus asentamientos se
señala que: caracterizan por sus construcciones pétreas que
7. ESTADOS Y SEÑORÍOS TARDÍOS 403
Fig. 103. Kuelap: plano general del asentamiento (Narváez 1988: fig. 2).
presentan una característica planta circular, don- pliamente documentada en los vestigios cultura-
de los edificios principales presentan la decora- les de las sociedades costeñas.
ción de sus paramentos exteriores mediante la es-
pecial disposición de las lajas de piedra, forman- Kuelap
do así cornisas y cenefas, con bandas con diseños
romboidales o de líneas diagonales o paralelas, e Se trata con seguridad del principal centro del pe-
inclusive la representación en relieve de aves y per- ríodo ubicado en la vertiente oriental de los An-
sonajes que exhiben cabezas clavas y tocados. des. Las dimensiones y calidades de este asenta-
Entre los grandes centros poblados, los sitios miento y su especial localización en una zona
más destacados son Pajatén (o Yaro), en la zona ecológica correspondiente al bosque húmedo
del Abiseo (San Martín), y Kuelap en la cuenca montano, propio de la ceja de selva, proponen
del Utcubamba (Amazonas), que es el de mayor una serie de temas de investigación cuya explora-
extensión y monumentalidad. La importancia de ción recién se inicia con los estudios arqueológi-
estos asentamientos, ubicados en una región de cos desarrollados en el sitio (Narvaez 1988).
transición entre la serranía, la ceja de selva y la El sitio se ubica en la cuenca del Uctubamba a
Amazonia, en una ecología de bosque húmedo unos 3,000 msnm. y se localiza de forma especta-
montano, estaría revelando una relación aparen- cular sobre la cresta rocosa de un cerro, que fue
temente exitosa con un medio que debió permitir modificada mediante la construcción de grandes
el cultivo del algodón, el ají y la coca, y que ade- murallas perimétricas y rellenos constructivos,
más debió servir de vía de entrada hacia los varia- generando hacia el interior terraplenes y explana-
dos recursos de la ceja de selva y los bosques hú- das donde se desarrolló el asentamiento. Este tiene
medos de la Amazonia, cuya presencia está am- una planta alargada orientada de norte a sur, donde
alcanza 584 m. de largo, con un ancho variable viesan las masa del relleno constructivo conteni-
de unos 110 m. de lo que resulta una extensión do por las murallas. Estos largos corredores amu-
de 6 ha. La gran muralla exterior está hecha con rallados culminan su trayecto de unos 60 m. en
grandes bloques de caliza y alcanza en las partes estrechas puertas que permiten el paso de una sola
mejor conservadas cerca de 20 m. de altura. Esta persona a la vez, evidenciando restricciones en la
muralla opera como una colosal estructura de con- circulación y formas de control del acceso (ibid.).
tención de un relleno constructivo conformado por Como resulta evidente del examen del plano
piedras unidas con mortero de arcilla (ibid.: 118). del asentamiento, la gran mayoría de las estruc-
El ingreso al asentamiento se realizaba por tres turas arquitectónicas presentan el desarrollo de
entradas, dos del lado este y una al oeste. Estas plantas circulares, ya que solamente 7 de las 420
entradas presentan portadas monumentales de estructuras registradas exhiben plantas rectangu-
gran altura y sección trapezoidal que estaban co- lares (ibid.: fig. 2). Las características y contextos
lla no ronadas por una bóveda que daba soporte a su propios de las estructuras circulares permiten su-
cobertura, estableciendo el equilibrio estructural poner que estas tuvieron una función residencial.
a un diseño que –privado de este componente— La aparente ausencia de planeamiento, no impi-
desafiaría su estabilidad. Al trasponer las porta- de observar que las estructuras circulares se dis-
das se ingresa a corredores ascendentes que atra- tribuyen en el asentamiento siguiendo determi-
26
Al respecto Narváez (1988: 140) propone con razón abandonar la designación popular de ‘Fortaleza’, pero para dar paso
a la de ‘Ciudad Fortificada’, lo que explicita y además acentúa una caracterización urbana que, desde nuestro punto de vista, no
está comprobada.
406 JOSÉ CANZIANI
Patrones de asentamiento del curacazgo de entre los valles, lo cual no excluiría la presencia de
los Asto pequeños caseríos o viviendas dispersas de pasto-
res en estas zonas (ibid.: 26). Este dato es de sumo
Para aproximarnos al conocimiento de las carac- interés ya que da a entender que la distribución
terísticas de estos asentamientos altoandinos y el de los poblados a lo largo de los valles tiene que
modo de vida de sus habitantes durante el Inter- ver con la relativa proximidad de fuentes de agua
medio Tardío, haremos referencia al trabajo de y con las posibilidades de manejar simultáneamen-
Lavallée y Julien (1983), una de las pocas investi- te cultivos en los distintos pisos ecológicos que se
gaciones que proporcionan con rigor científico encuentran descendiendo hacia los valles, como
una visión detallada sobre el tema. El estudio está también con el manejo de la ganadería de
referido al curacazgo de los Asto, que pertenecía a camélidos en las tierras altas de la puna.
la etnía Anqara del departamento de Huanca- La instalación de los poblados en la cumbre
velica, la que habría tenido fuertes afinidades con de los cerros, generalmente se caracteriza por pre-
la macroetnía de los Chankas. sentar estos lugares flancos con escarpados o pa-
Los asentamientos Asto se ubican entre los redes rocosas de naturaleza inaccesible, mientras
3,600 y los 4,400 msnm. en pisos ecológicos que los lados que ofrecen una pendiente más modera-
corresponden al límite de las zonas quechua y a la da sirvieron como ruta de acceso a los sitios. Es-
puna. Todos están establecidos sobre puntos eleva- tos flancos menos protegidos, fueron objeto de
dos que dominan el paisaje y presentan condicio- obras de fortificación, mediante la construcción
nes naturales de defensa, lo que es característico de una o dos líneas de murallas. De modo que en
del patrón de asentamiento de la época en gran todos los casos, la combinación de los escarpados
parte de las regiones altoandinas de la sierra central, naturales con las obras de fortificación, transfor-
desde Junín hasta Ayacucho (ibid.: 25, lám. 1). maron las cumbres y los asentamientos construi-
La ocupación del espacio territorial privilegia dos sobre ellas en bastiones protegidos con un solo
las partes altas de las márgenes de los valles, esta- punto de acceso (ibid.: 29). Es interesante notar
bleciéndose las aldeas y poblados a lo largo de es- que generalmente las unidades habitacionales se
tos, separados entre sí de 1 a 5 km como máximo, construyen a una distancia prudencial de las mu-
lo que permite el registro visual entre ellos. Se ad- rallas que protegen los asentamientos, dejando una
vierte la inexistencia o muy limitada presencia de distancia libre de 50 a 100 m. con relación a ellas.
este tipo de sitios en las mesetas elevadas ubicadas Los frecuentes corrales para encerrar el ganado se
ubicaron precisamente en estos espacios interme- y separadas por ligeros desniveles. Cuando los
dios, entre la concentración de viviendas de los edificios de una unidad no eran todos contiguos
poblados y las murallas que los circundan, de o cuando estos no cerraban del todo un patio, se
modo que también los corrales se encontraban res- desarrollaron muros bajos para delimitar este es-
guardados por las murallas (ibid.: 57-60). pacio. Si bien no existe evidencia de la traza de
Sobre estas cumbres las superficies aparentes calles, la circulación se resolvía por medio de pa-
para la instalación de los poblados era no solo ac- sadizos, aprovechando los espacios que quedaban
cidentada y con fuertes pendientes, sino además libres entre las unidades. Los pasadizos comunica-
limitada. El estudio de la forma de los ban las distintas unidades, dando acceso a los pa-
asentamientos permite establecer que si bien no tios interiores de estas, hacia donde se orientaban
existió planeamiento urbano, los Asto desarrolla- las puertas de las viviendas de planta circular que
ron ciertas soluciones de organización espacial, conformaban las unidades (ibid.: 49-50, fig. 2).
acordes con las características particulares que pre- Cuando las pendientes eran más exigentes, se
sentaban los suelos de estos. Por lo general, las recurrió al terraceo mediante la construcción de
partes más planas fueron dejadas como un espa- muros de contención. En los niveles sucesivos de
cio central libre de edificios, pudiendo haber fun- estas terrazas se edificaron las unidades alveolares,
cionado como plazas; en otros casos estos espa- pero en este caso adaptándolas a la forma alargada
cios abiertos se desagregan y pueden ser múlti- y estrecha de los terrenos así generados. De modo
ples; mientras que en algunos otros casos que en estos casos los patios son alargados y casi
—cuando el poblado se asentó en una cumbre rectangulares, mientras que los edificios asocia-
con una doble prominencia— se aprovecharon dos a estos son menos numerosos. Para resolver la
las explanadas entre los dos promontorios, man- circulación entre los distintos niveles de terrazas,
teniéndolas como áreas libres que dividían los los Asto no recurrieron a escalinatas, ya que supe-
poblados en dos conjuntos o mitades, si se supo- raron los desniveles mediante empinados pasajes
ne que pudieron asumir la tradicional organiza- que cortaban transversalmente las terrazas que se
ción dual: hanan y hurin (ibid.: 48-49). amoldaban a las curvas de nivel (ibid.: 51, fig. 3).
Todos los edificios presentan plantas circula- Las edificaciones de planta circular constituían
res y se agrupan formando unidades alveolares que viviendas y estaban construidas con muros de unos
encierran al centro un espacio libre. Cuando la 50 a 60 cm de espesor. Estos muros estaban hechos
superficie de las cumbres presentaba pendientes de piedras de campo dispuestas a doble cara y con
relativamente suaves, las unidades son contiguas un relleno interior de cascajo y piedras menudas,
27
Lavallée establece estimaciones sobre la cantidad de estructuras circulares y las unidades que conformaron los distintos
poblados investigados, proyectando sus posibles densidades por hectárea y la población resultante en cada caso (Lavallée y Julien
1983: 115-120).
410 JOSÉ CANZIANI
cumbre de los cerros, donde se fortifican domi- donde desarrollar cultivos como el algodón, el ají
nando el paisaje. La distribución de los poblados o la coca.
privilegia su instalación a lo largo de las márgenes Los poblados, también en este caso, además
de estos valles. Esta localización también les per- de una naturaleza inexpugnable y la presencia de
mitía aprovechar los pastos de altura para la gana- amurallamientos defensivos, presentan un patrón
dería de camélidos y las tierras más bajas para dis- ‘espontáneo’ que no evidencia planificación algu-
tintos cultivos, que variaban de acuerdo a la alti- na. Si bien la mayoría de las estructuras son de
tud en que desarrollaban sus campos (ibid.). planta circular, no se excluye en algunos casos la
Una cierta diferencia se puede advertir en la presencia de algunas de planta rectangular (Valdez
menor altitud en que se instalan algunos sitios. Si et al. 1990). Entre los centenares de estructuras
bien la mayoría de los poblados se encuentran en- que se registran en cada uno de estos poblados,
tre los 2,500 a 3,500 msnm. esto no excluye la no se verifican mayores diferencias de tamaño o
presencia de algunos sitios establecidos en zonas en la calidad de construcción de estos edificios,
de menor altitud, llegando a ubicarse hasta los cuya aparente función fue habitacional. En estos
1,500 msnm. en una posición mucho más baja poblados Chanca no se reporta la presencia de edi-
que las de sus contemporáneos Asto. Esto podría ficios o estructuras a los cuales se les pudiera asig-
derivar de la necesidad de acceder a tierras suscep- nar alguna función pública (González Carré 1992:
tibles de ser irrigadas, considerando que ésta es 41-48); de lo que se deduce tanto la ausencia de
una región que se caracteriza por un régimen de especialización productiva,28 como también la
lluvias más escaso y por corresponder a un medio inexistencia de clases sociales distintas y, por ende,
bastante más árido; a menos que se buscara el ac- de alguna forma de organización política estatal.
ceso a tierras ubicadas en zonas más templadas,
28
Por ejemplo, la cerámica Chanka se caracteriza por ser bastante rudimentaria. Sus materias primas, técnicas de manufactu-
ra y decoración son elementales, no obstante haber tenido como antecedente la producida por los eximios ceramistas Wari
(González Carré 1992: 53).
8. EL IMPERIO INKA 411
8
EL IMPERIO INKA
La integración macrorregional andina y
el apogeo de la planificación territorial
El imperio del Tawantinsuyu, que se desarrolló dada por este estado al sur del Cusco. Otros sitios
durante poco menos de un siglo (1440 - 1532 de la región, como Choquepuquio, asociados a
d.C.), es una de las épocas relativamente mejor cerámica Killke podrían ser considerados como
conocidas de nuestra historia prehispánica, ya que representativos de un período post Wari y de tran-
en numerosos documentos tenemos el testimo- sición a los patrones adoptados por los Inka
nio de los cronistas que formaban parte de las (Hyslop 1990: 19-25). Sin embargo, muchas
huestes de los conquistadores europeos, quienes interrogantes persisten, especialmente en cuanto
tuvieron un contacto directo o de primera fuente se refiere a los antecedentes de la traza urbana del
acerca de la realidad del antiguo Perú de aquella Cusco, más si asumimos que la ciudad capital de
época. De otro lado, el legado de los inkas ha los Inka fue remodelada durante el reinado de
sido objeto de muchos estudios dirigidos al co- Pachacutec fundador del estado imperial. Lo mis-
nocimiento de su organización económica, social mo ocurre con relación a ciertos rasgos propios de
y política, así como de los aspectos relacionados su arquitectura y en especial de su refinado arte
con la cosmovisión, ideología, la tecnología y el lítico, aunque sobre este aspecto se ha planteado
arte. La base documental y los trabajos relaciona- con acierto referentes que remiten a la arquitectu-
dos con la arquitectura y el urbanismo Inka son ra altiplánica de Tiwanaku, que los Inkas debie-
también relativamente abundantes por lo que, ron apreciar durante sus tempranas campañas en
considerando las limitaciones impuestas por la la región del Collao (Gasparini y Margolies 1977).
extensión de este trabajo, en este capítulo nos li- Más allá de los relatos míticos que nos remiten
mitaremos a una reseña de los aspectos que con- a leyendas fundacionales y a un posible origen
sideramos más relevantes en cuanto se refiere al altiplánico, la mayoría de los estudiosos del tema
urbanismo y manejo territorial. concuerdan en que los antecedentes de los Inkas
Hasta el momento no están claros los antece- deben de rastrearse en el período Intermedio Tardío,
dentes previos al desarrollo imperial de los inkas cuando en sus orígenes debieron constituir un se-
y la propia conformación de este estado de carác- ñorío con dominios limitados a la región del Cusco,
ter expansivo. Arqueológicamente esta época es- donde mantuvieron alternas relaciones de conflicto
taría asociada con un estilo de cerámica denomi- y alianzas con otros grupos étnicos allí establecidos,
nado Killke, que si bien permite disponer de un que finalmente se resolvieron favorablemente con
indicador cultural de las fases previas al desarro- su exitosa expansión inicial hacia las poblaciones
llo inka, el estado actual de las investigaciones, quechuas de Apurímac y los señoríos del altiplano.
con un escaso estudio de otros aspectos, no per- Es precisamente a partir de su enfrentamiento
mite conocer más detalles de una época bastante y victoria sobre los Chankas -para lo cual habrían
difusa e imprecisa. Este es el caso de los vagos gestado una serie de alianzas con las etnias veci-
conocimientos acerca de los posibles anteceden- nas- que los inkas del Cusco se constituirían bajo
tes que conformaron los modelos de la arquitec- el liderazgo de Pachacutec en un estado con una
tura y el urbanismo Inka. Al respecto se ha seña- impresionante dinámica de expansión territorial,
lado la posible influencia de la antigua expansión que lo llevará a interesar no solamente el área de
de Wari en esta región y el testimonio, posible- los Andes Centrales, sino también los territorios
mente ya ruinoso, de la ciudad de Pikillacta fun- de lo que hoy son Ecuador, Bolivia, el noroeste de
412 JOSÉ CANZIANI
ancestral y dinástico. Existían en la burocracia del ras principales, elaborados con cantería fina, de-
estado funcionarios dedicados a las múltiples ac- bieron de recurrir a mano de obra calificada tras-
tividades administrativas, desde aquellos de ele- ladada especialmente hasta el lugar. A su vez, este
vada jerarquía como los tokoyrikoq o tocricoc, ins- tipo de mita orientada hacia las entidades urba-
pectores del Inka o gobernadores provinciales, nas, aseguraba que las poblaciones de su corres-
hasta aquellos dedicados a la supervisión de tra- pondiente ámbito regional aportaran, por turnos,
bajos y aspectos específicos de la organización contingentes de mano de obra para la realización
imperial, llamados kamayoq, como los quipu de una serie de servicios y procesos productivos
kamayoq, dedicados al registro contable y a la re- que tenían lugar en estos establecimientos.
copilación de las gestas memorables; los tampu Los mitmaq (o mitimaes) eran grupos étnicos
kamayoq, que supervisaban el aprovisionamiento desplazados de sus lugares de origen, para ser ubi-
y la redistribución de los bienes almacenados en cados en otras regiones tanto con fines políticos
las qollqa, las instalaciones de depósitos asociadas —en el sentido de debilitar o controlar la resis-
a las ciudades y otros establecimientos Inka co- tencia de regiones rebeldes— como con fines pro-
nectados mediante el sistema de caminos Inka. ductivos, al movilizar a comunidades especializa-
Pero no se podría entender el Tawantinsuyu ni das en determinadas actividades, o a enteras
su rápido desarrollo, si es que no se considera la poblaciones para el desarrollo de obras públicas,
compleja y variable articulación que ejercía el la colonización y el manejo de la producción en
poder imperial con relación a los poderes locales, zonas donde el estado emprendía proyectos de ex-
de acuerdo a las singulares características y distin- pansión agrícola. Por ejemplo, en el caso de
tos niveles de organización política que estos pre- Ayacucho y Abancay, los documentos coloniales
sentaran en cada una de las regiones asimiladas a dan cuenta de la presencia de una suerte de
sus dominios. En este sentido, los curaca jugaban mosaico poblacional, compuesto por diversos
un papel clave en el manejo de los territorios con- grupos étnicos instalados allí por los inka desde
quistados, ya que ejercían el poder y la adminis-
tración local, en su calidad de señores étnicos de
las distintas poblaciones que habitaban las Fig. 2. Dibujo de Guamán Poma (1980: 309) de Qollqa, depósitos
múltiples regiones que se encontraban bajo el del Inka, en la que figura un quipu kamayoc rindiendo cuentas a
Topa Inca Yupanqui.
dominio Inka. Las parcialidades administrativas
estaban ordenadas en forma decimal, de modo
que una pachaca correspondía a una población de
cien familias, mientras que una huaranga a una
de mil y unu o hunu a diez mil unidades domésti-
cas (Murra 1980; Rostworowski 1988).
En la base de la estructura social se encontra-
ban los runa, es decir la gente del común, fueran
estos campesinos o simples pobladores de los
centros urbanos, quienes se relacionaban en la pro-
ducción comunal mediante sistemas de recipro-
cidad y ayuda mutua llamados minka y ayni. Los
señores étnicos y el estado Inka disponían de la
fuerza de trabajo de la población mediante la mita,
un sistema de prestación de servicios y trabajo que
podía estar destinado a la dotación de productos
para los depósitos, a la construcción o manteni-
miento de obras públicas, como sistemas de campos
de cultivo, canales, caminos y puentes, o al trabajo
en los campos, las minas o el servicio en los ejércitos.
Para comprender la dimensión urbana de los
establecimientos Inka, es de especial interés destacar
que los Inka también utilizaron el sistema de mita
para la construcción del grueso de las edificaciones
de sus centros urbanos provinciales, y sólo en el
caso de la construcción de los edificios y estructu-
414 JOSÉ CANZIANI
muy diferentes regiones, con la finalidad de con- tos sobre las tierras, los rebaños y la producción
trolar el núcleo del área Chanka, tradicionalmente en general. Aparentemente estos censos se realiza-
reacia a su dominación (Urrutia 1985). 1 Los ban separadamente por provincias y el registro de
mitmaq podían ser trasladados a miles de kilóme- la información estaba a cargo de los khipu kamayoc.
tros de distancia de su tierra de origen, como su- La información recopilada se centralizaría en el
cedió con poblaciones huancavilca, tallanes o Cusco, permitiendo al aparato del estado estable-
mochicas desplazadas de las costas del Ecuador y cer sus diferentes políticas administrativas en el
del norte del Perú a Abancay; o con cañaris del vasto territorio imperial (Murra 1980).
Ecuador y collas y aymaras del altiplano traslada-
dos al valle de Yucay; al igual que el archipiélago
étnico conformado por chilques del Cusco, La expansión territorial inka
carangas, collas, uros y soras, entre otros del altipla-
no, y chiles de Chile que fueron desplazados a las Si bien se ha señalado la necesidad de disponer de
tierras del inka en Cochabamba, en las yungas excedentes productivos para satisfacer los distintos
orientales de Bolivia (Wachtel 1980-1981).2 requerimientos de las relaciones de reciprocidad,
Mientras que la categoría de los yana aparen- así como las crecientes demandas de rentas por
temente correspondía a las personas sujetas a una parte de la nobleza de las panaqa, como uno de
prestación de carácter servil, que generalmente los mecanismos centrales que podrían explicar la
habían perdido su identidad étnica como conse- dinámica de la expansión territorial (Rostwo-
cuencia de guerras o la represión de rebeliones. Se rowski 1988); otros estudiosos como Rowe (1946,
supone que en este caso la prestación de trabajo o 1967) enfatizaron los requerimientos de prestigio
servicios era forzada por esta situación de origen, y empoderamiento de los líderes de la nobleza o
si bien no por esto se puede asumir que fueran panaqa, como una posible explicación de las su-
“esclavos”. Es mas, para dar idea de la compleji- cesivas campañas de conquista. Es muy posible
dad de estas categorías, existieron “yanas de privi- que estos aspectos no fueran excluyentes entre sí,
legio” es decir gentes yana que por sus servicios al sino más bien interdependientes y confluyentes
estado inka podían ser nombradas por éste como en la dinámica de estos procesos de conquista. En
curacas o gobernadores de determinadas pobla- todo caso, si bien las causas de la expansión terri-
ciones (Murra 1980; Rostworowski 1988). torial y el desarrollo de la formación imperial inka
Finalmente, es de destacar que un instrumen- no son aun del todo claras, es un hecho innegable
to fundamental de la administración Inka corres- que el estado inka abarcó de manera muy rápida,
pondía a la aplicación de un sistema de censos en una o dos generaciones,3 un vasto territorio de
que contabilizaban a la población de acuerdo a más de 5,500 km. de extensión, comprendiendo
criterios de género y grupo etario, que servían para bajo sus dominios a múltiples pueblos y nacio-
contabilizar y evaluar la capacidad productiva de nes, con lenguas, tradiciones, usos y costumbres
los distintos componentes y categorías en que se muy distintos entre sí, que es precisamente lo que
organizaba la fuerza de trabajo de las poblaciones caracteriza de manera universal a las formaciones
provinciales y su capacidad de tributación. Estos imperiales.
censos poblacionales también incorporaban da-
1
En las provincias de Vilcas, Huamanga y Huanta, correspondientes al núcleo central del territorio chanka, casi toda la
población era de condición mitmaq. Este impresionante mosaico poblacional estaba conformado por diversas etnias provenientes
de diferentes y lejanos territorios, como los cayampi, cañaris y quitos del Ecuador; xauxas y huancas del valle del Mantaro;
quiguares y canas del Cusco; etnias de Cajamarca; aymaraes del altiplano; yauyos de la serranía de Lima; e inclusive de algunas
comunidades yungas muchic desplazadas desde la costa norte (Urrutia 1985: 37-51).
2
Estas formas de movilización de la población a grandes distancias, debieron tener un soporte importante en el sistema vial,
al igual que en la red de tambos y las kallanka, los grandes recintos techados de los asentamientos inka, que se supone también
fueron utilizados para albergar tropas y poblaciones transitorias como los mitmaq.
3
La mayoría de estudiosos del tema concuerda en que Pachacutec, con participación de Capac Yupanqui y Tupac Yupanqui,
realizó una expansión muy grande que comprometió gran parte del territorio peruano, llegando hasta el sur del Ecuador y el sur
de Bolivia; luego Tupac Yupanqui habría completado el dominio sobre los valles de la costa y las vertientes orientales del Perú,
expandiendo las conquistas hasta la región central de Chile y el noroeste de Argentina y llegando hasta Quito en Ecuador;
posteriormente Huayna Capac consolidó estos dominios, pacificando a los Chachapoya y los extendió más al norte hasta los
territorios de los indómitos Pasto, mientras aseguraba las fronteras sur orientales frente a las incursiones de los Guaraníes (D’
Altroy 2003: fig. 4.1; Rostworowski 1988; Rowe 1946: Mapa 4).
8. EL IMPERIO INKA 415
En otros casos, como es el de Chanchán, luego de estrecha conexión con el camino, aun cuando esto
la estrategia Inka que conduce a la desarticula- implicara una relativa lejanía con relación a las
ción política del estado y la nobleza Chimú, la zonas más densamente pobladas (ibid: 276).
ciudad capital languidece y habría sido finalmen- Sin embargo, se pueden sopesar también otros
te condenada al abandono (Rowe 1948) aspectos que debieron intervenir en la definición
La necesidad del estado inka de establecer ciu- de este tipo de localización. Uno de ellos podría
dades, centros administrativos y establecimientos ser la necesidad de establecer un emplazamiento
de distinta función en regiones como las en una posición central con relación a las pobla-
altoandinas, que carecían de ciudades o de cen- ciones y las tierras productivas de los valles que se
tros urbanos vigentes, fueron un motivo más para encontraban alrededor de estas punas, con la po-
que el estado inka requiriera fundar ex novo sus sible ventaja de tener escasas interferencias en su
propios asentamientos y se viera en la necesidad operación urbana, como vial, por parte de las
de establecer formalmente el diseño planificado, poblaciones locales, mayormente concentradas en
mediante la definición de determinados modelos los valles. Una segunda razón de peso podría te-
urbanísticos que veremos más adelante. Esta es- ner que ver con requerimientos productivos y de
trategia Inka de establecer sus principales almacenamiento, que se verían favorecidos por
asentamientos en las regiones altoandinas es des- instalaciones en este piso ecológico, donde es fac-
tacada de manera perspicaz por Cieza (1984: 223), tible desarrollar los procesos de deshidratación de
quien escribe al respecto “...Y los tributos que da- tubérculos (chuño, papa seca, etc.) y carnes (char-
ban a los reyes Ingas, unos dellos los lleuauan al qui), así como la conservación de estos y otros
Cuzco, otros a Hatuncolla, otros a Bilcas, y algunos productos agrícolas en depósitos o qollqas insta-
a Caxamalca. Porque las grandezas de los Ingas, y lados en lugares que por su naturaleza ofrecen cli-
las cabezas de las prouincias, lo más substancial era mas secos y de bajas temperaturas, como son los
en la sierra”. de la puna.
Cieza (1984: 258) se refiere también a la con-
cepción Inka sobre la división de sus territorios
provinciales, anotando que: “...assí estos Indios para La ciudad del Cusco
contar las (provincias) que auía en tierra tan gran-
de lo entendían por sus caminos”. Hyslop (1990: La ciudad capital del Tawantinsuyu se encuentra
58), destaca esta inteligente apreciación, en el sen- enclavada en la cuenca del río Huatanay a 3,395
tido de que desde éste punto de vista, lo central msnm. y se localiza en la parte alta del valle don-
no era tanto la sucesión y extensión de los territo- de confluyen 3 ríos: el Chunchulmayo, el Shapi o
rios provinciales, sino mas bien el acceso que se Huatanay, y el Tullumayo. La presencia de estos
tenía a estos dominios mediante los diferentes ríos en el lugar de emplazamiento de la ciudad no
caminos. De esta manera, los pueblos, los lugares sólo debió ser importante por razones económi-
y los recursos de las distintas regiones son referi- cas, sino también por representar este punto de
dos a partir de su relación con el sistema de cami- encuentro un tinkuy, un lugar reverenciado y con
nos que articulaban el territorio. connotaciones sacras desde la concepción de la
En todo caso Hyslop (1990: 274) al señalar mitología andina. Precisamente en la traza de la
que los centros principales Inka estuvieron em- ciudad se incorporaron activamente los cursos de
plazados sobre los principales caminos, advierte los ríos, ya que el Huatanay dividía la gran plaza
que la decisión sobre la posible localización de central en sus dos mitades: Haucaypata al este y
estos pudo ser condicionada por la preexistencia Cusipata al oeste; mientras el Tullumayo delimi-
de los caminos. En este sentido, la estrategia del taba los linderos del área central de la ciudad ha-
desarrollo caminero mayormente por las plani- cia el este; y posiblemente el Chunchulmayo de-
cies altoandinas de puna, especialmente en los tra- finía los límites de su aparente área de expansión
mos de la sierra central, habría ofrecido rutas más hacia el suroeste. Así mismo, la confluencia de los
rectas y de comunicación más rápida, evitando ríos coincidía con el sector denominado Pumac
los rodeos que habría significado transcurrir por Chupan (la cola del puma) conformando un ex-
las grandes concentraciones poblacionales insta- tremo de la figura mítica que, como veremos más
ladas en los valles. De acuerdo a esta hipótesis, al adelante, habría sido la forma asumida para el
privilegiar la ruta su desarrollo por las zonas de diseño del plano de la ciudad. Por otra parte, exis-
puna, el emplazamiento de los principales cen- ten evidencias de que tanto el Huatanay como el
tros administrativos se definirá en este zona en Tullumayo fueron canalizados en los tramos que
8. EL IMPERIO INKA 417
Fig. 4. Plano general del Cusco Inka, con los sectores Hanan y Hurin (Gasparini y Margolies 1977: fig. 40).
atravesaban la ciudad e inclusive más allá.4 Estas asentada en el lugar y su reubicación en los extra-
canalizaciones, además de formalizar el curso de muros de la ciudad, ya que su área central estuvo
los ríos, habrían respondido a la necesidad de de- destinada exclusivamente a la población Inka. Así
secar y drenar las zonas inundables que se encon- mismo, se reporta que el esfuerzo constructivo
traban donde se instaló parte del área central de la habría demandado la movilización de 50,000 tra-
ciudad y la gran plaza (Gasparini y Margolies bajadores a lo largo de unos 20 años (Hyslop 1990:
1977). 32-34). Sobre este trascendente episodio, se citan
Según el cronista Betanzos (1987: 75-79) ha- a continuación algunos extractos que considera-
bría sido el Inka Pachacutec el artífice de la mos relevantes de la pluma del propio Betanzos
remodelación de la ciudad con miras a convertir- (1987: 75-79).
la en la capital del naciente imperio, establecien-
do su diseño y la traza de sus calles, para lo cual el ...porque tenía en si acordado de hacer e reedificar la
ciudad del Cuzco de tal manera que para perpetua-
Inka habría mandado modelar maquetas de arci-
mente fuese hecha... ...Ynga Yupangue trazó la ciu-
lla. Esta, como otras fuentes etnohistóricas, in-
dad e hizo hacer de figuras de barro bien ansi como él
forman también que la edificación de la ciudad
la pensaba hacer y edificar... ...lo más del asiento de
habría significado el desplazamiento previo de la la ciudad es eran ciénagas e manantiales de agua to-
población originaria (no Inka) que se encontraba dos los cuales manantiales mandó que fuesen tomados
4
A unos 10 km. al sureste de la ciudad del Cusco aún se conservan evidencias de la canalización del Huatanay (Gasparini y
Margolies 1977: 60, fig. 51).
418 JOSÉ CANZIANI
puma. La imagen mítica debería haber proyecta- se dirigían a huacas o lugares sagrados de diversa
do sus extremidades hacia los sectores al suroeste índole natural, tales como nevados, rocas y manan-
del área central, y estaría incompleta de no haber- tiales. De modo que a la cuatripartición en suyus
se dispuesto la construcción del complejo de y a la bipartición Hanan y Hurin, adicionalmente
Saqsawaman en la alturas que dominan el norte se le incorporaba un esquema tripartito que sub-
de la ciudad, configurando la cabeza de la forma dividía cada uno de estos espacios según las líneas
simbólica (Rowe 1967). de Collana, Payan y Cayao. Sin embargo, las lí-
La gran plaza central, posteriormente recorta- neas generadas por el sistema de Ceque aparente
da y reducida en tiempos coloniales,5 estaba dividi- no tuvieron una expresión física en la organiza-
da en dos mitades —Haucaypata al este y Cusipata ción de la trama urbana y sí más bien en su pro-
al oeste— y constituía el lugar central donde con- yección a los territorios aledaños a la ciudad, don-
fluían los caminos desde los cuatro suyos. La pla- de habrían definido la repartición y acceso a las
za era también el lugar donde la ciudad se dividía tierras agrícolas y sus respectivas fuentes de agua
en dos mitades: Hanan al norte y Hurin al sur, por parte de las panaqa (Hyslop 1990: 65-68).
teniendo como límite divisorio el lado sur de la Alrededor de tres de los lados de la plaza
plaza, correspondiente a la calle Hatunrumiyoc. Haucaypata -ya que el lado suroeste daba al río
Esta división de la ciudad en las mitades Hanan y Huatanay y ofrecía continuidad con la plaza
Hurin se correspondía físicamente con la división Cusipata- se instalaron algunos de los complejos
social de los linajes o panaca de la nobleza Inka, principales de la ciudad. Este es el caso de los com-
en un número equivalente por cada mitad, y don- plejos Amarukancha y Hatunkancha, ubicados del
de los linajes afiliados a cada una de estas tenían lado sureste de la plaza, albergando este último
residencia y sus respectivos palacios. un aqllawasi donde vivían y trabajaban las muje-
Adicionalmente los Inka manejaron el siste- res escogidas para el culto al sol. Del lado noreste
ma de Ceque desde el Korikancancha, el principal debieron encontrarse Kiswarkancha y Kuyusmanco,
templo dedicado al dios sol y desde el cual se irra- complejos desaparecidos por la posterior construc-
diaban una serie de ejes de orientación sacra que ción en su lugar de la catedral colonial. Mientras
5
Gran parte de la actual Plaza de Armas de la ciudad colonial del Cusco correspondió a la Plaza Haucaypata, mientras que la
Plaza Cusipata fue mayormente ocupada por el reparto de solares. Esta última plaza pudo extenderse hasta lo que es hoy el
convento de San Francisco o, por lo menos, hasta el límite definido por la casa de Garcilaso (Gasparini y Margolies 1977: 57-58,
figs. 49 y 50).
420 JOSÉ CANZIANI
6
Para las kallanka del Cusco, Garcilaso (1959: 297) informa que estas representaban un lugar de refugio frente a eventuales
lluvias y cuyos amplios espacios permitían acoger a un enorme número de personas, asegurando así la celebración de los rituales
y festividades de no poderse realizar estos en el espacio abierto de la plaza. A éste propósito refiere que: “En muchas casas de las del
Inca había galpones muy grandes de a doscientos pasos de largo y de cincuenta y sesenta de ancho, todo de una pieza, que servían de plaza,
en los cuales hacían sus fiestas y bailes cuando el tiempo con aguas no les permitía estar en la plaza al descubierto. En la ciudad del Cozco
alcancé a ver cuatro galpones destos que aún estaban en pie en mi niñez”.
8. EL IMPERIO INKA 421
rrespondieran a distintas funciones, ya sea de ca- caso del espléndido muro curvo que se proyecta
rácter residencial, ceremonial o productivo. Este de forma prominente en su extremo oeste.
es el caso aparente de los palacios principales en Al parecer en el diseño urbano de la capital
los alrededores de la plaza de Haucaypata cuyas Inka se había previsto su desarrollo y crecimiento
salas, aposentos y dependencias de servicio, de- futuro, acorde con las fundadas expectativas de
bieron ordenarse bajo la forma de kancha, al igual una larga duración y progresivo desarrollo impe-
que las instalaciones ceremoniales, residenciales y rial. De esta manera, además del área central de
productivas de los aqllawasi e, inclusive, del prin- la ciudad ocupada por la nobleza Inka, existía al
cipal templo conocido como Qori Kancha, cuyos suroeste un área intermedia que se extendía desde
vestigios evidencian también un plano conforman- el río Huatanay hasta el Chunchulmayo que habría
do una kancha. Tal como destacan Gasparini y estado destinada al crecimiento y expansión de la
Margolies (1977: 229-242, fig. 233), más allá de ciudad. Esta área mayormente deshabitada fue
la sencillez de la planta del principal recinto sacro modelada con terrazas y en el momento de la con-
de los Inka, la fina cantería de las edificaciones de quista estaba ocupada por campos de cultivo.8
esta kancha expresan la alta valoración de su des- Alrededor de la ciudad se habrían desarrollado
tacada función. Otros rasgos sobresalientes subra- unos doce barrios, que formaban un anillo que
yan esta calidad especial del recinto, como es el mantenía como área de aislamiento una franja li-
7
Refiriéndose a las edificaciones que posiblemente componían las kancha Garcilaso (1959: 298) señala que: “...todas eran
piezas bajas, y no trababan unas piezas con otras, sino que todas las hacían sueltas, cada una de por sí...”. Efectivamente ha llamado la
atención de los estudiosos de la arquitectura Inka, que se asumiera con tanta rigidez un patrón que establecía una distribución de
ambientes independientes y sin conexión directa entre sí, no obstante que esto generara incomodidades al tener que circular
obligadamente entre patios y pasillos al aire libre para pasar de una pieza a la otra, más si se considera que este tipo de patrón
arquitectónico se desarrolló mayormente en regiones altoandinas sujetas a lluvia y frío intenso (Gasparini y Margolies 1977: 186-
199).
422 JOSÉ CANZIANI
Fig. 10. Vista del muro curvilíneo en el extremo oeste del templo Fig. 11. Foto aérea oblicua del Cusco con Saqsaywaman en primer
de Qorikancha (Canziani). plano (Servicio Aerofotográfico Nacional).
8
Por ser un aspecto menos notorio en la traza urbana del Cusco, hay que destacar que para superar las marcadas pendientes
del área central de la ciudad Inka, sus urbanistas recurrieron también en este sector a la construcción de terrazas, en este caso para
erigir sobre ellas sus edificaciones.
9
Los distintos grupos étnicos que residían momentánea o permanentemente en los alrededores de la ciudad, se habrían
ubicado en los barrios cuya orientación con relación al centro de la misma reproducía la posición que sus respectivas provincias
y regiones de origen tenían con relación al Cusco, como si el micro cosmos étnico así conformado alrededor de la ciudad capital
replicara el universo poblacional adscrito al Tawantinsuyu (D’Altroy 2003: 119; Hyslop 1990: 64; Rowe 1967).
10
Desde los primeros testimonios de los cronistas que trasmiten el enorme impacto que les causó la visión de Saqsaywaman,
se reporta también el desmantelamiento de sus edificaciones al utilizárseles como cantera para las construcciones del Cusco
colonial, inclusive de la propia catedral. A este propósito, con su reconocida lucidez, Cieza (1984: 257) lamenta su progresiva
destrucción: “Tiene la ciudad a la parte del norte en el cerro más alto y más cercano a ella vna fuerza, la qual por su grandeza y fortaleza
fue excellente edificio, y lo es en este tiempo: aunque lo más della está deshecha, pero todauía están en pie los grandes y fuertes cimientos
con los cubos principales.” En otra parte de su obra Cieza (1985: 149) lanza un temprano reclamo conservacionista, al sostener que
“...Lo que desta fortaleza y de la de Guarco an quedado, sería justo mandar conservar para memoria de la grandeza desta tierra...”.
8. EL IMPERIO INKA 423
elevado torreón de planta circular (Gasparini y huaca del sistema de Ceque del Cusco (Hyslop
Margolies 1977: 291-300). 1990: 51-57, 103).
Del lado norte de las murallas zigzagueantes En cuanto a las dimensiones físicas de la ciu-
del conjunto se desarrolló una vasta explanada, a dad y la posible población del Cusco, Agurto (1980:
manera de plaza, la que tiene como límite norte 122-128; 1987: 76-92) propone algunas interesan-
un gigantesco afloramiento rocoso natural cono- tes estimaciones. De acuerdo a esta reconstrucción
cido como rodadero, que fue parcialmente labra- hipotética, fundamentada en el registro de los ves-
do formando escalones o graderías desde donde tigios de la ciudad Inka y la consulta de los docu-
los Inka presidían ceremonias, se realizaban ritua- mentos históricos, la extensión del núcleo central
les de adoración y se depositaban ofrendas, en correspondería a unas 40 ha. con un área de ex-
cuanto esta roca era considerada una importante pansión de éste sector central de 48 ha. mientras el
sector de aislamiento libre de edificaciones alcan-
zaría 105 ha. y los barrios del sector periférico algo damente, como también porqué estos sitios revis-
más de 280 ha. En cuanto a la posible población ten un carácter muy especial —en cuanto mu-
de la ciudad, se estima que para el núcleo central chos de ellos fueron estancias y posesiones rea-
ésta podría haber alcanzado de 15 a 20 mil habi- les— cuyas características no corresponden pre-
tantes; mientras que para los barrios periféricos más cisamente a las entidades urbanas que motivan la
de 50 mil habitantes; y para las zonas sub urbanas temática central de nuestro estudio, por lo que
de 50 a 110 mil habitantes. Estas cifras resultarían, nos limitaremos a destacar los aspectos que nos
de acuerdo a una estimación prudente, en un total parezcan relevantes al respecto.
de 115 mil, a una máxima de 180 mil habitantes. Entre este tipo de sitios, revisten una notable
Sin embargo, el propio Agurto (1987: 90) advierte importancia los célebres asentamientos que
que este número pudo ser oscilante, especialmente jalonan el valle del Urubamba, como son Pisac,
si se considera los momentos en los cuales se reali- Ollantaytambo, Patallaqta, y otros como Phuyu
zaban eventos ceremoniales en la ciudad. Otra di- Patamarca y Wiñay Wayna, que se encuentran a
ficultad en estas estimaciones consiste en que gran lo largo del camino que finalmente conduce al
parte de la población concentrada alrededor del emblemático Machu Picchu. Se ha establecido que
Cusco residía en ella como mitimaes —es decir en la mayoría de estos establecimientos, a los que
su condición de comunidades desplazadas de su puede sumarse Yucay, Tipón y Chinchero, corres-
lugar de origen— o en calidad de mitayos que pondieron a estancias o posesiones reales. Lo que
efectuaban de forma temporal diversos trabajos y puede considerarse una tardía manifestación ya
servicios en la ciudad (Hyslop 1990: 62-65). no de propiedad enajenada por el estado, sino de
propiedad privada de tierras y lugares ejercida por
la nobleza Inka, ya que existen diversas referen-
Otros asentamientos en los alrededores del cias que señalan a estos sitios como pertenecien-
Cusco tes a determinados Inka o a sus panaqa.11
En el caso de Pisac, el sitio se encuentra em-
Nos referiremos en este apartado a los principales plazado de forma espectacular coronando los ce-
sitios que se encuentran en los alrededores del rros que dominan la margen derecha o norte del
Cusco y la región aledaña a la capital. Lo haremos río Urubamba. Está organizado básicamente en
brevemente, tanto porque existen otros estudios dos sectores principales, donde se concentran edi-
donde estos han sido descritos amplia y detalla- ficaciones construidas con cantería fina. Estos sec-
11
Entre estas estancias reales, se asigna Pisac, Ollantaytambo y Machu Picchu a Pachacutec; Chinchero a Tupac Yupanqui; y
Yucay a Huayna Capac (Rostworowski 1988).
8. EL IMPERIO INKA 425
que este tipo de rasgos, unidos al especial arreglo sen con aquella gente y la llevasen al valle de Yucay
de rocas y elementos naturales, así como la pre- y él ansi mismo fue con ellos y luego puso en obra
sencia y diseño de reservorios, canales, baños y en aderezar del valle e hizo que el río fuese echado
fuentes de agua, corresponden a la particular in- por la parte de hacia el Cusco haciéndolo fortalecer
tegración paisajística que tuvieron estas exclusi- y haciéndole madre por do fuese y por la parte que
vas estancias reales (Hyslop 1990: 298-301). el río iba hizo derribar los cerros y allanarlos y ansi
Algunos excepcionales testimonios de esta in-
tegración paisajística se encuentran en la organi-
Fig. 18. Pisac: sistema de andenes en la margen derecha del valle,
zación radial de las kanchas del sector de Pisaqa, modelados con formas curvilíneas concéntricas y geométricas. Al
cuyas estructuras desplegadas en arco se constitu- fondo, se aprecia un tramo canalizado del río Urubamba (Canziani).
yen en el elemento central desde el cual se irradia
un sistema concéntrico de andenes. Este tipo de
intervenciones manifiestan también un exquisito
cuidado por los detalles en zonas específicas. Este
es el caso del arreglo de andenes dispuestos en
abanico, que sirven de magnífico escenario para
el establecimiento de un sistema de baños o fuen-
tes rituales, asociadas a una edificación ceremo-
nial de planta circular, que ocupan una pequeña
quebrada al norte del sector de Intiwatana.
A este propósito, es importante destacar que
en el caso de Pisac estas intervenciones territoria-
les no se limitaron al entorno inmediato del asen-
tamiento, ya que fueron acompañadas por otras
obras gigantescas que tuvieron un enorme impacto
al generar una vasta transformación del paisaje
territorial en este sector del valle. Al respecto, el
cronista Betanzos describe con detalle el proceso
de encauzamiento del río Urubamba, la amplia-
ción de las tierras de cultivo y la remodelación
integral de esta zona del valle:
hizo el valle llano a la manera que en él se sembrase Urubamba con la quebrada del río Patacancha.
y cogiese y hizo que en él se edificasen ya casas y La foto aérea de este sector del valle del Urubamba,
aposentos... (Betanzos 1987: cap. XLIII). permite apreciar que éste fue sujeto a una impre-
sionante modificación paisajística, con el diseño
El célebre establecimiento Inka de de un sistema de andenes que se despliegan de
Ollantaytambo se ubica 97 km. al noroeste de la forma radial en el fondo del valle, teniendo como
ciudad del Cusco, en un lugar a unos 2,800 msnm. centro el promontorio sobre el cual se asienta el
donde se produce la confluencia del valle del
sector ceremonial del sitio (Bengtsson 1998: fig. radicales procesos de remodelación (Gibaja 1984;
6 y 38; Protzen 2005: fig. 1.2). Hyslop 1990; Protzen 2005).12
El sitio está dividido en dos grandes sectores La reconstrucción hipotética de la plaza de
por el río Patacancha: al oeste el sector ceremo- Manyaraqui, permite suponer que estaba rodea-
nial denominado Araqama Ayllu; y al este el sec- da por un conjunto de edificios de tipo similar en
tor denominado Qosqo Ayllu, que corresponde a cada uno de sus lados. Dos de estos edificios, ubi-
un notable conjunto urbano. El sector oeste pre- cados en el lado sur de la plaza, parecen corres-
senta como elemento central la plaza de ponder a kallankas separadas entre sí por un corre-
Manyaraqui y comprende un complejo conjunto dor que coincide con el eje central de la plaza.13
de sistemas de andenería, depósitos, canales, fuen- En el sector al este del sitio se encuentra el
tes, baños y rocas labradas, que constituyen el extenso conjunto urbano de traza ortogonal que
entorno inmediato del promontorio sobre cuya presenta una planta trapezoidal, quizás por la ne-
cima se instalaron las edificaciones de un posible cesidad de amoldarse al progresivo estrechamien-
templo del sol o centro religioso, cuya imponente to de la quebrada donde se emplazó este sector.
construcción megalítica no sólo quedó inconclu- Cuatro calles corren longitudinalmente de sur a
sa al producirse el evento de la conquista, sino norte y son cortadas por ocho calles transversales,
que aparentemente lo fue cuando estaba sujeta a formando así bloques prácticamente ortogonales.
En el centro del conjunto de planta trapezoidal
12
Está comprobado que los colosales bloques de riolita rosada que conformaron el muro megalítico del templo, provienen de
la cantera de Kachiqhata, ubicada en la otra margen del Urubamba entre 3,200 y 3,600 msnm. y a unos 5 km. del sitio, donde
fueron parcialmente labrados y luego hechos descender por la ladera, para después cruzar el río y hacerlos ascender mediante una
enorme rampa hasta el lugar de la obra, empleando arneses bastante elementales y seguramente un formidable despliegue de
fuerza de trabajo (Bengtsson 1998; Protzen 2005).
13
Algo similar se aprecia en las dos kallanka que se encuentran del lado este de la plaza de Huánuco Pampa, cuyo corredor
central que las separa hace parte de la secuencia de portadas del conjunto IIB, el único conjunto además del ushnu que exhibe
cantería fina de tipo imperial, evidenciando su carácter palaciego (Morris y Thompson 1985: 83).
8. EL IMPERIO INKA 429
dos bloques habrían sido dejados libres de edifi- que. Este edificio central, estaba también subdi-
caciones configurando una plaza; mientras otra vidido en dos unidades independientes, separa-
plaza se encuentra aún hoy en su extremo sur das por el muro medianero que, a su vez, confor-
(Gasparini y Margolies 1977: 72-79, fig. 59). maba la cumbrera de un techo a dos aguas (ibid:
Dentro de cada uno de los bloques formados 195-196, fig. 198). Existen evidencias que per-
por la retícula de las calles, se configuraron dos miten afirmar que este edificio central de las
kanchas contrapuestas que comparten un muro kancha tenía dos pisos, accediéndose al nivel su-
medianero y la unidad arquitectónica de mayor perior mediante una escalinata exterior elaborada
importancia y altura, dispuesta al centro del blo- con lajas empotradas dispuestas en voladizo
(Protzen 2005: 79-93). Las edificaciones y patios
característicos de estas kancha habrían tenido una
Fig. 23. Ollantaytambo: detalle del muro del templo con relieves
escalonados (Canziani).
función productiva y residencial por parte de la
población concentrada en este sector del asenta-
miento. Es también relevante señalar que las ca-
lles longitudinales están dotadas de canales que
corren al pie de los muros de los recintos de las
kancha, proporcionando agua corriente a sus ha-
bitantes, tal como sucede aún hoy con las fami-
lias campesinas que siguen habitando estos edifi- la terraza, modelando magistralmente toda la la-
cios en un notable caso de continuidad cultural.14 dera baja del cerro (Gasparini y Margolies 1977:
Otras variantes de planeamiento, a partir de la 81-83, fig. 71 y 72). Estos angostos andenes se
conformación de bloques organizados interior- interrumpen en el piso del valle, dando paso a
mente mediante kanchas se puede apreciar en el campos de cultivo en terrenos llanos que también
sitio de Patallaqta, localizado en el valle del fueron nivelados mediante amplias terrazas, en una
Cusichaca un afluente del Urubamba y que está intervención que aparentemente incluyó también
asociado al camino Inka que conduce a Machu la canalización del río Cusichaca.
Picchu. El sector edificado del sitio se ubica al pie El camino que atraviesa el conjunto, dos
de un cerro y está emplazado sobre una amplia pequeñas plazas y algunos pasajes transversales,
terraza que corona una secuencia de andenes definen bloques semicirculares y rectangulares,
concéntricos que replican el borde curvilíneo de dentro de los cuales se inscriben diferentes tipos
14
Hay que destacar que en Ollantaytambo, como en muchos otros asentamientos Inka, existieron fuentes de abastecimiento
de agua netamente diferenciadas. Unas servían a la población del asentamiento en general y constituían un sistema de alcantari-
llado independiente de los exclusivos sistemas de canales que abastecían las fuentes y baños de orden ritual o residencial, asociados
a los complejos ceremoniales o palaciegos de la elite.
8. EL IMPERIO INKA 431
de kancha, en las cuales es notable apreciar un sis- plataformas superiores se encuentran algunos edi-
temático desarrollo modular que evidencia el ma- ficios de planta rectangular que se enfrentan a
nejo de ejes de rebatimiento en sentido lateral y miradores con parapetos curvilíneos, que resul-
contrapuesto del mismo modelo de kancha utili- tan de la prolongación superior de los muros cur-
zado en cada bloque, sean estas de dos o de cuatro vos de los andenes. Al igual que en otros sitios,
estructuras enfrentadas a su respectivo patio cen- donde los andenes se integran a la arquitectura de
tral (Bouchard 1976). manera especial, también aquí estos andenes han
En la ruta a Machu Picchu se encuentra una sido modelados de manera concéntrica, de modo
gran cantidad de sitios de aparente carácter cere- que producen la sensación de que las edificacio-
monial que jalonan diferentes tramos del cami- nes irradian su presencia en el paisaje o, si asumi-
no, entre los que destacan Phuyu Patamarka y mos el sentido contrapuesto, que las edificacio-
Wiñay Wayna. En el caso de Phuyu Patamarka, nes concentraran las fuerzas que emanan del pai-
el sitio se localiza en la cima de un abra que ofrece saje natural. En la base de la edificación piramidal
una espectacular visual sobre los nevados de la es notable la presencia de una secuencia
cordillera de Vilcabamba y la entrada a los terri- concatenada de cinco fuentes o baños rituales
torios de la Ceja de Selva con sus exuberantes flanqueadas por una escalinata.
bosques de neblina. La edificación principal está En el caso de Wiñay Wayna, el sitio se localiza
conformada por una secuencia de plataformas en las faldas de una quebrada lateral al río
escalonadas que modelaron un promontorio na- Urubamba, lo que le otorga una visual privilegiada
tural otorgándole una forma piramidal. Sobre las sobre el valle. El complejo está claramente dividido
en dos sectores uno alto y uno bajo, flanqueados presentar un conjunto compacto de construccio-
por una extraordinaria andenería modelada for- nes con hastiales organizadas alrededor de peque-
mando una suerte de anfiteatro abierto hacia la ños patios, con estrechos corredores y miradores
visual del valle. La línea de arranque de esta obra que ofrecen visuales privilegiadas sobre el paisaje
de andenería está establecida en uno de sus extre- del entorno. Sobre la base de estos rasgos se ha
mos por una escalinata flanqueada por una se- sugerido una función habitacional para este último
cuencia escalonada de 19 fuentes rituales que co- sector.
nectan el sector alto con el bajo. El sector alto Desde su descubrimiento arqueológico en
corona todo el conjunto con una edificación apa- 1911 por Hiram Bingham, Machu Picchu es uno
rentemente ceremonial, cuyo recinto está defini- de los sitios Inka más célebres, intensamente visi-
do por un gran muro curvo que asume la apa- tado y objeto de múltiples estudios y una amplia
riencia de un torreón, y se caracteriza por presen- serie de publicaciones de diferente nivel y calidad.
tar una gran portada de ingreso con doble jamba No entraremos aquí en mérito a las distintas in-
y una escalinata con graderías contrapuestas. El terpretaciones acerca de su posible carácter y las
sector bajo se instaló sobre un estrecho promon- especulaciones sobre su posible función, aunque
torio desafiando la pendiente y se caracteriza por es del todo evidente que Machu Picchu constitu-
8. EL IMPERIO INKA 433
Fig. 31. Wiñaywayna: vista del sector con andenes modelados en Fig. 32. Wiñaywayna: vista del sector residencial, el sistema de an-
forma de anfiteatro que ofrecen una visual abierta hacia el valle del denes y las fuentes escalonadas (Canziani).
Urubamba (Canziani).
ye un establecimiento Inka muy especial, posi- del mundo civilizado de aquel entonces y una
blemente de carácter sacro, donde resulta impre- suerte de atalaya que otea desde sus alturas la in-
sionante la magnifica integración del conjunto mensidad de un mundo inexplorado que asoma
arquitectónico en un paisaje ya de por sí especta- desde los Andes hacia la Amazonia. Si a esto agre-
cular (Gasparini y Margolies 1977: 90). gamos los datos etnohistóricos que nos proponen
La propia localización de Machu Picchu es la posibilidad de que este complejo fuera una po-
muy especial, ya que está enclavado sobre un pro- sesión personal del Inka Pachacutec, y asociamos
montorio rocoso que conforma el extremo de una los sitios con marcados acentos ceremoniales que
formación montañosa que obliga al río Urubamba jalonan el camino para llegar a él, obtenemos un
a encañonarse y a formar un amplio meandro. Por marco más amplio para aproximarnos a su apa-
esta razón el sitio se encuentra ubicado sobre una rente carácter sagrado y la explicación a la presen-
suerte de ‘península’ que domina desde sus altu- cia de los rasgos especiales que lo distinguen. Por
ras el paisaje rodeado de acantilados y profundos estos rasgos singulares, resulta evidente que Machu
abismos sobre el Urubamba. No es por lo tanto Picchu no corresponde a lo que usualmente se
un ‘puesto de avanzada’ ya que a partir de él no se concibe como un centro urbano y menos a una
llegaba posiblemente a ninguna otra parte, es más ciudad (ibid: 96).15
bien una suerte de finis mundi, el punto terminal
Fig. 33. Machu Picchu: plano general (Gasparini y Margolies 1977: 83).
434 JOSÉ CANZIANI
El sitio está dividido en dos sectores marca- quitectura del paisaje que la de proporcionar sus-
dos: al sureste el sector donde son dominantes los tento a sus habitantes; mientras que al noroeste se
sistemas de andenería, por lo que ha sido califica- encuentra el sector usualmente denominado como
da como ‘zona agrícola’, si bien parece evidente ‘zona residencial o monumental’. Estos dos secto-
que su función fue más la de intervenir en la ar- res están nítidamente divididos por una muralla
15
El término de ciudadela, tan infeliz como profusamente utilizado en medios periodísticos y de divulgación turística, para
referirse a éste como a otros sitios arqueológicos, resulta impertinente especialmente desde el punto de vista urbanístico, ya que
según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española significa “recinto de fortificación permanente en el interior de una
plaza, que sirve para dominarla o de último refugio a su guarnición”. No tenemos en Machu Picchu connotación alguna de fortifi-
cación; a menos que asumamos que se trata de una deformación popular del vocablo que pretende referirse a una ciudad en
pequeño, lo cual resulta igualmente inapropiado para este como para otros casos.
8. EL IMPERIO INKA 435
rectilínea flanqueada del lado residencial por una no se dejó de aplicar ciertos cánones propios del
larga escalinata. El evidente planeamiento del urbanismo Inka. Esto es manifiesto en el sector
complejo resolvió de manera magistral los desa- noroeste, con la disposición de una plaza como
fíos de la compleja topografía en un ambiente de espacio central y en la organización del asenta-
alta humedad y fuertes precipitaciones, y al hacerlo miento en las clásicas dos mitades: hanan y hurin,
cuyo nexo y elemento divisor fue la propia plaza.
Fig. 36. Machu Picchu: conjunto de edificios donde se observa los A ambos lados de la plaza existen terraplenes es-
característicos hastiales, así como ventanas y hornacinas de sección calonados que configuran volúmenes piramidales,
trapezoidal (Canziani). asociados a los cuales hay rocas naturales y otras
finamente labradas —como la denominada
Intiwatana— que podrían corresponder a ushnu
o waqa ceremoniales asignadas a cada uno de es-
tos sectores. Además de los edificios ceremoniales
de exquisita factura lítica y los conjuntos de posi-
ble función residencial, destacan en Machu Picchu
los torreones de planta circular que incorporan
afloramientos rocosos, las criptas de posible uso
funerario, al igual que el desarrollo de baños y
fuentes rituales, elementos que en conjunto re-
fuerzan la sacralidad y caracterización ceremonial
de este establecimiento Inka declarado Patrimo-
nio Cultural de la Humanidad desde 1983.
Chinchero es un asentamiento de patrón
ortogonal si bien algo más irregular que Ollantay-
tambo, que presenta en su extremo norte una pla-
za y el sector donde se concentra la arquitectura
monumental (Hyslop 1990: 194, fig. 7.3). La pla-
za tiene 114 x 60 m. y está delimitada al sur por
tres edificios rectangulares de planta alargada que,
por esta forma y su asociación con la plaza, po-
drían ser confundidos con kallanka. Sin embargo
Gasparini y Margolies (223-227, fig. 224) llaman
la atención que en este caso los edificios son algo
distintos ya que no tienen acceso directo desde la
plaza, ya que al estar emplazados sobre un andén
436 JOSÉ CANZIANI
sus vanos hacia esta habrían funcionado mas como de la roca de Chincana (Hyslop 1990: 112-113,
ventanas que como puertas. Sobre una terraza más fig. 4.7). Todos estos rasgos singulares y extraor-
elevada se encuentra una iglesia que reutilizó un dinarios revelarían que Chinchero tampoco fue
antiguo edificio Inka, que debió ser de notable
Fig. 40. Chinchero: roca sagrada de Chincana (Canziani).
importancia, por su posición central con relación
al eje de la plaza, sus dimensiones y presencia pro-
minente, así como por la calidad de sus muros.
En el flanco oeste de este edificio, que bien pudo
corresponder a un templo, se desarrolla a un nivel
más bajo una pequeña plaza (hoy plaza del mer-
cado) separada del nivel alto ocupado por el tem-
plo mediante un muro de contención adornado
con grandes nichos.
La plaza principal se encuentra abierta hacia
el norte y oeste con amplias visuales hacia el hori-
zonte. El flanco norte y este de la plaza presentan
un especial arreglo de andenes paralelos, pero en
este caso con un diseño geométrico de trazos
ortogonales que definen formas piramidales esca-
lonadas que parecen contraponerse —a modo de
imagen reflejada— al diseño de formas
piramidales invertidas. Pero además de este espe-
cial tratamiento paisajístico, en Chinchero se apre-
cia la especial integración de una inusitada canti-
dad de rocas y afloramientos rocosos parcialmente
labrados, algunos de los cuales pudieron repre-
sentar ushnu por su inmediata asociación a la plaza
—cual es el caso de las denominadas Titicaca y
Pumacaca— mientras otras pudieron revestir el
carácter de waqa al estar asociadas a la presencia
de puquios o manantiales de agua, como es el caso
438 JOSÉ CANZIANI
ajeno al especial tratamiento que caracterizaba a que se habían instalado en las escasas décadas que
las posesiones reales de la nobleza Inka instaladas siguieron a la conquista de estos territorios
en los alrededores del Cusco. norteños por los Inka.
Con relación a los asentamientos norteños de
la región que hoy es el Ecuador, Cieza se refiere
El Urbanismo Inka a lo largo del por primera vez a la impronta civilizatoria que
Qhapaqñan marca la presencia formal del camino Inka cuando
escribe que:
En los territorios conquistados al norte del Cusco
y a lo largo de la ruta del Qhapaqñan, en los va- ...hasta llegar a una provincia pequeña que ha por
nombre Guaca, y antes de allegar a ella se vee el
lles y planicies altoandinas de regiones tan aleja-
camino de los Ingas tan famoso en estas partes...
das como el Ecuador, los Inka emplazaron una
...y puede ser éste tenido en más estimación (al
serie de establecimientos y centros urbanos. Po-
haberlo antes comparado con el romano), assí por
demos rehacer este recorrido gracias a las detalla- los grandes aposentos y depósitos que auía en todo
das referencias de la acuciosa e inteligente crónica él, como por ser hecho con mucha dificultad por
de Pedro Cieza de León [1553] (1984) quien con tan ásperas y fragosas sierras que pone admiración
poco más de veinte años, realizó este viaje narran- al verlo (Cieza 1984: 121).
do las características y condiciones en las que se
encontraban estos asentamientos pocos años des- En esta región, que correspondía al límite norte
pués de la conquista europea.16 de la expansión Inka, Cieza reporta como domi-
En su crónica Cieza reporta entre los centros nante una arquitectura de función militar que se
político administrativos norteños más importantes manifiesta con una serie de fortificaciones,
a Quito, Latacunga, Mocha y Riobamba. Mientras explicables en esta zona de frontera al sur de Pasto
más al sur se encontraba Tomebamba (hoy Cuen- recientemente conquistada por Huayna Capac y
ca) y en la provincia del Cañar, Hatuncañar con que se enfrentaba a los aguerridos pastos (ibid:
el magnífico establecimiento de Ingapirca. Des- 121-122). Poco más al sur se hacen presentes una
cendiendo aún más al sur en el camino hacia el serie de establecimientos Inka, a los que Cieza
Cusco, se encontraban Huancabamba, Cajamarca, denomina genéricamente como aposentos. Sin
Huánuco Pampa, Pumpu, Tarama o Tarma Tam- embargo, de la forma en que los describe y califica
bo, Xauxa y Vilcashuamán. en cuanto aposentos ordinarios, principales y reales,
Un primer dato que parece relevante, en la está implícitamente señalando para ellos una
primera parte de su recorrido que va del Caribe a jerarquización de por lo menos tres niveles, que
la región de Pasto, es la noción de Cieza de transi- aparentemente incluía desde tambos o modestos
tar del mundo ‘incivilizado’ del extremo norte del asentamientos, hasta centros de segundo orden
área andina, habitada por sociedades que no te- (sus asentamientos con aposentos principales) y
nían asentamientos urbanos y que se encontraban centros político administrativos provinciales de
en un estadio de desarrollo que usualmente se primer orden o ciudades (sus asentamientos con
define como ‘barbarie’, lo que los españoles de aposentos reales).
ese entonces definían como behetrías; y por otra Esta jerarquización de la red de establecimien-
parte, la marcada diferenciación que advierte al tos emplazados a lo largo del camino inka en los
ingresar al área septentrional andina, donde apre- territorios norteños resulta coherente si se aprecia
cia la presencia de caminos y construcciones for- la descripción del tipo y calidad de construcciones
males de piedra, y finalmente de centros poblados que estos establecimientos contenían, especial-
afiliados al dominio Inka, en los cuales describe mente cuando Cieza detalla la presencia o ausencia
la presencia de plazas, aposentos reales, palacios, de determinados edificios, como templos del sol
templos y depósitos. De la crónica de Cieza se y de Mamaconas, aposentos reales, palacios, de-
desprende una relación notable de sitios importan- pósitos y guarniciones. De modo que cuando todos
tes, de lo que resulta un panorama sorprendente, estos edificios están presentes y además se señala la
considerando el elevado número de asentamientos cantería de piedra fina con que estaban construidos,
16
Pedro Cieza de León viene al Perú desde Popayán (Colombia) en 1547, con las tropas del adelantado Sebastián de
Belalcázar, quien fuera convocado por el “pacificador” Pedro de la Gasca para combatir la rebelión de Gonzalo Pizarro (Pease
1984).
8. EL IMPERIO INKA 439
Fig. 41. Mapa del Qhapaqñan con los principales sitios Inka en el Ecuador, Perú y Bolivia. (Redibujado de Hyslop 1992).
440 JOSÉ CANZIANI
podemos suponer con certeza que está refiriéndose de los Ingas están assimismo hechos de grandes pie-
a los centros administrativos de más alto nivel. dras galanas y muy sotilmente assentadas sin mez-
En cuanto a los asentamientos con aposentos cla, que es no poco de ver. Auía antiguamente tem-
ordinarios Cieza menciona a Guaca, Cochasquí, plo del sol, y estauan en él dedicadas y ofrecidas para
Otavalo y Guayabamba al norte de Quito; mien- el servicio dél más de dozcientas doncellas muy her-
tras al sur tenemos a Muliambato (Ambato?), mosas, las quales eran obligadas a guardar castidad...
Cayambi, Teocaxas y Tambo Blanco. Al respecto Y lo Ingas tenían en estos aposentos de Carangue sus
de Muliambato, escribe que “...auía aposentos or- guarniciones ordinarias con sus capitanes, las cuales
dinarios y depósitos de las cosas que por los delegados en tiempos de paz y de guerra estauan allí para resis-
del Inga era mandado.” (ibid: 137). tir a los que se leuantassen” (ibid: 122-123).
En cuanto a los posibles centros secundarios Otros asentamientos de similar importancia
con aposentos principales, se refiere a Carangue debieron ser Mulahalo y Latacunga al sur de Qui-
donde refiere que “Están estos aposentos de Carangue to. De esta última nos refiere que “....está el pue-
en una plaza pequeña, dentro dellos ay un estanque blo y grandes aposentos de la Latacunga, que eran
hecho de piedra muy prima, y los palacios y moradas tan principales como los de Quito. Y en los edificios
aunque están muy ruynados, se parece la grandeza
Fig. 42. Asentamientos Inka a lo largo del Qhapaqñan en el Ecua- dellos, porque en algunas paredes destos aposentos se
dor y el norte del Perú (Canziani). vee bien claro donde estauan encaxadas las ovejas de
oro y otras grandezas que esculpían en las paredes.
Especialmente auía esta riqueza en el aposento que
estaua señalado para los reyes Ingas y en el templo
del sol.... Que es donde también estauan cantidad
de vírgines dedicadas para el servicio del templo, a
las quales llamauan Mamaconas. No embargante
que en los pueblos passados he dicho que ouiesse
apossentos y depósitos, no auían en el tiempo de los
Ingas casa real ni templo principal como aquí, ni en
otros pueblos más adelante, hasta llegar a
Thomebamba” (ibid: 134).
La importancia de un centro como Latacunga
es refrendada por otros datos que proporciona
Cieza, cuando informa de la presencia en ella de
mitimaes “que tenían cargo de hazer lo que el ma-
yordomo del Inga les era mandado” (ibid: 135); al
igual que de la importancia de éste funcionario
imperial, del cual dependían políticamente los
demás centros poblados de la provincia, al dar
cuenta que “...obedescían al mayordomo mayor que
estaua en Latacunga, porque los señores tenían aque-
llos por cosa principal, como Quito y Tomebamba,
Caxamalca, Xauxa y Bilcas y Paria...” (ibid: 137).17
Otros posibles centros de una categoría similar o
algo menor, debieron ser Mocha, Riobamba,
Tiquicambi, Cañaribamba y Hatuncañari
(Ingapirca) (ibid: 138-142).
Finalmente, tenemos la información de Cieza
sobre Quito y Tomebamba, dos centros de primera
importancia establecidos por el estado Inka en el
17
Cieza se refiere a la presencia de funcionarios principales Inka en las ciudades que eran cabeza de importantes provincias,
refiriéndose a Quito y Tomebamba (Ecuador), Cajamarca en la sierra norte, Jauja y Vilcas Huamán en la sierra central, y a Paria
(Bolivia) ubicada unos 200 km. al sureste del Lago Titicaca (Hyslop 1990: fig. 10.4).
8. EL IMPERIO INKA 441
extremo norte de su imperio. Con relación a Quito primos edificios... ...Las portadas de muchos apo-
los datos que se proporcionan son bastante escue- sentos estauan galanas y muy pintadas y en ellas
tos, y se limitan a comentar que la naciente ciudad assentadas algunas piedras preciosas y esmeraldas, y
colonial “...Está assentada en unos antiguos apo- en lo de dentro estauan las paredes del templo del sol
sentos que los Ingas auían en el tiempo de su señorío y los palacios de los reyes Ingas chapados de finísimo
mandado hazer en aquella parte. Y auíalos illustrado oro... ...Junto al templo y a las casas de los reyes
y acrecentado Guaynacapa y el gran Topaynga su Ingas auía gran número de aposentos adonde se
padre. A estos aposentos tan reales y principales alojaua la gente de guerra y mayores depósitos llenos
llamauan los naturales Quito” (ibid: 128). de las cosas ya dichas, todo lo cual estaua siempre
Mucho más rica y abundante resulta la infor- bastantemente proueydo, aunque mucho se
mación sobre la ciudad inka de Tomebamba, de gastasse...” (ibid: 144-146).
la cual Cieza narra que “Estos aposentos famosos de Otra información de Cieza referida a Tome-
Thomebamba ...que eran de los soberuios y ricos que bamba, pero que reviste además una extraordinaria
ouo en todo el Perú y donde auía los mayores y más importancia para conocer la dinámica de las prin-
18
Hyslop (1990: 264-265) llama la atención sobre el hecho de que Tomebamba antes de la ocupación colonial habría sido
severamente destruida por los enfrentamientos generados por la guerra civil entre los bandos de las panaqa de Huáscar y Atahualpa
(Rostworowski 1988: 148-178); y cita los trabajos del arqueólogo Idrovo que documentan el desmontaje intencional de una gran
cantidad de bloques de piedra correspondientes a las edificaciones Inka.
8. EL IMPERIO INKA 443
presenta una hilera de edificios independientes, ter muy especial, mayormente adscritos a funcio-
que parece fueron almacenes, y otros organizados nes ceremoniales (Hyslop 1990: 261-264).
en kanchas. Entre estos dos sectores destaca tam- El edificio de planta oval oblonga está orien-
bién la presencia de escalinatas asociadas a cana- tado de este a oeste y mide 37.10 m de largo por
les y baños ceremoniales (Fresco 1987, fig. 2). La 12.35 m de ancho.19 Esta planta corresponde a
planta oval de este edificio pudo estar condicio- una plataforma soportada por un muro de con-
nada por la aparente forma de las casas de los tención elaborado con sillares de cantería fina de
Cañari, sin embargo también hay que recordar tipo imperial, que alcanza de 3 a 4 m de alto. Del
que la arquitectura Inka recurre a muros lado sur de la plataforma y en el eje transversal de
curvilíneos cuando se trata de edificios de carác- la misma, se encuentra la entrada con una porta-
19
Estas medidas sugerirían que la planta oval del edificio se construyó a partir del diseño formado por el adosamiento lineal
de tres círculos con un módulo de 12.35 m. de diámetro (Gasparini y Margolies 1977: fig. 314).
444 JOSÉ CANZIANI
da trapezoidal de doble jamba, a la cual se ascien- forma se encuentra un edificio dividido en dos
de mediante una doble escalinata. Una vez tras- ambientes independientes por un muro media-
puesto el umbral de la portada, se desarrolla un nero dispuesto en el eje central, que coincide con
descanso desde donde arrancan dos rampas de la cumbrera del techo a dos aguas. De modo tal
escaleras en sentido contrapuesto, una hacia el este que se configura un ordenamiento absolutamen-
y la otra al oeste. Sobre el mismo eje de la plata- te dual y simétrico de todo el conjunto (Gasparini
y Margolies 1977: 303-307, fig. 310).
Fig. 48. Ingapirca: reconstrucción isométrica del templo con detalle
En el área de los Andes Centrales, el primer
del acceso y la doble escalinata (Gasparini y Margolies 1977: fig. centro de importancia en la sierra norte fue Caja-
310). marca. Hoy en día son muy escasas las evidencias
de lo que fue la traza original de la ciudad Inka,
sin embargo, el hecho de haber sido el escenario
de la captura y muerte del Inca Atahuallpa por
Pizarro y sus huestes conquistadoras, con lo cual
se selló dramáticamente el final del Tawantinsuyu,
nos permite aproximarnos a través de las crónicas
referidas a este crucial evento a algunas valiosas
informaciones acerca de este establecimiento Inca
de primer nivel en la sierra norte del Perú.
A partir de las crónicas de los sucesos de la
conquista en 1532, diversas descripciones men-
cionan que Cajamarca habría tenido una plaza
“triangular” (posiblemente la referencia alude a
una forma trapezoidal), que presentaba 3 grandes
galpones o kallanka que daban sobre la plaza,
donde destacaba la existencia de un ushnu. La
presencia prominente de esta estructura en la pla-
za de Cajamarca, se puede deducir del hecho de
que los españoles le llamaran “fortaleza” e instala-
ron sobre el edificio sus mejores armas de fuego,
en lo que fuera el dramático escenario de la cap-
tura del Inka (Cieza 1987: 131-135; Pedro Pizarro
1986: 35-39).
8. EL IMPERIO INKA 445
Estos datos sobre establecimientos Inka de Huamán y Huánuco Pampa alcanza dimensiones
primer nivel, aunque fragmentarios, como los se- monumentales. Alrededor de la plaza se dispo-
ñalados antes para Tomebamba y Cajamarca, nos nían las kallanka y los principales palacios, tem-
indican que los componentes fundamentales del plos, y otros complejos con edificios públicos
modelo de urbanismo Inka están siempre presen- como los Aqllawasi, a los que seguían, ordenados
tes en ellos, no obstante la diversidad de solucio- por una red de calles o pasajes, los barrios resi-
nes que manifiestan cada uno de estos estableci- denciales conformados por unidades cercadas,
mientos, al resolver de forma singular, tanto su donde los edificios se organizan con el tradicio-
emplazamiento en el territorio como las funcio- nal patrón de las kancha. En los alrededores de
nes específicas que debieron absolver. los centros urbanos se localizaban centenares de
estructuras de depósito, conocidas como qollqa,
para la conservación y almacenamiento de distin-
El Urbanismo Inka tos productos (Gasparini y Margolies 1977,
Hyslop 1990; Morris y Thompson 1985).
Los datos que nos proveen asentamientos inkas Una forma excepcional de aproximarnos a las
que luego fueron objetos de remodelaciones y características concretas de este modelo de urba-
superposiciones coloniales, pueden dar una idea nismo y apreciar tanto sus elementos comunes
aproximada de las características fundamentales como sus diferencias, las brindan ciudades Inka
del urbanismo Inka, aun cuando las referencias que prácticamente no sufrieron mayores transfor-
son relativamente genéricas con relación a la pre- maciones, luego de su rápido abandono como
sencia y características de los edificios públicos, consecuencia de la caída y desarticulación del es-
como son los palacios, templos, depósitos y guar- tado Inka. Gracias a su excepcional estado de con-
niciones. Por otra parte, el caso del Cusco es evi- servación, dos grandes establecimientos revisten
dentemente singular, considerando que existía una estas especiales características y nos permiten una
notable diferencia entre la ciudad que representa- visión integral de las entidades urbanas Inka: en
ba la capital de Tawantinsuyu y los demás centros primer lugar Huánuco Pampa y en menor medi-
provinciales. Estas diferencias obedecían a mar- da Pumpu o Bombón.
cadas distancias jerárquicas, como también a las
especiales connotaciones sacras y ceremoniales del
Cusco, en cuanto capital imperial y sede de la Huánuco Pampa
nobleza Inka (Rowe 1967). Si bien algunas cróni-
cas reiteran que los Inka fundaban ciudades en La región donde se emplaza Huánuco Pampa se
los territorios conquistados “a imagen y semejan- encuentra al este de la Cordillera Blanca y de la
za del Cusco”, o a manera de “nuevos Cuscos”, de Huayhuash, en un ambiente de puna sobre los
Hyslop (1985, 1990) propone que éste concepto 3,800 msnm. donde se forman las nacientes de
no necesariamente se resolvía replicando a la ciu- las cuencas altas del Marañón y el Huallaga, cuyos
dad del Cusco en cuanto tal, sino más bien como valles a la llegada de los Inka estaban ocupadas,
referencia a un modelo ideal de la misma y a los respectivamente, por las etnias de los Wamali y
parámetros básicos que lo sancionaban. los Chupaychu (Morris y Thompson 1985: 14,
Bajo este concepto las ciudades inka —e in- fig. 4).
clusive muchos establecimientos menores— res- La gran importancia de Huánuco Pampa es des-
pondían a un modelo urbanístico general que, a tacada por Cieza (1984: 233-234) quien refiere que:
su vez, admitía una notable variabilidad, expre-
sando posiblemente diferencias funcionales y je- En lo que llaman Guánuco auía una casa real de
rárquicas, al igual que la singular adaptación de admirable edificio porque las piedras eran muy gran-
cada una de ellas a la diversidad de la topografía y des, y estauan muy pólidamente assentadas. Este pa-
otras circunstancias locales. En todo caso, se apre- lacio o aposento era cabeza de las prouincias
cian como rasgos constantes el hecho de que el comarcanas a los Andes y junto a él auía templo del
centro de este tipo de asentamientos estuviera con- sol con un número de vírgines y ministros. Y fue tan
formado por una extensa plaza, hacia la cual con- grande cosa en tiempo de los Ingas que auía a la
vergían los caminos, dividiendo la ciudad en dos contina para solamente seruicio de más de treynta
mitades (hanan y hurin). Al centro o un lado de mill indios. Los mayordomos de los Ingas tenyan
la plaza se ubicaba el ushnu, una plataforma o pi- cuidado de cobrar los tributos ordinarios y las co-
marcas acudían con sus seruicios a este palacio.
rámide ceremonial, que en el caso de Vilcas
446 JOSÉ CANZIANI
Los Conchucos y la gran prouincia de Guaylas, zonas agrícolas, especialmente para el cultivo de
Tamara, y Bombón y otros pueblos mayores y me- maíz, papa y otros tubérculos altoandinos. Las
nores siruen a esta ciudad de León de Guánuco... zonas de puna que enmarcan la ubicación de la
ciudad, debieron permitir una intensa ganadería
La parte final de la cita, corresponde a la con- de camélidos, proveedora de fibras para el arte
clusión de una larga referencia de Cieza sobre el textil, carne para las subsistencias y animales de
ordenamiento impuesto en la región por los Inkas carga necesarios para el trasporte de productos y
y que sorprende porqué, a renglón seguido, pare- las comunicaciones. Por otra parte, la localización
ce referirse a la temprana ciudad colonial. A me- en un medio de altura como el de la puna, ofrecía
nos que confundiera los tiempos históricos, pero las condiciones ideales para la conservación y al-
que en esencia se refiriera a los tributarios que se macenamiento de productos alimenticios dada la
encontraban bajo la esfera territorial de la ciudad frigidez y sequedad del clima predominante. Es-
Inka de Huánuco Pampa, y que presumiblemente tas condiciones de puna, con sus frecuentes hela-
la superpusiera a la desplazada ciudad colonial.20 das nocturnas, alternados con días secos y soleados,
De ser esto cierto, se puede presumir que el área debieron favorecer procesos de trasformación para
de influencia regional de Huánuco Pampa habría la conservación de ciertos productos como la papa
comprendido el Callejón de Conchucos y más al mediante su deshidratación, transformándolos en
oeste el Callejón de Huaylas; mientras hacia el papa seca o chuño (Troll 1958).21
sur interesaba a Tarma y el norte de Junín. Las ruinas de la ciudad Inka se localizan sobre
En todo caso, en el ámbito local, la especial una planicie elevada a una altitud de 3,800 msnm.
ubicación de la ciudad le permitía el acceso a va- y cubren una extensión de más de 200 ha. donde
lles densamente poblados y con buenas tierras de se pueden apreciar edificios o restos de los cimien-
cultivo, que hoy en día siguen siendo excelentes tos de estos, pudiendo contabilizarse entre 3,500
20
Los españoles fundaron La Muy Noble y Real Ciudad de los Caballeros de León de Huánuco en 1539, ocupando para ello la
extensa plaza de la ciudad Inka. Felizmente esta fundación no tuvo éxito y al poco tiempo (1541) la mudaron con todos sus títulos
a las tierras más templadas del valle del Huallaga donde hoy día se ubica, unos 60 km. al este en línea de aire del lugar de su
fundación original (Gasparini y Margolies 1977: 113-114, fig. 102; Morris y Thompson 1985: 50, 57) .
21
Troll (1958) destaca que en los Andes de puna los límites de los cultivos de tubérculos coinciden con las zonas de heladas
nocturnas regulares, mientras que la situación es totalmente diferente en los norteños Andes de páramo, donde ya no se dan estas
condiciones y, por lo tanto, tampoco es factible desarrollar estos procesos de deshidratación de los tubérculos. Al respecto, nos
8. EL IMPERIO INKA 447
a 4,000 estructuras. Las excavaciones arqueológi- que se hayan encontrado edificios incompletos y
cas señalarían que la ciudad fue fundada en un en aparente proceso de construcción, indicarían
lugar donde no habría habido una ocupación pre- que cuando la ciudad se encontraba en pleno fun-
existente, y se puede presumir que esta fundación cionamiento aún se proseguía haciendo edifica-
se habría realizado alrededor de 1475, de modo ciones, las que fueron bruscamente interrumpi-
que al momento de su abandono habría tenido das con su abandono luego de 1532 (Morris y
tan sólo unos 60 años de desarrollo. El hecho de Thompson 1985: 56). La presencia de la ciudad
parece relevante advertir que el hecho de que Huánuco Pampa se encuentre emplazado en el límite norte de los Andes de puna y
en un área de transición hacia los de páramo, podría haber reforzado la importancia logística de este establecimiento Inka, en vista
de que en aquellos localizados más al norte, como Cajamarca y los que le siguen en los Andes ecuatoriales ya no era posible la
preparación del chuño.
448 JOSÉ CANZIANI
Fig. 51. Huánuco Pampa: vista de las kallanka en el lado este de la plaza. Se puede apreciar las puertas y ventanas abiertas hacia la plaza y los
restos de los hastiales en sus extremos para el apoyo de los techos a dos aguas (Morris y Thompson 1985: foto V).
y sus patrones arquitectónicos, son nítidamente sos. Al sur, cruzando una pequeña cañada, se en-
intrusivos en la región, al igual que lo fue la cerá- cuentra la ladera de un cerro que presenta un gran
mica Inka, con relación a los patrones de asenta- cantidad de depósitos o qollqa, ordenados en hi-
miento y otros aspectos culturales locales presen- leras que siguen las curvas de nivel. Al sureste se
tes antes de la llegaba de los Inka y cuya continui- encuentra el curso del torrente Wachac que pro-
dad persistió con pequeños cambios aun durante veía de agua a la ciudad. El sector oeste, si bien se
la época de ocupación Inka (ibid: 57). enfrenta al sector este, es no solamente el más pe-
El plano general de la ciudad presenta como queño sino también el menos elaborado. Si bien
elemento central una enorme plaza rectangular de se aprecia regularidad y orden en el planeamiento
550 m. de este a oeste por 350 m. de norte a sur, del conjunto de la ciudad, también llama la aten-
comprendiendo un área de más de 19 ha. El ca- ción la presencia de muchas estructuras cuadran-
mino del Cusco hacia Cajamarca atraviesa la ciu- gulares o circulares que parecen dispuestas al caso
dad en sentido diagonal de sureste a noroeste, di- y sin mayor ordenamiento (ibid: 15).
vidiéndola transversalmente en las mitades hanan En el centro de la plaza se encuentra el ushnu,
y hurin que, a su vez, otras líneas diagonales que conformado por una plataforma rectangular de
partían desde las esquinas opuestas de la plaza 32 x 48 m. cuyos muros están finamente labrados
subdividían en 4 sectores principales. En lo que con bloques rectangulares que alcanzan unos 3.5
parece haber sido un patrón radial del ordena- m. de altura. Esta gran plataforma tiene como base
miento urbano, otras líneas de muros o pasajes dos plataformas bajas escalonadas, que aparente-
subdividieron cada uno de estos 4 sectores en 3 mente sirvieron para nivelar el terreno de la base
subsectores, de modo que resultarían 12 de la plataforma principal. Sin embargo, desde el
subsectores en total (ibid: 72-73, fig. 11). punto de vista estético, debieron servir para des-
El sector este de la plaza es el más destacado, tacar la prominencia de la estructura y su especial
presentando en su frente hacia la plaza dos gran- integración con el espacio abierto de la plaza. Del
des kallanka de más de 70 m. de largo. Entre estas lado sur el ushnu presenta el adosamiento de una
dos kallanka se desarrollaba un largo corredor con amplia escalinata para ascender a la cima de la
una secuencia de portadas trapezoidales de doble plataforma, a la que se accedía mediante dos en-
jamba, que son de las más finas y elegantes de tradas decoradas con representaciones de pumas.
toda la ciudad. Este corredor da acceso consecu- El área superior de la plataforma presenta un pa-
tivo a dos plazuelas interiores que corresponden a rapeto en todo su perímetro, dado que el nivel
un conjunto palaciego, donde además de edifi- del piso se encuentra un metro por debajo de la
cios muy elegantes se encuentran canales, cornisa que remata la parte superior de los muros
reservorios y baños. Si el sector este es el más ele- de la plataforma (ibid: 58-59).
gante, los sectores norte y sur son los más exten-
8. EL IMPERIO INKA 449
Otros ejemplos de cantería fina se encuentran para los trabajos de construcción en la ciudad. La
exclusivamente en la parte central del sector al este presencia en la ciudad de cerca de 1,000 estructu-
de la plaza. Estos forman parte de un importante ras habitacionales de planta circular, típicas de las
conjunto arquitectónico que presenta una secuen- viviendas rurales de la época, podría estar seña-
cia de ocho portadas que conectan la plaza con lando los lugares de residencia temporal de estas
dos grandes patios al interior del complejo pala- cuadrillas de trabajadores; como también de quie-
ciego, donde se encuentran edificios especialmente nes se dedicaban a otras tareas y servicios que se
bien construidos, plataformas y baños. Seis de estas desarrollaban en la ciudad (ibid: 62).
portadas están elaboradas con piedras labradas y En todo caso, es de relevancia advertir que en
presentan la clásica forma trapezoidal y las dobles estas zonas de la ciudad el rígido ordenamiento
jambas características de la arquitectura Inka. Es- estatal y su materialización en los cánones tradi-
tas presentan además, a la altura de sus dinteles y cionales del urbanismo y arquitectura Inka, deja-
por ambos frentes, la decoración de felinos escul- ba cierto margen a la iniciativa local, manifiesto
pidos en alto relieve. Estas portadas tan especial- en los patrones circulares de clara raigambre rural
mente elaboradas se encuentran alineadas perfec- y toleraba su instalación desordenada. Es de no-
tamente en un eje orientado de este a oeste, cuya tar que la concentración de este tipo de arquitec-
proyección en la plaza coincide con el punto don- tura ‘popular’ se produce mayormente en el sec-
de se ubica el ushnu (ibid: 59-61, fig. 13). Este tor oeste de la ciudad, el menos extenso y con las
conjunto de rasgos especiales, permiten suponer edificaciones de aparente menor importancia; así
un estrecho vínculo ritual entre el ushnu, las como en el sector sur, especialmente en su extre-
kallankas que se encuentran en el frente del con- mo sureste, donde se conecta con el sector de las
junto hacia la plaza, así como con relación a los qollqa dispuestas en la ladera del cerro. Esta aso-
grandes patios y edificios que los rodean. ciación espacial podría estar indicando que algu-
Presumiblemente este complejo principal corres- nos sectores de la población pudieron estar
ponde al aposento real o palacio mencionado en involucrados en los trabajos que demandaba el
las crónicas de Cieza, y debió de ser la sede del movimiento de productos y su disposición en los
principal dignatario Inka que gobernaba la ciu- almacenes. Trabajo que no debió de ser poco, ya
dad y donde posiblemente se alojaba el Inka y los que Morris (1981: 354) estima que estas qollqa
nobles de la corte cuando se encontraban de paso tuvieron una capacidad de almacenamiento cer-
por ella. cana a 40,000 m3.
Pero además de estos edificios, donde formal- Los complejos arquitectónicos de Huánuco
mente se asumió las técnicas y cánones de la ar- Pampa estaban organizados con el típico ordena-
quitectura imperial —imitando los aparejos de miento de las kancha Inka, sin embargo es de no-
cantería fina del Cusco, aunque sin tanto virtuo- tar que sobre este modelo de ordenamiento espa-
sismo— también hay muchos otros que posible- cial se presentan diversas variantes. El análisis de
mente fueron construidos por mano de obra lo- los contextos arqueológicos asociados a las estruc-
cal y sin tantas exigencias de especialización. A turas arquitectónicas, combinado con el examen
este propósito, se puede suponer que gente de las de las interrelaciones entre estas y sus característi-
etnias Chupaychu y Yacha y otras de la región cas formales, permitió a los investigadores del si-
fueran convocadas mediante el sistema de mita tio establecer hipótesis sobre las actividades desa-
8. EL IMPERIO INKA 451
Las qollqas de Huánuco Pampa están organi- gos y bacterias, por lo que su conservación es posi-
zadas en hileras consecutivas siguiendo las curvas ble sólo por un tiempo muy limitado, a menos
de nivel de la topografía de la ladera del cerro al que se cuente con sistemas de refrigeración que
sur de la ciudad. Morris y Thompson llaman la mantengan temperaturas entre 3 a 4º C. Lo intere-
atención sobre el hecho de que las hileras bajas sante del caso es que tanto el emplazamiento en la
están compuestas por estructuras de planta circu- ecología de puna, donde la temperatura media
lar, mientras que las hileras más altas tienen planta anual oscila entre 3 a 6º C, como el especial diseño
rectangular, lo cual indicaría que estas distintas de la construcción de los depósitos con muros
formas de depósitos fueron construidas para alma- gruesos, techos de paja con aleros sobresalientes,
cenar diferentes productos y que estos estuvieron ventanas de ventilación, pisos con lajas de piedra
distribuidos en sectores distintos. La cantidad y y ductos en el subsuelo para su ventilación, de-
dimensiones de estos diferentes tipos de depósi- bieron en conjunto garantizar una temperatura
tos dan una idea aproximada de su enorme capa- estable que se mantuviera en el rango ideal para
cidad de almacenamiento, que se estima en 14,000 prolongar al máximo el tiempo de conservación
m3 para aquellos de planta circular y 23,000 m3 de los tubérculos frescos, es decir cuando estos no
para los de planta rectangular. Si bien se advierte hubieran sido previamente deshidratados y trans-
que los datos recabados no son excluyentes del formados en otro tipo de productos, como papa
almacenamiento de algún otro tipo de producto seca o chuño. De esta manera el ambiente de puna
no detectado, las investigaciones permitieron es- se aprovechó como un gran refrigerador natural
tablecer que aquellos de planta circular habrían por presentar las condiciones ideales para la con-
estado mayormente asociados al almacenamiento servación de productos agrícolas, especialmente
de granos de maíz contenidos dentro de vasijas de de los tubérculos. Este factor, unido a la posibili-
cerámica, cuya forma es conocida como aribalo; dad de deshidratar naturalmente los tubérculos
mientras que los de planta rectangular lo habrían en estas condiciones climáticas, debió de tener un
sido consistentemente con el almacenamiento de importante peso en la elección de la localización
papa. Estas cifras por separado dan idea de que el de ciudades como Huánuco Pampa y Pumpu
preciado maíz habría tenido una cantidad (Morris 1981; Morris y Thompson 1985: 97-
volumétricamente menor de almacenamiento, si 107).
bien su mayor valía económica así lo justificaría y Pero no se trataba solamente de desarrollar es-
explicaría también que la ubicación de sus alma- tructuras que garantizaran las temperaturas idea-
cenes se encontrara en inmediata proximidad con les para la conservación, ya que las excavaciones
el asentamiento. arqueológicas revelaron evidencias de una nota-
Si bien la conservación del maíz es menos exi- ble inversión de trabajo en la disposición más ade-
gente, ya que tanto el frío como su almacenamien- cuada de los productos a conservar dentro de los
to en tinajas pueden protegerlo de insectos y roe- depósitos. Este es el caso de la excavación del in-
dores, en el caso de los tubérculos es mucho más terior de una estructura de depósito, donde se halló
crítica, ya que por su alto contenido de humedad bajo los restos del techo colapsado por incendio,
están sujetos a su germinación y al ataque de hon- evidencias carbonizadas de papas almacenadas,
siendo notable la comprobación de que las papas Millwakarpa con el Upamayo, que constituye la
habían sido dispuestas colocando entre ellas es- naciente del río Mantaro en cuanto efluente del
tratos de paja de ichu para mejorar sus condicio- Lago de Junín. Estas especiales características na-
nes de conservación. Estas capas de paja no esta- turales conforman un tinkuy, en cuanto represen-
ban dispuestas al azar sino entretejidas y reforza- ta un lugar simbólico en su calidad de espacio de
das con soguillas en sus bordes, formando una encuentro.22 Por otra parte, además de las optimas
especie de paca o fardo. De esta manera se asegu- condiciones que ofrecía el clima de puna para la
raba el aislamiento y la ventilación entre las capas conservación y transformación de alimentos,23 la
de tubérculos almacenados y se favorecía la elimi- localización del sitio ofrece hacia el este un rápi-
nación de la humedad que hubiera afectado a los do acceso hacia las salinas de San Blas y San Pe-
alimentos almacenados en las qollqa (ibid: 19). dro, así como a las yungas y ceja de selva de
Chanchamayo; las zonas quechua del valle del
Mantaro al sur; las cabeceras de los valles de la
Pumpu costa central hacia el oeste; y los valles tributarios
del Alto Huallaga hacia el norte (Matos 1994).
Presenta un modelo de establecimiento muy si- En Pumpu el núcleo central del asentamiento
milar en su ordenamiento urbano al de Huánuco también está constituido por una enorme plaza,
Pampa, sin embargo presenta también notables que en este caso asume un diseño ex profesamente
diferencias que expresan la aparente diversidad de trapezoidal, ya que no hubo accidente geográfico
soluciones que se daban ante condiciones locales alguno que condicionara adoptar esta forma en
distintas y las estrategias políticas específicas que vez de una planta rectangular. La plaza está deli-
el estado Inka establecía en cada región. mitada por conjuntos de edificaciones en sus lados
El sitio se localiza en las punas de Junín sobre este y sur, mientras el lado norte parece no haber-
los 4,100 msnm. en proximidad del Lago de se completado y el lado oeste fue dejado abierto y
Chinchaycocha o Junín, ubicándose en su extre- simplemente delineado con un pequeño bordo de
mo septentrional y en una planicie donde se pre- tierra 25 cm de alto. Si asumimos que este pudie-
senta la confluencia de los ríos Yawarmayo y
22
Es notable constatar que las características de tinkuy que están presentes en la traza urbana del Cusco, con la confluencia
de los ríos Huatanay, Tullumayo y Chunchulmayo (Agurto 1980, 1987; Gasparini y Margolies 1977); fueron aparentemente
repropuestas en el diseño urbano de otros establecimientos Inka de primer nivel como Tomebamba (Hyslop 1990), Huánuco
Pampa (Morris y Thompson 1985) y Pumpu (Matos 1994), entre otros.
23
Según Matos (1994: 255) “El contraste entre el frío nocturno y la radiación solar diurna, fue hábilmente aprovechado para
transformar los productos frescos en alimentos deshidratados, posibles de ser conservados por uno o más años, como la papa en
forma de chuño, cocopa, moraya, tokush; la mashua en caya; el maíz en chochoca; el olluco en kotush; y la carne en charki, con todas
sus variantes.”
454 JOSÉ CANZIANI
Fig. 58. Pumpu: foto aérea en la que se aprecia el ushnu (1) al centro de la plaza (2), un canal (3) que recorre la plaza de oeste a este, para ingresar
al complejo principal (4). Las qollqa, estructuras de depósito se ubican al sur del asentamiento (5) y sobre las laderas de un cerro al este (6). Un
extenso sector con viviendas de planta circular (7) se localiza al sur, entre las qollqa y las estructuras ortogonales al sur de la plaza. Un canal
moderno atraviesa un posible complejo militar (8) al suroeste del sitio, alimentando un reservorio (9) cuyas aguas represadas han inundado la
periferia este del asentamiento (Hyslop 1990: fig. 7.12).
ra ser el límite proyectado del lado oeste de la pla- edificaciones del tipo kancha presentes en los sec-
za, el área así definida alcanzaría las siguientes di- tores este y norte, resultan de escasa extensión si
mensiones: 480 m en el frente sur, 285 m en el se les compara con las construcciones formales de
este, 425 m en el inconcluso lado norte, y 395 m tipo kancha presentes del lado sur, y más si consi-
en el proyectado cierre al oeste, abarcando un área deramos la enorme concentración de construc-
de poco mas de 17 ha. (ibid: 205-206). ciones de planta circular y ordenamiento espon-
El camino Inka proveniente del Cusco y Jauja táneo en forma alveolar que se extienden al extre-
desde el sureste, cruzaba sucesivamente los ríos mo sur de este sector, del otro lado del río
Upamayo y Yawarmayo, mediante puentes con Yawarmayo (ibid: fig. 33). La extensión aproxi-
estribos hechos de piedra (ibid: figs. 85a y 85b), e mada del asentamiento, comprendiendo el espa-
ingresaba a la plaza formando una calle diagonal cio abierto de la plaza, no debió de superar las
en la esquina sureste de la plaza. La proyección 100 ha.
ideal de esta línea diagonal, posiblemente confi- En una posición central con relación al eje
guraba la división de la ciudad en las mitades mayor de la plaza trapezoidal se ubica la cons-
hanan y hurin. La mitad hanan habría estado in- trucción piramidal del ushnu. No obstante la gran
tegrada por los sectores al norte y este de la plaza; extensión de la plaza esta edificación no presenta
mientras que la mitad hurin habría estado consti- un volumen destacado, ya que su planta tiene
tuida solamente por el sector sur ya que el lado 25.50 m. de norte a sur y 20.50 m. de este a oeste
oeste no presenta mayores vestigios de edificacio- y tan solo 2.10 m. de altura en la plataforma su-
nes. En todo caso, del examen del plano de Pumpu perior. La estructura está conformada por plata-
resulta evidente que las áreas ocupadas por las formas escalonadas y presenta una ancha escali-
8. EL IMPERIO INKA 455
nata de 9 m. de ancho adosada en su lado este. grandes kallankas y complejos con unidades ar-
Existen otras construcciones asociadas a la plaza quitectónicas organizadas en kancha, es descon-
que debieron tener gran importancia ritual. Este certante advertir que en todo el asentamiento no
es el caso de un reservorio de agua alimentado se encontró algún rastro de construcciones con
por un manantial que se encuentra al extremo cantería fina de tipo cusqueño. Esto es más nota-
oeste del sitio, y desde el cual se desarrolla un pe- ble aún si se observa que inclusive las posibles
queño canal abierto, que atraviesa la plaza de oes- edificaciones principales del sector este, como el
te a este para ingresar a lo que parece haber sido el propio ushnu, fueron construidas con piedras de
conjunto principal del sector este, culminando su campo sin cantear, mediante la técnica de pirca.
recurrido en la estructura de un baño que se en- Aun cuando existen ciertos vestigios de que los
cuentra en un gran patio dentro de éste conjunto. paramentos de estas edificaciones fueron enlucidos
No obstante que Pumpu presente un diseño con barro y posiblemente tuvieron un acabado
claramente identificado con los modelos urbanos pintado, del cual no se han conservado rastros, es
de los establecimientos Inka de primer nivel, que evidente que este tratamiento no correspondía al
como hemos visto están definidos por el desarro- que usualmente recibían las edificaciones de pri-
llo de grandes plazas con ushnu, delimitadas con mer nivel y de mayor importancia para los Inka,
456 JOSÉ CANZIANI
por más distantes que estas se encontraran de la sos de deshidratación y transformación de los tu-
capital del imperio, como hemos visto antes en el bérculos de altura (ibid: 304-310).
caso de Ingapirca y Huánuco Pampa. De esta Al suroeste del asentamiento destaca la pre-
manera, se puede suponer que en Pumpu el dise- sencia de un gran conjunto que comprende una
ño del asentamiento correspondió a la adminis- extensión de cerca de 6 ha. Está conformado por
tración Inka, mientras que su construcción ha- grandes unidades de kancha, con edificios espa-
bría sido realizada por mano de obra local de es- ciosos que parecen barracas ordenadas alrededor
casa especialización (ibid: 89-91). de patios muy amplios. Al este del conjunto se
Que este tipo de tratamiento de menor cali- disponen en hileras 42 qollqas, que aparentemen-
dad fuera deliberado, lo podemos constatar por te surtían de alimentos y otros bienes a quienes
el contraste que ofrecen las edificaciones de estuvieran allí acantonados; mientras que al no-
Warautambo, a tan solo 80 km. al norte del sitio roeste del conjunto se encuentra un gran recinto
y que si bien presenta una extensión mucho me- que podría haber sido utilizado como corral para
nor que Pumpu, exhibe edificaciones ordenadas llamas. La localización de este conjunto en la pe-
en kancha con las clásicos lienzos de cantería fina, riferia del asentamiento y su relativo aislamiento
adornados con portadas y hornacinas con relación a otros sectores del mismo, así como
trapezoidales, además de un ushnu y una estruc- los rasgos arquitectónicos que presenta, sugieren
tura de baño también construidos con piedras la- que pudo corresponder a una guarnición de ca-
bradas (ibid: 106-107, 112, figs. 27a y 27b). Este rácter militar (ibid: 231-242).
caso singular denotaría que los aposentos reales a Un aspecto que llama la atención en Pumpu
los cuales se refiere Cieza como prerrogativa de es la enorme concentración de estructuras que tie-
los principales establecimientos Inka, no se en- nen en su forma y construcción una clara impronta
contrarían necesariamente en el principal centro local, y que no corresponden a los cánones arqui-
urbano de la región -denominado entonces como tectónicos Inka. Este extenso sector se localiza al
Bombón- sino más bien en un establecimiento extremo sur del asentamiento, y está claramente
menor con apenas 12 ha. de extensión, favoreci- separado de los demás sectores asociados a lo inka,
do como residencia de la elite quizás por su em- en cuanto presentan una arquitectura formalmente
plazamiento en un piso ecológico más templado organizada en unidades de kancha. Este sector sur
y con un clima menos severo. podría corresponder a la concentración de un gran
Otro importante componente presente en número de tributarios en calidad de mitayos, es
Pumpu son los sistemas de almacenamiento o decir, pobladores de las localidades vecinas con-
qollqa. Una agrupación de 179 depósitos se ubica vocadas al centro urbano para participar de una
en hileras sobre las faldas del cerro Shongoymarca. serie de procesos productivos, y cuyas zonas de
En el llano se ubican otros dos posibles grupos residencia estaban claramente sectorizados por un
que suman unos 200 depósitos ordenados forman- límite físico muy marcado (el río Yawarmayo).
do hileras, pero entremezclados con las viviendas Algo similar a lo visto en Huánuco Pampa, pero
que se agrupan densamente en el sector popular en proporciones mucho mayores, ya que en
al sur del sitio. Finalmente se presenta una larga Pumpu el número de estructuras circulares resul-
hilera de 168 qollqa, definiendo en el llano el lí- ta ampliamente dominante con relación a la can-
mite sur de la periferia de la ciudad. Se han con- tidad total de estructuras presentes en el asenta-
tabilizado un total aproximado de 547 estructuras miento. De modo que el peso de la dimensión
de depósito, siendo la gran mayoría de las instala- “popular” debió ser mucho más gravitante en
das en el llano de planta circular, mientras que de Pumpu. Este aspecto quizás explicaría el trata-
las 179 qollqa dispuestas en la ladera del cerro 96 miento generalizado de menor calidad en sus edi-
son de planta circular y 97 rectangulares (ibid: ficaciones, aun cuando se tratara de la arquitectu-
242-260). Llama también la atención de los inves- ra ritual y de los conjuntos principales estableci-
tigadores del sitio, la presencia de múltiples hoyos dos alrededor de la plaza, que asumen
asociados a los barrios ‘populares’ al sur del sitio y formalmente las convenciones típicas de los pa-
asociados con las márgenes del río Yawarmayo y trones Inka.
Upamayo, que por analogías etnográficas pare-
cen haber correspondido a pozas de agua corrien-
te, que se utilizan tradicionalmente en los proce-
8. EL IMPERIO INKA 457
Fig. 60. Vilcashuamán: dibujo de Angrand del templo inka en 1847 con la iglesia construida sobre él (Angrand 1972: lam. 237).
458 JOSÉ CANZIANI
del conjunto correspondiente a un templo que que el aparente templo del sol se encontraba al
fuera transformado en iglesia. Igualmente, otros sur de la misma. Es interesante la referencia de
vestigios de estructuras Inka permiten establecer Cieza (ibid.) a un canal que atravesaba la plaza y
hipótesis acerca de la forma de la gran plaza alrede- que aparentemente conducía agua a unos baños,
dor de la cual se encontraban estos monumentos. cuando menciona que: “Por medio desta plaza
La plaza de Vilcahuamán ha sido fuertemente passaua una gentil acequia trayda con mucho pri-
alterada por edificaciones que han ido invadien- mor. Y tenían los señores sus baños secretos para ellos
do desde época colonial este gran espació que cons- y para sus mugeres”. Si bien el principal adoratorio
tituía el centro de la ciudad Inka. Algunos vesti- o ushnu se encontraba dispuesto en el perímetro
gios de su posible perímetro permiten suponer de la plaza, parece que existía otra estructura si-
que la plaza tuvo una forma trapezoidal, donde el milar pero de menor tamaño localizada en el cen-
ushnu no se encontraba al centro sino dispuesto tro de la plaza, ya que Cieza también señala que:
en la esquina noroeste de su perímetro; mientras “En medio de la gran plaza auía otro escaño a ma-
nera de theatro, donde el señor se assentaua para ver gada, que las crónicas y la tradición asignan al
los bayles y fiestas ordinarias”(ibid.). palacio de Túpac Inca Yupanqui. Cieza (1984:
El conjunto del ushnu, con la pirámide esca- 252) refiere precisamente que: “A las espaldas deste
lonada y el palacio atribuido a Túpac Inca adoratorio estauan los palacios de Topaynga
Yupanqui, se encuentran al noroeste del períme- Yupangue, y otros aposentos grandes y muchos depó-
tro de la plaza. El ushnu presenta una planta cua- sitos...”. Esta estructura tipológicamente parece
drangular y está conformado por 4 plataformas corresponder a una kallanka, tanto por sus dimen-
escalonadas, si bien un examen más exhaustivo siones como por presentar las puertas hacia un
revelaría que en realidad se trata de una secuencia patio interior. Las posteriores investigaciones de-
de plataformas dispuestas formando una suerte sarrolladas en el conjunto ha revelado la presen-
de espiral cuadrangular. Los muros de contención cia de cimientos de otra estructura de planta si-
de estas plataformas están elaborados con cante- milar, por lo que se puede suponer que estas dos
ría fina, mientras que el volumen fue realizado estructuras dentro del conjunto del ushnu estu-
con un relleno constructivo de piedras y barro vieron dispuestas de forma simétrica, frente a fren-
(González Carré et al. 1996). Una escalinata te con relación al patio, en un ordenamiento pro-
adosada en el frente del lado este de la pirámide pio de una kancha (González Carré et al. 1996).
permitía el ascenso hacia la cima, donde se en- Cieza (ibid.) refiere que: “El templo del sol fue
cuentra un gran bloque de piedra labrado en forma grande y muy labrado...que era hecho de piedra
de doble trono. La pirámide del ushnu se encon- assentada una en otra muy primamente, tenía dos
traba dentro de un conjunto cercado de planta portadas grandes: para yr a ellos auía dos escaleras
trapezoidal, al que se accedía mediante portadas de piedra, que tenían a mi cuenta treynta gradas
monumentales de doble jamba y sección cada una. Dentro deste templo auía aposentos para
trapezoidal, dispuestas en el frente este del recinto. los sacerdotes, y para los que mirauan las mugeres
Una de las portadas que aún se conserva corres- mamaconas...”. Efectivamente, aún se conservan
ponde al acceso central, asociado a la escalinata algunos de los rasgos referidos en las estructuras
del ushnu, mientras que vestigios de una segunda monumentales correspondientes al templo del sol:
portada se encuentran en proximidad de la esqui- Este conjunto, se encuentran al sur del perímetro
na sureste del conjunto. Presumiendo que el re- de la plaza, sobre un terraplén elevado conforma-
cinto y sus ingresos hubieran tenido una organi- do por tres plataformas escalonadas. Los muros
zación simétrica, se puede suponer la existencia de contención de estas terrazas fueron construidos
una tercera portada en proximidad de la esquina con la clásica cantería cusqueña, donde parte de
noreste (Gasparini y Margolies 1977: 280- 285). la primera plataforma presenta un trazo dentado,
Al oeste y detrás del ushnu se encuentran res- logrado mediante el diseño de entrantes y salientes;
tos de una edificación de planta rectangular alar- mientras el paramento de la segunda plataforma
Fig. 63. Vilcashuamán: apunte de Angrand del ushnu en 1847 (Angrand 1972: lam. 238).
460 JOSÉ CANZIANI
luce grandes hornacinas trapezoidales alternadas de Tambo de Mora, por citar los sitios más desta-
con pequeños nichos; y finalmente la tercera pla- cados ya tratados en el capítulo anterior- existen
taforma habría tenido el paramento llano. Sobre solo algunos pocos casos de establecimientos Inka
la plataforma superior, los muros y portada de la instalados en la costa, que puedan ser considera-
iglesia muestran la reutilización de las estructuras dos netamente intrusivos y de clara filiación Inka,
del templo Inka (Gasparini y Margolies 1977: motivo por el cual su estudio reviste un carácter
117-123). Se supone que formaron parte de este trascendente. Entre estos destacan Inkawasi en el
conjunto ceremonial otras edificaciones corres- valle de Cañete, Tambo Colorado en el valle de
pondientes a los aposentos de los sacerdotes y a Pisco, y Paredones en el valle de Nazca.
un aqllawasi, a los que el cronista hace referencia.
Inkawasi
Algunos asentamientos costeños Inka Este sitio Inka está localizado cerca de Lunahuaná
en el valle de Cañete, a unos 400 msnm. en un
Además de los principales centros urbanos coste- piso ecológico que corresponde a lo que se conoce
ños donde se documenta la presencia Inka, aso- como chaupiyunga, a unos 35 km. del litoral y en
ciada a remodelaciones y a la construcción pun- una zona donde el valle se encuentra encajonado
tual de algunas importantes edificaciones -como entre cerros, a unos 13 km. al este del punto don-
es el caso de Túcume, Pachacamac, La Centinela de comienza a formarse el amplio delta agrícola
del fértil valle de Cañete (Hyslop 1985: fig. 2). Hyslop (1985) emprendió una minuciosa inves-
Inkawasi reviste una especial importancia por es- tigación que nos ha servido de valiosa referencia.
tar estrechamente ligado a las campañas de con- El asentamiento se extiende por más de un
quista del Inka Tupac Yupanqui de los señoríos kilómetro a lo largo de la margen izquierda del
de esta área de la costa sur central, y valle de Cañete, y los diferentes sectores que lo
específicamente del señorío de Huarco, que ejer- componen están emplazados sobre las terrazas
cía sus dominios en el valle bajo de Cañete y que
opuso una tenaz resistencia a la imposición del Fig. 66. Inkawasi: vista aérea del sector B de aparente función resi-
dominio Inka (Rostworowski 1978-1980). dencial, tomada desde un globo (cortesía John Hyslop).
A este propósito Cieza (1984: 217) refiere que:
“Y que como los Ingas viniessen conquistando y
haziéndose señores de todo lo que vían: no querien-
do estos naturales quedar por sus vassallos... ...sostu-
vieron la guerra, y la mantuuieron con no menos
ánimo que virtud más tiempo de quatro años... ...Y
como la porfía durasse, no embargante que el Inga se
retiraua los veranos al Cuzco por causa del calor, sus
gentes tractaron la guerra: que por ser larga, y el rey
Inga auer tomado voluntad de la llegar al cabo:
abaxando con la nobleza del Cuzco edificó otra nueva
ciudad, a la cual nombró Cuzco, como a su princi-
pal assiento. Y quentan assimismo, que mandó que
los barrios y collados tuuiessen los nombre propios
que tenían los del Cuzco”. Precisamente, para co-
nocer en que medida este “nuevo Cusco” se ase-
mejaba a la capital imperial y cuales eran las espe-
ciales características de este establecimiento, John
462 JOSÉ CANZIANI
aluviales de una quebrada lateral al valle y las la- la técnica de pirca con piedras y barro; sino tam-
deras áridas que se encuentran por encima de las bién se advierte que el diseño de la propia arqui-
tierras de cultivo. El sitio está conformado por tectura, con el desarrollo de cuartos aglutinados e
distintos sectores, separados entre sí por la pre- intercomunicados entre sí, corresponden a las tra-
sencia de escorrentías de huaycos que descienden diciones arquitectónicas costeñas de la época.
de la quebrada, las irregularidades del terreno y la Estos datos sugieren que no solamente se dis-
presencia de promontorios rocosos. puso de mano de obra local para la construcción
Al extremo este del sitio se encuentra el Sector de las edificaciones, sino también que se habría
B, que corresponde a la concentración de algunos dejado un margen relativamente amplio como
conjuntos de aparente carácter residencial. Los para que patrones de diseño local se aplicaran en
rasgos arquitectónicos registrados en los edificios el arreglo arquitectónico de los conjuntos. Una
de algunos de estos conjuntos (como es el caso hipótesis explicativa de esta aparente paradoja,
del Conjunto 2), donde se aprecia la presencia de podría derivar del hecho de que los Incas tuvie-
poyos, nichos y ventanas, confirmarían su fun- ron como aliados frente a la resistencia de Huarco,
ción residencial; mientras que su diseño ordena- al señorío de Chincha, al curacazgo de Coayllo
do, la elegancia de sus habitaciones y sus buenos del valle de Asia, y posiblemente al propio seño-
acabados, sugeriría que correspondieron a residen- río de Lunahuaná que ocupaba la parte alta del
cias de elite o aposentos reales. Si bien se sugiere valle de Cañete (Rostworowski 1978-1980). De
también que algunos de estos conjuntos (como el modo que el estado Inca podría haber movilizado
Conjunto 1) pudieron corresponder a una fun-
ción de tipo ceremonial (ibid: 17-19, fig. 7). Fig. 68. Inkawasi: detalle del interior de un ambiente de una posi-
A propósito del diseño de estos conjuntos, nos ble unidad residencial del sector B, donde se aprecia una ordenada
disposición alterna de ventanas y hornacinas trapezoidales
parece importante señalar un aspecto que llama (Canziani).
la atención: ninguna de estas edificaciones, tanto
en este sector como en los demás de Inkawasi,
exhibe una organización espacial propia de la ar-
quitectura de las típicas kancha Inka. Hyslop (ibid:
76) advirtió esta aparente paradoja, en el sentido
que todo presupondría que en un establecimien-
to de carácter militar edificado por el estado Inka
en un breve período de tiempo, las posibles in-
fluencias locales en el diseño y construcción de su
arquitectura deberían ser escasas. Sin embargo, se
observa que no solamente la construcción de los
muros de los edificios fue hecha mayormente con
8. EL IMPERIO INKA 463
24
El hecho de que Inkawasi se construyera con la técnica de pirca, propia de las tradiciones constructivas preincas de las
poblaciones rurales de la chaupiyunga y no con la técnica del tapial o adobón, empleada ampliamente en la construcción de los
edificios públicos y residenciales de los valles costeños, podría señalar que las poblaciones convocadas para la edificación de
Inkawasi habrían provenido de las partes correspondientes a la chaupiyunga de estos valles.
464 JOSÉ CANZIANI
complejo planificado, de planta trapezoidal y cer- las columnas. El hecho de que la posición de las
cado por una muralla perimétrica de 1 m. de gro- columnas no calce con la de los muros divisorios
sor y 4 m. de alto. El complejo, que contiene cer- de los cubículos, puede dar la impresión de que
ca de 96 recintos o cubículos, está interiormente estas fueron colocadas al caso. Sin embargo, estas
dividido en dos subsectores separados por un co- están dispuestas ordenadamente cada 3.20 m. lo
rredor, cuyo eje coincide con la ubicación de la que permite establecer reconstructivamente que
puerta principal de acceso al recinto con el vano luego de que estas columnas fueran levantadas, se
trapezoidal y una puerta secundaria, ambas con habría procedido posteriormente a la construc-
claras evidencias de haber sido tapiadas, sellando ción de la subdivisión de los cubículos, con una
así el único acceso al complejo (ibid: 113-118).25 modulación independiente a la de las columnas.
La prominente fachada del complejo que da ha- En nuestra opinión, la ausencia de puertas y
cia la plaza, presenta vestigios de pintura y de ba- de otros rasgos residenciales en estas estructuras,
ses de pilares cuadrangulares, lo que permite su- así como su disposición ordenada por hileras,
poner la existencia de una galería techada a lo lar- permite postular que este complejo también ha-
go de esta (Harth-Terré 1933: figs. 5 y 8). bría absuelto funciones de almacenamiento, tal
El subsector del lado este del complejo pre- como fue propuesto por Hyslop (ibid: 24) entre
senta hileras de grandes recintos rectangulares, distintas opciones funcionales. Las diferentes for-
separadas entre sí por corredores paralelos que mas y medidas que presentan los cubículos de cada
parten del corredor principal; mientras el subsector una de las hileras, apuntarían hacia el almacena-
del lado oeste presenta 7 hileras de cubículos o miento ordenado de bienes diversos, dispuestos
recintos de menor tamaño, separados igualmente en distintos tipos de cubículos de acuerdo a su
por corredores paralelos, si bien en este caso se género. Podría parecer excesiva la presencia de dos
advierte la presencia de grandes columnas cilín- grandes complejos de almacenamiento en el sitio,
dricas, lo que permite inferir la presencia de te- pero este no es el caso si se considera que Inkawasi
chos de cobertura. Los cubículos están delimita- era un establecimiento básicamente militar, don-
dos por muros bajos de 1 m o menos de alto, de no sólo se debían almacenar las vituallas para
mientras que del lado opuesto al corredor presen- la alimentación de las tropas acantonadas, sino
tan muros de unos 3 m de alto, que podrían ha- también como señala Cieza (1984: 143-144) se
ber servido de soporte de los techos al igual que requerían “...grandes depósitos llenos de todas las
25
Además de las evidencias que señalan una breve ocupación del sitio, estas puertas tapiadas podrían representar uno de los
escasos testimonios de lo señalado en las crónicas, cuando refieren que luego de la victoria sobre los Huarco el Inca “...mandó
ruynar el nuevo Cuzco que se avía hecho y con toda su jente dio la buelta para la ciudad del Cuzco...” (Cieza 1985: 175).
466 JOSÉ CANZIANI
cosas necessarias, lo qual era para prouisión de la En la parte baja de este sector, los edificios se or-
gente de guerra. Porque en uno de estos depósitos auía ganizan a los lados de grandes patios y algunos de
lanzas, y en otros dardos, y en otros oxotas, y en otros sus paramentos exhiben nichos ornamentales. En
las demás armas que en ellos tienen. Assímismo vnos la parte alta de este sector destaca un conjunto
depósitos estauan proueydos de ropas ricas y otras de que forma una suerte de anfiteatro, ya que los
más bastas y otros de comida, y todo género de man- edificios han sido organizados en 14 bloques dis-
tenimientos”. De acuerdo a esta descripción y a las tintos, dispuestos de forma radial alrededor de una
características que exhiben los complejos de los plaza cuadrangular y teniendo como centro una
sectores A y E, se podría postular la hipótesis de pequeña plataforma que parece corresponder a un
que en Inkawasi se habría desarrollado un siste- ushnu. Los edificios de los bloques están separa-
ma diversificado de almacenamiento, donde el dos entre sí por muros o corredores que permiten
primer complejo de qollqas podría haber funcio- el acceso a estos desde la plaza y su arquitectura
nado para el almacenamiento de productos ali- exhibe vestigios de pintura mural, de pisos en
menticios; mientras que el segundo complejo en doble altura soportados por vigas y rebajos en los
el sector E podría haber estado destinado al de- muros, al igual que nichos y ventanas altas que
pósito de armas y la vestimenta necesaria para la ofrecen visuales panorámicas sobre el valle (ibid:
gente de guerra a la cual alude Cieza. 118-123).
Otro importante sector del asentamiento se da Finalmente, hay que señalar que si bien
en una pequeña quebrada ubicada en el extremo Inkawasi tuvo una función fundamentalmente
suroeste del sitio, y que está separada del sector militar, no por esto presenta mayores obras de
central por la intrusión de una escarpa del cerro fortificación. Estas se reducen a la construcción
que se proyecta hacia el valle. En ésta zona relativa- de un muro en el extremo sur de la quebrada, y al
mente aislada denominada Sector F, se desarrolla- emplazamiento de dos instalaciones de aparente
ron otros conjuntos aparentemente residenciales. control del acceso al sitio desde el valle bajo, en
los sitios de Escalón y Toma, ubicados en ambas que pudo haber sido una de las sedes principales
márgenes del valle unos 5 km. al oeste del sitio del señorío de Huarco (Rostworowski 1978-
(ibid: 34- 45, fig. 2). 1980). Al respecto, Cieza (1984: 217) señala que
Las edificaciones de Inkawasi parecen haberse el Inka luego de la victoria “...se volvió con su gente
realizado con cierta rapidez y sin los cuidados que al Cuzco: perdiéndose el nombre de la nueva pobla-
se advierten en otros complejos Inka emplazados ción que auían hecho. No embargante que por triunfo
en la costa. Como ya se vio, la mayoría de los de su victoria mandó edificar en vn collado alto del
muros de los edificios fueron construidos con la valle la más agraciada y vistosa fortaleza que auía
técnica de pirca, empleando piedra de campo asen- en todo el reyno del Perú, fundada sobre grandes losas
tada con mortero de barro. Aparentemente, el es- quadradas, y las portadas muy bien hechas: y los
tablecimiento tuvo una vida breve y fue abando- recebimientos y patios grandes. De lo más alto de
nado luego de la conquista del señorío de Huarco, esta casa real abaxaba vna escalera de piedra que
y así lo confirmarían algunas evidencias documen- llegaua hasta la Mar: tanto que las mismas ondas
tadas por Hyslop (ibid: 116) que testimonian el della baten en el edificio con tan grande ímpetu y
tapiado de algunos de los vanos principales de fuerza que pone gran admiración, pensar como se
acceso a uno de los conjuntos principales. pudo labrar de la manera tan prima y fuerte que
Poco después, los Inkas —posiblemente con- tiene”.
memorando su victoria y afirmando simbólica- Excavaciones arqueológicas conducidas en
mente su presencia en el valle— edificaron un mo- Cerro Azul, se concentraron en los maltratados
numental adoratorio en un promontorio rocoso restos de estas edificaciones, emplazadas en la cima
que domina la caleta de Cerro Azul y un asenta- de dos promontorios rocosos (Cerro del Fraile y
miento tardío que se encuentra al sur del sitio, Cerro Centinela) que se proyectan al borde de los
acantilados que dan hacia las rompientes del mar. Tambo Colorado
Estas investigaciones han expuesto los vestigios
de los recintos de estas estructuras, y de las hila- En una de las principales rutas transversales del
das de piedra labrada de estilo cusqueño que con- Qhapaqñan y en la cabecera del valle Pisco se en-
formaron los cimientos de muros y plataformas. cuentran dos importantes establecimientos Inka
Algunas de estas plataformas evidencian muros con edificios construidos con cantería fina: un sitio
curvilíneos, usualmente desplegados en la arqui- también llamado Incahuasi ubicado en un lugar
tectura ceremonial Inka, y se perfilan como mira- próximo a las zonas de puna de la parte alta de la
dores con una perspectiva espectacular sobre el cuenca (3.775 msnm.); y Huaytará, localizado en
paisaje marino (Markus et al. 1983-1985: figs. 1 un piso ecológico más templado y emplazado a
y 10).26
26
A propósito de la severa destrucción de la que ha sido objeto el sitio de Cerro Azul desde época colonial hasta años
recientes, podría citarse en Cieza (1984: 218) una temprana y lúcida proclama conservacionista: “Y donde es esta fortaleza y lo que
ha quedado de la del Cuzco (aquí se refiere a Saqsaywaman) me paresce a mí que se deuía mandar so graues penas, que los Españoles
ni los Indios no acabassen de deshazerlos. Porque estos dos edificios son los que en todo el Perú parescen fuertes y más de ver: y aun
andando los tiempos, podrían aprouechar para algunos efectos”.
8. EL IMPERIO INKA 469
unos 2,400 msnm. sobre un mirador natural que Descendiendo el valle se encuentra el célebre
domina desde las alturas el valle alto de Pisco, sitio de Tambo Colorado, ubicado a 45 km. del
donde se construyó con cantería fina uno de los litoral sobre la margen derecha del valle de Pisco.
edificios emblemáticos de la arquitectura Inka. Como componente central del establecimiento se
Este aparente templo, flanqueado por fuentes ri- desarrolla una gran plaza de planta trapezoidal,
tuales, es excepcional no solo por la elegante fac- cuyo lado norte está orientado de este a oeste y
tura de sus paramentos exteriores con hornacinas, coincide con la proyección del camino que atra-
y sus singulares nichos interiores de planta trian- viesa la plaza. El lado oeste de la plaza, a diferen-
gular, sino también por conservar intactos los has- cia de los demás que están delimitados por los
tiales de adobe, lo que permite reconstruir con muros de los complejos que la bordean, está
exactitud la forma original del edificio con sus visualmente abierto hacia el horizonte y el paisaje
techos a dos aguas (Gasparinini y Margolies 1977: del valle, ya que está delimitado a todo lo largo
264-269, fig. 269). por una plataforma ancha de baja altura. Precisa-
Fig. 76B. Huaytará: detalle de la fachada lateral que exhibe un paramento de cantería fina con hornacinas de doble jamba (Canziani).
470 JOSÉ CANZIANI
Fig. 77. Tambo Colorado: plano general según Harth Terré (Gasparini y Margolies 1977: fig. 121).
mente, en la esquina suroeste de éste lado abierto mientras en el diseño de los paramentos se buscó
de la plaza se encuentra instalado el ushnu cere- romper la monotonía mediante la disposición
monial, constituido por una pequeña plataforma ordenada y continua de hornacinas trapezoidales
construida con adobes y con escalinatas en dos de de doble jamba, donde la pintura mural predo-
sus lados. minante de color rojo aplicada en los paramentos
En la organización del sitio se aprecia la defi- (de allí el nombre de Tambo Colorado) se alterna
nición de dos sectores principales, uno al norte y con acentos en amarillo ocre.
el otro al sur de la plaza. Como parte del trata- El gran complejo de planta cuadrangular que
miento de integración de estos dos largos frentes se ubica al centro del lado norte de la plaza, pare-
con la plaza, se les adosó banquetas escalonadas, ce haber sido el de mayor importancia, y de debió
Fig. 78. Tambo Colorado: vista panorámica del complejo palaciego desde la plaza (Canziani).
8. EL IMPERIO INKA 471
27
Si bien muchas veces se asume erradamente que los Inka sustituyen la piedra por el adobe en sus construcciones en la costa,
es ampliamente conocido que los Inka construyeron, tanto en la sierra como en la costa, con ambos materiales de forma integral.
En la sierra se presentan construcciones Inka que combinan la parte baja de muros y columnas en piedra, con la parte superior de
estos y los hastiales construidos con adobe, como se puede apreciar en Huaytará, Ollantaytambo, o en el monumental templo de
Wiraqocha de Raqchi, entre otros (Gasparini y Margolies 1977; Hyslop 1990; Moorehead 1978). Por otra parte, en la costa
existen algunos singulares vestigios de construcciones de adobe con basamentos o muros de cantería fina, como son los documen-
tados en Pachacamac (Lurín), Cerro Azul (Cañete) y Paredones (Nazca).
472 JOSÉ CANZIANI
Fig. 81. Tambo Colorado: vista de la plataforma del ushnu ubicado en la esquina suroeste de la plaza (Canziani).
Fig. 82A. Paredones: vista aérea oblicua en la que se aprecia el emplazamiento del sitio, adosado a las laderas de un cerro que delimita la margen
sur del valle del valle de Nazca (Bridges 1990).
8. EL IMPERIO INKA 473
y referencias científicas. Una breve mención se El sitio de Paredones está emplazado en el va-
encuentra en el reconocido trabajo de Menzel lle oasis de Nazca en proximidad del sistema de
(1959) acerca de la ocupación Inka en la costa sur puquiales y acueductos subterráneos de Cantalloc,
del Perú, donde simplemente señala que en Pare- La Gobernadora, Kayanal y Wayrona, entre otros
dones, al igual que en otros sitios Inka de la re- (ibid). Esto permite suponer que el asentamiento
gión como Tambo Colorado y Tambo de Collao, Inka fue instalado estratégicamente en una de las
el edificio principal se encuentra ubicado sobre la escasas zonas fértiles para la agricultura en la re-
ladera del cerro que flanquea la plaza. Rossell gión. Por otra parte, el sitio debió estar estrecha-
Castro (1977) desarrolla un plano en el cual se mente asociado al camino Inka, que desprendién-
aprecia la distribución de los diferentes sectores dose del que recorría paralelo al mar los llanos del
del sitio, si bien sugiere funciones a los distintos desierto, se internaba por el valle de Nazca hacia
edificios sin mayor sustento arqueológico. Poste- las alturas, enlazando los valles oasis de la región
riormente se habrían desarrollado trabajos arqueo- con las punas de Lucanas en dirección hacia
lógicos que lamentablemente no han sido publi- Vilcashuamán.
cados, los cuales han expuesto algunos muros con No obstante su escaso estudio, el sitio revela la
cantería fina, lo que explicaría que no fueran re- especial importancia que le asignaron los Inka,
portados en los trabajos antes citados. dada la calidad especial de sus edificios construidos
con cantería fina de tipo imperial. Por lo que co- lógicos más extensos de la humanidad, es consi-
nocemos, podemos señalar que algunos de los derada también un portento de la ingeniería uni-
edificios de Paredones son los únicos en la costa versal ya que en su desarrollo recorre los más di-
peruana que exhiben y conservan muros de cante- versos territorios con suelos, relieves y climas di-
ría fina, cuyos lienzos se desplegaron de forma ferentes, encontrando soluciones constructivas
excepcional en toda la altura de los muros, posible- acertadas en cada uno de ellos y desplegando re-
mente hasta alcanzar lo que debió ser la cabecera cursos técnicos impresionantes como fueron los
de los mismos. En el sitio también se observa res- magníficos puentes colgantes que sirvieron para
tos de los cimientos en cantería fina de un edificio salvar los ríos encajados en profundas gargantas y
que se construyó sobre un promontorio elevado acantilados (Hyslop 1984, 1992).
que domina todo el sitio. El hecho de que los El reto asumido por el estado Inka de integrar
muros de este edificio tuvieran trazos curvilíneos, poblaciones y territorios aislados, separados entre
podría denotar que estuviera destinado a cumplir sí por formidables barreras geográficas, hubiera sido
una función de carácter ceremonial inimaginable sin el desarrollo de esta espectacular
obra pública. El manejo de los estados prehistóri-
El Qhapaqñan: el sistema vial Inka cos, como de los modernos, requiriere de caminos
para unir y administrar sus diferentes regiones,
En el ambicioso proyecto de integración pan pero es evidente que en el territorio de los Andes
andino desarrollado por los Inka, jugó un rol fun- el desarrollo del sistema de caminos significó para
damental el Qhapaqñam, el sistema vial incaico, el estado Inka un factor de vital importancia.
que alcanzó una extensión de por lo menos 23,000 Es aparente que el sistema de caminos tras-
kilómetros en sus tramos principales y secunda- cendió su exclusiva dimensión física adquiriendo
rios, articulando los distintos territorios y conec- un alto valor simbólico para el estado Inka y sus
tando entre sí a la red de ciudades y establecimien- instituciones, como también para las poblaciones
tos inka instalados en ellos.28 Esta gran obra pú- de las regiones más remotas que identificaron en
blica, que constituye uno de los legados arqueo- él la impronta significativa de su presencia. Los
28
Hyslop (1985: 224) asume que el estimado de 23,000 km para la extensión de los tramos principales y secundarios del
Qhapaqñan puede resultar conservador y, basándose en su amplia experiencia como investigador del tema, señala que no sería
sorprendente que futuros trabajos de exploración arqueológica e investigación histórica, proyecten la red de caminos del sistema
vial incaico a unos 40,000 km.
8. EL IMPERIO INKA 475
caminos expresaron la concepción del espacio y Desta plaza salían quatro caminos reales: en el que
de la geografía cultural por parte de los Inkas, tan llamauan Chinchasuyo se camina a las tierras de los
es así que la localización de las poblaciones suje- llanos con toda la serranía hasta las prouincias de
tas a su dominio estuvo referida a su ubicación Quito y Pasto: por el segundo camino que nombran
con relación a los caminos (Hyslop 1984: xiii). Condesuyo entran las prouincias que lo son sujetas
A propósito de los caminos principales hacia a esta ciudad, y a la de Arequipa. Por el tercero cami-
los cuatro suyos, que articulaban la ciudad capi- no real que tiene por nombre Andesuyo se va alas
tal del Cusco con el extenso territorio dominado prouincias que caen en las faldas de los Andes, y al-
por los Inka, Cieza (1984: 258) refiere que: gunos pueblos que están pasada la cordillera. En el
vltimo camino destos que dizen Collasuyo entran
las prouincias que allegan hasta Chile”.
nistrativas del estado. Una de las más destacadas depósitos donde almacenar las vituallas, y corrales
actividades relacionadas con el camino era el en- donde reunir las llamas de las caravanas. Además
vío de mensajes e informes, al igual que determi- estas instalaciones menores podían constituirse
nados bienes selectos, por medio de los célebres como una sede administrativa temporal y una base
chaski. Estos corredores estaban estacionados a lo de operaciones para las actividades que se desa-
largo de la ruta en pequeñas estructuras denomi- rrollaran en la circunscripción local, como es el
nadas chaskiwasi que les servía para darse la posta caso de la conservación y el mantenimiento del
y como lugar de descanso. propio tramo del camino donde estaban ubicadas.
A este propósito, se puede señalar que así como En suma, como señaló imaginativamente John
el camino servía como eje articulador entre las Hyslop (1992: 20) para dar una idea de la comple-
ciudades y otros establecimientos principales, a jidad del camino, aproximando el punto de vista
su vez otros establecimientos menores, como los al de nuestras vivencias modernas, podemos pen-
tampu y los chaskiwasi, servían para darle soporte sar que: “Por medio de este sistema vial se desa-
logístico y garantizar la operatividad del propio rrollaban diversas actividades, las que actualmen-
camino, proporcionando instalaciones que brin- te constituyen para nosotros funciones separadas:
daran alojamiento y alimentación a los viandantes, era algo así como si una sola enorme entidad re-
emplazara nuestras redes aérea, ferroviaria y te- dental de los Andes, por la ruta de Olmos y
rrestre, nuestro sistema postal y telefónico, así Chulucanas, que ofrecía la presencia de algunas
como parte del aparato administrativo nacional”. fuentes de agua y el reparo del bosque seco tropi-
La ruta principal del Qhapaqñan se desarro- cal que crece en la zona.
llaba a lo largo de la cordillera de los Andes, desde El desarrollo de diversas vías transversales, ase-
Quito al Cusco y desde esta ciudad hasta Mendoza guraba la comunicación entre los dos principales
en el noroeste de Argentina con un recorrido to- ejes longitudinales del camino Inka, y la conexión
tal, en línea de aire, de más de 4,000 km. A lo fundamental para asegurar la complementariedad
largo de esta ruta se encontraban las principales económica en cada región, articulando los valles
ciudades Inka, como Tomebamba, Cajamarca, costeros con los valles y zonas altoandinas y, a su
Huánuco Pampa, Vilcas Huamán, y al sur del vez, éstas con los territorios de las vertientes orien-
Cusco, Hatun Colla, Chucuito y Paria, prosi- tales y los bosques húmedos de la Ceja de Selva.
guiendo hasta llegar a Tucumán y Mendoza. Se- Algunas de estas rutas transversales debieron ser
gún Hyslop (1984: 168-172) la presencia Inka en de especial importancia, como la que unía en el
el noroeste argentino se explicaría no sólo por los norte el valle de Jequetepeque con Cajamarca y
recursos mineros y agrícolas de esta región, sino Chachapoya; en el centro la que enlazaba el santua-
también por representar una ruta alternativa y rio de Pachacamac con Jauja; y sobre todo la que
mucho menos exigente para dirigirse a la zona conectaba La Centinela de Tambo de Mora en
central de Chile que el tránsito por el otro cami- Chincha con Lima La Vieja en Pisco y que ascendía
no, que se desarrollaba por el flanco occidental por este valle, pasando por Tambo Colorado y
de los Andes y que implicaba el reto de atravesar Huaytará, para llegar a Vilcashuaman y desde allí
los extensos y desolados desiertos de Atacama.29 al Cusco, constituyendo una de las rutas más di-
Otra ruta longitudinal del camino recorría el rectas para llegar desde la capital imperial a la costa.
litoral del Perú enlazando los valles costeños se- Se ha señalado con razón que el sistema del
parados entre sí por extensiones de desierto relati- camino Inka incorporó otros caminos
vamente amplias. Este camino, en el extremo norte preexistentes, como también que sacó partido de
de la costa, evitaba cruzar por el árido desierto de los caminos desarrollados por otras sociedades
Sechura. Por lo tanto, saliendo hacia el norte de andinas contemporáneas. Es conocido que el es-
los valles de Lambayeque hacia Piura, se alejaba tado Wari articuló su red de establecimientos
del litoral y corría paralelo al pie del flanco occi- mediante caminos, ya que sus ciudades estaban
29
Buena parte del camino en la ruta que atraviesa el desierto de Atacama transcurre por decenas de kilómetros a una altitud
que oscila entre 3,000 a 3,500 msnm. donde llama la atención la presencia de pequeños sitios con cerámica Inka asociados al
camino, en lugares que sin embargo están muy alejados de fuentes de agua (Hyslop 1984: 150-167).
8. EL IMPERIO INKA 479
directamente asociadas a estos. Sin embargo, aún públicas en ésta región, en la que los Inka tuvie-
cuando la red de caminos Wari represente un im- ron una presencia indirecta, mayormente susten-
portante antecedente del Qhapaqñan, aparente- tada en la subordinación de las elites locales y los
mente los Inkas no los reutilizaron construyendo asentamientos urbanos que se mantuvieron
sus propios caminos, aún cuando compartían la operativos durante ésta época. Un proceso simi-
misma ruta. En todo caso, donde estos eventual- lar se habría producido en la costa sur central,
mente pudieron superponerse es difícil de esta- con la asimilación del sistema de caminos presen-
blecerlo, dada la naturaleza de las evidencias, por te en el valle de Chincha, y posiblemente tam-
lo que se requeriría de estudios más detallados al bién con aquellos que conectaban Pachacamac y
respecto (Hyslop 1984: 270-274; 1992:130-133). los valles de la costa central con la serranía.
En el caso de la costa norte, es evidente que Construir el sistema de caminos en un territo-
los Inka reutilizaron y mantuvieron en función el rio tan abrupto y diverso como es el andino re-
sistema de caminos desarrollado por las socieda- quirió de un gran conocimiento de la geografía,
des norteñas y especialmente por los estados de las variaciones climáticas y de los tipos de suelos
Lambayeque y Chimú. Este proceder es totalmen- por los que trascurría el camino en diferentes regio-
te coherente con la escasa realización de obras nes. Es así que en distintos contextos se aplicaron
las soluciones técnicas más convenientes para cada aseguraba que el camino se mantuviera siempre
caso, desarrollando obras de ingeniería que im- por encima del nivel máximo de las aguas en épo-
presionan individualmente, y más si se les consi- ca de lluvia. Estas calzadas estaban también em-
dera como parte del continuo de una obra gigan- pedradas y contaban con canales transversales que
tesca. En los llanos de los desiertos, donde los sue- aseguraban el libre flujo del agua, impidiendo que
los eran arenosos o pedregosos el camino fue el terraplén se convirtiera en un dique inconve-
demarcado colocando postes de madera o levan- niente y evitando así que las aguas lo rebosaran
tando mojones de piedras de trecho en trecho; en (Hyslop 1992: 57-74).
otros despejando de piedras el suelo de la franja En un territorio agreste como el andino, tanto
del camino y/o alineándolas en los bordes de este. en los desiertos costeros como en las húmedas
En casos excepcionales, y sobre todo en proximi- vertientes orientales, y especialmente en las vastas
dad del ingreso a algunos valles costeños, se cons- zonas de montaña que recorría el camino en la
truyeron muros bajos de piedra o de barro. En el mayor parte de su recorrido, éste obligadamente
caso de atravesar terrenos agrícolas, los caminos debía superar las frecuentes y marcadas pendien-
eran delimitados por muros más altos con la fina- tes, que se desarrollaban tanto en el sentido
lidad de proteger los cultivos que se encontraban longitudinal como lateral a su trazo.
a su vera, y en vez de ampliar su sección general- En el primer caso, para superar las fuertes pen-
mente la reducían, seguramente con el propósito dientes en la misma dirección del desarrollo de su
de afectar la menor cantidad de tierras agrícolas. trazo, se construían largas rampas y más frecuen-
En las zonas de puna, atravesando las plani- temente escalinatas. Cuando las pendientes no
cies altoandinas cubiertas de pastos naturales, los eran muy pronunciadas se intercalaban peldaños
caminos presentan los anchos mayores registra- que se disponían entre tramos de calzada que pre-
dos en la sierra y en muchos casos es notable ob- sentaban una ligera inclinación; mientras que
servar que están empedrados, tanto con el propó- cuando la gradiente era mucho más pronunciada
sito de que su construcción resistiera el embate de se construyeron escalinatas de piedra, muchas de
las lluvias, propias de estas alturas, como también las cuales son notables por su excepcional exten-
para ofrecer una calzada más conveniente al vian- sión y especial integración con el paisaje. En el
dante, frente a los suelos expuestos a la acumula- segundo caso, cuando el camino se desarrollaba
ción de agua o de nieve, para lo cual también se en zonas de pendiente lateral, a lo largo de laderas
les dotó de sistemas de drenaje. Finalmente, en de cerros o bordeando vertiginosos precipicios,
suelos inundables propios de zonas pantanosas o con la finalidad de mantener la calzada horizon-
en las márgenes de lagos y lagunas, con la finali- tal o simplemente para contener el terraplén don-
dad de impedir largos rodeos de los caminos, se de esta debía de discurrir, se construyeron gran-
hicieron notables inversiones de trabajo constru- des muros de contención. En algunos casos, espe-
yendo largas calzadas sobre terraplenes, lo que cialmente cuando el camino se enfrentaba a
8. EL IMPERIO INKA 481
Fig. 93. Tramo del camino Inka hacia Machupicchu, donde se aprecia Fig. 94. Escalinata con un despliegue de curvas y contra curvas en
la calzada con el desarrollo de escalinatas para superar zonas con el camino Inka hacia Machupicchu (Canziani).
fuerte pendiente. A la derecha un saliente rocoso parcialmente
modificado mediante la construcción de terraplenes y un muro con
nichos (Canziani).
Fig. 95. Dibujo de Guamán Poma (1980: 328) con la leyenda: go-
bernador de los puentes de este reino.
paredes rocosas de fuerte inclinación, propias de
zonas con precipicios, su construcción fue resuel-
ta recurriendo a muros de contención de gran al-
tura y de sección escalonada, para garantizar de
esta manera su resistencia estructural y lograr una
calzada lo suficientemente ancha como para ofre-
cer condiciones de seguridad para su tránsito
(Hyslop 1992: 74-86).
Finalmente los puentes asociados al camino
Inka tuvieron una notable importancia y un equi-
valente despliegue de recursos técnicos para po-
der superar los frecuentes cauces de torrentes, ríos
y otros obstáculos que se interponían en el terre-
no. En el caso de que se requiriera salvar distan-
cias relativamente cortas, y cuando la luz entre los
apoyos lo permitiera, se empleó troncos de made-
ra o vigas de piedra dispuestas sobre estribos cons-
truidos con piedra en ambas márgenes del río, para
luego cubrir la estructura horizontal con una capa
de tierra y formalizar la calzada de tránsito del
camino sobre el puente. Cuando la luz entre apo-
yos fuera algo mayor, se aplicó una técnica simi-
lar, pero en este caso reduciendo la luz mediante
la proyección de voladizos o ménsulas desde los
estribos (Hyslop 1992: 215-226).
482 JOSÉ CANZIANI
BIBLIOGRAFÍA
1974 Ricchata Quellccani. Pinturas murales pre- la Luna. Trujillo: Universidad Nacional de
hispánicas. Lima: Fondo del Libro del Banco La Libertad, pp. 109-123.
Industrial del Perú, Lima. 1998 «Excavaciones en la Plaza 3A y en la Plata-
1982 Los Gavilanes. Mar, desierto y oasis en la his- forma II de la Huaca de la Luna durante
toria del hombre. Lima: COFIDE e Institu- 1996». En S. Uceda, E. Mujica y R. Mora-
to Arqueológico Alemán. les (eds.). Investigaciones en la Huaca de la
1990 «Peinture Murale au Perou. Inca-Perou, Luna 1996. Proyecto Arqueológico Huacas
3000 ans d’historie». Bruselas: Musées del Sol y de la Luna. Trujillo: Universidad
Royaux d’Art et d’Histoire, pp. 412-423. Nacional de La Libertad, pp. 43-64.
1991 Perú, hombre e historia. De los orígenes al si- 2003 «Somos diferentes: dinámica ocupacional del
glo XV. Lima: Ediciones Edubanco. sitio Castillo de Huancaco, valle de Virú».
1996 «De la caza-recolección a la agricultura: una En S. Uceda y E. Mujica (eds.). Moche ha-
perspectiva local». Bulletin de l’Institut cia el final del milenio. Actas del Segundo
Français d’Études Andines, tomo 25, n.o 2. Coloquio sobre la Cultura Moche. Trujillo,
Lima: Instituto Francés de Estudios 1 al 7 de agosto de 1999, tomo I. Lima:
Andinos, pp. 169-186. Universidad Nacional de Trujillo, Pontificia
1998 «Apuntes sobre los orígenes de la civiliza- Universidad Católica del Perú, pp. 245-
ción andina». Revista del Museo de Arqueo- 267.
logía, Antropología e Historia, n.o 6. Trujillo:
Universidad Nacional de Trujillo, pp. 7-30. BOURGET, Steve y Jean François MILLAIRE
2000 «Excavaciones en la Plaza 3A y Plataforma II
BONNIER, Elizabeth de la Huaca de la Luna». En S. Uceda, E.
1988 «Acerca del surgimiento de la arquitectura Mujica y R. Morales (eds.). Investigaciones en
en la sierra andina». En V. Rangel (ed.). Ar- la Huaca de la Luna 1997. Proyecto
quitectura y arqueología. Pasado y futuro de Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna.
la construcción en el Perú. Chiclayo: Univer- Trujillo: Universidad Nacional de La Liber-
sidad de Chiclayo. Chiclayo, pp. 35-49. tad, pp. 47-60.
1997 «Preceramic Architecture in the Andes: The
Mito Tradition». En E. Bonnier y H. Bischof BRACK, Antonio
(eds.). Arquitectura y civilización en los An- 1986 «Ecología de un país complejo». Gran Geo-
des Prehispánicos. Mannheim: Reiss Museum grafía del Perú. Naturaleza y Hombre, vol. II.
y Sociedad Arqueológica Peruano-Alemana, Barcelona: Manfer-Juan Mejía Baca, pp. 175-
pp. 121-144. 319.
Nacional de Trujillo, Pontificia Universidad 2001 «La presencia de Wari en San José de Moro».
Católica, pp. 287-311. Boletín de Arqueología PUCP, n.o 4, 2000.
2003b «Los orígenes de la ciudad en la costa norte». Lima: Pontificia Universidad Católoca del
Revista DAU Documentos de Arquitectura y Perú, pp. 143-179.
Urbanismo, n.o 5. Lima, pp. 8-29.
2004 «Urbanismo y arquitectura en el análisis de la CASTILLO, Luis Jaime y Christopher DONNAN
formación social Moche». Ponencia presen- 1994a «La ocupación Moche de San José de Moro,
tada al Simposio Nuevas perspectivas en la Jequetepeque». En S. Uceda y E. Mujica
organización política Moche, organizado por (eds.). Moche, propuestas y perspectivas. Ac-
Dumbarton Oaks, la Pontificia Universidad tas del Primer Coloquio sobre la Cultura
Católica del Perú y el Museo Arqueológico Moche. Trujillo: Universidad Nacional de
Rafael Larco Herrera. Lima, 6 al 8 de agosto Trujillo, Instituto Francés de Estudios
(en prensa). Andinos y Asociación Peruana para el Fo-
mento de las Ciencias Sociales, pp. 93-146.
CANZIANI, José y Carlos DEL ÁGUILA 1994b «Los Mochica del norte y los Mochica del
1994 «Sistemas agrícolas de la época Paracas en el sur».. Vicús. Colección Arte y Tesoros del
valle de Chincha». En Perú. El problema agra- Perú. Lima: Banco de Crédito del Perú.
rio en debate. SEPIA V. Lima: Seminario Per-
manente de Investigación Agraria, pp. 613- CASTILLO, Luis Jaime; Andrew NELSON y Chris
636. NELSON
1997 «“Maquetas” mochicas, San José de Moro».
CANZIANI, José y Elías MUJICA Arkinka, Revista de Arquitectura, Diseño y
1997 «Atiquipa: un caso prehispánico de desarro- Construcción, año 2, n.o 22. Lima, pp. 120-
llo rural sustentable en ecología de lomas». 128.
En E. Gonzales de Olarte, B. Revesz, M.
Tapia (eds.). Perú. El problema agrario en de- CAVATRUNCI, Claudio
bate. SEPIA V. Lima: Seminario Permanen- 1990 «Cajamarquilla: un centre urbain de la côte
te de Investigación Agraria, pp. 503-526. centrale». Inca-Perú. 3000 ans d´historie.
Bruselas: Musées Royaux d´Art et
CARMICHAEL, Patrick d´Historie, pp. 224-234.
1988 «Nasca Mortuary Customs: Death and
Ancient Society on the South Coast of Perú». CIEZA DE LEÓN, Pedro
Tesis de Doctorado. Departamento de Ar- 1984 Crónica del Perú. Primera parte. Lima:
queología, Universidad de Calgary, Canadá. Pontificia Universidad Católica del Perú.
1985 Crónica del Perú. Segunda parte. Lima:
CARRIÓN, Lucénida Pontificia Universidad Católica del Perú.
1998 «Excavaciones en San Jacinto, templo en U 1987 Crónica del Perú. Tercera parte. Lima:
en el valle de Chancay». Boletín de Arqueo- Pontificia Universidad Católica del Perú.
logía PUCP, n.o 2. Lima: Pontificia Univer-
sidad Católica del Perú, pp. 239-250. COOK, Anita
1999 «Asentamientos Paracas en el valle bajo de
CARRION CACHOT, Rebeca Ica». Gaceta Arqueológica Andina n.o 25.
1948 «La cultura Chavín: dos nuevas colonias, Lima: Instituto Andino de Estudios Arqueo-
Kuntur Wasi y Ancón». Revista del Museo lógicos (INDEA), pp. 61-90.
Nacional, tomo II, n.o 1. Lima, pp. 7-34.
CONKLIN, William
CASTILLO, Luis Jaime 1985 «The Architecture of Huaca Los Reyes». En
1987 Personajes míticos, escenas y narraciones en la C. Donnan (ed.). Early Ceremonial Archi-
iconografía mochica. Lima: Pontificia Uni- tecture in the Andes. Washington D. C.:
versidad Católica del Perú. Dumbarton Oaks, pp. 139-165.
1993 «Prácticas funerarias, poder e ideología en
la sociedad Moche tardía: el proyecto ar- COLLIN DELAVAUD, Claude
queológico San José de Moro». Gaceta 1984 Las regiones costeñas del Perú septentrional.
Arqueológica Andina, n.o 23, pp. 61-76. Lima: Centro de Investigación y Promoción
Lima: Instituto Andino de Estudios Arqueo- del Campesinado (CIPCA), Pontificia Uni-
lógicos (INDEA). versidad Católica del Perú.
490 JOSÉ CANZIANI
GRIEDER, Terence, Alberto BUENO, Earle SMITH y HECKER. Wolfgang y Giesela HECKER
Robert MALINA 1991 Ruinas, caminos y sistemas de irrigación
1988 La Galgada, Peu. A Preceramic Culture in prehispánicos en la provincia de Pacasmayo,
Transition. Austin: University of Texas Press. Perú. Patrimonio Arqueológico Zona Norte
494 JOSÉ CANZIANI
MORALES, Ricardo
2000 «Max Uhle: murales y materiales pictóricos MOSELEY, Michael y Eric DEEDS
en las Huacas de Moche (1899-1900)». In- 1982 «The Land in Front Chan Chan: Agrarian
vestigaciones en la Huaca de la Luna 1997. Expansion, Reform, and Collapse in the
En S. Uceda, E. Mujica y R. Morales (eds.). Moche Valley». En M. Moseley y K. Day
Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de (eds.). Chan Chan Andean Desert City.
la Luna. Trujillo: Universidad Nacional de Albuquerque: University of New Mexico
Trujillo, pp. 215-266. Press, pp. 25-53.
2003 «Iconografía litúrgica y contexto arquitec-
tónico en Huaca de la Luna, valle de MOSELEY, Michael; Robert FELDMAN, Paul GOLDSTEIN
Moche». Moche: hacia el final del milenio. y Luis WATANABE
Actas del Segundo Coloquio sobre la Cul- 1991 «Colonies and Conquest: Tiahuanaco and
tura Moche. En S. Uceda y E. Mujica (eds.). Huari in Moquegua». En W. Isbell y G.
Tomo I. Lima: Universidad Nacional de McEwan (eds.). Huari Administrative
Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Structure, Prehistoric Monumental Archi-
Perú, .425-476. tecture and State Government.Washington D.
C.: Dumbarton Oaks, pp. 121-140.
MORRIS, Craig
1973 «Establecimientos estatales en el MOSELEY, Michael y Carol MACKEY
Tawantinsuyu: una estrategia de urbanismo 1973 Twenty Four Architectural Plans of Chanchán,
obligado». Revista del Museo Nacional, tomo Perú. Structure and Form at the Capital of
39. Lima, pp. 127-141. Chimor. Cambridge: Peabody Museum
1978 1980 «Huánuco Pampa: nuevas eviden- Press, Harvard University.
cias sobre el urbanismo inca». Revista del
Museo Nacional. Tomo 44, pp. 139-152. MUJICA, Elías
Lima. 1973 «Excavaciones arqueológicas en Cerro Are-
1981 «Tecnología y organización Inca del alma- na: un sitio del Formativo Superior en el
cenamiento de víveres en la sierra». La Tec- valle del Moche, Perú». Tesis de Bachiller.
nología en el Mundo Andino. H. Lechtman Programa Académico de Letras y Ciencias
y A. M. Soldi (eds.) vol. 1, pp. 327-375. Humanas. Pontificia Universidad Católica
México: Universidad Autónoma de México. del Perú, Lima.
1984 «Cerro Arena-Layzón: relaciones costa-sie-
MORRIS, Craig y Donald THOMPSON rra en el norte del Perú». Gaceta Arqueológi-
1985 Huánuco Pampa. An Inca City and its Hin- ca Andina, n.o 10. Lima: Instituto Andino
terland. Londres: Thames and Hudson. de Estudios Arqueológicos (INDEA), pp.
12-15.
MORRIS, Craig y Adriana VON HAGEN 1987 «Malanche 1: un poblado complejo en
1993 The Inka Empire and its Andeans Origins. medioambiente de lomas». DAU, Documen-
Nueva York: American Museum of Natural tos de Arquitectura y Urbanismo, n.os 2 y 3.
History. Lima, pp. 7-19.
la Luna. Trujillo: Universidad Nacional de 1985 «The Huaca La Florida, Rimac Valley, Perú».
Trujillo. En C. Donnan. Early Ceremonial Archi-
tecture in the Andes. Washington D. C.:
ORTLOFF, Charles Dumbarton Oaks, pp. 59-69.
1981 «La ingeniería hidráulica Chimú». En H.
Letchman y A. M. Soldi (eds.). La tecnolo- PATTERSON, Thomas y Edward LANNING
gía en el mundo andino, tomo 1. México: 1964 «Changing Settlements Patterns on Central
Universidad Nacional Autónoma de Méxi- Peruvian Coast». Ñawpa Pacha, n. o 2.
co, pp. 91-134. Berkeley, pp. 113-123.
1969 «Los cambios del patrón de establecimiento
OUTWATER, Ogden en la costa central del Perú». En. R. Ravines
1978 «Edificación de la fortaleza de Ollantay- (ed.). 100 años de Arqueología en el Perú.
tambo». En R. Ravines (comp). Tecnología Lima: Instituto de Estudios Peruanos,
Andina. Lima: Instituto de Estudios Perua- pp.393-406.
nos, pp. 581-589.
PATTERSON, Thomas, John MCCARTHY y Robert
PALACIOS, Jonathan DUNN
1988 «La secuencia de la cerámica temprana del 1981 «Polities in the Lurin Valley, Perú during the
valle de Lima en Huachipa». Gaceta Ar- Early Intermediate Period». Ñawpa Pacha,
queológica Andina, n.o 16, pp. 13-24. Lima: n.o 20. Berkeley, pp. 61-82.
Instituto Andino de Estudios Arqueológi-
cos (INDEA). PAUL, Anne
1991 «Paracas: An Ancient Cultural Tradition on
PAREDES, Juan the South Coast». En A. Paul (ed.). Paracas
1992 «Cerro Culebras: nuevos aportes acerca de Art and Architecture. Iowa City: University
una ocupación de la Cultura Lima (costa of Iowa Press, pp. 1-34.
central del Perú)». Gaceta Arqueológica
Andina, n.o 22. Lima: Instituto Andino de PEASE, Franklin
Estudios Arqueológicos, pp. 51-62. 1981 «Los Incas». Historia del Perú, tomo II. Lima:
2000 «La cultura Lima en el valle bajo del río Chi- Editorial Juan Mejía Baca, pp. 185-293.
llón». Arqueología y Sociedad, n.o 13. Lima: 1984 Introducción a la Crónica del Perú de Pedro
Museo de Arqueología y Antropología. Uni- de Cieza de León. Primera parte. Lima:
versidad Nacional Mayor de San Marcos, Pontificia Universidad Católica del Perú.
pp. 133-158.
PETERSEN, George
PAREDES, Ponciano y Régulo FRANCO 1967 «Cumbemayo: Acueducto arqueológico que
1987 «Pachacamac: las pirámides con rampa, cro- cruza la divisoria continental». Tecnia, n.o
nología y función». Gaceta Arqueológica 3. Lima: Universidad Nacional de Ingenie-
Andina, n.o 13. Lima: Instituto Andino de ría, Lima, pp. 112-39.
Estudios Arqueológicos, pp. 5-7.
PETERS, Ann
PATTERSON, Thomas 1988 «Chongos: sitio temprano en el valle de Pis-
1966a «Early Cultural Remains of the Central co. Gaceta Arqueológica Andina, n.o 16, pp.
Coast of Perú». Ñawpa Pacha, n. o 4. 30-34. Lima: Instituto Andino de Estudios
Berkeley, pp. 145-153. Arqueológicos.
1966b Pattern and Process in the Early Intermediate 1991 «Ecology and Society in Embroidered
Period Pottery of the Central Coast of Perú. Images from the Paracas Necrópolis». En A.
Berkeley and Los Angeles: University of Paul (ed.). Paracas Art and Architecture. Iowa
California Publication in Anthropology 3. City: University of Iowa Press, pp. 1-34.
1983 «The Historical Development of Coastal
Andean Social Formation in Central Perú, PIGGOT, Stuart
6000 to 500 B.C.». En D. Sandweiss (ed.). 1966 Arqueología de la India prehistórica. México:
Investigations of the Andean Past. Ithaca, Fondo de Cultura Económica.
Nueva York: Cornell Latin American Studies
Program, pp. 21-37.
502 JOSÉ CANZIANI
PIMENTEL, Víctor y Gonzalo ÁLVAREZ 1982 «Early Social Stratification and Subsistence
2000 «Relieves polícromos en la plataforma fu- Systems: the Caballo Muerto Complex». En
neraria Uhle». En S. Uceda, E. Mujica y R. M. E. Moseley y K.C. Day (eds.). Chanchan:
Morales (eds.). Investigaciones en la Huaca Andean Desert City. Albuquerque: University
de la Luna 1997. Proyecto Arqueológico of New Mexico Press, pp. 225-253.
Huacas del Sol y de la Luna. Trujillo: Uni-
versidad Nacional de Trujillo, pp. 181-203. POZORSKI, Thomas y Shelia POZORSKI
1994 «Sociedades complejas tempranas y el uni-
PIMENTEL, Víctor y María PAREDES verso ceremonial en la costa nor-peruana».
2003 «Evidencias Moche V en tambos y caminos En L. Millones y Y. Onuki (comps.). El
entre los valles de Santa y Chao, Perú». En mundo ceremonial Andino. Lima: Editorial
S. Uceda y E. Mujica (eds.). Moche: hacia el Horizonte, pp. 47-70.
final del milenio. Actas del Segundo Colo- 2000 «La centralización del poder en el Perú
quio sobre la Cultura Moche, tomo I. Lima: prehispánico Temprano». Revista del Museo
Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia de Arqueología, Antropología e Historia, n.o
Universidad Católica del Perú, pp. 269-303 7. Trujillo: Universidad Nacional de Trujillo,
pp. 87-109.
PIZARRO, Pedro
1986 Relación del Descubrimiento y Conquista de POZZI-ESCOT, Denise
los Reinos del Perú. Lima: Pontificia Univer- 1991 «Conchopata: A Community of Potters». En
sidad Católica del Perú. W. Isbell y G. McEwan (eds.). Huari
Administrative Structure, Prehistoric Monu-
POZORSKI, Shelia y Thomas POZORSKI mental Architecture and State Government.
1977 «Alto Salaverry: sitio precerámico de la cos- Washington D. C.: Dumbarton Oaks, pp.
ta peruana». Revista del Museo Nacional, 81-92.
tomo 43. Lima, pp. 27-60.
1987 Early Settlement and Subsistence in the Casma PROTZEN, Jean Pierre
Valley, Perú. Iowa City: University of Iowa 1983 «Inca Quarrying and Stonecutting». Ñawpa
Press. Pacha, n.o 21. Berkeley, pp. 183-214.
1989 «Planificación urbana prehistórica en Pam- 2005 Arquitectura y construcción Incas en
pa de las Llamas-Moxeque, valle de Casm»a. Ollantaytambo. Lima: Pontificia Universi-
Boletín de Lima, n.o 66. Lima, pp. 19-30. dad Católica del Perú.
1998 «La dinámica del valle de Casma durante el
Período Inicial». Boletín de Arqueología PROTZEN, Jean Pierre y Craig MORRIS
PUCP, n.o 2. Lima: Pontificia Universidad 2004 «Los colores de Tambo Colorado: una
Católica del Perú, pp. 83-100. reevaluación». Boletín de Arqueología PUCP,
2000 «El Desarrollo de la Sociedad Compleja en n.o 8. Lima: Pontificia Universidad Católi-
el Valle de Casma». Arqueología y Sociedad, ca del Perú, pp. 267-276.
n.o 13. Lima: Museo de Arqueología y An-
tropología. Universidad Nacional Mayor de PROULX, Donald
San Marcos, pp. 79-98. 1982 «Territoriality in the Early Intermediate
2003 «Arquitectura residencial y subsistencia de Period: the case of Moche and Recuay».
los habitantes del sitio de Moche: Eviden- Ñawpa Pacha, n.o 20. Berkeley, pp. 83-96.
cia recuperada por el Proyecto Chan Chan- 1985 «An Analysis of the Early Cultural Sequence
Valle de Moche». En S. Uceda y E. Mujica in the Nepeña Valley, Perú». Department
(eds.). Moche: hacia el final del milenio. Ac- of Anthropology Research Reports.
tas del Segundo Coloquio sobre la Cultura University of Massachusetts.
Moche, tomo I. Lima: Universidad Nacio-
nal de Trujillo y Pontificia Universidad Ca- PULGAR VIDAL, Javier
tólica del Perú, pp. 119-150. 1996 Geografía del Perú. Lima: PEISA.
1990 «Craft Production in the Kingdom of S. Uceda, E. Mujica y R. Morales (eds.). In-
Chimor». En M. Moseley y A. Cordy- vestigaciones en la Huaca de la Luna 1997.
Collins (eds.). The Northern Dynasties Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de
Kingship and Statecraft in Chimor, pp. 145- la Luna. Trujillo: Universidad Nacional de
176. Washington D. C.: Dumbarton Oaks. Trujillo, pp. 205-214.
1991 «Huari and Huamachuco». En W. Isbell y 1999b «Culto a los muertos y a los ancestros: esce-
G. McEwan (eds.). Huari Administrative nas en miniatura y una maqueta en la época
Structure, Prehistoric Monumental Chimú. culto a los muertos y a los
Architecture and State Government. Washing- ancestros». Arkinka, Revista de Arquitectu-
ton D. C.: Dumbarton Oaks, pp 141-164. ra, Diseño y Construcción, n.o 49. Lima,
pp. 72-83.
TOPIC, Theresa Lange 2001 «El nivel alto de la Plataforma I de Huaca
1982 «The Early Intermediate Period and its de la Luna: un espacio multifuncional».
Legacy». En M. Moseley y K. Day (eds.). Arkinka. Revista de Arquitectura, Diseño y
Chanchan: Andean Dessert City. Albu- Construcción, n.o 67. Lima, pp. 90-97.
querque: University of New Mexico Press,
pp. 255-284. UCEDA, Santiago y José ARMAS
1997 «Los talleres alfareros en el centro urbano
TOSI, Joseph Moche». En S. Uceda, E. Mujica y R.
1960 Zonas de vida natural en el Perú. Boletín Téc- Morales (eds.).Investigaciones en la Huaca de
nico n.o 5. Lima: Instituto Interamericano la Luna 1995. Proyecto Arqueológico
de Ciencias Agrícolas de la OEA, Zona Huacas del Sol y de la Luna. Trujillo: Uni-
Andina, Lima. versidad Nacional de Trujillo, pp. 93-104.
UCEDA, Santiago, Ricardo MORALES, José CANZIANI (ed.). Max Uhle y el Perú Antiguo. Lima:
y María MONTOYA Pontificia Universidad Católica del Perú, pp.
1994 «Investigaciones sobre la arquitectura y re- 205-227.
lieves polícromos en Huaca de la Luna, va- 2003 Pachacamac. Informe de la expedición pe-
lle de Moche». En S. Uceda y E. Mujica [1903] ruana William Pepper de 1896. Primera edi-
(eds.). Moche, Propuestas y Perspectivas. Ac- ción: Universidad de Pensilvania, Filadelfía,
tas del Primer Coloquio sobre la Cultura 1903. Primera edición en castellano:
Moche. Trujillo: Universidad Nacional de COFIDE y Fondo Editorial de la Universi-
Trujillo, Instituto Francés de Estudios dad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.
Andinos y Asociación Peruana para el Fo-
mento de las Ciencias Sociales, pp. 251-303. URRUTIA, Jaime
1985 Huamanga: región e historia 1536-1770. Aya-
UCEDA, Santiago, Elías MUJICA y Ricardo MORALES cucho: Universidad Nacional de Huamanga.
(eds.)
1997 Investigaciones en la Huaca de la Luna 1995. VAILLANT, Georg
Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de 1980 La civilización Azteca. México: Fondo de
la Luna. Trujillo: Universidad Nacional de Cultura Económica.
Trujillo.
1998 Investigaciones en la Huaca de la Luna 1996. VALDEZ, Lidio; Cirilo VIVANCO y Casimiro CHÁVEZ
Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de 1990 «Asentamientos Chanka en la cuenca del
la Luna. Trujillo: Universidad Nacional de Pampas Qaracha (Ayacucho)». Gaceta Ar-
Trujillo. queológica Andina, n.o 17. Lima: Instituto An-
2000 Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997. dino de Estudios Arqueológicos, pp. 17-26.
Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de
la Luna. Universidad Nacional de Trujillo. Van GIJSEHEM, Hendrik
Trujillo. 2001 «Household and Family at Moche, Peru: An
Analisis of Building and Residence Patterns
UCEDA, Santiago y Moisés TUFINIO in a Prehispanic Urban Center». Latin Ame-
2003 «El complejo arquitectónico religioso Moche rican Antiquity, vol. 12, n.o 3. Washington
de Huaca de la Luna: Una aproximación a D. C.: Society for American Archaeology,
su dinámica ocupacional». En S. Uceda y pp. 257-273.
E. Mujica (eds.). Moche: hacia el final del
milenio. Actas del Segundo Coloquio sobre VASQUEZ, Segundo
la Cultura Moche, tomo II. Lima: Univer- 1984 «La Waka Pucllana». Gaceta Arqueológica
sidad Nacional de Trujillo y Pontificia Uni- Andina, n.o 9. Lima: Instituto Andino de
versidad Católica del Perú, pp. 179-228. Estudios Arqueológicos (INDEA) , pp. 8-9.