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Filosofía – 4º E.S.

O
4.2 Racionalistas y empiristas: Las ideas innatas

Aristóteles, a diferencia de Sócrates y Platón, concibe al ser humano como una unidad de materia y
forma. La materia es el cuerpo: nuestra carne, huesos, órganos, el cerebro, la sangre, etc. Y la
forma (Eidos) es la esencia humana, que como ya hemos dicho, es su mente y especialmente la
facultad racional.

En los siglos de la modernidad (del XV al XIX) la filosofía plantea por primera vez el problema de
la relación mente-cuerpo. Y es Descartes quien inicia este debate. Seguro que conocemos su famosa
frase: “Cogito, ergo sum” → “Pienso, luego existo”. ¿Qué significado filosófico tiene esta
proposición? ¿Y que tiene que ver con la psicología?

Descartes desarrolla su filosofía en oposición a dos rivales: la escolástica medieval (filosofía


cristiana de inspiración aristotélica) y el escepticismo (doctrina antigua pero muy de moda en
aquella época y según la cual es imposible alcanzar un conocimiento seguro). Nos interesa
especialmente su debate contra el escepticismo: ¿Como que no se puede llegar a conocer con
seguridad nada?

Si recordamos a los sofistas no nos será difícil imaginarlo. Si todas las opiniones son igual de
válidas y cada uno piensa lo que quiere, ¿como llegar a ninguna verdad? El relativismo lleva al
escepticismo. → Pongamos un ejemplo: Se que el sol saldrá mañana, pero ¿por qué lo se? Porque
según las leyes de Newton, la tierra gira de tal forma a su alrededor que llegado el momento
oportuno veré “salir el sol”. ¿Pero por qué se que mañana, precisamente mañana, seguirá siendo
así? Porque ha sido así siempre. Entonces ¿Por qué se que no cambiará precisamente mañana?, ¿se
reduce el conocimiento al hábito y la costumbre? ¿Cómo se puede justificar este conocimiento?
Como vemos, no se trata de que las leyes de Newton sean falsas o verdaderas sino de la legitimidad
y el alcance de mis propios conocimientos. El escéptico dirá que es imposible, que el conocimiento
viene del hábito y que sólo podemos conocer aquello que podemos experimentar. El filósofo David
Hume, como veremos más adelante, es el gran defensor de esta teoría.

→ Otro ejemplo: Creo que no existe vida más allá de la Tierra. Pero hay personas que afirman
haber visto ovnis y cosas así y la ciencia tampoco puede descartar que no exista vida en otros
planetas. Puedo entonces decir que aquellos que dicen haber visto otras formas de vida no están
diciendo la verdad o son perturbados. Y también que la ciencia no puede demostrar que exista. Sin
embargo aunque esa gente no dijera la verdad, la ciencia tampoco puede demostrar que no existan
otras formas de vida. ¿Por qué sigo creyendo que no existe vida más allá de la tierra si no hay
ninguna evidencia de ello? Puedo decir entonces que, de haber vida más allá de la tierra, en el curso
de los siglos deberíamos haber tenido ya conocimiento de ello. Pero del hecho de que hasta ahora
no tengamos esa evidencia no se deduce que no vayamos a tenerla en el futuro. O dicho de otra
manera: Que no haya ocurrido nunca no demuestra que no pueda ocurrir en el futuro. ¿Entonces
cómo saberlo con seguridad? ¿Nos tenemos que limitar a creer en lugar de saber?

Para evitar estas engorrosas disputas y demostrar que sí podemos tener un conocimiento seguro
Descartes elabora su filosofía y llega a su famoso “pienso, luego existo”. Veámoslo.

Arquímedes (un célebre ingeniero y científico del siglo III a. C.) había dicho: “dadme un punto de
apoyo y moveré el mundo”. Es decir que podría ejercer una fuerza enorme en cualquier sentido y

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para mover cualquier cosa siempre y cuando exista un punto fijo. De la misma manera procede
Descartes: Si encuentro un punto fijo, de absoluta seguridad, podré construir un edificio seguro para
el conocimiento en base a deducciones. ¿Y cual habría de ser este punto?

Descartes toma el método de los escépticos: dudar de todo (a esto se lo conoce como “duda
metódica”). Y dijo: “dudaré de todo mientras que pueda”. Dudo que exista, que esté despierto, que
mis pensamientos sobre algo sean ciertos, que mi cuerpo perciba la realidad tal como la siento, etc.
Pero ¿de qué es imposible que dude? ¿de qué no puedo dudar? → De que estoy dudando. Y si dudo
es porque pienso, y si pienso es que se que existo como algo que piensa, “soy una cosa que piensa”:
Pienso, luego existo.

No puedo dudar de ello porque lo percibo con claridad y distinción y porque no puedo seguir
poniéndolo en duda. Entonces Descartes concluye: 1 Que hay una sustancia pensante, que somos
nosotros mismos. Y 2 que hay otras sustancias que no son pensantes sino extensas (mi cuerpo, una
mesa, un gato, el sol, etc). Toda la realidad se reduce a estas dos sustancias. De nuevo nos
encontramos con un dualismo.

Con respecto a nosotros mismos, ¿qué relación hay entre una sustancia y la otra?. La mente
(sustancia pensante), ya hemos visto que funciona pensando y que puede percibir algunas cosas
como absolutamente ciertas. ¿Cómo funciona el cuerpo? Como una máquina. Es algo autónomo
con respecto a nuestro pensamiento. Sin embargo en el ser humano se produce una interacción
porque somos conscientes de que si queremos mover el brazo, éste se mueve. Entonces Descartes
piensa que hay una región del cerebro encargada de transmitir la información entre las dos
sustancias. Esta es la “glándula pineal”.

Posteriormente se supo que la cosa no funciona así. Que esa glándula no tiene esa función y que es
difícil pensar lo que sea el ser humano separando radicalmente su mente y su cuerpo.

Sin embargo queda una consideración importante: ¿Es la mente capaz, por sí misma, de llegar a
ciertas verdades independientemente de lo que nuestro cuerpo percibe? ¿Hay ideas innatas nuestra
mente? Descartes y Leibniz (entre otros) creían que sí. A esta postura se la conoce como
racionalista (Sócrates y Platón son importantes precursores)

Veamos ahora qué piensa el empirismo. Filósofos como David Hume y John Locke creyeron que la
mente, al nacer, es como una “tabula rasa” → como una hoja en blanco. Y que todo nuestro
conocimiento se adquiere a partir de la experiencia: a partir de lo que vemos, oímos, lo que
comparamos, lo que se puede medir, etc. Niegan el escepticismo, porque sí creen posible llegar a
ciertas verdades. Pero niegan que éstas provengan únicamente a partir de nuestra mente; niegan que
existan ideas innatas.

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