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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

Operatorias sobre el saber en las intervenciones del Equipo


Interdisciplinario de Salud Mental.

Alumno/a: Marina Bilyk

DNI: 35.961.994

Tutor: Lic. Marcelo Ferraro.

DNI: 17.287.732

Año: 2022

2° Cuatrimestre
Índice

Agradecimientos p.3
I. Presentación del tema p.4
II. Introducción p.4
III. Hipótesis p.5
IV. Objetivos p.6
IV. I. Objetivo general p.6
IV. II. Objetivos específicos p.6
V. Estado del Arte p.6
VI. Marco Teórico p.9
VII. Metodología p.11
VIII. Desarrollo p.12
VIII. I. Producción de saber en el dispositivo de Michel Foucault P.12
VIII. II. El Paradigma de la complejidad p.14
VIII. III. El psicoanálisis y su operación sobre el saber p.15
VIII. IV. El Equipo Interdisciplinario de Salud Mental
como un dispositivo de tratamiento. p.17
VIII. V. Viñeta clínico Institucional p.22
IX. Conclusiones p.26
X. Bibliografía p.27

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Agradecimientos

A quienes estimulan el pensamiento crítico en las facultades públicas. En particular,


a Claudia Bang y a Pablo Pavesi. Gracias por la pasión.

A la Cátedra 812 que, en un contexto de pandemia y cuarentena, trabajó para que


podamos realizar una práctica profesional de buena calidad. Acompañaron al
alumnado en muchos sentidos, enseñando más que el contenido. De allí, en
especial, gracias a Nancy Crasnich, por el amor en su transmisión.

Gracias a Carolina Méndez Alí, guía fundamental para este trabajo.

Y gracias a mi tutor, Marcelo Ferraro, por un diálogo teórico no dogmático, riguroso


y ameno, desde la primera clase hasta el final de esta tesis.

Por último, gracias a mi psicóloga, por la posibilidad.

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I. Presentación del tema

Desde el año 2006, por el Decreto N°1551 del Ministerio de Salud del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires, se comienzan a conformar los Equipos
Interdisciplinarios de Salud Mental (en adelante EISM) en los Servicios de Guardia de
los hospitales generales. Los mismos se originan en el cumplimiento de lo estipulado
en la ley de Salud Mental N°448 (art.14, 2000) del Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires. Están conformados por un/a psicólogo/a, un/a trabajador/a social y un/a
médico/a psiquiatra.

La enunciación sobre la interdisciplinariedad del equipo que la misma Ley


propone podemos considerarla condición insuficiente para su puesta en práctica. El
trabajo interdisciplinario implica una determinada operatoria sobre el saber sujeta al
ejercicio de los profesionales y puesta en función de abordar la especificidad de cada
paciente. A su vez, desde la psicología, particularmente desde el psicoanálisis, la
articulación que el sujeto realice sobre el saber inconsciente es lo que posibilita el
alivio del padecimiento.
¿Cuáles son las especificaciones de estas operatorias sobre el saber?
¿Cómo pueden, profesionales de distintas prácticas, abordar la novedad de
cada situación?
Se intentará responder a estos interrogantes en pos de delimitar las posiciones
teóricas respecto al saber que vuelven eficaz un tratamiento de salud mental en las
Guardias de los hospitales generales por parte del EISM.

II. Introducción

La presente tesis se enmarca en el área clínica. Se analizará la operación


sobre el saber posible de advenir en un EISM en un hospital general de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (C.A.B.A.). El principal objetivo es distinguir cuál es el
tratamiento capaz de abordar la especificidad de la situación que se presenta y aliviar
el padecimiento que lleva a un usuario a ingresar en la institución.

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Para ello se trabajará el concepto de dispositivo definido por Michael Foucault
como una red de elementos heterogéneos que se montan sobre una trama discursiva.
La misma vehiculiza relaciones de saber/poder que producen condiciones de
existencia (Foucault, 1999, p.55).
En esta definición se encuentra una perspectiva que abarca la complejidad de
los fenómenos de la realidad. Por ello se le dedicará un apartado al paradigma de la
complejidad propuesto por Morín. Este, además, puede brindar un fundamento teórico
para sustentar la labor interdisciplinaria que será definida a través de distintos autores.
Se ubicará su surgimiento histórico y su metodología, especialmente: el vacío de
saber que crea en función de abordar la novedad del sujeto.
Para la organización, distinción y lectura de estos abordajes complejos, se
utilizarán las categorías formuladas para analizar los dispositivos de tratamiento de
salud mental en las instituciones públicas, expuestas por Marcelo Ferraro (2017). A
saber: dispositivo institucional, dispositivo de tratamiento y dispositivo en acto.
Estos instrumentos de lectura permitirán articular con la teoría psicoanalítica
cuyos fundamentos sostienen que el alivio del padecimiento es posible a través de
una operatoria sobre el saber.
El recorrido será ilustrado con una viñeta clínica situada en las coordenadas
institucionales que aquí competen. Fue presentada el 10 de septiembre de 2020 en
la práctica “Clínica en las instituciones públicas. Dispositivos de salud mental en el
abordaje de la complejidad”. La viñeta fue elegida en tanto da cuenta del diálogo y la
conceptualización del EISM sobre la situación. A través de esta metodología, deciden
que sea la psicóloga quien se acerque a hablar con la usuaria, lo cual llevará a
ahondar en su labor.
Para finalizar, se vinculará la interdisciplina y el psicoanálisis, sus surgimientos
históricos y sus semejanzas teóricas. Ambas literaturas ponen en función un vacío de
saber para alcanzar la eficacia en su práctica. A partir de este itinerario se pondrá a
prueba nuestra hipótesis.

III. Hipótesis

Para que un Equipo Interdisciplinario de Salud Mental sea eficaz en su práctica,


es necesario que los profesionales pongan a disposición un vacío de saber que
genere potencialidad para abordar la singularidad de cada situación.
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IV. Objetivos
IV. I. Objetivo general

- Delimitar la operatoria sobre el saber que vuelve eficaz el tratamiento de un


Equipo Interdisciplinario de Salud Mental en un hospital general.

IV. II. Objetivos específicos

- Conceptualizar al Equipo Interdisciplinario de Salud Mental como un


dispositivo para describir las potenciales operaciones sobre el saber que pueden
generarse.
- Analizar estas operaciones desde la interdisciplina y el psicoanálisis,
establecer su vínculo con la eficacia del tratamiento.
- Ilustrar el trabajo con una viñeta clínico-institucional presentada en la práctica
“Clínica en las instituciones públicas. Dispositivos de salud mental en el abordaje de
la complejidad”.

V. Estado del arte

La conceptualización “vacío de saber” utilizada en la hipótesis se extrae de las


reflexiones que Antonio Di Ciaccia realiza en una disertación del año 2003. En la
misma, recorre el método con el que trabaja y dirige, en Francia, una clínica llamada
La Aurora, dedicada al tratamiento de niños diagnosticados dentro del trastorno del
espectro autista (TEA). Bajo el nombre A propósito de la clínica entre varios organiza
la práctica con la aclaración que no es en sí un dispositivo analítico, sino que “utiliza
las enseñanzas del psicoanálisis para crear un lugar de vida (...).” (2003, p.1).

Como se lee, el disertante trabaja la teoría psicoanalítica lacaniana de un modo


particular, que le permite fundamentar un pasaje de la clínica tradicional a una
“práctica entre varios” dedicados a distintas disciplinas. Di Ciaccia ubica la posibilidad
de la circulación de las diversas “palabras disciplinares” a través de un “vacío de
saber”. Esta conceptualización habilita a realizar un paralelismo entre las ideas

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planteadas para la “reunión de equipo” con el trabajo del EISM y a este último con la
perspectiva psicoanalítica.

En la conferencia se desarrollan cuatro funciones fundamentales sobre la


reunión del equipo que, a partir de lo dicho, toman una significación particular si se
las trabaja articuladas al EISM. Se las mencionará a continuación y se integrarán a la
conceptualización en el cuerpo del trabajo.

Estas funciones son:

1) “(...) tiene la función de crear un lugar donde se hable del niño. No para objetivarlo
o para hacer la lista de los dichos sobre él, sino por sostener un discurso sobre él a
partir de los decires de los miembros”. (p.2)

El EISM dialoga sobre quien consulta, esto crea un elemento del dispositivo de
tratamiento.

2) “(...) la reunión tiene la función de operar una separación para cada uno de los
miembros del equipo en relación al saber que se cree haber obtenido a través de la
frecuentación de esos niños.” (p.2)

En el transcurso de la consulta, el diálogo del EISM se mantiene y pueden


producir modificaciones sobre el saber acerca del usuario a partir de lo que un
integrante del equipo menciona o a través de compartir un pensamiento y ponerlo a
disposición de los compañeros. En este caso, se describe como una separación para
cada profesional en relación a su saber. Al dialogar, este es menos de cada uno y
más de la situación.

3) “La reunión tiene la función de ser el único lugar donde los dichos de cada miembro
del equipo son tomados en consideración. Todo lo que queda dicho fuera de la
reunión, no debería ser considerado válido. (...) Mientras la palabra tiene oportunidad
de devenir en acto solo si se trata de un decir responsable” (p.3)

Es importante aclarar que, en esta reflexión, Di Ciaccia excluye los momentos


de atención al niño. “Todo lo que queda dicho fuera” se refiere a aquellos dichos que
los profesionales pueden intercambiar en otros espacios, institucionales o no, fuera
de la reunión de equipo. Siguiendo con el ejercicio de vincularlo al servicio de Guardia,
este aspecto se complejiza dadas las contingencias que pueden suceder en un

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espacio caracterizado por la urgencia. Aun así, es interesante tomar el final de la cita
para el posterior desarrollo: cómo caracterizar este decir responsable en el EISM y
cómo forma parte del dispositivo de tratamiento.

4) “La reunión tiene una función en relación a la elaboración de un saber.” (p.3)

Si se elabora un saber para abordar la situación, el que existía hasta el


momento es insuficiente o sesgado disciplinalmente, cuando no excluyente.

Por último, y esencial para este trabajo ya que, como se dijo, de aquí se extrae
la nominación “vacío de saber”, Di Ciaccia expone que el equipo posee un
responsable terapéutico cuya función es preservar un vacío de saber. Esta posición
habilita, a cada miembro del equipo, a “destituirse en relación con un saber totalizante”
y objetiva bien “que cada uno es plenamente responsable del acto que el trabajo
comporta” (op. cit., p.3).

Por otro lado, la atención de la singularidad de cada situación para alcanzar la


eficacia de un tratamiento, se va a trabajar a partir de dos textos. El primero es
Abordaje interdisciplinario en Salud Mental en el Servicio de Guardia de un Hospital
General de Dillon, C.; González, M.; Melamed, G. (2012). Las autoras consideran que
el EISM debe “localizar a la urgencia”, ubicar qué es lo que está en juego y para quién
(p.5). Para esto debe instalar un espacio y un tiempo en el cual las acciones puedan
ser pensadas. Este punto abre la dimensión de diálogo sobre los conocimientos que
los profesionales poseen y su insuficiencia ante la novedad que trae cada persona
que ingresa al servicio.

En el mismo sentido, pero desde la teoría psicoanalítica, el artículo de Gabriela


Mascheroni (2016) La práctica analítica como “contra-dispositivo” también resalta la
necesidad de atender la particularidad del padecimiento. Siguiendo los fundamentos
de este marco teórico, propone escuchar el discurso del analizante ya que los
significantes “hablan entre sí y hablan del sujeto”, por lo tanto, revelan la lógica
inconsciente que determina un ser. Entendiendo esta fijeza, este amarre al ser, como
lo que produce el malestar.

Además, se ha encontrado en el sistema académico de la Facultad de


Psicología de la Universidad de Buenos Aires la tesis de grado de Agustín Adriel

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Amaral (2021), El diagnóstico multidimensional del equipo interdisciplinario de salud
mental en la guardia de un hospital general. En la misma desarrolla el diagnóstico
multidimensional al cual se arriba a partir del trabajo interdisciplinario.

VI. Marco Teórico

Michael Foucault, desarrolla el concepto dispositivo a lo largo de distintas


obras. En Saber y verdad (1985) lo define como la red establecida entre un conjunto
de elementos heterogéneos: discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas,
decisiones reglamentarias, medidas administrativas, enunciados científicos,
elementos no dichos, etc. Este entramado elabora una estrategia dinámica, sujeta a
las relaciones de poder y saber que se ponen en juego entre los elementos y lo que
producen: un saber. La estrategia conforma una tecnología cuyo objetivo es que los
sujetos ejerzan por sí mismos el saber producido en el dispositivo. En otras palabras,
una práctica social singular cuya producción atañe, también, al saber académico.
Para estos desarrollos y para especificar la modalidad del poder no represivo, sino
normalizador, se utilizará lo planteado por Foucault en Los Anormales (1999).

Marcelo Ferraro (2017) toma el concepto dispositivo de Michael Foucault para


aplicarlo al área de salud mental de las instituciones públicas. Crea tres categorías de
análisis que permitirán acercarse con claridad a la viñeta-clínico institucional y a la
vez definir con mayor precisión la complejidad de la misma. Estas son: (1) dispositivo
institucional, (2) dispositivo de tratamiento, (3) dispositivo en acto. Además, en este
texto, se define la eficacia a través de un análisis lógico y no cronológico del tiempo y
será esta lectura la que se utilizará a lo largo de la tesis.

Estos conceptos son poseedores de una perspectiva compleja de la realidad,


se desarrollará, por tanto, el paradigma de la complejidad que Edgar Morín comienza
a elaborar en 1974 para la labor científica. Nace como una propuesta ante el
paradigma maestro de Occidente, el de la simplificación -principios de disyunción,
reducción y abstracción- formulado por Descartes en Las Meditaciones Metafísicas.
Allí se desarticula “al sujeto pensante (ego cogitans) y a la cosa extensa (res extensa)
(...) postulando como principio de verdad a las ideas ‘claras y distintas’, es decir, el

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pensamiento disyuntor mismo” (Morín, 1995, p.15). Entonces, contrario al paradigma
de la simplificación, el de la complejidad apuesta a una estrategia que comprenda los
fenómenos como una unidad multidimensional en cuyo seno se encuentra la
incertidumbre. De este modo, erradica la posibilidad de alcanzar un saber completo
sobre el objeto, a la vez que expande la lectura del mismo haciéndolo parte de un
sistema ricamente organizado y capaz de contener novedad (op. cit.).

Se trabajará con el concepto de Interdisciplina desde este paradigma. La


misma es definida por Sotolongo Codina y Díaz (2006, p.66) como un esfuerzo
indagatorio en el que convergen distintas disciplinas “que persiguen el objetivo de
obtener 'cuotas de saber' acerca de un objeto de estudio nuevo” (op. cit.). Este
trasciende los previamente delimitados en cada una, es por eso que implica un diálogo
(op. cit., p.68) y una toma de posición ante las incertidumbres (op. cit., p.76). Además,
sobre este concepto, se tomarán cuatro artículos. Tres de ellos de Alicia Stolkiner:
Interdisciplina y salud mental (2005) en el que problematiza el vínculo con el objeto
de estudio. De interdisciplinas e indisciplinas (1987) en el que la autora hace un breve
recorrido histórico por el pensamiento científico. Y La interdisciplina: entre la
epistemología y las prácticas (1999), texto en el que organiza tres instancias para
pensar la interdisciplina: la epistemológica, la metodológica y la subjetiva. El cuarto
artículo es de Nora Elichiry (1987), Importancia de la articulación interdisciplinaria
para el desarrollo de metodologías transdisciplinarias, del mismo se extraerán
consideraciones sobre la función del diálogo en la práctica.

La operación sobre el saber que es posible producir desde el psicoanálisis, se


desarrollará desde la teoría de Jacques Lacan. Al igual que el paradigma de la
complejidad, la misma se funda en las consecuencias que el cogito cartesiano produjo
(Lacan, 2009, p.814). El pensamiento (res cogitans) se amarró al ser (res extensa),
rechazó el saber y libró la verdad al arbitrio divino. Creó un ser del yo. De allí que
Lacan sitúa al sujeto del psicoanálisis como el de la ciencia: aquel dividido entre saber
y verdad (Lacan, op. cit.).
Ahora bien, el padecimiento que el psicoanálisis ubica es allí donde algo “no
anda” en relación con el ser (Lacan, 2002, p.14). Para aliviarlo es preciso que el
analista pueda llevar al sujeto a un desciframiento que supone una voz interrogativa
sobre aquello que padece, “o incluso la marcha de una argumentación” (Lacan, 2009,
10
p.260). Realiza una apuesta a un discurso que no es el del ser del yo, es algo más
que lo allí fijado. El analista pone en función, entonces, una res extensa sin sujeto. Un
Otro inconsciente capaz de hablar, al que le supone saber y verdad.
Para especificar los conceptos es necesario presentar la epistemología desde
esta lectura del psicoanálisis: “no hay realidad pre-discursiva” (Lacan, 1981, p.43). La
materialidad con la que se trabaja para aliviar el padecimiento es el discurso entendido
como un entramado de significantes entre los cuales adviene el sujeto.
Para ahondar en las particularidades de la operación sobre el saber que realiza
el psicoanálisis, se utilizarán fundamentalmente tres conceptos: transferencia, sujeto
supuesto saber y docta ignorancia. Se utilizarán distintos textos en función de la
argumentación, pero tres serán de particular importancia. La transferencia se
trabajará desde La dirección de la cura y los principios de su poder de Lacan (2009,
p.559). A partir del texto se podrá exponer como el Otro inconsciente adviene en el
dispositivo analítico y su condición necesaria para poder realizar una interpretación
que conmueva el saber que atañe al sujeto. La misma tendrá efectos si el analista se
presta a la figura del sujeto supuesto saber. Esta figura se trabajará desde el
seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, de Lacan (1987),
en particular la clase del 10 de junio. Rodriguez Ponte (1998); destaca de forma
sintética la ambigüedad de este concepto en La transferencia, clínica y fundamentos.
Se tomará Variantes de la cura tipo para pensar “lo que el psicoanalista debe
saber: ignorar lo que sabe” (Lacan, 2002, p.335). En este escrito Lacan propone la
docta ignorancia como la vía hacia el análisis; conceptualización que se articulará al
vacío de saber.

Por último, Bruno Bonoris (2019) realiza una genealogía del sujeto del
inconsciente que permitirá explicar la relación histórica que tiene con el cogito
cartesiano y, por tanto, el vínculo que puede establecerse entre psicoanálisis e
interdisciplina entendiendo que responden críticamente a la misma matriz racionalista
del pensamiento moderno.

VII. Metodología

Se utiliza una metodología de investigación de tipo cualitativo. Se reúne un


corpus de texto específico del cual se obtienen conceptos y se articulan al fenómeno
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de estudio para arribar a una reflexión interpretativa sobre el mismo (Hernández
Sampieri, et al., 2010).

El procedimiento de esta tesis, entonces, consiste en la exploración de las


fuentes bibliográficas para su posterior análisis en virtud de los objetivos planteados.
El desarrollo se organizará de la siguiente manera:
I. Producción de saber en el dispositivo de Michel Foucault.
II. El paradigma de la complejidad.
III. El psicoanálisis y su operación sobre el saber.
IV. El Equipo Interdisciplinario de Salud Mental como un dispositivo de tratamiento.
V. Viñeta clínico - institucional ilustrativa.
VI. Conclusiones

VIII. Desarrollo
VIII. I. Producción de saber en el dispositivo de Michel Foucault.

Anteriormente se ha aproximado una definición para el concepto de dispositivo


de Foucault, en este apartado se desplegará la misma y se profundizará en sus
procedimientos. Se dijo que es una red de relaciones entre elementos heterogéneos:
discursos, instituciones, leyes, arquitectura, reglamentos, medidas administrativas,
proposiciones filosóficas, entre otros (Foucault, 1985, p.1). Los mecanismos de estos
elementos se montan sobre discursos, con lo cual, es posible nombrar a esta red
como una trama discursiva. La misma utiliza determinadas tecnologías de poder a
partir del saber al que le adjudica verdad. Produce, así, sujetos-sujetados a este
determinado orden de discurso. En otras palabras, para el autor, a partir de una
instancia no individual, se crean los modos y las formas de ser de los individuos
(Foucault, 1999, p.28-30).
El objetivo es discriminarlos, normalizarlos, gobernarlos, darles un sentido en
relación a un modo de producción funcional al sistema económico (op. cit.). Por
ejemplo: las prisiones, la escuela, los manicomios, la sexualidad, la confesión, e
incluso el lenguaje, pero no en sí mismo, sino “en tanto conforma o forma parte de
esa red de saber/poder” (Mascheroni, 2016, p. 4).
Estos modos de producción caracterizan al dispositivo tipo y son llamados por
Foucault: tecnologías positivas de poder (Foucault, 1999, p.55). El autor define a las
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mismas en contraposición a las tecnologías negativas: las caracterizadas por el
rechazo, la exclusión y la represión. Ejemplifica esto con el tratamiento a nivel
poblacional que se le dio a lepra a fines de la Edad Media y a la peste en los últimos
años del siglo XVII y comienzos del XVIII. En el primer caso, se marginó al leproso.
Se lo excluyó de la sociedad hacia “un mundo exterior, confuso, más allá de las
murallas de la sociedad, más allá de los límites de la comunidad” (Foucault, 1999,
p.50). De esta forma se “purificaba” a la población dividida en dos masas, la sana y la
enferma que quedaba relegada. En el caso de la peste la modalidad fue opuesta. Se
realizó un control de individuos para encontrar al apestado y tratarlo en cuarentena.
A partir de rigurosas instituciones políticas creadas con este fin y el despliegue de un
aparato administrativo, registros y vigilantes en cada barrio y en cada cuadra, se
alcanzaba un análisis del territorio que inventó nuevas técnicas de poder. Lejos de
dividir entre grandes masas, generó una “división y subdivisión del poder, que llega
hasta coincidir con el grano fino de la individualidad” (op. cit., p.53). El dispositivo se
ocupa, entonces, de la distribución según individualidades diferenciales.
Es de especial valor para este trabajo hacer foco en lo que compete al saber y
su relación disciplinaria con el ser. En este sentido, dice Foucault:

“La reacción a la peste es una reacción positiva; una reacción de inclusión,


observación, formación de saber, multiplicación de los efectos de poder a partir de la
acumulación de la observación y el saber. (...) un poder que fabrica, que observa, un
poder que sabe y se multiplica a partir de sus propios efectos.” (op. cit., p. 55)

Un poder que no está ligado al desconocimiento sino, al contrario, a toda una serie de
mecanismos que aseguran la formación, la inversión, la acumulación, el crecimiento
del saber. (op. cit.)

Este tipo de poder, entonces, no es de superestructura, sino que está integrado


al reparto y juego de las fuerzas. Funciona gracias “a la formación de un saber que
es para él tanto un efecto como una condición de su ejercicio” (op. cit., p.59). Por
tanto, el saber que el dispositivo obtiene y acumula, le permite producir otro que
conduce los actos y las conductas de los individuos, estén ellos advertidos o no.
Produce cuerpos dóciles bajo un régimen de verdad dictado por una estrategia que

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se entrama, que no es estática ya que el poder está en circulación, el individuo lo
ejerce y puede hacer con él, puede darle otra dirección.

VIII. II. El Paradigma de la complejidad

El sociólogo y filósofo Edgar Morín, es el primero en teorizar sobre el


paradigma de la complejidad. Al igual que en el concepto de dispositivo, se trata de
una red de elementos disímiles: “(...) la complejidad es un tejido (complexus: lo que
está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados:
presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple” (Morín, 1995, p.17). Unitas Múltiplex, un
fenómeno en el que existen pluralidad de variables: eventos, acciones, interacciones,
determinaciones, retroacciones, azares, incertidumbre.
Para sostener este modo de pensamiento es necesario deshacerse del
paradigma de simplificación que desde el siglo XVII, a partir del cogito cartesiano,
“controla la aventura del pensamiento Occidental” (op. cit. p.16). La revolución
científica galileana produjo un mundo calculable en el que las cosas no poseían su
vínculo indeleble con la verdad, sino que esta dependía del saber científico (Bonoris,
2019, p.18). Ante la falta de identidad, Descartes, intenta alcanzar una certeza
despojándose de todo saber. Así es que arriba a “pienso, luego soy”. Pero como el
ser se desvanecía si dejaba de pensar, busca una garantía para su razón y la
encuentra en Dios. Él es perfecto y lo creó, por tanto, su razón es verás. De este modo
“el pensamiento queda articulado a la conciencia y se sustancializa en una certeza
‘yo soy” (Mascheroni, 2016, p.3). Es por esto que Lacan ubica en el cogito la creación
de un ser del yo: “El cogito de Descartes tiene un sentido: es que a esta relación del
pensamiento y el ser, sustituye pura y simplemente la instauración del ser del yo”.
(Lacan, 1967 como se citó en Bonoris, 2019, p.73).

La perspectiva de la complejidad implica deshacerse de un sistema en el que


el sujeto pensante (ego cogitans) y la cosa extensa (res extensa) se encuentran
desarticulados. Esta simplificación paradigmática encuentra su principio de verdad en
las ideas «claras y distintas», tal como las plantea René Descartes en sus
Meditaciones Metafísicas (Morín, 1995, p.15). “Positivismo”, “Modernidad”, “discurso
científico”, son fragmentaciones de las totalidades en movimiento para su análisis.

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Es preciso, entonces, renovar la concepción de objeto y comprenderlo como
unitas múltiplex, pero, además, revertir las perspectivas epistemológicas del
observador científico. En Introducción al pensamiento complejo (1995), Morín lo
plantea de la siguiente manera: “lo propiamente científico era, hasta el presente,
eliminar la imprecisión, la ambigüedad, la contradicción. Pero hace falta aceptar una
cierta imprecisión y una imprecisión cierta, no solamente en los fenómenos, sino
también en los conceptos” (p.35).
Desde este paradigma las disciplinas no pueden aspirar a un conocimiento
total de aquello que estudian y se encuentran con el desafío de asociar sin reducir,
distinguir sin desarticular e integrar la incertidumbre, el azar, lo ambiguo a su práctica
(op. cit., p.18).

VIII. III. El psicoanálisis y su operación sobre el saber

Como se desarrolló en apartados anteriores, Lacan se detiene en las


consecuencias que la revolución científica galileana y el cogito cartesiano produjeron
en el pensamiento occidental. A partir del primer hecho histórico mencionado,
conceptualiza la aparición del sujeto del psicoanálisis: aquel dividido entre saber y
verdad. Respecto al cogito, refiere que el padecimiento al cual se aboca la práctica
es aquel que emerge cuando algo no anda en relación al ser.
La epistemología que este autor utiliza puede sintetizarse en el siguiente
axioma: “no hay realidad pre-discursiva” (Lacan, 1981, p.43). Es decir, aquello con lo
cual se trabaja en psicoanálisis, aquello que es real y verdadero, no es en sí, no es
objetivo, no es universal. La manera que tenemos de sentir, de gozar, de padecer, es
particular e histórica “no es propia, ‘interna’, ni definitiva sino que es un hecho de
discurso” (Mascheroni, 2016, p.2). Este discurso está formado por significantes cuya
única definición es: “un significante es lo que representa al sujeto para otro
significante” (Lacan, 2009, p.779). El sujeto del cual se va a tratar un análisis es efecto
de la covarianza significante, no posee uno que lo identifique. Queda dividido entre
ellos. Aparece en el intervalo.
Este orden significante se constituye como un Otro inconsciente para el sujeto
y es el lugar del saber:

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“La cuestión de introducir un discurso científico concerniente al saber consiste en
interrogar ahí donde está el saber. ‘Ahí donde está’ quiere decir en el inconsciente”
(Lacan, 1981, p.171).

“Dije que el Otro sabe, como es evidente, puesto que es el lugar del inconsciente. Solo
que no es un sujeto. (...) Su descubrimiento [se refiere a Sigmund Freud] consistía en
haber deletreado el inconsciente, y desafío a quienquiera que diga que se trata de
algo distinto de esta observación, que hay un saber perfectamente articulado del que,
hablando con propiedad, ningún sujeto es responsable. Cuando de pronto un sujeto
tropieza con él, puede tocar ese saber inesperado, se queda, él, el que habla, bien
desconcertado, ya lo creo.” (Lacan, 1992, p.81-82).

La función del analista es, entonces, a través de la regla fundamental, formular


una pregunta en términos de saber inconsciente sobre el padecimiento. Para ello
debe operar desde el Otro y esto es posible solo en una relación transferencial que
se establece “en cuanto hay, en algún lugar, el sujeto que se supone saber” (Lacan,
1987, p.240). Para explicarse, Lacan remite al amor que Alcibíades siente por
Sócrates en El Banquete de Platón y lo plantea como una analogía de lo que sucede
en el dispositivo analítico. Ese amor le permite al autor ilustrar que no se trata de la
persona de Sócrates, sino en tanto él se figura como quien sabe sobre el Eros, el
deseo (op.cit). Dirá, entonces, que el analista debe ubicarse en el lugar del Sujeto
supuesto Saber. Concepto ambiguo que contiene, al menos, tres lecturas posibles y
no exclusivas: 1) Se dice que el sujeto es un supuesto saber. Es decir: que hay un
saber que supone que hay un sujeto. 2) Hay un sujeto que supuestamente tiene un
saber. 3) El saber es supuesto (Rodriguez Ponte, 1998, p.267). Paradójicamente, el
analista debe ocupar este lugar vacío, mantenerlo vacante.
Entonces, hay transferencia si hay Sujeto supuesto Saber. Ahora bien, Lacan
ubica como elemento fuerza de la transferencia al deseo del analista. Este es un
deseo de “no desear” (Lacan, 1987, p.243), pero no es neutro. Es deseo de mantener
la máxima distancia entre el Ideal y el objeto a (Kuperwajs, 2021, p11). Es decir, el
deseo del analista es una función que cuando opera en la práctica clínica suspende
los ideales, las identificaciones y el fantasma. La transferencia le otorga al analista, a
través de la palabra, todos los poderes especiales de la cura y es la función deseo
del analista la que impide el abuso de este poder.

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Es desde esta relación transferencial que la interpretación del analista regresa
al lugar desde donde puede tener efectos sobre la distribución de las respuestas
históricamente recibidas, codificadas (op. cit., p.565). En el Otro inconsciente se
estableció un código que conserva la correspondencia unívoca de un signo con algo.
Oculta la reunión sincrónica en la cual los significantes son covariantes: toman su
valor por oposición a otros. (op. cit., p.767). La interpretación del analista, entonces,
“regresa” en tanto retornan al presente los significantes que habían quedado fijados
a relaciones unívocas, identificando al sujeto con un ser históricamente demandado.
Para descifrar la diacronía de las repeticiones inconscientes, la interpretación
introduce, en la sincronía de los significantes que allí se componen, una operación
que bruscamente hace posible su traducción (op. cit., p.566). Así, el que habla, se
desconcierta. En el sujeto cae la certeza del yo soy. Adviene la posibilidad de un no-
ser aquello que padece, la posibilidad de ser en articulación con otro significante.
Hasta aquí, la práctica analítica solicita la producción de un discurso en función
de que el analizante hable, despliegue la dimensión del Otro y escuche Eso que habla
en su decir (Lacan, 2002, p.587). Es allí en donde radica el saber del cual el sujeto
podrá extraer una posibilidad para aliviar el padecimiento.
Se demuestra que el progreso del análisis hacia una palabra que tenga efecto
y alivie el padecimiento, está caracterizado por un no-saber de parte del analista
(Lacan, 2002, p.345). Este no-saber es “el fruto positivo de la revelación de su
ignorancia” (op. cit., p.343). Para escuchar la particularidad del sujeto, su condición
histórica, para adentrarse en la posición engañosa de sujeto supuesto saber, es
necesario que el profesional realice una operación de vacío en su saber y lo ponga a
disposición, pues puede que sea una vía en la que el ser se forma. Lacan llama a
esto, docta ignorancia y afirma: “el análisis no puede encontrar su medida sino en las
vías de una docta ignorancia” (op. cit., p.346)

VIII. IV. El Equipo Interdisciplinario de Salud Mental como un dispositivo de


tratamiento.

En la introducción se ubicó el marco normativo desde el cual se decreta la


conformación de los Equipos Interdisciplinarios de Salud Mental en los hospitales
generales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Decreto N°1551/2006). En
función de comprender el contexto de su emergencia, a continuación, se especificará
17
lo prescripto por el texto de las Ley de Salud Mental 448, ya que el Decreto cumple
con lo allí establecido.
En el artículo 2 de la misma se postulan los principios sobre los cuales se
garantiza el derecho a la Salud Mental, siendo el inciso d:

d. “La intersectorialidad y el abordaje interdisciplinario en el desarrollo del sistema de


Salud Mental”

El artículo 10 está dedicado a los lineamientos y acciones en la conducción,


regulación y organización del Sistema de Salud Mental. El inciso h expresa:

h. “La conformación de equipos interdisciplinarios de acuerdo a las incumbencias


específicas”

En el artículo 12, el cual se ocupa de los lineamientos para la conformación del


subsector estatal, en el inciso f, se lee:

f. “Los integrantes de los equipos interdisciplinarios delimitan sus intervenciones a sus


respectivas incumbencias, asumiendo las responsabilidades que derivan de las
mismas”

La Ley 448 postula un cambio en la modalidad de atención legislada hasta el


momento. Con un enfoque interdisciplinario, se orienta a la promoción de la salud, a
la desmanicomialización, al reforzamiento de las redes institucionales y de los lazos
sociales (Dillon, et al., 2012, p.5).
Sin embargo, la mera enunciación sobre el trabajo interdisciplinario en el
servicio de Guardia no es condición suficiente para garantizarlo, como se leerá a
continuación, se trata de una práctica sujeta a advenir en cada situación.

La interdisciplina surge como una ruptura, una necesidad y una demanda de


las problemáticas hacia el ideal Moderno de racionalidad: la disciplinarización del
saber (Sotolongo Codina y Delgado Diaz, 2006, p.68). Las ciencias, tal como fueron
pensadas en la Modernidad desde el paradigma de la simplificación, se creían
poseedoras de la razón de poder (Stolkiner, 1987, p.313). La revolución científica

18
producida en el siglo XVII por la teoría galileana, explicó el mundo por medio de leyes
matemáticas y realizó un giro en las ciencias que conmovió el modo en el que se
comprendía la realidad. La misma pasaba ahora a considerarse un asunto capaz de
exponerse en preposiciones verdaderas o falsas. En palabras de Bruno Bonoris
(2019): “La ciencia moderna provocó la destrucción del cosmos (cerrado, finito y
ordenado, donde todo es posible) y dio lugar al advenimiento del universo (infinito,
homogéneo, continuo, geometrizable, formalizable, calculable y cimentado en
imposibilidades)” (p.17). Paradójicamente, el giro fortaleció la figura del científico
como quien posee el poder.
A partir de este momento comienza una fragmentación de las disciplinas en
especialidades cada vez más específicas, bajo la creencia que así se accedía de
manera directa e inmediata a la totalidad del objeto de estudio. La realidad se instaló
como un fenómeno objetivo al que el saber científico accedía, confundiendo la
capacidad de producir efectos con la confirmación de la verdad (Stolkiner, 1987,
p.314).
Lo desarrollado a continuación pone de manifiesto cómo la metodología
interdisciplinaria sostenida en el paradigma de la complejidad demuestra la
imposibilidad de unicidad del saber respecto al objeto de estudio y la falta de garantía
que el científico puede alcanzar sobre la verdad.

En un apartado anterior se dijo que la interdisciplina es un esfuerzo indagatorio


en el que convergen distintas disciplinas con el objetivo de obtener 'cuotas de saber'
sobre un objeto de estudio nuevo (Sotolongo Codina y Delgado Diaz, 2006, p.66). Se
extrae de ello que cada situación a abordar desde el trabajo interdisciplinario, aporta
una novedad respecto a los conocimientos previos de los profesionales. Por eso, de
ellos se espera que puedan renunciar “a considerar que el saber de la propia disciplina
es suficiente para dar cuenta del problema” (Stolkiner, 1999, p.1). Reconocer la
incompletitud del saber y ponerlo a disposición del diálogo es fundamental para poder
realizar la construcción conceptual común del objeto (Stolkiner, 1999, p.1).
Siguiendo a Morín, el ejercicio para abordar la realidad compleja implica
vincular y distinguir los elementos de la trama sin reducirlos a las especificidades de
las disciplinas e integrando la incertidumbre. Este es el objetivo del diálogo
interdisciplinario. A partir de la discusión, de la divergencia y el consenso, con un
marco de representaciones comunes, se despliegan las “interrelaciones de
19
diferenciación e integración de las disciplinas” (Elichiry, 1987, p.8). Se concilia unidad-
diversidad y especialidad-universalidad en función de asimilar al nuevo objeto a partir
de sus relaciones espacio-temporales (Stolkiner, 2005, p.5).
Situados en el servicio de Guardia, el diálogo le permitirá al EISM realizar un
diagnóstico multidimensional. Es decir, un diagnóstico que sitúa en una realidad
compleja a quien ingresa por una urgencia al hospital, comprendiendo que múltiples
variables se entraman en el padecimiento de cada uno (Amaral, 2021, p.26).

Para ubicar este trabajo interdisciplinario en los equipos de salud mental de los
hospitales generales se tomará un texto de Marcelo Ferraro (2017). El autor toma el
concepto de dispositivo de Foucault y elabora tres categorías de análisis para los
dispositivos de salud mental en instituciones públicas, a saber: dispositivo
institucional, dispositivo de tratamiento y dispositivo en acto. A continuación, se hará
un desarrollo de cada categoría y se articularán en lo que respecta a este apartado.
Más adelante, se hará lo propio en relación al psicoanálisis y se utilizarán como
instrumento de lectura para la viñeta clínico-institucional.
El dispositivo institucional se monta sobre un discurso con cierta especificidad.
Está conformado por personas que cumplen roles y los elementos necesarios para
llevarlos a cabo o la falta de los mismos. Tiene un objetivo y una normatividad
establecida. Situados en el contexto que compete a este trabajo, es el decreto N°1551
del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el nombramiento
de cada profesional, el EISM que se encuentra antes de que llegue un usuario al
servicio de Guardia.

“Incluye también sus antecedentes de vinculaciones o de red: la serie de elementos,


recursos, efectores, disciplinas, sectores o instituciones con quienes ha establecido o
establece vinculaciones en función de abordar desde determinada perspectiva, su
práctica de salud mental: se trata de considerar su historización, su potencialidad de
hacer lazo, en tanto prácticas discursivas y prácticas no discursivas.” (op. cit. p.1)

En esta instancia no se atiende a una singularidad, entiéndase, el EISM aún


no ha recibido una urgencia. Pero si el dispositivo institucional aspira a ser eficaz,
tendrá que poder transformarse en un dispositivo de tratamiento que pueda abordarla
llegado el momento.

20
El dispositivo de tratamiento, entonces, sí se aboca a una singularidad.
Contiene una premisa sobre el padecimiento: sucede en el cada uno. Esta red se
conforma en el transcurso del proceso terapéutico y es aquí donde se ubica la práctica
interdisciplinaria: el diálogo entre los profesionales del EISM y del servicio, la gestión
de los recursos, de los tiempos, de las intervenciones. Las lecturas, los abordajes, las
decisiones de convocar otras áreas, otras instituciones. Todo aquello que se piense
y se realice en pos de responder a la urgencia, de aliviar el padecimiento del sujeto.

Se sigue hasta aquí que la eficacia de la intervención del EISM tiene una
relación necesaria con el tratamiento de la singularidad de la situación que se
presenta entendida desde el paradigma de la complejidad. Para su abordaje, es
condición del trabajo interdisciplinario que los profesionales pongan a disposición la
incompletud de su disciplina a favor de la conceptualización conjunta y de la
colaboración en el tratamiento. Es decir, esta práctica implica un tiempo para crear,
delimitar y analizar un marco de representaciones común entre disciplinas (Stolkiner,
1999, p.1). Un tiempo que excede el atinente al acto de salud. Un encuentro del EISM
para la reflexión sobre la interacción de las representaciones. Esta es la diferencia
fundamental con la labor multidisciplinaria, en la cual se yuxtaponen las disciplinas
sobre el objeto-situación sin integrarse, ni afectarse entre sí.
Desde Di Ciaccia, podría pensarse a esta incompletud como un vacío de saber
que se ejerce en el diálogo del EISM. No se trata de borrar el bagaje de cada
profesional, al contrario, “es fundamental mantener la identidad y la especificidad
disciplinaria para establecer enlaces y relaciones” (Dillon, et al., 2012, p.4). Se trata
de producir un discurso que atiende la complejidad de la situación, en tanto crea las
condiciones de posibilidad para que advenga la singularidad del sujeto que padece.
Siguiendo al autor mencionado, el diálogo interdisciplinario, no solo necesita de la
disposición de un vacío de saber por parte de los profesionales, también, en su
funcionamiento, produce una separación de cada uno en relación al saber (Di Ciaccia,
2003, p.2). En ese espacio se abren las múltiples dimensiones a las que se atiende
en un servicio de Guardia de un hospital general: cómo ingresó la persona, si está
acompañada o no, sus redes, su condición económica, el análisis sobre la demanda
de urgencia, los recursos estructurales, los recursos institucionales, los recursos
físicos (incluso, puede ser necesaria la fuerza corporal), las normativas, entre otros.

21
Dice Di Ciaccia (2003): “La palabra tiene oportunidad de devenir en acto solo
si se trata de un decir responsable” (p.3). Desde estas coordenadas, puede plantearse
que el dispositivo de tratamiento tiene la posibilidad de devenir en dispositivo en acto
solo si se opera responsablemente en este diálogo, sin obturar desde una disciplina
la complejidad que se trata en los padecimientos de salud mental.

VIII. V. Viñeta clínico Institucional

Para ilustrar los conceptos y articulaciones desarrolladas hasta aquí, se


presentará una situación clínico-institucional situada en un hospital general de agudos
de C.A.B.A, en el servicio Guardia. La misma fue expuesta por una psicóloga docente
de la práctica Clínica en las Instituciones Públicas: Dispositivos de salud mental en el
abordaje de la complejidad, en una clase del año 2020. Para preservar el nombre de
la identidad de la paciente, se utilizará el nombre Clara.

Una ambulancia del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME)


ingresa a Clara al hospital. Vecinos llamaron para que la asistan, dado que gritaba
sola en la vía pública. Tiene una vía periférica por donde se le administra suero. La
indicación fue dada por el médico que la asistió con la ambulancia, aunque esto es
parte del protocolo para quienes ingresan con intoxicación alcohólica. Su estado es
de casi inconsciencia por sobreingesta de alcohol. Ha ingresado en otras
oportunidades por el mismo motivo, el personal de enfermería la conoce, convocan al
EISM y dicen despectivamente que Clara es una “loca que grita”. El EISM le propone
a Clara que se quede hasta que se sienta mejor. Primero se niega, pero finalmente
acepta y se queda dormida. Durante el tiempo del sueño, buscan en su historia clínica
datos que puedan ser útiles para abordar la situación.
Cuando Clara cobra conciencia y vuelve a gritar que la dejen ir. Sin dejar de
atender a las demandas de sus compañeros de servicio que solicitan que la callen,
dejan que ella diga al volumen que lo hace. Luego de unos minutos deciden que se
acerque la psicóloga. Ella le lleva un té, en sus palabras: “La apuesta a que
concurriera uno solo de los profesionales del equipo estaba destinada a darle algo
más de intimidad y menos 'escena' a la situación” (la psicóloga, correspondencia
personal, 29 de octubre de 2020).

22
La psicóloga, se presenta en nombre del Equipo, le pregunta a Clara qué le
pasó. Ella llora y dice que no van a poder ayudarla, que no quiere hablar, que no pasó
nada. Le pregunta por sus vínculos familiares. Clara dice que vive con su hijo y con
su mamá, quien está cansada de ella, de sus reiteradas sobreingestas de alcohol y
que la juzga. Al hablar se angustia y pide que la dejen ir. La psicóloga interviene: le
dice que se acuerda de ella, que la vio otras veces en la guardia y le propone hablar
de su historia. Primero, Clara habla de la relación con su madre e hijo. Luego del
consumo y de su padre. Dice que era alcohólico, hace silencio. La psicóloga también.
Espera. Clara retoma la palabra, cuenta que su padre abusó de ella y que murió
durante su adolescencia. Su madre no le creyó y ahora la juzga y le dice que es “una
mala madre”. Clara grita que no es mala, lo repite a modo de soliloquio. La psicóloga
ofrece una lectura, una nominación que Clara puede estar adjudicándose vinculada a
su padre. Ante la recepción de este decir que parece escuchar con atención, le
transmite algunos dispositivos terapéuticos institucionales en los que puede continuar
hablando del tema.
La paciente permanece un tiempo más en la guardia y finaliza su estadía de
un modo calmo, lejos de las palabras que los enfermeros le habían adjudicado y con
una pregunta que parece disponerse a trabajar en un tratamiento.

Previo a proceder con el análisis de la viñeta, es pertinente realizar una


aclaración. La psicóloga que integra el EISM utiliza el psicoanálisis como referencia
clínica. Por lo tanto, se articulan los conceptos trabajados de esta disciplina. Sin
embargo, cabe aclarar que “analista” y “analizante” son categorías evanescentes
sujetas al trabajo sobre el inconsciente. Adecuadas al trabajar la teoría, pero
convocantes a un tratamiento preciso en la articulación a la práctica, en especial en
este marco situacional. En tanto no es el tema de este trabajo ahondar en estas
interesantes nomenclaturas, se hablará de Clara y de la Psicóloga. En la misma vía,
el psicoanálisis tampoco se limita a un análisis del texto, como se leerá a
continuación1.

El dispositivo institucional de la viñeta presentada, se ubica como una red entre

1 Para profundizar en un análisis crítico sobre las prácticas psicoanalíticas dogmáticas léase: Bonoris, B. y Pal, T. (Ed.). (2021) Afluencias: escritos sobre el
psicoanálisis que nos toca. Buenos Aires, Argentina: Órbita Lúcida

23
la Ley de Salud Mental de la Ciudad N° 448, el Decreto N°1551 del Ministerio de Salud
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el Equipo interdisciplinario normado en
las mismas y el que se encuentra en potencia de posicionarse de este modo antes de
la llegada de Clara. Las relaciones entre los integrantes del equipo, sus ideas sobre
la salud mental, sus códigos establecidos, los enfermeros, los camilleros y las
tensiones entre los mismos. El sector Guardia y su accesibilidad en tanto contiene la
posibilidad de encontrarse con los usuarios del servicio (Comes, et al., 2006, p.202)
y más elementos. Es una red y sus componentes se relacionan de múltiples maneras,
la enumeración es infinita y dependiente de la lectura. Se han nombrado los más
significativos para la producción de saber en la que Clara, como usuaria, se
entramará: una “loca que grita” o un sujeto con posibilidad de advenir sin prescripción
dada por el dispositivo, más que en las condiciones para hacerlo.
Si se retoman las tecnologías positivas del dispositivo foucaultiano, puede
realizarse una puntualización sobre esta etiqueta estigmatizante: “loca que grita”. La
misma identifica y reduce al sujeto a un modo de ser. En la expresión se puede
escuchar la estrategia de las relaciones de saber/poder que circulan en el discurso y
que los sujetos ejercen. Por nombrar solo uno de los sentidos que la frase condensa:
“Loca” funciona en oposición a “normal”. Posiblemente, si se indaga en su definición,
estará más cerca de un uso coloquial y despectivo históricamente asignado a las
mujeres, que a la descripción de un trastorno patológico. Esta puesta en
funcionamiento de saberes disciplinarios obtura la escucha sin prejuicios sobre la
usuaria, por ende, obturan la posibilidad de conocer la singularidad de su
padecimiento.
La repetición sintomática de clara parece llamar al rechazo, pero el EISM no
reaccionó de esta manera. De hecho, el equipo, no reaccionó. No se encontró con
una causa conocida y unívoca a la que podían responder con un saber. En cambio,
como se dijo, ante la llegada de Clara y la convocatoria que enfermería realiza,
accionan intentando hablar y logran ofrecerle que se quede hasta que se sintiera
mejor. Se introduce así una dimensión espacio-temporal en la que el diálogo
interdisciplinario puede emerger. Dillon, González y Melamed (2012) lo dicen de la
siguiente manera: “Instaurar un compás de espera, instalar un espacio y un tiempo,
en el cual la respuesta y las acciones a ejecutar puedan ser pensadas” (p.5). Mientras
Clara dormía, el EISM buscó la historia clínica en donde encontraron otros ingresos

24
por el mismo motivo y aguardaron a que despierte, momento en el que, como Equipo,
deciden que sea una sola persona quien se acerque para cuidar su intimidad. En esta
modalidad de atención se ubica el dispositivo de tratamiento. Contrario al sentido de
la estigmatización, el EISM se pregunta: ¿qué le pasa a Clara? ¿Cómo llegar a
saberlo? Generando un vacío en el saber que abre la posibilidad de atender la
singularidad del padecimiento de Clara.

Cuando la psicóloga se acerca a hablar con ella le lleva un té. Este es un


elemento a tener en cuenta ya que es un gesto que provee intimidad, aloja, crea un
espacio para ellas en el servicio público del hospital general. La licenciada comienza
la conversación diciendo que la recuerda de otros ingresos. Nuevamente el dispositivo
se ciñe sobre el sujeto. Lo historiza sin ofrecer rechazo, quizás una respuesta
diferente a las que acostumbra recibir Clara, aunque no podríamos afirmarlo. Sobre
esto, en la presentación de la situación clínico-institucional, la licenciada menciona
que este comentario produce un efecto en Clara, difícil de especificar, pero luego la
conversación avanza. Allí aparece la historia de Clara en su voz. Habla de la relación
con su hijo y su madre. Luego del consumo y del padre, era alcohólico. La psicóloga
hace silencio y espera. ¿Qué espera? Que siga hablando. Que el poder de la palabra
produzca sus efectos en el saber, deja a Clara libre de intentar preguntar, interrogar,
argumentar sus acciones. (Lacan, 2009, p.609). Cuenta que su padre abusó de ella y
que su madre nunca le creyó, no la cuidó. La psicóloga realiza una intervención en
relación al modo en que el sujeto se ha fijado en una posición respecto al Otro, se ha
nominado con un saber que se codificaba como único. A través de ese desciframiento
sustrae saber del Otro en favor de otorgar una libertad posible a la repetición
sintomática de Clara (Ferraro, comunicación personal, 4 de septiembre de 2022).
Podría interpretarse que el modo de alojar, el vacío de saber por parte del EISM, la
pregunta sostenida sobre cuál es su padecer, convocan a la pluralidad de los
significantes y conmueven la certeza que de modo inconsciente demandaba su ser.

El modo calmo en el que termina su paso por la Guardia, la escucha de Clara


sobre los espacios en donde puede continuar con esta pregunta que toca un saber,
permiten leer un dispositivo en acto en la situación. Y a este como un efecto de toda
la lógica del trabajo: la existencia de una norma que indica un equipo interdisciplinario

25
para garantizar la salud, el SAME, el servicio de enfermería, la Guardia en sentido
amplio, la interdisciplina como origen de la intervención, los distintos elementos
mencionados y los que no.

IX. Conclusiones

Si se retoma la hipótesis que se anunció al comienzo de este recorrido,


podemos afirmar: para que un EISM sea eficaz en su práctica hospitalaria, es
necesario que quienes lo integran pongan a disposición un vacío de saber. Esta
operación está en función de abordar la complejidad de los problemas en salud
mental, abre la dimensión del diálogo entre disciplinas, hace circular la palabra del
sujeto. El vacío de saber produce las condiciones para que, quien entra por una
urgencia a la guardia, encuentre la posibilidad de no estar amarrado a un ser que ha
agotado sus modos de respuesta.
Si, en un paso posterior al tratamiento, a partir de los efectos, se puede leer
retroactivamente una elaboración de saber, esta no puede ser estandarizada. No es
aplicable en otro sujeto, replicable en otro tratamiento o capaz de generalizarse. El
saber que adviene en el dispositivo de tratamiento está en función de la singularidad
del sujeto. De allí, su potencia terapéutica.
Los desarrollos teóricos que permitieron arribar a esta conclusión coinciden en
una lectura compleja que convoca a una posición activa y crítica, de constante
reflexión sobre lo que vemos, lo que escuchamos y lo que pensamos. Posturas
teóricas que interrogan aquello que se presenta como un saber universal, verdadero
y univariable. Atreviéndose a la incertidumbre.
Estamos ante un misterio que sabe del tropiezo. Aventurarse al vacío del saber
permite acercarnos a los sujetos y a los objetos con la capacidad de hallar allí una
novedad. El desconcierto, la sorpresa, el alivio. La posibilidad de una diferencia.

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