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REFLEXIÓN FILOSÓFICA DE LA EDUCACIÓN

ÁNALISIS DEL TEXTO: CARTAS A QUIÉN PRETENDE


ENSEÑAR, DEL AUTOR PAULO FREIRE EN VINCULACIÓN A
EXPERIENCIAS EDUCATIVAS PROPIAS.

Alumna: Lecumberri Claudia

Instituto superior de Formación Docente y Técnica Nº20.

Profesorado en Educación Primaria

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Introducción

Paulo Freire, referente defensor de la pedagogía critica, quien tiene de postulados


centrales a una educación que se construye en el encuentro con el otro y su ejercicio
como práctica liberadora, nos ofrece a los docentes su obra “Cartas a quién pretende
enseñar”.

Por medio de este escrito Freire ofrece herramientas para que las prácticas cotidianas
de los maestros se transformen en experiencias liberadoras, resaltando el valor de la
profesión y no relegándola al solo ejercicio de transmitir conocimientos.

Es una invitación al docente a que incorpore el gusto por la libertad, por el riesgo de
crear y se preparen para asumirse plenamente como maestros, como profesionales,
rechazando sin arrogancia, pero con dignidad y energía, el arbitrio y la imposición de
administradores modernos.

Paulo Freire, en el texto, desarrolla diez cartas que implican un desafío para reflexionar
acerca de la práctica y de nosotros mismos en el rol de enseñante. En las mismas se
habla sin rodeos sobre aspectos de la práctica educativa pretendiendo empoderar a los
docentes como sujetos libres, dejando de ser sometidos a la ideología dominante.

El autor ha de usar las experiencias que ha adquirido en su vida, como insumos


principales para el desarrollo de las cartas dirigidas a la reflexión del rol docente. De tal
modo, estas experiencias pueden emparejarse a experiencias propias transitadas al
largo del proceso de formación.

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Desarrollo

La docencia es una profesión emocionalmente apasionante, profundamente ética e


intelectualmente exigente.

Pertenecer a ella implica nada menos que tener en nuestras manos la responsabilidad
de ser formadoras de sujetos críticos y pensantes, comprometerse sin dudar con la
superación personal, con el aprendizaje, con la enseñanza, con los alumnos, con la
creación de una sociedad mejor.

La tarea docente es placentera y apasionante solo si sabes darte cuenta y valorar su


esencia.

Es por ello que ésta profesión necesita de una consistente formación y actualización
permanente, para transmitir en el aula buenos saberes y prácticas de enseñanza.

Es importante capacitar docentes que puedan impulsar las potencialidades de los


estudiantes, la comunicación, la comprensión, el respeto por la diversidad y la
búsqueda de soluciones creativas para problemas cercanos.

Al momento de transitar mis prácticas, luego de haber atravesado dos años del proceso
de formación, comprendí la importancia de la constante reflexión acerca del quehacer
docente, orientada a la posibilidad de repensar las experiencias con el fin de poder
resignificarlas si esto es necesario.

La reflexión sobre la práctica, da lugar a la transformación del proceso educativo


partiendo de cuestionamientos críticos. Es aquí donde se destaca la dimensión ética de
la educación, donde se reflexiona para aprender a enseñar teniendo en cuenta la
naturaleza de esta acción.

A lo largo de mis experiencias dentro de las instituciones educativas, he dado cuenta


de múltiples circunstancias que invaden a diario el accionar docente. Para desarrollar

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un análisis de las mismas abordaré como eje de reflexión la profunda relación de las
cartas de Paulo Freire, con la cotidianeidad de la tarea educativa.

En una de las cartas de Freire se destaca la interrelación entre la enseñanza y el


aprendizaje, aspectos considerados como parte de un proceso donde ambos sujetos
-educador y educandos- enseñan y aprenden al mismo tiempo.

Ser docente es reconocer que también somos aprendices, día a día. Que existe una
retroalimentación tan poderosa en el proceso de enseñanza aprendizaje que es
indescriptible.

La verdadera actitud a adoptar por parte del educador es la de un sujeto dispuesto a


enseñar y aprender, reforzar desde la humildad la calidad de ser docente aprendiz
abierto al intercambio con sus alumnos orientándose a una educación autónoma y
critica.

Al participar de las prácticas docentes dentro de las aulas comienza a revelarse una
simbiosis constante en el desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje. En ese
momento pude advertir que éste es un posicionamiento fundamental a adoptar como
docente, ya que es una de las vertientes más presentes en la dinámica áulica.

Quizá desde mi rol de practicante, este aprender al enseñar se profundiza un aún más
considerando como un principio fundamental el atraer saberes de las experiencias,
aprendiendo día a día de esos alumnos. Pero sin dudas es un aspecto para tener en
cuenta a lo largo de lo que dure nuestra labor.

Desde esta perspectiva, se destaca una de las cualidades indispensables que


desarrolla el autor para el desempeño de los maestros, en otra de sus cartas. La
humildad, entendiéndola como el reconocimiento de que somos personas que no
sabemos todo, y en este caso los alumnos no son quienes lo ignoran todo. Como lo
dice Freire: “todos sabemos algo, todos ignoramos algo”.

Otro aspecto que se devela en la práctica es el hecho de adquirir la responsabilidad de


una constante capacitación del docente para responder a las incertidumbres que se
generan al acumular nuevos aprendizajes sustraídos de la dinámica escolar; y de este

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detenimiento en la posibilidad de comprender que somos sujetos enseñantes, y a su


vez aprendices del mismo proceso.

La responsabilidad ética, política y profesional del educador le impone el deber de


prepararse, de capacitarse, y que esto se transformen en procesos permanentes. La
experiencia docente va dejando claro que requiere una capacitación constante del
educador basada en el análisis crítico de su práctica.

Siguiendo con la experiencia de mi práctica, puedo advertir como prevalecen en ella


muchas de las ideas que Freire expresa en sus cartas: “No permita que el miedo a la
dificultad lo paralice”, solo este título representa un aspecto fundamental para poder
transitar nuestras prácticas docentes de la mejor manera, afrontando la presión del
momento de manera reflexiva, entendiendo que habrá una sucesión de dolor y
satisfacción.

Según el autor, debemos ser valientes y enfrentar ese miedo, y para ello lo primordial
primero es reconocerlo: “El miedo es un derecho más al que corresponde el deber de
educa, de asumirlo para superarlo. Asumir el miedo es no huir de él, es analizar su
razón de ser, es medir la relación entre lo que causa y nuestra capacidad de
respuesta”.

En éstos momentos, en este año en particular, personalmente me invade una


sensación de miedo, que se relaciona con la inseguridad de no saber desempeñarme
en un contexto que es inusual. Entendiendo que la relación docente-alumno es una
clave determinante del éxito del proceso de enseñanza- aprendizaje, me enfrento a un
contexto donde el vínculo se hace más difícil de lograr desde la virtualidad, en un
contexto con poco acceso a estos medios. Sin embargo, comprendo que no es
imposible, que estrategias hay miles y trataré de seleccionar las más adecuadas luego
de estudiarlas. Una situación por más difícil que sea, suma otra experiencia para crecer
como persona, es un nuevo aprendizaje, y es lo que siempre se debe transmitir a los
estudiantes, nunca dejarlos creer que no hay nada que hacer, que todo está perdido,
sino que hay que pensar con ellos, construir con ellos y aprender de cada situación
juntos.

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El autor aborda este tema en una de sus cartas “Primer día de clases”, donde aparece
esa sensación de incertidumbre acerca de cómo salir adelante frente a esta nueva
situación, frente a algo desconocido. Poder reconocerlo es el primer paso para
convertirlo en valentía.

Este sentimiento tiene relación además con el conocimiento, el estudio. De hecho, de


este modo lo expresa en autor. El estudiar es una tarea que requiere de exigencia, y
sin ella lo entenderemos solo como carga, y con lo que esto implica aparecerá el miedo
frente a él, o al contexto donde debamos aplicarlo. A lo largo de la carrera he
escuchado muchas veces a personas enfrentándose a este miedo y siendo derrotadas
por él, culminando en ocasiones desistiendo a lo que han elegido para formarse, solo
por las decepciones que puede causar el dejar que el miedo paralice.

Este aspecto es relevante a considerar en la formación, enseñar a estudiar, ya que hay


situaciones que no podemos dar simplemente por hecho.

Superar los obstáculos que se enfrentan al momento del estudio es fundamental para
el logro de nuestros objetivos. Del mismo modo, al posicionarnos como docentes
nosotros mismos, considerando el camino transitado como estudiantes, tenemos que
tener en cuenta la importancia de esta enseñanza, y del despertar la curiosidad frente a
las lecturas para luego poder entregarnos a su comprensión.

Como se ha dicho, enseñar implica responsabilidad, por lo que exigen también por
parte de un docente diversas cualidades de gran importancia, considerando que la
práctica educativa es algo que implica seriedad, al participar de la formación de los
sujetos. Es por ello que la docencia, tal como lo considera Paulo Freire necesita de
motivaciones reales y profesionales. La profesión docente se dignifica en la medida que
haya una preparación y formación que sea constante, y que puedan ser pensados
desde la criticidad. En palabras del autor: “[…] debemos asumir con honradez nuestra
tarea docente, para lo cual nuestra formación tiene que ser considerada
rigurosamente”

De este modo, hoy en el lugar de alumna, requiero de esta capacitación rigurosa por
parte de mis formadores, y de su comunicación sobre la importancia de la dignificación

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de la tarea docente, preparándome para la lucha por el reconocimiento de la profesión


que busco ejercer.

La toma de conciencia del docente requiere de una constante “lectura del mundo” y de
sus prácticas pedagógicas, que lo sensibilizan, y despierta su curiosidad para ir por un
pensamiento acertado, como nueva comprensión del contexto. Hoy estoy en el lugar de
alumna, y las injusticias no son bien recibidas por alguien que busca de su formación la
mejor experiencia. Este pensamiento asumo que debe ser constante a la hora de estar
en el otro lado, para no cometer errores, entendiendo que son mis alumnos los que me
están esperando para su formación, entendiendo además que desde mi rol puedo
contribuir o perjudicar.

Entre las virtudes que destaca el autor en sus cartas, la coherencia es una de la
fundamentales para construir nuestro rol. Si bien, se reconoce que no se puede
sobrellevar una absoluta coherencia en todos nuestros actos, y se necesita de
reconocer la incoherencia para ser coherente, es fundamental detectar los límites de
esas incoherencias. A lo largo de mi carrera, he padecido de situaciones donde se
perciben incoherencias, es fácilmente detectable, como también he recibido aportes
para entender la importancia de esta virtud fundamental. Por una parte, es
comprensible, ya que, tal como expresa el autor los educadores no pueden ser
perfectos ni santos, pero parece sumamente relevante aspirar a esta coherencia para
entrelazar nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones. El objetivo
es que ésta se refleje en los diferentes aspectos que conlleva nuestra tarea: nuestros
discursos, nuestras planificaciones, nuestras actuaciones dentro y fuera del aula, entre
otras cosas. Actuar con coherencia frente a los alumnos, es darles el paso a que ellos
se manejen de igual modo, teniendo congruencia entre lo que dicen y lo que hacen.

La coherencia es fundamental tanto en la educación como en todos los ámbitos de la


vida, y es significativo que los alumnos lo perciban de esta forma.

Ser coherente en nuestras planificaciones implica tener en cuenta un aspecto que


también ha sido remarcado permanentemente a lo largo de la carrera: el contexto. La
propuesta debe ser coherente en relación a un contexto determinado.

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Según Freire existen dos contextos el teórico y el práctico, en cada uno nos
comportamos de diferente manera. En el aula se busca que el alumno no se quede con
solo el conocimiento, la teoría, sino que se apropie de el en su vida y le sea útil. Para
ello, como docentes debemos leer las realidades, y desarrollar estrategias que
permitan la indagación, la reflexión, el dialogo y la resolución. La escuela como
contexto practico teórico no puede prescindir del conocimiento de lo que sucede en el
contexto concreto de sus alumnos y de sus familias.

Es en este sentido donde se pone en juego dos elementos fundamentales para las
prácticas educativas: la relación entre teoría y práctica; y la importancia de tomar
decisiones interdisciplinares y en contacto a las familias. Ambos puntos fueron también
claves en nuestra formación, firmemente abordados y profundizados desde diferentes
cátedras.

Desde la perspectiva del autor, los docentes tienen una responsabilidad ética, político,
social, pedagógica estética y científica. La tarea es contribuir para la creación de una
disciplina social, cívica y política indispensable para la democracia que supere los
niveles de injusticia e irresponsabilidad del capitalismo.

Freire habla de la necesidad de una disciplina intelectual en el educando, ya que la


misma hace falta en la población en sí, poniendo como ejemplo la ausencia de respeto
y solidaridad. Esto implica el conocimiento de ciertos límites, que entran en un juego
contradictorio entre libertad y autoridad, pero que debe tener una sólida base ética.

La formación de una disciplina intelectual resulta indispensable para la práctica


democrática. Como docentes se debe contribuir con ejemplos de respeto, y ampliando
la lucha para fortalecer experiencias democráticas.

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Conclusión

Cada aspecto de los que pone énfasis el autor, me lleva sin dudas a vincularlo con mis
experiencias, como alumna y como futura docente. Freire es un referente fundamental
para nuestra carrera de formación docente, y sus pensamientos se reflejan a lo largo
de este camino. Principalmente todas las ideas expresadas en sus cartas se ponen en
juego, al entrar al aula, al momento de desarrollar mis primeras prácticas, y este año
desde otro contexto diferente pero que no se aleja de sus consideraciones.

Las prácticas docentes representan un eje de la formación, donde se garantiza una


instancia de significatividad en la que entran en juego diversidad de circunstancias, que
pueden ser advertidas en los escritos del autor Paulo Freire.

Esta instancia se reviste de impredecibilidad, debido a su desarrollo en espacios


singulares y determinados por el contexto. Es este aspecto de lo impredecible el que
configura los insumos claves para la determinación de saberes de la experiencia,
donde se construyen los distintos sentidos del proceso de enseñanza-aprendizaje.

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