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Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”

Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

Capítulo I

La Vocación
y su dispersa red discursiva

Elsa S. Emmanuele — Andrés Cappelletti

Introducción

La Psicología constituye actualmente un campo de saberes, de prácticas


discursivas, de teorías y enunciados heterogéneos que alcanzan los más
variados umbrales epistemológicos. No se trata ya -transitando el tercer
milenio- de ambicionar demarcación alguna como ciencia unitaria.

Sin embargo, la legítima incumbencia de la Psicología en el vasto territorio


de la Educación permanece anclada en la fragilidad teórico epistemológica
de tradiciones que se preservan desde comienzos del Siglo XX sin pregunta
abierta, sin cuestionamientos ni interrogaciones.

Es precisamente en ese vasto territorio -enlazado al campo de la Salud-


donde se instituyen prácticas que abordan una problemática nominada
vocacional. Bajo diferentes acepciones y enunciados, la vocación forma
parte de los variados y vigentes Discursos Sociales.

Todo avance del conocimiento supone movimientos dialécticos,


contradictorios y discontinuas. Exige asimismo, sostener un permanente
análisis crítico de los obstáculos epistemológicos y un nivel de producción
de nuevas categorías epistémicas. A su vez, las reflexiones posibles sobre
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Autor: E. Emmanuele
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el lugar que compete a la ciencia y al conocimiento en la trama económico


social, conllevan un profundo y complejo análisis del suelo político en que
se inscriben.

La vocación es una de las tantas categorías que permanecen coaguladas


como algo dado, como saber positivo amarrado a indicadores meramente
empíricos. Constituye un objeto convocante de mercado laboral para
variadas profesiones, mercado actualmente revitalizado cuya amplitud y
dimensiones proliferan notablemente por tratarse de una problemática
situada en uno de los tantos puntos de entrecruzamiento entre la Educación
y la Salud, áreas de la política del Estado que hoy representan rubros
álgidos y urticantes en el contexto de las promesas que el modelo liberal
neoconservador promulga sobre el crecimiento económico y social.

Es preciso entonces, interrogar su estatuto epistemológico y conceptual en


tanto objeto de estudio localizado precisamente en una encrucijada de
formaciones discursivas diversas -que involucran a la Psicología aunque la
trascienden- y profundizar el análisis de sus desplazamientos y sus
modificaciones; las recurrencias, regularidades, rupturas y discontinuidades,
silenciosamente incorporadas al saber actual.

Un recorrido arqueológico, lejos. de reducirla a un mero objeto natural y


empíricamente dado, ha de situarla -a punto de partida- como objeto
construido des-de diversas prácticas sociales atravesadas por las múltiples
transformaciones de la historia y en consecuencia, ha de interrogar también
esas prácticas sociales que instituye. Pero destituir la vocación de sus
arraigadas tradiciones, no implica destitución simple y lineal de su
hegemonía vigente en la trama de los Discursos Sociales.

Producir aportes a la caja de herramientas que la Psicología requiere para


profesar tanto en la complejidad del campo de la Educación como de la
Salud, implica renunciar a las ingenuas consideraciones de una ciencia
neutral, de un saber aséptico, y reconocer que la teoría -lejos de una
función totalizadora y global, que coloca cada cosa en su lugar- debe
analizar la especificidad de los complejos, difusos y fragmentarios
mecanismos del poder. En definitiva, se trata de admitir que la producción
intelectual de la teoría es fruto de un suelo histórico político que la hace
posible.
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Autor: E. Emmanuele
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Concebir la teoría como una caja de herramientas, significa -para Michel


Foucault- comprender "que no se trata de construir un sistema sino un
instrumento; una lógica propia a las relaciones de poder y a las luchas que
se comprometen alrededor de ellas" y "que esta búsqueda no puede
hacerse más que poco a poco, a partir de una reflexión (necesariamente
histórica ...) sobre situaciones dadas"1.

Para Gilles Deleuze, una teoría -siempre relativa, local y regional- sólo
profundiza en un campo que le es propio y es allí mismo donde tropieza con
múltiples obstáculos que obligan a relevarla por otro discurso que la sita en
otro campo. La práctica es un conjunto de relevos de un punto a otro, y la
teoría, un relevo de una práctica a otra". "Ninguna teoría puede
desarrollarse sin encontrar una especie de muro y se precisa de la práctica
para perforar el muro"2.

No se trata aquí de una dualidad susceptible de unificarse mediante la mera


aplicabilidad mutua. La teoría no expresa ni traduce a la práctica, la teoría
es en sí misma una práctica política ligada al orden del saber, a las formas y
modelos de la Verdad, a las redes microsociales del poder.

En el devenir histórico político, múltiples objetivaciones se producen desde


prácticas diferentes. El psiquismo humano es uno de los tantos objetos de
estudio, de localizaciones, de prácticas, de saberes, de discursividades.
Pero la complejidad de sujeciones que anudan el devenir humano convoca
miradas y lecturas heterogéneas, unas veces convergentes y otras,
divergentes.

La singularidad humana excede los campos delimitados y alambrados por


disciplinas históricamente construidas como procedimientos sociales de
control de la materialidad discursiva. Así, las subjetividades resultan
imposibles de apresar objetivadas en torno a un único objeto.

Entre sus múltiples y variadas objetivaciones, la Vocación emerge corno


algo que cada uno tiene 6 no tiene, o en todo caso, debería tener para
poder ser alguien singular en la trama social y en los engranajes del
mercado laboral. Es así que la vocación acude a representar uno de los
tantos modos de objetivaciones de la subjetividad, objetivaciones que sin
duda retornan en el devenir histórico y producen determinados efectos
transformando a su vez, las subjetividades.
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Autor: E. Emmanuele
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La teoría de las discontinuidades rompe toda linealidad positivista: no hay


unicidad de objeto -en este, caso, no hay una única manera de apresar el
objeto vocación a lo largo de los tiempos- del mismo modo que no existe
unicidad en la Religión ni en la Política ni en ningún campo de saberes.

La realidad es rara e inquietante. "Explicar y hacer explícita la historia


consiste en percibirla primero en su conjunto, en relacionar los supuestos
objetos naturales con las prácticas de fecha concreta y rara que los
objetivan y en explicar esas prácticas no a partir de un motor único, sino a
partir de todas las prácticas próximas en las que se asientan. Este método
pictórico produce cuadros extraños, en los que las relaciones sustituyen a
los objetos"3.

Bajo las formas de una problemática sólo en apariencia circunscripta,


puntual y específica, se perfilan complejos nudos de relaciones que obligan
a recorrer múltiples saberes, campos de coordinación y de subordinación de
enunciados en cuya trama "los conceptos aparecen, se definen, se aplican y
se transforman".

Así, los interrogantes en torno a aquello que se objetiva como vocación,


fundamentan la relevancia de una -al menos tentativa- arqueología, ya que
atraviesan una dispersa red discursiva: ¿Mito? ¿Imaginario social?
¿Institución? ¿Ilusión? ¿Síntoma? ¿Encrucijada?

Los mitos

La pregunta acerca de la naturaleza de los mitos ha sido formulada por gran


número de antropólogos y de psicólogos, en especial los que mantienen o
han mantenido vínculos con el llamado pensamiento estructuralista. Con
frecuencia se han formulado teorías pretendidamente universales que
intentan captar y englobar series más o menos extensas de supuestas
características comunes a todos los relatos míticos.

En términos generales, los mitos constituyen uno de los tantos estilos de


relatos y ficciones "sobre algo fabuloso que se supone acontecido en un
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pasado remoto y cas. siempre impreciso"5. Incluyen frecuentemente,


acontecimientos heroicos que suelen fundamentar la emergencia histórica
de un determinado agrupamiento o comunidad.

Durante mucho tiempo se creyó que lo esencial del mito debía buscarse en
lo que tenían de ecos o reminiscencias de fenómenos meteorológicos o
cosmológicos, haciendo de ellos simples descripciones alegóricas de
fenómenos naturales.

Estas alegorías, mediante personificaciones animistas de hechos y de


cosas, involucran una veta ficticia al mismo tiempo que una veta real. Por un
lado, resulta obviamente imposible que haya sucedido aquello que narra el
mito. Pero por otro, simultáneamente su contenido alude a una realidad
factible expresada o representada mediante una forma tal, que sólo podría
ocurrir si la realidad coincidiera con ese modelo.

La aceptación del mito corno relato alegórico, sostenida no sin cierta


ingenuidad hasta fines del Siglo XIX; es gradualmente sustituida por las
ideas que introduce Andrew Lang6, que propone al saber mítico como un
intento de explicar los misterios del mundo, constituyéndose en una especie
de preámbulo de la ciencia moderna, casi al modo de una posible ciencia
primitiva. El marcado tono evolucionista de tal argumento lo vincula con las
ideas comteanas respecto a la evolución de la inteligencia humana en su
conjunto, al afirmar que en el mito, la explicación de los procesos naturales -
verdadera finalidad del saber que contiene el relato- eran más religiosas y
mág,icas que científicas.

Otra concepción diferente, asimismo con pretensión de alcances


univertales, es la que establece como propósito central de todo mito la
evocación o el restablecimiento -en cierto sentido- de era de la creación7. Si
bien esta concepción puede resultar útil para comprender el sentido de
algunos relatos míticos, en tal caso, los grandes mitos griegos de carácter
heroico, quedan por fuera de toda evocación de una era verdaderamente
fundante y creadora.

Por su parte, Malinowsky se opone con fuerza a la teoría de los mitos


explicativos. Sus estudios con los isleños de las islas Trobiand en el
Pacífico Occidental, le permiten sostener que las únicas personas
calificadas para discutir sobre los mitos son los antropólogos prácticos que
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conviven con los creadores de los mitos. En lo que se puede denominar su


teoría éstatutaria, se halla implícita la idea de que cada una de las
instituciones y de las costumbres específicas de una cultura tienden a
legitimarse y a encontrar su confirmación en un relato mítico, que por su
parte, no constituye una explicación ni en sentido filosófico ni lógico.

Estas cuatro teorizaciones mencionadas tienen en común la suposición de


que los mitos conllevan una apreciación humana del mundo exterior en las
que se hace referencia tanto a la naturaleza como a la adoración de ciertos
dioses o a las formas en las que los hombres se implican en una sociedad
determinada.

Según Lalandes el mito se concibe de tres modos o acepciones distintas.


Una de ellas remite al origen popular de un relato que intenta simbolizar
algún mensaje mediante acciones, aventuras, fuerzas o personajes. Otra,
propia de la Antigüedad, alude a exponer ideas bajo un estilo de narración
poética. Así, por ejemplo, Platón considera que los relatos mitológicos
forman parte de toda teoría de las ideas, en tanto dicen verdades filosóficas
que la razón no podría transmitir. Una tercera concepción refiere el mito a
imágenes sobre un futuro que no obstante ser ficticio, representa una meta
o modelo ejemplar hacia el cual debieran dirigirse las acciones humanas de
una comunidad.

Otro grupo de interpretaciones busca develar la naturaleza verdadera de los


mitos en la propia psique humana, tomando el carácter de relatos que
adquieren los mitos como un elemento contingente que encubre el real
interés que el mito tiene: los sentimientos del individuo. Es cierto que la
distinción entre los intereses de un individuo y los de una comunidad no
siempre es fácil de apreciar, especialmente en sociedades en las que el
interés colectivo predomina ostensible-. mente por sobre el individual. Sin
embargo, los auto-res que defienden la idea del origen del mito en la psi-
que humana, señalan las diferencias que existen entre el gozo que provoca
un relato que, por ejemplo, justifica una costumbre, y la satisfacción que
produce el identificarse con los héroes de aventuras triunfantes fantásticas.

Los autores más importantes de este numeroso grupo son K. Jung, E.


Cassirer, Lévi-Strauss y S. Freud ,quienes aportan Io fundamental de lo que
podríamos llamar las grandes teorías psicológicas sobre los mitos. K. Jung,
psicoanalista suizo que termina por desvincularse del grupo más próximo a
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Freud, entendió, de igual forma que su maestro, que tanto los mitos como
los sueños pueden mostrar distintas formaciones del pensamiento
inconsciente, a las que consideró manifestaciones del inconsciente
colectivo.

Este inconsciente sería el resultado o el producto de una suerte de


compromiso heredado y mantenido por la humanidad en relación a ciertos
símbolos universales. Los mitos expresan una cierta normativa psíquica de
la sociedad, y revelan deseos y fobias de carácter inconsciente a nivel de
las sociedades, tanto antiguas como modernas; los mitos, al igual que la
religión y los ritos, resultan un elemento crucial en el equilibrio psíquico de
los individuos.

Quizás lo más difícilmente aceptable de las ideas de Jung con respecto a


los mitos se halle en lo que denomina arquetipos, término un tanto equívoco
ya que designa ciertos símbolos universales, presentes en todo relato
mítico, y a la vez la disposición de crear estos símbolos.

Las figuras del sol, de Dios, de la tierra madre, del anciano sabio y otras,
aparecen una y otra vez en los mitos y en los sueños. Sin embargo, tal
apreciación está fundada en el análisis de algunos pocos casos de mitos,
extraídos del arte y del misticismo medieval en su mayoría.

Como señala G. S. Kirk, las imágenes en cuya reiteración Jung quiere ver
las manifestaciones de una simbología universal propia de lo humano, no
son en realidad figuras recurrentes de diferentes series de mitos ni
específicamente de los mitos griegos"9.

Los trabajos del filósofo Ernst Cassirer abordan también el problema del
mito, al que considera una de las principales formas de expresión, junto al
lenguaje y a la ciencia10. Los mitos -afirma- no son ni alegóricos ni
tautológicos, y por lo tanto no pueden valorarse intelectualmente. Se trata
de una forma que adopta el espíritu para expresarse, de un producto que
corresponde más a la emoción que a la razón y que constituye, una
continuidad de la religión. Para Cassirer, igual que para Jung, existen
ciertos intereses humanos básicos que al hallar expresión en los mitos
mejoran o aumentan la capacidad del individuo de integrarse a un medio
físico o social.
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Autor: E. Emmanuele
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Esta concepción básica con respecto a los mitos como expresión de


intereses humanas fundamentales es compartida también por el
antropólogo francés C. Lévi-Strauss. Según este autor, existe una unidad
estructural de la sociedad, que está asegurada por la estructura de las
mentes, que son las que determinan las formas de aquélla. Los mitos son
parte de esa máquina que es la sociedad, y por tanto contribuyen a su
funcionamiento.

En el carácter binario de la estructura social, fundada en una tendencia a


polarizar la experiencia y a ver las cosas en términos contrarios -lo deseable
y lo indeseable, lo suyo y lo mío, el amigo y el enemigo, etc.- Lévi-Strauss
acota la función esencial de los mitos: ellos se encargarían de conciliar las
contradicciones, haciendo soportables aquellos conflictos con los que el
hombre debe enfrentarse permanentemente a lo largo de su vida. Los
conflictos propios de toda sociedad entre el deseo y la realidad, entre el
individuo y la sociedad, entre lo realizable y lo imposible, serían resueltos o
atenuados por el relato mítico.

Según Sigmund Freud, "el mito constituye el paso con el que el individuo se
separa de la psicología colectiva. El primer mito fue seguramente de orden
psicológico, el mito del héroe. El mito explicativo de la Naturaleza no surgió
sino más tarde"11.

Las leyendas, mitos y fábulas se ocupan de relatar y preservar en la


memoria histórica de la masa, hazañas atribuidas a un héroe que no es más
que un producto de la imaginación humana. Así, "la mentira del mito heroico
culmina en la divinización del héroe. Es muy posible que el héroe divinizado
sea muy anterior al Dios-Padre y constituya el precursor del retorno del
padre primitivo como divinidad"12.

Las aventuras, acciones, acontecimientos, visiones, modelos y ejemplos


que transmiten los mitos, ilustran y simbolizan problemáticas relativas a la
Vida social y a las imposiciones de la cultura, filtrando frecuentemente algún
modelo -héroe divinizado de la hazaña- al que cada sujeto pretende
ajustarse al modo de Ideal del Yo.

Afirma Freud que "en cada una de las empresas de que hablan los mitos y
las fábulas, puede reconocerse una sustitución del hecho heroico",
equivalente al simbolismo del sueño, a la vez que se "atribuye
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exclusivamente al héroe la hazaña que hubo de ser obra de horda


entera"13.

En definitiva, los mitos constituyen una categoría tan vasta y compleja que
cualquier intento de efectuar sobre ellos una teoría universal resulta siempre
fácilmente invalidado por los numerosos ejemplos de mitos que no podrían
concordar con ella.

Lejos de pretender capturar una supuesta esencia oculta y común a cada


uno de los relatos o de los objetos que llamamos míticos, podemos sostener
que ellos proporcionan una trama de significaciones a través de la cual
puede pensarse y explicarse el orden del mundo.

"Con el relato de los orígenes, el mundo físico encuentra su razón de ser y


sus designaciones; los avatares de los héroes explican la distribución de
seres y cosas"14.

El mito no es un simple relato coagulado sino vívido. Se trata de una visión


de la realidad que compromete al hombre mismo en la construcción
histórica de sus propios supuestos culturales. Por tanto, señala caminos
complementarios al conocimiento, ya que la razón recibe de los mitos tanto
problemas como temáticas.

La vocación: un mito
de las Sagradas Escrituras15

El espacio que abren y que constituyen desde tiempos inmemoriales, los


discursos que hablan de la relación del hombre con el o los dioses, se
muestra como un fructífero y ejemplificador campo de cuyo suelo los relatos
míticos toman con frecuencia sus temas y sus objetos. Para afirmar esto
basta tener en cuenta que cualquier forma de religión, aun las que aparecen
como las más ingenuas y primitivas, resultan siempre un relato acerca del
origen del mundo y de los dioses. Cosmogonías y teogonías que por lo
general personifican fuerzas y agentes naturales y que tienen por finalidad
una intención moralizadora o de modelo ejemplar. Esto es cierto también y
muy especialmente, para el discurso propio del cristianismo, tanto en su
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Autor: E. Emmanuele
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vertiente católica como en la protestante. A propósito de ello, cabe recordar


los mitos de Adán y Eva; del Arca de Noé; los relatos sobre la Ascensión y
sobre la Anunciación, etc.

Una de las características sobresalientes del discurso religioso es su forma


particular de presentar lo In-mutable y lo Eterno, que no expresan sino la
Verdad del Dogma, y que se manifiestan en las Sagradas Escrituras de
principio a fin.

En el capítulo primero -titulado "El hombre es capaz de Dios", de la Primera


Parte del Catecismo de la Iglesia Católica16 y bajo el enunciado "La
profesión de la fe", se afirma:

 "El hombre (...) creado por Dios por amor (...) no vive plenamente
según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a
su Creador". (Cita del Con-cilio Vaticano II, Gaudium et spes, 19, 1.)

 "Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro


lenguaje sobre Dios lo es también. No podemos nombrar a Dios sino
a partir de las criaturas, y según nuestro modo humano limitado de
conocer y de pensar".

 "El designio divino de la revelación se realiza a la vez mediante


acciones y palabras, íntimamente liga-das entre sí y que se
esclarecen mutuamente. Este designio comporta una pedagogía
divina particular Dios se comunica gradualmente al hombre, lo
prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace
de sí mismo"

 "La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se


funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir".

Cabe recordar que la palabra católico proviene de la voz griega Katholikos,


que significa universal, discurso que contribuye decisivamente a la
fundación de un pensamiento occidental. Tales pretensiones -que no dejan
dudas de su carácter absoluto- evidencian un discurso con alcances
universales cuya esencia no ha de modificarse en la eternidad de los
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Autor: E. Emmanuele
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tiempos. Sin embargo, la realidad de los hombres es siempre cambiante, y


ello exige encontrar permanentemente formas nuevas para expresar aquello
eterno e inmutable que es la palabra de Dios.

El mensaje divino debe ser siempre traducido y retraducido en función de


las continuas variaciones de la historia. En las Sagradas Escrituras deben
hallarse los gérmenes que contienen desde su misma aparición muchas
más cosas de las que parecían, y esas palabras han de ser interpretadas -
en una tarea hermenéutica- para adaptarlas a cada momento de la historia.
"Cristo es de hoy, de ayer y de mañana" (San Pablo, Hebreos, XIII).

Cristo, nombre que procede de crisma, sustancia con que untó sus manos,
representa al hijo de Dios en la tierra y encarna la obediencia absoluta a la
voluntad divina, siendo por ello el "vencedor del diablo".

La Biblia, conjunto de libros del Antiguo y Nuevo Testamento, conforma un


auténtico compendio de todo el saber filosófico, económico, político,
sociológico y aún psicológico y pedagógico. Es por ello que Cristo, portador
de los saberes -universales a la vez que contingentes- es considerado tanto
un médico como un pedagogo.

"El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don


de Cristo y un llamamiento del Espíritu Santo. Para responder
adecuadamente a este llamamiento, se exige una renovación permanente
de la Iglesia en una fidelidad mayor a su vocación. Esta renovación es el
alma del movimiento hacia la unidad"17.

Asimismo, los laicos "están llamados a ser testigos de Cristo en todas las
cosas, también en el interior de la sociedad humana. Debido a su misión
regia, los laicos tienen el poder de arrancar al pecado su dominio sobre sí
mismos y sobre el mundo por medio de su abnegación y santidad de
vida"18.

También los Papas .asumen esta compleja tarea de adaptar aquellas


verdades inmutables a las contingencias de la historia. El Papa, otro
representante que encarna la palabra de Dios, no sólo cumple con las
funciones de gobierno; es también pastor que guía a su rebaño de acuerdo
a la orden divina. Por eso es también y al mismo tiempo Doctor, pues debe
enseñar a su pueblo el verdadero sentido de la palabra divina.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

La palabra divina, expresada en las Sagradas Escrituras, comporta


innumerables prescripciones generales., acerca de los deberes, las
prohibiciones y los destinos de la vida de los hombres. De estos mandatos
se desprenden aún una extensa serie de aseveraciones que describen la
verdadera naturaleza de los hombres, naturaleza que en cada individuo es
la misma -ser hijos del mismo Padre- pero con la advertencia que éste, en
su infinita sabiduría y en su omnipotencia, proporciona las diferencias
otorgando gracias diversas.

• "La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del


hombre a la comunión- con Dios"19.

 "La vida en el espíritu santo realiza la vocación del hombre"

 "La dignidad de la persona humana está. enraizada en su creación a


imagen y semejanza de Dios; se realiza en su vocación. a la
bienaventuranza divina"20.

La unidad del Dios Padre se manifiesta como transición, en la existencia de


una sola fe, de un solo bautismo, de un cuerpo y un espíritu, a los que el
hombre está inclinado por la esperanza de su vocación.

En la Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569) revisada por Cipriano


de Valera (1602) y cotejada posteriormente con diversas traducciones, con
los textos he-breo y griego, afirma San Pablo en la epístola del apóstol a los
Efesios, Capítulo 4:
"Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la
vocación con que sois llamados;
Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos a
los "otros en amor;
Solícitos a guardar la unidad del Espíritu en el vínculo con la paz.
Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las
cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros".
Sin embargo, Dios defiende la igualdad y la diferencia y a cada uno de
nosotros nos es dada una gracia específica:
"Empero a cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del
don de Cristo.
Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad. Y dio dones a los hombres.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
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(...) y él mismo dio unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros,


evangelistas; y otros, pastores y
doctores"21.

Y si bien la ley natural es universal en sus preceptos; inmutable y eterna a


través de las variaciones de la historia, los preceptos del Decálogo
establecen los mandamientos que fundamentan "la vocación del hombre".
Ergo, los consejos evangélicos "han de practicarse según la vocación de
cada uno".

La actualización necesaria para adecuar la palabra de Dios a las


contingencias de los hombres sitúa a la vocación como objeto inherente a la
constitución de los individuos. Allí, en el corazón mismo de todos los
hombres, se halla inscripto el deseo de Dios Padre, su creador y Dios no
deja de atraerlo hacia sí, de llamarlo.

"El desarrollo verdadero es el del hombre en su integridad. Se trata de hacer


crecer la capacidad de cada persona a fin de responder a su vocación, y por
lo tanto, a la llamada de Dios"

Pero la vocación humana conlleva un carácter comunitario:

 "La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para


ella algo sobreañadido sino una exigencia de su naturaleza. Por el
intercambio con otros, la reciprocidad de servicios y el diálogo con sus
hermanos, el hombre desarrolla sus capacidades; así responde a su
vocación"

 La sociedad asegura la justicia social cuando realiza las condiciones


que permiten a las asociaciones y a cada uno conseguir lo que le es debido
según su naturaleza y su vocación".

 "Los padres tienen la misión de enseriar a sus hijos a ... descubrir su


vocación de hijos de Dios". "... la vocación primera del cristiano es seguir a
Jesús"22.

Está claro que las contingencias de la historia y las profundas


modificaciones producidas tanto en los modos de organización social y
económica como en las formas culturales, no han conseguido alterar lo
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Autor: E. Emmanuele
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esencial de aquella significación con que el término vocación se imprime en


la pesada materialidad discursiva del catolicismo: "la vocación es y ha sido
un llamado de Dios" (Encíclica Centesimus Annus, 29, Juan Pablo II).

En ese llamado de Dios se condensa la coexistencia de un llamado a ser y


de un llamado a hacer -consecuentemente, a no ser y a izo hacer- que se
dirigen hacia esa entidad natural, humanamente cuasi corpórea,
denominada vocación.

En La Epístola del Apóstol San Pablo a los Efesios capítulo 1 del libro del
Nuevo Testamento, queda claro -al igual que en otros innumerables
fragmentos y pasajes- que se trata de una especie de facultad dormida,
innata, destinada a ser descubierta mediante un acto de revelación.

"Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu


de sabiduría y de revelación para su conocimiento;
Alumbrando a los ojos de vuestro entendimiento, - para que sepáis cual sea
la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos;
Y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los
que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza,
La cual obró en Cristo resucitándole de los muertos, y colocándole a su
diestra en los cielos"23.

De modo general, en nuestra cultura occidental, el mito de una vocación


dada como objeto natural desde el llamado de un otro, parece garantizar en
el psiquismo humano la presencia fehaciente de ese algo enigmático,
especie de hado o fuerza que dispone el porvenir -capturado mediante
nociones positivas tales como aptitudes, capacidad, tendencia, inclinación,
etc.- que fundamenta con total certidumbre las decisiones propias referidas
al presente y más aun, aquellas que involucran el futuro o la suerte de un
destino que se juega en la inserción social y laboral.

De un modo más específico, para determinadas identificaciones


profesionales, la fuerza de una supuesta vocación que justifica la apuesta
personal de su elección. opera en calidad de indiscutible dogma.

Además de los apostolados vocacionales inherentes a la tradición de la


enseñanza o docencia, profesiones como Medicina y Abogacía preservan
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su sólido amigo en el suelo de creencias dominantes del cristianismo, ya


que involucran en sus respectivas habilitaciones estatutarias, una
representación del poder divino en el espacio terrenal, sea para conjurar la
vida y la muerte como para invocar la voz de aquella Ley que juzga y
sanciona las acciones de los hombres. Si Dios distribuye los dones ¿Len
qué otros humanos podría delegar tan relevantes misiones?

Así, por ejemplo, "María fue dotada por Dios con dones a la medida de una
misión tan importante. (...) En efecto, para poder dar el asentimiento libre de
su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente
poseída por la gracia de Dios".

Y tal anuncio es proporcionado por el ángel Gabriel, ya que los ángeles


"conducen el pueblo de Dios, anuncian nacimientos Y vocaciones, asisten a
los profetas..."24.

Las postulaciones de E. Cassirer y de C. Jung revelan notables puntos de


encuentro con la letra de las Sagradas Escrituras. Hay una naturaleza
humana idéntica y común a todos los hombres, que se traduce asimismo en
la existencia de ciertos intereses básicos que se expresan en los mitos y
que encuentran en ellos un medio útil para acrecentar la integración de los
individuos al medio social.

Freud afirma que en términos generales, la religión es una de las


instituciones de la cultura obstinada en perturbar el "libre juego de elección"-
del hombre, ya que impone a todos por igual un camino único para alcanzar
la felicidad y evitar el sufrimiento. Su técnica consiste en reducir el valor de
la vida y en deformar delirantemente la imagen del mundo real, medidas
que tienen por condición previa la intimidación de la inteligencia (...)
imponiendo por la fuerza al hombre la fijación a un infantilismo psíquico,
haciéndolo participar de un delirio colectivo (...). Como ya sabemos, hay
muchos caminos que pueden llevar a la felicidad, en la medida en que es
accesible al hombre, más ninguno que permita alcanzarla con seguridad.
Tampoco la religión puede cumplir sus promesas, pues el creyente,
obligado a invocar en última instancia los inescrutables designios de

Dios, confiesa con ello que en el sufrimiento sólo le queda la sumisión


incondicional como último consuelo y fuente de goce"25.
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Autor: E. Emmanuele
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Para el cristianismo -instituido como una doctrina de la salvación- los dones


diferenciales de cada uno son anunciados al modo de un despertar o
descubrimiento, sobre la base de una posesión en primera instancia y para
todos por igual, de esa gracia del Dios Padre que otorga la condición de
hijos obedientes a la ley que impone su única Iglesia.

Es interesante destacar que el vocablo Iglesia procede del griego Ek-kalein,


que se traduce como llamar fuera y designa específicamente una
convocación a las asambleas del pueblo en general, de carácter religioso.
Esta convocación al agrupamiento de los hijos de Dios, condensa asimismo
la unidad de una preposición -indispensable como posición previa a los fines
de tal llamado- por delante del sustantivo vocación. Sólo con vocación, hay
Iglesia.

 "... la Iglesia, universal por vocación y por misión ..."

 "La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación


al apostolado"

 "En la Iglesia es donde Cristo realiza y revela su propio misterio"26.

La Iglesia tiene la misión de enseriar, santificar y gobernar. Es asimismo


una madre, porque Dios es el Padre, aunque también se la ubica como la
esposa de Cristo. La Iglesia representa el misterio. de la unión de los
hombres con Dios. Misterio -derivado del griego- ha sido traducido al latín
como misterio y como sacramento indistintamente: expresa la realidad
oculta de la salvación.

Según Jacques Lacan, "la historieta de Cristo se presenta, no como la


empresa de salvar a los hombres, sino a Dios. Ha de reconocerse que quien
se encargo de esta empresa, Cristo, en este caso, pagó lo suyo y es poco
decir. Lo asombroso es que el resultado parezca satisfactorio"27.

El mito de una encarnación de Dios en el cuerpo de Cristo revela las


implicancias de una pasión que si bien ha sido sufrida por una persona,
constituye el goce de otra, goce que por otra parte convierte a Dios en ese
ser supremo que representa "el lugar desde donde se sabe cuál es el bien
de todos los otros"28.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

Es en virtud de ello que Lacan se formula una pregunta en apariencia


ingenua: ¿qué importancia puede tener en la doctrina cristiana que Cristo
tenga alma?".

Paradójicamente, "Cristo, aun resucitado, vale por su cuerpo, y su cuerpo es


el expediente por el cual la comunión en su presencia es incorporación -
pulsión oral- con la que la esposa de Cristo, Iglesia le llaman, se contenta
muy bien, ya que nada tiene que esperar de una copulación"29.

El histórico efecto del cristianismo -tal como afirma Lacan tras haber
recorrido las Iglesias de Italia- permanece amarrado a la "exhibición de
cuerpos que evocan el goce", exceptuando toda referencia a la copulación
que no por azar se halla ausente y excluida en las imágenes y mostraciones
de arte. Se trata de un goce vinculado al sufrimiento, al tormento que
conlleva la confesión de la fe, a ese "río de representaciones de mártires"
en el que "las representaciones mismas son mártires -(...) mártir quiere decir
testigo- de un sufrimiento mas o menos puro"30.

Esta prevalencia de obscenidad en las Iglesias a través de imágenes


impúdicas de martirios que deleitan, es en definitiva, una verdad dicha
desde la dimensión de un Sujeto que lejos de encontrarse allí donde reina el
pensamiento, habla desde el misterio propio del Inconsciente, es decir,
desde "la mansión del dicho". La doctrina del cristianismo sostiene la fe
religiosa fundada precisamente -según Lacan- en esa "dichomansión de la
obscenidad".

Observa asimismo el autor que las escrituras de Dios son siempre santas,
es decir, virtuosamente perfectas y sigiladas por esa completud que retorna
al recurrente fracaso de aquel saber centrado en el dominio del Ser, cuya
apelación o llamado resulta de la obra divina. Y es desde esta perspectiva,
que la religión revela sus fructíferos encuentros con la ciencia positiva.

Michel Foucault advierte que el cristianismo no solamente alude a la


salvación sino también a la confesión que ha sido instituida como la "marca
de la verdad". Si bien las obligaciones que impone la religión giran en torno
a una estricta aceptación de verdades y dogmas, no basta con la creencia
en ellas. Es preciso "demostrar que uno las cree" y que es capaz de
"aceptar institucionalmente la autoridad"31.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

Así, penitencia y confesión quedan enlazadas desde los tiempos más


primitivos del cristianismo, montadas, sobre una "aceptación de tener que
descubrirse a si mismo" y una mostración ante otros que cumple la función"
de borrar los pecados en tanto implica el acto de "la revelación de uno
mismo" y "el descubrimiento dél Yo".

Señala Foucault que esta paradójica vinculación entre pecar y luego,


penitenciar mediante una confesión reveladora, se explica -durante los
primeros siglos del cristianismo- con referencia a tres modelos
ejemplificadores. Uno alude a la importancia de ser curado, para lo cual
resulta imprescindible mostrar al médico las propias heridas. Otro se vincula
con la situación judicial: es recomendable confesar ante el Juez las faltas
cometidas para disminuir o aplacar la sanción. Y el tercero, alude a la
muerte, la tortura y el martirio: el penitente o pecador renuncia a sí mismo
ya que se impone como preferible morir antes que perder la fe.

Estas apelaciones identificatorias han preservado su continuidad a través de


la historia pero con adecuaciones que implican discontinuidades en sus
modalidades, recursos y estrategias concretas de puesta en acto. Así, por
ejemplo, a partir del Siglo XVIII, la renuncia a los propios deseo s se
vehiculiza mediante la verbalización confesional permanente de todos los
pensamientos en pos de una total obediencia hacia Dios, de modo de
garantizar así la constante vigilancia.

La finalidad de estas técnicas del cristianismo (el examen, la confesión, la


dirección de la conciencia, la obediencia) consiste en lograr que cada uno
ejerza su propia mortificación. "La mortificación no es la muerte, claro está,
pero es una renuncia al mundo y a uno mismo: una especie de muerte
diaria. Una muerte que, en teoría, proporciona la vida en el otro mundo. (...)
es una forma de relación con uno mismo (...) una parte integrante de la
identidad cristiana"32. Para Foucault la prevalencia de una "renuncia a sí
mismo" deviene tema sumamente relevante en la historicidad de las ideas,
al punto de afirmar que "desde el Siglo XVIII hasta el presente, las técnicas
de verbalización han sido reinsertadas en un contexto diferente por las
llamadas ciencias humanas", siendo utilizadas "para constituir positivamente
un nuevo Yo"33.

Sin duda alguna, el campo disciplinar de la Psicología ha contribuido de


muy diversos modos en el histórico tejido de estas producciones del
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

discurso científico. ¿Acaso no se alude a una supuesta autonomía del Yo


que se descubre mediante la revelación del mandato vocacional?
Descubrimiento, revelación y obediencia se anudan bajo formas
discontinuas desde aquel antiguo y sagrado mito de la vocación.

La vocación:
Imaginario Social y/o Institución

La sociedad dista mucho de constituir un todo armónico e integrado, cuyo


estado normal de equilibrio y cohesión se preserva sencillamente
eliminando aquellos conflictos y disfunciones que conforman estados
patológicos, tal como afirmara Durkheim en las Reglas del Método
Sociológico.

Marx mostró con claridad, mediante su crítica a la economía clásica, que el


hecho de atribuir a la naturaleza las propiedades o las consecuencias de un
sistema social cualquiera, responde precisamente al olvido tanto de la
génesis como de la historicidad que en definitiva, hacen de toda sociedad
un entramado de relaciones contradictorias. Las consecuencias de
semejante olvido son, efectivamente, la naturalización de un cierto esta-do
de las cosas, y al mismo tiempo la abstracción de lo social del devenir
histórico que le es propio y que lo constituye; "(...) de forma que hasta ahora
ha habido historia, pero ahora ya no la hay. Ha habido historia porque ha
habido instituciones feudales y porque en estas instituciones feudales nos
encontramos con unas relaciones de producción completamente diferentes
de las relaciones de producción de la sociedad burguesa que los
economistas quieren hacer pasar por naturales y, por tanto, eternas"34.

Advierte Marx que la introducción de ciertas y determinadas leyes propias


del sistema capitalista en la in-temporalidad -y por lo tanto, en la
ahistoricidad- no es otra cosa que un acción de justificación ideológica del
orden burgués. Es justamente en tales advertencias que asienta la
posibilidad y a su vez, la fundación de una perspectiva de las Ciencias
Sociales entendida como crítica ideológica y como crítica social.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

El hombre, lejos de conformar una obra de la naturaleza, es -al decir de


Castoriadis- "creación e institución social"35. De una u otra forma, las
Instituciones siempre se ocupan de producir esa sujeción social que hace al
devenir fundante del humano. Afirmar que el psiquismo se constituye
habitado por el lenguaje y a partir del discurso de otros, ya supone la
presencia de Instituciones. El dispositivo discursivo y su materialidad se
sostienen en la Institución social del lenguaje.

"En lo relativo a las transformaciones de las instituciones de la sociedad


tenemos el derecho de imaginarlo" todo, menos la ficción incoherente de
que el ingreso de la psique en la sociedad podrá hacerse alguna vez
gratuitamente"36. Esto no justifica de modo alguno la vigencia de ese
pensamiento binario que aun perpetúa aquella tradicional antinomia entre lo
individual y lo social, modernizada durante la última mitad del Siglo XX bajo
los enfoques denominados sistémicos y sus postulaciones sobre las
relaciones de circularidad y complementariedad dentro de conjuntos
concebidos como sistemas y subsistemas.

Por el contrario, la afirmación de Castoriadis remite a una lógica dialéctica,


imprescindible para formular el entramado de sujeciones -sociales y
desiderativas- estructurantes de un humano siempre abierto a la posibilidad
gracias a su condición deseante, previo registro de aquello que al inscribirse
como falta pulsa justamente " su producción simbólica. Es por eso que
desde una mirada sociológica, se puede hablar de la presencia simultánea
de lo privado, tanto desde una perspectiva individual como singular -uno en
cantidad y/o en lo cualitativamente diferencial- y de lo que suele designarse
como público, que remite a lo colectivo, a ese suelo histórico político que
opera mediante Instituciones sociales.

Según Castoriadis, "el término simbólico (...) corresponde en realidad a una


componente de ciertas significaciones imaginarias sociales, su normativa
instituida; aun cuando estas significaciones sean, en cada momento,
instituidas con un contenido particular (...). Es así que lo simbólico siempre
"esconde una normatividad" materialmente definida. Por ejemplo, la
postulación del concepto psicoanalítico "padre simbólico" habla, para el
autor, de un "padre instituido"37.

"Lo imaginario social es, primordialmente, creación de significaciones y


creación de imágenes o figuras que son su soporte. La relación entre la
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

significación y sus soportes (imágenes o figuras) es el único sentido preciso


que se puede atribuir al término simbólico"38.

René Lourau advierte sobre la polisemia del término Institución y los


equívocos que ocasionan las diversas concepciones coexistentes. Desde
una perspectiva tradicional, la Institución se concibe como una cosa -al
modo de Durkheim- que aparece desde el derecho objetivo bajo formato de
norma universalmente neutral, exterior y positiva. Por otro, es también una
instancia imaginaria, en tanto proyección individual o social, al modo de una
representación subjetiva.

Pero asimismo, puede considerarse como instancia simbólica, es decir,


dialécticamente objetivable, materializada y encarnada de modos singulares
en momentos y sitios particulares de la vida social. "El secreto de la
Institución consiste en que puede ser percibida al mismo tiempo como
totalmente real o totalmente imaginaria; su secreto está no sólo en que
siempre es simbólica, sino productora de símbolos sociales"39.

La Institución carece de rostro unitario. Se caracteriza precisamente por su


pluralismo, es decir, por constituirse como tal en el seno de una trama de
Instituciones que operan como fundantes del humano, enlazadas en la
complejidad del tejido social mediante determinaciones recíprocas. Toda
Institución es en definitiva, un producto de índole histórica que aparece
como tal en virtud de múltiples entrecruzamientos de instancias políticas,
económicas y sociales.

Afirma asimismo Lourau, que "la Institución no tiene sentido en sí misma"


justamente porque produce materialidad significante, a diferencia de la Ley
que jurídicamente intenta controlar las significaciones sociales produciendo
consecuentemente, el "sin sentido"40.

Cabe advertir que la pertenencia territorial de algo -ya sean imágenes o


palabras- en la instancia de lo imaginario o en la instancia de lo simbólico,
se define por las características y condiciones de su articulación. Así, un
elemento se registra como imaginario en la medida en que adquiere un
valor por sí mismo, una representación coagulada. Lo simbólico, en cambio,
supone significaciones relativas y mutantes acorde a la cadena de
significantes en la que se enlaza.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

"El lenguaje es el ejemplo por excelencia de orden simbólico. (...) las


palabras pueden no querer significar lo que aparentan sino servir para decir
otra cosa. Pero (...) que el lenguaje sea un orden simbólico no quiere decir
que siempre que en un sujeto aparezcan palabras, nos encontramos en
presencia de lo simbólico. (...) Si sólo son lo que dicen y. nada más, si su
valor no depende del sistema con el que se articulan, nos encontramos en
el registro de lo imaginario. Un buen ejemplo es el del esquizofrénico que
toma un refrán no en su sentido figurado sino literal. En este caso las
palabras tienen. un valor fijo"41.

Es así que en el devenir de los desplazamientos -dada esa atribución móvil


entre significante y significado- algunas significaciones quedan detenidas,
inmóviles y alejadas de su sentido de origen, al punto de aparecer con una
existencia independiente y cristalizada.

Cabe acotar que la palabra de raíz griega imaginación alude -desde una
perspectiva coloquial- a lo irreal y a lo fantástico, a las ideas de figuración,
fantasmagoría, inventiva, inexistencia. Para la tradición filosófica, la
imaginación repite el acto de la percepción; se trata de una representación,
es decir, una nueva presentación de las imágenes, sin la cual parece
imposible concebir el conocimiento.

Esta oposición entre la realidad y lo imaginario, entre la razón objetiva y las


producciones ficticias de la imaginación, enfrenta al mundo de lo imaginario
con fronteras bien establecidas que reducen su espacio al dominio de la
literatura, de las artes en general, de la poesía:

Pero tal como afirma E. Colombo42 estas oposiciones - no se hallan en el


Medioevo, ya que "la función imaginaria al investir el espacio socio político
daba forma concreta, a través de la liturgia y el ceremonial con que se
rodeaban los poderosos de la tierra, a las representaciones de lo sagrado y
de lo maravilloso, como así también al oscuro reino de lo demoníaco,
complemento necesario de todo universo mágico".

La ruptura se produce con el advenimiento del espíritu crítico y la Razón


occidental del Siglo XVII. La luz que porta la razón clara propia del dominio
científico se opone a la oscuridad de la imaginación. La nueva Filosofía de
la Naturaleza desplaza y reemplaza la idea de un Dios trascendente por la
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

noción de causalidad de los hechos que constituyen el mundo físico y el


mundo mental. Esta naturaleza del mundo, luz de la razón que despeja la
edad de las tinieblas medieval, permite erigir "un modelo determinista,
cientista, que imagina el orden social, político, moral, religioso, como
dependiente de las leyes de la materia, de las mismas regularidades que
organizan el mundo físico"43.

Desde Descartes y sin olvidar a K. Popper, la corriente cientista muestra su


constante desprecio por el pensamiento simbólico y figurado; la ciencia y lo
imaginario transitan caminos divergentes. Y si bien esta ruptura racionalista
positivista ha contribuido a la secularización que a partir del Siglo XVII
permite a la ciencia romper sus lazos con la teología, una parte de la
significación de la realidad queda desde entonces, sin solidez de
sustentación.

Recién durante la segunda mitad del Siglo XX, se vislumbran aportes que
modifican las concepciones acerca de lo imaginario y lo social. Un
reacomodamiento discursivo dentro del campo de las ciencias sociales
permite la emergencia de ciertos vocablos, tales como imago, imaginación,
imaginario. Según E. Colombo, la noción de imaginario social debe
considerarse "fundamentalmente como un descentramiento del
pensamiento moderno que anula la dicotomía esencialista entre lo real y lo
imaginario para desplazar sus fronteras recíprocas en el interior del espacio
semántico de la realidad" (0p.Cit.; pág.17).

La rareza de la vocación consiste precisamente, en que puede situarse


tanto en una instancia imaginaria como en una instancia simbólica. Desde.
el dogma del cristianismo, el mito de las Sagradas Escrituras preserva su
circulación al modo de un imaginario social, adherido a la unívoca y
coagulada significación de un misterio a descubrir mediante la revelación
del Yo ante algún supuesto llamado.

Paradójicamente, esta significación logra su continuidad y perpetuación


histórica mediante formas discontinuas mediatizadas por diversos ropajes
conceptuales. El advenimiento de la ciencia positiva y la sustitución implícita
de la fe religiosa por la ciencia como motor del orden y del progreso,
colocan a la vocación casi en el sitio de una institución, pero al estilo de
Durkheim, como una cosa tangible, empírica, localizable y universalmente
positiva, que puede oscilar desde las supuestas formas de una Ley que la
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

regula como objeto natural hasta el espacio susceptible de delimitación


concreta en algún lóbulo del cerebro.

La certidumbre del ser alguien y hacer algo, derivada del pensamiento


cartesiano, retorna montada en una vocación individual que no obstante,
presenta variaciones. Las mutaciones que recorre este imaginario social de
la vocación se encuentran en estrecha relación con la emergencia de la
sociedad industrial fundada en la división social del trabajo, que propicia el
anhelo de un saber predictivo sobre la eficacia de una futura inserción en la
política económica.

Ilusión de la Vocación

Ilusión es un concepto cuya pertenencia no data del campo de lo real ni


tampoco de lo imaginario. En el discurso filosófico emerge como noción que
expresa la sospecha de un posible engallo de los sentidos en su percepción
de la realidad.

Pero no se trata de afirmar -tal como indica Ferrater Mora"- si los sentidos
engañan siempre de modo absoluto. Si así fuese, si no hubiera más criterio
que el uso de los sentidos para definir la legitimidad de cualquier juicio
considerado verdadero, no resultaría para nada necesario distinguir algo
bajo el nombre de ilusión.

Se trata de considerar como punto de partida que la percepción sensible


puede alguna vez resultar engañosa. Ergo, conviene dudar de ella de
manera constante y metódica.

Esta distinción entre realidad y apariencia remite a la fundación misma de la


filosofía por parte de los griegos. Parménides, Zenón, Platón, entre otros,
afirman que aquello que aparece ante los sentidos no es más que un mundo
de ilusión, que avala tan sólo la emisión de simples opiniones y no de
conocimientos verdaderos.

Y dada su existencia innegable, ya que en ocasiones las cosas no son tal


como parecen, la filosofía se esmera en la búsqueda de argumentaciones
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

que la expliquen. Sin embargo, las históricas polémicas que ello genera
evidencian perspectivas diversas que se debaten en torno a cómo se
concibe la noción de realidad.

En el territorio disciplinar de la Psicología el concepto de ilusión es


asimismo, tema de interés y preocupación. Para Georges Canguilhem, toda
respuesta frente a la pregunta sobre qué es la psicología remite
ineludiblemente a un recorrido histórico vinculado con la historia tanto de la
filosofía como de las ciencias en general, "una historia necesariamente
teleológica", capaz de vehiculizar "el sentido originario supuesto de las
diversas disciplinas, métodos o tentativas, pues el disparate actual legitima
esta pregunta"45.

En las postulaciones filosóficas de la Antigüedad, la psicología se encuentra


al modo de una para-física, ya que el objeto natural nominado Psiche o
alma, lejos de conformar alguna sustancia separada de la materia, forma
parte del cuerpo viviente.

La destitución de aquel universo cerrado y finito fundado en la física


aristotélica, abre la posibilidad de transitar hacia una psicología que intenta
abordar la subjetividad.

La realidad del mundo no puede confundirse ya con el contenido de las


percepciones, ya que tanto la forma en la que percibimos como la
organización y distribución de todo lo que existe -en primer lugar, la posición
de nuestro planeta, de las estrellas y del sol-, no se corresponde con lo que
es real "(...) la realidad es obtenida y planteada por reducción de las
ilusiones de la experiencia sensible usual", equivalente a una suerte de
'falsificación de lo real". En la posibilidad misma de esta falsificación hay
"una responsabilidad propia del espíritu es decir, del sujeto de la
experiencia, en tanto que no se identifica con la razón matemática y
mecanicista instrumento de la verdad y medida de la realidad'. Es así que
"la psicología se constituye, entonces, como una tentativa de disculpa del
espíritu. Su proyecto es el de una ciencia que, frente a la física, explica
porqué el espíritu está, por naturaleza, forzado a burlar de entrada a la
razón con relación a la realidad"46.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

Según G. Canguilhem, desde esta psicofísica, la psicología se desliza hacia


una ciencia del yo -pensamiento cartesiano mediante- hasta que lo abismal,
lo íntimo que se esconde bajo la superficie de la conciencia, convoca al
discurso médico psiquiátrico a conformar una psicología denominada
profunda, abocada a las "profundidades del alma".

Para Sigmund Freud, la ilusión humana no sólo no es lo mismo que el error,


sino que tampoco es por sí, un error. Y si bien "se aproxima a la idea
delirante psiquiátrica" se distingue claramente de ella tanto por su estructura
como por su condición de posible, ya que "la ilusión no tiene que ser
necesariamente falsa, esto es, irrealizable o contraria a la realidad"47. Sin
embargo, esta condición de posibilidad que la caracteriza, no significa que
se cumpla o que alcance fácilmente a concretarse. Se trata justamente de
una esperanza, signada por singulares matices desiderativos que tornan casi
imposible algo que bien podría llegar a ser posible.

"Una de las características mas genuinas de la ilusión es la de tener su


punto de partida en los deseos humanos de los cuales se deriva". La ilusión
es pues, una creencia que "aparece engendrada por la satisfacción de un
deseo, prescindiendo de -su relación con la realidad- del mismo modo que
la ilusión prescinde de toda garantía real"48.

Los diversos ejemplos con que el autor ilustra el concepto oscilan desde la
creencia de Cristóbal Colón de haber descubierto una nueva ruta hacia las
Indias hasta la idea, destituida precisamente por el psicoanálisis, de que los
niños carecen de sexualidad.

Freud explica a través de varias obras -Tótem y Tabú. El Porvenir de una


Ilusión; El malestar en la cultura- las restricciones que la cultura impone al
hombre, quien no por azar despliega variadas resistencias y aun
hostilidades frente a las instituciones que rigen la civilización. Pero los
temores y angustias propios de tales heridas narcisísticas esgrimen sus
defensas mediante representaciones que ofrecen alguna ilusoria protección
o tranquilidad. A través de la historia, la humanidad construye un acervo de
representaciones tras el deseo de vencer la indefensión y la impotencia -
equivalente a la que se experimenta durante la niñez- que generan los
peligros amenazadores tanto de la naturaleza como de la sociedad misma.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

En el inventario de toda civilización, las ideas religiosas portan el misterio de


ese poder y persistencia que poseen las ilusiones en tanto remiten a
realizaciones de los deseos mas remotos, intensos y apremiantes de la
Humanidad.

"El gobierno bondadoso de la divina Providencia mitiga el miedo a los


peligros de la vida; la institución de un orden moral universal, asegura la
victoria final de la Justicia, tan vulnerada dentro de la civilización humana, y
la prolongación de la existencia terrenal por una vida futura amplía
infinitamente los límites temporales y espaciales en los que han de
cumplirse los deseos"49.

Advierte asimismo Freud, que la imagen suprema de un Dios conlleva


oculto un nódulo paternal, ya que todas las religiones revelan los mismos
sesgos de esa ambivalencia que cualquier niño experimenta frente a la
figura de su padre. Es la necesidad de protección frente a los más temibles
peligros lo que impulsa a crear los propios dioses, a quienes por poderosos
se les teme pero -paradójicamente y en virtud de ello- se les adjudica la
misión confiable de un cuidado permanente.

Sin duda alguna, el humano se esfuerza por alcanzar un ideal propio de


felicidad mediante distintos caminos y modos, procurando los más diversos
goces que en definitiva, se vehiculizan montados sobre ilusiones que "son
reconocidas como tales, sin que su discrepancia con el mundo real impida
gozarlas"50.

Desde esta perspectiva, ilusión y vocación se enlazan vinculadas a la


sujeción social. De modo equivalente a las ideas religiosas que veneran la
existencia de un Dios Padre capaz de proteger del sufrimiento aun después
de la muerte, la creencia en la existencia tangible de una vocación ofrece
resguardo frente a la incertidumbre que genera la búsqueda de un futuro
sitio y posición a ocupar en un mundo supuestamente adulto, cuya cultura
regula la producción de bienes mediante la apariencia de una eficiente
distribución del trabajo.

Luis A. Isuardi despliega mediante ocho tesis lo que denomina -


parafraseando a S. Freud- "Vocacionalismo (o el porvenir de una ilusión)".
La ilusión de una vocación individual, ilusión de elegir sustentada en el mito
de las aptitudes, queda enlazada a un imaginario colectivo cuyo discurso
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

esconde como una otra escena: "la escena de eso otro que habla en el
sujeto", que en rigor "implica hablar de aquello que lo sujeta"51.

Vocación y síntoma

Situar la problemática de la elección vocacional como trastorno específico


de sesgo patológico, inhibición transitoria o dramática humana frente a
determinadas situaciones cruciales, remite ineludiblemente a concepciones
sobre la salud-enfermedad.

Es sabido que la mas antigua explicación sobre la enfermedad asienta en


una metafisica del mal justificada mediante obra demoníaca. El mal se
encarna en el espesor de la biología y expresa su presencia a través de
signos.

Los avances de la medicina empírica logran, a mediados del Siglo XIX,


explicar la -monocausalidad biológica de la enfermedad gracias al
descubrimiento microbiano. El agente específico que la produce -obra ya de
la naturaleza- se interna en un organismo al modo de un huésped.

Sin embargo, es el medio ambiente -eslabón faltante-el que vehiculiza la


intromisión del agente en determinado huésped, completándose así a
posterioridad, una triada ecológica y sistémica. Esta historia natural de la
enfermedad, basada en el horizonte clínico de la mirada médica, preserva
aun su vigencia hegemónica como un modelo explicativo de multicausalidad
entre factores asociados con influencias mutuas.

Pero si bien, desde el Renacimiento y hasta fines del Siglo XVIII, la práctica
médica data esencialmente de una práctica clínica, todos sus saberes giran
en torno a los fenómenos, signos y síntomas observables en el organismo
vivo. La muerte en tanto enigma de la naturaleza, constituye el resultado
final límite de una enfermedad.

La colección de síntomas es el lenguaje mismo de la enfermedad, es lo


patológico. Tal como afirma Foucault52, "en su realidad material, el signo se
identifica con el mismo síntoma; éste es el soporte morfológico del signo.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

(...) Pero lo que hace que el-signo sea signo, no pertenece al síntoma sino a
otra actividad que viene de otra parte".

Ergo, la enfermedad no se corrobora como una "verdad inmediata al


síntoma" pese a este lenguaje de acción de la naturaleza capturado por la
mirada médica. El síntoma -palabra que proviene de la lengua griega cuyo
significado alude a la coincidencia- no garantiza por sí una estricta
concordancia entre lo visible y lo enunciable, sino que requiere de la clínica
médica una cierta complejidad en su empirismo.

Es así que además de la indagación de las frecuencias y regularidades, del


registro comparativo entre lo normal y lo patológico (ausencia o presencia),
se torna imprescindible hallar un modo de constatar la veracidad de la
coincidencia, misión de la que se ocupa la anatomía patológica. Y recién a
partir del Siglo XIX, cuando la muerte se incorpora a la razón occidental en
calidad de objeto científico, despojada ya del mito de la inmortalidad, el
cadáver humano vehiculiza los históricos caminos hacia una medicina que
sólo desde entonces, adquiere estatuto de ciencia positiva.

"El desciframiento de los síntomas" se corrobora únicamente si se "ajusta a


la lectura de las lesiones"53 pues la verdad interior de la enfermedad se
encuentra sólo en el cadáver abierto, desplazamiento de la mirada clínica
que obliga sin dudas a transformar su lógica operacional.

En la psiquiatría -espacio disciplinar impregnado de discurso médico- se


producen movimientos equivalentes. Así, por ejemplo, es sabido que la
locura -enfermedad por excelencia enigmática- a pesar de sus diversas
significaciones epocales, convoca e invoca a la muerte, la condena moral, la
segregación, la exclusión.

Durante la Edad Media se trata de una posesión satánica o demoníaca; en


el Renacimiento es fruto estallido de aquella naturaleza de animalidad
oculta en el hombre y después del Siglo XVIII, representa el mal de la sin
razón que legitima la existencia de un bien o razón preocupado por
diagnosticarla.

Según las investigaciones de Michel Foucault, el hombre moderno


encuentra en el loco su propia verdad alienada sobre el suelo fecundo de
configuración política de un campo de alienación marcado por la hegemonía
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

de prácticas médicas y jurídicas de internamiento. En definitiva, demonio,


naturaleza animal o sin razón mediante, los diversos modelos explicativos
de la locura -síntomas y enfermedad- justifican de un modo u otro, la
institucionalización de un orden político social.

Desde la perspectiva del psicoanálisis, un síntoma es expresión de un


conflicto entre dos fuerzas en pugna cuyo resultado conciliatorio es ese
compromiso de formación transaccional, que a la sazón, sostiene luego al
síntoma desde ambos lados.

Pero la noción central de una transacción o compro-miso adquiere validez


para toda producción o formación del inconsciente, ya que Freud sostiene
una analogía de estructura entre el chiste, el sueño, el acto fallido y el
sintonía.

Según Laplanche y Pontalis, Freud "finalmente asimila la formación de


síntoma al retorno de lo reprimido y la considera como un proceso distinto,
siendo los factores que dan al síntoma su forma específica relativa-mente
independientes de los factores que se hallan en juego en el conflicto
defensivo". "La palabra alemana Bildung (formación) designa, en el sentido
freudiano, tanto el proceso como el resultado"54.

En 1925, Freud afirma que "el síntoma sería, pues, un signo y un sustitutivo
de una expectativa de satisfacción de un instinto, un resultado del proceso
de la represión. La represión parte del Yo, que a veces por mandato del
super-yo, rehusa agregarse a una carga instintiva iniciada en el ello. Por
medio de la represión, logra el yo impedirle que la idea, vehículo del impulso
prohibido, alcance a ser consciente. El análisis revela muchas veces que
dicha representación ha continuado existiendo como formación
inconsciente"55.

En sus Seminarios sobre textos freudianos, durante 1957-1958, J. Lacan


advierte que "el síntoma es algo que va en el sentido del reconocimiento del
deseo, pero bajo la forma de un disfraz, de una forma cerrada, ilegible si
nadie posee la clave. Reconocimiento del deseo, pues, pero reconocimiento
por nadie. Y deseo de reconocimiento, pero reprimido, excluido y luego, en
un sentido, deseo de nada; por eso la intervención del analista es mucho
más que una simple lectura". (...) "Se comprende por qué el analista, al
intervenir, corre el peligro de hacer siempre más de lo que cree hacer: él
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

homologa, identifica lo mismo con lo mismo, sustituye por un objeto a ese


nadie al que se dirige el síntoma y corre el peligro de desconocer el deseo,
que no es deseo de un objeto, sino deseo de esa falta que en el otro,
designa otro deseo"56.

Afirma asimismo Lacan, que toda aproximación al deseo implica reconocer


en primer término, "su coalescencia con su máscara, o sea, con el síntoma"
y en segundo, su "excentricidad con relación a toda satisfacción" dada su
afinidad con el dolor de existir57.

La vocación bien orientada ha permanecido históricamente amarrada a la


revelación divina, al bien, a la razón, a la certidumbre del ser, a la salud, a lo
normal propio de la norma prescripta, ya que se trata de la superficie de una
razón de ser fundada en un supuesto bien hacer. No obstante, en la trama
de una historia singular, bien puede devenir en formación sintomática y
constituirse en un disfraz ilegible de esa dialéctica de entrecruzamiento -
conflictiva por cierto- entre mandatos edípicos, culturales y deseantes.

Tal como sostiene R. Bohoslavsky58, "el conflicto no está ahí donde duele y
no está. sólo cuando duele". Sin embargo, la "lectura sintomal" que dicho
autor sugiere en 1975 sobre la problemática signada como vocacional, no
sólo carece hoy de precisión suficiente, sino que conlleva el sutil riesgo de
trocar un significante en un significado coagulado, un disfraz en un falso
objeto -posiblemente natural-, una diferencia singular en una mismidad
capaz de homologar a lo universal.

Y en tal caso, si la Vocación deviene síntoma ¿acaso no se desdibuja y


esfuma su pretendida especificidad tras esa máscara/mutante, siendo por
fin, uno de los tantos modos peculiares de vehiculizar y materializar el
deseo de -esa falta (de Ser) Ve en el otro, designa otro deseo?
La Vocación: una encrucijada

En los albores de la década del '70, Rodolfo Bohoslavsky propone


reformular la estrategia clínica, modalidad que él mismo acuñara durante la
década anterior, para las prácticas psicológicas de orientación vocacional.

Una renovada materialidad discursiva -lecturas incipientes en la Argentina


de entonces- nutrida por la vertiente lacaniana de un psicoanálisis capaz de
retornar a Freud sin escamotear rupturas -y sobre el trasfondo de un
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

movimiento kleiniano en decadencia- más el auge de un marxismo


althusseriano, conforman la caja de herramientas para nada despreciable,
con que un pequeño grupo de autores en época convulsionada, abren los
mas profundos interrogantes teórico epistemológicos, silenciados
prontamente por la irrupción del oscurantismo dictatorial.

Tras una severa crítica y autocrítica a las prácticas del psicólogo en el


campo de la orientación vocacional, Bohoslavsky anuncia en su obra -obra
que data de 1973, editada en 1975 y confiscada de la libre venta entre 1976
y 1984-:

"intentamos hoy en día redefinir nuestro locus profesional y nuestra posición


ante lo social. (...) (Dar) cuenta de los caminos que hemos logrado despejar
de la encrucijada vocacional como de los puntos oscuros que debieran ser
profundizados para su esclarecimiento"59.

Escribe así -sumado a los aportes de los autores que lo acompañan- los
bosquejos de aquella postura a la que considera históricamente como una
tercera modalidad de abordaje de la problemática vocacional, que no
precisamente por azar, se anuncia en el universo simbólico bajo la
nominación de una encrucijada.

"Tal encrucijada, en su doble sentido, como oscuro cruce de caminos


convergentes y como acechanza o emboscada"60, condensa una
multiplicidad de significaciones enlazadas a vicisitudes de la constitución
subjetiva, ya que no sólo se erige como palabra clave para nombrar lo
vocacional, sino que asimismo "se materializa en ese tránsito designado
como adolescencia", tránsito social y singular por los senderos de las
mutaciones biológicas. De lo que se trata en definitiva, es de admitir a punto
de partida, "la trama estructurante que hace del devenir humano una
constante encrucijada"61.

Sin duda, es también una cierta encrucijada histórico política de aquellos


convulsionados tiempos lo que opera como paradójico aunque fecundo
suelo, para la emergencia de tal postulación que hoy -muy a pesar de
teorizaciones que lo intentan con esmero- continúa francamente inconclusa
e innombrable. Es así que Bohoslavky y sus colegas, vislumbran que
dilucidar ese os-curo cruce de caminos que hace a la sujeción humana, esa
"trama indisoluble de sujeciones" (político sociales y desiderativas), ese
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

"complejo anudamiento propio del devenir humano"62 no es trabajo fácil.


Implica "una perspectiva teórica ardua. Ni más ni menos que construir
modelos que develen la articulación entre el sistema social que constituye a
los hombres y los sujetos que lo soportan, lo mantienen, lo transportan, pero
que es bueno tenerlo en cuenta, también lo transforman"63.

Tal como afirma Raúl Courel, "una teoría siempre se funda en la reflexión
acerca de la práctica" y a su vez, toda práctica funda conocimientos "a
través de la mediación de su conceptualización", sobre el suelo ineludible de
la "historicidad del conocimiento". "En el caso de la "orientación vocacional,
cabe preguntarnos de qué manera es soslayada la práctica en el
pensamiento o (y) complementariamente, es soslayado el pensamiento en
la práctica"64.

En la actualidad, casi veinticinco años después, las prácticas de la


orientación vocacional permanecen ancladas mayoritariamente en aquella
estrategia clínica que el propio autor ha destituido con audacia, hoy
adecuada sin duda a los falsos objetos naturales, mercancías de esta
sociedad del conocimiento. Es por ello que aun preservan vigencia unas
viejas palabras de Raúl Courel: "tal vez sea (¿todavía?!) hora de sacudir la
inercia mental de los bien comidos (o de los que hoy anhelan serlo) para
repensar críticamente nuestra inserción en el campo de la orientación
vocacional"65.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

CITAS:

1. Foucault, Michel- Poderes y estrategias- En: Un dialogo sobre el poder-


Alianza Editorial- Buenos Aires, 1990.

2. Deleuze, Gilles; Foucault, Michel- Un dialogo sobre el poder- Op. Cit.

3. Veyne. Paul- Cómo se escribe la historia- Alianza Editorial- Madrid. 1984.

4. Foucault, Michel- La arqueología del saber-Siglo XXI Edit.- México, 1987.

5. Ferrater Mora, José- Diccionario de Filosofia- Edit. Sudamericana


Bs.As., 1970.

6. Citado por Kirle, G. S.- La naturaleza de los mitos griegos- Aros Vergara-
Barcelona, 1984- Capítulo 3.

7 .Eliade, Mircea- El mito del eterno retorno; arquetipo y realidad- Einecé-


Bs. As., 1952.

8 .Lalande, André - Vocabulario técnico y critico de la filosofía- El Ateneo-


. Bs. As., 1953.

9.Kirk. G. S.- Op. Cit.- Piig. 65.

10. Cassirer. Ernst- The Philosophy of the shnbolie foil/1s- New Henven-
Oxford. 1955.

11. Freud, Sigmund- Psicología de las masas y análisis del Yo- Obras
Completas- Biblioteca Nueva- Madrid. 1996.

12. Ibídem.

13. Ibídem

14. Ansart, Pierre- Ideologías, conflicto y poder- En: Colombo, E.- El


Imaginario Social- Nordan- Montevideo.1989- Pag. 95.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

15. El contenido de este enunciado ha sido editado como artículo en la


Revista Ensayos y Experiencias Año 5, N" 28. Novedades Educativas.
Bs. As.- México, Mayo /Junio 1999.

16. Catecismo de la Iglesia Católica- Coeditores: Ediciones Trípode.


Caracas y Librería Editrice Vaticana. Venezuela, 1993.

17. Catecismo de la Iglesia Católica- Op. Cit.

18. Catecismo de la Iglesia Católica- Op. Cit.

19. Catecismo de la Iglesia Católica- Primera Parte; Cap. primero- Op. Cit.

20. Catecismo de la Iglesia Católica- Op. Cit.- Sección: "La vocación del
hombre: la vida en el espíritu".

21. La Santa I3iblia- Antiguo y Nuevo Testamento- Spanish Bible, series


VR053- ABS- 1954-Sociedades Bíblicas Unidas.

22. Catecismo de la Iglesia Católica- Op. Cit.- La negrita es nuestra

23. La Santa Biblia- Antiguo y Nuevo Testamento- Op. Cit.

24. Catecismo de la Iglesia Católica- Op. Cit.

25.Freud, Sigmund- El malestar en la cultura- Obras Completas- Op. Cit.

26.Catecismo de la Iglesia Católica- Op. Cit.

27. Lacan. Jacques- Seminario Aun; Capítulo IX: Del Barroco- Libro XX-
Paidós- Bs. As., 1989.

28. Lacan, J.- Op. Cit.

29. Lacan. J.- Op. Cit.

30. Lacan. J.- Op. Cit.

31. Foucault. Michel- Tecnologías del Yo- Paidos Ibérica S.A. / ICE de UAB-
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

Barcelona. 1996.

32. Foucault, Michel- Tecnologías del Yo- Op. Cit.

33. Foucault, Michel- Tecnologías del Yo- Op. Cit.

34.Maix. Karl- Miseria de la Filosofía- Siglo XXI- 1974- Pág. 104.

35.Castoriadis, Cornelius- La institución imaginaria de la sociedad- Vol. 2-


Tusquets- Buenos Aires, 1993.

36.Castoriadis. Cornelius- Op. Cit.- Pág. 238.

37. Castoriadis. Cornelius- Op. Cit.- Pág. 122.

38. Ibidem.

39. Lourau, René- El análisis institucional- Amorrortu- Buenos Aires, 1991.

40.Lourau. René- Op. Cit.- Pág. 165.

41.Bleichmar, Hugo- Introducción al estudio de las perversiones- Nueva


Visión- Bs. As., 1984.

42. Colombo. E.- El Imaginario Social- Edit. Nordan- Montevideo, 1989-


Pág. 10.

43. Colombo, E.- Op. Cit.- Pág. 12.

44.Ferrater Mora, José- Op.Cit.- Pág. 179.

45.Canguilhem, Georges- Etudes d'Histoire et de Philosophie des Sciences-


Edit. J. Vrin- París, 1979 - Cap. III.

46. Canguilhem Georges- Op. Cit.

47. Freud. Sigmund- El porvenir de una ilusión- Edit. Biblioteca Nueva-


Madrid, 1996.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

48.Freud, Signiund- Op. Cit.- Pág. 2977.

49. Ibídem.

50.Freud, Sigmund- El malestar en la cultura- Biblioteca Nueva- Madrid,


1996- Pág. 3027.

51.Isilardi, Luis A.- Vocacionalismo (o el porvenir de una ilusión)- En:


Bohoslavsky, R. y otros- Lo Vocacional: teoría, técnica e ideología-
Ediciones Búsqueda- Bs. As., 1975.

52. Foucault, Michel- El nacimiento de la clínica- Siglo XXI Editores- México.


1937.

53.Foucault, Michel- El nacimiento de la clínica- Op. Cit

54.Laplanche, J.; Pontalis, J. B.- Diccionario de Psicoanálisis- Edit. Labor S.


A.- Barcelona, 1968.

55.Freud, Sigmund- Inhibición, Síntoma y Angustia- Biblioteca Nueva-


Madrid, 1996- Pág. 2836.

56.Lacan, Jacques- Las formaciones del inconsciente- Nueva Visión- Bs.


As.,1979.

57.Ibidem.

58.Rohoslavsky, Roclolfo- Entre la encrucijada y los caminos- En:


Bolloslavsky, R. y otros- Lo Vocacional: teoría, técnica e ideología- Op.
Cit.- Pág. 14.

59.Bohoslavsky, Rodolfo- En: Bohoslavsky. R. y otros- Lo Vocacional:


teoría, técnica e ideología- Op. Cit.- Pág. 8.

60.Emmanuele. Elsa S.- Adolescencia, crisis y Discursos Sociales- En:


Encuentros 1- Compilación de disertaciones del Primer Encuentro
Nacional y Latinoamericano de Enseñanza Media- Universidad
Nacional de Rosario- Dirección de Publicaciones UNR, Rosario, abril
de 1993.
Titulo: “La vocación: Arqueología de un mito”
Autor: E. Emmanuele
A. Cappelletti

61. Ibídem.

62.Emmanuele, Elsa S.- Educación, Salud, Discurso Pedagógico-


Novedades Educativas- Bs. As., 1998.

63.Bohoslavsky, R.- Op. Cit.- Pág. 16.

64.Courel, Raúl- Problemática para la orientación vocacional: la


ideologización del campo- En: Bohoslavsky, R. y otros- Lo Vocacional:
teoría, técnica e ideología- Op. Cit.- Pág. 95.

65.Courel. Raúl- Op. Cit.- Pág. 94.

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