Está en la página 1de 160

51

Asi que ci animal saliO, entrO a Ia casa y atacó al niño con Ia intención de comérselo, pero ci
perro se enfrentó al reptil hasta lograr dane muerte. En ci horror de Ia lucha ci pequeño recibiO
varias heridas de los animales. El perro arrastrô a la difunta hasta ci patio trasero y cuando los
padres del niño liegaron encontraron al can cuidando de Ia liorosa cniatura y iamiéndole las
heridas. Al vet las heridas y Ia sangre en ci cuerpo del niño, y las patas y Ia boca dci perro
tainbién manchadas de sangre, ci hombre tornó su revolver y matO a! perro. Luego to arrastrO al
patio trasero para sepultarlo, y se encontrO con la sorpresa de la serpiente muerta. El hombre y la
mujer coinprendieron de inmediato, y lioraron, y maldijeron ci dia en que decidieron tomar comb
mascota a una culebra

NARRADOR SEXTO

El hombre en cuestiOn se Ilamaba Francisco GarcIa. Ese dia para su desgracia vio [a culebra
calentãndose sobre ci árboi provecta A seguidas inició a lanzarle piedras con Ia intenciOn de
hacerie descender y dade muerte al pie del arbol. Con irnpresionante velocidad ci reptil bajO, y
antes de que Ia safla del hoinbre se cebara en su contra, logrO entrar a su inadriguera, ubicada
prOxirna al tronco de la mata. Frustraclo en su empeilo delictivo Francisco Garcia procedió a
taparle Ia boca cueva de Ia bestia.

Luego se marchó hacia su casa. En ci trayecto enipezO a sentir mm leve calentarniento del
cuerpo, pero a! memento de flegar Ia alta fiebre lo habia ganado por completo, y cayó rendido
sobre su cama, ardiendo como hierro at fliego.

Atrapada en su madriguera [a culebra se empeflaba en salir. Mientras más se agitaba, mâs crecia
el fliego que abrazaba a su verdugo. Al octavo dia, cuando
52

Ia serpiente estaba a punto de niorir y Ia fainilia de’ habia agotado ci

repertorio de rernedios caseros sin lograr que al enfermo It bajara la fiebre, a! hombre se Ic
presentó e1ab1o al lado de Ia cama, solo que ci delirio lo hizo

creer que se trataba de su compadre Roberto.

El aparecido le preguntO acerca de lo que IiabIa ocurrido minutos antes de que lo azotara Ia
fiebre. El enfermo Ic refirió lo sucedido con Ia culebra. Dc inmediato, el1rmncipe de las
tinieb1ase presentO al lugar donde habitaba Ia

liberO daala “ev Cuando ci animal sintiO ci aire de libertad que Ic ilegaba de to exterior,
recuperO su antiguo vigor. Asi también, con la sühita y absoluta desapariciOn de la fiebre,
Francisco Garcia se sintiO más vigoroso que mmca. Coinió con apetito y dijo que al dia
siguiente se incorporarla a su trabajo, pero precisainente a la mañana siguiente cuando lo •

//

velaban, todos cSaban Jverdad de perogruiiJe ci enfermo cuando se _p vaamorirsealiexta..

No hubo comentarios para evitar que se alargara Ia velada, porque todosi

estaban deseando que concluyera. Segün Ia regia, nadie debia marcharse hasta,)

que 110 SC agotara ci prograrna.

Narrador Séptirno:

Desde muy joven fui torturado por sueflos horrorosos poblados de serpientes. Un dIa que me
gustarIa olvidar, azotado por ci demonio de la ira, y deseoso de morir a seguir padeciendo los
espantos nocturnos, descendi hasta ci ámbito tenebroso del Yuna y busquë de imiato ci celebrado
charco de las sieW agua cuyo fondo no ‘sido JMtpado. lnitilmente persegui a Ia gran —1
serpiente que se decia se alimentaba dcl ganado que frecuentaba aquetbrazo
53

marItimoff’ Inconfonue por mi bñsqueda infructuosa, atrapé y eliminé a una culebra mediana y
terrenal. Aquella proeza, en vez de siinpatia, me deparó ci rechazo general, no por aprecio a las
serpientes, a las que odiaban y temian más que a! Diablo. sino porque entendlan que yo debla
tener negocios con ci principe de la rebeldia’ Aquel hecho, sin embargo, no cortó mis visiones
thtaies. Por ello, procurando conjurar mis pesadillas y mi sensación culpable, adopté una
serpiente negra y roja a Ia que trataba con devoción religiosa. Pero tampoco sirvio de nada ml
empeflo filantrOpico. Si, creo que the a partir de aquella ñltima frustraciôn que me enamoré dcl
alcohol como de la mujer más bella.

La nioral del pobre es escasa; y si suele tenerla, es muy frágiI. ‘l,

dIa en que mis bolsillos estaban en ayunas y Ia sed

quemaba el estómago, sail por toclo ci pueblo a vender la cuiebr, Todos rechazaban ml insOlita
oferta y se apartaban de nil coino de una aparición del

reino de lagombra. no lo van a creer, pero cuando estaba por renunciar a mi yenta ambulante, se
me acercó tin honi e te

luego supe era ci Diablo) y me ofreciô ci valor de una hotella denigal por ml mercancla. Tuve
que aceptar Ia pirrica cantidad porque Ia sed n a

tan ansioso C1UC estaba a punto de beberme mi propia sangre. El inusitado coniprador yjo
estabanios a Ia onila del rio Jaya, muchos anos antes de ap defunción. (‘uando aquél me pagó Ia
suma convenida, tomô al animal y lo echtS a las aguas. Aqucilo me sorprendió, pero no inc
detuve a pensar en otra cosa qtie no fuera Ia inmediata adquisiciôn de mi medicamento. Si, les
aseguro por Ia pureza de ml madre que el dueflo del colmado me entregé Ia botella completa.
pero al momento de “embicármeia’ estaba niás seca que ml sed. Asi
54

the, aunque ustedes no lo crean: ci que mata una culebra queda maldito para siempre.

Tiempo I (Contexto A-B) — e

Narrador nfitrión:

Cuando ci séptimo narrador terminó su conmQvedora relación, atacó

/o N

con gusto ci resto de su café. Luego extrajo Ia bote11a4e:rH4 ‘behió de un

tirón ci resto de su contenido. Cuando ci anfitrión iba a nicio a la octava y ñltirna narración de Ia
noche, entró Ia grail cuiebra y desharató Ia reunion. Milagrosamente todos salieron de aill, y no
tardaron en observar ci derrumbe de Ia casita y a Ia sierpe deslizãndose hacia stis dorninios. Dias
después, los narradores volvieron a reunirse y acordaron no volver a hablar de culebras. SI, señor
escritor, yo era ci octavo narrador y aquella casa era mia. No sé si mis amigos faltaron al
compromiso. Yo lo he violado hov, sm Ia esperaiza de que usted me crea, y exponiéndome a que
esta noche sc aparezca de nuevo Ia serpiente y vuelva a destruir mi casa.
55

‘En Amencase invocctha cii contra dcl naio a vapor, a it: hestia dci Apocalipsis. V Ct?
EUrOAPcT. a In hestia dcl Genesis. En csc residia in ñnica di/ercncw

Victor Hugo, Los 1’rabajadorcs dcl Mar

Vuelves a abrir hi libro polvoriento vue la séptirna fosa del octavo— circulo del infiemo de
Dante estã ocupada por los ladrones. El poeffi escribe:

‘entonces descuhn Ia Java v vi wia espantosa maca cieserpientes, tie tan di/ërente,s’ especies que
vu recuerdo me hiela todavia Ia sangre “.

Y sigue leendo: “Be/c Ia Li/na envanecerse con sus arenas’; que si proc/nec cjut’Iidras, vácu/os
vfàras. cencros y an/isbenas, in en el/ti iii en tot/ct Etiopia, con ci pats que es/a sohre ci ?flar
Rojo, exisu ron ainas tan (as n/Ian nocil’as Pt’.sti1eticicis CO/I/o Cl? CS IC lugar

A través tie aquella e.spantosa y cruel mu/ti/nd tic? reptiles corrian desnudas i’ aterrorizaclac, sin
evperanza tie enconirar rcfugio...

En sit Manual de Zoologia Fantáslica o Libro de los Seres Imaginarios, Jorge Luis I3orges,
refiriendose4.a1 dragOn, relata lo siguiente: __

“(thu gruesa j’ a/ic: serpienie con gcunivy alas es Ia clescrtpcion mavfelde/ dragon Put’de t,t’r
negro, pen cOflviCiic’ que tam/neil .5 cu respfluzciecieiik’ (..) Los griegos put yt’n tic. er up/ic
ic/a cu notnhre a clw/quier set 7?W??tC consK/crahle “. “El tEetupo— co iiin ha clesgavtcsdo
notahiernente elJmfl’sIc’ü) C/c los c.fragones (..) nos parece ptwril

‘Nota: Quehdra: spicte aemitica. 8e ha dMo üItjmamte e tc’tua qntiua de America.

Yáculo: serpiente que se arroja desde los árboles pam acoinctcr\

Fin-a: especie de scqMente del Africa. que hace rn arco cuando rep

Ceucro- reptil dcl guero boa.

Antsbena. dc Ia rc,isiia hecc,cn, haYilado Cr, c,te libro.


56

i suele eon twuinur de puculihiad to histona en que Jiguru. (‘om’icne no olvidar, sin ernbatgo,
que SC trcrfa C/C 1(11 proi’ecro fli tidcnio. tjiIiZCSS ptOVOCi%t1o JNfl ci CXCCSO c/c
dragones que hai’ cii (OS CUCHIOS c/c’ hOc/OS. JHJ1IpCVO. en (a rL’%’eIc1CtOn c/c San
Juan xc hub (a dos veces c/el dragon. Ia vie Jo serplente qiw cs ci Dicth/o 1’ CS SatanJs

Analogicamente, San Agustin escrihe que “el V por Ia insidia. Jqgobserv&quc en eLdngOn 17

‘14

estániasewiente y elpájaro, los elementos de Ia tierra y el agua.”

(Jorge Luis Borges, Manual de Zoologia Fantástica, Pág. 65. Fondo de (‘ultura económica).

Agrega ci mismo autor que:”eI dragon chmo, ci lung, es uno de los

cuatro animalesrnágicos. (Los otros son ci Unicomio, ci Fénix y Ia Tortu9 En ci mejor de los
cases, ci dragon occidental es aterrador, y en ci peor ridIcuio ci lung dc las tradiciones, en
cainbio. tiene divinidad y Cs COO un angel que fuera también un leOn...”

“Un dragOn 0 Ufl cahallo- dragOn surgiO dci rio Amarillo y revelO a UII emperador ci farnoso
diagrama circular que siinboliza ci juego reciproco de

yin y ci yan (...) En ci IKIN (canon de las mutaciones) ci dragon suele significar ci sabio.’ (Idem,
Pãg. 67 y 68).

“El pez boa o pez serpiente voladora. parece un pez, pero tienc alas de

pájaros. Sn apariciOn presagia Ia sequla.”“taserpiente musical tiene cabezLf

de serpiente y cuatro alas. Hace un niiclo como ci de la piedra nmsical(iidmn. Pâg. 72).
57

***

Tiras ci libro en un rincón con rabia inusitada. Par prirnera vez en tu larga vida de impetuoso
lector, sientes fastidio de aquellas informaciones que empiezas a catalogar de inátiles y
perversas. La desesperación y Ia ira

AUror

combaten en U con canina deterrninación. Ira contra la inoportuna 44-rrtua; desesperaciOn por Ia
presencia!ausencia de Eva. Incendiado por aquellas

fucrzas contrarias, vuelves a tumbarte sobre in cama de negra madera. Incapaz de dominarte, te
abalanzas contra la imagen en que ci águiia dilacera con su p1cc) y sus patas a Ia pobre
serpiente, y empiezas a golpear ci simbolo maldito.

Terminas sollozandci sob>ç tu almohacla, con los puflos sangrantes y fcC)

desgarrados. y consumidojci9)é colera impotente, porque sabes que nunca

podrás revertir la imagen, evidencia de Ia superioridad del más fueile, como Eva. Eva mujer, Eva
madre, tentada y tentadora; Eva seductora, Eva de miembros rnenudos, redondos y suaves, Ia que
te habla robado ci sueno durante meses de sueflos. Ia que habia modificado para siempre tu vida
de televidente y Ic habia dado otro sentido a Ia lectura de tu misterioso tratado. Delirante y
perdido en aquella confusa selva ciue Cs in casa, sélo sahes esperar.

ando in estado fisico y tu cuhil no pueden estar más desmejorados. liega 11a.
58

ENCUESTA FIDEDIGNA

Universo: 11 personas

Pregunta: Qué situboliza PnstserPiet ?

Estas muestras fueron tornadas en San Francisco de Macoris, Cotui y Pimentel.

Nota: La omisión de algunos nombres y direcciones se hace cumpliendo con las voluntades
expresas de los entrevistados. En carnbio, los nombres y direcciones que aparecen son por
voluntbién exps os encuestados.

RESPUESTAS:

a) Algo horroroso; Cs como si me presentaran at Diablo. [Una joven estudiante del Bachillerato
en el Liceo Ercilia Pepin, San Francisco de Macoris].

b) No sé, solo sé que Ic tengo asco y miedo. [Nátalis Reyes, empteadaen Ia Barra El Polo, San
Francisco de Macoris].

c) Una serpiente para ml es un animal como otro cuakiuiera, pero por lo que nos han enseflado
representa Ia maldad. [Unajoven empleada enel

Banco Hipotecario Dominicano, Sucursal San Francisco de Macoris].

d) (‘osas asi no se preguntan: serpiente es ci Diablo. [Mujer de aproximadamente 70 aflos.


Se/ego iracunda a darme 5L1 nombre, alegando que quien pregunta cosas asI no and/en buenos
pasos’otuij.
59

e) La astucia. Asi está estabiecido en ci sImbolo hipocrâtic [Medico General. Pam la Cpoca en
que realicé Ia encuesta trabajaba en elcX’entro

Medico Nacional, San Francisco de Macoris].

f) No sé si Ia serpiente es ci animal diabólico a que aluden ciertas ocreencias

folklCricas y mitoiógicas, lo cierto Cs que este reptil es uncz,controiadoraturai de

plagas, corno ratas y otras que

Agrarnonte, Agrónomo. C/Primera No. 22, Ensanche Perdomo, Pimentel].

g) La serpiente no es ci Diabio, como creeD muchos, pero ta] vez sea ci animal mâs inteligente,
como lo estabiece e( Genesis. No tiene alas y vuela, no tiene pies y avanza mâs râpido que los
animales que Ios’\3poseen,

no tiene aletas y nada. Es una de las especies más abundaiites, a pesar del — desprecio casi
universal que padece. [Un inte1ectua1quese negO aue colocara su nombre y direcciOn, no por
ternor a que se conocieran sus opiniones simpiemente por mantenerse al margen de toda
publicidad. Pimentel].

h) Dicen que Ia culebra cuando se convierte en sierpe se marcha hacia ci mar, y antes de
hundirse en aguas profundas, se vergue y dice: “jmaldito quien me yb y no me matcc’”. Para mi
esas son tonterias. La culebra es un animal mal comprendido y maltratado. [Francisco Alvarado,
c/I 3 No. 1 92, Ensanehe Madrigal, San Francisco de Macoris].

i) La culebra si no Sc Ia provoca es inofensiva, pero si Ia molesta, o no se Ia mata bien matada,


regresa a In cama de su agresor y 10 ahorca mientras Cste
60

duerrne. La culebra Cs mansa en sentido general. Sn came es muy buena; es corno

una cornbinación entre ci pez y ci pollo Si alguien tiene un dolor de cadera y

se arnarra una culebra en Ia cintura se sana enseguida. [Leonardo Morales.

Agricultor, C/Proyecto No 96, entrada Monte Aderitro, Cotui].

j) La culebm es un buen animal. Nada tide que ver con ci Diablo. \‘ome Ia como; es una de las
mejores canies. Yo hago mis guisos en ci

patio con un calderito negrecito que tengo para esos fines Mi mujer Ic tiene un asco del iablo a
esa pailita; se pone como una tiera si Sc a junto con las d cocinar. Si. yo tarnbién corno came de
gatos que es buenisima. [Rafael Portorreal Almánzar. (‘aniLlita, (74 No. 55, Ensanche San
Martin, San Francisco de Macoris].

k) La cuiebra es uno de los anirnales más provechosos. Si piel sirve para hacer zapatos, carteras,
correas, etc.; su came es muy buena; yo La prefiero a un pedazo de anguila; su aeeite sirve para
curar el ahogo y eicatrizar heridas; se come los ratones, que son los animales más dañinos que
existen sobre Ia tierra.

es xerdad ne cornen huevos y pollos, pero de algo tienen que alimentarse, ted no no es verdad
que tienen que VCf eon ci Diablo. Dios todo lo

izo bueno, los diahios somos nosotros que no respetamos las cosas divinas.

<Virgilio Antonio Javier £Emilio Prudhome, 172, San Francisco de Macorís


61

VI

“Pure casflgur lumuno lesucutu, cuclu cube/lu Ge seGa r Ofl) Ge inecluxa xc tratis (brine en utia
znmc’nsa vibura. vibonLs qite, grciba lax en cu eczuk,, ulilizci thoru peru venç’ursc c/c sus en
eungos.

Pub tie Ovidlo Nason, La Mehuno nests.

Abres Ia puerta cnn con sus provocativas y desenvueltas maneras y COO si aquella tuese su casa.
Ahi está, por fin, indiferente a tus penosas vigilias e incontables noches de espera a toda Ia rahia
amorosa quo -! te destrozaba por dentro,9y te habla convertido en aquel guiftaço. Sin embargo,
sábitamente sientes que todo ha cambiado sélo porquëa stá alil, sonriente y segura do si misma,
con sus cames sugerentes intentando desbordar las ropas que Ia aprisionan delicadarnente.

La sorpresa te demuda ci rostro, y apenas te sale un chorrito de voz, gutural, casi inaudible, Ic
dices:” Siéntate.” Y Ia mujer so tumba — despampanante sobre aquel mueble polvoriento y
carcomoso.

a tu lado, vuelves ser razonable. Sabes que Eva estâ a

tu dispos ‘iOn, que ha ido a cumplir Ia dilatada esa. Y lo compruebas

1-

cuando,te llama y to pide quo to tuinhes co ella obre ci mueble, y to obedeces, ‘medio
avergonzado ‘porq tic tn/rn, Eva, cxcisarizc, no sc.thki quc vcnth’ias, 3) /0 Cci VU cs/a descit
ic/ada, V 3)0, intrO, I/t’vo varia liciv cjzie ItO me a/ella.

to Ic irnpdrta y to envuelve entre sus brazos como a un nub —t thdefenso, quizás con previo y
sâdico juego antes del zarpazo final. Su brazos
62

eran corno dos ramas en ahernancia de calentura y frialdad, su boca, flor de cayena roja, todo su
cuerpo era corno un jardffl abierto, recién florecido.

El polvo no tarda en hair de Ia geometrIa de Ia casa, como un intruso sorprendido. Cot-re un aire
limpio por el entorno y todo cobra vida, luz. color, esperauzada vitalidad. Y la mujer y ci
hombre, Eva y Adán, se aman libreniente sobre ci inuebie , sin reinordimientos edénicos.

Durante mucho tiempo permanecen dichosamente entrelazados, como dos serpientes en divina
devoción de amor. Ella no tarda en comenzar a excretar sus móltiples y caracteristicos olores.
Entonces abandonan el mueble y se van a Ia cama.

Te sorprende ci meticuloso orden en que están colocadas tus cosas; el televisor apagado, conio
siempre debieta las cortmas limpias y correctamente colgadas, Ia cama cubierta por sábanas sin
arrugas y olorosas a lavado reciente. Piersas en tu madre: seguridad, sthhanas limp/ac. Tn (inico
yT apreciado libro. despolvado y reposando sobe Ia mesita de noche. y tus

ilusorios documentos bancarios2en su lugar correspondiente. Solo algo

permanece Imacto, y ann en ese momento, te desasostega y amenaza en

arrastrarte en un torrente de ira: Ia maldita iinagen escuipida en ci espaldar de Ia cama. Es


extrafto que hi, éi o ci que está frente a ti, no sahe(en) explicar por que comprO (son) aquelia
cama con aquella funesta representaciOn. Ella mira Ia irnagen con disimulado disgusto, y ti
piensas en pedirle que obre ci milagro con quc habla depurado ci resto de Ia casa, que ahora olla
a nardo, a azahar , a jazmin y muchos otros aromas y esencias de innombrabies naturalezas.
63

Pero tO nada dices. ya procede, con calculada parsimonia, a deshacerse del resto minimo de ropa
hasta quedar sOlo envuelta en ci manto de su cuerpo. Por breve tiempo te parece estar ante la
presencia de una jovencita que posara desnuda por primera vez para un hombre. Te gusta ese aire
de calculada ingenuidad. Si, porquc luego supiste que se trataha de un cálculo, de una oferta de
fingido candor que te seguirla arrastrando en at rnaniática confusion.

Ella se derraina solIcita y sonriente sobre Ia cama. Estira sus miembros de diabólica belleza y te
invita a que te tumbes a su lado. Y tO, asustado y torpe, como tin joven quo so acercatpor
primera vez a las lides del ainor fisico, accedes. Y Eva hace que contemples, huelas y palpes
cada bendidura, cada pliegue y oquedad de su perfecta anatomla de animal virginal. Entonces
empiezas de nuevo a transitar por aquel bosque hOmedo y tihio, de ramajes tan suaves, y hebes
en aquella fuente abundante.

Ahora tu casa es otra, limpia de alirnaflas y atravesada por un aire de fresca transparencia. No
eres el hombre andrajoso y macilento. con barbas de varios meses y con aspecto de loco y
mendigo inescrupuloso. Ella te ha transformado como por arte negro, te ha convertido en un
animal voraz e insaciable. Tus jugos seminales se acrecientan como los de un semental en
ctiarentena.

1n1k1 )45

Después de horas de i tEsamatorias, Ia muchacha ahandona Ia cama yr so dirige a Ia cocina. En


tin tiempo tan breve que te sorprende, regresa con un oloroso y caliente caldo que tO devoras en
tin tienipo aOn más breve, como si fueras un enajenado a quen se ha privado del alimento
necesarlo por
64

mucho tiempo. No le preguntas acerca de cómo habia elaborado aquel milagro nutritivo, porque
hacla mucho tiempo que Ia estufa estaba sin combustible, tampoco la viste lievar aquella came
sabrosa que no sabes precisar Si pertenece a aigün animal acuático o terrestre.

La boteila de vino blanco que tanto te gusta con la enal han celebrado ci encuentro, no Ia has
comprado iii recuerdas qu l1 la hubiera lievado. Sin embargo, has disfrutado Ia sopa en tin plato
de exquisitez china que no habias comprado: ‘ ci vino habia siclo servido en una copa sin
mácula, como ci cuerpo d ‘ . %cNo

te importS conocer Ia procedencia de tantos prodigios reunidos y

solo te limitabas a complacer tu paladar y atiborrar tu estOrnago estragado por dias de hambruna.
Si, sabes que aquello es de una extrañeza ñnica, pero lo importante no es como habja sucedido,
sino que estaba sticediendo y pertenecia a una realidad que solo por breves momentos pensaba se
trataba de un sueño. Cornieron, bebieron, charlaron de cosas sin importancia y hasta vieron un
poco de television. Luego inician ci ritual sin agotamiento, hasta que se duermen coino dos
dichosos inocentes.

Varias veces despertaste y Ia viste dormida y corno suspendida en aquel reposo apacibie. En
aquel estado te parece una nina inocente, purificada de toda lacra humana y animal, de todo
contacto con este mundo extraviadoç

Sin embargo, sabes que algunos demonios asumen cualidades de helieza y bondad para satisfacer
sus propôsitos: Pero Eva no te parece un ejemplar de esa especie, a pesar de Ia torturante
extravagancia de su comportamiento, de las
65

degradaciones a que sometió In cuerpo y i-u mente y de todo lo que sucedió des és de todo
aquello que te aterrorizó hasta lo inexplicable. Sin embargo, ella abia limpiado y organizado tu
casa como 110 lo habia hecho Dwotca, y habia espantado las sombras malsanas que se alojaban
allí.

TU lo sahes, y ci que está frente a ti, y ci que todas las noches emerge dci sueflo iluminador y
agobiante. Lo sabes porque ese sUeflo es tuyo, lo inico que te pertenece y ha quedado en pie del
edificio en ruinas de tu

pasado. Ese sueflo es tu Ouiica realidad, tu ünica e incontrovertible verdad. Ia (mica en que qu
eres vivir a riesgos de las pesadillas.

Por eso, esa triada que eres, Ia mira complacida, envuelta en aquellas

sbanas, como una nifla confiada de ti y dcl mundo. Entonces descubres cuál

es ci verdadero infierno: ci verdadero infierno es ci deseo de posesion de aquella boca, aquel


ahento y aquella piel; el deseo de aprebensiôn de aquella materia tan fugazmente corrompible.
Ese era ci infierno, glorioso, celestial, pero ci infierno.
66

EL MONGE [JIBERADO

Buda dr/u: ( unsidero ci juicto del burn v dcl mcii coma Ia c/anza serpenhna c/c mimi dragon. “K
in’c/tar.fr a lox dragones a heber tin exquisflo Ytia en Ici usa maivr, tnmcnsa COJNL..

L Po

“Las dragones tic oiv cay/tan lax cohtmnas

1, rtiianrcs c’unu estrelias.

Li Po

Mi corazón está ileno como tin cántaro vacIo. Mi corazón está vacio

como un cántaro Ileno. Soy ci recipiente de Ia absoluta vacuidad; soy la abundancia derramada
en ci contenido sin fornia.

Cerré Los libros y nil corazón se abrió como flor inmaterial al pieno entendimiento. Abolidas
mis facultades intelectivas me interné en mi bosque interior. (‘ombati arduamente con ci
hambriento fehno de mi gula y con Ia amada serpiente de mi lujuria. Los cuchillos materiales me
apuilalaban y ci dragon de mis sensorias facuitades reciamaba la energia de su fuego.

Con mIstica tenacidad reconcilié mis opuestos. Mi casa no me contenia,

mi manta no me abrigaba y mi estufa estaba sin combutih1e.

Las acuosas moleculas de nil cuerpo voiarcia su origen. hacia su

condicion primaria. En un tempo sin tempo me convert en arbol seco, y fm

casa de y de serpiente$. casa de reconciliación.

La ignorancia ahuventO a mis huéspcdes amados y lioré corno ci hombre anterior que huho en
ml, y supe que Ia fuente del deseo no se liabla agotado, que aün yo estaba atado al espejo
ilusorlo, mas Ia blanca sangre no obstruyO Ia presencia dc Ia anhelada coinprensiOn: supe quc
quietud y

contempiacion son sOlo esiabones esenciales de Ia cadena y Ia mitad dci

sendero inehidibie. Entonces ci zatri, Ia iluminadora y absoiuta 4

comprension, vació ci resto dcl contenido dc mi leno:recipiente y repose para

siempre en la nin’ánica vacu dad.


67

HISTORIA ZEN 69

COMIENDOSE LA CULPA

“Un dia, pot ciertas circunstancias, se retrasó Ia preparación de Ia comida de Fugai, un maestro
Zen Soto. y de sus discipulos. A toda prisa ci cocinero flue al huerto con su cucitillo curvo, cortó
verduras, las picó todas juntas y preparô una sopa sin darse cuenta de que en su apresuramiento
habIa incluido tin trozo de culebra entre Las verduras. Los discIpulos de Fugal opinaron que
nunca hablan comido twa sopa tan buena. Pero cuando ci proplo maestro encontré la cabeza de
Ta cuiebra en su cuenco, liamé al cocinero, “j,Que”es esu,?”, pregunté, levantando Ia cabeza de
Ia cuiebra. “Oh!,gracias —v maestro”, replicé ci cocinero, tomando ci bocado y comiéndoio
rãpidameute’.

101 ZEN STORIES (ediclén original en inglés ) recopilados por N Yogen

Senzaki y Pral Reps.

Publicación de Tuttle Publishing.


68

MAESTRo DEL SILENCIO

A (‘ésar Barroso

Scan. plies, Ltnfos caftan .ccrpienk’s. nmqne ta,nbien

mgenw’.s Could pa/tunas”. (.\ [afro .1, Iôi.

A punto de ser incendiado por Ia luz de Ia dichosa resignaeión, ci alumno preguntô al maestro
por la forma más expedita de aprehender Ia sahiduria sin que hubiera que fatigarse con Ia
multitextualidad.

En seguida el sabio tomó la pluma y el tintero y escribió sobre un arrugado papel las siguientes
palabras: “(Jna vez vii ainnino aborc/ó a sit nzats’tro con in nusitia in quietuS. En su
cuestionainiento se cleshocó. Sn gisia espirilnaf se /imitó ci decirle cf/IL? aiaiv sit letigna V
corazcm con lazos c/c serjiten IL’S

El discIpulo Ieyô y comprendiô, y recordô que aquel dia Ia respuesta no habia sido por escrito.
Tiempo después ejerciô de maestro y ci dia que ascendiô a Ia otra presencia, sits alumnos
elogiaron sin palahras sus virtudes, y no faltaron quienes dermmaran silenciosas Iágrirnas.
69

7 11

A’ada— upunte— IflCJIOS seguro tJUC 10 paluhri

zwj I:s:a ‘iL?t) t’e £7L?:L?il ?222CF2J YL’

cnurtne!nit( ynacturo. iw £‘SL’ I ‘its i’ttjo tit’

CU.S() ((ii dccsic,n Cs sutracaso).Itf/ruto’a xc cstâ o/,-cc:cndo; iu mdnO cOSt /t.i 11kV €/
iSo/tier/a SC in! 72!ndiL’flOO to CtCi7lldOc! tot/a C!? is P0CC?.

Pañl Valery.

Esbozo tIe una serpiente

Te duermes y al despertar no Ia encuentras. Se hPTnarchado, pero haV,...pt dejado Ia casa liena


de sus olores, lo que te hace pensar que a pesar de su

ausencia estâ cerca y Ia variedad de olores es Ia evidencia de que su presencia flota por Ia casa.
Te desperezas un poco entre las sãhanas, we no te quieres desprender porque seria como
apartarla de ti, como si renunciaras a tenerla aprisionada entre aquellas fragancias. Enciendes ci
televisor: niños escuálidos con miradas biancas sobre tin paisaje de muerte. Formulas inágicas
para saivar ci alma y rescatar ci cuerpo. Ofertas para hmpiar lacras, para redimir miserias y para
equilibrar diferencias. Apagas ci televisor y te incorporas de Ia carna. Tornas de Ia repisa ci plato
vaclo y te diriges a clepositarlo en ci fregadero, a! tiempo que te preguntas por aquel tipo de
came tan inexplicabiernente agradable. Luego depositas en tin extremo de la inesita Ia rara
hoteila que contenia aquel vino excelente.

Entonces te diriges al bano. y dejas caer ci agua fresca, mansa e inocente, sobre tu caheza
despejada, serena; sobre hi rostro, In espalda y demás miembros liberados del peso de dias de
esperas y rabias impotentes. Secas tu cuerpo, y como no tienes que afeitarte porque Ins mejillas
están
70

suaves y lisas corno las de mm muchacha, te diriges al closet donde tus ropas están
perfectamente ordenadas.

Te vistes de forma que puedes gustarie (, y sales hacia ci banco, nervioso corno tin timido
enarnorado. Quieres yen a, solo eso. No deseas hablar de lo sucedido, de 10 que no está claro
para ti. SOlo te interesa conteinpiarla después del mistenio de Ia espera y dcl estallido dc-
entrega, y regresar con Ia prornesa de que volverá. Liegas. Te acercas que está - frente al
computador. La saludas, pero no Ic preguntas nada, iii siquiera cOrno

ilegó a tiempo al trabajo, porque sabias que Eva se habia marchado inuy tarde, quizás una hora
clespués de su horario de entrada.

Te acercas más y Ic sonnies con timida resoIuciOna te guiña tin ojo

en señai de agrado, de complicidad y de aprobaciOntjitonces lees ci mensaje

cifrado en ci paisaje verde de sus os,yJarchas. Carninas por !s cailes de Ia ciudad, sin rumba No
tiene ‘9lond ir,’excepto a tu casa, a Ia que Ilegas por las noches despuës de peregninar odo ci dia,
y al banco, temprano en Ia mañana, a depositar o retirar de tus mentirosas ganancias Cfl) siempre
a veria. Ahora todo es tin circulo dichoso un circulo que se repite, ahora que estãs parado frente
al espejo y frente al otro que te observa, y ambos iniran caniinar a! tercero. Ta sigues caminando
por las calles, a veces angostas, a veces amphas, pero siempre sucias. Cailes sin árhoies ni
pãjaros, pobladas de edilicios y casas envueltas en cálidas frialdades y seguridades tambaleantes.
Los mendigos y lo enajenados puiuian por doquier. y los malos olores van suhiencio con ci dia,
conlbrme ci calor va degradando el agradable olor matinal y desvelando la esencia de Ia
naturaleza de las cosas.
71

As! to desplazas por tu pueblo, observando cuanto to rodea, — al nusmo tiompo indiferente,
como un läquir quo liovara a cuestas ci peso do

conciencia. Pero tü no ores un visionario sO!o ore; otro actor en ci escenario dot mundo y en ci
pequeño teatro do ft. No Mientras avanzas, sin hablar con nadie, sin sonreirle a ningñn
compuoblano, como ci oxtrafto hombre quo ores, to alogra saber quo hi casa, Ia casa del sueño,
es ifl:: distinia a t Jo quo to rodea, porquo Eva lo ha cambiado todo. iii y los otros lo saben. A
pesar del juego do dolor y placer, sabes quo lo quo sobrevino do su

beila cnieidad>io lo cambiaria por nada do este inundo falhdo.gAsi lo

piensas, miontras intentas adelantar ci tiempo quo to traerá Ia noche, y

v-Tt’ a In exquisita nina cibernética. Con la roja sombra la do la tarde casi engullida por las
faucos nogras do la nochura, Ilegas a tu casa. Al abrir Ia puorta to encuentras con Ia indeseada
presencia do ueon tin Iienzo y tin cubo con agua. To dice quo está desempolvando la casa, quo si
tü quieres quo todo so to caiga encima, quo si doseas morir asfIxiado ontre tantas suciedades. en
modia do aquel muladar en quo y tü, desconcertado por ía rabia quo apenas podias contoner, le
dices quo so vaya, quo todo lo quo ella decia montira, quo la casa ostaba ordenada, limpia y
olorosa como un altar, y quo “ifi has traido esas inmundicias di? in ca/IL? porque no sahe.v
liacer tiada #itv digno que limp/ar v rc’zar” . Le pides quo so vaya, quo so esilirne como una
indeseada vision, quo so vaya a limpiar las podredumbres do Ia ciudad y do su parroquia, quo si
era dinero lo quo queria so lo darias en abundancia, con tai do no volvorla a vor en ci resto de In
vida. 1iia embargada por ua ira cristiana, to grita quo no quiero tu dinero, quo Jo haco por afecto,
porquo era amiga do tu madre, como t& sabes, In madre quo rnuriO do disgusto.
72

Jjtiianaote por Un brazo te arrastra hacia un rincOn de Ia casa v te muestra Ia sarta de animales
amontonados: ratones. cucaraclias, araflas. alacranes, escorpiones, lagartos, moscas, excrementos
de gatos v una culebrita que habIa encontrado disecada dentro de tu Tratado de Serpentologia. Ri
Ic aces por que Ia evidencia está denamada a (us pies, pero piensas

pudo IIevar.a’;eI rnontón de carroñas para justiticar Ia limpieza. ‘Fe sientes __ conftrndido
porque estãs seguro de que por Ia mañana, cuando saliste, ci orden

y Ia limpieza eran irreprochabies. ‘Fe qucdasc1 post rado por Ia confusiOn,— $,ltlnre

al tiempo que observas que rr±a i3eat se aleja con ira presurosa hasta Ia

puerta de salida.

La major no tarda en estrellar Ia puerta, al tiempo quo te 14tt., con

vozarrón de mujer Iiviana:” ojala Ic enferntcv con cxci came que hue/c a hex/ia dcl mon/c “.
Apenas Ia escuchaste, varado en Ia contemplaciOn de aquel bestiarlo muerto. Luego te diriges
hacia Ia cama. Irtentas arroparte con las sábanas quo habian cubierto ci cuerpo de Eva, pero las
apartas porque ahora huelen a polvo, a moho y a ropas sucias de varios dias. Piensas en tu madre:

seguridac4 sJhanas limp/ax. MI, abatido, va dejando que ci resto do la noche so vaya deslizando,
a ratos levendo tu libro, o viendo televisiOn, o contemplando ía insufrible irnagen.

Cuando Ia noche desenreda por completo su Iienzo de negrura, sientes que ci olor a poivo y
humedad Sc va esfumando ía casa va lienándose dcl mismo paquete odorifico de Ia noche
anterior. Sabes tine Ia transformaciOn repentina dcl entorno es ci preámbulo do su Ilegada. ‘:a,
Pronto Ia yes entrar con la contianza de quicn penetra a su casa.
73

LA MUERTE DE AURORA BEATO

Ti senor Ic cl/jo a Moisë.s’ y a Aaron: — sy

Ics pide qiw hagan un mzlagro, Ic diras a AarOn

que tome su hasten y quc’ Ia arroje a? suelo ante ci /ceraon, parts que se coil Vierta en nuts
serpiente.

Exodo 6: 8-9

(‘on tin portazo iracundo, I)e1ea. Beat abandona la casa del sueflo y se dingo hacia su morada,
distralda de cuanto Ia rodea, embebida en su cólera contra Adán, malagradecido, quo ella
aceptaba ci dinero por necesidad, pero no limpiaba la casa por interés, sino porque [a madre do
Adán, su compañera do parroquia y do proselitismo religioso. le habia dicho muchas veces, al
final

do su desencantada vid/que Ic cuidara a su hijo, pobrecito, que él no era

inalo, aunque sus conipafleros do revolucion lo acusaron do traidor, quo su

ünico rnterés era salvar la patria de las fauces del Levitán y establecer tin reino de justicia,
cuidalo, aHtzt. solo a ti to lo confio. linipiale Ia casa, quo tO sahes quo él, con sus lecturas y sus
otras manlas, so olvida do su higiene, SocolTolo quo éI es bueno, que no es un demonio corno so
dijo, title dernostrO quo las serpientes no son los aniinales quo nos han enseñado, no son Ia
encarnaciOn del demonio cono nos han predicado nuestros sacerdotes, entoncos tO también
dudas, Genara, do lo quo nos ban enseflado, entonces tO no crees en la verdad do Ia Biblia, quo
no so equivoca porque ftie Dios quien Ia dictO a sus escogidos, entonces tampoco crees en io
quo dice nuestro correcto sacerdote, quo todo lo que habla lo potie Dios en so boca, yo creo.
claro que si, pero nit hijo no os malo, cuidamelo, tu sabes quo la

cared me lo devolviO thedio malogrado y trastornado. que lo perdiO todo: su salud, su pequeflo
terrono, sus sorpientes y la confianza do sus compañeros do
74

4—.-

aventuras. si, lo hare por ti, Ucnam, que eres una buena mujer, que has tenido

que pagar con dolor los ilusionismos y las herejias de hi hijo, si, lo hare, a cambio de que hoy
hables con nuestro sacerdote y le confieses to pecado, to creencia de que la serpiente no es la
encarnaciOn del nusmo Satanás

Asi llegO a su casa con su cabeza torturada pot los recuerdos y por la Ira. Si, lo dejarIa morirse,
lo dejaria que se pudriera como cualquier bestia, además, quizás Dios no le perdonaria haber
asistido a un hereje. No tarda en tomar so rosano de cuentas negras y postrarse de hinojo sobre ci
piso de su cuartocelda de penitente solitaria, y empieza a rezar su rosario infinito, al tiempo que
se golpea ci pecho en on ejercicio antiqulsimo de Mea Culpa. (‘uancto ha deszranado incontables
veces las cuentas, se levanta y se enfunda en su bate eterna castidad. La rabia se to habia
esflimado/ ci desprecio por Adán y su deseo de quo fuera castigado, se fueron co ella Ia cania, y
Ia acompaflaron por ci tránsito del sueM, y sonó quo una gran serpiente estrangulaba a Adán.
Dentro del sueiio no puede controlar Ia alegria que se Ic desborda por los labios convertida en
nsa maLigna. Pronto cede Ia nsa y so a so transforma en horror cuando so da cuenta do que la
serpiente s Lila.
75

CONFESIONES DE UN CONDENADO

“En ci deswrto, icracl Jut’ castzgcaio por sc’tpietzlac arc/ten/cs (‘najash sarciJ por cu reheldia
(Nñrn. 21: 4—9: I)(. 8: 15) A es/as probabicmcn/e SC IL’S llama •‘arthentc.s c1chdo a lax
fIcbres quc causaha /a inordedura ‘ ci ardor c/c Ia misma ( ) Sc’ cree que la serpiente toriuc,sa a
ro li/za de Job 26:13 alude a lii constciaciOn liamada ci dragon, ici cacti pasa c’ntt’c la usa
mayor la asci tnc’nor

Nueo pequeflo Dieeionario ilustrado do Ta

Bibjja. Wilton NI, Nelson, editor, Pdg. 612.

;A ‘

Oucridos c÷t.: ACTfl1* 9

it: eon/&ción prohará que tot/aria posco a/go

uliteic. pero tamhwn me impulsa a cxigi rifle mayor

CultiSt!.

c/c hondaci, lo gut’ mc devoción por ;n.icstrci

To, ciproscrilo, ci c’nemlgo c/c Dio.vv sit misera h/c causa, t’iictt’iido es/c hunt/ito ciczarm’dio
4--’i, CO/OL’O c’s/a picti mnagesiral c/el grupo

a con/ar mi hmstoria, cjzte in/en/arc rcsunnr, no para its

inn/ti hid hondaciosa v rex/gnat/a tic “los hijos c/c ito ‘‘‘ (;lihremc ci diahio!), S/lit) parts ci
gntpo scit’cto c/c IfliS eorreiigionario zic hit’ iflileve ci CS/ti con/esion (‘cumiclos angeles (IC
nucs’tro c.’Omnun descaruiammenlo) us win agrac/ahlc’ no/ida quc he rccthzdo boy, vicrncs
i,cIc agosto dc cs/c 51gb quc

agonizu: cm i sits origenes: mc ha ilegado It: in/orinación tic’ gut’ lk’atriz Ray igiiac von, in
mstructom’a rehgmosa c/c mliii in/miens, ha iiiucrto destrozacla J201

Un edneci’ Comno us/cc/es when, vo iamb/en inc iraslada,’J inui’


76

pronto V pot prop ic volun tad, (;hendilo sea c’i principe 1/C 10 OSL1IIIJCII[9 a in mo rat/a c/c
in ctcrna miada

1ai-4a despierta dcl sueno/pesadilla en que se sono serp1ente asesina. Al dia siguiente, torturada
por ci sueño indebido, se dirigió presurosa y compungida a su parroquia a confesar Ia culpa
onIrica. Su arno sacerdotal Ia esperaba hundido en su silla confesionana. Ella no se extraflO de
que él Ia estuviera esperando; sabia que Dios 3’ SUS representantes conocian los suenos mâs
ingenuos de cada integrante de su rebafto y de los enemigos de su doctrina. Ignorando que ann
transitaba por la region del sneijo, confesO. y en vez del alivio esperado, se encontrO con una
violenta carcajada de burla emitida por un monstruo cornudo y con rabo de serpiente. La mujer
saliO aterrorizada y con mayor grado de cuipabilidad.

Pest/c ti/i in/thicia /1,1 invadido pot ci demomo c/c In curiosidad intcrrogadons. Querla saber Ia
razon c/c totlo, pcro sicmnpre inc enganahan v quicHes Jo hcititin htil,iaii su to ci sit vcz
VlCtitjiaS V COflt!flUacIOrCS c/c? zinc:

pmaclica habitual. (‘nd nc/I) dona Rcsignación lios c/ecu; a los nmos dcl cvtceismo quc’ J)ios
era ci set Il/tic pot/crow v bueno quc exLctia, 1’ qite nos cnnahcr muds quc ci las otra.v criaturas
c/c sn crea iou, bc/OS los li/flUX esitibtifi tic acucrdo, mc;ios’o. Recuerdo que ci pruner din cjue
lo cfljo le prcgunte tjiic’

si era como cl/a deem, por quff ci ,nzinc/o era ac/i/cl nil/c c/c horror. Recucrdo — (jUt’ se I/c’no
c/c ira i inc chjo cpi c era por in inn/dad v ci pecac/o c/c Ins

houihrcsvpor ci cthuso c/c in hhcrtaci quc bios jios lush/a conccc/i do. Ac/cinds.
77

que atj ne//a t’ra itli ifliste no j’aiti ci ctial solo bios tenia re.spucctc.i, y nil deber

como cr/S/lanD era cemrtne a lo que L’S! ahiecia ci catecismo...

J,2

(LA MUSTCA ENMARAADA ‘i’ EL OLOR AMARILLO&

SE ABRAZAN EN UN CONCIERTO lNFERNAL.)

Otto c/ía nos d4o que bios estaha en tot/as par/es, que no no, qullaba La vista tie encuna,
pcndiente tie nucstros ac/os. Le c/i/c que no crc’ Jitese act,

o de to con/rant) hub ía que ad,nitir que bios a veces se cionnia 0 traia. AhIfite ía del diablo.
Recuenlo que dc’ ininediato enipezo a galleteanne v a goipearine con twa ingrata van/a tie
niaclera cjue sleinpre tema a manos para

cucttgaj,A’uaiquien irreverencia. Aquel 11 raW soc /iie e.SL c/u/ic ado en piesciicta tic io
ciemcs niñac, j’ frente i el/os ic- tiz como ci ‘pcquen0 diahfil/o “. i-ti ocilo qui empccc a sen/Jr
con/n lla ii zo quc’ tai cab/i cación

inc agradara. –

Aque Liv 1kw, queric/os cZ.’;, Ia sentcncia premonito ri/ic nil hi/uro con/u hcnnio con ci unto
abso/uto tic i;ii ‘ida/ cuvos pies jnon/o

derramare mi cxis/cncia, coma Ia iias (11120 rosa tic’ Las ofrendas.

L orotea sueña que despierta aliviada de Ia culpable pesadilla. Sc levmita de prisa y viste su
mejor ropa para asistir a Ia misa del dia. Llega a la iglesia inás rápido que en sus 30 añosAin
faltar a la misa de todos dias. Esta celeridad no Ia l1ex’ pensar que navega las a,guas del sueflo.

En vez de ocupar los primeros baucos, como acostumbraba, se sienta en uno de los ültimos, para
sentirse la más despreciable a causa del pecado del
78

sueño. La atraviesan miradas afiladas eono püas. La observan corno a una

advenediza en aquelia parroquia qu)abIa ayudado a fhndar, en Ia cual

ilevaba inás de 25 afios impartiendo ci catecisino a los nifios de Ia ciudad.

Cuando se inicia ci ritual de la cornuniOn, no tarda en sumarse a Ia resignada procesión de los


canibales. Al llegar su turnabre Ia boca para recibir Ia luna de pan, pero ésta se,/torna negra. y su
lengua (ahora résped) en vano intenta retener Ia hostia. Un murmullo de voces espantadas da
paso a un tumulto infernal dentro de Ia iglesia. Dos hombres Ia doblegan con ira de fànáticos y la
arrastran hacia ci muro de los suplicios.

El sardénico sacerdote que habia recibido su confesion, empieza a golpearla con su


Iátigo/serpiente. con Ia intención de extraerle a! denlonio.

Minutos después cesaron los golpes, pero no pudo ernerger a la realidad.

4nicia I nposthi ic/ad c/c eneontrar respitestas a inLc iiunictudes, v antc lox ahitvos /Tctcos v
psicoiógteos pc,petradov contra ml por quienes6eh Ian

orientarinc v raspctarinc, decidE consczgrarine a lii practica dci maT [labia

ilegado a its conclusion tie quc xi hien ci h/en 120 era ci mcxi, texitu inucho c/c

es/c. To 17/cc concienic c/c cjuc xi no serb dichoso en ei’io, tampoco Jo serb en

ci Vano c/c reiclo c/c la misc ricorcha. –

(VUELVO A COLOCAR ESTA PIEZA QUE TANTO ME GUSTA Y

ENCIENDO OTRO CIGARRILLO1 PORQUE AT.1N NO TERMINO LA

HISTORIA, AMADOS DISCIPULOS DE MI CORRECTA ENSEJA}JZA).


79

B/en: cuando me ciiterc c/c ice no (ida c/c quc Beatriz I?es/gieación agonizaba, me embargo twa
gran clççri quc cc! nyc a pun/u c/c Izacer pith//ca. izntonccs me quite estos aretes, recoric ml
pc’lo enmarañado y alninciantc co/no mi cad/f/al. Mc puse cmos panta font’s clecentc’s como
cualqmer h/f o c/c ‘buena flimi/la “, V inc presente a Ia coca tie /0 inor/hunda, porcjuc VO
tcimhien, toiiio cuaiqurer otto i,cictardo c/c Ia e,udac4 querma contcmp/ar acjuc’l rL’gocqcintc’
(pcircl tilt) espectacuio/mtsecular.

(7110 Icermana c/c’ hi enferma, enana y inistcriosa, inc ahrió ía puerto.

Ames c/c perinitirine entrar a! cuarto de Ia agonizanic, JIlL’ COiflUhliCO que cu

hermana habla s/do humillada pot un cancer vaginal, c/nc’ pocas personas La v/s/ta/ian c/tic cc /c
ha/ia di,/lcultacio conscgur las c/togas parc! .coportar sits padecienientos.

( ‘uanc/o en/re ci ía hahita in c/c ía quc Jicthice sido nil eatequista,

contemplC, fleno c/c horro asco p c/c fast/ma, ciii cuc’ipc’cito florecido c/c

‘F /

//agas. Me aeerquc to max ptu/e a la meijer que /7(11) SC ha inarchcicio c/c? c’S/c niuncto. La
liermana tamh/én xc aprox/nzo p vol vio a (JcCll7nL’, COil lndl.cl,nu/ada inalicia, quizás con ía
ink ticion c/c quc Ia enfi-’rma ice escuchara, cpu’ Rca/ri: sc Iiahfa tic gado a rec/hir Ia
exflemaunclón. C ‘uando ci saecrciote Se ic accrco con esos finesi o rcchazó eon vloLczici,
chciCndoíe quc no ncccsirctha ninguna sentencia c/c scth’ación, porq mei ahia v/vldo bc/a sir

&uJ

vicia en eontuhernio con cI 1)/os seiplente c/c su religion, i’ chic/aba que j

P/os Ia percionara en tan poco ticnipo. Ast c/lie sc i/ia con gusto p rcs/gnae/On para ci mfierno.
80

En ese rnolnL’ilto comprencli par qué sits conipinehes c/c la iglesia Ia human ahanc/onado, y
pot’ qué Ic hub ía resultaclo tan cit/Fell eonscguirios_—

inec/jecunentos. En medic c/c hi con/esion c/c la hermuna, Beatri:

5/15 a/os, los ciudes tenian un hr/I/o intcm’inedho entre Icic/a v Ia nincrt2 anrzo como en schcil
c/c qite tile ha/na reconociclo i’ ahrió sit boat SCc’clV eraterosci, euro aliento c/c carrona east
me clerriha a cu /ac/o.

Por breve i/en/pa inc xraslac/c cxl pccacIo, cxactcln?cntc cxi c/ia en que

rectin c/c suv manos Ia ñltimc; golpicc. pero no sen/i 0€/ia par ella, m7’ hien —p
colnp/accnei’o /201 su ac/c c/c apostasici, quc ici Ilerinano (a /a puerta c/c Ia

iflue1tc’, ci in! caaca j’ a Ia ccl usa c/c zhctcdcs. aniados c/iscipu/os v hcrmanos..

(DE NUEVO HA CONCLUIDO EL DISCO DEL GRUPOfImrLmRA- Y

LOS SAGRADOS CIGARRILLOS SE HAN AGOTADO. PERO YA NO

QUIERO MUSICA NI IIUMO; SOLO DESEO DORMIR COMO EL

PRINCIPE DE LA DUDA, AUNQUE ANTES DEBO FINALIZAR LA

HISTORIA.,.)

Rcipic/atncntc eli/er cr1 dcl pcssctc/o sin rcneor V mc cstrcl/e en ci prc’st’nte prccisanzcnte en ci
momenta en que Bea/riz Rcsignactón, mc c/i/o, Con voz Casi inaudible, unci fr/ste sonrisa V
111/ inocultahle hr/I/o c/c diecepelon en sit rostra: /1; tenlas razón, tü tennis rcxron, ml peqi.ietlo
c/tahiti/c. Y en esc Inomenic) term/ne c/c pcrclonar/a. v presa c/c ía cigraciahic cinoezon es/live
a p/sri/c) c/c’ dec/ne que nov I’cridunos en el in/lerno. pero tic) c/i/c tictcia v tilt’ inarché hue/a
tnt sagracla ducvci, arrcpcnticio dc ml es/np/c/a c/chtlidac/... 7

* **
81

La kata cierra la carta ante el asombro de la cofradía por la debildiad del jefe muerto, pero sobre
todo, por la coincidencia de las dos muertes el mismo día.
82

VIII

varadurus horrnvsas en ci /onclo dc gal/os

son;brios tk,,zcic Ins set jnentcs gigantcs, clevoradas

/5)1 las dii ICIICS, L’UL’fl Ge lox ttrboics nito reiGns, eon negros perfumes.

Arthur Rimb and

Ella te abraza, te envuelve en melificos miinos, luego te suelta suavemente, y entre movimientos
felinos y serpentinos, se acuclilla sobre ci mueble, ahora lustroso de tu sala, y te llama, y tñ no
tardas en dejarte envolver en sus destrezas amatorias. Cuando la excitaciOn I1ega at máximo
punto arrastra contigo hacia Ia carna, como si tà flieses Ia pieza de un depredador. Cuaudo ella se
despoja de sus ropas te parece una inofensiva nifia, bajada a

tierra y abandonada de ‘Ia mano de Dios”. Pero pronto descubririas Ia

fiera indomable que se ocultaha en aquel cuerpecito de gacela, Ia hestia voraz

e insaciable que habia dentro de aquella piel rosa y bruñida, de aquellos labios tan rojos como un
higo partido y derramado en tu plato de deseos.

Luego de la dulce contiend4, s levanta y te prepara Ia misma sopa de la noche anterior, y te sirve
una copa del mismo vino. Comes y bebes como tin asceta después tie larga abstinencia, 0 corno
19 ii ste al salir de la

cárcel, estragado rn estómago y dislocada tu mente .Ajj! gusta la forma como engulles ci
alimento y bebes tu vino ciaro, corno si rio supieras lo que

haces, como si twa extrafta entidad te mane jara.

No sabes, todavIa, q tu voluntad no te pertenece, quYdirige. Solo sabes ue te gusta n.i. vida a su
lado. Cuando termmas tu mecánica alimentaci &lla etira el plato v lo coloca (sin twa espinilla, un
huesillo o tin
83

charqufto del liquido) sobre ci gavetero do ese mismo espejo donde ahora to contemplas, y evoca
las repetidas vivencias oniricas. Y to dices quo se lo perdonas todo. quo asumes los placeres a
cambio de las penalidades.

La mujer coloca también la copa vacia sobre ci gavetero y to seduce do nuevo. Luego te aparta y
so envuelve entre las sábanas, como siempre, para dar Ia irnpresiOn de nifla inocente y friolenta.
Tn Ia observas detenidarnente, agazapada, confiada a ti, corno si fueses su ünico centinela. lo
ünico con quo ella cuenta en oslo mundo, y sientes un renovado deseo do abrir con tus labios su
boca y acariciar, besar y hasta ma&zullar las pelotitas blancas do pezones rosas de sus pechos, y
marino extraviado por su vientre iiso y pulido, como un poqueflo mar congelado, y apartar
suavemente el lacio ra - quo guarda, como un vigla celoso, Ia herida termal, y reposar Integro
e(1a. Pero sientos pena do despeitarla, de intemimpir su manso sueño do animal satisfecho7sI
permaneces por horas, velándola, como Ia inadro arnorosa vigila ci sueño del hijo enfermo,
acezante como un can hambrionto do comida o do yunción, como un sonámbulo de su precisa
geometrIa, hasta que arnaina Ia llama del desoo y to duermos a su lado.
84

Ix

SEGUNDA FASE DEL DELIR1O

En los albores do Ia historia egipeia. 3.200-2.778. en lo quo so denoniina periodo tinita, nace ci

relieve en marfil. esquisto, que inmortaliza las

hazañas dcl faraOn (paleta do nãrrner). Aparición

do Ia escriturajeroglifica. Estela dcl roy serpientc: —— Pequcilo Larousse Ilustrado.

Yo fui tin soldado al servicio dci faraón, pero tin dIa deserté de sus filas cansado de ver correr Ia
sangre de amigos y rivales. Yo estaba hastiado de vivir a prisa. tie arnar a prisa, y de estar
constantemente al borde de la muerte. Vision bendita, yo fui de los pocos que tuvieron ci
privilegio de ver ci rostro de Ia mas bella entre las bellas: Nefert, Nefert, Nefert. Sn mirada verde
aün envenena ml came de deseos.

A los pies de una ingrata arrojé lo que restaba de mi sucio botmn de guerra y de los amores
derramados a las puertas de las casas de los placeres, a

camblo de una noche de embriaguez entse-s.qs brazos. Sueflo, visiOn bendita,

‘N

Salome, decapitadota de esperanza. Por jg,emprendi nuevas guerras en las

que vend a incontables hombres de remotas latitudes y diversas razas, y Ic presenté (flor de
eterna liviandad) todo ci producto de ml pillaje, pero a cambio recibi manjares de humillaciones,
mientras mi corazOri ardla de amorosa rahia. Sueflo, vision del más dilacerante abandono. Un
dIa fui expuisado corno un mendigo intruso de los airededores de su morada. Entonces pense
cinbarcarme en nuevas guerras y procurarme ftierzas y riquezas con que hurnillarla, pero ci vigor
del antaflo me habia abandonado y los lazos opresivos del poder ya no me seducian como antes,
pero, oh!
85

huinillación de Ia came! no pude renunciar a Ia inagia agridulce del amor. Por eso he venido
hasta Ia quietud de tu refugio, hermosa morena de El Cairo. Me han traido Ia abundancia menuda
de tus proporciones caobas y las destrezas de tus manos para ci manjar y el amor.

Perfecta geoinetrIa de mis deseos, acógeme en tu retiro. Se que estoy estropeado por ci
desengaflo del tiempo, pero en ml cuerpo aün arde Ia lefla para cocer Ia presa. Vision bendita, no
tronches ci lulo de ml esperanza.

Déjarne soflarla cc, Ia edénica pureza. No me expulses de tu dichoso escondite, noche c’èrrluna.
Danzas, danzas pan nil, cohra!serpiente mia. Yo seré tu encantador y tñ te enredarás gozosa
airededor de ml bácuio !reptil. No me eches de tu casa./cánmra del amor. Cultivaremos un
huerto, tendrernos hijos que no sabrñn de guerras horrorosas. Negra belleza de mis perdidas
ilusiones, recupemaremos ci paralso en cornpañia de Buda y de Kamala, de Eva, Adán. Adino y
Ia serpiente.

Hija dcl Africa ardiente, tendrernos un horno para Ia abundancia del pan. un videdo y un
1agar,.ØI nuestra propia embriaguez. Sueño, visiOn bendita, dejame sonarla jella,,, tal vez a
LauraBeatnz de Ia apetecida redenciOn. Yo, ex—soldado cgipcio al serviclo del faraOn, quien
tuvo ci privilegio de ver ci rostro de Ia m2{s bella entre las bellas: Nefert, Nefert, Nefert.

***

Y despiertas de tu sueflo de ex—soidado egipcio y te redescubres en ci hombre que eres, atado al


mundo tan sOlo con los frãgiies lazos del arnor. Y piensas que tá tambiCn iuiiste a Ia guerra en
defensa de tu patria humiliada por
86

ci intruso y glotón Leviatán, y recuerdas que tu madre te lo decia: Hijo, flo

vavas a ía giwrra, que solo J)ioc puecle corregir esta equivocacion Ilamacla

Pero no Ic hiciste caso y abrazaste en tu pecho aquella causa, después

te acusaron de traidor, que Ic pasabas informaciót4 los representantes del

monstruo. Cayeron muchos. Muertos amigos, tronchados como promesas

que se asomaban al mundo on 1 I d

etus ... . tretenu’

I t’t -- — I

Luego lcaTcuh—aettsa4e-4- ee—enadt---de--seFpIei1tee--y-rnas tar&

4a—1iberta4. 1lntentas apartar los recuerdos que te transportan a Ia amarga -

normalidad, y piensas en ci presente, en compñIa de Eva, que comparte —4

contigo esa rara y hermosa region dcl sueño, a pesar de tus pesadillas.

Te mcorporas de hi c i v repites ci ceremonial de siempre. Sales. Liegas al banco. Percibes e l1a


señales de simpatia y de contirmaciOn del próximo encuentro, esa noche. Entonces sales ufano.
Las angostas cailes con sus malos olores te parecen tolerables. Los ruidos de los veh.iculos, de
las fábrjcas y dc las industrias con sus huniaredas contaminantes, te parecen

natural, cOnsono con la marcha del progreso. La mñsica salvaje y lastimera

que fluye de cualquier recoveco, te parece exquisita inelodla. El árido paisaje

de los edificios y las casas (promontorios lineales y secos) te parece correcto porque Ia
civilizaciOn asi lo exige y tñ no tienes dereeho a combatir lo que para los demás es normal.
Adernás, ahora tu vida es casi perfecta.
87

No tienes hijos -U14es casa propia y no

tienes que gastar en 1impiezrciue esperas que vuelva, y Si lo hace, no le darás un centavo, En tu
closet hay ropa en abundancia. No necesitas comprar los sen’icios de una prostituta porque estás
convencido de que ningün hombre de Ia ciudad posee una mujer coino Ia r - No requieres más
alirnentos que aquella sopa y aquella copa de vino qu 1la sirve todas las noches, lo que Cs
suficiente para ilenar Ia fuente que luego viertes en su ánfora de fuego y hurnedad.

(‘uando ilegas de nuevo a tu casa Ia encuentras más sucia y maloliente

que Ia celda de herejes que alguna vez te habilitaron. Por suerte no encuentras

J3Or

la inoportuna presencia de etea. Pobre Adán, desconoces la nota

necrologica del periOdico de Ia ciudad:

A’cr, i’icrncs 1$ tie agosto. ascenc//cron c/c lapesadilla real a /0 region

- Lir0P

Lie Ia ftc, las scnorac Y41tth’tt1kat&v Rca/ri: 1?esignac/ón, conocidas c/cvotas

dc /a cvu.ca tie fl/os. Ambas mi.qercs initricroji en 0/Or c/c sant,dad. Tam/i/en t1VL’{ fat/ecu)
Un jove/i re/ic/dc a qnicn tot/os llama/ian “El C onc/cnado “, ?

gwen cstaha ligatlo a prdcticvs 4e’s, scgñn expresan quicnes Ic —V c000cic’ron: ?ue 1)/os Iv
/iai•’a pertlonaciof —y

Nada importa, aunque nada entiendes, porque sabes que Eva no tardará en Ilegar y Ia casa
tomará un nuevo aliento, 1111 impulso revitalizador. Pronto todo quedará liinpio, embalsamado
como ha podia - hacerlo. Con automática diligencia acarreas los animales muertos hacia un
rmcon, los cuales se habian multiplicado de forma sorprendente. Le prendes fue go -
88

El desagradable olor a came charnuscada lo invade todo. La repugnancia empieza a revolverte ci


estórnago y las arcadas no tardan en liegar y desatarse con estremecirniento telárico. Los vómitos
brotan en chorros espesos y abundantes, y las dificultades respiratorias te aprisionan los
puimones como correas/serpientes de fuerzas. Inñtilmente intentas dirigirte hacia Ia puerta de
salida con la intenciOn de abandonar ci lugar, pero ci sincope se esenta justo at momento de
empuflar la cerradura. Cuando despierta &lla stá a tu lado y todo en orden. Fl aire circula sin
dificultad por tus pulmones. - Lrues sin comprender, pero no importa. Solo cuenta el hecho de
estar vivo ‘Ila unto a ti, corno eficiente celadora.

Viertes sobre)a mujer una larga mirada de agradecirniento, una mirada que solo quien nos ha
rescatado de Ia inminencia ci muerte. Piensas que en cualquier circunstancia en que pelipe tu vid
lla estaria aiti, como prodigio cibernético, para rescatarte. Si, ahi es a, envoiviendote en cuidados
maternales y nupciaies.

Y no tarda en deslizarse hacia H, con sigilo y suavidad de reptil, y te

enreda, y vuelves a ver, a palpar y a oier Ia rosa florecida, la hcridneL

centro del triángulo, en ci centro del bosquecillio iluminado por s’ do media-c N— luna,,Luego
procede a prepararte Ia comida de siempre, quc engulies con

fruiciOn animal, y bebes ci vino exquisito, mejor que ci que tornan los terricolas ‘reprcsentamcs
de Dios”. Terminado ci divino banquete, Ia mujer busca Pt libro y lee para H acerca de la betla
esmeralda, de Ia inmensa pitOn, de Ia noble cobra real y de Ia terrible anaconda, devoradora de
caimanes y cocodrilos.
89

GASTRONOMIA I

MANJAR PARA TRES CULPABLES

(CON I)ANZA DR SERPIFJQ’7E)

PARA I IEC7OR AMARANTh -, ‘.Asf crnucan, cuiebras hum an as, con sigHt,, lentamente;
q/os ck sapos. thenks ik toM miraclas

Iadeadac..

Hóctor Amarante,RRos.

Antes de hundirse en Ia region del sueilo, tomó el libro sagrado y leyó ci mismo pasaje de
costwnbre en donde se narraba Ia infame decapitacion de Juan el Bautista. pot orden del
lujurioso Herodes y pot voluntad de Ia perversa Herodias. (‘errO ci libro satisfeeho de haber
eumplido eon ci deber de salvar Ia patria de aqudlla banda de facinerosos, distinto a aquel
sanguinario cuyo ünieo none de erueldad flie Ia coneupiscencia. No tardó en dormirse, mecida su
cabeza en aquel habitual ejereiciojustificativo.

Y soiió que se levantó mãs temprano que de ordinario, devorado dulcemente pot Ia eufóriea
alegria de que ese dia recibiria Ia eabeza del representante del ültirno foco de rebeldia que Ic
quedaba al pals. Ahora no tenth-ia que gastar balas y energIas en Ia pcrsecueiOn de aquel
montOn de sediciosos; pot fin podrIa dcdicarsØ’por entero al progreso fisico de sus dominios, lo
que constitula su mayor desvelo y preocupación.

Se vistiO con mayor esmero que de ordinario para estar a Ia alt orgiástico ritual, se empolvó Ia
earn eon ci talco extranjero de siem remilgo de superficialidad fèmenina. Se envaseliné
discretamente el pe oy *rl
90

acicaló ci bocito que tanto Ic celebraba su caterva de aduladores. Luego se colocO las botas que
no abandonaba ni siquiera a Ia hora de dormir. Decia quo moriria con ellas puestas, peleando,
quo sus enemigos, los enemigos del pals, no Jo sorprenderian ni lo harlan huir de su pueblo, ci
pueblo que sOlo éi habia logrado pacificar y engrandecer.

Lo satisfizo saber que su regia indumentaria estaba en annonIa con aquel dia quo preludiaba un
momento memorable en los anales do Ia RepUblica.

Afuera, Ia veleidosa multitud, azuzada por unos cuantos perversos ilustres, Jo aclamaba como a
su Onico gua y salvador, lo quo Ic inflaba ci pecho do orguilo hasta las Iágrimas. Embriagado de
la agradable emoción, so dirigió al oscuro y solitario salon donde recibirla la apetecida prenda.
So sentO en su poltrona intransferibie, tomO ci libro piadoso y leyO el pasaje de siempre, solo
quo esta vez Ia lectura so efectuaba en Ia regiOn del sueño. Por 050 110 pudo comprender ci
desagrado quo ahora Ic produjo ci fragmento, ci cual Ic pareciO una flinesta promoniciOn.

Estaba envuolto en estas cavilaciones cuando so presentO ci verdugo con ci banquete sangrante
dontro de una handeja do rñstico aluminlo, y con sonrisa do satisfacciOn por ci deber cumplido,
se Ia ontregO a su dueflo absoluto. Do inniediato, ci señor do todo so llenO do una gula
incontrolabie le pidiO al siniestro embajador quo lo dejara solo.

El sicario lo hizo do inmediato, no sin antes ejecutar su sabuesa genuflexion de siempre.


Entonces, ci vástago aventajado del Leviatán so
91

quedO a solas con aquel manjar quo no queria compartir. Antes de dar ci primer mordisco se
detuvo a contemplar nhlnuciosamente Ia cabeza y no tardô en Ilenarse do horror cuando
descubrió que la cara dcl enemigo estaha rehiciente, recién maquillada, ci pelo lustroso y los
pelitos del bozo recortado con simetria de experimentado cirujano.

Incendiado por Ia perplejidad se palpO con violencia Ia cabeza y ci rostra, y lo caimó Ia


seguridad do quo su testa, coronada de infamias. aim formaha pane do su cuerpo. Presa de mayor
aturdirniento abnó una de las ventanas del paiacio absoluto y se asornó a! espectáculo aterrador
de Ia multitud, quo hacla poco lo aclamaba como a su ünico redentor, ahora devorando con
hambre canina su cabeza, y reciamando a coro embravecido ci resto do su cuerpo.

Extrañamente, ci “pacificador” so llenó de valor y regresó al salon oscuro y solitauio en busca do


su anna do exterminaciOn masiva, pew se encontrO con un escenario distinto y más extraflo:
sobre su cama, ahora convertida en ci lecho do Felipo, Herodes y Herodias so entretenlan en un
lábrico juego, a! tiempo que Salonth, la hija do Felipe y Herodias, bailaba su mejor danza, de pie
y desnuda sobre Ia mesa en quo reposaban las cabezas do Juan y do Desiderio, a ser servidas
después del espectãculo.

En ci punto rnás alto del tenor, ci “perInclito” observO sus botas, que en ese moinento pensO Jo
servirIan para huir. Lo intentó, pew no pudo, porque

una fuerza contraria lo arrastro y lo sentó a Ia mesa, en su slilia

correspondiente. al tiempoque Herodes y Herodias abandonaban ci lecho y

ocupaban sus respectivos lugares en la mesa del inevitable festin. Entonces


92

Saloiné, desnuda como un fruto maduro y tentador sentada en forma triangular frente a los tres
comensales, ernpezó a servir Ia cena.

El iegendario rey y ci gobernante omnirnodo no tardaron en perder ci apetito por la macabra cena
y se enfrentaron con hambre felina en lucia a muerte por Ia came viva y paipitante de Ia hermosa
bailarina. Consumida por los celos y Ia envidia a! 110 saberse objeto de deseos para los hombres,
Herodias se sumó a Ia lucia por devorar Ia came en flor de su hija.

Salomé reia complacida por los mordiscos que le daba y se propinaba entre si Ia triada corrupta.
Pronto no pudieron continuar agrediéndola ni agrediéndose, porque ci veneno les habia
parahzado stis facultades inotrices. Entonces Salorné se deslizó con esfruendosa nsa hacia ci
exterior de la mansion absoluta.

L.os tres canibales, impotentes, observaron Ia huida de la muchacha y Ia presencia y ci ruido de


Ia multitud que habia roto las puertas de entrada a Ia mansion del iuto y ahora se aprestaba a
devorarlos. En ese mornento ci sátrapa despertó y comprendiO que era inminente ci final de su
reinado de soinbras.
93

GASTRONOMIA II

EL DESCENSO DE EL AGUILA

“(‘ucijulo Ifeguc ci crepitsenlo (IL’ h)V

thoses. Iii seipiente cievoraja Ia 1erra; ‘ ci

/oI’o, c/so!’.

Jorge Luis Borgcs

Prehidie

Monica acababa de cumplir echo afios la noche en que despertO ala pesadifla de su cuerpo
enrollado per una culebra. (‘uando Ia inadre advirtio que ci terror hahia postrado a Ia hija como
un quicio, Ia llevO de inmediato al cura pãrroco del lugar, quien sentenciO que Ia nina estaba
poseida por ci demonio y que SI 110 SC mona pronto, quedaria trastomada por ci rest e ii vida.
Monica no se niunO de inmediato, pero ci terror y ei trauma transitaron junto 1la hasta ci Oltimo
dia de su existencia. Curnphdo los 16 anos se casO y antes de los 17 habia alumbrado a un
extraflo nino al que criO atado con un rosario de maldiciones, desde Ia blanca for del dia hasta
Ta negra hora dcl sueno nocturno. UnJueves Santo, antes —

de cumplir 26 afios, MOnica niuniO de tenor Ia noche en que su hijo se apareciO a Ia casa con
una culebra que hahia capturado en sus hahituales excursiones noctumas.

José Garcia A.

(‘on su vientre crecido como mujer a punto de alumbrar, a José Garcia no Ic cabia duda de que
era ci hijo y ci heredero de la maldicion de Ia serpiente. Desde nuty pequeflo conocia lo sucedido
a su madre con Ia culebra. Ella se lo repetia constantemente, en su Jiario despliegue de
maidiciones. Asi se enterO de que su madre creciO con Ia idea de que estaha poseida por ci
demonio y de que éi era ci resultado de aquella fatalidad.

José anlaba Ia oscuridad con sus misterios de arnores y cnimenes. Aqueha noche, .omo de
costumbre, se interno en su negrura y una culebra morena y ligera. parecida a una :tamba
afncana, se cnizo en su camino. Dc inmediato peilso ‘n lo sucedido a Ta madre uando nina y en
que tal vez aquella culebra lograba qu 1la rn siguiera torturándolo. 3 tmo era un experto en ci
desplazarniento noctumo, atrapó sin mucho esfuierzo a! reptil
94

se presentó con él a su casa Monica se precipitó violenta a abrirle Ia puerta, con Ia idea de
castxgarlo por su larga ausencia nocturna, pero se encontrO con Ia sorpresa de aqueila

culebra en [as rnano4ei hijo. La mujer apenas emitió Un murmullo aterrado v cayO

bocarriba sobre ci piso, vertiendo espumarajos por Ia boca, corno si these un hovino

nervioso. Luego so acomodO en una serenidad do ausencia total y para siempre.

Al dia siguiente se presentO al velatorio un honthre de negro entero, largo y huesudo y con
aspecto de cadaver resucitado. El insOlito personaje se acercO al hijo do Ia muerta y

•2 4

Ic susurro al oido quo aquel dia era JLICVCS SantoØ Dc inmediato ahandonO Ci lugar, —9
dejando a José Garcia atado a una preocupaciOn culpable €2

Aunque los del banjo sahian que los mahratos de MOnica no Ic hubieran permitido sobrevivir
por mucho tiempo, nadie hizo intento (a pesar de su edad) de liberarlo de Ia tortura de haber
provocado Ia muerte do su madre. Al contrario, hacian todos los esfuerzos requeridos para
acentuar su sentimiento de culpabilidad. Tal vez por ello, afios después, José se consagrO con
ristiana delectaciOn a todo género de delitos y no tardO en asociarse con Ia banda (‘undeamor,
alias La tta. Junto al gmpo capftuaba culebras que sacrificaban a alias horas de Ia noche en ci
cementerio municipal. Sc behian con fruiciOn Ia sangre do las victimas y en rnedio do Ia
embraguez y Ia mOsica de Gun’s and Roses, invocaban Ia presencia do su Soberano.
95

EL PLAN

El dia eli que ci agente oscuro de Rafi Cundeamor discipulos les informO que

a José Garcia Ia agonia no Ic permitiria asornaise con vida hasta la madrugada del dia

siguiente, empezaron a diseflar Ia forma en que sustraerian ci cadaver de su ex-compafiero, caido


en faita imperdonable de arrepentimiento. No tardaron en ponerse de acuerdo

del procedimiento y de quiénes ejecutarian Ia temeraria hazana, con cuya pres Jib5 tamblén
celebrarian su Santa Cena; Sn gran ritual canibalistico.

José Garcia B.

Después de varios afios de orgias sangrientas, José se apartO del grupo de Rail Cundearnor. pero
nunca lo abandonO una sensaciOn persistente de culpabilidad. Rail y sus muchachos se
empeflamn en hacerlo retornar a “sus deberes”, pero pronto desistieron porque sabian que sit ex-
carnarada los superaba en agilidad con ci cuchillo y certeza con el revolver. Además, posela una
capacidad Unica para ci ocultamiento y Ia emboscada.

A pesar de haber renunciado a! grupo, ci hüo tie MOnica continuaba guardando fidelidad a su
práctica sobtaria de estupros. hornicidios latrocinios. También habia

incrernentado ci consurno de ron, cigarriiiios )4lgunas delicias sicodElicas. y frecuentaha

rnás seguido a las arpias de Don Chepe Cuniliera. Cuando ci prse Ic expandiO de

forma tan sñhita y desproporcionada. pensO que su higado carconiido por ci

de Ia ingesta de alcohol, pero al analizarlo, los medicos advirtieron, asombrados. que

tenia aquel Organo corno ci de in niño y que hasta ese momento no babian encontrado ninguna
razOn chnica para su mel del vientre crecido. Este enigma io precipitó a Ia conclusiOn de que ci
Diablo lo habia poseido y Sc ocultaha en su barriga, o que Dios Ic estaba cobrando sn ampho
historial delictivo, principaimente Ia Jejana osadia de haberse

presentado a su casa con una culebra un Jueves Santo por Ia noche, lo que provocO Ia

muerte de su progenitora.

EL RAPTO

Desde que ci olor del cadaver se alojO en las fosas nasales de Rail Cundeanior y sus
correligionarios, Ia delegaciOn designada para raptar al muerto no tardO en presentarse al
96

velatorio de pobres y de pocus y arrastrar con ci difunto en so ataOd. Lo ocuitaron durante


algunas horas Juego Jo ilevaron al cernenteno municipal donde Jo depositaron sobre La losa do
los sacrificios, recubierta pam Ia ocasión y como siempre, por una sábana negra. Exactamente a
las tres de Ia rnadrugada iniciaron su ntuai do nuisica, fomicaciones, invocaciones, i-
eafirmaciones do lealtad a su soberano y otras ofrendas.

José Garcia C.

Entonces José Garcia intentO arrepentirse y Ic pidiô perdOn a Dios. Pa.rece que Dios no lo
escuchó ni lo quiso perdonar, porque ci crecirniento dci vientre no se detenia y los dolores a
penas le daban pequeflos recesos. Ante ci desamparo divino, implorO ci socorro dcl Diablo. Sc
dejô crecer las uñas hasta parecer garras de âguiia (de alil Ic vino ci mote de El Aguila Negra).
Hizo aquello con la intenciôn de complacer a su dueflo. Tarnbién para ello so procuró una grari
serpiente roja y negra a Ia que cuidaba con temura, como si so hubiese tratado de una nifla tiágil
y hermosa. Aquel ofidio Ic hacia compaflia en todo momento, incluso hasta Ia liora del sueflo
noctumo. Ei lo acariciaba con temura de madre abnegada, lo besaba y abriliantaba su pie! con
aceite do oso. Adernás, Ic facilitaba ratas

4 otes quo éi mismo alimentaba y huevos de ayes noctumas y misteriosas. Sin embargo,
cö3signid que ci Diablo (con quien habia tenido comunicación directa cuando

t’onnaha pane de la banda do Rafi Cundeamor) interviniera a su favor. Para mayor tristeza y
desamparo, Ia serpiente desapareció misleriosamente una noehe en quo dormia como siempre
enredada al cuello de su dueflo. A partir do Ia desapariciOn de so amada señorita sus dolores se
incrementaron y su vientre se veja a punto de estallar como un globo coL4. exceso de aire. Dias
después se muriO de dolor y pena, torturadoá por Ia voz Ia

presencia fantasmaIjdei personaje quo lo visitO ci dia del velatorio do su madre, repitléndole que
aquel dia era keyes Santo”. —t

El ritual

Todos levantaron sus 1€ copas ilustradas con imàgenes do dragones y repietas

del vino rojo de siempre. y bebieron regocijados hasta dejar las copas vacias conio cuerpo sin
aliento. Luego colocaron los recipientes sobre ci atad y Rafi Cundeamor tome ci gran
97

cuchillo ae los ntuaiese y empezo a ahnr ci cadaver de El Aguila, que parecia wi

cerdo violeta de vanos qurntales, o un grai’ pastel para delene de un monton de mnos

golosos. Ames de que Ia escisión rondara ci bajo vientre, emergiO negra y roja y Rafi
Cundearnor y su grupito de sanguinarios dejaron ci gran hianco contra aquelia noche

de negrura sin hina.


98

.Jesis arnonesto a sos discipulos y los coninino a 1111 provocarpersceuciones innecesanas y a set
“astutos coma serprentes (Afar.—. 10:16). En so L’xphcac?on a

Nicodemo, SC COiflf )Cifl.) C! 5? intsmo (01)5) Ia serpiente 2IC habia solo levanrada en ci
dcsierto (Jt 3:14)

Diccionarin Ilustrado de Ia Biblia. +ïïÉôn M. Aelson, Editor.

Editorci (‘aribe, PJg. 612.

Despiertas. Ella se habia marchado de forma sorpresiva. Enciendes ci televisor, pero lo apagas de
inmediato, para no mirar a ese chef amanerado de siempre (vestido de blanco como un sacerdote
para oficiar 0 UB medico en servicio) recomendando la misma receta de serpiente todos los dIas
por Ia mañana, alirnento que, segOn ci anfitrión, fortalece miestro ego, nos cura de todo tipo de
remordimiento y nos protege contra los dardos venenosos de Ia compasiOn.

Te levantasyte-c’ites a prisa y te presentas al banco, como siempre, y

como de costumbrth4j3,/e sonrie con sincera e ingenua picardia, y te guiña ci ojo izquierdo,
como todos los dIas, y te indica con la mirada que esa noyhe te espera en su casa. Sales a prisa,
tarareando una canción cltte-. .*— f44e44ad. Caminas por Ia ciudad y hasta lo rnás hochornoso
te parece correcto.

Asi se te va ci dIa, vagando sin cesar y feliz por el progreso de la ciudad y por tu mundo
pequeflo e Intirn%Yen cornpañIa de aquella mujer. Liega la
99

noche y te presentas a su casa sin preguntarte córno lograste Ilegar a un lugar del cual no tenias
noticias, ni ella te habla indicado Ia dirección.

Eva te recibe con chillidos de alegria, corno Ia nina que sale a! encuentro de su padre y del
regalo que éste Ic trac. (‘orno eres un hombre sin libertad ni razOn propia, nada te extraiia. No Ic
preguntas por qué vive sola en aquel inmenso distanciamiento. No Ia interrogas acer a de quiénes
son sus padres o sus hermanos. Nada te importa, excepto q ila ste alli y dispuesta a cornplacerte.
Aunque es de noche, Ia luna ilurnina todo ci jardIn, como 51 Se tratara de mm noche en el
paralso perdido. Puedes ver y tocar las extraordinarias variedades de fibres, y sahorear Ia
abundancia frutal. Pero tñ solo deseas et árbol de su cuerpo con sus frutos dulces y jugosos y su
rosa tiorecida en ci centro. Por eso permaneces distraldo cuando Ia muchacha te pasea por ci
entorno y te indica los lirios, las begonias, los nomeolvides, las

fibres de jazmin y de azahar, los anturios, las azucenas, los narcisos y hasta

nunca a Todo alli es hermoso, corno en los sueflos felices, pero sOlo te

import l1a. por eso Ia sigues como un autOmata. indiferente a toda la belleza vegetal.

De pronto Ia mujer se detiene dc grApe frente a uno de los árboles cuando ye que una pequefla
cuiebrita verde se lanza a su encuentro, y Eva Ia recibe ent.usiasrnada. Ella y la culebra se
abrazan y Ia razón v la voluntad propia te vuelven de golpe , como un chorro de Iuz/sombra
inesperado .Aquel signo de empatia entre Ia joven y ci animal te impulsan a Ia huida, pero ci
miedo te paraliza las piernas. En ese instante, quieres que Ia tierra te beba. cuando yes al
animalito desprenderse de los brazos de su dueña y avanzar hacia H, danzando como un collar de
esmeralda flexible y estirado.
100

Cuando tu corazOn está a punto de salIrsete del cho y escapar como un ave asustada, dejándote
sembrado como otro árbo , ala ace una senal y ci anirnalito se aleja avanzando sobre Ia
hojarasca. Entonces Ia enigmática Eva avanza hacia H y te abraza, y con Ia inagia de su
habilidad hace que recuperes la confianza y te abandones a su voluntad.

Luego te torna de tin brazo y te introduce en Ia casa. parecida a Un eden en miniatura. La


pequefla sala estaba adornada con gra e etas de fibres

p& LIcolgando, COmb si no fuesen suficientes las que habit . tenor. En las

paredes abundaban pequeflos cuadros que representaban escenas de amores bucólicos y de


heroes derrotados en causas perdidas. En Ia cocina, resplandeciente, apenas algunos platos con
dibujos japoneses y egipcios, que representaban copulas de animales, ayuntamientos agresivos y
dichosos entre incuhos, sOcubos y mansas y agresivas bestias montunas. TarnbiCn habia gran
cantidad de cuchillos esmeradarnente afilados. En Ia ünica habitación de donnir, una cama en
roble natural, con columnas en forma de serpientes. En Ia parte principal, tenla Ia iinagen
esculpida en ci espaldar de una serpiente engullendo una águiIa. Descubres que es la imagen
invertida de tu earna, y te alegras hasta las Iágrimas. e irnaginas, pobre Adán, que al regreso
encontrarás a Ia culebra devorando at águila, y terminará Ia vieja pesadilla, ci via crusis del
abuso de la fuerza contra la desamparada debilidad.
101

La caina es pequeña, corno si hubiera sido fabricada para una nifia, si, para Eva, Evai’rnujer,
Eva/madre, Eva tentada y tentadora, Eva sacerdotisa, Eva Nemesis, Eva Mesalina, Eva Circe,
Eva Isis. Eva Artemisa, Eva do la conftisióii y del delirio. Ya has olvidado Ia anterior escena de
la culebrita v sOlo estás atento a qu(a’e desnude, como siempre, y se tumbe abieita y receptiva
sobre la cama. La joven no tarda en hacerlo y tú en fundirte con ella.

Luego te espantas al observar a la muchacha atando con fuertes ligaduras tus brazos $ eipldar de
la cam a, y tus pies a los pies del lecho. Sin que puedas evitari&ii3rnpieza a extraer de ti todos
los jugos posibles, hasta dejarte exhaustoycliupado c Ia victima do un vampiro. Tus temores se
abrazan a tus dolores/placeres. Ests en medio de dos therzas contrarias, como ci objeto de dos
atracciones rabiosas. No t •s otra opción quo resignarte, como so

resigna ci crevent 10 quo entien voluntad de Dios, aunque lo padeciclo

semeje una fatalidad demoniaca. La yes salir y luego regresar con uno do sus

cuchillos y piensas quo tu vida estã a punto de terminar, o de lo contrario, ci repertorlo de tu


dicha aherrante podrIa muhiplicarse hasta lo inimaginable.

Ella empieza a propinarte loves heridas en las zonas donde la sangre

puede brotar con mayor abundancia. To dude de forma punzante,4

desgarroe hiela todo el cuerpo y acelera tu corazOn,te hace pensar uc

no saldrás vivo de Ia experiencia. Sin embargo, todo cambia cuand e’lla empieza a succionar tu
sangre con avidez do animaflobreviviente de Ia sod del jesierto. Su boca ahora es un sedante quo
aquieta ci dolor y lo trueca en placer.
102

Empiezas a sentir tn cuerpo liviano coino ci de Un atlcta ligero corno un águila en descenso
asesino. Asi lo han observado ci que está frente al espejo y ci que te mira de frente, y ese que se
suefla torturado y al inismo tiempo dichoso. Maiciito/ bendito sueño que se repite
inexorablemente!

Una vez saciadala mujer vampiro se incorpora e inicia un extraño ritual de gesticulaciones y
sonidos ininteligibles, y a seguidas se pone a bailar suavernente, con arritmicos movirnientos.
una especie de danza multisonora

que desconocias. A medidas que transcurre el tiempo sus rnovimjPltQs se aceleran y se van
tornando ritmicos y armoniosos, hasta que ci bajyo va adquiriendo proporciones frenéticas.

Un olor a incienso y azufre invade Ia estancia, y tü, aI igual qua’as sintiendo una avasallante
sensación de Iiberación, casi lindando con ci trance paroxistico y con Ia trascendencia de tu
frágil condición, como ci mIstico penitente cuyas flagelaciones los transportan a visiones
secretamente deseadas. Por eso, ahora no te alarnias, mas bien te complaces al ver salir de su
boca una lengua que se transforma en serpiente y que sucesivamente the una anaconda, una
pitón, una esineralda. un crótalo. una belia cobra egipcia, y de nuevo Eva. y más adelante
Beatriz. y luego y Laura y Nefertiti y Cleopatra

quien yes abrazarse al áspid que aguijonea su pecho hasta hacerla sucumbir por efecto dci
veneno,

Luego emerge a Ia condición de la joven empleada bancaria, a quien

ahora observas sin reprocharle nada, con ánimo compasivo, col

deseos A liberarla de ãqueflas metarnorfosis.7transforrnaciones (i

.1 I

mas a ella te esearla con mayor vehemencia.

‘S
103

no puedes explicarte el pavor que te produjo Ia culebrita en ci jardin, amas demasiado a eos
ammales, a los que te obhoaron a rnatar durante la infanci& Los tanto que después de impusiste
penitencias para pulgar las culpas de aquelios años. Esos reptiles se convirtieron en algo tan caro
i- que no dudaste en comprar aquel Tratado de Serpentologia para estudiarlos a fondo. Y luego,
cuando ci inclernente

Leviatán mutilé las alas de Ia revoluciOn fuiste heddo acusado de traidoç te retiraste de Ia ciudad
y empezaste a criar serpientes.

AquelWs2wiima1es eran más dignos para ti que tus detractores

compañeros de utopia, los que i ‘adearon sus sueflos para sentarse a la mesa

de los cuipables a compartir co &l s ci banquete esftjdo. Entonces vino Ia

acusación de satánico, y las fiierzas del crim concertaron

devolverte, castrado de razOn, a Ia máquina devoradora del orden, dond

sueflo, corno las alas de un ave bondadosa, te mantienen flotando sobre

?,,igravoso peso de Ia realidad, Ahora, con tus brazos abiertos en cruz, como un

mártir crucificado y flagelado sobre aquella cama, te preguntas si aquella

devoción no será signo de que tü y Eva comparten Ia naturaleza de aquel

animal.

Las reflexiones quedan abruptarnente interrumpidas cuando Eva, ya convertida en Ia joven mujer
que era, cae sobre ci piso, liviana corno t.ma hoja abatida por tin viento inocente.
104

GASTRONOMIA III

SERPIENTE A LA MEDIA NOCHE

(Guiso para tres)

A. I Serpiente joven de 3 metros de longitud,


B. ½ Taza do aceite do oliva extra virgen,
C. I Tailo de apio,
D. 1 cehoila,
E. 3 dientes de ajo,
F. I mata de cilantro sabanero.
G. 5 Ramitas do tomillo,
H. 5 de perejil,
I. 5 do romero,
J. 1 ajipirnentén,
K. I cucharadita do sal al gusto.
L. ½ cucharadita do oregano,
M. I Taza do vino bianco,
N. I Cucharada de mantequilla,
O. 2 Tomates bien inaduro&
P. 1 Taza do queso partuesano o Ricota, rayado0 __.

PREPARACION

Cone Ia cabeza y Ia punta del rabo do Ia culebra y entiCrrelos en el patio do su casa, como forma
de mantener sepultadas las energias negativas quo puedan desencadenarse como conseeuencia
acto criminal. Dc inmediato ainarre con una enerda a la culebra cerca do Ia pane donde le hizo ci
cone a Ia cola, y cuCiguela en ci patio hasta quo vierta toda Ia sangre y Ia
105

quede lo rnás pura y blanc.a posibie. A.sj también evita Ia maldición que sobre los que behen
aquel licor.

Luego proceda a despellejar Ia culebra, que estará limpia como un lavado, asi corno opistas de ‘L
idención terreiia1.egociantes

trascendencia post- rnortern,v iis territhes hijos del hierro, sangran las tinanzas y ‘a luz y
asesinan Ia mejor esperanza.

Una vez con ci manto de Ia serpiente en sus marios, proceda a enterrarlo lo niás profundo que
pueda, o a quemarlo hasta que sea cenizas. No lo lance al rio, porque éste lo revivirá y hará que
Ia serpiente regese, una noche coino ésta) en que usted esté proflindamente dormido, y Ia
estrangulará o.S

Tampoco mande a fabricar zapatos, porque inevitablemente tropezarâ y caerá, y todos dirán:
pen) qué flhPf), im hombre morir porsunpie ealda dc sus prop/os p/es.”

Luego lave bien Ia carrie con agua y vinagre (no use Iirnón agrio que es muv especial y
purificante para estas circunstancias), y una vez ésta esté en ci rnáxirno nivel de limpieza,
proceda a cortar Ia victinia en 18 pedazos uniformes. Recuerde que a cada comensal Ic
corresponden 6 raeiones.

No tiene que macerar La carrie porque ésta es muy tierna por naturafeza, aunque nuestra
ignorante cultura del crimen y del mal entendido nos haga suponer lo contrario. Si desea
marinarla por al&zunas horas puede hacerlo, pues esto garantiza mejor sabor. Dc eso se tram, de
que nuestros delitos tengan tin gusto delicado. Dc lo contrario, procesa de inmediato a verter un
poco de
106

sal y vinagre sobre Ia came. Un minuto después vertirá ¼ de tam de aceite de oliva, en una sartén
previamente recalentada con un poco de mantequilla. Deje ciue ci aceite se caliente por 30
segundos e introduzca los trozos en Ia sartén. Como esta masa es de una ternura extraordinaria,
como la tie ciertos peces o Ia dcl niflo de pecho, no sofria por más de 15 minutos.

Luego coloque la came en un recipiente y cornience a preparar Ia salsa. Vierta ci resto dcl aceite
en Ia sartén. Dc inmediato coloque en ella ci talio de apio picado en trozos bien pequeflitos,
luego Ia cebolla picada igual, niás adelante ci pimentón que Ic dará al guiso un sabor duizOn,
como Ia crueldad satisfecha para los perversos. A seguidas, Ia mitad del roinero, ci tomillo, ci
perejil y ci cilantro. picados lo rnas fino posible. Dc inmediato agregue los tomates picados y un
poco inás de sal. Dos o tres minutos después, los 3 dientes de ajo bien triturados. Aqul debe
hajarie un poco Ia llama a Ia estufa para que ci ajo no se queme y se eche a perder Ia salsa.
Luego agregue una copa completa de agua, un poquito més de sal y vinagre. (‘uando ci agua esté
a punto de evaporarse, vierta una copa completa de vino blanco.

Cuando Ia humedad de Ia salsa se recoja a rnás de Ia mitad, vierta ci resto de Ia mantequilla, la


cual Ic dará una consistencia cremosa a Ia salsa. Casi de inmediato agregue la came y ci resto del
perejil, del tomilio, del romero y del cilantro. SofrIa durante 30 segundos más. luego retire Ia
sartén y anada ci queso Parmesano o Ricota. Coloque Ia sartén sobre mm mesa trianguiar y un
plato en cada lado, y divida equitativamente las raciones.
107

Recuerde que en cada plato debe haber 6 pedazos. Si lo desea puede adornar cada plato con 3
ramitas de albahaca o hierbabuena. Si también desea. puede acompafiar con un buen oporto
blanco.

Notal:

Recuerde que no puede decirle a los culpables en qué consiste el plato hasta que lo bayan
degustado por completo. No olvide que si no puede controlar su apetito y se suma a Ia trIada
perversa, Ia consecuencia de dicho acto será peor, pam usted, que para los consabidos culpables.

Nota2:

Es indispensable una buena arma de fuego. por cualquier reacción violenta que pueda sobrevenir
de alguno o de todos los invitados, cuando les coniunique en qué consistia el plato. Si desea
puede invitar a twa muchacha de 18 afIos, bien formada, pan que baile desnuda para los
invitados, una suave danza india o japonesa, y luego se siente desnuda, en posiciôn de loto, sobre
Ia mesa triangular, y se vaya colocando altemativamente de frente a cada comensal, hasta que
termine Ia cena. Debe evitar que Ia muchacha coma, de Ia contrario Ia magia se volverá contra
usted.

A los invitados Ic deseo buen apetito y una buena intoxicacion: y a usted, simplemente, buena
suerte.
108

DANZA DE LA ATARRAVA

Sc’ c/ice quo en ci crntro c/c ella hai’ 1rsç5rYo)l (0/2 caiahazces Sc oro, a 0/1)0 tronco esith
arnarrada 1100 (‘cl/iOU gilt’ cada dos dc novzcmhre, cl/a c/c inuertos, i’ct nclvcgafldk)

sin patron hacta Ia v/ru ortilci. cnsiothcida por ctiiiflcliics

hiancos v cu/chras con cascahetes tic oro.

Gabriel Garcia Mãrquez

En pocos minutos Sebastian Maldonado será condenado por biasfemo y hereje. Seis jueces de
togas negras, como inmensas alas de rnurciélagos, dictarán sentencia. El acusado no tiene
derecho a defenderse; es Ia ley dcl pueblo. La mujer de Sebastian ha negado el cargo de
complicidad. Dijo desconocer que su esposo escribla aquel libro. Aunque sus argumentaciones
no tuvieron las vehemencias que ponen algunos acusados en probar su inocencia, fue liherada de
todo cargo. El periodista y escritor no escribió aquel libro, pero no le importa que lo condenen
por eDo. Sin embargo, Ic gustaria que Ia sentencia pudiera ser revocada para ainpliar aquel
formidable Tratado General de Ia EscatologIa Humana, tmnpoco Ic importa que Ic hayan negado
explicar Ia fomrn cOmo sucedieron los hechos y cómo aquel libro fue a parar a sus manos.
Ahora que Ia sentencia está a punto de ser dictada, Maldonado rernemora para si los hechos, en
siiencio, y en presencia de los seisjueces envueltos en stis ropajes de cuervos.

Todo ocurrió, como siempre, un dIa cualquiera. Después de abandonar ci hastiante ambiente de
Ia redacción dcl ánico periôdico de Ia (‘iudad Paralela, Sebastian Maldonado fue invadido por un
inusual espIritu de aventura. Dejó su carro estacionado en el parqueo del periódico y empezó a
caminar sin rumbo por una calle rnuy delgada. Pronto notó que a anibos lados
109

de las aceras Ia gente se apiflaba curiosa y lo observaba con serena mirada de alarma, como si
contemplaran a un ser escapado de alguna extraña esfera del universo,

No tardó en alejarse de aquellas presencias afantasmadas, ignorando su propia condiciOn de


aparecido. Pronto divisO un establecimiento que exhibia en Sn pafle frontal un inmenso letrero
luminico que en cada intermitencia proyectaba las siluetas de bellas mujeres seinidesnudas,
cuyas sonrisas parecian contener las claves para arrancarle a los solitarios, como Sebastian, sus
auras de desamparo. Era ci ünico cabaret que habia en aquelia ciudad. (El

sabe que Si pudiera hablar no le creerian la historia, y todos negarit’la ..N’

existencia tie (‘indad Paralela). EntrO a! lugar semi-iluminado y espectral,

seducido por las lascivas insinuaciones de las mujeres y p°’ un apetito de libertad que en los
ültimos dias lo convocaba con impetus incontrolables. Si, all1 estaban las mujeres puberes, con
sits vientres tersos y redondos y sus cinturas flexibles, como tallos de juncos. Supo que hahia
valido Ia pena ci recorndo v lamentó que aquello no Ic sucediera antes. A pesar de que luego
sucedieran los hechos que le produjeron un pânico de muerte, ahora, a punto de ser condenado a
Ia maxima pena, celebraba con entusiasmo Ia insólita aventura, sin cuestionarse acerca de su
estoica resignación.

Ocupó una de las mesas ubicada en un extremo alejado de Ia pane central donde ftmcionaba Ia
pista de baile. Una nthsica gruñona, como brotada de un espacio infernal, Henaba todo el
entorno. Una de las muchachas, desgranando fingidas pero bellas sonrisas, se acercó a
preguntarle lo que deseaba tomar. El no dijo nada; solo se dedicO a contemplarla brevemente.
Luego pidiO vino. Casi de inmediato fue servido con fingida
110

cortesla. A él qué Ic impoitaba Ia sinceridad del ado; lo esencial era

estaba alli, sirviéndole ci vino de Sn belleza y su liviana coqueteria. Hacia mucho que
Maldonado deseaba volar con absoluta libertad, pero ci tráfago de Las noticias y Ia redacción, las
responsabilidades familiares y todo un infierno de convencionalisinos se lo impedian.

Minutos después, un hombre entré al lugar. Sebastiáxi pensó que se trataba del propietario del
negocio. (‘uando ci recién Ilegado se senté a su lado, ci periodista se dio cuenta de que no era ci
dueho, e se trataba de un distinguido visitante que al parecer gozaba de gran aprecio aill. A
Maldonado Ic extrañO que ci recién liegado se sentara junto a él de forma inconsulta. El hombre
estaba envuelto en una negra y regia solenmidad, como los jueces que pronto emitirán Sn fallo
condenatorio. Tenia Ia cara pálida y huesuda. A pesar de su deigadez proverbial, coino Ia de
Francisco Garcia ci matador de serpientes, sus ropas no ocultaban del todo una flierte compJefón
rnustular.

( ca-<’-

Aunque hacia algunos años que se habIa dedicado a un vid&avérica ‘y de

irresponsabie muellez, se notaba ci flierte trato que con los libros. No esperó que Sebastian Ic
preguntara acerca de lo quo lo habia movido a ocupar Ia misma mesa para empezar a hablar y
mover histriônicamente sus huesudas manos, gesticulando con hierâtico porte de arzobispo
versado en las profanas ciencias del inundo.

- Lo vi penetrar por Ia estrecha calle que conduce a este extraño y olvidado pueblo. Lo segui
porque note que usted necesitaba ian guia, aignien que Ic mostrara los peligros y bondades a quo
so expone quien tenga ci honor de visitarnos. (‘uando lleguC aqul, tambiCn necesitC que me
infonnaran io niisino. Cumpli Ia lección v espero quo usted tambiCn cumpla con su deber;
111

de lo contrarlo, tendrá que atenerse a las consecuencias... No me pregunte cuáles son; lo sabrá a
sti debiclo tiempo.

Ahora ci acusado, parado como una desamparada estatua frente a sus verdugos, lo sabe todo. Lo
extraflo es que sOlo Ic importe vivir para depurar aquel libro y estrujarlo en Ia cara del pueblo,
del ingrato espacio que Ic habla tocado por habitat.

Entre sorbos de vino y galanteos tie muchachas, ci extraflo hombre Ic contó Ia historia del
pueblo, desde su remota fundación hasta ci presente. Muchas de aquellas leyencias llania4n
poderosamente Ia atenciOn de Maldonado. Dos de elias pensO incluirias en su colección de
relatos fantásticos, que escribia desde hacia algunos años.

EL PESCADOR

Yo naci en Ic: cal/c (‘olOti a Li 017/lu c/el parc/ne. Parc: esa (?pocci ci pueblo era nfl grati
monk? nrc.en, rocleaclo c/c árholes gigan/es, c/lie nos eiihi’iciii COil SUN man/os pro/cc/ores i
gctrciiitizahan la presencia c/el espiriru c/c Ia Iluvia. ( ‘asi bc/os los hqos c/c fcimihas
unportantes c/el pueblo erar in is amigos. Yo so//ct reumrme cO’ a/Utti’ ho/as 0 ci inaro/ear
/nttas par las grancles’ prop/cc/ac/es c/ne rot/cuban el entomb. Eran otros tiempos, en los cjue, a
pesar c/c las sombraN, hahIa espacios parc: itt c:legrla. Reeuerc/o que bc/os los clonzing1lLs
Ian/es solca9is amigos v vo nos congregahamos en e cjiie J)uartc a escuchar a ‘rancisco Siinó
tocanclo ci
112

piano. Ba/ia gusto airlo; paiccia sacaric quejmnhrcs a las tee/as con SI/S iflLiflos (1151111
guidas.

Abel j’ Alfrcdo S’i1flO t’ran grancics amigos inins. C ‘asi mc sultan lax ldgrimas cuanclo
recuc’rdo ci c/ía en quc Alfred/to vmno a tracrme ía Guazdhara, aqui, a ml humthic casa, siendo
yo tin hoinhre quc rn süpncra sahc’ cscrihir su nombre. i’ura ml aqucl fic uno c/c lox mdx
importantes honores cptc reef/n cii ml i’lda, porquc yo no naci para las letrasj SinG parci ía

,fucrza v la pesca. Rceucrdo quc tztvc quc esconc/cr ci I/bra ha,! o tierra, porquc declan quc ci
Lcv.’atan hahlu ordcnado aprcsar a toclo ci quc fitera cncontrac/o eon él.

LEYENDA 1

El pescador Octavio de Jesus fue uno de los primeros fundadores de Ia ciudad. Era bueno de
trato e inmenso de cuerpo. Nunca lo abandonó ci optimismo iii Ia alegria de vivir. Era dado a!
goce de hebidas fuertes y mujeres livianas. Por ci positivismo que irracliaba y por su inmeiisa
capacidad de serviciop. se convirtió en uno de los hombres rnás queridos y respetados del lugar.
Los dias en que no pescaha se los pasaha en su casa fabricando atarraya o bebiendo aguardiente
en compaflia de amigos y mujeres de Ia otra vida.

Un dia llegó a Ia ciudad un escritor1J se interesó por Ia

filántropo pescadp4’.,e propuso csgribir un libro acerca de Ia x’ida de

tr

.jsestalo algunos meses en ci pueblo y empezo

fabricador de aiays. Octavio Ic tomó afectos. Pasaron semanas de interininahies conversa’içes en


las que ci escritor se enteró de los orígenes
113

del pueblo, cuando todo alli era nit monte de inocencia casi edénica, hasta que iiegó Ia
civihzación arrastrando su tráfago incontrolable de corrupción y muerte, arrasando hasta ci aire
lhnpio que se respiraba. El proeso contaminado no Ic alTebató a Octavio ci deseo de vivir ni
siquiera ci dia en que encontró a su hija Imica colgada de tin viga del techo de st casa, arnaiTada
a Ia atarraya que habia fabricado para regalársela al amigo escritor ci dia en que éste s. inarchara.
Nadie oso acusarlo de crueldad o desafecto hacia Ia hija.

/, \

cuando ci 9nsmo clescolgo a la inuerta, Ic desprendto Ia atarraya del cuerpo y

con u’fla—t4ste sonrisa de adios se Ia entregó a su destinatario, quien Ia tomO apenado, y Sc


marchO ese clia ilevando consigo su fatal regale. Nadie volviO a saber del escritor. Tampoco se
sabe si escribiO ci libro. SOlo se conoce que ci pueblo, con su graude y natural capacidad de
olvido, lo berth para siempre de su mernoria. SOlo Oetavio no pudo olvidarlo, tal vez per la
tortura de saber que su hija sc hahia ahorcado cuando o q el escritor (que se habia convertido en
su amante) se marcharia sh c’lia.

EL PESCADOR

J’ciia esti epoca Ia ciuclad era pequena corny una vccindc,d. Parecia nfl gran fart/In con pocus
casas. Jot/os /0 tJUC lury coinprende Ia prrncipal avenida estuha Jieno tie saflianes v ainapo/as.
Los vms esrahan prenados de agnas i’ de peces inulticolores. [Joy bc/v vu InuriL’nc/o iflti5 U
prisa (file in! rEt/a y rn/s recuerdos... reci crc/a qi’ en ci no Jai’a pa pescal>a angie/las gut’
parecian grandes serpientes; pero erati otros uic’Iflpos.
114

LEYENDA No.2

Una vez llegó a este pueblo un hombre sabio. Se Ilamaba Vinicio Espinola. En los primeros años
de su estadia aquI, instaló un moderno sistema de enseflanza, con Ia finalidad de instruir a los
ignorantes y elevar ci nivel intelectual de los rnás instruidos. El sisterna tuvo un éxito notable. El
pueblo experimentO gran avance en materia educativa, pero un dia Vinicio ahandonó para
siempre su afãn de enseñar y se dedicó a Ia redacciôn de los libços que no habia podido elaborar
debido al tiempo que arrebataba) ejercicio pedagógico. Al mismo tiempo se consagró al alcohol
y a otros irreverentes estiinulantes, asI corno al goce con meretrices que Ic enseñaron ci otro lado
del discurrir. En los intervalos que Ic permitian sus parrandas desenfienadas, se dedicaba a Ia
composición de sus tratados filosoficos, en los que exaltaha las virtudes del cuerpo para el goce y
Ia delTota, y Se mofaha de la arnorfa categoria denominada Alma. Sus libros recomendaban no
tornar en cuenta Ia oferta ultraterrena, e ignorar ci soborno del castigo en iudad de Ultratumba.
Produjo un gran escándalo páblico ci que un hombre tan instnudo y correcto en su manera de
hahiar y actuar hubiera cambiado una vida dedicada a enseliar a su pueblo, para dedicarse a otra.
prostibularia, licenciosa, negadora de los principios que él mismo Ic habia inculcado a sus
discipulos.

Por algunos meses Ia gente dejó de inmiscuirse en su conducta. pero luego volvió ci escándalo
cuando el pueblo se enteró de que el sabio estaba absorbido por unos amorios con una de las
mujeres de fisonornIa más ordinaria y de comportarniento inás reprochable de toda Ia ciudad.
115

Se trataba de Ia prostituta Berta Beatriz, a quien todos denominaban simplemente como “Berta Ia
culebrita” - ParecIa que Ia Berta, a pesar de sus bastos rasgos fisonómicos y de las
desproporciones de las piezas que integraban las demás partes de su cuerpo, poseIa un e antos
que solo

disfrutaban quienes se aventuraban a cabalgar sob e e’lia, como por sobre

una bestia. Berta Beatriz se convirtiO en ci gusanillo de seda que aliviaba las

tristezas que a veces embargaban al sabio Espinola.

********

Sebastian Maldonado quedó tuaravillado con los relatos fantásticos que acababa de contarle ci
hombre de negro, como aquelia negrisima noche en que relataba sus historias.

El raro personaje guardO silencio por breve tiempo. Luego volviO a hablar; Maldonado no quiso
interrumpirlo; necesitaba saber lo niás posible acerca del extraño lugar y del narrador:

- Esta historia inc liamO poderosarnente Ia atenciOn, a ml que también soy escritor. Yo conoci
muy bien al sabio Espinola. Supe de su bondad de alma y de sus suficiencias intelectuales. Fui de
los pocos que salieron en defensa de sus ideas y su conducta. La canalla intelectual (no Ia de
digna prosapia, que también Ia habia) azuzO al populacho vii contra nosotros y nos lleno de
improperios. Cuando la cahna regresO a Ia ciudad, empecé a escribir un libro en defensa de los
planteamientos de alta revoluciOn moral y filosOfica de ml vilipendiado amigo. Cuando conclui
mi libro, decidI ocultarlo de la vista de los crédulos y de los incrédulos enmascarados en Ia
ortodoxia. Vinicio v

yo acordamos hacerlo asI porque pensábamos que con ello -efttetébaffls5- las
116

procacidades de un pueblo que tat vez no merecja salir de Ia oscura moral que

habia heredado de sus antepasados, ala uese aferraba ‘enfermiza

v’

tenacidad. En este pequeño rnaletin —ti4&. Me gustafi&raa1árseIo

para que se Ileve un agradable recuerdo de la visita que se ha dignado en hacernos.

Dicho esto, sacó ci libro y se lo entregó a Maldonado, quien ternhló al tornarlo cii sus manos. Se
trataba de un vasto volumen manuscrito, de tapa dura en negro y rojo. los colores de la sangre y
de la noche. El libro respondIa al titulo DANZA DE LA SERPIENTE Y LA ATARRAYA, ci
mismo estaba ilustrado con imágenes orgiásticas de ayuntamientos carnales entre hombres
incubos, mujeres diablos, y ángeles!demonios, dichosarnente entrelazados por enormes y
solIcitas serpientes que pareclan senirles de estimulos a sus hermosos apetitos.

Maldonado sintió que aquel libro queniaba sus manos y hoiTorizaha su vision, sin embargo no
podia apartar sus ojos de él. Con iinpulso automático tomó ci libro y revisO ci Indice. Un
capitulo se titulaba: Dc Los Vicios Naturales Del AIma otro: Dc Las Malas Entendidas Virtudes
Del Cuerpo: un tercer capitulo: Dc La Eterna Cofradia Entre Dios. El Diablo Y La Serpiente, con
un pequeño opuiscuio demonolOgico. Entonces Sebastian Maldonado quiso correr, abandonar a
prisa ci cabaret, ai hombre y al volumen herético, pero no pudo; no sup2explicarse luego por qué
no pudo: no tenia una explieaciOn razonabIeA_r*1o.
117

La muchacha qu,, abia servido ci vino regresó con más bebida. Los

A -,

hombres toI. El copioso trago parecto serenar a Maldonado. El otro volvió a habiar:

- Se que está ansioso por marcharse, y Cs SU derecho, pero querla pedirle, Si 110 Cs niucho
abusar de sit generosidad, que se quede un poco mas para que tenga ci honor de observar un
singular espectáculo que todas las noches realizamos. Hoy las inuchadhas se esmerarãn en bailar
mejor porque usted está presente. Siempre que tenemos un nuevo invitado Ia danza resulta más
sugestionadora y enervante.

Maldonado quiso decir algo y marcharse, pero la belia presencia en

ropas intimas de Ia muchacha encargada de atenderlos, lo sembró en su asiento

La jOven Ic anunciaba que ci baile iba a empezar. Casi de inmediato se abrió nfl grueso cortinaje
que dcjó al descubierto una lujosa pista de baile, perfectarnente iluminada.

En ci centro de la pista/escenario habIan seis jovencitas Ilenas de

gracias. Los concurrentes empezaron a aplaudir estruendosarnente,

incluyendo a Sebastian y Sn compailero de mesa. lQn altparlante anuhciO:

Senoras ‘ seizures, en es/c iiioiflciito clciinos iiilct?I UI ShON’ 666. quc correspondc a Ia 666
noche que I/eva abler/u este glorioso hun/cl para ale gria c/c nuestro pueblo. Esperamos que es/c
show s/ga sic nc/u c/cl agraclo c/c Un/os.

Dc inmecliato irrumpió Ia mñsica y las muchachas empezaron a bailar La Danza de Ia Atarraya..


Las mujeres/ninas estaban embutidas cii kimonos japoneses, adornados con resplandecientes
dragones. Todas contorneaban cadenciosamente sus cuerpos con ritmo serpentino, al tiempo que
iban
118

despojándose concertada y lentamente de sus vestuarios. Pronto quedaron completaniente


desnudas para deleite y tortura de Ia fantástica concun’encia.

Airededor de sus finos y blancos cuellos, que hacian trernolar con gracias de cisnes. las jóvenes
colgaron negras culebras, las cuales einpezaron a olfatear y acariciar con sus lenguas los cuerpos
santificados por ci encanto de Ia juventud. Todo sucedia ‘ritmo y conipflerfecto Los presentes

aplaudian delirantes. Hasta ci mismo Maldonado se sorprendiô a si mismo voceando


ernocionado como cualquier curioso grosero, y cetebrando junto a su coinpaflero de mesa los
encantos casi insoportables de las bailarinas.

La danza durô casi una hora y concluyó cuando las muchachas introdujeron en sus sexos
sudorosos las cabezas achatadas dc las culebras,

y luego las apartaron con violencia acompasada, y Ia

Ianzaron fuera del escenario conio a látigos inservibles.

Las fieras embravecidas por Ia como

una sutil enredadera. Luego se clispersaron, saciadas, por entre ci pñhlico,

hasta alcanzar Ia puerta de salida al exterior de la noche. y se abrazaron a su nmgica inadre. Dc


innwdiato las danzarinas hicieron una sutil reverencia ante ci püblico y se retiraron detrás del
espeso cortinaje que volvió a cerrarse y dio paso, al instante, a Ia voz del altoparlante:

“Señoras y señores, gracias. Esperamos que se hayan divertido con

esta primera parte del show. Dentro de algunos minutos, dareinos inicio

a Ia segunda, Ia cual, como ustedes saben, supera en magia y encanto a Ia

primera...”
119

Todo ci ambiente quedó envuelto en una gn brurna de Ia4Yque

ASS

Maldonado no queria ni huba podido escapar hasta liegado el momento. El

o sujeto volvió a hablar para decirie a Sebastian quc tenia una en ci con una mujer que estaba por
ilegar. Le dijo que se iria co e’ila pero

visitante lo deseaba, podria quedarse a coinpartir con Ia inujer. que ël se cedia de buena gana,
110 tendria inconveniente en complacerlo en lo

que éi quisiert De lo contrario, podia quedarse observando Ia seguncla parte del espectácuio.9

Casi de inmediato hizo entrada una mujer que lianiaba Ia atención por la proverbial fealdad de su
rostro y porquc al caminar parecia reptar como una culebra. Para asombro de Maldonado la
mujer ocupó la misma mesa en que estaban él y ci insólito personaje. El periodista no quiso dar
crédito a sus pensamientos, pero no tardó en confirmar sus sospechas cuando ci otro le dijo:

 Le presento a Berta Beatriz.


 Pero, ,se refiere a Berta la clue, scgün usted, fuc amante del sahio
 Vinicio Espinola’?, preguntó Mialdonado, anonadado por la sorpresa. Exacto- dijo ci otro
con una mueca irónica.
 Yo suponla que ci sabio Espinola hacla tiempo que habia muerto -
 voivió a decir Maidonado.
 Pero mire que EspInola está bien vivo- dijo ci ilonlbre de negro.
 Pero, jtcómo es posibie’?!
 Si, asi es — dijo ci otro-. (‘on él ha habiado usted toda Ia noche. Escriha ia historia, tiene
tin buen material. Au, y no olvide lievarse ci iibro...,
120

Vinicio Espinola y Berm Beatriz se marcharon, dejando a Maldonado mudo de sorpresa. Dc


inmediato él tarnbiën abandonó ci lugar, sumido en ci espanto, mientras se alejaba iba
escuchando Ia ioz del altoparlante anunciando Ia segunda parte del show. Trató de seguirle los
pasos a la insólita pareja, pero pronto Ia perdió, corno si la noche se la hubiera bebido en su
misteriosa negrura. Entoncef ci periodista canthió de runibo, y pronto estuvo avanzando por Ia
misma caile por donde habla Ilegado al raro establecimiento.

De nuevo Ia larga fila de curiosos a ambos lados de las aceras, mirándolo como si eVAiese on
espectro escapado del cementerlo. tener claro si estaba inmerso en Ia realidad o en Ia ficción,
llegó al parqueo del periódico, abordó so vehiculo y partió sin contratiempos hacia su casa.

EL PESCADOR

Qué it? cuento. ErUti otros tiempos. 4’ii c’sa eJE)ea ha/na ten /ugar al que //aiiuibanfalo
de&/nvo. J&’euerclo ciue till! iia/jict zonav clonde L’l cigna ine—* Ilegaha a las rot/i/las, to que
me permit/a cultivar muehas /anegas de arroz, exponiéndonie ., las mordeduras tie eu/ebrctv tie
agua, que ahunciahan eomo el dL’sengcxno 1’ IU t/L?Si/iiSiOfl.

*******

La esposa de Sebastian Maldonado contestó los mismo en todos los interrogatorios: “Sebastian
Ilegó a la casa muy agitado. Dc inmediato se acostó y se durrnió. Yo tanipoco tardé en
dormirme. Por Ia inafiana, cuando
121

desperté, me sobresalté de miedo al ver a mi marido cubierto por completo con aquella enorme
atarraya. Cuando logré desprenderle las enredaderas, descubri que ci libro estaba envuelto con él.
-. pero no sé más nada..

Pronto los jueces dictarán sentencia. Sebastian no tiene miedo 111 está

triste.
122

PRE-TEXTO

En ci ano 1913, durante ci pertodo de gobierno tarnbién tumultuoso del general Johe Bordas
Vaidés, en una localidad del Cibao llanmda Los Bejucos, algunos de los Burgos Ic entregaron un
caballo y cien pesos a tin hombre pendenciero y rnercenario ilarnado José Garcia para que se
trasiadara al paraje de San Felipe Arriha y diem muerte a un respetable señor de nombre Agapito
Pauhno.

Corno he testificado en una novela inedita, cuentan que José Garcia, después que hubo reciutado
a los hombres que lo acompafiarian en Ia sangrienta hazafia, Jes dijo: ‘EI que tenga gato prieto
amarrado en su casa que lo suelte, porque es con La cuiebrita Toño que varnos a pci ear”.

Antonio Paulino, alias Toflo. tal vez era ci rnásvaliente de los valientes hilos de Agapito Paulino.
Es probable que la velocidad de Ia bala que Ic desharatO Ia masa encefálica no Ic perrnitiera a
José Garcia reconfirmar sus palabras acerca de las destrezas de Antonio con ci revolver.

“I’OrqUC Si Cs annaitc 1c ins gains habra vain ins c.cj’cctacdos dcl ainor con pc/os 1 senaks. Si
supicra qiIc con ins tIn/males mac .ct’!Lcnaicc. iutcta ki conic cutindo sc in eMâii conn€’ndo in
BillS!? (:01! 0(110 ( ... I I,tlS gains son recciosas, mains, pcn’ci-sac, u in elegancia de sos-
ronquidos scrijaics hacen quc ci gala SC pain/icc frenic a c/ins

Euridice Canaan Fernández

Los Depravados

En Eu uttitiiicim. quc cs in terra de los gigwi&v, Utganki—Lokz dcsa/ia a! L)ios Buoy a


k’vanrar on gain: ci Pins. cinpicando tot/as sits /uerzas (u//cOns !ogiv quc nun dc Las pains no
toquc ci suelo: ci gain es in scrpicntc. thor ha stilt; cngan at/u par (Irks magicas

Jor3e Luis Borges

Manual de Zoologia Fantástica


123

AGATA

Ahora estoy privada de Ia Iuz. C’uando no Jo estaba era aria lectora empedemida, aunque sélo
me interestha,i los gatos como materia de estudio. Estas aficiones me vienen dade Ia inthicia. A
diferencia de otros nifios que utilizaban eJ dinero disponible pan adquirir juguetes y golosinas,
yo preferia comprar an libro, tan video, twa revista o cualquier otra fuiente de intbrmacion acerca
de gatos. Mis padres se extraflaban y se angustiaban pot mis rams inclinaciones, pero siempre
complacian mis nifierlas de hija Ottica. Ahora recuerdo Ia tarde en que mi padre se presentS a
nuestra casa con twa enorme gata blanca corno Ia for del Wa, despuâs de habemie pasado una
semana sin corner, Ilorando desconsolada y diciendo que si no me compraban una gata me
dejaria morir. Con

La presencia de aquel animal se originô ml ceguem y ml frllcidad. Si. porque t pesar de mis

bAilfl’4,Z’_

ojos sin luz y ml vejez sin tiempo. en esta casa sepultada en polvo y boniada .Vtelartha5a

soledad no me ha visitado y ml felicidad desborda los muros de este espacio. Si. el din en que
llego ml hello y fhtal fèlino, Ia alegria me desbordaba todo el cuerpo. Vo Ic acariciaba y lo
besaba hasta su hartazgo y le prodigaba los mimos y cuidados que no concedi a ml propio hijo.
Pew sé que no soy perversa, .pae nil aclitud respondió a Ia sinceridad de ml naturaleza
deshumanizada.

CATULO

R.ecuerdo el dia que Ia vi per primera vez Recuerdo su cuello despejado, jugoso y opaiino, y mis
ojos rasgados y maritimos, y mis gatunos ronroneos, y toda su juventud deuamaba a mis apetitos
decadentes. Si, yo estaba viejo y cansado y el amor entre ml mujer y yo era un cadaver en
avanzado estado de descoinposicion. Ella amaba a los gatos mis que a todo en el mundo y sabia
que yo me habla especializado en esa enigmética rama en el pueblo no habia otro veterinari4mi
competencia. Sin embargo. En
124

Was tratándola quedé acomplejado y adolorido por mi pirrica sabiduria en araciOn con su
erudiciOn apabuilante en materia de esos animales. Mi que conio vera Ia perversa nina no IlegO
a mi oficina en busca de infoimaciOn, porq e’Ila s Na

ii diabOlica ciencia superaba mis muchos afios de estudios, que prohabieinente Ic an in edad.
sOlo buscaha un hijo de ml cansado cuerpo, no por amor al hijo al

iuego dejaria morir sin compasión, ni pot instinto paridor de in hembra, simplemente amor a los
gatos. primer din de su visita me dejO pelejo cuando me Pt0USO

un dia de placer donde a mi se me anrojara. y viendo mi pâlida ‘ temblorosa mudez, y sin ‘nerme
del vertigo de Ia confusiOn, se despojO del vestidillo de sus trece aflos y quedO

en cordobanrente a mi, con desembozado aire de mmcm experirnentada. Aq exquisita visiOn de


perfecciOn demoniaca me sumiO en una confusion que apenas me permitiO tomar un poco de
aliento para decirle, con entrecortadas y nerviosas palabras, que Se alejara de nih y que no
volviema a poner en peligro ml trabajo. Ella me sonriO con ironia y su mirada de acuosidad
azulina se ciavO como un fflo cortante sobre ml rostro humiUado pot ci tienipo. No dijo nada y
en segundos so colocO su menuda prenda de vestir y saliO de Ia oficina con gestos soberbios do
nilia consentida, segura de que ci hechiz do su presencia habia penetrado tan hondo en mi que no
tardaria en buscamla y 1la i conseguir su apetecida preñez.
125

AGATA

Esa primera noche de Ia Hegada de ml gata y con mis recidn cumplidos trece anos, nicié ci ritual
de mis sueños sin ropa interior. Recuerdo que ese dia me acosté más temprano quo do
costumbre, pretextando faisas molestias menstruates y atranqué Ia puelta do mi habitaciOn. Mi
querida (a quien designë con ci nombre do Mesahna) estaba a ml (ado. Prepare mi (echo como si
these para Feneion, ml esposo amado, a quien ahora acaricio y beso en la penumbra do este
cuarto, mientras mis pensamientos viajan hacia mi inütil e irremediable pasado. Cuando me
desnude y me tumbC bocarriba sobre mi cama. Mesalina no tardó en empezar ajuguetear
conmigo. (‘on su lengua helada y pegajosa iniciô a lamerme entera y a acariciarme con Ia
escobillia de su mbo. Pronto insistió en desgarrar mis panties, pero yo me lo quite, y me abri en
V. y ella no vacilO en introducir su lengua hasta lo más piofrndo de ml hetida vaginal .Asl
empezaron mis hermosos placeres hestiales, los que nun disfruto a pesar do los achaques do ml
ceguera y mi vejez.

(SMesalina y yoNho regocijábamos en nuestros comunes goces leshianos, pero ambas


deseahamos un gato quo nos trasiadara más lejos. a Ia más alta dma del placer

concebible. Pronto notamnos que nuestros iübricas fruiciones se nos vokian monótonas y
empezamos a buscar un coinpanero para formar un inagotable triángulo amoroso. Una noche de
iuna inmensa Mesalina y yo nos internamos en ci hosque cercano a Ia casa do mis padres, y los
maullidos calenturientos do mi compafiera no tardaron en convocar ‘a presencia do un inmenso
gato con toda Ia noche en Ia piel. En menos de un minuto do previos ronroneos, Mesalina y ci
reciCn ilegado se ayuntaron con dulce violencia y yo me hice a un lado para contemplar aquel
espectaculo do dicha inenarrabie. Los maullidos eran tan elocuentes que no pude controlar mis
ganas desmadradas y me tumbC sobre in hojarasca, y me abri bocaiTiba todo lo que pude
esperando que un inmenso falo do gato
126

acudiera henëvolo a desgarrar ml cálido y Mmedo sexo de hestia de düplice condicion. Pero ci
miembro apetecido no vino en ese mornento y las ganas me hacian sufrir gozosamente. Asi que
no tardé en iniciarme en una desconocida inanipulaciOn digital airededor de Ia fiiente de mis
mayores goces. Pronto nuestros triples gemidos, maullidos y jadeos horadaron Ia quieta negritud
de aquelia noclie. (‘uando Mesalina y so advenedizo amante saciaron sus apetitos avanzaron
hacia ml y empezaron a lamer y a acanciar ma cueipo dernbado sobre las hojas y Ia noche
Ambos expioraron minuciosarnente cada resquicio de ml loven anatomia y succionaron mis
relentes vaginales con delectaciOn, como si se huhiese tratado de un depésito de leche
condensada. Luego. ci aparecido ciavô su fino miembro en mis genitaics hasta que estallé. Al
goce siguió ci miedo de que ci gato negro no quisiera acompafiamos hasta Ia casa de mis padres,
pero tuvimos Ia suerte de regresar con nuestro companero de orgia, con éste que ahora me gruñe
procurando su habitual placer de cada dia.

GRETA (PRIMER LAMENTO)

(Jo qué senor, me ha eastigaclo dc csiuforma haewndoinc cngenthvr iii? hijo c/c cta esj;ecie? 1né
like para aiheigar en ml i’ientn’ ericitum SdflIc/aflte? No he c/c’ preguntarnic Si eslov inaithia
porqne ci rcsuitack c/c nil par/a lv ales tigna, jicrc SI it’ pregunto: /Por qué, scñoz; si no huh/a
c/c penmiir que Va Ira/era cli mum/v nun crastura normal conio COM (ac/os las (men, liv
iiiipediste tin COflCCJJCIOfl 0 pcrtm(ixtc’ que ci lazy que mc ataha cii inunclo mc ahorcuni’
Asi Va HO hubria c/c pmhqar y contcnipiar tan ucuigo espectaculo.
127

CÁTULO

(‘uando salio de mi oficina eran corno las diez de Ia mafiana. Yo tenia mucho trabajo por
delante, pero no podia concentrarme en él porque Ia imagen desnuda tie Ia muchachita temeraria
me robaba Ia calma y ci calor de lana avasallante excitacidn me lanzaba fuera de mi oficina y
hacia eHa. Asi que no tardé en i e irnie a sentar al parque principal. apenado por no tener manera
de comunicacion Co l1a pero Agata no tardó en presenrarse como una aparicion mistenosa. Dc
inmediato se sentó a mi lado, con calculada picardia, y sus manos pequeflas, suaves y rosadas
tomaron las mias, temblorosas como las de un adolescente sin experiencias en los menesteres del
amor fisico. Ella ilevaba ci mismo vestidito con el que se habia presentado a mi trabajo, y
cuando tomO una de mis manos y Ia introdujo en los hotoncillos de sus pechos, y luego en Ia
herida del triánguio, note que no Ilevaba ropa interior, al igual que Ia primera vez. (‘on mi voz
aterida como la de on penitente de rodillas sobre un bioque de hielo, Ic preguntC:

“,QuC deseasT’

“Ati”

“LPor qué? Esloy viejo y cansado, soy pobre y tengo una nmjer y tres hijas que debo mantener”

“No importa”

“No puedes estar enamorada de ml”

“No lo estoy”

“Entonces, ,por qué?”

“Porque tñ cuidas lo que yo amo”

“tY qué es lo que amas?”

“Los gatos”
128

los otho. (‘uando empecé a estudiarlos, me atraian bastante por su aspecto pero luego que thi co,ç
ndo su taimada naturaleza, empecé a despreciarlos”.

embargo, nunca I hh ho dano. No has envenenado a ninguno iii Ic has -— suministrado un medic
arnento equivocado”.

“Mi odio nunca ha ilegado ala intención del crirnen.

“Yo

enigmAtico.

“Sin

prescnpto o

“El mio traspasa sus hniites”.

Fue lo ültimo que dijo en ese instante, y estirô su gallarda cabecita con gracia tie flamenco, y su
cuello semejó por un segundo una nota en sol, y su mirada maritima se derramô sobre mi como
una luz n&cOtica, y sin explicarme cómo en poco tiern I nn a su caca y sus padres aceptaron Ia
explicaciOn de q ic i ara no de sus profesores e ibamos a hacer una tarea en su habitación.
Entrarnos ella asegurô Ia puerta con tranca y pestillos. En aquel insôlito cuartucho habia un
moutOn de libros, revistas y vtdeos acerca de gatos, asi como tin enorme tratado sobre otidios.
Tamhién habia una cama mediana sobre Ia que estaba tumbada una inmensa gata blanca Ilamada
Mesalina, amamantando a seis gatitos ansiosos. Un gato negro, mucho más grande que Mesalina,
y cuya mirada reflejaba Ia inisma sabjduria de su duefla, yacia tumbado en adormilada y noble
posiciOn en un extremo de Ia habitaciOn. Aquel animal parecia ci guardian y dueno de todo.
Cuando Agata se desnudO y se coloco bocarriba sobre Ia cama y me invitO a que ia poseyera
como mãs lo deseara, vi que los ojos del gato (que luego supe se ilamaha FenelOn) proyectaron
sobre mi y Ia niuchacha una negra y rabiosa luz y empezO a emitir unos fuertes gruflidos que no
me dejaron ninguna duda de que aquella bestia estaba inundada por twos celos terribies, que Ia
habrian lievado a asesinarme si no hubiera sido porque Again saltO felinamente del lecho y lo
abrazO y lo besO con lianto y pasiOn desatadas y Ic seereteO algo al oido; luego introdujo Ia
cabeza del animal en su vajinilla y éste lamiO un poco se
129

consolO de nuevo, como w niflo satisfechn sus caprichos, y so abalsó otra vez en tin rincén,
envuelto ahora en una quietud serafinesca y en una aparente indiferencia que no era otra cosa que
ansiedad contenida. Extrafiamente, aquella escena, lejo3 de motivarme a escapar, provocO en mi
una’ec,taciOnjuvenil y avancéhacia Agata que yacia en V sobre Ia cama. Pensé encontrar o lla n
recipiente de lava, poro solo haflé on amargo helado que se derretia parsimoniosamen C.

“tPor qué?”, pregunté.

‘A caso quieres encontrar en mi gatuna naturaleza inclinaciOn hacia ci macho

humano”, me dijo. Y al instante agrego:Qividaste cOmo hesabay acariciaba a FonelOn?”. -?

“No, pero pensé... porque eres una hembia del sexo hurnano”., dije con voz deshilachada.

“Aunque tengo cuerpo, rostro y voz de mujer y se, por desgracia, quo un hijo de ml vientro
tendré caracteristicas iguales, ml inclinación sexual natural es de gata”, concluyO.

No pude ni puedo explicar el nivel de mi asombro. Me quedé mudo de espanto, pero mis pies
isaron al exterior do Ia habi15n, sino hacia Agata, que a pesar del hielo do su cuerpo inc
convocaba a flindirme c eIla)Me quite Ia ropa con rapidez de imberbe inexperto y me recostC a
su lado, avergonzado de mi entrstecido cueipo de

arruinado al lado do aquella for de belleza y crueldad que podia 5cr ml nieta.4k ila I parocia
importai-le aquolla diferencia abismal y no tardó en entrelazar sus bracitos a mi cuello, y sus
labios frios y sin anior se posaron sobre los mios, y in gata que estaba a nuestro lado alimentando
a sus gatitos maullO y avzO cia nosotros con su pequefla pdilh y FenelOn hizo igual. Me ilenC
do miedo, pIai devolvid Ia confianza me
130

explicó que sus animales formarian pane de aquel ritual. El pozo del placer de Agata estaba seco
como ci verano, pero las caricias y larnidos dc Mesalina y us eis hijos. asi como los de Fenelon,
que 110 tardó en sumarse al concierto, provocaron 1 il tal nivel de humedad que rni agitada
verga se sembrO conio un punal hasta 10 más profundo de su rendija, sin estorbo, porq recia que
Fenelón, u otro gato, Ic habia roido su frijol vaginal. En vano espe ella un regocijante estaihdo.
(‘uando no pude resistir rnás me derramé tristemente e ella. Mis gemidos parecian ci ilanto triste
de un abandonado. Dc inmediato Agata me aportO con asco absoluto, y FenelOn y la gata madre
i-ecogieron del recipiente dci goce de Ia duena mis apetecidas excrecencias senilnale, hasta
provocarle Ci placer que nunca pude dane. Esa ceremonia se repitlO varias veces en su casa,
hasta el Wa en que me the a decir que no me necesitaba porque estaha einbarazada.

HORACIO (SEGUNDO LAMENTO)

Seflor, jqiié pluto liaher szwedido Cli las COnstihIciofleS ifl 10 3’ (IC JUl C%O50 porn que
nl(CSttVS jugos con/ormalw; an ser tan contrano a nitestras’ nataralezas espeIvt;zas? Nosoflos
esperahamos utia ersatura para an ,arla, cnn/ar/a e mstnnr/a en in sapita religion. como mom/as.
Sin embargo jios deparaste a Ia verduga de miesiras this tones. C ‘ama nos lo a’çpiica. senor?
( ‘onto iv entenderernos a la 1/c c/c in ommseienera? I pensar que sn/nriamos demos CflUS si le
eorramos Ia vu/a ci ilnesin) avieso engenthv. a cxc espejo tilivz c/c in ignomnela.

Li desuno de Ed/pa cx nncs hendiciOn comparado eon ci c/c ml esposa v icr Si io fluent esposo
c/c ml mac/re, asesino c/c me padre, padre i’ henmwo c/c fills h,joi, es/area cantana’o de a/egrta.
pew ml alma estd en penmnhma p es mOth que tile arnmque lox oos para vagar par esta ctega
etudad... Sabre ti 00/7 fl/oilS Into c/c con/i.tsion V c/c men/ira!) eacizi Ia en/pa c/c
nuestrap.isticza.
131

AGATA

(‘uando lleguè a Ia casa con Mesalina y FenelOn mis padres me reprendieron violentaniente por
haherme ausentado sin sus consentitnientos y por regresar tan tarde y en compañia do otro gato.
Yo no los contesté, pero mi padre, heido por 1111 conducta y por Ia crueldad de mi indiferencia
intentO abofetearme Ia cara. Mi firmo miraday los grufiidos de mis compañeros lo hicioron
retroceder aterrado y se reftigiO junto a mi madre en su habitación, ambos derrotados por Ia
conciencia do que habian engendrado un monstnio. FenelOn (éste que aün es mi amante y quo
ahora me exige lo do siempre con una ira quo me excila con Ia intensidad de mis trece aiios),
Mesalina y yo nos encerramos en mi refugio y los tres nos aCOstan1os en mi cania, y dormimos
apacibles y sin culpa hasta Ia madrugada en que nos reencontramos con las fuerzas de nuestras
lubricidades desatadas.

Entre Mesalina, Fenelón v yo so formó una triada amorosa en Ia que ci placer no excluia ni
privilegiaba a nadie. Asi fue hasta Ia preflez do Mesalina, quien so llenO do odio contra mi
cuando FeneiOn Ia relegO a un segundo piano, debido a su estado de gravidez, y me privilegiO
en noches absolutas. Tuve quo hacer un gran esfuerzo para que Mesalina comprendiera. Hubo
noches en quo Ia maldita estuvo a pinto do desgarrarme Ia cara, y hubo otras en quo Ia ira me
arrastró y apreté su garganta hasta que Ia Iástima aflojO la presión do mis manos. Pero Ilegaria ci
dia en quo Ia pena no acudiria y yo destrozaria el

cuello do mi verduga. Si, ahora lo recuerdo nitidamente, mientras Fenelon, mi ñnico amor,

escarba on mi cueva como si quisiem atrapar a su innwitlo ratôn do cada dia.

Varios dias después de quo Mesalina niumbraha sus seis hermosos gatitos, Ia relacion entre los
tres volviO a los niveles de equidad original, pero entonces fui yo quien so sintiO devorada por
mil cuchillos do celos, no por ci amor compartido, sino por Ia dichosa
132

maternidad de Mesalina, a quid vela lactar con fruiciOn a sus criaturas. Si, me embargo una
envidiosa desesperaciOn porque llegue a tener conciencia de que yo nunca engendraria tan
hermosos animales.

Yo veia ci cueipo d 1ia orecido de hijos y me invadia Ia pena de no ser absolutamente una gata.
En rnedio de mis padecimientos de hembra frustrada, tuve Ia resplandeciente idea de pensar en
dejarme preñar por un hombre, ya que era imposibie que FenelOn lograra tal hazana. Asi yo
podria lactar no solo a los seis gatos de Maruja, sino tambidn a Ia misma Mesalina, a FeneiOn y
hasta a los prOxinios hijos de Mesalina y FenelOn, siempre que lo quisieran y yo pudiera. Pronto
logrd mi objetho. La victima y ci instrumento de mi zoolOgica pasiOn the Cãtuio, ci viejo y
achacoso veterinario de Ia esquina, padre de tres hijas viejisimas y jarnonas, y esposo de una
horrible beata. Si, yo pude buscarme un Apolo juvenil, pero daha igual porque no vibro con ci
hombre. Lo que yo deseaha era un macho humano que erectara y cuyo semen fuese fecundante.
Por misteriosas corrientes de informaciones supe que (‘átulo, ci veterinario de ‘a calle ocho, era
especialista en gatos, y a pesar de que por esa.s mismas corrientes supe que aquel viejo
esclerOtico odiaha a los gatos, tamhidn me enterd de que no Ic habia hecho daflo a ningUn
coinpaero de mi raza y mis simpatias. Por eso lo busqud y no tardO en regalarme mi anhelada
prenez ...Mi hijo, demasiado humano, vio Ia luz oil viemes4eee de un mes y un

año que no recuerdo. En vano esperd que un luminoso golpe de suerte de Ia naturaleza me
hiciera alumbrar a uno o varios gatitos tan hermosos como los de Mesalina, pero me resigné

a amala fortune, porque tuve Ia dicha de que mis pechos casi se me desprendian de

madura abundancia.queI1as dos teticas misteriosamente se habian convethdo en dos

enormes ubres que superaban las de cualquier bovino lechero. Asi que me converti en una
ubdnima y generosa madre paia mis animates. (‘ada vez que algunos o todos lo requerian, me
tumbaba solicita a sus requerimientos nutricionales. Aveces yo parecia on cadaver exquisito
devorado tiernamente por mis felinos. Hasta FenelOn succionaba mis pechos con : nerviosa
inquietud, como un infante desprotegido y triste, mientras que en un

-. incon de Ia habitación mi hijo humano se desganitaba de hanthre en su cunita de pobre.


133

CÁTULO

Luego Ia busqué y le pedi que me entregara a nuestro hijo, que yo cuidaria de éi (aunque a
escondidas) como era debido, porque si bien ci pequeflo habia tenido Ia suerte de nacer sano y
normal, no tardaria en enfermar en aquel ambiente infestado de gatos. (‘uando Ic hablé de ello,
las aguas clams de sits pupilas se enturbiaron por Ia ira y me dijo que los humanos estábamos
rnás intèstados por Ia maldad que aquellos “inocentes” animales y que no soiiara con que me
entregaria a nuestro hijo. Luego supe que Ia dejO morir de hambre y que sus padres,
avergonzados. dijeron que ci niño habia fallecido tie manera natural, clebido at influjo de una
enfennedad congdnita. Aquella mentira me ilend de una rabia triste. porque yo habia pagado y
erificado con ci ginecOlogo los estudios requeridos, los cuales no arrojaron morbilidad en ei feto.
Tnátilmentenordacd mis labios, temiendo que mi mujer y mis tres hijas se enteraran, pero Agata
se encargó de haceries saber Ia verdad de mi paternidad aberrante, y les rnintiO aT decirles gnu
yo Ia habia violado cainino a Ia escuela. Mi moral, flM trahajo y mi hogar se despeftaron sin
retomo,,y ahora, mucho mãs viejo y cansado, desempleado y decepcionado tie in hipocresia del
mundo, deambulo por las calles de este pueblo, durmiendo a Ia intemperie y subsistiendo por ci
hurnillante ejercicio tie Ia carkiad tie algunos ciudadanos cacao usted

HORACIO Y GRETA (DIALOGO)

Horatio: Fuiste adonde el sacerdote?

Greta: Si, asi lo hice.


134

Horacio: Y qué te dijo?

Greta: inc dijo que Jo de Agata es solo faiitasia nuestra; cjue nuestra hija es como cualquier otro
nino al que le gustan los gatos.

Horacio: Maldito! Si contemplara nuestro drama tal vez no hablaria asi.. ,Acaso no Ic explicaste
detalladarnente que no tenemos duda.s del contubernio sexual de nuestra hija con esa pareja de
gatos?

Greta: se Jo dije, pero se sonriO dubitativo y clijo que nuestras quimeras eran expresiOn natural
de nuestros celos, debido a que Agata prefiere Ia compaflia de los gatos a Ia nuestra, que con ci
correr del tiempo todo canibiaria y que por ahora nuestro deber Cs vacunar a los gatos para cjue
en ci futuro nuestra hija tenga descendientes sanos y felices.

Horaeio: Desgraciado! El tamhién serâ responsable de mi crimen.

Greta: ,Qué crirnen? No estarâs pensando...

Horacio: Si, estoy decidido! La voy a eliminarjunto a su asquerosa pandilla!

Greta: Qué horror (se interrumpe ci diálogo y entra Agata. Los tres guardan silencio y lajoven
hebe en los ojos de su padre ci contenido de Ia conversación).
135

AGATA

Algunos meses antes de ml embarazo, Mesalina, Fenelon y yo planeamos expulsar a mis padres
de Ia casa. Yo haNa leido en los decepcionados ojos de nil padre la idea de ehminarnos. Fue un
imperdonable enor de nuestra pane no cobrarle con Ia muerte sit flinesta intención, porque
resulto que quienes fiuimos expulsados de Ia casa fuemn mis gatos v vo. Lo decidieton cuando
les impedi socolTer a su nieto, al que ueron morir de hambre. No me creyeron cuando les dije
que ci niño no Horaba)I hambre, sino por simple ñoñeria. La verdad era que mi leche pertenecia
exciusivarnente a mis gatos. El dia en que mi hijo murio, se lo entregué a sus abueios para Ia
ceremonia de sepultura, alegando que mi dolor era muy grande pan acompafiar a aquel amado
engendro de mis entraflas a su morada definitiva. Al regreso dcl cementerio mis progenitores se
hicieron acompañar de algunos hombres decididos y nos expulsaron como a intrusos aberantes y
usurpadores de un espacio que no les pertenecIa. Ninguno de nosotros saliô herido y tuvimos Ia
suerte de encontrar esta cas’ucha destartalada, In que ibimos acondicionando con dispersos y
extrafios materiales extraidos del bosque profundo de Ia ciudad nocturna. Para nuestra dicha mis
felinos y yo nos adaptamos a este nuevo espacio, donde hernos tenido Ia suerte de no set impoi-
amados pot humanos ni otros animales, hasta ahora. Sin embargo, meses despues de nuestra
reuhicaciOn sucedió twa doble desgracia que altero por un tiempo nuestra arrnoniosa fhrma de
vida. ResultO que a Mesalina (tine alirnentaba junto a ml a su nueva camada) de repente se Ic
secaron las mamas, como consecuencia de su nuevo embarazo. Entonces, como era lOgico, todos
los gatos empezaron a nutrirse de mi; además, Fenelón dejo de requerirla y solo tenia vista y
deseos para ml. Mesalina the azotada por los celos y aprovechO uii estado de indefensiOn mia en
que yo lactaha a nuestros hijos para saltarme directo a los ojos e iniciar, con sus garras afiladas,
Sn empeflo de alTebatarme Ia luz. Fue una contienda atroz. Recuerdo ci fino y desgarrador dolor
cuando una de sus garras desinflO uno de mis glohos azuies. Recuerdo que Feneldn (intentando
apartar a Mesalina
136

mi rostro, y tratando de evitar que yo pudiera atrapar ci ancho cuello de Ia agresora se en batalia
con ella. El escenario de aquella refliega a muerte era mi joven y bella Pronto senti otro rayo de
sombra penetrar a ml otro ojo, pero tuve Ia fbrtuna de er entre mis manos ci cuello de Ia
enemiga, y lo apretE con todas mis fiierzas.

itras yo gritaba estruendosamente por un dolor que las palabras no pueden testimoniar, ztentras
los recipientes que habian contenido in luz de mis ojos se vaciahan lentamente en Un rojo
lagrimeo que se derramaba por ml cuerpo. Recuerdo cuando tirE a cualquier lado ci uerpo sin
aliento de Mesalina. Entonces al sumo dolor se agregO el miedo de que FeneiOn acabara con mi
vida, pero ci animal empezô a lamer mis heridas con dolientes duizuras y a acaciarme COfl su
sedosa peinbre. En ese inomento supe que El no me abandonaria, a pesar de ml ceguera
irreparable.

Todavia no habian sanado mis heridas cuando se reiniclé nuestra intima relacjôn con impetus
inusitados, pero creo que nunca como en este momento en que evoco ci fantasma de mi vida
pasada, Fenelón hahia estado tan ansioso y urgido de mi entristecida came.

Ha pasado mucho tempo desde que vivimos aqui y son incontables los gatos que han nacido en
esta casa y los que han venido a alojarse en ella y todos Los que se han ido

huscando sus parejas y sus destinos. Sin embargo, FenelOn siempre ha permaiecido a ml

II

lado. No dudo tine El haya tenido amores fortuitos y montunos. perojfno)o consideio

infidelidad su fidelidad ha sido su etema permanencia a mi lado. No, no Ic exijo que se someta a
in exciusividad de ml sexo de mascada de vieja... i,—Dmi queñdo/ ünico y etemo esposo

** *
137

Agata abre sus piemas solicitas y Fenelón husmea agitadamente en su hueco vaginal, pero no
encuentra ci pez-ratôn liquido de cada dia. El sexo de Ia vieja estâ desértico y FenelOn se
desespera y empieza a escarbar con violencia So apetecida presa. Agata girne y se retuerce de
dolor, e intenta defenderse de las garras y las dentelladas de su arnante Entonces se inicia una
lucha que dura poco, porque FenelOn se torna más inmenso y parece crecer más a cada instante;
semeja un enorme perro-gato. La mujer no tarda en ernitir su ultirno gemido sobre ci piso
ensangrentado, y ci gato huye hacia 10 mãs proftrndo del bosque nocturno.
138

XI

Le qz’ Sf/iC Si/I £JflCaJstaLkJT si In

serpwnte inuenle anics de ser

(ada?.

Edesiastes 10:11.

La angustia al pensar qu11l,kabIa muerto te dura poco. Pronto Ia yes incorporarse con firmeza y
Ia boca desbordada en sonrisa. Se acuesta a m lado y procede a desatarte, y con sus labios
ardientes empieza a cauterizar sin dolor tus heridas, y coloca pornadas en las maguliaduras de tus
pies y tus brazos. Pronto estás COO Si no huhieras sido agredido, como si aquello fuese ci
despertar de un sueflo pesadillesco. pero agradabie.

Hecho est, elk/se incorpora y avanza hacia Ia cocina y no tarda en regresar con Ia sopa de
siempre y la habitual copa de vino blanco. Se coloca en cuclillias frente a ti y te observa corner
con agrado y tosquedad de jornalero, sentado sobre Ia cama coino un convaleciente de varios
dias de enfermedad y de abstinencia aliinentaria. En esa posicio5cmsi prepara el próxirno rito, y
con indiferencia que parece crueldádJ/ dice que la came de Ia sopa pertenece a tin tipo de
serpiente de naturaleza anfibia, y ci vino procede del orin y Ia sane rnezcladotde la misma
especie. P

Sus revelaciones no te inipulsan a rechazar la cornida porque minca aquel banquete tuvo sahor
tan exquisito. Al tiempo que absorbes y masticas tu

•.

pitanza de penitente, le preguntas, como tin titere movido por hilos invisibles:

j,Quién eres?

Ella: - Soy Eva.

Tü: - j,De dónde vienes?


139

Ella - Del perdido paraiso hebreo.

-,Quiénes son his padres’? ____

Ella - No tengo madre y ni padre es un ser al que Ilaman Dios.

Tu -Quien Cs ese ser?

Ella - Dicen que es Ia suinrna bondad, la absoluta sabiduria y Ia piena belleza. Tarnbién que es el
creador y padre de todo lo existente

Al dccir esto Eva pulsa un botón de un control rernoto y hace lo de presencia en Ia


casa/escenario un honibre de gran belleza. corn un%: dan antiguo o tin tarzan moderno. Una
oleada de celos y envidia invade cabeza del pobre Adán. Eva vuelve a pulsar su control rernoto y
ci recién Ilegado habia:

Homb el - Dios no ptiede ser ci creador de este caos de horrorosa fealdad y bru al ignorancia, de
este reino del crimen, del dolor y de In engaflosa alegri a.

Eva puisa de nuevo SI! control remoto y ci recién liegado se queda mudo, en silencio de estatua,
como un robot prograrnado. Entonces Eva pulsa el control y emerge de uno de los cuadros la
irnagen de un viejo de rostro manso y barba nubosa.

ajeios, moviéndose dentro del cuadro, empieza a habiar:

ajDios: - Yo soy Dios, ci creador de todo. Yo hice un lugar perfecto en ci que coloqué al hombre,
a quien hice semejame a ml y Ic di poder para que reinara sobre ci paralso que habia puesto en
sus manos y a sus pies.
140

Eva pulsa de nuevo su control remoto. 4..interrurnpiendo abruptamente

ci discurso y permitiendo que el hombre atlético vuelva a habiar:

Horn -ello: Qué paraiso fue aquel que tin simple accidente echo a perder! Qué ad flue aquella
que nos prohibla los nianjares del amor y de Ia ciencia, sin los cuales ningán hombre lo es
cornpletamente! Se supone que lo hecho con perfecciOn no puede ser contarninado...

Eva puisa ci control rernoto y permite que e’’ie Dios vuelva a hablar:

4s1aieDios: - Llstedes eran mis hijos más anrndos, en quienes puse

mis mayores contentamientos y esperanzas, pero abusaron de tal privilegio

Hombre Bello: - (AquI Eva permite que ci diálogo se mezcie sin iuterrupciOn). j,Acaso no sahia
tu oinnisciencia que te fallarlamos, que no seriamos fieles a tu inconsulta voluntad? Si me dices
que lo ignoras quedarâ demostrado que tu ciencia no tiene otro soporte que nuestra ignorancia.

pnajeDios: - No sé .. - todo se me confunde... déjarne ver... creo que Moisés no entendiO bien lo
que Ic dicté, pero si estoy seguro de que lo

hice a mi iniagen y semejanza...

Eva inteuurnpe Ia voze ios, y vuelve a pulsar su control, y una serpiente de mediana proporciOn
se yergue dci contexto dcl cuadro que Ia contiene. La mujer permite que Ia serpiente liable con
voz aguda y desafiante:
141

Serpiente: - Vaya semejanza. Pero vainos a admitir- lo cual se podria discutir - que tus primeros
hijos fuesen semejantes a ti en belleza (claro que tal vez en los aflos de tu juventud porque ahora
se te ye muy viejo y averiado, con una nube de fracaso cubriéndote ci rostro), pero, z,acaso esa
semejanza incluia tu supuesta inteligencia? Esas, tus arnadas criaturas, fueron tan fácilmente
enganadas por niL e inducidas a coiner del fruto más bello y sabroso del paraiso, que me parece
que no. al inenos que convengamos en que tu sabidurla es pura tonterla para ci deleite de
ignorantes asjcs, o para beneficio de habilidosos. OLacaso t’olvidapue dijiste (o hiciste que
Moisés dijera), que

nosotras, las serpientes1 somos los animales rnás astutos que tü hablas creado?

Dc ahi se infiere que nuestra sabidurla superaba Ia de las criatur9s que

supuestainente habias creado scrnejantes a ti; de lo confrario, no -iwbieran caIdo en la trampa


qeb4eiims’ que los expulsô de su iiusorio paraiso,..

Eva pulsa ci control e interruinpe Ia voz de la serpiente. Luego permite q Dios, con la voz y ci
rostro confimdido, inten$habiar. ,,Pë?ø lla, ci confimdido espectador Adán, laSrpientea y l
$oinbrello, no permiten que aje Dios habie: lo interrumpen con tin murmulie agresivo y a coro
perfecto repiten varias veces:

;Qzse animal tan ti/NIL’ øN ci hOlilbiL’,

&iaturci intL’rmL’dia en tie itt best/a ci angel, —

•tnsllanle extrav/ado entre itt /hisión p Ia eridenc/a.

(‘oncluido ci coro oliente, proceden a tornar algunas piedras

que estaban depositadas sobre una mesita y empiezaa apedrear ci rostro de Dio, quien en vano
intenta escapar y ocultarse/dentro de los marcos rldos
142

del cuadro. Una de las piedras alcanza ui ojo del icono fantasma. Lenta y tristernente Ia bola del
010 de Dios se va vaciando de su contenido)de sangre y agua, al tiempo que ci agredido emite
sonidos estruendosos y lastimeros.

Lentamente todo va retornando a! principio del diálogo entre Eva y Adán. Y tü, Adán, a pesar de
Ia asombrosa escena, no tienes interrogantes, sOlo te limitas a observar con hambre la sopa,
sabedor de que .a4.

coinerias varias raciones si Eva te las ofreciera. pero en cambio Ia muchacha procede a tumbarse
a tu lado, come chiquilla que busca cobija en los brazos del padre. Pero Eva no busca
protecciOn; bastante fuerte es por si misma; solo desea apagar Ia llama del deseo que Ic estalla y
se le derrama por dentro, incendiándoia entera. Por eso no tarda ,onerse de pie, tomarte por las
manes v hacer que te incorpores frpnt a l1a Y In, coino autOmata lascivo,

no vacilas en despojarla del e •, ifsin ropa interior, —1

Entonces tus manes tocan con avidez las copas rebosantes de los pechos, y acarician ci vientre
use, corno tallado per un orfebre lujurioso, hasta liegar a Ia protuherancia del sexo, recubierto per
la marafla del plumaje. Luego tus manes siguen su ritual de caricias, y mean las curvas
serpentinas tie su espalda ‘. sus caderas, hasta liegar a los glüteos hinchados y compactos.

Dentro de Ia casa, una vela agoniza con Ia noche. Afuera Ia oscuridad es total. Ruidos minimos
interrumpen Ia quietud casi absoluta de la noehe; ruidos de ratas que buscan con ansiedad su
sustento, de leizas que acechan

a sus presas, de ranas, grubs, luciérnagas y culebras ue engullen a sus4 victimas o se deslizan
ignorantes hacia sus verdugos. Si, tá y Eva lo saben: la

noche es un concierto demor y &*criinene -÷


143

(‘oncluido ci ceremonial, Ia mujer se duerme, y tñ, como siempre, te quedas contempiándola,


linbuido aquella extraña felicidad que parece de

Q jze}ac,Loe

telenovela 0 un escrit ujurioso y sentimental.

Piensas en lo nlaravilloso que seria vivir afli, co lla disfh’ r de la beileza

del jardIn y de Ia enorme variedad vegetal, dorniir junto dliacorno ahora,

verla vestirse para irse al trabajo, preparar, para cada 11110 de sus regresos, ci

plato que supones Ic gusta tanto como a ti. salir a cazar las presas rnás sanas y hermosas para que
Eva no tenga que hacerlo: en fin: formar pafle de su mundo para siempre.

En estos pensamientos te visita ci otro sueflo y te duennes decidido a proponerie al dia siguiente
que se quede contigo, que tO soportarias todo sacrificio, porque aquello significa más que todo
lo sonado cuando conipraste Ia pequefla propiedad y estabieciste tu criadero de serpientes que no
deseabas volver al bochorno dad.

Cuando despiertas descubres que Eva no está a tu lado, y no te encuentras en su casa, sino en la
tuya, sentado frente at espejo, y piensas en ese otro que acaba de experiinentar (dentro de un
sueño) Ia fascinante

experiencia. Pero, j,cómo encontrar- una explicacion para ci alud de

pensainientos que se agolpan sucesivamente en In rnente’ tw]Th—jrn—----

() .“ejr ‘k’ntro -c .4.

ah’ tciesuna enorme cisterna de confusiOn. Asi io confirmas cuando observas las estrIas que han
dejado las hgaduras en

tus muñecas. Sientes In cuerpo liviano como una hoja navegando en la corriente, como si en
verdad te hubieran sangrado y liberado del exceso de

- . . flZzc-t&W ,

::,-mozlobina, 0 como si anteS4m—t rztTzceo oxdado como hierro viejo.


144

Contemplas, ademés, las cicatrices de las punzonacias y piensas que Ia ünica explicación la tiene
Eva, pero debes esperar hasta maflana, porque a penas son las tres de Ia madrugada. Es inütil
todo intento de dormir, ci desasosiego te hace deambular por Ia casa como ci sonámbulo de una
penitencia de amor y dolor. _—7

En esa agonia. ci chorro de luz de Ia mañana te da de golpe. Efflonces te tiras de Ia cama y con
movirnientos neniosos Ic diriges al baflo, de inmediato abres Ia ducha y Ic dejas caer agua en
abundancia, corno iara sofocar Ia calentura que te invade. Sin que ci agua hava extinguido tu
sensación de apaleamiento, cierras Ia ducha, te secas y te paras frente al espejo del bafto, y
observas tus párpados y In frente bordeada por rnñltiples arrugas. Tus mejillas, a diferencia del
aver irnaginario, están flácidas, pobiadas de una barba pajosa y canosa, al parecer de varios dias.

Te molesta tu propio rostr5 adusto y gr’y(c mo ci de un mihtar en

servicio involuntario tus labios deshidratados y páiidos, coino los de un

cadaver. Ese, tu rostro, te asquea más porque sientes que entre tü y Eva todo serA distinto a
partir de ahora, y quizás para sienipre, porque tu faz te indica que la magia se ha desmoronado.
Lo sabes, pero necesitas veria para que te desenrede la marafla del acertijo.

Te afeitas a pnsa. pero nofr ecuperas ci esplendor- . Tu cara está agrietada como terreno en
sequla. Abandonas elh py te vistes con desgano, pero a prisa. Sales. Abordas un destartaiadp gu
del transporte pñbhco. Las miradas de los pasajeros se posan sobre ti corno moscas sobre

carroñas. Nadie habia, ni tñ preguntas ni te ilnportan las razones de .a::L


145

miradas inquisitivas. (‘uando Ilegas frente a! banco no esperas que ci vehIculo se detenga para
saltar, como ignorando ci peligro de ser afropellado, Olvidas pagar, pero ci cliofer no te
reclainabé: no Ic impoita , excepto corno objeto de curiosidad, al igual que para ios4sajeros.r no
tarda en alejarse con su provisiOn de penitentes, sus ruidos/: gruflidos y sus humaredas
asfixiantes

y contaminantes Dc inmediato entras a! banco.


146

SERPIENTE BUROCRATICA

JUn lies costis, i’ hasta enatn y no akanzo a comprender: ci ct en ci c/do, ci cam/rn) tic ía vthoro

Cclii? 1170 tiC I/fl harco en Ui/LI marl ci hombre en La inn/er

Eclesiastés

1 agnici ci

c/el

En Ia baoi Chepe Cunillera, Ia müsica doliente se expande contagiosa, comb araflando los
corazones sensibleros de Ia brurnosa concurrencia. Bajo ci efecto de in vellonera regurgitando
incesante in bachata que reza SERPIENTE VENENOSA. Milito, ci buscón, empieza a narrar su
historia al compañero de ocasiOn. “SI, Ia gente anda diciendo por ahI que Arnalia inc voto por
unos papeles. Y Cs verdad, pero nadie sabe Ia historia:

ahora usted Ia sabrá con “lujos de cletalies”.

arece in cuento de camino, una de esas falsas pero hermosas historias narradas por ml primo
Alejandro Guizarri, pero vo no tengo ese arte

que tiene Alejandro pam adornar con gestos y movunientos sus exquisitas

A.

fabulaciones. Adcmás, no me interesa tenerio: solo inc importa contal! las

cosas como sucedicron. Pues bien, como dice esa bachata, las mujeres son como serpientes:
calculadoras, ponzoflosas ,... Arnalia y yo ibarnos a cumplir seis años juntos y en ese tiempo me
habia aguantado de todo: mujeres, juegos. tragos y hasta hambre. Pero ese dIa que las cosas no
salieron como esperábamos con ci asunto de los papeles, Ia muy perversa se fue y no me ha

• 1-

valido rogarle. f0 me averguenza decirme que le he rogado, pero no porque.... me esté munendo
por su abandonoy que mujeres a ml nunca me han fahado
147

Lo clificil es encontrar una que me aguante lo qu. Muchos dicen que estoy bastante amargado,
que bebo más que antes y toda una cantaleta sin sentido, porque todo ci pueblo sabe que entre
otros vicios (que ri0o me avergUenza confesar que poseo) Ia cerveza se lieva ci primer higar.
rnio’— bãsicamente es chupar de esas cotorras verdes y cenizas... ya sabti que

del mañana nadie sabe... suban la misica y traigan otra cenreza! Pues Si, un amigo al que Ilaman
El Toro me ilamO de New York para que fliera a capital a gestionarie unos pnpeles que dizque
eran de grande urgencia. Grande urgencia! Me dijo que tomara prestado ci dinero de los gastos
que ai dia siguiente me lo enviarla junto a otra buena suma como pago pormifavor. Dc inmediato
me entro tin nerviosismo de la alegria porque, como u:;tc., sab las cosas se han puesto “color de
honniga” y hacla varios dIas que yono daha una buena “picada”, por lo que tenia limitadas mis
cervezas, y a veces no habia Hi para arroz blanco con huevos”.

SI, asi como las cuiebras cambian de piel y se ponen nuevecitas, a Amalia le sucedió igual
cuando supo Ia noticia de los me iban a enviar, que pensábamos serlan algo rendidos porque çEl-
$ro y yo éramos

amigos desde muchachos, si digo que hasta practicãbai’ss-ho*eo juntos y él

sabia que Ia situación aqui üO estaba fácil. Además, él tenia dinero a montón... lntercsadas que
son las malditas. Esa tarde Ainalia fue a! colmado de FeHo, que ya nos hahia cerrado ci crédito,
y lo convenciO con artimaflas (mujer al fin) para que nos fiara los instruinentos de una sopa...
*una sopa, jqué

pendeja he sido con ese perdido! Y no solo Ic hice Ia mejor sopa de cuantas Ilabia elaborado en
mi vida, sino que al dia siguiente logré que Feflo me fiara los ingredientes con que Ic prepare, al
sinverguenza, una comida de principe. Que digan lo que quieran, que soy interesada y niala, que
lo vote por unos
148

simples papeles. no inc imporoI o sé to quc pasé con esc hombre...! Ya

quItame estos robs Mayra! Teng na cita esta noche con ci blanquito aquel.

th sabes, porque no cs verdad que ésta que está aqui se va a arruinar por ese pendejo, si, ahora
rogándome que vuelva pero más perdido que nunca en ci alcohol..”

“Si, y no solo hizo una sopa como para lamerse los dedos, sino que al dia siguiente logrO que ci
tacafto de Felbo le fiara la comida para ci mediodia. Quién sabe de lo que se valiO, que las
mujeres son astutas y nosotros débiles... Esto Pareccnto... pidj on cerveza y aigunos cigarrillos,
yo pago.

Además, dkque suban la intsica... Pues bien, no leApenredare la historia_—

de un tirOn porque entonces no tendrIa encanto. 4Lvera. Esa noche,

Amalia, Ia inuy cuiebra, se comportó en Ia cama como hacia mucho. Esa noche Si que hubo
melao, como se dice. Ainalia parecia una serpiente retorciéndose de gusto... Si, A seguro ha oido
aqucilo de que por Ia plata baila ci mono... Pues bien, después dci gustazo vino la bomba: ml
arnor, vo sé cJiW Ia. siti.eacion L’Vki aigo h/Wi, 77t’fl) tIL’PiCS £JUc? hacer 1111 L’S/iIcrzO
por ahorrar, xi, dehes Ilnu tar un poco las ccn’ezas, lox cigarni/os v ci juego v

preocuparle más por itt comic/a. I nzii•c, excusame qic Ic to c/iga ahora, pero

creo que estov prL’nada porque i’zace vaios dIas que IL’iig() i/PIUS flOUSCUS dcl denzonio V
COifl() dos IflCSCS que /7 lunc: 110 il/C v/s/ta... Y ahI si que sc rue cntrio ci corazon, como 51
mc hubicrametido una daga de hiclo en ci pecho. Pero mantuve la calma, si, cra mejor, que las
cosas se aciararian luego bajo ci efecto de algunas ccrvezas...”

“y suerte, Mayra, quc no estaba preflada como pensé, porque imagInate, yo prcflada de esc pcrro
callejero que no Ic importa ni la puta dc su macire..,”
149

“Si, Ia muv puta. que limitara mis cigarrillos, mi juego y mis cen’ezas, oiga eso, mis cervezas!,
que son ci principal combustible con que transito por este mundo del engaño y la falsia...”

“Si. Mavra, asI esta bien, pero aplácame estos flequitos medio maicriados... Esta noche te
aseguro habrá melao, que no es verdad que me voy a echar a inorir ni me voy a entregar a tin
rosario de lamentaciones...”

*******

Aquel dia Mitito se levantó temprano, como lo hacia cuando no tenia Ia cabeza y ci estómago
retorcido por Ia resaca . Amaha, su mujer. ante las positivas expectativas financieras, Ia noche
anterior se habla esmerado en sus destrezas arnatorias y adsiths Ic habia planchado al marido la
mejor ropa para — Ia diligencia. Ahora se habIa levantado bien temprano a preparar ese café
mañanero que tanto le gustaba a Milito y que hacia más de una semana clue no lo tomaba, a
veces porque no habia ni para café, otras porque “mira, Milito estas no son horas de liegar, sin un
centavo, maldito, si, lo gastaste todo en tus vicios; tat vez con alguna de e4Z viboras de la barn
de Don (‘hepe Cunillera”.

Milito empezó a tomar con entusiasmo su café y, por desgracia, una gota del liquido se Ic
derramó sobre Ia camisa. La mujer salió apresurada, buscó un poco de agua y Ic echo los ñltimos
gramos de ace que le quedaban, luego tomO un licuzo, lo humedeció y empezó a frotarlo sobre
Ia parte afectada de Ia camisa. La rehelde mancha en vez de ceder se enandecio. como una araña
enorme y desafiante. Sin embargo, Milito se quedo con la camisa puesta porque no tenia otra
mejor ni habia tiempo para planchar otra
150

pieza, porque1a-g44agua estaba a punto de partir hacia Ia capital. El le dio una

en ci hombro a Ia mujer/r Ic dijo: “Mi amor, no te preocupes que con ci dIJ1L’rO que me
env/aran comprare i’arias cain/sac mc/ores i•’ ropa nueva V boti/ta pa/v ti

Ella sonrió complacida y hasta confiada, como Si flO lo conociera, comb Si en gus casi seis a s
de vida ciTipartida le hull comprado inas que algunos trapos en e 4r ado de 1EtI1 después e1Ia
hacerse rogar hasta Ia lastirna que mitt! Aft/no cjue Si to It’ cia vergzicn a con iiiis aiiiigas, qltc’
Nestor In compacirt’ Juice tit lflLViflO tnlha/0 V jue e/ ttl!flhft’fl hehe y /urna /uega a Ia loleria,
a Ia caevcti, a los ga//os, a lc.i pe/ota, a ths cabal/os, i’ su mu/cr me c/ice con oignllo hut/on: “El
I/cue si.A’icu$y bib, pero comic/a y

ropcz a in/ito ine/izita “, y a iii CSO me c/a urns i’ergñenu que qu/siera que Ia lie rra me Ira
gcsra.

Amaha abre la puerta de Ia pequeña casa donde se habian mudado hacia seis meses j’ debian
exactamente ese tienipo de renta. Mira salir a MiIito, aprisa, y le dice adios con sus manos
maitratadas por Ia cotidianidad domnéstica, y obsena cuando al hornbre se Ic enreda ci pantalOn
(jel mejor de sus pantalones!) con las püas de tin alainhre. Ei Ia mini y ella escucha sii
pensamiento que Ic dice: “mi amor, no te apures que ci dinero dará para

prar varios pantalones de mejor calidad”. “Dizqne nil arnor”, piensa

tan pesado sicinpre, j’ tan agotado en sax habitnales correrlay par Jo harra tie I)on (‘hepe
Gnniliera1

Mihto Ilega cansado a Ia parada. Habia hecho ci travecto a pie para que ci dinero le rindiera, que
no era mucho, y se Jo habia tornado prestado a su
151

ompadre Néstor. (‘on su larga experiencia busconera, sabia que era suficiente, pero podia
suceder cualqnier imprevisto y era mejor precaver que lamentar. Y 110 xc apure coinpadre
Nester, que Ic pagan’ manana v It’ rcgalarè’unos cuan/os pesos inés, us/ed verd, vo SOT’
hotnhrc aradt’cido v c/c palabra. Y Néstor sosiO y3ensó: “esw pendc/o, a quic’ii seth que vu

L’tlguiiar, como 5/ 3k) 110 siiperci quictiex somos nose/ms. Dichoso Ye Si mc dcvuelve aunquc
sea /0 que Fe prts Fe “. Abordô Ia guagua, y ames de las nueve Ia cloqueante rnáquina lo habia
depositado como a una cosa frente a un descascarado edificio pàblico que parecia más viejo que
ci tiempo. Dc inmediato penetró a! lugar donde pululaban multitudes de hombres agitados y
fantasmales, procurando resolver su mismo asunto.. Dc inmediato lo recibió un hombre que a su
vez lo envió a donde otro un poco más joven, y éste, a donde una señora, quien 10 esperaba con
calculada amabilidad. Ei hizo Ia solicitud de los docurnentos y Ic preguntó acerca del tiempo que
tomarIa ci procedimiento. Ella le dijo: “a/go mds tic niedia horn”. Ei se alegró al pensar que muy
pronto estaria de reeso y probabiernente ci dinero de Li %ro

vendria en camino, y entonces cuánto gozar,-Miiito. cuántas cervezas y cuánta miisica. Y tomis
eslo Ama/ia, qut’ vu Ia suer/c xc mc’ ahrió v los truhujos hove ran, 14 Ama/ia, vu coinprancho
c.uuique sea im vest/cl2 v cx verdaci, ti

ilenes ruzóyi, i’ov a aliorrar, Ku venls’, y tenga eso a/ante, compadre Nestoi que us/L’c/ es tie
con/ianza, hiego he resuelvo ha 0/ru par/c. cjuc tetigo algunas cIeuchtas pe/igrosas, CO tiw Ia del
co/misdo c/c Pc/Jo, cjzic ia tile cerro ci credito, Ia casts que debt’ los sefv nieces que lie no en
cl/a, Ia /zc quc mc hi /115!)

cot/ado varia,c veces. pcro hal/o con el tigucre tic Ia es quina, us/ed sahe, lilt’ its concc/a, eJ
cab/c (life me /o quitan per la mañana v Jo pongo c/c noche, v tamhiCn tcngo quc comprar ci gas
que es/a a punto tie i’o/ar, V agarrcse que aborts v/cue Jo peor, compadrc, que dicjue Its mu/cr
estui preñada, v hen’ que
152

guarc/ar, ustec/ sn/ic’... Pero mentira, Milito, con más fuerza a las bachatas y a las mujeres, a los
CigalTilios, a las cervezas y aijuego...

“Pero qué bien! Solamente media hora. Veo que las cosas van cambiando porque en otros
gobiemos estos asuntos se tomaban mucho más tiempo”. Ay Milito, j,es pie te estás poniendo
loco o has olvidado los aflos que Ilevas en eso, y que hace apenas dos semanas fue una tortura
conseguir un simple papelito? Si Milito, adulón, de que te sirve. Ella es solo una pieza del
inmenso engranaje, y tñ, con tu meor carnisa creciéndole Ia mancha y tu inejor pantalOn
agujereado, no eres más que un fastidioso para Ia mujer, quc gano kill OC(l v eneinia lengo que
aguanlar a esle mon/on c/c in/ieeE/es que sienipre hue/en a alcohol v a cosas peon’s, LVSI nunca
quieren c/ar/c ti/go a una. “Si, asi es, media hora, dijo Ia mujer”, y lo envió a otro departamento
con su cara cubierta por una sonrisa amarga y burloim. Después de mucho esperar Ic entregaron
un recibo con que debia presentarse a otro departamento a efectuar ci pago de cincuenta pesos.
A/i, am/ic, cincuenici pc’s/los. izso no c’s ncR/a. La mujer que Ic cobrO lo envió a procurar los
papeles a donde Ia primera mujer que lo recibiO. ‘i7a habia pasado mucho más de media hora. El
cálculo de Ia mujer no se habia cumplido, pero a Milito no Ic importaba: un poco más de tiempo
alli no Ic iinpediria Ilegar a una hora prudente. Si, ahora recordaba

que El’&ro le habIa prometido que lo ilarnaria a las cinco en punto. La mujer

Ic dijo que uno de los documentos presentaba algunos problemas de redacciOn

por lo que habla tenido que mandar a elaborarlo de nuevo y debIa pagar cuarenta pesos por Ia
correcciOn. “Pero cOmo es posible, protestaste, “si ci

error lo cometieron aqul lo ColTectO es que Ia instituciOn pague por eiloi7 Esa

cx Ia reg/a: a La tot las a In tie/as, dijo la mujer. Y Ia tomaste j,Qué podias

hacer tá, nadando sin salvavidas en un mar inclemente? Y pagaste los


153

cincuenta pesos, y respiraste profundo, tratando de mantener Ia calma. Debias soportarlo, Milito.
ese era tu frabajo, ,o habIas olvidado que eso ocurrIa siempre? Si, lo habias olvidado,
embelesado por ci pensamiento del moutOn de dinero que te Ilegarla de New York. Le
preguntaste acerca del tiempo que mmaria ci procedimiento: cl/go nids c/c media /ioni. Pensaste
ciue ojalá fliera

asi porque debias regresar a tiempo para recibir Ia ilamada, y buItrn$w4&wa.

a las dos, pero habia tiempo. La mujer, como si hubiera adivinado la preocupación del hombre, le
dijo que ya todo estaba a punto de resolverse, y Ic hizo ci recibo por los cuarenta pesos. y lo
mandO a pagar a otro departarnento. Efectuado ci pago, fuc enviado a donde Ia señora que lo
rccibiO al principio y que lo habia manclado a realizar lo que él cref a ci ñitimo pago. La mujer
Ic dijo: c/c un past’ [to por uhf v regrese en media hora. Mihto salió y regresO tin poco más tarde
de Ia media hora indicada, Qomo escandalizada y casi en gestos de reproche, la mujer Ic dijo:
pero us/ed no tiene suerte. Pensahamoc que su ac unto nos tomana cotno medic, how, pero diet
mninutos clespues c/c Sn ca/ic/a (porque aqu’ siempre ca/cu/amos ci tieinpo) todo esiciha
resuelto, v t’S ZulU lastuna porque it’ izithieru convemc.io ganar (tempo, vu qite debt’ ir cii
clepartainento c/c legalization, que esta ZUI pOCO retircido c/c’ cdqul, por lo que debt’ rd tomar
111? vcliicu/o que Jo trancporle hacia a/id. Milito, aunque extcriormente aparentaba serenidad,
bullia de rabia por dentro, ira que lo impulsaba a destruir papeles y escritorios y a maldccir en
voz alta aquel dédalo de tortuosas inutilidades. “Si, Arnalia tiene razOn, tengo que ahorrar, ml
vez algán dIa pueda iniciar (con Un capitalito propio) mi negocio y dejar este trabajo de mierda
que solo me da para... Tus mezquinas debilidades. Pero qué negocio si casi no sé de letras, y qué
ahorros si...” Sn mirada estaba cargada de desprecio hacia Ia mujer y sus compafleros de traba o
y hacia aquel espacio que era solo una parte Infirna del fastidioso engranaje de aquella
154

rnáquina de tortura. Milito logró serenarse un poco y Ic preguntó a Ia señora que dónde quedaba
ese departamento. Ella le dijo: En la/i?ria. Y l se alejó a prisa. La inujer se quedó mirándolo con
su cara florecida de pecas y con una sonrisa implacable, Ia misma que conservaba cuando lo vio
regresar a preguntarle lo que costaba la legalización. (‘lenro utica pesos pot Lie/a. Cuando Milito
estuvo fliera del edificio revisó su cartera y se dio cuenta, horrorizaclo, que solo Ic quedaban 260
pesos. de los cuales debia pagar 210 por las actas y ci pasaje de regreso le costaba 50. Asi que no
Ic sobraba tin centavo, y 51 usaba los cincuenta, tendria que pedir para regresar, claro que de
todos maneras tendria que mendigar ci dinero de ilegar a Ia feria y a Ia parada de guag++as. Era
mejor no pensar mucho, actuar rápido y mandar Ia vergUenza a clonde todos Ia mandan. ,Acaso
no estah77actilrnbmd pasar por muchIsimas exigencias sobre todo de los cobrador% S E1oro
iera todo lo que habla pasado le mandarla ci triple de lo iuIe—quiz-ás- p€nsaba, porque qué
papeles que hablan dado trabajo! En ese momento sentia odio por todo lo que Ic rodeaba, pero
sobre todo por si mismo, parado como tin desamparado en Ia acera de una de las avenidas
principales de Ia capital, que en ese momento parecia arder banada por aquel tôrrido aliento de
septiembre.

qi.te ca/or, vu preparcmclc) cs/ct coma/a JUm Mi//to, v oa1a quc no xc me ‘a a ‘1 gas v xc inc
cc/ic toclo a perc1c; clespuex c/c hr /ahla que tuve quc Jar/c cd viefra Fe/b patti quc mc Ia tiara,
c/am que me puse una ropa apmpiadu pant convencerfo, V Iamb/en cjuc ni/re quc a All/ito be
van a mont/ar tin mon/on c/c cl/nero tie New York, v iisted sahe quc esos ina/losos Ilenen c//nell)
has/a pant voiar, j’ hay misino a las cmco Ia van //amar. Y Fello: Estc2 hien, pero iLl/eLI sahe
que Sf110 inc paga no Ic/To tin c/ic/c nuts. Y, aclcmcs, que sit mar/c/u xc prepare pOrLJZIC Va
a sufrir his consccucncias, porcj ye /o inio
155

vo Jo lie consc’gnido traha/cmc/o cotiio ml hurro, cjuc’ no /mno, ni heho, iii /nec,’o, iii veiic/o
ciro gas in tengo amigos ina/josos’.

SI, ahora (/1W Ia CO niidci estd east f/ski i’ parece que ci gas no inc vu a trcueionur defame
c/urine iii huen bulb y depilunne esto v fo otro v luvur ci pa/ill rojo que ta/ito Ic gush: ci Mi ito v
Ic vov a dccii’ que tilt’ saque— SI, ahora quc íü i’as a consegi r nizos ehehtos rcnd,c/os scwame
a Jar ema vueltu co 1110

Iicwe a vc’ces In compacire Neslor con sit nm/cr que nacia iliac In) L’S COt.i11cir.

plane/tar, fai’a, /i-egai !rapear... y si uto fuera porque Ia (0111/c/a SC mc’ puccie inalograr
eruzaria c/c un pronto cr1 salon c/c It’favra que quecla a! frenle i’ por suertc’ inc/ia Si, eclior quc
hace. Y en medjo de aquel ahwión de vehIculos y gentes que se precipitaban desde y hacia todas
partes, no podia detenerse a pensar por mucho tiempo. Asi que empezô a implorar, a pedir
perdôn, a 1amentarse hablô de su seriedad y de ‘lo que tiene uno que hacer. (‘ualquiera puede
pensar que uno es un sinvergüenza”. Los gestos y las palabras dc desprecio se derramaron corno
aguas corrompidas sobre Milito, hasta que aparecio una maim generosa. aunque dubitativa, que
Ic facilitó 20 pesos. Ei Jo agradeció de manera canina, pero no recibió a cambio ningán gesto o
palabra que so conespondiera con tanàvehemente esfuerzo por mostrar su agradecimiento. No so
detux o a pensar en ci despiante de su bienhechor y tomô ci vehiculo quo lo condujo al lugar
correspondiente. Por suerte, la legalización costaba lo que le habla dicho Ia mujer, pero tuvo que
humillarse varias veces diciendo que soii de ua citdad lejana, quo hagan lo posible por

entregarme las actas aunque sea ii eia hora antes de las dos do Ia tarde porque

do lo contrano me dejará guagua A Ia una y media tenia los papeles

immos. Si, a esa hora Ia comida}staba servida sobre Ia mesita de pino .eir

COn su mantelito plástico bucólicos, Arnalia Iavada y gaiiosa.


156

/0 suer/c tjuc las IJCIZLVCOS V ci gas ito me fraicionaron. 5t qite no vov a tie/ar (life lo gas/c
toclo porque silos anti/isis Jan positivo...

Faltaban cinco ininutos para las dos de la tarde cuando Milito llegó a Ia terminal. Una de las
muchachas encargadas dc Ia boleterla le dijo que no habia cupo. Lieno de pesar y casi a punto de
ilorar, explicó, justificó, imploró y contó todo lo que Ic habla acontecido hasta lograr que Ic
vendieran una boleta destinada a alguien que Ia habia reservado pero no se habia presentado a Ia
hora indicada. Respiró liberado y abordó la guagua que partió de inmediato. A pesar del hambre
que lo torturaha, se sentia conio quien hahia emergido de ua pesadilla.

(‘uando Ia-gtngta Jo arrojó a las fauces de su ciudad de origen, tuvo qtie

hacer ci trayecto a pie porque no tenia un centavo, pero los papeles, Milito,

estaban en tus inanos lo demás.( era histona pasada y ya no importaba. Faltaban ‘ minutos ara las
cinco cuando llegó a su casa. Amalia lo recibiO

<con inusitada amabilidad y 2oqueteria y con Ia mesa repleta de una comida que habia ahultado
c43a eat14a - de por si obesa cuenta que debian en

ci colmado de Fello. Milito Ic entró a Ia comida con hambre de solitaria.

Exactainente a las cinco de Ia tarde, soné ci teléfono trayendo Ia

esperada liarnada en la que Elloro le decIa: “gracias por Ia diligencia All/ito,

pero va no voi’ a ncct&citar los pope/es; no sé cuanilo puecla envi c £ il/nero

taSiL’, porcjue ci negoclo aquf SC ha jiuesto Juro... (11(3


157

El malt/ito CC/TO V quite duo? Ei Ic explicó. Jk’ro k/I vec pronto mc /0 mantle... <ne roy, iz.
ertc unfracasado... “J)C/Y) Ama/ia, & me has aguanrado

de tot/a, hamhrc v clesnudez. cs’ i’erdad, CPO Si ahora Ic vax van a decir que eYeS tutu
mtcresada, cjue inc ahanclona.s’te por ambiciosa, porque lo t/e los’

papeles no salió h/en...! ‘..Qztc ti/gait /0 quc quicrcm. ltsto sc acaho.’,) /70 Ic

qiucro volver a ver in en pintura..

(Ly se fue. ,No1 parece un cuento, eli? Pero suban Ia müsica y traigan otra cerveza,,que si estos
pesitos tb Ilegaron a tiempo para retener una mujer, bien— oportuno me han caido para intentar
olvidarla.j”

Serpiente venenosu,

I/I VCIWIIO ito pitecle vencenne...


158

XII

“itt senor ic’s ern’io sc’rpientc’s venenosas quc los morthercin 1 initehos isruelitas muriel-on

NOm. 2I.t

1.

Es corno s IIa e esperara, pero tü no to sabes. Vas directamente al cubiculo que ocupa la
muchacha. violentando ci derecho de los que están primero en Ia fila, pero nadie protesta; a nadie
pareces irnportarle, pobre Adán; solo interesas por at aspecto de ruindad y desamparo. La
muchacha te recibe con sonrisa inercadológica que te deja frIo.

(‘on voz trémuta y timida, Iowas decir: “Eva”. a:”j,SI, señor?”

Ese “Sseflor”, casi paraliza tus cuerdas vocales y te hunde más en ci pantano —9 de la
desesperaciOn. Arrastrando las sliahas a duras penas logras dcci

que no me conoces?” j,Qué sucediO anoche... y todos estos dIas?”

No entiendo, seflor, ,qué le sucede?4 ,Desea liacer alguna tran.sacciOn ‘ miras sin habiar,
arrolladoramente confundido: “per3 jno recuerdas...?” ___

“A qué so retiere, señor? Por favor, si no ‘i nada permita quo pase ci siguiente cliente”. Pero tü te
quedas aM, frente e’lla incapaz de recuperarte del asombro, fIjas tus ojos en sus ojos verdes y en
esas inanos huesudas y largas, con sus uñas decoradas con imágenes de dragones y serpientes, y
en esa boca, for de cayena roja, y ese cuello... Ab, ese cuello, blanco rosa, tallo tibio y jugoso,
repleto de to sangre. La miras sacudiclo por una sübita violencia y por irn deseo de ahogarla
contigo en to océano do desesperación.
159

Ella sonrIe de forma diplornática, exponiendo sus dientes blanquIsimos coino un rosario do
cuentas de perlas perfectarnente alineadas. Luego do Ia sonrisa vino ci gesto duro de sus labios, y
la palabra “Guardia!” Dc inmediato so acerca ci vigilante con ánimo do ojercer su adulona
autoridad, y to pide “quo salgas, por favor”, y tü to exaitas y dices que ores un viejo cliento del
banco desde hace aflos, que hones mucho dinero depositado allI, y que esa

muchacha (sehalando a Eva) es tu mujer, Pero nadie te cree. Córno creer que

un hombreØcon aquella facha de mendigo. ‘J-aquellas ropas raidas, —-—

sea ci amante de esa jovencita que constituye ci mayor objeto de deseo de todo ci personal
masculino del banco. Tus insistencias y pataleos contribuyen a provocar la ira dcl guardia, quien
empieza a trompearte y a patearte, luego te ianza fliera como un repugnante objeto de desecho,
como si tü fueras Ia peor escoria do Ia ciudad. Un poco recuperado, decides vagar por Ia prisión
do tu árnhito. Ahora ci espectáculo do Ia vida to parece pesarozo y Ia ciudad más perdida en su
inconsistencia que nunca.

Agobiado por Ia rabia, Ia confusion y por una sensaciOn de ruina irreparable, recorres Ia ciudad
do un extrerno a otro. como Pedro, como Juan, como Luis y como tantos otros oxtraviados en ci
sendero do Ia inconciencia. Te detienes por momentos frente a los edificios de la iniqiudad y Ia
insalubridad püblicas. y frente a templos monumentales con fastuosos iconos y ciegos y
hambrientos feligreses.

Luego te detienes un rato en ci parque con palomas y muc acJas,

i,t3odepraxados y mujeres dcsarnpa adas mños

inexorablemente Tiids crImenes futuros, y miras las estatuas ilorosas do

los heroes que propia a la ciudad, y sientes que hi


160

estüpido y egoIsta dolor de amor nada significa comparado con ci desamparo. ci lianto comün y
la triste alegrIa de4*i la ciuclad.

Sin proponértelo. Ic encontraste en medio de Ia luctuosa y minima procesión que avanzaba hacia
ci cementerio a depositar los restos mortales de Jla compinche principal de tu madre en las
actividades

parroquiales, Ia que apenas ayer echaste con violencia de tu casa, por lo que

un sordo remordimiento te envuelve. Piensas que tus reproches provocaron ci

infarto de Ia infeliz. Decides abandonar Ia caravana y reesar a los airededores del banco. Si,
Adán, ci sortilegio de Eva es más poderoso que otro sentimiento o deber ciudadano.

rt4

Cuando ilegas al banco no te atreves a entrar.

-pM$) provocar Ia ira del guardia que te observa desde adentro. Después de horas de espera, y
cuandestá al salir, te ocultas como un profugo de la justicia 0 como si planificaras im 1to. Al fin
la yes sahr. Su mirada y Ia tuya se cruzan y descubres que a e reconoce, pero te esquiva, y tñ Ia
envuelves en miradas, mezcla de amor y odio, odio que alberga pensanti tos homicidas. Por
rápido v camines no puedes alcanzarIa; sabes qu 11a s ligera como una serpiente. Pronto Eva se
esfiima corno una vision repentina.

Es inütil que intentes encontrar ci camino de regreso a su casa. La

magia se esfuma, Adán, te agotas en Ia büsqueda. Casi sin proponérte1o regry A los airededores
del banco, y no tienes otra opciOn que abordar.1

EKa siempre, con los mismos pasajeros. No tienes explicación para esas miradas fijas sobre ti,
corno siei SisOIito animal, o aiglin loco, si. porque no pensarlo: tin Ioco.. J u.g++ te deja frente a
tu casa, y comc’
161

siempre, olvidas pagar, pero ci chofer, como de costumbre, no te lo exige y se suma a Ia


curiosidad general derramada sobre ti.

No tienes explicación para esto ni pam nada. Entras a tu casa y Ia encuentras flotando en un
torbeilino de polvo y telarafia, y las alimañas muertas habian aparecido en mayor abundancia.
Solo se te ocurre tumbarte derrotado sobre la cama. Sabes, ai igual que los demas,4”que xves ey

sueño pero piensas que aquello puede ser ci preámbuio de(It4fThl

porque sabes que ci circulo se está cerrando; ci circulo que de nuevo se .vicioso. A pesar de la
region irreal en queysazas, sabes que

ha muerto en Ia estera de Ia vigiha, y que nkgn’” Dir a limpiar.

hi casa, y tal vez aquellos desperdicios zoolOgicos te ahoguen, porque no tienes 1 fuierzas
sØMtg.s para poner ci orden. No te atreves a incendiar los animales porque piensas que Eva no
ira a rescatarte de la asfixia. No tienes nada para corner, pero no importaj porque tu estómago y
tu mente están

repletos de confusiOn y amargura.

Ahora, tu Tratado dc Serpentologia te2 indiferente, y ci televisor mucho más. Tu pensamiento. tu


(mica obsesiOn y fatalidad es aquella mujer. Te preguntas S no habr aie forma de conjurar ci
hechizo4t La noche

se te va en ciaro, mirando Ia inevitable irnagen de tu carna y pensando en lo inadmisible de lo


sucedido, hasta en la regiOn onirica.
162

EL SUEÑO DEL HERESIARCA

LA REALIDAD

Al dIa siguiente, torturado por el rernordirniento. me presenté ante otto

sacerdote de Ia ciudad para confesarle Ia vergUenza de ml sueiio.

Después que lube relatado mi onirico extravio, ci cura, con su cara envuelta en serena gravedad,
y más que sentado, recostado sobre una poltrona confrsionaria a la que desbordab)su
protuhcrancia. me dijo:

“Hay sueños a los que los cristianos no tenemos derecbo”.

Alegué que no era mi culpa, que nadie podia evitar que los sueflos nos visitaran con sus
imagenes imposibles. Asi que Dios debla perdonarme.

“Hay sueños qQ)os perdona”. volvió a sentenciar.

EL SIJE()

Estãbarnos reunidos airededor de la mesa para compartir Ia acostumbrada cena a Ia que siempre
invitábamos al cura parroco de Ia comunidad. Mi padre ocupaba Ia silla principal. Recuerdo su
bianca camisa de rigor y su rostro de seguridad en si mismo. Yo estaba sentado inmedlatamente
al lado izquierdo de ml padre y ci sacerdote inmediatarnente al lado derecho de mi progenitor.

/ r2.

2 lctc’ it’ (aft, farina pafle tie tnt primer IdJ,’,, La I’uria en el ecpejo. pzthhcado en agosto dcl A
kltnclzno ei cnn - kmtgy3rijswey.pt+z

110 0, j el -flTh.
163

k:k rn- 1wn niln/ (omo de costumbre, mi madre hendijo. con las misinas palabras de siempre, la
comida quc Dios tios habia prodigado generosamente, y le pidió al Señor, como de costumbre.
que le concediera ci pan a quicnes no lo tenlan y que nos diera hainbre y sed de justicia a quienes
no careclamos de él. Luego empezamos a disirutar la espléndida cena y ml padre imimpió a
hablar de asuntos teológicos. al tiempo que mascaba tin trocito de caine de cerdo. El sacerdote,
tambien disfrutando su manjar. aprobaba con gesticulaciones faciales los puntos de vistas de ml
padre. Yo, que siempre he sido ficl a los principios farniliares, y a lo estabiecido por Ia religiOn
que habian adoptado los mios, de pronto me senti invadido por una ira incontrolable, COO Si till
poder oscuro me huhiera poseido. )pIcmgua se desatO como tin ofidio enthrecido y empecé a
refi.itar, con argumentaciones racionales, las consideraciones teoiogicas dc nil padre. No
contento con ello, arremeti contra ci sacerdote, a quien culpé de quc mis padres siguieran una
religiOn con una historia tan sombria. Luego voivi de sñbito a Ia normalidad, y callé como
fuiminado por un rayo de vergüenza. Nadie hablO y aquel silencio fue para ml peor que si
hubicra rccihido twa avalancha de improperios. Todos pascaron sus miradas sobre ml. Mc senti
débil y rechazado, e inñtilmente esperé ci consuelo de alguna vejación fisica o verbal de
cualquiera de los comensales. Timidamente busqué los ojos del sacerdote y senti Ia gravedad de
sit mirada amarilia, cargada de lâstima y creo que hasta de odio. Entonces busqué Ia mirada de
ml padre y percihi en sus ojos una mezcla de ira y de vergUenza. Dcl sonrojo y Ia rabia, ci rostro
de mi padre fue imivadido por tin color violeta y empezó a tcmblai y de su boca se desprendiO
un hilillo de baha que maculO Ia camisa de Ia ocasiOn. Pronto los temblores se hieieron
violentos v el cordoneillo de baba se transformO en ahundantes espumarajos. Luego ci viejo fue
traslada.do a su habitacion y rodeado, como tin patriarca, de los cuidados de ml madre, mis
164

hermanos y ci sacerdote. Mientras se alejaban con ci enfermo proyectaban sobre mi una bruma
tic odio inudo. quedé o. sentado a Ia mesa frente a una cena exuberante quc a penas habla sido
tocada. Hasta la cabeza dorada y crujiente dci cerdo (que estaha exiendida cii ci centro tie Ia
mesa) me miraba con desdén. En vano esperé quc aiguien de nil famiha o ci sacerdote regresaran
a reprocharme. Entonces me puse de pie, en silencio, y avergonzado como un sabueso con ci
rabo entre sus piernas y sail a Ia noche huscando aiivio a mis remordimientos, pero no lo
cncontr&

La realidad

“jCOmo quiere quc tarnalia herejia sea perdonada!”

“Pero fue simpicmente un sueño. Como no perdonar algo tan sinipie si cosas holTorosas reciben
sentencias absolutorias de nuestra madre igiesia!”

“Por Ia forma pecaminosa como discurre, veo ciue tu sucño es Ia expresión de Ia reahdad de tu
escepticismo”.

Controlando ci desco de apretar sit garganta, como en ci sueflo, ie dijc:

‘Acaso mi pequeflo hijo & &: aflos también es tin escéptico, porquc suefta —Y monstruos
azules que asesinan Ia impostura de Dios”

“La palabra inipostura te dciata y ci germen de tu irreverencia ha invadido tu casa y anienaza Ia


inocencia de tu hijo”.
165

El Sueño

(‘omo tin poseso me interné por una callejuela semi iluminada por luces de neon. A ambos lados
de la calle habia edificios negruzcos y aceitosos como Si

hubieran sido pintados con petrOleo liquido. En todos. en las primeras plantas se

practicaban diferentes juegoktlizados por hombres que exhibian cuchillos

afilados e iinprudentes revOlveres. Pensé que aquella era Ia oportunidad de provocar

que algunos de aquellos hombres me hberarO de Ia pesadumbre que aiTastraba. pero

Ia vista de ninguno se posO sobre ml, COIflO Si yo no hubiera existido, corno Si flO fuese
siquiera una sombra. Volteé mesas de juegos, rompi tacos de villar, golpeé a varios jugadores,
desbaraté fajos de quinielas y bilietes, trastoqué fichas de dado y dominO, pero todo volvia de
inmediato a Ia normalidad. o más hien: era cømo si na.die los hubiera distraido de sit continue
distraido, caRe abajo. ahora tarnbién torturado por mi anonimato. A lo largo del trayecto notaba
qu, Ia uniforme hilera de los edificios,e transforinaba del negro al gris, y del grisd:azul marino, y
del azul niarino ‘t-%th azul mate. PensC qe aquella calle y aquellos edificios no finalizarlan, peio
pronto liegué al Oltimo de aquellos vetustos prornontorios de concreto sin belleza arquitectónica.
Este tarnbién era anti, pero un anti empalidecido y descascarado por Ia inclernencia de los
elementos.

EntrC como un sonãmbulo, huscando que sucediera algo que Ic diera sentido a mi trajinar. Un
hombre delgadIsimo y nioreno me recibiO frente a Ia puerta de un ruinoso y ruidoso ascensor,
eorno si inc esperara. No senti niiedo de aquel insOlito set, inas bien regocijo al ver que aiguien
daba muestra de tomarme en euenta Sin embargo, de Ia boca del personaje no brotO una palahra,
pero una sonrisa mordaz afloró a sus labios desCrticos. Entrë sin saber a qudepaParnento
dirigirme. El hombre marcO tres nil neros, y sin mi eonsentimiento me acompaiiO hasta Ia cima
de
166

Ia edificación. No inquirl ni me interesó una explicación hasta ci momento en que note que ci
viaje parecia interminable, Cuando intentC hahiar no pudc. y el esperpento me sostuvc) Ia
inirada con maligna y desafiante autoridad. y volvió a sonreIr, entonces note que los pórnulos
tilosos so Ic iban lienando, y su vientre del principio fue expandiCndose hasta adquirir Ia
proporción de una obesa inujer en etapa terminal de gestaciOn, y su ropa de amortajado fue
sustituida por un sayal escarlata, y descubri, sin espanto, mas bien con regocijo, que se trataba
del cura que mis padres siempre invitan a nuetras cenas dominicales.

Todo ocurria mientras ci herrumbroso ascensor continuaba su eniginático viaje con su ruido
enfenno y con nosotros a bordo, pasajeros de Ia nTeconciliabie dicotomia. Do iiuevo intentC
hablar y pedirie que me aclarara ci enigma, pero do nuevo mi voz no afluyó y mis palabras se
expandieron a lo interior do irii cuerpo contundido. El cara—monje, tai vez demonio, volvzO a
sonreir Con CiniStUO y Ia vibora de Ia ira me envolviO a plenitud. El desgraciado lo notó. y
mites de que yo me lanzara contra a sacó de uno do los bolsillos do su ropaje un crucitijo y lo
biandió frente a mi rostro violentado. No sentI miedo, mas bien incremento de Ia Ira. AsI que
procedi a enfrentarlo con todas las consecuencias. Pronto vi que el crucifijo se transformó en un
espejo en forma de cruz, y vi retlejado en CI Ia escena de Ia ültima cena. Todo recurriO de goipe.
como si e tiempo se hubiera doblado, y lo vi todo como al principio: ía bondiciOn de ía cena
hecha por ml madre, ía baba y los temblores de ml padre. Ia miTada (que ahora descubro
satânica) del sacerdote, y a ml, solo, sentado a Ia mesa frente a twa cena de emperador echada a
perder por ci demonio de ml lengua, y Ia inocente caheza dcl cerdo con Ia magulladura que Ic
habia propinado mi padre, mirándome de forma acusadora iuego mi desorientada salida, y mi
absurdo recorrido hasta abordar el ascensor con Cste a quien ahora intentaba aiTebatarle el
espejo-crucilijo. mientras Ci me decia: “que ci anatema

injuria caiga sobre ti y hi iiusa y precaria descendencia de soñadores. que lal cau
167

te aparte y te olvide, a ti y a lo qe vendrãn de in môrbido comercio. Deja en paz a

la ciudad con sus dolores comunes. con sus goces fortuitos, con sus crirnenes

aplaudidos y stis eternas necedades. Eso te ordeno, blasfemo einpedeniido”. t

La Realidad

“Rezas, haz obra de caridad, invierte en Ia ohm visible de Dios, tal vez Ei, en su intinita bondad.
te perdone”.

Guardé siienc.io. No queria decir algo que perjudicara ni desenvolvimiento

ni Ia estahilidad de mi familia y mis negocios. Pensaba proponerie un_ tram al sofista interesado.
Sabla que podlamos Itegar a uii acuerdo, pero no querfa

que un ma) manejo de mis palabras me hiciera pagar un precia demasiado oneroso.

El Sueflo

Aquellas palabras no me decian nada, porque yo conocia ci diccionario de su lengua. SOlo me


finportaba destruir al hoinbre y despejar las bnimas de aquella inexplicable babel. Por suerte,
pronto logré hacer aflicos ci espejo. y ci hombre reaccionO con acrecentada Ira. Fue una lucha
atroz en aquel cuaitito de hien-o que no detenia su ascenso, como si su misiOn fuese
trasladarnos6oiifines dcl infierno. Los dos estábamos heridos y agotados, coino dos &adiadores
sin espectadores. No tardé en notar que mi mano derecha se hizo poderosa como un trozo de
hierro y mis dedos adquirieron Ia potencia dcl acero. Con mi diestra de Dios apocaliptico apreté
la garganta de ml enemigo, y Ia estrangulé, y separé. siii proponerlo, hi cabeza dci cuerpo, y grité
espantado hasla donde las paiabras no alcanzan a expresar. y ci ascensor se detuvo y marcO ci
nñmero 666. y aquella cabeza y su cuerpo recobraron su union, y una puerta se abriO y por ella
se esfumO.
168

rápida y silenciosamente, Ia figura con Ia que. yo habla batallado con tanta violencia. segundos
antes. SentI entonces ci alivio del naufrago quo ha emergido agomzante de las aguas pegajosas y
turbias dc una pesadilla. Sail detrás del bombre, pero su velocidad de bala disparada me irnpidiô
descubrir ci paradero de sus pasos-sombras que so perdieron en hi nada del exierior: sblo
descubri, con huérfano pesar, quo aün yo navegaba las aguas del suefto, y que me encontraba do
pie sobre Ia azotea del rnâs grande edifleio que habia concebido Ia imaginación humana. divina o
tal vez diabOlica. Mirando hacia abajo e intentando divisar Ia primera pianta, solo descubri ci
vertigo y ci nuniero en Ia puerta: 666. Casi de inmediato, un gran temblor empezO a sacudir la
cdificaciOn. Note que mis brazos eran más largos que en Ia reahdad, y iogrC abrazarine sin
dificuitad a dos extremos de Ia azotca. El monsirno material empezO a ladearse conmigo
abrazado a CI. como tin niflo abrazado al padre verdugo cpie habrá de desampararlo con la
crueldad de su ira. El Icviatán de concreto no tardO en recostarse y lamer Ia superficie de In
tierra. coino tin inmenso âthoi abatido por un ciclOn, pero Ia hcstia (a diferencia del árboi que ci
huracán acuesta, desnudándole sus raices !seIpientes sobrc Ia cara do Ia tierra). volviO a
incorporarse e hizo el mismo gesto genuflexo dci lado contrario.

La Realidad

Sail escandabzado de nil diálogo-confesiOn con ci cura Pelagio, y no muy seguro do no ser
perjudicado por los poderes que CI representa. a pesar de Ia enorme surna do dinero que hive que
pagar en efectivo para seguir viviendo en paz con mi familia y mis negocios puedan seguir
prosperando.
169

CONCLUSION DEL SUEO-ESPEJO —

Yo me ceñIa a él con todas mis fucrzas, corno se ciñe ci creyente al poder de su fe, al poder que
habrá de salvarlo o de impedir que se hunda en las llamas hambrientos del infierno. En estos
sacudiinientos estábamos cuando una voz ansiosa, como tin ilamado glorioso, me devoivio de
golpe a Ia salvadora realidad.

“Papi,papi!”. dijo Ia voz. Me tire a prisa de Ia cama y avancC hacia Ia habitación de mi hijo.
“MiraIo aN. iniro ahi, tin tnonstmo F, volvió a exciamar. Le dije que Cl simplcmente estaba
soflando. “No, yo lo vi ahi, entre las cortinas”0a.S Al dia siguiente mc proponla visitar al
sacerdote familiar y contarle acerca dc estos sucños paralelos y simuitáncos.
170

KABALA

EL NJO

Corno de costumbre, mi padre y stis amigos se reunieron ci sábado por Ia noche a relatar
historias increIbles de tiempos perdidos en ci tiempo, mientras beblan ron flierte y café retinto. y
finnahan interminables cigarros a Ia iuz de una Iámpara que agonizaba con Ia noche y las
fabulaciones. Mi madre, mis hermanos y yo no podiarnos participar de aquellas conversaciones
prohibidas a niflos y a

Desde esta suave y cornatosa region, recuerdo que ci sábado pasado hablaroj. e aalipotes y vacás,
y de un muerto Ilamado Pedro, cuyo prontuario crimin 1 e n ereció en vida ci calificativo de El
Cruel. El hombre que contó

Ia historia afirmO que Pedro El rue1 estaba condenado a pasar las noches que ‘— faitaban
hat&e1,Ia del juicio sobre un cabailo bianco que galopaba hasta las

madrugada en nh vaivén inonótcino, alrededor de un lugar grirnoso a! que ilamaban cta / de


Cola. Tamhién habiaron de serpientes enonnes que devoraban b’terrôs y tenian comercio con ci
diablo. E7{noche sone con culebras abrazándome y con Pedro intentando montarme en su
caballo.
171

EL PADRE

No sé que me paso. Parece que flue ci diablo, porque desde muchacho yo jugaba ci cero ocho
abonado y ci domingo lo olvidé, cosa extrafla, porque Ia noche anterior habiamos taiito de
culebras. iando me infonnaron que ci cero ocho habia salido en mayor en Ia loteria del domingo,
se me entrO tal furia que me atrevia a picar ci aire y a comerme mi propia came.

NOTIC IA

Hoi’, domingo N tie agosto las ocho tie la nock’, /ise

/ievac/o al hospira/ c/c In ciuclaci nfl izilto en estado grave, deli/do a undjpela —P que Ic profit
HO SU padre.. Ah, y Ic införrnainos quc hay so/to ci cero ocho en

inai’or. Je1icidadc,v a los arac,aclos...

EL NIRO

•.

Mi padre estaba envenenado por Ia ira, debido a quc no hablaL ti ci cero ocho. Yo sabIa que éI lo
jugaba abonado, pero ignoraba que Ia cuiebra daba echo. Per eso cometi la imprudencia de
contarle mi pesadilla de anoche. Dc inmediato, Ia ira de mi padre lo desbordO, y me dijo:

- Por yo tener un injo intruso que oye lo indebido, Dies me hizo olvidar ml nümero abonado. Asi
que te dare la e1a” por dos

razones; por desobediente y por no contarine ci sueflo a tiempo.

Dicho esto, tomO ci grueso lazo de su yegua flaca, lo doblO en varias partes y empezO a
castigarme -4&(quizás con más crueldad que Ia de Pedro) hasta precipitarme en este sueflo
esponjoso.
172

1 ci SC/WI ic du: — Hazic iIPIa serpienic COma (‘SOS v

ponia cii ci asia u’c uiia hcinc/cra. (‘uandu aignien sea

murdith, par unci serpeenie, quc mire liacia in serpiente c/cl

aSia, v Sc saivard

(Nüm. 21:8)

Buscando aiivio, abres twa de las ventanas de tu casa. El aire lirnpio y fresco de la noche no te
dice nada, y todo ci exterior de Ia casa te parece tin basurero mayor. Cierras Ia ventana y
enciendes con desgana ci televisor. La pautalla ft retrotrac a la casa/escenario de Eva, donde se
da continuación al diálogo/discusión anterior entre ionae Dios, ci 4rnbre *110 y Ia

3rpientc, dirigido pot Eva. Tü, y como ahora, sOlo eres

simple especlador. Eva pulsa ci co penn9 que f naDios hable.

Thjenaj Dios (con ci ojo izquierdo averiado, manándole agua y sangre): - Quizás nunca
entiendan todo ci misterio de ml amor y ml sacriiicio por ustedes. Sus mentes son limitadas y sus
pecados cierran toda forma de entendiiniento...

(AbruptamenteEvintee ci discursoroiajDios. Luego pulsa de nuevo ci control).

1-lombre el1o: - Si tenemos Ilmites en nuestra inteligencia y

entendimiento tt(dehes ser el ñnico culpable, porque, j,acaso no dijiste que —p estãbamos hechos
a tu imagen y semejanza?,4tc niegas a admitir que somos -1 ci producto iinperfecto de una
criatura linperfecta’?
173

(Eva interrumpe a! -êmbre SIlo y permite que ci diálogo/discusión continOe sin control).

Dios: - No entienden, no entienden!, criaturas rebeldes y malagradecidas! Yo que lo sacrifiqué


todo por ustedes, incluso a ml hijo amado, para redimirlos del pecado, y inira cómo me pagan.

Larpiente: - LQué paga querias por to sacrificio? LNos ecir que inniolaste a tu bib amado por ci
hecho de ciue Eva y Adán comieran de un simple fruto que to le hablas prohibido? Si, ya
escucho ci coro de los ortodoxos diciendo: “No foe por Ia manzana, fue por Ia desobediencia”,
pero no conozco ningOn padre que haya sacrificado tai’ viimente a on hijo por ci hecho de que
otro de sos vástagos cornetiera algOn error...

(El jombrejllo. que a pesar de parecer un asiduo visitante del gimnasio, tarnbién parece un ducho
voiteriano, vuelve a hablar)

Hombre Bello:- i’oda tu obra es tin gran fracaso. (‘reaste al hombre supuestamente a tu imagen y
semejanza, y éste, segOn tO, pecO contra ti y con su acto echo a perder tu tambaleante paraiso
creaste on angel con privilegios en belleza y sabiduria sobre los demás, a quien liamaste Lucifer
o angel de luz, y éste se rebeló contra ti. y supuestamente se valió de ese pobre e inocente animal
(senala a la serpiente) para hacer que tus prirneras criaturas humanas desobedecieran to mandato.
Luego condenaste a Ia sangrienta cruz a hijo

mâs arnado, aquel que, pan evitar otro fracaso, preferiste que comercio entre una inujer “pura” y
to confuso espiritu. Dc nada valió la
174

supuesta condición especial de tu crucificado porque el pecado en vez de ceder se ha


multiplicado espantosarnente... j,Tu sabidurIa 110 te permitió prever todo esto? j,O sabias que
millones de seguidores de la doctrina de tu alucinado morirlan asesinados de las fornias mas
viles que se puedap concebir, por defender lo que supuestamente tü habIas puesto en Ia boca del
rebelde’?, j,O ignorabas que a nombre de lo que decia tu vástago resignado y sedicioso ( o para
castigar lo pie iba en contra de lo que él predicaba), muchos se tomaron ci derecho de asesinar a
diestra y siniestra..?

(Aqul Eva vuelve a 4ntervenir e interrumpe ci discurso del hombreb. observa Ia ansiedad ios por
habiar, pero pulsa ci control para

pie hable Ia serpiente).

La serpiente: - Es una vil mentira que ci dernonio que creaste (porqtie supuestamente todo viene
de Ii) se v Ii’ e ml pam hacer perder a tus “inocentes’ criaturas. Yo me acerqtié a l1os por propia
voluntad, y con Ia ñnica intenciOn de que descubrieran ci sa or del fruto del ârbol del placer y
del dolor. 0 ,ignoras que to supiera? Además, quizás stasangre,A+ esta estupidez colectiva, estas
apostaslay estas gulas ysde muchos que te representan, se hubieran evitado si tu (supuestamente
padre de amor) hubieras perdonado a tu Angel de luz, al supuesto padre del pecado, pero no to
hiciste y nos pide a nosotros pie perdonenlos. Y algunos de tus representantes

nos afirman que tü cres capaz de perdonar ios4eores borrores de tus hijo ---— verdugos hasta
segundos antes de sus muertes. En verdad, en verdad, una

civiiización que tiene por origen Ia superstición, Ia mentira y Ia sangre, solo Ic queda ci camino
de Ia muerte (Ia serpiente se va toniando iracunda) Contesta! jcontesta! ,Por qué no lo
perdonaste? ,Será pie preferias los
175

futuros derramamientos de sangre? j,O no tenlas poder para evitarlo?é& deseabas un rival para
provocar que los ignorantes y los maliciosos le echaran la culpa a to enemigo, al hijo de tus
propios errores..?

En verdad, en verdad, una civilización cimentada sobre Ia ignorancia y Ia utilidad solo tiene el
camino de Ia muerte!...

(Eva, visiblemente complacida, intermmpe ci discurso de iente y permite. por fin,


qu&1ionaje1Dios vuelva a hablar).

Criaturas ignorantes. desconocen que no flieran nada sin ml, quc ni siquiera tendrian ci don de
hiasfemar. Ignoran que sos gestos. sos actos y sus palabras, son conio los de on ser microscOpico
en los vastos espacios de mis dominios. Ni siquiera imaginan lo fácil que me seria extthguirlos
corno a insectos Sin embargo, estoy obligado a arnarlos. por eso soporto sus desahogos
indecentes y esta pedrada en mi ojo. ero ilegará ci dia, no moy tardio. en que sabrai/la dimension
demLpedetcentonces llonrãn conio niños abandonadosgy pediran perdOn por sos

vituperios contra ml, que los saqué del poivo de Ia tierra, les di inteligencia y libertad. Sin
embargo, han hecho de ustedes y dcl rnundo un desastre, y encima agreden a quien los ha
prohijado con ci más ande amor, no sujeto a debibdades y veleidades terrenas. Embriáguense en
sus torpes arrogancias, que pronto vendré a poner la casa en orden; ese dIa muchos preferirán no
haber nacido...
176

(Eva interrumpe ci discurso eI Per ona e Dios y se suma al coro de los

otros (incluyendo a Adán) que empiezan de nuevo a apedrear ci rostro de Dios, al ticinpo que
recitan):

;Qué anin,al tan treste es ci hombre!

C r,atnra intermedia cu/re fa hestia v ci angel,

4ansitante extrcn’,ac/o en/re Ia ilusiOn j’ ìü £i.’UIL’flCia!

El rostro Dios, con ci otro ojo malogrado, se va

acomodando lentamente sobre ci fondo ahora negro del cuadro, gruftenclo como tin dernonio
rabioso e impotente.

********

Tü, chapoteando en utano de mayor confusion y frustraciOn,

estrellas ci controi remoto1rapantalla del televisor. El aparato estaila en

explosiOn descom’hia conj.xi’ertos artefactos de destrucción masiva. A

pesar del estruendo demoniaco, ti y lo que te rodea permanece”intacto, con Ia

excepciOn de la pantaila del televisor.

El resto de Ia noch94’se te va de piano, sin poder dormir, y con ci

pecho devorado por un racimo de viboras ahmentadas de amor y odio.

SOlo esperas que asoine la for de Ia mañana para andonar tu cubil. Sin

asearte ni r9amçen tus ropas de pordiosero, salesIkJ’ ior de tu casa y

abordas siempr coi su provisiOn de fantasmas azorados.


177

Te presentas a! banco y esta vez ni siquiera puedes acercarte a la muchacha. Te echan a patadas
al momento de cruzar Ia puerta principal. Además de goipearte con mayor vioienci4te amenazan
con Ia cared.

El circulo vicioso, Adán, CelTando, aprisionândote como los

anillos de una boa. En el transcurso de varios meses apenas te alimentas lo

suficiente para no morirte.... Durante este tiempo varias veces te encarcelan por Ins intentos de
veria. Todo en vano, Adán. A duras penas puedes abrirte paso entre los animales muertos que
eada dia se multiplican como mm peste incontrolabie. La ültirna vez title la viste (desde muy
lejos) observaste el abultarniento de su vientre. Pensaste que la habias perdido absolutarnente,
que su amado cuerpo se entregaba a otro que Ia disfrutaba a plenitud, sth sobresaltos ni
confusion, y con elrivileio de Ia espera de un hijo, dcl hijo que In no tendrias, Adán, porq4Jii9)se
hahia apartado de tu vida, y para ti no habia otra mujer que no fuera Eva, In belia nina ejecutiva
y cibemética, tu cruel chiquilla que ilevaba otro niflo en su vientre. Lloraste con rabia muda, con
ci desconsuelo de saber que nadie se compadeceria de ti, que no habIa quien Ic acompafiara en tu
exilio de pena, porque eras un hombre sin familia. un hombre sohtario y estrafalario, incapaz de
comunicaciOn siquiera con tus vecinos.

Dc pronto. tu Ilanto cesO, y tus celos, tu ira y tu dolor se trocaron en sonrisa iluminadora,
alentadora. Pensaste que aquel hijo podia ser de ustedes, ci vãstago de sus tuinultuosas uniones,
algo pie lo mantendria vinculado por sienipre. Por eso, esa t gaste más tranquilo. No Ic importO
obsenar que ci nñrnero tie los a. muertos habla envenenado el poco aIre puro
178

que penefraba a Ia casa. Apartaste de Ia cama algunas aiimañas vivas y otras muertas que
ehgieron aquel lugar para morirse.

Procuraste m Tratado de Serpentologia, pero apenas pudiste leer algunas páginas porque las
trazas hablan devorado más de Ia mitad de las hojas, y el resto se te deshacian en tus rnasios,
como tu destino. Sentiste nostalgia del televisor averiado como los ojos de Dios. Ademas, ci
aparato estaba sepultado entre ci polvo, Ia telarafla y los animal illios vivos y muertos. Solo ci
espejo estaba lirnpio, despejado de cualquier obstáculo que impidiera que te observaras, como
ahora lo haces, y ci que ha emergido de la dimensiOn del sueño. Te tins sobre la cama y te
arropas entero, como Si te ocuitaras de ti flhismo, COmO Si quisieras huff de tu propio
fantasma.

Te resignas a permanecer alli, a no levantarte hasta que algo suceda, sea que te mueras esperando
o que Eva regrese y te lo aclare todo .AsI pasan los dIas A duras penas puedes respirar en inedio
de aquel cementerio de animales,4 del olor a carroña podrida. Sin mucho esfiierzo fuiste
adaptándote, hasta ci punto, que aquellos animales te servian de

sustento y hasta te parecian una comida distinguida, queeL.haibress.ei— mejm-cnthmento.

Los malos olores y ci lamentable estado en que se encontraba tu espacio. asI COmO los extraños
ruidos que acaecian por las noches de tu casa, movieron a tus vecinos a tocar tu puerta, pero tñ
no les abrias a nadie, excepto a Eva. si alguna vez te compadecia con su presencia, pobre Adãn,
extraviado mental v sentimental, ignominia de Ciudad Paralela, descarriada v

sin ainor.
179

Algunos hablaban de sacarte a patadas y lanzarte a Ia calle, COO Si aquella casa. Ia casa del
sueflo y ci de1in4iecesaos, no fliera tuya. Otros planeaban Ilamar a Ia policia para que te
encarcelaran, coino aquella vez, utópico revolucionario, irreverente criador de serpientes, bestia
apóstata de Ia

ciudad resianada. Nache hablaba de cornunicarse con algün fam - tuyo

paaq99 tayudar o4 alguna instituc ton de salud mental que d rat__j

Cuando todos los vecinos se disponian a poner en marcha su plan de expusión, y tu casa parecia
no resistir mãs putrefaceión, alguien toca la puerta principal. Te levantas trabajosamente de la
cama y avanzas tarnbaleándote. Abres. Es Eva.
180

EL ARBOL SAGR4DO \

A Mélida Garcia, amiga y hermana en Ia magia dd collar.

E1 nifto podrá jugar ra.

podrà meter Ia mario en ci nido de Ia ibora

lsaias ii:

El anciano

Agradecido pot Ia abundancia que me deparó Ia joya, y siguIendo ci mandato que me hizo en
sueiio21a serpiente que me Ia obsequió, decidi sembraria en Ia tierra árida dc/aii ciudad, que no
tardé en volverse negra y pródiga. En ci lugar donde planté Ia piedra emergiO un árbol gigante,
cuyas ramas eran serpientes que crecian con ci dia y al eaer Ia tarde se resguardaban en ci hueco
del árboi, que entonces sernejaba un hombre inmenso y triste.

EL JOVEN

En aquel tiempo mi anciano padre se reunia con im upo de amigos$%a contar bistorias
fantâsticas, condimentadas con cigarros y ab+i4deMe café. — Entre otras narraciones
maravillosas, recuerdo aquella que trataba acerca de

ua serpiente tan grande que cada noche requeria tin novillo pam satisfacer Sn monstmuoso
apetito. También recuerdo otra que trataba de un árhol cuyas mamas eran serpidntes que por las
noches Sc ocultaban en su interior y renaclan con ci dia. Mi padre sabia ci origen y la razón de
muchas de las historias que referian hombres más jóvenes que él, pero no se los hizo saber, tal
vez pama no desvelar Ia magia de los cuentos.
181

y0 escuchaba aquellos relatos porque asomaba mis oidos a una de las paredes del cuarto donde
aquelios hombres se reunlan. A los niftos no se les permi’participar de aquclias conversaciones
de aos, pero yo me arnesgaba sabiendo que si ml padre me sorprendia en ael1m empeflos me
castigaria ejeniplarmente.

A veces mi padre me ilamaba para que ilevara lumbre o café a algunos de los contertulios. Yo lo
hacia con mis ojos sobre ci piso porque no debia ver ci rostro de los presentes, excepto ci de mi
padre, tan viejo como su inmenso silion forrado con pieles de serpientes.

Siempre que los habituales se marchaban, mi padre me liamaha y me preguntaba por la forma en
que estaban vestidos. Solo recibI dos”pela twa porque describI ci atuendo e un hombre d fealdad
enigmática, a quien nadie Ilainaba por su nomb efa quien tododecian “ci defensor de las
serpientes”; la otra. porque destaqué Ia indumentaria de tin hombre sin misterio, que todas las
noches relataba ci mismo cuento acerca de un hombre encontrado muerto junto a! tronco de tin
árbol miienario e inviolable, A partir de aquellas reprimendas mi vista y mi oldo se alertaron
mucho mãs, y atencionaba mejor las historias, solo que no volvI a comneter ci error de decirselo
a mi padre.

(‘uando me hice un hoinbre, ml centenarlo y moribundo padre me revelo el origen de su


prosperidad y del árbol.
182

EL ARBOL SAGRADO

Cuando Ia tarde se habla derribado por completo sobre los brazos de la naciente noche y las
serpientes se liabian entrelazado en su interior, Francisco Garcia aprovechó para introducir su
alevosa mano derecha en Ia oquedad del árbol, con Ia intención de extraer la culebra para su
negro ritual de cada noche.

Después de algunos minutos de infructuoso empeño, al lugar se presentó un hornbr e fealdad


proverbial, envuelto en una capa negra que le cubrIa por corn lets u figura momiacal. y tin
sombrero tarnbiën negro. de alas anchas, que Ic cornIa por completo ci rostro. Dc inmediato, ci
hombre insOlito Ic dijo al agresor: “i’ocio tiene sit contra, ailligo, IZUV OPUC/OflCS
C17CC/JCL, amuietos, talismanes, munecos atrai’esacios con al/ileres, poli’os 1fIL’ toclo tQio,
pero para sacar una culebra cit’ Sn CUL’VU, /a contra coils/ste Cfl usar ía mu/b izquierda; con
Ia dereciza no hai’ quiemi lo Iogre

Enseguida Francisco Garcia carnbió de mano y Ia culebra se dejó halar con gran facilidad, como
impelida por agradable v propia voluntad. El reptil, de inc ta longitud y urosor y de inocente
mansedumbre, de repente se crecoflc ne y rebeldia y se abrazo al intruso, quien apenas podia
movere cabeza mat do encontra.r Ia presencia del consejero y pedirle la contra para desata seat
rnaI, pero la voz no afluyó y Ia ausencia del otro era absoluta, como Si nunca hubiera estado alli.
183

MONOLOGO EN LA SOMBRA

Entonces me clepositaron en este recinto tenebroso y me abandonaron como a cosa prescindible.


Se que a Ia prisiôn exterior le nacen claridades y vuelos de pájaros y niños que juegan a armar un
mundo feliz y floración de nrnchachas. Si, recuerdo a la imichacha que cada dia me alumbraba el
dIa frente a mi casa, porque yo tenla una casa, precaria, pero mi casa, mi casa que se ilevaron los
basuristas. SI, a diario la muchacha me baflaba en sonrisas, tal vez pensándome indefenso y yo le
decia versos que la mecian en vanidades. Aquel dia se derramó Integra sobre mi. Entonces fue ci
gran dia de ucio: me acusaron de estuprar los encantos de Ia muchacha. Pero no: Ii e bil uien me
abrazó con sus anillos y inc hundió en sus aguas, ibendita. serpiente acuática de mi irrecuperable
paralso!

Si, olvidado. Aqul todo es distinto. Aqul no me nace la Iuz, tampoco la sombra: la sombra es una
permanencia atroz. A pesar de La gran mancha, observo ci lento crecimiento de los hongos en las
paredes. Si, los hongos que me gusta comer.. No, yo no estaria tan triste si este lugar no estuviera
tan oscuro, Si algñn trocito de luz cortara esta sombra que todo lo aprisiona. Con esta faith de
ciaridad ml mente se anochece con frecuencia y entonces me violento y empiezo a golpear las
paredes de esta cárcel.j,Cárcel? No, no recuerdo haber inatado a nadie ni violado a la muchacha.
Pero si recuerdo el látigo de la “justicia” flagelAndome, y a Ia multitud regocijada, y los palos y

“V las ebrias nwntanas vacmnao, p errw alargando su cuerpo pot ci val1kc,eai boa que parece
dispuesta a abrczzaria con”zria.. (k%ard tic Nerval
184

las piedras y las patadas y la prisión. Luego Ia libertad de mi razón mutilada, y después mi casa
construida con deshechos callejeros. Si, asi hie como me trajeron de vuelta, esta vez acusado de
violar los basurales.

Si, me han hecho creer que estoy loco. Cuando me violento entran tres hombres muy fi.iertes
vestidos de blanco para hacerme creer que estoy en una clinica o en un hospital, 3’ me inyectan,
y siento quo mis dernonios empiezan a reducir su velocidad. Pero ahora creo quo me voy a
violentar do nuevo. Si, de nuevs. ya no soporto más negra luz... Recuerdo que entonces me dio
por —fr recorrer las calles de Ia ciudad en tin vaivén monótono y pesarozo. Si, mi

ciudad/pulpo con sus calles/tentáculos que deseinbocan en ci punto exacto do Ia desolación.


Aquello flue después de los tiempos en quo me reunIa con mis amigos a planificar Ia redención
del mundo, y mucho después de las bs que marchitaron las rosascorazones de los inmolados:

Hector/josé/Bienvenido!Luis/Antonio/Manuel/Francisco y tantos otros sin rôtulos m Iápidas iii


consuelo de memoria. Pero mis compañeros retornaron a Ia resignada quietud: solo yo segui
desandando los paisajes de Ia ilusiOn. S$.., or eso me dio por recorreila ciudad y dormir en los
basurales. SI, mis

romerlas, nus tragos regalados en barritas do buenas muerta,y las risotadas y — las burlas tristes
de los ebrios comediantes, y Ia serpiente decapitada en plena

calle Castillo, y el gozo carnaxalesco de Ia multitud haciendo circulo airededor de la victim5


retorciéndose por Ia inocente crueldad de los neumáticoy Ia voz andrOgina de Qulca: “Fern
dónde L’IleOfltIVrOIl L’S(J diahia” Si, también me dio por orinar Ia luna y coleccionar estrellas
y comerme los huesos do las cerezas y mascarsol como a pan recién horneado y beberme la
noclie como un narcOtico ineludible y delirar por los frutos y los manantiales de Ia muchacha. -.
Ah, olvidaba decir que aqui abundan las ratas y como el bambre
185

no me da reposo me como cuantas pueda atrapar. Esta came es exquisita y no es delito comerla...
Cuando yo era un jovencito de 14 años mis padres me mandaban con frecuencia al matadero
municipal y vela cuando los oficiantes golpeaban con globos de acero y tubos de hierro las
cabezas bovinas, porcina y caprinas. Luego obsenaba ci empuje y el tránsito de los cuchillos
hacia la desgarradura de los corazones. Si, las rosas rojas de los inmolados. Y Ia sanwe brotaba
en hilos largos. firmes, espesos y abundantes. y al coagularse Ia ofrenclaban al paladar do los
peces por lo de las proteinas... Si, La multitud. Entonccs colocaron Ia culehrtriturada y sangrante
airededor del cuello do Ia demente emblemática. ‘( a con el collar de came rernanchándole Ia
ajada blusa, ernpezó a avanzar por toda Ia ciudad. cual mártir sin consuelo do gólgota ni
discIpulos, seguida de una multitud do crueles y ebrios danzantes. Si, yo flu en su auxilio, pero
era dernasiado débil para enfrentarme a aquel gusano inmenso abrazado en una sola vileza. Y
golpearon mis cames y me dejaron moribundo sobre la plaza del héroe ma o - Ia procesión siguió
adelante... Si, a mi me gusta Ia came, toda, hasta a os ratones quo no me dejan dormir. - C’uando
yo era pequeflo mi macire Ic pedia a Dios do rodillas para quo a mí me diera deseo do corner
came. porque de Jo contrario me criarIa rnuy débil y no tendria fuerzas para trabajar Si, me lo
decian: ten cudado quo tu salud es frágil y no podrás resistir los ataques de los sabuesos del
Leviatán... Si, ahora siento tanto deseo de came, pero los ratones no so acercam parece que han
einpezado a temerme,

Si por lo menos entrara un granito de Iuz, tal vez yo no tendrIa41anta necesiclad de esta carrie y
estos bongos. Si, quiero came, quiero luz! Estoy desesperado y a punto do cornenzar a golpear
las parede& Después vendrán los honubres de blanco para hacenne creer que estoy en una clinica
0 Ull
186

hospital, pero esto es una cércel. No, no he matado a nadie Hi violado a la muchacha! Si, quiero
came, quiero luz! Pero no hay un solo ratón y las paredes estan frias y silenciosas.
187

V’

POST-SUENO (Nostalgia Virtual).

“1 vii c.unor, quc acahaba tie conocer a! ñnico e;’eniigo qUC p;tdient veneer/c, Ci ofvzdo, se
echo a ren,?,iar eanu> in, leO,, in eneerratia en iv jania, ye tie frOfl1o Ia seipie’tte pilOt; que it’
vu a

eicpomr’

Marcel Proust

%Buscadel Tiempo Perdido. ._—4.

(Derribado sobre ci contexto onirico, e inconsciente de su absoiuta enajenación, ci personaje


pulsa ci control rernoto y enciende ci ciego televisor. La caja,-virtual proyecta irnágenes diversas
desde Ia oquedad que antes eubria Ia

ptaWSin asombro y sin recordar Ia explosion en que ci aparato perdiO su jo, ci hombre ubica ci
canal 8, ñnico del pais donde se transrniten noticias flituras. Dc inmediato escucha Ia prirnera
informaciOn ignorando que refiere su propio sueño sin regreso).

NOTICIA

(7,, honthre sin nonthre /1w cncvnirado ida denim c/c irna casa !ahncada c/c sueflos. Un Ithro de
1uzt’’,tna scipienw a/ada V UIIU águila scatnosci vigiicthan ci otro sue no dci honibre cinoninia.
Las Custottiaiik’s t/e Ia reahdad

intcntamn arrchatario y conciucirlo at receptacula/cle Ia inaicria cjuie&t, CP0 no pudwron


desprenderlo de su entorna on/rico. Luego (ada Ia chic/ad con teinpio (azorada i’ fäntas;nai) ci
(rcmnsito dci unzomincickhacuz ci recipiente ngravzcio,
188

sabre /ctc alas c/c Ia scrpienlc, cseoltcuio par ci dgui/cz Iei 511L’fl() Ia intijer scrufF!?, euvo
resplandor encegucec tada hi:.

(Antes de que inicie Ia nueva noticia, ci hombre cambia de canal. Ubica el 22, donde se da inicio
a una pelIcuia que está cansado de presenciar, solo que esta vez presenta un deseniace que ci
personaje no sospecha. Y observa cuando se apagan las luces de La sala del cine (‘armelita. De
inmediato ci proyector irriga de

luz Ia pantalla. Con aihorotada ansiedad, los niflos esperan Ia tan anunciada pelicula

acerca de un hombre que escapade Ia saña de una mujer vampiro, uifáguila violenta •—

y una serpiente enorme. En cainbio Ia pantalla presenta la imagen de un hombre de

aspecto descuidado, sentado sobre una achacosa mecedora. El personaje tiene Ia

-a

parte derecha del rostro empasado cornot. de un anciano; y Ia otra, conio Ia de un— jovencito de
14 aflos. Sin embargo, su cuerpo aparenta ci de un hombre de

alrededor de treinta años. Aquella fIgura empieza a habiar desde su distancia virtual y conio Si éi
y los infantes estuvieran en un mismo piano real).

Yo era un niño alegre corno ustedes que no faltaba a los matinés que todos los domingos exhibia
este cine. Mi aficiôn a las peliculas y a los dibujos animados me viene desde aquel dia ñnico en
que llegô ci primer televisor al barrio. El dueflo de aquel hechizante aparato era ci bondadoso
pescador Octavio de Jesus, quien naciô en Ia calle ColOn a orillas del parque Duarte, pero muy
pequeflo se trasladO a Ia Duarte arriha. AsI me lo contO Octavio. TambiOn me refiriO que alli
habian muerto sus padres y que éI habia quedado a! frente de La casa paterna, poseyendo tanta
veneraciOn como Ia que ei barrio 14 prodigO a sus progenitores
189

Todos los niflos del lugar nos congregábamos en aquella casa que nos acogia con más calidez
que las nuestras, pero las afluencias de niflos y adultos fueron más

asombrosas desde ci dia’lue llegô el televisor. Aquello parecia una inmensa sala C. de cine a!
aire libre, 0 Ufl espectáculo de feria o carnaval. Octavio tuvo que comprar

decenas de sillas para Ia sala y ci patio, y colocar ci televisor en un iugar desde ci cuai pudiera
repartir de forma equitativa sus encantos.

(Los niños empiezan a alborotarse, debido al fastidio que ies produce ci hombre triple y sus
confesiones acerca de un lugar y tin tiempo que no eran los suyos. El personaje narrador lo sabe,
pero continua su historia, conflado en que tal vez se produzca ci milagro que derrote su sueño
sucesivo y lo sumerja en Ia inconsciente y deseada quietudL

No solo ibamos niflos y aduitos del entorno. tarnbién de barrios aiedaños y distantes. VerOnica,
Ia mujer de Octavio, iba de un lado a otro brindando café, jugos naturales, forms de maiz y de
yuca, y gailetas caseras que preparaba por las noches con la ayuda de su marido. Tarnhién
recuerdo, corno si fuera ahora, los inmensos calderos de sopas de pescados agonizando en ci
patio bajo Ia magia del fuego.

Las sesiones televisivas se desarroilaban de lunes a sábados hasta las 8 de Ia noche, hora en que
los anfitriones cortaban Ia magia . Aunque nadie se disgustaba, todos sentiarnos Ia pena de que
nos hubiesen sustraido de un espacio niejor que Ia realidad. Los dorningos, los generosos
huéspedes descansaban, pero en Ia rnás de las veces Octavio se iba de pesca. Asi que los
domingos, ante la imposibilidad de fi-ecuentar Ia casa dcl pescador y su mujer, casi todos los
niflos del barrio nos
190

precipitáhamos4Ai esta sala desde Ia cual ustedes me yen y escuchan mis — confesiones.

(La agitaciôn de los niflos crece. Vocean groserias, patean butacas y alegan que los engañaron,
que no habian pagado para que aquel hombre le contara cosas tristes y pasadas de moda. El
innorninado lo contempla todo, dormitando desde su esfera onirica y al través do su televisor
averiado)a

Yo era un niflo muy inquieto y con un desbordado espIritu de aventura, lo que me impulsô a
rogarie insistentemente a Octavio para que me permitiera acompaAarlo en algunas de sus
travesias pesqueras. Después de mucho empeflo lo logré y me converti en su acompaflante
habitual. Mientras él lanzaba con rnaestria su atarraya en busca de peces de todo género y color,
yo me aplicaba a Ia captura de culebras de agua en las proftindidades do los charcos. El me
reprochaba mi aficion y me contaba historias fabulosas acerca de aquellos animales que en
algunas culturas simbolizaban Ia sabiduria y eran venerados como a dioses. mientras que en otras
eran considerados como vivas representaciones dcl Diablo. Me relataba aquellas leyendas con ci
gracejo del hombre natural y ágrafo que mantiene vivas las

narraciones de sus antepasados. cuerdo ci dIa en quo me dijo que alguien le habia atirmado quo
las personas que entraban en contacto con aquellos reptiles se

acarreaban maIn suerte. El me expresé que no creia fuera asi, pero que de todas maneras era
mejor respetarlos y dejarlos tranquilos en sus espacios naturales. Sin embargo, no le lice ni le
harm caso, y a escondidas capturaha culebras que introducia secretamente en mi barrio. Yo no
tenia intenciOn de maltratarlas, porque las amaba con devoción casi beata, pero siempre que se
me escapaban resultaban destruidas porque casi todas las personas entendian como un deber
cristiano eliminar
191

a las criaturas que de forma más cierta encarnaban las therzas del ma!, representadas por Satanás,
Ia gran culebra. era ci ünico responsable de aqueflas tropelIas porque violentaba los espacios de
los ofidios y los exponia a las safias de los verdugos del barrio. Estoy seguro de que si Ic hubiera
hecho caso a Octavio no me habria convertido en ci niflo rnás triste de toda ía ciudad.

(Bocarriba dentro del sueño y sobre la carna del sueflo, ci hombre continiia dormitando con ci
control reinoto en sus manos. Dc manera borrosa observa la ira de los niflos, lanzãndole papeles,
vasos plâsticos y otras cosas a Ia figura,Algunos intentan penetrar al recinto donde se encuentra
ci proyector para destruirlo, pero no lo logran otros intentan salir y 110 pueden. Ante sus
impotencias piden qua. aunque no Ic devuelvan ci dinero ni l cambien Ia pelicuia, por lo menos
los dejen

marcharse, pero las puertas están bien aseguradas y no aparece nadie a quien. Eli ‘( fume, que
parece autogenerado y autocontrolabie, contináa. Los niflos se

tranquilizan, esperando que Ia pelicula esté a punto de tenuinar y poder marcharse sin
contratiempos. Asi lo observa casi de forma imperceptible el televidente habitual).

tin dia Octavio y yo andâbamos de pesca por el rio Cuaba, cuandoj Cuaba —

era.çjcuaba, aquella madre prOdiga y no esta serpiente apestosa y moribunda. Yo ._—y no tardé
en precipitarme en uno de sus charcos y casi de inmediato atrapé a dos

hermosas culebritas y las envolvi en papel celofán, como si fuesen pam un presente especial, les
dejé sus cabecitas descubiertas para que no se asfixiaran y las introduje en los holsillos frontales
de mi pantalón, como si se hubiera tratado de prendas de extraordinario valor. Octavio no lo
nototlni se lo comuniqué. Inmediatamente regresamos oculté ceiosament5a mis animalillos, de
manera que ni siquiera mis padres y mis hermanos conocieran de aquelios halLazgos
maravillosos. Un domingo
192

en que me preparaba para venir a presenciar Ia pelicula “El Descenso dcl Aguila”, temi que
alguien de mi casa descubiiera la existencia de mis otidios, p0 lo - e los introduje en los bolsillos
delanteros de mi pantalOn y me presenté co álo a esta sam. Algunos minutos antes de ciue
finahzara Ia pelIcula, una de las culebras se me escape y empezO a reptar torpemente por entre
una fIla de nrnos. irate de recuperarla sin escándalo, pero una nifla Ia vio y se alborotC de forma
histérica. Pronto todo allI fue un tumulto despavorido, intentando salir al mismo tiempo. Un
grupito de niños intentC penetrar por Ia pantalla como por una puerta de salida, pero en cambio
recihiC un violento golpe Contra Ia pared que estaba detrás del Iienzopantalla. Aunque bastante
estropeados, lograron escapar de aquella barahunda infernal, al igual que los demás. Asi que no
tardC en quedarme solo, profundamente agobiado por an enorme sentido de cuipabilidad,
agravado por Ia presencia de mi nina triturada contra ci piso de esta sala. A partir de ese dia me
prohibieron Ia enflda a este cme. TambiCn1 cuando iba a Ia casa de Octavio y VerOnica a ver
televisiOn, todos los presentes me rechazahan, y un dIa los huCspedes termin on expulsandome
para siempre, iendo a la presiOn de los niños que los cob ain n — Ia disyuntiva de elegir ent e lIo
o yo. fue como me converti en el más triste

de los tristes y en ci rnâs soIitario de los solitarios.

(Ahora Ia sala está suspendida en total silencio. Esta vez los niños escuchan las confesiones del
ftmtasrna narrador con solemne respetabilidaci. El lo nota y seguro de que ci milagro está a
punto de realizarse, continCa su relato).

PedI perdCn de rodillas y con ahundantes lágrirnas, y devolvi Ia otra culebrita a su procedencia
acuâtica, pero de nada me valiO porque nadie quiso liheranne de los remordimientos. (‘on ellos
decline hacia Ia edad de Ia derrota irreparable, con este cuerpo de hombre joven y Ia parte
derecha de mi rostro arrugada como ía de un anciano y esta otra, con el aspecto de los 14 aflos
que tenia cuando atrapé las
193

serpientes que provocaron mis desdichas, hasta este momento en que leo en sus ojos ci perdón
que los niños de mi generaciôn no quisieron concederme.

(Finalizada Ia pelicula, Ia figura del icono narrador permanece en Ia pantalla, sonriendo y en


silencio. Se encienden de nuevo las luces. Entonces, una voz grave y pregrabada pide disculpas y
anuncla ]a peilcula que los niflos fueron a presenciar, pero los chiquillos rompen ci silencio al
unisono, y a coro ordenado piden Ia repetición del fume. Dc inmediato se apagan las luceS y ci
narrador inicia su parlarnento, solo que esta vez las arrugas y ci aspecto de3nino han
desaparecido, y su rostro y su cuerpo corresponden exactamente a los del4ombre que observa Ia
pelicula, pero el no lo sabe, ni lo sabrá, porqueacaba de trasladarse al sueflo sin

imágenes.

/
194

XIV

Lax anacondas pre/icren ‘(IS orgias: Cii 1111(1 SeSion (jUt? puede Juror sernanas, wits hem/ira
con fiend/do en una nasa re rorcido de haxia die: macho, perinin rie vi alt/pies nicernInacIones,
con to que c/eva su Onto rej’mo’uctvo

National Geographic.com/

Espaüol. Julio, 2003

Dc inmediato notas ci carnbio en ci entomo, COfliO Si Ia inugre y podredumbre empezaran a ser


barrida por una brisa encantada. Tu ánirno da

cambio absoluto. Ahora sientes que nada debes perdonarie porque jarnas te ha Es como si his
interrogantes quedaran contestadas con su sola presencia.

Ast lo €fr*besa reahdad si4jia s peor que laS— realidad de tus süefio.s pesadillescos. çpn6iente
de tu hambre y tu se , ella n tarda en deshacerse de sus ropas. Observas su vientre piano, p no
preguntas nada sabes que pronto Eva te dirã to qu ucedió con ci nifio. Tampoco preguntes por ci
contenido de Ia cajita que iA Ilevado. I..uego del reposo del tumulto placentero te dice: “He
traido a nuestro hijo”. Tñ,,mas que

asombrarte, te espantas. No yes al niflo por ningün lado. Ella abre Ia cajita

tt

(que parci Ia obra de un escultor demornaco) y ci ammahto repta presuroso y

carifloso hacia ti.

Adondequiera que ci pánico te arrastra, ci reptil te persigue zalamero,

pero hi lo esqun’as lieno de asco, miedo y asombro. Una tuerte brisa empieza a sacudir Ia casa,
como si qusiera an’ancarla y levantar vuelo eon ella y su
195

contenido. Tn lo notas, pero te importa menos que ci miedo a que aquella serpiente filiforme sea
tu hijo, ese hijo que ahora intenta rozarte con Ia fl-ía escobilla de sit résped. Conforme avanzan
los segundos, la brisa se hace rnás bravia y tu temor se consolida. La mujer y ta no tardan en
observar ci descenso ha2iak\casa de un pájaro enorme (j,un cuenro, una buitre 0 una águila’?) Si,
lcn0á5)JiIa! Una águila que penetra por una de las rendijas de tu

casa y atrapaala cuiebrita, y de inmediato remonta vuelo con ella, saliendo

por donde entró. Vuelves a confirmar que esa imagen espantosa es ci sImbolo

en movirniento de Ia siniestra escultura esculpida en ci espalda.r de In cama. Entonces miras Ia


carna y notas que la irnagen ha desaparecido. Dc inmediato

notas también Ia ausencia de Eva y In casa flotando en podredumbres t boca deja escapar un
grito profundo y lastirnero que aiborota ci sosiego

resignado de tus vecinos. Entonces despiertas y te miras en ci espejo rea1d. cornpfuáasi


‘“——‘ .tr itsqeU a—pc ath14wpm4mhie aJai’i.th4 ck€-t41—inund-o de
196

ANEXOS

“Seipienfe. ).adncción tic las sic/c

poluhrus hehrcus tic la cuales nujash es La principal, v las firs gncgas: oils, apis v heipeton.
Judas süii dUkE/cs tic identificar en ‘a ten?nnoiogia zoologicci modenia

Diceionario Ilustrado de Ia Bibha.

Wilton M. Nelson, editor, pâg. 611.

“1 Ia nzás grande tie kudos cs/us cosas es Ia quc hEw ci ret’ Lxcqnzus. quEen “dcsirui’ó Ia
xcrpicntc tie bronec quc hEro Mois€s prquc xc ha/na

coni’crndo en ut objeto sagrado i• tie cit/to parc: ci

pitch iv “.

Lae,iscnip 9cfldL’ hi narchgwr.

Ycsiiai’cthu Lcthoffjm.

El mundo de las serpientes Cs de una nqueza y variedad extraordinarh5tanto desde A los puntos
de vistas mitolOgicos y legendarios, corno desde ci enfoque estrictarnente real. Aqui me lirnito a
sintetizar algunas informaciones generales que ci lector no familiarizado con ci terna, y deseoso
de hacerlo, puede encontrar en la Internet, en cuaiquier Manual de Zoologia o en otras de las
tantas fitentes de informaciones de que podemos disponer en estos tiempos.

Casi todos Los docurneMos consultados coinciden en afirmar que existen airededor de 2,500
especies de serpientes conocidas, y que aim faltan algunas especies pot ciasificar.
197

Las serpientes no tienen patas, párpados ni timpanos y, a pesar de ello, se las arregian rnuy bien
pam sobrevivir, incluso son unas de las criaturas más temidas por los hombres, lo que
probableniente se deba a su miedo ancestral ante su raro aspecto

Los tamaflos de las serpientes varian desde las fihiformes de 10 crns., hasta las pitones que
pueden ilegar a medir 10 metros. Las serpientes. como todos los reptiles. tienen Ia piel seca y
escarnosa. Como en otras criaturas, Ia piel forma una barrera entre los tejidos del animal y ci
mundo exterior, protegiéndola del desgarrarniento y ci desgaste, Ia disecaciOn y ci dano causado
por los predadores Las escamas están formadas principalmente por una sustancia cornea ilamada
queratina, parecida alas uflas de los dedos humanos.

(‘asi todos los lagartos cambian de piel a grandes trazos, a menudo durante varios dias, mientras
que las serpientes las mudan enleras en una sola vez.
198

20

Serpientes Literarias

“No diviniza Ia seiente que estã en tumo, hay que dejarla 1iiz_aud los troncos del insornnio”

Fredy Gatôn Arce

Do Vlia. Sueflo Eclosivo.

“Ante Ia voz posibie do inn anciana serpiente, en Ia era redonda de todas las manzanas”.

Franklin Mieses Burgos

Do El Angel Destruido.

“Hasta Ia luz de Dios puede bailar, como las serpientes orientales, al sonido de las flautas de los
fisicos”.

Federico Henriquez Grateraux

Dc La Fena do las Ideas.

Por las heridas del pecho dcl insano, COO Si fuese soiprendida en su cueva, salia una lenta y
larga culebra’,

Manuel del (‘abral

Dc flistoria de mi Voz

Luego retrocedia deslizâridose corno uia serpiente sobre ci lomo do su presa...”. Manuel del
(‘abral

Dc Historia de mi Voz.

“Serpiente o áspid, con el pie oprimido leon quo las prisiones ban quebrado; caballo volador
desenfrenado; águila que Ic tocan a su nido.

Francisco de Quevedo

Del Soneto Muestra lo quo es ima Mujer Despreciada.


199

“Varnos came, contigo, al pais de los muertos, con los anirnales prirnordiales. con Ia madre de
todas las mascaras, vamos con ci cocodrilo, con ci pez, Ia tortuga y Ia cuiebra...”

(‘ayo (‘laudio Espinal

Dc La Mampara.

Molido por (as patas inmisericordes del caballo blanco y por Ia espada de Ogün, dorninador de
las serpientes. - -

Marcio Veloz Maggiolo

Dc Biografia Diflisa de Sombra Castafleda.

pero solo hasta que surgiO ella corno serpi nte, como Eva con su manzana y to do”

Efrain Castillo

Dc El Personero.

“...,Estaria aN, aguardando corno siee, Ia nialdiciôn del DoradoT’. Efrain Castillo

Dc Rib de Paso y otros cuentos

“..pero adivinaba su cueipo inmenso, enroscado como ci de una culebra

gigantesca...”

Virgilio Diaz GrullOn

Dc Cuentos (‘ompletos. Editora (‘ole.

“Esta noche habrá de oirse en ci camñ ci ulular de Ia negra seipiente que tiene ci

tamaño del rio y duerme con (a cabeza recostada en La Mar”.

Pastor tie Moya

Dc Buffet para Canihales.


200

“Serpientes que atraviesan los muebies de Ia sala y van dejando tras si una estela lummosa de
baba o de veneno”.

Julio Adarnes

Dc Cuerpo de Baile.

“Dios, con sit inconmensurable inteligencia, sabe que las mujeres sornos dernasiado mt igen es y
astutas. La serpiente tarnbién lo sabe y por eso hablO prirnero con Eva para qu 1la i dujera a
Adán a corner del fruto prohibido”.

lélida Garcia

DE Entre y Siéntese (Novela inédita).

“La serpiente no tiene prisa en su horizonte, en su pequeflo andarnio. solo una oblicua mirada de
sospecha..

Rarnon Antonio Jirnénez

Dc La Presencia del Miedo.

“El manto rojo que la envuelve y Ia penetra, sus senos terminando en boca de

serpiente”.

Noé Zayas

Dc (‘ieno.

“Simplemente en esta noche, abracernos Ia cigarra, Ia serpiente y Ia lechuza:

mantengarnos las fogatas encendidas1 que hace frio1 y aturdidos estân nuestros firmarnentos. -

Victor Saldafia

Dc Sueño de Nada.

“Si sigues ahi va a saiir una culebra y te va a morder”. Juan Rulfo

Dc Pedro Páramo.
201

- como una serpiente encantada del libro Los Increibles Viajes de Marco Polo...”, Julia Alvares

De En ci Nombre do Salomé.

esas Scitatis, quo son unas serpientes do abigaaimiento espléndido que matan al hombre tan solo
con quo éste las mire...”,

Pedro Antonio Valdez

Do (‘arnaval do Sodoma.

“He sido simultáneamente aye, serpiente, mono y tortuga”. Manuel Garcia (‘artagena

Dc Historia de Almueje.

“Lu adormecla la voz, gorda como Ia came, susurrante y aterrada como una culeb ra”.

Carlos Fuentes

Do La Muerte do Artemio (‘ruz.

• y ci niflo tenia Ia ventura do que lo criaran las serpientes y do quo las cuatrocientas liebres se
ilevaran los huesos sagrados de Ia madre”.

(‘arlos Fuentes

Do La RegiOn más Transparente

so escurre do sus enemigos como culebra de rio”.

Mario Vargas Llosa

Do La (‘asa Verde.

“Vordos serpientos marinas que so arrastran por cubierta”. Rosa Montero

Do Historias do Mujeros.
202

“Juan hula de Ia taberna donde las prostitutas se agitan como viboras”. MargariteYourcenar

De Fuego.

- Empujar sin contemplaciones, hasta que se hundiera Ia pequeña serpiente meato dentro de Ia
vejiga dcl enfermo”.

Arturo Uslar Pietri

Dc Oficio de Difuntos.

- Y los leones que salen de sus antros y las serpientes que muerden hasta tal punto que muchos
soldados empezaron a temblar”.

Mika Waltari

Dc Siitiuh,el egipcio. —1

• - Dc emboscada en rincones donde acechan Ia sierpe y su veneno”. Máximo Avilés Blonda

Del Poema (‘entro del Mundo.

“...Silbidos de seipientes en medio de exclaniaciones rituales v fondticos ahogos.” Manuel Rueda

Dc La bella nerudeana

“.Me gusta hi nombre con mésica extraña, corno de oriente, corno de serpiente, como de thego.”

René Rodriguez Soriano

Dc queda Ia muisica

“Iviamita, islamita !ven/ven/ven/ que me come Ia culebra Iven/ven/ven/ Alejo Carpentier

Dc Concierto Barroco
203

Ia sangre fresca de serpiente disuelta en aguardiente estirnulante de gran prestigio en Taiwan y


otros paises del Asia”

Isabel Aliende

Dc Afrodita

con azucar es Un

.También encontró cornida, pequ4as larnandras y seipientes de agua, que

devoraba con pie1 y huesos despues de arrancarles ‘a caheza

Patrick SUskind

Dc El Peifume
204

Las serpientes y algunos lagartos “huelen” con La ayuda de\j,a.s células sensoriales especiales
situadas encima del paladar que forman ci Hamado órgano de Jacobson. Algunas serpientes son
muy sensibles a las radiaciones infrarrojas, lo que significa que pueden detectar a presas de
sangre caliente iricluso en oscuridad total.

Como todos los animales, las serpientes han cambiado gradualmente, han evolucionado durante
millones fr s. En algün punto parecen haber atravesado por una etapa de vida subterránea q e l
ict$los sentidos. Su vista y oido se debihtaron, mientras que otros sentidos se ag zaC&i.i

Las serpientes son unos reples ãpodos (Cs decir falto de pies), de cuerpo delgado y largo. Se
dividen en tres grupos: serpientes primitivas. donde se incluyen las pitones y las boas; serpientes
ciegas, como las culebras vermifornie (es decir de forma de gusano); y serpientes evolucionadas.
que incluyen a las culebras, cobras, serpientes marinas y viboras. Se distribuyen por todo ci
mundo, excepto en las regiones frias.

Todas las seipientes son carnivoras. No hay ninguna vegetariana y han tenido muchas maneras
de matar a sus presas. Algunas matan con venenos, pero las boas y las pitones comen, sobre
todo, mamiferos. a los que matan por constricción. Las constrictoras no estrujan a sus presas,
como piensa Ia mayoria de Ia gente, sino que enredan so cuerpo airededor de Ia pataleante
victima, haciendo cada vez más penosa su respiración, hasta lograr asfixiarla, aplicando justo Ia
presión necesaria para interrumpir los movimientos respiratorios. Cualquier mainifero, desde un
ratôn hasta un cuervo, pueden resultar elegidos dependiendo del tamaiio de Ia serpiente; de
hecho, las serpientes gigantes pueden tragar aniniales sorprendentemente grandes. Una
Anaconda de 8 metros de longitud puede

e un cairnán de dos metros de largo, aunque puede tomar más de una seniana en digerilo. Las
mandibulas de una serpiente son muv flexibles, por lo que pueden tragar a sus presas enteras,
empezando por Ia caheza. aün cuando el cuerpo de Ia victima sea más ancho que el suyo. Un
hueso especial. que une Ia mandibula con el crãneo, funciona como una
205

doble bisagra; tarnbién Ia mandibula inferior se puede extender a los lados, puesto que las dos
initades están conectadas en La barhilla por un ligamen especial que funciona como un mñsculo
&ástico,
206

‘En ci Exoclo 4: 2-5. 23-3; 7: 8-12, Ia scrpknte apurL’cc co/no Ia sc/ia? tic Aloises titite Lcraci j’
ci Fth’aon. 4Sri vara xc convicric en una scrpwntc i’ duispites VI/L’iVL’ Ci 51/ fbi-ma original.
En Jtgspto, Ia serpwntc ilamada cobra se considera co/no embiema tic Ia inmortahilad i dci 1)/as
hc;thfIco ?ct, aunquc otros scrjicn!cs rep rcseii ran Ia ma/c fad. Los ma demos encantac iv i-cs
egipczos sub ci hacer que Ia hac (cobra,) pci-man czca rigida v en position horizontal, tic mancra
quc scinç/c ziiia vani, cprc/andoic ci cucilo c/c nfl modo cpcciaI

Diccionario Ilustrado de Ia Biblia

Wilton M. Nelson. editor. EdiciOn Cit, pág. 611.

TESTIMONIOS

Francisco Blanco

“Tengo 58 ailos de edad y más de treinta matando culebras. Soy zapatero de profesiOn y utilizc)
la piel de las culebras para f’abricar zapatos y correas. Las carnes de las culebras no dan abastos
a todo ci barrio Ic gusta. Con ci aceite preparo tornas que vendo a

pesos. No hay rernedio como éste pan el apretamiento de pecho.”

“No creo que Ia culebra sea Ia encamaciOn del Diablo corno afirman muchos. Dicen

Ia cuiebra asusté a la Virgen MarIa que estaba embarazada del nino Jesñs y dizque que

\7irgen Ic pith Ia cabeza y Ia maldijo, y que a partir de entonces las culebras se acobardan
cuando yen una mujer encinta, peru yo no lo creo;; yo las he visto bravisirna en esas
207

circunstancias. Los religiosos clicen que yo estoy endemoniado, pero son los primeros que
vienen o mandan pore! aceite cuando los niños se les estân asflxiando.’

13

José Ortiz

“Le voy a ser sincero: para mi ese animal es Ia encamación del Diablo arrastrândose. Fijese que
no muere de muerte naturaL solo si Un hombre o un animal La matan. Cada vez que Ia culebrà
ambia de piel recupera las fierzas perdidas. Si sOlo se Ia estropea o at matarla no e iLco a Ia
cabeza y se Ia entierra o se Ia quema hasta que solo sea cenizas, se arrastrará has a ci rio mãs
cercano y recuperará su antiguo poder y su caheza y volverá para destruir a su agresor, cuando
éste duerma su sueflo noctumo mãs proftindo.

el patrOn mb vIve leyendo libros rarisimos sobre esos animales y me dice que cuidado si Ic mato
una cuiebra o pennito que otro de sus trabajadores lo haga. Segnn éI, esas hestias son más
beneficiosas que dafiina&.. pero aqui entre nosotros: donde quiera que encuentre una Ia mato
porque Ia mato.”
208

Las serpientes venenosas poseen dos tipos de veneno: proteilticos y los no neurotOxicos. Los
proteliticos actüan directarnente sobre las proteinas presentes en las celulas destrnyéndolas de
forma casi inmediata, dependiendo del lugar donde sean ::: ectadas; mientras que los
neurotóxicos producen fallas pulmonares y cardlacas al actuar bre los neuroceptores.

Las seipientes venenosas son peligrosas para ci hombre; sin embargo, al igual que otras especies
no venenosas, nos son ñtiles para el control de plagas como roedores, evitando asi que estos
murnales destruyan las cosechas, lo que se traduce en problemas econômicos, hambre y pestes.
Este probiema de los roedores los conocemos; sin embargo, Ia mayorIa de las personas
desconocen que la serpiente es sinOnirno de vida y no de muerte. SOlo en las culturas orientales
se nlora este factor positivo de la serpiente, mientras que nuestra cultura occidental Ia desprecia
equivocadamente.

Las serpientes tienen un periodo de reposo ilarnado hibernaciOn, el cual clura unos dos meses.
Dejan de corner unas tres sernanas antes de hibernar y ralentizan sos procesos metabOlicos hash
que caen en un profimdo letargo. Suck coincidir con periodos de temperaturas hajas. Para ellas
esto significa acopio de energia. La hibernaciOn Cs necesaria para producir un espenna de
calidad que asegure la fertilidad en Ia cOpula. Alrededor de las serpientes se tejen muchas falsas
creencias. Se dice que ellas se enrollan en las patas traseras de las vacas pat-a inmovilizarlas y
luego rnamar su leche. Hay quienes afiman que por las noches pueden llegar hasta el lecho de
una mujer panda, tapar con Ia cola Ia boca del bebe pan cjue no liore y rnamar la leche de la
madre. Las serpientes no pueden marnar porque no tienen labios. Esto sOlo pueden hacerlo los
marniferos, porque pueden succionar con sus labios, envolviendo el pezOn de Ia rnam( Como los
ofidios poseen una orina blanca, muchos piensan que eliminan parte de la leche succionada Ia
noche anterior. Otra creencia dice que las seipientes dejan Ia bolsa del veneno sobre una piedra
cuando se introducen en el agua. Esto Cs absurdo, porque las gléndulas del veneno son glándulas
salivares; per lo tanto, el animal no puede desprenderse de ella.
209

“El monumento al cascabel y a Ia vIvora.” 6w1t0

Octavio Paz6 Vuelta.

“La Octuple serpiente de Koshi atrozmente figura en los mitos cosmogénicos del JapOn. Ocho
cabezas y odrn colas tenia; sus ojos eran del color rojo oscuro do las cerezas (...) Al reptar,
abarcaba ocho valles y ocho colinas. Su vientre siempre estaba manchado do sangre. Siete
doncellas, quo eran hijas do un rey, habia devorado en siete anos y se aprestaba a devorar la
menor, quo se Ilaniaba Peine-Arrozal. La salvo tin Dios liamado Valeroso-Veloz-Impetuoso-
Macho. Este paladin construyO un cercado circular de madera con ocho plataformas. En cada
piataforma puso un tonel lieno de cerveza do arroz. La Octupie serpiente acudiO, nietiO ma
cabeza en cada tonel, bebiO con avidez y no tardO en quedarse dormida. Entonces Valeroso-
Veloz-Tmpetuoso-Macho Ic cortO las ocho cabezas. Do las heridas brotO tin rio do sangre. En
Ia cola de Ia serpiente so hallO una espada que aim se venera en el gran Santuario de Atsuta.
Estas cosas ocurrieron en in montafia que antes se IlamO de Ia serpiente y ahora do ocho nubes;
el ocho, en JapOn, es cifra sagrada y significa muchos. El papel moneda del JapOn aim
conmernora Ia muerte de Ia serpiente”.*

Jorge Luis Borges

Manual de Zoologia Fantãstica.

Fondo de CuituraEconOrnica, ed. cit, pág. lii

Adernás do esta hermosa leyencla y otras quo so acogen sintetizadas en este libro, las demãs
referencias serpentogOlicas que contiene este fhbuloso manual de Borges, aluden a:

1. El drama El Naga naada (Alegria do las serpientos).

2. La Hidra de Lema

3. ElKraken.

4. Las Najas.

5. El Uruboro (o Ia serpiente que so muerde Ia cola).


210

tuculcán. El Kukulkán de los rnayas, ci Cucumatz de los Quiches y el Quetzacohuatl de los


nahuas, Cs UflO de los rnas antiguos dioses supremos. Los “pueblos de Ia America media
idujeron Ia lectura purainente fonCtica deljeroglifico-sImbolo “Emplumada Serpiente”.

Cuculcan es aqul un poderoso dci Cielo, equiparado con ci So!, por su poder y no porque rnga
que ver el nombre Cuculcán con ci So!...”

Miguel Angel Asturias

Leyendas de Guatemala

También podría gustarte