Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
al.,1996) le dan prioridad a las características del docente, destacándose entre ellas el tener
estudios postsecundarios, su desempeño como enseñante es elemento esencial en el
aprendizaje discente, su trato hacia los alumnos contribuye a la permanencia en la escuela
o al abandono de la escolaridad.
Expresa la importancia de mejorar la formación de los futuros docentes, dando paso a un
diseño más humano y más global donde el futuro docente descubra el ser y el deber ser de
la escuela de nuestros tiempos.
Los ciudadanos que habitan en Venezuela, aspiran a que sus hijos reciban una
educación de calidad, que sean atendidos dentro de un sistema educativo que
los forme para el ejercicio de la ciudadanía y para el disfrute de una vida cada
vez más satisfactoria, que llegue a proporcionarles mayores niveles de libertad
y de felicidad. Para hacer de este sueño una realidad, el Estado venezolano
debe encontrar el camino de la equidad del sistema escolar, profundizando en
la calidad. Este propósito es imposible de l
Decía el maestro Simón Rodríguez que: “El título de Maestro no debe darse sino al que
sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda a aprender o al que
indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El Maestro que sabe
dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende
después, porque enseñó a aprender”.
Teóricamente todas ellas reciben del Ministerio para el poder popular de Educación los
lineamientos y políticas educativas para la formación de los profesores que trabajarán en las
escuelas, liceos y escuelas técnicas del país.
Al respecto, se puede plantear una primera fase de formación, que abarca hasta 1958,
caracterizada por las condiciones propias de un régimen dictatorial; posteriormente, se
alude a una fase democrática que es la que se toma en cuenta para el análisis del presente
estudio, dividida en tres momentos: fase de formación, que está determinada por
acontecimientos educativos significativos; encaje de este trabajo con la Ley Orgánica de
Educación, de 1980; y aprobación de la Ley Orgánica de Educación de 2009 y de las
reformas y planes asumidos por el Ministerio del Poder Popular de Educación, vinculados a
la alternabilidad de los gobiernos, propia de esta nueva época democrática.
En el año 1958 existían en el país las Escuelas Normales Miguel Antonio Caro y la Gran
Colombia; las Escuelas Normales Rurales El Mácaro y La Escuela de Rubio, que egresaban
Maestros de Educación Primaria (1º a 6º), así como el Instituto Pedagógico Nacional, que
preparaba a los docentes de Educación Secundaria. Los profesionales de Educación
Superior egresaban de las Universidades (Marrero, 2000). En 1958, al concluir la dictadura
del General Marcos Pérez Jiménez, se inicia en Venezuela la era democrática y con ella las
aspiraciones de modernización del país.
Con la entrada en vigencia del período democrático se abren las posibilidades de acceso de
la gran mayoría de la población a la educación. Se produce, de esta manera, una expansión
de la matrícula en todos los Niveles del Sistema, se amplían las oportunidades de estudio,
se instala una filosofía que tiende a dar satisfacción a la demanda social de educación,
dando cumplimiento de esta manera a lo establecido en la Constitución Nacional, que
garantiza el derecho a la educación para todos los venezolanos.
Se inicia de esta manera una situación que marca la historia de la educación venezolana y
de la formación del docente, pues la figura del docente no graduado se convierte en una
constante que existe aún en la actualidad, pues, aunada a la situación de emergencia, se
instala una costumbre clientelar aupada por los partidos políticos en funciones de gobierno,
de emplear a cualquier ciudadano como docente, lo que indudablemente afecta a la calidad
de la educación en todos sus niveles y modalidades. El alto número de docentes no
graduados (NG) plantea un gran reto a los gerentes educativos comprometidos con el
proceso de la transformación de la educación. Resolver este problema implicaba desarrollar
una política sostenida de profesionalización y de formación permanente de personas, de
manera que se dotara a estos funcionarios de herramientas, tecnologías, métodos y formas
de abordar el proceso de aprendizaje, al mismo tiempo que permitiría elevar su nivel de
vida y satisfacción.
La derogada Ley Orgánica de Educación (1980), en el artículo 39, elevaba la formación de
todos los docentes del país al Nivel Superior de estudios, lo que hizo que desaparecieran de
esta manera las Escuelas Normales, instituciones de amplio prestigio que constituían los
únicos centros de formación, de los cuales egresaban inicialmente los maestros normalistas,
y posteriormente los bachilleres docentes, que eran los encargados de atender la Educación
Preescolar y la Educación Primaria (1º a 6º grado). La disposición de aquella Ley Orgánica
de Educación, de elevar a un nivel superior de estudios la formación de los maestros del
país, fue una decisión absolutamente taxativa, a tal punto de que las cohortes que habían
iniciado su formación antes de la promulgación de la misma fueron eliminadas.
Tal disposición traspasó la misión de formación del docente a las Universidades e Institutos
de Educación Superior, lo que generó un caos, pues estas instituciones en su mayoría
carecían de la experiencia y la estructura curricular requerida para abordar este proceso.
La situación profesional del docente de Educación en todos los niveles ha constituido una
preocupación constante para el gobierno venezolano, dada su incidencia en la calidad de la
educación impartida y en los resultados obtenidos por el Sistema Educativo, reflejados
claramente en el Informe de la Comisión Presidencial del Proyecto Educativo Nacional, al
puntualizar que la calidad de los docentes es uno de los problemas fundamentales de la
Educación Venezolana (1998). De ahí que en la Ley Orgánica de Educación (1980) se
contemplaba la obligación del Estado en ofrecer Programas de Profesionalización para los
Docentes en Servicio (artículo 140, capítulo IX), que permitieran regularizar su situación
académica, en función de la pauta legal.
Durante los primeros cinco años del siglo XXI, se requirió de docentes graduados en los
diferentes niveles de Educación generándose la necesidad contratar estudiantes de
educación con cuatro y seis semestres de carrera y todo tipo de profesionales ajenos a la
docencia, aumentando la proporción de docentes no graduados existentes en el país, a pesar
de que existe una oferta permanente por parte de las universidades tradicionales, como la
Universidad Abierta (a distancia), la Universidad Experimental Simón Rodríguez y, de
manera específica, el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, que ofrecen
facilidades y ajustan los horarios a las necesidades de los usuarios.
En el caso del Centro Infantil las niñeras vienen siendo un docente no graduado, que a
pesar de sus obligaciones emanadas por la Corporación Venezolana de Guayana el trabajo
diario en aula es más que limpiar o llevarles agua a los niños (as). Entre el personal que
ejerce cargos docentes son personal graduado en su mayoría TSU. Frente a esta realidad, es
importante destacar que el Estado tiene políticas de formación, donde se han matriculado
un grupo numeroso de docentes no graduados y TSU en Educación Inicial, los cuales
reciben formación en educación superior en sus propias comunidades o cerca que le
permite el acceso a la Formación.
Para Mota (2006), las implicaciones de la formación del docente, tiene como objetivo hacer
de la docencia una actividad profesional, una carrera; de tal forma que el arquitecto, el
médico o el contador, independientemente de su formación original, pueden hacer de la
docencia una actividad profesional.
El concepto de formación docente tiene una particularidad especial, en cuanto al rol que
desempeña en la sociedad y la cultura; se pueden identificar por lo menos cuatro enfoques,
según Delgado (2013):
Paradigma conductista: la formación se concibe como entrenamiento y repetición.
Paradigma tradicional de oficio: considera al profesor como una persona que
domina la técnica y el arte. Puede desempeñarse sin ningún entrenamiento previo.
Paradigma personalista o humanista: hace énfasis en la cualidad del docente
como persona, implica el autoconcepto, diálogo y comunicación entre sujetos.
Paradigma indagador, reflexivo o crítico: la formación se realiza desde una
perspectiva de investigación y reflexión sobre su práctica. Formar al profesor con
capacidades reflexivas, sistema de resolución de problemas para examinar
conflictos y tomar decisiones adecuadas.
Se aprecia que los dos primeros paradigmas son reduccionistas e instrumentales que no
reconocen la formación docente como proceso complejo. El paradigma humanista aporta
una visión de formación que considera lo interno del sujeto e interacciones sociales. El
paradigma crítico aporta la perspectiva del sujeto como transformador de realidades. De
igual forma, existen varias acepciones del concepto de formación docente. Se retoma a
Achilli en Gorodokin (2012), que concibe "la formación docente como proceso donde se
articula enseñanza y aprendizaje". Pérez (2010), hace énfasis en "la unión íntima entre
teoría y práctica, en reescribir y reestructurar la cotidianidad del sujeto y sus interacciones,
retroalimentación y transformación personal".
La formación del docente debe estar acompañada por la coherencia y la buena práctica,
sobre ello menciona Freire (2006) “hay maestros y maestras científicamente preparados
pero autoritarios a toda prueba”, es decir, que la cuestión de la libertad y la coherencia en el
salón de clases debe estar fundamentada en la opción del educador, tanto en su perfil
profesional como en su base ética.
Educar es formar; desde este modo de entender la educación, Freire enmarca a la formación
en general, como un proceso dialéctico entre sujetos y realidad, remarcando el carácter
intersubjetivo en el cual, los participantes con roles de enseñar y aprender se interrelacionan
dinámicamente reconociéndose mutuamente como sujetos que enseñan y aprenden
conocimientos, aunque desde un bagaje diferente y en una interacción que implica la
travesía de la heteronomía a la autonomía. Formar no es dar forma, paradójicamente es
crear, porque aprender es construir y enseñar, es ayudar a construir, a la vez que se
construye.