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La normalización
lingüística.
0. Introducción.
El estudio de las relaciones que establecen las sociedades con su(s) lengua(s) o
con otras comunidades con lengua(s) distinta(s) a la suya es una preocupación de
muchos lingüistas. Si bien desde el punto de vista sincrónico es un fenómeno que
estudia la sociolingüística, ya en el siglo XIX la coexistencia de lenguas era señalada
como uno de los motores de los cambios lingüísticos.
El enfoque que requieren estas cuestiones es multidireccional, ya que la
naturaleza de ambas realidades –las lenguas y las sociedades en que se emplean- es tan
compleja que provoca fenómenos muy diversos entre sí. En el presente tema se
abordarán los procesos que dan lugar a la coexistencia de dos o más lenguas, en lo que
respecta al conocimiento y uso de dos o más lenguas, y las diferentes repercusiones
lingüísticas que producen las lenguas en contacto. Posteriormente, se analiza el proceso
de normalización lingüística y su desarrollo en las comunidades españolas que tienen
lengua propia.
1. Bilingüismo y diglosia.
1.1. El bilingüismo: definición y tipos.
La definición del término bilingüismo (tomado del latín bi-lingüis ‘el que habla
dos lenguas’) no es homogénea en todos aquellos que han estudiado este aspecto,
aunque puede decirse que la mayoría de las definiciones reitera la idea de que el
bilingüismo supone “el uso de dos lenguas por parte de un hablante o comunidad”. En
este caso, el problema se presenta en la comprensión global de todos y cada uno de los
elementos que intervienen en el fenómeno del bilingüismo, entre los que destacan:
factores individuales (como el aprendizaje de la lengua B o la dimensión psicológica);
factores sociales (relativos a las relaciones lengua/sociedad); bilingüismo
estable/inestable (en la medida en que se produce la convivencia de forma paralela sin
que ninguna lengua caiga en desuso o la situación inversa); la educación bilingüe; la
existencia de comunidades históricamente bilingües; la política lingüística y sus
medidas ante el bilingüismo, etc.
Al tratarse el bilingüismo de la utilización alterna de dos o más lenguas, habría
que examinar el grado de competencia que en ambas lenguas tiene el individuo, es
decir, los usos que el bilingüe haga de cada lengua y bajo qué condiciones éstas se
utilizan. Dependiendo del desarrollo de las destrezas comunicativas (hablar, leer y
escribir) que exigen un mayor conocimiento, Karmele Rotaetxe (1990) distingue:
a) Bilingüismo de comprensión o en primera potencia, para el bilingüe que
carece de capacidad de expresión y sólo “piensa” en una de las lenguas.
b) Bilingüismo de comprensión y de expresión, o en segunda potencia, para el
bilingüe que alcanza los dos procesos, pero realiza la actividad mediadora a partir de
una sola lengua.
c) Bilingüismo de comprensión, expresión y pensamiento: es el caso del bilingüe
activo, completo y coordinado. Esta capacidad requiere que el hablante diferencie las
normas de la vida socio-cultural que las lenguas particulares reflejan. Habitualmente se
distinguen dos clases de bilingüismo:
A) Bilingüismo individual. Es el que afecta al individuo y a los
condicionamientos psicológicos que inciden sobre el mismo. Diferencia los siguientes
aspectos:
1. Según la relación entre lenguaje y pensamiento:
Bilingües compuestos: cuando se recibe un mensaje en la Lengua A o en la B,
hay mecanismos de adaptación del mensaje en la mente del hablante hacia la lengua
predominante.
Bilingües coordinados: si el mensaje es recibido en la Lengua A o en la B, se
entiende en cada una de esas lenguas. Además, la respuesta es en la misma lengua en
que se ha recibido.
2. Según el grado de conocimiento de la lengua:
Bilingües equilibrados: son aquellos que tienen un grado de conocimiento
idéntico de ambas lenguas.
Bilingües dominantes: se da cuando el grado de conocimientos es mayor en
una de las dos lenguas. Esto ocurre, generalmente, con la lengua materna.
3. Según la edad de adquisición:
Bilingüismo de infancia: no se ha alcanzado la madurez y el bilingüismo
corre paralelo al desarrollo general del niño.
Bilingüismo de adolescencia: se aprende una segunda lengua entre los 10/11
años hasta los 16/17.
Bilingüismo de edad adulta: aprendizaje o adquisición en etapas posteriores a
las señaladas.
4. Según las relaciones de estatus socio-cultural de las dos lenguas:
Bilingüismo aditivo: si las dos lenguas tienen una valoración positiva.
Bilingüismo sustractivo: cuando una las dos lenguas, la materna, por ejemplo,
está desvalorizada.
5. Según la pertenencia y la identidad culturales:
Bilingüe bicultural: cuando se reconocen y aceptan las dos realidades
culturales de las lenguas A y B.
Bilingüe monocultural: cuando se reconoce sólo la identidad cultural del
grupo al que pertenece el bilingüe.
1.2. La diglosia.
Charles A. Ferguson parte de la hipótesis de que hay una situación muy
caracterizada en la relación que se establece entre la lengua estándar y la coloquial –
relación que él llamará diglosia-. Lo importante en la concepción de Ferguson es que se
trata de dos variedades de una misma lengua, lo que significa que un mismo hablante
podría en un momento dado utilizar tanto la variedad alta (A), empleada en situaciones
formales, como la variedad baja (B), asociada a las situaciones informales, dependiendo
de unas circunstancias comunicativas específicas.
El fenómeno de la diglosia se caracteriza, según Ferguson, por nueve rasgos:
1. Función. La variedad A es usada en contextos formales (colegios, actos
protocolarios, literatura…) y la B es la modalidad de la familia, los amigos, el vehículo
cotidiano de comunicación.
2. Prestigio. La lengua de prestigio es la A y la de menor valoración es la B.
3. Herencia literaria. La literatura “seria” y “culta” se escribe en A. En B
aparecen los folletines y escritos de poca consideración literaria.
4. Adquisición. La variedad A se adquiere en la escuela, a través de los libros.
La variedad B es la lengua materna y, como tal, se habla en casa y con los niños.
5. Estandarización. La modalidad A tiene reglas para su funcionamiento
(gramáticas, diccionarios, tratados de pronunciación, libros de estilo, etc.). En la
modalidad B la ausencia de normas escritas es lo general.
6. Estabilidad. Durante siglos se han conformado las situaciones de diglosia.
Este mismo hecho ha regulado el uso de A y B.
7. Gramática. La modalidad A posee una gramática mucho más amplia y
compleja. B tiene una gramática más simple.
8. Léxico. El vocabulario, en más ocasiones de las que se piensa, es compartido
por A y B, aunque con variaciones de forma y diferencias de uso y significado. Los
cultismos, por ejemplo, están mayoritariamente en A.
9. Fonología. En el campo de la Fonología, dice Ferguson, hay más dificultades
para ofrecer una generalización de las relaciones entre A y B.
La variedad A tiene, por tanto, un mayor número de situaciones “formales” y
sería más conservadora, en tanto en cuanto en ella inciden unos factores que, a través
del tiempo, la han convertido en un vehículo de cultura y prestigio. Los cambios se
producen cuando nos situamos en B, en la lengua oral, la lengua en plena efervescencia:
entre amigos, en el ambiente familiar, etc.
2. Lenguas en contacto.
La expresión lenguas en contacto, difundida por Uriel Weinreich en 1953, da
cabida a todo tipo de fenómenos originados por la coexistencia de dos lenguas en una
comunidad. El bilingüismo y la diglosia caen dentro de este epígrafe; sin embargo, en
un sentido más restringido, se habla de lenguas en contacto para describir la influencia
que, desde el punto de vista lingüístico, ejerce una lengua sobre otra, y los fenómenos y
creaciones a que da lugar. Estos fenómenos normalmente se manifiestan
individualmente, pero, una vez que se generalizan, pueden provocar cambios en el
sistema. Los factores sociales, como las actitudes de los hablantes, los dominios de uso
o las situaciones comunicativas, son los que provocan estos cambios.
Francisco Moreno (1998) propone la siguiente clasificación de los fenómenos
derivados del contacto de lenguas:
1. Fenómenos derivados del contacto de sistemas.
2. Fenómenos derivados del uso de varias lenguas.
3. Variedades derivadas del contacto de varias lenguas.
2.1. Fenómenos derivados del contacto de sistemas.
La lingüística histórica ha empleado los conceptos de sustrato, superestrato y
adstrato, formulados a finales del siglo XIX, para clasificar los posibles contactos entre
lenguas.
a) El sustrato es el influjo de una lengua perdida sobre otra que se ha impuesto.
Surge del abandono y sustitución de una lengua (el ibérico) por otra (el latín), en la que
la lengua precedente deja ciertas huellas. Ejemplos de este proceso se hallan en el
castellano, procedentes de las lenguas prerromanas.
b) El superestrato alude al influjo que una lengua conquistadora ejerce sobre la
lengua de la población conquistada, a la que no llega a sustituir. También para el
castellano se habla del superestrato germánico y árabe, sobre todo en el léxico y en la
onomástica.
c) El adstrato es el influjo recíproco entre dos lenguas vecinas. En la supuesta
influencia español-portugués no basta el hecho de que exista una frontera, sino que en
los hablantes debe existir el conocimiento, aunque sea parcial, de ambas lenguas.
De estos tres tipos de situaciones derivan las interferencias y los préstamos.
2.1.1. Interferencias, transferencia o convergencia.
Se suele hablar de interferencia/transferencia o convergencia cuando una
Lengua A (la receptora) comienza a mostrar signos (fonéticos, léxicos, gramaticales o
sintácticos) que la alejan de las estructuras propias de su norma para tomar o asimilar
estructuras propias de la lengua de contacto, es decir, de la Lengua B. En el caso de la
interferencia el resultado es el de una estructura agramatical, no aceptada por la norma
estándar o culta de la lengua receptora. Así, Weinreich (1953) define la interferencia
como “casos de desviación con respecto a las normas de cualquiera de las lenguas que
concurren en el habla de los individuos bilingües como resultado de su familiaridad con
más de una lengua”.
Algunos autores prefieren el término transferencia por considerar que el de
interferencia tiene connotaciones más negativas, pues de alguna manera interferencia
supone un mal uso del bilingüismo, lo que acarrea para las lenguas un estado de
“deterioro” y “contaminación”. En el caso de la convergencia también se registra un
influjo de la Lengua B sobre la A pero, al contrario que en la interferencia, no se dan
resultados agramaticales y se emplea para referirse a la generalización o intensificación
de unos esquemas ya existentes en la lengua receptora -como el aumento de frecuencia
de la pasiva pura en español en detrimento de la pasiva refleja por influjo del inglés.
4. Conclusión.
A partir de lo expuesto, se puede apreciar que las lenguas, como vehículos de
comunicación en las relaciones interpersonales y entre distintas comunidades, están
ligadas a factores sociales y de hegemonía política, económica o cultural. Asimismo, el
hecho de que los hablantes de una lengua se sientan partícipes de un mismo patrimonio
lingüístico y cultural provoca un sentimiento de cohesión entre ellos, pero, a su vez,
puede ser una fuente de conflictos en relación con otras comunidades de hablantes. La
situación que se vive en la actualidad en España, donde conviven en seis territorios
autonómicos dos lenguas cooficiales –la vernácula y el español- ha provocado y
provoca actitudes dispares entre los mismos habitantes del país. En España se trata de
un proceso en el que han confluido y confluyen factores muy diversos, unos
lingüísticos, otros políticos, y a veces ciertas dosis de demagogia que distorsionan la
realidad y alteran la serenidad de juicio. Por ello, desde la educación se deben fomentar
el conocimiento y el respeto hacia la diversidad lingüística, subrayando lo que supone
de enriquecimiento el contacto con otras lenguas y culturas.
5. Bibliografía.
GÓMEZ CAPUZ, Juan (2004): Préstamos del español: lengua y sociedad.
Arco/Libros. Madrid.
LÓPEZ MORALES, Humberto (1989): La sociolingüística. Gredos, Madrid.
MEDINA LÓPEZ, Javier (1997): Lenguas en contacto. Arco/ Libros. Madrid.
MORENO, Francisco (1998): Principios de sociolingüística y sociología del
lenguaje. Ariel. Barcelona.
ROTAETXE AMUSATEGI, Karmele (1990): Sociolingüística. Síntesis.
Madrid.