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a la novela
policiaca latina
Breve introducción
a la novela
policiaca latina
NOVIEMBRE • 2008
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Jorge Mario Quintana Silveyra
Rector
187 pp.
ISBN:
SUBDIRECCIÓN DE PUBLICACIONES
Cuidado de la edición: Agustín García Delgado
Formato: Agustín García Delgado
D.R. Universidad Autónoma
de Ciudad Juárez,
Avenida Henri Dunant 4016,
zona Pronaf, C.P. 32310
Ciudad Juárez, Chih., México
Capítulo 1:
La novela policiaca latina en su doble contexto:
novela histórica y novela policiaca ..................................... 13
Capítulo 2:
El renacimiento valenciano de la novela policiaca latina:
la aportación de Joaquín Borrell ........................................ 77
Capítulo 3:
Orden público en la antigua Roma.
Una moderna recreación literaria ...................................... 85
Capítulo 4:
Seres fantásticos griegos para una interpretación de la
historia de Roma ................................................................ 99
Capítulo 5:
La Vía Apia, hogar de los muertos .................................... 119
Capítulo 6:
El lujo culinario ................................................................. 127
N
o deja de resultar curioso, como ya destaco en alguna
de las páginas de este libro, que hoy día, cuando
parece que los estudios históricos y literarios parecen
hallarse más amenazados, vivamos bajo el boom de las
novelas históricas que abarrotan las librerías. Desde 1980, año de
publicación de la novela de Umberto Eco El nombre de la rosa, la
novela histórica vive una nueva edad de oro. Los tiempos actuales,
definidos como tiempos híbridos por excelencia, han visto florecer
en todas las artes la mezcla de elementos que en épocas anteriores
hubieran resultado incompatibles. La literatura, sin ir más lejos,
parece haber abandonado el centro de la educación tradicional
aristocrática para refugiarse en formas híbridas donde hiberna
camuflada bajo cuerpos que reciben otros nombres, pero cuyo
germen se halla en la expresión literaria: el cine, la televisión, la
canción popular, el cómic… Es paradójico que la masiva escolari-
zación de los habitantes de las sociedades occidentales durante el
siglo XX haya conducido, nos dicen, a un desinterés de los mismos
por la lectura, cuando estos ciudadanos, desde las facultades de
derecho a las de ingeniería y otras, se alimentan de libros para
llevar a buen fin sus cursos. Se ha producido un desplazamiento del
antiguo centro que ocupaba la literatura dentro de una concepción
aristocrática de la educación a un protagonismo de la literatura
despojada de su carácter exquisito de belles lettres. La experiencia
literaria, en un sentido amplio, abarca mucho más de lo que nunca
abarcó en pasadas épocas de la historia de la humanidad, pero muy
alejada de ese centro aristocrático que encarna la literatura para
espíritus estéticamente bien formados o exquisitos.
De la misma manera, los profesionales de la enseñanza se
quejan del desinterés de los gobiernos por promover los estudios
históricos y literarios en un tiempo en que las novelas históricas son
tan solicitadas en estas vistosas y coloridas dulcerías en que se han
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Ricardo Vigueras Fernández
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La novela policiaca latina en su
doble contexto:
novela histórica y novela policiaca
CAPÍTULO 1
E
ntre 2001 y 2005 me dediqué a leer y estudiar, princi-
palmente, la obra novelística de Steven Saylor y John
Maddox Roberts, dos autores norteamericanos contem-
poráneos cuya producción se inscribe dentro del subgé-
nero de la novela policiaca de temática romana clásica. El resultado
final fue mi tesis doctoral sobre estos autores y este tema.
Durante esos cuatro años de trabajo, cuando comentaba a
gran variedad de personas cuál era el tema de mi tesis doctoral,
recogía yo por lo general dos clases de reacciones. La primera de
ellas, correspondiente al desconocedor en temas clásicos, consistía
en preguntarme con sorpresa (no exenta de cierto entusiasmo)
si es que en la era romana ya existían las novelas policiacas; la
segunda reacción, que siempre procedía del profesor universitario
vinculado, por lo general, al campo de la filología clásica, consistía
en la adopción de un histriónico mutismo ante lo que acababa de
escuchar. El maestro cualificado debía de estar preguntándose en
ese preciso momento de qué le hablaba yo exactamente, ya que
durante la antigüedad grecolatina, como todo el mundo debería
saber, no existieron (ni pudieron existir) las novelas policiacas.
Efectivamente, en ambos casos me hallé con el mismo resultado:
la inmensa mayoría de los profesores universitarios cualificados
(incluso aquellos pertenecientes al campo de estudio de la filo-
logía clásica) sabían del tema lo mismo que el ciudadano medio
más o menos instruido: nada en absoluto. En ciertos casos me
veía obligado a explicar que “cuando los romanos” no existían
novelas policiacas, pero ahora sí existen autores que escriben
tales novelas ambientadas en la antigüedad grecolatina; el
tema de nuestra tesis era, precisamente, estudiar a dos autores
quienes de manera más sistemática están desarrollando una
saga que transcurre durante los lejanos y convulsos días del fin
de la República de Roma, conocidos precisamente como periodo
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1 Novela policiaca y novela histórica son, además, los dos géneros más populares
entre el lector medio de algunos países como España. Así, el novelista José
María Guelbenzu es contundente a este respecto: “La estadística ha hablado
claro: casi tres cuartos de los lectores de libros de nuestro país se inclinan hacia
la novela y, de ellos, la mayoría se decanta por los libros históricos y de misterio
o intriga. Cf. José María Guelbenzu (16 de noviembre de 2004). “Misterio a la
orden”, en El País.
3 Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.) (1995), La novela histórica, teoría
y comentarios. Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra [Anejos de Rilce, 15,
Serie “Apuntes de investigación sobre géneros literarios”, 2], p. 9. Más adelante (p.
25), Carlos Mata ejemplifica cuáles han sido estos tiempos de crisis en los que
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la novela histórica ha cobrado auge: “Con posterioridad a este auge del siglo
XIX, la novela histórica se ha seguido cultivando en épocas de grandes crisis
históricas: en los primeros decenios del siglo XX en España; en la Europa de
entreguerras y, especialmente, en la Alemania de los años 30; después de la
II Guerra Mundial en Europa central, por influencia soviética o, en fin, en
los años 50-60 en España tras el cansancio producido por la novela social”.
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12 Que recibió cierto tratamiento irónico por parte de Petronio en Sat. 118: “Las
hazañas no deben ser encerradas en versos, pues mucho mejor las cuentan los
historiadores” (Non enim res gestae versibus comprehendae sunt, quod longe
melius historici faciunt). Desde antiguo, pues, vemos la polémica escisión o
aparente disputa entre la poesía y la historia.
13 Cf. Miguel Zugasti, “El bandolero de Tirso de Molina: novela histórica de tema
hagiográfico. Apuntes para el estudio del género en el Barroco”. En Spang,
Arellano, Mata (eds.), op. cit., pp. 115-44.
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peare, pues por una parte debe conocer mucho mejor las fuentes, y
por otra debe intentar no incurrir en anacronismos, a menos que
su obra nazca con el objetivo de ser claramente antihistórica (que
también las hay). La novela latina ha tenido un gran auge en los
últimos cincuenta años, y en este mismo periodo la mejor novela
policiaca ha alcanzado el estatus de gran literatura, independien-
temente de la etiqueta de géneros. Antes de entrar en la novela
criminal, vamos a ubicar la novela policiaca histórica dentro del
marco de la novela histórica. Lo vamos a hacer siguiendo, sobre
todo, la tipología de la novela latina contemporánea que esta-
blecen Montero Cartelle y Herrero Ingelmo en su obra sobre la
novela histórica.20 De acuerdo con estos autores, la novela latina
contemporánea presenta estas subdivisiones:
21 Ibíd., p. 98.
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24 Carlos García Gual (1995), La Antigüedad novelada: las novelas históricas sobre
el mundo griego y romano. Barcelona: Anagrama [Argumentos, 165].
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26 Quizá las novelas menos denotativas a este respecto sean La lágrima de Atenea,
de Joaquín Borrell; Last Seen in Massilia, de Steven Saylor; y The Temple of
the Muses, de Maddox Roberts. En los tres casos tenemos a los protagonistas
(Diomedes, Gordiano y Decio el Joven) haciendo “turismo” en el mundo antiguo:
en el país de los tauros, en Massilia y en Alejandría, respectivamente. Sin embargo,
la implicación absoluta de los protagonistas con los acontecimientos históricos,
y los continuos comentarios a la actualidad política de Roma, las convierten en
novelas “extravagantes” dentro de sus respectivas series, pero novelas históricas
al fin y al cabo.
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27 Traducción mía.
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and the Seven Bodies (1990) y Bertie and the Crime of Passion
(1993). Sin duda la autora más conocida por ambientar sus series
en el periodo victoriano es, tanto en España como en los países
anglosajones, Anne Perry, quien ha logrado un gran éxito con su
serie sobre el Inspector William Monk y, sobre todo, con la serie
del Inspector Thomas Pitt y su esposa Charlotte, donde recrea la
época con gran fidelidad y se sirve de su modernidad para poner
en boca de sus personajes pensamientos y actitudes que se ganan
las simpatías del lector contemporáneo. En Estados Unidos
también se practica la novela policiaca decimonónica de ambien-
tación norteamericana, campo en el que han destacado Miriam
G. Monfredo, Diane Day o Teona Tone. Destaca sobre todo, por
ambientar sus misterios en el viejo Oeste, la creación de la autora
Wendi Lee del detective Jefferson Birch. En cuanto a los misterios
históricos que han desatado mayor cantidad de especulaciones
y novelas en el mundo anglosajón encontramos la muerte de los
príncipes en la Torre de Londres (relacionada con Ricardo III),
la identidad de Jack el Destripador (el cual recientemente ha
visto una nueva versión por la famosa creadora de la forense Kay
Scarpetta, Patricia Cornwell), la muerte de Christopher Marlowe
y las teorías sobre el asesinato del presidente Kennedy.28
Para acabar este comentario sobre la novela policiaca histó-
rica ambientada en tiempos recientes, mencionaremos las series
con personajes reales del pasado en situaciones ficticias, como
es el caso de uno de los mejores ejemplos de detective retro de
la novela negra americana: Toby Peters, un detective creado por
Stuart Kaminsky y que resuelve casos criminales en los que se ven
involucrados estrellas de la edad dorada de Hollywood.29
Retrocedamos ahora mucho más en el tiempo hasta acabar
encontrándonos con nuestro subgénero, la novela policiaca
de temática romana. Para esta breve introducción, seguimos a
Rosemary Herbert (ed.).30 Más allá del siglo XIX, los autores
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31 Por esto los autores recurren a razonables eufemismos para denominar la acti-
vidad de sus detectives. El más curioso y divertido, que aceptamos como genérico
para esta clase de detective del mundo antiguo, es el de “exquiriente”. Más tarde
hablaremos de esta aportación de Borrell. Saylor llama a Gordiano The Finder
(el Sabueso, en traducción española), y Decio Cecilio Metelo no tiene ningún
calificativo para su oficio de metomentodo (como lo denomina su padre, el Viejo
Narizcortada), pero su pertenencia primero a la comisión de tres, y posteriormente
al Senado, le hacen proclive a entrometerse en casos de índole criminal que no
escaseaban en su tiempo.
32 Cf. Rosemary Herbert (ed.), op. cit., Peters, Ellis y Cadfael, Brother.
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33 Noreen Doyle tiene una fantástica página en internet dedicada a la novela histó-
rica egipcia, donde también lleva a cabo una cronología de la novela policiaca
de temática egipcia antigua, en http://www.egyptomania.org/aef/Egyptfiction.
html. La novela policiaca medieval está representada en la red por la excelente
página de Renee Vink en http://www.reneevink.net, donde ofrece un listado de
trescientos títulos de misterio medieval en ocho idiomas; Nance Hurt también
ofrece un listado en http://members.tripod.com/~BrerFox/medieval.html, listado
cuyas novelas son comentadas a veces en otra página, la mantenida por Sue Feder
en http://mywebpages.comcast.net/monkshould. Estas páginas continúan en
activo con fecha de abril de 2008.
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enciclopédica. Es, pues, hora de hablar de dos páginas sin las cuales
no sería posible abordar un acercamiento general a la historia
del subgénero de la novela policiaca de temática romana. Y no
sería posible por dos razones: porque sin la primera de ellas no
podríamos comprender el desarrollo cronológico de esta variante
de la novela histórica, y sin la segunda, no podríamos ahondar
en cuál es la consideración crítica que cada una de ellas merece a
juicio de sus lectores.
La primera de ellas, The Detective and the Toga, ha sido
creada y es dirigida por Richard M. Heli en la dirección http://
histmyst.org. La segunda, de carácter que no se ciñe exclusiva-
mente a la novela policiaca de temática romana, sino a la novela
histórica de tema latino en general, es Fictional Rome, y puede
ser consultada en http://intraweb.stockton.edu/eyos/page.
cfm?siteID=78&pageID=1. Esta impresionante página, dirigida
por Fred Mench (Professor of Classics) es mantenida por el Richard
Stockton College of New Jersey, Pomona, por lo que tiene un
marcado carácter institucional en cuanto la composición de su
mesa directiva y en la profusión de textos críticos sobre la novela
histórica latina. Con fecha de abril de 2008 almacena 1661 reseñas
críticas de otras tantas novelas y 157 relatos cortos, así como nume-
rosos ensayos y testimonios de los autores acerca de su oficio de
novelistas históricos. Completan este prolijo almacén de reseñas
e información sobre la novela histórica latina diversas secciones
sobre personajes históricos, un resumen de los acontecimientos
más relevantes de la historia de Roma, un vocabulario latino y
diversas guías sobre obras de referencia.
Volvamos ahora al meritorio desempeño de Richard M. Heli
en su página The Detective and the Toga. Esta página permanece
actualizada constantemente, permitiendo al aficionado a la novela
policiaca de temática romana estar al corriente de las nuevas
publicaciones de sus autores favoritos, de reediciones de los
textos ya agotados e, incluso, de los títulos que son rescatados del
olvido y pasan a engrosar la lista de novedades. Es principalmente
por medio de los volúmenes mammoth como algunos relatos de
autores clásicos pueden llegar de nuevo a nosotros ante la impo-
sibilidad (esperemos que temporal) de obras completas, como en
el caso de Wallace Nichols, de quien hablaremos más adelante. La
página principal se cierra con un listado de enlaces a otras páginas
y también con la forma de comprar inmediatamente cualquiera
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35 La noticia no está actualizada, pues data de 1997. Cf. Heli, Profiles of the Authors,
James Yaffe.
36 Cf. http://www.moonmountainpub.com/williams.html
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38 Las novelas son Caius ist ein Dummkopf (edición norteamericana, Detectives in
Togas. Traducción al inglés de Richard y Clara Winston. New York, 1956; nueva
edición en 1990, por Harcourt Brace Jovanovich. En segundo lugar, Caius geht ein
Licht auf. Berlín, 1969, Blanvalet Verlag. Edición norteamericana, Mystery of the
Roman Ransom. Traducción de Edith McCormick. Harcourt Brace Jovanovich,
con reedición en 1990. La tercera novela de la serie es Caius in der Klemme.
München, 1976, Blanvalet Verlag. La edición ómnibus con que cierra este periodo
de los clásicos fue publicada como Caius, der Lausbub aus dem alten Rom.
München, 1979, Blanvalet Verlag.
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41 En este punto no tenemos más remedio que dejar fuera a Joaquín Borrell, ya que
los personajes históricos son usados en sus novelas de manera muy episódica, y
el tratamiento humorístico que impregna sus dos obras se aparta completamente
del realismo, y por tanto, de toda tendencia revisionista o tradicionalista de la
historia de Roma.
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4. 3. Steven Saylor
Steven Saylor (1956) es el autor norteamericano más repre-
sentativo del género, ya que hasta ahora todas sus novelas se
han editado primeramente en inglés y luego se han traducido
con enorme éxito a numerosos idiomas. Hablando de cifras, es
el autor más vendido y reconocido dentro y fuera de Estados
Unidos: un millón de copias en todo el mundo, citando a su editor
Keith Kahla, de la editorial St. Martin’s Press.43 Según estima-
ciones del autor, su obra ha sido traducida a catorce idiomas.44
Publica su primera novela, Sangre romana, en 1991, y la buena
acogida recibida le posibilita prolongar la vida de su protagonista,
Gordiano el Sabueso, y replantear la serie como una saga familiar
que abarcará toda la franja histórica del fin de la República. Hoy,
ante la inminente aparición de The Triumph of Caesar en mayo
de 2008, la saga se aproxima irremediablemente a su final. Steven
Saylor, nacido en Texas, donde ha desarrollado dos novelas que
se apartan de nuestro género pero no de la narrativa de misterio
(A Twist at the End y Have You Seen Dawn?), estudió historia
en la Universidad de Texas en Austin, donde comenzó su interés
por el periodo romano; ha sido editor de literatura erótica gay
(la aparente homosexualidad de Metón, el segundo hijo adoptivo
de Gordiano el Sabueso, es uno de los rasgos más interesantes
de la vida personal de los protagonistas de Roma sub Rosa) y
en tiempos más recientes, merced a su fama como novelista de
época, ha presentado la serie documental The Great Empire:
Rome, emitida por History Channel. Además, Saylor es el más
pródigo de nuestros tres autores en conceder entrevistas, por lo
que no es difícil encontrar en internet algunas de ellas, así como
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45 Sin lugar a dudas, la más importante es la crítica que escribió nada menos que
Ruth Rendell, gran dama de la novela criminal y auténtico clásico vivo, que hizo
una serie de comentarios entusiastas sobre la obra de Saylor tras leer una de las
mejores novelas de la serie, La suerte de Venus (The Venus Throw): “La erudición
de Taylor corta el aliento y su estilo es cautivador […]. Es difícil soltar el libro,
y al mismo tiempo se tiene la sensación de que aquí tenemos la traducción de
alguna obra de la literatura clásica recientemente descubierta y escondida durante
mucho tiempo” (Ruth Rendell, “The Roman Knows”, en London Sunday Times
[7 de mazo de 1999]).
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5. Particularidades estructurales
de la novela policiaca latina
Kurt Spang, es su capítulo “Apuntes para una definición”, incluido
en la obra La novela histórica, teoría y comentarios,51 establece
un análisis de los elementos estructurales de la novela histórica,
dejando bien claro que son los mismos que los de la novela no histó-
rica, pues la novela histórica, afirma, no ha generado un desarrollo
independiente y específico. Sin embargo, encuentra que existen
discrepancias con respecto a los elementos estructurales dentro de
los dos grandes tipos fundamentales de novela histórica: la novela
histórica ilusionista y la antiilusionista. La primera es, como su
nombre indica, aquella en la que los autores tienen el afán de dar
la ilusión de verismo y autenticidad de lo narrado; por contra, en la
novela antiilusionista, el autor pone todo su esfuerzo en subrayar
la discontinuidad y heterogeneidad de los acontecimientos: “la
historia narrada deja de ser un fluir continuo y unitario y sobre
todo autónomo para convertirse declaradamente en una especie
de puzzle cuyas piezas tienen una cohesión intencionalmente
precaria”. Spang pone como ejemplos de esta clase de novela
histórica, poco aristotélica al separarse de la conocida estructura
planteamiento, nudo y desenlace, Los negocios del señor Julio
César, de Bertolt Brecht; Los idus de marzo, de Thorton Wilder;
y las tres novelas de La guerra carlista, de Valle-Inclán. En esta
última trilogía, Valle recurre a presentar la realidad fragmentada
en capítulos muy breves a veces inconexos entre sí. Spang explica
(p. 93) el proceso de antiilusionismo en la novela de Wilder:
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5. 2. El narrador
Podemos aproximarnos al narrador desde cinco ángulos dife-
rentes: la identidad, el grado de información, el momento y lugar
de narración y su implicación en los hechos.
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5.4. El tiempo
Toda novela histórica, policiaca o no, es la recreación de un
tiempo pasado, y como tal, debe estar ubicada forzosamente en
el calendario. En este caso tenemos a tres autores que ubican sus
historias durante los años finales de la República, y cada uno de
ellos abarca en sus novelas desde unos cuantos días a unos meses
de ese mismo periodo. Para ello, como es natural, el autor se verá
obligado a condensar este tiempo lineal en pocos capítulos o a
saltar adelante dentro de la cronología histórica, pero sin crear un
gran abismo temporal. Entre las novelas de Saylor, por ejemplo,
suele haber una elipsis de años entre una y otra (salvo a partir de
Rubicón, donde se comprimen los acontecimientos de la guerra
civil), elipsis que permitirá a Saylor recuperar a sus personajes
en determinados momentos de su vida por medio de cuentos. En
este aspecto, todas las novelas se ciñen al uso general del tiempo
en la novela en general, principalmente en la policiaca. En los tres
casos, los novelistas evocan el pasado mirando hacia un futuro
sabido, como es natural en esta clase de novela histórica.
5. 5. El espacio
Es otro aspecto importante para cualquier novela, pero sobre
todo para la histórica, ya que podría entrar en severas contra-
dicciones con la realidad, y esto no se da casi nunca. El espacio
general es Roma, siglo I a.C., y dentro de esta ubicación espacial
los novelistas se han documentado por medio de las fuentes, de
libros de arte o de viajes a Italia. Otros espacios secundarios,
construidos a partir del conocimiento del espacio general, son
Bayas, Cumas, Massilia, el campo de Etruria, y como lo más
exótico, Alejandría y la lejana Cólquide (en este último caso, la
mayor parte es fantasía). Es decir, en este aspecto los autores
siguen esa tendencia de la novela histórica a ubicarse en espacios
múltiples.
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5. 6. El lenguaje
Este es, quizá, el aspecto más polémico de toda novela histórica,
sea policiaca o no, pues abarca a todo el tejido literario y alcanza
a su estructura. Los novelistas ponen a escribir a Gordiano, Decio
y Diomedes no como novelistas de fábulas milesias o de una lite-
ratura más subterránea como pudiera serlo el Satiricón (con la
que toda novela negra guarda parentesco por la afinidad, a veces,
de sus atmósferas), sino como novelistas contemporáneos bien
versados en las técnicas del best-seller y de la intriga policiaca
consolidada desde los tiempos de Edgar Allan Poe. Es verdad que a
este respecto existe una contradicción total entre lo que se cuenta y
lo contado, pero, ¿tan anticuada nos parece hoy día la lectura de la
obra maestra de Petronio? La respuesta es evidentemente negativa,
y cuando pensemos en la extrema diferencia de estilos entre el
latín del siglo I y la novela contemporánea, más bien deberíamos
tomar el Satiricón como punto medio de referencia y modelo (y
hasta antepasado) de toda narrativa policiaca o negra moderna,
pues en el Satiricón encontramos muchos de los elementos que
hoy día son intrínsecos a la mejor novela negra: la narración en
primera persona, los ambientes sórdidos y oscuros, los personajes
de baja extracción social, la pintura expresionista de un mundo en
decadencia con una acentuada degradación de valores, y la crítica
hacia las clases altas y los nuevos ricos fastuosos y groseros. Pensar
en esto es más propio para defender esta moderna novela policiaca
de antigüedades que pensar en los modelos, hoy gastados por
siglos de preponderancia, como son los de Cicerón, Plinio el Viejo
o Plutarco. De hecho, tampoco el Satiricón es ajeno a ciertas gotas
de misterio y hay algo en esta obra tan antigua que hoy nos parece
tan moderna (y acaso más, por cuanto tiene de valores estéticos
y narrativos eternos) como todas las novelas negras de nuestro
tiempo. ¿Es que no es emotivamente moderna, por consabida
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CAPÍTULO 2
El renacimiento valenciano de
la novela policiaca latina. La
aportación de Joaquín Borrell
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esulta paradójico cómo, a pesar de que cada vez se
reduce más la importancia de los estudios clásicos en
los planes de enseñanza media, la presencia del mundo
grecolatino en la cultura popular se consolida con los
años sin dejar de ser una constante. Me refiero al cine, la televisión,
las novelas de evasión y el cómic, donde la cultura clásica continúa
teniendo una presencia notable. Tampoco la novela histórica es
ajena a esta tendencia, y si bien esta nos ha acompañado durante
todo el siglo XX, y aún antes, hay un nuevo subgénero cuya insis-
tencia en las librerías no puede ser soslayada.
Me refiero a la novela policiaca histórica latina, nueva en
comparación con otros géneros, pero cuya presencia en el
mercado editorial data, cuanto menos, de la novela The Julius
Caesar Murder Case (1935).1 Aunque no es posible hacer aquí
un resumen de la historia del género, sí podemos apuntar tres
periodos fundamentales: de 1935 a 1948, periodo de los pioneros;
de 1950 a 1979, marcado sobre todo por la constante presencia
del escritor de relatos Wallace Nichols, y que podemos consi-
derar “época de los clásicos”; y de 1981 hasta hoy, periodo que
podemos considerar de madurez del género, donde se produce
la sorprendente eclosión de autores y series en Estados Unidos
y otros países como Francia, Alemania, Italia e Inglaterra. Es
esta una lista en la que España parece no estar incluida, pero,
¿es así realmente? En los listados que se manejan, generalmente
de origen anglosajón, percibimos la ausencia de Joaquín Borrell,
autor valenciano que en 1989 (mismo año en que Lindsey
Davis edita la primera entrega de su serie de Falco)2 publicó La
1 Wallace, Irwin (1935), The Julius Caesar Murder Case. Nueva York-Londres.
2 Lindsey Davis (1989), Silver Pigs. Londres (edición española [1991], La plata de
Britania. Barcelona: Edhasa).
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3 Plauto, Casina 689: PA. Amabo ecastor, mei senex, eloquere. LY. Exquire
quiduis.
4 Plauto, Amphitruo 1015-1016: Nunc domum ibo atque ex uxore hanc rem pergam
exquirere, / Quis fuerit quem propter corpus suom stupri compleuerit.
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8 Ann. VI 8.4: “Vemos en primer lugar las cosas que saltan a la vista: a quién
beneficiaron riquezas y honores de parte tuya, quién ostentó el mayor poder
de favorecer o de castigar, beneficios que nadie puede negar que recibió
Sejano; y en cuanto a los ocultos pensamientos del príncipe, si algo trama
en mayor secreto todavía, investigarlo es ilegítimo y peligroso” (Spec-
tamus porro quae coram habentur, cui ex te opes honores, quis plurima
iuvandi nocendive potentia, quae Seiano fuisse nemo negaverit: abditos
principis sensus, et si quid occultius parat, exquirere inlicitum, anceps).
9 Ann. III 16.2: “César, demudado el rostro por la tristeza, quejóse ante el Senado
de haberse buscado el odio contra él a causa de semejante muerte; ordena que
se llame a Marco Pisón, y por medio de continuos interrogatorios, investiga
qué hizo Pisón durante el último día y su noche” (Caesar flexo in maestitiam
ore suam invidiam tali morte quaesitam apud senatum conquestus M. Pisonem
vocari iubet crebrisque interrogationibus exquirit, qualem Piso diem supremum
noctemque exegisset).
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12 Cicerón, Epist. VIII 12.6: Volo etiam exquiras quam diligentissime poteris (habebis
autem per quos possis) quid Lentulus noster, quid Domitius agat, quid acturus
sit, quem ad modum nunc se gerant, num quem accusent, num cui suscenseant.
No será la única vez que solicite su ayuda. Al menos dos veces más pedirá Cicerón
este favor a su amigo Ático, como en Epist. VIII 14.3 o XIII 49.2.
13 Quintiliano, Institutio oratoria VII 1.41: “Pero la mayoría, tras alcanzar fama de
elocuentes, se quedan muy contentos en las adornadas palabras, dedicándose
poco o nada a las actividades que son de tanto provecho para la demostración; los
demás no piensan en investigar más allá de estas cosas que saltan a la vista” (Sed
plerique eloquentiae famam adfectantes contenti sunt locis speciosis modo vel
nihil ad probationem conferentibus: alii nihil ultra ea, quae in oculos incurrunt,
exquirendum putant).
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Breve introducción a la novela policiaca latina
14 Suet., Div. Aug. 69.1: Adulteria quidem exercuisse ne amici quidem negant,
excusantes sane non libidine, sed ratione commissa, quo facilius consilia aduer-
sariorum per cuiusque mulieres exquireret.
15 Nat. Hist. V 52.1: Nilus incertis ortus fontibus, […] originem, ut Iuba rex potuit
exquirere, in monte inferioris Mauretaniae non procul oceano habet lacu protinus
stagnante.
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CAPÍTULO 3
D
esde 1981, fecha del gran éxito mundial de la novela
El nombre de la rosa, de Umberto Eco, la novela
policiaca histórica1 se ha convertido en un importante
referente dentro del género criminal, género que, desde
su creación por Edgar Allan Poe con el relato Los crímenes de la
calle Morgue, no ha hecho sino evolucionar favorablemente hasta
nuestros días. La novela policiaca histórica no fue invención de
Eco, pero la novela del escritor italiano sí fue la impulsora de una
notable explosión del género que desde entonces vive una cons-
tante presencia en las librerías de todo el mundo.2 Una de las ramas
más vivas de la narrativa policiaca histórica es, precisamente, la
de temática romana clásica, dentro de la cual dos autores norte-
americanos, Steven Saylor y John Maddox Roberts, han elegido el
marco temporal del fin de la República romana, cuya decadencia y
final están comprendidos entre los años 79 y 44 a.C. Partiendo de
los comentarios de estos dos autores intentaremos reconstruir la
verdad de las mentiras, esto es, hacer un balance entre la realidad
policiaca histórica y la manipulación literaria que sufre cuando es
convertida en una novela de género. Para ello no abordaremos en
esta ocasión la popular figura del detective, sino que nos centra-
remos en la recreación de los aspectos policiales hallados en las
novelas de los dos autores estudiados.
Cuando hablamos de novela policiaca de temática romana
clásica incurrimos, por nuestro afán de catalogar para hacer
comprensibles los géneros y subgéneros de la literatura, en una
2 Como ya hemos visto, algunos antecedentes de esta clase de novelas los hallamos en
La hija de Nefertiti, de Agatha Christie, en los relatos de temática romana clásica
de Wallace Nichols, o en los misterios medievales de Ellis Peters.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
3 Georges Hacquard (1995), Guía de la Roma antigua. Madrid: Palas Atenea, p. 64;
Theodore Mommsen (1965), Historia de Roma, I. De la fundación a la República.
Madrid: Aguilar (6ª ed.), p. 371. Estos son dos ejemplos entre muchos otros.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
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Breve introducción a la novela policiaca latina
8 Noct. Attic. XII 3: Valgius Rufus in secundo librorum, quos inscripsit de rebus
per epistulam quaesitis, “lictorem” dicit a “ligando” appellatum esse, quod, cum
magistratus populi Romani virgis quempiam verberari iussissent, crura eius
et manus ligari vincirique a viatore solita sint, isque, qui ex conlegio viatorum
officium ligandi haberet, “lictor” sit appellatus.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
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11 Plauto, Asin. 129-132: At malo cum tuo: nam iam ex hoc loco / Ibo ego ad tresuiros
uostraque ibi nomina / Faxo erunt: capitis te perdam ego et filiam, / Perlecebrae,
permities, adulescentum exitium.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
13 Salustio, Bell. Cat. 55: Postquam, ut dixi, senatus in Catonis sententiam discessit,
consul optumum factu ratus noctem, quae instabat, antecapere, ne quid eo spatio
novaretur, tresviros, quae supplicium postulabat, parare iubet. Ipse praesidiis
dispositis Lentulum in carcerem deducit; idem fit ceteris per praetores. Est in
carcere locus, quod Tullianum appellatur, ubi paululum ascenderis ad laevam,
circiter duodecim pedes humi depressus. Eum muniunt undique parietes atque
insuper camera lapideis fornicibus iuncta; sed incultu, tenebris, odore foeda atque
terribilis eius facies est. In eum locum postquam demissus est Lentulus, vindices
rerum capitalium, quibus praeceptum erat, laqueo gulam fregere.
14 Otras menciones explícitas de este cuerpo las hallamos en la variante de los triumviri
capitales. Tito Livio nos informa en XXXII 26. 17 de Ab urbe condita de su misión de
vigilar la cárcel, y en XXXIX 14. 10, deja clara la función de sus vigilancias nocturnas,
que incluían la prevención de incendios. El mismo Livio nos los presentará “en
acción” (esto es, dirigiendo un arresto) en XXXIX 17. 5, como también Quinto
Asconio Pediano nos narra en el cap. XXXII de sus comentarios a los discursos de
Cicerón la caza y captura de un fugitivo. Por último, debemos a Valerio Máximo, en
sus Dichos y hechos memorables VIII 1. 6, la noticia de que un triumviro nocturno
llamado Publio Villio fue enjuiciado por negligencia y descuido de su misión nocturna.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
18 Ibíd., p. 24.
19 José Manuel Roldán Hervás, José María Blázquez y Arcadio del Castillo (1995),
Historia de Roma. Tomo II. El Imperio Romano. Madrid: Cátedra, p. 56.
20 Ibíd., p. 59.
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CAPÍTULO 4
E
n 1981, el éxito mundial de El nombre de la rosa, de
Umberto Eco, se extendió por su semejanza a un subgé-
nero de la novela policiaca que hasta entonces había
figurado como rara curiosidad en los catálogos del
género: la novela policiaca histórica. Si bien para aquel entonces
ya existía el subgénero como tal y se contaban antecedentes
como La hija de Nefertiti —que Agatha Christie ambientó en el
antiguo Egipto—, los relatos romanos de Wallace Nichols o los
misterios medievales de Ellis Peters, por dar solo tres ejemplos,
el filón solo se abrió cuando la obra de Eco cautivó a un público
lector que descubrió, principalmente, que era posible dejarse
arrastrar por una trama de misterio ambientada en una época
lejana de la nuestra, y a la par de ello, aprender deleitándose. A
partir de ese momento los autores de novela policiaca histórica
proliferaron, principalmente en el mercado anglosajón, y el
lector interesado en antigüedades puede hoy disfrutar de series
ambientadas en el Egipto faraónico, en la Roma antigua o en
la Edad Media, aunque los modernos novelistas aborden otros
ámbitos y tiempos.
En esta ocasión vamos a partir de los comentarios de los
novelistas norteamericanos John Maddox Roberts y Steven
Saylor para intentar reconstruir la verdad de las mentiras, esto
es, hacer un balance entre la realidad histórica o cultural y la
manipulación literaria que sufre cuando es convertida en una
novela de género. Para ello, en esta ocasión nos centraremos en la
recreación de algunos de los personajes de la mitología grecola-
tina en estas obras, siguiendo dos ejes principales: el cronológico,
proporcionado principalmente por la obra de Antonio Ruiz de
Elvira,1 y el genealógico, para el que seguiremos fundamental-
1 Antonio Ruiz de Elvira (3ª reimp. 1995), Mitología clásica. Madrid: Gredos.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
1. Némesis
De Némesis tenemos, en principio, su doble vertiente como divi-
nidad y abstracción. Como divinidad, en la leyenda de sus amores
con Zeus, cuyo fruto fueron Helena y los Dióscuros y que otros
atribuyen a Leda.3 Como abstracción, Némesis es llamada por
Hesiodo “calamidad para los hombres mortales” en Teogonía 223,
lo que no parece dejar lugar a dudas acerca del carácter negativo
que se le tiene asignado. En sus Trabajos y días, sin embargo,
dentro de la descripción de la raza de hierro, el mismo Hesiodo
afirma que, entre otras muchas calamidades, esta era se caracteriza
porque Edos (la Honradez, traduce Ruiz de Elvira) y Némesis han
abandonado la tierra para dirigirse al Olimpo, con la consecuencia
lógica: “Quedarán las penas luctuosas/para los hombres mortales,
y contra el mal no habrá ayuda” (en Trabajos y días 200-201).
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Némesis era una deesa que mostraba a cada uno hacer lo que es
bueno, e impugnaba lo malo, por lo cual le dijeron ser hija de la
Justicia, y fue adorada como vengadora de la Justicia. Píntanla con
un freno en la mano para denotar que enfrentaba los malos deseos,
y teníanla por deesa de las venganzas.
5 Ibíd., p. 375 a.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
8 El subrayado es nuestro.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
10 Marco Licinio Craso (115-153 a.C.) fue una de las figuras políticas más destacadas
de la República romana del siglo I a.C. Entre sus muchas victorias, se cuenta
también el sometimiento de Espartaco y su ejército en 73 a.C. Como hombre de
negocios acumuló una inmensa fortuna. Murió comandando su ejército contra
los partos, en junio de 53 a.C.
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11 La diezma era una antiquísima medida de castigo del ejército romano, pero había
sido desestimada desde tiempo antes por su alta crueldad. Sin embargo, Craso se
atrevió a resucitarla. La diezma consistía, como su nombre indica, en ejecutar a
uno de cada diez soldados considerados culpables de traición o cobardía.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
2. El perro Cérbero
Forcis engendró a Equidna, aunque este personaje es de filiación
materna dudosa.12 Equidna tuvo tres hijos con Tifoeo —en Hesiodo
(Teogonía 821-822), el último hijo de Gea con Tártaro—: Orto,
Cérbero y la Hidra de Lerna, de los cuales el más famoso es el can
Cérbero.
En JMR Mist 275, el autor nos lo presenta solo para llevar a
cabo un símil: “Estaba tan oscuro como las entrañas de Cérbero”,
símil que no es más que una recreación de nuestra expresión
popular de la oscuridad “como boca de lobo”.
En JMR Sat 189, una profetisa dice a Decio Cecilio Metelo
el Joven: “Eres el favorito de Plutón, su sabueso para dar caza al
culpable”, en una clara analogía de Cérbero como el perro guar-
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Ricardo Vigueras Fernández
dián del Hades que vigila la entrada y persigue a los que intentan
escapar con el feo vicio de Decio de meter la nariz en lo que no le
importa.
Sin embargo, será en otras dos novelas donde Cérbero tenga,
si no protagonismo real o figurado, sí una destacable mención.
Nos referimos a El brazo de la justicia, de Steven Saylor, y a The
Sacrilege, de John Maddox Roberts.
En SS Just 59 tenemos, para empezar, una representación
de Cérbero como gancho que no tendría relevancia si no fuese
porque su figura tiene una mayor importancia como elemento de
superstición entre los habitantes de la Boca del Hades, en Cumas,
como veremos más adelante.
Marco Mumio y Gordiano el Sabueso acuden a los baños de
la casa donde transcurre la acción de la novela, y el autor dice:
“Mumio se estiró para alcanzar un gancho de bronce clavado en
la pared y que tenía la forma de las cabezas de Cérbero. Colgó las
sandalias en dos cabezas y el cinturón en las fauces abiertas de la
tercera.”
Sabemos bien que la mención de Cérbero como can de las tres
cabezas no es la más antigua, pues Hesiodo menciona cincuenta
en Teogonía 310-312, pero sabemos que en la literatura latina es la
más establecida. Así, tenemos a Propercio (Elegías III 5 44-5) que
dice: “El antro infernal vigila Cérbero con sus tres cabezas” (tribus
infernum custodit faucibus antrum / Cerberus); y a Virgilio, que
menciona al tricéfalo can dos veces (Geórgicas IV 483): “y tenía
tres cabezas Cérbero con las fauces abiertas” (tenuitque inhians
tria Cerberus ora) y también en Eneida VI 417-8: “El gigantesco
Cérbero estos reinos con su ladrido de tres bocas hace resonar,
tendido el cruel en el lado opuesto de la cueva” (Cerberus haec
ingens latratu regna trifauci / personat adverso recubans
immanis in antro). Posteriormente, Higino no duda en decir que
tenía tres cabezas.13 Así pues, Saylor se ajusta a la tradición literaria
latina al nombrar a Cérbero como el perro de tres cabezas.
En SS Just 142, Olimpia conduce a Gordiano el Sabueso hasta
la Boca del Hades, en Cumas, donde se cree que existe una de las
bocas del Averno, y los lugareños supersticiosos creen que Cérbero
ronda por aquellos contornos: “Dicen que Cérbero, el perro guar-
dián de Plutón, de vez en cuando se suelta y escapa al mundo de
13 Fábulas CLI.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
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Era una bestia de cuatro patas que destacaba por encima de él, y su
gran garra descendía para aplastarle antes de poder entregarme aque-
llo de lo que se tratara. Levanté los ojos y vi que la bestia era Cérbero,
14 Metamorfosis VII 406-419: Huius in exitium miscet Medea, quod olim / attulerat
secum Scythicis aconiton ab oris. / illud Echidnaeae memorant e dentibus ortum /
esse canis: specus est tenebroso caecus hiatu, / est via declivis, per quam Tirynthius
heros / restantem contraque diem radiosque micantes / obliquantem oculos nexis
adamante catenis / Cérberon abstraxit, rabida qui concitus ira / inplevit pariter
ternis latratibus auras / et sparsit virides spumis albentibus agros; / has concresse
putant nactasque alimenta feracis / fecundique soli vires cepisse nocendi; / quae
quia nascuntur dura vivacia caute, / agrestes aconita vocant. Sobre la etimología
de la palabra acónito, vid. la nota 818 de la traducción de Álvarez-Iglesias.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
3. El Minotauro
Poca relevancia tiene el héroe Teseo en las novelas salvo en
su enfrentamiento con el Minotauro, personaje que adquiere
connotaciones simbólicas en la obra de Steven Saylor El enigma
de Catilina, donde el Minotauro encarna las fuerzas monstruosas
de la sociedad romana de la época. El ciclo de Teseo relacionado
con el fin del sometimiento ateniense a Creta se ve resumido en
SS Just 150, donde se describe el interior del templo de Cumas
—cuya construcción atribuye la tradición a Dédalo, y de lo cual
se da noticia en SS Just 144 y 150— especificando que en el techo
circular hay imágenes de Apolo...
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Breve introducción a la novela policiaca latina
21 Lucio Sergio Catilina fue el último representante de la gens Sergia, una de las
más antiguas de la República. Después de un tercer fracaso como candidato al
consulado en 62 a.C. pasó a dirigir a un puñado de descontentos o víctimas de
la política económica de los últimos tiempos que pensaba, tras el asesinato de
Cicerón, tomar las riendas del Estado. Descubierto su plan y puesto en evidencia
en el Senado por Cicerón, Catilina se ve obligado a huír y muchos de sus cómplices
son detenidos. En 62 a.C., sus tropas se enfrentaron en Pistoia contra los ejércitos
consulares, pero fueron derrotadas y, Catilina, hallado entre los cadáveres.
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Estaba muy cerca, tanto que podía ver el destello de sus ojos negros.
Tendría que haber estado muerto de miedo, pero no era así. Lo único
que se me ocurrió fue que sus ojos eran hermosos. Era una criatura
viva y, en medio de tanta piedra dura e inerte [con la que el laberinto
está construida] cualquier ser vivo me parecía precioso y raro, algo
digno de apreciar, nunca de temer. Aún así, cuando la bestia salió del
recodo y se aproximó, me puse algo nervioso: caminaba sobre dos
patas, tenía cabeza de toro y cuerpo de hombre. También observé
que sus cuernos largos y curvos acababan en una punta muy afilada
y tenían una mancha de color orín.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
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CAPÍTULO 5
A
firma el viejo dicho que todos los caminos conducen a
Roma. Este refrán, tan conocido hoy como descontex-
tualizado, sentenciaba con su brevedad la magnífica
labor de construcción de carreteras que consolidaron
los antiguos romanos y que permitían que todos los lugares del
Imperio estuviesen interconectados hasta llegar a la Urbe. La Vía
Apia, que conducía directamente a Roma, fue durante siglos uno
de sus caminos más emblemáticos. Constituyó también, curiosa-
mente, la última morada de los antiguos romanos, ya que, si bien
todos los caminos llevaban a Roma, muchos de los caminos de la
vida conducían a la Vía Apia después del fallecimiento. Queremos
recordar aquí cuáles eran los aspectos más llamativos de la Vía
Apia como cementerio, y para ello lo haremos centrándonos en
dos de las novelas de Steven Saylor,1 autor de novela policiaca
que recrea con pinceladas literarias la doble naturaleza de esta
importante vía.
Y es que en la antigua Roma, si bien había existido una
necrópolis, generalmente los cuerpos acababan reposando en los
panteones que bordeaban durante buena parte de su extensión
la Vía Apia. Los ricos elevaban sus construcciones con las que no
podían rivalizar, ni muchísimo menos, los hombres de recursos
modestos, y hasta pobres, que terminaban en las fosas comunes
o en columbarios.
En las páginas 62-63 de La casa de las vestales, recopilación
de relatos de Steven Saylor, este autor nos cuenta, por medio de
una alusión intrascendente a los embalsamadores de la Puerta
Esquilina, que la necrópolis se encuentra más allá de la misma,
1 En esta ocasión, nos centraremos en dos de las obras más destacadas de Steven
Saylor: Un asesinato en la Vía Apia (1996) y Rubicón (1999), con una breve
mención al volumen de cuentos La casa de las vestales.
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Breve introducción a la novela policiaca latina
2 Varrón, De lingua latina V 4. 25: “Eran llamados puticuli por los pozos [putei]
que había fuera de la ciudad, pues allí los hombres eran sumergidos en pozos;
y también, como escribe Elio, puticulae, pues en ellos se corrompían [putesce-
bant] los cadáveres arrojados” (Extra oppida a puteis puticuli, quod ibi in puteis
obruebantur homines, nisi potius, ut Aelius scribit, puticulae, quod putescebant
ibi cadavera proiecta, qui locus publicus ultra Exquilias).
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3 El novelista John Maddox Roberts evoca en su novela El misterio del amuleto (p.
40) esta antigua necrópolis: “El hombre me informó de que el encargado de la
funeraria acudiría a por el cadáver después del atardecer del día siguiente. Si nadie
lo reclamaba en los tres días reglamentarios, sería enterrado a expensas del Estado
en el cementerio comunitario, junto a los cadáveres de esclavos y otros extranjeros
sin patrones. Esas grandes fosas que en verano perfumaban la ciudad se abrían en
los terrenos ahora cubiertos por los hermosos jardines de Mecenas. Supone una
notable mejora de la ciudad que siempre he aplaudido con vehemencia”.
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Numerio Pompeyo:
Regalo de los dioses,
Quienes celosamente lo reclamaron,
Después de veintitrés años
Entre los vivos.
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6 Ídem.
7 Liviani operis periochae IX, p. 15: “El censor Apio Claudio transportó el agua y
construyó la vía llamada Apia” (Appius Claudius censor aquam perduxit, viam
stravit, quae Appia vocata est).
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CAPÍTULO 6
U
n paseo por el arte culinario de un país nos conduce,
irreparablemente, a una apreciación sobre sus valores
y principios, ya que la experiencia vital de los placeres
gustativos nos proporciona una luz especial. Los nutrió-
logos lo definirían, quizá, parafraseando el famoso axioma de las
compañías: dime cómo comes y te diré quién eres. En el caso de las
civilizaciones antiguas, tenemos las mismas pistas para compren-
derles mejor en la medida en que estas pistas sean lo más abun-
dantes posibles, y en el caso de la civilización romana contamos
con abundantes y válidos testimonios. Puesto que toda novela
histórica busca sumergir al lector en una realidad, por lo general
muy distinta de la suya, los novelistas intentarán siempre buscar
las equivalencias necesarias para que el lector no sólo comprenda,
sino también sienta lo mejor posible —e incluso deguste— la época
o civilización en la que este se aventura de la mano del narrador.
Para ello los novelistas recurren a la cultura culinaria del mundo
romano desde un punto de vista atemporal, basándose, como
haremos nosotros para comentar su obra, en datos fechables en
tiempos de la República, pero también recurriendo a autores como
Marcial, Juvenal, Petronio o Apicio.
Es verdad que, por lo general, la imagen exagerada que el
ciudadano medio culto tiene de la gula del pueblo romano y de
cómo era su comportamiento alrededor de la mensa está influida
por la literatura cristiana, muy moralizante, y por determinado
número de autores clásicos. Efectivamente, autores como Varrón,
Séneca o Plinio el Viejo1 hicieron alboroto ante las disipadas
costumbres culinarias de su tiempo, en lo que no era más que la
repetición del viejo lugar común del empeoramiento sistemático
1 Cf. Sen. Ep. ad Luc. XV 95. 15-17, donde el filósofo expone las espeluznantes
consecuencias físicas en que degenera la glotonería de su tiempo.
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4 Juv. VI 292-300: Nunc patimur longae pacis mala, saeuior armis / luxuria incu-
buit uictumque ulciscitur orbem. / Nullum crimen abest facinusque libidinis
ex quo / paupertas Romana perit. Hinc fluxit ad istos / et Sybaris colles, hinc
et Rhodos et Miletos / atque coronatum et petulans madidumque Tarentum.
/ Prima peregrinos obscena pecunia mores / intulit, et turpi fregerunt saecula
luxu / diuitiae molles.
6 Juv. III 60-61: Nec pudor obstabit non possum ferre, Quirites, / Graecam urbem.
Quamvis quota portio faecis Achaei?
7 Juv. III 76-79: Grammaticus, rhetor, geometres, pictor, aliptes, / augur,
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8 Cf. Juv. XV 1-13. En el fondo se trata de una paráfrasis de Cicerón, Tusc. V 78.
9 Hacquard, op. cit., p. 109. En Jean-Noel Robert (1992), Los placeres en Roma.
Madrid: Edaf [Crónicas de la Historia, 5], p. 136, encontramos un resumen de
la historia de los edictos condenatorios: la primera ley data de la censura de
Catón; la segunda, veintidós años más tarde, regulaba los gastos de los festines y
prohibía beber vino extranjero y servir otro volátil que no fuese una gallina —no
engordada—, limitaba el número de invitados de tres a cinco y sólo tres veces
por mes; veinte años más tarde, otra ley amenazaba a los invitados con sufrir
las mismas penas que los anfitriones. Más tarde, César y Augusto imitaron esta
política represiva. En todas las ocasiones las leyes y edictos resultaron absolu-
tamente inútiles.
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10 Mart. V 78. 9.
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El gusto de Lúculo por el lujo era bien conocido, y ése fue el prime-
ro de los banquetes que le proporcionarían aún más fama que sus
victorias. Los que ofrecía no solo eran célebres por la excelencia de
la comida, sino también por los efectos teatrales. La primera fuente
colocada ante mí, por ejemplo, se componía de huevos duros de
diversas especies de aves, dispuestos de forma ascendente para
crear una réplica del gran faro de Alejandría. En lo alto ardía un
cuenco con aceite perfumado.
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12 Ab ovo usque ad mala: “De los huevos a las manzanas”, para referirse al principio
y fin del banquete desde el aperitivo a los postres. Se ha convertido también en
expresión proverbial para designar principio y fin de manera general.
13 Mart. VII 49: Parua suburbani munuscula mittimus horti: / faucibus oua tuis,
poma, Seuere, gulae.
14 Friedlaender, op. cit., p. 772.
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15 Satiricón XXXVI.
16 Mart. XIII 44: Esse putes nondum sumen; sic ubere largo / et fluit et vivo lacte
papilla tumet; cf. también VII 78 y XII 48.
17 Satiricón XXXV.
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18 Apic. 27.
19 Apic. 316-321.
20 Mart. XIII 50; Juv. V 115-125 y XIV 7-10. El editor Francisco Socas nos aporta el
dato, en la página 139, de que las trufas eran muy apreciadas por los ricos.
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Según la tradición, tendría que ser una frugal y simple: pan común,
lentejas sin salsa, vino aguado y puré de cereales. Como innovación,
la cocinera de Gelina había incluido varias exquisiteces, todas
negras: huevas de pescado servidas en corteza de pan moreno,
huevos en vinagre teñidos de negro, aceitunas negras y pescado
adobado en tinta de calamar.
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28 Apic. 100: Rapas sive napos. Elixatos exprimes, deinde teres cuminum plurimum,
rutam minus, laser parthicum, mel, acetum, liquamen, defritum et oleum modice.
Feruere facies et inferes.
142
Bibliografía
general
I. Novelas analizadas y referencia
abreviada de las mismas1
Joaquín Borrell (1989). La esclava de azul. Barcelona: Círculo de
Lectores. [JB Azul]
Joaquín Borrell (189). La lágrima de Atenea. Barcelona: Círculo
de Lectores. [JB At]
John Maddox Roberts (1997). El misterio del amuleto. SPQR (trad.
Aurora Echevarría). Barcelona: Plaza y Janés. [JMR Mist]
John Maddox (2000). La conspiración de Catilina. SPQR II. (trad.
Carmen Camps). Barcelona: Plaza y Janés. [JMR Con]
John Maddox (1999). The Sacrilege. SPQR III. New York: Thomas
Dunne Books-St. Martin’s Minotaur-St. Martin’s Press. (1a.
edición, Avon Books, 1992). [JMR Sac]
John Maddox (1999). The Temple of the Muses. SPQR IV. New York:
Thomas Dunne Books-St. Martin’s Minotaur-St. Martin’s Press.
(1a. edición, Avon Books, 1992). [JMR Tem]
John Maddox (1999). Saturnalia. SPQR V. New York: Thomas
Dunne Books-St. Martin’s Minotaur-St. Martin’s Press.
[JMR Sat]
1 A lo largo de este libro hemos mencionado las novelas y sus páginas sirviéndonos
de un método de abreviatura simple consistente en: siglas del autor, abreviatura
del título de novela y número o números de página. Steven Saylor pasa a ser SS
en su abreviatura, John Maddox Roberts JMR y Joaquín Borrell JB. Así, cuando
hemos querido mencionar (por poner un ejemplo) la página 68 de El misterio
del amuleto, de John Maddox Roberts, o bien citar un fragmento de dicha
página, lo hemos hecho de la siguiente forma: JMR Mist 68. El presente listado
completo de novelas viene seguido de los datos bibliográficos de las ediciones
que he manejado.
145
Bibliografía
Breve introducción a la novela policiaca latina
146
Ricardo Vigueras Fernández
Aristóteles, Poetica.
Aristófanes, Lysistrata.
Aristófanes, Ranae.
Ateneo, Deipnosophistae.
Calímaco, Hymni.
147
Bibliografía
Breve introducción a la novela policiaca latina
Cicerón, De divinatione.
Cicerón, De inventione.
Cicerón, De legibus.
Cicerón, De oratore.
Cicerón, De re publica.
Cicerón, Filipicae.
148
Ricardo Vigueras Fernández
Cicerón, Verrinas.
Eratóstenes, Catasterismos.
Esquilo, Agamemnon.
Esquilo, Choephoroe.
Eurípides, Andromacha.
Eurípides, Electra.
149
Bibliografía
Breve introducción a la novela policiaca latina
Eurípides, Hecuba.
Eurípides, Helena.
Eurípides, Hercules.
Eurípides, Medea.
Eurípides, Troiades.
I. Frontino, Stragemata.
Heródoto, Historiae.
Hesiodo, Theogonia.
Higino, Fabulae.
Homero, Iias.
Homero, Odyssea.
Horacio, Carmina.
Horacio, Epistulae.
Isidoro, Etimologías.
150
Ricardo Vigueras Fernández
Juvenal, Saturae.
Macrobio, Saturnalia.
Ovidio, Amores.
Ovidio, Heroides.
151
Bibliografía
Breve introducción a la novela policiaca latina
Paléfato, Incredibilia.
Píndaro, Pythia.
Platón, Critias.
Platón, Respublica.
Platón, Symposium.
Platón, Timaeus.
Plauto, Amphitruo.
Plauto, Asinaria.
Plutarco, Antonius.
152
Ricardo Vigueras Fernández
Plutarco, Caesar.
Plutarco, Cicero.
Plutarco, Crassus.
Plutarco, Lucullus.
Plutarco, Pompeius.
Plutarco, Sulla.
Polibio, Historiae.
153
Bibliografía
Breve introducción a la novela policiaca latina
Sófocles, Ajax.
Tácito, Historiae.
Teócrito, Idyllia.
Tibulo, Elegiae.
Vegecio, De re militari.
154
Ricardo Vigueras Fernández
1. Libros
R.H. Barrow (1983), Los romanos (10ª reimp.). México: FCE (1ª
ed., 1950).
155
Breve introducción a la novela policiaca latina
156
Ricardo Vigueras Fernández
Christian Hülsen (1906), The Roman forum. Its history and its
monuments. Ermanno Loescher & Co.
157
Breve introducción a la novela policiaca latina
158
Ricardo Vigueras Fernández
159
Breve introducción a la novela policiaca latina
2. Artículos
160
Ricardo Vigueras Fernández
161
Esta obra se terminó de imprimir en septiembre de 2008
en el Centro Editorial UACJ, ubicado en
el edificio R, campus ICB, en
Av. Hermanos Escobar y Av. Plutarco Elías Calles,
zona Pronaf, C.P. 32310
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