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EL METODO ETNOGRÁFICO
Roberto Pineda Camacho
Departamento de Antropología
Universidad de los Andes.

1. El enfoque cualitativo

En la antropología se distinguen tres órdenes de análisis complementarios: etnográfico, etnológico y


"antropológico", según el tipo de enfoque, método característico y nivel de generalidad alcanzado.

El orden etnográfico constituye la descripción y análisis de un campo social específico, una escena cultural
determinada (una localidad, un barrio, una fábrica, una práctica social, una institución u otro tipo de proceso
socio-cultural) con base, fundamentalmente, en el trabajo de campo, sin perjuicio de la aplicación de otros
métodos y técnicas de recolección, síntesis y análisis social. La meta principal del método etnográfico consiste
en captar el punto de vista, el sentido, las motivaciones, intenciones y expectativas que los actores sociales
otorgan a sus propias acciones sociales, proyectos personales o colectivos, y al entorno sociocultural que los
rodea.

A través del método etnográfico se recolectan los "datos" que, conjuntamente con aquellos construidos sobre
enfoques cuantitativos, son la base de la reflexión de la etnología y de la antropología. La etnología, mediante
la comparación, contrasta y elabora teorías de rango intermedio o más generales, las cuales alimentan, a su
vez, las consideraciones que sobre la naturaleza de la cultura y de la sociedad se hacen a nivel "antropológico".

El trabajo de campo consiste en el desplazamiento del investigador al sitio de estudio, el examen y registro de
los fenómenos sociales y culturales de su interés mediante la observación y participación directa en la vida
social del lugar; y la utilización de un marco teórico que da significación y relevancia a los datos sociales. En
este sentido, la etnografía no es únicamente una descripción de datos, sino que pone en ejecución un tipo de
análisis particular, relacionado con los prejuicios, ideología y concepciones teóricas del investigador. El
investigador no solamente observa, clasifica y analiza los hechos sociales, sino que los interpreta, según su
condición social, época, ideología, intereses y formación académica.

Si bien el método etnográfico y gran parte de las técnicas de investigación cualitativas ya estaban planteadas
(por ejemplo, las técnicas genealógicas) por diversos viajeros, investigadores y exploradores, a pnnc1p10s de
este siglo, se reconoce al antropólogo de origen polaco Bronislaw Malinowski el mérito de haberlas formulado
de manera sistemática en la introducción de su clásico libro Los Argonautas del Pacífico Occidental (1922) y de
haberles dado vitalidad e imaginación. Jamás, en su concepto, la memoria de un evento podía sustituir a su
observación por parte del investigador.

Malinowski consideraba que solamente la observación directa y adiestrada podía suministrar datos adecuados
para una verdadera ciencia de la cultura. En consecuencia, el investigador debía ser competente en el idioma
del grupo estudiado, y aplicar durante su convivencia con un grupo humano ciertas técnicas de recolección,
tales como documentar estadísticamente las costumbres y pautas culturales sobre la base de una evidencia
concreta, levantar censos, genealogías, etc; así mismo, según Malinowski, el etnógrafo social debía
preocuparse por registrar los imponderables de la vida social y por expresar la información en forma de mapas
que le permitieran ligar o relacionar un aspecto de la cultura con otros.

La etnografía es, de otra parte, una práctica reflexiva. Con ello significamos que las imágenes y visiones que
un investigador construye o elabora de los Otros están relacionadas y dependen del tipo de interacción social
que entable con sus sujetos de estudio, y de la idea que ellos se forjen del investigador, su proyecto y propósitos.
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El método etnográfico se estructura sobre la base de las observaciones de las actividades sociales objeto de
interés, la entrevista, y diversas modalidades de participación por parte del investigador en las actividades
socioculturales seleccionadas o espontáneamente acaecidas.

Todo comportamiento social involucra diversos grados y niveles de observación participante.


El proceso de socialización, mediante el cual un individuo aprende los aspectos fundamentales de su cultura,
se efectúa mediante procesos de observación y participación, con tanta eficacia que el individuo percibe a su
entorno social como natural. El etnógrafo utiliza su propia condición humana, su capacidad de comunicarse y
captar los significados de la vida social, para interpretar y entender las acciones de los otros, en contextos
sociales determinados.

No obstante, el investigador se distingue de un actor social corriente en la medida que tiene como meta describir
y analizar el comportamiento social; se esfuerza por mantener plena conciencia de esta situación sui generis
en la cual es actor e investigador. Asimismo, a diferencia de un participante corriente, aquel registra
sistemáticamente lo que ve y oye, manteniendo una perspectiva totalizadora de la situación.

Al investigador, el involucramiento directo en la vida social le permite comprender el contexto social del cual
forma parte la escena o práctica que estudia, descubrir diversos aspectos hasta ahora poco observados o
desapercibidos -por su naturalidad o rutina, entre otros factores- a los miembros de una comunidad, y registrar
aspectos que escapan a una entrevista, a una encuesta, a un sondeo; o que la gente prefiere ocultar o se
abstiene de comunicar. La observación participante permite confrontar lo que la gente dice de lo que hace, y
distinguir la norma de la práctica real. El etnógrafo, al estar en capacidad de captar y comparar los diversos
puntos de vista de los miembros de un grupo social sobre una situación o una pauta, rol o costumbre, y
confrontarlos con sus propias observaciones, está en una condición óptima para analizarlos y trascenderlos de
forma sociológicamente crítica.

2. Preparación para el terreno

La preparación para el trabajo de campo no solamente supone la consulta de las fuentes bibliográficas,
documentos, mapas, etc., relacionados con nuestro tema y área de interés o consultas con expertos, sino
también la definición de un conjunto de actividades logísticas; sobre todo cuando debemos desplazamos
durante períodos más o menos prolongados a sitios relativamente distantes y con frecuencia aislados de los
centros urbanos o de servicios.
En estas situaciones, el investigador debe prever medidas que permitan garantizarle un buen estado de salud
y superar eventuales problemas médicos. Se debe tener una información adecuada de la situación de salud del
área seleccionada, centros de salud, condiciones de comunicación, clima o estación. Un entrenamiento previo
en primeros auxilios es conveniente, no solamente en prevención de algún problema personal sino también
para asistir casos de emergencia en la población local. Asimismo, conviene, en ciertas regiones, vacunarse
previamente (por ejemplo contra la fiebre amarilla) y contar con su propia dosis de suero antiofídico. Una de las
tareas más importantes consiste en la elaboración de un botiquín de medicamentos básicos que le permitan
cierta garantía de seguridad mientras se accede a un servicio local de salud.

La planeación y determinación de los diferentes elementos que debe llevar un etnógrafo a campo dependen
naturalmente del tipo de contexto en el cual se efectúe el trabajo. En el caso de una investigación urbana
probablemente no necesite medios materiales adicionales a los que ya normalmente dispone, y su reposición
puede ser efectuada rápidamente en los mercados locales. En otras circunstancias deberá definir previamente
diversos aspectos tales como vestimenta y equipo personal apropiado (ropa, botas, linterna, encauchados,
guindos, hamaca, etc.), alimentos y otros instrumentos de trabajo (cuadernos, mapas, velas, encendedor, pilas,
radio, grabadora, etc.).

Por ejemplo, si se proyecta efectuar una investigación en una población rural del Departamento del Vichada,
conviene que el investigador se equipe -si se está en invierno- con su propio encauchado y ciertas cotizas para
transitar por áreas pantanosas. En este caso deberá también tener su propia hamaca, guindos y frazada, quizá
una buena escopeta y un número importante de anzuelos, para proveer o contribuir a su alimentación. La
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hamaca le permitirá establecerse en cualquier casa sin molestar a sus anfitriones. Posiblemente la posesión de
un motor fuera de borda le dará mucha autonomía en sus movimientos y operaciones fluviales; y una bicicleta,
una moto, un jeep, le permitirán cubrir diferentes poblados. También deberá prestar atención a sus reservas de
pilas, cassettes y estado de la grabadora.

En áreas de alta pluviosidad deberá tomar previsiones para conservar de manera adecuada sus cintas de
grabación y rollos fotográficos, y contar con un buen número de bolsas de polietileno para guardar sus notas y
otros objetos. Asimismo, deberá prever, como veremos, las modalidades con que pagará y retribuirá a sus
informantes, a las autoridades locales y a otras gentes por sus servicios, alojamiento y comida. Es posible,
entonces, que le sea necesario llevar pilas adicionales, por ejemplo, para esta actividad.

En síntesis, un listado cuidadoso y pertinente de primeros auxilios, medicamentos, objetos personales y otros
instrumentos le garantizan al investigador no solamente un relativo confort sino también la posibilidad de poder
actuar con mayor autonomía y reciprocidad con sus anfitriones. El investigador debe recordar que el esfuerzo
que a veces supone cargar con todo este trasteo se recompensa únicamente si efectivamente se puede usar el
objeto en el momento adecuado. De ahí que una preocupación fundamental es la de mantener en óptimas
condiciones sus pertenencias.

Finalmente, uno de los componentes básicos de toda buena preparación del terreno consiste en la elaboración
adecuada del presupuesto de gastos. Al respecto, entonces, se debe tener la mayor información sobre los
costos locales, en rubros tales como transporte, gasolina, alojamiento, alimentos, medicamentos y salarios. Un
especial énfasis debe otorgarse a los "gastos de representación", ya que con frecuencia el investigador participa
en diversos actos sociales (v.gr. reuniones para tomar cerveza o aguardiente, etc.), que son fundamentales
para generar una aproximación más cordial con el grupo y a la vez que son escenarios de importantes fuentes
de información.

En Colombia, en particular, las condiciones de las investigaciones de terreno han cambiado notablemente en
los últimos años, y un buen número de regiones antaño muy aisladas están ahora relativamente integradas.
Desde puntos muy remotos de la selva se puede uno comunicar, vía Telecom, con sus informantes o con la
casa. El fortalecimiento de las comunicaciones aéreas permite llegar rápidamente a cualquier sitio, aunque con
elevados costos. El incremento de los procesos de colonización y las bonanzas marimberas o de la coca han
insuflado de mercancías antiguas regiones y cambiado, en parte, las relaciones laborales y de intercambio. La
situación de orden público afecta de manera decisiva una gran parte del país urbano y rural, campesino e
indígena. En otros términos, el investigador de campo enfrenta escenarios inestables y en constante cambio,
aún en las zonas urbanas. En este contexto es necesaria una cuidadosa preparación del terreno para tener una
buena garantía de éxito, en aspectos que ahora pueden involucrar explicar cuidadosamente el proyecto no solo
a la comunidad sino además a las autoridades civiles, eclesiásticas, militares, paramilitares y guerrilleras...

3. La estrategia de acceso

Por acceso entendemos un conjunto de aspectos y retos que un investigador enfrenta para llevar a cabo su
trabajo de campo, ya que los sitios ideales de investigación etnográfica raramente existen. El sitio ideal es aquel
al cual un investigador llega rápidamente, sin mayores riesgos y dilaciones; en el cual establece rápidamente
una relación constructiva con sus informantes y otros miembros de la comunidad y recolecta los datos más
directamente relevantes a sus propósitos investigativos.

Con frecuencia los investigadores tienen que esperar, pacientemente, para ser aceptados en un grupo social o
para lograr acceder a lo que realmente les interesa. Esta situación puede ser crítica, ya que el tiempo para la
investigación es usualmente restringido y limitado.

Los investigadores usualmente tienen que negociar con líderes y otros actores sociales los términos de su
estadía y proyecto, y aún los posibles temas de investigación y los potenciales colaboradores. Un conocimiento
previo, si es posible, de las reglas de etiqueta local o del grupo en cuestión es una buena garantía para no
"meter la pata" y para interpretar de manera adecuada lo que acontece en esta primera aproximación. Cuando
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un notable investigador llegó a la Sierra Nevada de Santa Marta fue recibido con indiferencia y con la pregunta:
"¿cúando se va?". Solamente tiempo después fue consciente de que esta es la forma de recibir a los visitantes,
y que la fórmula no tenía esa connotación de rechazo inmediato a su presencia como aparentaba serlo.

Un investigador debe preparar cuidadosamente su estrategia de presentación de sí mismo y de su proyecto;


además, debe definir las diferentes m:>dalidades de compromiso con la gente. En todo caso, conviene tener en
mente que la gente siempre tendrá una opinión sobre el investigador y sus propósitos, lo que afectará de una
forma u otra su investigación. En las áreas rurales generalmente el etnógrafo puede ser considerado como un
cobrador de impuestos o un funcionario del catastro; en otras situaciones, el investigador puede ser falazmente
tomado como un guerrillero.

Aunque no sea lo deseable, cierto tipo de investigación exige una discreción extraordinaria en cuanto a la
explicación de los propósitos del trabajo. Sin duda, lo más apropiado es una explicación verídica del proyecto;
sin embargo, en ciertas circunstancias, la información gradual del proyecto puede ser más adecuada. Hay
casos, no obstante, en los cuales es necesario optar por una estrategia bajo cubierta, cuando una explicación
de los objetivos del proyecto comprometa la posibilidad de realizarlo. En todo caso, la ética del investigador
debe regir en todas sus actuaciones respecto a la realidad de su presencia y los objetivos del proyecto.

La definición de la contrapartida del investigador con respecto a la comunidad es un aspecto fundamental del
proceso de negociación e interacción con la misma. Un lingüista podría comprometerse, por ejemplo, a que
como resultado de su investigación colaborará en la conformación de un alfabeto para una lengua ágrafa. Esta
presentación ayudará, sin duda, a definir su perfil frente al grupo e influirá sobre su imagen y aceptación.

En términos generales, el investigador debe negociar un grado de participación adecuada para obtener la
información pertinente para sus propósitos investigativos. En algunos casos su participación puede estar
limitada por factores estructurales de la sociedad, como grupos de edad, división del trabajo, sociedades
secretas, ritos de iniciación, actividades ilegales, etc., o por características del mismo investigador relacionadas
con su condición social, edad o sexo. Por ejemplo, a una investigadora le será más difícil obtener tradiciones
religiosas en el Amazonas, ya que éstas están controladas y son competencia de los hombres; al contrario, su
condición femenina le permitirá obtener una activa participación en todos los roles ligados con la siembra y
cosecha de alimentos agropecuarios. En el caso de una cárcel, el investigador tendrá serias limitaciones para
observar y participar en la vida de ciertos patios o celdas.

En ciertas circunstancias, la ética del mismo científico social puede autorrestringirlo. Si usted está describiendo
el rito católico de la eucaristía, ¿recibiría usted la hostia, si no cumpliese los requisitos religiosos para ello? Los
indígenas del Amazonas consideran, para citar otro caso, que las mujeres menstruantes polucionan el ambiente
y contaminan negativamente el pensamiento chamánico. En virtud de tales consideraciones, las mujeres con la
regla se aíslan de la casa principal o viven en una casa especial. A una especialista en estos grupos se le
presentaba un dilema personal de retirarse de la maloca cuando estaba en una condición similar.

No obstante, los investigadores pueden tener acceso a ciertos niveles de información a través de rodeos o de
forma indirecta. Una distinguida antropóloga logró penetrar en el mundo de los pobladores de Palenque de San
Basilio a través del estudio de los juegos infantiles, especies de réplicas de sociedades y grupos rituales de los
adultos. De acuerdo con la personalidad de los investigadores y las circunstancias se puede acceder a áreas,
roles y temas aparentemente -desde el punto de vista normativo- negados a un investigador.

El grado de involucramiento puede ser alto, bajo o negativo. E incluir modalidades activas o pasivas, según las
circunstancias, el tipo de proyecto, la personalidad del investigador y los acuerdos celebrados con la población
o el grupo social objeto de interés. El investigador puede actuar únicamente como observador, o .graduar sus
niveles de participación, hasta asumir un rol de pleno involucramiento.

El proceso de negociación de información requiere, generalmente, identificar los "guardianes de la información"


y los "patrones de la información", y establecer una relación de reciprocidad, particularmente con ciertos
informantes y miembros de la comunidad. Los patronos de la información son aquellos individuos que por su
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posición social, rol, estatus, pueden facilitar u obstaculizar -e incluso impedir- el acceso a ciertos escenarios
sociales o a determinada información. Los guardianes son aquellas personas que, como su nombre lo indica,
controlan total o parcialmente el acceso a cierto tipo de fuentes, recursos o individuos. Si, por ejemplo, queremos
hacer una etnografía del funcionamiento del sistema penal colombiano, seguramente necesitaremos la
aquiescencia del Ministro de Justicia o de un funcionario de un Tribunal regional, o quizás de determinados
jueces, a los cuales podemos definir como patronos de la información. Pero si no logramos la colaboración de
los sustanciadores o de los secretarios de los juzgados, o de una aseadora veterana de determinado despacho,
tal vez poco averiguaremos sobre los aspectos más recónditos e informales del funcionamiento de un juzgado,
los cuales pueden ser los factores claves de comprensión de cierto tema en particular, v.gr. cómo realmente se
administra justicia. Los "guardianes", aunque tengan una posición institucional baja, pueden ser literalmente las
llaves del éxito de la investigación.

De otra parte, es necesario mantener la relación con los informantes y otros miembros de la comunidad
mediante lazos de reciprocidad que se expresan de múltiples maneras, ya sea regalos, colaboraciones varias
o servicios a la comunidad o por fuera de la misma o del grupo. Los etnógrafos que tienen habilidades y
conocimientos médicos ganan la confianza y el apoyo de la comunidad precisamente mediante la ayuda que
pueden otorgar a través de sus servicios. En otras ocasiones, una comunidad específica puede esperar una
retribución diferida del investigador, ya sea como colaborador externo en trámites de diverso tipo u otros asuntos
por fuera de la localidad y en otros contextos institucionales.

De la estrategia de acceso depende también la generación de cierto tipo de información. En todo caso, el
investigador debe tener siempre presente, como se mencionó, que su presencia en una comunidad o en el seno
de un grupo determinado influye en su comportamiento: esto, por lo tanto, plantea no solamente problemas de
"objetividad" sino de generación de nuevos lazos, expectativas, conflictos e intereses sociales.

4. La observación

La investigación etnográfica está en gran parte basada en la capacidad y agudeza de la observación y


descripción por parte de los investigadores. Pero la escritura, la fotografía, entre otros instrumentos, han
disminuido nuestra memoria visual, auditiva y olfativa, ya que dependemos mucho de lo escrito, la foto o la
grabadora.

No es fácil alcanzar ese grado de minuciosidad en la descripción que caracteriza a los viajeros y naturalistas
del siglo pasado, o aún de los albores del siglo XX, entrenados para observar con detalle, y principalmente con
la ayuda del lápiz y el papel (para dibujar o ilustrar la naturaleza y, entre ella, la sociedad). Sin duda alguna, nos
conviene adiestrar más nuestra observación y contar con verdaderas técnicas de memoria artificial.

Los focos de las observaciones están, naturalmente, determinados por las preocupaciones centrales de nuestra
investigación, las cuales deben ser traducidas en un conjunto coherente de preguntas. Una de las bases de la
investigación cualitativa está en la unidad pregunta observación respecto a ciertas actividades y eventos,
escenas y prácticas institucionales o informales. Con base en ellas se construyen, si es necesario, guías de
observación relativamente detalladas, que pueden ser complementadas con manuales de clasificación de datos
culturales (Murdock, Mauss) o de estudio de campos específicos.

Algunos autores recomiendan, como estrategia de observación, empezar con una observación general,
focalizando, poco a poco, la mirada en aspectos particulares. Cada vez más seleccionados y específicos. En
otros términos, se debe tener en cuenta primero el contexto general; y luego, en las fases subsiguientes,
especificar los campos de observación según los propósitos de la investigación, sin perder nunca el contexto
general.

Los campos de las observaciones pueden referirse a las áreas o espacios donde se desarrolla la acción, a los
tipos de actores sociales, a las actividades que desempeñan, a los objetos e instrumentos que utilizan, a sus
metas y propósitos, a sus sentimientos y expectativas, y a su organización en el tiempo. Es fundamental la
descripción del contexto físico y cultural de la actividad seleccionada; y la descripción de las actividades según
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su secuencia de aparición, formación y ejecución (v.gr. ¿cómo empezó una actividad?, ¿quiénes estaban
involucrados?, ¿quién tomó las decisiones?, ¿qué instrumentos usaban?, ¿cuáles eran sus fines?, etc.). Las
observaciones no solamente deben centrarse sobre los aspectos institucionales sino contemplar también las
actividades no formales, ilegales y heterodoxas, al orden cultural.

La definición de la duración de la observación o el número de observaciones que serán efectuadas respecto a


una misma escena sociocultural, es importante para la validez y confiabilidad de nuestras conclusiones. En
algunos casos, será necesario observar repetidamente un mismo comportamiento social, y durante lapsos de
tiempo relativamente amplios, para obtener apreciaciones certeras y legítimas.

El investigador debe consignar las situaciones utilizando términos descriptivos; debe evitar, en lo posible,
adjetivos calificativos. Asimismo, debemos resaltar los términos y el vocabulario empleado por los propios
actores sociales, ya que ellos nos revelan aspectos de la estructura social y de la mentalidad local. Por ejemplo,
los escribientes que están al frente de !as Oficinas de Impuestos Nacionales en Bogotá se clasifican a sí mismos
en "mecanógrafos", "chuzógrafos" y "escribientes", según su jerarquía social y habilidades con la máquina; pero
ellos no se piensan únicamente como técnicos de la escritura sino como "psicólogos", ya que su tarea en gran
parte es resolver los problemas del "alma" (diríamos nosotros) de sus clientes, necesitados de alguien que les
escriba cartas de amor, de trabajo, de renuncia, etc.

Es conveniente utilizar al máximo los lenguajes locales, no solamente en caso de que los grupos estudiados
tengan otra lengua, sino aún en situaciones urbanas (como en Bogotá), donde existe una verdadera babel de
dialectos según el estrato, el grupo social y ocupacional (por ejemplo, los taxistas, los basuqueros, los gamines,
los gerentes, los administradores, los antropólogos, etc.). Es importante para comprender la relación de
violencia hacia ciertos grupos urbanos, saber que se les denomina "desechables". Una observación similar debe
hacerse con relación a los establecimientos, instrumentos y demás objetos de cultura material: la escuela, el
centro de salud, el azadón, la olla, la cobija, pueden tener una gran variación en sus especificaciones, estructura,
función y significación según la región, barrio, cultura regional, etc.

En este sentido, el registro del lenguaje del grupo es fundamental para lograr una buena descripción, en la
medida que revela diferentes formas de clasificación y visiones del mundo. Concomitantemente con lo anterior,
el aprendizaje de la lengua vernácula o del dialecto en cuestión debe ser una prioridad del investigador.

5. La selección de los informantes.

Denominamos con el nombre de informantes a aquellas personas que por sus condiciones sociales y personales
son particularmente relevantes para suministrar informaciones y guías con respecto a una investigación
específica, ya sea por sus conocimientos, experiencias, representatividad social, habilidades lingüísticas, entre
otros factores.

La interrelación con informantes es particularmente necesaria, ya que no toda la información está directamente
disponible y, en consecuencia, es necesario cultivar una relación especial con ciertas personas para obtenerla.
En otros términos, el informante es "el profesor" del etnógrafo, a través del cual se aprenden aspectos de la
vida cotidiana de la comunidad o asuntos de cierta elaboración o sofisticación, públicos o esotéricos, que
conocen solamente algunos miembros del grupo.

Con mucha frecuencia, los investigadores seleccionan individuos corrientes de una comunidad, para que
transmitan sus conocimientos ordinarios o habituales de los aspectos de interés para la investigación. Parte de
la responsabilidad del investigador estriba en entrenar a su informante -mediante explicaciones claras y
pacientes de los propósitos del trabajo, aclaración de las preguntas, o estímulos varios- de manera tal que al
cabo del tiempo tenga un verdadero y activo colaborador en el proceso mismo de su trabajo. En otras ocasiones,
se selecciona a un individuo (hombre o mujer) por sus conocimientos especiales o experiencia excepcional.
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La relación con los informantes se ha desarrollado notablemente; muchos investigadores prefieren referirse a
ellos como colaboradores o pares, para señalar una relación más simétrica entre los investigadores y los
miembros del grupo. Algunos de estos últimos han asumido un rol de verdaderos profesores. En consecuencia,
la relación del investigador con sus informantes se conceptualiza como un diálogo intercultural o incluso una
relación maestro-discípulo.

La selección de los colaboradores especiales depende de muchos factores personales, físicos, laborales y
casuales. Un lingüista, por ejemplo, procurará que su informante tenga una buena dentadura; a un investigador
de la mitología le interesará tener contacto con los mayores de determinada comunidad. A un profesional
interesado en la historia oral le preocupará que su testigo tenga ante todo buena memoria. Pero sucede con
frecuencia que los informantes no reúnan las condiciones o títulos ideales; en muchos casos, los colaboradores
son de hecho aquellos que, por una u otra razón, tienen el tiempo de serlo. Dos investigadoras extranjeras en
Colombia tuvieron como informantes a sendos hombres que por sus condiciones físicas debían necesariamente
permanecer en casa. Uno de ellos era ciego de nacimiento, y esto no obstó para que fuera un informante
privilegiado sobre la cosmología y la riqueza excepcional del firmamento.

En otros casos, y más de lo que se piensa, no son los investigadores los que seleccionan a sus informantes,
sino los informantes los que atrapan al etnógrafo. Mucho ganaría el investigador si tuviese un mejor
conocimiento de la batalla que se libra tras bambalinas entre sus potenciales informantes y los verdaderos
pactos de silencio, o de comunicación, que de este proceso surgen.

En la literatura etnográfica se señalan algunas de las principales calificaciones de un buen informante: en lo


posible éste debe tener un buen proceso de socialización y endoculturación adecuada y standard para el grupo
estudiado; asimismo, es deseable que se encuentre involucrado en la actividad o institución que se está
estudiando, y que tenga una buena disponibilidad de tiempo para interactuar con el investigador. Ciertos autores
resaltan que dicho informante debe ser "ingenuo", en el sentido de que no racionalice los datos o distorsione la
información en función de intereses foráneos o de acuerdo con su condición bicultural o proceso de aculturación.

Sin embargo, muchos investigadores estarían de acuerdo en que un informante inteligente y crítico es un
colaborador excepcional para explorar múltiples dimensiones de la realidad social que incluso escapan, en una
primera aproximación, al investigador.

De todos modos es importante reconocer que los informantes tienen una idea de la investigación (adecuada o
distorsionada) y que su propia labor expresa una intención según sus intereses, percepciones y proyectos. A
este respecto, lo pertinente parece ser no la ingenuidad o intereses del informante, sino la habilidad del
investigador para interpretar correctamente el sentido de la información que está recibiendo en un momento
determinado.
En etnografía no importa si lo que se recibe es verdad o mentira, sino la interpretación que pueda hacerse en
uno u otro caso. Una mentira piadosa o una falsa versión pueden ser, si se les sabe interpretar, muy
significativas para la comprensión de la vida social de un sector o grupo social.

La relación con los informantes está mediada por la personalidad del investigador, edad y sexo, y por las
características psicológicas de aquellos. Según el tipo de personalidad de los colaboradores podremos obtener
un tipo u otro de información. Algunos autores clasifican a los informantes de acuerdo con sus características
·personales y en relación al tema de la investigación. Un autor distingue entre los "informantes sensibles al
tema", los "informantes frustrados", los "informantes ingenuos" y aquellos "deseosos de revelarse como
informantes". A ellos podríamos añadir los "espontáneos", los "profesionales", etc. No cabe duda de que los
"chismosos", por ejemplo, son fuente importante de información no institucional, y que los "amargados" pueden
darnos algunos datos, llenos de veneno ciertamente, pero útiles para analizar al vecino o las causas reales de
un determinado acontecimiento.

La relación entre el investigador y sus colaboradores está llena de sobresaltos y altibajos, como toda relación
humana con relativa intensidad; se genera una dinámica de pasiones o intereses difícil de manejar en ciertas
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situaciones críticas. No siempre son conflictos, sino que en algunos casos investigador y colaborador llegan
hasta a enamorarse.

Uno de los aspectos más sensibles con relación a los informantes se refiere al reconocimiento de sus servicios.
En algunos de los primeros manuales de campo se recomendaba llevar una buena cantidad de monedas para
pagarles. Una distinguida colega tomó muy en serio esta sugerencia, y se trasladó al Amazonas con un baúl
lleno de monedas de 20 o 50 centavos que pesaban casi una tonelada. A finales de los años sesenta todavía
era común ver a los investigadores cargados con baúles llenos de mercancías, para repartir entre las
comunidades y particularmente entre los informantes. A nosotros mismos se nos puso el nombre de
Comerciantes de (pájaro) Chupaflor, y más de un dolor de cabeza tuvimos por la ansiedad que causaba nuestro
cofre de mercancías, en una zona en la cual apenas circulaba el dinero y prácticamente no existían mercados
locales.

Como reacción a esta relación comercial, los antropólogos pensaron que no era ético pagar la información, ya
que ello se percibía como un acto de compra de la cultura. No obstante, muchos sabios indígenas no
comprendían por qué sus conocimientos no eran remunerados, mientras que el antropólogo si estaba dispuesto
a pagar por un pescado o un pedazo de danta cuyo valor era mucho menor que un saber trabajosamente
adquirido durante años de entrenamiento.

Hoy en día el péndulo parece oscilar hacia el otro extremo: en muchas sociedades se cobra incluso por sacar
una fotografía, actitud basada en un derecho legítimo a la propia imagen. La mayoría de los etnógrafos está de
acuerdo en que debe reconocerse a los informantes un valor por su trabajo y dedicación, por su saber y voluntad
de servicio. Las fórmulas deben discutirse en cada caso, según la posibilidad del etnógrafo y las exigencias más
globales de la comunidad o del grupo frente al investigador y la comprensión y valor de su trabajo para los
intereses de los informantes y del grupo en cuestión. Al respecto, es importante que el etnógrafo informe a la
gente sobre el destino de su trabajo, permita el cabal reconocimiento de la contribución de sus colaboradores
en la realización de un artículo, un texto, un libro, una película. Y devuelva los resultados de su trabajo a la
gente para que ella pueda, si es el caso, apropiarse de sus resultados con fines constructivos.

El investigador tiene, además, otros compromisos de carácter ético con sus colaboradores, informantes y demás
miembros de un grupo social: no solamente debe informarles verazmente sobre sus objetivos, sino
comprometerse a manejar la información que se le suministra de manera adecuada, de forma que no perjudique
los intereses, el bienestar y la seguridad del informante y allegados; debe velar por la preservación de la
privacidad de sus observaciones y comentarios, cuando así se le solicite o parezca oportuno; así mismo, como
se mencionó, debe entregar, cuando sea posible, los reportes y demás documentos redactados con su ayuda,
y discutir los resultados de sus trabajos. En ciertos casos, debe encubrir el nombre de sus informantes o de las
localidades estudiadas, en aras de preservar su identidad, seguridad o intimidad.

La relación tradicional con los informantes ha cambiado, también, en función de las nuevas modalidades de
investigación, particularmente en las denominadas participativas o de investigación-acción. En estos casos, los
miembros de la comunidad o de un grupo humano en particular se convierten no solamente en colaboradores
sino en ce-investigadores, modificándose considerablemente el marco de investigación social tradicional.
Actualmente, es común que una comunidad convoque a un investigador para que acometa determinado tipo de
trabajo, A pesar de ello, muchos de los problemas básicos de la investigación etnográfica permanecen vigentes.

La relación entre los investigadores y sus colaboradores, o informantes, provoca generalmente, cambios
importantes en los roles de estos últimos en el interior de su propio grupo social. En un célebre caso, mientras
que el antropólogo trataba de convertirse infructuosamente en nativo, su informante aspiraba a la vez a
convertirse en antropólogo, Todos los visitantes de la comunidad eran remitidos oficiosamente a la casa de
dicho antropólogo nativo, quien poseía su propia biblioteca como símbolo de su nuevo estatus. En otra ocasión
visité a otro informante de un querido profesor en la mitad de la selva, cuyos estatus se reflejaba en las finas
levantadoras parisinas que había heredado de su antropólogo.
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El registro y la reflexión de la interacción entre observadores y observados forman parte de los datos
etnográficos, y con frecuencia son aspectos importantes de tener en cuenta para evaluar el producto final de
una investigación cualitativa. A principios de la década de 1970 un investigador de una comunidad indígena en
el Orinoco descubrió que lo consideraban y trataban como correspondía a un ¡"rico caníbal"! La gente pensaba
que las latas de conserva que hacían parte de su menaje contenían carne de gente y veían con pavor las fotos
de los periódicos venezolanos que confirmaban sus teorías... No hay que ser muy avezado para comprender
que lo que se transmitía debía tener alguna relación con su naturaleza caníbal.

6. La entrevista etnográfica

Una entrevista es una comunicación verbal con diversos grados de formalidad. En este contexto, su gama puede
variar desde una conversación normal --de acuerdo con los cánones culturales locales- hasta un cuestionario
estructurado, en el cual tanto las preguntas y su orden de formulación están predeterminados, así como también
sus posibilidades de respuestas están relativamente cerradas (si; no; no sabe; etc.).

La entrevista etnográfica tiene como propósito fundamental registrar cómo el entrevistado construye su realidad
y experiencia. Como todo acto comunicativo tiene siempre un contexto. El investigador debe dar prioridad a la
comprensión de los contextos comunicativos y a sus diferentes modalidades, de acuerdo con la sociedad y
cultura en cuestión. Por ejemplo, las conversaciones sagradas entre los huitotos se efectúan habitualmente en
el "mambeadero", un espacio ceremonial masculino localizado en el interior de la maloca, donde se lame tabaco
e ingiere polvo de coca. El mambeadero tiene sus propias reglas de etiqueta y de conversación. Cuando un
hombre habla, los otros permanecen en silencio, con excepción de un interlocutor especial que constantemente
repite las últimas frases del narrador o hace ciertas interjecciones en señal de atención. Un "abuelo" considera
que su discurso es aburrido si no encuentra una respuesta de este tipo. En otro contexto, cualquiera que quiera
tener éxito en la entrevista a un funcionario corriente de nuestro país tiene que tener bien presentes los cánones
de entrevista con la burocracia. En Colombia, al menos, tendrá que hacer antesala, y quizás gratificar a su
respetable interlocutor haciéndole saber que aprecia mucho el valioso tiempo que ese señor le ha dedicado.

La entrevista etnográfica es abierta y estructurada. Generalmente toma la forma de una conversación normal,
en la cual el investigador introduce preguntas y diversos elementos que orientan la dirección de la misma, de
acuerdo con los propósitos de la investigación. En este sentido, se diferencia de una conversación corriente
porque el investigador efectúa, generalmente, las preguntas (mientras que el otro contesta), o se retorna
nuevamente a un mismo tópico. Al investigador le interesa captar el punto de vista -y con base en sus propias
categorías- del informante, sobre el asunto discutido.

Esto no obsta para que una buena entrevista sea también un real intercan1bio de experiencias: habitualmente
cuando un entrevistado percibe que su interlocutor tiene una experiencia similar o conocimientos sobre el tema
reacciona positivan1ente; esta situación retroalimenta su interés por el tema. Porque, efectivamente, la clave
de una buena entrevista estriba en gran parte en que podemos despertar también un interés en el entrevistado
sobre el tema y la conversación que nos ocupa. Una investigadora que estudiaba la situación de las "madres
solteras" encontró gran simpatía y colaboración entre sus entrevistadas cuando éstas se enteraron de que ella
también era separada, y en cierto sentido una "madre soltera".

Una entrevista se inicia desde el momento mismo que exploran1os la posibilidad de conversar con alguien,
aunque sea por teléfono. Los investigadores elaboran una guía de entrevista, o diferentes guías, según las
condiciones y experiencias personales de los entrevistados; de esta manera se puede tener la posibilidad de
efectuar una exploración sistemática aunque no cerrada. Las preguntas deben formularse en un lenguaje
accesible al entrevistado, y el orden o énfasis de las mismas pueden alterarse según la persona, las
circunstancias y el contexto local. Si bien la estructuración de una entrevista puede variar, el investigador debe
tener una posición activa, vale decir, alerta y perceptivo de la situación.

De otra parte, es conveniente explicar suficiente, adecuada y pacientemente el propósito de la entrevista, e


insistir en la necesidad de que el informante utilice sus propios términos. Asimismo, se debe explicar el contenido
de las preguntas, y aclarar el sentido de tomar notas o grabar la conversación. La presencia de una grabadora
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puede inhibir la franca discusión de ciertos temas o hace, incluso, fracasar un encuentro. Igualmente, el
entrevistador debe conceder una gran importancia al contexto de la entrevista, y velar porque ella se dé en el
lugar más apropiado, en términos de confort, confianza y privacidad.

Una buena entrevista genera una relación activa entre el investigador y el entrevistado. En el curso de la misma
se hacen presentes diversos tipos de sentimientos (hostilidad, simpatía, etc.) entre los interlocutores, y
fenómenos de transferencia o de contratransferencia entre los mismos. Unos y otros pueden influir
considerablemente en los resultados. Esta situación es prácticamente inevitable, pero bien manejada puede
contribuir a conformar un dima favorable para lograr una mayor profundidad en la información.

En muchos casos, la primera entrevista a una persona determinada es relativamente "plana", sin sobresaltos ni
conflictos; pero así mismo genera datos "oficiales" o normativos. Una segunda entrevista a la misma persona le
indica a ésta última nuestro interés en profundizar; concomitantemente, puede estar marcada por una situación
de tensión, de animadversión o de simpatía, ya que estamos dispuestos a arrancar "secretos" de nuestro
informante, que sobrepasan las visiones o versiones oficiales o convencionales.

Como las emociones, sentimientos y afectos asociados a la entrevista forman parte de la misma deben ser, por
Jo tanto, registrados en la misma. Este registro contribuye al análisis y evaluación de los resultados.

Una persona entrevistada normalmente se relaja cuando la entrevista termina; en ese momento efectúa ciertos
comentarios al margen de la misma que pueden ser de considerable interés. Con frecuencia, algunos
comentarios muy pertinentes son obtenidos por el investigador en el umbral de la casa, antes de despedirse o
de partir. En este sentido, cuando se finaliza oficialmente la entrevista conviene estar predispuesto
favorablemente a toda posible información aparentemente "informal" y "marginal" al tema.

En otros casos, el investigador puede confrontar un informante sobre un asunto previamente conocido, para
chequear cierto tipo de información o discutir, en grupo, con diferentes personas un tema determinado. Esta
última aproximación, conocida como técnica de grupos focales, permite una discusión relativamente rápida y
multidimensional de un problema. Por Jo regular, un investigador conduce la discusión, mientras que otro toma
atenta nota del comportamiento global del grupo, en términos de reacciones, dinámica, comunicación no verbal,
etc. En este caso, es posible que en el diálogo se teja una nueva versión que contrasta con la que cada uno,
individualmente, presentaría al etnógrafo.

7. El registro de la información

El etnógrafo habitualmente registra su información en diarios de campo, cuadernos de notas, o mediante


fotografías, grabaciones, dibujos, croquis, objetos de cultura material, etc.

En el ámbito de los diarios, se distinguen el diario personal y el diario de campo. En el diario personal el
investigador consigna sus experiencias, apreciaciones subjetivas, sentimientos y reacciones en su nueva
condición, así como diversos tópicos personales respecto a su relación con sus informantes, comunidad y
entorno. Este diario, por naturaleza subjetivo, es un instrumento importante de la investigación, en la medida
que parte de los datos allí consignados pueden ser relevantes en fases posteriores, o en la interpretación de
ciertos fenómenos. Con razón se ha dicho que en una investigación interactiva no nos interesa únicamente lo
que pasa en el exterior, sino también lo que acontece en la mente e intimidad del investigador.

Como en la investigación cualitativa el etnógrafo es su "mejor instrumento", un buen diario de campo personal
constituye un medio de control de la situación del observador durante su trabajo de campo, y una fuente de
información y análisis importante para fases posteriores de la investigación o para futuros etnógrafos o
investigadores. Los sueños pueden ser eventualmente relevantes para la comprensión de una investigación.

El diario de investigación consigna nuestro itinerario, hipótesis, cronograma de actividades, ideas preliminares
y otros aspectos pertinentes en la investigación.
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Los etnógrafos registran sus observaciones y otros datos en libretas, fichas o cuadernos, según el caso. En
este contexto, deben distinguirse las notas condensadas y las notas expandidas. Las primeras son registros
abreviados de observaciones o de entrevistas, los cuales pueden ser, posteriormente, transcritos en detalle.
Generalmente, los investigadores se ven forzados en ciertas condiciones a "tomar apuntes", con fines
mnemotécnicos, ya que la ocasión puede ser adversa para elaborar anotaciones más detenidas, tomar
fotografías o efectuar grabaciones. Las notas expandidas son los registros detallados de una escena cultural.
La grabadora nos permite recoger detalladamente una conversación o diálogo, sonidos y música, y generar
documentos relativamente fieles a la fuente original.

La grabadora, la filmadora y la cámara fotográfica son instrumentos importantes en la investigación actual, ya


que nos permiten, como se dijo, efectuar registros exactos de entrevistas, conversaciones, u otros testimonios,
y analizar .aspectos del comportamiento no verbal, entre otros temas. La utilización de una grabadora durante
una entrevista le permite al investigador liberar un poco su atención, para poder observar otras acciones del
contexto y de la interlocución. De otra parte, las fotos, los videos, etc., son un aporte importante a la
documentación de una práctica cultural.

Asimismo, la recolección y análisis de los objetos de cultura material (muebles, vestidos, herramientas, etc.),
son medios valiosos para la comprensión de una cultura. Por ejemplo, el banquito (o asiento indígena)
representa en ciertas comunidades tucano del Vaupés al cosmos, y sus colores, formas y partes soportan
conocimientos y valores fundamentales de dicha cultura. Las máscaras o los vestidos, para citar otro caso,
pueden revelar aspectos importantes de los procedimientos técnicos disponibles para una sociedad y de sus
valores.

En la actualidad, los computadores personales forman parte del instrumental de un cada vez mayor número de
etnógrafos, quienes lo utilizan como procesador de palabras, para conformar en campo bases de datos, formular
sus hipótesis, cruzar y chequear información y disponer de forma sistemática su información cualitativa.

Tal como ocurre con la toma de notas, la presencia de una grabadora o de una cámara fotográfica o de video
puede influir considerablemente en el comportamiento de los miembros de un grupo. La gente reacciona ante
una cámara con "postura de foto", la cual no representa las posiciones (culturales) normales del cuerpo durante
la vida cotidiana. El micrófono genera resistencia e inhibe ciertos comentarios. En todos estos casos, el
investigador debe ser consciente de la influencia de su instrumento en los resultados finales de la observación
o entrevista. En ciertos casos, el investigador deberá apagar su grabadora para propiciar un clima de .confianza.
En otros casos, deberá abandonar su rol de investigador para sumergirse en la vida social como otro miembro
de la sociedad.

El manejo adecuado de dichos instrumentos supone, también, una conciencia de sus limitaciones. La grabación
de una entrevista debe ir acompañada de un conjunto de anotaciones sobre el contexto de la grabación y las
reacciones frente a la misma.

Una filmación puede revelar más los intereses y visiones de quien la utiliza que facetas importantes de la
realidad estudiada. Para salvar esta situación, algunos investigadores entrenan a sus propios colaboradores en
el uso de la filmadora para que ellos graben aquellos aspectos, eventos o acciones que consideren relevantes.

8. Las estrategias narrativas

El etnógrafo comunica sus resultados a través de libros, artículos o ensayos. Esta actividad supone, en primer
término, filtrar o seleccionar las ingentes cantidades de datos que se encuentran en sus diarios y notas, con el
fin de presentar lo que considera pertinente, de acuerdo con su marco teórico, la hipótesis, las intenciones o los
propósitos del autor. En cierta medida, el etnógrafo procesa y redacta sus materiales con base en técnicas
relativamente similares a las de un literato o un periodista: utiliza metáforas, analogías, etc., aunque
habitualmente tiene un compromiso más explícito con marcos teóricos o modelos explicativos. Sin duda, un
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buen etnógrafo es un buen escritor, y con razón se ha definido su función y actividad desde esta última
perspectiva.

Como forma de escritura, la etnografía forma parte de las estructuras narrativas de una sociedad y de una
época. En cuanto escritor, el investigador adopta, consciente o inconscientemente, ciertas y determinadas
estrategias narrativas, verdaderos géneros de presentación de datos, a las cuales están asociadas ciertas
formas de autoridad académica que validan la narración. Durante muchos años primó el género monográfico,
como la forma ideal de presentación de los datos etnográficos. Una monografía ideal debe contener los aspectos
más relevantes de la cultura y sociedad estudiada. Se divide en capítulos relacionados con el medio ambiente,
la historia, la economía, el parentesco, la organización política, el sistema de creencias, los procesos de
socialización y el cambio cultural. En síntesis, se caracteriza por una vocación omnicomprensiva de la cultura o
grupo en cuestión. La monografía está generalmente acompañada de fotografías, que ilustran el paisaje, la
vivienda, las actividades socioculturales, y que prueban la presencia del investigador en el campo de los
acontecimientos. Con mucha frecuencia está escrita en tercera persona, para darle aparentemente una mayor
objetividad. Un excelente ejemplo de una monografía es el libro Los kogi. Una tribu indígena de la Sierra Nevada
de Santa Marta (1951) del profesor Gerardo Reichel-Dolmatoff o su importante trabajo The People of Aritama
(1961), que describe la vida de una población campesina mestiza de las estribaciones de la Sierra Nevada de
Santa Marta, cerca a Valledupar. La aspiración totalizante y estilo realista del género monográfico son
importantes, aunque nuevas formas de presentación se han desarrollado en la literatura etnográfica.

Entre las otras formas de presentación de datos, los investigadores han optado por exponer siguiendo un
esquema de "diario de campo", en el cual se presentan los datos según un esquema cronológico de aparición
durante la estadía del autor. En otros casos, el etnógrafo puede optar por presentar primero los "datos" y luego
hacer énfasis en el análisis de los mismos. Otra alternativa de presentación consiste en efectuar una exposición
muy focal izada de un problema y paulatinamente ampliar su contexto y análisis; o se procede de manera
inversa. Algunos etnógrafos recurren a as "historias de vida" o, incluso, configuran verdaderas novelas
etnográficas.

En el curso de la escritura etnográfica el problema del lenguaje es fundamental, en la medida que las palabras
expresan experiencias y visiones del mundo. Con frecuencia los investigadores introducen conceptos y vocablos
vernáculos, o traducen su sentido con detalle, para permitir reconstruir la realidad desde el punto de vista de la
cultura o grupo estudiado. En este sentido, cada etnografía es una traducción de una experiencia cultural de
otro grupo, y como tal su calidad se mide por la capacidad de generar una relación de comunicación intercultural.

La importancia del lenguaje utilizado en las diferentes escrituras etnográficas ha llevado a ciertos autores a
clasificar los trabajos etnográficos según sus modalidades lingüísticas. Por ejemplo, se considera como
"descripciones etnocéntricas" (y, por lo tanto, modelo de lo que no debe hacerse), aquellos trabajos que apenas
hacen uso o no explican las categorías locales. En el polo opuesto tendríamos las "etnografías monolingües",
las cuales consistirían en descripciones de una cultura en sus propios términos. En este caso, naturalmente, se
presentan problemas de intraducibilidad de la información.

Generalmente las etnografías asumen una posición de compromiso, en las cuales el uso del lenguaje local varía
considerablemente según sea el caso específico. En esta situación, la mejor etnografía será aquella que permita
recrear de forma más adecuada la experiencia descrita, con todos sus imponderables y especificidades, sin
perder su posibilidad de comprensión por parte de lectores foráneos; y, simultáneamente, aquella que presente
un análisis más adecuado de la situación o de la experiencia transcrita.

Las corrientes postmodernistas han impactado también las formas de escritura etnográfica al criticar la ilusoria
idea de una totalidad coherente e integrada, propiciada por el funcionalismo y el estructuralismo. Se destacan,
así, la fragmentación del orden sociocultural, su arbitrariedad, movilidad y desorden inherente, aunque
conservando una idea fundamental del pensamiento estructuralista con respecto a que la identidad se constituye
a través de relaciones diferenciales.
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En este contexto, algunas de las modalidades de escritura etnográfica postmodernista se proponen superar una
representación realista de los fenómenos socioculturales: mediante la utilización de algunas de las técnicas más
sobresalientes de las corrientes modernistas -v.gr. la idea del montaje- tienen el reto de generar textos,
verdaderos montajes etnográficos, en los cuales el sentido se adquiere a través de la discontinuidad, aunque
aquel debe ser recreado y tejido, de forma múltiple, por cada lector.

La creciente conciencia de que los "hechos" no son independientes de sus representaciones, le ha concedido
al trabajo etnográfico una crucial importancia en la renovación del pensamiento antropológico y de las demás
ciencias sociales. En este orden de ideas, hay que ensayar nuevas formas de escritura, sin que .ello signifique
que debamos abandonar el género monográfico y otros estilos más convencionales. Desde esta perspectiva,
diversos autores consideran que el género ensayo es la forma probablemente más adecuada para explorar
nuevas formas de representación etnográfica, que fundamenten un nuevo corpus de "datos" para la
antropología y las ciencias sociales.

Referencias

BOUQUIAUX, Luc y Jacqueline M. C. Thomas (eds.) 1976 Des langues a la tradition orale. Tres volumes. París,
SELAF.

CRESWELL, Robert y Maurice Godelier 1981 Útiles de encuesta y de análisis antropológico. Madrid, Editorial
Fundamento, Madrid.

CLIFFORD, James
1986 Writing Culture. The Poetics and Politics of Ethnography
University of California.

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