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En los principales aeropuertos, el control del tráfico aéreo empieza a partir del controlador
de tierra en la torre, que dirige a los aviones de línea desde la rampa de carga, a lo largo de
la pista de rodadura, hasta la pista de despegue. El controlador de tierra debe considerar
otros aviones y toda una serie de vehículos de servicio, como los de equipajes o los de
carga y mantenimiento, necesarios para el funcionamiento del aeropuerto. Se trabaja día y
noche, en todo momento, hasta en días de visibilidad reducida que precisan de un radar
especial para ayudar al controlador de tierra. Durante el despegue, un controlador situado
en la torre da las órdenes, confirma el permiso de vuelo asignado e informa sobre la
dirección y velocidad del viento, el estado del tiempo y otros datos necesarios para partir.
Otro controlador transmite datos adicionales cuando el avión de línea pasa al Air Route
Traffic Control (ARTC: control de tráfico de la ruta aérea), cuyo personal queda en
comunicación con el avión de línea desde un centro de ARTC al siguiente, hasta que la
torre de control de tráfico aéreo en destino asume el control. Véase Ruta aérea.
Se están desarrollando sistemas de radar para prevenir colisiones con aviones particulares.
Cuando los aviones se aproximan a los aeropuertos y empiezan a descender para el
aterrizaje, son posibles las congestiones en el tráfico aéreo. En este caso, las nuevas
llegadas son desviadas a un área de seguridad reservada en el aire, a una distancia de unos
50 km o más del aeropuerto. Los aviones en espera de aterrizaje en esta área trazan
repetidos círculos en torno a una baliza, manteniendo una distancia vertical de 305 m entre
ellos. Cada vez que está disponible una pista de aterrizaje, se asigna al avión situado más
próximo a tierra, permitiendo a los otros descender en espiral a la siguiente posición.