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del rayo en Ifé quien era identificado con lluvias (tormentas), poder real y
jurisprudencia. Adicionalmente Idowu identifica a Oramfe, como el controlador del
sistema solar. En Ifé se le conoce como Oranfe, Aramfe u Ora. De este último, parece
desprenderse el nombre con el que se le conoce en Cuba Orannife, o sea Ora ni Ifé que
en español sería “Ora de Ifé”
Euba no sólo describe a Oramfe como el poderoso "dios solar del trueno" de Ifé, sino
que también caracteriza a esta "alta deidad" como "el más antiguo de los espíritus
humanizados de Ifé ", honrado simultáneamente como Onile Iná, "Dueño de la Casa del
Fuego" y Ooni Ale, "Propietario de las Tierras". También destaca la identidad de
Oramfe como "el Olodumare de Ifé ", ya que ambos son "venerados de la misma forma
simple", observando que los Oriki de alabanza de Oramfe lo identifican, como el
"Supremo Ashé", es decir, Orisha.
Esta última fuerza creativa, no sólo está simbolizada por la "blancura y personificada
como el dios del cielo", sino que también evoca "el Ashe humanizado que emana de la
tierra negra", la cual es frecuentemente ligada a Oduduwa. Hay otro aspecto
cosmológico, pues, como explica Euba: "Dentro del mito de la creación de Ifé, es
Olodumare (que a veces se dice que es Ora), quien envió estas divinidades para
ayudarlo en la creación del mundo y de la humanidad.
El poder de la realeza también se asocia con Oramfe, lo cual es consistente con el hecho
de que de este dios representaba la protección del reino y sus gobernantes. De hecho,
como sugiere Emmanuel Eze, el acto de postración ante el rey, refuerza este lazo: "La
costumbre de tenderse durante una tormenta, es considerada por los primeros yorubas,
como un acto de adoración a Changó (y por extensión a Oramfe), que de esta forma se
aplaca y perdona la vida del adorador".
“Soy la voz de Ifá, mensajero de todos los dioses; para mí se conocen las historias, y te
contaré los días del descenso a la tierra. De cómo el viejo Arámfè envió a los dioses
desde el cielo, y Oduduwa robó la bolsa de Obbatalá. Durante muchos días Los Grandes
caminaron a través de llanuras sin agua, y los arenosos desiertos, pues tales fueron los
obstáculos puestos por Arámfè en sus sonrientes valles.
"¿Es esto lo que oigo de Odúwa - el hijo de mi madre que robó el don de Arámfè, y
pensó en rebosar los corazones de los hombres con las bendiciones que era yo quien
tenía que dar? Para mí, las artes que sé y ansío usar para crear, ya que anhelan ver
trabajar al primero de los hombres vivos que voy a hacer… Prohibir es nuestra tarea,
dices - pero piensa, antes de volver a la paz y a la calma del Cielo, cuán ilimitado es el
destino del que te estremeces ¿Está ciego Dios? ¿Arámfè no lo sabría? ¿No podría haber
cuerpos con ojos y oídos, Espíritus mudos hambrientos? La vida nos espera: vayamos".
Así habló Orisha, y Odúwa colgó una cadena sobre el acantilado y a cara del agua
oscura. Luego envió a Ojúmu, el sabio sacerdote, para que vertiera la arena mágica
sobre el mar y soltara al pájaro de cinco garras para dispersar la tierra triunfante a lo
largo y ancho. Pero a medida que las murallas de la tierra crecían, las olas llegaban
siempre en la oscuridad y succionaban la orilla desmoronándose, mientras que paso a
paso las lagunas crecían hacia arriba, y se convirtieron en pantanos, el suelo de la
esperanza.
Así, Odudúwa llamó a Olókun y Olóssa al pie del acantilado y les dijo:
"Abajo, las aguas luchan contra el nuevo mundo que asciende y destruyen nuestro reino
y deshacen la voluntad de Arámfè. Vayan a los campos de lo que serán los hombres y a
las casas que ellos deberán hacer. Olokun ve al mar, porque de allí reinarás y será tu
dominio y de esta forma frenar para siempre, las olas hambrientas sobre las costas y así,
en nuestra primera de las ciudades y santuarios secretos en orillas solitarias a través de
cada lugar, cuando venga la temporada, los hombres traerán regalos en homenaje a
Olókun. Y a ti Olóssa, donde tus rizos ondulados se encuentren en la fértil orilla, verás
continuamente las ofrendas de hombres agradecidos.
Los meses del Cielo pasaron, mientras que, en la noche sin luna, el Pájaro trabajó hasta
que extendió los límites y rincones del mundo hasta que fueron firmes. Y entonces
Odúwa llamó a Orisha y a los dioses al borde del acantilado, y habló con estas palabras
de dolor:
Vamos a nuestro triste reino. Tal es la voluntad del Viejo Arámfè: que así sea. Pero
antes de la hora en que el desierto que nos rodea nos engulla totalmente, y la vista de
nuestras hermosas colinas no puede alegrarnos más ¿No podríamos soñar un rato con
los sonrientes días pasados, con los árboles frondosos, con la noche bajo la luna
plateada y el hermoso el viento sobre las praderas? Adiós, llanuras que recorrimos.
Adiós a la luz del sol y a las cambiantes sombras proyectadas sobre los riscos de las
azules colinas del Cielo. ¡Ah! Vino del Cielo, adiós"... Así llegaron los dioses a Ífè.
Luego, de una época de pasar meses, no contada por los desvanecimientos de la Luna,
nuestra tradición se repite.
El canto de perder las esperanzas y el lamento de un pueblo en un mundo extraño
estremeciéndose bajo el estruendo de las olas invisibles en las costas que se
desmoronan. Siempre el pantano presionado con ansia en Ífè; Pero el pájaro volvió con
la arena inconquistable que Ojúmu derramó con su cáscarón encantado y el pantano
cedió.
Entonces el joven Ógun, ordenó al Bosque que hiciera crecer sus árboles susurrantes...
pero ella tan solo dio los pálidos brotes de noches desesperadas, y todo estaba
empapado de dolor alrededor de la ciudad donde Odudúwa reinó. Sin embargo, para los
hombres vivos.
Sin embargo, a medida que pasaban los años inconscientes, Orísha, El Creador,
contemplaba con tristeza el amanecer apagado del Hombre - como quien sigue el vuelo
de un pájaro solitario cuando la puesta del sol se desvanece más allá de un pantano - y
habló con Odudúwa : "Nuestro día es noche interminable y profunda, bosques débiles
encierran a nuestros hijos que lloran.
Las amenazas del Océano, los vientos helados gimen a través de nuestras casas en
descomposición. Nuestra Noche guardiana, que nos habló con sus sonidos extraños en
horas tranquilas del Cielo, está aquí; Sin embargo, sólo puede llorar su trabajo sin fin.
¿Y dónde está el atardecer? ¡Oh! ¿Dónde está el amanecer?" Él calló y Odudúwa envió
a Ifá, el Mensajero, a su antiguo señor para que le rogara por el Sol y la cálida llama que
encendía la antorcha de la Noche del Cielo y la danza.
Una compasión profunda movió al atronador Arámfè, el Padre de los Dioses, y envió al
buitre con el fuego rojo sobre su cabeza para los hombres; Y, por orden de los dioses,
hasta nuestros días, el buitre no lleva ningún plumaje donde esas brasas lo quemaron -
una marca de honor para el recuerdo. Otra vez el Padre habló y la luna pálida buscó los
recintos del tranquilo retiro nocturno para compartir su vigilia en la oscuridad; Y el día
tomó alas y voló a los amplios espacios del cielo para vagar benigno sobre las nieblas
flotantes que se aferran a las laderas del amanecer - A el crepúsculo, que llama a los
felices trabajadores a casa.
Y todo cambió. Cuando el terror del brillante día se había levantado de los ojos no
utilizados de los hombres, chispas salieron del yunque de Ládi, mientras que Ógun
enseñó el uso del hierro, y el sabio Obálufon hizo vasijas de bronce y mostró cómo el
vino fluye de las delgadas Palmas. Y en la noche los dioses pusieron antorchas en sus
atestadas cortes para iluminar el baile, y la música del cielo tocó el tambor una vez más
como en su antiguo hogar. Y la alegría reinaba con Odudúwa”.
Como puedes ver, esta es otra versión de la bajada a la tierra, por la cadena, con otros
protagonistas. Pero para los años 1700, el imperio yoruba de Oyó había dominado la
región e impuso el vasallaje a Changó, quien tenía muchas de las características de
Oramfé. Fue entonces que el culto a esta deidad, quedó relegado a Ilé Ifé y a algunas
regiones de Ondó.
Varias esculturas de Ifé que datan del 1300 D. C., se identifican con las características
celestiales asociadas con Oramfe, que representa en un lado un humano de pie y en el
otro un ave rapaz. El hombre lleva marcas diagonales inusuales y parece estar
escupiendo o vomitando un hacha de piedra (Piedra de Rayo, "trueno"), este último un
icono que es clave de Oramfe (y del sucesor de este dios como deidad del trueno,
Changó). El hombre representado aquí agarra un tolete en su mano izquierda y a su
derecha, lo que parece ser un pedazo de tela o pluma.
El jefe de Ife Obaluru, sacerdote del templo Oramfe de Ife, describe esta deidad del
trueno y el relámpago de la siguiente forma:
La especie exacta de este pájaro puede ser debatida, pero puede representar el ave
chotacabras cuelgacintas (Cosmetornis vexillarius). Cuando esta ave vuela, sus plumas
pectorales dan un relampagueo blanco que hace reminiscencia a los relámpagos.
Los pájaros, conocidos por los yorubas como Ashe, que evoca autoridad y poder
vinculados a Oramfe, el trueno, el relámpago y omnipotente dios vinculado al sol que
Salvaguarda a la sociedad y ayuda a preservar un orden efectivo. El chotacabras
también lleva consigo ciertas asociaciones con la brujería, acciones contra las que se
cree que Oramfe defiende.
Desde este punto de vista, es fácil deducir como fue que Changó, sustituyó a Oramfe y
por qué pudo haber sido aceptado el Vasallaje por parte de otras naciones yoruba de la
época.
Lo que resulta curioso, es que esta historia dada por el Ooni de Ilé Ifé en 1921 a John
Wyndham, está llena de muchos paralelismos que vemos en nuestra propia tradición
afrocubana. Es por ello que a pesar que no es de nuestra tradición, decidí hacerte saber,
para que puedas ver en ella, muchas deidades que los supuestos “Tradicionalistas”,
aseguran como inventos cubanos. De hecho, el Ooni en la época, trataba a Orisha
(Obbatalá) y a Oduduwa, como hijos de Oramfé y no de Olodumare.
Esta historia nos sirve a los de tradición afrocubana para aprender que muchas deidades
que hoy vienen ofreciendo los llamados “Tradicionalistas” son meramente LOCALES y
que no son un estándar dentro de la cultura y que Ifá tampoco es algo estándar en
aquellas tierras, donde existen muchas variantes. Esta deidad aún sigue siendo adorada
en Ifé y no ha perdido su importancia en esa región. Tanto critican estos señores los
cambios que ha habido en nuestra tradición, y no se fijan que, en fechas tan recientes,
ellos mismos han ido variando la suya para tratar de hacer, lo que en Cuba se hizo hace
años.
Esta es una de las tantas causas por las que no se pueden comparar tradiciones
diferentes, ni decir que a una le falta algo que otra no tiene. Nunca se encontrará el culto
a Oramfé en Oyó y eso no hace que la tradición Oyó esté incompleta o le falte algo. En
este mismo marco, la tradición afrocubana tiene su propio cuadro de deidades y eso no
la hace incompleta, menos cuando los cultos de muchas deidades, han sido incluidos
como caminos de Orishas y de esta forma pudieron ser conservadas lejos de su tierra
natal. De hecho, los hijos de Changó, deben hacer una ceremonia previa a su
consagración de Ocha, para que Oranmiyan y Orannife (Oramfé) los reconozcan. Esto
demuestra más allá de toda duda, que, en Cuba, lo que muchos quieren llamar o señalar
como inventos, no son más que pasajes para la CONSERVACIÓN de las diferentes
culturas y tradiciones, de las etnias que los propios “Yoruba”, enviaron a la esclavitud,
sin remordimiento alguno.
Tu amigo de siempre,
Águila de Ifá