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Definición del concepto de "Tiempo Axial" en Karl Jaspers

José David Solís Vázquez

En primera instancia, resulta a nuestro interés comenzar constatando una cuestión, a saber:
Karl Jaspers y su concepto de “Tiempo Axial” van a ser presentados aquí como una posibilidad de
arrojar luz acerca de la disyunción que gravita en torno a la consideración de si es posible concebir
la existencia de un madurado pensamiento filosófico en Oriente o, por el contrario, ese fenómeno es
genuino de la cultura occidental. Diversos autores han manifestado su inclinación en esta materia,
en especial Hegel, reservando a Occidente la función de procurador del pensamiento filosófico. No
obstante, Jaspers observará que ese Occidente antiguo de la Filosofía, que es la forma tradicional de
concebir la cuestión, se haya inserto en realidad en un eje temporal del que también forma parte
Oriente, cuyas aportaciones a la maduración de la filosofía han sido tan sustanciales como las
occidentales en el periodo de tiempo que comprende ese eje. Como afirma Gonzalo Puente Ojea:
“Karl Jaspers percibió con perspicacia que hubo un momento en la historia de la cultura en que el
ser humano accedió a un plano de mayor madurez, en su voluntad de reflexionar sobre los
fundamentos. Ese momento fue denominado tiempo-eje” (Gonzalo Puente Ojea 2001, 111).
Jaspers, en el ardor de las guerras mundiales, va a plantearse la necesidad de trazar un
horizonte común para la humanidad, fruto de la crisis de la conciencia mundial. En este sentido,
observa que para poder alumbrar el futuro del hombre hemos de ser capaces de apreciar su pasado,
su historia. Por ello, Jaspers se va a plantear el origen de la cultura, de la sociedad y del
pensamiento como forma privilegiada de acceder al conocimiento del hombre. Encuentra en Grecia,
con los presocráticos y Platón, una primera aproximación a la filosofía con las preguntas acerca de
la physis y la realidad más allá de lo múltiple. Todo el pensamiento de los presocráticos va dirigido
a buscar una esencia, que se sustrae al fuir de lo real, es la intuición de la realidad como Uno y no
como multiplicidad. Esto lo considerará Jaspers de importancia capital. Con el propósito, pues, de
solidificar los fundamentos de un pensamiento universalista, se propone encontrar formas similares
de maduración de la conciencia filosófica en Oriente. La propuesta de Jaspers es que en Oriente
también podemos encontrar formas de pensamiento que tienden a la búsqueda de la unidad y en los
cuales, por ello mismo, se pueden observar profundas intuiciones filosóficas. En primer lugar,
Palestina, desde Elías hasta Isaías y el Deuteroisaías. Yahvé en el profestismo palestino es ya un
dios universal, un dios del pueblo, su revelación es ley universal para la humanidad. Jaspers aprecia
aquí la cosmovisión de la humanidad como unidad, y esa unidad, afirma el autor, es similar a la del
mundo griego de los presocráticos.
Por otro lado, encontramos a Zaratustra y el Mazdeísmo. Jasper considera que con
Zaratustra comienza la religión ética, y lo considera el primer monoteísta de la historia. De este
modo, lo sustancial aquí es que en el mundo oriental, en Irán, se avanzó por primera vez hacia la
superación del politeísmo. Seguidamente, en la India encuentra también dos grandes culturas: las
Upanishads y el budismo, ambos planteándose cuestiones muy parecidas a la de los presocráticos.
En China también existen dos núcleos: el taoísmo, con Lao – Tse, que es una filosofía muy arcaica
pero que tiene cierta consistencia especulativa, y Confucio y el confucionismo. Además, Mo-Ti,
Chuang-Tse y Lie-Tse son también personajes destacados.
Dadas estas consideraciones, Jaspers observa como, a decir verdad, todas estas culturas
orientales y occidentales muestran una inclinación clara a la reflexión sobre los fundamentos, y se
manifiestan en un periodo relativamente breve de tiempo y casi simultáneamente en ambos
enclaves, Oriente y Occidente. “Todos lo que estos hombres [los presocráticos y Platón] – afirma
Jaspers – no hacen más que indicar se origina en estos cuantos siglos casi al mismo tiempo en
China, en la India, en el Occidente, sin que supieran unos de otros” (Jaspers 1950, 8). La
consecuencia que extrae es que hay un momento privilegiado de la humanidad, el “Tiempo Axial”,
que es el origen que pretendía hallar y que se presenta como la fuente de la filosofía y la ciencia en
las grandes culturas de la historia. Como sostiene el propio Jaspers: “Este eje de la historia universal
parece situado hacia el año 500 a. de Jesucristo, en el proceso espiritual acontecido entre los años
800 y 200. Allí está el corte más profundo de la historia. Allí tiene su origen el hombre con el que
vivimos hasta hoy. A este época la llamaremos ''tiempo-eje''” (Jaspers 1950, 7). En consecuencia,
Jaspers propone que se entienda la historia del pensamiento del hombre, la historia de la
maduración filosófica de la humanidad, no como genuina de Occidente sino enmarcada en un
“Tiempo Eje” que atraviesa tanto a Oriente como a Occidente, a lo largo del cual se ha solidificado
la arquitectura del pensamiento filosófico, iniciado con la reflexión sobre los fundamentos. El autor
logra otorgar estatuto filosófico al pensamiento oriental.

Bibliografía

– Puente Ojea, Gonzalo (2001): Ateísmo y religiosidad, Madrid


– Jaspers, Karl (1950): Origen y meta de la historia, Madrid

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