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CAPITULO VI

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD ANTIGUA

6.1 TRES CONCEPCIONES SOBRE EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA

Introducción

En el tratado sobre las ramas o disciplinas que constituyen la Filosofía, como saber
universal y totalizador sobre el mundo, hemos analizado el objeto de estudio de la
Historia de la Filosofía, es decir, las distintas posturas o formas de estudiar la
evolución y desarrollo del pensamiento a través de la historia (Capítulo IV).

Tradicionalmente han los historiadores del tema que el origen de de la filosofía


occidental sucedió en las regiones de la Grecia antigua. En el presente acápite se
trata de demostrar bajo qué aspecto son verdaderas las aseveraciones de los
historiadores del pensamiento filosófico y sus orígenes. En este texto se presenta un
análisis para demostrar que la filosofía tuvo su origen desde tres perspectivas o
formas diferentes: 1) La concepción natural. 2) La concepción religiosa. 3) La
concepción histórica.
6.1.1. La Concepción Natural de la Filosofía

En el presente tema me refiero al hecho de que, si el hombre es creado por Dios o


es producto de la evolución, en cualquiera de los dos casos sucede el hecho del
surgimiento del hombre como sujeto de la filosofía, surge un ser con la capacidad de
filosofar.

El creacionismo, expuesto en el primer libro de la Biblia (Gén. 3: 5), sugiere y


expresa claramente que el hombre, a través de la desobediencia a su Dios, logró
tomar decisiones por su propia cuenta con el fin de “conocer” su mundo y utilizar
este mismo mundo para satisfacer sus necesidades y actuar partiendo de su propia
opinión; cubrió su cuerpo y se escondió por el miedo o la vergüenza que produjo en
él el caer en la cuenta de su independencia del Dios que lo había creado a su
imagen y semejanza.

El hecho de “caer en la Cuenta” significa la capacidad de discernir entre lo bueno y


lo malo, con lo cual se inicia la idea de los contrarios expuesta por los primeros
filósofos griegos. Este hecho no es más que el origen del deseo por el conocimiento
para buscar respuestas satisfactorias a la diversidad de preguntas sobre sí mismo y
el mundo que le rodea.

Si nos referimos al evolucionismo, expuesto en “El Origen de las Especies” del gran
evolucionista Charles Darwin, tendremos que narrar la misma circunstancia; el
hombre surge con el pensamiento puesto en acción para resolver problemas y dar
respuestas a sus necesidades en el mundo. Así se origina el conocimiento, desde el
nivel más simple hasta el más complejo.
La Filosofía como actitud natural en el hombre consiste en la tendencia hacia todo,
pero siempre hacia la satisfacción del vacío que se produce en él al hacerse
consciente de sus necesidades. Entendida así, la Filosofía surge con el hombre y
por el hombre, surge con el pensar mismo, surge con la manifestación del
pensamiento, como una respuesta del hombre ante su necesidad, como una
respuesta, primero consigo mismo, luego con el medio, con los demás y con el
absoluto. Entonces, la respuesta a la cuestión ¿Cuándo surge el hombre? Será la
misma de la pregunta ¿Cuándo surge la filosofía?: Es la tendencia a la búsqueda de
aquello que satisface una necesidad. ¿Cuál es la necesidad originaria, de la cual
surgen todas las demás necesidades? Esta necesidad consiste en saber, pensar,
conocer. De aquí surge toda Gnosis o episteme.

Este “fenómeno” se da, desde el hombre y con el hombre, lo cual quiere decir que la
filosofía y el filosofar es una actitud del pensamiento, del conocimiento, de la
capacidad que distingue al hombre de los irracionales.
El hombre, desde el momento en que aparece sobre la tierra, ha poseído esta
facultad de pensar, y la ha ejercitado enfrentándose con los problemas que le
plantea la realidad, tratando de darles solución con sus propios recursos racionales;
sin importar que haya surgido por creación o por evolución.

Algunos filósofos han expuesto esta tendencia en el hombre. A través de Platón, en


su diálogo “El Banquete”, donde expone en forma magistral el concepto “Eros” o
amor, El “amor” es la capacidad que tiene el hombre para admirarse frente a su
mundo; es una actitud desinteresada y natural para buscar lo que le falta. Admirarse
es la primera virtud del hombre. Es una divina inquietud que hace que lo que otros
pasan por alto, sin vislumbrar problema alguno, el que tiene un barniz filosófico
percibe un problema que resolver. Platón sostiene que es esta admiración y no otra
cosa lo que marca el origen de toda filosofía.

También Aristóteles, en el primer libro de su obra “La Metafísica”, dice: “gracias a la


admiración o “curiosidad” los hombres empiezan a filosofar. Es la admiración de los
que se preguntaron por la génesis del universo lo que dio inicio a la actividad de la
filosofía.

Y la misma tendencia natural del hombre es definida por Heidegger como “una
disposición interior a través de la cual se abre el ser para conocer el ente.
Igualmente, el filósofo español José Ortega y Gasset define la primera fase de toda
filosofía como una “preocupación”; y sostiene: “...el que quiera vivir la verdadera vida
humana, vida de decisión continua, no tiene otra salida que preocuparse, pensar,
filosofar”.
Todos estos pilares de la filosofía coinciden, en diferentes épocas de la historia, en
señalar una misma actitud humana en la que se origina toda filosofía, todo
conocimiento y toda ciencia. De todas estas posturas sobre el origen del acto de
filosofar podemos definir la filosofía como la manifestación del pensamiento, como
una respuesta del hombre frente al mundo circundante, un resultado del contacto del
hombre consigo mismo, con los demás y con el mundo. Algunos filósofos han
denominado este inicio con el nombre de “asombro”. Cuando preguntamos ¿Qué es
el tiempo?, ¿Quién soy yo?, ¿Qué es el universo’?, estamos ante cuestiones que
resultan de la reflexión sobre la admiración que conduce al hombre filósofo el
encuentro con el ser.
6.1.2 Concepción Religiosa o Teocéntrica

Aun antes de que floreciera Grecia y se fundara Roma, y antes de que se


estableciera el imperio Persa, ya el hombre de las culturas orientales (China, Egipto,
India, Etc.) se encontraba con un gran desarrollo del pensamiento filosófico desde
una concepción teocéntrica. Esta referencia histórica, tanto en el tiempo como en el
espacio, nos remite a posturas específicas centradas en los conceptos: Dios, Alma,
Hombre. El hombre de estos estados antiguos realiza su cuestionamiento y espera
la respuesta a sus cuestiones e interrogantes de su dios, o del dios que representa
la necesidad que expresan estos cuestionamientos: dios de la lluvia, del sol, de la
tierra, del amor.
Una de las culturas antiguas que más aportó a la filosofía fue La India, donde
existían centenares de dioses, por lo cual se conoce esta por su filosofía politeísta;
así el concepto politeísmo significa que estos pueblos manifestaban su cultura a
través de muchos y diferentes dioses, que daban respuestas a los cuestionamientos
del hombre según la necesidad, la finalidad y el objetivo en sus diferentes
manifestaciones sociales.

Otra doctrina de la filosofía oriental es el budismo, que hace referencia al dios Buda
o el iluminado, que contenía la cuarta encarnación del ser supremo. Esta creencia
ha influenciado a todas las culturas orientales y occidentales hasta nuestros días.

En China, surgen otras concepciones filosóficas diferentes y de mayor influencia en


toda la historia de las religiones, la filosofía y las ciencias. Estas concepciones son
las contenidas en los textos de los filósofos Lao Tsé y Confucio, los cuales
constituyen los pilares del pensamiento filosófico oriental, con una notable influencia
en toda la edad antigua de la historia de la filosofía. Lao Tsé representa una filosofía
metafísica. Según él, el Tao o Gran Camino, significa la razón primordial o principio;
es el Ser y la nada; es infalible. El alma humana es la encarnación del Tao. La moral
consiste en obrar para absorber el Tao. Esta doctrina es la de Taiwán hoy día.
Confucio, por su parte, Sostiene que la moral es el fin y la razón de todas las
ciencias. Entre las obras más importantes de este gran pensador oriental chino
tenemos: La Invariabilidad del medio, Conferencias filosóficas y Diálogos.

Confucio, en su filosofía, afirma la inmortalidad del alma. Dios es la misma


naturaleza y la fuerza de la materia está constituida por los espíritus. Por esta razón
el confusionismo representa la expresión del panteísmo que es el carácter divino de
todo lo existente en la naturaleza. De esto se concluye que Confucio cayó en un
ateísmo y en materialismo.

En el pensamiento persa y todas sus manifestaciones culturales, nos encontramos


con una concepción religioso-filosófica basada en el dios Zoroastro, en el cual está
contenido el dualismo del bien y del mal. Y en Egipto los sacerdotes representan la
sabiduría, encamando el politeísmo de las Eliópolis (Menfis y Tebas). Los egipcios
se distinguen en la historia de la filosofía por el cultivo de las ciencias: la astronomía,
la agricultura, la arquitectura y otras; todas basadas en principios de carácter
religioso. En esta cultura, corno en toda la cultura oriental, existen dioses para las
diferentes actividades a las que se dedica el hombre en su cotidianidad.
Sin olvidarnos de Caldea donde predominó una concepción diferente a los demás
pueblos orientales, donde el creador del mundo es único: el Omarca, es la materia
caótica de cuya división se hizo el cielo y la tierra. Esta es una concepción filosófica
monoteísta, basada en un solo Dios, cuya creencia es asimilada por el cristianismo
occidental que se expandió por todas las culturas de creencias monoteístas, hasta el
Imperio Romano.

En este contexto histórico surge el pensamiento puesto en acción para dar


respuestas a las necesidades de un absoluto, de un Dios. Pues, en la descripción
anterior el hombre se independizó de su Dios y se produjo el rompimiento del puente
de la gracia divina que le servía de soporte para la totalidad de su existencia en el
mundo.

De este modo surge la multiplicidad de las religiones, a través del politeísmo, como
una forma equivocada de volver a su Dios, falsificando la realidad de su deidad.
El hombre de los estados orientales antiguos realiza su cuestionamiento y “espera la
respuesta” a sus cuestiones e interrogantes de su dios, o del dios que representa la
necesidad que expresan estos cuestionamientos: dios de la lluvia, del sol, de la
tierra, del amor. En todas sus manifestaciones culturales nos encontramos con una
concepción religioso-filosófica basada en un dios.

¿Cuándo surge la filosofía desde esta concepción teocéntrica? La respuesta a esta


cuestión se limita a sostener que el origen de la filosofía sucede cuando el hombre
cae en la cuenta de su necesidad de redención. No podemos ubicar un tiempo, ni un
espacio, pero sí sabemos, a través de todas las referencias históricas de los pueblos
orientales, que la necesidad de este conocimiento surge en el hombre como
respuesta a su búsqueda de sí y de lo otro. Todo lo cual constituye un saber riguroso
basado en la contemplación de la deidad como sujeto y motivo de los
cuestionamientos del hombre.

6.1.3 La Concepción Histórico-Científica

¿Dónde surge la filosofía como conocimiento logrado a través del esfuerzo de la


razón humana? Esta cuestión ha tenido una diversidad de respuestas diferentes de
acuerdo al criterio de la cientificidad de la filosofía. Sin embargo, un gran consenso
de la filosofía occidental nos ha justificado y convencido de que este esfuerzo de la
razón, en busca de objetivos claros y métodos precisos, ha tenido su cuna en la
Grecia antigua, alrededor del siglo VII a. de C. y se basa en la reflexión sobre el
mundo circundante.

Esto significa que el hombre deja de cuestionarse mirando hacia arriba (actitud
teocéntrica) y comienza a cuestionarse mirando hacia abajo, a su alrededor (actitud
científica). Se pregunta ¿cómo surge el universo? ¿Por qué se mueven o cambian
las cosas? Esto no significa que la filosofía, desde su origen histórico constituyó una
ciencia, con toda la rigurosidad que ésta conlleve; lo que queremos denotar en esta
afirmación es la actitud y el proceder de los primeros filósofos griegos en su
búsqueda de respuestas a sus múltiples cuestionamientos sobre la realidad
circundante.
En esta cultura griega se diseña lo que se conoce en los textos y mapas de la
historia de la filosofía, como la cuna de la filosofía occidental, cuya primera etapa se
denomina filosofía presocrática, porque contiene las diferentes posiciones filosóficas
anteriores al surgimiento de Sócrates en Atenas. Esta es la visión que desarrollamos
en el siguiente tema.

Este acontecimiento se produjo debido a las condiciones históricas que vivían los
griegos y las influencias recibidas de las culturas orientales, algunos ciudadanos
griegos y atenienses comenzaron el intercambio de todas clases de ideas y
descubrimientos, conjuntamente con la fundación de las grandes ciudades y la
expansión comercial en las costas del Asia Menor y el sur de Italia.

Un elemento muy importante de estos hombres de ciencia: Tales de Mileto,


Anaxímenes, Anaximandro, Heráclito, etc. consistente en la independencia de su
estilo de pensamiento de las religiones y de los mitos de las culturas orientales y de
la misma cultura griega. Pues, es sabido que muchos siglos antes del apogeo de
Grecia las culturas de China, India, Egipto, etc. Nos presentan manifestaciones
concretas de un pensamiento desarrollado.

Ya en oriente se podía contar con ideas filosóficas, algunas de las cuales


presentaban soluciones al problema del ser. Tanto las ideas de los orientales como
de los occidentales (griegos) partían del hecho de que la materia había existido
siempre no era resultado de la creación de un Dios.

En los siguientes temas hacemos una diferenciación de estos dos escenarios


geográfi05 en cuanto a su visión y exposición de los problemas filosóficos. En el
lejano oriente esta visión se centra en concepciones doctrinales en relación con las
divinidades; se basaba en deidades (visión teocéntrica); mientras en las
concepciones de los griegos los sistemas filosóficos se centran en las cuestiones
sobre el universo; se basaba e elementos de la naturaleza o cosmos (visión
cosmocéntrica o cosmológica)

La historia de la filosofía como pensar sistemático y riguroso tiene una antigüedad


que ha sido considerada de distintas maneras por los historiadores de este saber
esencial en el desarrollo vital del hombre en la sociedad. Algunos consideran, como
hemos dicho anteriormente, que, en las culturas más antiguas, la India, China,
Egipto, ya se encontraban significativas aportaciones y reflexiones que pueden ser
concebidas como filosóficas.

Por estas razones dedicamos estas referencias históricas de la filosofía para resaltar
sus puntos más sensibles al desarrollo del pensamiento filosófico de oriente y de
occidente hasta nuestros días.
6.2 LA FILOSOFÍA EN EL PENSAMIENTO ORIENTAL (VISIÓN TEOCÉNTRICA)

6.2.1 Generalidades Sobre las Culturas Antiguas Orientales

En lo que es el pensamiento filosófico en las distintas culturas orientales existen tres


ideas básicas que penetran las variaciones del pensamiento oriental y responden a
las preguntas universales: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde
vamos?

Las respuestas fundamentales a estas cuestiones y que sirven de base del


pensamiento oriental se pueden resumir en estas tres: Somos cambio, venimos de la
unidad, vamos a ella por el yoga o transformación del ser hacia la trascendencia.

La idea del cambio: De este modo, la idea del cambio para los orientales significa
que la realidad fluye y cambia perpetuamente. Pero estos cambios no corresponden
a un caos, sino a una evolución con sentido, donde todo sucede por mutaciones
encauzadas dentro de las leyes naturales del movimiento. El tipo de mutaciones
permitidas que se dan en la realidad lo hacen de tres modos diferentes de cambio:

El universo es unidad armónica, donde todo se corresponde: La armonía implica que


la realidad es un camino en el cual comienza y termina un proceso de diferentes
estados y operan en esta realidad varios ciclos según el principio de reversión, para
nivelar los puestos y volver a la armonía inicial.

Esta es la idea del eterno retorno, idea profundamente arraigada en la mentalidad de


oriente; en el mito cosmológico hindú donde prima la naturaleza cíclica de la
creación y destrucción del universo. No se separa creación de creador y postula un
ser que segrega de sí y recoge al universo. Los actos de creación y de recogimiento
universal se repiten en intervalos que son períodos de inmensa duración, que van
marcando un ritmo de cambio que es cíclico.

El hombre es capaz de transformarse por sí mismo: La metamorfosis, es la ley que


ordena el continuo cambio cósmico, la dialéctica o interacción entre opuestos y se
encuentra relacionado con los conceptos de karma y armonía. La transformación es
el karma en acción para restaurar el equilibrio de la armonía universal.

Por otra parte, los aportes de las filosofías orientales consisten en la idea de la
unidad del universo y la perfección humana lograda por el yoga. Por ejemplo, el
aporte en la filosofía china reside en la forma de ver el mundo y de vivir integrado en
el fluir de la naturaleza. Se excluye el concepto de ley y lo sustituye el orden.

6.2.2 La Filosofía en la India

Geográficamente propicia para las invasiones. Se le considera como la cuna de una


de las culturas más antiguas del mundo. En el año 1600 a.C. los arios invadieron el
noroeste de la India y desde allí pasaron al oriente y al sur. Así fueron formando una
cultura resultante de la mezcla de su propia cultura aria con la cultura indú,
apareciendo entonces, la cultura induaria, donde evolucionó el pensamiento
filosófico de la India.

Lo primero que debe tenerse en cuenta es que el espíritu de los indúes se dirige
más a lo eterno que a lo temporal, de ahí la dificultad para precisar las fechas.
Tampoco se habla de pensadores concretos, puesto que la persona no interesa,
sólo permanecen sus pensamientos.
En la evolución del pensamiento indú sobresalen dos períodos: Período Veda: (1500
a.C. — 500 a.C.) y Período Clásico (500 a.C. — 1000 d. C.)
a) Período Veda: Se caracteriza por la unidad alrededor de la religión Brahamánica
nombre que viene de unos escritos de carácter religioso, de épocas diversas y de
autores anónimos, llamados Vedas. La extensión de los vedas equivale a unas seis
veces la Biblia. Dentro de estos escritos hay una división según el oficio que
desempeñaba en el culto: Convocador: King Veda (versos). Cantor: Sama Veda
(cantos), Oficiante: Yagu Veda (plegarias), Sumo Sacerdote: Atarva Veda (fórmulas
mágicas).

Año por año, estos libros recibían adiciones de acuerdo al tiempo en que aparecían,
se hacían nuevas divisiones. La época principal es aquella en que surgen los
Upanishadas que son fórmulas muy secretas aparecidas más o menos del 750 al
500 a.C. Según esta doctrina de los Upanishadas, en un principio no aparece la
diferenciación entre las cosas animadas y las inanimadas… la materia se confundía
con el espíritu... se creía que todo estaba animado y que los hombres no se
diferenciaban de las cosas.

En este ambiente de bajo nivel cultural apareció una pregunta filosófica: ¿Habrá algo
oculto detrás de la multiplicidad de las cosas’ ¿Este mundo, con todas sus cosas,
habrá tenido un principio?. Todo se queda en la duda radical, pero lo que sí parece
claro es el deseo de buscar la unidad.

A lo largo de toda la literatura Upanishada se respira un ambiente de marcado


pesimismo. En ella sobresalen tres doctrinas: Doctrina del Brahman: Originalmente
significó oración; más tarde conocimiento religioso y finalmente, el principio creador
cósmico, el fundamento original de todas las cosas. Doctrina del Atman:
Originalmente significó soplo, aliento; luego, lo más íntimo del propio yo, del alma,
del espíritu. En una palabra, se entendía por Atman “el en sí mismo”.
Doctrina de la Transmigración de las Almas: Sostiene que después de la muerte el
alma se traslada al punto de partida y de acuerdo a la bondad o maldad de sus
actos, nacerá nuevamente buena o mal y poco a poco se irá purificando.
El no reencarnarse se logra cuando se llega a la sabiduría y en esa perfección, el
hombre pierde su individualidad y se identifica con el Brahman. En los Upanishadas,
el Brahman se identifica con el Atman... no son diferentes porque en el mundo sólo
hay una esencia, que desde el punto de vista universal es el Brahman y desde el
punto de vista particular es el Atman. La unidad es característica en la filosofía indú.

b) período Clásico: Sobresalen en este período cinco características fundamentales,


que Son: a) Las críticas abundantes y profundas contra el Brahamanismo, b) La
aparición de un materialismo demasiado exagerado y de un misticismo profundo, c)
Los autores de este período son históricos, d) La lengua empleada para expresar las
doctrinas es muy popular. e) La filosofía de este período no es una filosofía
esotérica, sino abierta a todas doctrinas ortodoxas, son fácilmente conciliables con el
Brahamanismo.

En el presente trabajo no nos referiremos a las doctrinas ortodoxas conciliables, sino


que explicaremos brevemente las doctrinas heterodoxas que no eran conciliables
con el Brahamanismo.
En primer término, nos referimos al materialismo de los Charvakas, que es una
doctrina o sistema que no solamente ataca el Brahamanismo, sino toda clase de
religión. Según ellos lo único existente es la materia... los seres animados se
reducen a fenómenos materiales. El fin de la existencia para ellos es el deleite
material. En un segundo lugar existía el Jainismo, que estaba dividido en varias
sectas, entre ellas los albos y los desnudos. Según ellos, el mundo está compuesto
de seres animados e inanimados y el hombre es, ante todo, alma, pero un alma
contaminada por la materia. Por eso éste, mediante la penitencia, ha de lograr
independizarse lo más que pueda de la materia, para poder llegar a la felicidad.

En tercer lugar, en este período clásico se desarrolló la doctrina del Budismo, con
una amplia expansión en las culturas occidentales posteriores. Se fundamenta en la
persona de Buda, nacido probablemente en el año 576 a.C. Su verdadero nombre
era Sidharta Gautama. Su vida está envuelta en muchas leyendas de carácter
mitológico. Pertenecía a una familia noble, pero pronto se dio cuenta de los
sufrimientos de los demás y se propuso realizar una renovación. Se hizo monje, con
un método de penitencia exagerado... pronto se decidió a adoptar otro método.
Adoptó el nombre de Buda que significa el Iluminado y agrupó a sus discípulos en
pequeñas comunidades.

Las verdades fundamentales del Budismo las podemos resumir en las siguientes:

La existencia es sufrimiento; el sufrimiento tiene su origen en el deseo; si el deseo


es fuente de sufrimiento, para suprimirlo es necesario suprimir el deseo. Para
suprimir el deseo hay que recorrer ocho etapas: Creencia pura, Vida Pura, Acción
pura, Afán puro, Palabra pura, Intención pura, Pensar puro y Auto - contemplación
pura.

Los elementos que constituyen esta doctrina son: El Dharma, que es el nombre dado
a todos los elementos constitutivos de las cosas y son inanimados. Incluso los
elementos constitutivos de los seres animados y de los dioses, son inanimados para
esta doctrina. Los Dharmas duran un instante, por eso el mundo es una ilusión, una
fantasía, por cuanto todo va cambiando. También el alma es un cambio continuo,
sólo vivimos u instante. El Dharma es, pues, un instante.
Otros elementos importantes del budismo son: El Dharma como Ley, sostiene que el
cambio continuo no se realiza por el azar, sino que obedece a una ley: la ley de la
causalidad que también se llama Dharma y que rige, no sólo la casualidad física,
sino también el obrar del hombre. Esta ley se va desarrollando en un ciclo continuo y
puede considerarse como absoluta... todo lo demás es relativo.

También está el Nirvana, es la extinción del deseo que produce el sufrimiento; se


puede entender como momentos o estados a los que llega el alma a través de sus
diversas reencarnaciones, o también como la felicidad definitiva y última a la que
llega el alma y esa felicidad no es más que la ausencia del dolor. Por último, existía
lo Absoluto, que es impersonal y que se identifica con la ley que rige el movimiento.

6.2.3 La Filosofía en China


El pensamiento filosófico de la cultura china ha sido conocido a través de los
tiempos con las diferentes exposiciones e interpretaciones de dos escuelas
diferentes en sus concepciones del mundo, del hombre y de Dios. Estas dos
escuelas se llaman: El confucionismo, cuyo principal exponente es Confucio y el
Taoismo, representado en el gran filósofo Lao Tse.

a) El Confucionismo: Confucio (551-479), su nombre significa “Maestro de la familia


Kun”. Era muy ambicioso, quería alcanzar el poder político de su estado para poner
en práctica las leyes estatales que él mismo había ingeniado. Influyó mucho con sus
escritos, entre los que sobresalen: “Los Cinco Libros King”, de los cuales los cuatro
primeros son totalmente obra suya... el quinto fue escrito, en parte por él y en parte
por sus discípulos y “Los Cuatro Libros Clásicos”: fueron escritos por sus discípulos,
pero contienen sus enseñanzas.

La doctrina del Confucionismo se caracteriza por estar dirigida al hombre. Es


antropocéntrica. En ella no se encuentra ninguna teoría metafísica sobre el origen
del mundo. Es más que todo una ética, parecida, en cierto modo, a la ética
evangélica. Considera al hombre como un ser eminentemente social, con una
proyección hacia los demás. El ideal de todo hombre, según Confucio, es ser sabio y
este ser sabio consiste en guardar el equilibrio, por eso recomienda el conocimiento
y el amor a los demás y al mundo, pero sin apegarse a ellos. Dice que para ordenar
el Imperio y hacerlo apto para el progreso ha de ordenarse primero a los individuos,
luego a las familias y después las ciudades.

b) El Taoísmo (Lao Tse): Probablemente del año 600 a.C., por tanto, anterior a
Confucio. Su nombre significa “Viejo Maestro”. Escribió una obra llamada “Tao-Te-
King”, que se traduce “Libro sobre el Camino y la Virtud”. Entendiendo el Tao como
principio. Lao Tse considera que el Tao es el principio de todas las cosas, la causa
primera, identificada con la ley que rige todo cuanto existe, y esa ley, a su vez, no
está condicionada por ley alguna, es ley en sí misma... es una ley eterna e
impersonal.

En otro sentido considera el Tao como camino en el cual el hombre encuentra su


realización. Al igual que Confucio, tiene en su ética, ciertas semejanzas con la ética
cristiana.

6.2.4 Filosofía de la Cultura Egipcia

Hasta la fecha, los egiptólogos no han logrado ponerse de acuerdo respecto a


aquello que pudo ser la creencia primitiva del antiguo Egipto en asuntos religiosos.
Existen en primer término, cuestiones de orden cronológico muy difíciles de superar.
Luego, también la diversidad de sistemas religiosos usados más tarde en cada una
de sus provincias (nomes) del Egipto antiguo. Cada una de ellas tenía sus dioses y
ritos especiales con lo cual se dificulta el trabajo en torno a la forma primitiva de su
mentalidad religiosa.

Es sabido que la historia de Egipto no se ha registrado con relativa exactitud sino a


partir del siglo VII a. C. Anterior a esta fecha, la cronología se da en dinastías.
Cálculos aproximados, sitúan la primera dinastía hacia el año 5,500 a.C., dinastía
fundada por Menes. Este soberano encuentra establecido todo un sistema jerárquico
de dioses, a cada uno de los cuales está consagrada alguna de las grandes
ciudades.

Subsiste así el problema sugerido de averiguar cuál haya podido ser la religión que
estableciera dicha jerarquía de dioses.

Los investigadores se deciden por la existencia de varias tendencias religiosas: el


monoteísmo, el politeísmo, el henoteísmo (culto a un dios principal, sin excluir a lo
secundarios); el totemismo, animismo, religión solar o adoración del sol y adoració11
de la naturaleza.

Las últimas dos formas tienen a su favor el hecho de ser fuerzas elementales de la
naturaleza. Algunas de sus divinidades más importantes las conocemos como Ra (el
sol), Nut (el firmamento), Set o Tyfón (la tierra). Además, sus grandes leyendas
religiosas, inseparables de su complicadísima mitología, hacen de Osiris (una de
cuyas múltiples actividades es la de personificar las fuerzas y fecundidad de la
naturaleza), de su mujer Isis y de Horus, su hijo, divinidades del orden natural.
Creían que el destino del alma después de la muerte, su destrucción o felicidad
dependía de la conducta que el individuo había practicado en vida.

Para que el muerto pudiese defender su causa ante el tribunal de Osiris, se colocaba
al lado de su sarcófago el Libro de los muertos, especie de guía para el otro mundo,
donde el muerto encontraba las indicaciones de todo lo que debía hacer para
justificarse ante sus jueces. Razón tenía Heródoto, el gran historiador griego, al
referirse a los egipcios como “los más religiosos de todos los hombres”. Admirado
este ilustre viajero de la proliferación de los dioses en las tierras del Nilo, dijo
igualmente de sus habitantes: “Oh buenas gentes, a quienes hasta en sus mitos
huertos nacen dioses”.

Otra de las causas del atraso de la verdadera cultura y por lo mismo de la


especulación filosófica entre los egipcios, fue la organización misma del estado
absolutista, bajo la autoridad despótica y omnímoda del Faraón. A éste se
consideraba como hijo de dios y personificación de la divinidad en la tierra, a su
muerte, entraba a figurar, automáticamente, entre los dioses inmortales.

Las nobles conquistas del espíritu y la razón, una de las más gloriosas de las cuáles
es la filosofía, o la investigación del cómo y el porqué de las cosas, no medra allí
donde la fuerza bruta sojuzga al espíritu y donde el látigo del amo habla más recio
que todas las voces del alma.

No fue otro el medio en que vive su historia el Egipto faraónico. La enormidad de las
realizaciones materiales de este pueblo, en pirámides, ciudades, templos, estatuas,
canales, mausoleos, etc., no guarda proporción de ninguna clase con lo escaso de
su desarrollo espiritual.

Tan solo un pueblo de esclavos, bajo la consigna de un déspota, pudo haber


levantado aquellos inútiles colosos de materia., ninguno de los cuales tiene la
grandeza espiritual y eterna que admiramos, verbigracia, en las grandes creaciones
del arte y el pensamiento de los griegos.

6.2.5 La Filosofía de los Pueblos Hebreos

No existió entre los hebreos, como tampoco existió entre los egipcios, ni en el
mazdeísmo, la Filosofía racional y científica, o la Filosofía sistemática. Sin embargo,
y gracias a la revelación divina, el pueblo hebreo conoció y poseyó un conjunto de
verdades teológicas, metafísicas, morales y político-sociales, que constituyen una
Filosofía y una ciencia, muy superiores, en cuanto a verdad y pureza de doctrina, a
todas las ciencias y a todos los sistemas filosóficos de las antiguas culturas y
civilizaciones orientales; algunos sostienen que hasta superiores a las de Grecia y
Roma. Para convencerse de ello, bastará exponer sumariamente ese conjunto de
verdades, comparándolas de paso con las ideas, máximas y práctica de otras
naciones y pueblos.

Enfoque monoteísta: Enfrente del panteísmo y dualismo de los demás pueblos


orientales el pueblo hebreo, enseñado por la palabra divina, afirma la existencia de
un Dios único, personal, vivo, eterno, trascendente, distinto y superior al mundo,
inteligente, libre, omnipotente, infinitamente santo, justo y misericordioso para con el
hombre.

La idea de la creación se presenta ahora como emanada de la sustancia divina..


Sólo el pueblo hebreo, iluminado por Dios, sabe y afirma que el mundo y los seres
que lo constituyen fueron producidos y sacados de la nada en cuanto a toda su
substancia, mediante la acción omnipotente, libre e infinita de Dios. (Omarca)

Dios pues, es principio y causa del mundo y de todos los seres, no sólo en cuanto a
su forma, distinción y orden, sino también en cuanto a la materia, y, por
consiguiente, es causa, principio y razón suficiente de todo lo que constituye el
Universo-mundo, sin que por eso el mundo sea parte de su substancia, ni Dios
dependa en nada ni para nada del mundo, sin el cual existió desde la eternidad.
Hasta los nombres mismos y las definiciones que la Escritura atribuye a Dios,
entrañan y revelan altísimo y superior concepto de la divinidad sobre todos los
demás pueblos, aun los más civilizados.
Dios es autor, creador y padre común de todos los hombres, los cuales, todos, sin
distinción de razas, pueblos ni personas, son iguales entre sí, porque son hecho a
imagen y semejanza de Dios; son hermanos e iguales, porque son hijos del mismo
padre terreno y celestial, llevan impreso el sello divino, y están destinados todos a la
vida eterna en Dios. Excusado es llamar la atención acerca de la inmensa
superioridad de esta doctrina, sobre las teorías y máximas de los demás pueblo
contemporáneos del hebreo, en los cuales, aparte de la esclavitud, dominaba el
régimen de castas bajo una forma u otra.

Principios fundamentales de esta nueva filosofía monoteísta: La inmortalidad del


alma: El alma es inmortal y el premio o castigo de ésta después de la muerte, y
hasta la resurrección del cuerpo, son verdades que, además de desprenderse e
inferirse lógicamente de otros dogmas, principios y sentencias de la Biblia hebrea, se
hallan consignadas terminantemente en varios pasajes de la misma, bastando
recordar y citar al efecto, lo que se lee en el Eclesiástico, en el libro de Job y en el de
los Macabeos, principalmente al narrar en los últimos el martirio de los siete
hermanos.

Para Manú, y en general para el panteísmo, el mal trae su origen de Dios; Zoroastro
busca su origen en un segundo dios opuesto al Dios del bien. Moisés enseña que el
mal trae su origen de la voluntad finita y creada, o sea del abuso de la libertad
concedida a los ángeles y al hombre, única teoría que es dable conciliar con la
bondad infinita y creadora de Dios, la existencia y el origen del mal moral.

La idea moral y político-social de los hebreos:

La moral de los demás pueblos antiguos, a vuelta de algunos preceptos puros y


elevados, contiene siempre máximas y reglas, o inmorales, o ridículas, o que tienden
a la idolatría. La moral del pueblo judío, comprendida en los diez preceptos del
Decálogo, es la expresión más filosófica y práctica de la ley natural; excluye toda
inmoralidad y toda tendencia idolátrica o politeísta, y se coloca a distancia inmensa
de todos los códigos morales de los demás pueblos, al establecer como primer
precepto y base de todos los demás, el amor de Dios sobre todas las cosas y el
amor general del prójimo.

En la India, en el Egipto y hasta en Roma, la propiedad y el dominio de la tierra


vienen a ser derecho casi exclusivo de ciertas castas o clases. En la nación de Judá
el país fue dividido entre todas las tribus y familias con perfecta igualdad. Dios dice a
Moisés que dijera a su pueblo, “El País será dividido y repartido por suertes entre
todos los hijos de Israel, por familias y tribus, de manera que se dará una mayor
porción a los que sean en mayor número, y porción menor a los que sean en menor
número”. Y para que esta igualdad no desapareciera con el tiempo, se instituyó el
año sabático o quincuagésimo, que las propiedades enajenadas volvían a sus
primeros dueños.

Es muy común decir que el gobierno del pueblo israelita fue teocrático; afirmación
muy inexacta ciertamente, a no ser que por teocracia se entienda el reconocimiento
del dominio supremo de Dios sobre todo reino, como lo tiene sobre todo el mundo.
Con más propiedad y verdad que en el pueblo de Israel, la teocracia debe buscarse
en el Egipto de la antigüedad, la Asiria, la Caldea y otras naciones, cuyos reyes
recibían apoteosis en vida y recibían culto divino, con estatuas, templos y demás
manifestaciones idolátrico-teístas, cosa que no sucedía con los jefes y reyes del
pueblo de Judá.

Entre los hebreos, más que teocracia, podemos hablar democracia. Es verdad que
Dios solo reina en Israel; pero su representante humano, su oráculo, por decirlo así,
no es el sacerdocio o sacerdote, sino el pueblo o el ciudadano. El pueblo es el que
gobierna, o por sí mismo, o por medio de delegados legos, unas veces con el
nombre de jueces, y otras con el carácter de reyes. Mientras que el sacerdote
egipcio lo posee todo, el sacerdote judío, nada posee, lejos de alimentar a los demás
hombres, espera y recibe de ellos su subsistencia.

Otra concepción que distingue las culturas hebreas es que la condición de la mujer,
del hijo y hasta la del esclavo entre los judíos, era muy superior y muy diferente de la
que tenían entre las naciones que carecían de la luz de la revelación mosaica, y que,
tanto en esta parte como en otros muchos puntos, el mosaísmo fue la preparación
del cristianismo y el prólogo del Evangelio.

Nótese bien que esta moral tan pura y superior a la de las demás naciones, y, sobre
todo, que esta grande idea monoteísta, a la vez que las elevadas ideas religiosas
que la acompañan en el pueblo judío, arrancan en el terreno histórico de un hombre
que había nacido, se había educado y crecido en medio de un pueblo cuya moral y
cuyas costumbres eran la antítesis del Decálogo, como sus ideas y prácticas
religiosas eran la antítesis del monoteísmo judaico.

Las descripciones que encontramos en Heródoto y en otros antiguos historiadores


acerca de la moral y religión de los pueblos de la Caldea, demuestran bien
claramente la verdad de que este fenómeno histórico, la vocación de Abraham,
constituye una prueba, la más convincente de la realidad y existencia de la
revelación divina. Preciso es que interviniera aquí una iluminación divina y superior,
una influencia sobrenatural; porque sólo así se comprende que el hombre del
fetichismo, el hombre nacido y educado en la más grosera idolatría, se convirtiera
repentinamente en padre de los creyentes, en el progenitor de un pueblo que afirma,
defiende y practica la idea monoteísta, rodeado perseguido y acosado por pueblos y
naciones politeístas.
La moral pura y el culto monoteísta del pueblo de Abraham, sólo decaen y
degeneran de una manera permanente, a consecuencia del largo roce con naciones
extrañas durante la cautividad babilónica. Desde entonces, jamás aparecen en el
seno del pueblo judaico gérmenes visibles de descomposición, encarnados de una
manera permanente en el culto de la letra y en el formalismo externo de los fariseos;
en el ascetismo ultra místico de los esenios, y más todavía en la secta de los
saduceos con sus doctrinas negativas y con su indiferencia religiosa.

La religión y la moral del pueblo de Abraham, de Moisés y de los profetas, se


hallaban seriamente amenazadas en su existencia, cuando el Verbo de Dios se hizo
carne y habitó entre nosotros, para restituirlas a su pureza primitiva, y, sobre todo,
para desenvolverlas y completarlas, para colocar a la humanidad en el camino de la
verdad y de la vida eterna, para enseñar al hombre a adorar a Dios en espíritu y en
verdad.

Del cielo a la tierra descendieron entonces en el Verbo y con el Verbo ideas nuevas,
grandes y fecundas, a cuyo contacto se estremeció la humanidad, abatida a la sazón
y postrada en el lecho del dolor y de la muerte. Pero resonó en su oído la voz
augusta del Salvador, que le decía: “Surge et ambula”, levántate y marcha. Y la
humanidad marchó desde entonces, y marcha hoy y marchará siempre, a la victoria
contra el mal en la vida presente, a la conquista del bien supremo en la vida futura.
6.3 PERÍODO, ESCUELAS Y FILÓSOFOS MÁS DESTACADOS DE LA EDAD
ANTIGUA EN OCCIDENTE

6.3.1 Generalidades, el Paso del Mito al Logos


En la Grecia de la antigüedad se dan algunas características y condiciones sociales,
en las cuales pululan muchas preguntas fundamentales. Entre esas cuestiones
poden estar las siguientes: ¿Por qué el pensamiento oriental en general no es
considerado como pensamiento filosófico? ¿Por qué se considera, desde el punto de
vista histórico, que el pensamiento filosófico racional se inicia en Grecia, y no en
oriente? Simplemente porque el pensamiento filosófico, como el esfuerzo de la razón
en busca de la verdad, se inicia cuando un pueblo se desprende de sus propias
tradiciones y utiliza la razón para llegar a la verdad. Por esto Grecia es considerada
como Cuna de la filosofía.

Si dejamos aparte el “oscuro problema” de la filosofía oriental (India, China, Egipto y


los hebreos), donde lo más problemático es el sentido de la misma palabra filosofía,
y se considera como una actitud contemplativa, entendemos lo que ha sido esa
realidad en occidente. Y, como consecuencia, encontramos que la primera etapa de
la filosofía, como actitud reflexiva — racional, se inicia desde y con los griegos. Es
en Grecia donde se produce el cambio del mito al logos. Con ella emerge una actitud
humana concreta, dando origen a un ingrediente filosófico novedoso, del cual surgen
dos consecuencias importantes:

Primero, en Grecia se asiste a la germinación del filosofar con una pureza y


radicalidad superiores a toda la posteridad. Segundo, la circunstancia vital e histórica
del hombre griego antiguo consiste en averiguar por qué el hombre, al llegar a cierto
nivel de su existencia, se vio obligado a ejercitar un quehacer rigurosamente nuevo y
desconocido, que hoy llamamos filosofar.

Como han sostenido algunos, la filosofía es hija del ocio. Esta idea nos permite
afirmar que solo cuando la sociedad se divide en clases y aparecen hombres que
pueden vivir del trabajo ajeno se dan las condiciones necesarias para el surgimiento
y desarrollo del pensamiento filosófico. Este suceso se ubicaría en el periodo
histórico en que se desintegra la comunidad primitiva y comienza a establecerse la
formación económica social esclavista.

Hacia el siglo VII a. de C. se produce en Grecia el pensamiento racional. Pero este


fenómeno no sucede de un día para otro; pues, una serie de cambios sociales,
económicos e ideológicos motivaron una nueva forma de pensar el universo y los
fenómenos que en él suceden.

Es el momento en que las oscuridades de la esclavitud dirigida por la aristocracia


dejan pasar rayos del sol de la democracia. La nobleza poseía las tierras y dirigía los
ejércitos para las guerras. Los valores de la sociedad griega se basaban en las ideas
de que lo más importante era el linaje o la fama.

La revolución sin precedentes ocurrida en los ámbitos de las culturas griegas


alrededor del siglo VII a. de C. fue un acontecimiento que sirvió de fundamento al
surgimiento y desarrollo de la filosofía y de las ciencias en el mundo occidental.

Esta revolución llevada a cabo por algunos “intrusos” de la Grecia antigua se debió a
los grandes cambios producidos por la naciente democracia, el desarrollo de las
técnicas de navegación el cambio del trueque por la moneda, la intervención de una
ideología mítica clara iniciada por la síntesis de Homero a través de la Ilíada y la
Odisea.

Estas transformaciones socioeconómicas e ideológicas son causas que motivaron


para que Grecia se constituyera en la cuna del pensamiento occidental.
En sus centros comerciales más importantes (ciudades estado) así como en las
Colonias del mediterráneo florece la filosofía, término que en griego significa: amor
por la sabiduría.

Por estas razones apoyamos la idea de que la filosofía en sus comienzos estuvo
mezclada con la mitología, con el misticismo y concepciones religiosas, debido a
que, por un lado, esta filosofía griega estuvo vinculada con las culturas orientales de
Egipto, India, China y Babilonia; pero, por otro lado, experimentó el cambio de visión
del mundo, iniciada por hombres específicos, como Tales de Mileto y una larga lista
de “hombres de ciencia” que aplicaron teorías racionales para explicar los
fenómenos a su alrededor. Pues, no fue toda la cultura griega, sino algunos griegos
los que propiciaron enderezar las costumbres de sus conciudadanos y enunciar
lecciones que la experiencia les dictaba. Eran hombres de acción y prudentes;
poetas e intérpretes de las tradiciones religiosas, que tomaron la decisión de la
especulación filosófica.

Como hemos visto, es en Grecia que encontramos la primera actitud histórica de la


filosofía como una visión científica del mundo objetivo. En todos los primeros
pensadores griegos existió como característica predominante la observación de la
naturaleza, sin destacar una experimentación verdaderamente metódico-científica, y
sin que se evidencie una profundidad en el análisis y la desintegración de los
fenómenos en la naturaleza misma. Pues, la enfocan como un todo, en sus rasgos
generales, por lo que podemos decir que emplean la intuición directa, lo cual más
tarde les cede el paso a otros métodos, conformando la racionalidad científica.

Sin embargo, Grecia se vio enriquecida por las influencias recibidas desde el oriente,
a través de sus relaciones culturales de muchos siglos. Esta influencia era pobre en
las hipótesis de comprobación de los fenómenos; pues, como hemos dicho, en el
oriente existían concepciones en las que la divinidad lo hacía todo; el hombre se
cuestiona, pero espera las respuestas, lo cual implica una actitud contemplativa.

Por esto los griegos se ven en la necesidad de crear y formular hipótesis para
explicar la nueva realidad circundante, lo cual implica una actitud reflexiva,
adquiriendo así la paternidad de los sistemas elaborados que han servido de fuente
al pensamiento filosófico de occidente; el hombre se cuestiona, pero busca sus
propias respuestas.
Todas las hipótesis del pensamiento griego perseguían describir y justificar el origen
del mundo concreto. Lasdos primeras hipótesis más generales de toda la filosofía en
el primer período presocrático fueron: ¿De qué se hizo todo en el universo? y ¿Por
qué se produce el cambio o el movimiento? Estas dos cuestiones condujeron a la
búsqueda de un principio u origen del mundo físico y del cambio que en él se opera
(Arjé o Arché). Estos planteamientos se convierten, más tarde, en el objeto por
excelencia de la filosofía occidental, por lo menos de todo lo que se ha conocido a
través de la historia como la filosofía antigua, que abarca desde Tales de Mileto
(Siglo VII a. C.) hasta la Filosofía Helénica (Siglo IV d. C,).
Estos primeros filósofos griegos del Período Presocrático, conocidos como filósofos
de la naturaleza o fisiólogos, porque estudiaban la fisis, para dar la explicación o
buscar el fundamento primigenio o el principio que sirviera de causa u origen a todo
lo existente. A este Principio lo identificaron con los términos griegos “Arjé” o “Arché”.

Cada uno de estos filósofos daba una solución distinta a las mismas hipótesis de la
constitución y movimiento del universo, siempre en busca de la respuesta a la
pregunta ¿De qué se originó todo lo existente?

En todas las culturas de la historia de la filosofía ha habido pensadores y filósofos en


el estricto sentido de la palabra. Sin embargo, la filosofía se presenta como una
creación exclusiva del genio griego. Siempre hubo hombres dados a las
especulaciones, pero no cabe duda que los griegos se encontraron con una serie de
inevitables influencias orientales y con una libertad muy amplia para desarrollar su
originalidad: no soportaban monarquías de derecho divino que les impusieran un
credo oficial, la religión era más bien una práctica social y de afirmación de raíces
culturales. Además, los primeros filósofos florecieron en las colonias de Asia menor y
la magna Grecia, donde esa libertad era mucho mayor desde el punto de vista
político y social.

En conclusión, fueron los griegos (“intrusos”) los primeros que se inquietaron frente a
la realidad circundante y comenzaron a filosofar. Fueron los primeros que se
lanzaron tras la búsqueda de un primer principio, que les diera una explicación
fundamental de la realidad. Nos enseñaron que para filosofar hay que admirarse
(Platón y Aristóteles).

6.3.2 El Periodo Presocrático o Filosofía de la Naturaleza (Siglos VII al V a. C.):

Es conocido también en la filosofía occidental como Período Cosmológico,


representado por una serie de pensadores que desarrollan su actividad en diferentes
regiones y ciudades Griegas. Son los primeros filósofos de la naturaleza, porque,
desde un materialismo ingenuo, una dialéctica espontánea e Hilozoísmo, pensaron
desde su propia realidad, desde su propio mundo. Estos pensadores han sido
agrupados por escuelas, según la forma en que dieron respuestas a las dos (2)
hipótesis fundamentales de toda la filosofía del periodo presocrático: a) ¿De qué se
hizo todo? y b) ¿Por qué se mueven las cosas?

En la primera cuestión se manifiesta la búsqueda de un principio, causa, origen o


sustrato de lo cual se constituye el universo. La segunda cuestión responde a la
búsqueda de la razón del cambio, o movimiento permanente que sucede en las
cosas. Estas respuestas eran dadas a partir de la observación de la realidad
material, por lo cual constituye una actitud fundamental para una reflexión basada en
el método de las ciencias. La búsqueda permanente de esta ley, de este principio
explicativo del universo y de toda realidad, es lo que constituye lo que conocemos
con el nombre de “Arjé” o Arché.

En este pensamiento Presocrático se desarrollan tres corrientes de pensamiento


distintas, formando tres escuelas, que se agrupan según coinciden en las respuestas
dadas a las dos hipótesis antes mencionadas ¿De qué se hizo todo? y ¿Por qué se
mueven las cosas?. Las tres (3) primeras escuelas de la historia de la filosofía que
constituyen este periodo, son las siguientes:

a) Escuela Jónica o de los Milesios (Corriente Cosmológica): Esta escuela sigue una
reflexión filosófica basada en la corriente cosmológica. Está representada
fundamentalmente por Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes. Es la escuela
naturalista propiamente dicha, fundada en Jonia.

En esta escuela señalamos caracteres muy determinados; como son: La


observación cuidadosa de la naturaleza, el uso de la razón para explicar las
hipótesis ¿De qué se hizo todo? y ¿por qué cambia la materia?, la búsqueda de una
sustancia universal o primera (Arche o Arje), de la cual están compuestos todos los
cuerpos del universo. Con esta actitud metódica es que desarrollan sus respectivas
ideas los siguientes representantes de esta corriente cosmológica. Los filósofos
destacados de la Escuela Jónica son:

1)TALES DE MILETO (624 a.C. 548 a.C.)

Filósofo y matemático griego. Ninguno de sus escritos ha llegado hasta nuestros


días; a pesar de ello, son muy numerosas las aportaciones que, a lo largo de la
historia, desde Heródoto, Jenófanes o Aristóteles, se le han atribuido. Entre las
mismas cabe citar los cinco teoremas geométricos que llevan su nombre (todos ellos
resultados fundamentales), o la noción de que la esencia material del universo era el
agua o humedad.

Aristóteles consideró a Tales como el primero en sugerir un único sustrato formativo


de la materia; además, en su intención de explicar la naturaleza por medio de la
simplificación de los fenómenos observables y la búsqueda de causas en el mismo
entorno natural, Tales fue uno de los primeros en trascender el tradicional enfoque
mitológico que había caracterizado la filosofía griega de siglos anteriores.

Su pensamiento: Dijo que el Principio Constitutivo de todas las cosas naturales es el


agua. Pero lo importante fue el problema suscitado: la noción de principio, y el
sentido de la filosofía como búsqueda de principios. El saber filosófico pretende
hallar el principio que ahora y siempre impulsa, sostiene, y hace crecer el universo
visible.

Tales es el primer filósofo que busca la causa de la naturaleza en la naturaleza


misma, y propone una solución materialista, es decir, todo el cosmos es materia y su
“Arjé” ha de ser material. A través de su idea de que el agua es la sustancia primera,
de la cual surge el movimiento y la vida, elabora inferencias, tales como la existencia
de un polo Antártico no perceptible directamente por los sentidos.

También en esta forma supone que a todo fenómeno sucede uno que le es contrario
cualitativamente, lo cual le lleva a establecer como contrario: Agua - Fuego, Húmedo
- Seco, Verano - Invierno. Esta paridad simétrica de la naturaleza, que implica la
concepción de cadenas causales, se desarrollará en el pensamiento griego
posterior.
2)ANAXIMANDRO (610 a.C. 545 a.C.)

Filósofo, geómetra y astrónomo griego. Se dedicó a múltiples investigaciones, que le


llevaron a la afirmación de que la Tierra es esférica y que gira en torno a su eje.
También se le atribuye el trazado de un mapa terrestre, además de otros trabajos
como la fijación de los equinoccios y los solsticios, y el cálculo de las distancias y los
tamaños de las estrellas.

Su pensamiento: Sustituye el principio del agua por el Ápeiron, para explicar la


unidad material del mundo. Se trata ya de un principio más sutil, que es al mismo
tiempo el fin de las cosas y que se mueve conforme a leyes. Este principio (arché) el
Ápeiron constituye «lo indefinido e indeterminado». Es el principio constitutivo de la
naturaleza para Anaximandro; es lo que no tiene límites, algo indeterminado, lo
indefinido. En griego, “ápeiron” es lo común a toda la naturaleza precisamente por
no estar determinado.

3)ANAXÍMENES (588 a.C. 534 a.C.)

Filósofo griego. Discípulo de Anaximandro y de Parménides, se desconocen los


detalles de su vida y sus actividades. Miembro de la Escuela milesia, afirmó que el
principio material y primero, el origen de todas las cosas (arché) era el aire y lo
infinito, a la vez que sostuvo que los astros no se mueven bajo la Tierra sino en
torno a ella. Según la información del historiador Apolodoro, vivió hacia la época de
la toma de Sardes y murió antes de que la ciudad de Mileto fuera destruida (494
a.C.).
Su pensamiento: Concibió el mundo como un ser vivo, análogamente a como
concebía el alma de los hombres: «De la misma manera que nuestra alma, que es
aire, nos sostiene, igualmente un soplo y el aire envuelven el mundo entero.»
Dice que el Arjé es el aire. Intenta reconciliar a los autores anteriores. Es decir,
admite que el origen de todas las cosas es indeterminado, pero se niega a aceptar
que sea un misterio. Tiene que ser posible conocerlo por la experiencia.

b) Escuela Pitagórica o Itálica (Corriente Matemática: El fundamento de la


concepción filosófica de esta escuela está en la corriente matemática. Fue fundada
por Heráclito de Éfeso (530-470 a. C.)… reconoce al Fuego como la sustancia
inicial; y fortalecida por Pitágoras de Samos (580-500 a. C.), fundamenta toda su
filosofía en el Número, por lo que se conoce creador de la corriente matemática.

En esta escuela, conocida con el nombre de Pitagórica, se va al análisis de un


objeto sólido cualquiera, el cual está compuesto por partes (un cubo, por ejemplo);
pero estas partes pueden corresponderse o no de una manera simétrica, la cual es
representable en una relación matemática que conserve esa simetría.
Desmenuzando analíticamente el cuadrado, éste está compuesto primeramente de
planos de superficie, de líneas, y estas líneas, de puntos; todos estos elementos
están en una relación precisa, que es la que constituye todas las formas semejantes
a él.

Otra concepción de esta escuela es la que considera el movimiento como


movimiento del Ser que afecta su propia esencia, y no como movimiento en el Ser,
puesto que aquél es su desenvolvimiento. Sin embargo, como el movimiento del
cosmos fluye continuo, no es cuantificable, ya que es considerado como movimiento
vivo de generación y degeneración o corrupción; está sujeto a periodicidades
calculables matemáticamente. Todo fenómeno tiene su contrario y ambos se
presuponen mutuamente. Es como si la naturaleza se desarrollase conforme a una
paridad simétrica y el movimiento fuese de uno a otro polo guardando el equilibrio o
la armonía. Los filósofos destacados de esta Escuela son:

1)PITÁGORAS (569 a.C.- 475 a.C.)

Filósofo y matemático griego. Se tienen pocas noticias de su vida que puedan


considerarse fidedignas, ya que su condición de fundador de una secta religiosa
propició la temprana aparición de una tradición legendaria en torno a su persona.
Parece seguro que fue hijo de Menesarco y que la primera parte de su vida la pasó
en Samos, la isla que probablemente abandonó unos años antes de la ejecución de
su tirano Polícrates, en el 522 a.C.

Es posible que el gran pensador y matemático viajara entonces a Mileto, para visitar
luego Fenicia y Egipto; en este último país, cuna del conocimiento esotérico, se le
atribuye haber estudiado los misterios, así como geometría y astronomía. Algunas
fuentes dicen que marchó después a Babilonia con Cambises, para aprender allí los
conocimientos aritméticos y musicales de los sacerdotes.

La comunidad pitagórica estuvo seguramente rodeada de misterio; parece que los


discípulos debían esperar varios años antes de ser presentados al maestro y
guardar siempre estricto secreto acerca de las enseñanzas recibidas. Las mujeres
podían formar parte de la cofradía; la más famosa de sus adheridas fue Teano,
esposa quizá del propio Pitágoras y madre de una hija y dos hijos del filósofo.

Al conjunto de su pensamiento se le llama pitagorismo. Fue un estilo de vida,


inspirado en un ideal ascético y basado en la comunidad de bienes, cuyo principal
objetivo era la purificación ritual o catarsis a través del cultivo de un saber en el que
la música y las matemáticas desempeñaban un papel importante.

El camino de ese saber era la filosofía, término que, según la tradición, Pitágoras fue
el primero en emplear en su sentido literal de «amor a la sabiduría». También se le
atribuye haber transformado las matemáticas en una enseñanza liberal mediante la
formulación abstracta de sus resultados, con independencia del contexto material en
que ya eran conocidos algunos de ellos; éste es, en especial, el caso del famoso
teorema que lleva su nombre y que establece la relación entre los lados de un
triángulo rectángulo, Una relación de cuyo uso práctico existen testimonios
procedentes de otras civilizaciones anteriores a la griega.

El esfuerzo para elevarse a la generalidad de un teorema matemático a partir de su


cumplimiento en casos particulares ejemplifica el método pitagórico para la
purificación y perfección del alma, que enseñaba a conocer el mundo como armonía;
en virtud de ésta, el universo era un cosmos, es decir, un conjunto ordenado en el
que los cuerpos celestes guardaban una disposición armónica que hacía que sus
distancias estuvieran entre sí en proporciones similares a las correspondientes a los
intervalos de la octava musical.
En este sentido, entendían que la medicina tenía la función de restablecer la
armonía del individuo cuando ésta se viera perturbada, y, siendo la música
instrumento por excelencia para la purificación del alma, la consideraban, por lo
mismo, como una medicina para el cuerpo. La santidad predicada por Pitágoras
implicaba toda una serie de normas higiénicas basadas en tabúes como la
prohibición de consumir animales, que parece haber estado directamente
relacionada con la creencia en la transmigración de las almas; se dice que el propio
Pitágoras declaró ser hijo de Hermes, y que sus discípulos lo consideraban una
encarnación de Apolo.

A diferencia del monismo de los filósofos que le precedieron, un sólo principio da


explicación a la “Physis” o naturaleza, Pitágoras funda una escuela, mezcla de casta
religiosa y mística, que inicia el dualismo. Para Pitágoras son los números el
principio que rige el cosmos, los cuales se reducen al Uno, fruto de la dualidad
par/impar, ilimitado! limitado. Su escuela desarrollará las matemáticas como
lenguaje, capaz de representar la armonía musical del cosmos.
2)HERÁCLITODE ÉFESO (540 a.C.- 470 a.C.)

Filósofo griego. Muy poco se sabe de la vida de Heráclito de Éfeso, apodado el


Oscuro por el carácter enigmático que revistió a menudo su estilo, como testimonia
un buen número de los fragmentos conservados de sus enseñanzas. Éstas, según
Diógenes Laercio, quedaron recogidas en una obra titulada De la naturaleza, que
trataba del universo, la política y la teología -aunque probablemente esta subdivisión
la introdujera una compilación alejandrina de los textos de Heráclito-, pero lo que ha
llegado hasta nosotros de su doctrina se encuentra en forma fragmentaria y sus
fuentes son citas, referencias y comentarios de otros autores.

Algunos de estos fragmentos presentan, sin embargo, la apariencia de aforismos, lo


cual apoya la idea de que su estilo de pensamiento fue oracular.

Ello ha dado pie, incluso, a formular la hipótesis de que Heráclito no escribió en


realidad, ningún texto, sino que sus enseñanzas fueron exclusivamente orales, y que
fueron sus discípulos los encargados de reunir lo esencial de ellas en forma de
sentencias. Sea como fuere, la oscuridad de Heráclito ha quedado caricaturizada en
la leyenda acerca de su muerte:

Enfermo de hidropesía, preguntaba enigmáticamente a los médicos si podrían de la


lluvia hacer sequía; como ellos no lo entendían, se enterró en estiércol en la
suposición de que el calor de éste absorbería las humedades, con el resultado de
que aceleró el fatal desenlace. De creer a Diógenes Laercio, la causa de la afección
habría sido su retiro en el monte, donde se alimentaba de hierbas, movido por su
misantropía.

El desprecio de Heráclito por el común de los mortales concordaría con sus


orígenes, pues parece cierto que procedía de una antigua familia aristocrática, así
como que sus ideas políticas fueron contrarias a la democracia de corte ateniense y
formó parte del reducido grupo integrado por nobles principalmente, que simpatizaba
con el rey persa Darío, a cuyos dominios pertenecía Éfeso.
A tenor de lo que se desprende de los diversos fragmentos, Heráclito explicó la casi
totalidad de los fenómenos naturales, atribuyendo al fuego el papel de constituyente
común a todas las cosas y causa de todos los cambios que se producen en la
naturaleza. La importancia que concedió a la afirmación de que todo está expuesto a
un cambio y un flujo incesantes, seguramente fue exagerada por Platón, quien
contribuyó de manera decisiva a perpetuar la imagen del filósofo efesio como
exponente de un relativismo radical.
El universo, para Heráclito, está ciertamente formado por contrarios en perpetua
oposición, lo cual es condición del devenir de las cosas y, al mismo tiempo, su ley y
principio; pero los contrarios se ven conducidos a síntesis armónicas por el Logos,
proporción o medida común a todo, principio normativo del universo y del hombre
que, en varios aspectos, resulta coextensivo con el elemento cósmico primordial, el
fuego, por lo que algunas interpretaciones los identifican.

Cada par de opuestos es una pluralidad y, a la vez, una unidad que depende de una
reacción equilibrada entre ambos; el equilibrio total del cosmos se mantiene merced
a la interacción sin fin entre los opuestos, garantía de que el cambio en una
dirección acabará por conducir a otro cambio en la dirección contraria. El Logos
expresa la coherencia subyacente de las cosas, que los hombres deben tratar de
comprender, ya que la sabiduría consiste en entender cómo se conduce el mundo, y
ese entendimiento ha de ser la base de la moderación y el autoconocimiento, que
Heráclito postuló como ideales éticos del hombre.

Afirma que el cambio es lo más común en la naturaleza, no hay nada que


permanezca. La mejor forma de conocimiento es la discusión ola polémica. Lo que
mueve el cosmos es la lucha de contrarios, la guerra. Pero todo este aparente caos,
está organizado, la explicación del caos es el “Logos” (orden, inteligencia,...) La
razón del caos está en que todos son contrarios y a la vez lo mismo.
El Logos es equiparable al fuego, como el fuego era, es, y será, siempre
encendiéndose y apagándose según convenga a la naturaleza. Su máxima: NADIE
PUEDE BAÑARSE DOS VECES EN EL MISMO RÍO CON LAS MISMAS AGUAS,
PORQUE SON DISTINTAS CADA INSTANTE.

c) Escuela Eleata (Corriente Ontológica): Esta escuela ha sido calificada como


idealista, debido a que su fundamento filosófico es ontológico, es decir, está basada
en la búsqueda del Ser. Entre sus representes tenemos a: Parménides de Elea,
reconoce el universo como una esfera inmutable; Zenón de Elea, discípulo de
Parménides, defiende la inmovilidad a través de las aporías.

El conjunto de los filósofos representantes de esta escuela forman la corriente


ontológica en la cultura griega. Los más destacados de esta Escuela son:

1)PARMÉNIDES DE ELEA (540 a.C. 470 a.C.)

Filósofo griego. Su doctrina, todavía objeto de múltiples debates, se ha reconstruido


a partir de los escasos fragmentos que se conservan de su única obra, un extenso
poema didáctico titulado Sobre la naturaleza. Partiendo de la identificación del plano
lógico con el ontológico, es decir, tras considerar que nada en el mundo puede
contradecir lo que es necesario desde el punto de vista del pensamiento, realiza un
análisis del «ser» o «lo ente» que le lleva a negar la pluralidad y el movimiento.
Esto es así porque el Ser no puede ser engendrado, pues en ese caso él mismo no
sería el arché (principio) de todas las cosas; no puede cambiar, porque en ese caso
devendría una cosa distinta de lo que es, es decir, no-ser, y el no-ser es
inconcebible; tampoco puede estar dividido, pues entonces debería estar separado
por algo distinto de sí mismo, lo que implicaría de nuevo el no-ser. en todo ello se
deduce que lo ente es inmutable, único, eterno e indivisible, y que la pluralidad y el
movimiento son irracionales e ininteligibles, pura apariencia.

Existe aún polémica sobre si debe entenderse esta afirmación en sentido literal o de
otro modo. En cualquier caso, los atributos que Parménides atribuyó al ser fueron
transferidos por Demócrito y Empédocles al átomo, y se hallan en el origen del
materialismo filosófico. Por otro lado, su doctrina inició la llamada escuela eleática,
cuya figura más representativa fue Zenón de Elea, que dedicó sus esfuerzos a
problematizar la posibilidad del movimiento a través de una serie de paradojas que
se harían célebres.

Parménides escribe más como poeta que como filósofo. Para entender su
pensamiento hay que distinguir entre ente y ser. Lo ente es lo que aparece, lo
constituido como existente, determinado, visible. El ser es el aparecer mismo, lo que
hace que algo en general aparezca. (Parménides pretende quitar al ser todas las
determinaciones del ente o dicho de otra manera todo no ser). Lo ente en realidad
es apariencia, propiamente no es. El “ente” es propiamente inmóvil, no cambia,
siempre permanece. Las cosas sensibles, por ser sensibles propiamente no son
“ente”, cambian, no permanecen. Pensar es oponerse al conocimiento sensible para
buscar el conocimiento en lo inmutable, es decir, en el ente.

Tanto Heráclito como Parménides tratan de salvar la distinción entre el ser y la


apariencia de ser, entre ser sensible y ser inteligible, es decir, buscan una unidad
inmanente a las cosas que al mismo tiempo nos permita comprender la
determinación y explicar la diferencia. Esa unidad es en lo que consiste la “fisis”.

2) EMPÉDOCLES DE AGRIGENTO (484 a.C. - 424 a.C.)

Filósofo y poeta griego. Para dar cuenta de los cambios a los que está sometido el
mundo, Empédocles afirmaba que debe haber más de un principio, por lo cual
postuló la existencia de cuatro elementos: la tierra, el aire, el fuego y el agua, de
cuyas combinaciones surgen todas las cosas. Por ello, nada es verdaderamente
destruido, sino sólo transformado en otra combinación. El amor y el odio serían los
principios de atracción y repulsión que dominan alternativamente el curso del
universo, en un ciclo siempre repetido. Empédocles desempeñó también un papel
muy importante en el desarrollo de la escuela de medicina de Sicilia y al parecer
salvó a la ciudad de Sileno de una plaga. Una leyenda explica que, cansado de la
vida y de que la gente no cree en su carácter divino, Empédocles se suicidó saltando
al cráter del volcán Etna.

Dos principios enfrentados, (atenuando su materialismo), Amor y Odio, se encargan


de mover la naturaleza y provocar las combinaciones de los cuatro elementos.

3) DEMÓCRITO DE ABDERA (460 a.C. 370 a.C.)


Fue un filósofo griego, tan famoso en su época, como Platón o Aristóteles, debió de
ser uno de los autores más prolíficos de la Antigüedad, aunque sólo se conservan
fragmentos de algunas de sus obras, en su mayoría de las dedicadas a la ática,
pese a que se le atribuyen diversos tratados de física, matemáticas, música y
cuestiones técnicas.

Fundó la doctrina atomista, que concebía el universo constituido por innumerables


corpúsculos o átomos sustancialmente idénticos, indivisibles («átomo» significa, e
griego, inseparable), eternos e indestructibles, que se encuentran en movimiento en
el vacío infinito y difieren entre sí únicamente en cuanto a sus dimensiones, su forma
y su posición.

La inmutabilidad de los átomos se explica por su solidez interior, sin vacío alguno, ya
que todo proceso de separación se entiende producido por la posibilidad de
penetrar, como con un cuchillo, en los espacios vacíos de un cuerpo; cualquier cosa
sería infinitamente dura sin el vacío, el cual es condición de posibilidad del
movimiento de las cosas existentes.

Todo cuanto hay en la naturaleza es combinación de átomos y vacío: los átomos se


mueven de una forma natural e inherente a ellos y, en su movimiento, chocan entre
sí y se combinan cuando sus formas y demás características lo permiten; las
disposiciones que los átomos adoptan y los cambios que experimentan están
regidos por un orden causal necesario.

En el universo, las colisiones entre átomos dan lugar a la formación de torbellinos a


partir de los que se generan los diferentes mundos, entre los cuales algunos se
encuentran en proceso de formación, mientras que otros están en vías de
desaparecer. Los seres vivos se desarrollan a partir del cierto primitivo por la acción
del calor, relacionado con la vida como también lo está el fuego; de hecho, los
átomos del fuego y los del alma son de naturaleza similar, más pequeña y
redondeada que los demás.

La ática de Demócrito se basa en el equilibrio interno, conseguido mediante el


control de las pasiones por el saber y la prudencia, sin el recurso a ninguna idea de
justicia o de naturaleza que se sustraiga a la interacción de los átomos en el vacío.
Según Demócrito, la aspira natural de todo individuo no es tanto el placer como la
tranquilidad de espíritu (eutimia); el placer debe elegirse y el dolor, evitarse, pero en
la correcta descremación de los placeres radica la verdadera felicidad.

Se considera a Demócrito el que inició el atomismo o la teoría atómica. Todo está


compuesto por partículas indivisibles, átomos, a los que otorga las características
del ser de Parménides. Todo el cambio es consecuencia del choque entre los
átomos (meCaflicsm0) separados por el vacío. No cree necesaria ninguna fuerza
oculta que explica el movimiento, como su antecesor. Sostiene que el Ser es la
sustancia material concreta y el no-ser, el espacio vacío en el cual la sustancia se
mueve, tan necesario el uno como el otro. El átomo es el Uno, principio de
individualización del Ser. Este se une a otros Uno (átomos) y forma combinaciones
que constituyen cosas.
El método exhaustivo explicado por Demócrito, en el cual se suponía a toda figura
compuesta por capas delgadas superpuestas las unas alas otras, conduce al
razonamiento de que lo que se nos presenta como inicidad es, realmente, una
multiplicidad de unidades más pequeñas que el cuerpo mismo.

El átomo será así una unidad física concreta, pero partiendo de un concepto
matemática racionalista. Esto elimina las incongruencias lógicas de Pitágoras al
considerar al número abstracto como físico. Pues, los átomos no son números,
aunque se llegue a ellos mediante el razonamiento matemático, son una pluralidad
infinita de materia en cantidades discretas.

6.3.3 Período Socrático o Antropológico

a) Los Sofistas: Al conjunto de ideas de un grupo de pensadores que se


distinguieron por su relativismo moral y escepticismo sobre la verdad se le conoce
como Relativismo y escepticismo de los Sofistas. Al principio se designaba con ese
nombre a todo aquel que dominaba determinada ciencia técnica o arte.
Posteriormente se identificó como filósofo, hasta convertirse en un término
peyorativo, gracias a las críticas de Platón y Aristóteles. Platón los llamó
comerciantes de enseñanza y magos del lenguaje, y Aristóteles dijo que eran
poseedores de una sabiduría aparente. Los sofistas se centraban en conocimientos
prácticos, y están completamente desinteresados por la filosofía de la naturaleza
(Protágoras y Gorgas). Los filósofos destacados de esta corriente son:

1) PROTÁGORAS DE ABDERA (480 a.C. - 410 a.C.)

Fue el primero en adoptar el calificativo de sofista y el precursor de la


profesionalización de la enseñanza retórica. Recorrió a lo largo de cuarenta años
gran parte de las islas del Mediterráneo y parece ser que en el 445 a.C. se
estableció en la ciudad de Atenas, donde alcanzó una gran reputación, Amigo de
Pendes, al parecer murió ahogado durante un viaje a Sicilia, cuando huía de las
acusaciones de impiedad de las que fue objeto en Atenas a la muerte de aquél (416
a.C.).

La doctrina de Protágoras ha sido interpretada, desde Platón, quien le dedicó un


diálogo titulado “Protágoras”, como un relativismo que se expresaría en la célebre
máxima de que «el hombre es la medida de todas las cosas». Afirmaba que de los
objetos conocemos, no lo que son, sino lo que nos parecen, no la esencia, sino la
apariencia, al tiempo que defendía el carácter convencional de las normas morales.
Lo más importante de Protágoras es “el relativismo de la verdad”, es decir, las cosas
no son de una única manera para todos, sino que dependen del modo de conocerlas
de cada persona. El único modo de conocimiento válido es la sensación, y, además,
los hombres nos guiamos por convencionalismos, sin importar lo cerca de la verdad
que estén Gorgias lo que añade además es el escepticismo. El escepticismo niega
la posibilidad del conocimiento: “En realidad nada existe, y si existiera sería
incognoscible”. Si algo pudiera ser conocido es imposible comunicarlo, en
conclusión, debemos dedicarnos únicamente a dar opiniones.

2) GORGIAS: (487 a. C. - 390 a. C.)


Conocido como “el Nihilista,” un natural de Leontini en Sicilia. En 427, cuando va es
avanzado en años, él vino a Atenas en una embajada de su ciudad nativa, para
implorar la ayuda contra el Siracusano. El estilo acabado de su discurso llevaba a la
admiración general. Él era acertado en el objeto de su misión, y vuelto
inmediatamente a casa; pero él pronto se volvió a Atenas, que él hizo sus jefaturas,
viajando a través de Grecia, como los otros sofistas, y ganando mucho renombre y
beneficio de una gran cantidad de discípulos.

Gorgias declinó asumir el nombre de sofista, prefiriendo el de retórico. Él profesó no


enseñar virtud, pero el arte de la persuasión; es decir para dar a sus discípulos tal
preparación absoluta en el discurso, eso debe convencer a sus oyentes
independientemente de cualquier conocimiento del tema. Él no encontró su
instrucción en ningún sistema retórico definido, sino dio a sus pupilos los pasos
estándares de la literatura para aprender de memoria y para imitar, practicándolos
en el uso de figuras retóricas. Él apareció en persona, en varias ocasiones, en
Delphi, Olympia, y Atenas, con los discursos modelo que él publicó luego. Debe ser
recordado que fue Gorgias que ayudó a difundir el dialecto del ático como la lengua
literaria de la prosa. Sobrevivió Sócrates, terminó sus días en Larissa en Thessaly.
Algunos autores ubican su edad entred los 92 y 97 años.

Su pensamiento se califica como Nihilista. Cuya corriente de pensamiento se


resume en tres asuntos: (a) Nada existe; (b) Si existió cualquier cosa, no podría ser
sabido; (e) Si cualquier cosa salió, y podría ser sabida, no podría ser comunicada.
Para la prueba del primer asunto, “nada existe,” Gorgias se unió a la escuela de los
eleáticos, especialmente a Zenón, quien sostuvo y enseñó que en toda la
multiplicidad y movimiento, es decir, en toda la existencia, hay contradicciones
irreconciliables.

Gorgias también hizo uso de la discusión famosa de Parménides con respecto al


origen del ser. Si existe cualquier cosa, dijo Gorgias, ésta debe haber tenido un
principio. El ser debe haberse presentado del ser, o del no-ser. Si se presentó del
ser, no hay principio. Si se presentó del no-ser, esto es imposible, puesto que algo
no puede presentarse de la nada. Por lo tanto, nada existe.

3) SÓCRATES (470 a.C.- 399 a.C.):

Hijo de una comadrona faenarete y de un escultor Sofronisco, emparentado con


Arístides el Justo. Pocas cosas se conocen con certeza de su vida, aparte de que
participó como soldado de infantería en las batallas de Samos (440), Potidea (432),
Delio (424) y Anfípolis (422). La mayor parte de cuanto se sabe sobre él procede de
tres contemporáneos suyos: el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y
el filósofo Platón. El primero lo retrató como un sabio absorbido por la idea de
identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no
faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras
en una comedia, Las nubes (423), donde se le identifica con los demás sofistas y es
caricaturizado como engañoso artista del discurso.

Las enseñanzas de Sócrates eran realizadas caminando por las plazas y los
mercados de Atenas, donde tomaba a las gentes del común (mercaderes,
campesinos o artesanos) como interlocutores para someterlas a largos
interrogatorios. Este comportamiento correspondía, sin embargo, a la esencia de su
sistema de enseñanza la mayéutica, que él comparaba al arte de comadrona que
ejerció su madre, La Mayéutica fue su método por excelencia, se trataba de llevar al
interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla por sí mismo como alojada ya en su
alma, por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de preguntas
y oponía sus reparos a las respuestas recibidas, de modo que al final fuera posible
reconocer si las opiniones iniciales de su interlocutor eran una apariencia engañosa
o un verdadero conocimiento.

La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de sus enseñanzas,
con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía griega, al
prescindir de las preocupaciones cosmológicas de sus predecesores. El primer paso
para alcanzar el conocimiento, y por ende la virtud (pues conocer el bien y
practicarlo era, para Sócrates, una misma cosa), Consistía en la aceptación de la
propia ignorancia. No dejó doctrina escrita, ni tampoco se ausentó de Atenas (salvo
para servir como soldado), contra la costumbre de no pocos filósofos de la época, y
en especial de los sofistas, pese a lo cual fue considerado en su tiempo como uno
de ellos.

Con su conducta se granjeó enemigos que, en el contexto de inestabilidad en que se


hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron por considerar que su
amistad era peligrosa para aristócratas como sus discípulos Alcibíades o Critias;
oficialmente acusado de impiedad y de corromper a la juventud, fue condenado a
beber cicuta después de que, en su defensa, hubiera demostrado la inconsistencia
de los cargos que se le imputaban. Según relata Platón en la apología que dejó de
su maestro, éste pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún
conservaba, pero prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía obligado
a cumplir la ley de la ciudad, aunque en algún caso, como el suyo, fuera injusta.
Peor habría sido la ausencia de ley.

Sócrates, del que no tenemos más noticias de las que nos da Platón, se empeñó en
una oposición a la filosofía sofista que dominaba su tiempo. Pretendía una ática de
carácter científico, es decir, basada en verdades universales y necesarias. Su
pensamiento se definió como el intelectualismo ético o moral, por hacer coincidir los
conceptos de verdad y bien, de sabiduría y virtud.
El método de la filosofía de Sócrates tiene dos procedimientos, que más tarde serían
repetidos por Platón: La Mayéutica y la Ironía. Con la ironía se libera al interlocutor
de sus prejuicios y opiniones gratuitas, para que tome conciencia de su ignorancia.
Más tarde, con la mayéutica, a partir de preguntas, se saca a la luz los conceptos
exactos que estaban ocultos en el alma. Este método presupone admitir las ideas
innatas y que el conocimiento no consiste más que en descubrirlas.

El intelectualismo ético supone que virtud y sabiduría se identifican; dicho de otro


modo, la sabiduría consiste precisamente en el ejercicio de la virtud. El fin de todo
esto es lograr la autoconciencia que se define con la famosa frase “Conócete a ti
mismo”.
Como la conciencia moral no es distinta de la conciencia social, solo en la “polis”,
puede alcanzarse la auténtica realización de la persona humana. Este modo de
pensamiento, propio de Sócrates, es asumido sin diferencias por su discípulo Platón.
Postula la duda metódica como un principio fundamental en su concepción del
método. Nada debe estimarse cierto sin ser sometido al tribunal de la razón. En su
aspecto formal, el método está compuesto por dos fases: la Ironía y la Mayéutica.

El desarrollo de la inducción es seguramente la contribución más valiosa de


Sócrates al pensamiento histórico de las ciencias. Su análisis de los casos
particulares para llegar al conocimiento general, y la crítica de este último,
representan un enorme avance en el campo de la metodología.

Sócrates se distingue en el transcurrir de la historia de la filosofía por su frase «Sólo


sé que no sé nada».

4) PLATÓN (427-347 a. C.)

Su nombre original es Aristocles, apodado Platón, que significa «el de las anchas
espaldas» por su prestancia física, perteneció a una rica familia aristocrática. A los
dieciocho años, y a través de su maestro Cratilo, entró en contacto con Sócrates,
abandonando su primer interés por la poesía en favor de la filosofía. Permaneció en
estrecha relación con Sócrates hasta la condena y ejecución de éste en el 399 a.C.,
tras lo cual, descontento con la actuación de los demócratas, se refugió en Megara
junto con otros miembros del círculo socrático.

Viajó luego por Egipto y visitó también Siracusa, donde conoció a Dión, cuñado del
tirano Dionisio el Viejo; según una historia poco fiable, a raíz de un conflicto entre el
tirano y Platón, el filósofo acabó siendo vendido como esclavo.

Hacia el 387 a.C., regresó a Atenas y un tiempo después fundó allí su escuela, la
Academia. En el 367 a.C. viajó de nuevo a Siracusa, donde permaneció más de un
año. De nuevo surgieron tensiones, esta vez con Dionisio el Joven, quien había
sucedido a su padre el mismo año de la llegada de Platón; si se considera auténtico
el testimonio de una de las cartas tradicionalmente atribuidas a éste, el motivo de su
viaje fue, a instancias de Dión, el de contribuir a la reforma del gobierno de la ciudad
por su unión con la filosofía, objetivo que se vio frustrado cuando el tirano desterró a
Dión; un tercer viaje a Siracusa (361 a.C.) terminó de modo parecido. Afincado ya en
Atenas, el filósofo murió a la edad de ochenta años.

Sus obras fueron clasificadas en tres grupos o etapas: Etapa de la juventud, o


socráticos, etapa de la madurez y etapa de la vejez

En la Primera se destacan: Apología de Sócrates; Critón, o del deber; Gorgias, o de


la retórica; Menón, o de la virtud; Cratilo, o de la exactitud de las pajabras, entre
otras. En la segunda etapa o de la madurez: Fedón, o del alma; Protágoras, o los
sofistas; El banquete, o del amor; La República, o de la justicia y Fedro, o de la
belleza. En la tercera etapa o de la Vejez o dialécticos: Parménides, o de las ideas;
Teeteto, o de la ciencia; El sofista, o del ser; El político, o de la realeza; Filebo, o del
placer; Timeo, o de la naturaleza y Las leyes.)

El Pensamiento Filosófico de Platón se puede resumir en los siguientes conceptos:


a) La Teoría de las Ideas: La doctrina de Platón está recogida en su totalidad en
forma de diálogos, protagonizados en su mayoría por Sócrates, aunque la doctrina
expuesta en ellos se aleja progresivamente de las ideas del maestro, hasta los
diálogos de madurez, en que Sócrates se convierte en el portavoz de las teorías de
Platón. La más célebre de ellas es la teoría de las ideas, según la cual éstas poseen
el ser propiamente dicho y pertenecen al mundo de las ideas, al que corresponden
los caracteres que Parménides atribuyó al ser: entre otros, la inmutabilidad y la
eternidad; el mundo sensible es mera apariencia, y sus objetos son sombras de las
ideas, con las que se relacionan por participación. La naturaleza de esta relación
entre ambos mundos fue objeto de revisión por el propio Platón en sus diálogos de
vejez, especialmente en el Parménides, y en ella se centrarán las críticas de
Aristóteles.

La teoría de las ideas, expuesta por Platón de forma figurada en el mito de la


caverna en su obra “La República”, ofrece una síntesis que resuelve en parte las
paradojas y los debates que habían enfrentado a los presocráticos, a propósito de la
naturaleza de la pluralidad y el devenir y su relación con la unidad y la estabilidad
exigidas por la razón. El alma humana es inmortal, procede del mundo de las ideas y
se halla caída en el mundo sensible, si bien puede «recordar» las ideas o modelos
que conoció antes de su caída; este proceso, que Platón llamó anamnesis, se erige
en principio epistemológico en el que se funda el saber.

Las ideas no pertenecen al mundo que vemos, es decir al sensible. Ni siquiera están
en nuestro pensamiento, son una realidad auténtica y su mundo es el de las ideas.
Además, las ideas son el paradigma o el modelo de todas las cosas que
encontramos en el mundo sensible. Todas las cosas sensibles reflejan la realidad de
las ideas, y en su forma imitan lo que las ideas son las cosas del mundo sensible en
realidad no son propiamente, sólo tienen la forma de una idea. Un hombre que
encontramos por la calle no es “el hombre”, tiene forma de hombre, nada más. Ni es
inmutable, ni eterno, ni independiente, ni único.

La multiplicidad de seres que encontramos en la naturaleza se debe a que muchas


cosas pueden participar de una idea en diversos grados, y por lo mismo, lo que de
común o similar encontramos en las cosas es porque participan de la misma idea.
Las ideas son la esencia auténtica de todas las cosas. Lo que une al mundo sensible
con el mundo inteligible, con las ideas, es precisamente la participación. Concepto
clave de la teoría y que debemos entender como el acto por el cual varios son parte
de un todo, conservando algo de ese todo, y sin que el todo pierda nada.
El mundo sensible participa del mundo de las ideas porque las cosas materiales
toman la forma de las ideas, y en este sentido decimos que son, pero toman la forma
solamente en parte, porque son una realización múltiple, y cambiable, y en este
sentido podemos decir que no son el verdadero ser es la idea.

La otra manera de estar unidos los dos mundos es la ejemplaridad ética, camino
contrario al de la participación. La participación es un camino descendente que va de
las ideas a las cosas materiales, la ejemplaridad ética es un camino ascendente que
va desde las cosas materiales a las ideas. Las ideas son el fin, el para qué hacia
donde se dirigen las cosas materiales.
El mundo de las ideas está jerarquizado. En cierta manera unas ideas participan de
otras. Este modo de participación se llama comunicación. La comunicación explica
que todas las ideas sean ser en sí, jerárquicamente, porque todas participan de la
idea de Bien. Cada idea de orden inferior está incluida en otra idea de orden
superior, la cual, a su vez, incluye otras ideas al mismo tiempo que está contenida
dentro de Una idea de orden superior. Esta jerarquización de las ideas culmina en la
idea suprema, la idea de Bien. Dicha idea no debe entenderse en su sentido
meramente moral, sino que la idea de Bien es equivalente a la de Orden, y es un
principio de inteligibilidad o de racionalidad, por ello podemos decir de una cosa que
está «bien» en la medida en que realiza todas las funciones que le son propias
según sus fines.

Platón hizo filosofía rechazando dos corrientes: Contra los fisiólogos, y contra los
sofistas. De los fisiólogos criticaba el “materialismo’ y de los sofistas, el relativismo.
Por este doble enfrentamiento Platón se plantea el problema del conocimiento con
dos intenciones, demostrar que no toda la naturaleza es materia, y por otro,
demostrar que es posible alcanzar la verdad, que ésta es única y en ella se
fundamenta una única moral posible.

En contra del relativismo de los sofistas, defiende Platón que como el alma preexiste
a todo, y es común a todos los que usan la razón, ha de haber algo que es
inmutable, y puede ser comúnmente conocido por todos los seres que tienen alma
racional. Su pensamiento se encaminará a buscar el auténtico objeto del
conocimiento y, bajo la influencia pitagórica, considerará las matemáticas como
modelo de conocimiento.

Sin embargo, Platón intentó conciliar posturas presocráticas ya que, dando la razón
a Heráclito, afirma que el mundo sensible está continuamente sometido al cambio y
al devenir, de forma que nunca es propiamente, ya que siempre está siendo, con lo
cual muestra que no tiene la razón de ser en sí mismo y, por ende, es una realidad
derivada.
Pero Parménides tiene razón, piensa Platón, si en lugar de pensar en el mundo que
captan nuestros sentidos pensamos en aquellas entidades que, como los números o
las figuras geométricas, no se alteran. Estas tres mesas concretas que están ahí,
por ejemplo, hace cien años no existían y dentro de cien años probablemente
habrán dejado de existir, pero las nociones de «tres» y de «mesa» no se alteran por
ello. De la misma manera debe entenderse lo real sensible: todo cuanto existe en el
mundo físico es una repre5entón de otra realidad diferente, la del mundo de las
ideas.
b) La Teoría del Conocimiento: Con el entendimiento se alcanza el conocimiento de
lo que realmente es, muchas veces, llamado por Platón lo realmente “ente”. Para
Platón, el conocimiento es intuitivo y lo que se conocen son ideas, que en griego
proceden del verbo ver. La palabra idea tiene dos sentidos, uno como acto de la
mente que conoce, (la idea subjetivamente considerada), otro sentido, como el
objeto que se conoce (idea objetiva). Platón utiliza la palabra idea siempre en el
segundo sentido.

La percepción sensible sólo nos ofrece apariencias y las ideas que de ellas surgen
son mera opinión (doxa). La verdad está en el mundo de las Ideas, inmutables y
eternas, que sólo se puede alcanzar con el empleo de la Dialéctica, mediante el
verdadero saber (episteme). Las cosas participan de las Ideas y son su copia
imperfecta.

Para salir de las tinieblas de la caverna e ir a la luz del reino de las Ideas, primero,
debe estudiarse la Aritmética, para elevarse por medio de la pura inteligencia a la
contemplación de la esencia de los números. En segundo lugar, la Geometría, a
condición de fijamos en las ideas que represente. En tercer lugar, una Geometría,
aún no inventada, decía Platón, la de los cuerpos sólidos de las tres dimensiones.
En cuarto lugar, la Astronomía, estudiada con el mismo espíritu científico.

Pero todo esto no es más que el preludio de la verdadera ciencia, la Dialéctica, que
es la ciencia filosófica que permite llegar a la verdad. La Dialéctica es ciencia y es
método, y permite llegar a las ideas más elevadas. Sin embargo, existen dos tipos
de dialéctica: La Ascendente, que culmina en las ideas del bien; y la Descendente,
que culmina en las cosas más humildes, la cual permanece en la búsqueda
constante de la verdad.

Así, la idea del bien como culminación de todas las ideas indica que todas ellas
están ordenadas jerárquicamente según un orden, y es la que permite que, en el
mundo de las ideas, todo cuanto es sea como debe ser, es decir, según su orden.
En la cumbre de la jerarquía de ideas se sitúan de menor a mayor las ideas de
Justicia, Belleza y Bien. El bien es lo más perfecto, la causa de todo lo justo y de
todo lo bello. La idea que ofrece toda verdad. El bien tiene un doble papel: Difusivo y
Unitivo. Difusivo porque es causa de todo y unitivo porque es la cúspide de toda la
realidad.

Ante la pregunta ¿Cuántas ideas existen?, cabe contestar: Hay tantas ideas como
especies de cosas en el mundo sensible; hay tantas ideas como conceptos
abstractos podamos pensar.

En los últimos diálogos Platón tiene ciertas dudas sobre la teoría de las ideas, al
tener que admitir ideas que se corresponden con la esencia de cosas ridículas. Así,
Platón evoluciona, por influencia pitagórica, de lo cualitativo a lo cuantitativo,
concibiendo las ideas como esencias objetivas, realmente existentes,
independientes de la mente humana, y son el fundamento del conocimiento, a la vez
que las bases ontológicas del conjunto del mundo sensible. Y no es necesario
afirmar (como lo había hecho en “la República”) que hay ideas de todas las cosas
(incluidas las artificiales, como las mesas o las camas), sino sólo es preciso aceptar
la existencia de algunas clases de ideas: la idea del Bien, la de la Belleza, la Verdad
y la Simetría; las ideas éticas y las virtudes fundamentales (justicia, sabiduría,
templanza, fortaleza), y las ideas de las relaciones y entidades matemáticas y
lógicas (mayor que, menor que, igual a, etc.).

La estructura de las ideas es dialéctica, puesto que unas ideas son fundamento
ontológico de los seres sensibles, y a la vez están en comunicación con otras ideas
superiores. Ascendiendo de idea en idea se llega progresivamente a una
manifestación más universal de la realidad, hasta alcanzar la idea de bien.

Estas ideas no pueden obtenerse por los sentidos corporales, puesto que toda
experiencia las supone, ya que, ¿cómo podríamos dirigir nuestra investigación hacia
algo si no supiéramos ya previamente, aunque de manera difusa e imprecisa, ¿qué
es lo que buscamos? Este es el tema que Platón expone en el conocido ejemplo del
esclavo del Menón. En este ejemplo, Sócrates, mediante unas cuantas preguntas
dirigidas a un esclavo analfabeto logra que éste, solamente razonando, logre
descubrir el teorema de Pitágoras. Mediante las preguntas el esclavo recuerda el
teorema geométrico.
Esta presencia en nuestra mente de unas directrices del conocimiento, así como la
posibilidad de relacionar, comparar, establecer juicios, etc. es previa a toda
experiencia, y en el acto del conocimiento lo que hacemos es recordar o
reactualizar. Así, conocer es recordar: el conocimiento es “anámnesis”. Nuestra alma
inmortal, preexistente al cuerpo y puesto que ha morado en el mundo de las ideas,
puede, mediante la ayuda de los datos sensoriales o guiada por el maestro, recordar
un conocimiento que ya poseía.
Esta es la base de la teoría platónica del conocimiento. No es que ya conozcamos
desde siempre, es que poseemos desde siempre, la posibilidad de juzgar, de
valorar, de relacionar, de comparar, de establecer relaciones; en definitiva, de
«recordar» las ideas fundamentales. Es decir, en tanto que seres racionales
poseemos el logos que nos permite pensar y aprehender la verdadera realidad, y es
este logos (orden, pensamiento) el que nos preexiste.

En este proceso de conocimiento Platón distingue diversos grados: desde la “doxa”


(opinión), que incluye la “eikasía” (imaginación) y la “pístis” (creencia), hasta la
“episteme” (ciencia), que incluye la “diánoia” y la “nóesis” (conocimiento discursivo y
razón), que es verdadero conocimiento en tanto que es conocimiento de lo universal.
El proceso del conocimiento que se eleva desde lo inferior hacia lo superior es la
dialéctica ascendente, mientras que el proceso de explicación de lo inferior por lo
superior es la dialéctica descendente.

Para explicar estos grados de conocimiento y sus relaciones con los diversos
ámbitos de lo real (con la ontología), Platón utiliza la conocida metáfora de la línea y
el mito de la caverna a su vez, para explicar el motor que impulsa hacia la búsqueda
del conocimiento y nos permite superar el estado de encadenamiento en el fondo de
la caverna-ignorancia, propone diversas explicaciones: uno de los motores es, sin
duda, el maestro, cuya personificación es Sócrates; otro de ellos lo proporciona el
amor; otro lo proporciona (por ejemplo, en el Menón) la misma reminiscencia o
“anámnesis”; en el Fedón y en el Fedro, se acude a la inmortalidad del alma y a su
preexistencia; en el Teeteto, sitúa la admiración como inicio del filosofar.

c) La Teoría de la Culpa: Casi toda la obra de Platón ofrece ejemplos de cómo el


mundo actual y la actual condición del hombre son pensados como degradación del
pasado. La existencia es una pérdida de la esencia. La vida y el mundo sensible son
una desnaturalización de una antigua naturaleza.

Platón acepta, como los sofistas, que todo lo que existe, está gobernado por la
convención, es decir, es objeto de pura opinión y se opone al ser. Se opone a los
sofistas al afirmar que hay un punto fijo de referencia para obtener verdad, no
opinión. Este punto fijo es la idea de una antigua naturaleza no corrompida, de la
cual quedan leves manifestaciones en lo que hoy llamamos realidad y, en realidad,
no es.
La filosofía de la culpa procede de interpretar lo que existe como una degradación
de lo que es. Lo que existe es culpable en la medida en que se aleja de la
perfección. El sofista considera que su realidad, sujeta a la opinión es la única
perfección posible, olvidándose de aquella naturaleza originaria de la que
necesariamente debe proceder.

d) Teoría Dualista Sobre el Hombre: En el diálogo: “La República” se especifica el fin


de la teoría de las ideas, alcanzar la justicia, se trata por tanto de ver cómo ha de ser
la conducta del hombre, para realizar en sí tina armonía entre el orden del cosmos,
el de la ciudad y el del alma.

Los tres diálogos que recogen la concepción platónica sobre el hombre son La
República y Fedro. Explica la esencia del hombre con uno de sus mitos, el del carro
alado. El alma es como un carro que en su carrera viene a caer al mundo material.
El hombre es un compuesto de dos realidades sustanciales distintas, el cuerpo y el
alma, que temporal y accidentalmente se unen entre sí.

Platón niega la identidad de cuerpo y alma, pero tiene que afirmar la influencia entre
ellos. Ejemplos: En la República defiende que el alma se perfecciona también
mediante la educación física y que las deformaciones físicas tienen su imagen
nociva en el alma. El alma no es identificable con nada material. Tampoco es el
resultado de la armonía existente entre las distintas partes del cuerpo. Es el principio
rector de la materia humana. La única cosa con inteligencia, es el principio de
automovimiento. El alma es inmortal y espiritual, es decir, participa de la naturaleza
de las ideas. Solo el cuerpo que es material puede corromperse, la muerte del
hombre es sólo la destrucción del cuerpo. El alma está destinada a una eterna
transmigración en los cuerpos.

El alma está estructurada en tres partes no físicas, son tres formas, funciones o
principios de acción: 1) Alma racional; 2) Alma irascible; y 3) Alma apetitiva. Cada
una de las formas del alma se localiza de la siguiente manera en el cuerpo: El alma
racional, que se encuentra en la cabeza; el alma irascible, en el pecho y el alma
apetitiva, en el vientre.

Las dos últimas quedan subordinadas a la primera, porque tiene el poder para
gobernarlas. El alma racional es como un auriga, que sujeta dos caballos. Estos dos
caballos son las pasiones (alma irascible), y los sentimientos (alma apetitiva). A las
tres funciones del alma le corresponden tres virtudes: Al alma racional, la sabiduría o
prudencia; al alma irascible, la fortaleza y al alma apetitiva, la templanza.

e) La Ética y la Política: La ética de Platón es eudemonista. Esto significa que la


moral se dirige hacia la conquista del bien supremo, es decir, la felicidad.
¿Cuál es el bien supremo? Platón dice que es un especial estado del alma, que sólo
se consigue con un desarrollo armonioso de la personalidad humana. El hombre (ser
racional), alcanza la perfección del alma con el ejercicio de la virtud.

Junto a estas virtudes está la justicia que sintetiza las tres virtudes. La perfección
sólo es conseguible en sociedad. El Estado es el único capaz de garantizar la
justicia. La sociedad debe estructurarse en tres clases de ciudadanos: Filósofos,
guerreros y artesanos, en las que predominan respectivamente cada uno de los tres
tipos de alma. y de la misma manera que un alma es justa cuando sus tres partes
están en armonía, también en el Estado aparece la justicia como armonía de las
otras tres virtudes (sabiduría o prudencia, fortaleza y templanza).

Para evitar el nepotismo y la tentación de favorecer a los amigos o a uno mismo, las
dos clases superiores no han de tener derecho a propiedades privadas, ni siquiera a
formar una familia estable. De esta manera, se trata de que vivan comunitariamente
y que sus hijos sean considerados todos como si cada uno de los progenitores fuese
su padre.

La familia, el matrimonio monogámico y la propiedad privada sólo deberían ser


accesibles para los artesanos o trabajadores, quienes, debido a su menor desarrollo
intelectual, se motivan solamente por incentivos materiales, tales como aumentar
sus riquezas o su mero bienestar material. Para acceder a la condición de guardián
(guerrero) Platón establece una dura educación, y sólo quienes superen estas duras
pruebas podrán ascender a esta condición.

A su vez, de entre los mejores guardianes, y después de otra dura y elevada


educación, especialmente basada en el estudio de las matemáticas y de la
dialéctica, se seleccionan los gobernantes filósofos. Se trata, pues, de un régimen
político altamente elitista, aunque los gobernantes no son seleccionados en función
de su origen social o de su posición económica, sino sólo en base a sus méritos y
capacidades. Es, pues, un elitismo intelectual el que defiende Platón.

Además, Platón prevé la necesidad de una política de selección eugenésica,


especialmente entre los guardianes, para favorecer un proceso de mejora de los
ciudadanos. Por otra parte, los gobernantes tienen el derecho a ejercer una férrea
censura en todas las artes, en la literatura, el teatro y en los contenidos de la
enseñanza, ya que, siendo ellos los poseedores del conocimiento, son los únicos
que pueden saber qué es adecuado y qué es perjudicial para la colectividad. Debe
cuidar de las enseñanzas que reciben los niños, pues es en la infancia donde se
adquieren los peores vicios y se descarrían los futuros ciudadanos.

En cualquier caso, Platón no justifica diferencias entre hombres y mujeres: ambos


sexos deben tener los mismos derechos y recibir la misma educación. No obstante
Platón como todos los griegos, estaba convencido de que todo cuanto nace (y las
polis no es una excepción) está sometido a degeneración. Por ello, prevé las
diferentes etapas de degeneración que puede sufrir una comunidad humana, y
describe las cinco formas de gobierno que, de manera procesal, ejemplifican dicha
degeneración.

Así, para él, la forma idónea de gobierno es la monarquía entendida en su


significado literal (de monas unidad): el gobierno de uno solo: el más capaz (no es
una monarquía hereditaria por los “méritos” de la sangre, sino el gobierno del mejor).
Si son varios entre los mejores (aristos) los que gobiernan, se denomina aristocracia
(nuevamente no en el sentido del gobierno de una casta social, sino de los mejores y
más preparados intelectualmente). La degeneración de esta forma de gobierno es la
timocracia, o gobierno regido por el honor más que por el conocimiento, que puede
degenerar en la oligarquía (gobierno de unos pocos -oligos-) regida por el afán de
riqueza. Cuanta más importancia se da a la riqueza menos se da a la virtud, dice
Platón.

5) Filosofía Científica de Aristóteles (384-322 a.C.)


Hijo de una familia de médicos, él mismo fue el médico del rey Amintas II de
Macedonia, abuelo de Alejandro III (Alejandro Magno). Huérfano desde la niñez,
marchó a Atenas cuando contaba sus diecisiete (17) años para estudiar filosofía en
la Academia de Platón, de quien fue un brillante discípulo. Pasó allí veinte años, en
los que colaboró en la enseñanza y publicó algunas obras que desarrollaban las
tesis platónicas. En el 348 a.C., a la muerte de Platón, rompió con la Academia y
abandonó Atenas, donde el clima político de la incipiente democracia era contrario a
la monarquía de su ciudad natal Macedonia.

Aristóteles contrajo matrimonio con una sobrina de Hermias, y luego, al enviudar,


con una antigua esclava que había sido adoptada como hija por el tirano, de la cual
tuvo un hijo, Nicómaco. En el 342 a.C. fue llamado a la corte de Macedonia por
Filipo II para que se encargara de la educación de su hijo Alejandro, para entonces
un muchacho de trece años. Allí supo de la muerte de Hermias, crucificado por los
persas en el 341 a.C. a causa de su amistad con Filipo, a quien le dedicó un himno.

A la muerte de Filipo, en el 335 a. C, Alejandro subió al trono y, como muestra de


agradecimiento a su preceptor, le permitió regresar a Atenas, por entonces bajo el
gobierno de los macedonios, donde Aristóteles dictó sus enseñanzas en el Liceo,
llamado sí por estar situado en un jardín próximo al templo de Apolo Lucio, protector
de las ovejas contra los lobos. Con el tiempo, y quizá no antes de su muerte, los
discípulos de Aristóteles constituyeron una institución comparable a la Academia
platónica, denomina escuela peripatética por la costumbre de dictar las enseñanzas
y mantener las discusiones durante largos paseos.

En el 323 a.C., a la muerte de Alejandro, se produjo en Atenas una reacción


contraria a la dominación macedónica; Aristóteles, sospechoso de serle favorable,
fue acusado oficialmente de impiedad por haber dado a Hermias la consideración de
inmortal en el himno compuesto por él. Recordando la muerte de Sócrates, cedió la
dirección del Liceo a Teofrasto y se retiró a Calcis, la ciudad natal de su madre en la
isla de Eubea, donde murió pocos meses después.

Aristóteles siempre conservó la influencia de su maestro, Platón, pero en su


madurez supo superar el platonismo hasta configurar su propio sistema de
pensamiento, que se separa del de Platón en un punto fundamental: Aristóteles no
acepta que las ideas sean entidades subsistentes en un mundo separado de la
realidad sensible; para él las ideas no son sino la esencia de las cosas, que se halla
en las cosas mismas, cuya constitución explica mediante los conceptos de potencia
y acto, materia y forma, o la teoría de las cuatro causas (material, formal, eficiente y
final.

En filosofía moral, Aristóteles presenta una ética basada en la naturaleza humana,


cuyo fin es, según él, la felicidad, al cual debe estar dirigido el ordenamiento de la
sociedad política, es decir, del Estado.
Al contrario de lo que sucedió con Platón, en el caso de Aristóteles sólo se han
conservado los escritos esotéricos, derivados de las lecciones impartidas en el
Liceo, mientras que se han perdido los exotéricos, destinados al público en general.
El corpus aristotélico ha llegado hasta nosotros de acuerdo con la ordenación por
materias que realizó Andrónico de Rodas (1 a.C.), quien olvida el orden cronológico
y por tanto introduce problemas de interpretación, pues sus teorías experimentaron
una notable evolución a lo largo de su vida.
En sus libros dedicados a la filosofía primera, Aristóteles propuso replantear la
clásica pregunta por el ser en cuanto ser por la pregunta por la Sustancia, que en su
primera acepción significa el ente concreto, compuesto de materia y forma, con lo
que se aleja definitivamente de Platón. En su Física, el cambio no es explicado ya
como apariencia sino como juego entre potencia y acto, con la materia como
sustrato permanente.

El naturalismo de Aristóteles se muestra en las numerosas y detalladas


descripciones de animales y plantas, y su concepción del universo como esférico y
geocéntrico será dominante hasta Copérnico. Pero quizá su aportación más
relevante sea su lógica, basada en el silogismo y en el análisis deductivo, en lugar
de en la dialéctica propuesta por Platón; su modelo se mantendría casi inalterado
hasta el siglo XIX.

Sus Obras pueden clasificarse, según su contenido, en SEIS (6) grupos:


Obras de Lógica: Recopiladas en la antigüedad con el nombre de “Órganon o
instrumento” para pensar rectamente; Escritos sobre ciencia de la naturaleza:
“Física”, “Del cielo”, “De la generación y corrupción”, “Sobre el alma”; los ocho libros
de Política; Obras sobre literatura: “Retórica” y “Poética”; Escritos que tratan de las
causas generales de las cosas: Sé trata de una colección de catorce libros, que
recogen pequeños tratados o cursos impartidos por Aristóteles en el Liceo; y los diez
libros de la Ética a Nicómaco, así llamados por ser éste el nombre del hijo de
Aristóteles.

El fundamento del pensamiento filosófico de Aristóteles se resume en los siguientes


conceptos:

a) Crítica a la teoría de las ideas de Platón: Aristóteles critica especialmente el


carácter separado de las ideas respecto al mundo sensible. Si las ideas son
esencias que existen separadamente de las cosas, como Platón sostiene, entonces
son substancias.

b) Naturaleza como Proceso: El sentido de Physis o naturaleza: Es en el cuarto libro


de la Metafísica donde hace una recopilación de las distintas definiciones que se han
dado al término Physis. Estos sentidos son siete:

1) Origen y nacimiento: Es el uso más general, pero parece una falsa interpretación
etimológica.
2) Aquello de lo que las cosas se desarrollan: Sería sinónimo de simiente.
3) La fuente del movimiento o del cambio en los objetos naturales (los que se
muevena sí mismos).
4) La materia primitiva de las que están hechas las cosas.
5) La esencia o forma de las cosas naturales.
6) Esencia o forma en general (éste es el uso de Platón).
7) Esencia de las cosas que poseen la fuente del movimiento en sí mismas.
c) La teoría de la potencia y el acto (hilemorfismo): Para Aristóteles la naturaleza es
el conjunto de las cosas que se mueven a sí mismas, por lo tanto, es proceso,
desarrollo y cambio. Pero si algo cambia es porque pasa de un estado o modo de
ser a otro, y esto exige tres elementos: Lo que fue; lo que será; y, lo que permanece
o subyace.

Si no hubiera este último elemento no habría propiamente cambio. El elemento que


subyace es la materia, porque la materia puede hacerse una cosa u otra, y a esta
peculiaridad lo llamó Aristóteles estar en potencia de ser diferentes objetos.
Aristóteles distingue entre el ser algo actualmente, a lo que llama ser en acto y el ser
algo sólo en potencia, es decir, poder llegar a ser en acto, esto o aquello.

La materia es ser en potencia: Ser en potencia es sólo posibilidad de ser, y a la vez


se distingue de la nada, es decir, del no ser, puesto que ya es en potencia. Por
ejemplo: Una semilla no es todavía árbol en acto, es árbol en potencia porque puede
llegar a serlo. Sin embargo, del no ser árbol, nunca se llegará al ser árbol en acto.

El hilemorfismo (“Hylé”, materia; “morfé”, forma): La materia está en potencia para


ser algo. Lo llega a ser actualmente cuando recibe la forma; que por ser el elemento
actualizante del ente (de lo que existe), lo denominamos acto. La forma es ser en
acto:De aquí proviene la palabra hilemorfismo: Todo ente corpóreo está compuesto
de dos principios sustanciales distintos, materia y forma.

d) La idea del cambio: Existen diversos tipos de cambio. Los cambios más profundos
que experimentan los cuerpos son la generación y la corrupción. Los animales
ingieren como alimento sustancias vegetales, destruyéndolas o convirtiéndolas en
sustancias animales que incorporan a su propio cuerpo. La materia, que desposeída
de toda forma subyace en este cambio sustancial, recibe el nombre de materia prima
o primera, y la forma que recibe con el cambio se denomina forma sustancial por dar
lugar a la constitución de una nueva sustancia.

Siendo la materia el principio que subyace en el cambio y la forma lo que cambia


podría pensarse que la forma es algo externo, sin embargo, es algo tan intrínseco a
los cuerpos como la materia. No es algo que se une a la materia, sino algo que es
sacado, extraído de la potencialidad de la materia.

Además de cambios sustanciales encontramos cambios accidentales, es decir,


cuando cambia la cantidad de un ser sin dejar de ser la misma cosa, decimos que
aumentan o disminuyen. Esta clase de cambio supone una sustancia que
permanece. El hilemorfismo también explica este tipo de cambio con los conceptos
de materia y forma.

Con esto, Aristóteles ha resuelto el problema del movimiento, definiéndolo como el


paso del ente en potencia al ente en acto. Así resolvemos el problema de
Parménides, que lo entendía como el paso contradictorio del no ser al ser, y, por
tanto, imposible. Siendo el ente en potencia anterior al movimiento, el ente en acto,
posterior, y el movimiento exactamente el tránsito de uno a otro, la definición
aristotélica Correcta fue el acto del ente en potencia en cuanto está en potencia.
e) La teoría de la causalidad: Además de la consideración estática que de los entes
hace Aristóteles, composición hilemórfica y potencia/acto de la substancia; los
estudia también en su aspecto dinámico. En su hacerse y destruirse: en su
capacidad de producir o de colaborar en la producción de otros entes. Estos
procesos son posibles gracias a diversos tipos de causas. Aristóteles habla de
cuatro tipos de causas, divididos en 2 grupos:

Causas intrínsecas: No son causas estrictamente productivas, son causas


posibilitadoras. Hacen posible todo proceso, porque la materia es el elemento que
recibe en sí toda determinación y la forma consiste en esa misma determinación
producida en el proceso (pudiendo tratarse de una forma sustancial cuando en el
proceso aparece una nueva sustancia, o de una forma accidental si se trata de la
transformación de una sustancia ya existente).

Causas extrínsecas: La causa eficiente es la encargada de poner en marcha y de


realiza el proceso, es la causa activa o productiva propiamente. La eficacia, la
rapidez, etc., de un proceso suele depender de la causa eficiente. A la vez, la causa
final es la carga de dirigir u orientar la trayectoria del proceso, ya que llamamos fin a
aquello por razón de lo cual, o en orden a lo que, se hace algo. Por ejemplo: Miguel
Ángel, el escultor, Causa eficiente. El propósito de la estatua (decorar), Causa Final.
Mármol, Materia. El aspecto, o figura:

Al final de la “Física”, Aristóteles afirma la eternidad del movimiento (cadena infinita


de generación y corrupción, por ejemplo); pero, también afirma la existencia del
primer motor, causa del movimiento eterno del cosmos. En efecto, el movimiento
exige una causa a la que llamamos motor; en general, todo lo que se mueve es
movido por otro (motor). No cabe suponer una cadena infinita de motores, porque
eso niega un primer motor; y si negamos el primero también el segundo, etc. hasta
éste que ahora es evidente que mueve. Luego, ha de admitirse un primer motor
inmóvil, origen de todo movimiento. Aquí se entiende el primer motor como causa
eficiente, que comunica el movimiento en contacto con el resto del cosmos. Mueve
sin ser movido, sin recibir el movimiento, como reacción. El movimiento del cosmos
es eterno y posee un primer motor. No hay contradicción. El primer motor mueve
desde toda la eternidad.

Se entiende mejor en la formulación de la “Metafísica”. Aristóteles concibe ahora el


primer motor inmóvil como causa final. Atrae todo el cosmos hacia él, comunicando
así el movimiento (“es objeto de amor o de deseo”). Está claramente separado del
cosmos, es acto puro (carece de potencias, no es móvil), autosuficiente, inmaterial;
es Dios, inteligencia ordenadora que sólo se piensa a sí misma.

f) El conocimiento y la ciencia: La elaboración clásica de los problemas del método,


que determinó en gran medida la senda teórica tradicional de su pensamiento,
corresponde a Aristóteles. Su aportación más original a la metodología es la
creación de la Lógica Formal, la cual constituye el Organum universal para obtener
el conocimiento.

La génesis de la lógica de Aristóteles está relacionada con el análisis de la fuerza de


convicción del discurso, es decir, la explicación de qué recursos debe poseer el
discurso para convencer a la gente, obligarla a aceptar tal o cual cosa, o reconocer
que algo es cierto. En realidad, sostiene Aristóteles, todo silogismo es obtenido de
premios de lo necesario e inherente; o bien, de lo que suele ocurrir en la mayoría de
los casos’ y si las premisas, que son la esencia de los juicios, se refieren a lo
necesario o inherente la conclusión también será acerca de lo necesario. Si las
premisas, que es la esencia de las conclusiones, se refieren a lo que ocurre en la
mayoría de los casos, así serán las conclusiones.

La Metafísica es una ciencia que trata el ente en general, distinguiéndose de la


Física (en realidad metafísica de la naturaleza), que estudia un tipo de entes en
particular. El estudio más general debe ser anterior al particular. Del mismo modo la
ciencia en general debe tratar los principios más generales, los primeros, en los
cuales se basan cualquier otra ciencia (principio de no-contradicción, por ejemplo).
Por Metafísica se entiende, entonces, el estudio del ente en cuanto ente, es decir,
por el hecho de ser, Dicho de otro modo, preguntarnos por qué es y por qué es lo
que es.

El ser puede predicarse de varios modos, y éstos son el objeto de la Metafísica.


Dichos modos son las categorías, a saber: substancias y accidentes (cantidad,
cualidad, relación, lugar, tiempo, estado, situación, acción y pasión).

La Lógica estudia las diversas formas válidas de argumentar y construir juicios con
los conceptos que designan al ser y sus categorías. La lógica aristotélica se basa en
el principio de no-contradicción; y toma como estructura básica del razonamiento el
silogismo.

La ciencia (Física, Metafísica) desarrolla lógicamente el conocimiento natural en el


hombre.

En lo que se refiere al conocimiento, Aristóteles es empirista. Defiende que el


conocimiento comienza por la intuición sensible de la sustancia primera (individuo).
Nuestros sentidos nos permiten descubrir las formas que actualizan al individuo
(accidentes). Mediante nuestra razón superamos el nivel de conocimiento animal y
abstraemos. Abstraer consiste en desprender a la sustancia de sus singularidades
(materiales y sensibles) para aprehender la forma sustancial o sustancia segunda.
Sobre éste objeto ya es posible hacer ciencia (conocimiento universal y necesario),
puesto que la sustancia segunda es lo que de común tienen todos los individuos de
la misma especie o género.

Por último, emitimos juicios aplicando las categorías a los conceptos abstractos, por
tanto, un proceso inductivo, que logra principios generales, de los cuales se deducen
conclusiones siguiendo las reglas de la Lógica.

La psicología: Aristóteles tiene una concepción hilemórfica del hombre. Pensó que el
hombre era una realidad dual compuesta de dos sustancias distintas, cuerpo (Hile o
Materia) y alma (Morfo o Forma espiritual). Entiende que ni el alma ni el cuerpo son
sustancias independientes completas, sino que ambas constituyen una unidad. Así,
Aristóteles, a diferencia de su maestro Platón, ni es materialista, ni exageradamente
espiritualista.
g) Los seres vivos son sustancias corporales en las que se distinguen dos principios:
Materia y Forma. La forma es precisamente lo que les hace a los seres vivos ser
vivos, lo que les diferencia de los inanimados.

La materia es el elemento capaz de recibir una forma, luego, en conclusión: El alma


es la forma de un cuerpo que tiene en potencia la vida. Más tarde, definirá alma
como “entelequia” primera que tiene la vida en potencia, o entelequia primera de un
cuerpo naturalmente organizado. Es más, una aptitud que un ejercicio.

El alma entonces, es una “idea” que dirige, organiza y configura al ser vivo en un
organismo unitario, dando a sus partes un sentido y función específica.

Las distintas partes del ser vivo son entonces instrumentos destinados a la
consecución del ideal del ser vivo. Hay que tener en cuenta que el concepto forma,
es en Aristóteles equivalente al concepto idea en Platón.

h) La idea del alma: Al igual que Platón, Aristóteles expone tres clases de alma:
Vegetativa, Sensitiva y Racional. A diferencia de Platón, el alma racional es única en
el hombre e incluye todas las capacidades de los tipos de alma inferiores. Así, las
plantas tienen un alma (vegetativa), los animales (sensitiva) y los hombres (racional).

El problema es saber en qué momento o cuando tenemos alma o dejamos de


tenerla. Pues, el alma vegetativa y la sensitiva aparecen y desaparecen con la
generación y corrupción del ser vivo; mientras que el alma racional tiene que ser
inmortal, y que por tanto no desaparece al corromperse el compuesto ser vivo-
hombre.

Para Aristóteles la actividad humana se divide en dos campos: El conocimiento y la


voluntad. La voluntad es siempre posterior al conocimiento (intelectualismo), y tiene
2 fases de actuación, la deliberación y la ejecución. La deliberación es el cálculo de
las consecuencias del futuro acto. La ejecución es precisamente el acto mismo.
Podríamos decir que el conocimiento y la voluntad constituyen dos funciones del
alma.

i) La ética, la felicidad y la virtud: La ética de Aristóteles se centra en ver primero


cuáles son los motivos que determinan a la voluntad, y luego cuales deben ser lo
que determinen a la voluntad. Como punto de partida, Aristóteles es partidario de U
empirismo utilitario, pero para resolver el deber ser, es más platónico, y se pregunta
por el bien supremo y más absoluto que debe regir toda la actividad humana,
definiéndolo de la siguiente manera: El fin supremo de toda la actividad del hombre
es la felicidad (Eudemonismo).
Aristóteles afirma que el bien y el fin del hombre han de ser algo práctico y
realizable, Si lo característico del hombre es poseer alma racional y lógicamente
perfeccionarla, se puede concluir que la felicidad ha de encontrarse en la vida
racional misma. La felicidad no es otra cosa que la actividad del alma racional
ejerciéndose conforme a la virtud.

En contra de Platón, la vida racional no es sólo teórica, sino también práctica, por
eso hay dos tipos de virtudes. Virtudes intelectivas o dianoéticas (las teóricas), y
virtudes morales o éticas (prácticas). Las virtudes exigen una disposición
permanente y una elección voluntaria. Son hábitos, una manera o aptitud
permanente de comportarse en un sentido determinado. Hay que aclarar que no
todos los hábitos son virtuosos, lo son aquellos que evitan el exceso y el defecto,
aspirando a un justo término medio. Las virtudes éticas son la justicia, fortaleza y
templanza y la no ética, la prudencia.
j) La política: De forma parecida a Platón la política de Aristóteles se subordina a la
ética. Al definir el hombre como animal político o social concluye que el bien
supremo o la felicidad sólo son alcanzables dentro de una sociedad que tenga como
fin el bien común. Aristóteles reconoce tres tipos de Estado, es decir, tres formas de
organizar la ciudad o Polis. Estas son: Democracia, Aristocracia y Monarquía.

Lo que caracteriza a la Democracia es que todos los ciudadanos participan del poder
y tienen los mismos derechos. La Aristocracia reduce la participación y los derechos
a una minoría, y la Monarquía a uno solo. Para Aristóteles el régimen por excelencia
es la democracia, pero los otros dos son también legítimos mientras tengan como fin
el bien común.

Admite que toda forma de Gobierno puede degenerar hacia la injusticia, cuando se
abandona el ideal de bien común, apareciendo así la tiranía, la oligarquía y la
demagogia (respectivamente degradación de los anteriores). Entiende Aristóteles
que hay un proceso cíclico que comienza y acaba de nuevo en ella.

6.3.4 El Periodo Helénico o Filosofía hedonista (siglos IV a. C. al IV d. C.)

1. Introducción

Se entiende como Helenismos el marco histórico cultural en que se desarrolla la


última etapa de la filosofía antigua a partir de las conquistas de Alejandro Magno. Su
ubicación en el tiempo se configura, desde la muerte de Aristóteles (322 a. C.) hasta
la muerte de Plotino (270 d. C.).El helenismo es, básicamente, una época histórico –
cultural en la que se produjo la expansión de la cultura griega por todo el
Mediterráneo, llegando desde la Península Ibérica hasta el Oriente. La apertura al
mundo asiático y el abandono de la polis como marco social y político determinan el
rumbo de la cultura helénica, que se consolida en el mediterráneo oriental. El
imperio Romano consuma la unificación de las distintas culturas allí coexistentes.
Por tales razones, a este período de la filosofía antigua se le conoce como
grecorromano. Las características más importantes del helenismo:

a) El Cosmopolitismo: El nuevo sistema de relaciones y necesidades produce, junto


con un notable desarrollo de la investigación científica, grandes corrientes de
escuelas filosóficas, algunas de las cuales pretenden encontrar en la filósofa una
norma ética de conducta, mientras otras escuelas, influenciadas por doctrinas
orientales, consideran la filosofía como la búsqueda de lo absoluto.

b) Separación del aristotelismo: En este período, la Filosofía dejará de ser


especulación teórica y metafísica en el sentido aristotélico, para reducirse
fundamentalmente a problemas antropológicos y, particularmente morales. La
filosofía se va a convertir, de hecho, en preocupación ética que tiene como objetivo
ofrecer un modelo de vida, por lo cual se conoce el pensamiento de este período de
la filosofía con el concepto de una filosofía como forma de vida. ‘Vida que se desea
con tranquilidad exterior y paz interior.

c) Ruptura con la sociedad griega: En este período de la historia de la filosofía


sucede uno de los acontecimientos más importantes de la sociedad griega. Las
expediciones realizadas por Alejandro Magno entre los años 334 y 323 logran
conquistar el mundo conocido, provocando la fractura irreversible con la sociedad
griega, tanto en el arte como en la filosofía, y da inicio a lo que conocemos como la
cultura o el período helénico. Impulsándose la Stoa o escuela estoica, el Jardín o de
Epicuro, el Cinismo o Autarquía y el Escepticismo, las dos primeras menos
estructuradas que las dos últimas.

d) Fue confiada a la filosofía una función terapéutica: Esta consistía en garantizar al


hombre la tranquilidad del espíritu, llevando al hombre a una vida contemplativa
indiferente. El filósofo se convierte en el médico del espíritu y el cirujano de las
opiniones.

e) Desinterés por la política y los problemas sociales: Lo cual produce el fin de la


Polis, tan ampliamente expuesta por Platón en La República.

f) Primacía de la moral: El problema moral adquiere primacía sobre el problema


teórico y el epistemológico o cognoscitivo. El problema más urgente de la filosofía ya
no era entender el universo, sino establecer normas de acción válidas. El sujeto y
sus problemas de la muerte, el sufrimiento, la felicidad, antes subestimados y
expuestos desde una óptica teorética, ahora ocupan el protagonismo de la filosofía.

g) En el campo artístico predominó la representación naturalista: En la filosofía


clásica se representaba al hombre como era, ahora como se presenta. De esta
forma nacieron los nuevos géneros del paisaje y de la naturaleza muerta, como
expresión del ambiente de la vida y de lo cotidiano. Se consolidó el arte del retrato,
la comedia, la escultura y las figuras escenográficas y narrativas.

h) En el Helenismo se impuso la enseñanza en la escuela como un círculo cerrado,


elitista y dogmático: Este estilo acabó con la Mayéutica socrática y la Academia de
Platón en su búsqueda del saber y del bienestar colectivo; así como debilitó el Liceo
de Aristóteles, ejemplo de una enseñanza rigurosa del conocimiento científico de la
naturaleza en sí y del hombre.

i) La vuelta a la filosofía oriental: La helenización, a partir de las expediciones de


Alejandro Magno, trajo consigo el orientalismo en Grecia. Por esto es posible
encontrar analogías con los budistas, en que la filosofía tiene una función de terapia
existencial contra los tres miedos fundamentales: la muerte, el dolor y los dioses.
2) Las Escuelas Establecidas en el Helenismo

Entre las escuelas más importantes de este período de la historia de la filosofía


podemos mencionar las siguientes:

a) El Cinismo: Pensemos, a modo de ejemplo, en un político que, en una entrevista


en televisión nacional, defiende la necesidad de procedimientos legales justos y
transparentes, y lo hace con una sonrisa: se ríe porque sabe que él mismo está
involucrado en procedimientos legales injustos y corruptos, pero aun así dice lo que
dice. Semejante actitud de desfachatez, de impudicia o desvergüenza, es a lo que
normalmente llamamos actitud cínica.Una persona cínica es una persona que actúa
o que habla con falsedad, pero que lo hace de un modo descarado, desvergonzado.
Es decir, un cínico es aquel que habla de algo a sabiendas de que no es cierto, o
que hace algo a sabiendas de que no es lo correcto, sin que ello le represente
ningún tipo de sufrimiento moral, dado que posee una visión desconsolada y
pesimista de la sociedad humana.

La escuela Cínica fue fundada por Diógenes de Sínope (413 - 323), llamado “el
cínico”, que en griego significa “perro”; fue discípulo de Antístenes. Su estilo de vida
excéntrico, antisocial y anticultural propuesto por el cinismo parecía una vuelta a la
naturaleza, a la animalidad, a través del rechazo de la cultura. Se cuenta que,
durante un banquete, algunos detractores lanzaron huesos a Diógenes, como a un
animal doméstico; el filósofo, en lugar de retirarse, orinó sobre los huesos tal como
lo hace una bestia y abandonó el banquete. En otra ocasión fue invitado a una casa
suntuosa, se le rogó que no escupiese en el suelo por respeto al anfitrión; entonces
Diógenes escupió directamente a la cara del huésped y afirmó que no había
encontrado en toda la casa un lugar más bajo.

Diógenes no poseía ni casa ni albergue fijo. Al final de su vida decidió vivir en el


célebre tonel, en el cual mostró que las necesidades del hombre pueden reducirse al
mínimo. La anécdota más famosa de este extraño personaje: Se cuenta que un día
de sol Salió del tonel para calentarse, y Alejandro Magno, jefe del imperio pasaba
por el camino; al verlo tan miserable se compadeció y le sugirió darle todo lo que le
pidiera. Diógenes, que sólo tenía una capa para cubrirse y un cuenco para beber, le
contestó al gran general: “sólo quiero que te quite, porque me estás tapando el sol”.

b) El Epicureísmo (Los filósofos del jardín): Escuela filosófica preocupada


principalmente por cuestiones éticas y fundadas por Epicuro propone la realización
de la vida buena y feliz mediante la administración inteligente de placeres y dolores,
la ataraxia y vínculos de amistad entre sus correligionarios. En el año 306 a. C.
Epicuro adquirió la finca llamada “El Jardín” en las afueras de Atenas y fundó su
escuela de filosofía, formada tanto por varones como por mujeres (gran novedad en
las escuelas griegas), en ella vivió aislado de la vida política y de la sociedad,
practicando la amistad y la vida estética y de conocimiento.

El objetivo de esta filosofía es, como el del resto de escuelas morales helenísticas, el
arte de la vida, la realización de una vida buena y feliz. Para el cumplimiento de este
objetivo Epicuro consideró que la filosofía tiene una doble tarea: combatir las ideas
falsas que fomentan el miedo y el sufrimiento y crear en el sabio un estado de ánimo
o talante favorable en toda circunstancia y lugar. Entre aquellas ideas hay que incluir
fundamentalmente el miedo al dolor, el temor a la muerte, a los dioses y al destino;
la parte de la filosofía que permite resolver estas cuestiones será la Física. La
segunda tarea está en manos de la Ética.

La filosofía es para Epicuro el arte de la vida feliz. Por eso la física y la lógica son
solo medios para conseguir este fin. Divide la filosofía en Ética, que incluye también
consideraciones psicológicas o relativas al alma, Física y Canónica,
fundamentalmente lógica, y teoría del conocimiento.

Los seguidores de esta escuela fueron denominados “los del jardín”, en las
postrimerías del siglo IV a. C., ya que Epicuro, su maestro, eligió como punto de
reunión un tranquilo jardín en las afueras de la ciudad, lejos del tumulto de la
política, donde los filósofos y alumnos podían meditar en silencio y en contacto con
la naturaleza.

Esta escuela se caracterizó por la escasa importancia que otorgaba al pensamiento


científico racional; se limitó a recuperar el atomismo materialista de Demócrito y
enfatizar el problema de la existencia.

Epicuro consideró a la filosofía como un fármaco, como un método para evitar el


sufrimiento y hacer más soportable la vida. El filósofo es el médico del alma, el
cirujano de las pasiones, capaz de liberar al hombre de los tres miedos
fundamentales: los dioses, la muerte, y el dolor, para lograr la paz interior.

Los epicúreos fueron acusados de buscar y practicar el hedonismo, filosofía de la


vida que impulsa a satisfacer de forma inmediata cualquier placer por cualquier
medio. Ciertamente, para Epicuro la búsqueda de la felicidad es el principio y el fin
de la vida, Pues, el hombre, por naturaleza, tiende a evitar el dolor y buscar el
placer.

No obstante, es necesario distinguir entre el placer inestable y pasajero, como la


alegría, y el placer estable y duradero, el único capaz de llevar a la ataraxia, que es
la anhelada condición de imperturbabilidad espiritual. Para lograr este modelo de
felicidad es necesario un cálculo racional y objetivo que establezca una comparación
entre los sacrificios y las ventajas de cada acción.
La Ética epicúrea: El alma humana es mortal dado que, como todas las cosas, está
compuesta de átomos, aunque formada por los más perfectos, los redondeados y
lisos, desaparece con la destrucción del cuerpo. No hay que temer a la muerte pues,
en primer lugar, nada se sigue tras la desaparición del cuerpo, y, en segundo lugar,
la propia experiencia de la muerte no es tal: “el más terrible de los males, la muerte,
no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no existe, y
cuando la muerte existe, nosotros no existimos”
(Epicuro, “Carta a Meneceo).

La Naturaleza ha puesto como objetivo de todas las acciones de los seres vivos,
incluidos los hombres, la búsqueda del placer, como lo muestra el hecho de que de
forma instintiva los niños y los animales tienden al placer y rehúyen el dolor. El
placer y el dolor son pues los motivos fundamentales de todas las acciones de los
seres vivos. El placer puro es el bien supremo, el dolor el mal supremo.

Los placeres y sufrimientos son consecuencia de la realización o impedimento de los


apetitos. Distingue Epicuro tres clases de apetitos: a) Los naturales y necesarios:
comer, beber, alimentarse; son fáciles de satisfacer; b) Los naturales, pero no
necesarios: como los eróticos; no son difíciles de dominar y no se necesitan para la
felicidad; y, c) Los que no son naturales ni necesarios; hay que rechazarlos
completamente.
Dado que el hombre está formado por cuerpo y alma habrá dos tipos generales de
placeres: Los placeres del cuerpo: aunque considera que son los más importantes,
en el fondo su propuesta es la de renunciar a estos placeres y buscar la carencia de
dolor corporal.

Existen dolores del alma y dolores del cuerpo, pero el mal es el del dolor corporal,
pues el del alma es consecuencia directa o indirecta de los dolores del cuerpo,
presentes o venideros. No hay que temer el dolor corporal, pues cuando es intenso e
insoportable generalmente dura poco y cuando dura más tiempo es menos fuerte y
más soportable. Cabe aliviar el dolor físico con el recuerdo de alegrías pasadas y en
casos extremos con el suicidio.

Los placeres del alma son superiores al placer del cuerpo, el corporal tiene vigencia
en el momento presente, mientras que los del alma son más duraderos; además, los
placeres del alma pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo. Aunque el
placer es un bien y el dolor un mal, no es inteligente elegir siempre el placer y
rechazar siempre el dolor, debemos rechazar los placeres a los que les siguen
sufrimientos mayores y aceptar dolores cuando se siguen de ello placeres mayores.
Antes de obrar hay que pesar cuidadosamente el placer o el dolor que se seguirá de
ello y establecer un balance placer-dolor. No hay que renunciar a los placeres
corporales sin ordenarlos y administrarlos de cara al bienestar físico y espiritual. Las
razones represen un papel decisivo en lo que respecta a nuestra felicidad: nos
permite alcanzar el estado de total sosiego (ataraxia), de absoluta imperturbabilidad,
ante todo.

Epicuro lo compara con el total reposo del mar cuando ningún viento mueve su
superficie, y nos da libertad ante las pasiones, los afectos y los apetitos. El sabio
alcanza la vida buena y feliz gracias a esta autonomía frente al dolor y los bienes
exteriores, a los amigos con los que convive y a su aislamiento respecto de lo social.
También encontramos en Epicuro una concepción y clasificación de las virtudes,
aunque siempre subordinadas al fin último que es el placer. La virtud es necesaria
para la felicidad, pero, según su filosofía, no hay que buscarla por ella misma sino
porque en su realización se halla presente el placer.

La ética epicúrea se completa con dos disciplinas: la canónica (o doctrina del


conocimiento) y la física (o doctrina de la naturaleza). La primera es una teoría de
tipo sensualista, que considera la percepción sensible como la fuente principal del
conocimiento, lo cual permite eliminar los elementos sobrenaturales de la explicación
de los fenómenos; la causa de las percepciones son las finísimas partículas que
despiden continuamente los cuerpos materiales y que afectan a los órganos de los
sentidos

Practicaron la física, sólo en la medida en que algunas de sus conclusiones pueden


ser útiles en el mundo práctico. Defendieron el atomismo de Demócrito. Rechazaron
también la astrología y Otras formas de adivinación al negar el carácter divino o
espiritual de los astros. La materia es eterna. El nacer y el perecer de las cosas es
debido a la unión y separación de los átomos. Creyeron en la existencia de los
dioses y los concibieron formados por una sustancia corporal, más fina y perfecta
que la del hombre.
Sin embargo, criticaron la religión popular por su claro antropomorfismo y las
creencias en las predicciones. Los dioses, felices, inmortales, ajenos a las pasiones,
incluso al amor y al odio, viven en paz completa e indiferente al curso del mundo y
de la vida humana, y nada hay que temer de ellos La teoría del conocimiento que
aceptaron fuera de la suya, fue sensualista.

EPICURO (341 - 270 a.C.): Filósofo griego. Perteneció a una familia de la nobleza
ateniense, procedente del demo ático de Gargetos e instalada en Samos, en la que
muy probablemente nació el propio Epicuro y donde, con toda seguridad, pasó
también sus años de infancia y adolescencia. Cuando los colonos atenienses fueron
expulsados de Samos, la familia se refugió en Colofón, y Epicuro, a los catorce años
de edad, se trasladó a Teos, al norte de Samos, para recibir las enseñanzas de
Nausífanes, discípulo de Demócrito.
A los dieciocho años se trasladó a Atenas, donde vivió un año; viajó luego a Colofón,
Mitilene de Lesbos y Lámpsaco, y entabló amistad con algunos de los que, como
Hem’ de Mitilene, Metrodoro de Lámpsaco y su hermano Timócrates, formaron luego
el círculo más íntimo de los miembros de su escuela. Ésta, que recibió el nombre de
escuela del Jardín, la fundó Epicuro en Atenas, en la que se estableció en el 306
a.C. y donde transcurrió el resto de su vida. El Jardín se hizo famoso por el cultivo
de la amistad y por estar abierto a la participación de las mujeres, en contraste con
lo habitual en la Academia platónica y en el Liceo aristotélico.
De hecho, Epicuro se opuso a platónicos y peripatéticos, y sus enseñanzas
quedaron recogidas en un conjunto de obras muy numerosas, según el testimonio
de Diógenes Laercio, pero de las que ha llegado hasta nosotros una parte muy
pequeña, compuesta esencialmente por fragmentos. Con todo, el pensamiento de
Epicuro quedó inmortalizado en el poema latino La naturaleza de las cosas, de Tito
Lucrecio Caro.

De las obras de Epicuro nos han llegado: Tres cartas, cuarenta máximas, el
Testamento, la Carta a Heródoto, sobre física; la Carta a Pitocles, sobre los
fenómenos celestes, la Carta a Meneceo, sobre ética.

Pensamiento filosófico: Según Epicuro, la Filosofía es la medicina más indicada para


las tres patologías psicológicas más frecuentes: el temor a los dioses, el
pensamiento de la muerte y el dolor físico.

La doctrina epicúrea preconiza que el objetivo de la sabiduría es suprimir los


obstáculos que se oponen a la felicidad. Ello no significa, sin embargo, la búsqueda
del goce desenfrenado, sino, por el contrario, la de una vida mesurada en la que el
espíritu pueda disfrutar de la amistad y cultivar del saber.

La felicidad epicúrea ha de entenderse como el placer reposado y sereno, basado


en la satisfacción ordenada de las necesidades elementales, reducidas a lo
indispensable. El primer paso que se debe dar en este sentido consiste en eliminar
aquello que produce la infelicidad humana: el temor a la muerte y a los dioses, así
como el dolor físico.
Es célebre su argumento contra el miedo a la muerte, según el cual, mientras
existimos, ella todavía no existe, y cuando ella existe, nosotros ya no, por lo que
carece de sentido angustiarse; en un sentido parecido, Epicuro llega a aceptar la
existencia posible de los dioses, pero deduce de su naturaleza el inevitable
desinterés frente a los asuntos humanos; la conclusión es la misma: el hombre no
debe sufrir por cuestiones que existen sólo en su mente.

Existen para Epicuro tres tipos de necesidades o deseos: Los naturales y


necesarios: las necesidades físicas básicas, alimentarse, calmar la sed, el abrigo y
el sentido de seguridad, se deben satisfacer siempre, ya que son esenciales para la
tranquilidad del alma. Los naturales e innecesarios: la conversación amena, la
gratificación sexual y las artes. Los innaturales e innecesarios, que considera
superfluos: la búsqueda de la fama, del poder político o del prestigio social, se deben
rechazar siempre, porque traen el origen de perturbaciones y emociones.

El fundamento de esta matemática del placer tiene su motivo en que el hombre no


se convierta en un esclavo de sus propios deseos, impulsos o emociones.

En este sentido, el universo concebido por Epicuro incluye en sí mismo una cierta
contingencia, aunque la naturaleza ha sido siempre como es y será siempre la
misma. Éste es, para la doctrina epicúrea (y en general para el espíritu griego), un
principio evidente del cosmos que no procede de la sensación, y la contemplación
de este universo que permanece inmutable a través del cambio es uno de los pilares
fundamentales en los que se cimienta la serenidad a la que el sabio aspira.

Tendrá seguidores hasta el siglo IV d.C. Cicerón, Plutarco, Sexto Empírico y Séneca
se hacen eco de sus doctrinas ampliamente. La filosofía es, para los epicúreos, un
tetra fármaco, porque ella debe ser un cuádruple remedio contra los cuatro males de
la vida, debe librar el temor a los dioses, del temor a la muerte, del temor a no
alcanzar el bien y del temor a los males y peligros de la vida.

Epicuro no pretende hacer un hedonismo sensual o sensualismo puro, sino plantear


una actitud de espíritu vigilante para que nada turbe la felicidad. Por lo cual plantea
en su carta a Meneseo: “Pues ni banquetes ni fiestas continuas, ni placeres de
jóvenes y mujeres, ni cuanto pueda ofrecer una mesa bien abastecida, causan la
vida feliz, sino una razón vigilante que investiga las causas de toda elección y que
aleja las falsas opiniones, de las cuales se origina la turbación que se apodera de las
almas”.

La filosofía será, en consecuencia, la sabiduría vital que sepa mantener la vida feliz
con una adecuada labor de vigilancia, para que, proclamando el placer como
principio, haga consciente al hombre de que este puede recibir precisamente en la
continencia y en la vida desmedida.

c) El estoicismo o Sensualismo Estoico: La Stoa fue la más importante de las cuatro


escuelas filosóficas de Atenas durante varios siglos. Zenón de Citio la fundó hacia el
año 300 a.C., reuniendo a sus discípulos en una especie de pórtico decorado con
cuadros de múltiples colores.

Esta Escuela filosófica defiende un panteísmo providencialista según el cual existe el


mundo físico animado y divino, encaminado a lo bello y perfecto. En segundo lugar,
identifica el bien con la virtud y la vida feliz con la vida virtuosa y de eliminación de
las pasiones (apatía). En tercer lugar, plantea que el hombre es ciudadano del
mundo (cosmopolitismo).
El estoicismo se desarrolló en tres momentos principales: Primero, el estoicismo
antiguo (Siglos III - II a. C.). La doctrina estoica en este momento fue sistematizada
por Cleantes y Crisipo. En el segundo momento (Siglos II - I a. C.). Prevaleció en
este momento el eclecticismo y la asimilación de elementos neoplatonicos, los
epicúreos y la magia oriental. El tercer momento, el estoicismo imperial (Siglos I - II
d. C.). En este momento elaboró una filosofía de la élite intelectual romana.

1) Características Generales del Estoicismo: Sus ideas físicas estuvieron influidas


por Heráclito y algunas tesis de la física aristotélica. Distinguen dos principios: la
materia informe o principio pasivo y el Logos o principio activo. Creyeron que sólo
las realidades corpóreas pueden obrar realmente, por lo que acabaron concibiendo
el Logos o divinidad, al igual que el alma, como algo corpóreo, aunque invisible,
perfecto y sutil. Los dos principios, Logos o Pneuma y materia (hylé) están trabados
siempre y en todas partes, lo que fomenta una visión panteísta, en la que la
divinidad impregna de su Ser la totalidad de la realidad.

El pneuma o fuerza o espíritu; es el poder creador y principio racional que ordena


todas las cosas, les da las características que corresponden a su mayor perfección y
un destino al que no pueden escapar.

El Logos, presente en todas las cosas, las conecta o relaciona sutilmente.


Estas ideas fomentaron en los estoicos creencias como la de la existencia de una
“simpatía universal” entre todas las cosas del Universo, así como la creencia en las
predicciones o “Mántica”. El famoso fatalismo y determinismo estoico tiene
igualmente este mismo fundamento.

2) El carácter cíclico de la historia del Universo: a partir del fuego originario y creador
(el Logos) y siguiendo un orden determinado, se van creando todas las cosas, van
ocurriendo todos los acontecimientos, van desapareciendo todas las cosas y así
sucesivamente en un eterno retorno, renacimiento y muerte de lo mismo en idénticas
formas y con idénticos destinos (palingenesia).

3) La Ética estoica: Los filósofos estoicos creyeron que existe el alma como algo
distinto del cuerpo, alma que se genera por procreación y se extingue
completamente tras la muerte del cuerpo. El alma (pneuma) es un soplo o viento
seco e ígneo formado por partículas materiales sutiles y que tiene la propiedad de
moverse a sí mismo y al cuerpo en el que habita. Es el principio vital por el que
respiramos, vivimos y razonamos. alma humana es una parte del alma del mundo,
del Logos que domina el universo, y destaca en ella el Hegemonikón, la parte
racional de la que depende el conocimiento y la virtud y la más parecida al Logos
mismo.

Estos pensadores helénicos consideraron que el objetivo de la conducta humana es


la felicidad, estado que se alcanza con la fidelidad a la naturaleza y a la razón. Su
propuesta ética gira alrededor de la virtud: desarrollaron una teoría de la virtud y de
los deberes con un cierto carácter intelectualista próxima a Aristóteles. Anticipando
el punto de vista kantiano valoraron la virtud por sí misma, y, a diferencia de Kant,
creyeron que es suficiente para conseguir la felicidad, pues la virtud es un bien por sí
misma y su realización trae consigo la felicidad.
En relación con los afectos o pasiones fueron considerados por los helénicos como
un movimiento irracional del alma y distinguieron en ellas los apetitos o deseos, el
placer y los sentimientos. En general proponen eliminar todas las pasiones (apatía)
aunque las pasiones elevadas no fueron tan rechazadas. Para ellos, tanto el sabio
como el filósofo consiguen, gracias al ejercicio de su razón, la autonomía, libertad de
afectos y pasiones y de males externos, y que acepta los avatares de la vida por
formar parte de los designios de Dios. Defienden el suicidio cuando las
circunstancias lo exigen. Estas circunstancias pueden ser el interés de la patria y las
enfermedades incurables.

Todos los filósofos estoicos se sienten hermanos de todos los seres humanos,
ciudadanos del mundo, en lo cual consiste el cosmopolitismo.

4) Aportes principales de la filosofía estoica: En lógica hicieron importantes


aportaciones en lo que ahora llamamos lógica proposicional (frente a la lógica de los
términos de Aristóteles), en el campo de la lógica de las inferencias y en el estudio
de los elementos de la gramática griega.

En la teoría del conocimiento defendieron una teoría sensualista matizada: los


objetos físicos afectan a los sentidos, éstos transmiten su influencia al alma y
provocan en ella las representaciones. El conocimiento se da en la representación
cataléptica o representación evidente. Hay representaciones catalépticas basadas
en representaciones sensibles y otras en la razón, como ocurre en matemáticas.
Entre los conceptos filosóficos predominantes de esta corriente helenística, se
encuentran la lógica, la física y la ética; sin embargo la ética es el concepto de
mayor caracterización del estoicismo. Su ética se basa en aceptar como norma el
vivir según la naturaleza, pero insistiendo en el desarrollo mesurado de las
inclinaciones naturales, a las que debe el hombre acceder guiado por una razón
madura. Esta debe prescindir de lo que en primer lugar se presenta como
placentero, para corresponder así a las inclinaciones más profundas del ser humano
que residen en imponer la razón a las cosas, y no las cosas y los placeres a la
razón.

El estoicismo afirma la existencia en el hombre de un principio natural o ley natural


que impone la obligación de ser cumplida. El hombre debe afrontar los bienes
externos con autarquía o dominio de sí; a las pasiones debe oponer la apatía, y
cuanto la razón vista como valor neutro debe aceptarse con ataraxia o indiferencia.

Su arraigo se produjo en Roma a través de las figuras de Séneca y Cicerón.


De acuerdo con estos presupuestos, Séneca define la filosofía como el amor y la
investigación de la sabiduría.

La moral ética prescribía “vivir según la naturaleza”. Pero sostenían que nada se
origina por azar o por suerte, proponiendo un racionalismo metafísico, cósmico y
absoluto, según el cual cualquier acontecimiento ocurre por necesidad. Esta
concepción se basaba en la idea del eterno retorno.

El estoicismo distingue entre el comportamiento necesario, tales como el empeño en


la vida civil, el respeto a las obligaciones familiares, a la patria, a los pactos y a la
amistad. Y los comportamientos injustos o en contra de la razón, los cuales debe
evitarse. En esta categoría entran las acciones dictadas por la emoción, considerada
como una patología del alma. También existen los comportamientos indiferentes, ni
virtuosos ni viciosos, de los que no se ocupa el sabio; tales como la salud y la
enfermedad, la belleza y la fealdad, la riqueza y la pobreza. El sabio no persigue el
dinero ni se lamenta de la indigencia y acepta con absoluta indiferencia su destino
vital.

La idea del tiempo se basaba en una estructura cíclica, en la que cada


acontecimiento tiene su causa necesaria en el que le precedió. De este modo, el
pasado y el futuro se encuentran unidos entre sí. Esta teoría cíclica del tiempo fue
superada por la teoría rectilínea del cristianismo, para el cual, el tiempo está
encaminado a un único fin u objetivo, no a un fin periódico, como lo propuso F. W.
Nietzsche en su teoría del superhombre.

La idea del alma consiste en una sustancia invisible que anima los organismos, que
anima y regula el mundo en toda su complejidad y cada cosa en particular. Pneuma
es el término para referirse a esta sustancia. Así como se encuentra en forma activa
en cada individuo viviente, también en forma pasiva en el mundo mineral e
inorgánico. Toda parte del universo está impregnada de Pneuma.

Esta doctrina sobre el alma está llene de animismo, vitalismo y panteísmo. El alma
es una energía vital difundida por el universo. Entre los representantes del
estoicismo tenemos:

1) SÉNECA, LUCIO ANNEO (Córdoba, 4 a.C. - Roma, 65 d.C.)

Filósofo hispanorromano. Perteneció a una familia acomodada de la provincia Bética


del Imperio Romano. Su padre fue un retórico de prestigio, cuya habilidad dialéctica
fue muy apreciada luego por los escolásticos, y cuidó de que la educación de su hijo
en Roma incluyera una sólida formación en las artes retóricas, pero Séneca se sintió
igualmente atraído por la filosofía, recibiendo enseñanzas de varios maestros que lo
iniciaron en las diversas modalidades de la doctrina estoica por entonces popular en
Roma.

Emprendió una carrera política y se distinguió como abogado, por lo que fue
nombrado cuestor. Su fama, disgustó a Calígula, quien estuvo a punto de
condenarlo en el 39 d. C. Al subir Claudio al trono, en el 41 D.C, fue desterrado a
Córcega, acusado de adulterio con una sobrina del emperador. Ocho años más
tarde fue llamado de nuevo a Roma como preceptor del joven Nerón y, cuando éste
sucedió a Claudio en el 54 d. C, se convirtió en uno de sus principales consejeros,
cargo que conservó hasta que, en el 62 d. C, viendo que su poder disminuía, se
retiró de la vida pública.

En el 65 d. C fue acusado de participar en la conspiración de Pisón, con la


perspectiva, según algunas fuentes, de suceder en el trono al propio Nerón; éste le
ordenó suicidarse, decisión que Séneca adoptó como liberación final de los
sufrimientos de este mundo, de acuerdo con su propia filosofía.
Pensamiento filosófico: En general, su doctrina era la de los antiguos estoicos,
aunque, en numerosos aspectos, incorporó a ella su propia visión personal y hasta
la de pensadores de escuelas antagónicas, como Epicuro, al que cita a menudo en
términos aprobatorios con ello no hizo sino ejemplificar el espíritu ecléctico y
sintético característico del «estoicismo nuevo» propio de su época, del cual fue el
máximo exponente. La filosofía era, para él, un asunto fundamentalmente práctico,
cuyo principal objetivo era el de encaminar a los hombres hacia la virtud,
comunicándoles el conocimiento de la naturaleza del mundo y de su propio lugar en
él para que ello los hiciera capaces de guiar sus vidas de acuerdo con la voluntad
divina.

En este sentido, la lógica y la física proporcionan un fundamento a la ética, pero no


ocupan su lugar, sino que están subordinadas a ella como lo estaban ya en el
antiguo estoicismo. A este último, Séneca aporta esfuerzo, que aplica a persuadir
del deber de obrar y pensar rectamente, más que a demostrar la verdad de un
conjunto de enunciados éticos normativos. Se vale, para ello, de la descripción
vívida de los beneficios de la virtud y las desventajas del vicio; en la comprensión de
que todos los bienes y males de este mundo son transitorios radica la
autosuficiencia del verdadero sabio, quien, para conseguirla, debe liberarse de sus
emociones, juicios equivocados acerca del valor de las cosas.

El tono moral de Séneca está cargado de acentos religiosos que lo aproximan al


teísmo y llevaron a pensar en la posibilidad de que fuera cristiano, circunstancia que
trató de probarse a través de una supuesta correspondencia con san Pablo, que
resultó ser apócrifa.

En sus escritos sobre ciencias naturales trató, en particular, de los terremotos y su


relación con los volcanes; aunque, en general, recogió las opiniones de los antiguos
sobre diversos temas, añadió algunas reflexiones personales interesantes, como el
vaticinio de una futura explicación de los cometas como verdaderos cuerpos
celestes. Fue también autor de nueve piezas dramáticas, inspiradas en modelos
griegos clásicos y que son, de hecho, estudios de las tensiones emocionales a que
se ven sometidos los personajes, destinadas a ser leídas más que representadas;
escribió así mismo una magistral y mordaz sátira de la edificación del emperador
Claudio.

Su máxima: «No existe filosofía sin bondad, ni tampoco bondad sin filosofía.»

2) CICERÓN, MARCO TULIO (106 a. C - 43 d.C.)


Orador, político y filósofo latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango
ecuestre, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de
famosos oradores y jurisconsultos y, finalizada la guerra civil (82 a.C.), inició su
carrera de abogado, para convertirse pronto en uno de los más famosos de Roma.
Posteriormente, se embarcó rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su
formación filosófica y política. Abierto a todas las tendencias, fue discípulo del
epicúreo Fedro y del estoico Diodoto, siguió lecciones en la Academia y fue a
encontrar a la ciudad de Rodas al maestro de la oratoria, Molón de Rodas, y al
estoico Posidonio.
De vuelta en Roma, prosiguió su carrera política, y en el lapso de trece años
consiguió las más altas distinciones. Empezó como cuestor en Sicilia en el 76 a.C., y
en el 70 a.C. aceptó defender a los sicilianos oprimidos por el antiguo magistrado
Verres, para quien sus alegatos (Verrinaes) supusieron la condena, lo cual lo hizo
muy popular entre la plebe y contribuyó a consolidar su fama de abogado. Decidido
partidario del republicanismo, admitía la necesidad de un hombre fuerte para dotar
de estabilidad al Estado, figura que reconocía en Pompeyo; sus simpatías por él, sin
embargo, no fueron siempre correspondidas.
Su carrera política fue fulgurante: en un año fue elegido edil, en el 66 a.C. pretor,
cargo desde el que propulsó un acercamiento entre caballeros y senadores
(concordia ordinum), y dos años después obtuvo la elección de cónsul del Senado.
Desde esta posición, hizo fracasar la reforma agraria propuesta por Rullo, hizo frente
a los populares, liderados por Craso y César, y llevó a cabo una de las batallas más
dramáticas y peligrosas de su carrera: su oposición a la conspiración de Catilina.

Derrotado en las elecciones, éste se disponía a promover levantamientos para


instaurar una dictadura. Los cuatro discursos (Catilinarias) pronunciados por Cicerón
ante el Senado a fin de conseguir la ejecución de los conspiradores constituyen la
muestra más célebre de su brillante oratoria, de gran poder emotivo. Sin embargo,
su actuación acabó por significarle el exilio años más tarde, cuando Clodio, elegido
tribuno de la plebe (58 a.C.), gracias a César, consiguió el reconocimiento de una ley
que sancionaba con la pena de muerte a todo ciudadano romano que hubiera hecho
ejecutar a otro sin el previo consentimiento del pueblo.

Tras buscar, sin éxito, el apoyo de Pompeyo, Cicerón marchó al exilio. Regresó a
Roma apenas un año y medio más tarde, pero para entonces su carrera política
estaba prácticamente acabada, situación que pareció hacerse definitiva con la
dictadura de César (48-44 a.C.). Sólo cuando éste fue asesinado, Cicerón volvió a la
escena política para promover la restauración del régimen republicano. En un
principio, mientras Marco Antonio aún no se había afianzado en el cargo, gozó de
cierto poder y consiguió la amnistía para los asesinos de César, pero apenas aquél
se sintió seguro, Cicerón se encontró con una fuerte resistencia, a la que hizo frente
verbalmente con las catorce Filípicas.

En vano intentó entonces aliarse con Octavio, hijo adoptivo de César, contra Marco
Antonio. Tras la batalla de Módena, Octavio se reconcilió con Marco Antonio y unió
sus fuerzas con las de éste y con el ejército de Lépido para la formación del segundo
triunvirato (43 a.C.). Ese mismo año, Cicerón fue apresado y ejecutado.

Formado en las principales escuelas filosóficas de su tiempo, mostró siempre una


actitud antidogmática y recogió aspectos de las diversas corrientes. La originalidad
de sus obras filosóficas es escasa, aunque con sus sincréticas exposiciones se
convirtió en un elemento crucial para la transmisión del pensamiento griego. Al final
de su vida contrasta su probabilismo con una exaltación religiosa de signo
neoplatónico. Como literato, se convirtió en el modelo de la prosa latina clásica, con
un estilo equilibrado y de largos y complejos períodos, aunque perfectamente
enlazados.

Sus obras: Discursos (70 a.C.); De las leyes agrarias (63 a.C.); Tratados sobre la
retórica (55 a.C.); Sobre la República (54-55 a.C.); Sobre las leyes (52 a.C.); Sobre
la vejez (46 a.C.); Sobre la adivinación (45 a.C.); Sobre la amistad (45 a.C.); Sobre
la naturaleza de los dioses (45 a.C.) y Sobre el deber (44 a.C.), entre otras.

Su máxima: «No se puede decir nada tan absurdo como para que no haya sido
dicho por algún filósofo.»

d) El Teocentrismo del Neoplatonismo

1) Introducción: Se aplica el nombre de Escuela de Alejandría a la sucesión de


filósofos, que desde el siglo III de la era cristiana hasta fines del siglo V pretendieron
unir la filosofía griega con la oriental. Su posición geográfica es de la misma ciudad
de Alejandría. Denominada ecléctica o neoplatónica y colocada entre el mundo
pagano y el cristiano, y poniendo así de manifiesto una de las afinidades del mundo
material con el moral, lo cual hace referencia y procede de Platón y de Pitágoras, del
Oriente y de la Grecia, de los gnósticos y de los cristianos, intenta resumir y
restaurar la antigüedad e inunda a la vez de idealismo y de misticismo toda la Edad
Media cristiana.

El Neoplatonismo es la corriente filosófica más importante que se basó en la teoría


de las Ideas de Platón; haciendo distinción entre el mundo de los sentidos y el
mundo de las ideas; entre el alma y el cuerpo del ser humano.
Plotino, su máximo representante, pensaba que el mundo está en tensión entre dos
polos. En un extremo se encuentra la luz divina (EL UNO =DIOS). En el otro extremo
está la oscuridad total, a donde no llega nada de la luz del Uno y que no tiene
existencia por sí misma. Según Plotino, el alma está iluminada por la luz del Uno y la
materia es la oscuridad.

El énfasis de la idea de trascendencia sugiere la inconmensurabilidad entre el


mundo divino y el mundo humano. La absoluta incapacidad humana para entender y
definir la naturaleza de Dios. La noción contraria es la inmanencia.

El Uno es totalidad de todas las cosas y, al mismo tiempo, ninguna de ellas. Es el


principio de todo, todo emana de él, es decir, de Dios, que permanece uno e
inmutable. Este emanantismo presupone una jerarquía de los seres, lo que se
traduce en una progresiva pérdida de perfección. Cada estado particular del proceso
recibe el nombre de “hipóstasis”. Según este proceso, Dios no ha creado el mundo,
sino que éste ha emanado de él.

En el proceso de la hipóstasis se designan las tres sustancias espirituales que


componen la realidad: el UNO (Dios), el intelecto (Espíritu) y el alma (la del mundo y
la del hombre). Las dos últimas derivan de la primera por emanación.
En esta teoría de la emanación, Plotino excluye cualquier responsabilidad divina en
el proceso generador del mundo. Este no sería un acto de libre creación, como
sostenían los cristianos, sino que la realidad material sería el resultado de un
proceso automático de irradiación: “Así como un perfume nace (amana) de una flor,
el mundo emana de Dios”.
La belleza, sostiene Plotino, es siempre elevación del alma. El arte posee la
capacidad de expresar las ideas de manera concreta. En ellas, el esplendor de lo
inteligible pasa a lo sensible. La música, la más inmaterial de las artes, tiene el poder
de reproducir con sonidos el principio mismo de la armonía. A través de la creación y
el disfrute del arte, así como viviendo las experiencias del amor y la filosofía, el alma
pone en marcha un proceso de purificación y emprende el camino del regreso a la
divinidad (Concepción platónica).

Las últimas palabras que Plotino, aquejado de una grave enfermedad de la


garganta, pudo musitar en su lecho de muerte, constituyen una perfecta síntesis de
su entera doctrina:
‘Buscad siempre que la divinidad que hay en vosotros se reúna con la divinidad que
hay en el universo”.

PLOTINO (204 – 270 d. C)

Representante principal y más genuino del aspecto filosófico del neoplatonismo,


nació en Lycópolis, en los primeros años del siglo tercero de la Iglesia. Después de
escuchar las lecciones de varios filósofos, y últimamente las de Anmonio Saccas en
Alejandría, se trasladó a Roma, y allí enseñó el neoplatonismo hasta su muerte,
acaecida en 270 d. C. Su escuela fue muy concurrida, acudiendo a ella de todas las
provincias del Imperio, y convirtiéndose en centro de resistencia y de guerra contra
la religión cristiana, cuyos misterios, cuyos principios de igualdad entre todos los
hombres, y cuya universalidad de doctrina para todos, se avenía mal con el orgullo y
las tradiciones de la Filosofía pagana. Porfirio, el confidente y el discípulo predilecto
de Plotino, recogió y ordenó los escritos de su maestro, distribuyéndolos en seis
Enneadas, cada una de las cuales contiene nueve libros o tratados.

Estos escritos han llegado afortunadamente hasta nosotros, y nos ponen en


situación de conocer y juzgar la Filosofía de Plotino con más acierto y seguridad que
la de otros filósofos antiguos. He aquí su resumen:
Pensamiento filosófico:

1) La idea del Unum: Dios es una cosa incomprensible e innominable para nosotros:
es todo lo que existe y nada de lo que existe; contiene en sí toda la realidad, pero no
es una esencia determinada; de aquí se infiere que el nombre menos impropio que
le podemos atribuir es el de Uno. Es, pues, la unidad absoluta, necesaria, inmutable,
infinita; pero no es la unidad numérica, es la unidad universal en su perfecta
simplicidad.

Este Unum, abstracto y universalísimo está sobre todas las cosas, sobre todas las
ideas y perfecciones que podemos concebir: siendo, como es, el principio y el ser de
todas las cosas, no es bondad ni libertad; no es pensamiento ni voluntad, sino que
es algo superior a todo esto, y hasta superior al ser. El Uno no es el ser ni es la
inteligencia, está sobre toda acción, sobre toda determinación, sobre todo
conocimiento; no es movimiento ni quietud, no es alma ni inteligencia, no es ni
siquiera cosa individual ni determinada.

El Dios de Plotino es la Unidad superior a todas las cosas, incluso, la esencia y la


vida; unidad que entraña en su fondo todas las esencias, que lleva en su seno todas
las formas específicas, sin ser ninguna de ellas, sin ser realidad concreta: es el
Unum anterior y superior, en el cual coexisten y se identifican los contrarios: es la
realidad neutra y uniforme, o, mejor dicho, informe, superior a toda determinación y
forma.
Del Unum absoluto emana la Inteligencia suprema, la cual constituye el segundo
principio de las cosas. Su emanación del Unum se verifica sin acción propiamente
dicha y sin volición de éste; es una emanación espontánea y necesaria, a la manera
que la luz emana del sol.

En varios de sus pasajes Plotino habla de este segundo principio, son obscuros y
hasta contradictorios; resultando de aquí su gran diversidad de opiniones por parte
de sus intérpretes y de los historiadores de la Filosofía, cuando se trata de fijar su
origen y su esencia. En nuestro sentir, la Inteligencia suprema significa y representa
una primera evolución del Unum absoluto, por medio de la cual éste pasa del estado
inconsciente al conocimiento consciente de sí mismo como realidad absoluta y
universal, y como principio de los seres y del mundo por medio de las Ideas
contenidas, o, digamos, identificadas con la Inteligencia suprema.

Sólo de esta manera, sólo tomando la Inteligencia en este sentido, se puede


comprender lo que de ella dice el filósofo neoplatónico, a saber: que la Inteligencia
es a la vez el objeto concebido, el sujeto que concibe y la acción de concebir.

2) La idea del alma (Teoría de la emanación): El alma humana, emanación


inmediata del Alma universal, es anterior y posterior al cuerpo en su ser y en sus
operaciones. Esta preexistencia del alma con respecto al cuerpo, lleva consigo la
independencia y superioridad de la misma en su ser y en sus funciones,
independencia que, no sólo comprende las funciones de la parte superior e
intelectual, sino también de la parte inferior; de manera que el alma es
completamente activa e independiente del cuerpo y de sus órganos en la sensación,
lo mismo que en la intelección.

Así es que hasta la memoria no consiste en la conservación ni en el vestigio de las


impresiones recibidas, sino que es un desarrollo de la energía del alma y de los
espíritus, con quienes tuvo comunicación antes de unirse al cuerpo; pero una vez
unida al cuerpo, no ya sólo al humano, sino a los astros, adquiere los sentidos. De
aquí es que, según Plotino, las almas del sol y demás astros, no solamente ven y
oyen, sino que están dotadas de memoria y conocimiento, y hasta escuchan y
satisfacen nuestros votos.
Con grandes razones, algunas de ellas bastante notables, prueba y procura
demostrar Plotino la inmortalidad del alma humana, la cual, por el solo hecho de ser
inteligente, no puede ser cuerpo ni tiene las cualidades de los cuerpos: figura, color y
extensión. Así, pues, no puede perecer nuestra alma, la cual, lejos de ser cuerpo, es
de su esencia simple y excluye toda composición, sin que pueda dejar de ser, ni por
división, ni por alteración.

La inmortalidad del alma humana es como una consecuencia natural de su


parentesco con la divinidad o esencia sempiterna, de la cual es como una
emanación. Este parentesco divino y la consiguiente inmortalidad del alma
pruébense, entre otras razones, porque es capaz de la verdadera sabiduría y de la
verdadera virtud, que son cosas ciertamente divinas, toda vez que el hombre, o,
mejor dicho, el alma habita en el mundo inteligible como en su propio lugar, conoce
intuitivamente la verdad eterna, y encuentra en sí misma la templanza y la justicia,
es decir, produce en sí misma la ciencia y la virtud por medio de la abstracción de
las cosas sensibles y por medio de la intuición de las ideas divinas, que son
sempiternas en su duración y divinas en su origen, y constituyen la vida del alma
inteligente.

En pos de la Inteligencia, que con la Unidad absoluta constituye la triada primitiva,


viene el Alma universal, para constituir, en unión con los dos anteriores, la famosa
triada de Plotino. «El Alma universal, nos dice éste, es el tercer principio
subordinado a los otros dos: esta alma es el pensamiento, la palabra, una imagen de
la inteligencia, el ejercicio de su actividad; porque la inteligencia no obra sino por el
pensamiento. Sin embargo, este pensamiento es indeterminado todavía, porque es
infinito.» La explicación, como se ve, deja mucho que desear en cuanto a claridad;
pues no es fácil concebir en qué se distingue el Alma universal de la Inteligencia, si
aquélla es el pensamiento de ésta, sobre todo después de haber afirmado que en la
Inteligencia el sujeto cognoscente y la acción de conocer son una misma cosa.

3) La idea del mundo: En relación y armonía con esta doctrina, Plotino enseña que la
materia de que se compone el mundo visible es privación de ser, más bien que ser.
Este mundo material carece de verdadera realidad, según el filósofo neoplatónico;
porque la verdadera realidad pertenece al mundo inteligible, al mundo divino de las
Ideas, las cuales constituyen las esencias de las cosas. El mundo inteligible,
compuesto de genios inteligentes o de espíritus, penetra, mueve y vivifica al mundo
material, el cual es como una imitación, un reflejo de aquél. Las ideas, realizadas y
como encarnadas en las cosas, mediante las formas que producen en éstas,
constituyen su esencia íntima y son el origen y la razón suficiente de su movimiento
y vida.
Por consiguiente, la idea o el pensamiento está dentro de todos los seres; palpita
dentro de todas las cosas; comunica vida y movimiento a toda realidad: toda realidad
es pensamiento (Hegel), y toda esencia real es racional. Todas las Ideas, que son
inmanentes en la Inteligencia, se imprimen y son participadas por los seres que
constituyen el mundo visible, por medio de la acción productora y plástica del Alma
universal.

La materia, que forma parte de los cuerpos, es lo que se aleja más del Ser o del
Unum, la participación más imperfecta de las Ideas, el último reflejo de la acción
plástica del Alma universal; su extensión y solidez la alejan y separan de la materia
ideal, de la cual se distingue específicamente, y con la cual sólo tiene cierta analogía
remota. Considerada en sí misma, carece de realidad y tiene mucho de no ser: Toda
la realidad y ser que en ella se manifiestan, proceden de las formas, las cuales, a su
vez, son derivaciones de las ideas.

De aquí es que el mundo ideal y el mundo sensible forman diferentes categorías y


apenas son comparables en el sentido de semejanza análoga, y no de semejanza
específica. Y esto es tanta verdad, que aun las formas mismas del mundo corpóreo,
a pesar de que son participaciones directas y como derivaciones inmediatas de las
formas (las ideas) del mundo inteligible, son como una realidad imaginaria, como
una esencia ilusoria en comparación de las formas y esencias del mundo inteligible,
que son las verdaderas.
Sin embargo, esta distancia que separa el mundo sensible del mundo inteligible,
aunque muy grande e inmensa en cierto sentido, no impide que haya entre las dos
analogías y semejanzas determinadas, siendo una de ellas la que se refiere a la
materia. Porque en el mundo inteligible es preciso admitir una materia que sea como
el substratum universal, que haga las veces de sujeto general y uno con respecto a
la multiplicidad de formas, las cuales representan las diferencias esenciales y la
distinción de especies en el mundo inteligible. Por otra parte, añade Plotino, si este
nuestro mundo sensible consta de materia, también debe existir ésta en el mundo
inteligible, toda vez que el primero es una imitación del segundo.

La materia del mundo inteligible es distinta de la de los mundos sensibles. Ésta (La
idea de los mundos sensibles) pasa sucesivamente de una forma a otra,
transformándose en toda clase de cosas, por medio de las nuevas generaciones y
corrupciones, de manera que está sujeta a continuas mutaciones, al paso que la
materia del mundo inteligible o superior es permanente en el Ser del cual forma
parte, sin experimentar mutaciones o cambios de forma.

4) La idea de la ética y la moral: El Universo producido, informado y eternamente


vivificado por el Alma universal, contiene, además de las almas humanas, las de los
brutos y las de los astros, una alma especial o propia de la tierra, la cual, no
solamente siente por razón de esta alma, sino que es también inteligente y es una
especie de diosa.

La caída del alma, o sea su incorporación, produce y determina en ella el olvido


relativo de su origen divino, según que procede de la Inteligencia y del Alma
universal que le dieron el ser, y produce también la obliteración de las Ideas.

Sin embargo conserva siempre cierta aspiración y movimiento hacia el mundo


superior de las Ideas hacia el Padre celestial de quien emanó, y mientras que
algunas, atraídas y dominadas por los placeres y apetitos, se convierten en hombres
carnales, otras, luchando contra estos apetitos, pueden elevarse paulatinamente al
mundo superior del cual cayeron, entrando de nuevo en posesión más o menos
perfecta de las condiciones de ser y de vida que habían disfrutado y poseído antes
de la incorporación. Las purificaciones, las oraciones, la mortificación, la abstracción
de las cosas sensibles, la práctica de la virtud, constituyen el camino para conseguir
esto.

La perfección del alma y su felicidad suprema, consiste en la unión extática con el


Unum, por medio de una intuición intelectual, simplificadora y unitiva, la cual
representa un conocimiento superior al sensible, superior al intelectual o racional,
superior al conocimiento mismo de las Ideas.

Sólo después de la separación del cuerpo puede llegar el alma a tener esta intuición
de una manera permanente. Sin embargo, durante la vida presente, es dada por
breves instantes y muy rara vez a ciertas almas privilegiadas, cuando éstas han
llegado al último grado de purgación moral, de abstracción del mundo material y de
elevación intelectual.

Es digno de notarse que Plotino dedica algunos capítulos a examinar si el alma


racional es una sola y la misma en todos los hombres, o si, por el contrario, existe
una en cada individuo, discusión que revela que la famosa teoría averroica sobre
este punto debió ser conocida ya en tiempo del jefe del neoplatonismo.
La teoría antropológica de Plotino y del neoplatonismo en general, coincide con la de
Platón. El cuerpo no es más que un instrumento respecto del alma, y esta lo es todo
en el hombre y constituye su esencia verdadera.

En conclusión, en su idea de la emanación, Plotino sostuvo el principio de la


trascendencia absoluta de la divinidad: Dios es el ser inefable, inalcanzable,
inexpresable.

La influencia de esta escuela en el pensamiento europeo posterior son tres: a) En la


Edad Media a través del misticismo cristiano (Pseudos Dionisio). San Agustín
encarnó la idea de la emanación de Plotino en su idea del iluminismo. b) Durante el
Renacimiento inspiraron a los humanistas (Cusa, Fiemo, Pico), quienes leyeron las
obras de Platón a partir de la interpretación de Plotino. c) En la filosofía moderna, el
sistema hegeliano de la dialéctica (tesis, antitesis, síntesis) recupera el sistema trino
de Plotino: permanencia, emanación, retorno.

Plotino supera el politeísmo tradicional de la religión grecorromana y subraya la


unicidad de Dios.

El término “hipóstasis” en el neoplatonismo, designa tres niveles del ser que


proceden de Dios mediante el proceso de la emanación: a) En el primer nivel se
encuentra el vértice supremo, que es Dios mismo. El UNO (Dios) constituye la
unidad a partir de la cual todo se genera con una tendencia progresiva dirigida hacia
la imperfección. b) Desde el UNO-DIOS emana la segunda hipóstasis: el espíritu,
que es el intelecto o inteligencia, entendida como el alma del mundo. En este nivel
del ser se encuentra todo el saber humano, todo el conocimiento y todas las
verdades posibles; todas las imágenes de Dios elaboradas por todas las religiones
del mundo. c) En la tercera hipóstasis se designa el nivel del alma, el principio de la
vida eterna y espiritual en cada individuo humano.

En síntesis, la primera hipóstasis se representa como una fuente de luz eterna e


inagotable; la segunda, como la luminosidad que sale de ella; y la tercera, como la
zona de penumbra que separa la luz de las tinieblas. Con el alma termina la escala
de los seres: el mundo de la materia representada por las tinieblas, es un no-ser; por
lo cual la materia no existe, porque contiene el mal y la imperfección, es como la
oscuridad con respecto a la luz: una condición de ausencia.

Esta teoría de la emanación influyó para el surgimiento de la tendencia del


Gnosticismo, en que el conocimiento representa el nivel supremo de la existencia, es
una especie de éxtasis.

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