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Significado de las Upanishads para el pensamiento de la India

José David Solís Vázquez

En la medida en que las Upanishads representan la genésis de la reflexión filosófica en la


India, el examen acerca de las Upanishads no puede significar más que el tratamiento del origen del
pensamiento filosófico indio. Este es el nervio fundamental de la significación de las Upanishads
para el pensamiento indio, y sobre ello versará la cuestión a exponer.
En efecto, si bien la literatura india se inicia con los Vedas – circa. 2000 a. C. –, estos no son
más que himnos que se recitaban a los dioses en el sacrificio, y que tras largos periodos de
transmisión oral se recogieron, finalmente, en un corpus mítico-religioso que da cuenta de la
religiosidad tradicional de la India. Como sostiene Gonzalo Puente Ojea: “Los estratos más antiguos
de los Vedas presentan un pensamiento típicamente indoeuropeo que se expresa en la forma de un
politeísmo de tonalidad naturalista que se decanta en una creciente personalización mítica de las
fuerzas de la naturaleza, de carácter antropomórfico” (Gonzalo Puente Ojea 2001, 125).
Ciertamente se ha considerado que debido al carácter ritualista y propiciatorio de los Vedas, en estos
es arduo hallar el germen de la reflexión filosófica india. Y aunque esta afirmación puede ser
cuestionada a poco que se atienda lúcidamente a algunos himnos contenidos en los Vedas, no es, sin
embargo, el objeto de nuestra exposición. En cualquier caso, la reflexión filosófica se aprecia con
más rigor en las Upanishads, donde se incluyen y se desarrollan filosóficamente algunos de los
himnos de los Vedas, en especial del Rig-Veda. “En estos desarrollos desaparecen los himnos a los
dioses y son reemplazados por la búsqueda de la realidad subyacente en la pluralidad del mundo
fenoménico” (Gonzalo Puente Ojea 2001, 127). Esta búsqueda del fundamento de la realidad, de lo
subyacente, es lo que identificaba Karl Jaspers como el inicio del pensamiento filosófico. No es
casualidad, además, que las Upanishads se enmarquen dentro de lo que Jaspers denominó “Tiempo
Eje”, que indica el surgimiento de las primeras formas de reflexión filosófica de forma simultánea
en Oriente y Occidente. Además, en gran medida, el pensamiento de las Upanishads se puede
cotejar con el de los presocráticos. De ello resulta una consecuencia elemental: las Upanishads
suponen, por tanto, una ruptura con los Vedas, con la religión ritualista y propiciatoria de la India,
dado que mientras que en los Vedas se va a seguir manteniendo la idea del sacrificio como núcleo
en torno al cual gravita la religiosidad popular, en las Upanishads ya vamos a encontrar esfuerzos
por encaminar la religiosidad hacia la pregunta por el Ser de la realidad y la esencia de lo real, lo
que existe más allá de la pura inmediatez, al igual que ocurría con los presocráticos. Aunque bien es
cierto que en las Upanishads no hay uniformidad, no todas se plantean lo mismo, pero es evidente
que esta es la tendencia que muestran todas, y esta tendencia se consolida cuando surgen las seis
Dársanas, o escuelas filosóficas. En las Upanishads además encontramos que unida a la pregunta
por lo permanente en la impermanencia del mundo – donde todo brota y desaparece – aparece la
pregunta por el sujeto. A decir verdad, todo el planteamiento de las Upanishads gira en torno a la
necesidad de dar respuesta a las vivencias del sujeto. Al sujeto le interesa saber qué función
desempeña, o qué va a ser de él dentro de esa dinámica universal de impermanencia. El sujeto
quiere saber qué es de él dentro del Brahman – Atman, que no es más que la realidad que está
debajo de ese aparecer y desaparecer continuo. Diversos planteamientos aparecerán en las
Upanishads para dar cuenta de ese Brahman – Atman, pues recordemos que habíamos afirmado que
en las Upanishads no se encuentra una única perspectiva: i)- el mundo de las apariencias es un
epifenómeno del Brahman – Atman, de la verdadera realidad. ii)- el mundo de las apariencias es
negativo porque tal mundo es lo que nos impide el acceso al Brahman – Atman ocultándolo. iii)- el
mundo de las apariencias es una ilusión, producto de la ignorancia. Solo existe el Brahman –
Atman. Esta última cosmovisión es la que se va a ir imponiendo paulatinamente, y va a dar origen a
diversas tradiciones, como el Vedanta – Advaita de Shakara. Todas estas posiciones se encuentran
reflejadas en las diversas Upanishads, de ellas podemos destacar: Brihadanranyaka Upanishads
(donde se relega a los Vedas a un segundo sitio afirmando que lo primero es el Brahman – Atman y
que incluso los Vedas proceden de él), Shandojia Upanishads (donde se aprecia más claramente la
analogía con los presocráticos en la pregunta por el Ser de lo real) y Aitareya Upanishad (donde
Brahman – Atman se presenta claramente como el principio, la esencia, lo absoluto. Incluso la
conciencia es Brahman – Atman).
Las Upanishads, en consecuencia, señalan un punto de inflexión dentro del pensamiento
ortodoxo indio. Por una parte, rompen de hecho – aunque no de derecho – con los Vedas. Y, por otra
parte, son el inicio de la reflexión filosófica india, pues inician las cuestiones acerca de los
fundamentos de la realidad, de lo que subyace a las apariencias del mundo, proponiendo el concepto
de Brahman - Atman. De ellas, además, emergerán las seis Escuelas Filosóficas o Dársanas,
sumamente relevantes para la estratificación del pensamiento filosófico de la India.

Bibliografía
– Puente Ojea, Gonzalo (2001): Ateísmo y Religiosidad, Madrid

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