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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio Del Poder Popular Para La Educación Superior

Universidad Ciencias De La Salud “Hugo Chávez Frías”

ASIC San Felipe II

Intervención Educativa Sobre Salud Reproductiva En Población Con Riesgo


Preconcepcional Curso 2020
INTRODUCCIÓN

Todos desean tener hijos sanos a partir de embarazos normales y


nacimientos felices. Sin embargo, ¿qué se hace para lograrlo?, o mejor aún,
¿qué no se hace para facilitar las cosas? La existencia de riesgos antes de la
concepción se encuentra debidamente documentada por numerosos
estudios realizados en el mundo, así como la posibilidad de prevenirlos o, al
menos, disminuir sus efectos en la madre y el hijo. Pese a que es un tema de
interés general, no son muchas las personas que conocen estos riesgos, ni
la forma más efectiva de protegerse, aparte de los profesionales de la salud.
Desde hace muchos años la importante tarea de disminuir la mortalidad
infantil generó la idea de clasificar el proceso fisiológico de la gestación en
dependencia de la aparición o no de determinadas características, llamadas
factores de riesgo. La Organización Mundial de la Salud ha estimulado la
utilización de criterios de riesgo en la atención de las embarazadas, como vía
para su seguimiento obstétrico y con el objetivo de disminuir la morbilidad, y
la mortalidad materna infantil. Algunos autores señalan como factores de
riesgo preconcepcional las edades extremas de la vida reproductiva por su
inmadurez o envejecimiento, el espacio intergenésico corto por su incidencia
en la mortalidad perinatal, la multiparidad y el embarazo no deseado por la
morbimortalidad materna y perinatal que somete al binomio madre-hijo, al
mismo tiempo que su adverso efecto socioeconómico, la desnutrición y otras
complicaciones maternas durante embarazos anteriores, el nivel intelectual y
cultural deficiente, las madres solteras, el tabaquismo, así como la presencia
de enfermedades crónicas asociadas al embarazo, las cuales actúan
nocivamente sobre el proceso reproductivo. Una buena atención prenatal y
un mejor control del riesgo preconcepcional, contribuirá a mejorar la salud de
las madres futuras. El objetivo de la atención prenatal consiste en asegurar,
en lo posible, que el embarazo termine con un niño sano y una madre sin
complicaciones. El riesgo preconcepcional es la probabilidad que tiene una
mujer no gestante de sufrir daño, ella o su producto al involucrarse en el
proceso reproductivo. El riesgo puede ser de carácter biológico, psíquico,
social o ambiental e incluso interactuar entre ellos.

En la mayoría de los países de América y el Caribe, hasta hace muy poco, la


muerte materna era considerada como un problema poco importante para la
salud pública, hasta que en 1980 se le denominó “epidemia silenciosa”, sólo
era atendida como resultado de las reivindicaciones sociales de organismos
internacionales en su lucha por un trato más justo para las mujeres y a favor
de la infancia.

Una dispensarización adecuada de la población femenina permite identificar


los riesgos colectivos o individuales y al actuar sobre ellos se logra un
embarazo satisfactorio, un parto feliz y un recién nacido sano. La
intervención sobre salud reproductiva no es un elemento determinante en la
erradicación de la morbilidad, y la mortalidad materna infantil si no la
posibilidad real de educar a la población del daño que desde el punto de
vista bío-psico-social y ambiental pueda sufrir una madre y/o su hijo.
Diferentes foros a nivel mundial han trazado planes para una maternidad
segura y una infancia feliz. El riesgo se define como “la probabilidad de sufrir
un daño no deseado, temporal o definitivo. Esta posibilidad de complicación
es diferente y específica para cada factor predisponente, por lo cual, se han
concebido programas y acciones de salud para reducir el efecto nocivo de
dichos factores sobre la calidad de vida, un parto satisfactorio y la obtención
de un individuo íntegro y capaz. Se estima que entre el 15 y el 30 % de las
mujeres del sector tapias III cuyas edades oscilan entre 15 y 49 años, tienen
alguna condición, afección o conducta que permita clasificarlas como
mujeres con riesgo preconcepcional real. El máximo reconocimiento de un
profesional debe ser la capacidad de sus pacientes para tomar decisiones de
carácter vital, gracias a la educación que se les ha proporcionado. Esa es la
aspiración de la bioética, dirigida a la prevención de las consecuencias
remotas de las acciones humanas y a la protección de las generaciones
venideras. Considerando en contribuir con el deber de educar a la población,
de aportarle los elementos necesarios para garantizar sus derechos
reproductivos, sin afectar de su calidad de vida, se define esta investigación
al tomar en consideración que la comunidad objeto de estudio el riesgo
preconcepcional constituye un problema de salud al dispensarizarse 73
pacientes.

Fundamentado en lo anteriormente planteado en la investigación se identifica


como problema científico: ¿Cómo modificar conocimientos sobre salud
reproductiva en población con riesgo preconcepcional? Del consultorio
médico popular Rinconcito comunidad tapias III año 2020.
Objetivos

General

 Modificar conocimientos sobre salud reproductiva en población con


riesgo preconcepcional

Específicos

 Caracterizar la población con riesgo preconcepcinal


 Determinar niveles de conocimientos sobre riesgo preconcepcional,
antes de aplicar la estrategia de intervención
 Realizar intervención educativa a través de charlas en cuanto al riesgo
preconcepcional
 Evaluar la eficacia y la satisfacción de las participantes después de
aplicada la intervención educativa
MARCO TEÓRICO

En toda sociedad existen individuos, familias y hasta grupos conocidos como


vulnerables, cuya probabilidad de enfermar o morir es mayor que la de otros.
Estos grupos deben ser identificados en la medicina preventiva, para que al
determinar el riesgo, se puedan ejercer acciones de salud que tiendan a
disminuir la probabilidad
de que enfermen.

La prevención de las complicaciones y la muerte durante el proceso de la


reproducción, es uno de los pilares para el desarrollo de la salud
reproductiva, y el principal instrumento para lograr este fin es la aplicación
del concepto de riesgo reproductivo, el que se define como la posibilidad que
tiene una mujer o su hijo de sufrir daño, lesión o muerte durante el proceso
de la reproducción: embarazo, parto, puerperio, etapa perinatal, infantil y
niñez.
Se conoce que una de las formas de evitar complicaciones maternas durante
el embarazo, entre estas, el bajo peso al nacer y las malformaciones
congénitas, es que la mujer en edad fértil que desee tener un hijo, llegue al
embarazo en buen estado de salud (biológico-psicológico y social); con la
reducción al mínimo posible de los diferentes factores de riesgo, presentes
en la pareja desde la etapa preconcepcional.

La atención al riesgo preconcepcional debe permitirle a la mujer o pareja la


información necesaria para conocer que el embarazo no es un riesgo, pero
que existen factores en la familia, la pareja o la descendencia que pueden
ensombrecer el buen pronóstico del embarazo y que para reducir los
mismos, es necesario asistir a una consulta médica con el equipo de salud
mucho antes de la concepción; pues de la forma en que este equipo pueda
actuar sobre los factores de riesgos presentes y se ofrezca una orientación
nutricional adecuada, los resultados del embarazo serán mejores y los
defectos congénitos y hereditarios reducidos.

Algunos autores señalan como factores de riesgo preconcepcional las


edades extremas de la vida reproductiva por su inmadurez o envejecimiento,
el espacio intergenésico corto por su incidencia en la mortalidad perinatal, la
multiparidad y el embarazo no deseado por la morbimortalidad materna y
perinatal que somete al binomio madre-hijo, al mismo tiempo que su adverso
efecto socioeconómico, la desnutrición y otras complicaciones maternas
durante embarazos anteriores, el nivel intelectual y cultural deficiente, las
madres solteras, el tabaquismo, así como la presencia de enfermedades
crónicas asociadas al embarazo, las cuales actúan nocivamente sobre el
proceso reproductivo. Una buena atención prenatal y un mejor control del
riesgo preconcepcional, contribuirá a mejorar la salud de las madres futuras.
El riesgo materno no es solo sinónimo de planificación familiar y
anticoncepción, la labor educativa debe ir más allá, lograr que la futura
madre conozca su momento óptimo, reconocer que posee un riesgo y, por
ende, la probabilidad que ocurra un daño durante el proceso de reproducción
que la afectará a ella misma, al feto o al recién nacido, por lo que debe
buscar asistencia médica y no sólo esperar que el médico llegue, además
que éste no es sólo estar enferma, sino que abarca además de lo biológico,
lo psicológico y lo social, así como cada una de ellas aprenda a contribuir
con el control y manejo de sus riesgos conociendo las consecuencias que
éstos pueden acarrear, ya que sin la colaboración de la mujer y su pareja no
se tendrá nunca el efecto deseado.

Al disminuir, atenuar o compensar el riesgo preconcepcional con un enfoque


clínico epidemiológico, con la cooperación familiar y consciente del problema,
se promoverá la salud reproductiva de una manera más efectiva, ya que se
reduce el número de veces que la mujer y su producto se exponen al peligro
que conlleva estar embarazada en circunstancias desfavorables. La
capacidad para realizar actividades está determinada por la posibilidad de
hacer el esfuerzo que estas implican. Un embarazo significa una carga
fisiológica adicional mantenida durante varios meses y requiere un mínimo
de aptitudes, que una mujer enferma puede o no poseer, por eso es
necesario verificar, como se ha señalado, la capacidad para la procreación
antes de iniciar un embarazo. La valoración clínica debe incluir los
diagnósticos de las entidades que establecen el carácter del riesgo y
disponer de los recursos necesarios para su confirmación, lo que puede
constituir un problema. En lo adelante se comentarán los riesgos
fundamentales tratados por la literatura. La Edad resulta evidente que las
personas muy jóvenes carecen de la madurez necesaria para lograr una
gestación sin riesgos. Por otra parte, los veteranos, en ocasiones, se confían
demasiado de los buenos resultados anteriores y se olvidan de que las
condiciones físicas cambian y no precisamente para mejorar.

La adolescencia fue considerada durante mucho tiempo como un tránsito


entre la niñez y la adultez. En la actualidad se piensa que es una etapa de la
vida del ser humano en la que ocurren complejos cambios biológicos,
psicológicos y sociales; la evolución de esta etapa se ha ido separando del
resto de las etapas del ser humano con el paso de los años. En lo biológico
se observa un descenso en la edad de la menarquía, pero la madurez
psicosocial requiere un proceso más largo de preparación, que se alcanza en
edades más avanzadas. El embarazo, a cualquier edad, constituye un hecho
trascendental, pero en la adolescencia se asocia con algunos peligros
médicos, como son: escaso y tardío control prenatal; incremento del aborto;
mayor número de dificultades en el parto (cesáreas y fórceps); multiparidad
precoz; mayor mortalidad materna, infantil y fetal; y mayor número de
complicaciones (elevación de la presión arterial, anemia, enfermedades que
se transmiten por medio del contacto sexual y malnutrición). Uno de los
factores que en la actualidad determinan un aumento en la frecuencia de
embarazos en adolescentes es el incremento de este sector de la población
y el comienzo más temprano de la pubertad. Hay que hacer mayores
esfuerzos para disminuir el embarazo en la adolescencia y sustituir las
interrupciones por el uso de los métodos anticonceptivos (los dos miembros
de la pareja) de una forma eficiente, razonable y responsable, pues la
madurez sexual es una premisa para una maternidad segura.

La posibilidad de una participación social plena hace que muchas mujeres


dediquen sus años, hasta la cuarta década, a la superación profesional y
laboral, a las actividades políticas y de dirección, o a disfrutar de las
posibilidades culturales y recreativas en su tiempo libre, que no suele ser
muy extenso. Esto provoca un aumento de la frecuencia de embarazos en
edades más avanzadas, con riesgos incrementados. Las madres añosas
son, con frecuencia, multíparas. Por otra parte, existe una relación análoga
entre mortalidad materna y paridad. Además, las mujeres que experimentan
su primera gestación tienen, por lo general, más posibilidades de morir que
en un segundo o tercer embarazo; a partir del cuarto, los riesgos vuelven a
aumentar.
La brevedad de los períodos entre embarazos impide una recuperación
adecuada de las reservas de hierro y calcio, por ejemplo, por lo que las
grandes multíparas posee mayor tendencia a la anemia y la osteoporosis.
Antiguamente se decía que cada embarazo costaba una muela, en alusión a
la descalcificación que ocasiona este, cuando el aporte de calcio de la dieta
resulta insuficiente.

Los riesgos de mayor incidencia en la mujer añosa son: alteraciones


cromosómicas (también se presentan en las mujeres muy jóvenes),
trastornos hipertensivos, posibilidad de sangramientos, bajo peso fetal y
neonatal, etc.

Las enfermedades genéticas. Los trastornos genéticos en la mujer añosa


constituyen un serio problema para la calidad de vida de la descendencia y
merecen especial atención. Es necesario recordar que los cromosomas son
estructuras que se encuentran en el interior de las células, y que contienen la
información genética de todos nuestros tejidos y funciones, de nuestras
enfermedades crónicas o de la predisposición a padecerlas.

Las anomalías cromosómicas son causa frecuente de aborto espontaneo. De


esta manera, la naturaleza evita el nacimiento de un niño enfermo, con serias
deficiencias orgánicas o funcionales. El más conocido (y frecuente) entre las
alteraciones cromosómicas es el síndrome de Down, enfermedad
caracterizada por deficiente desarrollo intelectual y facies característica
(mongoloide); en esta afección hay un cromosoma de más (trisomía), en el
par 23, lo que determina la presencia de 47 cromosomas (la célula humana
normal contiene 46, agrupados en 23 pares) Como resultado de estudios se
ha encontrado que 1 de cada 910 mujeres de 30 años corre el riesgo de
tener un hijo afectado por esta enfermedad, 1 de cada 106 mujeres de 40
años tiene que asumir este riesgo, y a los 45 años se llega a 1 de 30.
Además existen la trisomía 13 (Síndrome de Palau), la trisomía 18 (síndrome
de Edward) y otras más raras. También hay enfermedades por anomalías
estructurales de los cromosomas o por pérdida de un cromosoma (síndrome
de Turner). Lo importante es señalar que la incidencia de todas las
alteraciones cromosómicas, a partir de los 35 años, es superior a 1 de cada
196 mujeres. Existen otros trastornos hereditarios, que pueden ser de varios
tipos, aunque no están relacionados con la edad y en los que también hay
participación masculina: enfermedades autosómicas dominantes,
Enfermedades autosómicas recesivas, herencia recesiva ligada al sexo y
herencia dominante ligada al cromosoma X. Las enfermedades asociadas
con el embarazo. Las afecciones cardiovasculares son la primera causa de
riesgo de origen no obstétrico en la gestación. Un corazón enfermo a veces
no puede permitirse fantasías. La infinita capacidad de amor de una mujer no
basta para superar las barreras que la fisiología impone en determinadas
ocasiones. Las cardiopatías de origen reumático y las congénitas son las
más frecuentes en la mujer embarazada. La cardiopatía isquémica, por lo
general, surge en la medida que la edad progresa, por eso es poco frecuente
en la mujer que se encuentra en el período fértil, aunque se asocia con la
combinación de fumadora que utiliza anticonceptivos orales; como factores
de riesgo están la diabetes Mellitus y la hipertensión. El aumento de
gestaciones en mujeres en la cuarta y quinta décadas de la vida ha
contribuido a que esta afección aparezca con mayor frecuencia complicando
un embarazo. Otras cardiopatías que pueden aparecer son los trastornos de
los latidos cardíacos (arritmias). El incremento del volumen sanguíneo, con
el aumento del trabajo del músculo cardíaco, son las causas de
descompensación en el embarazo. En general, las cardiopatías tienden a
empeorar con el tiempo, por lo que las mujeres cardiópatas que deseen
tener hijos deberían hacerlo lo antes posible. Gran parte de ellas pueden
llevar a término un embarazo sin grandes problemas, pero las excepciones
deben ser explicadas a las pacientes, por constituir, en algunos casos,
contraindicaciones absolutas para una gestación. Las cardiopatías graves
implican una elevada incidencia de aborto espontáneo, y en las congénitas
debe valorarse el riesgo asociado con la herencia. La intervención médica
debe iniciarse precozmente, antes de la concepción, y debe incluir todos los
datos con respecto a las posibles repercusiones sobre la madre y el feto. La
hipertensión arterial (cifras de tensión arterial superiores a 140 mmhg de
sistólica o máxima, o 90 mmhg de diastólica o mínima) se considera una
epidemia del mundo moderno. Tradicionalmente afectaba, en mayor medida,
al hombre, pero en la actualidad, todos los autores coinciden en señalar que
existe un importante incremento en uno y otro sexo, que solo podrá evitarse
al modificar modos y estilos de vida muy arraigados en la población.

La hipertensión durante el embarazo: es una de las complicaciones más


frecuentes (entre el 5 y el 7 %) y en muchas ocasiones resulta previa a este;
aparece hasta en el 30 % de las gestaciones, y la hipertensión esencial
crónica corresponde a la mitad de los casos. La típica paciente hipertensa es
una mujer con sobrepeso, en la edad media de la vida, cuya actividad física
se limita al trabajo y a las labores domésticas; consume confituras en sus
frecuentes meriendas o incluye en su dieta abundantes carbohidratos y
grasas de origen animal, en detrimento de las frutas y los vegetales; tal vez
prefiere las comidas "rápidas", sobre la base de los embutidos y alimentos
pre-elaborados; está sometida al estrés de mantener un nivel de vida
adecuado para lograr una familia "feliz", aunque a veces ella misma se sienta
insatisfecha con su vida; y, con frecuencia, es también una fumadora.
Algunas de estas pacientes ignoran que son hipertensas, pese a tener, en
ocasiones, síntomas asociados que atribuyen a otras causas (cefalea,
trastornos visuales y zumbido de oídos). En la gestante, la hipertensión
puede provocar alteraciones de la placenta que ocasionan su
desprendimiento, con sangramiento o inadecuado aporte de nutrientes al
feto, retraso en el crecimiento intrauterino, prematuridad, así como aumento
de la posibilidad de muerte intrauterina y perinatal. Los recién nacidos tienen
bajo peso, además, pueden presentar dificultad respiratoria, depresión,
hipoglucemia, lesiones cerebrales y elevada posibilidad de muerte en
general. A su vez, las embarazadas que padecen de hipertensión pueden
sufrir una hemorragia cerebral, trastornos hepáticos y renales, hemorragias
posparto e incluso fallecer durante un embarazo. Del 7 al 10 % de los casos
se complican con una pre-eclampsia, que se caracteriza por cifras altas de
tensión arterial, edemas y pérdida de proteínas por la orina, y que puede
resultar mortal tanto para la madre como para el hijo si no se actúa con
rapidez. Son factores de riesgo los antecedentes familiares de hipertensión,
la edad materna (mujeres muy jóvenes o mayores), la multiparidad y la
obesidad. Esta
afección se puede prevenir con una dieta balanceada, sin utilizar mucha sal
en las comidas, manteniendo una actividad física que ayude a tener el peso
adecuado, y empleando el tiempo libre para descansar de las tensiones de la
vida diaria y lograr así la realización plena como personas.

La diabetes Mellitus: conocida desde la Antigüedad por las peculiares


características de la orina (orinas dulces, capaces de atraer a las hormigas),
es una enfermedad sistémica de elevada prevalencia, con graves
implicaciones para la gestación, ocasionada por una alteración del
metabolismo de la glucosa, que origina complicaciones vasculares, las
cuales incluyen la retina (que puede llevar a la ceguera), el riñón (que
provoca insuficiencia renal) y los vasos periféricos (que incrementan el riesgo
de oclusiones vasculares con peligro de gangrena), y que pueden empeorar
durante el embarazo. Otras complicaciones son los trastornos del
metabolismo de las grasas y el tiroides, las infecciones genitales y la
cardiopatía isquémica (que desaconseja el embarazo).La diabetes resultaba
sinónimo de maternidad frustrada durante muchos años, hasta que se logró
la producción sintética de insulina (hormona pancreática), para su empleo
como terapia sustitutiva en el control del metabolismo de la glucosa. La
diabetes gestacional aparece durante el embarazo, como expresión de una
alteración de la tolerancia para la glucosa y puede requerir el empleo de
insulina. En algunas mujeres se repite en cada gestación. La enfermedad se
asocia con malformaciones que tienen lugar en los primeros meses del
embarazo, que ocasionan la muerte fetal. Los hijos de madres diabéticas
presentan macrosomía (niños gigantes) o crecimiento retardado, sufren de
hipoglucemia al nacer y pueden presentar dificultad respiratoria, cardiopatías
y anomalías congénitas, por lo que se mantienen en observación en las
primeras horas de vida. Se aconseja que la diabética tenga un embarazo a
una edad no extrema, en ausencia de complicaciones graves y con un
adecuado control metabólico entre los 3 y 6 meses antes de la concepción,
además con un peso cercano al ideal. La función tiroidea inadecuada puede
deberse al aumento o disminución de la producción hormonal de la glándula
tiroides. La actividad de esta glándula es fundamental para tener una
gestación normal.

El hipotiroidismo o hipofunción tiroidea: cuando es profundo, provoca


generalmente esterilidad y si es moderado requiere un suplemento hormonal
de reemplazo para lograr una gestación. La transferencia de la mayor parte
de las hormonas tiroideas a través de la placenta es mínima. Las
hipotiroideas no controladas tienen mayor riesgo de amenaza de aborto,
amenaza de parto pretérmino, crecimiento intrauterino retardado y muerte
fetal intraútero.

Los trastornos de la sangre: también tienen un gran peso en la gestación;


el más frecuente de ellos es la anemia. La anemia es el resultado de la
disminución del volumen de glóbulos rojos en la sangre o del contenido de
hemoglobina en estos; la hemoglobina es imprescindible para el transporte
del oxígeno a los tejidos y células del cuerpo humano. La anemia, durante el
embarazo, predispone a sangramientos en el parto, con deterioro del estado
materno. Los períodos intergenésico cortos favorecen la aparición de
anemia, porque la mujer no ha tenido tiempo suficiente para reponerse; por
esta razón, es relativamente frecuente en las multíparas. Entre sus causas
más frecuentes están: déficit de ácido fólico, el déficit de hierro y las
alteraciones de la hemoglobina.
Aunque muchos consideran que las anemias aparecen por no comer,
en realidad pueden originarse por comer inadecuadamente o por
causas ajenas a la alimentación. Hay pacientes que sufren
alteraciones en los mecanismos normales de coagulación y, por lo
tanto, tienen mayor riesgo de sangramientos. Los problemas
hepáticos tienen una gran importancia, porque el hígado es un órgano
que puede afectarse en una paciente sana durante el embarazo, con
consecuencias graves en muchos casos. La forma más benigna,
ocasionada por un fallo en la excreción adecuada de ácidos biliares,
ocurre en el tercer trimestre del embarazo, y se caracteriza por prurito,
además puede aparecer en los siguientes embarazos o relacionada
con el uso de anticonceptivos orales.
El asma bronquial: es otra enfermedad que está asumiendo un
carácter epidémico en el mundo actual, como resultado de la
contaminación ambiental. El tratamiento del asma se modifica poco
con el embarazo y se mantienen los medicamentos de uso habitual.
La evolución clínica de esta afección se repite generalmente de
embarazo a embarazo, por lo que no se recomienda en las pacientes
que han presentado crisis de broncoespasmo severo con paro
respiratorio y necesidad de ventilación asistida. El aumento de
volumen del útero crea un compromiso restrictivo en los movimientos
de la caja torácica que se suma a la obstrucción bronquial y a los
cambios hormonales del embarazo, y, por tanto, disminuye la
capacidad ventilatoria en forma acentuada. La exacerbación de este
cuadro durante el trabajo de parto es rara, si el manejo en la gestación
fue satisfactorio.
La epilepsia: ha sido una enfermedad con repercusiones sociales
importantes, a la que en ocasiones se le ha dado una interpretación
mística. El riesgo de sufrir ataques epilépticos durante el embarazo
está en dependencia del patrón de la enfermedad en cada paciente.
Alrededor del 50 % de las mujeres que sufren de epilepsia, no
modifican la frecuencia de los ataques durante el embarazo, el 40 %
tienen ataques más frecuentes y el 10 % muy frecuentemente, por lo
que deben incrementarse las dosis de anticonvulsivantes. La
posibilidad de traumatismos es uno de los principales riesgos en la
epilepsia. Esta afección no presupone modificar la vía del parto. El
principal efecto sobre la gestación es el riesgo que tiene para el
desarrollo fetal el uso de gran parte de los medicamentos utilizados en
el control de la enfermedad, por lo que en ocasiones resulta prudente
modificar los esquemas de tratamiento habituales por otros que
tengan menor riesgo teratogénico, si es posible.
Las Infecciones de transmisión sexual: Las infecciones revisten
gran importancia en las gestantes por los trastornos inmunológicos
asociados con el embarazo y sus posibles complicaciones. Las que
tienen mayor repercusión son las de transmisión sexual. En este
grupo se hallan las infecciones genitales bajas provocadas por
levaduras (Cándidas o Monilias), protozoos (Trichomonas), bacterias y
virus. Durante el embarazo, estas infecciones pueden causar daños al
embrión, al feto o al recién nacido. Tal es el caso del herpes virus, de
alta mortalidad neonatal y que origina lesiones del sistema nervioso; la
conjuntivitis y la neumonía neonatal, provocadas por Clamidias; y la
prematuridad, el bajo peso fetal, la rotura temprana de membranas y
las infecciones del recién nacido asociadas con infecciones por
micoplasmas y vaginosis bacteriana. Las infecciones genitales altas
incluyen al gonococo, que puede ocasionar conjuntivitis en el recién
nacido, a la tuberculosis genital y a las Clamidias. Aunque se
considera una entidad rara, la tuberculosis congénita, adquirida antes
del parto o durante él, ya se reporta esporádicamente. La sífilis es una
enfermedad sistémica que puede trasmitirse a través de la placenta.
El riesgo de transmisión varía con el estadio de la enfermedad
materna: es más probable en la sífilis primaria y secundaria. En
Estados Unidos su incidencia ha aumentado a partir de los años 80, y
la drogadicción es un factor de riesgo. La infección sifilítica congénita
es causa de muerte fetal o neonatal en el 40 % de los afectados. Los
síntomas pueden aparecer durante los primeros dos años de vida y
dañan múltiples sistemas orgánicos. Las hepatitis pueden transmitirse
de la madre al feto. Tienen importancia epidemiológica, por su
cronicidad, las hepatitis B, C y D, que se adquieren por la vía sexual y
por el contacto directo con la sangre, por lo que deberá garantizarse la
calidad de los derivados de esta que deba utilizar un paciente que no
tenga la enfermedad. La hepatitis B aparece en el 5 % de la población.
Toda persona que la padezca debe ser controlada y tratada, además
advertida del riesgo de transmisión sexual. Este virus no tiene efectos
teratogénico y su paso al feto ocurre en el momento del parto
(contaminación connatal) o después del nacimiento (contaminación
posnatal), al amamantar. Puede prevenirse utilizando la
gammaglobulina específica contra el virus y la vacunación del niño, y
tratando de evitar la contaminación en el momento del parto.La
hepatitis C también se transmite por las relaciones sexuales, pero con
más frecuencia mediante transfusiones sanguíneas, y también el feto
puede ser contaminado a través de la madre. Para muchos
epidemiólogos, la hepatitis C será la gran epidemia silenciosa del siglo
XXI, de especial interés porque su prevalencia es mayor en el sexo
femenino en las primeras décadas de la vida, con una evolución
asintomática e insidiosa, de consecuencias muchas veces fatales. El
preservativo es una forma eficaz de protegerse de todas las
infecciones de transmisión sexual, incluyendo el VIH/SIDA. Las
medidas preventivas serán orientadas y se garantizará la
inmunización, si se presentaran enfermedades infecciosas
epidémicas, para evitar su aparición en el transcurso del embarazo.
Para esto debe seguirse el esquema de vacunación establecido por la
Organización Mundial de la Salud.
El VIH/Sida. Según las proyecciones anuales, para el año 2005 se
estimaba que más de 100 millones de personas en todo el mundo
estarán infectados con el VIH, entre las cuales las mujeres y los niños
serán los más frecuentemente afectados. En los próximos años, más
de 40 millones de niños habrán perdido al padre o a la madre, o a los
dos, como causa del SIDA. Las mujeres asumen en forma creciente el
peso del SIDA, por ser las principales proveedoras de cuidados, y en
especial las jóvenes, ya que con frecuencia resultan más vulnerables
a la enfermedad. En muchos lugares, la infección es de 3 a 5 veces
más alta entre las mujeres jóvenes que entre los hombres. El VIH se
propaga, comúnmente, al tener relaciones con una pareja infectada, a
través de sangre contaminada y de agujas o jeringuillas
contaminadas. Padecer una enfermedad de transmisión sexual, como
sífilis, herpes genital, infección clamidiana, gonorrea o vaginosis
bacteriana, parece hacer a las personas más susceptibles de
infectarse con VIH si se mantienen relaciones con una pareja
infectada. Las mujeres pueden transmitir el VIH a sus hijos durante el
embarazo o el parto. Los países que han puesto en marcha
programas para reducir la transmisión materno infantil del VIH han
obtenido resultados satisfactorios. Sin embargo, estos programas
dependen de que la madre sepa que está infectada, lo que a su vez
depende de que acuda a los servicios de atención prenatal y opte por
realizarse las pruebas de detección. El costo de estos programas está
en correspondencia con la fertilidad y la prevalencia del VIH. La
primera determina a cuántas mujeres se les deberá hacer el
pesquisaje; y la segunda, el número de ellas que necesitarán
tratamiento con antirretrovíricos y sustitutos de la lactancia natural. En
África, el SIDA constituye una de las primeras causas de riesgo
prenatal y su incremento amenaza con despoblar el continente.
Otras infecciones. Existen otras afecciones virales de efecto directo
sobre la gestación, como la enfermedad por citomegalovirus, con una
mortalidad entre el 20 y 30 % de los recién nacidos .La rubéola, en el
primer trimestre del embarazo, ocasiona malformaciones fetales
severas en el 80 % de los casos. Por eso es importante la vacunación
en la mujer joven no embarazada, que debe evitar la gestación hasta
tres meses después de vacunada .La varicela zoster que aparece en
las primeras veinte semanas de la gestación, puede provocar, en el 5
% de los casos, retardo en el crecimiento, falta de extremidades, etc.
(similar a la rubéola). Si la madre desarrolla la enfermedad entre los
cuatro días anteriores al parto y los dos días posteriores, existe el 25
% de que el niño nazca infectado, con el 30 % de posibilidad de
muerte. Estos niños deben ser inmunizados pasivamente con
inmunoglobulina específica, si el parto ocurre durante la semana de
riesgo de diseminación. Por eso es importante conocer el estado de
inmunidad de la mujer para la varicela antes de iniciar el
embarazo. La toxoplasmosis es una afección provocada por un
protozoo, que puede ser poco sintomática, pero enferma al feto, por lo
que resulta importante conocer si la mujer tiene anticuerpos para este
protozoo antes de quedar embarazada, ya que ello implica inmunidad.
Debe advertirse a la mujer embarazada que no ha estado relacionada
con la enfermedad, que evite el contacto con animales que la posean,
como son los gatos y las palomas, así como la manipulación de tierra
y el consumo de carnes poco cocinadas o vegetales mal lavados, para
evadir la infestación.
El paludismo: enfermedad ocasionada por la infestación del
Plasmodium, se encuentra muy extendido en las regiones tropicales y
subtropicales, es una causa frecuente de mortalidad materna, abortos
espontáneos y partos pretérmino, y contribuye, además, a la anemia
crónica. El saneamiento adecuado y la lucha anti vectorial son
premisas para la lucha contra este flagelo de la humanidad.
Infecciones sistémicas como la tuberculosis son frecuentes en el
mundo subdesarrollado, donde han retomado nuevas fuerzas en los
últimos años (enfermedades reemergentes), y es frecuente su
diagnóstico en las embarazadas, lo que establece un grave
compromiso para el bienestar materno.

La Nutrición.
Cada actividad requiere un gasto de energías que debe ser
garantizado por la ingestión de una dieta adecuada en calorías, con
un balance acertado de proteínas, carbohidratos y grasas, además, se
necesita consumir frutas y vegetales con el fin de obtener las
vitaminas necesarias para regular las funciones normales del
organismo. La obesidad y la desnutrición constituyen dos caras de
una misma moneda. El crecimiento normal de las especies animales
superiores está determinado, principalmente, por factores genéticos y
nutricionales, y la nutrición es un elemento reconocido por el hombre,
desde épocas tempranas, como factor de riesgo. La colección
hipocrática incluye preocupaciones acerca de la alimentación y el
modo de utilizar los productos alimentarios. Las malformaciones
congénitas fetales se encuentran vinculadas con el estado alimentario
y el aporte de vitaminas. El exceso de vitamina A ha sido identificado
hace tiempo como la causa de algunos de estos defectos. También el
ácido fólico, reconocido como protector del sistema nervioso central
del feto, parece estar implicado en los defectos cardíacos congénitos.
El conocimiento y uso de los suplementos vitamínicos por parte de la
mujer en edad reproductiva por lo general es más limitado en las
mujeres muy jóvenes, con bajo nivel educacional y un escaso
consumo de frutas y vegetales, al igual que en las obesas. Existen
datos y circunstancias asociados con el riesgo de padecer
alteraciones nutricionales, como son malos antecedentes
reproductivos, tener tres o más embarazos en dos años, intervalo
menor de tres meses entre la lactancia del embarazo anterior y el
embarazo actual, embarazo en los seis meses siguientes al inicio del
consumo de anticonceptivos orales, síndrome de malabsorción,
vegetarianas estrictas, fumadoras inveteradas, alcohólicas,
drogadictas, mujeres con enfermedades metabólicas, sangramiento
menstrual abundante habitual, y pacientes obesas o muy delgadas.
Las recomendaciones diarias de aporte energético y nutrientes para la
mujer establecen un promedio de 2 200 calorías, con un incremento
promedio de 200 cal a partir del segundo trimestre de la gestación y
de 500 cal durante la lactancia; con una ingestión diaria de 46 a 50 g
de proteínas, que debe aumentarse a 60 g en el embarazo y 65 g en
la lactancia; aportes ligeramente elevados de vitaminas B, C, D y E;
así como un considerable incremento de las necesidades de hierro,
zinc y ácido fólico durante la gestación.

MÉTODOS
Se realizó un estudio de intervención educativa con el objetivo general
modificar conocimientos sobre salud reproductiva. De un universo de
mujeres adultas con riesgo reproductivo preconcepcional (73) del área
de salud perteneciente al consultorio médico popular El rinconcito se
eligió una muestra de 22 a partir de un muestreo simple aleatorio
elegido por orden de Historias Clínicas, en el que se fueron citando las
mujeres mayores de 18, y proponiéndoles la inserción en la
intervención, una vez que daban su consentimiento se agregaban a
una lista hasta llegar a la cifra de 22.
Se tomaron como criterios de inclusión: Que las mujeres
seleccionadas estuviesen de acuerdo en colaborar con la
investigación previo consentimiento informado (Anexo No.1),
respetando así el aspecto ético indispensable para la investigación e
intervención. Que pertenecieran al área del consultorio médico popular
El rinconcito de los sectores donde se llevó a cabo la investigación y
las comunidades que cubre dicho consultorio las cuales son: sector
Tapias III, óscar escudero, el rinconcito y esperanza de Dios. Que no
existieran limitantes de salud o capacidad mental para participar en la
investigación.
Como criterios de exclusión se tuvieron en cuenta: Que las mujeres no
estuvieran dispuestas a participar en la investigación o faltaran al 25%
de las actividades diseñadas por la intervención. Que ya no
pertenecieran al área de salud del consultorio en el momento de
aplicación de la investigación. Que existieran limitantes de salud o
capacidad mental para participar en la investigación.
La investigación se dividirá en 3 etapas: diagnóstico, intervención y
evaluación. En la primera etapa, de diagnóstico, se planificó la
investigación, se coordinó con el equipo de salud y el Equipo de
Trabajo Comunitario Integrado de la comunidad para contactar con las
pacientes. Luego se identificó las necesidades de aprendizaje al
aplicar el test de conocimientos de entrada, el mismo que se realizó a
la salida (Anexo No.2). Los datos primarios fueron obtenidos mediante
revisión de las historias clínicas familiares después de lo cual y
previamente citadas, ellas entregaron su consentimiento
fundamentado para participar en el estudio. La etapa de intervención
estuvo dirigida a mujeres en edad fértil. Se desarrollaron actividades
teóricas y grupales, para un grupo de no más de 22 pacientes se
sesionó en el consultorio médico, con una frecuencia semanal de 4
horas, durante 5 semanas. Se tuvo en cuenta un lenguaje asequible
partir del nivel educacional medio de la población a la que fue dirigido
el proyecto. Anexo 3.Durante la tercera etapa o de evaluación se
repitió el test de conocimientos se valoraron las modificaciones de los
conocimientos antes y después de la intervención, se aplicó grupo
focal para el desarrollo de un PNI que permita validar la satisfacción
de las participantes en la intervención (Anexo No.4).Como medida de
resumen se utilizaron los números absolutos y porcientos. Se
presentaron los resultados en tablas de doble entrada y gráficos para
su mejor visualización. Se utilizó el Coeficiente de variación para
determinar la efectividad de la intervención según temáticas tratadas,
asumiendo como suficiente si se lograba más del 60.00% de los
resultados correctos e insuficiente menor de 60.00%.

Valor Inicial – Valor Final


Cv = ____________________
Valor Inicial X 100

ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS

El riesgo reproductivo preconcepcional es la probabilidad que tiene la


mujer de sufrir un daño a la salud, ella o el producto de la concepción
durante el proceso reproductivo; se estima que entre el 15.0 y 25.0 %
de las mujeres en edad fértil presentan elementos capaces de
condicionar o desencadenar morbilidad y mortalidad durante el
proceso reproductivo, bien para los cónyuges o el producto del
embarazo. Por ello es importante el análisis de las variables
demográficas y conductuales en la población de riesgo. Se trabajará
en base a 19 pacientes, que fueron la cifra que participó en más del
75% de las actividades. Este estudio mostró que el 47.37% de las
pacientes del Consultorio del Médico Popular (CMP), en lo adelante
consultorio médico, objeto de investigación, eran trabajadoras, el
52.63% tenía una edad igual o superior a los 30 años, y el resto, 47.37
entre 18 y 30; el 26.32% poseían escolaridad primaria, el 21.04%
fumaba, en tanto que el 63.13% posee un ingreso per cápita bajo. El
15.79% eran madres solteras y la malnutrición materna por defecto no
aportó cifras. (Tabla No.1)Tabla 1. Comportamiento de las
características demográficas y conductuales en el riesgo reproductivo
preconcepcional.
Interno de pregrado:

Diana Medina

Tutor: Doctor Nelson Sivira

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