EN BLANCO

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Jnsumxs
 MARUXA VILALTA

EN BLANCO Y NEGRO
Ignacio y los jesuitas
ÜBRA EN 12 CUADROS

COLECCIÓN

DPOPUlAR

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

MÉXICO
Primera edición, 1997

Para mis hijos Adriana y Gonzalo

D. R.© 1997, FONDO DE CULTURA EcONÓMICA

Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F.

ISBN 968-16-5012-3
Impreso en México

Maruxa Vilalta forma parte del Sistema Nacional de
Creadores de Arte como Creadora Artística.
En blanco y negro. Ignacio y losjesuitas, obra pre-
sentada por el Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes a través del Instituto Nacional de Bellas Artes,
Socicultur y el Festival Internacional Cervantino, se
estrenó con dirección de escena de la autora el 27 de
enero de 1997 en el teatro El Granero, de la ciudad
de México. Escenografía e iluminación: Flavia Hevia.
Musicalización: Mauricio García Lozano. Actores:
Víctor Roldán, Óscar Flores, Carlos Corres, Pedro
Adame, Gabriel Ortega, Octavio Moreno, Guillermo
Navarro, Jacqueline Bribiesca.
8 9
PRÓLOGO
Asombra la capacidad de Maruxa Vilalta para intro-
ducirse en la de por sí compleja vida de personajes en
soledad sonora así como amarga; meterse en los
círculos misteriosos del ser y del estar en la angustia
convulsa de la santidad; ese concepto de por sí cerra-
do, hermético en su mística severidad tratando de
explicamos la vida al través de la exposición mítica
de su personalísima vida interior. Meterse en la bio-
grafía de una persona de calidad paradigmática, en
tránsito ígneo hacia estados de vida interior que la
razón no alcanzaría a explicarse por sí sola, y con ello
tratar de perforar lo imperforable, esforzándose por
explicar lo inexplicable, nombrando en queda o en
furor abierto lo innombrable,... es pretender decirle al
mundo que la razón de la sinrazón de la vida interior
obedece a intentos desde lo más oscuro por obtener
apenas un destello de la ansiada claridad a futuro
remoto.
La técnica que la autora utiliza es la misma que el
periodista anhela dominar para dejar patente el repor-
taje mejor de su carrera. Borrados ya los lindes del
periodismo con la literatura, la poeta se lanza a repor-
tear en espacios por demás abstractos, asistidos de
atmósferas fugaces e irrepetibles. La autora --drama-
turga intemporal- habría de acudir al testimonio de
los hechos que pasan sin pasar; habría de echar mano
del teatro documento y testimonial capaz de romper
convencionalismos lo mismo que aberrantes distor-
siones de las herencias recibidas de buen grado o sim-
plemente renegadas. Teatro de punzante garra política.
Dramaturga que acude al hecho histórico para rec-
tificar en él lo que la historia tiene de convencional y
superflua. Sagacidad de Maruxa para hilvanar rosa-
rios de letanías y contradicciones, responsos de vida y
muerte en olor a santidad o en perversidad abierta.
Justicias e injusticias en la Viña del Señor, vivida en
ámbitos en los que el poder estimula la serpentina ul-
trabarroca de la prevaricación. Traiciones y ambicio-
nes en el claroscuro de la santidad; dialéctica de la
pasión pura, de la sinrazón abierta al corazón de las
estrellas. El poder que estimula y aniquila, el poder
nuestro de cada día en las moradas de Teresa de
Ávila, lo mismo que en la caverna tensa de Jerónimo
como ente grutesco, jamás grotesco; el poder alimento
de la soledad sonora, el de la diuturna enfermedad de
la esperanza, el poder del amaos los unos a los otros
así en la tierra como en los cielos; jamás en los infier-
nos interiores. El poder ancilar del magisterio con el
escudo corroído de la enseñanza mal asimilada. Igna-
cio de Loyola pregunta:
¿Cómo pudisteis apartaros de vuestros votos? ¿Cómo pu-
disteis ambicionar poder y riqueza? Traicionar a Nuestro
Señor. ¿Cómo pudisteis, cómo pudisteis, cómo pudisteis?
10
La Iglesia militante inicia el éxodo que aún no con-
cluye; tras de sí desfilan millares de seguidores. Igna-
cio es, entonces, el pordiosero, el robachicos, el home
del sac.
Reportaje o entrevista -es lo mismo--, la autora
aplica su escalpelo en el tema persistente de la repre-
sión; igual lo hunde para separar que para extirpar la
pústula permanente en libertad de acción, de pensa-
miento; para el derecho a vivir en la ley de Dios per-
versamente aplicada por los hombres. Y el cerco de la
ideología como corona de espinas en la frente cerrada
del que se supone libre vicario de la intolerancia. El
juego de imágenes entabla su furor dialéctico en la im-
pacienciade los corazonesesperanzados,tanto como en
el juego de las relaciones humanas. Teatro éste de rigo-
res encendidos, de intenciones entreveradas por el diá-
logo en el que las acusacionesy los rechazos destruyen
el tablero blanquinegro de los prejuicios religiosos,
esto es, de los anatemas preconcebidos en su limitativa
función religadora. Ejercicio físico lo mismo que espi-
ritual, el que nuestra autora practica con destreza en el
juego vivaz de las preguntas y respuestas trazando ba-
rroquismos igual sedantes que desesperados.
Al cabo de transcurrir por la historia a sus anchas,
Maruxa Vilalta descubre el verdadero rostro de su em-
presa dramatúrgica: el presente de indicativo de Igna-
cio de Loyola y del jesuitismo y a la vez la posición
del clero en la guerra fratricida (¿cuál no lo es?) de Es-
paña, 1936. Aquella contienda que dejara a la gran
España --como después en Líbano- sumida en la de-
11
solación mayor de saberse muda y desgarrada, ante el
mundo convulso de miseria y genocidio.
Es la hora del rendimiento de cuentas de ese pre-
térito imperfecto que es un baldón más de los tantos
que han hecho reventar el siglo XX y su concepto del
mundo epiléptico y total. Maruxa Vilalta acude al tea-
tro, que es su trabajo personalísimo, para poner-su-
pica-en-Flandes y salir de la batalla victoriosa. Los
planos que maneja -de la didáctica al planteamiento
ideológico- la presentan diestra en el manejo de los
diálogos de la cosa pública. Su trabajo teatral va de la
mística a la ética por el camino firme que sólo el teatro
ofrece para ventilar los asuntos de vida y muerte. Un
golpe más, afortunado y maestro, en la línea abierta y
clara de Maruxa como estupenda dramaturga. Enhora-
buena.
HÉCTORAzAR
-la extrema riqueza.
12
ES IGNACIO Y ES CHIAPAS
La lectura de la más reciente obra de esta notable dra-
maturga que es Maruxa Vilalta, En· blanco y negro.
Ignacio y los jesuitas, suscitó en mí emoción profun-
da. Me hizo recordar a Unamuno y a Baroja y a mis
muertos de México y de España. Es una pieza sobre la
tragedia contemporánea. Aborda temas religiosos pero
es una obra política.
Un periodista mexicano de nuestra época entrevista
a Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de
Jesús, en 1555.Está ya el periodista en el estudio de Ig-
nacio, en Roma, y pregunta si puede entrar. "Me pa-
rece que ya entraste'', dice el santo. Ha empezado el
diálogo -difícil- entre alguien que pregunta y no oye
y alguien que responde y escucha;entre alguien digno y
otro que sólo quiere que le digan lo que desea oír e
inquiere, y reclama, igualado, insensible,cínico. El dra-
ma es sobre los jesuitas, sobre nuestro tiempo, la actua-
lidad del pasado, la historia en carne viva en este fin de
siglo. En el contexto, como telón de fondo, las miserias
de quienes viven la pobreza extrema y de quienes viven
El lenguaje culto pero a la vez claro, las palabras
precisas y apropiadas, su orden en la composición de
la oración y de la frase suscitan un caudal incesante y
13
creciente de imágenes vivas y actuales. Una sola lec-
tura se hace imposible porque el estilo directo implica
una multiplicidad de referencias. Leemos el texto de
esta obra no sólo viendo las palabras sino oyéndolas;
las remitimos de nuestra mente a la voz de los perso-
najes para entenderlas y disfrutarlas en su magnitud
sonora y en la profundidad de los conceptos que
expresan. No es un teatro didáctico sino más bien
poético a la vez que fuerte; un teatro de denuncia, va-
liente y comprometido. Es un teatro que logra en es-
cena esa unión entre la creación artística y el público
que solamente se da en instantes privilegiados y en
piezas logradas.
El poder de las cosas sencillas es inmenso, como lo
es el poder de lo auténtico y sincero. Llamar a las cosas
por su nombre, con las palabras permitidas -¡ma-
ravilloso Paul Éluard!-; decir las cosas prohibidas.
En blanco y negro. Ignacio y los jesuitas es una de
esas obras que se leen con interés profundo, se admi-
ran en escena con toda la entrega de nuestros sentidos
y después se discuten con los amigos para disfrutarlas
más y todavía descubrir en cada nuevo comentario y
en cada relectura mayores valores.
Con profundo interés leí también las notas del ma-
nuscrito, muestra de acuciosa investigación histórica,
principalmente las relacionadas con los crímenes del
franquismo durante la guerra civil en España en 1936
y el artículo del abogado Antonio Vilaltay Vidal, padre
de Maruxa, en defensa de los jóvenes catalanes con-
denados a muerte por la dictadura franquista en 1972,
14
casi cuarenta años después del golpe de estado mili-
tar, acusados del "delito" de ser separatistas.
Maruxa Vilalta se ha distinguido en las letras me-
xicanas por la manera original, auténtica, eficaz y va-
liente con la que trata sus temas y presenta sus perso-
najes. Nos habla de incomunicación, afán de evasión;
de hombresy mujeresde la vida cotidiana.Y tambiénde
la injusticia social porque su teatro suele ser de crítica
política.
Esta vez es Ignacio de Loyola y es Chiapas. Es el
pensamiento liberal de la autora y la denuncia. Son los
jesuitas asesinados y son los guerrilleros, es la teología
de la liberación, es la defensa de las premisas republi-
canas que no transigen con la dictadura; es la lucha
por la libertad, por lajusticia y por la vida. Es una obra
cuyo estreno en México enriquece la dramaturgia na-
cional.
HENRIQUE GONZÁLEZ CASANOVA
15
 EN BLANCO Y NEGRO.
IGNACIO Y LOS JESUITAS

Escenografía
Tres espacios:

1. El principal, en el que transcurre la mayor parte

de la obra. Es un espacio neutro que se utiliza sin
limitaciones de lugar ni de tiempo. En ocasiones
se convierte también, sin que haya prácticamente
cambios en la escenografía, en áreas específicas
de acción, como la prolongación del estudio de Ig-
nacio; un camino frente a las montañas de Mont-
serrat, en Cataluña; capilla del convento de San
Esteban, en Salamanca; calabozo en la misma ciu-
dad; casa del inquisidor, en París; recinto de la casa
de Ignacio cercana a Santa María de la Estrada, en
Roma.
2. Estudio de Ignacio en la Casa Profesa de Roma,
1555. Una mesa y una silla. Esta escenografía per-
manecerá fija en un extremo y se utiliza en los
cuadros primero y último; en ambos el estudio se
prolonga al espacio principal.
3. Azotea de la casa cercana a Santa María de la
Estrada, Roma, 1541. Un banquito. Es un espacio
reducido, también fijo durante toda la obra y que
se utilizará únicamente en el cuadro VII.

17
 Personajes Distribución de papeles para la temporada
de estreno

Los 28 serán interpretados por 8 actores,

7 hombres y 1 mujer Actor uno: Ignacio.
Actor dos: El periodista.
Actor tres: Un Ignacio / Calixto de Sa /Diego Laínez /
Ignacio
Ignacio guerrero / Civil uno.
El periodista Actor cuatro: Un Ignacio/ Carcelero/ Inquisidor/ Al-
Los Ignacios (cinco jesuitas) fonso Salmerón /Civil dos.
Tres frailes Actor cinco: Un Ignacio /Fraile tres / Pascasio Broet /
Calixto de Sa Civil tres.
El carcelero Actor seis: Un Ignacio / Fraile uno /Juan Coduri / Ci-
El inquisidor vil cuatro.
Cinco Hombres vestidos de civiles Actor siete: Un Ignacio/ Fraile dos / Claudio Jayo / Ci-
Alfonso Salmerón vil cinco.
Diego Laínez Actriz: Catalina de Austria / Isabel Roser / Margaritade
Pascasio Broet Austria/ Juana de Austria.
Juan Coduri
Claudio Jayo
Catalina de Austria
Isabel Roser
Margarita de Austria
Juana de Austria
Ignacio guerrero

18 19

Lista de cuadros
CUADROI. En blanco y negro. Roma, 1555, estudio de
Ignacio de Loyola en la Casa Profesa.
Personajes: Ignacio, El periodista.
CUADROII. Los expulsados.
Personajes: El periodista, Los Ignacios, Ignacio.
CUADROIII. El hombre del saco. Cataluña, marzo de
1522, frente a las montañas de Montserrat, un ca-
mino.
Personajes: Ignacio, El periodista.
CUADROIV. Interrogado por los frailes. Salamanca,
1527, capilla del convento de San Esteban.
Personajes: Tres frailes, Calixto de Sa, Ignacio.
CUADROV. Ignacio encadenado. Salamanca, 1527, un
calabozo.
Personajes: El carcelero, Calixto de Sa, Ignacio, El
periodista.
CUADROVI. Con el inquisidor.París, 1535, casa del in-
quisidor.
Personajes: El inquisidor, Ignacio, El periodista.
CUADROVIL Elegido general. Roma, 1541, azotea de
20
la casa de Ignacio cercana a Santa María de la Es-
trada y un recinto en la misma casa.
Personajes: Ignacio, Alfonso Salmerón, Diego Laí-
nez, Pascasio Broet, Juan Coduri, Claudio Jayo, El
periodista.
CUADROVIII. Mujeres.
Personajes: Catalina de Austria, Ignacio, Isabel Ro-
ser, Margarita de Austria, Juana de Austria, El perio-
dista.
CUADROIX. En elfrente de batalla
Personajes: Ignacio guerrero, El periodista, Ignacio.
CUADROX. El clero.
Personajes: Ignacio, El periodista, cinco Hombres
vestidos de civiles.
CUADROXL Los que regresan.
Personajes: Ignacio, El periodista, Los Ignacios.
CUADROXII. Somos jesuitas. Roma, 1555, estudio de
Ignacio en la Casa Profesa. Y en el mundo, época ac-
tual.
Personajes: El periodista, Ignacio, Los Ignacios.
(Si queremos un intermedio, puede ser después del
cuadro VI.)
21
 CUADROI. En blanco y negro

Roma, fines de 1555, estudio de Ignacio de Lo-

yola en la Casa Profesa. Una mesa y una silla.
Personajes: Ignacio, El periodista.
Ignacio, 64 años, viste hábito negro con cuello
hlanco. Sentado ante la mesa, a la luz de una
vela, lee el documento en el que trabaja.1

IGNACIO:... Y para ser más seguramente dirigidos

por el Espíritu Santo, hemos creído que será
sumamente conducente que cada uno de nos-
otros y todos aquéllos que en adelante harán la
misma profesión, además del vínculo común
de los tres votos, se obliguen con voto especial
a cumplir todo lo que el actual Romano Pontí-
fice y sus sucesores nos mandaren respecto al
provecho de las almas y propagación de la
fe ... 2

Queda escribiendo. La paz del ambiente es alte-

rada por la irrupción de un periodista de nuestra
época, traje de calle, que se acerca, abre la puer-
ta del estudio y entra, sin volver a cerrar.

PERIODISTA:
Buenas noches. ¿Puedo entrar?
IGNACIO:Me parece que ya entraste.

23
PERIODISTA: Vestido de negro. El cuello blanco
abierto en dos pequeñas puntas, de un gusto irre-
prochable. Cara estrecha y una gran nariz. La
frente grande, con sienes escarpadas. Pequeño
bigote y barba escasa ... 3 Ignacio de Loyola. No
puedo creerlo, estás ante mí. Igual que corno te
pinta la iconografía clásica.
IGNACIO:¿Quieres decir que conocías algún re-
trato mío?
PERIODISTA: Claro que conozco tus retratos; todo
el mundo los conoce ... No es verdad que tu
mirada sea dura ... Por lo menos no lo es ahora,
cercana tu muerte, cuando ya casi no estás.
IGNACIO:¿No ... estoy?
PERIODISTA: Mueres en esta casa, aquí en Roma,
en 1556, es decir, para ti, a mediados del año
que viene.4 Te queda poco; puedes estar con-
tento.
IGNACIO:No tengo especial interés en estar con-
tento.
PERIODISTA: Cierto. Dices en tu autobiografía que
al pensar en la muerte tenías tanta alegría que de-
jaste de hacerlo, por no querer sentir consuelo.5
IGNACIO:Estás muy enterado.
PERIODISTA: Me documenté antes de venir. Soy pe-
riodista y vengo a entrevistarte.
IGNACIO:¿Periodista?
PERIODISTA: El género de la entrevista no existía
en tu época.6 Pero verás que es muy fácil. Yo
pregunto y tú contestas.
24
l<iNACIO: ¡Ah!
PERIODISTA: Hoy los periódicos publican informa-
ción de todas partes del mundo. Aunque general-
mente no se interesan mucho por los santos ...
Bueno, perdón por llegar sin anunciarme: quise
hacer una cita por teléfono pero no fue posible,
en tu siglo ... Yo vengo del XXI,casi. Quinientos
años nos separan, pero hemos podido encontrar-
nos. Aquí tienes mi tarjeta. (Se la da.) Mi nombre
y hasta el de mi periódico, que ahí ves impresos,
son lo de menos; podría ser yo u otro. Lo que
importa es el encuentro de nuestras dos épocas.
IGNACIO:(Observa la tarjeta.) La imprenta ha
sido un gran descubrimiento. Tengo el anhelo de
fundar una imprenta en nuestro Colegio Ro-
mano. Necesito que me envíen los tipos desde
Venecia; estoy trabajando en eso.7
PERIODISTA: La tipografía ya pasó a la historia;
ahora todo se hace con computadora.
IGNACIO: ¿Y sale mejor?
PERIODISTA: A veces. .. Corno puedes ver en mi
tarjeta, vengo de México. Pero podría haber lle-
gado de cualquier otro país.
IGNACIO:¿México, dices?
PERIODISTA: En América ... Las Indias Occidenta-
les ... Por esos mares y tierras a donde llegó
Cristóbal Colón al año siguiente de tu naci-
miento ... Esta habitación es demasiado oscura.
¿Es cierto que te gusta la oscuridad?
IGNACIO:Me guste o no, ha caído la noche.
25
 Tienes razón, encenderé la luz. (Hace
PERIODISTA:
ademán de presionar un interruptor y enciende
la luz.) Hace ya muchos años que en el mundo
tenemos luz eléctrica. ¿Te extraña?
IGNACIO:No ... Supongo que si tú puedes venir a
mi siglo yo también puedo estar en el tuyo.
(Apaga la vela.)
PERIODISTA: Te lo agradezco. Así evitaremos ana-
cronismos y ahorraremos explicaciones ... En úl-
tima instancia los jesuitas siempre se rieron de
las fronteras de lugar y de tiempo, ¿no es cierto?
IGNACIO:Si no se rieron, por lo menos las pasa-
ron por alto.
PERIODISTA: Ubicaremos entonces la plática en mi
época; si nos quedáramos en la tuya nos perde-
ríamos de todo lo que vino después.
IGNACIO: Como quieras ... Dejaste la puerta abierta.
PERIODISTA: Es mejor así. En tu estudio hacen falta
los ruidos de afuera, el contacto con el mundo.
IGNACIO:Desde mi escritorio puedo ver el mun-
do. Con la puerta cerrada.
PERIODISTA: ¿Qué escribes?
IGNACIO:Reviso las Constituciones de nuestra Or-
den.
PERIODISTA:Y crees que eso tenga alguna utili-
dad, ¿hoy?
IGNACIO:Las Constituciones regulan el funciona-
miento de la Compañía de Jesús. Trataré de se-
guir perfeccionándolas mientras viva.
PERIODISTA: Tu vida me interesa, pero está en cual-
26
quier enciclopedia; no quiero limitarme a narrar-
la. Quisiera tratar contigo no solamente el tema
de Ignacio de Loyola sino también el de la Com-
pañía de Jesús, el papado, la Iglesia, todo el clero.
IGNACIO: ¿Nada más?
PERIODISTA: Pretendo establecer un diálogo entre
el público y tú. Yo soy el público. Trataré de
exponer algunas de las preguntas que la gente
guisiera hacerte, Íñigo ... (Observa a Ignacio.)
Iñigo López de Loyola.8 Un soldado vasco.
Mejor dicho, un militar hidalgo ... La luz vela-
da de tu rostro pálido destaca sobre tu ropa,
negro mate ... Es como si hubiera tomado vida
tu retrato en el Museo del Prado.
IGNACIO: De manera que ahí me viste.
PERIODISTA: Ojos profundos, extenuados, pero to-
davía tienen luz. (Molesto, Ignacio se aleja.) ¿Es
cierto que no permites a nadie mirarte a los
ojos?9
IGNACIO: Hay que guardar de todo desorden ojos,
oídos y lengua. 10
PERIODISTA: ... Un vasco de baja estatura ... Tu ros-
tro se ha demacrado y tu carne se ha fundido.
IGNACIO: Sobrevivo.
PERIODISTA: ¿Estás enfermo?
IGNACIO:Sí.
PERIODISTA: ¡Pero, Íñigo, ya casi no cojeas!
IGNACIO: Casi.
PERIODISTA: Leí en alguna vida tuya que aquí en
Roma te pusieron un tacón más alto en el zapa-
27
 to. 11 Fue el mejor remedio después de aquella
bala de cañón que te destrozó la pierna cuando
luchabas defendiendo a Pamplona de los fran-
ceses."
IGNACIO:Me deleitaba en ejercicio de armas, con
un grande y vano deseo de ganar honra.P
PERIODISTA: En tu diploma de maestro en artes de
la Universidad de París tu nombre aparece ya
como Ignacio de Loyola. ¿Desde entonces to-
dos te llamaron así?
IGNACIO:Casi todos.
PERIODISTA: Y desde entonces te plantaron el tra-
dicional birrete.
IGNACIO:Me gusta; todavía lo uso.
PERIODISTA: Te ves tan frágil. Pero con tus jesui-
tas pusiste al mundo entero en movimiento.
Tu verdadera lucha no fue la del frente de ba-
talla, sino la de jesuita. En tiempos de corrup-
ción y de grandes pérdidas para la Iglesia ca-
tólica, tú le restituiste su fuerza. Apoyaste la
Contrarreforma. Fuiste hombre de grandes con-
quistas.
IGNACIO:¿Te parece?
PERIODISTA:Tenemos que hablar de todo eso.
Utilizaremos la grabadora. (Se la saca del bol-
sillo: la manejará durante todo el curso de la
obra.) Nunca me separo de ella; es un invento
muy útil... Lo malo es que a veces las graba-
doras mienten.
IGNACIO:¿Cómo es eso?
28
PERIODISTA: Una frase sacada de su contexto ya
no quiere decir lo mismo.
lnNACIO:¿Y piensas sacar de contexto lo que yo
diga?
PERIODISTA: No es necesario. Otros lo han hecho ya.
IGNACIO: No lo dudo.
PERIODISTA: Bueno, pues si no tienes inconvenien-
te podemos entrar en materia. Echo a andar la
grabadora. (Lo hace y adopta un tono oficial.)
Ignacio de Loyola: no solamente en mi época,
sino también en la tuya, los jesuitas y el jesui-
tismo provocan, en ocasiones, una cierta aver-
sión, aun por parte de los más devotos. ¿Qué
opinas de esto?
IGNACIO: No opino. Eres tú el que lo dice.
PERIODISTA: Pero no puedes negarlo. Incluso la
palabra jesuita ha sido interpretada en sentido
peyorativo. (Consulta un cuaderno de notas.)
"Persona dada a la intriga y a los equívocos",
dicen los diccionarios.14 Y también: jesuitis-
mo: "Sistema o práctica de la disimulación e
hipocresía como manera de conducirse en la
vida".15 Unjesuita, en sentido figurado y fami-
liar, es un "hipócrita", un "taimado" ... 16
IGNACIO:Vaya, pues.
PERIODISTA: Oye esto. (Retrocede la grabación,
que reproduce su propia voz.)
GRABACIÓN: Jesuitismo. Sistema o práctica de la
disimulación e hipocresía como manera de
conducirse en la vida. Un jesuita, en sentido
29
 figurado y familiar, es un hipócrita, un tai-
mado.
PERIODISTA: (Guarda la grabadora en el bolsillo.)
Recuerda que sigo grabando.
IGNACIO:En tu afán por concretar me pareces
simplista.
PERIODISTA: Yo no; los diccionarios.
IGNACIO:En fin.
PERIODISTA: ¿Es cierto que tú nunca utilizaste la
palabra jesuita? 17
IGNACIO:Fundé la Compañía de Jesús.
PERIODISTA:¿ Y por qué la fundaste? ¿Cuáles fue-
ron tus motivos?
IGNACIO:Son conocidos por todos: Ad maiorem
Dei gloriam.
PERIODISTA: Sí, ya sé, Para mayor gloria de Dios.
Es el lema de la Compañía. Pero no quiero de-
claraciones oficialistas.
IGNACIO:Hablo con la verdad.
PERIODISTA: Te creo. Pero tu obra ha sido a veces
mal interpretada, mal utilizada, desvirtuada.
IGNACIO:Las palabras mismas de Nuestro Señor
no siempre fueron bien interpretadas.
PERIODISTA: ¡Ignacio de Loyola, portador del estan-
darte de Cristo! ¡Soldado que creaste un escua-
drón al servicio de la Iglesia y a las órdenes del
Papa!
IGNACIO:Noto una cierta ironía en tu tono.
PERIODISTA: La verdad, lucho por no trocarla en
admiración.
30
l<JNACIO: ¿Y por qué te resistes?
PERIODISTA: Quizás por orgullo ... Pero no invir-
tamos papeles; eres tú el entrevistado.
l<iNACIO: ¿Quieres decir, el que está en el banqui-
llo de los acusados?
PERIODISTA: ¿Te molesta?
IGNACIO: Estoy acostumbrado.
PERIODISTA: ¿Debido a la Inquisición?
IGNACIO:Sí.
PERIODISTA: ¿La Inquisición te enseñó a tener con-
trol de ti mismo?
IGNACIO:No fue necesaria la Inquisición para
eso. ,
PERIODISTA: Veo en ti una gran fuerza de discipli-
na. Pero seguramente esta cualidad no fue inna-
ta. ¿Te costó trabajo someterte a las reglas de la
Orden que tú mismo creaste? ¿Fue a costa del
sacrificio de tu libertad? Dime, Ignacio, ¿qué hi-
ciste con tu libertad?
IGNACIO:Se la di al Señor. "Tomad, Señor, y reci-
bid toda mi libertad, mi memoria, mi entendi-
miento y toda mi voluntad; todo mi haber y
poseer vos me lo disteis; a vos, Señor, lo tomo:
todo es vuestro, disponed a toda vuestra volun-
tad: dadme vuestro amor y gracia, que ésta me
basta."18
PERIODISTA: Bella actitud; una incondicional entre-
ga ... Pero sigamos con Ja fundación de tu Or-
den. Cuántos eran los que se reunieron por
primera vez. En qué año fue. Dónde.
31
 IGNACIO:Aquí, en Roma. En 1539. Éramos diez,
contándome a mí.19
PERIODISTA:Diez hombres que después fueron
cientos, miles en el mundo entero. Lo de tus
jesuitas fue una gran aventura.
IGNACIO:Es una gran aventura.
PERIODISTA: Háblame de los tres votos que se de-
ben hacer para formar parte de la Compañía de
Jesús: pobreza, castidad y obediencia.
IGNACIO:Y el cuarto voto, de obediencia al Papa;
cuando llegaste estaba yo en eso.
PERIODISTA:Empecemos por los votos básicos.
Tú fuiste amigo y protector de los pobres; por
qué, entonces, tuviste trato y te escribiste con
reyes y príncipes.
IGNACIO:Debemos enseñar a los poderosos a amar
a Dios; así servirán mejor a los necesitados.P
PERIODISTA: Pero el voto de pobreza, ¿por qué,
Ignacio?
IGNACIO:Elegimos el amor de la pobreza por amor '
a Jesucristo pobre.21
PERIODISTA: ¿y castidad?
IGNACIO:Como los demás votos, se allega a la per-
fección evangélica.22
PERIODISTA: No me convences. No soy jesuita.
IGNACIO:Afortunadamente.
PERIODISTA: En fin, pasemos al voto de obediencia.
IGNACIO:Por ahí habría yo empezado.
PERIODISTA: Creaste tu Compañía de Jesús como
una milicia espiritual. Se ha trazado de ti la ca-
32
ricatura del general que exige obediencia ciega,
hasta convertir a los soldados de su Orden en
"cadáveres movientes, con tristes sombras por
alma y absurdas entelequias por ideas".23
I<:NACIO:Amar a Dios no es entelequia. Y no pro-
porciona al alma tristeza, sino infinita alegría.
1'1m10DISTA: ¿Pero es cierto o no que exiges obe-
diencia ciega? ¿Exiges la obediencia inerte de
un cadáver?24
I<iNACIO:Deseo obediencia de ejecución, de vo-
luntad y de entendimiento.25
PERIODISTA: Y los jesuitas de tu época, ¿obedecen?
l<1NACIO: No siempre.
l'ERIODISTA: Los de la mía tampoco. Ahora que tú
ya no estás, no siempre obedecen a la Iglesia.
IGNACIO: Lo sé.
PERIODISTA: En blanco y negro, como tu ropa,
como tu rostro tan pálido ... A ti y a tus jesuitas
los veo siempre en blanco y negro. A ellos, por
el color de sus hábitos. Y también por sus acier-
tos y errores. A ti nada más por tus hábitos,
que errores no encuentro en Ignacio de Loyola.
Lo que tú hiciste en el siglo XVIfue un mundo
exclusivamente desde el punto de vista de amor
a Dios, a quien tanto deseaste servir. Pero tus
jesuitas no fueron tan perfectos. Y mucho me-
nos el clero ... El problema no son los santos,
sino los hombres ... Siempre te veo con ellos,
Ignacio, con tus jesuitas. Te tomaron por mo-
delo; quisieron parecerse a ti. Todos vestidos de
33
 negro ... Siempre te veo con ellos. Con tus hom-
bres negros.
IGNACIO:Los hombres del Papa.
PERIODISTA: Los llamaron Los ignacianos. Déja- CUADRO11.Los expulsados
me llamarlos Los Ignacios. Todos como tú ... l'ersonajes: El periodista, Los Ignacios, Ignacio.
Todos vestidos de negro ...
Entran Los Ignacios, cinco jesuitas con hábito
negro y cuello blanco. El periodista va de uno a
otro, grabadora en mano.

PERIODISTA: ¿Diego Laínez?... ¿Pedro Fabro? ...

¿Bobadilla? ... ¿Salmerón? ... ¡Tú eres Francisco
Javier, el santo!; Ignacio te envió a la India y a
Japón ... [Eres Pedro Canisio, santo también, en-
viado a Alemania! ¿Eres el padre Polanco, se-
cretario de Ignacio? ... ¡Tú eres Goncalves da
Cámara!; Ignacio te dictó su autobiografía ... 1
Y tú eres ...

Pero Los lgnacios uno por uno se presentan.

Los IGNACIOS:-Sacerdote jesuita.

-Sacerdote jesuita.
-Sacerdote jesuita.
-Sacerdote jesuita.
-Sacerdote jesuita.
PERIODISTA: Tienen razón; son todos y ninguno ...
Son tus jesuitas, Ignacio. El pueblo llamó al su-
perior de tu Orden el Papa Negro, en contrapo-
sición con el Papa Blanco.2 ¿Cul de loás dos
Papas crees que llegó a ser más poderoso?

34 35
IGNACIO:No hay más que un Papa. ¡El de Roma!
PERIODISTA: De acuerdo. Pero cuéntame más de
estos primeros jesuitas. Igual que los de ahora,
hicieron historia. Cuéntame de ellos, Ignacio,
te escucho ...
Queda en un extremo con su grabadora: Los
Ignacios se repartirán las líneas que siguen.
Los IGNACIOs:-Padre Ignacio, nos enviaste por
el mundo para ejercer el apostolado y salvar
almas.
-Quisiste que fuéramos predicadores, educa-
dores.
-Y que así también nosotros nos perfeccioná-
ramos.
-Quisiste que fuéramos misioneros. Invadi-
mos el mundo como soldados de Cristo.
IGNACIO:Fue una diáspora espléndida.
Los IGNACIOS: -Empezó cuando enviaste a Fran-
cisco Javier a la India. Y también a Simón Ro-
drigues.
-Se constituye en Portugal la primera provin-
cia de la Orden.
-Se crea la universidad de Gandía.
-El colegio de Mesina.
IGNACIO:Francisco Javier desembarca en Japón.
Los IGNACIOS: -Preparas nuestra gran misión en
Alemania.
-Promueves colegios por todas partes.
36
-Creas la provincia de Italia.
-Compones las primeras reglas del Colegio
Romano.
-Creas la provincia de Aragón.
-Logras la bula de fundación del Colegio Ger-
mánico.
-Instituyes la provincia de Brasil.
-Promueves la misión de Etiopía.
-Formas en España las provincias de Castilla,
Aragón y Bética.
-Trabajas para fundar una nueva misión en
África.
-Y un colegio en Perú.
IGNACIO:Se nos concede fundar colegios en Je-
rusalén.
Los IGNACIOS: -Constantinopla y Chipre.
-Piden colegios en Transilvania y Polonia.
-Nombras al padre Nadal3 comisario en Italia,
Austria y otras regiones de Europa Central.
-Se constituye la provincia de Francia.
IGNACIO:Bélgica, Alemania, Austria.
UN IGNACIO:Después de que tú, padre, dejaste
este mundo ...
IGNACIO:La Compañía siguió avanzando.
Los IGNACIOS:-Se estableció en Polonia, Litua-
nia, Perú, México.
-En China, el padre Mateo Ricci.
-Roberto Nobili en India.
-Misiones del Paraguay.
IGNACIO: El Tucumán, Uruguay, Chile, la Patagonia.
37
 Los IGNACIOS:-Pedro Claver entre los esclavos
negros de Colombia.
-Alejandro de Rodas en Tonkín.4
-El padre Marquette desciende por el Misi-
sipi.
-La selva guaraní.
-En México el padre Kino sube por toda la
Pimería: Chihuahua, Sonora, Arizona... Los
jesuitas llegan a Baja California. Son jesui-
tas los grandes estudiosos guadalupanos:
Francisco de Florencia, Carlos de Sigüenza
y Góngora, Francisco Javier Clavijero, Fran-
cisco Javier Alegre.
PERIODISTA: Pero no todo fue espléndida conquis-
ta. Tus jesuitas, Ignacio, suscitaron reacciones
muy adversas. Provocaron contradicción.
IGNACIO: Donde hay mucha contradicción se si-
gue mucho fruto. Tiene que haber un grande y
señalado edificio espiritual para que echen tan
altos fundamentos las contradicciones.5
PERIODISTA: El mismo nombre de Compañía de
Jesús...
IGNACIO: Jesús, el nombre más hermoso.
PERIODISTA: Pareció presuntuoso.Provocó animad-
versión.
Los IGNACIOS: -Fuimos confesores de reyes y
príncipes.
-Causamos envidias.
-Herimos orgullos.
PERIODISTA: (Consulta sus notas.) "No tengáis
38
mula ni caballo", dijiste a tus hermanos. "En la
nave o en el albergue, mostraos siempre sim-
ples, contentándoos con la mitad o con la ter-
cera parte de los gastos normales."6 Pero tus
jesuitas han sido acusados de enriquecimiento.
!JN IGNACIO: Es cierto.
PERIODISTA: También se les acusó de emplear
para sus fines de ambición y de poder todos los
medios, lícitos e ilícitos. ¿Fue acaso una acusa-
ción falsa? ¿Consideras, Ignacio, que tus hom-
bres negros fueron calumniados?
IGNACIO: ¿Qué decís de esas acusaciones? ¿Fue-
ron falsas?
UNIGNACIO: No siempre. A veces se nos acusó
justificadamente.
PERIODISTA: ¡Justificadamente!; queda claro.
IGNACIO: ¿Cómo pudisteis apartaros de nuestros
votos? ¿Cómo pudisteis ambicionar poder y ri-
quezas? Traicionar a Nuestro Señor. ¿Cómo pu-
disteis, cómo pudisteis, cómo pudisteis?
UNIGNACIO: Padre, como en todas las sociedades,
de religiosos o de seglares, hay entre nosotros
hombres justos y otros que no lo son. La mayo-
ría de nosotros seguimos tus enseñanzas.
PERIODISTA: (Divertido.) Pero otros no.
Los IGNACIOS: -Los errores de algunos, toda la
Compañía los pagó en desprestigio.
-Pero muchos seguimos siendo buenos sacer-
dotes.
-Sacerdotes como tú, Ignacio, nos quisiste.
39
 -Sacerdotes que soportamos privaciones y fa-
tigas por la cura de las almas.7
PERIODISTA: Privaciones y fatigas. Pero la Orden
siempre fue combativa. ¿O no?
UN IGNACIO:Sí, lo fue. Y por lo mismo suscitói
cada vez mayor oposición.
IGNACIO:Fue perseguida como ninguna otra.
UN IGNACIO: Finalmente, todos fuimos expulsados.
IGNACIO:Es el éxodo.
Se forma el cuadro plástico del éxodo mientras
Los Ignacios dicen sus líneas.
Los Ioxxctos: -Expulsados de Brasil en 1754.
-De Portugal en 1759.
-Expulsados de Francia en 1762.
-De España y de sus colonias por Carlos III,
en 1767. Tuvimos que dejar las misiones del
Paraguay, con el Tucumán, Uruguay, Chile
y la Patagonia.
-Expulsados de Parma en 1768.
-De Nápoles y de otros Estados.
PERIODISTA: Se lo están tomando a lo trágico. En
cambio, en los periódicos de la época fueron
objeto de caricatura. (Ríe.) ¡Los jesuitas salen
corriendo, arremangándose las sotanas! ... (Pero
la risa se le hiela en la cara ante la seriedad
de Ignacio.)
IGNACIO:No comparto tu regocijo. Ningún éxodo
puede causarme risa.
40
l IN IGNACIO:Hasta que en Roma, en 1773, el
Papa Clemente XIV decreta la supresión de la
Compañía de Jesús.
PERIODISTA: Decreta la supresión . .. ¡Tu obra, Ig-
nacio, borrada, tachada de un plumazo por un
pontífice romano! ... 8 Pero, Ignacio, ¿qué haces?
I< iNACIO: Camino al lado de ellos ... Nos vamos ...
l11~RIODISTA: ¿Ahora mismo?
l<iNACIO: ¡Nos vamos!
PERIODISTA: ¿Por qué?
l<•NACIO:Obedecemos. Hemos sido expulsados.
(Sale.)
PERIODISTA: Pero Ignacio, todavía tengo muchas
preguntas que hacerte. ¡Espera! ... (A Los Igna-
cios.) Muchas preguntas ...
Pero Los Ignacios se alejan. Siguiendo a Ignacio,
van saliendo.
PERIODISTA: (Hacia donde se fueron.) Ignacio ...
Ignacio, regresa. ¡Ignacio! ... (Vuelve sobre sus
pasos.) Vaya asunto en el que me metí; entre-
vistar a un santo. Veré si lo encuentro.
Vaa salir pero se detiene porque siente, a sus es-
paldas, una presencia. Poco a poco voltea.
PERIODISTA:
¿Ignacio?
Con asombro ve, a lo lejos, a un nuevo Ignacio
que se acerca: es el vagabundo al que en Cata-
luña llaman el hombredel saco: el home del sac.
41

CUADROIII. El hombre del saco
Cataluña, marzo de 1522, frente a las montañas
de Montserrat, un camino. 1
Personajes: Ignacio, El periodista.
Ignacio viste una túnica de áspera tela. Extre-
madamente delgado. Su cabello es abundante y
rizado, de color rubio oscuro. Su mirada tiene la
vivacidad y fuerza de un iluminado. Cojea de
la pierna derecha y tiene el mismo pie derecho
calzado con una alpargata. El otro pie, desnudo,
sangra. Trae un bordón para apoyarse y una ca-
labacita. El periodista no sale de su asombro.
Ignacio avanza, trabajosamente, pero con entu-
siasmo.2
IGNACIO:Un cubrirme de lágrimas, sollozos, y de
un amor intenso ... Tan intenso que me parecía
poder acercarme al amor de Ella, tan lúcido y
dulce.3
PERIODISTA:Ignacio, ¿qué haces vestido así? ...
Ignacio, ¿eres tú, no es cierto?
IGNACIO:... Me parecía poder alcanzar el amor de
Nuestra Señora. (Al periodista.) He aquí mi
contento. Porque en la fragua del eterno amor
a Dios, nuestro Creador y Señor, se consume
toda nuestra malicia.4
42
Pl\RIODISTA:Tu cara es la misma, los mismos
ojos (Ríe.) Y tu enorme, inconfundible na-
riz Qué distinto te ves, con el cabello rizado y
rubio. Pero la misma delgadez lamentable. (Se-
rio.) Apenas te reconozco ... Ignacio, eres tú.
le INACIO:Me llamo Íñigo. Nací en Loyola, cerca
de Azpeitia, en Guipúzcoa, en el País Vasco.
Hijo menor de los trece que tuvieron los seño-
res de Loyola ... Ahora no tengo casa ni techo.
Soy el peregrino. Soy el más feliz de los hom-
bres de la Tierra.
PERIODISTA: Pero apenas puedes caminar.
IGNACIO:(Torpemente brinca, ríe.) ¡Camino, co-
rro, salto, giro, río!. ..
PERIODISTA: Parece que te has vuelto loco.
IGNACIO:¡Loco, sí! El peregrino es un pobre hom-
bre loco, pero loco de amor ... Bendita locura
que me trajo hasta aquí, que me hizo dejar toda
mi vida pasada para mejor servir a Nuestro Se-
ñor ... Ahora debo emprender grandes peniten-
cias para que mis pecados me sean perdonados.
Debo ir a Jerusalén. Debo visitar los lugares san-
tos, donde vivió y murió Aquél por cuyo amor
yo muero ... Pero antes me detuve aquí para vi-
sitar a mi dama. Vine a verla en las montañas
de Montserrat.
PERIODISTA: Bellas montañas. Únicas.
IGNACIO:Muy bellas, sí.
PERIODISTA: Como tubos de órgano.
IGNACIO:Hechas de arcilla, de arena ... de polvo,
43
 lo mismo que los hombres ... Y frente a nos-
otros, las aguas del río. Me gustan los ríos.
Éste es el Llobregat. .. Vine a las montañas de
Montserrat para adorar a la más hermosa.
PERIODISTA: De manera que andas en lances de
amor.
IGNACIO:Un amor incondicional, rendido.
PERIODISTA: Pues no luces precisamente como un
galán. ¿De dónde sacaste atuendo tan elegante?
IGNACIO:Se lo cambié por mi ropa a un pobre
hombre.
PERIODISTA: Seguramente un pordiosero; un men-
digo.
IGNACIO:Cambiar de ropa me hizo muy feliz.
PERIODISTA: Y traes tu agua en ese guaje.5
IGNACIO:Es una calabacita.
PERIODISTA: Nunca imaginé a Ignacio de Loyola
con una calabacita.
IGNACIO:No soy Ignacio; soy el hombre del saco.
PERIODISTA: ¿Y eso qué quiere decir?
IGNACIO:La gente de este lugar me llama el home
del sac, el que se lleva en un saco a los niños
cuando son desobedientes.
PERIODISTA: No inspiras mucho miedo. Más bien
das lástima; pareces a punto de no poder soste-
nerte en pie. ¿Por qué vas descalzo?
IGNACIO:No voy descalzo: traigo una alpargata.
PERIODISTA: La pierna que te quedó más corta es
la derecha, ¿no es cierto? Cojeas terriblemente.
Y mira tu otro pie, ensangrentado.
44
lc;NACIO:Algunas piedras del camino ...
PERIODISTA: Definitivamente estás loco.
IGNACIO:Bendita locura que me permitió venir a
rendirle homenaje a mi dama.
PERIODISTA: Como en los libros de caballerías.
IGNACIO:Sí. Sólo que mi Señora no es de las que
pisan esta Tierra ni andan por este mundo. Es
una Reina, pero allá en los cielos.
PERIODISTA:(Despreocupado.) Te refieres a la
Virgen.
IGNACIO:[Silencio! Cuando pronuncies su nom-
bre debes hacerlo con mucho respeto. ¿Es que
no te das cuenta? Ella es Nuestra Señora, la
Virgen María.
PERIODISTA: Pero si hablé con respeto.
IGNACIO:[Es La Inmaculada, llena de gracia! Si
quieres acercarte a ella, hazlo con abundancia
de devoción y lágrimas. Llena de gracia ... Su
hermosura puede cegarte.
PERIODISTA: Entonces, ¿cómo acercarme?
IGNACIO:Con confianza. Háblale con amor y con-
fianza.
PERIODISTA: Y tú, ¿ya hablaste con ella? ¿Vienes
del monasterio?
IGNACIO:De ahí vengo. Ante Nuestra Señora de
Montserrat velé mis armas toda la noche,
siempre de pie, con mi bordón en la mano, y a
veces arrodillado. Ante su altar dejé colgados
mi puñal y mi espada. Ahora soy libre.
PERIODISTA: ¿Libre de qué, o para qué?
45
IGNACIO:Para vivir solamente por amor y para ser-
vicio de mi Señora y de mi Dios.
PERIODISTA: Si vas a Jerusalén seguramente te em-
barcarás en Barcelona. ¿Te diriges a Barcelona?
IGNACIO: Todavía no. En Barcelona muchos me co-
nocen, saben que soy de la casa de Loyola y po-
drían querer honrarme ... Siempre he tenido de-
seos de estudiar en Barcelona y quizás algún día
lo logre. Pero ahora voy a un pueblo que se dice
Manresa. Allí quiero meditar y anotar todos mis
pensamientos en un libro.
PERIODISTA: Es curioso, ya no pareces loco. Aun-
que no hay peor loco que el que tomamos por
cuerdo.
IGNACIO:Probablemente. Y ahora, con tu permi-
so, debo irme.
PERIODISTA: Voy contigo.
IGNACIO:¡De ninguna manera! Debo caminar solo.
PERIODISTA: ¿Por qué?
IGNACIO:No quiero llevar compañero, sino tener
sólo a Dios por refugio. Si llevase un compañe-
ro, cuando tuviese hambre esperaría ayuda de
él y cuando cayese me ayudaría a levantarme,
y así me confiaría a él y le tendría afición. Y esta
confianza y afición y esperanza las quiero te-
ner sólo en Dios.6
PERIODISTA:Pero yo no soy lo que se dice un
compañero. Ni siquiera pertenezco a tu siglo.
Lo único que quiero es seguir con la entrevista
para mi periódico.
46
IGNACIO: Ah, sí, la entrevista.
PERIODISTA: Adelantándonos un poco a la presente
escena, el tema podría ser, por ejemplo, la In-
quisición.
IGNACIO: Tema poco grato, ¿no te parece?
PERIODISTA: Tiempos terribles, así fue tu época.
Tiempos de torturas y de asesinatos. [Lo mis-
mo que en mi siglo!. .. Ahora que pareces ha-
ber recobrado tus sentidos, cuéntame de los pro-
blemas que tuviste con la Inquisición.
IGNACIO: De manera que ya recobré mis sentidos.
No estés tan seguro de eso Montañas y hom-
bres de arena y de polvo (Ríe.) Loco, pero
loco de amor. .. De acuerdo, hombre del siglo
XXI,de acuerdo. Te contaré de la Inquisición.
PERIODISTA: La grabadora está todo el tiempo en-
cendida. Pero lo que sigue, si quieres podemos
dejarlo "fuera de récord".
IGNACIO:No entiendo lo que quieres decir. Nada
tengo que ocultar.
PERIODISTA: Entonces te escucho. Íbamos en la In-
quisición.
IGNACIO: En Alcalá empezamos a tener problemas,
mis compañeros y yo. Nos avisaron que nos
llamaban "los ensayalados", y creo que "los
alumbrados", y que querían hacer carnicería con
nosotros. Nos llevaron a la cárcel, sin que se
supiera la causa de ello, y allí estuvimos hasta
que nos leyeron sentencia de que fuésemos li-
bres, pero no lleváramos túnicas, lo cual hacía-
47
 mos por humildad y pobreza, sino que nos
vistiéramos como los otros estudiantes, y no
hablásemos de cosas de fe hasta pasados cua-
tro años, en que hubiésemos estudiado más. Con
nuestras vestiduras de estudiantes y bonetes,
partimos hacia Salamanca. Allí solía yo confe-
sarme con un fraile de Santo Domingo, en el
convento de San Esteban, y a los diez o doce
días de haber llegado, ese fraile me dijo: -Los
padres de la casa os quieren hablar-. Y yo res-
pondí: -En el nombre sea de Dios-. Y dijo
el fraile: -Será bueno que vengáis a comer, mas
os aviso que ellos querrán saber de vos muchas
cosas-. Y así un domingo fui con mi compa-
ñero Calixto y después de comer el soprior, en
ausencia del prior, con el confesor y otro fraile
nos llevaron a Calixto y a mí a una capilla y
con afabilidad nos empezaron a decir cuán
buenas nuevas tenían de nuestras vidas y cos-
tumbres, pues predicábamos la fe, pero querían
saber más de estas cosas. Y así comenzaron los
frailes a preguntar. .. (Sigue narrando, mien-
tras salen.) 7
48
CUADROIV. Interrogado por los frailes
.f
Salamanca, 1527, capilla del convento de San Es-
teban. Un altar imaginario, marcado por un chorro
de luz.
Personajes: Tres Frailes, Calixto de Sa, Ignacio.
Los Frailes conversan entre ellos; visten hábi-
tos de dominicos.
FRAILEUNO:¿Y dónde están nuestros invitados?
FRAILEDOS:No han de tardar, padre. Los cité aquí
en la capilla, según vuestras instrucciones.
FRAILEUNO:Debemos ver este asunto objetiva-
mente y tratar a nuestros amigos con toda ama-
bilidad.
FRAILETRES:Lo haré sólo porque vos lo ordenáis.
FRAILEDOS:En mi caso no me va a resultar difí-
cil; los dos me inspiran confianza.
FRAILETRES:Y a mí, desconfianza.
FRAILEDos: Como confesor de uno de ellos, Íñigo
de Loyola, lo tengo en muy buen concepto.
FRAILETRES:Pues antes de venir a Salamanca es-
tuvo en la cárcel.
FRAILEDOS:Él mismo nos lo dijo. No le encontra-
ron culpa alguna y quedó libre.
FRAILETRES:¿Y el otro, ese jovenzuelo Calixto?
FRAILEDOS:Calixto de Sa. Es buen amigo y se-
guidor de Íñigo. Estuvo con él en Barcelona y
49
 en Alcalá. Porque Íñigo estaba en la cárcel, Ca-
lixto llegó y se hizo encerrar con él. Pero Íñigo
lo mandó sacar.
FRAILEUNO:Debemos darles oportunidad a que ,
se expliquen. Me propongo interrogarlos.
FRAILETRES:Haréis bien.
FRAILEUNO:(Severo.) Os pido trato afable y cor-
tesía, como corresponde a este convento de San
Esteban.
FRAILETRES:Sí, padre.
FRAILEDOS:¡Ahí viene Íñigo! ... Ah, no, es Calixto. ,,
FRAILETRES:Vestido como un fantoche.
Entra Calixto. Como lo describe Ignacio en su
autobiografía, trae "un sayo corto y un grande
sombrero en la cabeza y un bordón en la mano, y
unos botines casi hasta media pierna". 1 El Fraile
tres lo observa reprobadoramente.
CALIXTO:Buenas tardes. (Se quita el sombrero y
se dirige hacia el altar, ante el que se inclina.
Regresa.) No conocía vuestra capilla ... Es
muy bella.
FRAILEDos: Gracias, hijo, en verdad lo es.
CALIXTO:Íñigo viene aquí a confesarse con vos,
¿verdad, padre?
FRAILEDos: Así es. Le tengo mucho aprecio.
CALIXTO:Pues yo todavía más. (Al Fraile tres.)
Padre, la comida que nos hicisteis fue verdade-
ramente exquisita.
50
1:RAILE
TRES:Yo no la hice; no soy el cocinero.
< 'ALIXTO:No quise decir eso; os ruego me discul-
péis.
FRAILETRES:No hay cuidado. Puedes dejar ese
bastón; aquí no vas a necesitarlo.
CALIXTO:Otra vez me disculpo. Es la costum-
bre ... El bordón del peregrino ... (No sabe
dónde ponerlo.) Lo dejo en el suelo para que
no se caiga.
FRAILETRES:Con tal de que no tropecemos.
FRAILEDOS:(Amable.) Deja el bastón donde quie-
ras, hijo, no te preocupes.
CALIXTO:Gracias, padre.
FRAILEUNO: Te invitamos a nuestra mesa con
gusto y ahora te damos la bienvenida a nuestra
capilla. Quisiera hacerte una pregunta, si es
que lo permites.
CALIXTO:Por favor, os lo ruego.
FRAILEUNO:¿Podrías decimos por qué vienes ves-
tido así?
CALIXTO:¿Así? ... ¿Acaso me veo mal? ... Quizás
la túnica me queda un poco corta.
FRAILETRES:Un poquito, nada más.
CALIXTO:Muy corta, sí. .. Es que la hicieron para
uno que era más bajito que yo En cambio el
sombrero resulta algo grande (Se vuelve a
poner el sombrero,se lo quitará, lo utilizarádu-
rante todo el cuadro.)
FRAILETRES:Algo grande, ya lo estamos viendo.
CALIXTO:Es que en Alcalá nos ordenaron a Íñigo
51
 y a mí vestimos de estudiantes y ... bueno, hici-
mos lo que pudimos. Yo me quedé con la túni-
ca del que era más bajito. Como no teníamos
dinero, el mismo vicario nos proveyó de vesti-
duras y bonetes. [Mucho se lo agradecimos!
FRAILEUNO:¿Y no tienes frío? Claro que esas
"botitas" que traes deben protegerte bastante.
FRAILEDOS:Supongo que tendrás algo para cu-
brirte el cuerpo.
CALIXTO:Solía ponerme una manta de paño ne-
gro. Pero cuando vinieron los calores se la di a
un pobre clérigo.
FRAILEUNO:Mal hecho. La caridad empieza por
uno mismo.2
CALIXTO:Lo siento; lo tendré en cuenta ... --¡Ahí
viene Íñigo! Afortunadamente.
Entra Ignacio vestido de estudiante, modesta pero
correctamente, con jubón, calzas largas y botines¡
cortos. Se inclina ante el altar y se acerca a salu-
dar a los Frailes.
IGNACIO:Buenas tardes. Henos los dos aquí como'
nos pedisteis.
FRAILEUNO:Os damos las gracias. En realidad me:'
interesaba principalmente conversar contigo,
Íñigo.
CALIXTO:Entonces me voy. (Hace el intento.)
FRAILEUNO:¡No! ... Quédate, por favor.
CALIXTO:(A regañadientes.) Con mucho gusto.
52
IGNACIO: Estoy a vuestra disposición.
FRAILEUNO:Nos dijiste que antes de venir aquí, a
Salamanca, estuviste en Montserrat y en Alca-
lá. ¿Visitaste también otros lugares?
IGNACIO:De Montserrat me fui a Manresa; allí
viví casi un año.
FRAILEUNO:¿Qué clase de vida llevabas?
IGNACIO: Vida de oración y penitencia.
FRAILETRES:(Irónico.) Muy interesante.
FRAILEDOS:(Al Fraile tres.) No deberías utilizar
ese tono, hermano.
FRAILETRES:¿Cuál tono? ¿Me estás indicando lo
que debo hacer?
FRAILEUNO:Basta de digresiones; estoy hablando
con Íñigo.
FRAILEDOS:Perdón, padre.
FRAILETRES:Me callo.
FRAILEUNO:(A Ignacio.) ¿Cuántas horas dedica-
bas a la oración?
IGNACIO: Siete horas cada día, de rodillas. Y por la
noche me levantaba continuamente para orar.3
FRAILEUNO: ¿Por quién sentías especial devo-
ción?
IGNACIO: Por la santísima Trinidad. Creo que toda
mi vida le habré de tener esta grande devoción.4
FRAILEUNO:¿y de qué vivías?
IGNACIO:Pedía limosna cada día. Pero no comía
carne ni bebía vino, aunque me lo diesen. 5
FRAILEUNO:He sido informado de que te dejaste
crecer el cabello y las uñas.
53
IGNACIO:También como penitencia, porque en eso
antes había sido yo muy curioso.6
FRAILETRES:Quieres decir, presumido.
IGNACIO:Presumido, probablemente. Pero dejé de
serlo.
FRAILETRES:Al grado de que ibas descalzo por
las calles.
FRAILEUNO:¿Cuánto tiempo anduviste descalzo?
IGNACIO:En Manresa enfermé de fuertes dolores
de estómago. Tomé zapatos entonces.7
CALIXTO:Pero después, en Barcelona, le vino el
deseo de tornar a las penitencias pasadas y em-
pezó a hacer un agujero en cada suela. Los iba
ensanchando poco a poco, de modo que cuan-
do llegó el frío del invierno ya no traía sino la
pieza de arriba.8 (Ríe. Pero losfrailes lo miran
con reprobación. Calixto, cortado, se aleja.)
FRAILEnos: Fuera del secreto de confesión, Íñigo
me contó de unas visiones que tuvo en Manre-
sa. ¿Tendrías inconveniente, hijo, en hablarnos
de eso?
IGNACIO:Con gusto, padre. Muchas veces y por
mucho tiempo, estando en oración, veía con
los ojos interiores la humanidad de Cristo y su ,
figura me parecía como un cuerpo blanco, no
muy grande ni muy pequeño, mas no veía nin-
guna distinción de miembros. Esto lo vi en Man-
resa muchas veces, si dijese treinta o cuarenta
no mentiría. Otra vez lo vi mientras caminaba
yo hacia Jerusalén. Y otra caminando cerca de
54
Padua. A Nuestra Señora también la vi en for-
ma parecida, sin distinguir las partes. Y desde
entonces muchas veces he pensado que si no
hubiese Escritura que nos enseñase estas cosas
de la fe yo me determinaría a morir por ellas,
solamente por lo que había visto.9
FRAILEUNO:Es hermoso lo que acabas de decir.
FRAILETRES:Hasta a mí me convenciste.
IGNACIO: En otra ocasión, también en Manresa, me
senté mirando al río. Y estando allí se me em-
pezaron a abrir los ojos del entendimiento. Y no
que viese alguna visión, sino entendiendo y co-
nociendo muchas cosas, tanto espirituales como
de la fe y de las letras, y esto con una ilustración
tan grande que todas las cosas me parecían nue-
vas. Y recibí una tan grande claridad en el en-
tendimiento que siento que en lo que me quede
de vida, y reuniendo cuantas cosas llegue a sa-
ber, aunque todas las junte no habré alcanzado
tanto como lo de aquella vez sola. 10
FRAILEUNO:Seguramente Nuestro Señor te con-
cedió esa gracia ... Pero síguenos hablando de
los lugares por los que peregrinaste.
[GNACIO:Estuve en Barcelona, en Roma, en Ve-
necia y embarqué hacia Jerusalén. Pero no me
permitieron quedarme a vivir en Tierra Santa.
FRAILETRES:¿Por qué?
FRAILEUNO:Debo rogarte, hermano, que no inte-
rrumpas.
FRAILETRES:Otra vez me callo.
55
FRAILEUNO:Íñigo, ¿puedes decimos por qué no
te permitieron quedarte en Tierra Santa?
IGNACIO:El guardián del convento de Jerusalén
me dijo que la casa estaba en tanta necesidad
que no podía mantener a los frailes, mucho
menos a peregrinos. Le expliqué que yo no
quería cosa alguna de la casa sino solamente
que cuando a veces viniere me oyeran en con-
fesión. Pero después llegó el provincial y me
dijo que no juzgaba conveniente -por expe-
riencias que había tenido de otros, que habían
sido presos o los habían matado-- que me
quedara yo en aquellos lugares. Insistí, pero
me hizo ver que tenía autoridad para excomul-
gar a quien no le obedeciera. De modo que re-
gresé a Venecia y de allí otra vez a Barce-
lona."
FRAILEUNO:¿A estudiar?
IGNACIO:A estudiar gramática. Y también a tratar
de ayudar a las almas Visitaba yo la iglesia de
Santa María del Mar 12 Estuve todo un año en
Barcelona.
CALIXTO:¡Allí me uní con el grupo de Íñigo! Éra-
mos ya varios compañeros cuando decidimos
irnos a Alcalá a estudiar artes."
FRAILETRES:Y en Alcalá llevabais hábito, sin ser
religiosos. Y acabasteis por ir a dar a la cárcel.
FRAILEDOS:Mas no les encontraron error alguno,
ni en su vida ni en su doctrina. Fueron puestos
en libertad.
56
FRAILEUNO:¿Tenéis inconveniente, hermanos, en
que nos lo cuenten ellos mismos?
FRAILEoos: ¡Ningún inconveniente! Perdón, padre.
FRAILEUNO:(A Ignacio.) En Alcalá, ¿quién llevó
vuestro proceso?
IGNACIO:El vicario Figueroa.
CALIXTO:Juan Rodríguez de Figueroa, vicario ge-
neral del arzobispo de Toledo.
FRAILETRES:El arzobispo Alonso de Fonseca y
Acebedo, protector de los erasmistas. 14
CALIXTO:El arzobispo nunca nos fue a visitar a la
cárcel.
IGNACIO:Pero al salir yo lo fui a ver a Valladolid.
Y me dijo que aquí, en Salamanca, él tenía ami-
gos, y un colegio. Me ofreció su apoyo.15
FRAILETRES:¿Porque eras erasmista?
IGNACIO:¡No era ni soy erasmista! ¿Qué aberra-
ciones tratáis de plantear?
FRAILEUNO:Íñigo, qué fue lo que conversaste con
Figueroa en Alcalá.
IGNACIO:Mis compañeros y yo le preguntamos si
los inquisidores nos habían hallado alguna he-
resía. Y Figueroa nos contestó: -No, que si la
hallaran os quemarían vivos-.
· CALIXTO:(Ríe.) Pero Íñigo le dijo: -También os
quemarían a vos, si os hallaran heresía-.16
FRAILETRES:(Escandalizado.) ¿Eso le dijiste al
vicario?
FRAILEDOS:¡Se lo merecía!
IGNACIO:Le obedecíamos en todo lo que nos man-
57
 daba; yo en no ir descalzo, porque había vuelto
a eso y otra vez tomé calzado. Pero un día vino
un alguacil a mi puerta y me pidió: -Veníos un
poco conmigo-. Y me dejó en la cárcel y me
dijo: -No salgáis de aquí hasta que os sea
ordenada otra cosa-. Y estuve en la prisión, sin
saber la causa de ello y sin que nadie me exa-
minara, hasta que a los diecisiete días se pre-
sentó Figueroa y me preguntó muchas cosas.
Finalmente, al cabo de cuarenta y dos días, fue
el notario a la cárcel y nos leyó sentencia de
que fuésemos libres.17
CALDITO:¡Y que nos vistiéramos como estudiantes!
FRAILETRES:¿Y que llevaras ese ... sombrerito?
FRAILEUNO:[Basta! (A Ignacio.) Tengo entendido
que también os ordenaron no hablar de cosas
de la fe hasta haber estudiado más.
IGNACIO:Y con esta sentencia quedé muy dudoso
de lo que haría, pues me pareció.que me cerra-
ban la puerta para ayudar a las almas. Y así se
lo fui a decir al arzobispo de Toledo.
FRAILETRES:El erasmista.
FRAILEUNO: (A Ignacio.) ¿Podrías decimos lo
que tus compañeros y tú han estudiado?
CALIXTO:Entre todos nosotros, el que más ha es-
tudiado es Íñigo.
IGNACIO:De mis estudios en Barcelona me decía
mi maestro que ya había aprovechado mucho y
que podía irme a Alcalá a oír artes. En Alcalá
seguí preparándome con empeño. Pero consi-
58
dero que todavía mis estudios han sido pocos y
no tienen suficiente fundamento. 18
FRAILEUNO:En tales condiciones, ¿qué es lo que
predicáis?19
IGNACIO: Nosotros no predicamos. Solamente con
algunos, familiarmente, hablamos cosas de Dios.
FRAILEUNO:¿Y de qué cosas de Dios habláis?
FRAILETRES:¡Eso es lo que queremos saber!
FRAILEDOS:No tienen nada que ocultar; hablan
siempre con apego a la fe.
CALIXTO:¡Bien dicho!
FRAILEUNO:(A los Frailes.) ¡Moderación, herma-
nos! Os la he pedido varias veces.
IGNACIO:Hablamos cuando de una virtud, cuando
de otra, para alabar, y cuando de un vicio, o
cuando de otro, para reprender.
FRAILEUNO:No sois letrados, pero habláis de vir-
tudes y vicios. Y de esto nadie puede hablar sino
de dos maneras: o por letras, o por el Espíritu
Santo. Vosotros no habláis por letras, luego ha-
bláis por el Espíritu Santo.
FRAILETRES:Por lo tanto os consideráis ilumina-
dos, alumbrados, quizás poseídos ...
IGNACIO:(Enojado.) [No sé a dónde queréis lle-
gar! Pero me lo imagino.
CALIXTO:¡Otra vez los alumbrados!
IGNACIO:No me parece bien esta manera de argu-
mentar. No es menester que hablemos más de
estas materias.
FRAILEDOS:Tiene toda la razón.
59
FRAILEUNO:Pues ahora que hay tantos errores de
Erasmo y de tantos otros que han engañado al
mundo, ¿no quieres explicarte?
IGNACIO:No diré más de lo que he dicho si no es
en presencia de mis superiores, que me pueden
obligar a ello.
FRAILEUNO:(Enojado.) En ese caso, quédate aquí
con tu amigo. No necesitamos a tus superiores.
Nosotros haremos que lo digas todo.
FRAILE1RES:¡Que lo digas todo!
CALDITO:Esto me huele a Inquisición.
FRAILEoos: Al c?Cinero se le debe estar quemandoi
el guisado ... Iñigo, hijo, no te preocupes, mis
hermanos habrán de recapacitar.
CALDITO:Lo dudo.
FRAILEUNO:Nos retiramos.
IGNACIO:¿Queréis que os esperemos aquí?
FRAILEUNO:Aquí mismo. No os mováis de esta
capilla ninguno de los dos.
FRAILEDos: Trataré de hacerles ver su error.
Salen, apresurados, los frailes. Pero el Fraile tres
regresa.
FRAILE1RES:¡Haremos cerrar todas las puertas!
Sale. Se miran Ignacio y Calixto.
CALIXTO:Parece que el guisado se sigue queman-
do ...
Oscuro.
60
CUADROV. Ignacio encadenado
Salamanca, 1527, un calabozo.
Personajes: El carcelero, Calixto de Sa, Igna-
cio, El periodista.
Sobre el oscuro se oyen fuertes golpes de mazo.
Al ir subiendo la luz El carcelero está golpeando,
para afianzarlo en medio del espacio escénico,
un poste que tiene integrada una cadena con dos
grilletes o anillos de hierro para ponerse alrede-
dor de los pies de los presos. Es un palurdo for-
tachón; quizás esté en mangas de camisa, con cha-
leco, calzas y calcetines largos con gruesas rayas
a colores.
Desde afuera empujan al calabozo a Ignacio y a
Calixto, que entran vestidos como en el cuadro an-
terior, dando tropezones. El carcelero ríe y se di-
vierte con la cadena y grillos que prepara para
sus huéspedes, a quienes propicia algunos empe-
1Iones más. A Calixto, que trata de oponer re-
sistencia, lo golpea y lo tira al suelo. Ríe.
CARCELERO: De este calabozo no han podido es-
capar hombres fuertes; no serás tú el que lo lo-
gre, jovencito ... Y mucho menos tu pobre
amigo, que está en los huesos.
CALIXTO:Él no piensa en huir. Y yo tampoco;
61
 sólo quise defenderme. ¿Quién eres tú para tra-
tarme a golpes?
CARCELERO: ¿No lo ves? Soy el carcelero. Es me-
jor que te dejes atar a la cadena por las buenas.
(Cierra uno de los anillos alrededor del pie de
Calixto.)
CALIXTO:[Esto es una injusticia; un atropello; un
abuso!
CARCELERO: En cambio tu compañero no protes-
ta; es más respetuoso que tú. (Cierra el otro
anillo alrededor del pie de Ignacio.) [Listo! Es-
pero que estéis cómodos; habréis de pasar al-
gún tiempo en este lujoso aposento ... Y ahora,
con vuestro permiso, caballeros, me retiro. Que
vuestras mercedes pasen una muy buena no-
che ... (Sale, riendo.)
CALIXTO:Que la tuya sea mejor ... Digo, perdón,
Íñigo ... (Jalando la cadena, se sienta en el
suelo; Ignacio, tranquilo, ya estaba sentado.)
Nos han atado bien. Espero no molestarte.
IGNACIO:No me molestas.
CALIXTO:¿Te lastima el grillete?
IGNACIO:Apenas. (Un silencio.)
CALIXTO:En buen lío estamos. Pero no es la pri-
mera vez que dormiremos en el suelo, ¿no es
cierto?
IGNACIO:Me parece que pasaremos la noche en ..
vela.
CALIXTO:Seguro que sí.
62
Se acomoda para descansar. El periodista se
acerca, con su grabadora; está ante Ignacio.
PERIODISTA: No conocía este episodio de tu vida.
Encarcelado, sí, pero no sabía que te hubieran
encadenado.
l<INACIO: (Poco a poco levanta la mirada hacia
El periodista.) ... No nos pusieron con los mal-
hechores de abajo, sino en un aposento alto
donde, por estar la casa deshabitada, había
mucha suciedad. Y nos pusieron a los dos en
una misma cadena, y la cadena estaba pegada a
un poste, que estaba en medio de la casa, y
sería larga de diez o trece palmos. Y cada vez
que alguno quería hacer alguna cosa, era me-
nester que el otro le acompañase ... 1
PERIODISTA: ¿Pero no trataste de que te sacaran de
ahí? Tenías amigos que podían haberte ayudado.
IGNACIO:No había tantos grilletes ni cadenas en
toda Salamanca que yo no hubiese deseado más,
por amor a Dios. 2
CARCELERO: (Entrando.) [Otra vez yo! (Calixto,
sobresaltado, se incorpora.) Antes de llevaros
ante los jueces os vendrán a interrogar a cada
uno y a examinar vuestros papeles. Habréis de
tenerlos preparados.
CALIXTO:¿Papeles? Yo no tengo ningún papel.
CARCELERO: Entonces peor para ti. Otra vez felices
sueños. Volveré pronto, para que no me echéis
de menos. (Sale.)
63

CALIXTO: Vaya hijo de ... (Pero encuentra la mira-
da severa de Ignacio.) ¡Vaya imbécil! (Se vuel-
ve a acostar.)
PERIODISTA: ¿Y tú, Ignacio, qué papeles presen-
taste?
IGNACIO: Todos mis papeles eran los Ejercicios.
Se los di a mis cuatro jueces para que los exa-
minaran. 3
PERIODISTA: Los Ejercicios espirituales. Hoy se
leen en el mundo entero.
IGNACIO: Los Ejercicios no se leen; se hacen.
PERIODISTA: ¿Cuándo los escribiste?
IGNACIO: No los escribí todos de una sola vez sino
que algunas cosas que observaba en mi alma y
las encontraba útiles me parecía que podrían
ser también útiles a otros y así las iba poniendo
por escrito ... Una parte la saqué de aquella
variedad de espíritu y pensamientos que tenía
cuando estaba en Loyola, después de la herida
en la pierna ... 4 Cuando en Salamanca me pre-
senté ante los jueces, todos mis papeles eran
los Ejercicios ...
La mirada limpia de Ignacio sostiene la del perio-
dista.
Oscuro.
64
,,,
1·
'
t CUADRO VI. Con el inquisidor
París, 1535, casa del inquisidor. Una lujosa silla.
. Personajes: El inquisidor, Ignacio, El perio-
dista.
· En su casa, El inquisidor Valentín Liévin, ves-
tido con hábito de los dominicos, se dispone a
recibir a Ignacio.
INQUISIDOR: Lo dejaré esperar un rato más. La es-
pera siempre es sana. O les aplaca los nervios
o los irrita, y entonces se muestran como verda-
1
deramente son. Ese Ignacio de Loyola no debe
,1
1 ser fácil de manejar. Salió bien librado de varios
procesos, pero no permitiré que me engañe. Al
inquisidor Liévin nunca lo ha engañado nadie,
po: ~º. ~enos no impunemente. Aunque la In-
qmsic10n en Francia tiene fama de oler menos
a h~guera que en España, también hay hoguera ·
aqm. Seguramente no será el caso de mi visi-
tante, ya que hasta ahora no se ha encontrado
na~a co_ntra él. Debe ser muy listo para haber
sahdo siempre con bien de las causas que se le
formaron. O es muy listo, o nunca fue culpa-
ble, lo cual no deja de ser una posibilidad ...
(Se dirige hacia un extremo del escenario.) Ha-
ced pasar a la persona que aguarda.
65
 Va a instalarse en su silla. Entra Ignacio, vestido
con el hábito negro que le conocemos; trae el
libro de los Ejercicios.
INQUISIDOR: j Señor don Ignacio de Loyola, maes-
tro en artes de la Universidad de París! Sed
bienvenido. 1
IGNACIO: Fray Valentín Liévin, señor inquisidor:
gracias por recibirme en vuestra casa.
INQUISIDOR: Vos mismo me lo pedisteis, con suma
urgencia.
IGNACIO: Estaba aquí en París e iba a partir a Es-
paña cuando supe que me habían acusado ante
vos y que había contra mí un proceso. Oyendo
esto y viendo que no me llamabais, decidí venir a
veros. Encarecidamente os ruego que dictéis
sentencia. 2
INQUISIDOR: Ah, sí, vuestro proceso ...
1:
IGNACIO: ¿Acaso no hay una acusación contra
mí?
INQUISIDOR: Sí, la hay. Pero no se trata de asunto
de importancia; ya lo trataremos a su debido
tiempo. Por el momento quisiera haceros una
pregunta. Tengo entendido que el año pasado
fuisteis con vuestros compañeros a la iglesia de
Nuestra Señora de Montmartre y ante el altar
hicisteis algunos votos, después de lo cual se
ofició una misa. ¿Podríais decirme quién la ofi-
ció? En aquel entonces me parece que no erais
sacerdote.
66
IGNACIO: No lo era y no lo soy todavía. Pero yo
no oficié la misa. Había un solo sacerdote en-
tre nosotros, Pedro Fabro, y fue él quien ofició.
INQUISIDOR: Queda entonces ese punto debida-
mente aclarado.
IGNACIO: Por lo que se refiere a la sentencia ...
INQUISIDOR: (Interrumpe y se aleja unos pasos.)
Hay solamente un tema acerca del cual solicito
mayor información. Me dicen que en Salaman-
ca salisteis de la cárcel después de que los jue-
ces vieron vuestros escritos de los llamados
Ejercicios. Quisiera verlos yo también.
IGNACIO: Podéis hacerlo; traje el libro por si me
lo pedíais. (Se lo da; El inquisidor lo hojea.)
INQUISIDOR: Ejercicios espirituales... Muy intere-
sante ... ¿Podríais decirme lo que entendéis por
ejercicios espirituales?
IGNACIO: Por el nombre de ejercicios espirituales
se entiende todo modo de examinar la concien-
cia, meditar, contemplar, orar vocal y mental-
mente. Porque así como el pasear, caminar y
correr son ejercicios corporales, de la misma
manera el prepararnos para quitar de nosotros
todas las afecciones desordenadas y hallar la vo-
luntad divina en la disposición de nuestras vidas,
para salud del alma, se llama ejercicios espiri-
tuales.3
INQUISIDOR: ¿Y qué recomendaciones dais para
hacer esos ejercicios?
IGNACIO: Una de ellas es tener en cuenta que no
67
 el mucho saber harta y satisface al alma, sino el
sentir y gustar de las cosas intemamente. 4
INQUISIDOR: Decidme algo acerca del método que
soléis emplear.
IGNACIO: Utilizamos los actos del entendimiento
discurriendo y los de la voluntad afectando.
Debemos advertir que en los actos de la volun-
tad, cuando hablamos vocalmente o mental-
mente con Dios nuestro Señor o con sus santos,
se requiere de nuestra parte mayor reverencia
que cuando usamos del entendimiento enten-
diendo. 5
INQUISIDOR: Me dejáis asombrado. Y convencido
de lo justo de vuestra manera de pensar. ¿Puedo
leer algún párrafo?
IGNACIO: El que gustéis.
INQUISIDOR: Elegiremos al azar ... Aquí, por ejem-
plo. (Lee.) "Propio es de Dios y de sus ángeles,
en sus mociones, dar verdadera alegría y gozo
espiritual, quitando toda tristeza y turbación
que el enemigo induce, del cual es propio mili-
tar contra tal alegría y consolación espiritual,
trayendo razones aparentes, sotilezas y asiduas
falacias ... " 6 (Cierra el libro.) Ignacio de Loyo-
la, vuestro libro tiene una excepcional calidad.
Es obra de un verdadero maestro.
IGNACIO: Es obra de un hombre que ama a Dios.
INQUISIDOR: Me atrevo a pediros que me dejéis
una copia de este trabajo; deseo instruirme con
su lectura.
68
IGNACIO: Me halagáis, señor inquisidor. Podéis
quedaros con esta copia.
INQUISIDOR: La conservaré entre lo más valioso
de mi biblioteca.
IGNACIO: Gracias. Y ahora vuelvo a rogaros que
sigáis adelante con mi proceso hasta dictar sen-
tencia.
INQUISIDOR: ¿Dictar sentencia? No hace falta. Ya
os he dicho que la acusación presentada contra
vos no es importante.
IGNACIO: Insisto en tener vuestra sentencia.
INQUISIDOR: No lo considero necesario.
IGNACIO: Pero yo sí.
INQUISIDOR: Lo siento por vos.
IGNACIO: ¿Os negáis?
INQUISIDOR: Me niego.
IGNACIO: Entonces traeré un notario público que
tome fe de esta negativa vuestra y de lo que aquí
hemos hablado.
INQUISIDOR: Haced lo que os plazca. Adiós, señor
de Loyola.
IGNACIO: Regresaré, señor inquisidor. Hasta pron-
to. (Sale, apresurado.)
INQUISIDOR: ¡Vaya terquedad! Es capaz de volver.
Enojado, sale por otro extremo a la vez que Igna-
cio regresa y El periodista, divertido, sin soltar
su grabadora lo alcanza.
69
PERIODISTA:¿ y trajiste al notario?
IGNACIO: Desde luego. Regresé con él a casa del
inquisidor.
PERIODISTA: No eres hombre de conformarte con
verdades a medias.
IGNACIO: Llevé también dos testigos y pedí que
se tomara fe de lo que allí se había dicho. 7
PERIODISTA: Y después de ese episodio, ¿por fin te
dejaron en paz?
IGNACIO: Fui perseguido en Venecia, pero no me
hallaron culpa alguna. 8 Enfrenté otra persecu-
ción en Roma y obtuve también sentencia ab-
solutoria.9
PERIODISTA: ¿Cuántos procesos te hizo la Inquisi-
ción?
IGNACIO: Ocho procesos y dos prisiones.
PERIODISTA: ¿Y las sentencias siempre te fueron
favorables?
IGNACIO: Nunca fui reprobado, ni desterrado. Nun-
ca quise tomar otro abogado sino Dios. 10
PERIODISTA: ¿Por qué tanta persecución contra ti?
IGNACIO: No por cosa de cismáticos ni de alumbra-
dos, que con éstos nunca conversé ni los co-
nocí, sino porque no teniendo yo letras por
aquel entonces se maravillaban de que hablase
tan largo de cosas espirituales. 11
PERIODISTA: ¿Y qué era ese título de maestro en
artes?
IGNACIO: En tu época dirías filosofía.
PERIODISTA: ¿Estudiaste también teología?
70
IGNACIO: Durante dos años. 12
PERIODISTA: ¿Hasta cuándo te ordenaste sacerdote?
IGNACIO: Me ordené en 1537, en Venecia.
PERIODISTA: ¿Y es cierto que no querías que tus
compañeros fueran elegidos obispos? ¿Es cier-
to que les prohibías aceptar dignidades?
IGNACIO: La Compañía comenzó con espíritu de
bajeza y humildad. Si procedemos con espíritu
contrario y aceptamos dignidades, no podrá con-
servarse en su paz y buenas obras. 13
PERIODISTA: ¿Es cierto que dijiste misa durante
cuarenta días para decidir si las casas profesas
debían tener rentas o no?
IGNACIO: Es cierto.
PERIODISTA:¿ y qué decidiste?
IGNACIO: Que no.
PERIODISTA: ¿Por qué?
IGNACIO: Lo vi como voluntad de Dios.
PERIODISTA: Y pensar que el clero se ha dedicado
a enriquecerse.
IGNACIO: ¿Siempre?
PERIODISTA: Hasta que los políticos le confiscan
sus bienes. Entonces el clero vuelve a empezar
a reunir riquezas.
IGNACIO: ¿Crees que todos los sacerdotes son así?
PERIODISTA: Quizás no todos.
IGNACIO: ¿Quizás?
PERIODISTA: De acuerdo, hay buenos sacerdotes.
A propósito, lo de tus escrúpulos con las rentas
lo vi en tu Diario espiritual. 14
71
 IGNACIO: ¿Leíste mi diario?
PERIODISTA: "Redactado única y exclusivamente
para uso del autor", dicen tus estudiosos. Y en
el texto descubren en ti la grandiosidad de un
místico sublime ... 15 No, no leí tu diario.
IGNACIO: Mejor.
PERIODISTA: ¿Por qué?
IGNACIO: No eres místico.
PERIODISTA: Ni mucho menos.
IGNACIO: No habrías coincidido con mis pensa-
mientos.
PERIODISTA: Seguro que no. Pero en cambio vi una
reproducción de tu texto autógrafo, con tu letra
llena de tachaduras. Ininteligible. Muy intere-
sante.
IGNACIO: (Irónico.) Más que el diario.
PERIODISTA: No te veo como místico, sino como
hombre de acción. Has sido calificado de au-
daz, excelente estratega, francotirador, dueño
de una voluntad firme. Y hasta revolucionario.
IGNACIO: ¿Todo eso dicen que soy?
PERIODISTA: ¿Te das cuenta de lo que armaste en
el mundo con tu Compañía de Jesús?
IGNACIO: Me doy cuenta. ¿Acaso te parezco in-
consciente?
PERIODISTA: Pero en vida no pudiste imaginar la
magnitud que iba a adquirir la empresa que
iniciaste.
IGNACIO: No inicié una empresa; fundé una Orden
religiosa.
72
PERIODISTA; Una nueva fuerza, una fuerza sin man-
cha, extraída de las enormes energías religiosas
y disciplinarias de la poderosa España. Fundas-
te una tropa de asalto para la contraofensiva de
la Iglesia católica ante la Reforma luterana. 16
IGNACIO: Fundé la Compañía de Jesús.
PERIODISTA: Y pensar que todo ese gran terremo-
to de tus jesuitas empezó con un peregrino
loco, un vagabundo ... Perdón, pero la Compa-
ñía de Jesús empezó con un vagabundo, des-
pués estudiante, después filósofo, pero en todo
caso un marginal. ¿O no es cierto que fuiste un
marginal? ¿Te consideras o no un marginal?
IGNACIO: ¿En qué sentido?
PERIODISTA: La sociedad de tu tiempo pretendió
dejarte al margen, afuera de los que la integra-
ban.
IGNACIO: No lo veo así.
PERIODISTA: Cambiemos de tema. (Consulta sus
notas.) En 1538 tú y tus lgnacios fueron a
Frascati, a la residencia estival del Papa, para
hincar la rodilla ante Paulo 111. Ante el ilustre
representante de la familia Farnesio, el herma-
no de "Giulia bella", la rival de Lucrecia en los
amores del otro Papa, el Borgia.17 Tú y tus Ig-
nacios se arrodillaron ante Alejandro Farnesio,
desde su juventud tan influyente y padre de
tantos hijos bastardos ... -(Trata Ignacio de inter-
venir, pero El periodista prosigue.) Aunque
humanista nada despreciable. 18 Alejandro Far-
73
 nesio, que convocó al Concilio de Trento y en IGNACIO: Hasta pronto. (Sale.)
su vejez fue considerado como iniciador de la PERIODISTA: ¡Oye, Ignacio!. .. Tiene la costumbre
Contrarreforma, o reforma católica a la que tú de desaparecer. .. ¡A la azotea, con un bonete!
y tus jesuitas tanto aportaron. Como se me salga del espacio y del tiempo va
IGNACIO: No nos arrodillamos ante Alejandro Far- a ser un problema volver a dar con él. .. Tiene
nesio. ¡Hincamos la rodilla ante el Papa! (Una que regresar; no puede hacerme esto. Irse a la
pausa.) mitad de la entrevista no es conducta de un
PERIODISTA: (Divertido.) ¿Te parezco agresivo? santo. Pero no lo dejo ir. ¡Eh, Ignacio! ... No es
IGNACIO: Estás en tu papel. conducta de un santo ... (Sale tras él.) ¡Igna-
PERIODISTA: ¿Peor que la Inquisición? • 1
CIOOO .•.•
IGNACIO: No tanto.
PERIODISTA: Son las reglas del juego, ¿no?
IGNACIO: Supongo que sí. Aunque no las fijé yo.
PERIODISTA: Tienes razón; tú no pediste la en-
trevista. Pero ya que estoy aquí tendrás que se-
guir contestando a mis preguntas por un rato
más.
IGNACIO: No estoy obligado a ello, pero lo haré.
Por un tato más. Y ahora, con tu permiso, me
voy a la azotea.
PERIODISTA: ¿A la azotea?
IGNACIO: La de mi casa.
PERIODISTA: ¿Y qué vas a hacer a la azotea? Está
a punto de llover.
IGNACIO: (A su vez divertido.) Entonces me pon-
dré mi bonete. Voy por él; un momentito. (Va
por el bonete y regresa.) ¡Aquí está! (Se lo
pone y va a salir.) Si te parece bien, haremos
una pausa.
PERIODISTA: ¿Una pausa? ¿Qué quieres decir?

74 75

CUADRO VII. Elegido general
Roma, 8 de abril de 1541. Azatea de la casa de
Ignacio cercana a Santa María de la Estrada y
un recinto en la misma casa. En la azatea, un
banquito.
Personajes: Ignacio, Alfonso Salmerón, Diego
Laínez, Pascasio Broet, Juan Coduri, Claudio
J ayo, El periodista. 1
Ignacio va subiendo hacia la azatea. Llega y
ve hacia el cielo. Se quita el bonete y queda con
la mirada hacia lo alto. 2
IGNACIO: Señor ... Creador y Señor mío ... En este
año, pasada la media cuaresma, 3 nos reunimos
los seis, hijos tuyos, Señor, servidores tuyos,
con el deseo de agradarte, de servirte mejor, y
nos encomendamos a ti para que dieses tu voz
a uno de nosotros para que tuviese oficio de
general de nuestra Compañía. Convinimos en
que pasados tres días cada uno trajese una cé-
dula escrita de su mano y sellada, con el nom-
bre del que elegía. Pasaron, Padre, los tres días
y juntamos todas nuestras cédulas con otras de
los compañeros de Portugal y de Alemania4 y
las pusimos en un arca bajo llave y decidimos
esperar todavía tres días más rogándote a ti,
76
Señor, que el mejor fuera el elegido. Hoy se
cumple el plazo y vamos a abrir las cédulas.
Señor y Creador mío, haz que sea Tu voluntad
la que escuchemos ...
Se arrodilla y queda unos momentos concentrado
en oración; después se levantará y quedará sen-
tado en el banquito, viendo hacia lo alto. Al es-
pacio principal entran, bromeando, Salmerón, Laí-
nez, Broet, Coduri y layo; dos de ellos colocan
un arca cerrada con llave.
SALMERÓN: Si no fuera, Laínez, porque no quiero
causarte disgusto, te diría que tu provincia de
Soria, en la cuenca alta del Duero, aun siendo
bella no puede compararse con mi natal Tole-
do, a orillas del Tajo.
LAíNEZ: Por el contrario, Salmerón, yo me quedo
con mi villa de Almazán ... Tardes de sol que
presienten la cercanía de la heroica Numancia ...
¿Y tú, Broet?
BROET: Las tierras francesas de Picardía ... El pan
compartido con mis amigos campesinos, al aire
libre, con la primera luz de la mañana ... Antes
de París y de Roma, antes de todo lo que he-
mos vivido como compañeros de Ignacio, eran
mi mundo las tierras de Picardía.
CoDURI: Está demasiado al norte. En Francia no
hay como el sur, Provenza.
77
BROET: ¿Y por qué, Juan Coduri? ¿Por qué tu
Provenza tiene que ser mejor lugar?
CODURI: ¿Por qué? Pero es obvio. Evidente. Es del
más elemental sentido común. Entre Picardía y
Provenza no hay duda posible.
BROET: ¡Claro que no! ¡Me quedo con Picardía!
CODURI: ¡Y yo con Provenza!
JAYO: ¡Y yo con las montañas de Saboya! ¿Quie-
ren que les describa el Mont Blanc o el lago
Annecy?
LAíNEZ: Ninguno de los dos.
]AYO: ¿No?
LAíNEZ: No estamos aquí para hacer descripcio-
nes regionales.
BROET: Pero me gusta recordar mis tierras de Pi-
cardía.
JAYO: Tiene razón. Quizás si Francisco Javier es-
tuviera con nosotros nos hablaría de su casti-
llo, en Navarra. O Ignacio nos contaría de la
mansión de los Loyola.
BROET: Es una casa grande, con la base toda de
piedra. Se empezó a construir a fines del siglo
XIV. Una fortaleza sólida, alta y derecha; una casa
como yo solamente las he visto de lejos pero
nunca he vivido, ni siquiera entrado en alguna.
JAYO: Su casa es como él, recia y austera.
LAfNEZ: Ese hombre recio es capaz de llorar ante
un cielo estrellado y sentir la presencia de Dios
al contemplar un naranjo en flor. 5
SALMERÓN: A veces pienso que siendo los más
78
cercanos compañeros de Ignacio todavía no lo
conocemos bien.
LAÍNEZ: Desde que él me dio los Ejercicios, cam-
bió mi vida.
SALMERÓN: También la mía.
CoouRI: Pasaron aquellos tiempos de estudiantes
en París.
JAYO: Ahora todos somos sacerdotes.
LAíNEZ: Hermanos: Hace dos años, en 1539, aquí,
en Roma, cuando todavía vivíamos en la casa
del signar Antonio Frangipani, cuando de día
pedíamos limosna para nuestro diario sustento,
empezamos a reunirnos por las noches para de-
liberar acerca de la formación de una Orden reli-
giosa y para ello dar la obediencia a uno de
nosotros. Se proéedió también a establecer las
características principales de esa futura Orden.
A petición nuestra Ignacio redactó la Fórmula
del Instituto, que finalmente fue aprobada el 27
de septiembre del año pasado por la bula de Pau-
lo III, y así se fundó la Compañía. En febrero
de este año de 1541 nos trasladamos a esta casa,
cerca de Santa María de la Estrada, y en marzo
Ignacio y tú, Coduri, .comenzaron a redactar las
Constituciones de la Compañía de Jesús. 6 Hoy,
8 de abril, estamos aquí para elegir al general
de nuestra Orden. Vamos a sacar de esta arca
los votos que depositamos hace tres días. La
abriremos tan pronto llegue Ignacio.
IGNACIO: (Entrando.) Oigo mi nombre.
79
JAYO: Te esperábamos. ¿Dónde estabas?
IGNACIO: En casa ... Estaba en casa.
BROET: Seguro que en la azotea.
CODURI: ¿En oración?
IGNACIO: Desde que estaba en el mundo sentí
esta diferencia: Cuando pensaba en aquello
del mundo me deleitaba. Pero cuando lo deja-
ba me hall~ba seco y descontento. En cambio
cuando mis pensamientos iban hacia Dios, aun
después de dejarlos quedaba contento y ale-
gre.7 ..
SALMERÓN: Tu presencia, Ignacio, es presencia. m-
vasora. Hablas y nos dejas a todos en admira-
ción y deleite.
LAíNEZ: Podemos ya leer las cédulas. Además ?e
los votos de nosotros seis están los de Francis-
co Javier, que lo dejó por escrito la víspe~a ~e
su partida hacia Portugal, lo m~~mo que Simon
Rodrigues, y el voto que envio Pedro. Fabro,
que ahora está en Alemania. De los diez que
inicialmente nos reunimos no ha llegado to-
davía el voto de Bobadilla, que está en Bisig-
nano ... 8 Tengo aquí la llave del arca.
IGNACIO: Ábrela, te lo ruego.
LAfNEZ: (Abre el arca.) Leeré, ~e cada cé~ula:
únicamente el nombre del elegido. Despues, si
es necesario, cada quien podrá defender a aquél
por quien haya votado. (Saca la~ c_édu.las Y las
empieza a abrir; a cada una le zra quitando el
sello; en cada una va leyendo el nombre Y la
80
vuelve a dejar en el arca, hasta llegar a los nue-
ve votos.)
Ignacio.
Ignacio.
Ignacio.
Ignacio.
Ignacio.
Ignacio.
Ignacio.
Ignacio.
Y tu voto, Ignacio, que excluyéndote a ti mismo
da su voz para aquel que más votos tenga. 9 Ne-
mine discrepante. Has sido elegido, Ignacio, por
unanimidad. (Todos ríen y felicitan a Ignacio.)
SALMERÓN: No puede haber para nuestra Socie-
- dad mejor prepósito que tú.
CoDURI: No podemos quedar en mejores manos.
JAYO: Qué gran alegría.
BROET: ¡Ya tenemos general!
Todos: ¡Ignacio! (Un silencio.)
CoDURI: Pero te quedas callado.
BROET: ¡Ignacio, has sido elegido! ¡Eres nuestro
general!
IGNACIO: Perdón, pero no puedo aceptar.
BROET: ¿Cómo?
SALMERÓN: ¿No puedes?
IGNACIO: Según lo que mi alma siente, hallo en
mí más querer y más voluntad para ser gober-
nado que para gobernar. No me hallo con sufi-
ciencia para regirme a mí mismo, mucho me-
81
 nos para regir a otros. Y atento a esto, lo mis-
mo que a mis malos hábitos pasados y pre-
sentes, a mis muchas faltas y miserias, declaro
no poder aceptar. 10
LAÍNEZ: De qué faltas hablas. Tu conducta siem-
pre ha sido para nosotros ejemplo.
IGNACIO: Mi decisión no cambiará hasta que vea
yo más claro en este asunto. A todos ruego es-
perar otros tres o cuatro días y encomendarse
mucho a Dios nuestro Señor para hallar quién
puede mejor, y para mayor beneficio de todos,
quedar al frente de nuestra Compañía. 11 Mien-
tras tanto os ruego que esta sesión de hoy así
termine.
LAÍNEZ: Si habla el general, obedecemos.
IGNACIO: Pero no habla el general. Hermanos, os
pido solamente unos días más.
LAíNEZ: (Cierra el arca.) Que se haga como di-
ces. Amigos, el trece de abril, a la misma hora,
aquí debemos estar todos, trayendo nuestras
nuevas cédulas para que una segunda votación
se efectúe.
SALMERÓN: Aquí estaremos.
BROET: Vámonos.
Se alejan; Ignacio va hacia la azotea. Sin salir
dan media vuelta y todos regresan con sus nue-
vas cédulas. Laínez abre el arca.
82
LAíNEZ: Trece de abril de 1541. Los tres votos de
los compañeros ausentes permanecen en el arca.
Debemos añadir los seis nuestros.
IGNACIO: Mi voto sigue siendo el mismo: exclu-
yéndome a mí, por aquel que más votos tenga.
(Deja su voto en el arca. Todos van dejándolos
también, a la vez que cada uno da el nombre
de su candidato.)
LAíNEZ: Ignacio.
SALMERÓN: Ignacio.
CODURI: Ignacio.
BROET: Ignacio.
JAYO: Ignacio.
LAíNEZ: Vuelve a haber unanimidad. Ignacio, por
segunda vez has sido elegido general de la
Compañía de Jesús.
IGNACIO: Todavía dudo. Todavía no puedo aceptar.
LAíNEZ: ¡Ignacio de Loyola!
IGNACIO: Diego Laínez.
LAíNEZ: ¡Te obstinas en despreciar el voto de tus
compañeros!
IGNACIO: Necesito más tiempo.
LAÍNEZ: Considero que tu elección ha sido inspi-
rada por Dios y nunca obedeceré a otro general
que no seas tú. Quiero que sepas que si no
aceptas me retiraré de la Compañía. 12
IGNACIO: Mi respuesta sigue siendo la misma.
LAíNEZ: Adiós, pues.
IGNACIO: ¡Espera!. .. Consultaré con Teodosio, mi
confesor, en San Pedro de Montorio. Si des-
83
 pués de saber él de todas mis miserias, desde el
día en que supe pecar hasta la hora presente, me
dice que acepte el cargo, obedeceré. 13
LAíNEZ: Nos impones más demoras. (Sale, enoja-
do.)
IGNACIO: Cuando tenga la opinión de Teodosio,
volveremos a reunimos.
SALMERÓN: Parece que no hay otra alternativa.
(Sale.)
CoDURI: Qué le vamos a hacer; esperaremos.
(Sale.)
BROET: (A Ignacio.) Déjate ya de consultas. (Sale.)
JAYO: Avísanos cuando tengas la respuesta.
IGNACIO: Hasta pronto.
Sale el último compañero; se llevaron el arca.
Ignacio quedó solo. Se aleja, pero Laínez regresa
y lo llama.
LAÍNEZ: ¡Ignacio!
IGNACIO: ¿Sí?
LAÍNEZ: Perdón por haber elevado la voz.
IGNACIO: Lamento haberte contrariado.
Se miran con afecto; Laínez sale. Ignacio voltea
y se encuentra ante El periodista que viene
entrando, inseparable de su grabadora.
PERIODISTA: Y acabaste por aceptar.
IGNACIO: Teodosio escuchó mi confesión durante
tres días seguidos, en los que no vi a mis com-
84
pañeros. Después mandó su decisión en una cé-
dula sellada que abrimos y leímos, todos reuni-
dos, el 19 de abril. Teodosio pedía que tomase
yo el gobierno de la Compañía. Acepté. 14
PERIODISTA: Por qué tanto problema, tantas cédu-
las y votos, tanto tiempo dedicado al mismo
asunto.
IGNACIO: Lo dije delante de todos. No me consi-
deraba digno.
PERIODISTA: No puedo entender por qué tantos es-
crúpulos.
IGNACIO: ¿No sabes lo que son los escrúpulos?
PERIODISTA: En mi profesión todo sucede al día;
no hay tiempo para dudas.
IGNACIO: Desdichado.
PERIODISTA: Si tuviera yo escrúpulos no podría ha-
cer nada.
IGNACIO: O quizás harías mucho más.
PERIODISTA: Imposible; si me dedico a dudar,
otros me ganan la noticia. Mi deber no es tener
dudas, sino informar a la gente. En primer lu-
gar, los imperativos del periodismo me obligan
diariamente a ...
IGNACIO: Está bien, está bien, no iniciemos una dis-
cusión. ¡Terminas con la paciencia de un santo!
PERIODISTA: (Ve que alguien se acerca.) ¡Vaya, pa-
rece que tienes visita! (Cómplice.) Me voy para
que hablen con libertad. Pero sigo grabando.
Sale, en tanto que entra Catalina de Austria.
85

CUADRO VIII. Mujeres
Personajes: Catalina de Austria, Ignacio, Isabel
Roser, Margarita de Austria, Juana de Austria, El
periodista.
Entra Catalina, joven y hermosa, con la coro-
na de reina de Portugal. 1 Unos momentos de
emoción, de silencio.
CATALINA: Ignacio, cómo has cambiado.
IGNACIO: El mal de estómago me ha consumido el
cuerpo. 2 En cambio, señora, vos sois la misma,
hermosa, pequeña infanta. . . Trece años teníais
cuando por vos quedé deslumbrado. Catalina de
Austria, hermana de nuestro soberano Carlos I
de España y V de Alemania, hija de la reina Jua-
na de Castilla, nieta de Sus Majestades Católicas
y del emperador Maximiliano de Austria ... Tre-
ce años, señora, teníais y con vuestra madre Jua-
na estabais encerrada en el castillo de Tordesillas.
CATALINA: Tú, Íñigo, eras aquél de cabello rubio,
que venía de tierras vascas. El día que te co-
nocí, en la corte, me hiciste una profunda reve-
rencia ...
IGNACIO: Cuando me fui no podía dejar de pensar
en vos. De Tordesillas vino a la corte una prin-
cesa encantada.
86
CATALINA: ¿Era yo?
IGNACIO: En tales sueños andaba perdido, hasta que
encontré realidades mejores ... Señora, cuando
joven era hombre dado a las vanidades del
mundo.
CATALINA: ... Una profunda reverencia, Íñigo, y yo
con otra te respondí.
IGNACIO: Vuestros ojos grandes, de ingenua mira-
da... Me los llevé, señora, a la guerra contra
los franceses, en Pamplona, y después, cuando
por las heridas que recibí mi vida corrió peli-
gro, a mi casa de Loyola ... Durante mi conva-
lecencia mi cuñada Magdalena3 me dio a leer
libros piadosos, pero a veces volvían a mí las
cosas del mundo en las que antes solía pensar.
Y de tantas ilusiones vanas, una tenía tan po-
seído mi corazón que embebido pensaba en
ella tres y cuatro horas sin sentirlo. Y era una
señora para quien yo pensaba las palabras que
le diría, los hechos de armas que haría en su ser-
vicio. Y no era esa señora de vulgar nobleza,
ni condesa, ni duquesa, mas era su estado más
alto que ninguna de éstas. 4
CATALINA: ... Aquél de cabello rubio, de tierras
vascas ...
IGNACIO: Pero estando una noche despierto vi cla-
ramente una imagen de nuestra Señora con el
santo Niño Jesús, con cuya vista por espacio
notable recibí consolación y quedé con tanto
asco de toda la vida pasada que desde aquella
87
 hora hasta mi muerte nunca más tuve ni un mí-
nimo consenso en cosas de came. 5
CATALINA: A los diecisiete años casé con Juan de
Portugal.
IGNACIO: ... Y me puse traje de peregrino, pen-
sando siempre en realizar hazañas por amor a
Dios. 6
CATALINA: La creación y objetivos de la Com-
pañía que fundasteis me fueron revelados por
Simón Rodrigues y Francisco Javier.
IGNACIO: Nos abristeis las puertas de Asia. A la
reina Catalina de Portugal le doy las gracias
por los servicios que prestó a nuestra Orden. 7
CATALINA: Hacia la cual siempre sentí inquebran-
table inclinación. 8
IGNACIO: Nuestro Señor quiso que muriera yo, se-
ñora, mucho antes que vos.
CATALINA: De los nueve hijos que tuve, ninguno
me quedó. Terminaré mis días en un convento.
(Sale.)
IGNACIO: Ojos grandes, de ingenua mirada ... Y el
peregrino iba camino de Montserrat, y su alma
aún estaba ciega, aunque con grandes deseos
de servir al Señor en todo lo que conociese ... 9
Queda pensando en aquellos tiempos, pero fuera
de escena se oye ya la voz de Isabel Roser, que
no tarda en entrar. Es la misma actriz, perdida su
majestad, sin la corona, quizás un chal sobre los
hombros, convertida en señora burguesa de me-
88
diana edad. Es Roser, tesonera, enérgica, enojada,
que va y viene de un lado a otro. 10
ROSER: ¡Ah, no, no, no, de ninguna manera! Esto
no está bien, Ignacio. Esto no se hace. Esto es
una barbaridad. Esto no tiene razón de ser. ¡He
de deciros que no voy a conformarme!
IGNACIO: Pero señora ...
ROSER: ¡De ninguna manera! Varias veces habéis
afirmado que consideráis a Isabel Roser, que
me consideráis vuestra bienhechora.
IGNACIO: Pero Isabel. ..
RosER: He de deciros que para que estudiaseis gra-
mática en Barcelona nos ofrecimos, mi marido
y yo, a daros lo que fuera menester para sus-
tentaros.11
IGNACIO: Muy cierto, señora, muy cierto. Mi enor-
me agradecimiento.
RosER: He de deciros que todavía el año antes de
que os ordenarais sacerdote nos escribíais di-
ciendo mucho bien de nosotros. 12 Y de Barce-
lona. -Más deuda tengo a Barcelona, decíais,
que a ningún otro pueblo de esta vida-. 13
IGNACIO: Cierto, señora, lo sostengo.
RosER: Sin embargo me echáis de vuestra orden.
He de deciros que no lo tolero.
IGNACIO: He de deciros que el asunto ya no está a
discusión.
ROSER: ¡Por culpa vuestra!
IGNACIO: ¡Señora!
89
 RosER: Cuando muere mi marido, al que vos tan-
to apreciasteis, vengo a Roma con otras dos
compañeras. Y dos años después, en 1545, lo-
gramos hacer solemne profesión de fe en la
Compañía de Jesús, poniéndonos a vuestras ór-
denes. Pero vos le pedisteis al Papa que os libra-
ra del cuidado nuestro.
IGNACIO: Obtuve que ninguna mujer viviese en
.comunidad bajo la obediencia de nuestra Com-
pañía. , ROSER: Padre ... Perdón por mi enojo.
RoSER: De modo que no queréis religiosas. Unica-
mente os interesa el trato con reinas y princesas.
IGNACIO: También con mujeres que viven en la mi-
seria y piden limosna, como yo la pedí. Mujeres
pobres, no como vos, señora, ricas burguesas.
ROSER: Sí. Hasta por las mujeres caídas os intere-
sasteis y abristeis para ellas la Casa de Santa
Marta. Pero no queréis religiosas en vuestra
Orden. 14
IGNACIO: Comprendedlo, Isabel, os lo ruego. Ni
vos ni vuestras compañeras podéis formar par-
te de nuestra Orden.
ROSER: Lo comprendo, Ignacio, lo comprendo ...
O quizás no. A veces creo comprenderlo, pero
no estoy segura. ¡En fin, lo comprendo pero no
lo acepto!
IGNACIO: Lo siento mucho.
ROSER: ¿Qué debo hacer?
IGNACIO: Regresad con vuestras compañeras a Bar-
celona.
90
ROSER: (Va y viene, como al principio.) Pero es que
no acabo de conformarme. Llegamos a Roma
con un anhelo ... Es que no lo comprendo ...
Claro que vivir en comunid.ad con vuestros her-
manos de la Compañía de Jesús no puede ser.
Pero es que llegamos a Roma con un anhelo.
IGNACIO: (Con afecto.) Isabel ...
ROSER: (Se detiene.) ¿Eh?
IGNACIO: Isabel.
IGNACIO: Debéis tener calma.
RosER: Os seguiré escribiendo aquellas largas car-
tas que contestabais desde París, dándome tan
alentadores consejos ... Ignacio, en Barcelona
vuestras enseñanzas me acompañarán siempre.
(Sale.)
IGNACIO: Si sufrimiento o pruebas os torturan, sa-
béis, Isabel, el significado y valor de los males
y la conducta que debe seguir el alma ... 15 Que
la Santísima Trinidad tanta gracia os dé como
yo lo deseo para mí mismo, y a mí no me dé
más de aquello que para vos deseo ... 16
Queda por unos segundos pensando en Roser.
Después cambia de actitud y en otro extremo del
escenario aguarda a alguien. Regresa la actriz
otra vez majestuosa, con fino tocado, lujoso abri-
go y largos collares de perlas, convertida en Mar-
garita de Austria. Se parece a la pintura de Anto-
nio Moro.17
91
MARGARITA: Padre Ignacio, os he mandado lla-
mar y en Roma la noche es fría. Perdón por la
molestia que os causo.
IGNACIO: No tanto por lo frío de la noche sino
porque hoy quería dedicarme a escribir, seño-
ra ... Señora mía en mi Señor.
MARGARITA: ¿No me llamáis Madama? Así le pu-
sieron los romanos a Margarita de Austria,
duquesa de Parma y de Florencia, hija bastarda
del emperador de España y de Alemania ... No,
no os preocupéis, este asunto de la bastardía
nunca me ha afligido mayormente y mis rela-
ciones con mi padre son de lo más cordiales.
Pero permitidme que os diga que es un honor
veros en mi casa. Al principio sólo venía a
confesarnos el padre Coduri y después Diego
Laínez, hasta que finalmente vos mismo acep-
tasteis.
IGNACIO: Me dijeron que queríais verme con ur-
gencia. ¿Sucede algo?
MARGARITA: Siempre que me viene en mente una
idea sucede algo. Y siempre es una idea ur-
gente. Os llamé para daros las gracias por el
apoyo moral y espiritual que en todo momento
nos habéis prestado.
IGNACIO: Disponed de mí cuantas veces pueda
serviros.
MARGARITA: También quiero deciros que gracias
a mi intervención mi padre, el emperador, ve
cada día con mejores ojos a vuestra Compañía
92
de Jesús, por la que antes no sintió una espe-
cial simpatía.
IGNACIO: Nunca os he pedido, señora, vuestra in-
tervención. Pero ya que la habéis tenido a bien,
os la agradezco.
MARGARITA: ¡Claro que debéis agradecérmela!
Siempre es conveniente estar bien con el empe-
rador, ¿no es cierto? Bueno, pues mi padre, el
emperador, os tiene en cuenta que, como mi di-
rector espiritual que sois, hayáis logrado que
siga yo casada con Octavio Farnesio, ilustre
nieto de nuestro Papa Paulo 111. De mi primer
marido, Alejandro de Médici, me libró una daga
asesina. 18 De este joven vicioso que es Octavio
habría podido librarme yo sola, pidiéndole al
abuelo la disolución de nuestro matrimonio, pero
seguí vuestros consejos y no lo hice. Mi padre,
el emperador, os manda dar las gracias.
IGNACIO: Considero que es bien poco lo que pue-
da yo haber hecho.
MARGARITA: Por otra parte motivos de agrade-
cimiento a vos tampoco os faltan, desde que el
abuelo de mi consorte expidió la bula de con-
firmación de la Compañía de Jesús. Fue algo
muy justo, en lo que yo no intervine.
IGNACIO: Si intervenisteis, señora, yo tampoco os
lo pedí.
MARGARITA: En suma, el emperador ya no es un
problema para vuestra Orden sino, por lo con-
trario, un apoyo.
93
IGNACIO: Acepto con gusto todo lo que sea para
bien de la Orden.
MARGARITA: Y ahora podéis disponer. Permitid-
me a mí también que me retire.
IGNACIO: Señora ...
MARGARITA: Madama. Me gusta lo de Madama.
Sale. Ignacio la olvida y se dirige hacia otro ex-
tremo. Otra vez aguarda. Se muestra enérgico al
hablar con un personaje imaginario.
IGNACIO: Mis compañeros y yo comprendimos que
era imposible rechazar a una soberana. Así que
fuisteis admitida a prueba durante dos años. Pero
vuestros votos están en vigor y tienen fuerza
por el tiempo en que el superior quiera man-
tener en la Compañía a quien los ha hecho, no
más.
Entra la actriz, sin el abrigo ni las joyas, con un
tocado más severo, rígida, vestida de negro. Es
Juana de Austria, parecida a Margarita pero en-
juta, muy austera. 19
JUANA: Padre Ignacio, sois mi superior y os salu-
do con respeto.
IGNACIO: Doña Juana de Austria, sois regente de
España y yo vuestro humilde súbdito.
JUANA: Pero también el general de mi Orden. No
olvidéis que me aceptásteis como "jesuitina".
94
lc1NACIO: Tuve que obedeceros. En toda España
vuestro poder es el único que decide.
.ftJANA: No os quedó más remedio que aceptarme.
Pero procuraré ser digna de la Compañía.
IGNACIO: No lo dudo, señora.
.ftJANA: Llamadme por el nombre con el que entré
en la Orden: Mateo Sánchez. Pronuncié ya los
votos de obediencia.
IGNACIO: Después de reunimos en consulta com-
prendimos, mis compañeros y yo, que era im-
posible rechazar a una soberana. Así que fuis-
teis admitida a prueba durante dos años. Pero
vuestros votos están en vigor y tienen fuerza
por el tiempo en que el superior quiera man-
tener en la Compañía a quien los ha hecho, no
más. Decidimos también que no cambiaríais
de hábito ni de casa y que vuestra admisión
se guardaría bajo el sello del secreto. No
debemos manifestar de manera alguna lo que
es suficiente guardar entre vuestra alma y
Dios. 20
JUANA: He mantenido el secreto. Pero de Roma
para Castilla parten muchos correos, lo cual pro-
voca envidias y entraña peligros. De manera que
esta vez decidí conversar con vos en el esce-
nario de un teatro ... Aquí nadie podrá vemos
ni oímos, ¿no os parece?
IGNACIO: Me parece que no sé cómo habéis apa-
recido, pero estáis frente a mí.
JUANA: Viuda a los veinte años y madre de un
95
 hijo enfermizo. Pero gobernadora de Castilla. PERIODISTA: ¡Como cuando eras guerrero y aren-
Y jesuitina. gabas a los soldados! Cuando no permitiste que
IGNACIO: Juana de España, soy vuestro servidor. se rindiera la fortaleza de Pamplona.
JUANA: Mateo Sánchez se inclina ante el general IGNACIO: Pamplona ... El castillo ...
de su Orden, el padre Ignacio de Loyola. PERIODISTA: ¡Joven paladín en el frente de bata-
lla! ¡Aquel Ignacio con su casco y su penacho!
Sale. Por otro extremo entra El periodista, diver- Armadura resplandeciente y botas altas. Espada
tido, con su grabadora. al cinto, pronta a desenvainarse. ¡Ignacio cu-
bierto con una capa roja!
PERIODISTA: Estaba aquí a la vuelta; lo oí todo. Y lo IGNACIO: ¿Yo, de rojo?
grabé todo. Quise hablar contigo de mujeres, PERIODISTA: ¡Nadie lo detiene; es el más valien-
pero temía que te negaras. Te agradezco que te!. .. ¡Ya está aquí; ya se acerca!. .. (Como
hayas aceptado. animador de circo presenta al personaje que
IGNACIO: Por qué iba a negarme. va a entrar.) Él es ... ¡Ignacio en el frente de
PERIODISTA: La verdad, te concedo razón en ser batallaaa! ...
misógino.
IGNACIO: ¿Quién dice que soy ... misógino?
PERIODISTA: Te dieron mucha lata las mujeres. En
mi siglo no han cambiado; siguen siendo capri-
chosas.
IGNACIO: Tus generalizaciones resultan por demás
elementales.
PERIODISTA: ¡Caprichosas, pero tan... necesa-
rias!... Bueno, basta de ese tema. Ahora me
gustaría conocer otro aspecto de Ignacio. ¡Ya
no más en blanco y negro! Me gustaría ver a
mi personaje, verte a ti, como en el cine.
IGNACIO: ¿En el cine?
PERIODISTA: ¡En grandioso tecnicolor!
IGNACIO: ¿Qué dices?

96 97

CUADRO IX. En el frente de batalla
Personajes: Ignacio guerrero, El periodista, Ig-
nacio.
Audio fanfarria triunfal, con mezcla de gritos
de soldados y estruendo de cañones de la época,
y entra Ignacio guerrero, tal como El periodista
lo ha descrito. Ignacio lo mira, asombrado.
eañones están listos. ¡Soldados de Navarra! ...
¡Fuego!. .. ¡Fuego! ... ¡Fuego!. ..
l<JNACIO: (Grita.) ¡Bastaaaa!. .. ¡Basta, yo no soy
ése! ... (Sale de golpe el audio y se detiene en
seco Ignacio guerrero.) Ese hombre es una ca-
ricatura. Esto es una farsa. ¡Una farsa grotesca!
lé'nojado, muy digno, Ignacio guerrero sale.

IGNACIO GUERRERO: (Desenvaina la espada.)

¡Aquí, mis valientes! ¡Los franceses no pasa-
rán! ¡La fortaleza no va a rendirse! La ciudad
de Pamplona ya ha sido ocupada y ahora el
enemigo pide la entrega de este castillo. Pero
la respuesta es: ¡No! ¡No nos rendimos! ¡Va-
mos a las armas! Ellos son casi trece mil y
nosotros mil apenas. ¡Pero no nos rendimos!
¡Resistiremos hasta que los muros caigan! ¡Re-
sistiremos hasta morir! Los españoles no se rin-
den. ¡Los valientes no se rinden! ... 1
PERIODISTA: ¡Bravo! ¡Bravo, Ignacio!

Eufórico, Ignacio guerrero va de un lado a otro

del espacio escénico.

IGNACIO GUERRERO: Tenemos ya la luz del ama-

necer. El enemigo está a tiro de bala. Nuestros

98 99

CUADRO X. El clero
Personajes: Ignacio, El periodista, cinco Hom-
bres vestidos de civiles.
IGNACIO: (Hacia donde salió Ignacio guerrero,
todavía grita.) ¡Grotescaaa ... ! (Breve pausa.
Quedo.) No, yo no soy ése ... Yo no soy ése ...
PERIODISTA: Bueno, en aquel tiempo te llamabas
Íñigo, pero da lo mismo.
IGNACIO: (Para sí.) Una farsa grotesca ...
PERIODISTA: Si hubieras permitido que la fortale-
za se rindiera, los cañones no te habrían hecho
pedazos la pierna.
IGNACIO: (Para sí.) Me deleitaba en ejercicio de
armas ...
PERIODISTA: ¿Has llegado a olvidar esa parte de tu
vida?
IGNACIO: ¿Cómo? ... ¿Esa parte de mi vida? ... Sí,
sí, una etapa totalmente superada. Y lo que lla-
maste "grandioso tecnicolor" me pareció una
ofensa para los sentidos ... Ahora vivo, como tú
dices, en blanco y negro.
PERIODISTA: ¿y lo prefieres?
IGNACIO: (Para sí.) Ahora vivo cerca de Nuestro
Señor.
PERIODISTA: Para mí sigues siendo un soldado.
100
IGNACIO: (Enérgico, enfrenta al periodista.) Qui-
zás. Pero ahora tengo mejores batallas que li-
brar, mejores causas que defender.
PERIODISTA: La causa de tus jesuitas.
IGNACIO: La mayor gloria de Dios. La causa de la
Iglesia.
PERIODISTA: Ya nada tienes en común con aquel
Ignacio guerrero. Ahora eres sacerdote. Eres la
Iglesia. Eres el clero ... Está bien, tengo ante
mí a un destacado representante del clero. Pero
debo decirte que después de tus días de vida,
tus jesuitas, mejor dicho, el clero en general,
no siempre estuvo del lado del Evangelio. Ha-
blemos, Ignacio, del clero. Porque en última ins-
tancia, como ninguna otra Orden, los jesuitas
educaron, formaron al clero. Y lo siguen for-
mando. En mi época una gran parte de lo que
es la jerarquía eclesiástica estudió con los je-
suitas. Y también en mi siglo xx parte del cle-
ro cometió barbaridades tan grandes como apo-
yar el fascismo de Hitler y de Mussolini. Apoyar
el fascismo criminal durante la guerra civil en
tu país, Ignacio, en España.
IGNACIO: La guerra civil en España ... Matanza ho-
rrorosa; matanza entre hermanos.
PERIODISTA: ¿Y qué hizo una gran parte del clero
español? Ponerse del lado del franquismo.
IGNACIO: Parte del clero, es cierto.
PERIODISTA: Hablemos de esa matanza. No perte-
nece al pasado porque el pasado solamente pue-
101
 de enterrarse cuando se conoce la verdad. 1 Y la
verdad el franquismo trató de ocultarla durante
cuarenta años. La verdad es que el gobierno re-
publicano defendió ideales humanistas que Jesu-
cristo y tú, Ignacio de Loyola, también defendie-
ron. La República en España se proclamó sin
derramamiento de sangre. Lo que causó la gue-
rra civil fue el levantamiento del militar traidor
que se autonombró caudillo "por la gracia de
Dios". Mataba en nombre de Dios. Bombardea-
ba a poblaciones enteras con la ayuda de la avia-
ción nazi. 2 Sin embargo el veneno del fascismo
era una tentación a la que muchos sacerdotes,
principalmente en Italia y en España, sucum-
bieron. 3 Otros no. En España hubo sacerdotes
ejecutados por el franquismo. Los republica:..
nos en España no eran ni comunistas ni come-
curas. Tus compatriotas, los sacerdotes vascos,
eran leales al gobierno de la República; ponían
en aprietos a los franquistas, cuya propaganda
pretendía que moros y nazis luchaban por salvar
la religión cristiana. 4 Entre los incontables pri-
sioneros ejecutados por el franquismo en octu-
bre y noviembre de 1936, tengo aquí una lista
que menciona a quince sacerdotes vascos ... Vas-
cos como tú, Ignacio. ¿Te acuerdas de los sacer-
dotes vascos, los católicos más devotos de Es-
paña, fusilados por el franquismo? 5
IGNACIO: Sí, me acuerdo. A ninguno de ellos he ol-
vidado.
102
f·,'ntran cinco Hombres vestidos de civiles, época
11ctual. Ignacio los ve con profunda emoción.
PERIODISTA: Además de los ejecutados, más de qui-
nientos fueron expulsados al exilio. Estos hom-
bres eran sacerdotes. No eran comunistas, ni
anarquistas, ni sindicalistas, ni políticos, ni lí-
deres obreros, ni criminales. Eran sacerdotes. 6
(Lee su lista.) Martín de Lecuona, cura auxiliar
de la parroquia de Rentería, Guipúzcoa, fusilado
el 6 de octubre de 1936. Gervasio de Albizu,
también auxiliar de la misma parroquia, fusilado
en la misma fecha. José de Sagama, auxiliar de
la parroquia de Berriatúa, Vizcaya. Alejandro
de Mendicute, capellán en San Sebastián, Gui-
púzcoa, fusilado la noche del 24 al 25 de octu-
bre. José de Ariztimuño, escritor, poeta, cura,
ejecutado con un grupo de diecisiete personas
en el cementerio de Hernani, Guipúzcoa. Joa-
quín de Arín ...
IGNACIO: Joaquín de Arín, rector y arcipreste de
Mondragón, Guipúzcoa, fusilado la noche del 24
al 25 de octubre~ .. No necesito que me leas la
lista. Sé los nombres de todos. 7
UNO DE LOS HOMBRES: Padre Ignacio.
OTRO: Padre.
IGNACIO: Me llamabais Eneko.
PERIODISTA: ¿Qué quiere decir?
IGNACIO: Íñigo, en vasco.
PERIODISTA: Los mató el franquismo, bendecido
103
 por el clero español como una "cruzada" contra mejor de los casos de nada sirvió! Aunque en
los que llamaron "rojos". Pero no hubo cruzada Latinoamérica trató de ayudar y se puso al servi-
alguna. El franquismo fracasó en su intento de cio de los más necesitados. Ignacio, quiero saber
apropiarse de la religión. tu opinión acerca de la actitud e intervenciones
IGNACIO: Cuántos crímenes; cuánto dolor. del clero en Latinoamérica. A fines del siglo
PERIODISTA: Después de la guerra de España vinie- xx, el clero, con el afán sincero de justicia so-
ron otros muchos conflictos bélicos. Y lo mis- cial. .. ¿Me oyes, Ignacio? Quiero preguntarte:
mo que en España las víctimas no fueron nada el clero ... Ignacio, ¿me oyes?, quiero pregun-
más sacerdotes. Estos hombres representan a tarte: en Latinoamérica, el clero ... (Ignacio vol-
los soldados y civiles sacrificados en España y tea a ver al periodista.) Pero Ignacio ... ¡lloras!
en las guerras que vinieron después. Hombres,
mujeres y niños. Son los miles, millones de
muertos de la segunda Guerra Mundial. De las
guerras de Corea, Israel, Arabia, India, Pakistán,
Vietnam, Uganda, Kenya, Tanzania, Grecia,
Turquía, Irán, Irak, la Guerra del Golfo y otras
muchas, otras tantas, tantas guerras más, siem-
pre más. Recientemente aún, Ignacio, conflictos
bélicos con fuertes antagonismos religiosos.
IGNACIO: Irlanda ... Polonia ... Bosnia ... 8
PERIODISTA: Protestantes, católicos, ortodoxos,
musulmanes ...

Los civiles caen muertos. Ignacio, angustiado, se

acerca y no aparta de ellos la vista.

PERIODISTA: ¿Y el clero, y tus jesuitas, y la Iglesia

pacificadora, Ignacio? ¡Palabras, palabras, pa-
labras! Contra los crímenes nada pudieron. ¡El
clero a veces fortaleció animosidades, y en el

104 105

CUADRO XI. Los que regresan 1
Personajes: Ignacio, El periodista, Los Ignacios.
Salieron los civiles. Ignacio sigue angustiado.
IGNACIO: Cuánta injusticia; cuánto dolor ...
PERIODISTA: Muchos son los dictadores que han
querido servirse del clero.
IGNACIO: ... Demandar conocimiento interno del
Señor, que por mí se ha hecho hombre, para
que más lo arne y lo siga. 2
PERIODISTA: Que han querido utilizar la religión
para apoyar actos criminales.
IGNACIO: ... Sólo es de Dios nuestro Señor dar con-
solación al alrna sin que la tal consolación venga
por nuestro entendimiento y voluntad. 3
PERIODISTA: (Ve llegar a Los Ignacios ahora vesti-
dos de pantalón y saco, o chamarra, época
actual.) ¡Míralos, Ignacio! Tus Ignacios ya vie-
nen. Ya llegan. ¡Regresan! ¡Míralos, Ignacio, tus
jesuitas regresan! (Entran Los Ignacios y, lo
mismo que en el Cuadro II, va de uno a otro
con su grabadora.) ¿Eres Karl Rahner? ¿De Lu-
bac? ¿Eres John Courtney Murray, en su cáte-
dra de Nueva York? ¿Eres Pedro Arrupe? ¡Eres
Kolvenbach, el general! ¡Eres Teilhard, el cien-
4
ti'f"1co, e 1 f"l'
1 oso10
J: ....
' -En cambio de 1834 a 1854 hay decenas de
106
Como en el Cuadro /l, Los Ignacios se presentan.
Los IGNACIOS: -Sacerdote jesuita.
-Sacerdote jesuita.
-Sacerdote jesuita.
-Sacerdote jesuita.
-Sacerdote jesuita.
PERIODISTA: Tienen razón; son todos y ninguno.
IGNACIO: (Le da gusto verlos.) Son mis Ignacios,
como tú los llamas.
PERIODISTA: Ritornan vincitores ... Datos. Denme
datos acerca de ese regreso.
UN IGNACIO: Después de la Revolución francesa,
en 1814, la Compañía de Jesús es restituida por
el Papa Pío VII.
PERIODISTA: Era justo. ¡Un Papa los disolvió y otro
los restituye!
IGNACIO: No fue así. La Compañía nunca llegó a
disolverse.
Los IGNACIOS: -En Prusia Federico II y en Rusia
Catalina 11 no permitieron que el breve papal
fuera promulgado en sus Estados.
-Nos querían para educar a la juventud.
-Aunque acabaron por echamos.
-Subsistimos legalmente en Prusia sólo dos
años más. Y en 1820 fuimos expulsados de
Rusia.
-De España otra vez en 1835.
-De Suiza en 1847.
107
 fundaciones jesuíticas en Europa, América
Latina y Asia. 5
-En 1862 estamos en Ecuador.
-En 1892, los jesuitas en el Congo Belga.
-En 1909 se funda el Pontificio Instituto Bí-
blico, confiado a los jesuitas. 6
-En 1930 nace Radio Vaticana, confiada a los
jesuitas. 7
PERIODISTA: Pero Ignacio, tus jesuitas ya no son
los de antes. Ya no puedo llamarlos tus hombres
negros porque las sotanas ya ni siquiera las usan.
Ahora traen chamarra y huaraches.
IGNACIO: Son los mismos.
PERIODISTA: ¿Los mismos?
IGNACIO: ¡Sacerdotes! Soldados de la Compañía de
Jesús, igual que antes.
PERIODISTA: ¿Consideras entonces que los caminos
de la Orden que fundaste no se han distancia-
do de tu espíritu, del espíritu ignaciano?
IGNACIO: La Compañía creció en número; no de-
creció en espíritu. 8
PERIODISTA: Pero los primeros jesuitas eran gran-
des maestros espirituales.
IGNACIO: Lo siguen siendo.
PERIODISTA: Promotores de importantes empresas.
Fundadores de universidades.
IGNACIO: Lo mismo que hoy.
PERIODISTA: Hoy muchos prefieren la obra social,
en apoyo de los más necesitados. De cualquier
manera, ahora hasta tienen observatorios astro-
108
nómicos. Pero en lo espiritual, Ignacio, tt:s jesui-
tas no se han modernizado. Si están de acuerdo
con la posición de Ja Iglesia, no se han moder-
nizado.
IGNACIO: (Enfatiza.) Siempre hay que estar de
acuerdo con Ja Iglesia.
PERIODISTA: Sin embargo Ja Iglesia ha entrado en
conflicto con sus feligreses.
lGNACIO: ¿Cómo es eso?
PERIODISTA: Por asuntos como el aborto, el divor-
cio, el celibato de los curas, las mujeres exclui-
das del sacerdocio. El Papa no transige en estos
temas.
IGNACIO: Entonces debemos obedecer al Papa.
PERIODISTA: Pero el Papa está rodeado de gente que
nunca lo contradice, que no le deja ver la reali-
dad. No se puede ir contra la corriente. Los hom-
bres y mujeres de hoy viven en un mundo que ya
no es el de las primeras épocas del cristianismo.
Estoy seguro de que el propio Papa comprende
el conflicto. Pero no sabe cómo resolverlo.
lGNACIO: ¡Obedecer al Papa!
PERIODISTA: Grupos evangélicos, financiados fre-
cuentemente desde Estados Unidos, hacen labor
de proselitismo. Las sectas se muestran mucho
más comprensivas; ofrecen el atractivo de la li-
bertad. ¿No teme la Iglesia católica perder a sus
seguidores?
IGNACIO: Aunque así fuera, la verdad de la Iglesia
no debe ser alterada para reconquistar pérdidas.
109
 PERIODISTA: Seguro que es el punto de vista del
Papa.
Los IGNACIOS: -Padre Ignacio, tenemos la fe en
Cristo y la decisión de comunicarla a los demás.
-Como tú lo querías.
-Hoy, desde Chile hasta Líbano, de Madagas-
car a Sicilia, en nombre del Evangelio lu-
chamos por los oprimidos. 9
-Padre Ignacio, quinientos y más años después
de ti, vivimos en la América de habla hispana.
-Formamos parte de la Compañía de Jesús.
-Pero dentro de nuestra Sociedad se gestan cri-
terios distintos.
PERIODISTA: Muy distintos. Si hay más de veinti-
cinco mil religiosos, hay más de veinticinco mil
opiniones. 10
UN IGNACIO: En el mundo hay hambre. Y extre-
ma pobreza. Hasta en los países ricos prevale-
cen sectores marginados.
IGNACIO: Había pobreza cuando fundamos la Or-
den. Había pobreza en tiempos de Nuestro Señor.
UN IGNACIO: Vivimos en Latinoamérica y vemos
la explotación de los pueblos.
Omo IGNACIO: Cómo no intervenir.
IGNACIO: ¿A qué manera de intervenir te refieres?
UN IGNACIO: Padre Ignacio, estamos divididos, es-
cindidos.
IGNACIO: ¡No hay escisión posible! Estamos uni-
• dos en el amor a Dios. ¿Acaso Nuestro Señor
ha pasado a segundo término?
110
UN IGNACIO: No. Pero discutimos la manera de
servirlo mejor.
IGNACIO: Tenemos un guía: ¡el Papa! ¿Acaso él
no lucha por salvar a los pueblos de la pobreza
y el hambre?
UN IGNACIO: Sí. Pero algunos de nosotros quere-
mos actuar con nuestros propios medios, a nues-
tra manera.
IGNACIO: ¿A vuestra manera? ¿Quieres decir, de
modo anárquico? ¿Desconociendo la autoridad
de la Iglesia?
UN IGNACIO: Si fuera necesario.
IGNACIO: ¡Imposible! Nunca es necesario desobe-
decer a la Iglesia.
Queda en un extremo; Los lgnacios lo olvidan y
forman grupo discutiendo entre ellos; El perio-
dista observa, divertido.
Los IGNACIOS: -No estoy de acuerdo en cuestio-
nar la actitud de nuestros superiores.
-Desde luego que no.
-Y por qué no.
-Los problemas empezaron cuando el Conci-
lio Vaticano II.
-Que no fue bien interpretado.
-Precisamente fue muy bien interpretado.
-El Papa lo dijo acertadamente: la verdad esen-
cial del Concilio no fueron las controversias
111
 entre "progresistas" y "conservadores", con-
troversias políticas y no religiosas, a las que
se ha querido reducirlo. 11
-Perrnítanrne recordar que después del Con-
cilio, en Colombia, en Medellín, se lanzó por
primera vez el concepto de teología de la li-
beración.
PERIODISTA: ¡Precisamente a esto quería yo llegar!
UN IGNACIO: Los obispos latinoamericanos, reuni-
dos en Medellín ...
PERIODISTA: ¿Qué fue lo que los obispos decla-
raron? Contesten sin disimulos jesuitas. Qué fue
lo que declararon, textualmente. . hombres que nuestro padre Ignacio pedía:
Los IGNACIOS: -Textualmente: "No podernos JU-
gar el papel de árbitros entre los ricos y los
pobres ...
- ... entre los latifundistas y los peones. Tene-
rnos que poner nuestros recursos, nuestra en-
señanza y nuestro personal al servicio de la
mayoría". 12
-¿Y qué sucedió? Nos acusaron de marxismo.
-Lo cual significa ...
-¡Todos sabernos lo que significa! Ahora ya
nadie es marxista.
PERIODISTA: Pero aun después de haberse desliga-
do del marxismo, la teología de la liberación
siguió en la lista negra del Vaticano. 13
UN IGNACIO: La Iglesia no ha condenado la teolo-
gía de la liberación. Lo que condena es adoptar
posturas ambiguas. 14
112
PERIODISTA: ¿Cuáles?
l ,os IGNACIOS: (Entre ellos.) -De cualquier modo
1a Iglesia a veces discrimina.
-El cuarto voto que defendió Ignacio, nuestro
cuarto voto de obediencia al Papa, hoy no to-
dos los jesuitas lo profesamos.
-Porque algunos no somos admitidos.
PERIODISTA: ¿Cuáles posturas arnbiguas? 14
Los IGNACIOS: (Entre ellos.)-¿ Y por qué no so-
mos admitidos? ¡Claro que es una discrimina-
ción!
-¡No, de ninguna manera! Es para elegir a los
"Hombres excelentes, para un servicio más
grande". 15
PERIODISTA: En Latinoamérica muchos sacerdotes,
y no solamente jesuitas, han sido acusados de
ayudar a los guerrilleros.
UN IGNACIO: ¡No los hemos ayudado!
PERIODISTA: ¿Seguro?
Los IGNACIOS: -Siempre hemos estado en contra
de la violencia.
-En México, por ejemplo, ante el conflicto de
Chiapas, el clero siempre fue mediador para
restablecer la paz.
-El clero buscó soluciones sin derramamiento
de sangre.
PERIODISTA:¿ y las encontró?
Los IGNACIOS: -Nos acusaron de metemos en lo
que no nos importa.
113
 -Bien dicho; debemos mantenemos al mar-
gen de cuestiones políticas.
PERIODISTA: ¿Y se mantienen al margen?
Los IGNACIOS: -No siempre.
-En toda América Latina la Iglesia católica
defiende los derechos de las minorías indí-
genas.16
-Los derechos del hombre y el valor de la li-
bertad.
PERIODISTA: ¿Están de acuerdo en que un sacer-
dote no debe identificarse con programa o par-
tido político alguno? 17
Los IGNACIOS: -Estamos de acuerdo. No nos he-
mos identificado.
-¡Sí nos identificamos! A veces.
-No es cierto. No nos identificamos.
-¡Cómo que no! ¡Cómo que no! Sencilla-
mente voy a plantear el caso de un sacer-
dote ...
IGNACIO: Basta ya de discutir.
UN IGNACIO: Voy a plantear el caso de un obispo
que ...
PERIODISTA: ¿Un obispo? ¿Cómo se llama? Nom-
bres. Denme nombres.
OTRO IGNACIO: Nada tiene que ver el obispo. De
todos modos no nos identificamos con partidos
políticos.
OTRO IGNACIO: ¿No? ¡Cómo que no! ¡Cómo que
no!
IGNACIO: (Levanta la voz.) ¡Basta! Las discusio-
114
nes ejercitan los ingenios. 18 Mas no haya entre
los de casa pasión o enojo. 19
Pl\RIODISTA: No están de acuerdo; queda claro.
1J N IGNACIO: Padre Ignacio, trato de ser un buen
sacerdote, pero me siento angustiado. No todos
los jesuitas estamos siempre de acuerdo con el
Papa. Algunos a veces discrepamos, pero obe-
decemos. Hay en nosotros incondicionalidad
sacerdotal, pero no intelectual. Quienes tene-
mos ese dilema vivimos un conflicto.
l<INACIO: No hay conflicto alguno. Lo blanco que
yo veo, creo que es negro si la Iglesia así lo
determina. 20
OTRO IGNACIO: No obstante enfrentamos situacio-
nes difíciles. En el caso de Latinoamérica mu-
chos estamos convencidos de que la solución
no es solamente apoyar a los pobres, sino a los
pueblos que luchan por su libertad.
1~L PRIMERO: Pero lograr la justicia social, que tam-
bién Juan Pablo 11 desea, puede implicar el in-
volucramiento directo del sacerdote en la vida
política del país. Y para esto hay una oposición
del Papa. 21
EL OTRO: Padre Ignacio, en América Latina mu-
chos sacerdotes son asesinados.
PERIODISTA: En San Salvador, el arzobispo Ro-
mero.
Un Ignacio se adelanta, convertido en Romero.
115
ROMERO: Óscar Arnulfo Romero. Padre Ignacio,
hacia ti se dirigen nuestras oraciones, nuestras
súplicas, nuestras miradas. Eres para nosotros
esperanza de salvación.
IGNACIO: No perteneces a la Compañía de Jesús,
pero eres sacerdote. Óscar Arnulfo Romero, a
ti te pregunto: cuando fuiste nombrado arzo-
bispo de El Salvador, ¿había en ti conflictos o di-
lemas?
ROMERO: No. No los había. Yo no era conflictivo.
Además, me consideraba apolítico.
IGNACIO: ¿y después?
ROMERO: Tres meses después de mi nombramien-
to, en 1978, asesinaron a mi amigo Rutilio Gran-
de. Un jesuita, Ignacio. Un sacerdote que tra-
bajaba en el campo.
UN IGNACIO: Romero se dio cuenta de que no so-
lamente había que defender a los pobres, sino
también las vidas de los sacerdotes y laicos. 22
PERIODISTA: Entonces la Iglesia lo calificó de sub-
versivo.
IGNACIO: (A Romero.) ¿Qué dices de esto?
PERIODISTA: (A Romero.) ¿Fuiste a ver al Papa?
¿Qué instrucciones te dio?
ROMERO: Estuve con Juan Pablo 11 el 30 de enero
de 1980. Me recibió cálidamente y me dijo que
comprendía cuán difícil era la situación políti-
ca de mi país; que le preocupaba el papel de la
Iglesia; que debía importarnos no sólo defender
la justicia social y el amor a los pobres, sino lo
116
que pudiera resultar de un ajuste de cuentas
por parte de la izquierda popular, que también
podría ser malo para la Iglesia. 23
PERIODISTA: Menos de tres meses después, te ase-
sinaron.
ROMERO: Hacía tiempo que presentía el peligro.
Los IGNACIOS: -No queremos apartarnos de la
obediencia al Papa. Trataremos de disuadir a
los pueblos y a los gobiernos de toda violencia.
Hoy diré misa en Lima.
-Hoy diré misa en Santiago.
-Hoy diré misa en Guatemala.
-Hoy diré misa en Chiapas.
-Hoy diré misa en La Habana.
ROMERO: Hoy diré misa en San Salvador.
IGNACIO: Veinticuatro de marzo de 1980. En la
capilla del hospital de la Divina Providencia, a
las seis de la tarde. Óscar Amulfo Romero, ahí
dejaste tu vida.
Romero avanza hacia Ignacio, mientras Los lgna-
cios dicen las líneas que siguen.
Los IGNACIOS: -Lo mataron los militares.
-La ultraderecha.
-En sus predicaciones contra la violencia hubo
señalamientos directos a la Junta Militar.
-Y a los "escuadrones de la muerte". 24
-Recibió una sola bala explosiva, en el cora-
zón. 25
117
 Hstá enterrado en la catedral de San Salva-
dor.
1~I Vaticano lo nombró siervo de Dios. El
Papa oró ante la tumba de Romero.
-Se efectúa el proceso de su beatificación.
Romero llegó junto a Ignacio; hay un silencio, de
emoción y de amor.
PERIODISTA: (Eufórico, anuncia.) Nueve años más
tarde, también en San Salvador. Seis jesuitas tí-
picos, cinco de ellos nacidos en España.
Desplazamientos en escena. Romero se reintegra
a Los Ignacios; todos se convierten en los per-
sonajes que van a interpretar y se presentan.
Los IGNACIOS: -Ignacio Ellacuría, rector de la
Universidad Centroamericana.
-Segundo Montes, director del Instituto de De-
rechos Humanos.
-Ignacio Martín Baró, vicerrector.
-Amando López, profesor de teología y filo-
sofía.
-Juan Ramón Moreno, profesor de teología.
-Joaquín López, organizador de escuelas ra-
diofónicas para la alfabetización de campe-
sinos.
IGNACIO: Todos dedicados a la enseñanza.
PERIODISTA: El rector vasco como tú, Ignacio.
118
IGNACIO: Una comunidad universitaria. 26
Los Ignacios se instalan en distintas áreas del es-
pacio escénico y se disponen a descansar. 27
PERIODISTA: Un país en guerra. Noche del 15 de
noviembre de 1989, durante las horas del to-
que de queda ...
Un ruido. Todos lo oyen. Se incorporan.
ELLACURÍA: ¿Quién está ahí?
Audio angustiante de la vida que se va, crece ha-
cia el vacío, hacia la muerte. Atrapados por sor-
presa, cada uno en la acción en la que estaba,
los jesuitas sienten en sus cuerpos impactos de
metralletas y van cayendo muertos. El audio lle-
gó al clímax y termina. Sobre el silencio, golpe
de un libro que leía uno de los asesinados y que
cae al suelo.
PERIODISTA: Al amanecer del 16 de noviembre de
1989 los cadáveres fueron encontrados en el
jardín, acribillados a balazos y desfigurados.
Un grupo de militares había irrumpido en la
casa de los jesuitas para asesinarlos. 28 Los inte-
grantes del "escuadrón de la muerte", provistos
de armas de alto poder, los sacaron a rastras y
los ejecutaron. 29
119
 Los asesinados se levantan, otra vez convertidos
en Los Ignacios.
UN IGNACIO: Juan Pablo 11 pide que cesen de in-
mediato los combates entre la guerrilla y el ejér-
cito salvadoreño. 30
PERIODISTA: La Universidad Centroamericana era
considerada como la "sede intelectual" de la
insurgencia. 31
OTRO IGNACIO: El arzobispo Arturo Rivera afir-
ma que los sacerdotes fueron muertos p9r el
mismo odio que puso fin a la vida de Osear
Arnulfo Romero. 32
PERIODISTA: Casi dos años después miembros del
ejército salvadoreño fueron encontrados culpa-
bles ... 33 (Se acerca a Ignacio.) Ignacio de Lo-
yola.
IGNACIO: Querías hablar de Latinoamérica.
PERIODISTA: Quiero saber qué opinas de los ase-
sinatos de Romero y de Ellacuría. ¿Estás con
Romero? ¿Estás contra el Papa?
IGNACIO: ¿Acaso está el Papa a favor de la violen-
cia y del crimen?
PERIODISTA: No. Pero Romero sintió un gran atrac-
tivo por la teología de la liberación. Y esa teolo-
gía implica el problema que existe en la Iglesia
entre disentir o aceptar la autoridad del Vati-
cano. ¿Estás con Romero o estás con el Papa?
Tienes que contestar. Tienes que pronunciarte.
IGNACIO: Contesto. Me pronuncio. Oye esto: Es-
120
toy contra la violencia y el crimen. Estoy con-
tra el asesinato. Estoy contra la pobreza y el
hambre. Estoy con los marginados y con los
oprimidos. Estoy con la dignidad y los dere-
chos humanos. Estoy con las enseñanzas mo-
rales de la Iglesia. 34 Estoy con Latinoamérica.
Estoy con Romero. ¡Estoy con el Papa!
PERIODISTA: ¿Qué opinas de Ellacuría y de sus je-
suitas? ¿Qué opinas del clero liberal, del clero
defensor de las causas populares, de los sacer-
dotes que simpatizan con los movimientos gue-
rrilleros por promover la justicia social? Tú,
¿de qué lado estás? Ignacio, ¿qué opinas, qué
opinas, qué opinas?
IGNACIO: Estoy con Ellacuría y con sus sacerdo-
tes. Estoy con todos los humillados, torturados,
asesinados, sacrificados en todo el mundo. Es-
toy con los campesinos y con los desposeídos.
PERIODISTA: ¿Quieres decir que estás con las iz-
quierdas?
IGNACIO: ¡Quiero decir que estoy con el Papa!
(Una pausa.)
Los IGNACIOS: -Padre Ignacio, ¿y nosotros? Des-
de los inicios de la Compañía de Jesús hasta
hoy, quienes la integramos hemos sido flagela-
dos, ahorcados, crucificados, decapitados.
-En 1649, cerca de Quebec, los indígenas iro-
queses exterminan a sus misioneros, tortu-
rando hasta la muerte a ocho de ellos, sacer-
dotes jesuitas. 35
121
 -En 1871, en Francia, seis jesuitas fusilados
por la Comuna de París. 36
-En 1927, Miguel Agustín Pro, sacerdote je-
su i 111 fusilado en México.
-En 1944, Rupert Mayer y Alfred Delp, je-
suitas fusilados por los nazis en Alemania. 37
-Yvcs de Montcheuil, jesuita ejecutado por los
nazis en Grenoble. 38
-Además de los jesuitas asesinados en África,
por su compromiso en favor de los pobres.
Muertos en Líbano, mientras intentaban ayu-
dar a víctimas de bombardeos. Muertos en
cárceles de China, por su adhesión a la Igle-
sia universal. 39
-Por dar sólo algunos ejemplos.
-Padre Ignacio, nos persiguen, nos torturan,
nos matan.
PFRIODISTA: ¿Cómo defenderse? Ignacio: tus jesui-
tas, hoy, ¿qué deben hacer?
Los IGNACIOS: -Íñigo.
-Eneko.
PERIODISTA: Tus jesuitas, hoy, ¿qué deben hacer?
UN IGNACIO: Íñigo, tu nombre es fuego. 40
IGNACIO: El amor a Dios es fuego. ¡Id, e incen-
diad!41
Da media vuelta y se dirige a su escritorio. Los
Ignacios salen.
122
CUADRO XII. Somos jesuitas
Roma, fines de 1555, estudio de Ignacio en la Casa
Profesa. Y en el mundo, época actual.
Personajes: El periodista, Ignacio, Los Ignacios.
PERIODISTA: (Hacia donde Los lgnacios salieron.)
Para bien o para mal, parece que habrá jesuitas
por mucho tiempo. ¿No es cierto, Ignacio? (No
lo ve.) ¡Ignacio! (Lo descubre ante la mesa de
trabajo.) Menos mal, ahí está. (Saca el cuader-
no de notas y va hacia él). Ignacio, acerca de
tus jesuitas todavía quiero preguntarte ... (Pero
se interrumpe ante la mirada a la vez serena y
severa de Ignacio, que levanta la vista del tra-
bajo.)
IGNACIO: Si no tienes inconveniente, regreso a mi
siglo. (Enciende la vela.) Puedes apagar la luz
eléctrica.
PERIODISTA: ¿Quieres decir que la entrevista ha
terminado?
IGNACIO: Si no tienes inconveniente.
PERIODISTA: (Contrariado.) Está bien, como tú di-
gas. (Guarda el cuaderno.) De cualquier modo
ya tocamos los temas principales, ¿no? Aunque
en esto de los jesuitas el material parece inagota-
ble. Todavía quiero preguntarte ... (Se interrum-
123
 pe.) De acuerdo, apago la luz. (Lo hace.) Y tam-
bién la grabadora. (La apaga. Toma su tarjeta de
encima del escritorio.) Además me llevo mi tar-
jeta; no te va a servir en tu época. . . Espero te
guste lo que voy a publicar. Si es que te enteras.
Quiero decir, por los cinco siglos de distancia.
IGNACIO: Me enteraré, tenlo por seguro.
PERIODISTA: (Va hacia la salida; voltea.) Ignacio de
Loyola, gracias por haber contestado a mis pre-
guntas.
IGNACIO: Y por favor, cuando salgas, cierra la
puerta.
PERIODISTA: Otra vez gracias.
Sale del estudio y se le olvida cerrar. Lo recuerda
y regresa; entra.
PERIODISTA: En blanco y negro ... (A Ignacio.)
¡Esta habitación es demasiado oscura! Cierro
la puerta. (Sale del estudio, y se aleja.) Vaya
asunto, entrevistar a un santo ...
Sale. Audio que irá subiendo hasta final triunfal
acompaña la entrada de Los Ignacios, mientras
Ignacio retoma su texto del principio del cuadro 1.
Los IGNACIOS: (A coro.) -Somos jesuitas. Los
mismos que al principio.
-La diáspora de la Compañía de Jesús no ha
terminado.
124
(A coro.): -¡Empieza!
Se harán dueños del espacio escénico y del teatro;
subirán y bajarán escaleras; es una verdadera
invasión, sistemática, arrolladora, persistente; se
dirigirán al público, a un espectador, a otro.
-Somos jesuitas.
-Llegamos a todos los continentes.
-Influimos en todas las culturas.
-Hablamos todas las lenguas.
-Y las que no hablamos, las inventamos.
-Exploramos todas las ciencias.
-El humanismo.
-Las artes. 1
IGNACIO: (Escribe, corrige, lee.) ... se obliguen
con voto especial a cumplir todo lo que el ac-
tual Romano Pontífice y sus sucesores nos
mandaren respecto al provecho de las almas y
propagación de la fe ... 2
Los IGNACIOS: -Entregamos lo mejor de nuestro
esfuerzo en pedagogía, teología, historia ecle-
siástica.
-Somos investigadores en matemáticas.
IGNACIO: ... y a ir inmediatamente, sin tergiversa-
ciones ni excusas, a cualquier parte del mundo
a donde nos quieran enviar ...
Los IGNACIOS: -Investigadores en física, en as-
tronomía, en arqueología.
-Lingüística.
125
 -Biología, química, zoología, paleontología. -Compartimos.
-Genética. -Cualquiera que sea su compromiso.
-Destacados científicos se suman a nuestros -Lo hacemos como una tarea que comparti-
trabajos. mos con otros hombres.
-La lista de nuestros descubrimientos podría -Cualquiera que sea su compromiso.
llenar volúmenes enteros. -Cualquiera que sea su compromiso.
IGNACIO: ... o a los turcos, o a cualesquiera otros -Una tarea.
infieles, aun a aquellas partes que llaman In- -Compartimos.
dias ... -Con otros hombres.
Los IGNACIOS: -Somos obreros. -Con otros hombres.
-Enfermeros. -Compartimos.
-Sociólogos y hasta sicoanalistas. -Compartimos.
IGNACIO: ... a aquellas partes que llaman Indias o -Compartimos.
a otras tierras de herejes, cismáticos o fieles cris- -Compartimos.
tianos ... (Queda escribiendo.) -Compartimos ...
Los IGNACIOS: (A coro.)-Lo hacemos como una
tarea que compartimos con otros hombres. Bajaron las luces. Quedó la vela en el estudio de
-Cualquiera que sea su compromiso con la Ignacio, pero se apaga también.
religión. 3 Oscuro final.

Infatigables en sus designios, en constante movi-

miento, seguirán invadiendo espacios mientras Ciudad de México, 10 de enero de 1996.
sube el Audio, repetitivo, tautológico, a la apoteo- San Gonzalo de Amarante.
sis final.

-Una tarea.
-Compartimos.
-Con otros hombres.
-Una tarea que compartimos con otros hom-
bres.

126 127
 NOTAS

CUADRO 1

' Me baso siempre en la cronología publicada en Obras de

San Ignacio de Loyola y en 1491 como año del nacimiento
de Ignacio.
2 Fórmula del Instituto aprobada por Julio III: " ... Y para

ser más seguramente dirigidos por el Espíritu Santo hemos

creído que será sumamente conducente que cada uno de
nosotros y todos aquéllos que en adelante harán la misma
profesión, además del vínculo común de los tres votos, se
obliguen con voto especial a cumplir todo lo que el actual
Romano Pontífice y sus sucesores nos mandaren respecto
al provecho de las almas y propagación de la fe, y a ir in-
mediatamente, en cuanto estará de nuestra parte, sin tergi-
versaciones ni excusas, a cualquier parte del mundo a don-
de nos quieran enviar, o a los turcos o a cualesquiera otros
infieles, aun a aquellas partes que llaman Indias, o a otras tie-
rras de herejes, cismáticos o fieles cristianos". (Obras de
San Ignacio de Loyola, p. 457.) Lacouture, en Jesuitas, I,
p. 142, cita una parecida redacción en el segundo capítulo
del esbozo de las Constituciones, redactado en 1539.
3 En Jesuitas, 1, p. 171, Lacouture cita al ensayista An-•

drés Suárez, en Portraits sans modeles, refiriéndose al re-

trato de Ignacio pintado después de la muerte del santo por
Luis de Morales, El divino. Ver también, en el mismo tomo I,
el retrato de Ignacio, "único pintado en vida", en 1543, y su
mascarilla mortuoria. Entre la enorme iconografía de San
Ignacio tengo también presente el retrato pintado por Alon-

129
 so Sánchez Coello en 1585, cuya copia se encuentra en la
residencia de la Compa~ía de Jesús, en Huesca, y puede
verse en la portada de Iñigo de Loyola, de Roberto Mar-
tialay, libro que incluye también otros grabados en relación
con la vida del santo. Acerca del retrato pintado por Sán-
chez Coello, se dice que Felipe II, quien a la edad de ocho
años vio a Ignacio en Toledo, lo reconoció por esta pintura
cincuenta años después. (Obras de San Ignacio de Loyola,
p. 163, nota 7.)
4
El 31 de julio.
5 15 En sentido figurado. (Diccionario Enciclopédico UTEHA.)
Autobiografía, 34.
6
Acerca de la entrevista como ejercicio periodístico es-
cribe ag~dos comentarios Bernard Pivot en el prefacio de
su libro Ecrire, lire et en parler.
7 19 Ignacio, Francisco Javier, Pedro Fabro, Diego Laínez,
En realidad empieza hasta 1556. Cronología de San Ig-
nacio, año 1556, 25 de marzo: "Desde este día hasta su
muerte anda solícito en la erección de una imprenta en el
Colegio Romano. Urge que envíen los tipos desde Vene-
cia". (Obras de San Ignacio de Loyola, pp. 58-59.)
8
-En Vida de San Ignacio de Loyola, p. 13, Longchamp
dice del santo: "Hijo menor de Beltrán Ibáñez de Oñaz y de
Marina Sánchez de Licona, que tuvieron trece hijos, nació
en 1491. Bautizado con el nombre de Íñigo López de Loyo-
la, sólo en 1535, en los registros de la Universidad de París,
firmará c<;>mo 'lgnatius', nombre más común, pero sin rela-
ción con Iñigo".
9
En el final de su prólogo a la Autobiografía de Ignacio, el
padre Luis Gonc;alves da Cámara escribe: "Yo, para observar
su rostro, me acercaba siempre un poco a él, y el padre me
decía: -Observad la regla". Se trata de la regla segunda de la
modestia, tal como estaba redactada en tiempos de San Igna-
cio. Decía así: "Los ojos se tengan comúnmente baxos, sin al-
c;arlos mucho, ni girarlos mucho a una parte y otra; y hablan-
do con alguno, special si es persona de respecto, no se ternán
fixos en su rostro, antes baxos, comúnmente".
130
10 Constituciones, 250.
11
Jesuitas, 1, p. 29. La pierna que Ignacio tiene más corta
es la derecha.
12Autobiografía, 1.
13
Ibídem.
14
El Webster's Third Intemational Diccionary, citado por
Malachi Martin en Los jesuitas, p. 25. De este libro opina
Kolvenbach, actual general de los jesuitas, que es una nove-
la y que "es absurdo pensar que la Compañía pueda oponer-
se al Papa" (Fieles a Dios y al hombre, p. 41).
16
Diccionario de la Lengua Española.
17
Jesuitas, 11, p. 104.
18
Ejercicios espirituales, 234.
Alfonso Salmerón, Juan Coduri, Bobadilla, Simón Rodri-
gues, Pascasio Broet y Claudio Jayo.
20
"En la conversión de los poderosos veía Ignacio el
efecto multiplicador en toda la sociedad" (Kolvenbach, en
Fieles a Dios y al hombre).
21
Cartas e instrucciones, carta 40, A los padres y her-
manos de Padua, Roma, 7 de agosto de 1547.
22
Ejercicios espirituales, 357.
23 Emilio Castelar, citado en Historiografía ignaciana.
Deformaciones de la figura de San Ignacio. (Obras de San
Ignacio de Loyola, p. 34.)
24
En Jesuitas, 1, p. 152, Lacouture cita la conocida fór-
mula Perinde ac cadaver (como un cuerpo muerto) como
lo que sería "el comportamiento impuesto al jesuita por la
regla: abolición de la voluntad, docilidad absoluta, 'indife-
rencia', anulación radical en manos del 'general' y, a través
de él, del Papa romano". Muchos estudiosos de prestigio
han rebatido que San Ignacio haya sido el inventor del pe-
rinde. Por otra parte, en su Carta al padre Urbano Feman-
des (Cartas e instrucciones, carta 68, 7, Roma, 1° de junio
131
 de 1551, escrita por Polanco por comisión de Ignacio), éste nalmente éste dictó a Gonc;alves da Cámara lo que hoy co-
desea en Jos de la Compañía "una resignación de sus pro- nocemos como la Autobiografía de San Ignacio.
pias voluntades para todo lo que les fuere ordenado, lo que 4
El actual Vietnam.
suele significar por un bastón de viejo, que se deja mover a 5 Cartas e instrucciones. Carta 177, Al padre Alfonso Ro-
toda la voluntad dél, o como de un cuerpo muerto, que don- mán. Roma, 14 de julio de 1556.
de le llevan va sin repugnancia ninguna". 6
Fragmentos de cartas de San Ignacio citados en Jesui-
25
Cartas e instrucciones. Célebre carta "De la obedien- tas, 1, pp. 144-145.
cia'', carta 87, A los padres y hermanos de Portugal, Roma, 7
El concepto de "cura de las almas" se encuentra en Car-
26 de marzo de 1553. tas e instrucciones, carta 180, A Pedro, sacerdote en Bolo-
nia, Roma, 23 de julio de 1556, escrita por el padre Polan-
CUADRO 11 co por encargo de San Ignacio.
8
1
Pero los jesuitas subsistieron legalmente en Prusia y en
A Pedro Canisio le escribió Ignacio varias veces. Ver Car- Rusia, donde Federico 11 y Catalina 11, respectivamente, no
tas e instrucciones, carta 30, Al padre Pedro Canisio, Roma, permitieron que el breve de Clemente XIV fuera proclama-
2 de junio de 1546; carta 53, A los padres enviados a Ale- do. (Ver cuadro XL)
mania, Roma, 24 de septiembre de 1549, y carta 128, Al
padre Pedro Canisio, Roma, 13 de agosto de 1554. CUADRO III
Juan Polanco, nacido en Burgos (1516-1577), escribió, en-
tre otras obras, Vita lgnatii Loiolae et rerum Societatis Iesu, 1
En Obras de San Ignacio de Loyola, p. 112, nota 10, Cán-
publicada en 1894 en Monumenta Historica Societatis Iesu dido de Dalmases, S. l., establece que fue al amanecer del
(Colección de documentos históricos de la Compañía de Je- 25 de marzo cuando Ignacio bajó de Montserrat y se dirigió
sús). Luis Gon\:alves da Cámara (1519?-1575) ingresó a la a Manresa.
Compañía de Jesús en Lisboa, en 1545. Llegó a Roma el 23 2
Para toda esta escena, ver Autobiografía, 16-18. En cuan-
de mayo de 1553 y recibió el cargo de Ministro de la Casa: to al color del cabello, como señala Lacouture en Jesuitas, I,
permaneció allí hasta el 23 de octubre de 1555, en que salió nota de la p. 13, la iconografía clásica pinta a Ignacio con
para Portugal. Después de la muerte de San Ignacio volvió el cabello oscuro perg,fas descripciones de la corte de Cas-
de nuevo a Roma, en 1558, para asistir a la Primera Con- tilla resaltan los "bu~fos rubios".
gregación General, en la cual fue elegido asistente de Por- 3
Diario espiritual, 105, donde Ignacio se refiere a su
tugal. Ver cuadro 1, nota 8, y Autobiografía, Introducción, amor por la santísima Trinidad.
nota 1. Para los demás personajes mencionados, ver cuadro 4
Cartas e instrucciones, carta 41, 1, A sor Teresa Reja-
VII, notas 1 y 4. dell, Roma, octubre de 1547.
2
Los jesuitas, p. 29. 5
En México, calabaza vinatera.
3
Jerónimo Nada], nacido en Palma de Mallorca (1507- 6 Autobiografía, 35.

1580). Colaboró en la redacción de las Constituciones e in- 7 Autobiografía, 58-64. En la edición de Obras de San
sistió repetidamente para que Ignacio refiriese su vida; fi- Ignacio de Loyola, p. 140, nota 1, se indica que el prior era

132 133
fray Diego de San Pedro y el subprior fray Nicolás de San- ' "Ya en Barcelona se juntaron a San Ignacio Calixto de
1

to Tomás. S;i, Lope de Cáceres y Juan de Arteaga" (Obras de San Ig-

11ucio de Loyola, p. 134, nota 6).
14 Autobiografía, 58. En Obras de San Ignacio de Loyola
CUADRO IV
vcr p. 136, nota 17. Acerca de Erasmo ver el conocido libro
1
Autobiografía, 66. Calixto era unos quince años menor de Marcel Bataillon: Erasmo y España. Escribe Bataillon
que Ignacio. En Obras de San Ignacio de Loyola, cap. 6, nota (Jl. 726): "Ya Ignacio de Loyola había añadido a sus Ejerci-
6, se establece la fecha de su nacimiento en 1506 o 1507. ,·io.1· (1548) unas Regulae ad orthodoxe sentiendum, donde
En Autobiografía, 80, Ignacio dice que él "se ingenió para ponía entre los criterios de ortodoxia la adhesión sin reservas
escribir a doña Leonor Mascarénhas que ayudase a Calixto a todas las instituciones que el erasmismo había sacudido".
15 Autobiografía, 63. Ver Obras de San Ignacio de Lo-
con cartas para la corte del rey de Portugal, a fin de que
pudiese tener una beca de las que el rey de Portugal daba l'ola, p. 139, notas 30 y 33.
en París. Doña Leonor dio las cartas a Calixto y una mula ' 16
Ibidem, 59.
17
para el viaje, y dinero para Jos gastos. Calixto se fue a la Ibidem, 60-62.
18 Ibidem, 57. En Alcalá Ignacio estudió "términos de Soto,
corte de Portugal, pero al fin no fue a París; antes, volvien-
do a España, se fue a Ja India del emperador con una cierta y física de Alberto, y el Maestro de las Sentencias". En las
mujer espiritual. Y después, vuelto a España, marchó otra notas correspondientes de Obras de San Ignacio de Loyola,
vez a la misma India, y entonces regresó a España rico, e p. 135, se explica que términos quiere decir súmulas o lógica;
hizo maravillar en Salamanca a todos los que antes le ha- . por lafísica de Alberto se refiere Ignacio a San Alberto Mag-
bían conocido". En Jesuitas. 1, p. 63, Lacouture dice que Ca- no, que escribió, entre otras obras, Physicorum libri VIII; y
lixto finalmente eligió "volver al siglo". el Maestro de las Sentencias es Pedro Lombardo, autor de
2
Autobiografía, 66. la obra Sententiarum libri quatuor, exposición sistemática
3 Ibidem, 23. de toda Ja teología eclesiástica.
4 19 Ibidem, 65 y 66, para el diálogo que sigue.
Ibidem, 28.
5 Ibidem, 19.
6
Ibidem.
7
Ibidem, 55. CuADROV
8
Ibidem.
9
Ibidem, 29. 1
Autobiografía, 67.
10 2 Ibidem, 69.
Ibidem, 30. El río era el Cardoner.
3 Ibidem, 67.
11
Ibidem, 45-47.
4
12
Ibidem, 55 y nota 5 en Ja página 133 de Obras de San Ibidem, 99.
Ignacio de Loyola: "Santa María del Mar, el gran templo gó-
tico de Barcelona, situado en las cercanías del puerto, cuya
construcción fue terminada el año 1383".

134 135
 CUADRO VI
1934, el padre Codina, en el primer tomo de las Constitu-
1 1·iones de Monumenta Historica Societatis lesu (Colección
Por artes se puede leer filosofía. En Obras de San Ignacio
de documentos históricos de la Compañía de Jesús). La par-
de Loyola, p. 157, la nota 25 informa: "El tiempo que San
le del Diario espiritual que ha sido conservada fue escrita
Ignacio dedicó a los estudios en París se divide de la siguien- de 1544a 1545.
te forma: gramática y humanidades, desde febrero de 1528 16
En palabras de Cario Brandi en El Renacimiento, Histo-
hasta la cuaresma de 1529; artes o filosofía, cursos de
ria Universal de Espasa-Calpe, tomo IV, p. 309.
1529-1530, 1530-1531, 1531-1532. Desde octubre de 1532 17
Alejandro VI.
hasta la Pascua de 1533 tuvo que ocuparse en los ejercicios 18
Ver Jesuitas, pp. 118-120.
literarios requeridos para la consecución del grado de maes-
tro en artes. En 1533 y hasta el mes de abril de 1535 estudió
teología. El 14 de marzo de 1535 consiguió el grado de maes- CUADRO VII
tro en artes ... "
2
Autobiografía, 86. 1
3 Los nombres de los seis que participaron en la escena que
Ejercicios, 1.
4 sigue están citados en Forma de la Compariía y oblación,
lbidem, 2.
5
lbidem, 3. 1, nota 2. (Obras de San Ignacio de Loyola, p. 325.)
6 Diego Laínez tiene 29 años. Nacido en Almazán, Castilla
Ibídem, 329.
7 la Vieja (1512-1565), Lacouture lo describe como "un hom-
Autobiografía, 86.
8 bre pequeño, de rostro blanco, de rasgos agudos" y "una gran
Ibídem, 92.
9
Ibídem, 98. nariz curvada como una cimitarra" (Jesuitas, I, p. 149), y
reproduce un retrato de él. Laínez rehusó la dignidad de
1
° Cartas e instrucciones, carta 26, 2, A Juan 111, rey de cardenal que le ofreció Paulo IV. Consiguió que Catalina
Portugal. Roma, 15 de marzo de 1545.
11 Ibídem. de Médici obligara a los hugonotes en Francia a celebrar su
12 culto fuera de las grandes ciudades. Asistió al Concilio de
Ver nota l.
13 Trento, donde defendió la infalibilidad del Papa. De los
Cartas e instrucciones, carta 35, Al padre Miguel de
compañeros de Ignacio, Laínez destacó por su nivel inte-
Torres, Roma, 2 de marzo de 1547.
14 lectual; sucedió a San Ignacio en el cargo de general.
Diario espiritual, 1, Andando por las elecciones, y nota Salmerón (1515-1585) nació en Toledo. Lo mismo que
2 en Obras de San Ignacio de Loyola, pp. 359-360. Ibídem,
Laínez, estudió filosofía en París, con Ignacio. Asistió tam-
introducción de Ignacio Iparraguirre, p. 348: "Las casas (pro-
bién al Concilio de Trento y fue autor de las obras Comen-
fesas) no podían tener rentas, pero sí las iglesias".
15 tarii in Evangelicam Historiam et in Acta Apostolorum y
Ibídem, introducción de Ignacio Iparraguirre, S. J.
Sermonis in parabolas evangelicas totius anni.
(Obras de San Ignacio de Loyola, p. 341). Ibídem, página
Broet (Paschase Broet) nació en Picardía. Era el campe-
355, informa el padre Iparraguirre que el Diario espiritual
sino del grupo, un tanto tosco, ingenuo. En 1555 llegó a ser
no se publicó en toda su integridad hasta que lo hizo, en
primer provincial de Francia.

136
137
 Coduri (Jean Codure) era provenzal, nacido en 1508. Mu-
rió poco después de la actual escena, en julio de 1542.
Entre julio y agosto de 1539 redactó, junto con Ignacio y
Pedro Fabro, el documento Prima Societatis Iesu instituti
summa.
Jayo (Claude Le Jay) era saboyano, ordenado sacerdote en
Ginebra en 1528. Lacouture (Jesuitas, 1, p. 299), nos re-
cuerda que fue asistente del cardenal-arzobispo de Augs-
burgo, Othon von Truchsess.
Ver también cuadro 1, nota 19.
2 El padre Pedro Ribadeneira, biógrafo de Ignacio, escribe:
"Se subía a un terrado o azotea donde se veía el cielo libre-
mente. Ahí se ponía en pie, se quitaba el bonete y estaba un
rato sin menearse, fijos los ojos en el cielo. Luego hincaba las
rodillas y hacía una humillación a Dios. Después se sentaba
en un banquillo bajo, porque la flaqueza del cuerpo no le
permitía hacer otra cosa. Y allí estaba, la cabeza descubierta,
derramando lágrimas hilo a hilo, con tanta suavidad y si-
lencio que no se le sentía ni sollozo ni ruido ni movimiento
alguno del cuerpo". (Citado por Roberto Martialay, Íñigo de
Loyola, p. 203.) En Historiografía Ignaciana. Las primeras
biografías impresas se nos da el año de 1572 como el de la
impresión de la biografía de San Ignacio redactada por Riba-
deneira (Obras de San Ignacio de Loyola, p. 5.)
3
En 1541 comenzó la cuaresma el 2 de marzo, miércoles
de Ceniza. La primera reunión se tuvo el 2 de abril. Forma de
la Compañía y oblación, 1, nota 1. (Obras de San Ignacio
de Loyola, p. 325.)
4 Ibidem, nota 5: En Portugal estaban Francisco Javier y
Simón Rodrigues; en Alemania, el beato Pedro Fabro. San
Francisco Javier había dejado ya escrito su voto la víspera
de su partida para Portugal, el 15 de marzo de 1540. Diez
días antes, el 5 de marzo, la había firmado el P. Rodrigues.
El beato Fabro lo mandó por varias vías. La primera vez lo
firmó el 27 de diciembre de 1540.
138
5 En palabras de Albert Longchamp, Vida de San Igna-
cio de Loyola, p. 120.
6
Obras de San Ignacio de Loyola, p. 442, "Elaboración
de las Constituciones".
7
Ver Autobiografía, 8. Uno de los autores más impor-
· tantes del pensamiento moderno, Romano Guardini, expli-
ca esta paz y alegría espiritual que da la oración en su libro
lnitiation a la priere. Guardini ha escrito obras excepcio-
nalmente valiosas, entre ellas la titulada El Señor.
8
Nicolás Alonso, llamado "Bobadilla". En Forma de la
Compañía y oblación, 3, nota 9, leemos que el padre Bo-
hadilla, ya anciano, escribió que había mandado su voto en
favor de Ignacio (Obras de San Ignacio de Loyola, p. 326).
9
El texto del voto de San Ignacio está publicado en
. Obras de San Ignacio de Loyola, pp. 323-324. El autógrafo
de dicho voto, en la página 148.
· 10
Forma de la Compañía y oblación, 4.
, 11
Ibidem.
· 12
Jesuitas, I, 139.
13
Forma de la Compañía y oblación, 5. En Obras de San
Ignacio de Loyola, p. 326, nota 10, se explica que Ignacio
· se refiere a "Teodosio Losi, religioso franciscano de singu-
lar virtud".
14
Forma de la Compañía y oblación, 8.
CUADRO VIII
1
Es fácil encontrar retratos de las tres Austrias, además de
los que se reproducen en Jesuitas, tomo 1, pintadas Mar-
garita y Juana por Antonio Moro y que están, respectiva-
mente, en la Gemadegalerie, de Berlín, y en el Museo del
Prado, de Madrid; el cuadro de Catalina pertenece a archi-
vos de la Compañía de Jesús en Francia. De Isabel Roser
no pude encontrar retrato.
139
 Catalina de Austria ( 1507-1578) casó en 1525 con Juan
III de Portugal y fue regente del reino durante la minoría de
edad de su nieto Sebastián, después rey de Portugal, des-
aparecido en la batalla de Alcazarquivir en el mismo año de
la muerte de Catalina. En Obras de San Ignacio de Loyola,
p. 103, puede leerse la siguiente nota; "Cuál fue la dama de .
los pensamientos de Íñigo convaleciente, no se ha podido ,
descubrir con certeza. Las hipótesis hasta hoy propuestas
se reducen a tres principales: la., doña Germana de Foix,
sobrina de Luis XII de Francia y segunda esposa de Fer-
nando el Católico, muerto en 1516; 2a., Catalina, hermana
de Carlos V, nacida en 1507, que en 1525 casó con don
.Juan III, rey de Portugal; 3a., Leonor, hermana mayor del
emperador y de Catalina, esposa que fue sucesivamente de
Manuel, rey de Portugal, y de Francisco I de Francia. Las tres
hipótesis presentan serias dificultades. Germana de Foix y
Leonor de Habsburgo estaban casadas en el tiempo de los
ensueños de Íñigo; Catalina no pasaba por entonces de los ca-
torce o quince años. Como San Ignacio guardó en este pun-
to absoluta reserva, será difícil dilucidarlo".
2 /,oyola, p. 721.)
En su Autobiograjla Ignacio habla varias veces de ese
dolor de estómago. Ver, por ejemplo, los párrafos 55 y 85.
También se menciona varias veces el dolor de estómago de •
Ignacio en la Cronología de Obras de San Ignacio de Lo-
yola.
3
Esposa de su hermano Martín.
4 1586.
Autobiograjla, 6.
5 is Jesuitas, I, 248: "la daga de Lorenzaccio".
Ibídem, 10.
6
Ibidem, 17.
7
Ver Jesuitas, I, p. 243.
8
Ibídem, 244. Lacouture cita palabras de Rahner.
9 Felipe.
Autobiografía, 14.
10
Ibidem, 54: "Llegado a Barcelona comunicó su inclina-
ción de estudiar con Guisabel Roscer, y con un maestro Ar-
dévol, que enseñaba gramática". En Obras de San Ignacio
140
,¡,. /,oyola, p. 132, dice la nota 2: "Léase Roser. Su nombre
«I' escribe también Rosés y Rosell".
11
Ibídem.
12
Cartas e instrucciones, carta 3, A Isabel Roser, París,
1O de noviembre de 1532.
1
' Cartas e instrucciones, carta 4, 4, A Jaime Casador,
Venecia, 12 de febrero de 1536.
11
• El Papa al que Ignacio se dirigió era Paulo III. En Car-
t11s e instrucciones las cartas escritas a mujeres son la 1, a
Inés Pascual; 3, a Isabel Roser; 5, 6, 24 y 41, a sor Teresa
Rcjadell; 14, a Magdalena de Loyola; 49, a Jerónima Oluja y
Tc~esa Rejadell; 65, a Isabel Vega; 81, a Juana de Aragón,
duquesa de Paliano; 100, a Leonor de Médici, duquesa de
1·'lorencia; 101, a Margarita de Austria; 108, a Magdalena An-
gélica Domenech; 110 y 111, a María Frassona del Gesso;
121, a Catalina de Córdoba, marquesa de Priego, y 129, a
la viuda de Juan Boquet.
15
En palabras de Ignacio lparraguirre, Cartas e instruc-
1·iones, introducción a la carta 3. (Obras de San Ignacio de
16
Cartas e instrucciones, carta 3, 6.
17
Ver nota l. Es también muy conocido el retrato que de
ella hizo Juan de la Cruz Pantoja (Museo del Prado). A Mar-
garita de Austria (1522-1586) Felipe 11 le concedió el go-
bierno de los Países Bajos, mismo que ejerció de 1559 a
19
Juana de Austria (1535-1573), nacida en Madrid, hija
de Carlos V y de la emperatriz Isabel. El emperador confió
la regencia de España a Juana, en ausencia de su hermano
20
Ver en Jesuitas, I, pp. 257-258, la decisión que toma-
ron, después de la consulta, los ·integrantes de la Compañía
de Jesús. Juana de Austria fue aceptada como jesuitina en
1554. En 1546 había sido recibido en la Orden, también se-
141
crctamente, Francisco de Borja, duque de Gandía, futuro
cer general de la Compañía.
CUADRO IX
1 Autobiografía, caps. 1 y 2, y Jesuitas, I, p. 27.
CUADRO X 1111.al en Filipinas, a Martí en Cuba y, antes, a los heroicos
1
En palabras de Hugh Thomas en La guerra civil espa
la, prólogo a la edición en inglés de 1976; p. 22 de la edi'
ción en castellano de 1995.
2
De los innumerables textos publicados sobre la gue
civil y crímenes del franquismo en España, tengo a mano e
artículo de mi padre, Antonio Vilalta y Vidal: Defensa
los separatistas catalanes, publicado en el diario Excélsior,
México, el 1º de octubre de 1972 (con el título de "Defens
de los vascos condenados en España"), que reproduzco
continuación:
"Después del proceso de Burgos contra los patriotas v
cos disidentes del régimen imperante en España, que culmin
con la frustración de los propósitos sanguinarios de dar muer.'
te a los inodados en dicho proceso, ahora, más cautelosa e hi .
pócritamente, se trata de enmendar la 'debilidad' de aquel en.J
tonces haciendo un cruel escarmiento: privando de la vida ª'
dos jóvenes catalanes. Sus nombres son Ramón Llorca López ·
y Carlos García Solé, acusados de hechos violentos, sin apo-1
yo en prueba alguna admisible, según todas las apariencias, y
acusados también de separatistas. Esto último no constituye·,
delito alguno en toda sociedad civilizada que admite el prin- ,
cipio de autodeterminación de los pueblos. Y lo demás, o sea
los hechos violentos, son juzgados en tiempos de paz por tri-
bunales de guerra al servicio del militarismo secular español.
142
"l ·:n el día hábil siguiente al homenaje a la Virgen de la
Mr1rc<l, patrona de Cataluña, tras piadosa espera se habla
1lr, on<lcnas de 'solamente' 200 y 105 años de prisión para
Hilar la mayor publicidad del verdadero fin: dos condenas
,, 11111crte y ejecutarlas de inmediato, con las inevitables
p1111cstas posteriores que ya nada remediarán.
"l .os impulsores, autores y ejecutores de una draconiana
l 1·y de supuesta Justicia Militar son los verdaderos sepa-
11111s1as, y no sus víctimas; son aquellos que sacrificaron a
1ll'frnsores de la Independencia de todos los países, espe-
' 111lmente de América, que integraron el imperio español.
1 11s últimas colonias que les quedan están ahora en el inte-
11111 de la propia Península Ibérica: Vasconia y Cataluña, y
111111 Galicia, ésta menos desarrollada, en apariencia, en sus
~1·111 imientos particularistas.
"Es hora de que, por todos los medios, se procure poner
1111 a la vesania de los eternos 'salvadores' de la patria que
hpaña siempre ha padecido, desafortunadamente. No se
puede dilatar más el poner remedio a la desesperación a la
que han sido llevados los vascos y los catalanes por quie-
111·s no tienen más razón que la de la fuerza bruta para im-
poner su dominio material y moral contra ambos, por los
que son incapaces de querer entender siquiera el federalis-
nw o la autonomía, por los que prohíben el uso del idioma
malcrno a los catalanes y a los vascos.
"Se requiere una fuerte manifestación de repudio por par-
11· de todos los que quieran realmente evitar el Finis Hispa-
"'ª tan deseado por unos como temido por otros, pero cada
vl'z más inevitable si no se intenta rápidamente impedirlo.
"Los crímenes de ahora, como los de antes, no son ni fue-
11111 de toda España pues siempre hubo minorías opuestas a
l11s mismos. Ahora se debe evidenciar un progreso incuestio-
11ahle: que la mayoría de los españoles y de la opinión mun-
d1al condena enérgicamente a los fratricidas de España.
143
 "Al legendario Rafael de Casanova y al contemporáneo
Presidente mártir, Luis Companys, se unen otras dos próxi-
mas víctimas. El apellido de uno de ellos es García y el se- '
gundo apellido del otro es López; a la protesta universal
contra el continuo derramamiento de sangre de nuestros her-
manos en España debería unirse, muy particularmente, la de
todas las personas, congregaciones y organismos españo-
les, especialmente de América y concretamente de México.
"A este fin hago un llamado a todos los residentes en el
país, sin distinción de ideologías y creencias, sin excluir a
la llamada H. colonia española, aunque ésta participe por
primera vez, para que hagan oír su voz condenando la saña
persecutoria desatada contra sus paisanos, y digo paisanos
porque los apellidos que llevan los ajusticiables denotan
una ascendencia no catalana, acreditativa de que, además
de la gente de Cataluña, la del resto de la Península siente y
padece la opresión patentizada por el caso de las citadas
dos próximas víctimas. Ojalá que los López, García y de-
más personas de apellidos castellanos en todo el mundo
fraternicen con los separatistas catalanes y que esto sea el
comienzo de una era de concordia que acabe con el tradi-
cional canibalismo español."
Antonio Vilalta y Vida! es también autor, entre otros en-
sayos, de los titulados: La premeditación como circunstan-
cia atenuante y La individualización de la ley civil.
Asimismo al escribir esta obra de teatro dispongo de los
libros: Misión en España, de Claude G. Bowers; La guerra
civil española, de Hugh Thomas; Antifalange, de Herberth
S. Southworth; El proceso de Burgos, de Gisele Halimi, con .
prefacio de Jean-Paul Sartre; Vida y sacrificio de Compa-
nys, de,.Ángel Osorio; La guerra de España, de Pietro Nenni,
y España, ensayo de historia contemporánea, de Salvador
de Madariaga.
El libro de Madariaga tiene lamentables aspectos franquis- .
tas, denunciados tanto por Bowers, en Misión en España,
144
como por Southworth, en Antifalange, y por muchos otros
escritores. Misión en España es libro excepcionalmente va-
lioso por su carácter testimonial. Bowers fue embajador de
Estados Unidos en España durante la guerra civil y testigo
de los crímenes del franquismo que relata. Cito algunos, en-
tre muchos más, a continuación:
-Página 315: "Yo sé por experiencia personal que en
Barcelona muchos sacerdotes fueron salvados por el go-
bierno catalán. Conozco esto por las palabras autorizadas de
un sacerdote catalán que me contó su historia en San Juan
d~ la Luz. Dicho sacerdote debía la vida a Luis Companys,
Presidente del Gobierno Catalán, que halló medios para ocul-
tarlo de la turba y hacerlo atravesar la frontera francesa".
(Acerca del Presidente Companys, fusilado por el franquis-
mo, ver, entre otras muchas obras, las aquí citadas de Osorio
y de Thomas, principalmente en esta última las pp. 26 y 27.)
-Páginas 316 a 317, referentes a Badajoz: "Particular-
mente en la plaza yacen numerosos partidarios del Gobier-
no que fueron puestos en fila y ejecutados contra los muros
de la catedral. La sangre había corrido a ríos por el pavi-
mento. En todas partes se encuentran lagos de cuajarones".
(Bowers cita a un corresponsal de la agencia Havas.) "Tan
pronto como eran detenidos, los defensores republicanos eran
ejecutados en masa". (Bowers cita a Reynolds Packard,
corresponsal de la United Press.) "Los milicianos y los sospe-
chosos detenidos por los rebeldes fueron ejecutados inme-
lliata.mente. En el momento presente unos mil doscientos
han sido muertos, acusados de resistencia armada o de crí-
menes graves. Yo vi el pavimento frente a la comandancia
militar cubierto de sangre de los ejecutados y todavía sem-
brado de sus gorras y objetos personales. La catedral, don-
de se refugiaron numerosas familias, está en desorden, pero
no ha sufrido desperfectos. Los milicianos capturados en el
coro fueron ejecutados de cara al altar mayor, ante el cual
yacían empapados en su sangre. Las detenciones y ejecu-
145
ciom·~ c11 111asa en la plaza de toros continúan". (Bowers
cita a 1111 rnrresponsal de Le Temps, de París, quien añade
en su l'I 11111ca que cuando la ciudad fue tomada "trescientos
odw111:1 prisioneros políticos [fascistas] fueron puestos en
lihnlad, sanos y salvos". Pero, dice Bowers, "no hubo pri-
sioneros republicanos; éstos fueron llevados en masa a la
fosa sin celebración de juicio".)
-Página 352: "Llegó entonces el martirio de la pequeña
población de Durango, con el bombardeo más terrible con-
tra una población civil blanca que se conoce en la historia
del mundo hasta el 31 de marzo de 1937. Era una pacífica· y
religiosa ciudad y mucha gente se hallaba oyendo misa en
las tres iglesias que había. Los bombarderos nazis, evolu-
cionando por encima de la ciudad, podían ser oídos por los
devotos en la antigua iglesia de Santa María y en la de los Pa-
dres Jesuitas, y en la capilla de Santa Susana las monjas
podían oír el ruido siniestro de los aviones volando muy bajo.
Los aviadores nazis lanzaron toneladas de pesadas bombas.
"Una de ellas estalló sobre el tejado de la capilla de San-
ta Susana y las monjas volaron literalmente en pedazos, mez-
cladas con trozos de las sagradas imágenes.
"Otra bomba de gran potencia atravesó el techo de la igle-
sia de los Padres Jesuitas, y el padre Rafael Billalabeitia,
que estaba oficiando en la misa cuando la bomba cayó, mu-
rió entre las ruinas, junto con otros.
"Todavía otra potente bomba destrozó el techo de la an-
tigua iglesia de Santa María en el momento en que don Car-
los Morilla elevaba la hostia, y éste cayó muerto con numero-
sos fieles a su alrededor. De los muchos muertos y mutilados,
difícilmente identificables, muchos eran niños, pero sólo
fragmentos de ellos quedaron, los cuales fueron deposita-
dos en una tabla y numerados, 1, 2, 3, etcétera".
-Página 354: El padre Alberto Onaindia, testigo presen-
cial, relata el bombardeo de Guernica y termina diciendo:
"Como sacerdote católico declaro que no se podía infligir
146
un ultraje peor a la religión que el Te Deum fuese cantado a
la gloria de Franco en la iglesia de Guernica".
-Página 364: "Era evidente ahora, después de un año
de horrores, que la rebelión no fue un levantamiento del
pueblo contra un régimen democrático. Si esto hubiera sido
verdad, el ejército, los moros, las tropas italianas y ale-
manas habrían triunfado en el término de un mes. Estaba
perfectamente claro que no era una 'guerra civil' en el tér-
mino corriente de la palabra, sino una guerra de agresión
abiertamente realizada por Hitler y Mussolini.
"Y más claro quedaba todavía que no se trataba de una
guerra en favor de la Iglesia católica, apoyada por hordas
mahometanas de Marruecos y los perseguidores de la Igle-
sia venidos de Alemania, ya que los vascos, los católicos
más devotos de España, habían escrito la negativa con la
sangre de su corazón mientras luchaban como leones por
la democracia".
-Página 387, en la que Bowers se refiere a los bom-
bardeos fascistas en Barcelona: "Nada en semejante aterra-
dora escala, implicando a la raza blanca, se había conocido
antes. Las bombas no perseguían ningún objetivo militar.
Eran arrojadas deliberadamente en el centro de la ciudad, la
parte más concurrida y habitada, donde la gente estaba co-
miendo, paseando, descansando en sus camas. Cuando ter-
minaron estos raids novecientos hombres, mujeres y niños
estaban destrozados y convertidos en cadáveres, y en mu-
chos casos habían volado en pedazos, en otros les habían
sacado las entrañas. Hundieron cuarenta y ocho edificios y
setenta y cinco fueron parcialmente destruidos.
"Después de cada bombardeo, el personal de los hospi-
tales, asistido por voluntarios, se echaba a la calle llevando
canastas en las cuales podían echar pedazos de los cuerpos .
desmembrados, fragmentos de carne humana, partes de bra-
zos, piernas, cabezas ... "
3 Jesuitas, II, p. 473.
147
 4
Mi.l'ití11 1·11 lú¡){/iia. p. 348.
5
"La prueba de que los sacerdotes vascos fueron ejecuta-
dos por Franco o el gohierno nacionalista es abrumadora.
Entre los doc11111enlos hallados después de la segunda Gue-
rra Mundial en el Ministerio de Negocios Extranjeros-de
Alemania se cita un telegrama de la embajada nazi en Ma-
drid, firmado Schwendemann, informando que 'Franco se
ha quejado enérgicamente al encargado de negocios italia-
no acerca de la actitud del Papa hacia el gobierno naciona-
lista' y que el Papa se había quejado amargamente de 'la
ejecución de sacerdotes vascos católicos por tropas blan-
cas'. (Departamento de Estado. Documentos sobre política
extranjera alemana, serie 10, volumen 3, documento 168,
telegrama 620, 27 de diciembre de 1936.) Así queda claro
que los sacerdotes fueron ejecutados a sangre fría, no por
irresponsables turbas, como en Madrid, sino obedeciendo
órdenes del gobierno rebelde." (Misión en España, p. 362.)
6
Misión en España, p. 361.
7
lbidem se publica la lista, que reproducimos a continua-
ción, de los sacerdotes vascos fusilados por los franquistas:
Martín de Lecuona, cura auxiliar de la parroquia de Ren-
tería, Guipúzcoa, fusilado el 8 de octubre de 1936.
Gervasio de Albizu, cura auxiliar de la parroquia de Ren-
tería, Guipúzcoa, fusilado el 8 de octubre de 1936.
José de Sagarna, cura auxiliar de la parroquia de Berria-
túa, Vizcaya.
Alejandro de Mendicute, capellán en San Sebastián, Gui-
púzcoa, ejecutado en la noche del 23 al 24 de octubre de
1936.
José de Ariztimuño, escritor, poeta, cura, ejecutado junto
con un grupo de diecisiete personas en el cementerio de
. Hernani, Guipúzcoa.
Joaquín de Arín, rector y arcipreste de Mondragón, Guipúz-
coa, fusilado en la noche del 24 al 25 de octubre de 1936.
José de Marquiegui, cura auxiliar de la parroquia de Mon-
148
dragón, Guipúzcoa, ejecutado la noche del 24 al 25 de
octubre de 1936.
Leonardo de Guridi, cura auxiliar de la parroquia de Mon-
dragón, Guipúzcoa, ejecutado la noche del 24 al 25 de oc-
1ubre de 1936.
José de Peñagaricano, cura auxiliar de la parroquia de
Marquina-Echevarría, Vizcaya, fusilado el 27 de octubre
de 1936.
Celestino de Onaindia, cura auxiliar de la parroquia de
Elgóibar, Guipúzcoa, ejecutado el 23 de octubre de 1936.
Joaquín de Iturri-Castillo, cura de la parroquia de Marín,
Guipúzcoa, fusilado el 16 de noviembre de 1936.
José de Adarraga, muerto junto con el padre Ariztimuño.
Padre Ontaño, de la Orden del Inmaculado Corazón de
María, organista de Tolosa, Guipúzcoa.
Padre Román, de la Orden de los Carmelitas, superior del
colegio de Amorebieta, Vizcaya.
Un capellán castrense del ejército español, nacido en Pe-
tilla, Navarra, de nombre desconocido.
8 En Polonia, en febrero de 1985, la corte de justicia de
Torun encuentra a tres ex miembros de la policía y al coro-
nel Adam Pietruska culpables del asesinato, en octubre del
año anterior, del sacerdote Jerzy Popieluszko, defensor de
Solidaridad. Ver Jesuitas, n, p. 627.
CUADRO XI
1 Lacouture dio al segundo tomo de su libro Jesuitas el títu-
lo de Les revenants, con todas las implicaciones que tiene
el término regresar, incluso regresar de otro mundo. En la
traducción al castellano el título fue Los continuadores.
2 Ejercicios espirituales, 104.
3 Jbidem, 330.
4 Karl Rahner, autor de Espíritu en el mundo (1939) y de
149
 la célebre Carta a un jesuita de hoy, citada en el libro Fieles
a Dios y al hombre, p. 25. lbidem, p. 149, Kolvenbach afirma
que "hombres como Rahner o De Lubac, que habían hecho
una síntesis de toda la teología, parecen hoy irrepetibles".
Henri de Lubac, autor de Catolicismo (1938). Refirién-
dose a una sesión de trabajo del Concilio Vaticano 11, el
Papa Juan Pablo 11 recuerda palabras de Henri de Lubac,
que "me animó a perseverar en la línea que había yo defi-
nido durante las discusiones. Esto sucedía cuando las sesio-
nes se desarrollaban ya en el Vaticano. Desde aquel mo-
mento estreché una especial amistad con el padre De Lubac".
(Cruzando el umbral de la esperanza, p. 165.) Acerca de
Henri de Lubac, ver también Jesuitas, n, pp. 669-676, entre
otras.
lbidem, pp. 676-679 y otras, referentes a John Courtney
Murray.
Acerca de Pedro Arrupe, Peter Kolvenbach y Pierre Teil-
hard de Chardin los libros escritos son innumerables.
5 25 Diario Excélsior, México, 26 de marzo de 1980.
Fieles a Dios y al hombre, cronología.
6
Ibidem.
7
Jbidem.
8
Ignacio expresa esta opinión en julio de 1549, en su
carta A Francisco de Borja, duque de Gandía. (Cartas e ins-
trucciones, carta 52, 16.)
9
Giacomelli en Fieles a Dios y al hombre, p. 5.
10
Kolvenbach entrevistado por Lacouture. (Ver Jesuitas, 11,
p. 717).
11
Cruzando el umbral de la esperanza, p. 168.
12
Declaración citada por Enrique Maza. (Revista Proceso,
núm. 968, p. 53, México, 22 de mayo de 1995).
13
Jbidem, p. 54.
14
Kolvenbach, en Fieles a Dios y al hombre, pp. 66-67.
15
lbidem, p. 45, Ignacio citado por Kolvenbach.
16
Ibidem, p. 70, afirmación de Kolvenbach.
17
lbidem, p. 76.
150
18 Constituciones, 379.
19
Jbidem, 275.
20 "Debemos siempre tener, para en todo acertar. que lo
blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia hil'.
rárchica así lo determina". (Ejercicios espirituales, 36'.i.)
21 Enrique Maza (ver nota 12). Respecto a las diferencias
de opinión entre los jesuitas y el Papa y la afirmación tk
Malachi Martin, en su libro Los jesuitas, de que Juan Pahlo
Il habría estado a punto de disolver la Compañía de Jesús,
Kolvenbach opina: "Es absurdo pensar que la Compañía
pueda oponerse al Papa. La historia y la vida presente de
los jesuitas demuestran que estamos siempre dispuestos a
cumplir la misión que los pontífices nos confían" (Fieles a
Dios y al hombre, p. 41).
22
Enrique Maza (ver nota 12).
23 Ibídem.
24 Luis Suárez, diario Excélsior, México, 22 de agosto de
1985.
26 Giacomelli en Fieles a Dios y al hombre, p. 5.
27 En Ja casa de Ellacuría, situada detrás de las instala-
ciones de la Universidad. (Diario Excélsior, México, 17 de
noviembre de 1989.)
28 Jesuitas, 11, pp. 708 y siguientes. Mataron también a la
sirvienta Julia de Alba y a su hija Celina, de 15 años.
29
Diario Excélsior, ver nota 27.
30 Ibidem.
31
Jbidem.
32
lbidem.
33
Jesuitas, ver nota 28.
34 Ver la encíclica de Juan Pablo 11 Redemptor Hominis,
publicada el 4 de marzo de 1979.
35 Jesuitas, 11, pp. 400 y siguientes. Entre los sacerdotes
asesinados en Nueva Francia, Lacouture menciona a los pa-
dres Juan de Brébeuf, Luis Lallemont e Isaac Jogues.
151
 'º lbidem, cronología. Entre los fusilados se menciona al
padre Pierre Olivaint.
37
Jbidem, p. 567.
38
Jbidem, pp. 512-514. BIBLIOGRAFÍA DE LAS OBRAS CITADAS
39
Declaraciones de Kolvenbach en Fieles a Dios y al
hombre, p. 37.
40
lgnis, fuego. Bataillon, Marcel. Erasmo y España, Traducción de Anto-
41
Ignacio citado por Lacouture en Jesuitas, 1, 173: /te et nio Alatorre. Prefacio del autor a la edición francesa,
inflamate. 1937, y prólogo a la traducción española, 1949. 2ª ed.,
Fondo de Cultura Económica, México, 1966.
CUADRO XII Bowers, Claude G. Misión en España. Versión española de
Juan López S. Revisión de Agustín Bartra. Grijalbo, Mé-
1
Ver Los Jesuitas, pp. 24-25. xico, 1955.
2
Ver cuadro I, nota 2. Brandi, Carlos. El renacimiento. En Historia Universal, di-
3
En palabras del jesuita Louis Beimaert, citado por La- rigida por Walter Goetz, versión española de Manuel
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Vilalta y Vidal, Antonio. La premeditación como circuns-

154 155
 BIBLIOGRAFÍA DE MARUXA VILALTA

(Preparada por María Elena Reuben, investigadora de Hofstra

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ÜBRAS DE MARUXA VILALTA

TEATRO

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191
 ÍNDICE

Prólogo . . . 9
Escenografía . 17
Personajes . . 18
Lista de cuadros . 20
CUADRO I. En blanco y negro 23
CUADRO II. Los expulsados . . 35
CUADRO III. El hombre del saco . 42
CUADRO IV. Interrogado por los frailes . 49
CUADRO V. Ignacio encadenado 61
CUADRO VI. Con el inquisidor. 65
CUADRO VII. Elegido general . . 76
CUADRO VIII. Mujeres. . . . . . . 86
CUADRO IX. En el frente de batalla . 98
CUADRO X. El clero . . . . . . 100
CUADRO XI. Los que regresan . 106
CUADRO XII. Somos jesuitas . . 123
Notas. . . . . . . . . . . . . . . 129
Bibliografía de las obras citadas. 153
Bibliografía de Maruxa Vilalta . 157

193
 Maruxa Vilalta
.<
EN BLANCO Y NEGRO
IGNACIO Y LOS JESUITAS.·,
OBRA EN 12 CUADROS'
Maruxa Vilalta destaca ~n la dramaturgia mexica~a a
nivel internaciol'lal. Sus obras han sido traducidas,
publicadas y representadas en div~rsos países. ·
Es Creadora Artística del Sistema Nacional de
Creadores de Arte.
Te mas como la incomunicación y el afán de evasión se
unen en las piezas de esta autora a la crítica política y
la protesta contra la injusticia social.
En sus obras más recientes el tema centrc;tl sigue siendo
la defensa del ser humano. En este libro, la vitla de
Ignacio de Loyola, los conflictos actuales de los jesuitas,
la teología de la liberación y los sacerd9tes asesinados
por defender los derechos de las minorías y apoyar a
quienes luchan por su libertad. La constante en las
obras de Maruxa Vilalta sigue siendo la misma. Su
teatro da un significado más amplio a los problemas de
México y de sus pobladores en la hora actual.
El teatro completo de Maruxa Vilalta está publicado
por el Fondo de Cultura Económica en los libros:
Teatro I, Teatro II, Teatro III, Francisco de Asís
y Jesucristo entre nosotros.

COLECCIÓN POPULAR
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉXICO