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CAPÍTULO VI

LA TEOLOGÍA PASTORAL HOY.

1. Introducción

Integrando el recorrido hecho en los capítulos precedentes, éste nos presentará sistemáticamente
el concepto de teología pastoral, sus divisiones, su objeto material, formal, y su método.

2. Concepto propuesto de teología pastoral

La teología pastoral o practica refiere a la autorrealización de la Iglesia en las coordenadas


actuales. Una definición que parece involucrar todos los aspectos ya estudiados nos señala que esta
teología es ‘una ciencia teórico-práctica, que, con los principios de la teología especulativa, y con la
ayuda de algunas ciencias del hombre, estudia e ilumina la acción evangelizadora de la comunidad
eclesial en su contexto cultura, aquí y ahora’.
Es una ciencia teórica porque su finalidad es estudiar, sacar elementos de la teología
especulativa y formular principios, que iluminen a los agentes pastorales en sus decisiones. Es más,
no puede haber una práctica seria y consecuente que no tenga a la reflexión como uno de los
elementos componentes del proceso. En otros términos, en toda acción de la Iglesia hay un
componente reflexivo, aunque ciertamente algunas veces sea implícito.
Es una ciencia práctica porque estudia e ilumina la acción evangelizadora de la comunidad
eclesial, porque se trata de la acción de todos los bautizados según su vocación y roles en la Iglesia.
Como lo señala J. Ramos “una doctrina teológica incapaz de iluminar una práctica y que no
lleve a la realización de la Iglesia y de su misión en el mundo es pura especulación que poco tiene
que ver con la teología, y una practica pastoral que no esté asentada sobre una sólida
fundamentación teológica no pasa, en muchas ocasiones, de ser una aventura o un mero
experimento”1.

3. Divisiones clásicas de la teología pastoral

Clásicamente la teología pastoral se ha dividido en dos grandes ámbitos de estudio y


realización: la TP fundamental, y la TP especial.

3.1. Teología pastoral fundamental.

Esta estudia la naturaleza y la dinámica de la acción pastoral, preguntándose por la misma


acción en si misma considerada. La Iglesia debe preguntarse que hace y de que manera se
manifiesta en la acción su propio ser. Lógicamente, este nivel de comprensión de la acción pastoral
está fuertemente influenciado por la conciencia del mismo ser eclesial. En este nivel no podemos
hablar de una teología pastoral prescindiendo de sus raíces eclesiológicas. Así como la eclesiología
estudia el ser de la Iglesia, la pastoral estudia el obrar teniendo en consideración que no existe
ningún ser que no se manifieste en el obrar así como no existe ningún obrar que no sea
manifestación y epifanía del mismo ser. Ser y obrar, más que oponerse, se auto implican y se auto
explican.

1
J. RAMOS, Teología pastoral, BAC, Madrid, 1999, 8-9.
A este ámbito de la TP le corresponde una profundización de la acción eclesial en sí desde sus
referencias básicas: la continuidad de la misión de Jesucristo, la progresiva e histórica configuración
hacia el Reino y el destino de esa acción en la evangelización del mundo. Desde las tres referencias
surge una criteriología pastoral, y desde ellas diferentes dimensiones de la acción pastoral que han
de ser posibilitadas.

3.2. Teología pastoral especial

En este caso contemplamos la acción de la Iglesia en el hoy de la historia con un objetivo muy
determinado: la proyección de una acción nueva que responda con más autenticidad a lo que la
acción pastoral debe ser. Esta dimensión de la pastoral abarca dos secciones: la primera contempla
la edificación de la Iglesia, estudiando la pastoral de la Palabra de Dios, de la liturgia y del servicio
cristiano; la segunda, comprendida como Iglesia sierva de la humanidad estudia la relación de la
Iglesia con el mundo.
Enumeramos los tres campos de acción pastoral de la Iglesia antes mendiconados:

3.2.1. Pastoral de la Palabra (Kerygma-martyria)


3.2.2. Pastoral litúrgica (Leiturgia)
3.2.3. Pastoral del servicio (Diakonia)

4. Objeto de la Teología pastoral

El objeto responde a la pregunta ¿Qué cosa?

4.1. Objeto material. Refiere al campo o ámbito de reflexión de la TP, el cual es dado de toda la
vida, acción y praxis de la Iglesia. Esto comprende en concreto:
4.1.1. La acción de todos los miembros de la Iglesia, con tareas y roles diversos al interior
de la única misión, sea a nivel personal, sea a nivel comunitario, sea a nivel de estructura e
institución.
4.1.2. Las mediaciones o funciones fundamentales a través de las cuales la Iglesia entera
ejercita la propia misión al servicio del reino: el anuncio y el testimonio de la Palabra de Dios en
sus diversas formas; la celebración de la liturgia y de los sacramentos con la oración; el servicio de
la comunión y de la fraternidad; el servicio de la caridad y de la promoción humana.
4.1.3. La diversidad de factores culturales, económicos, sociales y políticos, religiosos que
interpelan a la Iglesia en su misión universal

En pocas palabras, el objeto material es la vida y la acción de la Iglesia. Así, este objeto material
puede ser comprendido con otras disciplinas como la eclesiología o la historia de la Iglesia.

4.2. Objeto formal de la teología pastoral es la realización eclesial condicionada por la situación
presente, que no es, por lo que se refiere a la Iglesia, una mera realidad exterior a ella: es también
un constitutivo eclesial y por ello el análisis de esta situación tiene un carácter teológico. Así, la
perspectiva o forma de llegar al tema es dada por la actualidad, por el ‘aquí y ahora’ de la vida,
acción y praxis de la Iglesia. Por tanto se entiende el hacer de la Iglesia en su dimensión dinámica e
histórica, siempre relacionada de una parte a condiciones concretas y particulares y de otra a una
visión universal, históricamente interdependiente e inter eclesial2.
Juan Pablo II señala que “la teología pastoral o práctica es una reflexión científica sobre la
Iglesia en su vida diaria, con la fuerza del Espíritu, a través de la historia; una reflexión sobre la
Iglesia como sacramento universal de salvación de Jesucristo en la Palabra, en los Sacramentos y en
el servicio de la caridad. La pastoral nos es solamente un arte ni un conjunto de exhortaciones,
experiencias y métodos; posee una categoría teológica plena, porque recibe de la fe los principios y
criterios de la acción pastoral” (PDV 57).
Sin embargo debemos subrayar que esta comprensión del dinamismo de la Iglesia en el hoy
de la historia para comprender el plan de Dios se realiza por la fe y no solo por la razón. Por ello es
que, cuando la TP usa los datos de las ciencias humanas nunca los mira solo con la razón y a la luz
de la experiencia sino que lo hace con la insustituible luz de la fe, para hacer verdadera teología. Por
ello se afirma que la TP “posee una categoría teológica plena, porque recibe de la fe los principios y
criterios de la acción pastoral de la Iglesia en la historia” (PDV 57).
En pocas palabras, el objeto formal es todo cuanto la Iglesia hace en orden a la actuación de
la salvación hoy, vale decir, a la evangelización hoy. M. Midali parece sintetizar lo antes expuesto
al señalar que la tarea específica de la TP es “subrayar valorar y orientar, a la luz de la fe y con el
auxilio de principios unificadores, de teorías, de modelos, de categorías interpretativas y de un
propio itinerario metodológico, el devenir de la religión, del cristianismo y de la Iglesia,
considerado en el hoy y en los diferentes contextos humanos, cristianos y eclesiales”3

4.3. Objeto final de la TP se puede expresar en la planificación de la realización eclesial en el


mundo presente y en el futuro, es decir, una realización adecuada de la Iglesia en el mundo
contemporáneo, en una inseparable fidelidad al Evangelio del Reino de Dios y al hombre concreto e
histórico, considerado en su dimensión personal y colectiva.

5. El sujeto.

Responde a la pregunta ¿Quién? El sujeto, es decir, quien desarrolla la función eclesial es la


Iglesia. Toda ella es ministerial orgánica y jerárquicamente constituida. Por ello todos y cada uno
son importantes en la acción pastoral.

6. Método teológico, empírico crítico.

Si bien existen diversos métodos que se han aplicado como propios para esta disciplina
teológica, cada vez hay un mayor consenso en el reconocer como el método más apropiado el
denominado ‘teológico, empírico y crítico’. Por ello, sin desconocer los otros métodos como el
“Ver, juzgar y actuar” profundamente arraigado en ciertos sectores de Latinoamérica; y el
‘doctrinal’, asociado a posiciones más conservadoras profundizaremos en el método antes
mencionado.
Esté método es teológico porque hace referencia, en cada una de sus fases a criterios de fe;
produce juicios de fe; desarrolla un discernimiento a la luz de la fe. Es empírico porque parte de la
praxis actual, desde la situación, para conducirla a una nueva praxis. Es crítico porque se basa sobre
la interpretación y valoración de la situación de partida y porque confronta críticamente los aportes
que le vienen desde las otras disciplinas.
2
Cabe hacer presente que entre las diferentes corrientes de la teología pastoral reconocen también algunas diferencias
en cuanto al objeto formal. Para profundizar ver M MIDALLI, Teología practica. 1, Roma, LAS, 2005, 392-393.
3
M MIDALLI, Teología practica. 1, Roma, LAS, 2005, 393.
El método teológico empírico-crítico tiene como mentor al P. Mario Midali, catedrático de
la Pontificia Universidad Salesiana de Roma. Este profesor ofrece un método o camino que integra
lo inductivo y lo deductivo, la reflexión y la praxis, las ciencias teológicas y las ciencias más
antropológicas, la vida de la iglesia particular y la vida de la Iglesia universal. En otras palabras, la
riqueza de este método es, por una parte, su referencia permanente a la fe y a los criterios
teológicos; por otro lado a la valoración de la interdisciplinaridad de esta ciencia, con la
consiguiente necesidad de recurrir a las disciplinas auxiliares como la sicología, sociología y
pedagogía, entre otras.
Este método se divide en tres fases: la Kairológica (análisis crítico de la realidad vigente);
la criteriológica (la proyección de la praxis deseada con identificación de las metas); y la fase
operativa (como realizar el cambio o fase estratégica). A su vez cada una de estas etapas tiene
varios momentos: la fenomenológica descriptiva; la crítico-interpretativa; la criteriológica; la
normativa, etc. Veamos cada una de estas fases según su objetivo específico:

6.1. Fase Kairológica.

Esta primera fase tiene como objetivo elaborar un diagnóstico o interpretación crítica de la
realidad pastoral que se asume como punto de partida y en la cual se quiere realizar un nuevo
proyecto pastoral. El objetivo se alcanza si se lee e interpreta la realidad dada con espíritu de fe y
profesionalidad (llamada ‘prudencia sapiencial’)4.
La prudencia pastoral, en efecto, dispone al agente pastoral a ponerse en relación crítica con
la realidad, vale decir, a madurar la capacidad de distinguir, tomar posición, alinearse sin juzgar de
lo alto, sino inserto en la realidad dada. Esta modalidad requiere la fundamental capacidad de
discernimiento comprendida como la sensibilidad de la acción del Espíritu que actúa en modo
creativo en la comunidad de los hombres hoy como ayer, para favorecer aquella realidad y aquellos
procesos que aparecen desde él y para desenmascarar aquellas realidades o procesos culturales que
aparecen contrarios.
Tal discernimiento se actúa a niveles complementarios: a nivel personal, es decir, a nivel de
la vida de cada cristiano; y a nivel comunitario, que toma en consideración la vida de la comunidad
cristiana en su dimensión local.
¿Cómo opera el discernimiento? Algunos criterios operativos, que parten del presupuesto de
integrar la fe y la vida, son:
i. La comunión eclesial, realidad fundamental
ii. La diaconía y la corresponsabilidad
iii. La necesidad de impostar criterios de discernimiento estableciendo un método donde
están presentes: la formulación del problema, la oración personal y comunitaria, el
intercambio de opiniones sobre el tema en discusión y la desición.

Los instrumentos de los cuales es posible servirse son la observación común desde la fe
y la valorización de las ciencias analíticas.
El primero, aunque es a primera vista fácil para todos, no es del todo fácil en su
aplicación porque involucra a toda la persona, la cual es llamada a manifestar su valoración
de la realidad, a partir de la aten ta escucha del Espíritu Santo más que del propio
razonamiento y emotividad. Entonces es un instrumento importante porque toma la realidad
‘viva’ y las preguntas que de ella emergen. Sin embargo no está exenta de la subjetividad

4
Cf. G. VILLALTA, L’agire della Chiesa, EDB, Bologna, 2009, 84s.
que limitan su valor y exige el uso de otros instrumentos que ayuden a objetivar mejor la
aproximación a la realidad y su justa valoración
El segundo, es decir, la valoración de las ciencias analíticas, trata de referirse a
investigaciones sociológicas o sicológicas, releyéndose los resultados desde la perspectiva
de fe que anima todo proceso teológico pastoral. Los resultados de las ciencias analíticas
ofrecen una visión más objetiva o menos influenciada de las precomprensiones personales
y/o comunitarias de la situación. No sustituyen pero pueden enriquecer bien el análisis
participado hecho en la observación común.
Un tercer aspecto que nutre y complementa los dos puntos señalados precedentemente es
un buen acercamiento a la historia de la comunidad, pues de todo punto de vista no es
correcto proyectar el futuro eliminando el pasado o reduciéndolo a un cúmulo de recuerdos
interesantes pero sin influencia, defecto que conlleva el eterno ‘volver a empezar’ pastoral.
Todas estas valoraciones se realizan teniendo algunos criterios de referencia (y no
arbitrariamente): una escala de valores (principios doctrinales, valores evangélicos, normas
morales, modelos eclesiales), criterios cristológicos, neumatológicos, eclesiológicos,
histórico salvíficos.
En conclusión, en esta etapa es clave dilucidar las preguntas relevantes, implícitas o
explícitas, o de las necesidades que en continuidad con la historia de salvación emergen del
análisis: se exige entonces atención a la analogía de la fe, al Magisterio de la Iglesia y a los
justos dictámenes de la prudencia humana.

6.2. Fase criteriológica: identificación de las metas.

Consiste en identificar y describir los objetivos y las metas a alcanzar para realzar una
renovación de la praxis eclesial. Debemos entender la nuclearizad del misterio de la
encarnación como principio fundante para comprender esta fase. Como lo señala G. Villalta
“el misterio del Verbo hecho carne es característica normativa y esencial de la fe cristiana en
su dimensión de presencia en la historia”5.
En pocas palabras, esta fase consiste en la identificación de las metas. Podemos
subdividirla en tres momentos:

6.2.1. Momento subjetivo o crítico. Quién está satisfecho de su acción pastoral no


se pone frente al problema del cambio. Por ello, justamente este momento está marcado
por la insatisfacción . Solo en esta condición se puede pensar en una re proyectación.
Así, la intervención de la teología pastoral es para criticar la situación presente.

6.2.2. Momento normativo. Consiste en precisar –mejor que en la primera fase, los
imperativos pastorales y los caminos que es oportuno recorrer en vista del futuro, para
hacer frente a los cambios. Como enseña M. Midali, este momento debe responder a las
preguntas ¿A Cual Cristo queremos anunciar? ¿Qué experiencia de Iglesia queremos
promover? ¿Cuál modelo de comunidad actuar? ¿Cuál evangelización realizar? ¿Cuál
servicio al hombre queremos prestar? ¿Cuál transformación de la sociedad queremos
realizar?

6.2.3. Momento criteriológico. La identificación de las metas pastorales no va


hecha en base a preferencias personales o de grupos, sino más bien en base a algunos

5
VILLALTA G., L’agire della Chiesa, EDB, Bologna, 2008, 88. Ver también: GS 22 y 23.
criterios objetivos que la teología pastoral es llamada a extraer de la Sagrada escritura;
así como de la Tradición de la Iglesia, considerando la reflexión teológica. También
debe dejarse ‘auxiliar’ por otras ciencias como la pedagogía, la sicología y la sociología
entre otras.

6.3. Fase operativa.

Esta tercera fase tiene como objetivo definir un proyecto, es decir, configurar una nueva
realidad como respuesta a las necesidades pastorales sirviéndose de ciencias auxiliares, tales
como las la pedagogía o la comunicación, partiendo de la fase de comprensión teológica
desarrollada en la primera parte.
Para comprender esta fase se hace necesario clarificar tres términos que serán de uso
frecuente en ella:
a. El proyecto, entendido como una visión global y unitaria que orienta la praxis
en una específica dirección, hacia el ‘deber ser’.
b. El programa, que se comprende como la distribución en términos de persona,
lugares y tiempos de los elementos descritos en el proyecto y la
determinación concreta y realista de las operaciones por cumplir. Mide el
deber ser indicado en el proyecto con las situaciones concretas en la
parroquia, asociaciones, grupos y oficios eclesiásticos.
c. El itinerario, que pone en evidencia que el proyecto llevado a programa
requiere un proceso en el tiempo para su realización.

Con estos puntos claros, entendemos que esta fase estratégica consiste en la programación
de proyectos pastorales en un itinerario de tiempo determinado.
M. Midali señala que esta fase está constituida por tres etapas:

6.3.1. La decisión. la cual es pastoral y operativa a la vez. Este momento, lejos de todo
pragmatismo esta caracterizado por el discernimiento, por la participación activa de los
operadores pastorales, por la atención a los sujetos más débiles social o culturalmente, por el
establecer momentos precisos que hagan crecer a las personas y a la comunidad, y por la
transparencia, sea en las motivaciones como en la propuesta.
6.3.2. La programación. Programar, como ya se enunció oportunamente dice relación con:
 El trabajo en equipo a partir de las exigencias de los destinatarios inspiradores del proyecto
de vida cristiana
 Elaborar objetivos concretos
 Hacer madurar las motivaciones (el porqué), a las modalidades (el como comuinicar o
educar la fe), y en fin, a la verificación personal y comunitaria.

6.3.3. La periódica verificación y la eventual ratificación, sea del análisis, sea de la situación,
como también de los objetivos generales y particulares así como de la entera estrategia
diseñada. Así, la verificación resulta un momento central porque permite ir viendo el
dinamismo y al mismo tiempo desarrolla el dinamismo eclesial para dar una adecuada
respuesta a las problemáticas del tiempo.
Para una correcta verificación se debe atender a ciertos factores:
6.3.3.1. La referencia a los valores que sostienen a las diferentes comportamientos de la
Iglesia
6.3.3.2. Observar si los objetivos intermedios han sido alcanzados y verificar si en esta
realidad son válidos los presupuestos iniciales.
6.3.3.3. No olvidar que la única referencia para poder verificar el desarrollo del proyecto son
los comportamientos de las personas. De ellos se puede, de alguna manera

En pocas palabras, la propuesta de M. Midali señala tres momentos en esta fase: la decisión o
discernimiento; la programación (equipo, objetivos, motivaciones, interacciones); y verificación o
rectificación (del análisis, de los objetivos generales y sectoriales, de la estrategia).

Tabla resumen
Fase Kairológica Fase Criteriológica Fase operativa

Identidad Referencia creyente (a la luz Individuar las ideas guía o Desiciones


de la fe) y competente a la criterios teológicos para las pastorales
situación. tres fases operativas como
respuesta a las
preguntas
Modalidad de Discernimiento, nociones, Fundamentación teológica A través de la
acción sujeto y criterios de la practica pastoral programación

Instrumentos Aproximación histórica, Diálogo entre la teología Actos pastorales


analítica y observación pastoral y las otras ciencias coherentes con los
participada criterios y las
preguntas.
Resultado o Preguntas explícitas, Definición de los criterios Cambios de la
éxito de la implícitas, germinales, como respuesta a las realidad dada en la
etapa ausencia de preguntas preguntas: que hombre, que realidad deseada.
cristiano, que Iglesia, que
vida cristiana

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