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LOS ATRIBUTOS DE DIOS

A. W. Pink
Un conocimiento espiritual y salvífico de Dios es la mayor necesidad de
cada criatura humana. (Job 22:21) (Jeremías 9:23-24)
El fundamento de todo el conocimiento verdadero de Dios debe contener
una clara aprehensión mental de Sus perfecciones, como son reveladas en
la Santa Escritura.
Se necesita algo más que un conocimiento teórico de Dios. El Señor es
solamente conocido en el alma, cuando nos rendimos a Él, nos sometemos
a su autoridad, y regulamos todos los detales de nuestras vidas bajo Sus
santos preceptos y mandamientos. (Oseas 6:3) (Juan 7:17) (Daniel 11:32)

CAPÍTULO 1
LA SOLEDAD DE DIOS
Muy pocas personas, hoy en día, están acostumbrados a pensar sobre las
perfecciones personales de Dios, pocos de aquellos que leen la Biblia
ocasionalmente, saben de la grandeza del carácter Divino, que inspira
temor e incita a la adoración. Que Dios es grande en sabiduría, maravilloso
en poder, y, sin embargo, lleno de misericordia, es tenido por muchos
como algo casi del dominio público; pero sostener una concepción
correcta, al menos aproximada, de Su ser, naturaleza, atributos, tal como
se revelan en la Santa Escritura, es cosa que muy pocas personas han
alcanzado en estos tiempos degenerados. Dios es único en Su excelencia.
(Ex. 15:11).
Antes de todo
“En el principio…Dios” (Génesis 1:1). Hubo un “tiempo”, por así decirlo,
cuando Dios, en la unidad de Su naturaleza (aunque existiendo igualmente
en tres personas divinas), habitaba sólo. “En el principio… Dios.” No había
cielo, que es donde se manifiesta de manera particular Su gloria en el
tiempo presente. No había tierra que ocupara Su atención. No había
ángeles que cantaran Sus alabanzas, ni universo que se sostuviese por la
palabra de Su poder. No había nada ni nadie sino Dios; y esto, no durante
un día, un año, o una época, sino “desde el siglo”. Durante una eternidad
pasada, Dios estuvo sólo: completo, suficiente, satisfecho en Sí mismo, no
necesitando nada. Si un universo, o ángeles, o seres humanos le hubiesen
sido necesarios en alguna manera, hubiesen sido llamados a la existencia
desde toda la eternidad. Nada añadieron esencialmente a Dios al ser
creados. Él no cambia (Malaquías 3:6), por lo que Su gloria substancial no
puede ser aumentada ni disminuida.
Su voluntad soberana
Dios no estaba bajo coacción, obligación, ni necesidad alguna de crear. El
hecho de que quisiera hacerlo fue puramente un acto soberano de Su
parte, no producido por nada fuera de sí mismo; no determinado por nada
sino por Su propia buena voluntad, ya que Él “hace todas las cosas según
el designio de su voluntad” (Ef. 1:11). La razón para que Él creara fue
sencillamente para manifestar su gloria.
(Nehemías 9:5). Dios no sale ganando nada ni siquiera con nuestra
adoración. Él no necesitaba esa gloria externa de Su gracia que procede de
Sus redimidos, porque es suficientemente glorioso en Sí mismo sin ella.
¿Qué fue lo que le movió a predestinar a Sus elegidos para la alabanza de
la gloria de Su gracia? Fue, como dice Efesios 1:5, “el puro afecto de su
voluntad.”
(Romanos 11:34-35) La importancia de este pasaje es que es imposible
someter al Todopoderoso a obligación alguna hacia la criatura; Dios no
sale ganando nada con nosotros. (Job 35:7-8)(Lucas 17:10), nuestra
obediencia no ha aprovechado en absoluto a Dios.
Es más, nuestro Señor Jesucristo no añadió nada al ser y a la gloria
esencial de Dios, ni por lo que hizo, ni por lo que sufrió. Es verdad, bendita
y gloriosa verdad, que nos manifestó la gloria de Dios, pero no añadió
nada a Dios. (Salmos 16:2). Todo este salmo es de Cristo. La bondad y la
justicia de Cristo aprovechó a sus santos en la tierra (Salmos 16:3), pero
Dios estaba por encima y más allá de todo ello, pues es “el Bendito”
(Marcos 14:61).
Es absolutamente cierto que Dios es honrado y deshonrado por los
hombres; no en Su ser substancial, sino en Su carácter oficial. Es
igualmente cierto que Dios ha sido “glorificado” por la Creación, la
providencia y la redención. Esto no lo negamos, ni por un momento. Pero
todo ello tiene que ver con Su gloria manifestativa, y nuestro
reconocimiento de ella. Con todo, si Dios así lo hubiera deseado, habría
podido continuar sólo por toda la eternidad, sin dar a conocer su gloria a
criatura alguna. E l que lo hiciera así o no, fue determinado solamente por
Su propia voluntad. Él era perfectamente bendito en Sí mismo antes de
que la primera criatura fuese llamada a la vida.
Isaías 40:15-18 nos dice qué son para Dios todas las obras de sus manos,
incluso ahora.
Este es el Dios de la Escritura; sí, todavía es “el Dios no conocido” (Hechos
17:23) para las multitudes descuidadas.
(Isaías 40:22-23) ¡Cuán infinitamente distinto es el Dios de la Escritura del
“dios” del púlpito promedio!
El testimonio del Nuevo Testamento no difiere en nada del que hallamos
en el Antiguo: no podría ser de otro modo, teniendo ambos el mismo
Autor. (1era de Timoteo 6:15-16). Él debe ser reverenciado, glorificado y
adorado. Él está sólo en Su majestad, es único en Su excelencia,
incomparable en Sus perfecciones. Él lo sostiene todo, pero, en Sí mismo,
es independiente de todo. Él da a todos, pero no es enriquecido por nadie.
Mediante la revelación
Un Dios así no puede ser conocido mediante la investigación; Él sólo
puede ser conocido tal como el Espíritu Santo lo revela al corazón, por
medio de la Palabra. Es verdad que la Creación revela un Creador, y que
los hombres son totalmente “inexcusables” (Job 26:14). Creemos que el
argumento llamado “diseño inteligente”, usado por algunos “apologistas”
sinceros para probar la existencia de Dios, ha producido mucho más daño
que beneficio, ya que ha intentado bajar al gran Dios al nivel de la
comprensión finita, y de este modo ha perdido de vista Su excelencia
única.
Se ha trazado una analogía con el salvaje que encuentra un reloj en la
selva, quien, después de un examen detenido, deduce que existe un
relojero. Hasta aquí está muy bien. Pero intentemos ir más lejos:
supongamos que el salvaje trata de formarse una concepción de ese
relojero, sus afectos personales y sus características; su disposición,
conocimientos y carácter moral; todo lo que, en conjunto, forma una
personalidad. ¿Podría tal salvaje alguna vez pensar o imaginar a un
hombre real --el hombre que hizo el reloj—y decir: “Yo le conozco”? Tal
pregunta parece inútil pero, ¿está acaso el Dios eterno e infinito más al
alcance de la razón humana? Ciertamente no. El Dios de la Escritura puede
ser conocido solamente por aquellos a quienes Él mismo Se da a conocer.
Tampoco el intelecto puede conocer a Dios. “Dios es Espíritu” (Juan 4:24),
y, por lo tanto, solo puede ser conocido espiritualmente. El hombre caído
no es espiritual, sino carnal. Está muerto a todo lo que es espiritual. A
menos que nazca de nuevo, que sea llevado sobrenaturalmente de la
muerte a la vida, milagrosamente trasladado de las tinieblas a la luz, no
puede siquiera ver las cosas de Dios (Juan 3:3), y mucho menos
entenderlas (1 Corintios 2:14). El Espíritu Santo ha de resplandecer en
nuestros corazones (no en el intelecto) para darnos “el conocimiento de la
gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6). E incluso el
conocimiento espiritual es solamente fragmentario. El alma regenerada ha
de crecer en la gracia y conocimiento de nuestro Señor Jesucristo (2 Pedro
3:18).
La oración y propósito principales de los cristianos han de ser el andar
“como es digno del Señor”, agradándole en todo, llevando fruto en toda
buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10).

CAPÍTULO 2
LOS DECRETOS DE DIOS
El decreto de Dios es Su propósito o Su determinación respecto a las cosas
futuras. Aquí hemos usado el singular, como hace la Escritura (Romanos
8:28; Efesios 3:11), porque solamente hubo un acto de su mente infinita
acerca del futuro. Nosotros hablamos como si hubiera habido muchos,
porque nuestras mentes sólo pueden pensar en ciclos sucesivos, a medida
que surgen los pensamientos y ocasiones; o en referencia a los distintos
objetos de Su decreto, los cuales, siendo muchos, nos parece que
requieren un propósito diferente para cada uno. Pero el conocimiento
infinito no procede gradualmente, o por etapas: “Conocidas son a Dios
desde el siglo todas sus obras” (Hechos 15:18 RVA).
Los decretos de Dios
Las Escrituras mencionan los decretos de Dios en muchos pasajes,
utilizando diversos términos. La palabra “decreto” se encuentra en el
Salmo 2:7. En Efesios 3:11, leemos sobre Su “propósito eterno”. En
Hechos 2:23, de su “determinado consejo y anticipado conocimiento”.
Efesios 1:9 menciona el “misterio de su voluntad”. Romanos 8:29
establece que Él también “predestinó”. En Efesios 1:9 nos habla de Su
“beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo”. Los decretos de
Dios son llamados sus “consejos” para determinar que son perfectamente
sabios. Son llamados Su “voluntad” para mostrar que Dios no está sujeto a
nada, sino que actúa según Su propio deseo. En el proceder Divino, la
sabiduría está siempre asociada con la voluntad y, por lo tanto, se dice
que los decretos de Dios son “el designio de su voluntad” (Efesios 1:11).
Los decretos de Dios están relacionados con todas las cosas futuras, sin
excepción: todo lo que es hecho en el tiempo, fue predeterminado antes
del principio del tiempo. El propósito de Dios abarcó todo, grande o
pequeño, bueno o malo, aunque debemos afirmar que, si bien Dios es el
Controlador del pecado, no es su Autor de la misma manera que es el
Autor del bien. El pecado no puede proceder de un Dios Santo por
creación directa o positiva, sino solamente por Su permiso, por decreto o
su acción negativa. El decreto de Dios es tan amplio como su gobierno, y
se extiende a todas las criaturas y eventos. Se relaciona con nuestra vida y
nuestra muerte; con nuestro estado en el tiempo y en la eternidad. De la
misma manera que juzgamos los planos de un arquitecto inspeccionando
el edificio levantado bajo su dirección, así también, por Sus obras,
aprendemos cual es (era) el propósito de Aquel que hace todas las cosas
según el consejo de Su voluntad.
Dios no decretó simplemente crear al hombre, ponerle sobre la tierra, y
entonces dejarle bajo su propia guía descontrolada; sino que fijó todas las
circunstancias de la muerte de los individuos, y todos los pormenores que
la historia de la raza humana comprende, desde su principio hasta su fin.
No decretó solamente que debían ser establecidas leyes para el gobierno
del mundo, sino que dispuso la aplicación de las mismas en cada caso
particular. Nuestros días están contados, así como también los cabellos de
nuestra cabeza. (Mateo 10:30). Podemos entender el alcance de los
decretos divinos si pensamos en las dispensaciones de la Providencia en
las cuales aquellos son cumplidos. Los cuidados de la Providencia alcanzan
a la más insignificante de las criaturas y al más minucioso de los
acontecimientos, tales como la muerte de un gorrión o la caída de un
cabello. (Mateo 10:30).
Las propiedades de los decretos divinos
Consideremos ahora algunas de las características de los decretos divinos.
Son, en primer lugar, eternos. Suponer que alguno de ellos fue dictado
dentro del tiempo, equivale a decir que se ha dado un caso imprevisto o
alguna combinación de circunstancias que ha inducido al Altísimo a tomar
una nueva resolución. Esto significaría un conocimiento limitado y un
aumento en sabiduría por parte de la Deidad, lo cual sería una blasfemia
horrible. Nadie que crea que el entendimiento Divino es infinito,
abarcando el pasado, presente y futuro, afirmará la doctrina de los
decretos temporales. Dios no ignora los acontecimientos futuros que
serán ejecutados por voluntad humana; los ha predicho en innumerables
ocasiones, y la profecía no es otra cosa que la manifestación de Su previo
conocimiento eterno. La Escritura afirma que los creyentes fueron
escogidos en Cristo antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), más
aún, que la gracia les fue “dada” desde entonces (2 Timoteo 1:9).
En segundo lugar, los decretos de Dios son sabios. La sabiduría se muestra
en la selección de los mejores fines posibles y de los medios más
apropiados para cumplirlos. Que esta característica pertenece a los
decretos de Dios, es evidente por lo que sabemos de éstos. Los decretos
no son descubiertos por su ejecución, y cada comprobación de la sabiduría
en las obras de Dios es a su vez una prueba de la sabiduría del plan por el
cual se llevan a cabo. Como declara el salmista: “¡Cuán innumerables son
tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena
de tus beneficios.” (Salmo 104:24). Sólo podemos observar una
pequeñísima parte de ellas, pero, como en otros casos, conviene que
procedamos a juzgar el todo por la muestra; lo desconocido por lo
conocido. Aquel que, al examinar parte del funcionamiento de una
máquina, percibe el admirable ingenio de su construcción, creerá,
naturalmente, que las demás partes son igualmente admirables. De la
misma manera, deberíamos estar satisfechos en nuestras mentes respecto
a las obras de Dios, cuanto las dudas nos asalten; y deberíamos repeler
cualquier objeción que se sugiera por cualquier cosa que no podamos
reconciliar según nuestras nociones de lo que es verdadero y sabio.
Cuando lleguemos a los límites de lo finito, y solo podamos mirar de lejos
el misterio infinito, exclamemos: “¡Oh profundidad de las riquezas de la
sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).
En tercer lugar, son libres. (Isaías 40:13-14). Cuando Dios dictó Sus
decretos estaba solo, y Sus determinaciones no se vieron influidas por
causa externa alguna. Él era libre para decretar o dejar de hacerlo, para
decretar una cosa y no otra. Es preciso atribuir esta libertad a Aquel que
es supremo, independiente y soberano en todas Sus acciones.
En cuarto lugar, los decretos de Dios son absolutos e incondicionales. Su
ejecución no está sujeta a condición alguna que se pueda o no cumplir. En
todos los casos en que Dios ha decretado un fin, ha decretado también
todos los medios para dicho fin. El que decretó la salvación de sus
elegidos, decretó también darles la fe, (2 Tesalonicenses 2:13). “Mi
consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:10); pero esto
no podría ser así si Su consejo dependiese de una condición que pudiera
dejar de cumplirse. Dios “hace todas las cosas según el designio de su
voluntad” (Efesios 1:11).

Hasta aquí el contenido de Arthur Pink acerca de los atributos de Dios, ahora
veremos algunos puntos más específicos sobre este mismo tema.
Referencia histórica: Arthur Walkington Pink (Nottinghan, Inglaterra 1 de abril de 1886 –
Stornoway, 15 de julio 1952)  fue
un teólogo,evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por
su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas en
medio de una era dominada por la oposición a las tradiciones teológicas.

Cuando hablamos sobre los atributos de Dios nos referimos a cualidades o


características suyas que nos ayudan a entender cómo es él. Los seres
humanos nunca lograremos comprender completamente todo lo que Dios
es, pero él ha revelado mucho sobre sí mismo en su Palabra. 
Algo que debemos tener siempre en mente es el hecho de que ningún
atributo de Dios anula otro. Sus atributos actúan en unidad, se matizan
entre ellos, y todos juntos forman el carácter de Dios. Él no es una cosa hoy
y otra mañana, sino que él es y será el mismo por siempre.
Los atributos de Dios son características especiales de su Deidad, que nos comunican la
verdad de su Ser desde las profundidades de la Biblia.
Estascaracterísticas (atributos) se clasifican en  Comunicables e Incomunicables.

a). Atributos Comunicables.- Son atributos que pueden ser comunicados al ser


humano. Es decir, Dios puede compartir de la esencia de cierto atributo con cada
persona (su amor, su bondad, su fidelidad, etc).

b). Atributos Incomunicables.- Son atributos que le pertenecen únicamente a Dios, y


no pueden ser compartidos con el hombre (perfección, eternidad, omnisciencia,
trascendencia, etc).

A continuación te presento una lista con los atributos de Dios, en los que conocerás la
manifestación de su Ser a la humanidad.
Es importante que los conozcas pues son parte fundamental de la doctrina bíblica.

ATRIBUTOS INCOMUNICABLES
1. Dios es santo
 La santidad de Dios habla de su majestad y grandeza, de su pureza
y de su perfección moral. En Dios no hay mancha ni pecado. En Dios
no hay defecto ni maldad. Dios es único. No hay, ni nunca habrá en
toda la creación nadie tan perfectamente santo como nuestro Dios.
Esta es una de las razones por las que él es el único digno de toda
nuestra alabanza y adoración. (1 era de Samuel 2:29) (Isaías 57:15)
(Levítico 11:44-45) (Isaías 5:16)

 2. Dios es eterno
 Dios no tiene principio ni tendrá fin. Él ha existido por siempre y
existirá por toda la eternidad. Este es un concepto difícil de
entender para nosotros los seres humanos que contamos todo
basados en el tiempo: segundos, minutos, años, estaciones...
Pero Dios no está limitado por el tiempo.

Contrario a todo lo demás que hay en el universo, Dios no fue creado


por nadie: él es, existe desde la eternidad y existirá por toda la
eternidad. Cuando Moisés le preguntó a Dios su nombre, Dios le
contestó "YO SOY EL QUE SOY". Ese el nombre eterno de Dios, y el
nombre con el que es y será conocido por todas las generaciones. Un
nombre que proclama su eternidad. (Éxodo 3:13-15) (Salmo 90:2)
(Salmo 102:12) (Isaías 40:28) (Deuteronomio 33:27)

3. Dios es omnipotente
Cuando decimos que Dios es omnipotente o todopoderoso nos referimos al
hecho de que él todo lo puede. ¡No hay nada que Dios no pueda hacer! El
poder de Dios es ilimitado en todos los aspectos y nunca termina. Por esta
razón, Dios puede hacer lo que desea en el momento y en la forma que él
quiere.

(Génesis 17:1) Dios se presentó como el Dios Todopoderoso. Desde el


principio de la conversación Dios quería dejarle claro a Abram que todo lo
que le iba a decir y las promesas que le iba a hacer las cumpliría. No hay
nada imposible para Dios, y nosotros - tal como hizo Abram - debemos
creer y confiar en su poder tan completo e inacabable. (Éxodo 6:3) (Salmo
89:8) (Salmo 91:1) (Isaías 47:4) (Romanos 1:20)

4. Dios es omnisciente
Decir que Dios es omnisciente es decir que él sabe todas las cosas del
pasado, del presente y del futuro. ¡Su conocimiento no tiene límites! Dios
conoce absolutamente todo sobre el Universo, sobre la humanidad, todo lo
que ha existido y lo que existirá. No hay nada que pueda escapar a su
conocimiento.

Dios no solo conoce todo en términos generales sobre la humanidad y todo


lo que nos rodea. Él también nos conoce completa y personalmente a
todos nosotros. El Salmo 139 lo expresa muy bien. En ese Salmo vemos que
Dios conoce cuando nos movemos o nos sentamos, lo que pensamos, lo
que hablamos... ¡todo! (Salmos 139:1-6) (Job 34:21-22) ( Proverbios 5:21)
(Hechos 15:18) (Hebreos 4:13) (1 Juan 3:19-20)

6. Dios es inmutable
Inmutable quiere decir que no cambia, que no se puede cambiar ni
mudar. Dios ha sido, es y siempre será igual... desde la eternidad y por
toda la eternidad. Su carácter o la esencia de lo que él es, no cambia: lo
que él es hoy, lo ha sido siempre. El Dios que hoy está con nosotros es el
mismo del cual leemos en la Biblia. Tiene el mismo poder, tiene el mismo
amor y es igual de santo.

Los seres humanos cambiamos constantemente. Nacemos como bebés,


crecemos y nos hacemos más fuertes, pero luego vamos decayendo poco a
poco.No solo cambia nuestro físico, también lo hacen nuestro
temperamento y nuestras emociones. La Biblia explica algo sobre esa
diferencia entre los humanos y la eternidad e inmutabilidad de Dios en el
Salmo 103. (Salmo 103:15-18).
Saber que Dios nunca cambia debe traer paz a nuestros corazones. En un
mundo tan incierto y tan lleno de cambios como el que vivimos, es bueno
saber que Dios es nuestra roca fuerte y firme, nuestro refugio. En él nos
podemos apoyar en todo momento. (Salmo 18:2) (Malaquías 3:6) (Santiago
1:17) (Números 23:19) (Salmos 102:25-27) (Salmos 33:11).

7. Dios es omnipresente
Dios está en todas partes siempre. No hay ningún lugar donde podamos
escapar de su presencia. Él está siempre presente en todo lugar y en todo
tiempo de la historia, sea el pasado, el presente o el futuro pues él no está
limitado por el espacio ni por el tiempo.

Salomón entendía muy bien este concepto. Él sabía que la presencia de


Dios no se limita a un lugar específico. Él tenía la seguridad de que Dios
está en todas partes y que ningún espacio lo puede contener. En 1 Reyes
8:27 Salomón oró frente al altar del Señor diciendo lo siguiente:

Pero ¿será posible, Dios mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por altos
que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!
(1 Reyes 8:27)

Dios no está solamente en el templo o en los lugares que consideramos


"sagrados". Él está en todo lugar, él lo ve todo. No podemos huir de la
presencia de Dios y esto debe confortarnos como hijos suyos. ¡Dios está
siempre con nosotros! Él no nos deja solos en ningún momento ni en
ningún lugar. Podemos acudir a él con completa confianza en todo
momento y en medio de cualquier circunstancia.
En el Salmo 139 encontramos unos versículos claves para entender la
omnipresencia de Dios. (Jeremías 23:23-24) (Proverbios 15:3) (Isaías 66:1)
(Job 34:21) (Amós 9:2-3)

Dios es Triunitario
Él es un solo Dios que se manifiesta en tres "personas" divinas. Cada una divina
independiente de la otra, pero no son tres dioses, sino uno. (Deuteronomio 6:4; Isaías
45:22; 1 Corintios 8:5-6; Efesios 4:6; 1 Timoteo 2:5; Mateo 28:19; 2 Corintios
3:14; 1 Pedro 1:2; Mateo 3:17; Marcos 1:11)
4. Dios es Trascendente
Él es diferente e independiente de su creación. Su existencia perfecta y pura está muy
por encima de todo lo creado. (Éxodo 24:9-18; Isaías 6:13; 40:12; 12-26; 55:8-
9; 66:1-2; 1 Reyes 8:27; Hechos 17:24-25; 1 Timoteo 6:16)
9. Dios es Simple
Dios es simple, no compuesto. Es decir, las características de Dios no son partes que
conforman lo que Dios es. Por lo tanto, Dios no posee bondad, sino que simplemente Él
es bondad. (1 Juan 4:8; 16; Salmos 27:13; 31:19; 68:10; 145:7; Daniel 9:9; Efesios
2:4)

ATRIBUTOS COMUNICABLES DE DIOS

5. Dios es amor

La Biblia lo dice muy claro para que no nos quede ninguna duda: Dios es
amor (1 Juan 4:8). El amor de Dios es el amor más verdadero y puro que
jamás podríamos imaginar. Su amor no tiene nada que ver con el amor
humano que a veces está lleno de altibajos e incertidumbres. El amor de
Dios no se basa en los sentimientos ni en las emociones sino que es acción.

Jesucristo es la expresión mayor y más clara del amor de Dios. Luego de


que el hombre pecó en el Jardín del Edén se creó una barrera de
separación entre el ser humano y Dios como consecuencia del pecado. Sin
embargo, Dios actuó, él ofreció la solución. Él nos extendió su mano a
través de Jesús. Lo envió a la tierra como muestra de su inmenso amor y de
su deseo de tener una relación personal y eterna con nosotros.
(Efesios 2:4-5) (Juan 3:16-17) (Juan 14:21) (Lamentaciones 3:22)

1. Dios es Confortador
 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
(Salmos 23:3)

2. Dios es Consolador
  Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre. (Juan 14:16)
 3. Dios es Fortaleza
  He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi
canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. (Isaías 12:2)

4. Dios es Redentor
  Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice
Jehová. (Isaías 59:20)

A pesar de que faltan muchísimos más atributos de Dios de los que podemos hablar;
entre ellos Su soberanía, todos estos atributos nos enseñan la grande e incomparable que
es el Dios de La Biblia. Sin embargo hay uno no mencionado en los anteriores,
precisamente, para hablar un poco más específicamente de él.
La Justicia de Dios
Alabaré a Jehová conforme a su justicia,
Y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo.
(Salmo 7:17)

De acuerdo con David, ¡la justicia de Dios es un motivo para alabar al


Señor!  Pero, ¿Qué es la justicia de Dios?
No es como un gobernante tirano, quien está haciendo las reglas a medida que
avanza, destruyendo cualquier persona que no le agrada ese día.
La justicia de Dios no es reglas creadas por si mismo.  Su justicia es un atributo
– una parte de su naturaleza.  Dios es bueno por naturaleza, amoroso, y justo.
La justicia de Dios es una maravillosa esperanza y confianza para personas
que aman la justicia. (Salmo 116:4-6).

Podemos alabar al Señor porque él es un juez justo – él siempre hará lo que es


correcto.
Por supuesto, a veces esto conduce a la ira y el juicio (Apocalipsis 19:11)
(Daniel 9:14).

Uno de los nombres de Jesús es el Justo (Hechos 22:14).  Jesúcristo, Dios


en la carne, tiene el atributo de justicia.  Él se hizo pecado por nosotros, y
nosotros, como creyentes, se nos dio su justicia (2Corintios 5:21).
Nosotros recibimos el perdón y la justificación por la fe (Romanos 5:1-2).
La justicia de Dios es uno de los atributos morales.  Es algo que debemos
imitar.  No soy la fuente de toda justicia como Dios – pero mi meta es vivir una
vida justa y santa, agradable a Dios. Entonces, para el creyente, la justicia de
Dios es algo tan hermoso.  Esperamos con alegría la venida de Cristo. (2 Timoteo
4:8) (2 Pedro 3:11-14).

Al hablar de la justicia de Dios, como un atributo de su naturaleza,


muchas veces se confunde con la justicia terrenal, pero la justicia
de Dios va mucho más allá de la nuestra. Isaías 64:6 dice: “Si bien
todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias
como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y
nuestras maldades nos llevaron como viento”.
La justicia de Dios puede llegar a ser gozo para algunos, pero aborrecimiento
para otros. Por ejemplo; en el día de hoy, sobre todo en Latinoamérica, está
muy extendido un evangelio “romántico”, un evangelio “humanista” y superficial
que no tiene poder. De eso hablaremos más adelante. El problema con este
evangelio romántico es que quita a Dios del centro y pone al hombre como
centro de atención. El hombre ya no existe para gloria de Dios, sino que es
Dios el que sirve al hombre, y esto es un evangelio humanista y mentiroso que
reduce la grandeza de un Dios tan grande como el Dios de La Biblia, a un
simple servidor que hace todo por y para el hombre.
Si hoy en muchas iglesias, donde no predican al Dios de la Biblia, se predicara
de los atributos de Dios, muchos se levantarían enojados diciendo: “¡Ese no es
mi Dios, yo nunca podría amar a un Dios así!. Cosa en que tendrían completa
razón, ya que si creen si no conocen atributos tan importantes como: La
santidad de Dios, su justicia, su amor… no conocen ni adoran al Dios
verdadero.
El Dios verdadero es un Dios misericordioso, que ama la santidad, y si ama la
santidad, él aborrece el pecado, y no solamente el pecado sino a todos
aquellos que lo practican y se deleitan en él.

Salmos 34:16 está siendo claro en decir que los que hacen mal no sólo pecan
contra él, sino también están expuestos a su ira por su pecado, el cual surge de
su propia naturaleza caída y pecaminosa.
Aquí se deja en claro la equivocación de la muy conocida frase: “Dios ama al
pecador, pero aborrece el pecado”. ¿Porqué? ¿En qué sentido Dios ama al
pecador? La respuesta es: en el sentido de benevolencia, más NO de
complacencia, es decir, tiene misericordia por cuanto Él es bueno para con
todos (Mateo 5:45). Dios tiene actos de bondad para con cada uno de los seres
humanos. En ese sentido Dios ama al pecador, que a pesar de que el hombre
sin Dios está muerto en sus delitos y pecados, razón por la cual es incapaz de
venir a Dios, y por lo tanto vive pecando contra Dios porque es esclavo de su
naturaleza caída; con todo eso, Dios tiene actos de misericordia con ellos. Un
claro ejemplo de esto lo vemos todos los días a nuestro alrededor; los
hospitales están llenos de personas graves en salud, sin embargo no todas
mueren, esto nos muestra la misericordia que Dios quiere tener con unos.
Pero, ¿porqué solo con unos y no con todos? Una respuesta más acertada
sería en base a la Biblia sería ésta: Dios es soberano, y Él hace lo que quiere,
como quiere y cuando quiere, y nadie lo obliga a tener misericordia, Él no está
sometido a condición humana, por lo tanto, un acto de misericordia de Él es
completamente voluntario.

Ahora hablemos sobre la justicia de Dios. Algunas personas piensan que Dios
no aborrece, porque Él es amor, y es cierto, Dios es amor ; pero lo que no es
cierto es que Él no aborrece y castiga la maldad de los hombres. Si Dios es
amor, Él tiene que aborrecer todo lo que es malo, porque Él es bueno por
naturaleza y si no aborreciera la iniquidad y también a todos aquellos que la
practican, entonces dejaría de ser justo, y eso es contrario a su naturaleza,
dejaría de ser Dios, cosa que es imposible. En pocas palabras Dios es
misericordioso pero también es justo y Él no dará por inocente al culpable
(Números 14:18).
Algunos teólogos afirman que el problema más grande de la Biblia es: ¿Cómo
un Dios justo y bueno puede perdonar a impíos y pecadores, sin pasar
por alto su justicia? Y aunque algunos digan: “perdonándolos simplemente”,
eso es una ignorancia de la unidad de sus atributos, es decir Él es bueno y
misericordioso, sin dejar de ser justo. Él debe satisfacer su propia justicia. A
esto se le conoce como propiciación (Romanos 3:25-26).
Por ejemplo; si un hombre sufre un terrible ataque por parte de un asesino a
toda su familia, y lleva al asesino de su familia ante un juez. Y el juez dice: “Soy
un juez justo, pero lleno de misericordia, y por eso dejaré libre al asesino”. El
hombre que perdió a su familia dirá entonces muy enojado: “Pero,si tú eres un
juez justo, debes castigar este crimen”. No es que Dios se vea obligado a hacer
justicia porque nosotros la merezcamos, sino simplemente, porque ese es un
atributo de Su naturaleza.
Ahora bien, Dios tenía que satisfacer su justicia con nosotros por todo nuestro
pecado. En el AT, Dios demandaba la sangre de animales en sacrificio para el
perdón de los pecados. (Hebreos 9:22)
Todo esto era tipo y sombra de lo que había de venir: Cristo. Él es la ofrenda,
el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Hechos 1:9). Él es el sumo
sacerdote que se ofreció una sola vez y para siempre (Hebreos 7:26).
Este tema es muy amplio, pero también maravilloso, y hablaremos de él más
adelante.
Sabemos que la muerte de Cristo fue un sacrificio cruento, es decir, con
derramamiento de sangre, sin embargo, el evangelio romántico de hoy, dice
ciertas frases como: “Dios te amó tanto que en lugar de ser justo contigo,
demostró su amor”. ¿Y cuál es el problema con esta frase? Que está diciendo
que el amor de Dios es injusto, y por lo tanto imperfecto, cosa que es
incorrecta. Porque aunque Dios demostró su amor para con el mundo (Juan
3:16) también demostró Su justicia, quebrantando a su propio Hijo en una cruz
(Isaías 53:10) y derramando sobre él toda su ira. El amor de Dios suplió lo
que su justicia demandaba. Lo que nos reconcilia con Dios no son los golpes
de los fariseos dados en el rostro de Jesús, aunque era parte del sufrimiento de
su sacrificio, pero ese no es el punto principal. Tampoco nos reconcilian los
azotes, sino el hecho de que haya muerto bajo la ira de Dios que todos
nosotros merecíamos y merecemos por nuestro pecado; por eso el sacrificio de
Cristo es insustituible. Alguien debía morir bajo la ira de Dios para satisfacer Su
justicia.
Cuando entendemos esto, podemos entender lo que significa la justificación, un
concepto importante para todo cristiano. La justificación significa que hemos
sido declarados legalmente justos ante Dios, (aunque no lo seamos), pero por
la justicia de Cristo y través de el lente de la cruz, Dios nos vé justos. Claro
está, que somos salvos sólo por gracia mediante la fe. Es decir, los que creen
en Cristo, son justos ante Dios por la justicia de Cristo (2 Corintios 5:21).

¡Maravillosa e inexplicable verdad de la Palabra de Dios!. Y sí, es inexplicable


e incomprensible totalmente para nuestra mente humana que es muy pequeña
y extremadamente limitada, para comprender el plan maravilloso de salvación
que Dios hizo para rescatarnos, por su gracia y para alabanza de su misma
gloria.

-¡Bendita misericordia y justicia de Dios que nos salvó!

a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su
justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,  26  con la
mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica
al que es de la fe de Jesús.
Romanos 3: 25 – 26.
EL VERDADERO
EVANGELIO
Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio
diferente del que os hemos anunciado sea anatema.
Gálatas 1:8
Es importante saber que desde un principio, en la historia de la iglesia
hubo una importancia por predicar el evangelio.

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