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MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

Magistrado ponente

SL4618-2020
Radicación n.° 82918
Acta 42

Estudiado, discutido y aprobado en sala virtual.

Bogotá, D.C., diez (10) de noviembre de dos mil veinte


(2020).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


CELINDA MERCEDES BOJATO CARRILLO, contra la
sentencia proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santa Marta, el 17 de julio de 2018,
en el proceso ordinario laboral que instauró la recurrente en
contra de la COMPAÑÍA FRUTERA DE SEVILLA LLC.

I. ANTECEDENTES

Celinda Mercedes Bojato Carrillo convocó a juicio a la


aludida empresa, a fin de que se declare que: i) entre Orlando
Ricardo Ríos Burgos y la Compañía Frutera de Sevilla
(Sucursal de Sociedad Extranjera) hoy Compañía Frutera de

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Sevilla LLC, existió un contrato de trabajo por más de 10


años; ii) que el señor Ríos Burgos para el momento en que
murió, 6 de julio de 1995, cumplía con los requisitos para
obtener la pensión sanción; iii) que la actora reúne las
exigencias legales para ser beneficiaria de la pensión de
sobrevivientes causada por el trabajador fallecido; iv) que la
demandada le debe reconocer y pagar la pensión de
«sobrevivientes», a partir «del 12 de mayo de 1995»,
debidamente indexada. Igualmente solicita que se condene a
lo que resulte probado ultra o extra petita y las costas del
proceso.

Como fundamento de sus pretensiones, manifestó que


Orlando Ricardo Ríos Burgos nació el 12 de mayo de 1935;
que prestó sus servicios como «CHOFER» a la Compañía
Frutera de Sevilla por espacio de 11 años y 9 meses en forma
discontinua, en la ciudad de Santa Marta y Ciénaga, de la
siguiente manera:

PERIODO DESDE HASTA


PRIMERO 26/06/1952 2/11/1953
SEGUNDO 13/02/1957 14/10/1963
TERCERO 10/10/1978 31/01/1981

Expuso que la entidad demandada terminó en forma


unilateral e injusta el contrato de trabajo que existió con el
señor Ríos Burgos, que como consecuencia de ello, le canceló
por concepto de indemnización por despido la suma de
$22.774,35.

Relató que convivió con el causante en unión libre de


forma permanente durante 28 años, que posteriormente

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contrajeron nupcias el 21 de mayo de 1995; que


compartieron el techo, lecho y mesa, además de esa unión
procrearon dos hijas de nombres Amalia Yazmin y Rosina
Amalia Burgos Bojato.

Narró que el señor Ríos Burgos cumplió 60 años de edad


el 12 de mayo de 1995; que falleció el 6 de julio de la misma
anualidad; que para ese momento había satisfecho los
requisitos para ser acreedor de la pensión sanción
consignada en el artículo 8º de la Ley 171 de 1961; razón por
la cual, podía obtener esa prestación pensional en su calidad
de cónyuge supérstite.

Finalmente, afirmó que le solicitó a la demandada el


reconocimiento de ese derecho pensional, pero la empresa, a
través de comunicación del 29 de enero de 2007, le indicó
que no podía acceder a esa solicitud, ya que el fallecido Ríos
Burgos «no figuraba como ex – empleado y no aparece en sus
registros».

Al dar contestación a la demanda, la Compañía Frutera


de Sevilla LLC se opuso a la totalidad de las pretensiones. En
cuanto a los hechos, aceptó como ciertos que el fallecido
prestó sus servicios a esa compañía como conductor, aclaró
que los tres periodos laborados suman un total de 10 años,
4 meses y 23 días y que el primer nexo de trabajo no terminó
el 2 de noviembre de 1953 sino el 26 del mes y año en cita;
también admitió la data en la que el trabajador cumplió 60
años, la solicitud pensional radicada y la respuesta negativa.

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Respecto de los demás supuestos fácticos, dijo que no eran


ciertos o que no le constaban.

En su defensa, precisó que con el causante no existió


un contrato de trabajo por más de diez años, ya que se dieron
tres relaciones laborales completamente distintas e
independientes, razón por la cual, la prestación pensional
aquí reclamada resulta inviable.

Explicó que, para la vigencia del primer nexo laboral,


que se desarrolló entre los años 1952 y 1953, no se
encontraba en vigencia la Ley 171 de 1961, por tanto, no se
podía invocar su aplicación. Así mismo, adujo que, en la
segunda vinculación el trabajador fallecido no laboró por más
de diez años y tampoco se presentó el despido sin justa causa
y que finalmente, durante el tercer nexo de trabajo ya se
había subrogado el derecho pensional en el ISS, al haberse
afiliado oportunamente.

Agregó, que en tales condiciones el causante no tuvo


nunca derecho a la pensión sanción y por ello en vida nunca
la reclamó; que igualmente no es posible pretender una
pensión de sobreviviente cuando la prestación principal de la
que se intenta derivar aquella, nunca existió.

Propuso como excepciones perentorias las


denominadas inexistencia de la obligación, prescripción y
buena fe.

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II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Santa


Marta, al que correspondió dirimir el trámite de la primera
instancia, profirió fallo el 30 de enero de 2017, en el que
resolvió:

PRIMERO: CONDENAR a la COMPAÑÍA FRUTERA DE SEVILLA


a reconocer y pagar pensión sanción al extrabajador ORLANDO
RICARDO RÍOS BURGOS a partir del 12 de mayo de 1995, fecha
en que cumplió 60 años de edad, en cuantía equivalente al
Salario Mínimo Legal, esto es la suma de $118.934, conforme a
lo dicho en la parte emotiva de esta decisión.

SEGUNDO: CONDENAR a la COMPAÑÍA FRUTERA DE


SEVILLA a reconocer y pagar pensión de sobrevivientes a la
señora CELINDA MERCEDES BOJATO CARRILLO en calidad de
cónyuge del señor Orlando Ricardo Ríos Burgos, a partir del 6 de
julio de 1995.

TERCERO: DECLARAR parcialmente probada la excepción de


prescripción y no probada la excepción de inexistencia de la
obligación propuesta por la demandada en su contestación.

CUARTO: CONDENAR a la COMPAÑÍA FRUTERA DE SEVILLA


a pagar a la señora CELINDA MERCEDES BOJATO CARRILLO la
suma de $36’570.323 por concepto de retroactivo pensional
causado desde el 15 de diciembre de 2012 hasta el 30 de enero
de 2017.

QUINTO: ORDENAR a la demandada a incluir en nómina de


pensionados a la actora a partir de la ejecutoria de esta
providencia.

SEXTO: COSTAS a la demandada, como agencias en derecho se


señala la suma de $6’600.000.

Para llegar a esa conclusión, el a quo determinó que


eran hechos probados en el plenario los siguientes: i) que
Orlando Ríos Burgos nació el 12 de mayo de 1935 (f.° 51); ii)
que el 21 de mayo de 1995, éste contrajo matrimonio con la
demandante Celinda Mercedes Bojato Carrillo (f.° 57); que de
dicha unión nacieron, Rocina Amalia el 1 de julio de 1972 y

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Amalia Ríos Bojato el 10 de noviembre de 1975 (f.° 54 y 55);


iii) que el citado laboró para la entidad demandada en los
siguientes periodos: del 26 de junio de 1952 al 2 de
noviembre de 1953, del 13 de febrero de 1957 al 14 de
octubre de 1963 y del 10 de octubre de 1978 al 31 de enero
de 1981, vinculaciones que fueron aceptadas por la
demandada en la contestación del libelo genitor y de los
cuales también existe certificación (f.° 90 y 91) y un último
periodo que inició el 1° de julio de 1981, tal como consta en
el contrato de trabajo celebrado entre las partes (f.°20), el
cual fue terminado el 31 de agosto de 1982 según la
liquidación final de prestaciones sociales (f.°182); iv) que
dadas algunas diferencias surgidas entre las partes, se
celebró conciliación judicial ante el Jugado Primero Laboral
del Circuito de Santa Marta (f.°183 y 184); v) que el señor
Ríos Burgos falleció el 6 de julio de 1995 (f.°50); y vi) que
Colpensiones certificó que el causante no se encontraba
afiliado a esa administradora de pensiones.

Señaló el a quo, que la convocante al proceso alegaba


que el trabajador fue despedido sin justa causa, mientras que
la demandada indica que no hay prueba de lo anterior;
explicó que en el derecho laboral se impone a las partes que
estas prueben los supuestos sobre los cuales descansan sus
pedimentos, artículo 167 del CGP; que en ese orden la
terminación del contrato de trabajo debe encontrarse
acreditada, correspondiéndole al trabajador demostrar el
hecho del despido y al empleador la justificación del mismo.

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Argumentó, que no obraba en el plenario comunicación


de la terminación del nexo laboral enviada por el empleador
al trabajador; que sin embargo, para ese despacho era claro
que el señor Ríos Burgos fue despedido por su empleador,
quien resolvió pagarle la indemnización por este concepto, tal
y como consta en la liquidación final de prestaciones sociales
que obra a folio 182, en la cual «se lee indemnización 47.5
días a $479.46 total $22.774,35», cifra y concepto que se
encuentran repetidos en el acta de conciliación celebrada el
18 de febrero de 1983.

Puntualizó que además esa indemnización coincidía


con la establecida en el artículo 64 del CST modificado por el
artículo 8 del Decreto 2351 de 1965, vigente para la época de
terminación del nexo laboral, luego era palmario que la causa
fue la decisión unilateral del empleador y este procedió a
cancelar la respectiva indemnización, hecho que no fue
discutido dentro de esa instancia. Agregó que, como señaló
el apoderado de la demandante, la conciliación celebrada el
18 de febrero de 1983 ante el Juzgado Primero Laboral del
Circuito de Santa Marta, no versaba sobre las causas de la
terminación sino respecto de los valores pagados por cada
uno de los conceptos o acreencias que se causaron durante
los dos últimos periodos de contratación.

Así las cosas, coligió que fue la demandada quien


finalizó el contrato y canceló la correspondiente
indemnización, con ello la empresa aceptó el despido
injustificado.

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De otro lado, aseveró que una vez sumados los cuatro


periodos de vinculación laboral resultaba un total de 11 años
4 meses y 28 días de labores, «tiempo que supera los 10 años
de servicios que provee la ley para tener causada o dejar
causada una pensión sanción», máxime cuando los 60 años
de edad los cumplió el 12 de mayo de 1995, es decir, que
para el momento de su fallecimiento había satisfecho el
último requisito que le faltaba. En consecuencia, concluyó
que «procede el reconocimiento y pago en favor del señor
Orlando Ricardo Ríos Burgos de una pensión sanción a partir
del 12 de mayo de 1995», la cual el sentenciador pasó a
liquidar.

Seguidamente el juzgador de primera instancia entró a


verificar si la demandante era beneficiaria de la pensión de
sobrevivientes, la que, dijo, se debía estudiar a la luz del
artículo 47 del Ley 100 de 1993, en su versión original, en
razón a que el causante falleció en el año 1995. Luego de
hacer referencia a las pruebas pertinentes sobre el tema,
adujo que, la demandante se encontraba legitimada para
solicitar el reconocimiento y pago de la pensión de
sobrevivientes, por cuanto si bien, como cónyuge, no tenía
los dos años continuos haciendo vida marital con el
causante, dado que contrajeron nupcias hasta el 21 de mayo
de 1995, lo cierto era que, estaban conviviendo al momento
de la muerte y tenían ya dos hijos que procrearon,
circunstancia última que acredita el requisito exigido de la
convivencia y dispuso la condena, previa verificación de lo
atinente a la excepción de prescripción propuesta por la

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empresa demandada frente a las mesadas causadas


declarándola parcialmente probada.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Santa Marta, al conocer del recurso de apelación
interpuesto por la accionada, mediante sentencia proferida el
17 de julio de 2018, resolvió:

1. REVOCAR la sentencia de fecha 30 de enero de 2017, del


Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Santa Marta y, en
su lugar, se dispone: ABSOLVER a la COMPAÑÍA FRUTERA
DE SEVILLA S.A. de las pretensiones de la demanda.

2. Sin costas en esta instancia.

De conformidad con lo planteado en el recurso de


apelación, el ad quem determinó que la controversia a
resolver giraba en torno a establecer si en el presente asunto
al señor Orlando Ricardo Ríos Burgos le asistía el derecho a
la pensión sanción y si la demandante ostentaba la calidad
de beneficiaria para hacerse acreedora a la pensión de
sobrevivientes.

La colegiatura para resolver estudió dos temáticas, la


pensión sanción y la prestación pensional de sobreviviente.

Pensión sanción. Efectuó un recuento normativo así:

-Que el artículo 8º de la Ley 171 de 1961 consagró un


régimen especial de pensión proporcional, destinado a
aquellas personas que no alcanzaron a obtener la pensión

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plena de jubilación, en el evento que ocurra un despido


injusto del trabajador particular y el ligado por contrato de
trabajo en el sector oficial con 10 o más años de servicios o
por el retiro voluntario después de 15 años continuos o
discontinuos anteriores o posteriores a la expedición de esa
ley.

-Indicó que si bien, en un principio, esa pensión tenía


un carácter indemnizatorio, en virtud de lo dispuesto en el
Acuerdo 029 de 1985, modificatorio del Acuerdo 224 de
1966, se produjo un replanteamiento jurisprudencial, a
través del cual se le dio el carácter de prestación a la pensión
sanción.

-Aseguró que luego el artículo 37 de la Ley 50 de 1990


que cobijó al sector privado, limitó la pensión sanción para
aquellos casos en que el trabajador no estuviera afiliado al
ISS y fuera despedido sin justa causa por haber laborado
para el mismo empleador 10 años continuos o discontinuos
posteriores a la vigencia de dicha ley, caso en el cual se
adquiere el derecho a los 60 años y si el despido se produjere
después de 15 años, la pensión se pagará a los 50 años.

-Puntualizó que posteriormente el artículo 133 de La ley


100 de 1993, dejó vigente la pensión sanción para aquellos
trabajadores de los sectores particular y oficial que no
estuvieran afiliados al Sistema General de Pensiones por
omisión del empleador que, sin justa causa, sean despedidos
después de haber trabajado para el mismo empleador
durante 10 años o más y menos de 15, continuos o

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discontinuos, anteriores o posteriores a la vigencia de la ley,


quienes tendrá derecho a que el empleador los pensione
desde la fecha de su despido si para entonces tienen
cumplido 60 años de edad si es hombre o 55 años si es mujer,
o desde la data en que llegue a esa edad con posterioridad al
despido.

-Adujo que de lo anterior era posible colegir que para


acceder a la pensión sanción, se exige como requisito el
despido sin justa causa después de 10 años o más de
servicios continuos o discontinuos y menos de 20 años, o, 15
años de servicios con retiro voluntario, pero a partir de la Ley
50 de 1990 la afiliación al ISS «descarta» el reconocimiento
de la citada pensión.

Al descender al caso concreto, bajo la norma aplicable


artículo 8º de la Ley 171 de 1961, el fallador de alzada afirmó
que la parte demandada apeló la sentencia condenatoria de
primer grado, al considerar que no quedó demostrado dentro
del proceso el motivo de la terminación del contrato de
trabajo, esto es, el despido injustificado, ni tampoco la
sucesión de los cuatro contratos de trabajo.

Dijo el operador judicial de segunda instancia, que en


la demanda inicial se informaba que la empresa terminó de
forma unilateral e injusta el contrato de trabajo y que le
canceló al señor Ríos Burgos la suma de $22.774,35 por
concepto de «indemnización»; que no obstante en el proceso
no se encontró prueba que permitiera demostrar las

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circunstancias que dieron origen a la ruptura de la relación


laboral.

Explicó que a pesar de que a folio 182 reposa una


liquidación de prestaciones sociales a favor del causante, en
la que consta que se le canceló la suma de $22.774.35 por
concepto de indemnización, ello no constituye plena prueba
para concluir y dar por demostrado el supuesto del despido
injusto, como sí lo hizo el juez de primera instancia,
básicamente porque el periodo que allí se está liquidando va
del 1º de julio de 1981 al 31 de agosto de 1982; lapso que ni
si quiera fue relacionado por la accionante en los hechos de
la demanda inaugural.

Así mismo, aseguró que si bien, al proceso se allegó la


sentencia proferida el 8 de marzo de 1996 del Juzgado
Segundo Laboral del Circuito de Medellín, en un juicio
anterior instaurado por el causante en contra de la
Compañía Frutera Sevilla S.A., en el que se pretendía la
declaración del despido injusto; lo cierto es que, en esa
decisión se declaró la prescripción de los derechos
reclamados, por lo tanto, dicha documental no aporta nada
con respecto a la terminación del último contrato que se dio
entre las partes.

Arguyó que la demandada al contestar los hechos 9 y


10 del libelo genitor manifestó, frente al 9° «no se admite el
despido», y respecto del 10° que hace relación al presunto
valor cancelado como indemnización respondió que «no es
cierto, el fallecido y la compañía frutera de Sevilla conciliaron

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sus diferencias en el Juzgado 1º Laboral del Circuito de Santa


Marta el día 18 de febrero de 1983, conciliación que fue
ratificada mediante fallo que profirió el Juzgado Segundo
Laboral del Circuito de Medellín en fecha 8 de marzo de 1996».

Seguidamente aseveró la colegiatura que,


efectivamente, a folio 93 reposa constancia de conciliación
ante el Juzgado 1º Laboral del Circuito de Santa Marta,
celebrada el 18 de febrero de 1983 entre la compañía Frutera
de Sevilla LLC y Orlando Ríos Burgos, que al liquidarse las
prestaciones como consecuencia de la finalización de la
relación laboral se hizo a enero 30 de 1981 y se incluyó, entre
otros conceptos, por indemnización la suma de $30.385,87;
que igualmente en la liquidación del mes de agosto de 1982,
también se relacionó por indemnización la suma de
$22.774,35; que el señor Ríos Burgos como consecuencia de
esa conciliación renuncia a toda acción judicial dirigida a
modificar este acuerdo.

Conforme a todo lo anterior aseguró la alzada, que al no


estar demostrado plenamente el despido injusto del actor, no
se reunía uno de los requisitos para que se configure el
derecho a la pensión sanción, por tal motivo, se imponía
revocar la sentencia de primera instancia.

Pensión de sobrevivientes. En cuanto al segundo tópico,


referido a la pensión de sobreviviente reclamada por la
promotora del proceso, el Tribunal afirmó que no era motivo
de discusión que Orlando Ricardo Ríos Burgos murió el 6 de
julio de 1995, por lo tanto, esta prestación debía estudiarse

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a la luz del artículo 46 de la Ley 100 de 1993. Luego de hacer


cita textual de la citada normativa, señaló que como el
causante no era pensionado, se debía determinar si dejó
causado el derecho a la pensión de sobrevivientes. En tal
sentido adujo que el fallecido nunca estuvo afiliado al ISS en
pensiones, por consiguiente, no reúne los requisitos de ley; y
agregó que, al no configurarse la pensión sanción tampoco
se puede derivar un derecho a favor de la demandante.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case totalmente la


sentencia impugnada, para que, en sede de instancia,
confirme íntegramente el fallo condenatorio de primer grado.

Con tal propósito, por la causal primera de casación


laboral, formula dos cargos que no obtuvieron réplica, los
cuales se pasan a estudiar.

VI. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia impugnada de ser violatoria por la


vía indirecta, en la modalidad de aplicación indebida de los
artículos: 8º de la Ley 171 de 1961; 37 de la Ley 50 de 1990;
46 y 133 de la Ley 100 de 1993; y el parágrafo del artículo 62

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del CST, modificado por el artículo 7º del Decreto 2351 de


1965.

Sostiene que el Tribunal incurrió en los siguientes


errores de hecho:

1. No dar por demostrado estándolo que la demandada dio por


terminado unilateralmente el contrato de trabajo sin justa
causa con el demandante en fecha 31 de agosto de 1982.

2. No dar por demostrado estándolo que el causante, reunió en


vida los requisitos de la pensión sanción a la luz de los
preceptos de la Ley 171 de 1961.

3. No dar por demostrado estándolo que la cónyuge


sobreviviente, reúne los requisitos de la pensión de
sobrevivientes.

Asegura que tales desaciertos fácticos, fueron producto


de la equivocada apreciación del contrato de trabajo a
término indefinido, con fecha de inicio 1º de julio de 1981 (f.°
20); de la constancia de conciliación ante el Juzgado Primero
Laboral del Circuito de Santa Marta celebrada el 18 de
febrero de 1983 (f.° 93); y la liquidación definitiva de las
prestaciones sociales (f.° 182).

En el desarrollo de la acusación, la censura expone que


si el fallador de segundo grado hubiera tenido en cuenta que
el empleador demandado no acreditó la manifestación de la
causal o motivo de la terminación del vínculo, habría tenido
que concluir que esta empresa incumplió con el deber legal
que le imponía el parágrafo del artículo 62 del CST
modificado por el artículo 7º del Decreto 2351 de 1965, dado
que al no demostrarse o manifestarse una justa causa,

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renuncia o mutuo acuerdo, se encontraba probada la


finalización unilateral injustificada por parte del empleador
del contrato de trabajo.

Aduce que el juez de alzada, no observó que en la


contestación a la demanda, la Compañía Frutera de Sevilla
LLC allegó prueba de los motivos de terminación de los
contratos de trabajo correspondientes a los periodos del 26
de junio de 1952 al 26 de noviembre de 1953 (f.° 83) y 13 de
febrero de 1957 al 13 de octubre de 1963 (f.° 91), sin
embargo, frente a los lapsos del 10 de octubre de 1978 al 31
de enero de 1981 (f.° 26) y del 1º de julio de 1981 hasta el 31
de agosto de 1982, no se demostró la causal o motivo de la
terminación y como quiera que se probó el pago de una
indemnización que se ajusta a los días laborados y a la suma
que la legislación vigente para esa época señalaba, se debía
colegir que el nexo laboral se rompió de forma unilateral y sin
justa causa por parte del empleador.

Añade que frente al acta de conciliación celebrada el 18


de febrero de 1983 entre las partes, se dejaron conciliados
las sumas adeudadas por parte del empleador, con ocasión
de la ruptura del vínculo a término indefinido al 31 de agosto
de 1982 y así mismo, el pago de una indemnización para
zanjar las diferencias entre las partes, no obstante, en esa
acta, el motivo de la culminación del contrato de trabajo no
fue objeto de conciliación.

Asegura que dicho acuerdo entre las partes, suscrito


ante el Juzgado Primero Laboral del Circuito de Santa Marta,

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no involucró el objeto, causal o motivo del despido o


terminación unilateral de la relación de trabajo, máxime
cuando el derecho a la pensión sanción no es renunciable.

En tal sentido, sostiene que yerra el Tribunal al aseverar


que, como consecuencia de dicha conciliación, se produjo
una renuncia a toda acción judicial en contra de la
demandada dirigida a modificar ese acuerdo y que quedaba
sin demostración el hecho del despido injusto; por manera
que desacertó al revocar la decisión condenatoria del juez de
primer grado.

Finalmente, asegura que también incurre en un error el


Tribunal, al «encuadrar» el reconocimiento y pago de la
pensión de sobrevivientes en favor de la demandante, bajo
los preceptos de la Ley 100 de 1993, sin atender el lleno de
requisitos a la luz de lo dispuesto en el artículo 8º de la Ley
171 de 1961.

VII. CONSIDERACIONES

Aunque la demanda de casación no es un modelo a


seguir, la Sala asumirá su estudio de fondo en la medida que
es dable comprender lo que la acusación persigue.

En este orden, la Corte entiende que la recurrente le


reprocha al Tribunal que no hubiera encontrado acreditado
que el contrato de trabajo que existió entre Orlando Ricardo
Ríos Burgos y la empresa demandada terminó de forma
unilateral y sin justa causa por parte de la empleadora y, en

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su decir, tal yerro obedece a la valoración equivocada de


algunas pruebas.

De cara a establecer si en efecto, el juez de segundo


grado se equivocó desde la perspectiva de lo fáctico, al colegir
que no se demostró el hecho del despido injusto, del estudio
objetivo de las pruebas que se denuncia como erróneamente
apreciadas, la Sala encuentra lo siguiente:

1. Contrato de trabajo a término indefinido con fecha de


iniciación 1° de julio de 1981 (f.°20).

Frente a esta documental hay que decir que la


colegiatura no la pudo apreciar con error, porque en su
decisión no aludió de forma alguna a la misma. Ahora, si la
Corte entendiera que el citado instrumento demostrativo en
realidad se quiso denunciar por falta de valoración, de nada
serviría, por cuanto la recurrente no le indicó a la Sala que
hubiera acreditado de haber sido estimado ni cómo influía en
la decisión atacada, ya que simplemente se conformó con
relacionarlo como prueba valorada equívocamente, pero en
la sustentación no hizo ninguna alusión al mismo.

2. Liquidación definitiva de prestaciones sociales


(f.°182).

Este elemento de persuasión está fechado 31 de agosto


de 1982 y se elabora a nombre del señor Orlando Ricardo
Ríos Burgos, allí aparece en el ítem «periodo del contrato de
trabajo» que corresponde del 1° de julio de 1981 al 31 de

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agosto de 1982, entre otros conceptos, se liquidó lo


correspondiente a una indemnización equivalente a 47.5
días, a razón de $479,46, para un total de $22.774,35.

Sobre esta documental el operador judicial de segundo


grado señaló que no constituía plena prueba para concluir y
dar por demostrado el hecho del despido injusto, «como sí lo
hizo el juez de primera instancia», básicamente porque el
periodo que allí se está liquidando va del 1º de julio de 1981
al 31 de agosto de 1982; lapso que no fue relacionado por la
accionante en los supuestos fácticos de la demanda inicial.

Para la Sala tales aseveraciones resultan totalmente


equivocadas, en la medida que si bien el periodo laborado por
el señor Ríos Burgos, entre el 1º de julio de 1981 y el 31 de
agosto de 1982, no fue relacionado en los hechos que
soportan las pretensiones del escrito inicial, el ad quem
ignoró por completo que la juez de primera instancia
encontró plenamente probado, con las documentales
aportadas por la propia accionada, que en la realidad entre
la empresa demandada y el causante no se suscribieron tres
contratos de trabajo sino cuatro y que el último se ejecutó
entre las fechas antes señaladas, tal como quedó visto al
historiar el proceso, y fue bajo esos parámetros que fulminó
la condena haciendo uso de las facultades ultra o extra
petita.

Así las cosas, queda sin piso la razón fundamental que


esgrimió el Tribunal para concluir que la aludida liquidación
no constituía plena prueba para dar por demostrado el

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supuesto relativo al despido injusto, ya que para darle a esa


argumentación algún valor, se requería previamente
desvirtuar la decisión del juzgado de conocimiento, en cuanto
tuvo por acreditada la última relación contractual entre las
partes.

Se tiene probado entonces, que el último vínculo laboral


que ató a Orlando Ricardo Ríos Burgos con la empresa
convocada al proceso tuvo una duración de un año y dos
meses; además también consta, como ya se dijo, que en la
liquidación final por terminación del contrato se liquidó una
indemnización equivalente a 47.5 días de salario.

Ahora, el artículo 8° del Decreto 2351 de 1965, vigente


para el 31 de agosto de 1982, cuando se le puso fin al aludido
nexo laboral, establecía que el empleador que sin justa causa
le pusiera fin a un contrato de trabajo a término indefinido,
debía pagar una indemnización por despido así:

a) Cuarenta y cinco (45) días de salario cuando el trabajador


tuviere un tiempo de servicio no mayor a un año, cualquiera que
sea el capital de la empresa.

b) Si el trabajador tuviere más de un (1) año de servicio continuo


y menos de cinco (5), se le pagará quince (15) días adicionales de
salario sobre los cuarenta y cinco (45) básicos del literal a), por
cada uno de los años subsiguientes, y proporcional por
fracción.[…]

En este orden, la indemnización por despido que


corresponde por haber laborado un año y dos meses,
equivale 47.5 días de salario, que coincide con la liquidada
por la empresa Compañía Frutera de Sevilla LLC a favor de
Ríos Burgos, una vez le puso fin al vínculo laboral con

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extremos temporales desde el 1° de julio de 1981 hasta el 31


de agosto de 1982.

Lo expuesto en precedencia permite colegir que la


empresa demandada el 31 de agosto de 1982, finalizó el
último contrato de trabajo a término indefinido suscrito con
el señor Ríos Burgos con fecha de iniciación 1° de julio de
1981.

Por manera que el Tribunal incurrió en error


protuberante al no advertir tal situación.

3. Conciliación (f.° 93).

Se trata de una diligencia adelantada ante el Juzgado


Primero Laboral del Circuito de Santa Martha, el 18 de
febrero de 1983, entre el representante legal de la empresa
hoy demandada y Orlando Ricardo Ríos Burgos, en la que se
hace constar los términos «por vía de conciliación definitiva,
de las prestaciones sociales y demás sumas adeudadas por
la Compañía Frutera de Sevilla», para lo cual el juzgado se
constituyó en audiencia pública y al darle la palabra al
representante de la hoy accionada, manifestó:

Al momento de liquidar las prestaciones sociales del Sr.


ORLANDO RÍOS BURGOS, como consecuencia de la terminación
de su contrato de trabajo, se presenta una diferencia de
apreciación, entre las partes, que se ha superado por medio del
presente acuerdo que las mismas partes elevan a la condición de
conciliación judicial y que se consigna así: El Sr. ORLANDO RÍOS
BURGOS, acepta las liquidaciones finales de sus prestaciones
sociales hechas por la empresa, de acuerdo con la cual resultan
los siguientes valores: Liquidación de Enero 30 de 1.981:
Cesantía total de treinta y dos mil cuatrocientos once pesos con

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69/100 ($32.411.69); vacaciones causadas no disfrutadas, diez


mil seiscientos pesos 00/100 ($10.600.00); indemnización
treinta mil trecientos ochenta y cinco pesos con 87/100
($30.385.87); lo que da un subtotal de setenta y tres mil
trecientos noventa y siete pesos con 56/100 ($73.397.56); menos
deducciones autorizadas, diecinueve mil doscientos ochenta y
cuatro pesos con 88/100 ($19.284.88), lo que da un total a pagar
de cincuenta y cuatro mil ciento doce pesos con 68/100
($54.112.68). Liquidación Agosto 31 de 1982: Cesantía total,
dieciséis mil setecientos ochenta y un pesos con 17/100
($16.781.17); indemnización veintidós mil setecientos setenta y
cuatro pesos con 35/100 ($22.774.35); bonificación fin de año
[…]

[…] el Sr. Orlando Ríos Burgos como consecuencia de esta


conciliación renuncia a toda acción judicial contra la Compañía
Frutera de Sevilla dirigida a modificar este acuerdo […]
(subrayas y mayúsculas del texto).

Frente a la citada conciliación la colegiatura señaló que


al momento de liquidarse las prestaciones como
consecuencia de la terminación del contrato de trabajo, se
calcula a enero 30 de 1981 y se incluye, entre otros
conceptos, por indemnización la suma de $30.385,87; que en
la liquidación del mes de agosto de 1982, también se dispone
otra indemnización por la suma de $22.774,35; que el señor
Ríos Burgos como consecuencia de ese acuerdo conciliatorio
renuncia a toda acción judicial dirigida a modificar lo
convenido.

Al respecto la Sala observa que, aunque las


apreciaciones del Tribunal sobre la conciliación se apegan al
contenido del documento, lo cierto es que el mismo se valoró
en forma parcial y de manera aislada de los demás elementos
de convicción allegados al proceso.

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En efecto, la colegiatura no advirtió que en esa


conciliación la empresa demandada no desconoció que fue
ella la que le puso fin al último contrato de trabajo del
demandante, además que le canceló al trabajador a título de
«indemnización» la suma de «veintidós mil setecientos setenta
y cuatro pesos con 35/100 ($22.774.35)», que como quedó
visto, equivalía exactamente a la ordenada por la ley por un
despido injusto, con el tiempo servido en el último nexo.

No sobra señalar que, efectivamente, como aduce la


recurrente, la citada conciliación no involucró la causal del
despido o algún arreglo sobre la terminación del contrato de
trabajo, ello porque en su texto no se dice nada al respecto,
por ende, no se podría con ese acuerdo conciliatorio concluir
que el nexo finalizó por una razón distinta a la terminación
del vínculo por parte de la empresa.

En este orden de ideas, el Tribunal al no advertir que el


juez de primera instancia tuvo por demostrado que entre
Orlando Ricardo Ríos Burgos y la Compañía Frutera de
Sevilla LLC existieron cuatro contratos de trabajo; que el
último se ejecutó desde el 1° de julio de 1981 hasta el 31 de
agosto de 1982; y que, la «indemnización» contenida en la
«liquidación final al terminar el contrato», correspondía al valor
de una indemnización por despido; incurrió en los yerros
fácticos manifiestos enrostrados por la censura.

Por lo anterior hay lugar a casar la sentencia


impugnada.

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Dadas las resultas del primer ataque, no es necesario


estudiar el segundo cargo, por cuanto pretende idéntico
cometido.

No se generan costas en casación dado que el ataque


salió triunfante y, además no hubo réplica.

VIII. SENTENCIA DE INSTANCIA

La parte demandada en el recurso de apelación contra


el fallo condenatorio de primer grado, argumentó
expresamente que:

[…] en este estado de la audiencia presento recurso de apelación


contra la sentencia dictada por su despacho, de manera sucinta
sustento las razones de inconformidad de esta sentencia,
poniendo de presente que no es aplicable al tema o no es de
recibo la condena de pensión sanción impuesta, toda vez que
contrario a lo afirmado por usted, no quedó demostrado dentro
del plenario el motivo de terminación del contrato de trabajo, ni
tampoco la sucesión de contratos que usted enunció, de cuatro
contratos en los registros de la compañía Frutera y en hechos
aceptados en la contestación se estableció una vigencia de 3
contratos de 10 años 4 meses 23 días, luego entonces no es
aplicable la Ley 171 del 61, por esa razón mal podría haber
dejado causados derechos el señor Orlando Ríos y mucho menos
sustituir este derecho en favor de su compañera permanente y
finalmente esposa señora Celinda Bojato; por ello, sobre esta
base fundo las inconformidades de la sentencia y solicito se
conceda la apelación.

La Sala puntualiza en primer lugar, que se encuentra


fuera de debate en la alzada, que el señor Ríos Burgos laboró
por un tiempo superior a 10 años a favor de la empresa
demandada, incluso tomando únicamente el tiempo
aceptado por la convocada al proceso de tres contratos de
trabajo, así como la calidad de legítima beneficiaria de la

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demandante de la pensión de sobrevivientes que hubiere


dejado causada el trabajador fallecido, por cuanto así lo
determinó el fallador de primera instancia y estos precisos
aspectos no fueron objeto de inconformidad por las partes.

Así las cosas, de acuerdo a los reproches de la


apelación, la Sala en su actuación como tribunal de instancia
debe establecer si entre Orlando Ricardo Ríos Burgos y la
empresa demandada existieron cuatro contratos de trabajo
como lo determinó el a quo, o solo tres que es el decir de la
recurrente, al igual si está probado el despido injusto.

Frente a dichos nexos laborales no se presenta


controversia respecto a los tres primeros, porque la parte
demandada los aceptó desde la contestación del libelo
inaugural, la discusión se muestra únicamente de cara al
cuarto contrato.

Al respecto se tiene que a folio 20 del expediente se


encuentra un documento titulado «CONTRATO INDIVIDUAL
DE TRABAJO», allí consta que Orlando Ricardo Ríos Burgos
como trabajador y Carlos A. Gómez Sánchez en
representación de la empresa Compañía Frutera de Sevilla
LLC celebraron un contrato de trabajo, en cuyo clausulado
se especificó que el trabajador se desempeñaría en el cargo
de «CHOFER»; cumpliendo una jornada ordinaria en los
turnos asignados por el empleador; que el salario
correspondería a $9.800,oo y que para todos los efectos se
señalaba como fecha de iniciación del vínculo el 1° de julio

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de 1981; que su término era indefinido y los dos primeros


meses eran en periodo de prueba.

Así mismo, a folio 182 se encuentra la «LIQUIDACIÓN


FINAL AL TERMINAR EL CONTRATO», este documento se
elaboró el 31 de agosto de 1982, a nombre de Orlando R. Ríos
Burgos, en el ítem «PERIODO DEL CONTRATO DE TRABAJO»
se señala, del 1 de julio de 1981 al 31 de agosto de 1982,
entre los conceptos que se liquidan, se observa el de
indemnización 47.5 días a razón de $479,46, para un total
de $22.774,35; la documental contiene un sello de
autenticación de la notaría 2ª del Circuito de Santa Marta y
fue allegada al plenario con la contestación de la demanda
inicial.

Igualmente, en la diligencia de conciliación que


adelantaron las partes del contrato de trabajo, ante el
Juzgado Primero Laboral del Circuito de Santa Martha, el 18
de febrero de 1983 (f.°185 y 186), que también la aportó la
convocada al proceso, consta entre otros, «Liquidación Agosto
31 de 1982» aquí se señala los valores cancelados al
trabajador por concepto de cesantía total, indemnización,
bonificación fin de año e intereses de cesantía.

El haz probatorio relacionado, mirado en su conjunto,


no deja duda alguna que el señor Orlando Ricardo Ríos
Burgos después de haber finalizado el tercer contrato de
trabajo con la empresa accionada, 31 de enero de 1981, firmó
un cuarto nexo laboral el 1° de julio de la misma anualidad,
a término indefinido, el cual finalizó el 31 de agosto de 1982,

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por decisión unilateral de la empleadora y sin justa causa,


con el pago de la indemnización correspondiente.

En este orden de ideas, de nada le sirve a la apelante


manifestar que en la contestación del escrito inicial solo se
aceptaron las tres primeras relaciones laborales, pues las
pruebas documentales reseñadas acreditan el cuarto
contrato de trabajo, que para la Sala no deja ningún asomo
de duda su existencia.

Como si lo anterior no fuera poco, a folios 275 a 305 se


observan algunas piezas procesales, entre otras, la audiencia
de conciliación y sentencias de primera y segunda instancia,
de un juicio ordinario laboral anterior adelantado por
Orlando Ricardo Ríos Burgos contra la empresa Compañía
Frutera de Sevilla LLC., en el que el demandante solicitaba el
reintegro y el pago de los salarios o prestaciones dejados de
percibir desde la fecha del despido.

En la sentencia dictada en ese juicio, por el Juzgado


Segundo Laboral del Circuito el Medellín, el 8 de marzo de
1996 (folios 286 a 297), se narra en el acápite de hechos que,
el demandante ingresó a laborar el 1° de julio de 1981 para
desempeñar el cargo de conductor y que el 31 de agosto de
1982 la compañía demandada dio por terminado su contrato
de trabajo de manera unilateral y sin justa causa. Como
pretensiones se solicita el reintegro del trabajador con los
salarios dejados de percibir y los aumentos legales por el
despido, junto con las prestaciones sociales, intereses

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legales, vacaciones del tiempo cesante; las prestaciones


económicas asistenciales, e indexación.

El Juez de conocimiento en el primer proceso


mencionado, estableció como extremos temporales de la
relación laboral del 1 de julio 1981 al 31 de agosto de 1982,
que hubo despido colectivo de varios trabajadores declarado
por el Ministerio de Trabajo, que tal determinación de ese
ente se demandó ante el Consejo de Estado, que hubo
conciliación entre las partes donde se transigió lo referente a
las prestaciones sociales, pero que no puede prosperar el
reintegro impetrado porque está prescrita la acción, ya que
no había que esperar que el Consejo de Estado decidiera, sino
que debió demandarse en los tres años siguientes a la
terminación del vínculo y no se hizo, por lo cual se absolvió.

El Tribunal en dicho proceso anterior dictó sentencia el


9 de abril de 1996 (folio 299 a 309), y confirmó la decisión
absolutoria, considerando que «No se discute en este proceso
el contrato de trabajo que vinculó a las partes contendientes
con duración entre el 1 de julio de 1981 y 18 de febrero de
1983 …. al cual le puso término el gerente de la empresa el 31
de agosto de 1982 cuando notificó al extrabajador, de la
determinación patronal de prescindir de sus servicios con el
pago de la indemnización de ley (fl. 29)», que la empresa
despidió un número plural de trabajadores y, por tanto, de
conformidad con el artículo 40 ordinal 3 del Decreto 2351 de
1965 «el despido fulminado en forma colectiva no produciría
ningún efecto sin la previa autorización del Ministerio de
Trabajo»; que luego se celebró conciliación el 18 de febrero de

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1983 y será desde esa data que se contabilizará el término


trienal consagrado en el artículo 151 del CPT, y en tales
condiciones hay prescripción de la acción por haber
transcurrido tres años, ya que la demanda inicial se presentó
hasta el 21 de julio de 1994.

De lo recapitulado se advierte que en el proceso inicial


surtido entre las partes se determinó que el último nexo
laboral culminó por decisión unilateral e injusta del
empleador, lo que motivó el pago de la respectiva
indemnización en la forma acordada en el convenio
conciliatorio.

Ahora, si bien en ese primer proceso laboral se declaró


probada la excepción de prescripción, ello fue respecto del
reintegro derivado del despido injusto, pero lo cierto es que
se consideró que la manera en que finalizó el contrato fue por
haber mediado una decisión unilateral sin justa causa por
parte del empleador, hoy demandado por la pensión sanción.

Por todo lo expuesto, no le asiste razón al recurrente al


argumentar que la empresa accionada únicamente suscribió
tres contratos de trabajo con el causante.

De suerte que, demostrada la existencia del cuarto


contrato de trabajo que terminó sin mediar justa causa para
ello, se reúne el presupuesto del despido injusto para acceder
a la pensión sanción, que es un derecho imprescriptible,
máxime que la demandada no probó en el curso del proceso
la justificación de la ruptura del vínculo laboral y, por el

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contrario, como quedó visto, canceló al causante una


indemnización por este concepto.

Ciertamente, como el trabajador Orlando Ricardo Ríos


Burgos, al sumarle todo el tiempo laborado en los cuatro
contratos de trabajo supera los 10 años de servicios
prestados en forma continua o discontinua para el mismo
empleador aquí demandado, incluso tal lapso lo cumple
sumándose únicamente los tres primeros contratos alegados
por la pasiva, habiéndose presentado el despido injusto en el
último vínculo que culminó el 31 de agosto de 1982, le asiste
a la actora el derecho a la pensión sanción prevista en el
artículo 8 de la Ley 171 de 1961, prestación causada por el
fallecimiento de su cónyuge, cuya condición de beneficiaria
legítima no se discute. Por ende, se confirmará íntegramente
la sentencia condenatoria del a quo.

No se generan costas en segunda instancia y las de


primer grado conforme lo determinó el juzgado.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, CASA la sentencia
proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santa Marta, el 17 de julio de 2018,
dentro del proceso ordinario laboral seguido por CELINDA
MERCEDES BOJATO CARRILLO en contra de la
COMPAÑÍA FRUTERA DE SEVILLA LLC.

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En instancia se CONFIRMA íntegramente la sentencia


condenatoria proferida por el Juzgado Segundo Laboral del
Circuito de Santa Marta, el 30 de enero de 2017.

Costas como quedó dicho en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

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