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Estas y otras preguntas surgen siempre alrededor de este tema. Para hacerlo fácil,
voy a enunciar una definición de autonomía que a mí me deja tranquila, ¡y espero
que a ti también!
Por ejemplo, cuando mi hijo desea salir a la calle o comprar el pan por primera vez,
está cumpliendo con varios de los requisitos que define la autonomía. En primer
lugar, es el quien desea realizar esta acción, ¡lo desea!, y esto ya demuestra que el
mismos es capaz de conectar con su capacidad interna de ver el mundo y sabes
que lo motiva más, y qué menos. Probablemente, si le pidieras que ordenara su
habitación o que sacara el polo de algún mueble su deseo caería. Si tu hijo te pide
eso es probable que sea porque hay algo en él que dice que es capaz de realizarlo
con éxito. Seguramente son muchas las veces en la que él ha podido experimentar
esta acción cotidiana de tu mano, o en compañía de otras personas adultas. Con la
observación y la experiencia, ha ido almacenando la información necesaria para la
hazaña. Y ahora es su momento. Porque lo desea, porque tiene la información de
sus vivencias y la seguridad interna de poder hacerlo, es decir se siente completo y
separado de las necesidades de su compañía. Y esto es muy importante para el
desarrollo de su trayectoria vital. ¿Estas tu preparado para dejar que camine su
autonomía?
Si ha sido un padre o una madre presentes y atentos para el desarrollo de tus hijos,
es probable que nadie los conozca mejor que tú. Si por el contrario sientes que has
pasado demasiado tiempo sin la presencia necesaria para descubrir con quien vives
y te relacionas, te aconsejo que no pierdas la oportunidad para adentrarte en la
maravillosa tarea de acompañar la vida que se expande dentro de tu seno familiar.
Tu mirada y tu reconocimiento, es su mayor anhelo y medicina. Darles estos
momentos de calidad puede generar un vínculo profundo que va a posibilitar que la
experiencia de vivir la crianza se transforme en un espacio de crecimiento personal.
Te invito también a que revises si tu presencia como adulto en el desarrollo de la
autonomía de tus hijos viene marcada con tus propios miedos. A menudo me
encuentro con madres y padres que ante la situación del ejemplo que te he expuesto
se bloquean totalmente y no son capaces de permitirles su desarrollo por que
imagina infinitos peligros que les pueden ocurrir a sus hijos. Yo no digo que debas
hacerlo, pero si permitir enfatizar la diferencia entre lo que es posible (casi todo) y
lo que es probable (muchas menos cosas).
Déjame decirte que los niños poseen una sabiduría inmensa y que gracias a las
múltiples experiencias que van a realizar, adecuadas a su etapa de desarrollo, van
a acumular conocimientos y destreza para llevar una vida autónoma. Para ello
necesitamos quitarnos el filtro de miedo en el que los vemos, para tener más
claridad y confianza en nuestra mirada. La otra polaridad de la pseudoautonomía
es lo que llamamos el abandono. En este caso, los niños son propulsados a vivir
situaciones para las que o no tienen deseo, o no se sientan preparados. Piensa en
el ejemplo que te ponía antes de ir a comprar un pan.
En el ámbito físico por que un niño que no está preparado para salir solo a la calle
irá con miedo, y el miedo paraliza, resta habilidades y bloquea la capacidad de
respuesta ante el peligro. En el caso de peligro emocional, se trata de la
desconexión constante a la que se ven expuestos estos niños: el mensaje que
recibes de esta persona adulta que los cría es que sus deseos o limites internos
no son ni reconocidos ni validados lo que acaba deliberando una profunda
desconexión con ellos mismos.
Ligado a esta polaridad del abandono, encontramos el termino independencia que
menudo se confunde con el de autonomía y genera grandes confusiones. La palabra
independencia está formada por el prefijo negativo in-, que expresa el valor contrario
a la palabra que acompaña, en este caso independencia, y por lo tanto alude a la
incapacidad de un sujeto de valerse por sí misma, sea cual sea su condición, edad,
situación o deseo.
La autonomía, por el contrario, implica una cierta relación y apoyo con el entorno.
Los niños son capaces de realizar su autonomía cuando se sienten en el entorno y
el poyo que han recibido suficiente para proporcionarles cierta maestría para la vida.
Esta forma de vivir incluye momentos en los que desean estar acompañados
realizando actividades que saben hacer por sí mismo, puesto que en la vida no hay
nada literal, sino cíclico, y las personas tenemos momentos de regresión en los que,
si nos escuchamos y nos amamos lo suficiente para permitírnoslo, necesitamos una
mano amiga que nos acompañe durante un rato en el camino a cruzar la calle para
ir a buscar el pan ¿de qué te sirve obligar a tu hijo a presidir de este soporte que
desea? ¿Te enorgullece que lo haya logrado solo? ¿Le enorgullece a él, o es la
sombra de tu deseo lo que ellos te reflejan?