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Estructura de la entrevista:

• Preparación y orientación del niño.

Antes de reunirse con el clínico, los padres deberían

hablar con el niño sobre la naturaleza y finalidad de la evaluación y de la entrevista. Se

recomienda establecer un objetivo en términos de apoyo, sin ser peyorativos o acusadores,

para evitar poner innecesariamente a la defensiva al niño o hacer que la evaluación sea

una especie de castigo. Los niños jóvenes a veces necesitan alguna explicación de quien

es el médico en términos adecuados a la consulta (p.ej., "un médico de los sentimientos [o

para hablar]" o "un médico que ayuda a niños con problemas") y asegurar (si es verdad)

que no habrán agujas ni ningún otro procedimiento doloroso. Es importante que los padres

permitan y estimulen al niño para que éste le haga saber al médico cualquier preocupación

que tenga, incluso aunque sean problemas relacionados con temas familiares privados.

• Inicio de la entrevista.

Sobre todo en niños pequeños, no se recomienda comenzar con el

problema manifiesto. Es prioritario hacer que el niño se sienta como en su casa. Se puede

conseguir permitiendo que el niño explore los materiales de juego disponibles o preguntar

por temas neutrales o agradables, como puede ser con qué se divierte el niño. Esta

manera de enfocar el inicio de la entrevista también aporta información útil sobre el estilo

de manejo de la ansiedad situacional, motivaciones y habilidades recreativas, capacidad de

disfrutar, fluidez verbal y relaciones sociales del niño.

• Problema manifiesto y proceso de consulta.

Al iniciar la entrevista, es útil revisar y esclarecer qué piensa el niño acerca del objetivo de la
evaluación y qué se le ha explicado.

Con adolescentes es la mejor manera de comenzar la entrevista. Con un niño más

pequeño, se suele recomendar, como ya se ha indicado anteriormente, esperarse hasta

que el niño se encuentre cómodo. El tema no debe prorrogarse indefinidamente ya que el

retraso excesivo puede transmitir al niño que el objetivo está algo fuera de los límites o que

el entrevistador está incómodo o se encuentra en una especie de subterfugio.


• Preguntarle al niño qué es lo que sabe del porqué de la visita

permite reconducir los

conceptos erróneos o resumir y organizar la comprensión del propio examinador en cuanto

al motivo de consulta. La duración de la evaluación, la confidencialidad y el papel del

clínico deben exponerse también en términos adecuados al nivel del desarrollo.

• Evaluación de las principales áreas de funcionamiento.

Es necesario preguntar por los

intereses del niño, sus potencialidades y debilidades, y los sentimientos en los principales

ámbitos de su vida. Engloban el mundo externo de la familia, compañeros y escuela (o

trabajo), así como el sentido interno de sí mismo (incluyendo la imagen corporal y

preocupaciones) y el mundo interno de fantasía. Incluso aunque estos aspectos se hayan

cubierto en relación al problema manifiesto, es importante investigar sistemáticamente

estas áreas.

• Preguntas sobre síntomas psicopatológicos.

Es importante estudiar específicamente los

diversos síntomas, sobre todo los diagnósticos de diversos trastornos, a menos que esta

información ya haya surgido en el curso de la entrevista. Es indispensable demostrar la

presencia de los siguientes síntomas en términos evolutivamente adecuados: depresión,

baja autoestima, o ideación o conducta suicida; ansiedad excesiva o temores inusuales;

alucinaciones e ideas delirantes; conducta alimentaria anormal o actitudes; obsesiones y

compulsiones; conductas antisociales o delincuentes; y uso de alcohol o sustancias.

También es importante preguntar en términos evolutivamente adecuados sobre la

exposición a experiencias potencialmente traumáticas, como el abuso físico o sexual o la

violencia familiar o comunitaria.

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