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Graciela Huinao

Los gansos dicen adiós


A mi abuelo Adolfo Huinao
En los ojos de mi abuelo Williche
navegaba el miedo.
Tan solo al morir
apagó ese brillo tímido.
Lo que la naturaleza no pudo
apagar en mi memoria
el color de archipiélago
agarrado en su rostro.
Abuelo, para serte fiel
no recuerdo el día exacto.
Solo veo a los gansos
abriendo y cerrando
sus alas por la pampa.
Mi corto andar abuelo
no entendió
el origen de tus palabras.
Anciano como eras
me alzaste del suelo
y de tu boca nació la muerte
desembarcando en tu playa.
Tu padre y tu hermano
remaron al sacrificio.
Mientras su madre y mi abuelo
alcanzaron la orilla del hambre.
No hubo eco en la montaña
fueron tan calladas tus palabras.
Pero mi niñez asustada
se acurrucó al alero de tus años.
Abracé la pena de tus ojos
y juntos miramos la pampa:
una isla con sus gansos
en los ojos de mi abuelo se quedó
en la última mirada.
Abuelo, hoy sé
nunca fuiste Williche
tu origen Chono o Kawaskar
no subió al bote
el día que robaron tu tierra
y tu raíz.
Ahora entiendo
la pena de tus ojos.
De tu origen navegando
en el gran cementerio
del Pacífico Sur.
 

La vida y la muerte se hermanan


Al mirar atrás
puedo ver el camino
y las huellas que voy dejando.
A su orilla árboles milenarios se alzan
con algún cruce de amargas plantas.
Pero es equilibrada su sombra
desde la huerta de mi casa.
Allí aprendí a preparar la tierra
la cantidad de semilla en cada melga
para no tener dificultad en aporcarla.
Es tu vida
–me dijo– una vez mi padre
colocándome un puñado de tierra en la mano.
La vi tan negra, la sentí tan áspera.
Mi pequeña palma tembló.
Sin miedo –me dijo–
para que no te pesen los años.
La mano de mi padre envolvió la mía
y los pequeños habitantes
dejaron de moverse dentro de mi palma
El miedo me atravesó como punta de lanza.
Un segundo bastó
y sobraron todas las palabras.
Para mostrarme el terror
a la muerte que todos llevamos.
De enseñanza simple era mi padre
con su naturaleza sabia.
Al hermanar la vida y la muerte
en el centro de mi mano
y no temer cuando emprenda el camino
hacia la tierra de mis antepasados.
Abrimos nuestros dedos
y de un soplo retornó la vida
al pequeño universo de mi palma.

La loika
¿Por qué canta la loika?
Si le han cortado el árbol
donde solía cantar.
Tendrá que buscar uno nuevo,
cantando se va.
¿Por qué canta la loika?
Si le han robado la tierra
donde iba a anidar.
Tendrá que buscar tierras nuevas,
cantando se va.
¿Por qué canta la loika
Si no le dejan migajas
para comer,
porque el fruto de sus bosques
se los robaron en un amanecer,
la loika canta por no comer.
¿Loika por qué cantas,
sólo por trinar?
- Canto por mi árbol, migajas, tierras,
por lo que fue mío ayer.
- Canto por la pena de perderlo...
Y porque loika... un día,
un día se perderán.

A FILO DE HACHA

Los rayos del sol


amenazaban la montaña
con abrazarla lentamente.
En ese juego estaban
mientras seguía la huella
del camino por donde iba mi padre.
El rocío caía bajo su tranco firme
y aunque ciertas gotas eran tibias
él siempre cuidaba mi paso.
Llevaba al hombro un hacha
y de la mano que siempre me sujetaba
ahora iba enrollado un lazo.
Antes que el sol nos diera
llegamos a la pradera del bajo.
Allí estaba
con sus brazos apuntando al cielo
con su música de hojas
tan propia cuando se revela.
Di una vuelta alrededor de su tronco.
Y mi padre estaba allí
con una rodilla en el suelo
a dos manos apretaba el viejo sombrero.
Me asusté
nunca había visto a mi padre tan pequeño.
Dijo una oración en *Mapudungun que no entendí.
Sin embargo, me trasmitió la pena
de ese árbol que vio nacer
todas las generaciones que corren por mis venas.
El sol le dio primero al árbol
y bajó por sus hojas
como por una lenta escalera
a sus pies estaban nuestras mejillas llorosas
y lentamente calentó
el filo del hacha
sobre la hierba.

Salmo 1492

Nunca fuimos
el pueblo señalado
pero nos matan
en señal de la cruz.

~~~

La voz de mi padre

En lenguaje indómito
nacen mis versos
de la prolongada
noche del exterminio

~~~

Visión gitana

Una gitana me dijo un día al verme la suerte:


"No tienes líneas en tus manos, tienes versos"
Sus ojos ancianos volvieron a mi mano y me dijo:
"Algún día te acordarás de mí".
No he olvidado esa profecía.
En ese entonces yo era una chiquilla recién llegada del sur.

En 1989 publiqué mi primer poema "La loika" y como un


pájaro volaron mis versos en diario, revistas y antologías
nacionales, llegando a los EE.UU.

Rahue es mi lugar de origen y el río me vio


atravesar llorando la tarde que dejé
mi hogar, como toda mujer mapuche obligada a emigrar

Ahora he de volver con un libro bajo el brazo,


sin olvidar cómo llegué, con un cuaderno de hojas
amarillas donde encerraba mis primeros malos versos.
Ahora no son mejores, sólo más viejos.

Agradecida de la naturaleza, desde el vientre de


mi madre que me dio el poder de escribir.

~~~

A quemarropa

Escarbando en los sentidos


me encuentro
para recordar donde la he perdido
si por años la llevé a cuestas
y tenía un lugar sagrado
donde venero a mis antiguos.
He buscado en la risa
y una lágrima tatuada
amaneció en mi mejilla.
En misterio se ha convertido esta búsqueda
de escarbar en los sentido.
Será de mala suerte
la alimaña atravesada en tu camino.
Afino la memoria
el recuerdo se ilumina.
A quemarropa
el invasor la mató en mi pueblo
pero yo había encontrado una semilla.
Y en tu historia
sembré la confianza.
La que una noche
el filo de la traición
arrasó con mi bosque en flor.
Ahora estoy
de rodilla ante mis muertos.
Y la duda:             
Una fiera
a punto de atacar la razón.

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