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UNA PERSPECTIVA ANTROPOLÓGICA SOBRE CAMBIO CULTURAL Y

DESARROLLO: EL CASO DEL CUY EN LA SIERRA ECUATORIANA


En el año de 1980 el Ministerio de Agricultura del Ecuador, decidió comenzar
un proyecto de modernización y mejoramiento de la crianza del cuy. Este
proyecto estaba orientado a las zonas rurales, en donde la comercialización y
crianza del cuy es cotidiano; sin embargo, tras tres años del lanzamiento del
proyecto, múltiples charlas y talleres con los campesinos, promesas de
evidentes mejoras productivas y económicas, la iniciativa no tuvo gran acogida
dentro de las comunidades, ya que muy pocas familias accedieron a la
implementación de los nuevos sistemas de crianza.
Viendo esto un equipo de sociólogos y antropólogos deciden realizar un estudio
sobre el porqué de este rechazo por parte de las familias de las comunidades,
estudiando no la parte técnica de los especialistas, sino la parte socio-cultural
de la población.

Hay que entender algunos puntos de vista, en el Ecuador, al igual que en otros
países andinos, el cuy es un animal de criadero, destinado para el consumo,
mientras que en otros países es visto y tratado como mascota y viene a ser lo
mismo que un gato o un perro. Sin embargo en el país a más de ser un animal
para consumo, es también considerado un animal místico dentro de la cultura
indígena, puesto que es uno de los animales con más apego a la familia, luego
de los animales domésticos por excelencia; las familias conviven prácticamente
con los cuyes, a los cuales tienen en pequeños cajones debajo o a lado de las
camas, o en una habitación contigua.

La tradición indica que el “sobador” del pueblo puede identificar ciertas


enfermedades de cualquier miembro de la familia tras realizar un ritual que
culmina con el sacrificio y entierro del cuy. La idea principal de esta costumbre
se basa en la creencia de que el cuy al estar en contacto directo con la familia,
puede absorber las enfermedades o dolencias de la persona, las cuales serán
observadas después del sacrificio en los órganos del cuy.

Además de realizar este tipo de rituales, el cuy es considerado como un animal


ceremonial, el cual es faenado y preparado netamente en fechas especiales,
como fiestas religiosas, eventos sociales significativos, nacimiento de un nuevo
integrante de la familia etc.
A todo esto, los técnicos aún se preguntaban por qué a pesar de toda la
importancia que se le da al animal, el proyecto del Ministerio no tuvo la
respuesta esperada.

Es costumbre que en las bodas indígenas, los recién casados reciban una
pareja de cuyes, lo que viene a significar prosperidad y abundancia, sin
embargo el cuidado del cuy recae al 100% sobre la mujer, que es la encargada
de las labores de limpieza, alimentación y mantenimiento tanto de su casa y
familia como de los cuyes.

La mujer que por lo general se casa a temprana edad, también tiende a tener
hijos rápidamente, por lo que Archetti (1984) menciona, que por lo menos de
los 14 a 15 años de matrimonio la mujer debe cumplir con el cuidado de la
casa, de los hijos, del marido, de la cuyera y demás labores domésticos; todo
esto mantiene a la mujer ocupada todo el día.

El proyecto del Ministerio consistía en mejorar la fertilidad, la línea genética y la


producción del cuy, pero para ello era indispensable seguir cierto manejo, que
consistía en la separación de los animales por edad, sexo, color, tipo y cantidad
de alimentación, identificación de animales enfermos de sanos, etc. Todo esto
representaba más trabajo para la mujer, del que por sí ya tenía.

Además de que en muchos de los casos, o la gran mayoría las mujeres no son
las encargadas de la toma de decisiones, pues de esos asuntos se encarga el
hombre de la casa, al menos que la mujer tenga ya cierta edad, experiencia y
respeto dentro de su familia y comunidad, y esto llega a suceder cuando la
mujer está en los 40 años en adelante.

A todo esto, el estudio también menciona los conocimientos adquiridos de


generación en generación, que si bien o mal no dan los resultados técnicos
esperados, dan buenos resultados dentro de lo que se cabe esperar.

La mujer es capaz de diferenciar entre tipos de pasturas y comida óptima para


los animales, por lo que se observa que dependiendo de las posibilidades de la
familia, los animales podrían comer pasturas de mejor calidad, aunque por otro
lado también se los llega a alimentar con los restos de la comida, como cascara
de haba y choclo, y su conocimiento no se queda ahí, ya sea de forma empírica
o por enseñanza de sus madres, las mujeres saben identificar enfermedades,
desde el ataque de pulgas o sarna, hasta afecciones del tipo intestinal, en cuyo
caso se tiene un tratamiento casero para cada uno de los males, el cual está
basado en modificación de dietas, baños, limpieza de toda el área de crianza
etc.

Sin embargo reconocen que su punto débil radica en la reproducción, pues


esta no es controlada, y en muchos de los casos esto hace que la genética y la
productividad se vaya perdiendo cada vez más, tampoco se realiza la
separación de los cuyes más cotizados por las características físicas que
lleguen a mostrar por lo que el precio que se paga por sus animales es mucho
menor al estándar.

En conclusión, se debe hacer un mejor plan de trabajo, orientado a entender


las necesidades por parte de los técnicos y la comunidad, sin cambiar
necesariamente todo lo que se conocen, sino hacerlo de forma periódica y
respetando los conocimientos que cada parte tiene para dar.

BIBLIOGRAFÍA:

Archetti, E. P. (1984). Una perspectiva antropológica sobre cambio cultural y


desarrollo: el caso del cuy en la sierra ecuatoriana. Antropología del
Consumo.

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