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Grado de Filosofía

Asignatura: La estética en el mundo contemporáneo


Profesor: Alfredo Esteve Martín
Alumnos:
Héctor Manuel González González
José Alapont Mateu
María Consolación López Balseiro
Curso: 2020/2021

TAREA 4. ENTRE LO BELLO Y EL TRASPARECER SEGÚN HARTMANN


Una de las ideas clave del texto de Pérez Cornejo que hemos estado
viendo, al final de la página 543, dice que «lo bello no es otra cosa que ‘la
trasparencia de lo real en favor de lo ideal’». La idea de la tarea es que por
parejas (o, si es el caso, por tríos), expliquéis en no más de una página
qué quiere decir Hartmann con esta afirmación, a la luz de lo que hemos
estado viendo de Hegel. ¿Qué es eso ideal? ¿Cómo se articula ese
‘trasparecer’? ¿Por qué se genera ahí precisamente la belleza?

Hegel afirma que el arte no es un mero divertimento, sino que hay como un
halo de necesidad, un anhelo de expresión de algo más profundo. En la medida
que el ser humano tiene conciencia de sí mismo tiene la voluntad de querer ser
diferente al resto de la naturaleza, pero en su deseo de comprenderla descubre
ese límite que establece el pensamiento conceptual con la realidad. Dentro del
conocimiento que cada uno obtiene de sí mismo, el arte posee un lugar
privilegiado, uniendo la dimensión natural y la espiritual, y aportando ese gran
salto que desvanece esa frontera entre el conocedor y lo conocido, entre el
sujeto y el objeto. El trasparecer de lo real en favor de lo ideal de Hartmann es
ese encuentro con una realidad mucho más íntima, a la que nos lleva el artista
al englobar esas dos dimensiones a través de su obra, aquí es donde radica la
belleza. Todo esto a través, no del raciocinio, sino de ese captar el sentimiento
de lo bello, según Hegel, o la intuición, según Hartmann, que es una mezcla de
nuestra imaginación o fantasía y de esa noticia afectiva que tenemos, que no
es una emoción al uso. Otra relación con la obra de arte, que ya no es racional
al uso, sino que es irracional, como modo diverso de ejercer la razón según nos
dice Hartmann. Una experiencia sin concepto que llega como desarrollo del ser
humano, al transformarse éste en un agente libre y creativo que, al estar vacío
de condicionamiento conceptual, accede de manera directa a la belleza con la
que el espíritu «envuelve» todas las cosas.
Por tanto, para Hegel, la obra de arte debe despertar en nosotros una cierta
inquietud de carácter espiritual. El objeto artístico se convierte de este modo,
en el puente que une el abismo entre el concepto y la realidad. Aquello que en
cierta manera nos había dejado fuera el pensamiento conceptual, las ciencias
naturales, y que en cierta manera tenemos que poner en acto hoy en día a
través de una educación de nuestra sensibilidad, para llegar a esa sensibilidad
estética. Un objeto material mostraría parte de ese ideal que el artista quiere
representar. Así pues, muestra lo ideal en un objeto artístico de carácter
material, ya que dicho objeto no deja de estar impregnado de espíritu.
Podemos encontrar aspectos de la realidad que de otro modo no podríamos
alcanzar. Y esto no queda únicamente como algo ajeno, como una experiencia
accidental, sino que es profundamente necesaria a la hora de alcanzar los
otros dos trascendentales del ser, la bondad y la verdad, los cuales junto con la
belleza están profundamente imbricados y forman un todo orgánico, un mundo
de verdad, según nos decía Hegel.
Entiendo que ese trasparecer es ese tránsito del que habla Hegel, que va de lo
espiritual a lo material, lo cual se hace eco de los tres momentos del Espíritu en
lo cual se fundamenta toda la cosmovisión hegeliana. No nos detenemos en los
contenidos materiales, sino que somos capaces de ir más allá, trascender con
lo material. Ese tránsito es paulatino, definiéndose esa parte espiritual en el
objeto artístico. Aquí es muy importante tener claro que en la obra artística lo
espiritual no sufre violencia a la hora de encarnarse en una materialidad, sino
que gracias al talento del artista eso espiritual se relaja, se esponja cuando
encuentra la materialidad adecuada. Y desde el lado contrario, lo material,
gracias a esta conformación, se abre a un nivel superior, y gracias a ello nos
sirve de mediación para que nuestro espíritu no se quede en la mera
materialidad, sino que acceda a esa idea de carácter espiritual que nos quiere
transmitir, que en definitiva es ese trasparecer del que venimos hablando.

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