Está en la página 1de 10

EL ENCUENTRO CON BREUER. “EL CASO ANNA O”.

En este apartado es preciso establecer los momentos o pasos lógicos que permitirán
comprender las modificaciones en el método de Freud, así como abordar el primer
aparato conceptual en un intento de comprender la génesis de los síntomas
histéricos.
Habrá que partir entonces del concepto de retención y resistencia para llegar a
conceptualizar la represión y comprender el conflicto impuesto por los recuerdos
patógenos.
Quedan así delimitadas dos áreas en conflicto y el síntoma histérico vendría a ser la
resultante de dicha transacción.
Es importante considerar además las modificaciones en torno al método aplicado por
Breuer y la modificación impuesta por Freíd Freud, además de plantearnos
justamente la idea de defensa. Es decir ¿de qué se defiende la histérica? ¿Qué
relación hay entre la defensa, la conversión en el cuerpo, el lugar de la sexualidad y el
lugar de la palabra? ¿Porqué defenderse de la sexualidad? ¿Se puede escapar de
ella? ¿Cómo se relacionan sexualidad y época?
Freud parte desde sus inicios en la historia de mujeres excéntricas de la alta sociedad
en la Viena del siglo XIX. Desde sus "Estudios sobre la histeria" aborda el universo
femenino presentándose ese enigma que es la mujer como un cuerpo que habla. Y es
a través de los síntomas de estos cuerpos que hablan, de la historia de estos
síntomas, desde donde Freud va tejiendo junto a sus pacientes una trama de
significantes, que se inscriben en la historia del descubrimiento del inconsciente.
Freud abre la dimensión subjetiva a partir de la escucha, estas mujeres histéricas
dejan de hacerse ver para hacerse escuchar. La escucha le permite ir revelando
cuáles son los posibles mecanismos que se ocultan tras el sufrimiento de sus
pacientes.
Este recorrido se puede observar en el libro Estudios sobre Histeria, que es una
recopilación de trabajos realizados por Freud y Breuer.

Nos comenta Emilio Rodrigué que: “para hacerse una idea de la importancia del
paso dado por Breuer conviene considerar el estatuto de terapia de la histeria
en 1880, en Viena y el resto del mundo, salvo París. Las mil curas existentes
eran tan proteiformes como inoperantes. Se basaban en dietas, aguas minerales
y en tratamientos medicamentosos
„antihistéricos‟: valeriana, antiespasmódicos, narcóticos (bromuros, opio,
morfina, cloroformo, hidrato de cloral), antipiréticos, estimulantes (estricnina,
alcanfor y arsénicos), preparados ferruginosos, digitalina y atropina. Estaban
además la electroterapia, la hidroterapia, la balnearioterapia (también
denominada climatoterapia), la metaloterapia, la magnetoterapia y la
mecanoterapia (gimnasia, deportes y masajes).” (Emilio Rodrigué: Sigmund
Freud. El Siglo Del Psicoanálisis, Pág. 247, capitulo 15. Editorial Sudamericana,
1996).

Josef Breuer (1842-1925) fue otra persona destacada en la vida de Freud, se habían
conocido años antes, cuando ambos desarrollaban actividades en el Instituto de
Fisiología de Von Brucke entablando una amistad bastante próxima. Breuer gozaba
de una alta reputación en Viena como facultativo de gran experiencia y destacado
científico y Freud apenas se iniciaba como médico.
Uno de los casos clínicos más importantes en la historia del Psicoanálisis es el de la
señorita Anna O (Bertha Pappenheim) (1859-1936). Esta paciente fue atendida por
Josef Breuer en la Viena de 1880, se trataba de un cuadro clínico de histeria. Sin
embargo, un episodio muy singular viene a prestarle ayuda en la elección de un
nuevo método de análisis del inconciente. Freud fue invitado por Josef Breuer a
trabajar lo que había descubierto con la paciente.

En el libro Estudios sobre histeria, dentro de los historiales clínicos Breuer la describe
de la siguiente manera:

“La señorita Anna O., de 21 años cuando contrajo la enfermedad (1880) parece
tener un moderado lastre neuropático a juzgar por algunas psicosis
sobrevenidas en su familia extensa; los padres son sanos, pero nerviosos. Ella
fue siempre sana antes, sin mostrar nerviosismo alguno en su período de
desarrollo; tiene inteligencia sobresaliente, un poder de combinación
asombrosamente agudo e intuición penetrante; su poderoso intelecto habría
podido recibir un sólido alimento espiritual y lo requería, pero este cesó tras
abandonar la escuela. Ricas dotes poéticas y fantasía, controladas por un
entendimiento tajante y crítico. Este último la volvía también por completo
sugestionable; solo argumentos, nunca afirmaciones, influían en ella. Su
voluntad era enérgica, tenaz, persistente; muchas veces llegaba a una
testarudez que sólo resignaba su meta por bondad, por amor hacia los demás.”

“Entre los rasgos más esenciales del carácter se contaba una bondad
compasiva; el cuidado y el amparo que brindó a algunos pobres y enfermos le
prestaron a ella misma señalados servicios en su enfermedad, pues por esa vía
podía satisfacer una intensa pulsión.- Mostraba siempre una ligera tendencia a
la desmesura en sus talantes de alegría y de duelo; por eso era de genio un
poco antojadizo. El elemento sexual estaba asombrosamente no desarrollado;
la enferma, cuya vida se volvió transparente para mí como es raro que ocurra
entre seres humanos, no había conocido el amor, y en las masivas
alucinaciones de su enfermedad no afloró nunca ese elemento de la vida
anímica.”

“Esta muchacha de desbordante vitalidad espiritual llevaba una vida en extremo


monótona, y es muy probable que el modo en que ella se la embellecía resultara
decisivo para su enfermedad. Cultivaba sistemáticamente el soñar diurno, al
que llamaba su “teatro privado”. Mientras todos la creían presente, revivía en su
espíritu unos cuentos: si la llamaban, estaba siempre alerta, de suerte que
nadie sospechaba aquello. Esa actividad transcurría junto a los quehaceres
hogareños, que ella cumplía de manera intachable. Informaré luego sobre cómo
esa ensoñación habitual de la mujer sana pasó directamente a la enfermedad.

A- Incubación latente. Desde mediados de julio de 1880 hasta 10 de


diciembre, más o menos. Esta fase casi siempre se sustrae de nuestro
conocimiento, pero en este caso, debido a su peculiaridad, se pudo
averiguarla de una manera tan completa que ya por ese hecho estimo en
mucho su interés patológico. Expondré luego esta
parte del historial.
B- Contracción manifiesta de la enfermedad; una psicosis peculiar,
parafasia, strabismus convergens, perturbaciones graves de la visión,
parálisis por contractura, total en la extremidad superior derecha y en
ambas inferiores, parcial en la extremidad superior izquierda, paresia de
la musculatura cervical. Progresiva reducción de la contractura en las
extremidades del lado derecho. Alguna mejoría, interrumpida por un
grave trauma psíquico ( muerte del padre) en abril, a lo cual le sigue:
C- Un periodo de sonambulismo persistente, que luego alterna con estados
más normales; continuación de una serie de síntomas duraderos hasta
diciembre de 1881.
D- Progresiva involución de esos estados y fenómenos hasta junio de 1882.”
(Freud, Sigmund. Obras completas. Estudios sobre Histeria. 1893/95 Tomo II.
Pág.47/48. Amorrortu editores. Año 1996. )

Como ustedes pudieron leer en este extracto escrito por Breuer del historial de Anna
O., ella era una joven de 21 años, inteligente, sumamente atractiva por su físico y por
su personalidad. Su voluntad era enérgica, tenaz, persistente y a la vez bondadosa y
compasiva: paciente histérica con una variada y florida sintomatología.

“Cultivaba sistemáticamente el soñar diurno, al que llamaba su teatro privado”.


Era una joven sana hasta que su padre contrajo una enfermedad y muere al cabo de
un año. En los primeros meses de su enfermedad Anna se consagra a su cuidado, al
grado que entra en un estado de debilidad y anemia, asco hacia los alimentos que la
aleja de su padre,; al poco tiempo empezó a manifestar una serie de graves
perturbaciones, como una parálisis de tres extremidades, con contractura y
anestesias, perturbaciones de la vista y del habla y una penosa tos nerviosa.

Lo asombroso de este caso era la existencia de dos estados de conciencia


enteramente separados. En uno de ellos, ella se sentía triste y angustiada pero
actuaba de manera relativamente normal, en el otro se comportaba de una forma
caprichosa, insultaba, se contraía, arrojaba las almohadas, se oponía a las
indicaciones terapéuticas, hablaba sólo en inglés pues parecía haber olvidado el
alemán, su lengua materna. La transición de un estado a otro se denotaba por una
fase de auto hipnosis, de la que despertaba con mente clara y normal. Este momento
coincidía con las visitas de Breuer y pronto ella tomó el hábito de narrar a éste los
acontecimientos desagradables del día. Ocurría que cuando hablaba de los sucesos
que habían causado la enfermedad, esos recuerdos eran acompañados por
emociones y sentimientos que de ese modo le permitían una descarga emotiva que
aliviaba sus síntomas. Y los síntomas desaparecían después de haber sido narrados.

Entusiasmado con los resultados que iba obteniendo en el análisis de Anna y en vista
de la abrumadora cantidad de material que ella expresaba Anna, Breuer agregó a las
sesiones, lo que implicó dedicarle horas enteras, todos los días, durante más de un
año a esta paciente. La esposa de Breuer, celosa por no oírle hablar de otro tema,
comenzó a protestar. Y sus protestas dieron resultado, Breuer toma la decisión de dar
por terminado el tratamiento. Ante semejante noticia Anna sufre una recaída por lo
que Breuer es llamado nuevamente; la paciente estaba sintiendo ahora los dolores de
un falso parto histérico, culminación lógica de un embarazo psicológico.

Si bien Breuer en un primer momento aplicó la hipnosis, en el caso Anna O no era


necesario recurrir de manera insistente a dicho método, ya que ella naturalmente
producía una vasta cantidad de material, sólo era necesario sentarse y escucharla sin
interrupciones. Hay un cambio de posición: Breuer escucha y ella recupera restituida
esa palabra, su palabra que por primera vez es escuchada. Ella dirigía el
tratamiento.

A tal punto fue así que ella misma nominaría el método, revelando implícitamente
como funcionaba la cura. Breuer en el historial de Anna, comenta: “…procedimiento
para el cual ella había inventado el nombre serio y acertado de “talking cure”
(cura de palabra) y el humorístico de “chimney-sweeping” (limpieza de
chimenea)…” (Freud, Sigmund. Obras Completas. Estudios sobre Histeria. 1893/95.
Tomo II. Pág.55.Amorrortu editores. Año 1996.)
De esta manera Anna O trajo a la luz: “la amnesia característica del paciente
histérico…De inmediato se observó que el contenido psíquico manifiesto de la
paciente no lo era todo, que había detrás un contenido psíquico inconsciente”
(Freud, Sigmund. Obras completas. Estudios sobre la Histeria1893/95. Tomo
II.Pág.11. Amorrortu editores. Año 1996)

Breuer no empleó la sugestión, que empleó primero Freud. Los síntomas de Anna O
desaparecían cuando ella misma encontraba, bajo hipnosis, su origen o explicación.
A este método que consiste en la descarga a través de la palabra se la denominó
catarsis, o Método Catártico, asimilándolo a una purgación, su paciente Anna O lo
asemejaba a la Limpieza de Chimeneas.

Aclaremos un punto importantísimo:

El método catártico no llegaba a colegir la función del origen o la causa de los


síntomas, era efectivo pero no llegaba al centro de la problemática histérica, es decir,
a la posibilidad de establecer una teoría causal de dichos síntomas, aunque sin
embargo podía decirse que era eficaz para la remoción del padecimiento.
El método catártico, esto es, el cambio de posición descripto con la paciente Anna O,
es el antecedente del método psicoanalítico. El paciente retoma su palabra, y el
analista escucha. Ya no es un amo que hipnotiza, a palabra, sino que se invierten las
posiciones.

CASO ELIZABETH VON R.1895


EL JUEGO DE LOS SIGNIFICANTES. EN BUSCA DEL SENTIDO.

Tomaremos uno de los historiales clínicos de Freud publicado en el libro “Estudios


sobre Histeria” escrito en colaboración con Joseph Breuer. ¿Por qué este caso?
Porque el síntoma histérico, además de trabajar los giros lingüísticos, nos permite
observar el camino de los procedimientos, técnicas y artificios en la construcción del
método.

El caso Elizabeth von R o Isabel von R (esa es la traducción que hacen del nombre
algunos autores), ejemplifica el uso del método catártico, muestra con qué fines Freud
utiliza por momentos la hipnosis y la sugestión y cómo el descubrimiento de las
resistencias es la estocada final que termina invalidando los resultados obtenidos
mediante la hipnosis y la catarsis. Dice Freud en Psicoterapia de la histeria: “estas
técnicas nos impiden penetrar en el juego de fuerzas psíquicas…no nos permite
individualizar la resistencia” (Freud, Sigmund. Obras completas. Estudios sobre
Histeria. Tomo II. Pág 250. Amorrortu editores. Año 1996)
Presentaremos algunos párrafos del caso clínico. Ustedes tienen como bibliografía el
caso completo.

“En otoño de 1892, un colega de mi amistad me pidió que examinase a una


joven dama que desde hacía más de dos años padecía de dolores en las piernas
y caminaba mal. Agregó a su solicitud que consideraba al caso como una
histeria, aunque no se hallara en él nada de los signos habituales de la
neurosis. Conocía poco a la familia y sabía que en los últimos años se habían
abatido sobre ella muchas desdichas y muy pocas cosas alegres le pasaban.
Primero había muerto el padre de la paciente; luego su madre debió someterse
una seria operación de los ojos, y poco después una hermana casada
sucumbió, tras un parto, a una vieja dolencia cardiaca. En todas esas penas y
todo ese cuidar enfermos nuestra paciente había tenido la mayor participación.”
(…) Parecía inteligente y psíquicamente normal, y sobrellevaba con espíritu
alegre su padecer, que le enervaba todo trato y todo goce; lo sobrellevaba con
la “belle indifférence” de los histéricos, no pude menos que pensar yo.
Caminaba con la parte superior del cuerpo inclinada hacia delante, pero sin
apoyo; su andar no respondía a ninguna de las maneras de hacerlo conocidas
por la patología, y por otra parte ni siquiera era llamativamente torpe. Sólo que
ella se quejaba de grandes dolores al caminar, y de una fatiga que le sobrevenía
rápido al hacerlo y al estar de pié; al poco rato buscaba una postura de reposo
en que los dolores eran menores, pero en modo alguno estaban ausentes. El
dolor era de naturaleza imprecisa; uno podía sacar tal vez en limpio: era una
fatiga dolorosa. Una zona bastante grande, mal deslindada, de la cara anterior
del muslo derecho era indicado como el foco de los dolores, de donde ellos
partían con mayor frecuencia y alcanzaban su máxima intensidad.” ” (Freud,
Sigmund. Obras completas. 1893/95. Estudios sobre la Histeria. Tomo II. Pág.151.
Amorrortu editores. Año 1996.)

Oscar Masota en su libro “lecturas de introducción al Psicoanálisis... relata el caso


Elizabeth o Isabel de la siguiente manera:

“Isabel parece no tener más que el universo familiar en la cabeza.... Había


estado largo tiempo a la cabecera de su padre enfermo, situación que Freud y
Breuer habían considerado desde el principio como histerizante. Al estar sujeto
a las demandas del otro, uno debe aplastar sus propias demandas o deseos,
que deben ser reprimidos. (Masotta, Oscar. Lecciones de introducción al
Psicoanálisis. Pág. 6 Editorial Gedisa .Año 2006.)

El caso se puede dividir en tres momentos para entender la secuencia que va


realizando Freud en relación al método y a la búsqueda del origen de los síntomas,
Así como también a partir de él, Freud se va distanciando de Breuer.

Primer momento del tratamiento:

Freud se halla aquí en los inicios de la elaboración de la teoría y piensa en la


importancia de los acontecimientos del pasado, en la determinación de los síntomas
actuales y en el tratamiento. Recordar la experiencia o vivencia traumática que dio
origen al síntoma: eso quería encontrar Freud.

El objetivo de Freud era descubrir el nexo entre la historia del padecimiento y la


dolencia. Para ello emprende un tratamiento catártico y se pregunta:

¿Conoce la enferma o no el origen y ocasión de sus síntomas, de su padecer? Se


pregunta si es acaso un secreto o un cuerpo extraño. Se basa en una hipótesis: que
la paciente sabe este origen y sólo hace falta que lo reproduzca para que el síntoma
desaparezca.
Esta búsqueda de la causación de los primeros dolores histéricos, es denominada la
escena de la conversión.

En este primer momento Elizabeth relata la historia de sus padecimientos. El cuidado


de su padre enfermo, la muerte de él, el casamiento de las dos hermanas. Esto no
iluminaba ni la causación ni la determinación de su enfermedad. La confesión que
realizaba Elizabeth a los oídos de Freud no está siendo fructífera; sumado a esto
Elizabeth le decía que se sentía cada vez peor.
Freud utiliza a modo de técnica de exhumación en la arqueología, un procedimiento
que luego elevará a la condición de método: remover el material patógeno, estrato por
estrato.

Segundo momento del tratamiento:

Freud se sigue preguntando sobre la impresión psíquica que se anuda a los primeros
dolores de Elizabeth.

El procedimiento que utiliza para lograr un ensanchamiento de la conciencia es la


sugestión a partir de presionar la cabeza de la paciente y decirle que le comunicara
las imágenes o recuerdos que en ese momento aparecieran. El uso de este artificio
anticipa la idea de resistencia, como si él efectuara una "contrafuerza" para evocar el
recuerdo. Al respecto escribe: “en el curso de este difícil trabajo empecé a atribuir
una significación más profunda a las resistencias que la enferma mostraba a
reproducir sus recuerdos y a compilar con cuidado las ocasiones a raíz de las
cuales aquella se denunciaba de un modo particularmente llamativo” (Freud
Sigmund. Obras completas Estudios sobre Histeria. Tomo II. Pág. 168.Amorrortu
Editores. Año 1996.)

Período de abreacción. En este segundo tiempo emergen numerosos recuerdos


enfermedad del padre, curaciones, dolores y las asociaciones de los significantes, las
palabras que utiliza con relación a sus dolores en las piernas. Freud se interesa por el
lenguaje, la palabra y le otorga un lugar en el curso del tratamiento.
Podemos observar los giros y puentes lingüísticos para develar los motivos ocultos de
la paciente. De este modo puede comprender el nexo entre el relato de la paciente y
su imposibilidad de caminar. Freud nos dice que la paciente había sentido mucha
calidez (warm) hacia su joven amigo y que fue a posteriori de un encuentro en donde
se produce un dialogo íntimo con su cuñado y tras un baño caliente (warm) que
empezarían los dolores en las piernas, motivo por el que consulta con Freud.
Aparecían otros significantes tales como terror estando de pie (slehen), yacer (liegen),
soledad (alleinstehen); estos significantes guiarán a Freud en el tratamiento.

A su vez utiliza el dolor como brújula. Descubre que se trata de una "multiplicidad de
síntomas": astasia (dolor al estar parada) y abasia (dolor al caminar).

Tercer momento del tratamiento:

Sigue recurriendo a la abreacción para procurar el alivio de la paciente. Dice Freud:


“la paciente se sentía mejor, estaba psíquicamente aliviada y se había vuelto
productiva, pero era evidente que los dolores no habían sido eliminados”
(Freud, Sigmund. Obras completas. Estudios sobre Histeria. Tomo II. Pág.
169.Amorrortu Editores. Año 1996)
Freud se sigue preguntando en qué momento y a través de qué mecanismo habían
nacido los dolores. Dice Freud: “…una percepción casual inclinó la balanza. Cierta
vez que trabajábamos con la enferma, escuché pasos de hombre en la
habitación contigua, una voz de agradable timbre que parecía preguntar algo, y
hete aquí que mi paciente se levanta con el ruego de suspender por hoy; es que
ha escuchado-dice- que su cuñado llegó y pregunta por ella. Hasta ese
momento había estado libre de dolores, y tras esta perturbación su gesto y su
andar denuncian la repentina emergencia de fuertes dolores. Vi confirmada mi
sospecha y me resolvía a producir el esclarecimiento decisivo.” (Freud,
Sigmund. Obras completas. Estudios sobre Histeria. Tomo II. Pág. 169.Amorrortu
Editores. Año 1996)
Freud detecta el amor que le profesa a su cuñado y aparecen los dolores frente a
esta interpretación. Esto lo lleva a tomar en cuenta y elaborar la noción de defensa
frente a una representación inconciliable en la génesis del síntoma histérico.
Considera que el recuerdo oculto a la consciencia tiene el carácter de un cuerpo
interior extraño, el amor de Elizabeth hacia su cuñado está oculto a su conciencia
como si se tratara de un cuerpo interior extraño.

Freud confía este secreto a la madre de Elizabeth y la paciente se siente traicionada.

Aparecen las diferencias con Breuer. Para Freud, en la etiología debían buscarse
factores sexuales y Breuer no estaba de acuerdo con esto: la etiología sexual no se
presentaba en sus pacientes y no tenía nada que ver con la histeria.

Las diferencias entre ambos autores comenzaban a insinuarse, ya en Estudios sobre


la Histeria, ya que para Breuer las “(…) representaciones patógenas exteriorizan
un efecto traumático porque se han engendrado dentro de „estados hipnoides‟
en que la operación anímica está sometida a particulares restricciones…”
(Freud, Sigmund. Obras completas. Más allá del principio de placer y otras obras.
Tomo XVIII. Pág.233. Amorrotu editores. Año 1993.)
Para Freud: “(…) una representación deviene patógena cuando su contenido
aspira en la dirección contraria las tendencias dominantes en la vida anímica,
provocando así la
„defensa‟ del individuo…”(Freud, Sigmund. Obras completas. Más allá del principio
de placer y otras obras. Tomo XVIII. Pág.233. Amorrotu editores. Año 1993.)
Este trauma sexual infantil era el elemento esencial de la etiología de la histeria, según
Freud.

La impresión se vuelve traumática por una resignificación a posteriori. Tomemos un


ejemplo: en un primer momento una niña sufre una agresión sexual y bastantes años
después, en un segundo momento, otra escena evoca por algún rasgo asociativo la
primera y este recuerdo desencadena un flujo de excitaciones que desbordan al yo;
así, la primera escena alcanza carácter traumático retroactivamente y como recuerdo.
Puede suceder incluso que el primer acontecimiento (el que sea) no resulte sexual
para el afectado, sino que adquiera esa significación posteriormente (el sujeto
proyecta sobre la primera escena una dimensión sexual que antes no reconocía).

Retomando lo que estuvimos desarrollando hasta ahora, dijimos que tomaríamos el


caso Elizabeth como eje. Allí podemos observar como Freud avanza desde la
hipnosis a la sugestión utilizando la presión en la frente en los momentos en donde
Elizabeth dejaba de asociar, es decir, ante las resistencias al análisis, a la catarsis, el
método utilizado por Breuer y las asociaciones libres. Pero es interesante tener en
cuenta que Freud avanza pero no en tiempo lineal. El va probando, no existe
linealidad en este tratamiento.

La hipnosis le posibilitó particularmente, la orden post hipnótica, acceder al


conocimiento de la existencia de un grupo psíquico separado del yo y permitía que
cuando el sujeto lo evocaba, se produjera una liberación energética de afectos
(catarsis) y el síntoma se disolvía. El límite de este método era que transcurrido un
tiempo el cuadro sintomático reaparecía o se producían síntomas nuevos.

Es por eso que Freud va en busca de la sobredeterminación del síntoma con los
pacientes en estado de vigilia. Recurre a la presión en la frente en los momentos en
donde el discurso del paciente parecía detenerse. El método consistía en afirmar al
paciente, tremendo efecto sugestivo, que cuando el analista le coloca la mano sobre
la frente, emergería el recuerdo del momento traumático que ocasionó el síntoma y
que con el recuerdo el síntoma desaparecería.

Los pacientes no evocaban el recuerdo traumático pero si recordaban algún recuerdo


reciente, nimio, algún sueño, alguna idea que parecía no poseer ninguna relación con
el recuerdo buscado. Decide dar la consigna a sus pacientes de comunicar todo
aquello que se les ocurra, sin restricciones ni críticas y esto es ya la regla
fundamental del método psicoanalítico: la asociación libre.
Cuando Freud decide abandonar la hipnosis, comienza a lidiar con un juego de
fuerzas en el interior del psiquismo humano. Debía superar la resistencia, fuerza
psíquica de los pacientes que se oponían al devenir conciente.

Allí estamos frente a la piedra angular del psicoanálisis. La noción de conflicto, noción
dinámica por supuesto que luego será nombrada como represión.
Con el método analítico ya no se busca el acceso directo al recuerdo traumático.
A medida que el síntoma se va haciendo conciente, el síntoma se va resolviendo
solo, diríamos por añadidura.

Freud se halla aquí en los inicios de la elaboración de la teoría y piensa en la


importancia de los acontecimientos del pasado, en la determinación de los síntomas
actuales y en el tratamiento, recordar la experiencia o vivencia traumática que dio
origen al síntoma.

Descubre que no hay cuerpo sin significantes. El cuerpo está revestido de lenguaje,
tomado en el lenguaje, la sexualidad por ende es un fenómeno susceptible de
articularse al lenguaje. Las representaciones van a ser inscriptas en el cuerpo. El
síntoma aparece en el lugar de lo no dicho. Para Freud el lenguaje está integrado en
el cuerpo.

Lo que intenta es hacer asociar a la paciente, tratando de conectar las


manifestaciones actuales, somáticas, con acontecimientos reales del pasado.
Encuentra así relación entre lo que le ocurre a la pierna de Elizabeth o Isabel y la
aparición de ciertos deseos estando apoyada en la cama del padre, así como con
respecto a sentarse y no poder sentarse, en relación con una salida con el cuñado.

Además, después de esta búsqueda minuciosa, Freud se detiene y afirma que el


síntoma está sobredeterminado; sobredeterminado quiere decir que responde a
causas múltiples. Pero antes que esto se debe tener en cuenta que la hipótesis de
Freud es la existencia de ideas cuya eficacia consiste en transformar, por acción de la
defensa, un dolor psíquico en otro físico siguiendo caminos de asociación
determinados.

Escribe Oscar Masota en el libro Lecciones de Introducción al Psicoanálisis:” (...) En


este punto es fundamental para entender qué es el psicoanálisis,, puesto que el
descubrimiento fundamental de Freud consiste en haber denunciado que la
enfermedad es goce, goce masoquístico (auto-castigo del histérico en el
síntoma de conversión)” (Masotta, Oscar. Lecciones de introducción al
Psicoanálisis. Pág. 75 Editorial Gedisa .Año 2006.)

Distintas vías de causalidad convergen en la producción de una misma manifestación.


Y se trata de prestar una atención muy especial a la causa simbólica. La “parálisis
funcional Simbólica” es la expresión simbólica de los padecimientos de Elizabeth. Y
escribe Oscar Masotta: (...) “En esa familia, las cosas no andaban, no caminaba.
He ahí entonces, nos señala Freud, que Isabel Von R. tampoco anda, no
camina.” (Masotta, Oscar. Lecciones de introducción al Psicoanálisis. Pág. 62
Editorial Gedisa .Año 2006.).

En su momento la lingüística estructural no existía, pero es posible observar cómo


Freud revela en su teoría, una lógica coherente anticipatoria de la lingüística
moderna.
Es interesante entender que Freud, a partir de lo que las pacientes relataban,
descubre la sorprendente relación entre el síntoma y lo dicho por la paciente, su
discurso le permite pensar el cuerpo inscripto.

Cecilia Pla, psicoanalista, (ustedes tienen en la bibliografía de la materia algunos


capítulos de su libro Leer a Freud) en el capítulo de lo Inconciente se refiere al
síntoma conversivo de la siguiente manera:

“En el caso de Isabel Von R, paciente que Freud trata en el otoño de 1892,
podemos apreciar una cantidad de síntomas conversivos, entre los que se
destaca la astasia abasia (inestabilidad, dificultad de sostenerse erguida y
desplazarse). En el curso del tratamiento aparecen ideas que demuestran ser
eficaces en la producción de la astasia abasia: Isabel no logra avanzar un solo
paso en sus propósitos y se lamenta por estar sola. El síntoma conversivo se
forma en torno a la palabra stehen que puede utilizarse tanto para decir
„estar‟ como „estar de pié‟, reprimiendo así el dolor moral y convirtiéndolo en
un padecimiento físico que se transforma en la expresión simbólica de aquel.”
(Cecilia Pla. Leer a Freud. Cáp. IV. Pág. 61. Editorial Lazos. Año 2007.)

Como mencionamos en los párrafos anteriores, el método catártico es el precursor


inmediato del psicoanálisis, es el núcleo del psicoanálisis.
Cuando Freud abandona la hipnosis, comienza a lidiar con un juego de fuerzas en el
interior del psiquismo humano. Debía superar las resistencias, fuerza psíquica que se
manifestaba y que se oponía al devenir conciente. El trabajo de hacer conciente lo
inconciente será para Freud levantar las resistencias, que corresponden a las mismas
fuerzas que sostienen la represión, lo que al principio Freud denomina como defensa
conducirá posteriormente al concepto de represión.

La noción de conflicto, noción dinámica por supuesto que luego será elaborada dentro
de la teoría psicoanalítica con el nombre de represión.
El concepto de represión piedra angular del psicoanálisis, es uno de los primeros en
aparecer en la teoría freudiana bajo el nombre de resistencias al devenir conciente.
Freud explica la represión entendiendo que el sujeto intenta desembarazarse de una
idea incompatible, la idea no se elimina, es arrojada a la inconsciencia, la aísla
psíquicamente.

Por lo tanto podemos decir que a partir del estudio de la resistencia, en el análisis
Freud supone un sujeto escindido entre lo que sabe y lo que no sabe que sabe, pero
se manifiesta en las formaciones de lo inconciente.

Esto corresponde a la noción de sujeto que caracteriza al psicoanálisis; el sujeto en el


sentido de „sujetado‟. La represión constituye el psiquismo y es a partir de esto
que consideramos lo
conciente/inconciente en el sujeto. Si la represión falla, es allí donde se generan los
síntomas.
La represión consta de tres momentos: represión primaria, represión secundaria y
retorno de lo reprimido.
Para Freud la represión primaria constituye una primera fase de la estructuración
psíquica, y consiste en la fijación de la pulsión a un representante representativo.
Y divide al aparato psíquico en consciente e inconsciente.

La represión secundaria propiamente dicha es un mecanismo de defensa del yo,


tendiente a apartar de la conciencia todas aquellas representaciones que, por su
carácter displacientes, generen en el sujeto malestar. Allí tenemos que tener en
cuenta la noción de conflicto entre instancias.

El retorno de lo reprimido se manifiesta en la formación de los síntomas neuróticos.

También podría gustarte