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LITERATURA RENACENTISTA ESPAÑOLA. TEXTOS.


POESÍA

- Garcilaso de la Vega:

Soneto XXIII Égloga I (fragmento)

En tanto que de rosa y azucena Divina Elisa, pues agora el cielo


se muestra la color en vuestro gesto, con inmortales pies pisas y mides,
y que vuestro mirar ardiente, honesto, y su mudanza ves, estando queda,
enciende el corazón y lo refrena, )por qué de mí te olvidas y no pides
y en tanto que el cabello, que en la vena que se apresure el tiempo en que este velo
del oro se escogió, con vuelo presto, rompa del cuerpo y verme libre pueda,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto, y en la tercera rueda,
el viento mueve, esparce y desordena, contigo mano a mano,
coged de vuestra alegre primavera busquemos otro llano,
el dulce fruto, antes que el tiempo airado busquemos otros montes y otros ríos,
cubra de nieve la hermosa cumbre. otros valles floridos y sombríos
Marchitará la rosa el viento helado, donde descanse y siempre pueda verte
todo lo mudará la edad ligera, ante los ojos míos
por no hacer mudanza en su costumbre. sin miedo y sobresalto de perderte?

- Gutierre de Cetina: - Fray Luis de León:

Ojos claros, serenos, A la salida de la cárcel


si de un dulce mirar sois alabados,
)por qué, si me miráis, miráis airados? Aquí la envidia y mentira y con pobre mesa y casa
Si cuanto más piadosos me tuvieron encerrado. en el campo deleitoso
más bellos parecéis a aquel que os mira, Dichoso el humilde estado con sólo Dios se compasa
no me miréis con ira del sabio que se retira y a solas su vida pasa,
porque no parezcáis menos hermosos. de aqueste mundo malvado, ni envidiado ni envidioso.
(Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

- San Juan de la Cruz:


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PROSA

- Novela de caballerías: Amadís de Gaula.

EL GIGANTE ALDABÁN

Poco después salió el gigante en su caballo. Parecía tan descomunal, que no había hombre que osase mirarle. Unas hojas
enormes de hierro le cubrían desde la garganta hasta la silla. Llevaba un gran yelmo de color claro, y en la mano una gran maza de hierro. El
mismo Galaor1 sintió miedo al verle, pero lo fue perdiendo a medida que el gigante se acercaba. El gigante le dijo: *Mal caballero, )cómo
osas venir a tu muerte? Porque no volverá a verte el que aquí te envió. Ya verás cómo sé dar con la maza. + Galaor contestó con saña: *Te
venceré con lo que traigo en mi ayuda, que es Dios y la razón.+
El gigante se lanzó contra él y parecía que avanzaba una torre. Galaor soltó el caballo a todo correr, y con la lanza baja le dio en
el pecho con tal fuerza, que le hizo perder uno de los estribos. Pero se le quebró la lanza. El gigante alzó la maza para golpear a Galaor en la
cabeza, pero sólo le alcanzó en el brocal del escudo y se lo hizo caer a tierra, y casi a Galaor con él. El golpe fue tan fuerte, que el brazo no
pudo sostener la maza y ésta fue a dar en la cabeza del propio caballo, el cual cayó sobre el gigante. Galaor se lanzó sobre él, pero su
caballo tropezó con el del gigante y fue a caer del otro lado. El gigante se desprendió del suyo y tomó de nuevo la maza. Galaor echó mano
a la espada que le había dado Urganda; y dando con todas sus fuerzas en el mango de la maza, lo cortó por entero, y al gigante no le quedó
más que un trozo en la mano. Con ese trozo le dio el gigante tal golpe a Galaor en el yelmo, que le hizo poner una mano en tierra y el yelmo
se le torció en la cabeza. Pero como era ligero y de corazón vivo, se levantó en seguida, y desviándose del gigante, le dio con la espada en el
brazo y se lo cortó hasta el hombro; y luego en la pierna, y se la cortó cerca de la mitad. El gigante comenzó a dar grandes gritos y quiso
abrazarse a Galaor con saña, pero la herida de la pierna le obligó a sentarse en el suelo. Galaor volvió a acometerle, y el gigante, al querer
atajarse el golpe, perdió los dedos con la mitad de la mano. El gigante se desplomó, y Galaor le cortó la cabeza.

- Novela morisca: Historia del Abencerraje Abindarráez y de la hermosa Jarifa.

El alcaide los hizo apartar y, quedando solos, el moro, arrancando un gran suspiro, le dijo:
- Rodrigo de Narváez, alcaide tan nombrado de Álora, está atento a lo que te dijere, y verás si bastan los casos de mi fortuna a
derribar un corazón de un hombre cautivo. A mí llaman Abindarráez el mozo, a diferencia de un tío mío, hermano de mi padre, que tiene el
mismo nombre. Soy de los Abencerrajes de Granada, de los cuales muchas veces habrás oído decir, y aunque me bastaba la lástima presente
sin acordar las pasadas, todavía te quiero contar esto. Hubo en Granada un linaje de caballeros que llamaban los abencerrajes, que eran flor
de todo aquel reino, porque en gentileza de sus personas, buena gracia, disposición y gran esfuerzo hacían ventaja a todos los demás [...]
Quiso la fortuna, enemiga de su bien, que de esta excelencia cayesen de la manera que oirás. El Rey de Granada hizo a dos de estos
caballeros, los que más valían, un notable e injusto agravio, movido de falsa información que contra ellos tuvo. Y quísose decir, aunque yo
no lo creo, que estos dos, y a su instancia otros diez, se conjuraron de matar al rey y dividir el Reino entre sí, vengando su injuria. Esta
conjuración, siendo verdadera o falsa, fue descubierta, y por no escandalizar el Rey al Reino, que tanto los amaba, los hizo a todos una
noche degollar, porque a dilatar la injusticia, no fuera poderoso de hacerla [...] Resultó de este infeliz caso que ningún Abencerraje pudiese
vivir en Granada, salvo mi padre y un tío mío, que hallaron inocentes de este delito, a condición que los hijos que les naciesen, enviasen a
criar fuera de la ciudad para que no volviesen a ella, y las hijas casasen fuera del Reino.
Rodrigo de Narváez, que estaba mirando con cuánta pasión le contaba su desdicha, le dijo:
- Por cierto, caballero, vuestro cuento es extraño, y la sinrazón que a los abencerrajes se hizo fue grande, porque no es de creer
que siendo ellos tales, cometiesen traición.
- Es como yo lo digo -dijo él-. Y aguardad más y veréis cómo desde allí todos los Abencerrajes pasamos a ser desdichados. Yo
salí al mundo del vientre de mi madre, y por cumplir mi padre el mandamiento del Rey, envióme a Cártama al alcaide que en ella estaba,
con quien tenía estrecha amistad. Éste tenía una hija, casi de mi edad, a quien amaba más que a sí, porque allende de ser sola y hermosísima,
le costó la mujer, que murió de su parto. Ésta y yo en nuestra niñez siempre nos tuvimos por hermanos porque así nos oíamos llamar. Nunca
me acuerdo haber pasado hora que no estuviésemos juntos. Juntos nos criaron, juntos andábamos, juntos comíamos y bebíamos. Naciónos
de esta conformidad un natural amor que fue siempre creciendo con nuestras edades. Acuérdome que entrando una siesta en la huerta que
dicen de los jazmines, la hallé sentada junto a la fuente, componiendo su hermosa cabeza. Miréla vencido de su hermosura [...] No sé cómo
me pesó de que fuese mi hermana; y no aguardando más, fuime a ella y cuando me vio con los brazos abiertos me salió a recibir y,
sentándome junto a sí, me dijo: *Hermano, )cómo me dejaste tanto tiempo sola?+ Yo le respondí: *Señora mía, porque ha gran rato que os
busco, y nunca hallé quien me dijese dónde estabais, hasta que mi corazón me lo dijo. Mas decidme ahora, )qué certeza tenéis vos de que
seamos hermanos?+ *Yo -dijo ella- no otra más del grande amor que te tengo, y ver que todos nos llaman hermanos.+ *Y si no lo fuéramos
-dije yo-, )quisiérasme tanto?+ *)No ves -dijo ella- que, a no serlo, no nos dejara mi padre andar siempre juntos y solos?+ *Pues si ese bien
me habían de quitar -dije yo-, más quiero el mal que tengo.+ Entonces ella, encendiendo su hermoso rostro en color, me dijo: *)Y qué
pierdes tú en que seamos hermanos?+ *Pierdo a mí y a vos+, dije yo. *Yo no te entiendo -dijo ella-, mas a mí me parece que sólo serlo nos
obliga a amarnos naturalmente.+ *A mí sólo vuestra hermosura me obliga, que antes esa hermandad parece que me resfría algunas veces.+ Y
con esto, bajando mis ojos de vergüenza de lo que le dije, vila en las aguas de la fuente tal como ella era, de suerte que donde quiera que
volvía la cabeza, hallaba su imagen, y en mis entrañas, la más verdadera [...] Esta engañosa vida trajimos mucho tiempo, hasta que ya el
amor por vengarse de nosotros nos descubrió la cautela, que, como fuimos creciendo en edad, ambos acabamos de entender que no éramos
hermanos. Ella no sé lo que sintió al principio de saberlo, mas yo nunca mayor contentamiento recibí, aunque después acá lo he pagado
bien. En el mismo punto que fuimos certificados de esto, aquel amor limpio y sano que nos teníamos, se comenzó a dañar y se convirtió en
una rabiosa enfermedad que nos durará hasta la muerte. Aquí no hubo primeros movimientos que excusar, porque el principio de estos
amores fue un gusto y deleite fundado sobre bien, mas después no vino el mal por principio, sino de golpe y todo junto: ya yo tenía mi
contentamiento puesto en ella y mi alma hecha a medida de la suya. Todo lo que no veía en ella, me parecía feo, excusado 2 y sin provecho
en el mundo; todo mi pensamiento era en ella. Ya en este tiempo nuestros pasatiempos eran diferentes; ya yo la miraba con recelo de ser
sentido, ya tenía envidia del sol que la tocaba.

1 Galaor: hermano de Amadís.


2 excusado: inútil.
3

- Novela picaresca: Lazarillo de Tormes.

TRACTADO TERCERO. CÓMO LÁZARO SE ASENTÓ CON UN ESCUDERO, Y DE LO QUE LE ACAESCIÓ CON ÉL.

[...] Contemplaba yo muchas veces mi desastre, que, provechosamente gastado, dando infinitas gracias a Dios que a
escapando de los amos ruines que había tenido y buscando mi amo había hecho con dinero, a deshora me vino al encuentro
mejoría, viniese a topar con quien no sólo no me mantuviese, un muerto, que por la calle abajo muchos clérigos y gente en
mas a quien yo había de mantener. unas andas traían. Arriméme a la pared, por darles lugar, y,
[...] Aquí viera, quien verlo pudiera, la abstinencia de mi desque el cuerpo pasó, venían luego a par del lecho una que
casa y la tristeza y silencio de los moradores: tanto, que nos debía ser mujer del difunto, cargada de luto, y con ella otras
acaesció estar dos o tres días sin comer bocado, ni hablaba muchas mujeres; la cual iba llorando a grandes voces y
palabra. A mí diéronme la vida unas mujercillas hilanderas de diciendo:
algodón, que hacían bonetes y vivían par de nosotros, con las - Marido y señor mío, )adónde os me llevan? (A la
cuales yo tuve vecindad y conocimiento. Que, de la laceria que casa triste y desdichada, a la casa lóbrega y oscura, a la casa
les traía, me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado me donde nunca comen ni beben!
pasaba. Yo que aquello oí, juntóseme el cielo con la tierra y
Y no tenía tanta lástima de mí como del lastimado de dije: *(Oh desdichado de mí! Para mi casa llevan este muerto.+
mi amo, que en ocho días maldito el bocado que comió. A lo Dejo el camino que llevaba, y hendí por medio de la
menos en casa, bien lo estuvimos sin comer; no sé yo cómo o gente, y vuelvo por la calle abajo, a todo el más correr que pude,
dónde andaba y qué comía. (Y verle venir a mediodía la calle para mi casa; y, entrando en ella, cierro a grande prisa,
abajo, con estirado cuerpo, más largo que galgo de buena casta! invocando el auxilio y favor de mi amo, abrazándome a él, que
Y por lo que toca a su negra que dicen honra, tomaba una paja, me venga a ayudar y a defender la entrada. El cual, algo
de las que aun asaz no había en casa, y salía a la puerta alterado, pensando que fuese otra cosa, me dijo:
escarbando los que nada entre sí tenían, quejándose todavía de - )Qué es eso, mozo? )Qué voces das? )Qué tienes?
aquel mal solar, diciendo: )Por qué cierras la puerta con tal furia?
- Malo está de ver, que la desdicha de esta vivienda - (Oh señor -dije yo-, acuda aquí, que nos traen acá
lo hace. Como ves, es lóbrega, triste, oscura. Mientras aquí un muerto!
estuviéremos, hemos de padecer. Ya deseo que se acabe este - )Cómo así? -respondió él.
mes por salir de ella. - Aquí arriba lo encontré, y venía diciendo su mujer:
Pues estando en esta afligida y hambrienta *Marido y señor mío, )adónde os llevan? (A la casa lóbrega y
persecución, un día, no sé por cuál dicha o ventura, en el pobre oscura, a la casa triste y desdichada, a la casa donde nunca
poder de mi amo entró un real, con el cual él vino a casa tan comen ni beben!+ Acá, señor, nos le traen.
ufano como si tuviera el tesoro de Venecia, y con gesto muy Y ciertamente cuando mi amo esto oyó, aunque no
alegre y risueño me lo dio, diciendo: tenía por qué estar muy risueño, rió tanto, que muy gran rato
- Toma, Lázaro, que Dios ya va abriendo su mano. estuvo sin poder hablar. En este tiempo tenía ya yo echada la
Ve a la plaza, y merca pan y vino y carne: (quebremos el ojo al aldaba a la puerta y puesto el hombro en ella por más defensa.
diablo! Y más te hago saber, porque te huelgues: que he Pasó la gente con su muerto, y yo todavía me recelaba que nos
alquilado otra casa y en esta desastrada no hemos de estar más le habían de meter en casa. Y desque fue ya más harto de reír
de en cumpliendo el mes. (Maldita sea ella y el que en ella puso que de comer, el bueno de mi amo díjome:
la primera teja, que con mal en ella entré! Por nuestro Señor, - Verdad es, Lázaro: según la viuda lo va diciendo, tú
cuanto ha que en ella vivo, gota de vino ni bocado de carne no tuviste razón de pensar lo que pensaste; mas, pues Dios lo ha
he comido, ni he habido descanso ninguno; mas (tal vista tiene y hecho mejor y pasan adelante, abre, abre y ve por de comer.
tal oscuridad y tristeza! Ve y ven presto, y comamos hoy como - Déjalos, señor, acaben de pasar la calle -dije yo.
condes. Al fin vino mi amo a la puerta de la calle, y ábrela
Tomo mi real y jarro y, a los pies dándoles prisa, esforzándome, que bien era menester, según el miedo y
comienzo a subir mi calle, encaminando mis pasos para la plaza, alteración, y me tornó a encaminar. Mas aunque comimos bien
muy contento y alegre. Mas )qué me aprovecha, si está aquel día, maldito el gusto que yo tomaba en ello, ni en aquellos
constituido en mi triste fortuna que ningún gozo me venga sin tres días torné en mi color. Y mi amo, muy risueño todas las
zozobra? Y así fue éste. Porque, yendo la calle arriba, echando veces que se le acordaba aquella mi consideración.
mi cuenta en lo que le emplearía, que fuese mejor y más

- Prosa didáctica: Diálogo de la lengua, de Juan de Valdés.

VALDÉS.- )Qué es lo que queréis?


MARCIO.- Que nos digáis lo que observáis y guardáis acerca del escribir y hablar en vuestro romance castellano en cuanto al estilo.
VALDÉS.- Para deciros la verdad, muy pocas cosas observo, porque el estilo que tengo me es natural, y sin afectación 3 ninguna escribo
como hablo; solamente tengo cuidado de usar de vocablos que signifiquen bien lo que quiero decir, y dígolo cuanto más llanamente me es
posible, porque a mi parecer en ninguna lengua está bien la afectación.

- Mística: Libro de la vida, de Teresa de Jesús.

Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que
no suelo ver sino por maravilla. Aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos [...] En esta visión quiso el Señor le viese
así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parece todos se
abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos
ángeles a otros, y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un
poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba
consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la
suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor
corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios,
que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento.

3 afectación: falta de sencillez y naturalidad.


4

TEATRO

- Lope de Rueda: Cornudo y contento (paso).

LUCIO.- (Oh, miserabelis doctor, quanta pena paciuntur propter miseriam!4 )Qué fortuna es ésta, que no haya recetado en todo el día de
hoy receta ninguna? Pues, (mirad quién asoma para mitigar mi pena! Éste es un animal al que su mujer ha hecho creer que está enferma, y
ella hácelo para pasarlo bien con un estudiante. Y él es tan importuno que no lo hace con dos ni tres visitas al día. Pero venga, que en tanto
que los pollos en el corral le duraren, nunca su mujer estará sin fiebre. Sea bien allegado el bueno de Alonso de...
MARTÍN.- No, no, señor Licenciado: Martín de Villalba me llamo para toda su honra.
LUCIO.- Salus adque vita in qua Nestoreos superetis dias5. )Para qué era nada de esto, hermano Martín de Villalba?
MARTÍN.- Señor, perdone vuesa merced, que aún están todavía pequeñuelos; pero sane mi mujer, que yo le prometo un ganso que tengo a
engordar. [...]
LUCIO.- Bien me parece todo eso. Pues, )cómo se ha sentido esta noche vuestra mujer?
MARTÍN.- Señor, algún tanto ha reposado, que, como ha dormido en casa aquel su primo el estudiante, que tiene la mejor mano de
ensalmador6 de todo el mundo, no ha dicho en toda esta noche *aquí me duele+.
LUCIO.- Yo lo creo [...] )Tomó bien la purga?
MARTÍN.- (Ah, mi madre! Ni aun la quiso oler. Pero buen remedio nos dimos por que le hiciese impresión la medicina.
LUCIO.- )Cómo así?
MARTÍN.- Señor, aquel primo suyo, como es muy letrudo, sabe lo que el diablo deja de saber.
LUCIO.- )De qué manera?
MARTÍN.- Díjome: *Mirad, Martín de Villalba: vuestra mujer está de mala gana, y es imposible que ella beba nada de esto. Vos decís que
queréis bien a vuestra mujer.+ Dije yo: *(Ah, mi madre! No estéis en eso, que juro a mí que la quiero como las coles al tocino.+ Dijo él
entonces: *Pues tanto monta. Bien os acordáis que, cuando os casaron con ella, dijo el clérigo que quedabais unidos en una misma carne. +
Dije yo: *Así es verdad.+ Dijo él: *Pues siendo verdad lo que el clérigo dijo, y siendo todo una misma carne, tomando vos esa purga, tanto
provecho le hará a vuestra mujer como si ella la tomase.+
LUCIO.- )Qué hicisteis?
MARTÍN.- (Pardiez! Apenas hubo acabado la última palabra cuando ya estaba la escudilla más limpia y enjuta que la podía dejar el gato de
Mari Jiménez, que creo que no hay cosa más desbocada en toda esta tierra.
LUCIO.- (Bien le aprovecharía!
MARTÍN.- (Guárdenos Dios! Yo fui el que no pude más pegar los ojos, que ella a las once del día se despertó. Y como a mí me había
quedado aquella madrugada tan enjuto el estómago con aquello de la escudilla, hízole tanto provecho a ella que se levantó con un hambre
que se comiera un novillo, si se lo pusieran delante [...] En fin, señor, que como no me podía menear del dolor que en estos ijares sentía,
díjome su primo: *Andad mal punto, que sois hombre sin corazón; de una negra purguilla estáis que no parecéis sino búho enfriado. +
Entonces el señor, diciendo y haciendo, apañó una gallina por aquel pescuezo, que parece que ahora lo veo, y en un santiamén fue asada y
cocida y engullida entre los dos.
LUCIO.- Hiciérame yo al tercio, como quien juega a la primera de Alemaña.
MARTÍN.- (Ah, mi madre! Bien lo quisiera yo, sino que me hicieron creer que le haría daño a mi mujer lo que yo comiere.
LUCIO.- Hicisteis muy bien. (Mirad quién ha de vivir seguro de aquí adelante! Según me parece, a vos basta que curemos.
(Éntrase el DOCTOR y queda MARTÍN DE VILLALBA. Y sale BÁRBARA, su mujer, y el ESTUDIANTE.)
ESTUDIANTE.- (Por el cuerpo de todo el mundo! Señora Bárbara, veis aquí a vuestro marido que viene de casa del doctor Lucio, y creo
que nos ha visto. )Qué remedio...?
BÁRBARA.- No tengáis pena, señor Jerónimo, que yo le enalbardaré como suelo. Le haré que crea que vamos a cumplir ciertos votos que
convienen para mi salud. [...]
ESTUDIANTE.- Bien venga el señor Martín de Villalba, marido de la señora mi prima y el mayor amigo que tengo.
MARTÍN.- (Oh señor primo de mi mujer! [...] )Dónde bueno? (Oh! )Quién es la revestida como la borrica de llevar novias?
ESTUDIANTE.- Déjala; no la toques. Una moza es que nos lava la ropa allá en el pupilaje. [...]
MARTÍN.- (Hola, hola, primo de mi mujer!
ESTUDIANTE.- )Qué quiere?
MARTÍN.- (Aguarda, cuerpo del diablo! Que... o yo me engaño... o es aquella saya la de mi mujer. Si ella es, )Dónde me la llevas?
BÁRBARA.- (Ah, don traidor! (Mirad qué memoria tiene de mí, que topa su mujer en la calle y no la conoce!
MARTÍN.- Calla, no llores, que me quiebras el corazón; que yo te conoceré, mujer, aunque no quieras, de aquí adelante. Pero dime: )dónde
vas?, )volverás tan presto?
BÁRBARA.- Sí volveré, que no voy sino a tener unas novenas a una santa con quien yo tengo grandísima devoción.
MARTÍN.- )Novenas? )Y qué son novenas, mujer?
BÁRBARA.- )No lo entendéis? Novenas se entiende que tengo de estar yo allá encerrada nueve días.
MARTÍN.- )Sin venir a casa, alma mía?
BÁRBARA.- Pues..., sin venir a casa [...] Pues conviene una cosa.
MARTÍN.- )Y qué, mujer de mi corazón?
BÁRBARA.- Que ayunéis vos todos estos días que yo allá estuviere, a pan y agua, porque más aproveche la devoción.
MARTÍN.- Si no es más que aqueso, soy muy contento. Ve en buena hora.
BÁRBARA.- Adiós; mirad por esa casa.
MARTÍN.- Señora mujer, no te cumple hablar más como enferma, que el doctor me ha dicho que a mí me ha de curar, que tú, (bendito
Dios!, ya vas mejorando.
ESTUDIANTE.- Quedad en buena hora, hermano Martín de Villalba.
MARTÍN.- Ve con Dios. Mira, primo de mi mujer, no dejes de aconsejarle que, si se halla bien con las novenas, que las haga decenas,
aunque yo tenga que ayunar un día más por su salud.
ESTUDIANTE.- Yo lo procuraré. Queda con Dios. [...]

4 Oh, miserabelis doctor, quanta pena paciuntur propter miseriam: (Oh, miserable doctor, cuántas penas se padecen a causa de la
miseria.
5 Salus adque vita in qua Nestoreos superetis dias: Salud y vida en la que abunden los días nestóreos. Néstor era un personaje
longevo; por lo tanto, que abunden los días longevos.
6 ensalmador: el que sana con ensalmos (curas supersticiosas que se aplican con oraciones).
5

LITERATURA BARROCA ESPAÑOLA. TEXTOS.


POESÍA

- Luis de Góngora:

LETRILLA FÁBULA DE POLIFEMO Y


GALATEA
[Descripción del cíclope]
Ándeme yo caliente
y ríase la gente. Un monte era de miembros eminente
este (que, de Neptuno hijo fiero,
Traten otros del gobierno Busque muy en hora buena de un ojo ilustra el orbe de su frente,
del mundo y sus monarquías, el mercader nuevos soles; émulo casi del mayor lucero)
mientras gobiernan mis días yo conchas y caracoles cíclope, a quien el pino más valiente,
mantequillas y pan tierno; entre la menuda arena, bastón, le obedecía, tan ligero,
y las mañanas de invierno escuchando a Filomena y al grave peso junco tan delgado,
naranjada y aguardiente, sobre el chopo de la fuente, que un día era bastón y otro cayado.
y ríase la gente. y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla Pase a media noche el mar,


el Príncipe mil cuidados, y arda en amorosa llama [Versión en prosa: Era como un
como píldoras dorados; Leandro por ver su dama; eminente monte de miembros humanos
que yo en mi pobre mesilla que yo más quiero pasar este cíclope, feroz hijo del dios
quiero más una morcilla del golfo de mi lagar Neptuno. En la frente de Polifemo,
que en el asador reviente, la blanca o roja corriente, amplia como un orbe, brilla un solo
y ríase la gente. y ríase la gente. ojo, que podría casi competir aun con
el Sol, nuestro máximo lucero. El más
Cuando cubra las montañas Pues Amor es tan cruel alto y fuerte pino de la montaña lo
de blanca nieve el enero, que de Píramo y su amada manejaba como ligero bastón; y, si se
tenga yo lleno el brasero hace tálamo una espada, apoyaba sobre él, cedía al enorme
de bellotas y castañas, do se junten ella y él, peso, cimbreándose como delgado
y quien las dulces patrañas sea mi Tisbe un pastel junco, de tal modo que, si un día era
del Rey que rabió me cuente, y la espada sea mi diente, bastón, al otro ya estaba encorvado
y ríase la gente. y ríase la gente. como un cayado.]

- Francisco de Quevedo: - Lope de Vega: - Sor Juana Inés de la Cruz:

A UN HOMBRE DE GRAN Un soneto me manda hacer Violante, Hombres necios que acusáis
NARIZ que en mi vida me he visto en tanto a la mujer sin razón,
aprieto; sin ver que sois la ocasión
Érase un hombre a una nariz catorce versos dicen que es soneto: de lo mismo que culpáis:
pegado, burla burlando van los tres delante. si con ansia sin igual
érase una nariz superlativa, Yo pensé que no hallara consonante solicitáis su desdén,
érase una alquitara medio viva, y estoy a la mitad de otro cuarteto, )por qué queréis que obren bien
érase un peje espada mal barbado; mas si me veo en el primer terceto, si las incitáis al mal?
era un reloj de sol mal encarado, no hay cosa en los cuartetos que me Combatís su resistencia
érase un elefante boca arriba, espante. y luego, con gravedad,
érase una nariz sayón y escriba, Por el primer terceto voy entrando, decís que fue liviandad
un Ovidio Nasón mal narigado. y parece que entré con pie derecho, lo que hizo la diligencia. [...]
Érase el espolón de una galera, pues fin con este verso le voy dando. Siempre tan necios andáis
érase una pirámide de Egito, Ya estoy en el segundo y aun sospecho que, con desigual nivel,
los doce tribus de narices era; que voy los trece versos acabando; a una culpáis por cruel
érase un naricísimo infinito, contad si son catorce y está hecho. y a otra por fácil culpáis.
frisón archinariz, caratulera, )Pues cómo ha de estar templada
sabañón garrafal, morado y frito. )Qué tengo yo, que mi amistad procuras? la que vuestro amor pretende,
)Qué interés se te sigue, Jesús mío, si la que es ingrata, ofende,
que a mi puerta, cubierto de rocío, y la que es fácil, enfada?
pasas las noches del invierno escuras? Mas, entre el enfado y pena
ENSEÑA CÓMO TODAS LAS (Oh cuánto fueron mis entrañas duras, que vuestro gusto refiere,
COSAS AVISAN DE LA MUERTE pues no te abrí! (Qué extraño desvarío, bien haya la que no os quiere
si de mi ingratitud el hielo frío y quejaos en hora buena. [...]
Miré los muros de la patria mía, secó las llagas de tus plantas puras! )Cuál mayor culpa ha tenido
si un tiempo fuertes, ya (Cuántas veces el Ángel me decía: en una pasión errada:
desmoronados, *Alma, asómate agora a la ventana, la que cae de rogada,
de la carrera de la edad cansados, verás con cuánto amor llamar porfía+! o el que ruega de caído?
por quien caduca ya su valentía. (Y cuántas, hermosura soberana, )O cuál es más de culpar,
Salíme al campo, vi que el sol bebía *Mañana le abriremos+, respondía, aunque cualquiera mal haga:
los arroyos del yelo desatados, para lo mismo responder mañana! la que peca por la paga,
y del monte quejosos los ganados, o el que paga por pecar?
que con sombras hurtó su luz al día. Vamos a la playa coronados todos Pues, )para qué os espantáis
Entré en mi casa; vi noche de San Juan, de verbena y de la culpa que tenéis?
que,amancillada, ramos. Queredlas cual las hacéis
de anciana habitación era despojos; que alegra la tierra A su arena vamos, o hacedlas cual las buscáis. [...]
mi báculo, más corvo y menos fuerte; y retumba el mar. noche de San
vencida de la edad sentí mi espada. Juan,
Y no hallé cosa en que poner los ojos En la playa hagamos que alegra la tierra
que no fuese recuerdo de la muerte. fiestas de mil modos y retumba el mar.
6

PROSA

- Francisco de Quevedo: El buscón.

[Pablos está al servicio del joven Diego Coronel, que va a estudiar a la Universidad de Alcalá. A su llegada, el pícaro sufre las novatadas
de sus compañeros]

A mi amo, apadrináronle unos colegiales conocidos de su padre y entró en su general 7; pero yo, que había de entrar en otro
diferente y fui solo, comencé a temblar. Entré en el patio, y no hube metido bien el pie, cuando me encararon y empezaron a decir: *(Nuevo!
+ Yo, por disimular, di en reír, como el que no hacía caso; mas no bastó, porque llegándose a mí ocho o nueve, comenzaron a reírse. Púseme
colorado; nunca Dios lo permitiera, pues, al instante, se puso uno que estaba a mi lado las manos en las narices y, apartándose, dijo: *Por
resucitar está este Lázaro, según hiede.+ Y con esto todos se apartaron tapándose las narices. Yo, que me pensé escapar, puse las manos
también y dije: *Vuestras mercedes tienen razón, que huele muy mal.+ Dioles mucha risa y, apartándose (ya estaban juntos hasta ciento),
comenzaron a escarbar y tocar al arma, y en las toses y abrir y cerrar de las bocas, vi que se me aparejaban gargajos. En esto, un
manchegazo acatarrado hízome alarde de uno terrible, diciendo: *Esto hago.+ Yo entonces, que me vi perdido, dije: *(Juro a Dios que ma...!+
Iba a decir te, pero fue tal la batería y lluvia que cayó sobre mí, que no pude acabar la razón. Yo estaba cubierto el rostro con la capa, y tan
blanco, que todos tiraban a mí; y era de ver cómo tomaban la puntería.
Estaba ya nevado de pies a cabeza, pero un bellaco, viéndome cubierto y que no tenía en la cara cosa, arrancó hacia mí diciendo
con gran cólera: *(Basta, no le matéis!+; que yo, según me trataban, creí de ellos que lo harían. Destapéme por ver lo que era, y, al mismo
tiempo, el que daba las voces me enclavó un gargajo en los dos ojos. Aquí se han de considerar mis angustias. Levantó la infernal gente una
grita que me aturdieron. Y yo, según lo que echaron sobre mí de sus estómagos, pensé que por ahorrar de médicos y boticas aguardan
nuevos para purgarse.

TEATRO

- Lope de Vega: Fuente Ovejuna.

[El comendador de Fuente Ovejuna, Fernán Gómez de Guzmán, comete toda clase de abusos contra el pueblo, maltrata a los hombres y
fuerza a las mujeres. Los vecinos de la villa, no pudiendo soportar más la situación, dan muerte al comendador entre todos. Los Reyes
Católicos mandan un juez para averiguar quién cometió el crimen, pero los vecinos, al ser interrogados, contestan *Fuente Ovejuna +,
impidiendo así que se señalen culpables.]
[En esta escena, FRONDOSO y LAURENCIA se encuentran en la plaza de Fuente Ovejuna y están oyendo cómo el JUEZ enviado por los Reyes
está interrogando con torturas a un viejo (ESTEBAN), a un NIÑO, a una mujer (PASCUALA) y a MENGO.]

FRONDOSO Voces parece que he oído, (ese desnudo, ese gordo!


y son, si yo mal no siento, LAURENCIA (Pobre Mengo! Él es sin duda.
de alguno que dan tormento. FRONDOSO Temo que ha de confesar.
Oye con atento oído. MENGO (Ay, ay!
JUEZ Comienza a apretar.
(Dice dentro el JUEZ y responden.) MENGO (Ay!
JUEZ )Es menester ayuda?
JUEZ Decid la verdad, buen viejo. MENGO (Ay, ay!
FRONDOSO Un viejo, Laurencia mía, JUEZ )Quién mató, villano,
atormentan. al señor Comendador?
LAURENCIA (Qué porfía! MENGO (Ay, yo lo diré, señor!
ESTEBAN Déjenme un poco. JUEZ Afloja un poco la mano.
JUEZ Ya os dejo. FRONDOSO Él confiesa.
Decid, )quién mató a Fernando? JUEZ Al palo aplica
ESTEBAN Fuente Ovejuna lo hizo. la espalda.
LAURENCIA Tu nombre, padre, eternizo. MENGO Quedo, que yo
FRONDOSO (Bravo caso! lo diré.
JUEZ (Ese muchacho JUEZ )Quién le mató?
aprieta, perro! Yo sé MENGO Señor, Fuente Ovejunica.
que lo sabes. Di quién fue. JUEZ )Hay tan gran bellaquería?
)Callas? Aprieta, borracho. Del dolor se están burlando.
NIÑO Fuente Ovejuna, señor. En quien estaba esperando
JUEZ (Por vida del Rey, villanos, niega con mayor porfía.
que os ahorque con mis manos! Dejadlos, que estoy cansado.
)Quién mató al Comendador? FRONDOSO (Oh, Mengo, bien te haga Dios!
FRONDOSO (Que a un niño le den tormento, Temor que tuve de dos,
y niegue de aquesta suerte! el tuyo me le ha quitado.
LAURENCIA (Bravo pueblo!
FRONDOSO (Bravo y fuerte!
JUEZ (Esa mujer al momento
en ese potro tened!
Dale esa mancuerda luego.
LAURENCIA Ya está de cólera ciego.
JUEZ Que os he de matar, creed,
en ese potro, villanos.
)Quién mató al Comendador?
PASCUALA Fuente Ovejuna, señor.
JUEZ (Dale!
FRONDOSO Pensamientos vanos.
LAURENCIA Pascuala niega, Frondoso.
FRONDOSO Niegan niños, )qué te espantas?
JUEZ Parece que los encantas.
(Aprieta!
PASCUALA (Ay, cielo piadoso!
JUEZ (Aprieta, infame! )Estás sordo?
PASCUALA Fuente Ovejuna lo hizo.
JUEZ Traedme aquel más rollizo...,

7 general: aula en la que se admitía a cuantos deseaban asistir.


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