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1995 Apego y Psicopatología Crittenden
1995 Apego y Psicopatología Crittenden
Apego y Psicopatología
Patricia M. Crittenden.
Resumen (traducción) de Crittenden, P. (1995) Attachment and Psychopathology. En Goldberg, S., Muir, R. & Kerr, J. (Eds.)
Attachment theory: Social, developmental, and clinical perspectives (pp. 367-406) Hillsdale, NJ: Analytic Press
Aprendiendo a interactuar.
Desde el nacimiento, los humanos tienen una forma específica a la especie de emitir
reflejos, la habilidad para aprender asociaciones, y sentimientos. Una forma de pensar en
esto es asociar la conducta refleja (que regula funciones esenciales) con el tallo cerebral,
la estructura cerebral más antigua. El cerebro reptil (por ej. el cerebro medio) como la
siguiente estructura desarrollada, relacionado con el aprendizaje asociativo simple
mediante la experiencia. El sistema límbico, la próxima estructura en desarrollarse, es
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asociada con las respuestas afectivas que regulan la conducta en ausencia de experiencia.
La corteza cerebral, como última estructura desarrollada, integra información generada
por las estructuras inferiores del cerebro produciendo un conocimiento más sofisticado.
Al contrario de las estructuras más primitivas del cerebro, la corteza se desarrolla
primariamente después del nacimiento.
Estos cuatro tipos característicos de funcionamiento son la base para dominar (manejar)
el establecimiento de patrones de comunicación con los cuidadores (figuras de apego) que
entregan información significativa de las condiciones futuras:
a) Cuando los cuidadores responden a las conductas reflejas, condicionadas y afectivas el
infante de manera que lo confortan, este será reforzado y el despliegue de las conductas
más predecible. En términos de Vygotsky, estas madres ayudan a sus niños a aprender
que tanto el significado comunicativo de sus conductas como el efecto en los otros son
predecibles.
b) Cuando las señales de los niños resultan en intrusividad o rechazo, el efecto es un
castigo de la conducta para el niño; consecuentemente el niño aprende a inhibir la
conducta castigada. Los niños que, al año de vida, comienzan a ser evitativos típicamente
han experimentado el rechazo materno cuando desplegaban conductas afectivas
indicadoras de deseo de cercanía hacia sus madres. Si el niño protesta esta consecuencia
displacentera, a menudo experimentan la rabia de sus madres. Así la inhibición de las
señales afectivas es tanto un efecto predecible para la reducción del rechazo y rabia de la
madre como una enseñanza al infante de que la expresión de los afectos es
contraproducente. Además, las conductas afectivas de los cuidadores son mal dirigidas
por lo que aprender el significado de los afectos se torna más difícil aun para los infantes.
Irónicamente los padres intrusivos y rechazadores usan las señales afectivas de un modo
erróneo (misleading): cuando sus niños ofrecen pocas señales afectivas ellos a menudo se
entrometen con un afecto positivo falso como una tosca señalización de deseo de
cercanía. Sin embargo, cuando el infante le es reciproco, estos padres inhiben sus propios
afectos negativos y rechazan al niño. En términos Vygotskyanos, estas madres crean una
situación en la cual: i)- los infantes no pueden discernir el significado de los afectos y ii)-
aprenden a inhibir sus propias señales de deseo y rabia.
c) Otras niños tienen madres que son claras en su comunicación afectivas pero responden
inconsistentemente a las señales del infante. La inconsistencia puede involucrar tanto una
baja o alta responsividad, en ambos casos a los infantes le es difícil aprender a
comunicarse efectivamente; cuando los infantes no pueden predecir las respuestas de sus
padres se tornan ansiosos y rabiosos. La expresión de estas emociones lleva a
consecuencias mixtas: las madres inconsistentes a veces confortan al niño, aveces se
enojan, a veces son inefectivas. en términos de la teoría del aprendizaje estos niños con
aquellas madres se encuentran bajo un programa de reforzamiento impredecible e
intermitente. Es sabido que dichos programas mantienen las conductas en altas tasas, pero
de este modo el niño permanece sin las estrategias de cambiar la probabilidad de las
conductas de los padres y por lo tanto permanecen desorganizados en términos cognitivos
en relación al apego.
Al cierre de la infancia, los niños etiquetados como seguros han aprendido el valor
predictivo y comunicativo de muchas señales interpersonales, además han creado
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significado para los afectos y cogniciones. Los niños evitativos han aprendido a organizar
su conducta sin ser capaces de interpretar o usar señales afectivas, por ej. ellos tienen un
sentido de cognición pero no de afectos. Los niños ambivalentes han sido reforzados por
conductas afectivas pero no han aprendido una organización cognitiva que reduzca las
incongruencias de la conducta de sus madres.
Por lo tanto, los niños seguros son competentes con información afectiva como
cognitiva, los niños evitativos son competentes con la información cognitiva y los
ambivalentes son competentes primariamente con la información afectiva. Así al finalizar
la infancia, todo esto lleva a tres problemas cuya resolución debe esperar la mayor
competencia mental del funcionamiento preoperacional:
1º Tanto el modelo seguro como el evitativo son “ideales” o sobrestimados; ellos
representan a un padre idealizadamente positivo o uno idealizadamente negativo.
2º Los niños evitativos han aprendido como evitar las consecuencias desagradables pero
no cómo hacer para que los padres realicen lo que ellos desean.
3º Como los niños ambivalentes no han aprendido a cambiar las contingencias de la
conducta de sus padres, están sin estrategias.
Procesos de desarrollo.
Maduración cognitiva y afectiva.
Se ha observado que en la infancia los períodos de desarrollo cognitivo van acompañados
de cambios en los afectos. Se considera estos cambios como integraciones cada vez más
sofisticadas de afectos con cogniciones en las cuales son reconocidas tanto la relación
causal entre la conducta de otras personas y los propios sentimientos, como los efectos
comunicativos/predictivos de las señales afectivas en la conducta de los otros. Esta
integración es posible gracias a la maduración de la corteza cerebral. Crittenden propone
la conducta de sumisión (coy) como reflejo de una integración de señales (previamente
discretas) en patrones de conducta que son usados para regular la conducta interpersonal
en determinados contextos.
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de los padres los niños necesitan una forma de detener la conducta agresiva de los padres.
La CS, que desarma la agresión cumple el propósito.
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miedo. Los niños de edad preescolar sin embargo, aprenden que el despliegue intenso de
afectos no ambiguos motiva a los cuidadores a atenderlos. Más aun, la juiciosa
alternación de emociones conflictivas desarma la agresión de los padres e incrementa la
probabilidad que los deseos del niño se cumplan. Finalmente los niños aprenden a no ser
burlados por razonamientos cognitivos o verbales, aprenden que estos son engañosos.
Aferrados a los afectos, desplegándolos a gran intensidad, llegan a una consecuencia más
favorable. Ellos ahora tienen una efectiva estrategia de coerción que se basa en mantener
los afectos salientes y defenderse contra las cogniciones engañosas. Los patrones de
conductas de amenaza y desarme son alternados de manera que regulan el despliegue de
la rabia. La regulación se basa en el juicio del niño acerca del estado afectivo del
cuidador. Más aun, ya que la conducta cambiante de los cuidadores satisface los deseos
de los niños, aparece como si la figuras de apego fueran responsables por los sentimientos
de los niños. Consecuentemente, los niños coercitivos tienden a culpar a los otros por sus
problemas.
En respuesta a condiciones extremas, sin embargo, el balance entre las conductas de
amenaza y desarme pueden cambiar, permitiendo a un patrón o al otro ser el dominante o
volverse desregulado. En este caso, la conducta de amenaza escala a una punitiva y la
conducta de desarme a una desesperanza fingida. Más que un simple niño
amenazante/desarmante, ellos demandan que deben ser atendidos y escalan en su
conducta sin restricción hasta que lo logran. Esta focalización en sí mismos limita en gran
medida el desarrollo cognitivo/educacional.
Ya que la mayoría de los cuidadores son inconsistentes en algún grado, la mayoría de los
niños experienciarán algún beneficio de la estrategia coercitiva.
Tipo B.
Los cuidadores que son muy sensitivos reconocen que la zona de desarrollo proximal del
niño ha cambiado en cualidad y ellos ajustan sus conductas en concordancia. Ellos se
comprometen en una negociación significativa con el niño abiertamente atendiendo los
sentimientos y pensamientos del niño, construyendo en conjunto planes que “honran” al
niño. Estos niños pueden intentar estrategias coercitivas, pero encontraran la estrategia
segura de la comunicación directa y abierta más satisfactoria.
Tipo A.
Los niños evitativos enfrentan diferentes retos cuando entran a la edad preescolar. La
tarea central es como elicitar la atención positiva. Esto va a depender si la madre es del
tipo abiertamente hostil o del tipo no responsiva o alejada. Ya que los preescolares tipo A
desarrollan diferentes patrones conductuales defensivos se etiqueta a este grupo como
“Defensivos”.
Los niños que usan la evitación para prevenir el rechazo de madres intrusivas enfrentan
dos problemas. 1) la evitación en si misma comienza a ser interpretada por los adultos
como una conducta abiertamente ruda. Consecuentemente esto elicita la rabia de los
padres. 2) Los niños preescolares necesitan una forma menos obvia de evitar a sus madres
intrusivas. Por lo tanto, ellos reemplazan la evitación conductual con una inhibición
psicológica. Ellos miran a las figuras de apego sin señalizar deseo de cercanía. Sin ser
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Tipo A/C.
Además de los tres patrones básicos de Ainswort, algunos niños que viven en ambientes
muy complejos y variables pueden combinar estrategias defensivas y coercitivas en un
patrón A/C. Podemos verlo como una mezcla o un funcionamiento variable que va
desde los enteramente defensivo pasando por los defensivos con algunos aspectos
coercitivos hasta llegar a los enteramente coercitivos.
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Cuando los modelos de los niños de apego ansioso falla en representar y predecir
adecuadamente la realidad en situaciones críticas, los niños enfrentan una tarea
desafiante. No solo existe una discrepancia entre los modelos y la realidad sino que
también estos niños tienen menos experiencia que los niños seguros en los procesos de
integración de información. Esto los puede llevar a realizar mayores esfuerzos para
descartar información conflictiva con el objeto de mantener el modelo inadecuado. Esto
puede retardar el proceso de revisión hasta que finalmente una gran fuente de
discrepancia empuja a la mente hacia una reconsideración de su funcionamiento y a la
reorganización de la información. Así, para los niños de apego ansioso los procesos de
revisión de modelos son probablemente muy inconfortables. Tanto su actividad mental
como conductual se ven dificultadas hasta que la integración de la información nueva y
discrepante es completa. Cada discrepancia, entonces, provee de la posibilidad para la
auto-corrección de modelos inadecuados y para la generación de nuevas estrategias
interpersonales.
Si las circunstancias han cambiado drásticamente y el modelo antiguamente adecuado no
representa más la realidad existente (el caso de una muerte), el constructo más adecuado
en describir este cambio es el de desorganización. Además, si el periodo de incertidumbre
resulta en un modelo menos conveniente que el modelo temprano del niño, es también
desorganización el constructo que describe el cambio. Sin embargo, si el niño comienza a
ser consciente de la información sesgada y en este proceso de revisión de su modelo llega
a estar más en línea con la realidad, se utiliza el concepto de reorganización para
reconocer el desarrollo que acompaña esta actividad.
La rabia.
Los patrones de apego pueden ser vistos como parte de las estrategias para manejar la
rabia. Desde esta perspectiva las diadas seguras están en suficiente sincronía tal que la
rabia no es sentida frecuentemente. Además, estas expresiones elicitan respuestas
oportunas que tienden a confortar. Así, para las diadas seguras, la rabia funciona como
señal de asuntos importantes que requieren atención diádica.
Los niños de apego ansioso, por otro lado, experimentan frustraciones de sus deseos;
esto lleva a sentimientos frecuentes de intensa rabia. Tanto los niños tipo A y tipo C
aprenden a regular la expresión de su rabia en base a las respuestas de sus cuidadores. Los
niños defensivos esperan el rechazo cuando ellos despliegan la rabia o cuando sus padres
se sienten con rabia; consecuentemente, ellos inhiben la expresión de su propia rabia y
están atentos a cualquier evidencia de la rabia de sus padres la cual se esfuerzan por
calmar. Los niños coercitivos han aprendido que tanto la amenaza y el desarme en la
expresión de rabia incrementan la atención de sus padres. Consecuentemente, mucha de
las interacciones con las figuras de apego tienen la cualidad de la rabia. Irónicamente,
tanto para las diadas defensivas como las coercitivas, las rabia pierde algo de su poder
comunicativo, por ej. , Los asuntos y ocasiones importantes no pueden ser diferenciados
de los menos importantes.
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Las estrategias usadas por los niños en edad preescolar y las condiciones bajo las cuales
son aprendidas sugieren un modelo representacional bidimencional para describir la
calidad del apego.
Por un lado, los patrones difieren en el tipo de información utilizada. Los niños
defensivos encuentran que la actividad cognitiva provee de una base para la interacción
predecible y relativamente satisfactoria con sus cuidadores y una base adecuada para
representar la conducta de estos. Consecuentemente, ellos aprenden a depender de la
cognición para regular su conducta y defenderse contra el afecto. Los niños coercitivos
han aprendido lo opuesto. Ellos enfatizan los afectos y desatienden, o se defienden contra,
la cognición. Los niños seguros tienen acceso y usan, tanto la cognición, como los
afectos y por lo tanto pueden ser considerados balanceados con respecto al
funcionamiento mental y conductual. Los niños A/C también tienen acceso tanto a los
afectos como la cognición, pero a diferencia de los niños seguros, ellos no pueden acceder
y utilizar ambas fuentes de información simultáneamente.
Por otro lado, los patrones difieren en como la información es usada. Los niños seguros
integran la información cognitiva y la afectiva. Las discrepancias entre sentimiento y
cogniciones llevan a una actividad mental que a menudo produce entendimientos más
elaborados del sí mismo y la realidad. Aunque estos cambios probablemente son
menores y no disrruptivos, la suma de esta actividad representa la reorganización de los
modelos representacionales internos. Los niños defensivos y los coercitivos a menudo
fallan en identificar las discrepancias; bajo tales circunstancias la integración a menudo
no ocurre.
Sistemas de memoria.
Se discutirán los tres tipos de memoria y sus modelos asociados.
La noción de modelo representacional interno procedural funciona bien para describir la
conducta en la infancia y los años preescolares. En los años preescolares se comienza a
desarrollar la memoria semántica y la episódica. La memoria semántica codifica las reglas
generalizadas acerca de como la vida (y las relaciones) funcionan, por ej. “Los niños
buenos son obedientes”. La memoria semántica, así, provee de predicciones cognitivas
generalizadas y verbales las cuales, sin embargo están sesgadas a reflejar los valores de
los padres; esto puede o no representar la conducta parental presente. La memoria
episódica (autobiográfica) codifica información acerca de situaciones específicas, por ej.
Cuando tu madre te ha llamado y se ha enfadado por tu desobediencia. Ya que la mayoría
de las experiencias son ordinarias e inconsecuentes, ellas no son recordadas ocasión a
ocasión. Consecuentemente, las memorias codificadas en la memoria episódica y sus
modelos representacionales asociados están sesgados al reflejar experiencias
afectivamente exaltantes (arousing) y no solucionadas, particularmente aquellas con
amenaza de peligro.
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Crittenden propone que los tres modelos de memoria regulan la conducta bajo diferentes
condiciones. Específicamente, la memoria procedural regula la conducta preconsciente a
través de toda la vida. Cuando la conducta proceduralmente regulada falla en resultar una
consecuencia esperada, la mente puede focalizar conscientemente la situación. Por medio
del acceso a información y modelos en la memoria semántica, los individuos pueden
tratar de solucionar el problema construyendo conscientemente una solución conductual
nueva y potencialmente más sofisticada. Así, la memoria semántica regula la conducta de
resolución de problemas. Sin embargo, si la situación es afectivamente muy exaltante tal
razonamiento puede no ser posible. En verdad, los modelos episódicos que codifican
estados afectivos similares pueden ser activados y regular la conducta. Ya que la memoria
accedida refleja conductas primarias las consecuencias pueden ser menos maduras que las
conductas reguladas proceduralmente y semánticamente. Este sesgo “regresivo” se
sostiene por la tendencia de los afectos a reflejar sesgos conductuales genéticamente
transmitidos.
En los años escolares y la adolescencia, los niños aprenden a integrar la información
desde los tres sistemas de memoria para construir representaciones de la realidad
crecientemente más exactos. Hay sin embargo diferencias individuales en la oportunidad
de integración de dicha información.
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Así, los niños defensivos tienen un acceso disponible al sistema de memoria semántico,
coherente internamente, organizado e idealizado, pero un pobre acceso a la memoria
episódica (afectiva), y/o poca habilidad para integrar la memoria episódica con la
semántica. En contraste los niños coercitivos tienen una organización afectiva en la
memoria episódica pero un acceso limitado a los modelos semánticos y una limitada
habilidad para integrar la memoria semántica con la episódica. Por esto muchos adultos
muestran una falta de evocación cuando se les pude entregar adjetivos (semántico) acerca
de sus relaciones de apego o cuando se les pide acceder a su memoria episódica a través
de esos adjetivos.
Con respecto a la salud mental, el modelo implica que, con edades más avanzadas,
existe el potencial para adaptaciones más finas mientras la mente se mueve desde
clasificaciones dicotómicas hacia la conciencia de distinciones más finas. Similarmente,
mientras uno se aproxima hacia integraciones más balanceadas de afecto y cogniciones,
las respuestas mentales y conductuales comienzan a ser más flexibles y mejor adaptadas a
circunstancias únicas. Juntos, el aumento de edad y el desarrollo dentro del contexto de
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una relación de apoyo maximiza el potencial del individuo para la adaptación exitosa a
variadas situaciones. El riesgo para niños que no experimentan una relación de apoyo se
considera enseguida.
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despliegue afectivo para atraer la atención hacia ellos mismos, tales niños probablemente
aparezcan como teniendo desordenes de déficit atencional y problemas de aprendizaje.
Unos pocos niños defensivos pueden ser identificados en el colegio como muy aislado.
Otro pocos pueden ser “adultos mascotas” cuando están bajo la autoridad de los adultos,
pero pueden desplegar su rabia como un “matón” cuando no hay adultos cerca. Sin
embargo la mayoría de los niños defensivos tienden a complacer a los adultos. Ellos
inhiben sus afectos negativos, desplegando afectos positivos, haciendo pocas demandas, y
luchando por complacer las demandas de los adultos. Algunos comienzan a ser
sobrevalorados. Ya que los niños defensivos tienden ser sobrecontrolados y obedientes,
puede ser dificultoso para la mayoría de los adultos percibir que ellos inhiben los
sentimientos y deseos o reconocer la tristeza, aislamiento y rabia del niño defensivo. Esto,
sin embargo, supone una amenaza para la habilidad del niño para establecer relaciones
seguras y de apoyo.
Psicopatología y adolescencia.
Mientras los años escolares presentan a los niños coercitivos con problemas de ajuste, la
adolescencia representa una etapa problemática para los niños defensivos. En la
adolescencia se espera que se desarrollen varias relaciones heterosexuales y de intimidad
que son la base para la elección final de un compañero. Los niños defensivos encuentran
mucha dificultad en tolerar la intimidad. Consecuentemente ellos se pueden encontrar
solitarios y tristes. Algunos niños en el subgrupo de los inhibidos comienzan a ser
individuos “compulsivamente autosuficientes”. Otros pueden cubrir esto utilizando el
sistema sexual como mascara del problema; ellos usan la sexualidad promiscua para
obtener intimidad física mientras permanecen psicológicamente distantes. Otros se
pueden esconder detrás de logros notables que acarrean cierta fama y aprobación pero no
confort. Para todos estos adolescentes, la inhabilidad para utilizar los afectos
honestamente dificulta el desarrollo y la felicidad. A menos que se acceda a los afectos
preocupándose en una actividad compensatoria, como los logros académicos o los
deportes, comienza a ser posible la depresión, el abuso de sustancias y la promiscuidad.
Entre aquellos que luchan compulsivamente por la perfección, existe el riesgo de negar
sentimientos de vergüenza y fracaso que algunas veces lleva al suicidio. El suicidio en
estos individuos defensivos, a diferencia de los coercitivos y los seguros/balanceados,
está raramente asociado con señales o signos que alerten que el individuo se siente
desesperado. Al contrario, los individuos defensivos suicidas pueden aparecer como
“teniéndolo todo”.
Para los adolescentes coercitivos existe la posibilidad que los desórdenes de conducta
escalen en verdaderas conductas peligrosas y violenta, incluyendo la delincuencia y la
criminalidad. La conducta de búsqueda de atención que tipifica a los niños coercitivos de
edad escolar puede transformarse en una postura amenazante más del tipo “en tu cara”
(“in your face”). La actitud de culpar a los otros puede expandirse hasta incluir
retribuciones por desaires y ofensas pasadas como motivación para enredos (disputas) y
rencores. En este contexto, los miembros de bandas deben cumplir la necesidad de
pertenecer a un grupo siempre presente, siempre disponible y responsivo, que perciba las
relaciones en términos coercitivos. Especialmente si ellos han aprendido la lógica
invertida de la decepción, los adolescentes coercitivos se pueden comprometer en
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Depresión.
Los individuos que se defienden contra el afecto (Tipo A) despliegan depresiones con un
creciente distanciamiento afectivo y una creciente conducta compulsiva. Esta conducta se
construye como búsqueda de solución a través de manejos más cuidadoso de las
contingencias protectivas y sin admitir la derrota vergonzosa de necesitar ayuda (de la
cual, por supuesto, se espera un rechazo). Además, tal como los individuos defensivos sin
depresión, ellos intentan desviar la atención lejos del verdadero problema.
Por otro lado, los individuos que luchan contra la cognición (Tipo C) manifiestan
crecientes despliegues afectivos y conductas impulsivas, por ej. agitación. Además,
cuando otros intentan reducir su distress entregando soluciones “racionales”, los
individuos coercitivos deprimidos muestran mucha rabia y sospechas y ofrecen para sí
mismos crecientes soluciones irracionales. Tal como otro individuos coercitivos, ellos
presentan exageradamente sus problemas de tal manera que captura la atención de los
otros.
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Psicopatía (AC).
En unos pocos casos, los dos procesos de falsos afectos y falsas cogniciones pueden
unirse en la adolescencia o la adultez para producir una anti-integración de afectos y
cogniciones. Ya que el símbolo “ / ” denota integración, este caso se denomina AC, sin
aquel símbolo. En tales casos, el individuo desconfía tanto de afectos y cogniciones por lo
que ni aun la información discrepante puede gatillar una reexploración de la realidad. La
representación de la realidad puede ser como una imagen de espejo invertida y falsa en la
cual bueno y malo, verdad y falsedad, están invertidas. Los afectos “desarmantemente”
seductivos, pero falsos, cubren la rabia interna y la aguda inteligencia aplicada a la
cognición invertida pueden crear maquinaciones más allá de la imaginación de las
personas normales.
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INTEGRADO
(SEGURO)
B1-2 B4
Reservado Reactivo
A/C
COGNICION A1-2 Defensivo/Coercitivo C1-2 AFECTOS
(DEFENSIVO) Inhibido Coercitivo
(COERCITIVO)
AD
A3 Depresivo ansioso C3
Cuidador Punitivo
A4 C4
Complaciente Desesperanza
AC
Psicopatía
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