Está en la página 1de 10

PSICOLOGIA EDUCATIVA

La psicología educativa es la disciplina que se ocupa de los procesos de enseñanza y


aprendizaje; amplía los métodos y teorías de la psicología en general y también fundamenta sus
propias teorías en el ramo educativo (Urbina, p. 575) o se conceptúa como un ámbito de
conocimiento con una entidad propia, como una disciplina que ocupa un espacio definido en el
concierto de las disciplinas psicológicas y educativas (Coll). Sin embargo, Hernández Rojas, en
su libro Paradigmas en psicología de la educación, demuestra el aporte que realiza la Psicología
educativa desde los paradigmas conductista, humanista, cognitivo, psicogenético y
sociocultural, y sus derivaciones desde lo epistémico; desde la relación educativa, concepto de
enseñanza-aprendizaje, papel del docente y del alumno, estos paradigmas han logrado
contribuir en el desarrollo de la Psicología educativa.
En cierta razón esto ha influido porque las primeras generaciones de psicólogos educativos eran
formados desde la óptica de un único paradigma, principalmente en el conductismo, que
generaba un diseño instruccional, una práctica educativa que entendía al aprendizaje como una
modificación de conducta. Así, el psicólogo educativo realmente lograba especializarse tanto en
ese paradigma que su visión y práctica profesional respondía a esos elementos teóricos, en
donde fundamentaba su quehacer profesional y después, poco a poco, fueron apareciendo los
otros paradigmas que permearon la práctica profesional del psicólogo educativo y abrieron
grandes visiones del trabajo educativo.
Los psicólogos dedicados a la orientación vocacional tienen generalmente el título de psicólogos
escolares. En su trabajo tratan de encontrar, mediante una combinación de tests y entrevistas,
los problemas que afectan a los estudiantes en la escuela. Después de atender algún caso
especial, el psicólogo bien podrá recomendar que el estudiante sea aceptado o tome clases
especiales para el mejoramiento de su condición. Por otra parte, los estudiantes con problemas
de ajustes benignos quizá reciban orientación del psicólogo escolar en forma tan amplia, que
bien puede llamarse intervención psicopedagógica.
La psicología educativa incluirá también la escuela, pero los psicólogos educacionales suelen
tener también otros campos de acción. Les interesa más aumentar la eficiencia del aprendizaje
en las escuelas mediante la aplicación de los conocimientos psicológicos sobre aprendizaje y
motivación. En este caso, se les encuentra más frecuentemente como maestros e
investigadores en las instituciones educativas (Urbina. p. 576).
La psicología de la educación se refiere simultáneamente a 3 áreas:
- Un corpus de conocimientos psicológicos que se consideran relevantes para la práctica
educativa y que se concreta en los manuales y cursos destinados a los futuros educadores.
- Unas áreas de investigación que canalizan los esfuerzos de los psicólogos educacionales en
los departamentos universitarios.
- Unas actividades profesionales que desempeñan los psicólogos educacionales en el seno de
los servicios de la psicología escolar.
Estaré de acuerdo con César Coll, experto investigador de la Psicología educativa, en que ésta
es un disciplina puente; podemos considerar como objeto de estudio de la misma los procesos
de cambio comportamental provocados o inducidos en las personas como resultado de su
participación en actividades educativas. Al respecto se siguen sustentados aportes, como los de
la Dra. Frida Díaz y Gerardo Hernández, entre otros.
1. Funciones del psicólogo escolar
- Ayuda a buscar soluciones a los problemas tanto académicos como conductuales que
surgen en niños, adolescentes y adultos.
- Orienta al pedagogo, a los docentes y directivos escolares sobre las estrategias que puede
utilizar para solucionar los problemas que se presenten en las instituciones educativas y en el
proceso de enseñanza-aprendizaje.
- Estimula a la creatividad, al interés hacia los aspectos académicos, tanto del personal
docente como de la población estudiantil.
- Busca soluciones junto a la parte directiva sobre problemas de disciplina, respeto,
tolerancia, así como a la elaboración de proyectos educativos centrados en el alumno que
permiten la innovación en las instituciones educativas.
- Procura dar una formación permanente y colectiva (talleres, diálogos) relacionados con la
formación académica a todos los agentes educativos, incluyendo a los padres de familia.
- Participa en el diseño de programas educativos en los diferentes niveles, desde la
educación infantil hasta la educación profesional, promoviendo estrategias pedagógicas
centradas en el aprendizaje.
- Desarrolla proyectos educativos institucionales para implementar estrategias innovadoras
en la búsqueda constante de la calidad educativa.
- Fomenta y favorece la implementación de la orientación educativa en los centros de
enseñanza para guiar a padres, profesores, y de manera especial a los estudiantes, para que
éstos se conozcan a sí mismos y sepan cuáles son sus posibilidades en cuanto al aprendizaje.
- Se involucra con el personal docente, directivo y padres de familia para la integración de
estudiantes con necesidades educativas especiales mediante la sugerencia de estrategias para
el desarrollo de sus potencialidades.
- Participa en procesos formativos del trabajo docente mediante el desarrollo de estrategias
didácticas que fomenten el aprendizaje significativo, contextualizado y aplicado a situaciones
reales.
- Participa en procesos formativos no escolarizados en programas de prevención y
correctivos para que los sujetos logren su desarrollo personal e integración a la sociedad.
- Participa en investigaciones educativas, sociales, profesionales y laborales para acrecentar
el desarrollo del conocimiento, propio de la especialidad así como registrar los ámbitos de
intervención profesional.
El psicólogo escolar es una figura clave en el desarrollo funcional y equilibrado de una
institución educativa, ya que a través de éste, hoy día se ha demostrado su ayuda
principalmente a los alumnos y a todo el personal, en la búsqueda e implementación de la
calidad educativa.
El orientador es quien informa a los padres de los objetivos y actividades de la labor educativa y
los invita a que acudan a él cuando tengan alguna inquietud. También cita a los padres de
familia cuando es necesario en cada una de las problemáticas que se presenten, sugiriendo
acciones específicas (Alarcón, 2001). Mantiene una buena comunicación con los padres de
familia, para proporcionarles información acerca de la evolución de los niños. Organiza
frecuentemente pláticas o conferencias con los padres de familia, sobre temas relacionados con
el desarrollo del educando. Proporciona a los padres información clara y precisa sobre los
programas de educación, además de que ayuda a los padres para que conozcan las aptitudes,
habilidades, intereses, actitudes y desenvolvimiento de los niños.
También se integra al equipo del personal docente de una institución educativa y estructura
programas de orientación escolar y vocacional que permiten al alumno realizar una satisfactoria
adaptación al ambiente de la escuela, del hogar y de la comunidad. En cuanto a sus labores
respecto de los educadores, el psicólogo educativo colabora directamente con los maestros con
la finalidad de atender inmediatamente cualquier dificultad que se presente en el aula (Urbina,
P. 573).

LA EDUCACIÓN EN EL CONTEXTO SOCIAL ACTUAL

La sociedad evoluciona constantemente. Las nuevas tecnologías modifican nuestro trabajo,


la comunicación, la vida diaria en las aulas y el pensamiento. Por ello es imprescindible ampliar y
mejorar la formación de los docentes dirigida fundamentalmente hacia una correcta práctica
reflexiva, para la innovación y la cooperación.
Debemos exigir una mayor implicación en la realidad social, no sólo a través de la
implicación en los diversos proyectos y planes educativos fomentados desde la administración,
sino también como portadores de cultura, valores y normas. No ejercidos nunca en solitario, sino
en común con el conjunto docente.
Pero la escuela y el contexto social en el que se enmarca se transforma constantemente,
apareciendo y desapareciendo continuamente normas, decretos, leyes, que modifican una y otra
vez el sistema educativo. Es lógico que nos adaptemos a las nuevas tecnologías, que
modifiquemos nuestros pensamientos, nuestro trabajo, pero sin olvidar que la sociedad también
cambia y no siempre para mejor. Las diferencia y desigualdades se hacen más profundas o se
reinventan en nuevos ámbitos.
Lógicamente, los cambios de la sociedad deben verse reflejados en la evolución de las
escuelas. Pero esto no puede llevarnos a modificar el sistema educativo una y otra vez, en función
de la política reinante, con lo que realmente supone modificar los objetivos, contenidos,
metodologías, recursos, criterios de evaluación.

Este pensamiento tantas veces expresado por el conjunto docente debemos hacerlo
prevalecer, buscando una estabilidad necesaria para un correcto crecimiento y enriquecimiento
educativo de nuestra cultura. Prevaleciendo por encima de toda situación social o política, que
trate de manipular o modificar a sus anchas el sistema educativo y con ello también la sociedad.
Es misión do todos y todas lograr el equilibrio entre la adaptación de la enseñanza a la
sociedad y a los cambios que ésta experimenta y la inmovilidad relativa de la educación ante los
cambios. Siempre evitando las separaciones infranqueables y desajustadas, que puedan suponer
precipicios insalvables cultural y educativamente.
Es verdad, que la modernización de las tendencias educativas, de las nuevas tecnologías,
de los recursos pedagógicos, tecnológicos, informáticos, curriculares ha avanzado muchísimo en
los últimos años y quizás los centros de formación de los nuevos docentes no han evolucionado
siempre al mismo ritmo. Pero, en gran medida, somos los propios docentes (medidas
administrativas aparte) los que debemos esforzarnos y no acomodarnos a nuestras rutinas. Ni por
nuestra calidad como docentes, ni por nuestras exigencias a las mejoras de las condiciones
laborales. Ambos aspectos parecen en muchos casos que se nos olvidan cuantos más años
llevamos ejerciendo nuestra labor. Es obligación de todos/as exigir nuestra mejora educativa,
formativa, laboral, salarial, etc. No podemos dejar de lado estas exigencias y necesidad si
queremos brindar una verdadera educación de calidad. ¿O es que no queremos realmente ofrecer
una escuela abierta y de calidad para todos/as?
Basta ya de sólo quejarnos en los recreos y galerías, que no hacen otra cosa que aumentar el
inmovilismo docente. Exijamos una escuela no discriminativa adaptada a las necesidades sociales
y que adapta las exigencias sociales a los principios de una educación básica de calidad para
todos/as. EL mercado laboral exige mucha mano de obra no cualificada y poca, pero con una gran
formación. Si la escuela se adapta sólo a las necesidades sociales, estaremos creando la etapa de
mayor desigualdad social de los últimos años. Si no democratizamos el acceso al saber, tan sólo
estaremos realizando declaraciones de intenciones vacías y huecas.
Los cambios económicos, políticos, culturales, demográficos, transforma también al
alumnado que llega a las aulas y obliga también a cambiar a la escuela.
Si apostamos por la eficacia, la eficiencia y la calidad en la educación escolar, debemos tener claro
que lo primero que necesitamos es un incremento en el gasto atribuido a la enseñanza. Pero
tendríamos que ver con qué medios reales cuentan los estados y gobiernos correspondientes.
No se puede exigir que los formadores tengan cada vez más responsabilidades como
educadores, mayor implicación, mayor nivel formativo del alumnado y mayor profesionalización
sin pagar por ello más.
Pero estas medidas que se encuadrarían dentro de la apuesta por un profesorado reflexivo
y crítico deberíamos cotejarlas con los ideales de los docentes en ejercicio y con los aspirantes al
ejercicio docente para ver si es esa la vocación de aquellos/as que se dirigen a esta profesión. No
obstante si se puede tener en cuenta para futuras reformas y adaptaciones de las exigencias
formativas y laborales para los docentes.
Parece una contradicción que actualmente países que cuentan con escasos recursos o que
están en vías de desarrollo depositan una gran confianza y concepción en la profesionalización
docente. Mientras que en nuestro país la concepción sobre el enseñante es bastante inferior, con
muchas exigencias y poca consideración, más allá de que den clases.
Para llevar a cabo la formación, es necesario establecer unas competencias didácticas y
disciplinares adecuadas a las necesidades, exigencias y contextos reales en los que se desarrolla
la función docente y que les permita a los docentes desarrollar prácticas educativas adecuadas a
las situaciones.
La práctica educativa debe establecerse dentro de unas competencias mínimas, entre las que
podemos señalar
a) Organizar y animar situaciones de aprendizaje
b) Gestionar la progresión de los aprendizajes
c) Concebir y promover la evolución de dispositivos de diferenciación
d) Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y su trabajo
e) Trabajar en equipo
f) Participar en la gestión de la escuela
g) Informar en implicar a los padres
h) Utilizar nuevas tecnologías
i) Afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión.
j) Gestionar la propia formación continua.

Para ello se requieren los siguientes aspectos:


- Que exista un sistema de referencias bajo un amplio consenso, que se convierta en una
herramienta de trabajo para todos.
- Que se tengan en cuenta las competencias y se traten los conocimientos como recursos al
servicio de estas.
- Que las competencias se sitúen más allá del dominio académico de los saberes.
- Que se dé un trato justo a las transversales del oficio.
- Que la formación y las competencias tengan en cuenta toda la realidad del oficio.
- Que las competencias vayan por delante de la práctica.
- Que estas competencias sean desarrolladas desde la formación inicial, gracias a una
verdadera estrategia de alternancia-articulación teórico-práctica.
- Que la dimensión reflexiva se incluya de entrada en la concepción de las competencias.

Que la implicación crítica y el planteamiento sobre aspectos de ética se lleven a cabo


constantemente y en paralelo.
Para poder desarrollar estas competencias es necesario construir verdaderamente una práctica
reflexiva y comprometida que se trabaje desde el principio de los estudios. Estos dos
componentes a su vez son también sus principales resortes: valiéndose de un postura reflexiva y
una implicación crítica, los estudiantes sacarán el máximo partido de su formación.
Todos/as tenemos sentimientos de fracaso, impotencia, incomodidad que nos lleva dentro
y fuera del ejercicio de nuestra función docente a reflexionar sobre la práctica que realizamos.
También cuando sentimos que hacemos las cosas bien reflexionamos. En unas y otras
ocasiones intentamos sacar experiencias positivas que nos lleven a realizar con mayor eficacia
nuestro trabajo.
Existen ocasiones en el que el alumnado domina los conocimientos impartidos y los objetivos a
conseguir. Por ello la práctica educativa y reflexiva no puede limitarse a la resolución de conflictos
o problemas. es más adecuado imaginar un funcionamiento estable, más apropiado y necesario en
caso de dificultades.
Pero cabría preguntarse ¿por qué habría que inscribir la postura reflexiva en la identidad
profesional de los docentes? Sencillamente para favorecer que se construyan sus propias
propuestas en función de su alumnado, el contexto en el que se encuentra, los recursos
disponibles, las ayudas con que cuenta y los posibles obstáculos y problemas.
Pero las competencias reflexivas pueden presentar diferentes facetas:
- Antes de la acción, nuestra labor requiere planificar situaciones e idear escenarios para
preparar al docente a enfrentarse a los imprevistos.

- Durante la acción, la práctica reflexiva permite desprenderse de la planificación inicial,


comprender cuál es el problema, cambiar de punto de vista.

- Posteriormente, la reflexión permite analizar con más tranquilidad los acontecimientos

La práctica reflexiva requiere una correcta actitud, conocimiento del trabajo, conocimientos
metodológicos (observación, interpretación, anticipación) y teóricos (saber estar, etc)
Debemos señalar que las competencias profesionales son cada vez más colectivas, lo que
requiere fuertes competencias de comunicación y de concentración.
No podemos esperar q que todo el mundo consiga los objetivos si “sólo enseñamos”, hay que
“hacer aprender a cada uno” encontrando la propuesta adecuada.
La enseñanza, su contexto, las circunstancias evolucionan cada vez a mayor velocidad, hasta
el punto en que es imposible mantenerse en la docencia y no quedar obsoleto, únicamente con lo
adquirido en la formación inicial.
La implicación activa y crítica para la que convendría preparar a los enseñantes podría
enumerarse en los cuatro niveles siguientes:
a) Aprender a trabajar y cooperar en grupo: actualmente, la lista de obligaciones
de los enseñantes no les obliga a trabajar conjuntamente, salvo en las reuniones de
coordinación de ciclo. La formación debe emplearse a fondo con el individualismo de
los docentes.

b) Aprender a vivir en el centro como una comunidad educativa: la autonomía


del centro escolar no tiene ningún sentido si el director es el único que se beneficia,
y asume en solitario los riesgos y las responsabilidades del poder (laboral y
salarial). Si queremos que el centro se convierta en una comunidad educativa
relativamente democrática, hay que favorecer a los docentes en este sentido.

c) Aprender a sentirse miembro y garante de una verdadera profesión: Cuando


un oficio se profesionaliza los indicios más seguros de esta evolución son un control
colectivo mayor por parte de los practicantes sobre la formación inicial y continúa y
una influencia más fuerte sobre las políticas públicas que estructuran su ámbito de
trabajo.

d) Aprender a dialogar con la sociedad: se trata de que se impliquen como


enseñantes, no sólo como miembros de un grupo profesional que defiende los
intereses del colectivo sino como profesionales que ponen su conocimiento
especializado al servicio del debate sobre las políticas de la educación.
La implicación requiere informarse, interesarse, participar en el debate, explicarse y dar a
conocer. Esta implicación es tanto más necesaria cuanto que las sociedades contemporáneas
ya no saben muy bien las finalidades que deben asignarse a la educación escolar.
Se oyen a menudo discursos muy contradictorios sobre la escuela y cabe siempre preguntarse:
¿dónde están los docentes en estos debates? A veces descubrimos a algunos de ellos en los
partidos o los medios de comunicación, pero no deja de ser una influencia marginal e
individual.
Cuanto mayor sea la formación de los docentes, mayor será la participación e implicación,
sacando a los docentes de su pasividad cívica como profesionales, ampliando la formación no
sólo sobre técnicas de enseñanza sino sobre historia de la enseñanza, desigualdades sociales,
mecanismos que las mantienen, etc.
Siguiendo a Hameline, la formación docente debe despertar a los futuros docentes,
desterrando la idea simple de que la formación no es más que transmitir conocimientos a niños
ávidos de asimilarlos independientemente de su origen social.
Necesitamos formadores reflexivos y críticos para formar a profesores reflexivos y críticos: la
universidad, que tradicionalmente es el lugar por excelencia de la reflexión y del pensamiento
crítico. Esto podría inducirnos a afirmar que formar a enseñantes según este paradigma es una
tarea “natural” de las universidades. No obstante, salvo en algunos casos la universidad no
está realmente organizada para desarrollar competencias profesionales de alto nivel
Si tenemos en cuenta las aportaciones de Gillet, otorgar a las competencias un “derecho de
gerencia” sobre los conocimientos. Aunque esta visión está en contra de la tendencia principal
de las instituciones escolares. Por tanto, no podemos, sin un examen previo, elegir a la
universidad como lugar ideal para la formación de los enseñantes, puesto que incluso en lo
que atañe a la práctica reflexiva y la implicación crítica, se impone la duda metódica.
Normalmente la formación en la investigación, propia del ámbito universitario de segundo y
tercer ciclo, no siempre prepara correctamente al alumnado para la práctica reflexiva.
En las clases son muchos los docentes-investigadores que no son buenos comunicadores y
terminan aburriendo al alumnado, con la consiguiente desmotivación y el posterior desinterés.
Desarrollando clases que no favorecen la interacción ni la reflexión crítica y participativa, sin
adecuar métodos, contenidos, actividades, evaluación, etc.
Además debemos señalar que la investigación y la práctica reflexiva presenta grandes
diferencias, entre las que caben destacar:

Resumen: Es un deber como docentes, reflexionar a cerca de la práctica diaria en las aulas. Este
proceso de evaluación personal nos lleva a corregir nuestros errores y poder reorientar
constantemente nuestros pasos, en busca del objetivo común, una educación de mayor calidad
tanto para el alumnado como para los docentes.
Palabras clave: Práctica reflexiva, implicación crítica, educación y retos docentes.
EXPECTATIVAS DE LOS FACILITADORES Y SUS EFECTOS EN LOS PARTICIPANTES.

El facilitador involucrado dentro del ámbito de la educación es un profesional que puede


desarrollarse dentro del área presencial como dentro del virtual, a estos profesores se les llama
facilitadores del aprendizaje ya que son los responsables que gestionar el aprendizaje de los
alumnos; instruyendo, guiando y evaluándolos.

En la actualidad con la inclusión y crecimiento acelerado de las diferentes TIC, a estos facilitadores
educativos se le reconoce mayormente dentro del ámbito abierto o a distancia dado que desde
sus inicios implementaron el actual modelo curricular basado en competencias. El estudiante en
lugar de memorizar la información proporcionada por el profesor, debe “aprender a aprender” de
forma significativa, por lo que el facilitador ya no actúa como el centro de la educación
transmitiendo esta información sino como facilitador de todo el proceso de aprendizaje que tenga
el alumno.
Josep María Duart Montoliu y Albert Sangrà (2000) en una de sus publicaciones mencionan:

“Esto no quiere decir que pase a limitarse a la simple gestión del aprendizaje. Por medio de la
orientación y de la inducción, la acción docente tiene como objetivo ofrecer al estudiante
herramientas y pistas que le ayuden a desarrollar su propio proceso de aprendizaje, a la vez que
atienda sus dudas y sus necesidades”. 2

Es el profesor (facilitador) en estos entornos virtuales de enseñanza que sufre cambios respecto al
rol que toma en el sistema de enseñanza convencional. Los cambios que se incluyen en este
nuevo modelo educativo es la presencia del uso de las diferentes TIC´s y diversos soportes de
información, encaminado a realizar un énfasis en la conducción de un proceso de aprendizaje que
aportan grandes beneficios en el proceso auto formativo. Generalmente entre las más destacadas
encontramos:

* Flexibilidad al elegir los temas a estudiar, así como en tiempos de estudio.

* Interacción facilitador– estudiante o estudiante- estudiante por medio de plataformas síncronas


y asíncronas.

* Creación de una comunidad de aprendizaje y no solamente un salón de clases en donde todos


aprenden de todos.

* Retroalimentaciones personalizadas tantas sean necesarias, sean por parte del facilitador o de la
comunidad de aprendizaje.

* Acceso a diferentes fuentes de información en diferentes escenarios educativos.

Un aspecto importante a mencionar y también a diferenciar es cuando a facilitadores educativos


se les nombra de igual forma "tutores" pues fungen como docentes y como responsables de
ofrecer asimismo un apoyo psicosocial a los alumnos, aunque en algunas instituciones educativas
virtuales logran diferenciar sus funciones denominándolos a cada uno simplemente "facilitador" y
"tutor".

Existen otras definiciones para facilitador, entre ellas podemos encontrar:

* "Un individuo que permite a grupos y organizaciones trabajar de forma más efectiva; a
colaborar y lograr sinergia. Un facilitador es imparcial, no toma partido y abogando por uno u otro
punto de vista en la reunión, con una metodología justa, abierta e incluyente, puede alcanzar las
metas de grupo."

* "Alguien que contribuye con estructura y proceso a las interacciones para que de esta forma los
grupos puedan ser capaces de funcionar efectivamente y tomar decisiones de calidad. Su objetivo
es brindar soporte para que otros tengan logros excepcionales."

* "El trabajo del facilitador es apoyar los mejores pensamientos y prácticas en todos los
participantes de un grupo. Para lograrlo, el facilitador promueve la máxima participación, el
entendimiento mutuo y cultiva las responsabilidades compartidas. Incitando a todos a lograr sus
más logrados pensamientos, permite a los miembros de un grupo buscar soluciones inclusivas y a
construir acuerdos sustentables."

* Objetivos de la facilitación consisten en lograr que el diálogo entre personas y grupos sea
eficiente, eficaz, significativo, productivo, integrador, formativo, motivante, creativo y placentero.
Además, facilitadores orientan a acuerdos y decisiones consensuadas hacia acciones necesarias,
respetándose e incluyendo en el proceso todos los puntos de vista, inclusive el apoyo
especializado cuando se requiere".
Un facilitador exitoso encarna el respeto por los demás y una conciencia vigilante de las muchas
capas de la realidad en un ser humano o grupo.

En caso de que no se pueda arribar a un consenso entre las partes, el facilitador ayudará al grupo
a entender las diferencias que hay detrás. La Asociación internacional de Facilitadores fue fundada
en 1993 para promover esta profesión. Habilidades generales de un facilitador.

Para ser buen facilitador son necesarias una serie de habilidades concretas. Las más básicas se
corresponden con las mejores prácticas a la hora de gestionar reuniones: gestión del tiempo,
seguimiento de una agenda previamente pactada y elaboración de un acta o registro que recoja
los temas tratados y los posibles acuerdos alcanzados. A un nivel más elevado, el buen facilitador
debe ser un experto en las dinámicas de grupo para poder gestionar el comportamiento grupal y
el de cada uno de los componentes. Adicionalmente, el facilitador debe contar con habilidades
para manejar discusiones estructuradas e informales, gestionar debates para que transcurran en
los términos pactados por el grupo, animar a la participación a personas reticentes a hacerlo y
gestionar situaciones o personas conflictivas.

Resulta crítico que el facilitador tenga un conocimiento suficiente de los temas tratados para que
sus intervenciones animen el debate interno en lugar de frustrarlo. En el caso de que no se
puedan llegar a acuerdos por consenso, el facilitador debería ser capaz de intervenir para hacer
visibles las diferencias que dividen a los integrantes del grupo y establecer una dinámica para
resolverlas.

El ser humano construye realidades sociales, desde el punto de vista de cada sujeto y a través de
las interacciones va creando interpretaciones sobre lo que es real o no, o más importante aún y
fundamental para cada individuo como es la realidad.

Esta realidad social nos genera formas de actuar, de relacionarnos y conocer. Puedo señalar que
la procedencia social y cultural influye sobre la EDUCACIÓN y por ello también sobre el
funcionamiento INTELECTUAL. Al hablar de sociedad, en cómo ésta influye sobre la educación,
llegamos al tema del mundo que el niño crea, conoce o simplemente las prácticas educativas que
el sujeto ha tenido antes de entrar a la escuela, estas prácticas marcan la diferencia de manera
significativa y refuerzan la desigualdad en el sistema educativo. Prácticas educativas las cuales
son fundamentales en la educación, estas restringen el acceso al conocimiento a las distintas
clases sociales más bajas existentes en el mundo. A pesar del aspecto negativo la clase social
menos favorecida facilita el aprendizaje a la clase más acomodada. La diferencia de aprendizaje
que existe en la educación, en la práctica de ésta ya sea dentro y fuera garantiza una discrepancia
no solo de conocimiento, sino también de la capacidad de sacar mejor provecho a la educación. La
diferencia que existe en las prácticas educativas o simplemente en el sistema educativo influye en
las capacidades que tienen los niños de clase social baja. Un ejemplo concreto son las repetidas
experiencias de fracaso escolar que tienen los alumnos durante su etapa inicial. Los fracasos
vividos por el sujeto lo pueden llevar al convencimiento de que todo lo relacionado con escuela
carece de importancia y utilidad. Tal como lo afirman STODOLSK y LESSER (1967), “cuando se
combinan datos sobre la inteligencia con datos sobre el rendimiento precoz, se pueden hacer
predicciones muy precisas, en la mayoría de los niños de ambientes poco favorecidos que acceden
por primera vez a la escuela arrojan un pronóstico muy poco prometedor”. Cabe destacar que no
queda duda alguna de que la vida intelectual de cualquier niño resultará enriquecida por el simple
hecho de que asista a la escuela, a pesar de su situación social, aunque hay muchos factores los
cuales influyen en el interés del niño por su rendimiento intelectual, como por ejemplo la
protección de la madre.
FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL APRENDIZAJE
Aprender es un proceso complejo de pensamiento y de comportamiento en el que la persona que
está involucrada requiere de la participación de múltiples factores para realizarlo con éxito. Son
pocas las manifestaciones innatas que traemos como base de nuestro despertar en la vida. Casi
todo se aprende gracias a la capacidad y habilidades que contienen la carga genética, la
configuración neurofisiológica de cada uno y las experiencias que aporta el medio. El aprendizaje
se da de acuerdo con determinados procesos y procedimientos tales como las operaciones del
pensamiento, el funcionamiento de los hemisferios cerebrales, la capacidad de concentración y
memoria y las técnicas y estrategias adecuadas. También influyen y son muy importantes la
actitud, la motivación, la voluntad, las relaciones personales y la organización.

FACTORES NEUROPSICOLÓGICOS

Éstos englobarían a los que otros autores llaman cognitivos, sensoriomotores, aptitudinales y
perceptivo-intelectuales. Considerando que debemos favorecer que el niño vaya descubriendo los
principios ortográficos de su vocabulario usual y desarrollando una adecuada conciencia
ortográfica a partir de la observación, la atención, la concentración, el análisis y la síntesis, todas
estas capacidades constituyen factores que hay que tener en cuenta. Comentemos algunos de
ellos:

• Capacidad intelectual. Un elevado coeficiente intelectual no es garantía suficiente para lograr


una buena ortografía. Seguramente todos conoceremos personas que a pesar de su reconocido
grado de instrucción presentan algunos errores ortográficos en sus escritos, por el contrario las
hay con un nivel de estudios básico y una capacidad ortográfica envidiable y es que dicha
capacidad depende de aptitudes y conexiones diversas.

Percepción y memoria auditiva. Los problemas de audición pueden desencadenar dificultades al


escribir.

El sentido auditivo junto al visual son relevantes a la hora de adquirir y desarrollar las habilidades
lingüísticas. En este caso se trata de la capacidad de observación, atención y retención de los
símbolos orales, una correcta percepción del dato sonoro requiere el adecuado reconocimiento y
discriminación de los fonemas de la cadena hablada.

FACTORES SOCIOAFECTIVOS

1. Equilibrio emocional. Cualquier perturbación o inestabilidad socio-afectiva, ya sea transitoria ya


permanente, puede tener repercusiones negativas en el aprendizaje materia o área de
conocimiento. El estado emocional se refleja en el comportamiento y la personalidad,
consecuentemente, lo hará en todas las manifestaciones del individuo favoreciendo o perjudicando
el rendimiento escolar y quizá sea en la expresión escrita, sobre todo si ésta se realiza libremente,
donde quede más manifiesta la estabilidad o el desequilibrio emocional, no ya sólo en el contenido
del mensaje sino también en la forma.

2. Sentido de la autoestima. Si censuramos y reprochamos constantemente la labor de un


alumno, éste acabará reconociendo esos errores como algo propio y no intentará superarlos
nunca. Esta cuestión está relacionada con la actitud de algunos padres de niños con deficiencias
de aprendizaje que valoran como natural en sus hijos los errores que cometen, pero como puros
actos fortuitos los aciertos o éxitos que tienen, estas consideraciones las transmiten los
progenitores a sus hijos y se forma así un círculo vicioso del que les es muy difícil salir.

3. Autoafirmación. Prado (1998: 75) distingue la autoafirmación del joven como uno de los
factores que intervienen en el aprendizaje . En la etapa de la adolescencia el alumno tiene la
convicción de que debe imponer su personalidad ante la sociedad y por ello se revela frente a todo
tipo de normas que le llegue desde ésta.

FACTORES PEDAGÓGICOS

1. Metodología adecuada. Determinadas investigaciones realizadas en aulas escolares demuestran


cómo la mayor parte de los errores que cometen los alumnos al finalizar la Educación Primaria se
refiere a las reglas ortográficas, sobre todo en lo que concierne a la acentuación y la puntuación
de textos. Holgado (1986: 161) señala que los de acentuación –en concreto la omisión de la tilde-
constituyen el 50 % de todos los errores. Cuando este fracaso es tan generalizado abogan por la
necesidad de un cambio en la metodología - lejos de la tradicional basada ante todo en la
repetición y memorización de reglas y en la práctica constante de copias y dictados -, en la
adecuación a la edad del niño y, por tanto, a su capacidad de abstracción, porque métodos hay,
muchos y muy variados, pero siempre deberán ir en función de las diversas necesidades,
intereses y motivaciones de los alumnos. La cuestión es que la enseñanza-aprendizaje de esta
disciplina nunca ha sido del agrado de profesores ni de alumnos, como decía Martínez de Sousa
(1986: 6), de los primeros porque algunos docentes no quieren darle valor formativo y la hacen
caer en cierto desprestigio, de los segundos porque es una materia poco atractiva y difícil.
Llegados a esta situación, se va descuidando su enseñanza y se emplean a veces técnicas
inadecuadas o que no respetan el ritmo individual de los alumnos. Como aspectos negativos de
esta metodología inadecuada especifica Holgado (1885: 263) la falta o imprecisión de objetivos de
aprendizaje adecuados a los alumnos a los que iban dirigidos y la falta de delimitación o selección
inadecuada de los contenidos. Por otra parte, interesa estudiar el apoyo que de las editoriales
llega a los maestros, González Las (1991: 77), tras un análisis del tratamiento de la ortografía
que hacen algunas editoriales escolares, duda de que la ortografía haya sido descuidada en el
material escolar por lo que no se puede considerar su tratamiento en los textos como una de las
posibles causas del fracaso ortográfico, sinembargo sí lo es el trabajarla a través de actividades
descontextualizadas de la escritura como comunicación

Motivación. A propósito de esta nueva metodología que se precisa, Romero (1989: 46-49) señala
como principios básicos en los que se debe basar: el interés, la motivación, la individualización, la
participación y la autenticidad. De ellos destacamos la motivación como indispensable para lograr
un buen rendimiento escolar. En definitiva, es importante desarrollar en los alumnos una actitud
positiva hacia el aprendizaje en general y hacia el aprendizaje ortográfico en particular,
facilitándoles métodos de trabajo y estudio, creándoles hábitos para ello porque, en fin, de
cuentas, la ortografía es un hábito. Por otro lado, el profesor debe adquirir el papel de asesor o
guía del alumno para que éste trabaje con autonomía y llegue a autocorregirse sus propios textos.

También podría gustarte