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Introducción
El sistema nervioso funciona como el centro de control del cuerpo y una red de
comunicaciones. Como tal, tiene tres funciones amplias: percibe los cambios en el
cuerpo y en el entorno externo, interpreta esos cambios y responde a esta explicación
iniciando una acción a modo de contracción muscular o secreción glandular.
Poco después de que los nervios raquídeos salen del agujero de conjunción, se
dividen en dos ramas principales: la rama dorsal que inerva a los músculos y la piel de
la cabeza, cuello y espalda, y la rama ventral que por lo general es más larga y más
importante, esta inerva las partes ventral y lateral de estas estructuras así como a las
extremidades superiores e inferiores. Con excepción de la región torácica, la rama
ventral no corre directamente por las estructuras que inerva, primero forma redes
entrelazadas o plexos, con los nervios adyacentes (fig. 5-1A ).
Este capítulo está enfocado en los nervios periféricos y en las raíces raquídeas que
contienen no sólo fibras nerviosas sino también elementos de tejido conjuntivo y
estructuras vasculares que rodean a las fibras nerviosas. Los nervios poseen ciertas
propiedades anatómicas especiales que pueden servir para protegerlo del daño
mecánico, por ejemplo, del estiramiento (tensión) y la compresión. En este capítulo,
se revisa la microanatomía básica de los nervios periféricos y las raíces raquídeas con
referencia especial a estos mecanismos intrínsecos de protección. La conducta
mecánica de los nervios periféricos bajo tensión y compresión, también, se describe
con cierto detalle.
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Las fibras nerviosas no sólo transmiten impulsos sino también sirven como conexión
anatómica entre el cuerpo de la célula nerviosa y su órgano terminal. Esta conexión
se mantiene por sistemas de transporte axonal, por medio de los cuales varias
sustancias sintetizadas en el cuerpo (p. ej., proteínas) son transportadas desde el
cuerpo celular hacia la periferia y en la dirección contraria. El transporte axonal se
lleva a cabo a velocidades que varían desde 1 a 400 mm al día.
La mayoría de los axones del sistema nervioso periférico está rodeada por cubiertas
segmentadas de múltiples capas, conocidas como vainas de mielina (fig. 5-3 ). Se
dice que las fibras con esta cobertura están mielinizadas (mielínicas), en tanto que las
que no tienen tal cubierta (principalmente fibras sensoriales que conducen impulsos
dolorosos provenientes de la piel) son amielínicas. La vaina de mielina de los axones
de los nervios periféricos se produce por células aplanadas, llamadas células de
Schwann, distribuidas a lo largo del axón (fig. 5-3 ). La vaina se forma conforme las
células de Schwann rodean al axón y se enrosca muchas veces, empujando su
citoplasma y núcleo hacia la capa externa. Los espacios amielínicos llamados nódulos
de Ranvier están entre los segmentos de la vaina de mielina a una distancia
aproximada de 1 a 2 mm.
La capa más externa, el epineuro, está localizada entre los fascículos y en la parte
superficial del nervio. Esta capa laxa de tejido conjuntivo amortigua durante los
movimientos neuronales, con lo que se protege a los fascículos de traumatismos
externos y se mantiene el sistema de aporte de oxígeno por medio de los vasos
sanguíneos epineurales. La cantidad de tejido conjuntivo varía entre los nervios a
diferentes niveles dentro del mismo nervio. En los sitios en los cuales el nervio se
encuentra cerca de huesos, o en donde pasa por articulaciones, el epineuro es más
abundante que en otros sitios, porque en este ligar necesita más protección. Las
raíces de los nervios raquídeos no cuentan con epineuro y perineuro, por lo tanto, las
fibras en la raíz nerviosa podrían ser más susceptibles a los traumatismos (Rydevik y
cols., 1984 ).
El perineuro es una vaina laminar que rodea cada fascículo. Esta vaina tiene una gran
fuerza mecánica así como una barrera bioquímica específica. Su fuerza se demuestra
por el hecho de que los fascículos se pueden inflar por líquido a una presión de
aproximada de 1 000 mm de mercurio (Hg) antes de que se rompa.
La presión tisular intersticial dentro de los fascículos, la presión del líquido endoneural,
por lo general se encuentra ligeramente elevada (+1.5 ± 0.7 mm Hg [Myers y Powell,
1981 ]) en comparación con la presión de los tejidos circundantes como el tejido
subcutáneo (-4.7 ± 0.8 mm Hg) y el tejido muscular (-2 ± 2 mm Hg). La elevada
presión del líquido endoneural se representa por el fenómeno en el cual una incisión
del perineuro provoca una hernia de las fibras nerviosas. La presión del líquido
endoneural puede aumentar más como resultado de traumatismo neurológico, con
edema subsecuente. Tal aumento de la presión puede incrementar la microcirculación
y la función del nervio.
El aporte sanguíneo al nervio periférico como un todo, depende de los vasos grandes
que llegan al nervio de manera segmentaria en todo su trayecto. Cuando estos vasos
locales llegan al nervio, se dividen en ramas ascendentes y descendentes. Estos
vasos corren de manera longitudinal y casi siempre se anastomosan con los vasos del
perineuro y el endoneuro. Dentro del epineuro, las arteriolas y vénulas grandes de 50
a 100 mm de diámetro, constituyen un sistema vascular longitudinal (fig. 5-4 ).
Dentro de cada fascículo se encuentra un plexo capilar que se orienta en sentido
longitudinal, el cual tiene formaciones en forma de asas en varios niveles. El sistema
capilar se nutre por arteriolas de 25 a 150 mm de diámetro, las cuales penetran la
membrana perineural. Estos vasos tienen un curso oblicuo a través del perineuro y se
cree que dada su estructura tan peculiar, se cierran fácilmente como válvulas en caso
de que haya aumento de la presión tisular dentro de los fascículos (Lundborg,
1975 ; Myers y cols., 1986 ). El análisis de la ingeniería estructural de estos vasos
sanguíneos transperineurales anastomóticos sugiere que las elevaciones moderadas
en la presión endotenural comprimen estos vasos y reduce el flujo sanguíneo
nervioso. Este mecanismo de válvula patológico es un proceso biomecánico para la
isquemia nerviosa y se ha verificado por análisis de cortes histológicos seriados en un
estado de edema endoneural provocado por la aplicación de una solución anestésica
local de 2-cloroprocaína HCL al 2% (Myers y cols., 1986 ). Este fenómeno podría
explicar el motivo por el cual incluso un pequeño aumento de la presión del líquido
endoneural se relaciona con una reducción en el flujo sanguíneo intra-fascicular.
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FIGURA 5-5 Estructuras nerviosas intraespinales vistas por detrás. Se han retirado los
arcos vertebrales cortando los pedículos (1). Una raíz nerviosa ventral (2) y una dorsal
(3) salen de la médula espinal como raíces de salida (4). Antes de salir del agujero
vertebral, la raíz dorsal forma una masa llamada ganglio de la raíz dorsal (5), el cual
contiene los cuerpos celulares sensoriales, antes de formar el nervio raquídeo (6)
junto con la raíz nerviosa ventral. Las raíces nerviosas están cubiertas por un saco
dural central (7) o con extensiones de este saco llamadas fundas de las raíces
nerviosas (8). Reproducido con permiso deOlmarker, K. (1991) . Spinal nerve root
compression. Nutrition and function of the porcinecauda equina compressed in vivo.
Acta Orthop Scand Suppl, 242, 1-27.
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Cuando la raíz nerviosa llega al agujero de conjunción, la cubierta de la raíz
gradualmente envuelve al tejido nervioso de una manera más estrecha. El espacio
subaracnoideo y la cantidad de líquido cefalorraquídeo que rodea cada par de raíz
nerviosa se reduce cada vez más en dirección caudal. La lesión por compresión de
una raíz nerviosa puede inducir un aumento en la permeabilidad de los capilares
endoneurales, lo que provoca la formación de edema. (Olmarker y cols.,
1989b ; Rydevik y Lundborg, 1977 ). Esto puede provocar un aumento en el líquido
intraneural y la subsecuente alteración del transporte nutricional al nervio (Myers,
1998 ; Myers y Powell, 1981 ). Este mecanismo podría tener una importancia
particular en lugares en los cuales las raíces nerviosas están estrechamente
envueltas por tejido conjuntivo. Por lo anterior, existe un riesgo más pronunciado de
“síndrome de atrapamiento” dentro de las raíces nerviosas en el agujero de
conjunción que en la ubicación más central en la cola de caballo (Rydevik y cols.,
1984 ). El ganglio de la raíz dorsal, con su contenido de cuerpos celulares de nervios
sensoriales, envuelto estrechamente por meninges, podría ser en particular
susceptible a la formación de edema.
Hay dos regiones de las raíces nerviosas, distintas desde el punto de vista
microscópico. El más cercano a la médula espinal es un segmento central de
microglia compuesto de células de la microglia que tiene parecido con la organización
macroscópica de las estructuras nerviosas centrales en la médula espinal y el
cerebro. Este segmento de microglia es transferido a un segmento distinto a la
microglia en una unión en forma de cúpula que se encuentra a pocos milímetros de la
médula espinal. Este segmento está organizado en la misma forma que el endoneuro
de los nervios periféricos, esto es, con células de Schwann en lugar de células de la
microglia. Sin embargo, hay algunos islotes pequeños de células de la microglia en
este endoneuro periféricamente organizado.
Los axones en el endoneuro están separados del líquido cefalorraquídeo por una
capa delgada de tejido conjuntivo llamado “vaina de la raíz”. Ésta, es el equivalente a
la piamadre que cubre la médula espinal. Por lo general hay dos a cinco capas
celulares en la vaina de la raíz, pero se han identificado hasta 12 capas. Las células
de la parte proximal de las capas externas de la vaina de la raíz son similares a las
células de la piamadre de la médula espinal y las células de la parte distal son más
similares a las células de la aracnoides de la duramadre espinal. Las capas más
internas de la vaina de la raíz están compuestas de células que muestran similitudes
con las células del perineuro de los nervios periféricos. Una membrana basal
discontinua envuelve a estas células por separado. Las capas más internas de la
vaina de la raíz constituyen una barrera de difusión entre el endoneuro de las raíces
nerviosas y el líquido cefalorraquídeo. Esta barrera se considera relativamente débil y
puede evitar sólo el paso de macromoléculas.
Las arterias segmentarias por lo general se dividen en tres ramas cuando llegan al
agujero de conjunción: (1) una rama anterior que irriga la pared abdominal y el plexo
lumbar, (2) una rama posterior que irriga los músculos paravertebrales y las
articulaciones facetarias y (3) una rama intermedia que irriga el contenido del agujero
vertebral. Una rama de la rama intermedia se une a la raíz nerviosa a nivel del ganglio
de la raíz dorsal. Por lo general hay tres ramas provenientes de este vaso: una hacia
la raíz ventral, una a la raíz dorsal y una a los vasos coronarios de la médula espinal.
Las ramas de los vasos coronarios de la médula espinal, llamadas arterias medulares,
son inconsistentes. En los adultos, sólo permanecen siete a ocho de los 128 que
había en el periodo embrionario, y cada una irriga más de un segmento de la médula
espinal. La principal arteria medular en la región torácica de la columna vertebral la
descubrió Adamkiewicz en 1881 y todavía lleva su nombre. Las arterias medulares
corren paralelas a las raíces nerviosas (fig. 5-6 ). En los seres humanos, no hay
conexiones entre estos vasos y la red vascular de las raíces nerviosas. Dado que las
arterias nutricias medulares sólo ocasionalmente irrigan las raíces nerviosas, se han
llamado el sistema vascular extrínseco de la cola de caballo.
Las arterias del sistema intrínseco envían ramas hacia abajo a las partes más
profundas del tejido nervioso en una forma de T. Para compensar el estiramiento de
las raíces nerviosas, las arterias se enrollan en sentido longitudinal y en las ramas que
corren inclinadas entre los diferentes fascículos (fig. 5-6 ). A diferencia de los nervios
periféricos, las vénulas no corren junto con las arterias en las raíces nerviosas, por lo
general tienen un curso en espiral en las partes más profundas del nervio.
Existe una barrera de capilares endoneurales en los nervios periféricos llamada la
barrera hematonerviosa, la cual es similar a la barrera hematoencefálica del sistema
nervioso central (Lundborg, 1975 ; Rydevik y Lundborg, 1977 ). Se ha cuestionado la
presencia de una barrera correspondiente en las raíces nerviosas. Si está presente, la
barrera hemato-nerviosa en las raíces nerviosas no parece estar tan bien desarrollada
como en los capilares endoneurales del nervio periférico, lo cual implica que se puede
formar edema con mayor facilidad en las raíces nerviosas que en los nervios
periféricos (Rydevik y cols., 1984 ).
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Los nervios son estructuras fuertes con considerable fuerza de tensión. La máxima
carga que pueden sostener los nervios mediano y cubital está dentro del intervalo de
70 a 220 newtons (N) y 60 a 150 N, respectivamente. Estas cifras sólo son de interés
académico porque el daño intraneural grave se produce por tensión mucho después
de que se rompe un nervio.
Es complicado exponer la elasticidad y las propiedades biomecánicas de los nervios
por el hecho de que los nervios no son materiales isotrópicos homogéneos sino más
bien, estructuras compuestas; y cada componente tisular tiene sus propias
propiedades biomecánicas. Los tejidos conjuntivos de epineuro y perineuro son
principalmente estructuras longitudinales.
Cuando se aplica tensión a un nervio, el estiramiento inicial de éste bajo una carga
muy pequeña es seguido de un intervalo en el cual la tensión y el estiramiento
muestran una relación lineal característica de un material elástico (fig. 5-7 ). Como se
alcanza el límite de la región lineal, las fibras nerviosas comienzan a romperse dentro
de los tubos endoneurales y dentro del perineuro intacto. Las vainas perineurales se
rompen a aproximadamente 25 a 30% de estiramiento (estiramiento final), por arriba
de la longitud in vivo (Rydevik y cols., 1990 ). Después de este punto, hay una
desintegración de las propiedades elásticas y el nervio se comporta más como un
material plástico (es decir, su respuesta a la liberación de las cargas es la
recuperación incompleta).
Las lesiones por estiramiento o por tensión, en los nervios periféricos, por lo general
se relacionan con accidentes graves, como cuando se aplica tensión de alta energía
al plexo braquial junto con una lesión congénita, como resultado de un choque
automovilístico a alta velocidad o después de una caída de cierta altura. Tales
lesiones del plexo pueden provocar pérdida funcional parcial o total de algunos o
todos los nervios en la extremidad superior, y el consecuente déficit funcional
representa una considerable discapacidad en términos de pérdida sensorial y motora.
El resultado depende de cuáles componentes tisulares de los nervios están dañados
así como de la extensión de la lesión tisular. Desde el punto de vista clínico es
importante observar que puede haber considerable daño estructural (lesiones de la
vaina perineural) inducido por estiramiento sin lesión visible sobre la superficie del
nervio (Estudio de caso 5-1 ).
Las lesiones de alta energía al plexo representan un tipo extremo de lesión por
estiramiento provocado por traumatismo violento súbito. Una situación de estiramiento
distinta de interés clínico considerable es la sutura de dos extremos de una herida
neurológica bajo tensión moderada. Esta situación se presenta cuando existe una
brecha sustancial en la continuidad de un tronco nervioso y el restablecimiento de la
continuidad requiere la aplicación de tensión para juntar de nuevo los extremos del
nervio. La tensión moderada y gradual aplicada al nervio en estos casos puede estirar
y angular los vasos nutricios locales. También puede ser suficiente con reducir el área
transversa fascicular y alterar el flujo capilar nutricio intraneural (fig. 5-8 ).
FIGURA 5-7 La conducta ante la tensión-estiramiento de un nervio tibial de conejo. El
nervio presenta una rigidez baja en la región del dedo grueso del pie, de
aproximadamente 15% y comienza a retener una significativa tensión conforme
aumenta el estiramiento más de 20%. Reproducidocon permiso deRydevik, B.L.,
Kwan, M K., Myers, R.R., et al. (1990) . Anin vitro mechanical and histologic study of
acute stretching on rabbittibial nerve. J Orthop Res, 8, 694-701.
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Como el nervio suturado está estirado, el perineuro se aprieta; como resultado, la
presión del líquido endoneural aumenta y los capilares intrafasciculares pueden estar
obliterados. También, el flujo está alterado en los vasos segmentarios, en los nutricios
y en los de drenaje, así como en los vasos más grandes en el epineuro y en cierta
etapa la microcirculación intraneural cesa. Las observaciones intravitales del flujo
sanguíneo intraneural en los nervios tibiales de conejos (Lundborg y Rydevik, 1973 )
mostró que un estiramiento de 8% produjo un flujo venular alterado y que incluso una
mayor tensión produjo alteración continua del flujo capilar y arteriolar hasta que a 15%
de estiramiento, toda la microcirculación intraneural cesó por completo. Para el mismo
nervio, un estiramiento (distensión) de 6% indujo una reducción de la amplitud de
potencial de acción nerviosa de 70% a una hora con recuperación de los valores
normales durante una restitución de una hora. A un estiramiento de 12%, la
conducción se bloqueó por completo por una hora y mostró una recuperación mínima
(Wall y cols., 1992 ). Tales datos tienen implicaciones clínicas en la reparación
neurológica, en el traumatismo de extremidades y en el estiramiento de las mismas.
Durante el proceso de nacimiento, un recién nacido sufrió una lesión por tracción de
su plexo braquial izquierdo. Pocos meses después, se presenta con la parte superior
del brazo izquierdo en una posición estática de aducción, rotación interna del hombro,
extensión del codo, pronación del antebrazo y flexión de la muñeca. No responde a
los estímulos sensoriales en su brazo y presenta arreflexia del bíceps y el supinador
largo. Una deformación súbita y lesiones por tensión elevada en las raíces nerviosas
de C5-C6 afectaron las funciones neurales mixtas (motora y sensorial), principalmente
los músculos responsables del ritmo escapulohumeral (v. cap. 12).
La presión ligeramente mayor (80 mm Hg, p. ej.,) provoca el cese completo del flujo
sanguíneo intraneural; el nervio en el segmento comprimido localmente sufre
isquemia total. Incluso así, después de dos horas o más de compresión, el flujo
sanguíneo se restablece rápido cuando se libera la presión (Rydevik y cols., 1981 ).
Con niveles de presión mayores (200 a 400 mm Hg, p. ej.,) aplicados directamente a
un nervio se induce daño estructural de las fibras nerviosas y deterioro rápido de la
función nerviosa, con recuperación incompleta después de periodos más cortos de
compresión. De esta forma, la magnitud de la presión aplicada y la gravedad de la
lesión inducida por la compresión, al parecer, están correlacionadas.
Los detalles de la deformación de un nervio pueden ser muy diferentes en estos dos
tipos de carga. En la compresión circunferencial uniforme como la que se aplica por
un torniquete neumático (fig. 5-10 ), la visión transversal del nervio o la extremidad
tienden a permanecer en círculo pero disminuyen en su diámetro en la región
sometida a carga. Debido a que el material de los tejidos es relativamente
incompresible, esta tensión radial requiere un estrujón del tejido que se encuentra
bajo el torniquete, con lo que se mueve hacia fuera de la línea central en dirección de
cada uno de los bordes libres. Se puede observar fácilmente que el desplazamiento
del tejido se incrementa desde cero en la línea central hasta un punto máximo en el
borde del torniquete. Este gran desplazamiento, junto con las fuerzas de cizallamiento
acompañantes, es el que se supone que provoca el efecto del borde mencionado y se
observa en experimentos in vivo. Esta región mantiene un gradiente de presión
máximo y el desplazamiento mayor.
Ahora se conocen los efectos de una deformación como la que se muestra en la figura
5-11 sobre el funcionamiento del axoplasma y la membrana neural. Al parecer es
probable que la degeneración inicial de la función estuviera relacionada con el daño a
la membrana. Se puede demostrar que si el área transversal del nervio que se
muestra en la figura 5-11 permanece constante durante la deformación, el perímetro
debe aumentar al moverse de una forma inicial circular hasta la forma final elíptica.
Este aumento indica que debe haber estiramiento de la membrana, el cual quizá
afecte su permeabilidad y propiedades eléctricas. Esta deformación es similar a la de
un corpúsculo de Pacini, el cual percibe la presión aplicada sobre la piel. Tal vez este
tipo de deformación desencadene la activación de los nervios, con lo que se provoque
una sensación de dolor cuando las fibras nerviosas se compriman en sentido lateral.
Los detalles de tal deformación de nervios y sus consecuencias funcionales no se han
estudiado por completo y requieren más investigación para su comprensión.
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FIGURA 5-12 Diagrama que ilustra los valores de la última carga obtenida para las
raíces nerviosas raquídeas humanas bajo una carga de tensión. INR, raíces nerviosas
intradurales; FNR, raíz nerviosa del agujero de conjunción. Nótese la marcada
diferencia en la última carga para las porciones intradural y del agujero de conjunción
de las raíces nerviosas. Las barras de error indican desviación estándar. Reproducido
con permiso deWeinstein, J.N., La Motte, R., Rydevik, B., et al. (1989) . Nerve.In J.W.
Frymoyer, S.L. Gordon (Eds.). NewPerspectives on Low Back Pain. Park Ridge, IL:
American Academy ofOrthopaedic Surgeons, 35-130. (Based on a workshop arranged
bythe National Institutes of Health [NIH] in Airlie, Virginia, May 1988.)
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Las raíces nerviosas en la columna vertebral no son estructuras estáticas, se mueven
en relación con los tejidos circundantes con cada movimiento de la columna vertebral.
Para permitir tal movimiento las raíces nerviosas en los agujeros de conjunción, por
ejemplo, deben tener la capacidad de deslizarse. La irritación crónica con la fibrosis
subsecuente alrededor de las raíces nerviosas, junto con condiciones como hernias
de disco y/o estenosis del agujero de conjunción, pueden alterar la capacidad de
deslizamiento de las raíces nerviosas. Esto produce lesiones por “microestiramiento”
repetido de las raíces nerviosas, incluso con los movimientos normales de la columna
vertebral; lo cual quizá induce más irritación tisular en los componentes de las raíces
nerviosas. La amplitud de movimientos normal de las raíces nerviosas en la columna
lumbar humana se ha medido en experimentos con cadáveres. Se encontró que la
elevación de la pierna extendida mueve las raíces nerviosas a nivel de los agujeros de
conjunción aproximadamente 2 a 5 mm.
FIGURA 5-13 Estiramiento final para las raíces nerviosas raquídeas bajo carga de
tensión. INR, raíz nerviosa intradural; FNR, raíz nerviosa en el agujero de
conjunción. Reimpresa con permiso de Weinstein, J.N., LaMotte,R.,Rydevik, B., et al.
(1989). Nerve.In J.W. Frymoyer, S.L. Gordon(Eds.).New Perspectives on Low Back
Pain. Park Ridge, IL: AmericanAcademy of Orthopaedic Surgeons, 35-130. (Based on
a workshoparranged by the National Institutes of Health [NIH] in Airlie, Virginia,May
1988.)
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Ciertos factores biomecánicos están obviamente incluidos en la patogenia de varios
síntomas inducidos por la deformación de la raíz nerviosa, junto con hernia de disco y
estenosis raquídea y dan como resultado dolor irradiado. En la hernia de disco, por lo
general sólo una raíz nerviosa está comprimida. Dado que las raíces nerviosas
individuales por lo general se adhieren a los tejidos circundantes arriba y abajo del
disco intervertebral que atraviesan, la compresión puede originar tensión
intraneural. Spencer y cols. (1984) midieron la fuerza de contacto entre una hernia de
disco simulada y una raíz nerviosa deformada en cadáveres. Tomando en cuenta el
área de contacto, asumieron una presión de contacto de aproximados 400 mm Hg.
Con una reducción de la altura del disco, disminuyeron la fuerza de contacto y la
presión entre el disco herniado experimental y la raíz nerviosa. Se sugirió que estos
hallazgos podrían explicar en parte el motivo por el cual el dolor ciático se alivia
después de la quimionucleólisis, y conforme la degeneración del disco progresa con el
tiempo y la altura del disco disminuye de ese modo.
Hace algunos años se presentó un modelo para valorar los efectos de la compresión
de la cola de caballo en cerdos, en los cuales por primera vez se permitió aplicar
compresión graduada experimental de las raíces de la cola de caballo con niveles de
presión conocidos (Olmarker, 1991 ) (fig. 5-14 ). En este modelo, se comprimió la cola
de caballo con un globo inflable que se fijó a la columna vertebral. La cola de caballo
podía observarse a través del globo transparente. Este prototipo hizo posible estudiar
el flujo en los vasos sanguíneos intrínsecos de la raíz nerviosa a varios niveles de
presión (Olmarker y cols., 1989a ). El experimento fue diseñado en una forma en la
cual la presión en el globo de compresión aumentaba 5 mm Hg cada 20 segundos. El
flujo sanguíneo y el diámetro de los vasos intrínsecos se podía observar en forma
simultánea, a través del globo, usando un microscopio vital. El promedio de la presión
de oclusión para las arteriolas fue un poco menor y estuvo directamente relacionada
con la presión arterial sistólica; mientras el flujo sanguíneo en las redes capilares fue
muy dependiente del flujo sanguíneo de las vénulas adyacentes. Esto corrobora la
suposición de que la estasis venular podría inducir estasis capilar y, por lo tanto,
cambios en la microcirculación del tejido nervioso y concuerda con estudios previos
en los cuales se sugirió tal mecanismo en el síndrome del túnel del carpo. La media
de las presiones de oclusión para las vénulas tuvo grandes variaciones. Sin embargo,
se encontró que es suficiente una presión de 5 a 10 mm Hg para inducir oclusión
venular. Por la estasis retrógrada, no es descabellado asumir que el flujo sanguíneo
capilar resultará afectado también en tales situaciones.
Por los estudios experimentales realizados en los nervios periféricos se sabe que la
compresión también podría inducir un aumento en la permeabilidad vascular, lo que
provocaría la formación de edema intraneural. Tal edema podría aumentar la presión
del líquido endoteural, lo cual alteraría el flujo sanguíneo capilar endoneural y pondría
en riesgo la nutrición de las raíces nerviosas. Dado que por lo general persiste el
edema tiempo después de retirar el agente de compresión, esto casi siempre afecta
en una forma negativa a la raíz nerviosa durante un periodo más largo que el de la
compresión en sí. La presencia de edema intraneural también se relaciona con la
formación subsecuente de fibrosis intraneural y, por lo tanto, podría contribuir a la
recuperación lenta que se observa en algunos pacientes con trastornos por
compresión nerviosa. Para determinar si el edema intraneural también se formaría en
las raíces nerviosas como resultado de la compresión, se analizó la distribución de
albúmina marcada con azul de Evans en el tejido nervioso después de la compresión
a varios niveles de presión y en varias duraciones (Olmarker y cols., 1989b ). El
estudio mostró que se formó edema incluso con niveles bajos de presión. La
ubicación predominante fue en los bordes de la zona de compresión.
Se encontró que con un índice de inicio tan rápido se inducen efectos más
pronunciados en la formación de edema, transporte de metil glucosa y propagación
del impulso que en índice de inicio lento (Olmarker, 1991 ). Con respecto al transporte
de metil glucosa, los resultados muestran que los niveles dentro de la zona de
compresión son más pronunciados en el índice de inicio rápido que en el lento a
niveles de presión correspondientes. Hubo también una sorprendente diferencia entre
los dos índices de inicio cuando se consideraron los segmentos fuera de las zonas de
compresión.
En las series de inicio lento, los niveles alcanzaron valores basales más cerca de la
zona de compresión que en las series de inicio rápido. Esto podría indicar la presencia
de una zona de edema en los bordes más pronunciada en las series de inicio rápido
con una subsecuente reducción del transporte nutricional en el tejido adyacente a la
zona de compresión.
Para la compresión de inicio rápido, la cual quizá esté más relacionada con el
traumatismo de la columna vertebral o con la hernia de disco que con estenosis
raquídea, una presión de 600 mm Hg mantenida por sólo un segundo es suficiente
para inducir una alteración gradual de la conducción nerviosa durante las dos horas
estudiadas después de que se liberó la compresión. En general, los mecanismos para
estas diferencias pronunciadas entre los diferentes índices de inicio no son claros
pero podrían estar relacionados con diferencias en los índices de desplazamiento del
tejido nervioso comprimido hacia las partes no comprimidas, como resultado de las
propiedades viscoelásticas del tejido nervioso. Tal fenómeno podría provocar no sólo
daño estructural a las fibras nerviosas sino también cambios estructurales en los
vasos sanguíneos, con la subsecuente formación de edema.
Los pacientes con dobles o múltiples niveles de estenosis raquídea parecen tener
síntomas más pronunciados que aquellos con estenosis sólo a un nivel. El modelo
presentado se modificó para señalar este tema de interés clínico. Con dos globos en
dos niveles adyacentes de discos se produjo un segmento de nervio no comprimido
de 10 mm entre los globos y se indujo una alteración mucho más pronunciada en la
conducción de impulsos nerviosos que la que se había encontrado con niveles de
presión correspondientes (Olmarker y Rydevik, 1992 ). Por ejemplo, una presión de 10
mm Hg en dos globos indujo una reducción de 60% en la amplitud de impulsos
nerviosos durante dos horas de compresión, en tanto que 50 mm Hg en un globo no
demostró reducción.
El mecanismo para la diferencia entre una compresión única o doble quizá no sólo
está basada en el hecho de que los impulsos nerviosos tienen que pasar más de una
zona de compresión con la compresión de doble nivel. También podría haber un
mecanismo basado en la anatomía vascular local de las raíces nerviosas. A diferencia
de los nervios periféricos, no hay arterias nutritivas regionales de las estructuras
circundantes hacia el sistema vascular intraneural en las raíces nerviosas raquídeas.
La compresión a dos niveles podría por lo tanto, inducir una región nutricionalmente
alterada entre los dos sitios de compresión. De esta manera, el segmento afectado
por la compresión se ampliaría desde un diámetro del globo (10 mm) a dos diámetros
del globo, incluido el segmento entre el nervio (30 mm).
Esta hipótesis se confirmó en parte en un experimento con análisis continuos del flujo
sanguíneo total en el segmento de nervio no comprimido, ubicado entre dos globos de
compresión (Takahashi y cols., 1993 ). Los resultados mostraron que se indujo una
reducción de 64% en el flujo sanguíneo total del segmento no comprimido cuando se
inflaron ambos globos a 10 mm Hg. De esta forma, la evidencia experimental muestra
que el aporte sanguíneo al segmento nervioso ubicado entre dos sitios de compresión
en las raíces nerviosas se altera gravemente, aunque este segmento nervioso en sí
no esté comprimido. En lo que respecta a la conducción nerviosa, los efectos
aumentaron mucho si se incrementaba la distancia entre los globos de compresión
desde un segmento vertebral a dos segmentos vertebrales (Olmarker y Rydevik,
1992 ). Esto indica que la alteración funcional podría estar directamente relacionada
con la distancia entre los dos sitios de compresión.
La exposición de los efectos inducidos por la compresión sobre las raíces nerviosas
ha tratado principalmente la compresión aguda, esto es, la compresión que dura
algunas horas y sin supervivencia del animal. Para simular mejor las diferentes
situaciones clínicas, la compresión se debe aplicar durante periodos prolongados.
Quizá haya muchos cambios en el tejido nervioso, como la adaptación de axones y
vasos sanguíneos que se presentarán en pacientes pero que no se pueden estudiar
en modelos experimentales aplicando sólo una a seis horas de compresión. Otro
factor importante en este contexto es el índice de inicio que se expuso antes. En los
síndromes clínicos con compresión de la raíz nerviosa, el tiempo de inicio en muchos
casos podría ser muy lento. Por ejemplo, una remodelación de las vértebras para
inducir estenosis raquídea quizá provoque un tiempo de inicio de muchos años. Por
supuesto será difícil simular tal situación en un modelo experimental.
También será imposible tener control sobre la presión que actúa sobre las raíces
nerviosas en modelos crónicos por la remodelación y la adaptación del tejido nervioso
a la presión aplicada. Sin embargo, el conocimiento de las presiones exactas tal vez
sea menos importante en las situaciones de compresión crónica que en las de
compresión aguda. En lugar de ello, los modelos crónicos deben inducir una
compresión controlada con un tiempo de inicio lento que se reproduzca fácilmente.
Tales modelos se podrían adaptar bien para estudios de eventos patológicos así
como para intervenciones quirúrgicas o farmacológicas. Se ha intentado inducir tal
compresión.
Para inducir un inicio más lento y una compresión más controlada, Cornefjord y cols.,
(1997) usaron un constrictor para comprimir las raíces nerviosas de un cerdo (fig. 5-
15 ). El constrictor se aplicó primero para inducir oclusión vascular en condiciones
isquémicas experimentales en perros. El constrictor consta de un armazón externo de
metal que en el interior está cubierto con un material llamado amaroide que se
expande cuando se pone en contacto con los líquidos. Por el armazón de mental, el
amaroide se expande hacia dentro con una expansión máxima después de dos
semanas, lo que provoca compresión de una raíz nerviosa colocada en la abertura
central del constrictor. La compresión de la primera raíz nerviosa sacra en el cerdo
provocó una reducción significativa de la velocidad de conducción nerviosa y lesiones
axonales, utilizando un constrictor con un diámetro original definido. También se
encontró un incremento de la sustancia P en la raíz nerviosa y en el ganglio de la raíz
dorsal después de tal compresión. La sustancia P es un neurotransmisor que está
relacionado con la transmisión del dolor, por lo que el estudio podría, de esta forma,
aportar evidencia experimental de que la compresión de las raíces nerviosas puede
producir dolor.
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El primero fue desarrollado por Bennett y Xie (1988) , para simular una neuropatía por
compresión de bajo grado semejante a los atrapamientos de nervios periféricos. Este
modelo aplicó ligaduras holgadas de cargut crómico alrededor del nervio ciático y
produjo hiperalgesia térmica intensa que duró varias semanas. El segundo modelo
(Kim y Chung, 1992 ) se basa en la ligadura apretada del nervio raquídeo de L5 (el
más frecuente) y se notó la producción de una alodinia mecánica prolongada en la
distribución del nervio ciático.
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Resumen
Los nervios periféricos están compuestos de fibras nerviosas, capas de tejido
conjuntivo y vasos sanguíneos.
Las fibras nerviosas son extremadamente susceptibles a traumatismos, pero
dado que están rodeadas de capas sucesivas de tejido conjuntivo (el epineuro
y el perineuro), están protegidas desde el punto de vista mecánico.
El estiramiento induce cambios en el flujo sanguíneo intraneural y la estructura
de la fibra nerviosa antes de que se rompan los troncos nerviosos.
La compresión de un nervio puede provocar lesión a las fibras nerviosas y a los
vasos sanguíneos en el nervio, principalmente en los bordes del segmento
comprimido, pero también por mecanismos isquémicos.
El nivel de presión, la duración de la compresión y la forma de aplicación de
presión son variables importantes en el desarrollo de la lesión nerviosa.
Las raíces nerviosas raquídeas son diferentes en su anatomía a los nervios
periféricos y por lo tanto reaccionan distinto ante la deformación mecánica.
Las raíces nerviosas raquídeas son más susceptibles que los nervios
periféricos ante la deformación mecánica, en particular por la falta de capas
protectoras de tejido conjuntivo en las raíces nerviosas.
La lesión mecánica a las raíces nerviosas o a los nervios periféricos puede
provocar degeneración nerviosa y un estado de neuroinflamación que llega a
causar dolor neuropático.
Esta lectura aporta explicacion sobre la presentación ante la contingencia por
COVID-19
Introducción
Hay tres tipos de articulaciones en el cuerpo humano: fibrosas, cartilaginosas y
sinoviales. Sólo una de ellas, las articulaciones sinoviales o de diartrosis, permiten un
alto grado de movilidad. En articulaciones normales jóvenes, el extremo final del
hueso de la articulación de diartrosis, está cubierto por un tejido conjuntivo blanco,
delgado (1 mm-6 mm), denso y translúcido llamado cartílago articular hialino (cuadro
3-1). El cartílago articular es un tejido muy especializado, adecuado para soportar el
medio altamente cargado de la unión sin fallos durante el tiempo de vida promedio de
un individuo. No obstante, desde el punto de vista fisiológico es un tejido virtualmente
aislado, sin vasos sanguíneos, canales linfáticos o inervación neurológica.
Adicionalmente, su densidad celular es menor que la de cualquier otro tejido
(Stockwell, 1979 ).
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Las diferencias en las cadenas alfa de tropocolágeno en varios tejidos del cuerpo dan
lugar a especies moleculares específicas, o tipos de colágeno. El tipo de colágeno en
el cartílago hialino, el colágeno tipo II, difiere del colágeno tipo I encontrado en los
huesos, ligamentos y tendones. El colágeno tipo II forma fibrillas más finas que el tipo
I, permitiendo la dispersión máxima del colágeno a través del tejido cartilaginoso.
FIGURA 3-3A. Representación esquemática. Reproducido con permisodeMow, V.C.,
Lai, W.M., Redler, I. (1974) . Some surfacecharacteristics of articular cartilages. A
scanning electronmicroscopy study and a theoretical model for the dynamicinteraction
of synovial fluid and articular cartilage. J Biomech,7, 449.B. Microfotografías (×3000;
cortesía del Dr. T. Takei, Nagano, Japón) de la disposición ultraestructural de la red
de colágeno en toda la profundidad del cartílago articular. En la zona tangencial
superficial (STZ) las fibrillas de colágeno están firmemente entrecruzadas en láminas
dispuestas en paralelo a la superficie articular. En la zona media, las fibrillas
dispuestas al azar están empaquetadas menos densamente para acomodar la alta
concentración de proteoglicanos y agua. Las fibrillas de colágeno de la zona profunda
forman grandes haces de fibras orientadas radialmente que cruzan la línea de marea,
entran en la zona calcificada y fijan el tejido al hueso adyacente. Note la
correspondencia entre esta arquitectura de la fibra de colágeno y el ordenamiento
espacial de los condrocitos que se muestra en la figura 3-1. En la microfotografía B el
STZ se muestra bajo una carga compresiva mientras que las zonas media y profunda
están libres de carga.
Herramientas de imágenes
El cartílago está compuesto, en particular, de colágeno tipo II. Además, dentro del
cartílago articular puede encontrarse un arreglo de diferentes colágenos (tipo V, VI, IX,
XI) en cantidades cuantitativamente menores. El colágeno tipo II se presenta por lo
regular en el cartílago articular, el tabique nasal y el cartílago esternal; de igual
manera en las regiones más internas de los discos intervertebrales y el menisco.
Como referencia, el tipo I es el colágeno más abundante en el cuerpo humano y se
encuentra en los huesos y en el tejido blando como los discos intervertebrales (en
particular en el anillo fibroso), la piel, el menisco, los tendones y los ligamentos. Las
propiedades mecánicas más importantes de las fibras de colágeno son su rigidez a la
tracción y su fortaleza. Se han evaluado las propiedades de una sola fibra de
colágeno tipo I en términos de tracción y la medición ha resultado ser 860 MPa (Shen
y col., 2008 ). Las interacciones de las fibrillas de colágeno con otras fibrillas, al igual
que con otros componentes de la matriz extracelular, producen propiedades
mecánicas del tejido mucho menos efectivas. Por ejemplo, los tendones están
formados aproximadamente en un 80% de colágeno (peso seco) y tienen una rigidez
a la tracción de 103 MPa y una resistencia a la tracción de 50 MPa (Akizuki y cols.,
1986 ; Kempson, 1979 ; Kempson y cols., 1976 ; Woo y cols., 1987 , 1997 ). Como
comparación, el acero tiene una rigidez a la tracción de aproximados 220 × 10 3 MPa.
Aunque son fuertes a la tracción, las fibras de colágeno ofrecen poca resistencia a la
compresión porque sus razones de esbeltez, razón longitud grosor, las hace fácil para
curvarse bajo cargas compresivas (fig. 3-4B ).
El agrecano está compuesto por dos tipos de GAGs: el sulfato de condroitina (CS) y el
sulfato de queratano (KS). Cada cadena de CS contiene de 25 a 30 unidades de
disacáridos, mientras que la cadena de KS es más pequeña y contiene 13 unidades
de disacáridos (Muir, 1983 ). Los agrecanos (referidos con anterioridad como
subunidades en la literatura americana, o como monómeros en la del Reino Unido y
Europa) consisten en un núcleo proteico de aproximados 200 nm de largo, al cual se
enlazan covalentemente unas 150 cadenas de GAGs y oligosacáridos a través de los
átomos O- y N- (Fosang y Hardingham, 1996 ; Muir, 1983 ). Además, la distribución
de los GAGs a lo largo del núcleo proteico es heterogénea; hay una región rica en KS
y oligosacáridos que se enlazan por el O, así como una región rica en CS (fig. 3-6A ).
La figura 3-6A muestra el famoso modelo de (“hisopo”) de un agrecano (Muir, 1983 ).
La figura 3-6A también muestra la heterogeneidad del núcleo proteico, el cual
contiene tres regiones globulares: la región G1, el HABR localizado en el N-terminal
que contiene una pequeña cantidad de KS (Poole, 1986 ) y algunos pocos
oligosacáridos enlazados por el N, la región G2, localizada entre HABR y la región rica
en KS (Hardingham y cols., 1987 ), y la G3, la proteína del núcleo C-terminal. Existe
una estequiometría 1:1 entre la LP y la región de enlace G1 en el cartílago. Las otras
dos regiones globulares han sido muy estudiadas en los últimos tiempos (Fosang y
Hardingham, 1996 ), pero su significado funcional no ha sido aún elucidado. La figura
3-6B muestra la conformación molecular aceptada de un agregado de PG; Rosenberg
y cols., (1975) fueron los primeros en obtener una microfotografía electrónica de esta
molécula (fig. 3-6C ). También se ha utilizado la microscopía de fuerza atómica (AFM)
para visualizar, (Seog y cols., 2005 ) y para medir las fuerzas de interacción
intermoleculares netas (Ng y cols., 2003 ) de los proteoglicanos.
AGUA
Es entonces aparente que el colágeno y los PGs también interaccionan, y que esas
interacciones son de gran importancia funcional. Se ha demostrado que una pequeña
porción de los PGs está asociada de manera estrecha con el colágeno y puede servir
como un enlace entre las fibrillas de colágeno, abarcando grandes distancias que los
enlaces entre colágenos no pueden cubrir (Bateman y cols., 1996 ; Mow y Ratcliffe,
1997 ; Muir, 1983 ).
Se piensa que los PGs también juegan un importante papel para mantener la
estructura ordenada y las propiedades mecánicas de las fibrillas de colágeno (Muir,
1983 ; Scott y Orford, 1981 ). Investigaciones recientes muestran que en soluciones
concentradas, los PGs interaccionan entre sí para formar redes de significativa
resistencia (Mow y cols., 1989b ; Zhu y cols., 1991 , 1996 ). Por otra parte, se ha
demostrado que la densidad y la resistencia de los puntos de interacción que forman
la red dependen de la presencia de LP entre agrecanos y agregados, así como del
colágeno. La evidencia sugiere que en la zona superficial del cartílago articular hay
menos agregados, con mayor presencia de biglicanos y decorinas que agrecanos. Por
tanto, tiene que haber una diferencia entre las interacciones entre esos PGs y las
fibrillas de colágeno de la zona superficial, con relación a las de las zonas más
profundas (Poole y cols., 1986 ). En efecto, la interacción entre el PG y el colágeno no
sólo juega un papel directo en la organización de la ECM sino que también contribuye
directamente a las propiedades mecánicas del tejido (Kempson y cols.,
1976 ; Schmidt y cols., 1990 ; Zhu y cols., 1993 ).
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Los materiales porosos, llenos de fluido, pueden o no ser permeables. La relación del
volumen de fluido (Vf) con el volumen total (VT) del material poroso se conoce como
porosidad (β=Vf/VT), por tanto, la porosidad es un concepto geométrico. El cartílago
articular es, entonces, un material de alta porosidad (en promedio 80%). Si los poros
están interconectados, el material poroso es permeable. La permeabilidad es una
medida de la facilidad con la cual el líquido puede fluir a través del material poroso y
es inversamente proporcional a la resistencia de fricción ejercida por el fluido cuando
fluye a través del material poroso-permeable. En este sentido, la permeabilidad es un
concepto físico; es una medida de la fuerza resistiva que se requiere para hacer que
el fluido fluya a una velocidad dada a través del material poroso-permeable. El
coeficiente de permeabilidad k está relacionado con el coeficiente de resistencia
friccional K por la relación k = β2/K. (Lai y Mow, 1980 ). El cartílago articular tiene una
permeabilidad muy baja y, por tanto, se generan altas fuerzas resistivas friccionales
cuando el fluido fluye a través de la matriz sólida porosa.
δ = tan-1(G″/G′).
La magnitud del módulo dinámico por cizalladura para el cartílago articular bovino
normal ha sido medida en el intervalo de 1 a 3 MPa, mientras que el ángulo de
corrimiento de fase se ha medido en el intervalo de 9 a 20° (Hayes y Bodine,
1978 ; Zhu y cols., 1993 ). También se ha medido el comportamiento intrínseco
transitorio de la relajación de la tensión en cizalladura de la matriz sólida de colágeno-
PG junto con las propiedades de cizalladura dinámica constante (Zhu y cols., 1986 ).
Según estos investigadores, la dinámica frecuente y los resultados transitorios,
mostraron que la teoría de la viscoelasticidad cuasi lineal propuesta por Fung (1981) ,
para los materiales biológicos, brinda una descripción precisa del comportamiento
viscoelástico independiente del flujo de la matriz sólida de colágeno-PG. La figura 3-
17 muestra una comparación de la predicción teórica del fenómeno transitorio de
relajación de la tensión en cizalladura con los resultados de la teoría de la viscosidad
cuasi lineal de Fung de 1981 .
Para estos estudios en cizalladura, es posible obtener cierta visión acerca de cómo
funciona la matriz sólida de colágeno-PG. En primer lugar, se observa que las
mediciones de soluciones de PG a concentraciones similares a las que se
encuentran in situ en el cartílago articular, provocan que la magnitud del módulo de
cizalladura sea del orden de 10 Pa y que el ángulo de corrimiento de fase llegue hasta
70°. (Mow y cols., 1989b ; Zhu y cols., 1991 , 1996 ). Por lo tanto, parece ser que la
magnitud del módulo de cizalladura de una solución concentrada de PG es cien mil
veces menor y el ángulo de fase es seis a siete veces mayor que el de la matriz sólida
del cartílago articular. Esto sugiere que los PG no funcionan in situ para suministrar
rigidez de cizalladura al cartílago articular. La rigidez de cizalladura del cartílago
articular tiene que derivarse entonces de su contenido de colágeno o de la interacción
colágeno-PG (Mow y Ratcliffe, 1997 ). A partir de esta interpretación, el incremento en
el colágeno, que es un elemento más elástico que el PG y el elemento predominante
de transporte de carga del tejido en cizalladura, podría disminuir la disipación por
fricción y, por tanto, el ángulo de fase que se observa.
La otra, es la lubricación por película de fluido, en la cual una capa fina de éste
suministra una gran separación superficie-superfice (Bowden y Tabor, 1967 ). Al
parecer, ambos tipos de lubricación ocurren en el cartílago articular en dependencia
de las circunstancias. La articulación sinovial intacta tiene un coeficiente de fricción
extraordinariamente bajo, en promedio 0.02 (Dowson, 1966/1967 ; Linn,
1968 ; McCutchen, 1962 ; Mow y Ateshian, 1997 ). Las superficies lubricadas
mediante lubricación frontera tienen coeficientes de fricción típicos de magnitud uno o
dos órdenes mayores que las superficies lubricadas por película de fluido, lo que
sugiere que las articulaciones sinoviales están lubricadas, al menos parcialmente, por
el mecanismo de película de fluido. Es muy probable que las articulaciones sinoviales
usen el mecanismo que probablemente les proporcione una lubricación más efectiva
en una determinada condición de carga. Sin embargo, no está resuelta la manera en
la cual la articulación sinovial genera la película de fluido lubricante.
La lubricación por película de fluido usa una delgada capa de lubricante que provoca
una separación de la superficie de apoyo. La carga sobre el apoyo está entonces
soportada por la presión que se desarrolla en esta película de fluido, cuyo espesor,
asociado con los rodamientos de ingeniería, es usualmente menor de 20 μm. La
lubricación por película de fluido requiere un espesor mínimo de la película de fluido
(según predice la teoría de lubricación específica) tres veces superior a la rugosidad
estadística combinada de la superficie del castílago (p. ej., 4-25 μm; Clarke,
1971 ; Walker y cols., 1970 ). Si no se alcanza la lubricación por película de fluido,
debido a una carga pesada y prolongada, una geometría espacial incongruente,
movimiento lento de trituración en vaivén, o baja viscosidad del líquido sinovial,
entonces debe acaecer la lubricación frontera (Mow y Ateshian, 1997 ).
Los dos modos clásicos de lubricación por película de fluido definidos en la ingeniería
son la lubricación hidrodinámica y la lubricación por expresión. (figs. 3-19A y B ).
Estos modelos se aplican a los rodamientos rígidos, compuestos de material poco
deformable como el acero inoxidable. La lubricación hidrodinámica tiene lugar cuando
las superficies no paralelas de los apoyos rígidos lubricadas por una película de fluido
se mueven tangencialmente una con respecto a la otra (es decir, resbalan una sobre
otra), formando una cuña convergente de fluido. Se eleva la presión en esta cuña
debido a la viscosidad del fluido, de la misma forma que el movimiento de una
superficie de contacto arrastra el fluido en el espacio entre las superficies como se
muestra en la figura 3-19A . En contraste, la lubricación de película por expresión
ocurre cuando las superficies en contacto se mueven, de forma perpendicular, una
con respecto a la otra. Se genera una presión en la película de fluido como resultado
de la resistencia viscosa del fluido, que actúa para impedir su fuga de la interzona
entre las dos superficies (fig. 3-19B ). El mecanismo de película por expresión es
suficiente para soportar cargas altas durante periodos cortos. Eventualmente, sin
embargo, la película de fluido llega a ser tan delgada que ocurre contacto entre las
asperezas (picos) de las dos superficies en contacto.
Téngase en cuenta que varios estudios han mostrado que el tratamiento del líquido
sinovial con hialuronidasa, que disminuye su viscosidad (hasta la de la solución
salina), provocando la despolimerización del HA, tiene un efecto pequeño sobre la
lubricación (Linn, 1968 ; Linn y Radin, 1968 ). Debido a que la lubricación por película
de fluido es muy dependiente de la viscosidad del lubricante, estos resultados
sugieren fuertemente que el principal mecanismo responsable del bajo coeficiente de
fricción de las articulaciones es un modo de lubricación alternativo.
LUBRICACIÓN MIXTA
Hay dos escenarios de lubricación que pueden ser considerados una combinación de
la lubricación frontera y la lubricación por película de fluido, o simplemente lubricación
mixta (Dowson, 1966/1967 ). El primer caso se refiere a la coexistencia temporal de la
lubricación frontera y por película de fluido en locaciones espaciales diferentes, en
tanto que el segundo caso, denominado “lubricación impulsada”, se caracteriza por un
cambio en el tiempo de la lubricación por película de fluido a la lubricación frontera en
el mismo lugar (Walker y cols., 1970 ).
Aunque la carga es particionada entre las fases sólida y fluida de un material bifásico
(Mow y cols., 1980 ), Ateshian (1997) derivó una expresión para el coeficiente efectivo
(o medido) de fricción que es dependiente sólo de la proporción de la carga resistida
por la matriz sólida (p. ej., la diferencia entre la carga total y aquella resistida por la
presión hidrostática en el fluido). La implicación de tal expresión radica en que las
propiedades de fricción del cartílago varían con el tiempo durante la aplicación de
cargas, un reflejo de las interacciones matriz colágeno-PG y fluido intersticial que da
lugar a las propiedades de flujo viscoelásticas dependientes del tejido descritas con
anterioridad y mostradas en las figuras 3-9 y 3-10. La degradación del cartílago con
las enzimas para el colágeno (Park y cols., 2008 ) y proteoglicanos (Basalo y cols.,
2004 ) altera el mecanismo y las propiedades de fricción del cartílago.
Volver al principio
El desgaste por fatiga de las superficies de contacto resulta no del contacto superficie
a superficie sino de la acumulación de daño microscópico dentro del material de
contacto bajo tensiones repetitivas. El fallo en las superficies de contacto puede
ocurrir con la aplicación repetida de altas cargas por un periodo relativamente corto o
por la repetición de bajas cargas por un periodo extenso, aun cuando la magnitud de
esas cargas puede ser mucho más baja que la fortaleza extrema del material. Este
desgaste por fatiga, resultante de la deformación repetida cíclicamente de los
materiales de contacto, puede tener lugar aun en cojinetes bien lubricados.
Estos mecanismos de desgaste y daño pueden ser la causa del gran rango de
defectos estructurales que se observan comúnmente en el cartílago articular (Bullough
y Goodfellow, 1968 ; Meachim y Fergie, 1975 ) (figs. 3-25 A-C ). Uno de tales defectos
es la división de la superficie del cartílago. El examen de las secciones verticales del
cartílago revela estas lesiones, conocidas como fibrilación, mostrando que ellas se
extienden eventualmente a través de la profundidad total del cartílago articular. En
otras muestras, la capa de cartílago parece estar erosionada en lugar de dividida.
Esta erosión se conoce como adelgazamiento destructivo de superficie lisa.
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FIGURA 3-27 Una figura que ilustra cómo los cambios osteoartríticos en la red de
colágenoPG pueden comprometer la capacidad del cartílago articular para mantener
la presurización del fluido intersticial, el cual deja de tener capacidad para soportar la
carga de los tejidos y la lubricación de la articulación. La pérdida de PG y el daño a las
fibras de colágeno deriva en una permeabilidad hidráulica incrementada (resistencia
disminuida al flujo de fluido) y cargas, así como esfuerzos supranormales sobre la
matriz sólida (lo mismo que el condrocito).
Herramientas de imágenes
Macroscópicamente, la localización y concentración de tensión en las superficies de la
articulación tienen un efecto adicional. Las altas presiones de contacto entre las
superficies articulares disminuyen la probabilidad de lubricación de la película de
fluido (Mow y Ateshian, 1997 ). El subsiguiente contacto real superficie-superficie de
asperezas causará concentraciones microscópicas de tensión que son las
responsables del daño tisular posterior (Ateshian y cols., 1995 , 1998 ; Ateshian y
Wang, 1995 ) (Estudio de caso 3-1 ).
La ECM modula la transmisión de cargas conjuntas para los condrocitos, que actúan
como un transductor que convierte la carga mecánica en una plétora de señales
ambientales que median la función del condrocito. En el cartílago articular sano las
cargas de la función de movimiento de la articulación normal implican la generación
de estímulos mecano-electroquímicos (p. ej., presión hidrostática, campos de tensión
y esfuerzo, transmisión de potenciales) que promueven el mantenimiento normal del
cartílago (mediante los condrocitos) y la función normal del tejido (fig. 3-26 ). Sin
embargo, cuando la integridad de la red de colágeno-PG (el transductor) del cartílago
normal se ve comprometida, como ocurre en el trauma o la enfermedad, el empalme
de la articulación normal conduce a estímulos mecanoelectroquímicos anormales con
la consiguiente remodelación de la ECM anormal por los condrocitos y la función del
tejido debilitado.
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Muchos de los dispositivos de evaluación descritos con anterioridad para medir las
propiedades materiales de tejidos hidratados blandos, como el cartílago, han inspirado
diseños de sistemas de biorreactores para cargas fisiológicas capaces de fomentar el
crecimiento en un medio de cultivo de tejido cartilaginoso mediante ingeniería. Los
biorreactores de permeación de compresión confinada (Dunkelman y cols.,
1995 ; Pazzano y cols., 2000 ) y los biorreactores de deslizamiento (Grad y cols.,
2005 ), surgidos de configuraciones evaluadoras de material clásico para medir la
permeabilidad del tejido y las propiedades de fricción/desgaste, respectivamente,
representan dos ejemplos. Con el incremento de la madurez del tejido en el cultivo, se
ha reportado que los tejidos creados por ingeniería desarrollan muchas de las
relaciones importantes estructura-función que gobiernan el comportamiento del
cartílago bajo la aplicación de una carga (p. ej., Mauck y cols., 2002 ; Vunjak-
Novakovic y cols., 1999 ).
Queda por ver si el cartílago cultivado por ingeniería, usando un paradigma ingenieril
de tejido funcional y con “preacondicionamientos” mecánicos, da como resultado un
saldo clínico significativamente mejor cuando se compare con la reparación con
modelos de tejido ingenieriles no cargados. Además, de las diferencias inducidas por
la carga en el desarrollo y las propiedades del tejido, se anticipa que los condrocitos
sujetos a un régimen de carga invitro pueden servir como entrenamiento (tal como
sucede con los atletas para una competencia) para la dinámica invivo del entorno de
carga de la articulación.
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Resumen
La función del cartílago articular en las articulaciones diartrodiales es
incrementar el área de la distribución de carga (con lo que reducen la tensión)
y proporcionar una superficie de contacto lisa y resistente al desgaste.
Desde el punto de vista biomecánico el cartílago articular debe verse como un
material multifásico. En términos de material bifásico el cartílago articular está
compuesto de una matriz sólida poroso-permeable de colágeno-PG (alrededor
de 25% en peso húmedo) llena con un fluido intersticial que se mueve
libremente (en promedio 75% en peso húmedo). Además de sólido y fluido,
existe una fase iónica adicional cuando se considera el cartílago articular como
un medio trifásico. La fase iónica es necesaria para describir el hinchamiento y
otros comportamientos electromecánicos del tejido.
Importantes propiedades biomecánicas del cartílago articular son las
propiedades materiales intrínsecas de la matriz sólida y la resistencia de
fricción al flujo del fluido intersticial a través de la matriz sólida
porosopermeable (un parámetro inversamente proporcional a la permeabilidad
del tejido). En conjunto, estos parámetros definen el nivel de presurización del
fluido intersticial, un factor determinante en el soporte de carga y en la
capacidad de lubricación del tejido, las cuales pueden ser generadas en el
cartílago.
El daño en el cartílago articular, cualquiera sea la causa, puede interrumpir la
capacidad normal de soporte de carga del fluido intersticial del tejido y, por
tanto, el proceso de lubricación normal que opera dentro de la articulación.
Luego, la insuficiencia de lubricación suele ser un factor primario en la etiología
de la OA.
Cuando se describe el cartílago articular en el contexto de un riguroso marco
teórico, tal como las teorías bifásica, trifásica o multifásica, es posible predecir
con precisión los comportamientos biomecánicos del cartílago articular bajo
carga y elucidar los mecanismos subyacentes que rigen esta función de
lubricación y de soporte de carga. Además, las ideas sobre la naturaleza
temporal y espacial de los estímulos físicos que llegan a afectar la función in
situ del condrocito pueden ser adquiridas y usadas para orientar las estrategias
para la ingeniería tisular funcional del cartílago.
RETROALIMENTACION DE TERMODINÁMICA
TERMODINAMICA
Estudia los procesos en los que se transfiere energía como calor y como trabajo.
Los seres humanos efectuamos trabajo al caminar, correr, levantar un objeto, etc.,
para realizarlo requerimos de energía que el organismo obtiene al transformar la
energía potencial química de los alimentos. Para las actividades antes mencionadas
se asocia el concepto de eficiencia muscular (E), como el cociente del trabajo
mecánico realizado y la energía suministrada al cuerpo, a través de los alimentos. Se
ha verificado que la eficiencia muscular en el trabajo mecánico es aproximadamente
del 20%, (E = 0.2).
LEY CERO: afirma que si dos objetos A y B están por separado en equilibrio térmico
con un tercer objeto C, entonces los objetos A y B están en equilibrio térmico entre sí.
Si uno de estos sistemas se pone en contacto con un entorno infinito situado a una
determinada temperatura, el sistema acabará alcanzando el equilibrio termodinámico
con su entorno, es decir, llegará a tener la misma temperatura que éste.
TERMODINÁMICA APLICADA A LA FISIOTERAPIA:
Esta aplicación se da mediante agentes térmicos, los cuales son materiales que están
en una temperatura mayor a los límites fisiológicos.
Busca a partir de los efectos que provoca, mejorar el estado de una lesión o
enfermedad.
LEY DE BOYLE-MARIOTTE
Formula interpretación
V = volumen inicial
V.P = V´.P V´ = volumen final
´ P = presión inicial
P´ = Presión final
Formula interpretación
V = volumen inicial
V.T´ = V V´ = volumen final
´.T T = temperatura inicial
T´ = temperatura final
LEY DE CHARLES
Formula interpretación
P = presión inicial
P´ = presión final
P.T´ = P´.T
T = temperatura inicial
T´ = temperatura final
El Teorema de Torricelli
ESPECTRO ELECTROMAGNETICO
Las ondas electromagnéticas cubren una amplia gama de frecuencias o de longitudes
de ondas y pueden clasificarse según su principal fuente de producción
ULTRASONIDO
Para su aplicación se precisa de un medio que transmita la onda entre el cabezal del
aparato y la piel. Se suele emplear un gel específico para este tipo de aplicaciones y,
también existe la posibilidad de la aplicación en medio acuático, gracias a la
capacidad del agua de transmitir con facilidad este tipo de vibraciones.
LASER: