Esta es una traducción hecha por fans y para fans. El
grupo de The Man of Stars realiza este trabajo sin ánimo de lucro y para dar a conocer estas historias y a sus autores en habla hispana. Si llegaran a editar a esta autora al idioma español, por favor apoyarla adquiriendo su obra. Esperamos que disfruten de la lectura. STAFF DE TRADUCCIÓN Y EDICIÓN
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SINOPSIS: Laarn, Lord Healer de Lathar, está a punto de convertirse en algo único entre su gente. Está a punto de convertirse en padre... de una niña. La primera niña nacida por una generación. Ha estudiado el parto, confía en que tiene todo planeado. Desafortunadamente, como cualquier mujer humana podría decirle, tener un bebé no siempre va con el plan establecido... Esta historia se desarrolla en el mundo de guerreros de Lathar y no es una versión independiente. Debe leerse después de Embarazada por el sanador alienígena y es una pequeño fragmento de la vida para aquellos que se enamoraron de los Lathar y de sus compañeras.
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Capitulo uno
- Laarn, si alguna vez me tocas de nuevo, te lo juro por Dios
¡Te destriparé con una jodida cuchara! -Jessica le siseó a su compañero ausente mientras caminaba lentamente a lo largo de los pasillos entre los pabellones de la sala de curanderos temporal del palacio. Se había estado quejando en voz baja ante la distancia antes de que recordara que el salón del sanador, el equivalente a un hospital Lathar había sido reubicado por una muy buen razón. Lo había volado al infierno. - Bueno, técnicamente, pequeña -Murmuró, frotando su tripa mientras caminaba-, sólo volé el laboratorio ¿Como iba a saber que causaría una reacción en cadena en los núcleos de potencia y eliminaría toda la sala? Y era por una buena causa... esos gilipollas de los puristas se lo merecían. Se desvió de ese tema, un destello de dolor le advirtió que los recuerdos no eran buenos Debido a los puristas, casi perdió a la hija que llevaba y su vida. La segunda podía vivir con eso pero la primera casi le había roto el corazón y la redujo a mendigar a Laarn, su compañero, para salvar al bebé incluso si la mataba. - Pero no dejaste que eso sucediera, ¿verdad, cariño? - Preguntó cuando su sonrisa incremento, deteniéndose por un momento en un intersección en el camino a la sala- Ayudaste a tu papá a salvar a mami... eras tan valiente y estoy tan orgullosa de ti. El estallido de calor a través de su corazón y su mente fue como todo un abrazo y el amor por el bebé la llenó. Había pensado que lo que sentía por Laarn, su compañero, era
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abrumador pero esto... el amor de un padre por un hijo, era otra cosa. - ¿Las hembras humanas siempre hablan con sus crías no nacidas? La profunda voz masculina irrumpió en sus reflexiones y se volvió para encontrar a Xaandril, el campeón del emperador, de pie detrás de ella con una mirada perpleja en su rostro. Jess no pudo evitar la sonrisa complacida que se rompió sobre sus labios con la vista del guerrero alto. Junto con Daaynal, el Emperador de Lathar, Xaandril había sido una de las primeras caras que había visto en la Corte. Aunque el gran guerrero era brusco y en ocasiones menos que hablador, los últimos dos meses que ambos pasaron dentro y fuera de la sala de curanderos había demostrado que era todo ladrador y nada mordedor... con Jess y las otras mujeres humanas de todos modos. - ¿Cómo te va? -Preguntó, bajando la mirada hacia el brazo en el cabestrillo sobre el pecho de Xaandril. Gravemente herido en los meses de batalla hace poco, justo antes del ataque purista en el palacio, debería haber muerto varias veces más. La expresión de Xaan parpadeó un poco, pero mantuvo la máscara en lugar. - Se está curando despacio. Esas tres palabras y el control detrás de ellas le dijeron a Jess que era todo lo que necesitaba saber. Los guerreros Lathar no eran criaturas pacientes, los guerreros del nivel de Xaandril lo eran aún menos. - Pero... -continuó, mirando la protuberancia que la hacía sentir del tamaño de una pequeña ballena- No respondiste a mi pregunta ¿Es normal que las hembras humanas tengan conversaciones con sus hijos antes del nacimiento?
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Dio dos pasos más cerca, ofreciendo su brazo bueno para que pudieran continuar hasta el salón del sanador. Su energía casi agotada por el corto paseo hasta ahora, lo tomó con un pequeño murmullo de agradecimiento que no tendría para cualquier guerrero. Los machos Lathar eran altamente posesivo, especialmente cuando se aparearan, pero Xaandril era uno de los pocos machos en los que Laarn confiaba sin duda. No habría problema con Xaandril ayudándola, era el Latharian que su compañero no intentaría matar. No, no lo habría intentado. Su compañero era el Lord Healer, solo el más alto rango de un doctor calificado en el imperio y un guerrero. Y Jess no podía pensar en nada más peligroso que un hombre que sabía cómo el cuerpo humano o Latharian funcionaba tratara de matarte. - Lo hacemos mucho -respondió a su consulta con una pequeña sonrisa, notando cómo había acortado su pasos para que coincidieran con los de ella. Por todos sus fanfarronadas de ser los guerreros más grandes y malos en el universo, la mayoría de las mujeres eran tratadas como la mejor de las porcelanas por los Lathar. - Sin embargo, normalmente el bebé no responde. A menos, los bebés humanos no lo hacen. Un híbrido humano- Lathar... Dejó que la frase se fuera y se encogió de hombros. Todos en la creación tenía que saber cuán único era su embarazo. El primero de un niña Latharia nacida en décadas y la primera híbrida humana-lathar, su hija era única. - ¿El niño ya te habla? -Preguntó Xaandril, disparando una mirada interesada hacia la tripa de Jess- Mi compañera... cuando llevaba... no había comunicación telepática. Jess se encogió de hombros.
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- ¿Tal vez sea algo que ver con la mezcla genética? O porque... bueno, Laarn dice que será una sanadora. Y más poderosa de lo que es él. El temor se filtró sobre las características escarpadas de Xaandril. - Eso esta en la línea de sangre. Hubo más de unos pocos K'Vass Lord Healers pero un K'Vass Lady Healer sería algo para contemplar. Jess se frotó el bulto de nuevo. Después de meses en Lathar Prime, era fácil descifrar los diferentes términos y significados en los apellidos. Ya no era Jessica Kallson pero Lady Jessica K’Vass, compañera de Lord Healer Laarn K’Vass, hermana del propio Emperador. Su hija sería una princesa de sangre real. Se unió para viajar a las estrellas y terminó casada con una príncipe extraterrestre, su hija cuarta en la línea en una dinastía que abarcaba más años que la historia humana. Santa mierda, nada le hace justicia a todo esto. - Tu compañera... ¿era la madre de Xaandryn?- Jess preguntó cuando la sala de sanadores apareció a la vista. Mantuvo su voz ligera, esperando que no estuviera aventurándose donde los ángeles temían pisar. Laarn había insinuado que había una tragedia en el pasado de Xaandril y el gran campeón no era un hablador. - No -Su respuesta fue con los labios apretados y por un momento el silencio reinó, Jess hizo una mueca, convencida de que lo había echado a perder, y luego suspiro- Xaandryn nació de la misma manera. Necesitaba un heredero. Asintió. Los oonat eran una raza sensata, aunque insensatamente los Lathar solían usarlos como sirvientes. El ganado, eran como sombras encapuchadas, a menudo ignoradas cuando los Lathar pasaban con su rutina. Sin
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hembras propias, muchos Lathar las usaron como concubinas y portadoras gestacionales. Jess se había indignado cuando Laarn se lo había explicado. Que habían alterado la genética de especies para que cualquier niño engendrado por un Lathar sea Lathar puro. - Ya queda poco -Xaandril murmuró, tomando su silencio y frunció el ceño como incomodidad. Su mano se apretó mientras la miraba con preocupación- ¿Luchan las hembras humanas durante el parto? Se río de eso. - No lo sabría. Este es mi primer bebé. Sin embargo, me dijeron que no es un paseo por el parque. Parecía confundido. -¿Por qué querrías caminar en el parque? ¿Cuándo estás tan cerca de dar a luz a tus crías? Sonrió, una vez más sorprendida por la manera literal en que algunos Lathar se tomaban las cosas. - No caminar. Significa que el parto es difícil y doloroso para nosotras. A veces puede ser fatal para la madre y el niño. La expresión de Xaandril cambió a algo cercano al pánico. - Deberíamos llevarte a la sala de sanadores. Laarn puede llamar a todos los sanadores que te atenderán en tu parto. - Uno... los humanos han estado dando a luz por miles y miles de años y dos, no voy a dar a luz concretamente ahora -Riéndose, le dio una palmadita en el brazo- Así que... ¿por qué de repente el interés en el parto humano? Se puso rosa, su boca se abrió y se cerró por un segundo antes de que le dijera: - Si los Lathar han de construir alianzas con la humanidad, entonces como campeón necesito conocer tus capacidades físicas.
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Arqueó una ceja cuando llegaron a la entrada de la sala de sanadores temporal. - ¿Y para que necesitas saberlo cómo dan nacimiento las mujeres humanas? Xaan, invéntate otra cosa, suenan campanas ¿Estás seguro? No tiene más que ver con una cierta dama marine... En ese momento, el tinte rosado que cubría las mejillas de Xaandril se profundizo - No, no, no del todo ¿Por qué piensas eso? - Oh, no hay una razón -dijo ligeramente, su mirada barriendo la sala principal. Grande y circular con veinte camas dispuestas en un círculo duplicado como el área de clasificación. Los guerreros ocupaban algunas de las camas, sanadores tan grandes y fuertemente musculosos moviéndose entre ellos. Eso había sido con lo que había luchado para reconciliar en su cabeza las primeras semanas aquí Los sanadores Latharian... los doctores... eran todos guerreros entrenados y no usaban batas blancas. En cambio, se vestían igual que los hombres a los que trataban, en cuero y armadura. Todos estaban armados, las únicas marcas de su profesión eran las fajas azules que algunos llevaban y las cicatrices que cubrían sus cuerpos. Marcas de sus pruebas de sanador. El imperio Latharian era el único lugar donde sabía que si querías ser médico debías parecer que habías sobrevivido a un accidente múltiple y un encuentro con un asesino en serie del nivel de películas Slasher. Cuantas más cicatrices, mayor es la formación del sanador. Su mirada se fijó en una figura familiar, de hombros anchos y una explosión de calor se extendió a través de ella cuando reconoció a su compañero. Laarn estaba ocupada tratando a un guerrero al otro lado de la habitación, su chaqueta
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colgada del gancho al final de la cama mientras se inclinaba para atender lo que parecía una pierna rota. Caminando hacia él, miró hacia otro lado mientras veía el hueso en el muslo del guerrero, la bilis que se elevaba cuando Laarn hizo un movimiento brusco Hubo un crujido y un sonido suave que pudo ser un grito ahogado del guerrero en la cama. Entonces Laarn se enderezó, sus labios formaron una línea sombría mientras miraba al joven sanador, su impresionante selección de cicatrices parecía apenas curadas. - Toma el relevo desde aquí, Renza. Comprueba que el hueso se ha fundido correctamente y ciérralo. Asegúrate de revisar la retroalimentación nerviosa para asegurarnos de que no hay ningún daño que debamos atender -Ordenó Laarn. - Sí, Lord Healer -El sanador más joven se deslizó en su lugar y Laarn se dio la vuelta, su rostro rompiéndose en una amplia sonrisa al instante en que vio a Jessica. - Mi amor... ¿qué estás haciendo aquí?
***
Había sido una larga mañana, por lo que la vista de su
compañera en frente a él era una distracción bienvenida. Laarn sonrió para ella cuando dio un paso adelante, instantáneamente a su lado para tomar su brazo. Estaba cargando a su niña, su hija y no pudo evitar la oleada de orgullo cuando su mirada barrió su hinchado vientre en valoración. Había hecho eso, le había dado ese hija. Su hija.
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- Quería verte -Dijo ella, un pequeño puchero curvado con el labio inferior mientras captaba la leve reprimenda en su voz. Debería estar descansando... le habían dicho que debería estar descansando. Las otras mujeres humanas le habían dicho que debería estar descansando ¿Estaba descansando? No. En cambio, estaban haciendo el viaje desde sus cómodos cuartos a la sala de curanderos. Su mirada se dirigió a Xaandril por un momento, notando el ligero toque de la mano de Jess en el brazo del gran guerrero. Los celos surgieron por un momento pero lucho por contrarrestarlos. Xaandril era un hombre honorable, Laarn le confiaría su vida, la vida de Jessica y el bebé. Nunca actuaría de manera deshonrosa hacia la pareja de Laarn. - Gracias, general -Dijo con una pequeña inclinación de su cabeza, sabiendo muy bien que Xaandril, se había asegurado de que Jessica tomara la caminata a un ritmo tranquilo y no se esforzara demasiado. - Itaal llevará a cabo tu chequeo, si deseas proceder a su estación. Lo consultaré en unos momentos. - Por supuesto, Lord Healer. Lady Jessica. Xaandril se despidió con un pequeño movimiento de cabeza, caminando a través del centro del pasillo hacia la estación del sanador indicado. Itaal se quedó esperando, sus manos detrás de su espalda en la postura clásica relajada. A Laarn le había entretenido descubrir que era algo que también usaban los militares humanos. Un manierismo común que proporcionaba más pruebas de que estaban vinculados. - Entonces, mi amor... -Se giró hacia Jess y la atrajo hacia sus brazos. Que estaban en el centro de la sala de sanadores no le molestaba ni un ápice. Jess era la mujer que amaba, la mujer que había despertado las marcas de apareamiento a la vida alrededor de sus muñecas y si quería
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mostrar a todos lo que sentía por ella, lo haría- ¿Que era tan importante que no podías esperar a que viniera a ti? -Se inclinó para rozar un beso sobre sus labios. Incluso pesada con la niña, encajaba perfectamente contra él. Pero se había dado cuenta de eso, a medida que se desarrollaba su embarazo, se apoyó más en él, como si buscara su fuerza para reforzar su propia cuenta. La preocupación repentina se disparó a través de él, y extendió una mano sobre su estómago. - ¿Estas bien? ¿Tienes algún dolor? - ¡Ahí tienes, directo en modo sanador! -Se río entre dientes, estirándose para acariciar su mejilla y tirar de su cabeza hacia abajo para otro beso- Estoy bien, mi amor. Solo necesitaba moverme, me siento como una ballena de malvavisco tumbada en la cama todo el día. Y pensarías que estaba en peligro de morir de hambre con la cantidad de comida que los sirvientes siguen trayendo. Hay mucho de eso... - Bueno... -dijo, eligiendo sus palabras con cuidado- Necesitas la nutrición ahora para ti y para el bebé... Desde que comenzó a mostrar, Jess se había obsesionado con su tamaño y cuánto peso estaba cogiendo con el embarazo. No entendía por qué. Para sus ojos estaba perfecta y los cambios en su cuerpo solo aumentaron su deseo y la necesidad de ella. - Y... las damas lo dijisteis vosotras mismas. Nuestro pastel de chocolate no engorda -le recordó- sacando su... lo que los humanos decían ... su as en la manga. - Bueno, esto es cierto -admitió y el pequeño fruncido del ceño entre sus cejas se desvaneció bajo una brillante sonrisa mientras se inclinaba para besarla de nuevo. Este era más profundo, más caliente y no podía evitar meter su mano en su cabello suelto para sostenerla todavía saqueaba
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sus labios. Cuando levantó la cabeza, estaba respirando de manera irregular, sus ojos oscuros y sus labios llenos de su beso. - ¡Laarn! -Se quejó, todavía aferrándose a él- Estamos en público… ¡todos pueden vernos! - Déjalos mirar -Gruñó- Y si sigues mirándome así, tendrán mucho que ver. - ¡Laarn! Esta vez su jadeo fue casi escandalizado y no pudo ayudar con su amplia sonrisa. - ¿Qué? Soy un hombre apareado... es asunto mío. Cuando y donde muestro mi aprecio por el regalo de la dama que la diosa me ha concedido. La acercó más para plantar un prolongado beso en sus labios. Se inclinó hacia él, su cuerpo suave y sus labios flexibles mientras se rendía a él. Sin embargo, no tuvo la oportunidad de saborear el beso, porque en ese momento las puertas dobles al final del pasillo se abrieron, el sonido de las pisadas pesadas y los gritos de los guerreros anunciando aún más pacientes. Se separó con un suspiro. - Mantén ese pensamiento para más tarde, amiga mía. Tengo trabajo para que atender.
***
- Recuérdame que necesito encontrar a un sexy alienígena
y quedar embarazada. Pronto.
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Kenna Reynolds suspiró mientras miraba la mesa del comedor en la suite de Jess. Los criados acababan de terminar de desplegar la comida ligera de la tarde que Jess había pedido, lo que significaba que no había una pulgada de la superficie de madera visible bajo montañas de comida. No se habría sorprendido al escuchar el gemido de las patas bajo el peso. - ¿Otro sexy alienígena ? ¿El general no te hace la corte por estos días? -Jess dirigió una mirada de reojo a su amiga mientras sostenía un tenedor, notando que los ojos de Kenna se habían deslizado a la torta de chocolate de alado. Como siempre lo hacía Kenna lo tomó, agarró un plato y seleccionó una gran porción de la golosina de aspecto decadente. Pero, a pesar de su aspecto, el pastel era una versión disfrazada de raciones de campo Latharian, fue diseñado para patear el metabolismo de un guerrero a toda velocidad para lidiar con el extra de energía. En otras palabras, como Laarn le había recordado antes, era un placer que no te hacía engordar. La boca de Jess se hizo agua por la consistencia esponjosa del mousse pero antes de que pudiera cortarse una rebanada, el bebé le dio un rápida patada. Suspiró, girándose hacia la fuente de verduras y amontonándolas en su plato. - Pequeño parásito torpe -gruñó mientras se frotaba el estómago- Me alegraré cuando salgas y pueda comer lo que yo quiera. Se dejó caer en el sofá frente a Kenna con toda la gracia de un hipopótamo volteado, mastica el equivalente alienígena de un palo de zanahoria. vio a Kenna paladear el pastel con pura y absoluta envidia. Una ventaja de estar embarazada y el tamaño de una, debería ser el hecho de que pudiese comer lo que le gustará. Debería. En su lugar, había sido molestada con una niña que sabía exactamente qué era saludable para que comieran mamá y ella, así como a un
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caballo de tiro. Una que no tenía miedo de usar cuando mamá, también conocida como la lacaya gestacional, no hacía lo que le decían. Kenna levantó una ceja. - ¿La niña sigue dándote “jip”? -Preguntó, entre un bocado y el siguiente. - Siempre. Es tan mandona como su maldito padre - Jess frotó el dolor en su estómago otra vez con una sonrisa cariñosa. Debe haber llegado a un punto o algo así cuando antes estaba caminando hacia la sala de sanadores. No puedo esperar a que nazca para que pueda golpear sus cabezas. Será épico. Debería vender palomitas de maíz. Pero... -dijo- no respondiste mi pregunta sobre Xaan. Kenna arrugó la nariz, el plato ahora vacío sostenido en su regazo mientras se sentaba con las piernas cruzadas en el sofá opuesto a Jess. - No sé qué está pasando allí. La mitad del tiempo parece interesado... el resto del tiempo es como una maldita estatua, sus hombres lo llaman el general frío como la piedra, ¿sabes? Puedo ver lo que quieren decir -dejó escapar un suspiro, pasando su mano por su pelo. Su expresión era dolorosa mientras miraba a Jess- ¿Estoy haciendo el ridículo por un chico que no está interesado en mi? Me dirías si lo fuera, ¿no? Jess resopló. - ¿Me estás preguntando? No pensé que Laarn supiera que su pene era para otra cosa que no era orinar al principio. Estoy segura que Xaan está interesado. Simplemente tienen una forma extraña de mostrarlo. Kenna resopló.
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- ¿Quieres decir, como, en absoluto? ¿Por qué no son ellos más como Tarrick y Karryl? Cat y Jane supieron desde el principio que estaban interesados. Jess se frotó su tripa otra vez, con cuidado de mantener la mueca fuera su cara. Incluso un indicio de incomodidad era suficiente para tener a sus amigas, los traidoras, corriendo para convocar a Laarn. Estaba harta con ser envuelta en algodón. Ella estaba embarazada, por el amor de Dios, no a las malditas puertas de la muerte. - Bueno... Jane no es un buen ejemplo, ¿verdad? -Jess le hizo un guiño- Asusta como a la mierda a la mitad de los guerreros con los que Karryl y ella entrenan y lo guio a un baile justo antes de que aceptara aparearse. No lo he mencionando, voló los cerebros de F’Naar. Creo que es por eso que la mitad tienen miedo de reclamar una hembra humana ahora. Podrían conseguir una Jane. - Muy bien, joder. Deben estar asustados. Me comería la mitad de ellos para desayunar -Kenna sonrió. - Sí, pero prefieres comerte a un cierto general guapo, ¿no es así? Quizás deberías desafiarlo y reclamarlo en lugar de esperar a que lo haga. Kenna parpadeó, su expresión sorprendida por un momento pero dentro de un latido del corazón Jess pudo ver los engranajes trabajando detrás de sus ojos. - Ahora es una idea, ¿no? -sonrió, inclinándose hacia adelante para dejar su plato vacío sobre la mesa entre ellos- Así que… ¿Cuándo me vas a decir que estás de parto?
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Capitulo dos
- Adelante, viejo... ¿o te ha apareado o te has vuelto lento y
gordo? Laarn silbó entre sus dientes ante la burla de su hermano y bloqueó el golpe obvio a su costado. - No más que tú, cachorro insolente -Gruñó y disparó dos golpes rápidos en la cara de su Litaan. Tarrick se río mientras bailaba fuera de alcance, girando para otro ataque. Como cualquier conjunto de gemelos, el argumento sobre la edad era tan viejo como lo eran y a menudo mencionado. Laarn mantuvo la guardia cerrada mientras observaba a su hermano. Eran idénticos en altura, constitución y capacidad de combate, por lo que tuvo que mantener su inteligencia cuando entrena con Tarrick. Incluso aunque no era un guerrero en el sentido tradicional de la palabra, los juramentos de sanador tenían prioridad, siendo el más joven, por unos pocos minutos, su hermano limpiaría el piso con él no haría nada bueno par su orgullo masculino o por prestigio en el clan. Así que mantuvo su guardia alerta y su atención en su oponente. A pesar de que el borde del círculo en el que luchaban estaba rodeado de guerreros Siempre era lo mismo cuando los guerreros mayores K'Vass entraban en el ring. Otros guerreros abarrotaban el salón para mirar... algunos para admirar la velocidad y la fuerza de Tarrick y él intercambiando golpes, golpes que hubieran incapacitado o incluso matarán guerreros menores... pero algunos vinieron puramente para ver a los sobrinos del Emperador luchan. Laarn, sin embargo, se enfrentó para aclarar su mente. La lucha, el combate puro, era una forma de meditación. Sólo
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estaba aquí y ahora. No te preocupas por el futuro o el pasado. No hay segunda adivinación o retrospectiva. Había acción y reacción. Reacción a la reacción: una cadena de eventos que eran puramente el presente. Cada segundo era vivido solo para llegar al siguiente. En este momento, ascendido a la posición del Lord Healer, apareado con su bella Jessica y por convertirse en el primer padre de un Lathar hembra en una generación... Laarn realmente necesitaba la distracción. - Además -Se echó hacia atrás, asintiendo a las marcas alrededor las propias muñecas de Tarrick- No soy el único hombre apareado aquí, ¿verdad? Torció y lanzó una serie de rápidos golpes y puñetazos, la mayoría de los cuales aterrizaron en la caja torácica de su hermano y levantó una ceja. - Tal vez deberíamos mirar tu horario de entrenamiento o Karryl tendrá que asumir el mando como comandante de guerra. Tarrick gruñó y bloqueó el último golpe de una serie, cayendo al suelo y barriendo una pierna dura en ambas de Laarn. Acostumbrado a esa táctica, Laarn solo se echó a reír y saltó hacia atrás del camino. Tarrick se puso de pie, una exhibición impresionante de fuerza y agilidad en un guerrero tan grande. - Ah, ahora Lord Healer esta anticuado -bromeó- Karryl no necesita desafiar por mi orden, Daaynal le ha dado uno de los suyos. - ¿De Verdad? ¡Es una excelente noticia! -Placer en nombre de su amigo llenó a Laarn, hasta que casi se perdía el gancho de derecha que llegaba a su cara. Dejó de hablar un segundo para poner atención a la lucha.
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No haría nada para que el Lord Healer se vuelva para su turno negro y azul... e incluso peor para él egresa a casa con Jess de esa manera. Desde que se quedó embarazada, se había vuelto tan protectora con él. Sospechaba que tenía mucho más que ver con el ataque purista que casi había terminado su vida, que tenía miedo de algo... cualquier cosa... alejándolo de ella, o viceversa. El tiempo, sin embargo, sería un gran sanador y nada alguna vez los separaría de nuevo. - Es un guerrero menos engreído con un ojo en mi faja. Solo un mil más en el clan para tratar -Tarrick se río entre dientes, la conversación entre ellos fluyendo a medida que se movían entre combinaciones de combate, golpes de aterrizaje que habrían caído machos menores. Frunció el ceño a mitad de un paso lateral y asintió a algo detrás de Laarn. - Aviso. Entrante… En una pelea, Laarn normalmente no habría creído una palabra que su Litaan dijera, pero la frase humana llamó su atención y e volvió para ver a Kenna en su visión periférica. Dejó caer la guardia al instante y se volvió hacia ella. Normalmente nunca hubiera dado la espalda a un guerrero, ni siquiera a su propio hermano, pero la expresión en su rostro casi detuvo su corazón en su pecho. - ¿Kenna? ¿Está todo bien? ¿Jessica está bien? Ella asintió una vez, enérgicamente. - Todo bien, pero vas a necesitar prepararte, doc. Ah, y trae tu armadura de batalla. Esta a punto de caer y está maldiciendo una puta tormenta, amenazando con retirar ciertas partes de tu anatomía... con una cuchara roma.
***
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Dar a luz, como Jess estaba descubriendo rápidamente, definitivamente no es un paseo por el parque. En ningún lugar cerca de ello. A lo largo de su embarazo, no se había preocupado por la parte entre estar embarazada y ya no estarlo. Si seguro, había sido consciente de que habría dolor involucrado y empujando, pero… - Te lo estoy diciendo -Le gritó a los curanderos que la rodeaban- Yo no puedo empujar algo del tamaño de una maldita sandía fuera de un agujero del tamaño de un puto limón, ¿comprendes? Ante la mera mención de su vagina, varios sanadores retrocedieron pálidos. Otra dura contracción de dolor envuelta alrededor de su estómago y gruñó, aferrándose a un lado de la cama. Kenna la había llevado a la sala de sanadores, pero luego la había abandonado a la carrera a las tiernas misericordias de un grupo de médicos que nunca habían visto a una mujer embarazada de su propia raza, No importa que fuera una humana. - Oh, por el amor de Dios -rompió cuando la contracción había pasado, subiéndose a la cama- ¿Qué hacéis cuando la Oonat está embarazada? - ¿El ganado? -Un ceño fruncido cruzó en una de las cejas de los sanadores cuando se aventuró hacia adelante y activó la cama de diagnóstico. Buscó en su memoria por su nombre. Itaal, uno de los protegidos de Laarn. Se encogió de hombros, su atención se centró en las lecturas de un arco holográfico sobre su protuberancia del tamaño de un granero.
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- Tenemos corrales de parto instalados en la parte posterior del salón para ellos. En general, se apiñan y dan a luz a los propios jóvenes. Si hay algún problema, luego intervenimos quirúrgicamente. - Ah -asintió- También tenemos cesáreas en la Tierra. Son bastante comunes.
Itaal palideció ante sus palabras, sus manos todavía en la
consola en frente de él. - ¿En hembras fértiles de tu propia especie? Las tasas de mortalidad debe ser astronómicas. - ¿Tasa de mortalidad? -no entendió lo que quería decir por un momento, pero entonces sus ojos se ensancharon- ¿Quieres decir que la hembra no sobrevive la intervención quirúrgica para extirpar al bebé? El largo cabello de Itaal bailaba sobre sus hombros mientras sacudía su cabeza. - No. No pondríamos a un niño Latharian en riesgo de preservar la vida del transportista. Hay muchos más oonat. - Buuueno. El estado de ánimo de Jess cayó en picado cuando otra contracción se apoderó de ella, agarró los costados de la cama, se le quedaron los nudillos blancos y trató de recordar su respiración. Bastante jodidamente duro cuando se sentía como si la estuvieran cortando en dos. - El parto parece bien establecido ahora -Itaal agregó con voz baja. Asintió, recostada en la cama. Era como un maldita tortuga volcada como estaba. - ¿Cuántos centímetros he dilatado?
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La cara de Itaal se volvió gris, luego verde y luego blanca. - Yo no lo sé... - No verificas... -siseó mientras retrocedía para unirse a los otros sanadores, todos los cuales la miraban como si fuera su peor pesadilla y la inminente muerte horrorosa combinadas- No, no lo comprobarás ¿Podrías?
Todos los hombres sacudieron la cabeza, varios empujando
a Itaal, quien parecía haber sido nominado, de mala gana, como su portavoz. - No. Lord Healer Laarn nos advirtió a todos que nadie te mirará o te tocará.. allí. - Voy a matarlo ¿Cómo se supone que voy a dar a luz si ninguno de los doctores me va a tocar? -gruñó, se tenso mientras otra ola de dolor la inundaba. Las contracciones eran mas cercanas y más rápidas ahora, lo que significaba que no estaba lejos de dar a luz. Joder... ¿por qué no insistió en que Laarn fuera a buscar a una partera o diecisiete de la Tierra? Demonios, incluso un ordenado lo haría si hubieran visto el interior de Una suite de trabajo. Cualquier cosa sería mejor que un puñado de sanadores aterrorizados de mirarla a su manera porque era la compañera de Healer. - Sencillo -Respondió una voz profunda desde la puerta- Porque siempre estaré a tu lado para ayudarte. - ¡Laarn! -Gritó de alivio cuando la alta forma de su apuesto compañero entró en la habitación, dispersando a los reunidos dispersando a los sanadores reunidos como hojas en el viento. - Itaal, quédate -ordenó- El resto de ustedes... ¿No tienen otros pacientes que atender?
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La mirada dura que barrió sobre la pequeña multitud sugirió que sino lo habían hecho, sería mejor que encontraran algo, o crearía pacientes de entre su número. Jess se rio entre dientes mientras una estampida salía por la puerta. - Oye niña, ¿cómo estás? -abrió los ojos para encontrar a Kenna a su lado. Aceptó la ayuda de la otra mujer para sentarse, sonriendo por su cuidado, la otra mujer coloco las almohadas detrás de ella. - No está mal, aparte del hecho de que me están rasgando en dos -Kenna arrugó la nariz. - Se siente como una mierda, pero pasará y entonces tendrás a tu bebé y te olvidarás de todo. Te lo prometo. - ¿Has asistido a partos antes? Preguntó Laarn, moviéndose alrededor de ellas y haciendo algo a la cama. Las pantallas sobre Jess cambiaron para mostrar vistas ampliadas de su matriz y... otras áreas. - Mierda -respiró- ¿Es mi culo tan grande? - Estás embarazada -Kenna se río entre dientes- Así que está permitido. Y sí -se dirigió a Laarn- Cuatro hermanas mayores dejando caer mocosos con alarmante regularidad. Había visto más nacimientos en la colonia que un doctor antes de los diez años ¿Por qué crees que fui a la flota? - Estás reclutada entonces. Laarn asintió, sacando su chaqueta y se acerco a la cama. La sensación de las grandes manos de su compañero sobre su estómago hinchado envió una ola de alivio a través de ella. Estaba aquí. Todo estaría bien. - Sí señor -Kenna respondió, militar hasta la médula aunque Laarn no era un oficial y ya no estaban en el espacio terrano,
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Laarn le lanzó una pequeña sonrisa de agradecimiento mientras examinaba a Jess. Itaal mantuvo su distancia y se quedó en las consolas de control en el cabecero de la cama durante todo el procedimiento. Sonrió para sí misma. Si hubiera podido hacer su trabajo con los ojos cerrados, lo habría hecho, pero aun así... podía sentir la curiosidad rodando de él en ondas. - Laarn -Dijo suavemente, llamando la atención de su compañero entre las contracciones. Se estaban volviendo más y más fuertes cada vez, por lo que no estaba segura de cuánto tiempo le quedaba para hablar- Si tus guerreros estarán uniéndose a los humanos, más de nosotras nos quedaremos embarazadas ¿No tendría sentido para tus sanadores ser entrenados en el parto? El conjunto de expresiones de Laarn. No necesitaba ser un genio para adivinar la batalla interna entre el sanador que buscaba el conocimiento por el bien de su raza y un compañero posesivo que no quería que cualquier otro macho incluso viera a su pareja de esa manera. - Sí... ¡No! -Gruñó. Otra contracción y Jess gruñó de nuevo a través de los dientes. - ¡Entonces eres un maldito idiota y los bebés morirán! ¿Es eso lo que quieres? Agarró la mano de Kenna, agarrándose con los nudillos blanco, mientras empujaba hacia abajo la necesidad instintiva de luchar contra el dolor y respiraba a través de él. - Ya viene... Ya viene... Eso es, niña. Lo tienes más fácil que una marcha de ruta, pero estos maricas no podrían hacerlo,¿eh? Kenna la entrenó a través de la cresta de la ola, sosteniendo su mano y alisando su húmedo cabello hacia atrás desde su frente. Mierda, estaba sudando cubos ¿Cuándo había
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sucedido eso? Dejó caer la cabeza sobre las almohadas y cerró los ojos. - ¿Cuanto tiempo más? - Aún no estás completamente dilatada -Dijo Laarn desde el fondo de la cama- Todavía será un tiempo, mi amor. Kenna siseó entre sus dientes, disparando al curandero alto un mirada. - Hombres -siseó en voz baja- Cualquiera que sea la especie -Levantó la voz y llamó su atención- Doc... ¿podrías darle querer darle algo para el dolor?
- No puedo aconsejarlo -Itaal se levantó de su estación-
Mientras que los humanos y Lathar son genéticamente las mismas especies, somos mucho más mejorado. Nuestras respuestas al dolor están muy alteradas y por lo tanto nuestro medí... - Guárdame los detalles, doc -Jess siseó cuando otra ola la alcanzó- Y consígueme algunas drogas antes de que alcance ese maldito monitor y tú seas el que necesite drogas.
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Laarn, Lord Healer de todo el Imperio Latharian, sabía todo
lo que había que saber sobre la batalla, sobre las lesiones de combate y sobre cada enfermedad y dolencia que su pueblo había tenido que cruzar. Su conocimiento era tan expansivo como las cicatrices que marcaba su rango en su
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cuerpo eran profundas. Pero no sabía absolutamente nada sobre el parto. Había leído todos los textos históricos. Había estudiado las palabras de los anteriores señores sanadores y observó todos los registros históricos. Incluso había usado las IAs de la sala de curación para ejecutar simulaciones de escenarios de parto improvisadas. Lo que significaba, había pensado que estaba preparado, que la medicina Latharia, siendo mucho más avanzada que el de la humanidad, significaba que no tenía que tirar de cualquier especialista humano. Pero frente a la realidad de su compañera en el parto, en el dolor, se dio cuenta de que era una carga de draanth. Mientras que había estado estudiando el parto Latharian, el trabajo humano y el parto. Era una cosa completamente diferente. La pelvis es mucho más pequeña en humanos, sub vocalizó a Itaal, quien estaba a cargo de la estación de monitoreo. Si el bebe viniera de nalgas, tendríamos que girarlo antes de que entrara en el canal de parto. De hecho, Itaal envió de vuelta a través del enlace, nada en su comportamiento o en su expresión para indicar que Laarn y él se estaban comunicando silenciosamente. Laarn estaba agradecido. Llámalo orgullo profesional, pero no quería que ninguna de las dos mujeres supieran lo mucho que estaba... ¿Cuál era la frase humana... ? Cagándose a sí mismo por no saber qué demonios estaba haciendo. Aunque no era de nalgas, afortunadamente. Pero los registros no decían nada sobre este nivel de dolor, envió, incapaz de mantener la nota de preocupación por su voz mental. Todo lo que había leído indicaba que el parto era una experiencia tranquila y serena, el bebé llegaba en un ambiente tranquilo. Jess, su expresión se torció con la concentración y el dolor, parecía todo menos tranquilo y sereno.
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- Respira a través de eso, niña -Kenna, todavía al lado de Jess, la urgió mientras agarra con fuerza la mano de la futura madre- Tú tienes esto. La mirada aguda que le disparó a Laarn claramente decía que alguien tenía que hacerlo porque no lo había hecho. La vergüenza lo llenó y cuando la próxima contracción se había calmado, hizo un gesto a Itaal para que tomara su lugar y convocó a la marina para reunirse con él fuera con un tirón de su cabeza. Apenas habían salido tenía a la mujer humana sobre él, sus ojos se iluminaron de ira. - ¿Qué diablos estás haciendo allí? -Preguntó- Dale algo para el jodido dolor ya. Está cansada y cuanto más tiempo pasa tratando de combatir el dolor, más agotada acabará ¿Y el agotamiento? Déjame decirte que eso no es bueno ¿Las madres cansadas que luchan y tienes dificultades en el parto? Que mueren las madres y bebes ¿Me oyes? - Alto y claro -Laarn suspiró, pasando una mano por su pelo- Estoy fuera de mi elemento. El trabajo Latharian no es nada como esto. No hay dolor, no hay lucha, tan lejos como pude ver en el archivos. Esto... esto es bárbaro. Tiene tanto dolor y yo no sé qué hacer... - Te diré lo que vas a hacer -La expresión de Kenna era firme- Vas a dejar de enloquecer por ahí. Tú vas a volver allí y haz lo que puedas para aliviar su dolor. Utiliza tus lujosas máquinas, engánchala y saca a ese maldito bebé. Porque si no lo haces, estará en problemas muy rápido. Y deja que te diga -dio un paso adelante y lo golpeó con fuerza en el pecho- Si dejas que mi amiga o su bebé mueran, te mostraré lo que los humanos quieren decir cuando dicen que la hembra de nuestra especie es mucho más letal que el macho. Laarn asintió, frunciendo el ceño.
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- Puede haber un camino… No se lo explicó, simplemente regresó a la habitación para encontrar a Itaal consolando a su compañera en parto. Por un momento, posesividad. Quería levantar su cabeza, pero luego se dio cuenta de la mirada dolorida en la cara del sanador más joven. ^- Creo que podría haber aplastado los huesos de mi manos -Itaal dijo mentalmente- ¿Cómo sobrevivieron los humanos como raza si sus mujeres pasan por esto para dar a luz? ^- No tengo ni idea. Sus hembras deben ser mucho más fuertes de lo que incluso pensamos. - Poner las unidades en línea -Ordenó en voz alta, caminando hacia la estación de guanteletes. No entendía el parto humano, pero tenía que confiar en que Jess haría lo que necesitaba hacer. Que sus instintos se activaran pero lo que podía hacer era aliviarse algo de su dolor. - De inmediato, mi señor -Itaal renunció a su posición por la cama, dejando a Jess jadeando. Otra oleada de dolor cruzó su rostro y Laarn sabía que otra contracción iba en aumento- ¿Me quieres en el enlace, por si acaso? Laarn negó con la cabeza, pero luego detuvo el movimiento y asintió en su lugar. - Sí, pero permanece en el fondo a menos que veas algo que me he perdido que requiere atención inmediata. Observa, aprende... más de nuestros sanadores necesitan entender el proceso del parto humano mejor. - Entendido, mi señor. - Sólo un poco más, mi amor -Laarn se inclinó sobre Jess, quitándose el cabello empapado de sudor de su frente para poner un suave beso allí- Y el dolor se habrá ido. Lo prometo. Asintió, logrando una rápida sonrisa.
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- Todavía no significa que vuelvas a tener sexo, guapo. Jamás. No era lo suficientemente estúpido como para responder a eso, no con ella en su estado actual. Sonrió mientras se ponía los guanteletes del enlace. - Interfaz neuronal lista, unidad quirúrgica en línea… Inicializando enlace ascendente -Itaal dijo en el fondo- Traer paciente en línea... fusionando transmisiones... Su paciente, mi señor. Laarn siseó cuando el dolor lo golpeó, concentrándose en su abdomen inferior. Por un momento, la mera escala de esto tomó su aliento y su asombro ante los humanos aumentó exponencialmente, Sólo había experimentado tales niveles de dolor con lesiones graves de combate. Por un momento, la arrogancia natural que le habían inculcado desde su nacimiento que los Lathar eran superiores en todo trató de reafirmarse, pero luchó contra ello. Con calma se concentró en su paciente. Lentamente, captó las señales de dolor y se deslizó entre ellos y el cerebro de Jess, evitando que registrara la agonía que recorría su cuerpo. - Un poco menos -abrió los ojos y le habló directamente a él- Necesito sentir algo para saber cuándo presionar. Asintió, cada instinto en él como un sanador y su compañera discutiendo mientras le permitía a sus nervios registrar más dolor. - Ahí -asintió- Eso es bueno. Entiendo. Durante las siguientes horas, Laarn contuvo la marea del dolor, permitiendo que su cuerpo sea maltratada y deteriorada de una manera que ningún sanador de su raza había experimentado antes. Sus rasgos se tensaron,
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necesitaba sostener la tortura de Jess mientras trabajaba para traer a su hijo al mundo - Empuja... eso es todo, niña - Kenna animó, comprobando entre los muslos cubiertos de sábanas de Jess- Puedo ver la cabeza del bebé. Un empujón más y estará aquí. Lo prometo. ^- Entendí esto, mi señor -la voz mental de Itaal se abrió paso a través del enlace a Laarn- Déjame llevar la carga para que puedas ayudar a tu hija a nacer. ^- Gracias. Laarn asintió mientras el sanador más joven se deslizaba en el enlace detrás de él y tomó la carga. - Estoy aquí, Jess -Murmuró, uniéndose a Kenna y con la intención de ayudarla con el nacimiento del bebé. Pero justo en ese momento Jess gritó, el sonido lleno de dolor y triunfo. Kenna se quedó sin aliento y luego sonrió mientras levantaba un pequeño bulto. El fino y débil lloro ya era música para los oídos de Laarn. Su hija nació segura.
La primera hembra de su raza... la primera princesa real...
por una generación. La primera esperanza para una nueva generación.
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Capitulo tres
- Aún no te has acostado... desde hace mucho tiempo,
¿comprendes? -Jess sonrió a su compañero mientras yacía con su hija en sus brazos. Se sentó junto a ellas, su brazo alrededor de los hombros de Jess y el otro alrededor del bebé envuelto con cuidado contra su pecho. Estaba tan cerca a ellas como era posible de conseguir sin estar realmente en la cama. Le sonrió. - Hace una hora, volví otra vez. Ahora es solo un mucho tiempo. Creo, mi hermosa y pequeña compañera, esperaré a ver lo que me dices mañana antes de comentarlo. - Estúpido sanador -murmuró, pero no podía ayudar con la pequeña sonrisa mientras miraba a su hija- Hola cariñito - susurró, acariciando la delicada y pequeña mejilla con un dedo reverente- Es bueno conocerte finalmente. Como si supiera de que le estaban hablando, el bebé abrió los ojos y Jess se quedó sin aliento. Los ojos verdes de Laarn le devolvían la mirada, llena de conocimiento y sabiduría. - Tiene un alma vieja -Murmuró Laarn, viendo lo que Jess estaba viendo, como el bebé les parpadeó a ambos- Y será muy poderosa, hermosa como su madre. - Tiene mi cabello - Jess jadeó de alegría, acariciando la fina parte superior de la cabeza del bebé. El pelo de Kallson. Es una maldición. - ¿Una maldición? -Laarn frunció el ceño, mirándola y luego a el bebé- Me parece normal ¿Cómo puede el cabello ser una maldición? Se río entre dientes.
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- Espera hasta que no pueda hacer nada con su pelo. Es una cosa de mujeres. - Tenía un cabello salvaje y hermoso en mi visión. Como el tuyo pero... ¿más grande? - Sí, ese es el pelo Kallson. Bien, va a odiarlo como yo. Jess vio como los ojos de su hija se cerraban. Los mantuvo sacudiéndolos abiertos como si no quisiera dejar de mirar a sus padres. La fascinación era mutua. Jess no pensaba que alguna vez necesitará volver a dormir, no si pudiera mirar la visión de la perfección en sus brazos. - ¿Te dijo su nombre? -Preguntó fascinada por la conexión entre Laarn y su hija. Aunque Jess la llevaba bajo su corazón, Laarn había conectado con ella en un nivel que Jess nunca pudo- Cuando hablaste con ella... antes. No necesitaba decir nada más. Su bebe había alcanzado a Laarn cuando Jess estaba muriendo, una profunda herida abdominal poniendo en peligro tanto su vida como la vida del bebé. Laarn negó con la cabeza. - Era solo una visión del futuro. De la mujer en la que se convertirá. Realmente no charlamos. - Daaynalina -Una voz anunciaba desde la puerta. Ambos miraron hacia arriba para encontrar al Emperador llenando el marco- Como la primera princesa real nacida durante una generación, debería por supuesto llamarse así. - Absolutamente no -Dijeron Laarn y Jess al unísono. Entonces tuvieron la experiencia única de ver al Emperador Latharian, posiblemente el hombre más poderoso y peligroso de la totalidad del Universo, sin palabras. Su boca se abrió y se cerró, pero ningún sonido emergió de sus labios. Itaal encontró otro lugar donde estar. Rápidamente. - ¿No? -Daaynal parpadeó- Ahora es una palabra que la gente no dice a mí a menudo.
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- Mejor acostumbrarse a ello -Laarn aconsejó, su voz firme- Porque no hay manera de que llame a mi hija Daaynalina. Es un bocado draanthico. Y no es un verdadero nombre femenino en absoluto. - Miisan -Jess dijo en voz baja. Al sonido del nombre, la madre de Laarn y la gemela de Daaynal, el bebé abrió los ojos e hizo un gorgoteo complacido. - Miisan... Los susurros de Laarn y Daaynal se hicieron eco entre sí. Entonces el Emperador se inclinó, con una expresión extraña en su rostro. Si Jess fuera a adivinar, diría que estaba conmovido. - Tu haces a la casa real y a mi, un gran honor. - Gracias -Laarn rozó un beso en la sien de Jess- Había pensado que querrías nombrarla en la tradición humana, yo no esperaba que escogieras un nombre Latharian. - Bueno -extendió la mano para cepillar el delicado y suave pelo de la parte superior de la cabeza del bebé recién nombrado- Parece que los humanos son Lathar de todos modos y sus mujeres lo están haciendo todo posible Así que, ¿qué hay de Miisan Amanda K’Vass? Para celebrar ambas culturas y nuestras dos madres...
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- ¡LAARN! ¡Se ha ido! ¡El bebé se ha ido!
El grito de pánico de su compañera sacó a Laarn del sueño en un instante. Se incorporó de golpe en el catre que tenía
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junto a su cama en la sala de sanadores. En un instante estaba de pie y a su lado. Efectivamente, la cuna en la que pusieron a su hija después de su alimentación hace unas horas estaba vacía. Jess giró sus ojos llenos de miedo, agarrando su brazo con pánico. - ¡Ellos la tienen, los puristas! De alguna manera han conseguido entrar en el palacio otra vez. - Ssshhh, shh. No la pueden tener -La tranquilizó, dejando caer un beso contra su frente incluso cuando se desenganchó de su agarre. El miedo lo atravesó, haciendo que su corazón se acelerara y convirtiendo su sangre en hielo. Los puristas eran una plaga, eran Lathar que no creían en el cruce, incluso para salvar a su raza, era un pecado contra la oscura diosa que servían, no como el resto de los Lathar que habían dejado firmemente en el pasado. Casi habían logrado matar a Jess antes, así que pensó que podrían tener a Miisan... tan pequeña e indefensa... casi lo detuvo en sus pistas con pánico. - La encontraré. Quédate aquí -Prometió, agarrando su cinturón de las armas del gancho junto a la puerta mientras salía de la habitación. - ¡Sanadores! -Gritó mientras iba, sin importarle despertar a los guerreros. Si tuvieran un ataque purista en sus manos, esos guerreros querrían estar despiertos para defenderse a sí mismos. Si un ataque purista secuestraba a su hija, los quería despiertos para cazar el draanth. Y no solo los pacientes, quería a cada guerrero en pie y armado. Listo para pelear y protegerla. Parpadeó cuando Itaal apareció en la puerta de una de las habitaciones, su dedo contra sus labios mientras señalaba el pasillo. Frunciendo el ceño, siguió el corredor que
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señalaba Itaal. Era uno de los caminos exteriores, con altos arcos de piedra que miraban hacia la ciudad y las montañas de más allá. Parecían desprotegidos pero el brillo ocasional confirmaba que las barreras energéticas estaban activas. Si fallaban las contraventanas pesadas de acero de Terralon que se colocaban y aseguraban el Palacio, se necesitarían armas orbitales lo suficientemente poderosas para destruir el planeta para atravesarlos e incluso entonces, las persianas probablemente todavía estarían allí, flotando entre los escombros, sin dañar. - Y allí abajo está mi hermana, tu abuela y yo solíamos jugar ¿Puedes verlo? Justo allí por los árboles Herris. En algunos meses, también correrás por ahí abajo. Laarn siguió la voz profunda, su ansiedad comenzó a reducirse al ver una figura alta y familiar al final del camino. Daaynal estaba junto al muro de piedra, completamente armado, con la pequeña forma de la pequeña hija de Laarn sostenida tiernamente en sus brazos, por una fracción de segundo, Laarn vislumbró el rostro del Emperador completamente desprevenido. Vio el deleite y fascinación con su sobrina nieta mientras acunaba su cabeza y la arrullaba mientras le hacía gorgoritos. - ¿Qué diablos crees que estás haciendo? El hecho de que Daaynal pudiera ordenar la ejecución por capricho de cualquier guerrero o la suya ni siquiera se le ocurrió a Laarn cuando caminó hacia adelante, la furia justa de un padre alimentando sus movimientos cuando asaltó a su tío. Daaynal parpadeó cuando se dio la vuelta, la sorpresa evidente en su rostro. - Le estaba mostrando a la nueva princesa el palacio.
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- ¡No puedes simplemente tomarla así! Jess está fuera de sí por el pánico. El ritmo cardíaco de Laarn comenzó a normalizarse cuando arrastro una mirada evaluadora sobre su hija. Un mechón del negro cabello de Daaynal estaba envuelto alrededor de su puño, sus dedos se abrían y cerraban como si investigara la textura de las hebras. Abruptamente, tiró del mechón, haciendo girar a Daaynal. La mirada que le dio era mucho más adelantada de lo que debería haber sido para un infante de apenas unas horas. - Hmmm, sí, dijo que ambos estarían preocupados -Daaynal asintió, dándole una pequeña sonrisa tímida- Pero estaba llorando y no quería despertar a ninguno de los dos. Entonces, le dije que estaría perfectamente segura conmigo y que su madre lo entendería. Esta vez fue el turno de Laarn de parpadear. - Puedes conversar con ella. El emperador inclinó la cabeza. - Por supuesto. Hay algunos beneficios para la línea de sangre K’Saan. Aunque, como el último de mi línea, nunca esperé sentir el toque de otra mente contra la mía nunca mas. Miisan aquí es una doble bendición en ese sentido. Su tío estaba solo. La realización sorprendió a Laarn y el resto de su ira se disipó ¿Cómo podía estar enojado ahora? Daaynal había ocupado el trono mucho más tiempo que cualquier Emperador antes. Había sobrevivido, solo la diosa sabía a cuántos intentos de asesinatos y golpes de estado. Y a través de los años, nunca había logrado engendrar un heredero, aunque Laarn sabía que lo había intentado. Y cuando todo se redujo… con una historia como esa, la princesa bebé no podría estar en manos más seguras. Le ofreció una pequeña sonrisa.
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- Sólo dínoslo la próxima vez, ¿de acuerdo?
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- Está felizmente dormida.
Jess sonrió mientras su compañero caminaba a través del arco que separaba el área de la guardería de su cámara de dormir. Después de muchas horas y más chequeos quería pensar que Miisan y ella estaban libres de la sala de sanadores. Estaba segura de que Itaal y los otros sanadores lo habrían hecho algo para mantener al bebé allí para observación. - Por si acaso -Pero una mirada fulminante de Laarn puso fin a eso. Le era difícil a un médico discutir, sin embargo, cuando el equivalente Latharian del cirujano general era quien firmaba la salida. Sin embargo, no estaba segura de que todo fuera sobre las pruebas. Por las tarde todos los guerreros encontraban razones para estar en su habitación. Las excusas oscilaron entre la comprobación de lecturas erróneas en el equipo diagnóstico hasta asegurar que los sistemas de ventilación funcionaran correctamente. Un guerrero, completo con cinturón de herramientas, incluso llegó expresando preocupación de que el sistema de iluminación estaba en el espectro incorrecto para los ojos infantiles. Si hubiera estado sola, podría haber estado preocupada. Incluso aunque había frustrado con éxito un ataque purista por sí misma, había sido con el elemento sorpresa y por ser... bueno, humana. Todavía eran lo suficientemente raros
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en el imperio para la mayoría de los Lathar, ni idea de cómo reaccionarían y qué harían después. Simplemente usó eso para su ventaja. Pero uno a uno, incluso el guerrero Lathar menos entrenado podría vencerla fácilmente. Sin embargo, no estaba sola. No solo estaba con Laarn la mayor parte del tiempo, pero muchos de su clan encontraban razones para dejarse caer. No se había dado cuenta de lo aterrador que podían ser los K'Vass hasta ahora que no tenían por qué serlo. Cada guerrero entrando a la habitación gravitó por la cuna. Fue un poco dulce ver a tan grandes y duros hombres reducidos a completos blandengues, era tan grande la admiración de los cortesanos por su bebé y su hija celebró con la corte riéndose y arrullándoles a los hombres inclinados sobre la cuna como si fueran su propio personal de entretenimiento. Una cosa era segura, a Miisan no le faltarían "tíos" que se prepararían para dar la vida por ella. - No me sorprende. Ha tenido un día completo -Jess respondió soñolientamente, viendo a Laarn cruzar la habitación. Estaba vestido para la cama, pantalones de seda sueltos que cabalgaban bajo sus caderas. Apreciaba la vista, incluso si no podía hacer nada al respecto en este momento. La medicina Latharia era increíble, pero incluso no podía curar su cuerpo y mente femenina desde el parto en cuestión de horas. Ambos, Itaal y Laarn le había dicho que tenía que tomárselo con calma por el próxima par de días. Pero cuando su marido se veía así... La cama se hundió cuando se subió a su lado y un instante más tarde fue envuelta en su fuerte abrazo. - No es la única que ha estado ocupada hoy -murmuró, sus labios contra su cabello- Fuiste tan valiente, mi amor. No
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tenía idea de que las mujeres humanas sufrían tanto durante el parto. Una sonrisa curvó sus labios, de todos los viejos chistes sobre una mujer de parto, casi podía imaginar que es lo que sentía un hombre cuando tenía la gripe, flotaba en el fondo de su mente. Pero Laarn realmente sintió lo que era estar de parto. - Posiblemente eres el primer hombre en hacerlo. Es el círculo de la vida -Dijo suavemente- ¿Sabías que en la Tierra, como en la historia... las únicas mujeres en las tumbas espartanas fueron las que murieron en el parto? ¿Sólo los hombres que consiguieron morir en la batalla? Equipararon el trabajo con el combate. - Obviamente una gente iluminada -retumbó profundamente en su pecho mientras acariciaba con sus dedos las cicatrices sobre su pecho. Una vez la había horrorizado pensar en el dolor que había pasado para conseguirlos, le parecía bárbaro. Ahora, sin embargo, los veía como parte de él. Una parte del hombre al que amaba más que a la vida misma. El guerrero alienígena del que se había enamorado, quien le había dado una hijita perfecta. Levantándose, rozó sus labios contra los de él. El roce convertido en un largo y dulce beso. - ¿Por qué fue eso? -Le preguntó, con una sonrisa en sus labios cuando levantó la cabeza. - Nada. Solo porque -negó con la cabeza, sabiendo que realmente debería dormir un poco pero no podía, todavía estaba emocionada por los acontecimientos del día y estaba más que cómoda apoyada en el amplio pecho de Laarn-, lo hicimos, finalmente esta aquí, somos padres -se retorció para mirarlo fijamente- En caso de que te lo perdieras, Sr. Kallson, te amo.
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- Oh... es el señor Kallson ahora, ¿verdad? -Se río entre dientes, doblando su cabeza para frotar su nariz contra la de ella- ¿Qué le pasó con mi señor? - Pfft. Eso es solo para cuando quiero algo. Y no hay razón por lo que no puedas tener un nombre humano, así como uno Latharian, ¿lo hay? - Ninguno en absoluto pero ninguno de ellos importa. La cogió y la puso mas cerca a él, su toque suave mientras la acunaba, movió la mano para colocarla sobre su corazón. Sonrió mientras colocaba la suya encima de la de ella, atrapándola bajo su palma más grande. - Porque los únicos nombres o títulos que me importan son el compañero de Jessica y el padre de Miisan. Y las amaré a ambas hasta mi corazón lata su último latido en este reino mortal.