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Trabajo examen final de Teoría y Análisis Literario I

Agustín Nahuelpan

La trasformación del Hobbit como producto de la transformación del público.

Resumen:

El análisis crítico a una obra implica un acercamiento objetivo a los hechos que la acompañan o, en
este caso, a los que la transforman y la creen. En el siguiente trabajo se utilizara a la teoría de la
recepción para abordar el texto literario escrito por J.R.R Tolkien: El hobbit. Se contemplará la
transformación y creación que ha tenido con el paso de los años como producto de la recepción
activa de los diferentes públicos que lo han leído. Y también se tendrá en cuenta fenómenos de
recepción propios de nuestro tiempo, tales como la adaptación cinematográfica, para entender y
explicar la manera en la recepción actuó en este caso en particular para crear la obra que se conoce
como “El hobbit”.

Palabras clave: fantasía, recepción, hobbit, cinematografía, literatura.

Summary:

Critical analysis of a work implies an objective approach to the facts that accompany it or,
in this case, to those that transform and create it. In the following work, reception theory will be
used to address the literary text written by J.R.R Tolkien: The Hobbit. The transformation and
creation that it has had over the years as a product of the active reception of the different audiences
that have read it will be contemplated. And it will also take into account reception phenomena
typical of our time, such as the film adaptation, to understand and explain the way in which the
reception acted in this particular case to create the work known as "The hobbit".

Keywords: fantasy, reception, hobbit, cinematography, literature.


1. El hobbit: vistazo general

Mientras que la literatura de fantasía evoluciona con el paso de los años, El Hobbit
permanece inmutable como la creación más entrañable dentro de la fantasía de la cultura moderna.
Para basarnos en esta afirmación tan solo hace alta analizar los demás grandes exponentes dentro de
su género, es difícil sino imposible encontrar un escritor de fantasía que no reconozca el impacto
que tuvo El Hobbit junto con El señor de los anillos en el género. Desde 1937, el término hobbit
hace referencia tanto a la publicación del libro de J.R.R. Tolkien, como a la creación literaria que
concibió, es decir la raza literaria de fantasía de los hobbits. Más allá de la amplia preponderancia
de la ampliación del público a lo largo de los años, dentro del mundo de la literatura fantástica
actual se considera a El Hobbit como el clásico más influyente junto con su continuación El señor
de los anillos.

Teniendo está consideración en mente tenemos que entender que una de las grandes razones
de que esto haya sucedido es en gran parte debido al público, más precisamente a la transformación
que produjo el público al escrito original. Considerándolo como un factor decisivo en nuestro
análisis, la mejor manera de abordar el trabajo es utilizar la teoría que se enfoca en la importancia
del lector en el proceso de la creación de una obra literaria, es decir utilizando la teoría de la
recepción.

Obviamente no es posible considerar el análisis de El Hobbit sin tener en cuenta su


adaptación cinematográfica, tanto de sí misma como de su secuela: “el señor de los anillos”, por
ende no podemos dejar afuera del análisis de esta obra la consideración del medio audiovisual. Un
medio que es fundamental para entender la percepción que se tiene del escrito en nuestros días.

2. La teoría de la recepción: conceptualización teórica y perspectiva

A lo largo de la historia de los estudios literarios, la crítica literaria se ha enfocado en


diferentes aspectos en lo referente al abordaje del análisis crítico de un texto literario. Estos
aspectos pueden ser reducidos a tres grandes objetos de enfoque: el autor/ la obra/ y la recepción.
Estos tres son la columna vertebral de la crítica, y la conceptualización de las obras suele estar
enfocada en algunos de estos focos de estudios. Actualmente el enfoque centrado en la recepción ha
adquirido una fuerte relevancia debido a la revisión que sufren las obras con el paso del tiempo. El
planteamiento general del enfoque centrado en la recepción es que el público participa activamente
en la construcción del significado de una obra literaria, que en el momento en que el autor libera la
obra al mundo está deja de ser una construcción meramente personal y se transforma en algo más
grande, y cobra más sentido y significado al ser leído por diferentes lectores en diversos periodos
históricos. Una forma más teórica de entender esto es con una definición de Iser (1987) que dice
que “la obra literaria posee dos polos que podemos llamar polo artístico y polo estético, siendo el
artístico el creado por el autor, y el estético la concreción realizada por el lector.”(p. 149). A partir
de esto, el autor explica que un texto literario no puede reducirse meramente al polo estético ni al
artístico, debido a que una obra es en posibilidad mucho más grande que el texto creado por el
autor., y que además al mismo tiempo también es mucho más grande que el significado otorgado
por los lectores. Un texto está formado ineludiblemente por la idea creada por el autor pero está
sigue creciendo indefinidamente a medida que el público la aborda.

En esta misma corriendo podemos encontrar que Eco (1993) dice que todos los textos están
fundamentalmente incompletos. Y el autor se fundamenta explicando que hay largas porciones de
significado que deben ser inferidas constantemente por el lector, que siempre lo que no es dicho
está implícito en que se dice, y que esto lleva a los lectores a estar en un constante trabajo de
completar el texto. La teoría puede ser tomada para los aspectos más específicos como las
oraciones, principalmente para la poesía, pero también se puede aplicar a textos más largos o en la
totalidad de los mismos. Esto es esencial para entender no solo El Hobbit sino cualquier texto
literario. Un lector promedio aborda un mero dialogo y constantemente completa la información
que se dice con la que no se dice para otorgarle un significado mayor al que parece a simple vista, o
para entender que algunos significados no significan lo que dicen las palabras sino algo diferente
por una cuestión cultural o contextual. Englobando esta consideración, Iser (1987) nos dice que el
texto se actualiza en la medida en que las conciencias de los lectores lo reciben, y debemos tener en
cuenta este aspecto para considerar un texto en el tiempo. Esto es algo que explica Seldon (2010)
cuando dice que “nunca podremos adoptar una postura de contemplación objetiva y mirar el mundo
como si lo hiciéramos desde la cumbre de una montaña, puesto que estamos irremediablemente
inmersos en el objeto mismo de nuestra conciencia… Nuestro pensamiento siempre se halla en
algún lugar, y por lo tanto, siempre es histórico, aunque está historia no sea exterior y social, sino
personal e interior” (p.71). Con estas consideraciones se puede decir que la esencia misma de la
realidad literaria es un dialogo constante de relecturas e reinterpretaciones que ejecutan los lectores
futuros en relación con la obra antigua y la crítica antigua. Por ello la obra queda como una
incógnita para ser definida parcialmente por el futuro, y nunca es posible postular en impacto que
tendrá a un futuro hasta que ese futuro se vuelva presente. Seldon (2010) explica que el sentido de
la obra no aparece acabado sino que permanece incompleto y dependiente de la interpretación que
tenga el lector en la situación histórica en la que esté viviendo. Está capacidad de los lectores para
interpretar una obra en un momento determinado de la historia se denomina por Jauss como
horizonte de expectativa, y al entenderlo se puede decir que “el horizonte de expectativas original
solo nos dice cómo fue valorado e interpretada la obra en el momento de su aparición, pero no
establece definitivamente su sentido (Seldon, p.72)”.

Al considerar esto, el fenómeno más interesante que surge de esta postura es el dialogo
fascinante que se produce entre el pasado y el presente, en la interpretación de la manera en la que
se interpretó el pasado. Sin embargo, este enfoque carece de algo fundamental para nuestra
actualidad, la recepción en nuestro periodo histórico no solo entra en dialogo con el texto del
pasado y lo reinterpreta, sino que también lo recrea, lo reforma, lo transforma en algo nuevo
producto de nuestro tiempo: la recepción transfigura al texto a otro medio de comunicación. La
recepción entra en un juego profundo en el acto de la adaptación cinematográfica, y esta genera un
cambio en la manera en la que un texto es leído, y percibido, a medida que también transforma la
obra en su totalidad, y la manera en la que va a ser abordada por los futuros lectores.

3. La recepción influyendo en la creación de una obra masiva

Antes de considerar como nuestro tiempo afecto a la recepción de El Hobbit es


indispensable que veamos como la crítica del pasado lo afecto y lo construyo primero. El Hobbit
tuvo su primera impresión el 21 de septiembre de 1937 en el reino unido. La primera versión del
texto fue recibido por la crítica como una magnífica obra infantil y fue comparado con otros libros
similares de la misma índole pertenecientes a su período histórico, tales como Alicia en el país de
las maravillas. Por su parte, el público general, no la crítica, se declaró atraído por la creación
literaria que el autor había traído en su libro: los hobbits. Ambas recepciones, es decir la de la
crítica y la de la masa lectora, generaron un fenómeno interesante: la apreciación de los lectores de
su tiempo, es decir la apreciación que llegaban a tener debido a su horizonte de expectativas, forzó a
Tolkien a modificar partes de su obra en la segunda edición. Iser (1987) dice que “el texto se
actualiza, por lo tanto, sólo mediante las actividades de una conciencia que lo recibe, de manera que
la obra adquiere su auténtico carácter procesal solo en el proceso de lectura (p.149)”. En el caso, lo
interesante que ocurrió fue que la obra de Tolkien termino de tomar la forma y el sentido con el que
se la conoce en nuestros días transformándose como respuesta misma a la percepción que tuvo la
recepción en su primera aparición, y no como un significado que le fue otorgado por esta con el
paso del tiempo.

Algo para reconocer es que sin duda la primera versión estaba mucho más dirigida a un
público más infantil que a uno adulto, y esto es algo que suele olvidarse después de la segunda
impresión, cuyos principales cambios fueron capítulos determinados donde el anillo estaba
envuelto, siendo el anillo un aspecto relacionado intrínsecamente a la corrupción que tomaría
mucha más relevancia en la trilogía que tanto le pedía el público: El señor de los anillos. Esto nos
lleva a El señor de los anillos, es imposible ignorar la obra que continúa la historia de El Hobbit ya
que al terminar de publicarse la continuación, la propia percepción de la recepción con respecto al
primer libro cambia drasticamente. Iser (1987) nos explica que hay un doble efecto dentro de la
obra, es decir lo que se muestra y lo que se calla, y que ambos ayudan a construir la totalidad de la
pieza escrita. El autor explica que existe algo que él denomina correlatos intencionales, que se
explican como fragmentos que alcanzan su sentido total apuntando a algo más que tiene que ser
completado por medio de una inferencia por el lector. Tomando esto en cuenta, podemos saber que
hay un correlato intencional que adquiere relevancia para la recepción solo cuando publican El
señor de los anillos, y que esto modifica lo que la crítica pensaba que solo eran escenas en El
Hobbit. En la primera versión de la historia, para los lectores la aparición del anillo solo
representaba un objeto mágico de una obra de fantasía. En una relectura de El Hobbit posterior a la
publicación de El señor de los anillos, el anillo se vuelve la alegoría que Tolkien construye para
acercarse a la corrupción y la voluntad de sobrepasarla.

En una breve recapitulación contemplemos que es el anillo dentro de la construcción textual


de la obra, y la razón por la cual adquiere importante para El Hobbit por medio de la recepción
futura en el momento de la publicación de la obra. Como un correlato intencionado la recepción
toma al objeto mágico textual como un motor para fundamentar el relato de “el señor de los
anillos”, y al mismo tiempo como una reinterpretación de muchas cosas que suceden en “el hobbit”.
La visión del autor que plantea de los hobbits como pequeñas criaturas propensos para ser buenos,
se ve reforzada inmensamente al ser los únicos seres capaces de soportar lo que representa la
corrupción absoluta en el relato, no son inmunes a ella pero la soportan más que cualquier otro. La
recepción captura la imagen que Tolkien presenta del hobbit después de terminar el señor de los
anillos, y en la relectura del pequeño acto de bondad de perdonar una vida que intenta robar el
anillo termina provocando la salvación del mundo entero. Y esta es algo que la recepción de la obra
solo capta después de que publicación de El señor de los anillos, en primera lectura es un evento
que pasa desapercibido para el público. La recepción inicial de la primera versión no capta nada
más allá de una obra infantil que potencial, pero a medida que el universo que Tolkien construyo
crece, la visión que se tiene de El Hobbit se transforma, y la visión que Tolkien planteo en su obra
cobran mayor relevancia al ser interpretada por la recepción.
Habiendo llegado a este punto, el fenómeno de la recepción se aleja un poco de la teoría
tradicional debido a que esta no toma en cuenta los soportes creados en nuestro tiempo. En la
actualidad la recepción de la obra literaria es atravesada por el peculiar fenómeno de la adaptación
cinematográfica. No solo el público que recibe la obra es diferente al del pasado sino que también
la obra misma es transformada, Mbasi (2015) explica estas diferencias como que “el lector lee para
comprender, sentir, evaluar, percibir, almacenar el mensaje del escritor, mientras que el televidente
visiona para alcanzar, escuchar, imaginar, comparar el del director. Ahora bien, si el objetivo es el
mismo, es solo el código el que parece distanciar a los dos procesos de comunicación” (p.17).
Considerando estas diferencias tenemos que tener en cuenta que la obra cinematográfica intenta
expresar el mismo mensaje que el libro atreves de un medio diferente. Sin embargo, este mensaje
cambia, y esto se debe en parte a los artefactos mismos que se usan para producir la película, Mbasí
(2015) dice que “el cine o la televisión (es) una “narración precipitada” pues las secuencias se
reducen, los planos se acortan, el salto de cámara es vertiginoso. En cambio, los libros de literatura
pueden tener secuencias muy largas que no las modifican ni los ojos ni la mente, es decir, los
capítulos de un libro no pierden ni su longitud ni ampliación al mirar o reflexionar. Así pues, se
necesita recorrer página tras página para conseguir el mensaje del libro. Los textos literarios y
televisivos presentan discrepancias en lo referente a la interpretación” (p.24), y esto también se
relaciona con la diferencia del público, no es el mismo que lo leyó por primera vez sino que tiene
una idea completa de la historia. Y es aquí donde una gran diferencia aparece entre ambos medios,
el texto literario se muestra más abierto a la interpretación de diferentes aspectos, tanto técnicos de
escritura como de interpretación de fragmentos, mientras que el cine disminuye considerablemente
esta capacidad de interpretación, lo que conlleva comúnmente a que las adaptaciones sean
consideradas inferiores a las obras literarias en este sentido. Una de las razones de que esto ocurra
es el propio fundamento del funcionamiento de las producciones audiovisuales, Mbasí (2015) dice
que “el término imagen visual remite a la (de) un significante sonoro y un signo escrito, en el marco
de la televisión interviene la fonación de los sonidos. Este fenómeno que se realiza mediante
actores, puede favorecer que el sonido recibido por el televidente o la imagen acústica no sean los
esperados.” (p.28), mientras que en el caso del texto literario “el lector tiene mucho que ver con el
significante, la parte física del signo lingüístico, y se materializa de forma auditiva en el caso del
lenguaje hablado y como objeto de la percepción visual en el caso del lenguaje escrito.” (p.29). Por
lo que el sentido paralingüístico del cine es infinitamente superior al del texto literario con la
desgracia de sacrificar espacios de interpretación, que si bien son menores que en la obra literaria si
existen. Y esto provoca un efecto en la relectura de la obra para las generaciones futuras de lectura,
la capacidad misma de completar el significado del libro es disminuida o automatizada, y esto
ocurre por la imagen automática que deja el cine en las mentes de los posibles lectores.

Considerando las diferencias que existen entre los dos medios de comunicación, se nota que
marcan profundamente ambas producciones y que por ende la recepción de la misma se afecta en su
totalidad. En el análisis Seldon (2010) dice que la tarea del crítico no es explicar un texto sino
explicar los efectos en los lectores, y al variar las experiencias vividas de los mismos también varía
la experiencia de lectura. Mbasí (2015) dice que “el marco sociocultural e histórico de la obra
literaria (afecta) tanto en lo que afecta a su creación como a los procesos receptores. Por lo que los
factores contextuales influencian en todo hecho comunicativo” (p.24), y por ende una persona que
haya visto la película y que también conozca el libro tendría una fuerte imagen sobre la que juzgar
el trabajo, una persona que no lo hubiera leído aceptaría la historia como se la contaran en el cine, y
una persona que haya visto la película de “el señor de los anillos” también lo vería de manera
diferente. El horizonte de expectativas variaría en cualquiera de las configuraciones, lo que lleva a
un crecimiento total muy diferente de El Hobbit en el universo de significado colectivo que
comparte la cultura actual del mundo.

Es necesario notar que el cambio de la obra también ocurre en la adaptación


cinematográfica, ya que, ¿qué es una adaptación sino una reescritura de la obra original? Cómo
vimos el cambio de un medio a otro transforma la obra, y está no es una transformación superficial
sino que es profunda. Esta profundidad recae en el núcleo de la historia narrada en El Hobbit, más
precisamente en su adaptación, el cambio que ocurre con el material original se hace notar
primordialmente en la segunda y tercera película donde convierten un capítulo de quince páginas en
una película de tres horas. Un error garrafal que demuestra que la recepción puede tener efectos
impensablemente negativos en una obra, y esto lo fundamenta la fuerte influencia de los lectores y
seguidores de la obra de Tolkien. Esta transformación de la obra nunca hubiera sido posible sin la
manera por la cual la obra fue recibida a lo largo de los años por la recepción del público, y no solo
la obra individual sino la obra completa de Tolkien influyo a que esto sucediera, es decir la
publicación de El señor de los anillos, y su adaptación al cine que fue el punto culminante que
volvió a la obra conocida mundialmente masivamente. Sin mencionar el efecto que la adaptación
causa en el universo colectivo, la primera vez que la recepción se acercó a la obra imagino todo lo
que ocurría en la historia, ahora cada vez que alguien se acerca es casi imposible no imaginar las
cosas como se muestran en las adaptaciones.

Esta recepción masiva por parte de la adaptación expandió el significado total de la obra de
manera notoria. En un inicio se la considero un cuento infantil con potencial, ahora es un clásico
dentro de la literatura de fantasía, una narración que permio el género completamente, al nivel de
que cuando alguien escribe otro libro de fantasía es imposible no encontrar la influencia de Tolkien,
y cualquiera que se acerque a leer la obra llega con la imagen de que es un clásico, que es una obra
influyente que es imposible de leer sin tener esto en cuenta. La obra ha conseguido influir a la
cultura general inmensamente con un nivel que pocas otras han conseguido, aunque esto ocurra
principalmente con los lectores que forman parte del colectivo más grande del público, es decir el
público de masas, y no de los receptores más importantes que forman parte de la crítica.

4. El resultado de la recepción

La construcción de la obra por parte la recepción es algo que la teoría de la recepción


siempre ha tenido en cuenta en los cimientos de su teoría, y es algo que se puede apreciar con
seguridad en la creación de El Hobbit, sin embargo, también se debe considerar que la recepción
puede modificar una obra más allá de la mera interpretación que se le da, sino que también puede
transformarla en algo que no era en un inicio en un nivel sumamente importante. El recorrido de El
Hobbit demuestra este fenómeno de transformación y creación, tanto en la escritura y revisión de la
primera versión escrita como en la revisión de la adaptación cinematográfica, siendo ambas
producto de la recepción o generadas como respuesta de ella, y lo muestra como una construcción e
interpretación gigantesca que no para de crecer en el tiempo. El fenómeno que ocurre con El Hobbit
consigue demostrar que para nuestros tiempos algunos puntos de vista teóricos clásicos tienen que
empezar a considerar aquellos factores que modifican a las obras clásicas al entrar en dialogo con
ellas propios de nuestra era, tales como son las adaptación cinematográfica, y entender que a
medida que entramos en una nueva era digital las obras cambian y se adaptan con diferentes grados
de acierto y fracaso.

5. Bibliografía

Umberto Eco (1993). “Lector in fabula: la cooperación interpretativa en el texto interpretativo”.


Editorial Luman. Barcelona, España.

Seldon Raman (2010). Capitulo “La teoría de la recepción” en “La teoría literaria
contemporánea”. Plancia S.A. Barcelona, España.

Mbasí Stannis (2015) “La recepción: el público televisivo frente al público lector”. Impossibilia
Nº10, páginas 9-35 (Octubre 2015) ISSN 2174-2464. Universidad de Yaundé I, Camerún.
Wolfgang Iser (1987). “El proceso de lectura: enfoque fenomenológico”, en José A. Mayoral
(compilación) Estética de la recepción. Editorial Arco. Madrid, España.

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