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Bondi, Paula
Olmedo, Mariana
Alumno/a: …………………………………………………
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Partida:
Literatura:
Tampoco debemos olvidar que la obra literaria es también un objeto estético, presenta
en el discurso que la concretiza, ciertas características que la diferencian claramente de otros
discursos, como los periodísticos, los científicos, etc.). Estos últimos tienen un referente real,
mientras que el discurso literario crea su propio referente. El lenguaje literario es el
protagonista y, si bien aparecen todas las funciones del lenguaje, lo que caracteriza a este tipo
de discurso es la función poética a través de la cual el autor se preocupa por la forma del
mensaje. El artista selecciona las palabras y las combina de un modo único y personal
aprovechando los aspectos fónicos, morfológicos, sintácticos y semánticos que le ofrece la
lengua. Es decir, trabaja con la plurisignificatividad, polisemia y ambigüedad del signo
lingüístico utilizado las posibilidades connotativas del lenguaje que le permiten sugerir otros
significados y no uno solo como lenguaje denotativo.
Gustavo Bombini afirma que la literatura evade los sentidos convencionales, únicos,
cerrados, evita la transparencia y desmantela los estereotipos: rehúye las rutinas. Ejerce un
efecto desestabilizador sobre el lenguaje a través de transgresiones y montajes. Crea una nueva
realidad con reglas propias que permiten al lector pensar en la posibilidad de cuestionar su
propia realidad.
2. ¿Cuál de los textos leídos tiene como propósito informar? ¿Por qué? ¿Cómo te diste
cuenta? Ejemplifica.
3. ¿Cuál de estos textos tendrá como propósito central embellecer el lenguaje y hacer de
la lectura algo placentero? ¿Por qué? ¿Cómo te diste cuenta? Ejemplifica.
4. Presenta, a partir de esta actividad, una caracterización general de la literatura.
Para poder encarar el análisis de un objeto de estudio, primero hay que definirlo. Si el
objeto de estudio es la literatura, es necesario pensar a qué se llama literatura. Para eso los
diccionarios resultan un buen comienzo.
Por ejemplo, el Diccionario Enciclopédico Sopena explica que la literatura es “la realización
de lo bello por medio de la palabra”
Se trata de una respuesta muy amplia que, a la vez, genera algunas dudas. “Realizar”
algo significa hacerlo. Una vez hecho, se convierte en un “producto”. Por lo tanto, la literatura
estaría conformada por los productos bellos hechos de palabras.
Si se aplica el concepto de realización a las demás artes, se podría decir, por ejemplo,
que la música es la realización de lo bello por medio de sonidos e imágenes movimiento.
El diccionario, además, sugiere que no todos los productos hechos de palabras forman
parte de la literatura, sino exclusivamente aquellos que poseen la propiedad de ser bellos. Esto
lleva a preguntarse qué es “lo bello”, que se define en la misma obra como “una propiedad
armónica que poseen algunas personas o cosas y que producen en los otros un tipo de deleite
particular.”
Habitualmente, no se duda de que algo sea bello cuando se está en su presencia; todos
pueden decir si les gusta o no una cosa a partir de considerar su belleza. La definición de
literatura se volvería de esta forma totalmente transparente y ya no quedarían dudas: “literatura
es la realización de lo bello (es decir, lo que a cada persona le resulta bello) por medio de las
palabras”
Sin embargo, esta definición presenta dos problemas. En primer lugar, es demasiado
vaga, ya que depende exclusivamente de lo que a cada uno le gusta y no todas las personas
coinciden a la hora de decir que es bello y que no lo es. Incluso, la idea de belleza no sólo
cambia entre personas sino también de una época a otra. Lo que es bello para un momento
determinado de la historia de la cultura, no lo es para otra; por ejemplo, el ideal de mujer
renacentista –siglo VV y XVII- de contextura robusta y piel blanca y rozagante es muy
diferente a la concepción actual de belleza. Más aún, lo que es bello para un grupo determinado
no tiene por qué serlo para otro grupo. A muchos jóvenes les gusta la cumbia, mientras otros
consideran que no merece ser llamada música. En conclusión, el concepto de “lo bello” es
relativo.
En segundo lugar, no todos los productos realizados exclusivamente con palabras y que
son bellos, forman parte de la literatura. Muchos piropos reúnen ambas características (“¡qué
pasó en el cielo que se escaparon los ángeles?”, “¡Cómo ha avanzado la ciencia que hasta las
flores caminan!”), sin embargo, no son considerados como parte de la literatura.
Por lo tanto, aun aceptando como válida la definición del diccionario, es necesario hacer
una aclaración:
“La literatura es la realización de lo bello por medio de la palabra. Pero como el concepto de
belleza es relativo, la inclusión de un producto dentro del campo de la literatura es también
relativa”.
La literatura como ficción
Hay quienes consideran que lo que diferencia a los textos literarios de otro tipo de
productos realizados con palabras (los manuales de instrucciones, los reglamentos, las noticias
periodísticas) es la pertenecía de la literatura al campo de la ficción.
El problema, en este caso, sería aclarar qué es la ficción. Habitualmente se la equipara
con la “fantasía”, lo “no real”, la “cosa simulada”, el “producto de la imaginación” “lo fingido”
o “la acción de mentir”. Pero, estos conceptos poco tienen que ver con la ficción.
La ficción no es lo contrario de lo real, sino que presenta la imagen que de lo real puede
construirse. Equivale a la imagen de la realidad que en un tiempo histórico determinados se
propone para definir los ideales o para destacar los problemas o la decadencia moral y plantear
los principios que deben modificarse.
Entonces, si se considera que la ficción es uno de los medios para conocer la realidad,
la noción de literatura se amplía y puede incluirse en ella textos que no son totalmente
“producto de la imaginación”. Un ejemplo lo constituye la novela la canción del verdugo del
escritor estadounidense Norman Mailer basada en la investigación realizada por este autor
sobre los últimos días de Gary Gilmore, un ciudadano estadounidense que fue ajusticiado en
1977 por una serie de sangrientos delitos.
La función de la literatura
Desde que aparecieron las primeras obras, la literatura fue de alguna manera una forma
muy particular de diálogo entre dos personas: el autor y el lector ¿Qué buscan cada uno de
ellos? ¿Para qué le sirve a uno y a otro la literatura? Son las propias obras literarias las que, a
veces, dan las respuestas:
Madame Bovary, la protagonista de la novela homónima del escritor francés Gustave
Flaubert (1821-1880), leía novelas como una forma de escapar de su realidad a la que
consideraba mediocre y falta de interés. Scherezade, en las mil y una noches, le narraba
cuentos al sultán para evitar que le cortara la cabeza. El protagonista de “La tortuga de agua
dulce”, de la escritora estadounidense Patricia Highsmith (1921-1995), lee para no escuchar
los reclamos de su madre. Bastián Baltasar Bux, de La historia interminable, del alemán
Michael Endel (1929-1995), se refugia de las burlas de sus compañeros a través de la lectura,
para finalmente convertir el acto de leer en la única posibilidad de salvar el mundo de Fantasía,
en inminente peligro de extinción. Martín Fierro, el protagonista del poema del argentino José
Hernández (1834-1886), se pone a cantar para “consolarse de una pena extraordinaria”. El
español Fernando de Rojas (1465-1541), explica en el prólogo e La Celestina, que ha escrito
esa obra como advertencia a los jóvenes de los peligros que pueden acarrear ciertas formas de
amor.
Es decir, cada lector y cada escritor usa la literatura con fines diferentes, pero todos, o
la mayoría, parecen tener en común el hecho de encontrar en la literatura una forma muy
especial de placer.
A partir de las lecturas anteriores responde:
1. ¿Por qué la definición de diccionario no es útil para explicar qué es la literatura?
2. Caracteriza el concepto ficción.
3. ¿Cuál es la función de la literatura? ¿Para qué lees obras literarias?
La función poética
Todas las obras que se consideran literarias producen una suerte de placer vinculado
con lo bello. El que lee una novela o un poema encuentra un goce particular, diferente de otras
formas del deleite. Ese goce que la literatura, como las obras artísticas en general, es capaz de
generar, se denomina “placer estético”. Esa es, precisamente, la característica que define y
diferencia la literatura de otros productos hechos con palabras.
Por ejemplo, la finalidad de informar “a través de las palabras” se logra principalmente
mediante la función informativa que, para tal fin, emplea una serie de estrategias particulares.
Del mismo modo, la finalidad de llamar la atención de alguien “a través de las palabras”, se
logra principalmente por medio de la función apelativa. La finalidad estética propia de las
obras literarias se vale especialmente de la función estético-poética. Esta función se caracteriza
por interesarse en el mensaje mismo, no sólo por lo que se dice sino por cómo se lo dice; esto
significa que el lenguaje pasa a ser el protagonista del texto a través de una cuidada selección
y combinación de las palabras. En el lenguaje literario todas las palabras obedecen a sentidos
precisos: entre varias opciones se elige una palabra y no otra, porque la seleccionada es la que
mejor transmite la idea, es la expresión exacta que el autor quiere lograr. La función se
evidencia especialmente en la poesía. Un ejemplo lo representa el siguiente texto de Antonio
Machado que está dedicado a su difunta esposa, a quien el poeta asocia con el paisaje español
de Soria y sus años más felices.
El lenguaje literario
Dado que el lenguaje cobra una particular importancia en los textos literarios, es
interesante analizar cuáles son los rasgos que lo caracterizan:
1. es plurisignificativo dado que tiene la capacidad de sugerir tantos significados
como, en principio, acercamientos puedan hacerse al texto;
2. tiene la capacidad de crear su propia realidad, su propio universo universo de
ficción diferente de aquel en que están inmersos tanto el autor como el lector;
3. posee una entidad lingüística propia, dado que las relaciones entre los significados
y los significantes son distintas de las que las palabras tienen en el uso cotidiano.
Por ejemplo, cualquier verso de un poema transmite más información que una
simple secuencia de palabras;
4. es connotativo, porque las palabras presentan valores semánticos (significados)
peculiares y de su combinación puede surgir una nueva visión de la realidad, un
nuevo concepto.
De manera que, para llegar a una definición de literatura, se pueden reunir los
siguientes aspectos:
1. es un producto humano que se realiza por medio de las palabras;
2. la presencia de lo bello, es central a la hora de calificar una obra como literaria. Las
obras literarias tienen claramente una función estética;
3. el concepto de belleza es variable, ya que está determinado por la época y por cada
grupo social y cultural. Por lo tanto, lo que se considera literatura también cambia;
4. los lectores y los autores tienen diferentes intenciones al abordar una obra literaria.
Sin embargo, es legítimo considerar que ambos coinciden en buscar en la literatura
un tipo de particular de placer que puede denominarse placer estético.
Una posible conclusión a partir de lo anterior es que todo lo que se lee como
literatura es literatura. Esta nueva definición le otorga un lugar privilegiado al
receptor, quien tendría en sus manos los elementos que permiten caracterizar a una
obra como literaria o no literaria.
Pero, además, según las épocas, los grupos sociales y las regiones, los textos literarios
integran o no “la literatura”. Es decir, una obra puede no ser considerada literaria por
sus contemporáneos, pero tiempo después puede incluirse en esa categoría. Un
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ejemplo representativo es el del escritor francés, conocido como Marqués de Sade
(1740-1814), quien escribió en su época obras que escandalizaron a sus
contemporáneos. Las mismas fueron consideradas obscenas y consecuentemente
carentes de interés artístico. En la actualidad, son consideradas literarias y se estudian
en las universidades. En otras palabras, obras que estuvieron fuera del canon literario
del siglo XVIII, forman parte del canon literario del siglo XXI.
El canon literario
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los siguientes: al lector le permite reconocer que el libro que está por leer contiene una
novela y no, por ejemplo, una obra de teatro y, a partir de eso, plantearse determinadas
expectativas. El autor, por su parte, necesita conocer las pautas que caracterizan al texto
que desea escribir: si fuera un cuento, debe reconocer sus particularidades para poder
encarar su escritura. Para el editor (responsable de publicar y comercializar el texto) es
fundamental tener en cuenta qué quiere hacer circular en la sociedad. A los estudiosos
de la literatura les sirve para establecer relaciones entre los diferentes tipos de obras a
las que dedican su investigación.
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Características de los géneros literarios
Los tres géneros literarios clásicos (narrativo, lírico y dramático) se diferencian por las
características particulares que cada uno presenta. De esta manera, los textos incluidos en,
por ejemplo, el género narrativo, tienen rasgos generales semejantes.
La particularidad esencial de los textos que conforman el género narrativo es la de
contar hechos. La acción de contar supone plantear una ficción y comunicar el universo
creado (ficcional) de hechos y experiencias. Quien está a cargo de contar, en estos textos, es
el narrador. El material discursivo, por lo general, está en prosa. Las formas más comunes de
la narrativa son el cuento y la novela, aunque también se incluyen en este género las fábulas,
los mitos y las leyendas.
El género dramático, como su nombre lo indica (del griego drama: “acción”) incluye
las obras pensadas para ser representadas. La historia, en este caso, se reconstruye a través de
las palabras (diálogos) y la presencia (actuación) de los personajes. A diferencia del discurso
narrativo, que está mediatizado por la voz del narrador, en las obras dramáticas no hay
intermediarios entre los espectadores y la vida que se hace presente en el desarrollo de la
acción dramática.
La poesía (género lírico) es de estos tres géneros, por su diversidad y amplitud, el más
difícil de definir. El profesor Jaime Rest señala en Conceptos fundamentales de la literatura
moderna que “muchos son los autores y los críticos que han destacado en infinidad de
ocasiones el hecho de que la poe-sía supone no sólo la introducción del verso sino también
una concentración imaginativa del lenguaje, un pleno aprovechamiento del poder sugestivo y
evocador que es propio de las palabras, una intrincada relación de los efectos sonoros y
musicales” relacionados con el significado particular de las palabras. En definitiva,
musicalidad, ritmo y la presencia de la composición en verso, son las marcas más
importantes de la poesía.
Si bien las características anteriores son generales, existen textos que, aunque
pertenecen a un género emplean recursos propios de otro. Por ejemplo, de los géneros
mencionados, los que generalmente se escriben en prosa son la narrativa y el teatro, mientras
que la poesía se escribe en verso. Existen, sin embargo, muchas excepciones: una parte
significativa de la obra poética del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) está escrita en
prosa; el italiano Dante Alighieri (1265-1321) compuso su Divina Comedia en verso aunque
no se trata de una poesía, ni mucho menos una obra de teatro como podría anticipar su título,
y quizás se acerque más a lo que actualmente se considera una novela; gran parte del teatro
clásico fue escrito en verso: Fuenteovejuna, del español Lope de Vega (1562-1635); Romeo
y Julieta, del inglés William Shakespeare (1564-1616); La vida es sueño, del español
Calderón de la Barca (1600-1681); Fedra, del francés Racine (1639-1699) son algunos
ejemplos.
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Maldición eterna a quien lea estas páginas del escritor argentino Manuel Puig (1932-
1990), a pesar de que no tiene narrador, es una novela.
El análisis literario
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Son
“A menudo se han
suscitado prolongados
debates en torno de la
lectura, basados en el
Cómo analizar un texto interrogante planteado
muchas las formas de encarar el análisis de un texto. En gran medida, estas acerca de si el lector
formas dependen de las competencias con que cuenta cada lector y en compone su obra con
la intención de ser
algunos casos, de las corrientes de análisis en las que este se inscribe.
leído o con el mero
En general, se puede establecer dos grandes tendencias: propósito de liberarse
de ciertas
quienes sostiene que el análisis se limita a la obra en sí. Los preocupaciones
íntimas. Desde el
estudiosos que adoptan este método prescinden de todo lo que punto de vista literario,
esta formulación del
pudiera considerarse como “anexo” del texto. Por ejemplo, la problema es
biografía del autor y el entorno social y cultural en el que fue escrito. absolutamente ociosa
e inútil, pues el texto
Este tipo de análisis puede denominarse “inmanente”-del latín poético sólo se
construye al
inmanere, “permanecer en”-, porque sólo tiene en cuenta lo interno completarse el circuito
al texto, permanece dentro de él; formado por la
escritura y lectura.
quienes opinan que toda obra “habla” directa o indirectamente sobre
Aún más, cabe
la época en que fue producida y que, por este motivo, es posible enfatizar que el autor
del texto siempre
reconocerla y considerarla como un testimonio de su contexto. A propone una
este tipo de análisis se lo denomina “trascendente”- del latín composición que
posee cierto margen
trascender, “ir más allá, rebasar las fronteras”- porque se extiende a de apertura que sólo
se completa o se cierra
otras cosas. En otras palabras, no analiza únicamente el material a través de la
lingüístico, sino que trabaja también sobre las circunstancias en que la intervención
obra fue de cada
lector.”
compuesta y los datos biográficos del autor.
Rest, Jaime. Conceptos
Estas dos posturas representan los extremos de un continuum dentro del cualfundamentales
pueden de la
literatura moderna.
encontrarse varias propuestas de análisis que toman, en mayor o menor grado, elementos
Buenos Aires.de
CEAL,
1984
ambas corrientes.
Género Narrativo
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Acciones nucleares y acciones secundarias
Estructura Narrativa
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Está compuesta de estas tres partes:
1. Introducción o planteamiento. Sirve para introducir los personajes. Nos presenta una
situación inicial, un conflicto que les sucede a
unos personajes en un tiempo y en un lugar
determinados.
A medianoche (tiempo) una multitud de
personas (personajes) invaden las calles de
San Bernardino (lugar) dando gritos de
protesta.
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Orden temporal y orden lógico
Como ya se dijo, en toda narración el emisor organiza las acciones sucesivamente. Esta
sucesión puede seguir dos clases de órdenes: el orden temporal o cronológico, en el que una
acción sucede antes, al mismo tiempo, o después de otra; y el orden lógico, que indica que una
acción es la causa de otra posterior o el efecto de una anterior.
Empalmes
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Se hace camino al andar.
Partida:
Historia y relato:
Las narraciones están formadas por sucesos y expansiones. Estas expansiones son tanto
las acciones secundarias como las secuencias no narrativas insertas, por ejemplo,
descriptivas (detallan cómo es el espacio, los objetos, los personajes, etc), dialogales
(introducen conversaciones entre los personajes), expositivas-explicativas (exponen cómo o
por qué sucedió un hecho) y argumentativas (presentan opiniones). En resumen, las
expansiones se subordinan a las acciones nucleares y las desarrollan para agregar información
y promover el interés del destinatario. Si bien pueden ser modificadas o suprimidas sin alterar
la historia (qué se narra), permiten distinguir relatos (cómo se narra) sobre una misma historia.
Por ejemplo:
Un día, dos amigos fueron a pescar al río, pero luego se desató una tormenta. Por eso,
debieron volver al pueblo sin pescados.
Un día, dos amigos se juntaron bien temprano y recorrieron el camino que los llevaban
hasta el río. Una vez ahí, prepararon sus cañas y comenzaron a pescar. La mañana era
agradable, con un cielo limpio y con una brisa suave. Los amigos, esperando el pique,
conversaban sobre la posibilidad de comprar un bote para poder recorrer el río. Pero, de
repente, la brisa cambió, se levantó un fuerte viento y, antes de que pudiesen reaccionar,
se desató una tormenta. Rápidamente, el camino se inundó y los amigos pensaron que
pronto se volvería intransitable. “Hay que irse ya”, dijo uno. Con mucho pesar,
decidieron volver al pueblo con las manos vacías. El bote debía esperar.
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“Las características de la narración permiten que de una misma historia puedan
realizarse múltiples relatos, incluso en soportes y mediante lenguajes muy diferentes
entre sí.”
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A. ¿Cuál es la historia que se narra?
B. ¿Qué tipo de secuencia expande la historia?
2. Buscar una noticia en un diario y distinguir en ella la historia del relato. Luego
explicar mediante qué secuencias se complementan las acciones nucleares.
Partida:
Todo relato es el producto de una forma de organizar los sucesos significativos de una
experiencia, es decir, una historia. Pero mientras en la historia los sucesos se ordenan
necesariamente de manera cronológica, en los relatos, éstos pueden disponerse de diferentes
maneras. Por ejemplo, es frecuente que los textos periodísticos comiencen por el final y luego
narren los sucesos anteriores. Es decir, no necesariamente respeta el orden cronológico de la
historia, ya que puede organizar los sucesos mediante diversas estrategias.
La anacronía es la alteración de orden temporal de las acciones de la historia:
Si se evoca sucesos anteriores al momento de la historia, se utiliza la analepsis.
si se alude a un acontecimiento que ocurrirá con posterioridad a ese momento, se emplea la
prolepsis.
La analepsis y la prolepsis son estrategias narrativas que pertenecen al nivel del relato,
ya que permiten, por ejemplo, jerarquizar un suceso sobre otro, completar el sentido de una
acción o producir suspenso.
Actividad:
Distinguir en el siguiente relato una analepsis y una prolepsis. Marcarlas con
diferentes colores o subrayados.
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“Esa mañana vi pasar a Micaela. Al verla caminar con ese vestido floreado, recordé aquel
verano en el cual la había conocido y me quedé sin aliento. Y supe que al día siguiente volvería
a encontrarla, lo cual desencadenaría una serie de eventos extraños.”
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Empalmes
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Tipos de narradores
1.NARRADOR EN PRIMERA PERSONA (Participa en los hechos narrados, los vive desde
dentro)
“Llegó el día de apartarme de la mejor vida que he pasado. Dios sabe lo que sentí al dejar
tantos amigos y apasionados, que eran sin número. Vendí lo poco que tenía, de secreto para
el camino, y con ayuda de unos embustes, hice hasta seiscientos reales”. Historia de la vida
del Buscón, Francisco de Quevedo.
b) Narrador testigo: El narrador es un personaje que interviene dentro del relato (personaje
secundario) pero no es el protagonista. Cuenta los hechos que ha visto pero es ajeno al
mundo interior del personaje protagonista.
"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el
cambio de los cien pesos y los dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en
seguida, resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la escondieron con pudor en un
bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos
rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de
donde sacar voluntad para curarse”. Onetti, “Los adioses”
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3. NARRADOR EN TERCER PERSONA (No participa en los hechos narrados, los ve desde
fuera)
Narrador omnisciente: Tiene un conocimiento total de los hechos y de los personajes,
incluidos sus pensamientos y sentimientos.
Actividad:
Elabora tres breves relatos de ficción que tengan diferentes narradores: primera
persona, segunda persona y tercera persona.
Focalización:
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focalización externa, cuando el conocimiento no está ligado a la perspectiva de ningún
personaje.
Actividad:
Tipos de narraciones
Actividad:
A partir de los diferentes tipos de narraciones que hemos estudiado, elabora un cuadro
que te permita sistematizar esta información.
Género Fantástico
Lo inexplicable y la literatura
¿Cuántas veces, en medio de nuestro andar cotidiano, nos ocurre algo insólito,
inexplicable? ¿El mundo se detiene cuando dormimos? ¿Vimos una sombra o un fantasma?
¿Gotea la canilla o pequeñas criaturas bailan en las cañerías?
El pensamiento fantástico es inherente al género humano, habita en lo más profundo
de nuestra mente. Fantasear enriquece el espíritu porque posibilita que nos abramos a
nuestros deseos más profundos, salvemos temores y podamos descubrirnos.
Lo fantástico ha estado presente en la literatura desde los primeros tiempos, obedeciendo a la
necesidad de explicar lo desconocido, lo enigmático y lo sobrenatural. Como lectores
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aceptamos el juego: dejamos nuestros razonamientos y certezas sean puestos en duda y nos
arrastren hacia una realidad perturbadora e inquietante como una experiencia inolvidable;
nos convertimos, al mismo tiempo, en cómplices y en víctimas del autor.
Partida:
Los relatos fantásticos:
Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su
marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con
un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva
mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba
profundamente, sin darlo a conocer. Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron
una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de
amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía
siempre. La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del
patio silencioso frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de
palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas
paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los
pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su
resonancia. En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había
concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil,
sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido. No es raro que adelgazara. Tuvo un
ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía
nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a
uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia
rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su
espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos
fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una
palabra. Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció
desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y
descansos absolutos. -No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-.
Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada... Si mañana se despierta
como hoy, llámeme enseguida. Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse
una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más
desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte.
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Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas
sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz
encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La
alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a
lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección. Pronto
Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron
luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar
la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente
mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de
sudor. -¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra. Jordán
corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror. -¡Soy yo, Alicia, soy
yo! Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato
de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido,
acariciándola temblando. Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide,
apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos. Los médicos
volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día
a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en
estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron
largo rato en silencio y siguieron al comedor. -Pst... -se encogió de hombros desalentado su
médico-. Es un caso serio... poco hay que hacer... -¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y
tamborileó bruscamente sobre la mesa. Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia,
agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no
avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que
únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar
la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer
día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le
tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron
en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la
colcha. Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las
luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico
de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado
de los eternos pasos de Jordán.
Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un
rato extrañada el almohadón. -¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay
manchas que parecen de sangre. Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez.
Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia,
se veían manchitas oscuras. -Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de
inmóvil observación. -Levántelo a la luz -le dijo Jordán. La sirvienta lo levantó, pero
enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué,
Jordán sintió que los cabellos se le erizaban. -¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca. -Pesa
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mucho -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar. Jordán lo levantó; pesaba
extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y
envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron y la sirvienta dio un grito de horror con
toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los ojos Sobre el fondo, entre las
plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola
viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca. Noche a
noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su
trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi
imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo,
pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco
noches, había vaciado a Alicia. Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual,
llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece
serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.
Responder:
1. ¿Cuál es la razón del título?
2. ¿Cuál es el tema de la narración?
3. Escribe un breve resumen del argumento con sus tres momentos (marco, conflicto y
desenlace)
4. Describir los personajes del cuento
5.. ¿Dónde suceden los hechos?
6. ¿En cuánto tiempo se desarrollan los hechos?
7. ¿Cómo se puede clasificar el cuento?
8. ¿Qué tipo de narrador utiliza? Justificar con la lectura y con la teoría estudiada.
9. ¿Por qué es considerado literatura?
¡Seguimos analizando cuentos!
Leer y releer, acompañado por la docente, el cuento “La galera” de Manuel Mujica Laínez.
La Galera
¿Cuántos días, cuántos crueles, torturadores días hace que viajan así, sacudidos,
zangoloteados, golpeados sin piedad contra la caja de la galera, aprisionados en los asientos
duros? Catalina ha perdido la cuenta. Lo mismo pueden ser cinco que diez, que quince; lo
mismo puede haber transcurrido un mes desde que partieron de Córdoba arrastrados por
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ocho mulas dementes. Ciento cuarenta y dos leguas median entre Córdoba y Buenos Aires, y
aunque Catalina calcula que ya llevan recorridas más de trescientas, sólo ochenta separan en
verdad a su punto de origen y la Guardia de la Esquina, próxima parada de las postas.
Los otros viajeros vienen amodorrados, agitando las cabezas como títeres, pero Catalina
no logra dormir. Apenas si ha cerrado los ojos desde que abandonaron la sabia ciudad. El
coche chirría y cruje columpiándose en las sopandas de cuero estiradas a torniquete, sobre
las ruedas altísimas de madera de urunday. De nada sirve que ejes y mazas y balancines
estén envueltos en largas lonjas de cuero fresco para amortiguar los encontrones. La galera
infernal parece haber sido construida a propósito para martirizar a quienes la ocupan. ¡Ah,
pero esto no quedará así! En cuanto lleguen a Buenos Aires la vieja señorita se quejará a don
Antonio Romero de Tejada, administrador principal de Correos, y si es menester irá hasta la
propia Virreina del Pino, la señora Rafaela de Vera y Pintado. ¡Ya verán quién es Catalina
Vargas!
La señorita se arrebuja en su amplio manto gris y palpa una vez más, bajo la falda, las
bolsitas que cosió en el interior de su ropa y que contienen su tesoro. Mira hacia sus
acompañantes, temerosa de que sospechen de su actitud, mas su desconfianza se deshace
presto. Nadie se fija en ella. El conductor de la correspondencia ronca atrozmente en su
rincón, al pecho el escudo de bronce con las armas reales, apoyados los pies en la bolsa del
correo. Los otros se acomodaron en posturas disparatadas, sobre las mantas con las cuales
improvisan lechos hostiles cuando el coche se detiene para el descanso. Debajo de los
asientos, en cajones, canta el abollado metal de las vajillas al chocar contra las provisiones y
las garrafas de vino.
Afuera el sol enloquece al paisaje. Una nube de polvo envuelve a la galera y a los cuatro
soldados que la escoltan al galope, listas las armas, porque en cualquier instante puede surgir
un malón de indios y habrá que defender las vidas.
La sangre de las mulas hostigadas por los postillones mancha los vidrios. Si abrieran las
ventanas, la tierra sofocaría a los viajeros, de modo que es fuerza andar en el agobio de la
clausura que apesta el olor a comida guardada y a gente y ropa sin lavar.
¡Dios mío! ¡Así ha sido todo el tiempo, todo el tiempo, cada minuto, lo mismo cuando
cruzaron los bosques de algarrobos, de chañares, de talas y de piquillines, que cuando
vadearon el Río Segundo y el Saladillo! Ampía, los Puestos de Ferreira, Tío Pugio, Colmán,
Fraile Muerto, la esquina de Castillo, la Posta del Zanjón, Cabeza de Tigre... Confúndense
los nombres en la mente de Catalina Vargas, como se confunden los perfiles de las estancias
que velan en el desierto, coronadas por miradores iguales, y de las fugaces pulperías donde
los paisanos suspendían las partidas de naipes y de taba para acudir al encuentro de la
diligencia enorme, único lazo de noticias con la ciudad remota.
¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Y las tardes que pasan sin dormir, pues casi todo el viaje se
cumple de noche! ¡Las tardes durante las cuales se revolvió desesperada sobre el catre
rebelde del parador, atormentados los oídos por la cercanía de los peones y los esclavos que
desafinaban la vihuela o asaban el costillar! Y luego, a galopar nuevamente... Los negros se
afirmaban en el estribo, prendidos como sanguijuelas, y era milagro que la zarabanda no los
despidiera por los aires; las petacas, baúles y colchones se amontonaban sobre la cubierta.
Sonaba el cuerno de los postillones enancados en las mulas, y a galopar, a galopar...
Catalina tantea, bajo la saya que muestra tantos tonos de mugre como lamparones las
bestias uncidas al vehículo, los bolsos cosidos, los bolsos grávidos de monedas de oro. Vale
la pena el despiadado ajetreo, por lo que aguarda después, cuando las piezas redondas que
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ostentan la soberana efigie enseñen a Buenos Aires su poderío. ¡Cómo la adularán! Hasta el
señor Virrey del Pino visitará su estrado al enterarse de su fortuna.
¡Su fortuna! Y no son sólo esas monedas que se esconden bajo su falda con delicioso
balanceo: es la estancia de Córdoba y la de Santiago y la casa de la calle de las Torres... Su
hermana viuda ha muerto y ahora a ella le toca la fortuna esperada. Nunca hallarán el
testamento que destruyó cuidadosamente; nunca sabrán lo otro... lo otro... aquellas medicinas
que ocultó... y aquello que mezcló con las medicinas... Y ¿qué? ¿No estaba en su derecho al
hacerlo? ¿Era justo que la locura de su hermana la privara de lo que se le debía? ¿No
procedió bien al protegerse, al proteger sus últimos años? El mal que devoraba a Lucrecia era
de los que no admiten cura...
El galope... el galope... el galope... junto a la portezuela traqueteante baila la figura de uno
de los soldados de la escolta. El largo gemido del cuerno anuncia que se acercan a la Guardia
de la Esquina. Es una etapa más.
Y las siguientes se suceden: costean el Carcarañá, avizorando lejanas rancherías
diseminadas entre pobres lagunas donde bañan sus trenzas los sauces solitarios; alcanza a
India Muerta; pasan el Arroyo del Medio... Días y noches, días y noches. He aquí a
Pergamino, con su fuerte rodeado de ancho foso, con su puente levadizo de madera y cuatro
cañoncitos que apuntan a la llanura sin límites. Un teniente de dragones se aproxima,
esponjándose, hinchando el buche como un pájaro multicolor, a buscar los pliegos sellados
con lacre rojo. Cambian las mulas que manan sudor y sangre y fango. Y por la noche
reanudan la marcha.
El galope... el galope... el tamborileo de los cascos y el silbido veloz de las fustas... No
cesa la matraca de los vidrios. Aun bajo el cielo fulgente de astros, maravilloso como el
manto de una reina, el calor guerrea con los prisioneros de la caja estremecida. Las ruedas se
hunden en las huellas costrosas dejadas por los carretones tirados por bueyes. Pero ya falta
poco, Arrecifes... Areco... Luján... Ya falta poco.
Catalina Vargas va semidesvanecida. Sus dedos estrujan las escarcelas donde oscila el oro
de su hermana. ¡Su hermana! No hay que recordarla. Aquello fue una pesadilla soñada hace
mucho.
El correo real fuma una pipa. La señorita se incorpora, furiosa. ¡Es el colmo! ¡Como si no
bastaran los sufrimientos que padecen! Pero cuando se apresta a increpar al funcionario,
Catalina advierte dentro del coche la presencia de una nueva pasajera. La ve detrás del
cendal de humo, brumosa, espectral. Lleva una capa gris semejante a la suya, y como ella se
cubre con un capuchón. ¿Cuándo subió al carruaje? No fue en Pergamino. Podría jurar que
no fue en Pergamino, la parada postrera. Entonces, ¿cómo es posible...?
La viajera gira el rostro hacia Catalina Vargas, y Catalina reconoce, en la penumbra del
atavío, en la neblina que todo lo invade, la fisonomía angulosa de su hermana, de su hermana
muerta. Los demás parecen no haberse percatado de su aparición. El correo sigue fumando.
Más acá el fraile reza con las palmas juntas y el matrimonio que viene del Alto Perú dormita
y cabecea. La negrita habla por lo bajo con el oficial.
Catalina se encoge, transpirando de miedo. Su hermana la observa con los ojos
desencajados. Y el humo, el humo crece en bocanadas nauseabundas. La vieja señorita
quisiera gritar, pero ha perdido la voz. Manotea en el aire espeso, mas sus compañeros no
tienen tiempo de ocuparse de ella, porque en ese instante, con gran estrépito algo cede en la
base del vehículo y la galera se tuerce y se tumba entre los gruñidos y corcovos de las mulas
sofrenadas bruscamente. Uno de los ejes se ha roto.
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Postillones y soldados ayudan a los maltrechos viajeros a salir de la casilla. Multiplican las
explicaciones para calmarlos. No es nada. Dentro de media hora estará arreglado el
desperfecto y podrán continuar su andanza hacia Arrecifes, de donde los separan cuatro
leguas. Catalina vuelve en sí de su desmayo y se halla tendida sobre las raíces de un ombú.
El resto rodea al coche cuya caja ha recobrado la posición normal sobre las sopandas. Suena
el cuerno y los soldados montan en sus cabalgaduras. Uno permanece junto a la abierta
portezuela del carruaje, para cerciorarse de que no falta ninguno de los pasajeros a medida
que trepan al interior. La señorita se alza, mas un peso terrible le impide levantarse. ¿Tendrá
quebrados los huesos, o serán las monedas de oro las que tironean de su falda como si fueran
de mármol, como si todo su vestido se hubiera transformado en bloque de mármol que la
clava en tierra? La voz se le anuda en la garganta. A pocos pasos, la galera vibra, lista para
salir. Ya se acomodaron el correo y el fraile franciscano y el matrimonio y la negra y el
oficial. Ahora, idéntico a ella, con la capa color de ceniza y el capuchón bajo, el fantasma de
su hermana Lucrecia se suma al grupo de pasajeros. Y ahora lo ven. Rehúsa la diestra galante
que le ofrece el postillón. Están todos. Ya recogen el estribo. Ya chasquean los látigos. La
galera galopa, galopa hacia Arrecifes, trepidante, bamboleante, zigzagueante, como un ciego
animal desbocado, en medio de una nube de polvo.
Y Catalina Vargas queda sola, inmóvil, muda, en la soledad de la pampa y de la noche,
donde en breve no se oirá más que el grito de los caranchos.
Actividades:
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8. ¿Qué clase de narrador cuenta la historia? Justificar con la lectura y la teoría
literaria.
9. ¿En cuál/es personajes se focaliza el narrador? Justificar con la lectura y la
teoría.
10. ¿Qué tiempo verbal se emplea para contar la historia? ¿Qué efecto causa en el
lector?
11. ¿A qué género pertenece “La galera”? ¿Por qué?
Bibliografía Consultada
Slutsky, Lengua y Literatura III Prácticas del lenguaje; Santillana en línea. Bs. As. 2014
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