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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO - FACULTAD DE PSICOLOGÍA 27 de abril de 2007

Psiconeuroendocrinología1
Docente: Mariela Castro2
marielacastro1973@yahoo.com.ar

Introducción

La palabra Psiconeuroendocrinología plantea, ya con enunciarla, la complejidad del


tema, que no debe sorprender en la medida que se trata de la complejidad humana.
Intentaremos a lo largo de la clase, no solo definir de qué se trata, sino también reflexionar el
por qué de la importancia de conocer este tema en este curso de formación y el para qué de
ese conocimiento, con lo cual estamos aludiendo a la utilidad de este tema. Es decir que nos
ocuparemos de qué es la Psiconeuroendocrinología, por qué saber de qué estamos hablando, y
para qué nos sirve ese conocimiento. Sobre estos tres ejes intentaremos aproximarnos a la
complejidad humana, a su funcionamiento y organización desde la mirada integradora de la
Psiconeuroendocrinología. Un tema para sumergirnos a través de él en el estudio de las Etapas
de la Vida. A medida que avancemos vamos a ir mencionando conceptos, que quizás asusten
o resulten un tanto tediosos en un primer momento, pero que trataremos de ir aclarando en la
medida de lo posible, ya que es necesario asimilarlos para poder entender de qué estamos
hablando cuando mencionamos a la Psiconeuroendocrinología. Espero poder ser clara; de
todos modos, ante la duda, pueden consultarme y con todo gusto trataré de aclarar o ampliar
lo que sea necesario. Al comienzo de esta clase figura mi dirección de correo electrónico.
Empecemos entonces.

¿Qué es la Psiconeuroendocrinología?

Este es un término que en las últimas décadas ha ido cobrando cada vez mayor
importancia. Diversos adelantos han contribuido a la precisión de su definición y de su campo
de alcance. Es el caso del descubrimiento de las hormonas. Clásicamente la hormona fue
definida como un mensajero químico a distancia, por su capacidad para recorrer largas
distancias en el organismo para ejercer sus efectos. Pero esta conceptualización experimentó
un cambio. Por un lado, era una definición que no diferenciaba con claridad entre hormona y
neurotransmisor (NT), ya que los neurotransmisores también son mensajeros químicos, la
diferencia solo está en que estos actúan en el sistema nervioso a nivel de la sinapsis química
(comunicación interneuronal) y la mayoría de las hormonas son liberadas al torrente
sanguíneo por donde circulan hasta llegar al órgano blanco. Y, por otro lado, se supo que las
hormonas pueden actuar también a corta distancia, incluso sin recorrer tramos largos del
organismo a través de la sangre. Pueden ser volcadas al espacio intercelular y producir allí sus
efectos. Puede observarse que la definición clásica requería ser ampliada.

Otro paso en la profundización del tema fue el estudio de las alteraciones del sistema
neuroendocrino y las llamadas enfermedades mentales. Comenzaron a descubrirse los NT
también. Todo esto permitió el desarrollo de la Psiquiatría Biológica. Bleuler, que ha sido
uno de los padres de la psiquiatría, ya se había dedicado a investigar acerca de la relación

1
Este trabajo es una clase desarrollada en el marco de un Curso de Acompañante Terapéutico.
2
Psicóloga, Profesora de Psicología, Especialista en Psicodiagnóstico. Profesora Adjunta y Docente
Investigadora del Grupo Desarrollo Temprano de la Cátedra Neuropsicología y Psicología del Desarrollo de
Carrera Psicología (UNR). Docente del Seminario Electivo “Clínica con niños desde la perspectiva del
Desarrollo Temprano”. Docente Responsable de los Seminarios Diagnóstico I y Diagnóstico II del Postítulo de
Formación Universitaria en Desarrollo Temprano de la Facultad de Psicología (UNR).

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entre el sistema endocrino y las alteraciones observadas en las enfermedades mentales,


buscando también el correlato a nivel del comportamiento del enfermo psiquiátrico.

Si desglosamos la palabra (D1) aparecen los prefijos “psico”, “neuro” y, finalmente, la


palabra “endocrinología”. La “endocrinología” es una disciplina que se encarga del estudio
del sistema endocrino, sus componentes (glándulas y hormonas), sus modos de regulación y
los efectos de su funcionamiento, tanto saludable como alterado o patológico. El prefijo
“neuro” alude a la participación del sistema nervioso que, junto con el sistema endocrino,
constituye la torre de control por excelencia de la coordinación general de toda la actividad
humana.

En las últimas décadas, en especial la del „60, se empezaron a profundizar y esclarecer


mejor las conexiones anátomo-funcionales entre el sistema nervioso (SN) y el sistema
endocrino (SE). Tanto desde el punto de vista embriológico como desde el punto de vista
funcional, el SN central (SNC) y el SE no son sistemas separados sino que funcionan como
un único sistema. De ahí el concepto: sistema neuroendocrino.

Toda la maduración del ser humano, que incluye tanto su crecimiento como su
desarrollo, se basa en una serie encadenada de diversos y complejos procesos hormonales, en
los que el cerebro tiene su participación como una especie de capitán, y a su vez los efectos de
estos procesos vuelven a reingresar en el mismo, siguiendo un mecanismo de
retroalimentación (regulación) que contribuyen a la maduración del cerebro. Un ejemplo de
esto lo constituye el caso de un niño con déficit tiroideo que, como consecuencia de este
déficit funcional, presenta cretinismo. Esta enfermedad se caracteriza por un retraso
psicofísico generalizado, alcanza solo una baja estatura, tiene escoliosis, las extremidades
crecen deformadas, las facciones son toscas, y manifiesta retraso cognitivo y emocional. La
tiroides es una glándula ubicada a la altura del cuello y produce hormonas que son
indispensables para la maduración sana de un niño: la T3 (triyodotironina) y la T4
(tetrayodotironina o más conocida como tiroxina). El déficit en la producción de T4 es lo que
genera cretinismo. Cuando un niño nace con déficit de tiroxina, las neuronas del cerebro no
desarrollan sus múltiples y variadas ramificaciones, que son las que conforman la compleja
red cerebral. En consecuencia, esa red neuronal se ve limitada y afectada considerablemente
en cantidad y calidad funcional. El desarrollo se realiza de manera disarmónica, las funciones
cerebrales superiores presentan un retardo en su aparición y organización, retraso que puede
llegar a ser muy profundo. Todo esto demuestra que la hormona tiroidea T4 produce a la vez
un incremento de la maduración de las funciones cerebrales y el crecimiento somático. Esto es
solo un ejemplo, existen otros en el funcionamiento humano que también dan cuenta de la
íntima relación entre el SN y el SE, como veremos más adelante.

Por su parte, el prefijo “psico” hace referencia a todas las funciones psicológicas,
desde procesos básicos del aprendizaje, como memoria, atención, sensopercepción,
motivación y emoción, hasta funciones superiores como las actividades gnósico-práxicas (las
gnosias son funciones de reconocimiento perceptual y las praxias son habilidades motoras) y
el lenguaje. Todos, por supuesto, vinculados al desarrollo del pensamiento y al
comportamiento general del sujeto. Se ve, entonces, que éste es un nivel de integración de
mayor complejidad que el sistema neuroendocrino y como tal lo hace superior. Mantiene una
relación recursiva con el nivel biológico, sin restarle la primacía ni la complejidad que
también tiene. Recordemos la frase de Sabelli (1989) que el Prof. Frenquelli mencionó en su
primera clase en este curso: “Primacía de lo biológico y supremacía de lo psicológico”. (D2)
Desde el monismo psicofísico emergentista, las funciones psíquicas son concebidas como

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emergentes, productos del ensamble del nivel biológico, la materia, el sistema nervioso, y el
nivel sociocultural, los otros significativos, los vínculos afectivos, la matriz familiar primaria.

El sistema nervioso (D3) es un complejo sistema encargado de procesar información


sensoriomotriz. Las entradas sensoriales son un primer nivel de lectura, regulada por la
actividad del SNC. Es desde la misma estructura de este último, desde su propia legalidad
interna, que la experiencia será organizada y significada con un valor emocional. Con
legalidad interna me refiero a que toda la actividad del SN responderá a la cantidad y al modo
en que las neuronas han estrechado sus numerosas conexiones, siguiendo leyes de
funcionamiento interno, por supuesto, cobrando significado en el contexto de acción. Es decir,
esas numerosas conexiones interneuronales no son indiferentes a las características del
contexto en que se han llevado a cabo, “hablan” de una historia, tienen una historia. Es así que
el tipo de actividad generado en mi SN en este momento para poder estar de pie frente a uds.,
conversando con uds., reflexionando frente a sus preguntas, etc., responde a la forma en que
está organizado mi SN, entendiendo por organización al complejo conjunto de relaciones que
sostienen la dinámica entre los elementos del SN en este caso. Dicho en otras palabras, la
información que me llega del exterior y que voy procesando, tramitando, la elabora y la
organiza mi SN. Por eso cuando uds. me dicen algo, yo no lo incorporo tal cual me lo dicen,
eso que me dicen ingresa a mí con mi toque personal, según mi disposición singular. Del
mismo modo, lo que yo les voy comentando, no llega ni entra en cada uno de uds. siguiendo
mi expectativa, sino que cada uno tomará y organizará esa información como se lo permita su
SN, que por supuesto está funcionando teniendo en cuenta lo que sucede en el entorno. De ahí
también las dificultades habituales que tenemos los seres humanos para comunicarnos y
comprendernos, paradojalmente en la llamada era de la comunicación. Basta con ponerse en
contacto con las contribuciones de las neurociencias para tener evidencia de lo anterior.

El SNC (D4) está formado por el encéfalo (conformado por cerebro, tronco encefálico y
cerebelo) y la médula espinal. La diapositiva 5 muestra un corte sagital del SN; se trata de un
corte por la hendidura interhemisférica (un pequeño espacio entre los dos hemisferios
cerebrales), atravesando el cuerpo calloso (que es la parte que une los dos hemisferios
cerebrales), que permite ver la superficie media del cerebro, el centro del cerebro, su cara
interna, lo que se conoce como diencéfalo. El diencéfalo está recubierto por la corteza
cerebral, y ambos conforman los dos hemisferios cerebrales (derecho e izquierdo).
Imaginen una persona de perfil, luego proyecten su imaginación hasta el SN de esa persona, y
visualizarán una imagen como la de la diapositiva.

En el cerebro se encuentra una estructura que tiene un protagonismo estelar en todos los
órdenes de la vida humana, por lo cual se la ha planteado como una gran interfase, en
comunicación permanente con los distintos sistemas que componen nuestro organismo
(endocrino, inmunológico, digestivo, cardiovascular, etc.). Con ustedes, el hipotálamo (D5).
Esta estructura nerviosa forma parte del diencéfalo, junto con otras que son el tálamo,
subtálamo y epitálamo, cada una implicada en funciones diferentes, si bien todas trabajan
simultáneamente y en permanente diálogo con estructuras vecinas que se encuentran por
encima y por debajo. Nosotros nos vamos a focalizar en el hipotálamo. Este se halla en la
región talámica (debajo del tálamo, el prefijo “hipo” está señalando su lugar en el cerebro),
extendido a lo largo de las paredes del tercer ventrículo. Los ventrículos cerebrales son
espacios, especie de “huecos”, cavidades, que tiene el cerebro, por donde circula un líquido
importante que se llama cefaloraquídeo, fundamental para la protección y nutrición de todo el
SN. A cada ventrículo se la ha puesto un número.

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Desde el punto de vista funcional, el hipotálamo es una estructura que tiene dos partes:
una endocrina, que se une a la hipófisis, y otra no endocrina. En términos generales, podemos
decir que es sumamente importante en la regulación de los procesos vitales y la organización
del comportamiento general de la persona. Es el que comanda permanentemente la actividad
del interior de la persona, que está en permanente intercambio, a modo de “diálogo”, con el
exterior. Pese a que es una estructura pequeña, regula casi todo el funcionamiento de nuestro
cuerpo. Es fundamental para la existencia, regula la actividad vegetativa o autónoma
(procesos vitales tales como presión arterial, frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria),
hormonal y comportamental. En él se encuentran los centros reguladores de la temperatura
corporal, el equilibrio hidrosalino, el balance calórico del cuerpo, de las necesidades básicas
(sed, hambre y reproducción), la agresividad, los comportamientos defensivos y los ciclos
sueño-vigilia. De esto se desprende el compromiso vital que tiene en el mantenimiento de la
homeostasis (equilibrio dinámico saludable). Es el principal regulador de la expresión
emocional y constituye una especie de interfase entre los centros superiores corticales y los
inferiores ligados al sistema periférico. En la diapositiva 6 pueden observar las hormonas
liberadas por la parte endocrina del hipotálamo, hormonas que cumplen un papel excitador o
inhibidor sobre uno de los lóbulos de la hipófisis. A estas hormonas hipotalámicas se las suele
llamar también factores liberadores hipotalámicos.

El sistema nervioso tiene una íntima conexión con el sistema endocrino. No solo con él,
también está emparentado con el sistema inmunológico. De tal manera que muchos hablan de
Psiconeuroinmunoendocrinología, que en realidad es una manera de hacer explícita la
relación con el sistema inmune.

El sistema endocrino (D7) está formado por glándulas, que son órganos que liberan en
el organismo un tipo de sustancias químicas conocidas como hormonas. Las hormonas son
segregadas y reguladas por glándulas. Es decir, que las glándulas son órganos que tienen una
función de secreción. De acuerdo al tipo de secreción, podemos precisar diferentes tipos de
glándulas. Si son glándulas de secreción interna, reciben el nombre de glándulas
endocrinas, debido a que liberan sus productos directamente en el torrente sanguíneo. La
hipófisis, la tiroides, las gónadas (glándulas sexuales) y las suprarrenales son ejemplos de este
tipo de glándulas. Si son glándulas de secreción externa, se tratan de glándulas exocrinas,
que son aquellas que liberan sus secreciones a través de un conducto sobre la superficie
interna o externa de los tejidos cutáneos, la mucosa del estómago o el revestimiento de los
conductos pancreáticos. Las glándulas sudoríparas, salivales, linfáticas, sebáceas y las
digestivas están dentro de esta última agrupación. Una misma glándula puede tener inclusive
una función doble, tanto de secreción interna como externa. Es el caso de las gónadas: los
testículos (glándulas sexuales masculinas) y los ovarios (glándulas sexuales femeninas). Los
testículos segregan, por un lado, espermatozoides (células sexuales masculinas), a través de
un mecanismo de secreción externa, y testosterona (hormona masculina) vía un trabajo de
secreción interna. Los ovarios liberan estrógenos y progesterona (hormonas femeninas) por
medio de un proceso de secreción interna, y óvulos (células sexuales femeninas) vía secreción
externa. También el páncreas es otro ejemplo: libera al exterior su jugo para la digestión de
alimentos, y segrega hacia el interior la insulina que es una hormona fundamental para el
consumo del organismo de los azúcares ingeridos.

La regulación de la secreción de hormonas puede responder a dos mecanismos, con


efectos contrarios. Encontramos los circuitos regulados a constancia, basados en la
retroalimentación negativa o feedback negativo, que es un mecanismo que trata de
compensar los efectos de la liberación de las hormonas; alcanzado cierto nivel hormonal en

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sangre el circuito se cierra momentáneamente, tratando de mantener las constantes internas


del organismo, cuando ese nivel disminuye, se reactiva el circuito promoviendo la liberación
de más cantidad de hormonas en este caso. Es decir, que es un mecanismo que tiene directa
relación con el concepto de homeostasis: un equilibrio dinámico que tiende a conservar cierto
orden necesario para la vida. La homeostasis es un concepto creado por Walter Cannon, quien
se inspiró en las ideas de Claude Bernard acerca de la estabilidad del organismo y sus
elementos. Bernard sostenía que esta estabilidad estaba ligada a la constancia del medio
interno que compromete a cada una de las células. Cannon definió la homeostasis como la
capacidad de un ser vivo para conservar su estabilidad o equilibrio, pese a las acciones o
demandas provenientes del mundo exterior. La homeostasis no implica alcanzar un equilibrio
“perfecto”, todo lo contrario, es un proceso cuya tendencia a mantener constantes las
condiciones internas sufre variaciones dentro de ciertos límites, para recuperar rápidamente el
estado de equilibrio. Por eso se habla de equilibrio dinámico, hay un juego constante entre la
pérdida y recuperación de ese equilibrio. Es un equilibrio permanentemente modificado,
inherente a la vida misma. La homeostasis adaptativa está en constante actividad. También
tenemos los circuitos regulados a tendencia, respondiendo a un mecanismo llamado
retroalimentación positiva o feedback positivo que acrecienta los efectos generados por la
liberación de determinada hormona, es decir, su activación produce la liberación de mayor
cantidad de esa hormona en sangre. Generalmente, este tipo de mecanismo apunta a generar
cierto desorden, por lo cual no se lo encuentra demasiado como principal mecanismo
regulador de los procesos vitales, excepto en el proceso de ovulación (expulsión del óvulo del
ovario hacia las trompas de Falopio) o bien durante el trabajo de parto, en el que regula las
contracciones uterinas. Pero son excepciones; en realidad, predominan los mecanismos de
retroalimentación negativa (a constancia).

Los circuitos neuroendocrinos (D8) pueden ser largos, cortos o ultracortos,


dependiendo del lugar donde se encuentre el órgano diana o blanco, que es el órgano sobre
el cual las hormonas ejercen su efecto. En los circuitos largos las hormonas recorren un
trayecto prolongado, extenso, en el cuerpo; es el caso de los circuitos recorridos por hormonas
de cualquier glándula del cuerpo, como las suprarrenales, las gónadas, el páncreas, entre otras,
buscando ejercer su efecto sobre la hipófisis, o más lejos aún sobre el hipotálamo. En los
circuitos cortos las hormonas no realizan un recorrido largo, es el caso de las hormonas
hipofisarias que inciden sobre el hipotálamo. Los circuitos ultracortos se producen cuando
las mismas hormonas hipotalámicas regulan su propia liberación, de manera que las neuronas
encargadas de la secreción de las hormonas están organizadas para trabajar de modo
coordinado y liberarlas de forma pulsátil al sistema portahipofisario (sistema de comunicación
entre el hipotálamo y la hipófisis, más adelante lo retomaremos).

La imagen que pueden ver en el anexo de este trabajo, intenta mostrar de manera muy
general la ubicación de las glándulas endocrinas que vamos a ir comentando y las hormonas
que segrega cada una. En la diapositiva 9 tienen mencionadas algunas de las glándulas
principales de nuestro cuerpo y en la siguiente (D10) la distribución de las mismas en el
cuerpo. Vamos a comenzar por la hipófisis, también llamada glándula pituitaria. Esta
glándula se encuentra alojada en el cráneo, más específicamente en la silla turca (cavidad
ósea) del hueso esfenoides, muy cerca del hipotálamo que es una estructura que ya vimos
forma parte del sistema nervioso central, del diencéfalo (el centro del cerebro).

La hipófisis es una glándula, por lo cual pertenece al sistema endocrino, que


está formada por tres lóbulos: el anterior, el intermedio y el posterior. (D11 y 12) Cada uno de
estos lóbulos es responsable de la secreción de hormonas determinadas como pueden observar

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en la imagen incluida en el anexo de este trabajo. La hipófisis está unida al hipotálamo de


diferente manera. (D13) Su lóbulo anterior o adenohipófisis está ligado al hipotálamo
endocrino a través de lo que se conoce como sistema porta hipofisario. (D14) Es un sistema
conformado por numerosos vasos sanguíneos que comunican ambas estructuras al transportar
las secreciones del hipotálamo endocrino (factores liberadores) hacia la hipófisis. Estas
últimas dos imágenes están extraídas del Atlas de Anatomía Netter; Frank Netter es su autor.
Es un atlas que no tiene desperdicio, es un material recomendable para consultar. La
neurohipófisis o lóbulo posterior recibe la inervación directa, sin solución de continuidad, de
las neuronas hipotalámicas. Esto quiere decir que no hay un sistema que medie a modo de
“puente” entre ellos, por eso la expresión sin solución de continuidad. En la imagen del
cuerpo humano (ver anexo) vemos también las hormonas que cada glándula segrega. A
continuación, en el anexo, van a encontrar un cuadro con el detalle de las principales
hormonas y sus funciones.

Dijimos anteriormente que el SN no solo está comunicado con el SE, sino que también
guarda una estrecha relación con el sistema inmunológico (SI). Éste es un complejo sistema
defensivo que tiene el cuerpo para detectar agentes extraños y nocivos (virus, bacterias,
hongos, células cancerígenas, entre otros), hacerles frente y eliminarlos. Es un sistema
protector de nuestra integridad biológica que funciona constantemente. Esta capacidad de
defensa se adquiere antes de nacer y se consolida en los primeros años de vida.

El SI está compuesto (D15) por la médula ósea (tejido esponjoso de consistencia


densa que se encuentra en las cavidades y canalículos de los huesos), el timo (estructura
localizada en casi todos los vertebrados bajo la parte superior del esternón), el bazo (órgano
situado en la zona superior izquierda de la cavidad abdominal, en contacto con el páncreas, el
diafragma y el riñón izquierdo, sujetado por bandas fibrosas unidas al peritoneo que es la
membrana que reviste la cavidad abdominal), ganglios linfáticos y células de inmunidad
específica (como los linfocitos B y T) e inespecífica (como los monocitos y macrófagos).
También los tractos respiratorio, gastrointestinal, genital y urinario contienen células que
forman parte de este sistema protector.

Las respuestas defensivas de este sistema pueden ser específicas e inespecíficas


(D16). La vía de inmunidad inespecífica es la primera línea de defensa. Se trata de una
respuesta defensiva inmediata ante el primer encuentro con el agente extraño. Los
mecanismos protectores como la tos o el estornudo pertenecen a este tipo de respuesta
inespecífica. También las secreciones que contienen sustancias con capacidad para destruir
bacterias, como la cera de las orejas, las enzimas de las lágrimas o el ácido clorhídrico del
estómago. Otro ejemplo lo constituyen los glóbulos blancos, células capaces de eliminar
cuerpos extraños en cuanto estos ingresan en nuestro organismo. Existen otras sustancias
circulantes, como el interferón que es importante en la prevención de infecciones virales, que
también están dentro del grupo de reacciones inmunológicas inespecíficas. Los monocitos y
macrófagos, mencionados en el párrafo anterior, son células que provienen de la médula ósea
y se encargan de destruir bacterias, células deterioradas o células tumorales. Se las suele
llamar células fagocíticas porque son células que “se comen” a estos cuerpos extraños que
amenazan la integridad biológica y los destruyen. Este tipo de respuesta forma parte de la
inmunidad innata con la que contamos, discrimina entre lo propio y lo ajeno de manera
rápida.

La vía de inmunidad específica consiste en la capacidad para reconocer los antígenos


y destruirlos a través de una respuesta inmune específica. Los antígenos son sustancias
extrañas, generalmente una proteína, que, introducidas en nuestro cuerpo, tienen la capacidad

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de activar el sistema inmunológico, induciendo la producción de anticuerpos. Pueden penetrar


en el organismo a través del tracto respiratorio, el tracto digestivo o la piel. Los antígenos más
frecuentes son proteínas como las que se encuentran en ciertos componentes de virus y
bacterias. Hay dos tipos de respuesta inmunológica específica. La respuesta humoral, que se
encarga de producir anticuerpos (también denominados inmunoglobulinas) y linfocitos B, se
activa en presencia de antígenos ligados a bacterias, es decir, se activa para prevenir
infecciones bacterianas o para actuar frente a ellas. Estos antígenos pueden entrar a nuestro
cuerpo en el transcurso de una infección o de forma deliberada a través de las vacunas para
estimular la producción de anticuerpos. Los anticuerpos son moléculas proteicas que se
encuentran en una parte específica de la sangre (llamada gammaglobulina). Su papel principal
es actuar como defensa frente a la invasión de sustancias extrañas (antígenos). En este
sentido, constituyen un elemento central del sistema inmunológico. Los linfocitos B son
células que sintetizan y liberan anticuerpos al torrente sanguíneo. La síntesis de los
anticuerpos se inicia cuando una sustancia extraña penetra en el organismo. Los linfocitos B
responden a ella produciendo anticuerpos con una disposición molecular que se ajusta a la
forma que tienen las moléculas superficiales de la sustancia extraña. Esto posibilita que los
anticuerpos se combinen con ella. La unión de los anticuerpos con la superficie de bacterias
neutraliza y elimina estas sustancias dañinas. La respuesta celular es el otro tipo de respuesta
específica y se encarga de elaborar y segregar linfocitos T. Este tipo de respuesta se produce
para proteger al organismo de tumores, tuberculosis, en rechazo de transplantes e infecciones
víricas. Es una respuesta que no genera anticuerpos, como es el caso de la respuesta inmune
anterior.

Estas respuestas defensivas se van grabando, se van organizando en una memoria muy
importante para la supervivencia: la memoria inmunológica. Sin ella no es posible vivir. Las
sustancias que participan en la respuesta inmune (innata o adquirida) se denominan
citoquinas y son proteicas. Intervienen en la inflamación y regulación de la respuesta inmune.
Las citoquinas son un grupo importante de proteínas que actúan como mediadores de la
comunicación entre células vivas, en este caso células del sistema inmunológico. Su función
es coordinar las respuestas en la reparación de las heridas y en otras reacciones inmunes. Se
las ha agrupado en diferentes categorías: linfoquinas, monoquinas, interleuquinas y factores
de crecimiento.

El SI informa constantemente al SN de la presencia de organismos imperceptibles para


los órganos sensoriales. Hay numerosos trabajos de investigación que muestran la estrecha
relación entre el SN y el SI. Incluso se ha descubierto que existen NT en el SI. Esta íntima
comunicación entre estos sistemas ha permitido avanzar en el estudio de los efectos del estrés
en la respuesta inmune. Tema que vamos a desarrollar en los siguientes párrafos, ya que es
uno de los que permite comprender con más claridad la integración de los distintos niveles y
sistemas que caracterizan a las personas y su forma de estar e interactuar en el mundo.

Estrés y Síndrome General de Adaptación

El concepto de estrés o stress fue propuesto por Hans Selye, un médico dedicado a la
investigación, con muchas publicaciones a partir de su descubrimiento, propiciando así una
nueva etapa en las ciencias de la salud. (D17) El término inglés stress fue importado de la
física y alude a la fuerza que se ejerce sobre un cuerpo deformándolo hasta un límite
permitiéndole recuperar su estado inicial, es decir, refiere a una elasticidad de ese cuerpo
sobre el que se ejerce la fuerza o se genera cierta tensión. Las dificultades en la traducción al
español de esta palabra hicieron que no se comprendiera con claridad este concepto. En
realidad, el término inglés strain es el que parecería ajustarse mejor al concepto de Selye. El
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strain es el conjunto de modificaciones que un cuerpo sufre por una fuerza deformante
ejercida sobre él.

El concepto de estrés tuvo diferentes repercusiones. En la década del „50 alcanzó su


apogeo; para esa época Selye publicó su tratado Stress que contenía una revisión actualizada
del término y todas sus investigaciones sobre el tema. En la década siguiente, en el „60, se
continuó hablando de stress, pero confinado más que nada a la esfera psicológica, olvidando
los elementos fisiológicos concomitantes que desde un inicio Selye puso en evidencia.

En 1936 Selye definió al estrés como la respuesta inespecífica del cuerpo frente a las
exigencias internas y externas, frente a cualquier fuerza que se ejerza sobre el organismo. Una
respuesta específica es, por ejemplo, la necrosis (muerte de células) a causa de una quemadura
o un hematoma a raíz de un golpe. El estrés es el conjunto de cambios fisiológicos que se
producen en la intimidad de los órganos. Observó que diferentes enfermos, con diversos
grados de gravedad, mostraban síntomas y signos corporales comunes, tales como malestar,
anorexia, dolores difusos, pérdida de peso, un semblante enfermizo. Llamó a ese estado
“síndrome de estar simplemente enfermo”. Lo describió como una reacción inespecífica de la
enfermedad, independientemente de la naturaleza de esta última, que se sumaba a las
expresiones específicas propias de la enfermedad. Se trataba de un síndrome de adaptación a
la situación que estaban viviendo.

Selye propuso tres premisas básicas vinculadas al estrés:

“1- Cualquier stress provoca un síndrome con manifestaciones generales


esencialmente similares cualquiera sea su causa.
2- Este síndrome ayuda a la adaptación.
3- La adaptación puede causar enfermedad.”

Entre los errores frecuentes encontramos la confusión del estrés con el agente que lo
provoca (ese agente se llama alarmógeno). Ni la quemadura, ni el golpe ni la enfermedad
constituyen el estrés; tampoco el estado anímico, la ansiedad, la angustia, la tensión nerviosa
son ejemplos de estrés. El estrés es el conjunto de transformaciones, de modificaciones, que
aquellos ocasionan. También es común atribuirle al estrés una connotación negativa, es
frecuente escuchar quejas por el estrés (“necesito unas vacaciones, estoy estresado, no doy
más”). Lo cierto es que el estrés es un término que está íntimamente asociado a la vida.

Selye discriminó dos tipos de estrés. El estrés fisiológico, ligado a los procesos
homeostáticos, a la salud del sujeto, a la tensión necesaria para poder vivir; no quiere decir
daño. Este tipo de estrés se opone al llamado estrés patológico, que también tiene que ver con
un equilibrio dinámico, pero patológico, al que llamó alostasis y vinculó a las enfermedades
de adaptación, mencionadas más adelante. Es más, hay una frase paradojal de Selye en la que
cita: “más se vive, más stress; más stress, menos se vive”. En ella da cuenta de que no hay
forma de desligar este concepto de la condición de vivir y de la importancia de la intensidad
de las activaciones y del funcionamiento del eje psiconeuroendocrino involucrado:
hipotálamo-hipófiso-suprarrenal, que acompaña la regulación afectiva y cognitiva (ideatoria)
movilizada por la experiencia.

Este eje posiblemente sea el que mejor representa la conexión entre los diferentes
sistemas: nervioso, endocrino e inmunológico. De la mano de él iremos profundizando lo que
entendemos por Psico-neuro-inmuno-endocrinología. Selye propuso tres fases del Síndrome

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General de Adaptación. A este síndrome lo definió como el conjunto de manifestaciones


concretas, observables y hasta medibles del estrés, que comprometen a todo el cuerpo y que
apunta a una adaptación transformadora de la experiencia, adquiriendo resistencia al estrés.
(D18) La fase de reacción de alarma es la fase inicial, en la que el cuerpo experimenta una
serie de cambios que oscilan entre ser exitosos y favorecer una adaptación activa frente a la
situación y llegar al shock (que es la reacción de alarma más intensa). Entre los cambios
aludidos encontramos aumento del volumen de las glándulas suprarrenales o adrenales,
atrofias del timo y otras estructuras linfáticas, exulceraciones gástricas y duodenales;
modificaciones producto del juego hormonal involucrado (catecolaminas, glucocorticoides y
mineralocorticoides). La fase de resistencia es la etapa siguiente en la que los cambios
fisiológicos de la primera fase se mantienen y continúan en aumento. El cambio más
llamativo es el que se produce a nivel de la corteza suprarrenal, que intensifica su actividad
secretora de sus hormonas a la sangre (glucocorticoides y mineralocorticoides) respondiendo
a un mecanismo de feedback positivo. Finalmente, si el alarmógeno sigue actuando con la
misma o mayor intensidad (intensidad que está en relación directa con la forma de procesar
desde la propia legalidad interna, como decíamos antes, la propia experiencia), se da paso a la
tercer y última fase, la fase de agotamiento, en la que se dan cambios similares
experimentados en la fase inicial de alarma, pero más acentuados y con efectos irreversibles.
Esta fase lleva al sujeto a lo que Selye llamó enfermedades de adaptación (como la
hipertensión, la úlcera gastroduodenal, las enfermedades autoinmunes, entre otras), generando
alteraciones irreversibles que pueden derivar en la muerte del sujeto. Las definió como
aquellas enfermedades productos de una falla del síndrome general de adaptación.

En el síndrome general de adaptación se dan tres tipos de activaciones, que acompañan


y configuran las fases anteriormente descriptas; la diferencia radica en el modo de regulación
de la activación y la actividad del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal. Estas tres
activaciones son la neurovegetativa, la neuroendocrina e inmunitaria. En la activación
autonómica o neurovegetativa, las neuronas hipotalámicas inervan directamente la médula
suprarrenal para estimular la secreción de catecolaminas: adrenalina (en mayor cantidad) y
noradrenalina para preparar a la persona para la acción. En este tipo de activación no
interviene la hipófisis. Cuando hablamos de estrés saludable las concentraciones de
noradrenalina tanto en sangre (como hormona) como en el cerebro (como NT) es mínima; su
aumento está asociado más al estrés crónico o agudo, a estados de cólera, a conductas de
elevado riesgo. El estrés agudo es aquella respuesta inespecífica del organismo que sería
insuficiente para que el sujeto pueda actuar, es decir, la activación del eje hipotálamo-
hipófiso-suprarrenal no es suficiente para preparar a ese sujeto para la acción, el nivel de
cortisol no es el requerido. En cambio, el estrés crónico se caracteriza por la activación
excesiva y permanente, en especial la que tiene que ver con la liberación de cortisol, que
puede llevar a una disminución del sistema inmune, hiperinsulinemia, hipertensión arterial,
úlceras gastroduodenales, apoptosis neuronal (muerte programada genéticamente de
neuronas), depresión, etc.

El hipotálamo, junto con el tronco encefálico, la médula espinal, nervios y ganglios


periféricos, son los encargados de regular el sistema nervioso vegetativo o autónomo, con sus
dos ramas simpática y parasimpática, que actúan antagónicamente pero de manera
coordinada. Este sistema inerva casi todos los órganos del cuerpo. La rama simpática regula la
activación interna frente a situaciones de peligro o amenaza y promueve comportamientos de
lucha o huida. La rama parasimpática actúa más en procesos de reparación, de recuperación
de la actividad, la nutrición (que no es exactamente sinónimo de alimentación, incluye los
procesos fisiológicos por los cuales el organismo recibe, transforma y utiliza las sustancias

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químicas contenidas en los alimentos). El cuadro siguiente resume algunas de estas


características.

SISTEMA NERVIOSO SIMPÁTICO SISTEMA NERVIOSO PARASIMPÁTICO

Ojo => Dilata la pupila Ojo => Contrae la pupila

Pulmón => Aumenta la respiración Pulmón => Enlentece la respiración

Corazón => Aumenta el ritmo cardíaco Corazón => Enlentece el ritmo cardíaco

Glándula salival => Inhibe la salivación Glándula salival => Estimula la salivación

Intestino => Inhibe la digestión Intestino => Estimula la digestión

Médula adrenal => Descarga adrenalina Médula adrenal => Descarga noradrenalina

Fuente: A. Schore (1994) en R. Pally (2000)

Al mismo tiempo, se produce una activación neuroendocrina, en la que las neuronas


hipotalámicas segregan sus factores liberadores que estimulan la adenohipófisis para que
segregue adrenocorticotrofina (ACTH) para que ejerzan su efecto en la corteza suprarrenal.
Esta última libera glucocorticoides, entre los que encontramos el cortisol como hormona
principal, y mineralocorticoides, entre los que destacaremos la aldosterona. En dosis
tolerables parecen actuar como tranquilizadores tisulares (de los tejidos) que potencian la
capacidad para adaptarse al alarmógeno o agente estresor. Es decir, es una respuesta hormonal
con un alto valor adaptativo y restaurador. Funcionan también como antiinflamatorio,
antialérgico y supresor de las reacciones inmunológicas.

Las consecuencias biológicas de estas activaciones se reflejan en:

 Aumento de tensión arterial


 Aumento de la frecuencia cardíaca
Aumento de los procesos de glucogenólisis (conjunto de reacciones químicas intracelulares
que degradan azúcares, obteniendo energía en el proceso) y lipólisis (combustión de la grasa)
 Disminución de la secreción de insulina y aumento de ACTH, hormonas del crecimiento,
hormona tiroidea y esteroides adrenocorticales

Todas estas transformaciones conforman un estado biológico de predisposición al


consumo de energía necesario en la confrontación con el ambiente. En el anexo pueden
encontrar un esquema que intenta representar lo desarrollado hasta ahora acerca del estrés,
mostrando la conexión entre estos modos de activación y las experiencias vividas y
memorizadas, con sus matices afectivos, los centros superiores vinculados a la razón, el
lenguaje, las ideas concientes de la situación actual y el contexto interpersonal, social, en el
que tienen lugar. Previo a este esquema, hay otro muy similar, que puede aplicarse al
funcionamiento de cualquier eje psiconeuroendocrino.

Por su parte, la activación inmunitaria es mucho más lenta que las anteriores, ya que
la información que regula, aunque también circula por el torrente sanguíneo, favorece la

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activación de procesos de síntesis. Depende de los efectos de la activación neuroendocrina,


según la cual, el cortisol en especial actúa como un supresor inmunológico. Los
glucocorticoides y la ACTH tienen receptores en el SI. Las citoquinas estimulan el SNC y dan
los síntomas de fiebre, decaimiento general, etc. Las neuronas fabrican citoquinas que regulan
la vida y la muerte (apoptosis) de las células nerviosas. Los glucocorticoides, en dosis
fisiológicas (dentro de parámetros saludables), modulan la transcripción genética del SI, pero
en altas dosis producen una total supresión del mismo, afectando el sistema de protección
frente a organismos extraños a nuestro cuerpo. Los glucocorticoides favorecen la actividad
linfocitaria necesaria para la salud; se sabe que el déficit de glucocorticoides produce un
aumento de susceptibilidad a las enfermedades autoinmunes.

La perspectiva psicobiológica del estrés

Desde la perspectiva psicobiológica del estrés (D19), podemos decir que este último
es el conjunto de cambios fisiológicos que resultan de los estados afectivos y cognitivos
despertados por la situación del momento. Estos cambios están vinculados a los ya
mencionados mecanismos de la homeostasis adaptativa, que funcionan de acuerdo al eje
hipotálamo-hipófiso-suprarrenal. Pero este eje no trabaja de forma aislada, sino que está
modulado por la información proveniente del hipocampo y la amigdala, dos formaciones
nerviosas importantes del cerebro que están comprometidas en la memoria y los afectos. Hay
una fórmula según la cual el estrés es el resultado de la combinación de la activación y la
capacidad de regulación o control. Cuanto mayor sea la regulación afectiva y la capacidad
para procesar información sobre la que se organizará el significado de la experiencia
(denominador “control”), menor es la activación (numerador), ya que está comandada por los
centros superiores (con actividad analítico-sintética) de la neocorteza y los centros
subcorticales reguladores de la emoción. En consecuencia, menor es el estrés. La fórmula es
la siguiente:

Estrés = Activación
Control

El mecanismo del estrés es muy complejo, ya que compromete la interacción entre el


cuerpo y el aparato psíquico. La información vinculada al alarmógeno es tratada
simultáneamente de dos maneras. Por un lado, a través de una vía inconciente, automática,
vinculada a los sistemas autónomo (neurovegetativo) y neuroendocrino que preparan al
cuerpo para la acción y acompaña los afectos movilizados en ese momento, en ese contexto
particular. Por otro lado, una vía conciente permite percibir, evaluar y tomar una decisión de
forma voluntaria acerca de la situación vivida (cognición de amenaza) y seleccionar las
estrategias más apropiadas para afrontarla. Esto incide en el cambio del funcionamiento
corporal generado por el agente alarmógeno; la respuesta depende del tipo de regulación de
los cambios que se produzcan. Puede ser apaciguando la activación anterior siguiendo un
circuito de retroalimentación negativa, o bien exacerbándola por un mecanismo de
retroalimentación positiva. Por supuesto que estas dos vías están íntimamente comunicadas
con el mundo de creencias, ideas, afectos que la persona tiene de sí mismo, de la situación
confrontada, de los otros, y del vínculo entre sí mismo y los demás. Este mundo interior tiene
su historia y de acuerdo a ella ha logrado cierto nivel de organización, con características
singulares, que se combina con lo situacional, con lo actual. Esta combinación se manifiesta
en el comportamiento de esa persona, enlazando sus posibilidades y limitaciones.

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De lo desarrollado hasta el momento, y tomando los aportes de la Biología del


Comportamiento, se desprende que el estrés es una reacción bioquímica y de
comportamiento, íntimamente relacionada a la reacción de “lucha o fuga”, que es una
expresión de la pulsión de autoconservación, o si uds. quieren del instinto de conservación,
rasgo que ya lo encontramos en el hombre primitivo. Este hombre primitivo reaccionaba
inmediatamente frente a cualquier hecho que amenazara su integridad: trataba de hacerle
frente y luchar o bien intentaba escapar. Los sistemas descriptos anteriormente, que preparan
el cuerpo para la acción, también se encontraban en este hombre primitivo y lo ayudaban a
tener la mejor performance posible, de acuerdo a las posibilidades de su sistema nervioso, que
eran mucho más limitadas que las nuestras. La respuesta era inmediata y una vez dominado el
peligro, el hombre cavernícola recuperaba su estado inicial de reposo y calma.

En la actualidad, las situaciones que sentimos como amenazantes tienen otras


características, diferentes a las que tenían las que vivía el hombre primitivo (ejemplo,
dificultades de pareja, con amistades, con el jefe o la jefa, demoras en el tráfico, entrevistas
labores, desempleo, etc.), muchas no exigen una respuesta inmediata, en el mismo instante en
que se presentan. Nuestro sistema nervioso ha adquirido tal nivel de complejidad que nos
permite pensar en estrategias de acción más sofisticadas, imaginar situaciones como forma de
ir anticipándonos para el caso de que se presenten en un futuro y así estar mejor preparados.
También esta capacidad asociativa de nuestro sistema nervioso, esta riqueza del pensamiento
gracias a la evolución de la especie, puede ponernos en situaciones de desventaja al ser
promotoras de estrés cuando la capacidad de control de los afectos no alcanza a calmar los
efectos de la activación producida.

Los costos del estrés crónico, aquel que se va acercando cada vez más al estrés
patológico, pueden ser aparentes u ocultos. En el caso de los primeros, podemos encontrar,
por ejemplo, las ya mencionadas enfermedades de adaptación, accidentes, suicidios, muertes;
en el caso de los segundos, pueden darse rupturas de vínculos afectivos importantes, errores
de juicio en la vida tanto profesional como personal, disminución en el desempeño personal y
laboral, menor creatividad, un menor nivel de salud y bienestar.
El sistema nervioso está preparado para la acción. Esta idea está extraída de un libro
de Laborit (médico neurofisiólogo) llamado La paloma asesinada, en el que desarrolla cómo
el ser humano a través de sistemas específicos regula sus acciones e interactúa con su medio y
se relaciona tratando de mantener su identidad, seguir siendo quién es y lo que es. Por
supuesto, a mayor complejidad del sistema nervioso, mayor sofisticación del funcionamiento
de estos sistemas y sus efectos en el contexto de acción, observables a través de la conducta.
Laborit toma los aportes de Selye acerca del estrés y articula su desarrollo con las distintas
fases del síndrome general de adaptación.

La finalidad del sistema nervioso es hacer posible las acciones, buscando mantener la
homeostasis (según Cannon), las condiciones del mundo interno (según Bernard) o el placer
(en términos de Freud). Hay dos sistemas reguladores de una acción, un sistema activador y
otro inhibidor. El sistema activador de la acción está conformado por dos tipos de haces
nerviosos, llamados el haz de recompensa y el haz de punición o de lucha y huída o
periventricular. Estos haces unen distintas regiones del cerebro. El haz de recompensa es el
que regula la gratificación (recompensa) de las acciones adaptativas y eficaces, compromete
un sistema de memoria de las estrategias implementadas que han sido eficaces. Los
mediadores químicos involucrados son la dopamina y la noradrenalina, ambas clasificadas
dentro del grupo de las catecolaminas. El haz de punición se activa frente a una situación de
emergencia, cuando una acción no se ve recompensada inmediatamente, una situación de

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cambio en la que la persona primero intentará huir y salvar su pellejo, ponerse fuera de la
situación sentida como peligro, y si esto no fuese eficaz o resultara ser insuficiente, tratará de
hacerle frente, de luchar para protegerse. El mediador químico en este caso es la acetilcolina;
se dice, entonces, que se trata de un sistema colinérgico. También la liberación de adrenalina
ayuda a que la acción se desenvuelva preparando al cuerpo para tal fin; Laborit la llama la
neurohormona del miedo, porque permite la preparación para la acción, huida o lucha, por sus
efectos fisiológicos. En todas estas situaciones se producen simultáneamente las activaciones
nerviosa y neuroendocrina propias del síndrome general de adaptación.

Cuando la acción se ve recompensada, los sistemas neurovegetativo y neuroendocrino


reconducen su actividad hacia los parámetros ajustados a las condiciones internas esperables.
Se memoriza la estrategia que permitió lograr la acción gratificante por intermedio del haz de
recompensa. Pero cuando la recompensa no llega, esos sistemas inician una actividad
diferente, se activan y esta activación se mantendrá, con el riesgo de ir incrementándose
siguiendo un mecanismo de feedback positivo, si la acción eficaz no se produce. Una vez que
ésta se produce, se activa el sistema inhibidor de la acción, que es un sistema que pone fin a
la acción y al modo en que estaba siendo regulada. Este sistema utiliza como mediador
químico la acetilcolina y la serotonina.

Inhibición no es sinónimo de patología. Una inhibición de una acción significa que esa
acción no continúa desarrollándose. Y puede tener un fin adaptativo y saludable. Es el caso
cuando nos quedamos inmóviles frente a una situación de asalto, por temor a ser lastimados.
De hecho, se han dado casos en los que la persona asaltada opone resistencia y lo hieren o
matan. Otro ejemplo es abandonar determinado hábito considerado pernicioso para la salud.
Pero también este sistema inhibidor intensifica su trabajo cuando frente a un problema la
persona no encuentra solución y se va sintiendo cada vez más indefensa, con pocas
herramientas para resolver la dificultad, más vulnerable y adoptando una actitud de
resignación que lo conduce a un estado de inhibición patológica de la acción. Esta inhibición
de la acción es el resultado de un proceso de aprendizaje de la experiencia. En un caso así se
encuentra una liberación excesiva de noradrenalina, neurohormona vinculada a la angustia, a
la impotencia experimentada frente a las serias dificultades para controlar activamente el
entorno. Sería la persona que entra en un estado permanente de espera en tensión; se trata de
una inhibición crónica ligada a un estado de adaptación pasiva, sin posibilidad de transformar
el entorno y a sí mismo de manera saludable. Es presa de intensos sentimientos disfóricos,
como tristeza, rabia, frustración, insatisfacción, que van in crescendo a medida que observa
que las distintas estrategias implementadas no tienen el resultado esperado. Por ejemplo, una
persona, que intenta encontrar empleo y es rechazada en las distintas entrevistas laborales a
las que concurre, si tiene poca tolerancia a la frustración y una marcada baja autoestima es
probable que si esa situación se hace crónica, entre en un estado de espera en tensión y en un
circuito emocional en el que el empobrecimiento interno sea paulatino y se convierta en un
círculo vicioso si no media algo que introduzca un cambio. Dice Laborit (1983) “(…) no es
posible salir de este círculo vicioso si no es mediante la acción llamada gratificante, que
permite restablecer el equilibrio interno y sustraerse a la punición. (…) si este sistema de
evitación, que permite la conservación momentánea de la estructura, no resulta
inmediatamente eficaz, si su estímulo se prolonga, los ajustes biológicos que resultan de su
funcionamiento constituirán el origen de toda la patología”.

En este estado de espera en tensión crónica se produce una sobreexcitación del sistema
neurovegetativo, constituyendo así un proceso patógeno ya que involucra riesgos
cardiovasculares, tales como elevación del nivel de colesterol en suero, la disminución de la

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elasticidad vascular, el aumento de la tensión arterial y un aumento del caudal sanguíneo.


Todos estos factores pueden llevar a la persona a desarrollar una enfermedad cardiovascular.
Enfermedad que Selye incluyó dentro del grupo de enfermedades de adaptación. En ellas
también incluyó a las enfermedades autoinmunes. Los glucocorticoides atacan las defensas
inmunológicas, destruyéndolas o inhibiéndolas, convirtiendo al organismo en un ser frágil y
vulnerable frente a los agentes extraños. Un sistema inmunitario deficitario o paralizado
tendrá pocas posibilidades para impedir, por ejemplo, la proliferación de células neoplásicas
que pueden desarrollarse en nuestro organismo, preparando así el terreno para la evolución de
un cáncer. Una infección o una enfermedad tumoral no se desarrollan por casualidad, sino que
son productos de la calidad de respuesta defensiva de nuestro sistema inmune, el cual, como
ya vimos, está en un diálogo permanente con el sistema nervioso y el sistema endocrino. En el
desarrollo de cualquiera de estas enfermedades, y así lo muestran Selye y Laborit, hay una
concatenación de múltiples factores que actúan en diferentes niveles de organización: el nivel
nivel físico-químico, biológico, social y psicológico. Aclaro que la carga genética aporta lo
suyo, pero combinándose también con lo encontrado en el ambiente. Adhiriendo al paradigma
de la epistemología de la complejidad, pienso tanto la salud como la enfermedad no de
manera dicotómica, tratando de esclarecer si es resultado de los genes o de la experiencia
ambiental, sino integrando ambos polos a través de una relación recursiva, que no permite
distinguir con nitidez el producto del productor, resultando así la salud o la patología una
combinación del encuentro de lo genético y lo ambiental.

Fuimos mencionando distintas situaciones generadores de estrés, con matices


diferentes. Las situaciones de frustración, de privación emocional, de sobrecarga (falta de
tiempo, exceso de compromisos y responsabilidades, falta de contención y apoyo,
expectativas demasiado elevadas con respecto a sí mismo y a los demás, metas demasiado
elevadas en función de los recursos internos del momento) generan diferentes experiencias
emocionales: ansiedad o angustia, tristeza, desasosiego, ira, hostilidad, entre otras. Todas ellas
van acompañadas de manifestaciones fisiológicas específicas y producen cambios fisiológicos
a la vez (estrés). Cualquier situación de cambio genera cierta inseguridad y angustia al tener
que dejar lo conocido y seguro por un estado de incertidumbre, algo que no se conoce: lo
nuevo que ofrece todo cambio. Depende de cada persona la reacción frente al cambio. Los
que responden con un elevado monto de ansiedad son aquellos que suelen vivir el cambio
como algo amenazante y peligroso, y no como una oportunidad para aprender de la
experiencia fortaleciéndose. Generalmente, son personas que suelen preocuparse demasiado e
inútilmente, a veces hasta dramatizando las situaciones, evocando experiencias pasadas
desagradables, con una visión pesimista hacia la vida y el futuro. El estado de ansiedad
prolongado en el tiempo genera estrés. A su vez, éste alimenta ese estado ansioso en la
persona hipersensible a los cambios, pudiendo instalarse, como decíamos antes, cuando no
encuentra una acción eficaz para ponerle fin a ese estado, un círculo vicioso que puede
llevarlo a enfermarse, o en el peor de los casos a la muerte. La enfermedad como el encuentro
de un equilibrio patológico, el único posible dadas las características biopsicosociales de ese
momento.

¿Por qué y para qué conocer sobre Psiconeuroendocrinología?

Creo que este tema permite ampliar el conocimiento y reflexionar acerca de las
emociones y los vínculos humanos. Como plantea Regina Pally (2000), una psicoanalista, al
considerar el procesamiento emocional (ver anexo), la emoción “(…) coordina la mente y el
cuerpo, organiza la percepción, el pensamiento, la memoria, la fisiología, el comportamiento,
las interacciones sociales, facilita los comportamientos adaptativos, contribuye a la

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resolución de los problemas de adaptación. (…) La emoción se conecta no sólo con la mente
y el cuerpo de un individuo sino con las mentes y los cuerpos entre los individuos. De manera
que “(…) el cuerpo juega un papel activo en la vida mental. (…) El saber conciente de la
emoción y la expresión emocional hacia los otros juegan un papel central en la regulación
del despertar emocional que es tan importante para el funcionamiento saludable. (…)”.
También la comprensión del concepto de estrés puede favorecer en distintos ámbitos
(laborales o sociales) a mejorar las relaciones humanas y enriquecer la calidad de vida
interior.

Cada vez que una persona interactúa con otra se genera cierta dosis de estrés,
entendido tal como lo planteó Selye, como aquel necesario para vivir. Pensar en evitar
situaciones de estrés que tengan que ver con el contacto y la comunicación con el otro, o
limitar el intercambio con ese otro con el fin de no generarle estrés, en realidad, es un
pensamiento anti-biológico. Además, tampoco uno “le tira un balde de estrés” al otro, uno no
“le” genera estrés al otro. Si bien es cierto que la presencia de uno ejerce un efecto sobre el
otro, y en ese sentido el cuidado de las actitudes y de los modos de vincularse es importante,
más aún cuando se trata de un trabajo terapéutico, la forma en que se activarán los sistemas
biológicos de ese otro, activación necesaria para hacer frente a ese encuentro, depende
fundamentalmente de las características personales de cada uno, de la historia de vida, de la
tolerancia frente a lo que el otro le pueda decir o hacer, de la tolerancia de las diferencias que
puedan surgir en ese intercambio, de la representación que cada uno tiene del semejante así
como de sí mismo, de los valores y creencias, de los afectos despertados y la calidad de sus
mecanismos de regulación emocional. Pienso que de lo que se trata es de propiciar
condiciones favorables para vincularse de manera de promover confianza, respeto,
entusiasmo, vitalidad, optimismo, creatividad, comunicación, entre otras características
positivas que se le pueden ocurrir a cada uno de uds.

No quiero terminar sin destacar la primer palabra del rol que uds. van a desempeñar, el
de Acompañante Terapéutico. Lo que voy a decir también sirve para pensar el vínculo
psicólogo-paciente o cualquier otro vínculo que tenga como fin favorecer la buena calidad de
vida de una persona, fundamentalmente la afectiva. Si consultamos un diccionario, éste nos
dice que el acompañante es quien justamente acompaña. Esta no es una definición muy
jugada. Pero si nos fijamos en acompañar vemos que ésta significa estar junto con el otro.
Si bien es importante la presencia física, compartiendo el mismo espacio y tiempo, el estar,
también es importante observar cómo se está con ese otro. Me gusta pensar el “estar junto con
el otro” como estar conectado emocionalmente con el otro, tal como lo plantea Stern,
Lebovici y tantos otros psicoanalistas investigadores de las vicisitudes de las primeras
interacciones y vínculos primarios entre el bebé y sus progenitores, en especial con su madre,
con quien inaugura, en un cautivante y misterioso idilio, el primer vínculo de amor. Vínculo
que funciona a modo de matriz para los vínculos afectivos futuros y que está latente en cada
uno de ellos. Por ejemplo, en este momento, en este encuentro compartido con uds., el modo
de sostener este intercambio bidireccional es el producto de la combinación de la forma en
que hemos aprendido a vincularnos, que tiene sus raíces en el primer vínculo afectivo con
quien desempeñó la función materna en nuestros primeros años de vida. Inclusive, estará
presente en ese lector que ahora está leyendo esta línea, quizás un poco inquieto ahora porque
se lo ha puesto en evidencia, por qué no un poco sonrojado tal vez, porque también el
encuentro con un texto es un encuentro intersubjetivo e invita a establecer un vínculo: con el
autor, con sus ideas, con el conocimiento. Yo estaré allí, jugando un poco a las escondidas,
pero sin lugar a dudas estaré y estas líneas algún efecto tendrán.

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¿Qué quiere decir esto de estar conectado emocionalmente? Otra definición que
podemos encontrar en el diccionario y que nos puede ayudar a responder la pregunta es la de
participar en los sentimientos de alguien. Entonces, se trata de tener una actitud sensible y
empática frente a las necesidades afectivas, en primer lugar, de quien están acompañando, de
tolerar sus estados internos que se pondrán de manifiesto a través de la conducta, de su
lenguaje verbal y corporal, de comprender sus posibilidades y limitaciones y tolerar estas
últimas y lo que no puede comprenderse, así como el misterio y el desconocimiento, de
observar y reflexionar antes que actuar tomando decisiones apresuradas que pueden no ser las
más apropiadas para el bienestar de la persona que está a su cuidado.

El trabajo de acompañante terapéutico no es un trabajo fácil, se está expuesto a


sentimientos intensos, depende también de las características de la persona a acompañar y de
la patología que presente. Se confronta con el impacto de un campo emocional propio de
cualquier encuentro intersubjetivo, y también con el esfuerzo por conservar el propio balance
y el sentido de uno mismo. Estos aspectos acompañan la tarea y es importante tenerlos en
cuenta. En la medida que se los pueda reconocer, valorar y cuidar, también se estará
reconociendo el valor y el compromiso y la responsabilidad que uds. tienen al asumir el rol de
acompañante terapéutico. Para poder cuidar a otro es preciso cuidarse a sí mismo. Acá apunto
al cuidado del mundo emocional y a la disposición para aprender de la experiencia emocional
compartida, que implica un proceso de transformación interna, como alguna vez dijo un
psicoanalista brillante llamado Bion.

Bibliografía
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www.psicofisiologia.com.ar
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Psiquiatría y Salud, Bs. As.

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ANEXO

Diapositivas de la clase

D1

D2

D3

D4

D5

D6

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D7

D8

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D10

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D17

D18

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ESQUEMA GENERAL DE GLANDULAS Y HORMONAS

Hipófisis o Glándula Pituitaria

Adenohipófisis Neurohipófisis
(Hipófisis Anterior) (Hipófisis Posterior) Tiroides
Triyodotironina (T3) Paratiroides
Adrenocorticotrofina Oxitocina Tiroxina (T4)
Tirotrofina Vasopresina Hormona
Somatotrofina (antidiurética) Paratiroidea
Folículo Estimulante
Luteinizante
Prolactina
Endorfinas Páncreas Suprarrenales
Insulina Glucocorticoides
Pars Intermedia Glucagón (Cortisol)
Melanocito Estimulante
Ovarios (mujer) Mineralocorticoides
Estrógeno (Aldosterona)
Progesterona
Testículos (hombre)
Testosterona

Fuente de la Imagen: Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation. Adaptación personal con cuadros de llamadas.

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LAS PRINCIPALES HORMONAS Y SUS FUNCIONES

HORMONA GLÁNDULA TEJIDO DE DESTINO FUNCIÓN


DE ORIGEN

Adrenocorticotrofina Hipófisis Corteza suprarrenal Activa la secreción de glucocorticoides


(ACTH) (lóbulo (cortisol), mineralocorticoides (aldosterona)
anterior) y esteroides sexuales

Hormona del Hipófisis Todas las células Estimula la síntesis proteica


crecimiento (lóbulo del cuerpo
anterior)
(Somatotrofina)

Hormona Hipófisis Glándulas sexuales Estimula la maduración del folículo ovárico


foliculoestimulante (lóbulo (Gónadas) en la mujer. y la producción de esperma
anterior) (espermatogénesis) en el hombre
(FSH)

Hormona luteinizante Hipófisis Glándulas sexuales Estimula la ovulación femenina y la


(lóbulo (Gónadas) maduración del cuerpo lúteo en la mujer y
(LH) anterior) la secreción de testosterona y la
maduración espermática en el hombre

Prolactina (LTH) Hipófisis Glándulas mamarias Estimula la producción de leche


(lóbulo
anterior)

Tirotrofina (TSH) Hipófisis Tiroides Activa la secreción de hormonas tiroideas


(lóbulo
anterior)

Melanotrofina Hipófisis Células productoras de Controla la pigmentación de la piel


(lóbulo melanina
anterior)

Vasopresina Hipófisis Riñones Regula la retención de líquidos y la tensión


(lóbulo arterial
posterior)

Oxitocina Hipófisis Útero Activa la contracción del útero durante el


(lóbulo parto
posterior) Glándulas mamarias Estimula la secreción de leche tras el parto

Melatonina Glándula No está claro, aunque los Parece afectar a la pigmentación de la piel,
pineal posibles destinos parecen regular los biorritmos y prevenir los
ser las células pigmentadas trastornos por desfase horario
y los órganos sexuales

Calcitonina Tiroides Huesos Controla la concentración de calcio en la


sangre depositándolo en los huesos.

Promueve la excreción urinaria de calcio,


Riñones fosfato, sodio, magnesio y potasio,
disminuyendo la reabsorción tubular de los
mismos a nivel del riñón.

Aumenta la secreción yeyunal de agua,


Intestinos
sodio, potasio y cloro.

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Hormonas tiroideas Tiroides Todo el cuerpo Aumentan el ritmo metabólico, potencian el


(Triyodotironina -T3- y crecimiento y el desarrollo saludables
Tiroxina -T4-)

Parathormona (PTH) Paratiroides Huesos, intestinos y riñones Regula el nivel de calcio en la sangre

Timosina Timo Glóbulos blancos Potencia el crecimiento y el desarrollo de


los glóbulos blancos, ayudando al cuerpo a
luchar contra las infecciones

Aldosterona Glándula Riñones Regula los niveles de sodio y potasio en la


(Mineralocorticoides) suprarrenal sangre para controlar la presión sanguínea
(Corteza)

Cortisol Glándula Todo el cuerpo Juega un papel esencial en la respuesta


(Glucocorticoides) suprarrenal ante el estrés, aumenta los niveles de
(Corteza) glucosa en sangre y moviliza las reservas
de grasa, reduce las inflamaciones

Adrenalina Glándula Músculos y vasos Aumenta la presión sanguínea, el ritmo


suprarrenal sanguíneos cardíaco y metabólico y los niveles de
(Médula) azúcar en sangre, dilata los vasos
sanguíneos, prepara para la acción

Noradrenalina Glándula Músculos y vasos Aumenta la presión sanguínea y el ritmo


suprarrenal sanguíneos cardiaco, produce vasoconstricción
(Médula)

Glucagón Páncreas Hígado Estimula la conversión del glucógeno


(hidrato de carbono almacenado) en
glucosa (azúcar de la sangre) y regula el
nivel de glucosa en la sangre

Insulina Páncreas Todo el cuerpo Regula los niveles de glucosa en la sangre,


aumenta las reservas de glucógeno, facilita
la utilización de glucosa por las células del
cuerpo

Estrógenos Ovarios Sistema reproductor Favorecen la maduración sexual en la


femenino mujer, la aparición de sus caracteres
sexuales secundarios, controlan las
funciones del sistema reproductor femenino

Progesterona Ovarios Útero Prepara el útero (engrosando el endometrio


(Cuerpo -capa interna del útero-) y las glándulas
lúteo) Glándulas mamarias mamarias para el embarazo

Testosterona Testículos Todo el cuerpo Favorece la maduración sexual masculina,


la aparición de los caracteres sexuales
secundarios, controla las funciones del
sistema reproductor masculino

Eritropoyetina Riñón Médula ósea Estimula la producción de glóbulos rojos

Fuente: Encarta 2006

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO - FACULTAD DE PSICOLOGÍA 27 de abril de 2007

EJE PSICONEUROENDOCRINO HUMANO

Coloración emocional
Organización de ideas complejas
Lenguaje verbal
Imaginación
Creatividad
Neocorteza
Proyección hacia el futuro
Planificación
Razonamiento
Centros superiores con control
voluntario

Corteza del Cíngulo


Aprendizaje Experiencia
de la Emocional
experiencia

Tálamo Amigdala Hipocampo


(Relevo sensorial) Principal regulador afectivo (Memoria nerviosa)
Memoria emocional

Fornix (Haz de proyección)

Hipotálamo
Regulación de la actividad
vegetativa y hormonal
Control de la expresión
emocional
Regulación de la conducta
Gran conector del SN, SE y
Hipófisis SI

Glándula Blanco

CONTEXTO FAMILIAR - SOCIAL / VINCULOS AFECTIVOS

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO - FACULTAD DE PSICOLOGÍA 27 de abril de 2007

EJE PSICONEUROENDOCRINO HUMANO DEL ESTRES

Coloración emocional (Prefrontal)


Organización de ideas complejas (Prefrontal)
Lenguaje verbal (Lóbulo Frontal)
Neocorteza Imaginación (Prefrontal)
Creatividad (Prefrontal)
Proyección hacia el futuro (Prefrontal)
Planificación (Prefrontal)
Centros superiores con control voluntario
Aprendizaje
de la Corteza del Cíngulo
experiencia Experiencia
Emocional

Tálamo Amigdala Hipocampo


(Relevo sensorial) Principal regulador afectivo (Memoria nerviosa)
Memoria emocional

Fornix (Haz de proyección, conector)

ACTIVACION
N
Hipotálamo
E
U Regulación de la
R CRF A N actividad vegetativa y
O C E hormonal
V T U Control de la expresión
E I R emocional
Hipófisis V O
G Regulación de la
E A E conducta
T ACTH C N Gran conector del SN,
A I D SE y SI
T O O
I N C
Glándulas Suprarrenales Glándulas Suprarrenales R
V
(Médula) (Corteza) I
A
N
A

Adrenalina Glucocorticoides (Cortisol)


Noradrenalina Mineralocorticoides (Aldosterona)
(Catecolaminas) Esteroides sexuales

CONTEXTO FAMILIAR - SOCIOCULTURAL / VINCULOS AFECTIVOS

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ESQUEMA GENERAL DEL PROCESAMIENTO EMOCIONAL


(Regina Pally, 2000)

Corteza Corteza Hipotálamo Sistema


Sensorial Órbito- Endocrino
frontal

Tálamo Tronco Sistema


Amigdala
Cerebral Nervioso
Autónomo

Estímulo Comportamiento
Emocional

La EMOCION… coordina la mente y el cuerpo


organiza la percepción, el pensamiento, la memoria, la
fisiología, el comportamiento, las interacciones sociales
facilita los comportamientos adaptativos
contribuye a la resolución de los problemas de adaptación

La EMOCIÓN se conecta no sólo con la mente y el cuerpo de un individuo sino con


las mentes y los cuerpos entre los individuos.

El cuerpo juega un papel activo en la vida mental.

El saber conciente de la emoción y la expresión emocional hacia los otros juegan un


papel central en la regulación del despertar emocional que es tan importante para el
funcionamiento saludable.

“Procesamiento emocional: la conexión Mente-Cuerpo” en Libro Anual de Psicoanálisis, XIV, Escuda


Ed., Brasil, 2000.

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