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Manual Coaching PDF
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COACHING
INDICE
Para la segunda mitad del siglo XX y con aparición de la filosofía del lenguaje,
esto cambió. La filosofía del lenguaje planteó que cuando hablamos no solamente
describimos una realidad existente; también actuamos. El lenguaje es acción. Los
actos lingüísticos se refieren a los actos que realizamos al hablar.
Este postulado permite decir que hay cinco actos lingüísticos fundamentales:
Afirmaciones,
Declaraciones,
Promesas,
Peticiones y
Ofertas.
Declaraciones.
Cuando hacemos declaraciones no hablamos acerca del mundo, generamos
un nuevo mundo para nosotros. La palabra genera una realidad diferente. Después de
haberse dicho lo que se dijo, el mundo ya no es el mismo de antes. El mundo es
diferente después de la declaración.
La acción de hacer una declaración genera una nueva realidad que a su vez
lleva a una nueva acción, son la expresión más clara del poder de la palabra, de que
aquello que se dice se transforma en realidad; que la realidad se transforma siguiendo
la voluntad de quien habla.
Las declaraciones no están relacionadas con nuestras capacidades
compartidas de observación, están relacionadas con el poder. Las declaraciones son
válidas o inválidas según el poder de la persona que las emite.
Una declaración implica una clase diferente de compromiso del de las
afirmaciones. Cuando declaramos algo nos comprometemos a comportarnos
consistentemente con la nueva realidad que hemos declarado.
Cuando hacemos una declaración también nos comprometemos por la validez
de nuestra declaración. Esto significa que sostenemos tener la autoridad para hacer tal
declaración y que ella fue hecha de acuerdo a normas socialmente aceptadas.
Parece que fuese una declaración sin mayor trascendencia. Alguien podría
incluso argumentar que no se trata de una declaración, sino de una afirmación y,
en algunos casos, efectivamente puede ser considerada como tal. Declarar «No
sé» es el primer eslabón del proceso de aprendizaje. Implica acceder a aquel
umbral en el que sé que no sé y me abro al aprendizaje.
o La declaración de gratitud.
o La declaración de perdón.
No hace más que describir que se siente. La emoción que uno siente por el
otro no se modifica por expresarlo, pero decirlo o no decirlo marca una diferencia
en la relación que construimos con el otro, particularmente cuando se trata de
alguien que nos es importante o puede estar deseando escuchar esa declaración.
El declarar «Te amo» o «Te quiero» participa en la construcción de mi relación con
el otro y forma parte de la creación de un mundo compartido. Las palabras son
acciones; el silencio, por lo tanto, puede ser una forma de no acción que modifique
las relaciones.
Decimos que una conversación es una danza que tiene lugar entre el hablar y
el escuchar, y entre el escuchar y el hablar. Y aquí es donde viene el problema, al
carecer de competencias para la escucha, generamos constantemente conflictos que
derivan en un desgaste emocional con un alto coste para la salud física y psicológica.
Desde que nos levantamos hasta la hora del descanso, las conversaciones son
parte de nuestra vida. Seamos protagonistas o testigos de ellas, influyen en nuestras
decisiones y en la realidad que nos toca vivir.
Hay que tomar en cuenta que existen distintas modalidades de habla (más
indagativas o más propositivas), y actos lingüísticos básicos como las afirmaciones y
las declaraciones. Las declaraciones también las hemos analizado anteriormente y
tienen que ver con los juicios, los pedidos, las ofertas o promesas.
Vinculado a esto está la corporalidad. ¿Qué pasa con mis emociones cuando
me encuentro en determinada posición corporal, y viceversa? ¿Es coherente mi
corporalidad con lo que estoy sintiendo y con lo que estoy diciendo? ¿Cómo logro
trabajar una estructura de coherencia?
Las conversaciones son espacios de diseño. Esos espacios son integrados por
personas. ¿Qué espacios de conversación hay en mi institución y organización?
¿Quiénes lo integran? ¿Cuáles son los espacios formales? ¿Existen los informales?
están alineadas con los fines que tiene la organización y más importante aún, si están
Es importante advertir, sin embargo, que no estamos diciendo que todo lo que
existe sólo existe en el lenguaje. No estamos negando la «existencia» de una así
llamada «realidad externa», independiente del lenguaje. Pero de tal «realidad
externa», en cuanto externa e independiente del lenguaje, no podemos hablar. Todo,
de lo que hablamos, se encuentra, por definición, dentro del dominio del lenguaje.
A través del lenguaje, no sólo hablamos de las cosas, sino que alteramos el
curso espontáneo de los acontecimientos: hacemos que ciertas cosas ocurran.
Basta pensar en las infinitas oportunidades en las que una persona, un grupo,
un país cambiaron de dirección y alteraron su historia porque alguien dijo lo que dijo.
De la misma manera, reconocemos que la historia (individual o colectiva) hubiese
podido ser tan diferente de lo que fue si alguien hubiese callado, si no hubiese dicho lo
que dijo.
La rana les explico que era sorda. Ella pensó que las demás la estaban
animando a esforzarse para salir del hoyo.
Esta sencilla fábula nos demuestra como unas pocas palabras pueden cambiar
el curso de la vida de alguien, convierten alguna creencia limitante en una perspectiva
más rica que permite más opciones (en este caso que una de las ranas luchase por su
vida). También nos ilustra por desgracia que las palabras también pueden
confundirnos y LIMITARNOS. Esa importante relación que existe entre CONFIANZA y
ACCIÓN demostrada por la rana y que es válida a nivel general en nuestras vidas,
tiene un efecto todavía más profundo cuando nos concentramos en las acciones del
lenguaje.
2. COORDINACIÓN DE ACCIONES
Dos seres humanos sólo pueden generar una nueva acción haciendo una
petición o una oferta: no hay otra forma de iniciar una nueva actividad.
Promesas.
Siempre conllevan riesgo ejecutivo (ejecución): Uno cree que siempre puede
hacer lo que promete, pero siempre existe el riesgo de algún imprevisto que le impida
cumplirla. Cuanto más arriesgada sea la promesa, más probable es que algo falle. Es
imposible eliminar el riesgo ejecutivo, pero uno puede reducirlo prometiendo sólo
aquello que podrá cumplir.
Como para hacer promesas se necesita del consentimiento mutuo entre las
partes, para llegar a este consentimiento podemos proceder a través de dos acciones
diferentes, peticiones y ofertas
Ofertas.
Una oferta es una promesa con una condición de reciprocidad. O sea que uno
puede prometer algo, si otro lo ayuda para llevar a cabo alguna cosa. En este caso la
aceptación de la oferta implica un compromiso tanto para quien ofrece como para
quien acepta.
Peticiones.
Es un acto lingüístico por el cual quien pide, intenta obtener una promesa por
parte de quien la escucha. En cada caso, quien pide, solicita la ayuda de quien le
escucha, para generar ciertas condiciones que satisfagan su inquietud.
Nacen de una carencia: Pedir implica reconocer que uno desea o necesita
algo que puede obtener de manera más eficiente con la ayuda de otros. Hacer una
petición implica que uno no es capaz de hacer algo en forma tan efectiva como el otro
podría hacerlo.
Pueden ser tácitas: una petición no necesita una explicación explicita, sólo es
necesario que sea escuchado por el oyente. Lo importante no es la forma en que la
petición se realiza, sino la forma en que la petición se escucha. Aunque las peticiones
tácitas son operativas, pueden llevar a confusión cuando uno cree que está pidiendo y
el otro no se da cuenta de haber recibido una petición.
futuras para hacernos cargo del quiebre existente. Su objetivo es lograr que algo pase,
Estamos modificando las cosas respecto de su estado actual y, por lo tanto, estamos
coordinación de acciones»?
Los actos lingüísticos que permiten que surjan nuevas realidades son las
Una de las formas más efectivas de encararlos quiebres es pedir ayuda. Saber
personas suelen tener dificultades para pedir ayuda. Si indagamos por qué,
Algunos dirán, «Si pido ayuda muestro debilidad»; otros, «Me pueden decir que
terceros sostendrán, «Si pido ayuda, me comprometo a tener que brindarla de vuelta y
con ello pierdo independencia», etcétera. Juicios y más juicios. Ellos determinan lo que
definimos como posible para nosotros. Las consecuencias de no pedir ayuda suelen
producto nuevo no se vende según las expectativas, podríamos caer en una parálisis
obstante, podemos cambiar la situación si, por ejemplo, solicitamos una investigación
A menudo no se ven todas las implicancias que existen entre uno y otro tipo de
conversación. No se ve, por lo tanto, el poder que tienen las conversaciones para
calificar lo que está pasando, para descargar interpretaciones acerca de por qué se
aprovecha la naturaleza activa del lenguaje para transformar las realidades existentes
Por una parte, esto ocurre cuando no sabemos qué acción realizar o qué hacer
primero. No sabemos, por lo tanto, qué podríamos pedir para hacernos cargo del
quiebre.
Por otra parte, también suele suceder que, si bien sí sabemos que podríamos
pedir, tenemos el juicio de que la persona con la cual deberíamos tener una
«conversación para la coordinación de acciones» no está abierta a sostener tal
conversación. O podría existir el miedo a que esta conversación genere quiebres aún
más serios si se inicia.
6. Reparación y nuevo compromiso: “te pido que nos avises con la suficiente
anticipación si tienes algún inconveniente”.
Todos estos juicios sientan las bases para un juicio que es viga maestra de
toda forma de convivencia con otros: el juicio de la confianza. De no haber confianza
no tengo posibilidad de construir una relación estable con los demás. Sin confianza se
socavan las relaciones de pareja, las relaciones con nuestros padres y con nuestros
hijos, las relaciones de trabajo, las relaciones de negocio, las relaciones del alumno
con su maestro, etcétera. No hay relación humana que pueda desarrollarse
adecuadamente cuando no existe la confianza.
Pues bien, esta condición que resulta esencial para nuestra vida y para las
posibilidades en ella, resulta de un juicio que hacemos sobre los demás (y que los
demás, a su vez, hacen sobre nosotros). Dada la capacidad recursiva del lenguaje,
podemos incluso hablar de autoconfianza, o de la confianza que nos tenemos a
nosotros mismos. En cuanto a expresión de un juicio, la confianza es un fenómeno
estrictamente lingüístico. Es sólo en cuanto somos seres lingüísticos y, en tal
capacidad, seres que podemos hacer juicios, que la confianza como fenómeno se
constituye.
Pasemos ahora al racimo de actos lingüísticos que forman las promesas, las
peticiones y las ofertas. ¿Podremos tener confianza en alguien que promete sin ser
sincero?, ¿sin tener intenciones de cumplir aquello que prometió? ¿Estaremos
dispuestos a descansar en tales promesas? ¿Y qué pasará, en términos de la
confianza, si comprobamos que alguien promete hacer algo para lo que no es
competente? ¿Nos pondremos en sus manos?
Pero, ¿podemos acaso decir que detrás del respeto a los diferentes
compromisos que están involucrados en cada acto lingüístico hay un mismo fenómeno
que se revela en estos compromisos particulares? En otras palabras, ¿son todos éstos
casos particulares de un mismo fenómeno general? Y de ser así, ¿cuál fenómeno es
éste?
3. EL OBSERVADOR
Cuando observamos el mundo que nos rodea, las cosas, los hechos, etc
indefectiblemente esa observación no es objetiva, pues desde coaching decimos que
la realidad objetiva no existe, solo existe la interpretación que le da cada uno de
nosotros como observador diferente del mundo.
Modelo O-S-A-R:
El observador que somos en el mundo genera acciones y esas acciones
resultados, si el resultado que obtenemos no nos satisface podemos cambiar el
observador para generar nuevas acciones y, en consecuencia, nuevos resultados.
Modelo O-S-A-R
Según Rafael Echeverría, "No sabemos cómo son las cosas, solo sabemos
cómo las observamos", aduciendo en profundidad que "No hay hechos, sólo
interpretaciones", por lo que confluye a que “No solo actuamos de acuerdo a como
somos (y lo hacemos), también somos de acuerdo a como actuamos".
Lo que observamos, nos lleva a realizar una ACCIÓN que corresponde a lo que
hacemos en cada situación en particular, que da un RESULTADO producto de las
consecuencias de nuestras acciones realizadas.
Decía Henry Ford, tanto si crees que puedes como si crees que no, estás en lo
cierto. ¿Sabes por qué? Porque lo que creemos sobre nosotros y nuestro entorno,
configura nuestra realidad, nuestra vida. Cuando crees que algo es posible, que
puedes hacerlo, no lo dudas, lo haces, por eso es realidad; cuando crees que no
puedes hacerlo ni lo intentas escudándote en que no es posible o si lo haces, es casi
sin fuerza y queda frustrado. Piensa en alguna de tus creencias y evalúala y puede
que comprendas mejor cómo eres y cómo es tu vida.
Para Senge y otros (1995), los mapas o modelos mentales son las imágenes,
supuestos e historias que tenemos en la mente acerca del mundo, de nosotros
mismos, de los demás y de las instituciones, y sin ellos no podríamos enfrentarnos al
entorno. Según aquellos psicólogos, los seres humanos vivimos en un mundo "real",
pero no operamos directa e inmediatamente sobre ese mundo, sino que actuamos
dentro de él usando "mapas", "representaciones", "modelos" o interpretaciones
codificadas de esa realidad, las cuales creamos o inventamos permanentemente
mediante nuestros sistemas de procesamiento sensorial, nuestros órganos de los
sentidos y nuestro cerebro.
El filósofo estoico Epicteto lo expresó brevemente: "No son las cosas las que
preocupan a los seres humanos, sino sus ideas acerca de las cosas".
Asimismo, podemos mantener o descartar ese mapa, según la utilidad que nos
preste. Cada individuo tiene, pues, la capacidad de construir su propio mapa del
mundo, su propio modelo o representación interna del mundo, a partir de la
interpretación que da a la información y la experiencia que recibe de la realidad
externa, del medio ambiente. Ese mapa o modelo está constituido por el conjunto de
creencias de ese individuo, por sus opiniones, actitudes, teorías personales,
aprendizajes, valores, estrategias, normas, reglas, visión de las cosas, maneras de
pensar, etc. De allí que para darle sentido, comprender, codificar, interpretar y actuar
sobre el mundo y el entorno, las personas confían en esas construcciones mentales
que elaboran, en sus particulares representaciones simplificadas de la realidad. Esas
construcciones constituyen precisamente sus mapas o modelos mentales, los cuales
están conformados por los agregados o sistemas de información interrelacionada que
dan origen a tales conceptos, reglas, patrones, esquemas y maneras de concebir el
mundo. Desde la infancia, los individuos actúan según sus modelos mentales y así
estructuran sus sistemas de valores y creencias, sus normas y principios. De modo que
esos mapas o modelos mentales, que, por lo demás, como ya se dijo, no son el
territorio real, determinan o afectan grandemente nuestro comportamiento y sirven
muy bien como guías para la acción. En suma, actuamos como actuamos porque
tenemos los modelos mentales que hemos construido.
Por eso puede decirse que, en esencia, somos los mapas que tenemos. Los
Paradigmas La noción de "paradigmas", que ha venido siendo popularizada por el
futurólogo norteamericano Joel A. Barker desde mediados de la época de los setenta,
encaja muy bien dentro del concepto de "mapas" o "modelos mentales". De hecho, los
paradigmas son un componente muy importante de nuestros mapas o modelos
mentales. Son una parte de ellos. En el campo de la ciencia los paradigmas se refieren
a los constructos arquetípicos que una comunidad de científicos comparte para
caracterizar la manera como sus miembros definen o miran el mundo, o como
describen un fenómeno particular. En este sentido, un paradigma es una especie de
"idea dominante" sostenida por un grupo de personas afines. De modo que, a fin de
cuentas, cada área de conocimientos es un paradigma. En forma amplia, puede decirse
que el paradigma es la manera de percibir el mundo o la forma básica de percibir, de
pensar, de valorar y actuar sobre la base de una visión particular de la realidad.
Ejemplo: Creencia: “El éxito requiere trabajo duro”… relaciona el valor “éxito”
con el comportamiento “trabajo duro”.
1.- En 1968, en una escuela primaria del sur de San Francisco se llevó a cabo
un estudio (Rosenthal y Jacobson) en el cual un grupo de chicos, que hicieron una
evaluación para conocer la media de inteligencia fueron divididos en dos grupos
iguales al azar. A uno de dichos grupos se le asignó un profesor a quien se le dijo que
los chicos eran “muy dotados”. Al otro grupo se le asignó un profesor a quien se le dijo
que los chicos eran “aprendices muy lentos”. Un año después los dos grupos fueron
reevaluados en inteligencia. Curiosamente, la mayoría de los chicos del grupo que
fueron arbitrariamente etiquetados como “muy dotados” puntuaron más alto que los
que previamente habían sido catalogados como “aprendices muy lentos”. Las
creencias de los profesores sobre los estudiantes afectaron a la habilidad de
aprendizaje de los mismos.
2.- “La milla en cuatro minutos”. Hasta el 6 de mayo de 1954 ningún corredor
había corrido una milla en menos de cuatro minutos, lo cual era considerado por todos
como una barrera infranqueable. Pero ese día Roger Banister consiguió rebajar ese
tiempo. A las seis semanas, otro corredor, superó el récord rebajando la marca en un
segundo. Y durante los siguientes nueve años más de doscientas personas volvieron a
romper aquella barrera que parecía insuperable.
Las creencias son postulados sobre los cuales nos apoyamos para leer la
realidad. Dirigen nuestras vidas de manera inconsciente pues configuran parte de
nuestro mapa mental.
Existen las creencias limitantes del tipo: “no estoy en condiciones”, “no lo
conseguiré”, “eso no es para mí”, “no sirve de nada”. Estas creencias limitantes, tienen
un efecto devastador sobre nuestra capacidad de proyectarnos hacia una nueva visión
de nosotros mismos o simplemente adoptar nuevos comportamientos diferentes a los
que ya conocemos. Limitan nuestra visión de un futuro mejor, pues no dan cabida a la
posibilidad ni siquiera de imaginarlo. Merman el impulso, la motivación, la capacidad
de acción y reacción.
Dalton, Hoyle & Watts, describe la motivación como un estímulo emocional que
nos hace actuar. Es el deseo que se siente por mejorar, crear, realizar trabajos o
acciones positivas en nuestra vida. Es una fuerza interior que nos hace actuar para
poder luchar y tratar de alcanzar aquello que más nos interesa. Es una condición
dentro del individuo que se considera como una necesidad hacia un incentivo o meta.
Un capitán no llega a buen puerto con una tibia decisión y creará confusión en
la orientación del navío si las condiciones no son favorables.
Por ello podemos concluir, que cualquier tipo de creencia limitante como
fundamento de nuestro pensamiento y acción, obstaculizará nuestra motivación con la
debida tensión que la acompaña.
En un primer nivel, está el acto de articular las palabras que decimos. Esta es
la acción de decir lo que decimos. Austin los llamó «actos locucionarios». Decir, por
ejemplo, «Estaré ocupado mañana», constituye una acción diferente de decir «No
tengo ganas». Estos no son sólo diferentes sonidos, ni son sólo diferentes palabras,
sino también son acciones diferentes.
Ciertamente, lo que escuchamos puede a veces ser válido y otras no. ¿Dónde
está la diferencia? ¿Cómo podemos aumentar nuestra capacidad para escuchar de un
modo más efectivo? Para responder a estas preguntas debemos hacer algunas otras
distinciones que nos llevarán más allá de las acciones directamente comprendidas en
las interacciones comunicativas.
Wayne Dyer lo dice muy bien con esta frase: “Cambia tu forma de ver las cosas
y las cosas cambiarán”.
Puedes probar a observar con más interés el espacio en el que estás o lo que
ves por la ventana, o la persona que tienes al lado. Quizá el hecho de observar con
más detenimiento te hace ver tu entorno diferente o descubrir cosas que
habitualmente te pasan desapercibidas. ¿Ha cambiado lo observado? No, todo está
ahí, pero tú lo has mirado de manera diferente, ha cambiado tu percepción. A menudo
confundimos la percepción con la realidad.
¿Qué es la realidad? Se me ocurre que hay una realidad “neutral” que todos
percibimos pero que podemos traducir según nuestros sentidos y nuestros filtros.
Wayne Dyer. “Tenemos el poder de cambiar nuestra percepción y ver las cosas
de manera diferente, contándonos distintas historias sobre nosotros mismos”.
4. APRENDIZAJE Y PARADIGMAS
La instrucción
También hay que destacar que el aprendizaje tiene muchas formas y etapas y
cada una de ellas cumple o sigue un objetivo específico con la finalidad de adquirir un
conocimiento de la manera más significativa posible, dentro de las teorías del
aprendizaje están la teoría del cognitivismo que no es más que el aprendizaje a través
de estímulos, la constructivista la cual nos dice que aprendemos mientras hacemos y
la cognitiva que busca a la compresión a través la adquisición de nueva información a
través de la percepción, la atención, la memoria, el razonamiento, el lenguaje, etc..
Conductismo:
Constructivismo:
Estadios:
Estadio sensorio-motor
Estadio preoperatorio
Constructivismo Social:
Cognitiva:
Aprendizaje significativo
En esta segunda fase sabes que no tienes las competencias para realizar
alguna actividad aunque sí sabes qué es esa actividad. En el ejemplo del coche,
cuando sabes que es necesario aprender a conducir aunque todavía no sabes hacerlo.
Hay algunas facetas en las que desarrollamos resistencia al aprendizaje y nos cuesta
prestar suficiente atención a la idea de que “el futuro pertenece a aquellos que saben
cómo ampliar continuamente el aprendizaje”. Existen enemigos ocultos detrás de las
excusas que generamos cuando escuchamos algún término relacionado con el
aprender o incluso el escuchar nuevos puntos de vista.
9. Creer que Aprender y Divertirse no son una mezcla posible y poderosa. Esto es
especialmente importante para los que se declaren facilitadores del proceso.
10. Confundir Saber con Estar informado. Saber es “saber hacer”, es decir que se
puede reflejar en resultados, en cambio tener información no se traduce
necesariamente en capacidad de acción, ya que es solo un proceso que ocurre
en el cerebro, es un paso previo, pero aun falta “tirarse a la pileta”.
11. No dar autoridad a “otro” para que nos enseñe. Cuando declaramos a alguien
como nuestro maestro, le otorgamos confianza y autoridad reconociendo su
mayor capacidad de acción.
12. La desconfianza. Confiar significa que al concederle autoridad a alguien
estamos dispuestos a someternos a la dirección de esta persona, a sus
instrucciones y a aceptar sus exigencias.
13. Ausencia de contexto adecuado. Para que ocurra el aprendizaje debemos
abrirnos a la posibilidad de que haya algo por aprender. El aprendizaje requiere
apertura a lo nuevo y una disposición a cuestionar lo que conocemos.
14. Creer que Saber es sinónimo de Tener la Verdad. A veces creemos que la
“explicación que damos” le pertenece al hecho y no a nosotros.
5. El orgullo (que impide pedir ayuda e instrucción). Pedir ayuda implica reconocer
una necesidad. Quienes basan su orgullo personal en la ilusión de la
omnipotencia e independencia quedan atrapado por este “enemigo”.
Lo anterior implica que sólo vemos aquello que nuestras creencias nos
permiten ver. Si creemos que el mundo es un lugar hostil, que la vida es difícil, que la
gente no te ayuda, que no hay trabajo, que no hay oportunidades, eso es lo que tu
mente te presentará como tu realidad. En cambio, si creemos lo opuesto, es decir, que
el mundo es un lugar maravilloso, que la vida es fácil, que siempre hay gente
dispuesta a apoyarte, que hay mucha opciones de trabajo y oportunidades, eso es lo
que tu mente te mostrará.
Las acciones que realizamos a la perfección o con profesionalismo, son las que
realizamos sin la intervención de la conciencia, por ejemplo, conducir, hablar en
público, hacer negocios, vender, jugar futbol, nadar, patinar, comer, beber, respirar,
tocar un instrumento, bailar, hablar, caminar, etc. Cualquier intento por realizar estas
acciones de manera consciente, resulta contraproducente.
Podemos diseñar y elegir nuestra forma de ser, de manera tal de ser quienes
tengamos que ser para lograr nuestros resultados.
Las creencias se han ido formando, ocupando un espacio, una energía, se han
ido materializando dentro de nuestros conceptos más arraigados. Vienen a partir de lo
que nos han dicho, de lo que hemos vivido, son maneras que nosotros creemos tener
y ser, y que vienen más de otras personas, educadores, padres, experiencias de
nuestros padres, por los medios de comunicación o en el momento que algo nos ha
sucedido muy fuerte y se ha producido una impregnación en nuestro consciente o en
nuestro inconsciente. Creencias a veces escondidas en nuestro inconsciente, y que
están teniendo una repercusión extraordinaria en nuestras vidas, y es difícil
identificarlas y acceder a ellas. En este sentido la P.N.L. usa ejercicios basados en la
“búsqueda transderivacional” para identificar creencias limitantes o perniciosas y
transformarlas en potenciadoras y benéficas.
“Si crees que puedes: es verdad. Si crees que no puedes: es verdad.”
Como ejemplo, supongamos que una persona duda acerca de si se merece ser
saludable y atractiva. Aplicar el proceso de Auditoría de Creencias implicaría repetir
esta creencia, añadiendo diferentes conectivos al final de cada afirmación. Llenar los
huecos creados con la adición de conectivos sirve para establecer vínculos entre esa
creencia y otras creencias y expectativas, así como para “reencuadrar” posibles
interferencias.
5. COACHING.
5.1. Preguntas Poderosas. Estructura de una conversación de
Coaching.
o Abiertas (la respuesta puede ser múltiple, sin estar circunscrita a dos opciones)
y que le aporte información valiosa (y nueva) al coachee. La pregunta abierta
concede espacio al cliente para la reflexión y para explorar situaciones y
experiencias de forma descriptiva, y sobre todo permitirá al coachee llevar su
propia agenda, y no la del coach (utilización de su propio lenguaje, aportación
de información en el orden que él desea, etc.…). Si bien es cierto lo anterior,
también conviene destacar que las preguntas cerradas (sólo caben dos
respuestas, SÍ/NO,…) pueden tener su lugar en el Coaching, si se pretende:
Obtener una información precisa (“confirmas que ¿te ha
gustado?”, “según te he entendido, ¿has querido decir…?”).
Gestionar una situación puntual en la que el cliente ha
hablado mucho y se ha perdido en su propio razonamiento.
Obtener un compromiso con respecto a una acción decidida
por el cliente.
o Centradas en un solo tema y orientadas hacia el futuro y sobre el objetivo (más
que al pasado y sobre los bloqueos).
o Pertinentes (dirigidas a la meta), que llevan a la reflexión de la persona y se
hacen cuidando y potenciando la identidad de la persona, yendo al núcleo de la
misma para desde ahí iniciar una reestructuración profunda.
o Creativas, ya que han de sorprender al coachee y desafiarlo a afrontar nuevos
puntos de vista. La sorpresa es una emoción básica que asume un papel muy
importante en el ser humano, incluso con repercusión fisiológica potenciadora.
Suele estar aceptado dentro del coaching que a una interacción coach-coachee
se le aplique la regla 80/20, esto es, que el cliente debería hablar el 80% del tiempo y
el coach el 20% del tiempo.
Tras una pregunta poderosa es recomendable:
1) Aplicar un SILENCIO: para el coach, el silencio consiste básicamente en
saber cómo permanecer callado, sabiendo cómo evitar intervenir en el “discurso” del
cliente, evitando también expresar sentimientos o reacciones y hacer preguntas. Esta
técnica o habilidad suele ser la más difícil para numerosos coaches principiantes. El
silencio puedo ser considerado la técnica o habilidad “esencial” en el coaching. El
silencio del coach crea un espacio en el cual el cliente puede desvelar su estructura de
referencia y explorar su territorio personal. La pregunta más poderosa… puede ser un
buen SILENCIO.
2) Devolver una pregunta: centrándola sobre la última parte de la respuesta
dada por el cliente, poniendo especial importancia al tono de voz y a la comunicación
no verbal, para que el coachee “aprecie” un cambio en forma de mayor énfasis en esta
pregunta.
Si nos centramos en preguntas poderosas para cuestiones concretas y a modo
de ejemplo, podríamos destacar:
La pieza fundamental en el coaching: ¿Qué es lo que quieres, lo
que realmente quieres? Para clarificar la situación: ¿Qué es
cierto de todo eso? ¿Qué pertenece al ahora y qué pertenece al
pasado? ¿Qué te pasa en este momento? ¿Qué es lo que ha
funcionado y lo que no?.
Provocar reflexión sobre creencias: ¿Estás seguro de eso?
¿Realmente crees que es así? ¿ Podría ser de otra manera?.
Una vez que el Coach tiene información sobre la estructura básica del
coachee, comprende el quiebre declarado y lo profundiza, puede arriesgar
una interpretación (devolución) que le permita al coachee entender por qué no ha
podido, hasta el momento, resolver su problemática.
Con estos dos postulados, mediante esta rama del coaching, la persona que
aprende a observar la vida de un modo diferente aprende también a actuar diferente.
5. Escucha activa.
6. Preguntas Poderosas.
7. Comunicación Directa.
9. Diseño de Acciones.
Las emociones son una respuesta del ser humano y suponen una valoración
de lo que está sucediendo en el exterior, y en la relación con los demás. Aportan
información sobre qué hacer y nacen a raíz de una situación vivida y la interpretación
que se hace de la misma.
Una emoción nace cuando la realidad es diferente a lo que cada uno había
planeado/pensado o le gustaría que ocurriera en un determinado momento, y respecto
a un hecho en cuestión, produciéndose una contrariedad, siendo a ésta sensación a la
que se le pone distinto nombre (diferentes emociones). Esto lleva a determinar ya una
primera conclusión y es que la gestión emocional pasará por cambiar los hechos y/o
flexibilizar la imagen.
2.- Las emociones hacen que las respuestas del organismo (conducta) ante
acontecimientos (enemigos o alimento) sean polivalentes y flexibles. Son reacciones
que ayudan a encontrar, no una respuesta fija ante un determinado estímulo (como es
un reflejo), sino que bajo la reacción general de la alerta, el individuo escoge la
respuesta, más adecuada y útil entre un repertorio posible. Ello se expande,
enormemente, con la aparición de los sentimientos (la parte consciente y subjetiva de
las emociones). Las emociones y los sentimientos de esta manera, dotan de más
versatilidad a la conducta. Y ello es de más utilidad para la supervivencia del individuo
y de la especie.
3.- Las emociones sirven a las funciones de los dos puntos anteriores
“alertando” al individuo como un todo único ante un estímulo específico. Tal reacción
emocional incluye la activación de múltiples sistemas cerebrales (sistema reticular,
atencional, mecanismos sensoriales, motores, procesos mentales), endocrinos
(activación suprarrenal medular y cortical y otras hormonas), metabólicos (glucosa y
ácidos grasos) y en general la activación de muchos de los sistemas y aparatos del
organismo (cardiovascular, respiratorio, etc… con el aparato locomotor y músculo
estriado como centro de operaciones).
5.- Las emociones sirven como lenguaje para comunicarse unos individuos con
otros (de la misma especie o incluso de especies diferentes). Es una comunicación
rápida y efectiva. En el hombre el lenguaje emocional es también un lenguaje básico
tanto entre los miembros de una misma familia como entre los miembros de una
sociedad determinada. Ello, además crea lazos emocionales que pueden tener claras
consecuencias del éxito tanto de supervivencia biológica como social.
6.- Las emociones sirven para almacenar y evocar memorias de una manera
más efectiva. A nadie se le escapa que todo acontecimiento asociado a un episodio
emocional, tanto de castigo como placentero, permite un mayor y mejor
almacenamiento y evocación de lo sucedido.
“La clave para gestionar a otros de manera efectiva es manejarse uno mismo
primero. Cuanto más conoces de ti mismo, más puedes relacionarte con los demás,
desde una posición de confianza, seguridad en uno mismo y fortaleza” – Weisinger.
Este proceso requiere la activación del neurocórtex (capa neuronal que recubre
los lóbulos frontales, denominada así por ser la capa más evolutiva del cerebro), lo
que aportará, entre otras cosas, que el lenguaje será muy útil para identificar y
nombrar emociones.
Así, una persona con un alto grado de autoconocimiento que sabe que las
fechas límite despiertan lo peor de sí misma, planea su tiempo cuidadosamente y
realiza su trabajo con anterioridad. Una persona con un alto nivel de autoconocimiento
será capaz de trabajar junto con un cliente exigente. Entenderá el impacto de éste en
su temperamento y las razones profundas de sus frustraciones. Una persona así
entenderá que "las exigencias triviales del cliente nos apartan del verdadero trabajo
que debe llevarse a cabo". Irá un paso más adelante y desplazará su furia hacia algo
más constructivo.
La Inteligencia Intrapersonal
En vez de suponer que uno está dominado por sus caprichos y deseos y que
nada se puede hacer al respecto, las personas con un alto grado de inteligencia
intrapersonal pueden entender por qué sienten o piensan tal o cual cosa, y actuar en
consecuencia.
Aprender a gestionar los sentimientos para saber qué nos sucede, y llegar a
entendernos y a tratarnos con respeto y compasión mientras decidimos qué medidas
tomar para lograr equilibrio y satisfacer nuestras necesidades emocionales, nos
proporciona mecanismos para calmarnos y evita que tengamos reacciones
desmedidas frente a lo que se nos presenta.
Se podría decir que una buena gestión emocional implicará (ante una
emoción), la siguiente secuencia de actuación:
ACEPTACIÓN
EXPRESIÓN GESTIÓN
IDENTIFICACIÓN
VALORACIÓN
Hay más de una reconstrucción de lo que parece ser “una emoción”. De hecho,
el observador particular que tú eres está reconstruyendo una “experiencia”, no
definiendo la “esencia” de una emoción. El resultado puede ser que la reconstrucción
de la tristeza, la soberbia o la serenidad, por ejemplo, sea distinta en distintos
observadores.
Hablar comprometidamente.
Escuchar activa y efectivamente.
Distinguir emociones y estados de ánimo que abran o cierren
posibilidades de acción efectiva.
Crear confianza como base emocional para el logro de
resultados.
Ser el compromiso declarado, alineado con Valores, en
Integridad.
Inconsciente.
Consciente.
6. TRABAJOS DE ENERGÍAS.
6.1. Apertura, Determinación, Estabilidad y Flexibilidad.
Todos los seres humanos vivimos en cierta disposición corporal. Eso significa
que dado quienes somos actuamos dentro de un rango de posibilidades especificado,
por lo que es nuestra historia emocional y biológica.
Apertura.
Determinación.
Estabilidad.
Flexibilidad.
La Apertura.
La Determinación.
En esta disposición entramos en una relación activa con las cosas del mundo y
las demás personas. Es la disposición que sostiene nuestro poder y fuerza de
voluntad. Nos concentramos en nuestras metas, establecemos límites, sabemos decir
“no”, somos capaces de hacer realidad nuestros sueños, marchamos hacia adelante.
Aparece una relación muy directa con nuestro ego. Desde la resolución sustentamos
el poder personal y la capacidad de acción.
La Estabilidad.
La Flexibilidad.
Predisposición a la ensoñación.
Tendencia a rutinas.
Inclinación para ver todo bien.
Coordinamos acciones con otras personas para ir al cine o tomar una copa o
hacemos planes para las próximas vacaciones, pero pocas veces nos detenemos a
pensar qué estaremos haciendo a nivel profesional o personal en los próximos 5 o 10
años. Porque ¿Qué viene primero?, ¿Es el éxito casual en determinadas
circunstancias el que hace que nuestro futuro sea exitoso? ¿O es la visión de un futuro
exitoso la que ayuda a que se genere el éxito?.
Una visión positiva acerca del futuro tiene la enorme capacidad de modificar
nuestras conversaciones en el presente, de generar en nosotros nuevas emociones y
de cambiar nuestra forma de actuar.
Martín L. King soñó con una América igualitaria para todas las razas y su visión
movilizó a millones de personas que lucharon por lograrlo.
Henry Ford tuvo la visión de construir coches para gente normal, no solo para
ricos, con su lema: “Un americano, un coche”, muchos años antes de que esta visión
llegara a materializarse.
Victor Frankl, psiquíatra austriaco judío, que logró sobrevivir a los campos de
concentración nazis, afirma que la mayoría de las personas que sobrevivieron tenían
algo que realizar en el futuro y pudieron encontrar la fuerza necesaria para seguir
luchando y no dejarse morir.
La idea del compromiso es otro de los pilares. Decimos que lo que hace que
nos pongamos en marcha es precisamente la declaración de un compromiso. Así,
cuando tenemos claro lo que queremos y lo declaramos, nos hacemos cargo de lo que
queremos lograr y empezamos a actuar en consecuencia. A partir de poner en
palabras lo que queremos conseguir, nos comprometemos a actuar en esa dirección.
Sin embargo, como socialmente juzgamos duramente a las personas en función de
cómo están siendo frente a sus compromisos, nos acostumbramos a hacer
compromisos pequeños que podemos cumplir con facilidad, proyectando así una
imagen de nosotros mismos que nos parece aceptable y que gusta ofrecer.
Por otra parte, como nuestros compromisos están ligados a lo que es posible para
nosotros desde el punto de vista del pasado, nos comprometemos únicamente con aquello
que creemos que somos capaces de hacer, sin darnos cuenta de que esta forma “cómoda” de
actuar nos limita a la hora de diseñar futuro, ya que es a través de los grandes compromisos,
aquellos que a priori, no nos parece que sea posible que podamos cumplir, como podemos
cambiar el curso de nuestra vida. Cuando hablamos de visón es necesario saber que el
desarrollo de las personas está relacionado con la capacidad que tienen de hacer compromisos
irrazonables desde el punto de vista del pasado. Cuando imaginamos futuro e intentamos
hacerlo de manera predecible, estamos hablando del futuro sosteniendo los paradigmas o
modelos mentales que nos funcionaron hasta ahora. Desde ese punto de vista, el futuro se
vuelve “MÁS DE LO MISMO” y los grandes cambios no pueden abordarse.
Para nosotros la visión es algo más que un futuro predecible, es un futuro desafiante desde el
punto de vista del pasado, porque rompe con él. La visión debe estar informada por las
circunstancias, pero no anclada por ellas. Para que la visión nos motive, nos cargue de energía
y nos incite a la acción, tiene que retar nuestras habilidades. Debe ser un reto para nosotros
tan grande que compense el coste que vamos a pagar para conseguirlo. En este esfuerzo de
imaginación el cómo lo haremos no debe pararnos, es un segundo paso que irá surgiendo a
medida que vayamos avanzando y empiece a aclararse la visión.
Este último es sin duda el nudo gordiano del proceso de coaching, cuando
trabajamos con visión. Las personas que no han seguido sus sueños o aquellas que
nunca se permitieron a sí mismas llegar a formularlos, han actuado así debido a lo que
Robert Fritz llama los conflictos estructurales.
Una de las estrategias más usadas en el deporte de elite y que también puede
utilizar el coach, es hacer que el cliente se imagine a sí mismo en algunas de esas
situaciones de éxito traídas del pasado, esos momentos memorables que son la
película de sus propios éxitos y logros, debiendo incluir todos los detalles específicos,
mediante la herramienta de la práctica imaginada o visualización. Incluso con algo más
de entrenamiento, el cliente puede aprender a sustituir pensamientos perturbadores o
limitantes, por algunos de estos pensamientos que le darán más confianza y
motivación, se trata de cortar y pegar. En general, los éxitos repetidos en la
consecución de objetivos o metas aumentan el nivel de autoeficacia y el fracaso en la
consecución de los mismos la disminuye. Una vez que la persona ha alcanzado un
nivel elevado de autoeficacia debido a logros en la ejecución, ésta tiende a alcanzar un
estado más o menos constante o permanente, siendo poco probable que los fracasos
ocasionales puedan modificarla, pues la persona los suele atribuir a factores externos,
a la falta de esfuerzo o a una estrategia inadecuada. En ocasiones, y como se verá
más adelante, el coach puede orientar al cliente para que este atribuya los pequeños
fracasos a la falta de esfuerzo o de preparación y a que interprete la habilidad como
algo flexible y adquirible, porque la atribución del fracaso a una falta de habilidad va en
detrimento de la motivación y de la realización futura.
También se deberán establecer los criterios para medir los objetivos marcados
(Registro, sistema de puntos, código de observación…) Los de tipo cuantitativo son
más fáciles de medir pero también habrá que hacer un esfuerzo con los de tipo
cualitativo. Incluso pueden coach y coachee establecer las estrategias oportunas
definiendo un plan A con el objetivo ideal y altamente retador, un plan B con el objetivo
intermedio y un tercero que sería el mínimo a conseguir en el caso de que se
presenten dificultades.
Algo fundamental que se debe tener presente en un proceso de coaching es
distinción entere objetivos de resultados, lo que se consigue (Ganar o perder, lograr un
puesto…), y los objetivos de ejecución, que son las acciones o conductas concretas
para que la probabilidad de alcanzar el resultado esperado sea elevada (mejorar una
determinada técnica o habilidad, incrementar el nivel de dificultad).
Establecimiento de metas:
2. Sin embargo, aunque el objetivo final deba ser retante y quizá por ello lleve
implícito un plazo de tiempo más largo para su consecución, es necesario también
establecer a modo sinérgico metas intermedias o submetas interrelacionadas, que
tengan un carácter más inmediato, a corto plazo, y que son en realidad el medio para
no perder de vista el fin. Los éxitos en la consecución de metas a corto plazo hacen la
función de feedback, pudiendo el sujeto percibir mejoras y destrezas que
incrementarán el nivel de confianza y motivación de logro. Así mismo pequeños
fracasos en estos objetivos pueden permitir una revisión de la estrategia que haga
factible la consecución de la meta final.
Estos deben incluir las acciones concretas a realizar y sirven como seguimiento
personal del propio desarrollo. Ambos tipos de objetivos deben coexistir y nunca
excluirse. Es obvio que el control sobre la propia conducta es más fácil que el
pretender controlar las conductas de los rivales, compañeros o el pretender controlar
la multitud de factores externos que pueden intervenir. El coach debe por tanto influir
para que el cliente focalice el esfuerzo en el control de la propia conducta más que en
las cosas que no dependen de uno mismo, contribuyendo a valorar el éxito o el
fracaso no en función de los demás sino de la propia actuación. Sin embargo el coach
debe tener en cuenta que el cambio de percepción que tienen los directivos sobre la
importancia de las consecuencias, resultados, frente a las metas de ejecución puede
no ser inmediato. Especialmente en la alta dirección, al igual que en el deporte de alto
rendimiento, la presión puede hacer que las metas de resultados sean prioritarias,
pero no debemos olvidar como coaches que las de ejecución son el medio para
conseguir las primeras.
4. Una vez que se han identificado las metas, que no deben ser muy
numerosas si el cliente aún no está familiarizado con el proceso (a
veces habrá que centrarse solamente en una o dos), y medida que se
vaya incrementando el número de ellas, es muy útil llevar un registro
por escrito y tenerlo al alcance para recordarlas y visualizarlas. ¡Las
cosas han de ser soñadas y recreadas en la mente antes de hacerlas
realidad! Así que hay que procurar que la descripción de la meta se
haga clara, vívida y detalladamente, para producir una imagen potente
en el subconsciente. También es recomendable que el cliente use algún
cuadernillo donde anote además del registro de metas, las estrategias
de consecución de metas y los progresos de metas, basándose claro
está, en datos diarios o semanales. Así mismo, puede hacerse
necesario que el coach aporte al cliente formación básica sobre el
proceso de establecimiento de metas.
7. Por último, es importante destacar que los criterios de evaluación, que son
un componente de la propia estrategia, deben establecerse de forma conjunta entre
coach y cliente, de forma específica para cada objetivo y las herramientas pueden ser
tan variadas como los propios objetivos a delimitar. Pueden ir desde una simple
estadística de ejecución expresada en porcentajes, a un registro de observación
realizado por un observador externo, un sistema de puntos, o un autoregistro.
Es importante que si no se dispone de medios de evaluación de las metas se
diseñe uno para la ocasión, de nada sirve establecer objetivos si no se puede
comprobar si se van logrando. Solo se puede progresar en lo que uno puede medir y
solo se puede medir lo que se puede observar. La metodología dependerá de la
habilidad o competencia en cuestión, es decir de las necesidades del cliente, y de las
metas seleccionadas, por ejemplo para el seguimiento se podrían diseñar unas
tarjetas de consecución de meta con espacios para diversos ítems, metas específicas,
destrezas presentes, posición inicial o punto de partida, estrategias para la
consecución de metas etc.