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TRANSFUSIÓN SANGUINEA

Laura Valeria Gutiérrez Suárez


Juan Pablo Rodríguez Cubillos

Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia


Universidad del Tolima

Patología Clínica
LUZ CLEMENCIA FANDIÑO DE RUBIO

Ibagué, diciembre de 2020


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Tabla de Contenido

Introducción …………………………………………………………………………………... 3

Grupos sanguíneos en los animales domésticos y aloanticuerpos ……………………. 6

Hemoderivados ……………………………………………………………………………... 11

Obtención y conservación de sangre. Indicaciones ……………………………………. 14

Características de donadores …………………………………………………………….. 16

Pruebas de compatibilidad ………………………………………………………………… 17

Administración de la transfusión …………………………………………………………... 25

Reacciones post transfusionales ………………………………………………………….. 26

Referencias …………………………………………………………………………………... 31
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Introducción

La transfusión de sangre es el procedimiento médico de incorporar sangre o sus

componentes procedentes de un individuo en el sistema circulatorio de otro, utilizado

para mantener con vida a los pacientes que han sufrido pérdidas excesivas de sangre

por traumas o cirugía, o para proporcionar algún elemento necesario en caso de

enfermedades que afectan la producción de glóbulos rojos, blancos o algún otro

componente sanguíneo. Desde el punto de vista clínico, las principales razones para el

uso de estos componentes sanguíneos son la de aumentar la capacidad de transporte

de oxígeno; mejorar la hemostasia; aumentar la concentración de proteínas plasmáticas

en animales hipoproteinémicos o hipovolémicos y suministrar inmunoglobulinas en

animales inmunodeprimidos. Hoy en día es una práctica de rutina en medicina humana

y muy extendida en la medicina veterinaria, en especial para su aplicación en la clínica

de pequeños animales (Cazales, N. et al 2008).

La transfusión de glóbulos rojos y/o hemocomponentes es una herramienta

válida para el tratamiento de diversas patologías asociadas con hemorragias (agudas o

crónicas), destrucción de glóbulos rojos, falta en la producción y/o desórdenes en la

coagulación. Dentro de este grupo de patologías, en la clínica veterinaria, la pérdida de

sangre es el problema más frecuente, seguido por los desórdenes hemostáticos como

la coagulación intravascular diseminada, y las trombocitopenias inmunomediadas

(Cazales, N. et al 2008).

Los primeros estudios sobre transfusiones se realizaron en el siglo XVII en Italia,

Inglaterra y Francia, con aciertos y errores, en muchos casos, fatales. El 17 de Mayo de

1665 Richard Lower, en la Universidad de Oxford realizó la primera transfusión entre


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perros por medio de cánulas de plata uniendo la arteria carótida de un perro con la vena

yugular de un segundo animal previamente desangrado, consiguiendo reanimarlo.

Podemos considerar este experimento como la primera transfusión en Veterinaria. En

un principio, las transfusiones debían hacerse directamente de dador a receptor, porque

la sangre fuera del cuerpo se coagulaba y el manejo de este problema, llevaría algunos

cientos de años más de estudio. Dos después (1667), el cirujano francés Jean Baptiste

ejecutó la primera transfusión de una oveja a un humano, esta operación se fue

regulando, pero en varias ocasiones fracasaban en su empeño y a veces se llegaba a

tener desenlaces fatales, es por ello que transfusiones de sangre se prohibieron a

mediados del siglo XVI por la cantidad de accidentes o efectos nocivos que provocaban

(Cayambe, C. 2018).

En 1818 volvieron a realizarse. En ese mismo año, James Blundell llevó a cabo

la primera transfusión entre humanos. Llegó a la conclusión que la sangre solo se debía

emplear en la misma especie y con el fin de sustituir la pérdida. En el año 1909 Karl

Landsteiner dio a conocer a la comunidad científica que la intolerancia de muchos

individuos a las transfusiones estaba genéticamente condicionada por sus grupos

sanguíneos y que no tenía nada que ver con la influ1encia de factores externos. Estudió

los grupos sanguíneos en animales domésticos y el hombre, descubrió el sistema ABO

y recibió por estos estudios el Premio Nobel de Medicina en 1930. Años más tarde en

1940 junto con Karl Landsteiner descubrieron el factor RH en el Macacus Reshus,

observando que el 85% de la sangre humana se comportaba de la misma manera en

ellos y el 15% de manera diferente (Cayambe, C. 2018).

En la década de 1910 se descubrió que mediante la adición de anticoagulantes y la

climatización de la sangre era posible almacenarla durante algunos días, abriendo así el
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camino para que los primeros bancos de sangre se desarrollaran. La implementación

de frascos de vidrios en 1939 y bolsas de plástico estériles en 1953, son hitos

importantes para la técnica. En 1965, se publica la primera transfusión de sangre en un

perro, en una revista científica veterinaria. En 1988 se creó el primer banco de sangre

canino privado y comercial en Carolina del norte, Estados Unidos (Cayambe, C. 2018).

Los bancos de sangre caninos (BSC) son instituciones encargadas de ofrecer sangre o

hemoderivados a las clínicas veterinarias que lo requieran. Garantizan que la sangre

recibida ha sido analizada, tratada y almacenada bajo estrictos controles de higiene y

calidad, ofreciendo así la máxima seguridad, tanto al dador como al receptor de la

transfusión (Cazales, N. et al 2008).

Pautas para la transfusión sanguínea:

Principio básico de las transfusiones sanguíneas El principio básico en la terapia

de transfusión, es la misma que en todos los procedimientos médicos, "primum non

nocere" “lo primero es no causar daño”. A pesar de que el rango de mortalidad

secundario a una transfusión es bajo, no se puede descartar la muerte (Feldman,

2008).

Justificación de la terapia transfusional: La separación de la sangre en sus

distintos componentes permite satisfacer las necesidades específicas de un paciente y

garantiza la utilización óptima de la sangre.

Hay tres principios de la terapia transfusional que deben ser tenidos en cuenta en el

momento de administrar productos sanguíneos (Madriz, E).

 Principio 1: Debe identificarse la causa de la deficiencia: La reposición de un

componente sanguíneo deficiente es solamente una medida transitoria debido a

su corto tiempo de vida. La deficiencia volverá a producirse a menos que la


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causa sea debidamente identificada y corregida. La deficiencia de un

componente sanguíneo puede ser debida a una producción disminuida del

mismo, a una pérdida aumentada, a su destrucción o secuestro (Madriz, E).

 Principio 2: Solamente debe administrarse el componente deficitario: Si se

necesita un componente sanguíneo determinado, el producto administrado debe

contener la máxima concentración de aquel y cantidades mínimas de otros

componentes (Madriz, E).

 Principio 3: Debe haber la máxima seguridad en el producto sanguíneo y en su

administración: De la administración de hemocomponentes pueden aparecer

diversas complicaciones, pero el riesgo de que se produzcan puede reducirse al

mínimo mediante una rigurosa atención en la metodología del banco de sangre

(Madriz, E).

Grupos Sanguíneos en Animales Domésticos y Aloanticuerpos

La membrana celular de los glóbulos rojos está cubierta por proteínas y

carbohidratos complejos los cuales son antígenos que permite la clasificación de los

grupos sanguíneos y cada tiene diferente antigenicidad

Se han descrito a la fecha 285 antígenos de grupos sanguíneos, organizados en

29 sistemas de grupos; estas moléculas tienen una función fisiológica, sea de

adherencia, de receptor o de transportador. 

 El aloantígeno: es un antígeno que existe en formas alternativas (alelo) en una

especie y el cual induce una respuesta inmune cuando se transfiere a un

miembro de la especie en donde es escaso.


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 El aloanticuerpo o isoanticuerpo: es un anticuerpo producido por un individuo que

reacciona con aloantígenos de otros individuos de la misma especie. Éstos

pueden adquirirse de manera natural (por ejemplo, ingestión de calostro) o

inducirse por medio de exposiciones previas (por ejemplo, transfusión) y su

presencia se detecta mediante una prueba cruzada.

La importancia de conocer estos antígenos es que tienen la capacidad para

desencadenar una reacción de anticuerpos anti-eritrocitos en el huésped, es decir que

cuando se realiza una transfusión, los animales reconocen estos antígenos extraños

como “no propios” e inician una producción de anticuerpos contra ellos por lo tanto es

importante conocer los grupos sanguíneos de cada especie para saber qué tipo de

sangre se debe emplear en la transfusión sanguínea

Grupos sanguíneos y aloanticuerpos en caninos

En la especie canina existen ocho grupos sanguíneos: DEA-1.1., DEA-1.2., DEA-

3, DEA-4, DEA-5, DEA-6, DEA-7, DEA-8 (las siglas DEA significan: Dog Erythrocyte

Antigen). De todos ellos, el que tiene mayor poder antigénico y por tanto provoca el

mayor riesgo de reacciones adversas es el DEA-1.114. En base a estos datos, el

donante ideal será un perro negativo al antígeno DEA-1.1.(donante “universal”).

Recientemente se ha descrito un nuevo antígeno eritrocitario canino no relacionado con

el sistema DEA, que se ha denominado antígeno Dal porque los aloanticuerpos contra

él se descubrieron en un perro de raza dálmata (aunque este antígeno parece existir

también en muchas otras razas); hasta el momento, se desconoce si realmente tiene

importancia clínica15. En la especie canina (al contrario de lo que sucede en felinos y

humanos) no existen niveles significativos de aloanticuerpos preformados contra otros


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grupos sanguíneos, a no ser que el perro haya recibido una transfusión previa y haya

desarrollado anticuerpos contra el grupo sanguíneo del donante. El tiempo que se tarda

en sintetizar cantidades significativas de anticuerpos contra otros grupos sanguíneos

tras una transfusión, es de 4-5 días. A efectos prácticos esto quiere decir que, en

perros, no es estrictamente necesario realizar pruebas de compatibilidad antes de la

primera transfusión, ni tampoco antes de las siguientes, si no han transcurrido más de 5

días. Después de este tiempo sí que serán necesarias (Madriz, E).

Grupos sanguíneos y aloanticuerpos en felinos

En gatos solo se ha reconocido de manera rutinaria el sistema AB y consiste de

tres tipos: A, B y AB. El grupo A es dominante sobre el B. El tipo A es el tipo más

común y se encuentra en más del 95% de los gatos domésticos en Estados Unidos. A

la fecha todos los gatos siameses, birmanos, tonquinenses, rusos azules y orientales se

han identificado como tipo A. El tipo B se ha identificado en hasta 10% de gatos de

Maine y del 32 bosque noruego; hasta 20% de los abisinios, birmanos, persas, somalís,

esfinge y escoceses; y hasta 45% de gatos exóticos e inglés pelo corto, Cornish Rex y

Devon Rex. Se ha observado el tipo AB en gatos domésticos, así como en razas con

tipo B (Hall, C. 2014).

Este sistema sanguíneo permite una herencia mendeliana sencilla con el gen A

(A) con dominancia sobre el gen AB (ab), el cual tiene dominancia sobre el gen B (b).

Los gatos tipo A tienen más de cualquiera de los tres genotipos: A-A, A-ab, o A-b. Los

gatos AB pueden tener ya sea un genotipo ab-ab o ab-b y un gato tipo B solo puede

tener genotipo b-b. Por tanto, un cruzamiento de gatos tipo A entre gatos A puede

producir gatitos de tipos A, AB o B dependiendo de sus genotipos (Hall, C. 2014).


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Los gatos han desarrollado anticuerpos contra otros grupos sanguíneos por lo

que la administración de un tipo incorrecto de sangre puede llevar a consecuencias

fatales; siendo obligatorio conocer el grupo sanguíneo en todas las transfusiones. Al

contrario de lo que sucede en perros, en gatos sí que existen aloanticuerpos naturales

contra otros grupos sanguíneos, incluso en animales que no han recibido nunca una

transfusión sanguínea. Se pueden producir reacciones fatales transfundiendo menos de

1ml de sangre incompatible, lo que implica que en gatos es siempre necesario

comprobar si el donante y el receptor tienen grupos compatibles, incluso en la primera

transfusión (Hall, C. 2014).

Los gatos del grupo-A tienen anticuerpos contra el grupo-B bastante débiles; en

cambio, los gatos del grupo-B tienen anticuerpos contra el grupo-A muy potentes. Esto

implica que la severidad y riesgos de las reacciones hemolíticas por incompatibilidad de

grupos sanguíneos dependen de cuál sea el grupo de donante y receptor. Estos

aloanticuerpos presentes en gatos también pueden provocar isoeritrolisis neonatal,

cuando una hembra de grupo B tiene descendencia con un macho de grupo A

(dominante) o AB; los gatitos del grupo A (o AB) ingieren anticuerpos maternos anti-A

con el calostro, que provocarán graves reacciones hemolíticas (gran riesgo en razas

British Shorthair, Sphynx, Devon Rex y Cornish (Hall, C. 2014).

Los gatos tipo AB se consideran como receptores universales ya que carecen de

los anticuerpos antiA y antiB; sin embargo, se les debe transfundir células tipo A para

evitar la transfusión inadvertida de anticuerpos antiA a partir del donador tipo B, el cual

es un ejemplo de una reacción colateral menor. Debido a los efectos de la geografía y

de la raza, y de la frecuencia de los tipos de sangre, el riesgo de inducir una reacción


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por transfusión potencialmente mortal en receptores tipo B podría ser tan alto como de

20% cuando se transfunde sangre sin pruebas cruzadas (Hall, C. 2014).

Antígeno Mik En el 2007 se informó de un nuevo antígeno, Mik, diferente al

sistema tradicional AB, que se encuentra presente en muchos gatos domésticos y que

también puede ocasionar reacciones de incompatibilidad. Los gatos que carecen de

este antígeno (casi 6% de aquellos sometidos a prueba) 33 tienen el potencial de

desarrollar una reacción hemolítica aguda luego de la transfusión de sangre AB (Hall,

C. 2014).

Grupos sanguíneos y aloanticuerpos en rumiantes:

 Bovinos: poseen 11 grupos sanguíneos, denominados por las letras A, B, C, F,

J, L, M, R, S, T y Z. Los más importantes por el riesgo de reacción transfusional

son el B y el J. El grupo J no existe al nacimiento y se adquiere en los primeros

seis meses de vida del ternero (Noroña, J, et al 2010).

 Ovinos: Se han identificado 7 grupos A, B, C, D, M, R y X. Los grupos B de

vacas y ovejas son el mismo. Y el grupo R de las ovejas es parecido al J de las

vacas (Noroña, J, et al 2010).

 Cabras: En la cabra, se han identificado cinco grupos sanguíneos A, B, C, M y J.

Los 4 primeros son parecidos a los de las ovejas (Noroña, J, et al 2010).

Grupos sanguíneos y aloanticuerpos en equinos:

Los caballos poseen 8 sistemas de grupos sanguíneos, denominados por letras

mayúsculas A, C, D, K, P, Q, T y U. Y cada uno de estos grupos puede producir en la

superficie del eritrocito una molécula denominada factor, se ha encontrado hasta el

momento más de 30 factores, que se nombran con una letra minúscula (a, b, c, f, g…).
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Así, un caballo podría ser, por ejemplo, Aa, Ab, Ca, etc. Lo que produce miles de

combinaciones.  Las reacciones transfusionales en equino debidas a incompatibilidad

de grupo sanguíneo son debidas a los grupos Aa y Qa. y estan involucrados en el 98 %

de los casos de isoeritrolisis (Noroña, J, et al 2010).

Grupos sanguíneos y aloanticuerpos en aves:

Debido su importancia económica, se han descrito los grupos de la gallina, con

un total de 28 grupos sanguíneos. Sin embargo, en aves que son mascotas, lo único

que se conoce es la incompatibilidad que existe en el uso de sangre de diferente

especie para realizar una transfusión (Noroña, J, et al 2010).

Grupos sanguíneos y aloanticuerpos en cerdos:

Los cerdos presentan 10 sistemas sanguíneos, A, D, E, F, G, H, I, J, K y L. Cada

uno cuenta con un número variable de factores, siendo el sistema E el más complejo.

Se demostró que el factor A presenta similitud con el factor A humano y R de la oveja

(Noroña, J, et al 2010).

Hemoderivados

Sangre Fresca Completa (SFC)

Es la sangre que obtenemos directamente del paciente, sin seleccionar ninguno

de sus componentes. Se almacena en bolsas de sangre humana con capacidad para

450 ml (a esto se le considera una Unidad de sangre). Se transfunde con un máximo de

seis horas. Se pueden eliminar los leucocitos al someterlo a una filtración. Este

producto posee todos los componentes celulares de la sangre además de los factores

de coagulación y otras proteínas plasmáticas viables (Madriz, E).


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Sangre Completa Almacenada (SCA):

Sangre con más de 6 horas de la extracción. Esta ha de ser refrigerada a una

temperatura entre 4 a 8 ºC. Su duración depende del anticoagulante y soluciones

nutritivas (CPD-SAG-M) que se use desde 1 a 35 días. Plaquetas y leucocitos dejan de

ser funcionales a las pocas horas de la extracción. Hay igualmente una reducción

gradual de los hematíes hasta un 70 %. Dentro de los factores de coagulación el factor

V se reduce al 50 % entre los 10 – 12 días de la extracción y el factor VIII disminuye un

50 % pasadas 24 horas. Este producto aporta hematíes y componentes del plasma

(Madriz, E).

Concentrado de Glóbulos Rojos (CGR):

Se obtiene a partir de centrifugar sangre completa a 4-5 ºC. De una Unidad de

sangre entera se obtienen aproximadamente 200 ml de concentrado. El sedimento de

este proceso constituye el concentrado de glóbulos. El tiempo máximo del almacenaje

de este producto es de 30 a 42 días. Aunque si se añaden soluciones nutritivas (SAG-

M) puede aumentar hasta los 42 días. Únicamente aporta glóbulos rojos al paciente,

para aumentar el transporte O2 sin necesidad de producir un aumento del volumen

sanguíneo (Madriz, E).

Plasma fresco:

Se obtiene a partir de unidades de sangre entera centrifugadas a 3500 r.p.m

durante 20 minutos y en las que se separa la fracción de plasma celular. Usos

terapéuticos en Enfermedad de Von Willebrand, coagulopatías por vitamina K,

hemofilias A, B y C, parvovirosis e inmunidad pasiva neonatos. Para que el plasma se


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considere fresco no pueden transcurrir más de 6 horas desde su extracción hasta su

uso. Se conserva en temperaturas de 18 ºC a 25 ºC, nunca excediendo los 35 ºC

debido a la desnaturalización de proteínas. Pasado este tiempo hay pérdidas elevadas

de los factores V y VIII de la cadena de coagulación (Madriz, E).

Plasma fresco congelado:

Igual que el plasma fresco, pero congelado -20 ºC antes de las 8 horas

posteriores a su extracción. Las indicaciones son Enfermedad Hepática, Enfermedad de

Von Willebrand, deficiencias en factores de coagulación: II, V, VII, VIII, IX, X, XI, XII,

XIII, Fibrinógeno, Hemofilia A, Terapia y/o toxicidad por anticoagulantes, Deficiencias de

proteína C, S, Antitrombina III, Deficiencia de vitamina K, Hipoalbuminemia,

Hipoproteinémia, Inmunoglobulinas bajas, Pancreatitis, C.I.D y enfermedad renal

crónica. La viabilidad de los factores de coagulación es de 1 año y de la albúmina es de

2 años ambos siendo conservados a -20 ºC (Madriz, E).

Concentrado de plaquetas:

Sedimento obtenido por una segunda centrifugación a partir de plasma rico en

plaquetas. El volumen recuperado tras este proceso es de 50- 70ml. Su vida es de 3 a 5

días y debe conservarse bajo agitación continua a 22ºC, ya que a temperaturas

inferiores se inactiva la función plaquetar. Sus indicaciones en Trombocitopenia,

Hemorragia en paciente trombocitopénico, uso prequirúrgico o quirúrgico en pacientes

con riesgo de hemorragia, trombocitopenia secundaria a transfusiones masivas.

Numerosas transfusiones de este concentrado pueden causar inmunización del

paciente. La dosis es de 1 unidad por 10 kg de paciente (Madriz, E).


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Crioprecipitado:

Se obtiene a partir de descongelar plasma fresco congelado de manera lenta (4-

6ºC). Durante la descongelación se forma un precipitado blanco (Crioprecipitado) en el

plasma. Se recomienda en el tratamiento de trombocitopenias, enfermedad de Von

Willebrand, hemofilia A, afibrinogenia, hipofibrinogenia, deficiencia en factor V de

coagulación y hemostasia tópica quirúrgica. El plasma sobrenadante que se obtiene al

retirar el Crioprecipitado, contiene factores II, VII, IX y X, se usa para el tratamiento de

intoxicaciones por raticidas. Su viabilidad es de 4 a 6 horas tras su descongelación. La

dosis es de una unidad por 10 kg de paciente (Madriz, E).

Obtención y Conservación de Sangre. Indicaciones

1. Toma de muestras:

Previo a iniciar cada recolección de sangre se debe realizar al donante

seleccionado un examen físico que incluya la evaluación de la frecuencia cardíaca,

frecuencia respiratoria y temperatura rectal, medición de peso corporal, determinación

de hematocrito y examen en búsqueda de pulgas y garrapatas que podrían causar la

exclusión antes de la donación (Pellegrino, F et al 2018).

Idealmente, la sala en la cual se lleve a cabo la extracción de sangre debe ser un

lugar tranquilo, libre de ruidos molestos y en el que no se produzcan interrupciones

indeseables. Es indispensable que cuente con todos los materiales necesarios para

venopunción, asepsia y sedación, de ser necesaria (Pellegrino, F et al 2018).

La recolección de sangre comienza con la ubicación del donante en posición

decúbito esternal o lateral, luego se realiza el lavado aséptico en la zona yugular con
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jabón, detergente o solución yodada dos veces y después 14 realizar una limpieza con

alcohol. El corte de pelo puede ser indeseable en animales de exhibición por lo que es

necesario pedir el consentimiento del dueño, en caso que el corte no sea posible por

algún motivo la limpieza debe ser más estricta. La asepsia debe realizarse en sentido

contrario al crecimiento del pelo del animal y en forma circular del centro hacia la

periferia. Finalizada la recolección el sitio debe dejarse seco, limpio y libre de sangre ya

que cualquier humedad o materia orgánica favorece las infecciones (Pellegrino, F et al

2018).

2. Bolsas de extracción:

La sangre para transfusión se colecta en forma aséptica en bolsas especiales de

plástico (apirotransfusores), en jeringas de vidrio o plástico. Sin embargo, los

apirotransfusores son los recipientes más utilizados. Son recipientes cerrados con una

tubuladura para extracción y otra para transfusión (Bujacich, A y Sappía).

Ventajas:

 Por su elasticidad se produce poco trauma de los glóbulos rojos.

 Son irrompibles

 Minimizan la activación de las plaquetas y los factores de la coagulación

 Estructura hermética

 Poseen filtros en su tubuladura para retener pequeños coágulos

 Pueden acoplarse una o más bolsas.

 Permiten la separación plasma-glóbulos para su posterior conservación.

 Son de costo accesible.


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Hay 3 tipos de apirotransfusores:

 La bolsa simple que contienen hasta 63 ml del anticoagulante CPDA-1: para la

extracción de un volumen total de sangre de 450 ml: Se puede almacenar por

unos periodos de hasta 3 semanas

 Las bolsas dobles: Consiste en una bolsa con el anticoagulante y la sin

anticoagulante

 Las bolsas triples: Consta de dos bolsas satélites y concentrado de plaquetas.

(Pellegrino, F et al 2018).

Características de Donadores

El primer paso para lograr el éxito en una transfusión sanguínea es la

adecuada selección del perro donante. Por ello, éste debe cumplir con

determinados criterios:

 Adultos jóvenes, entre 2 y 8 años de edad. (Pellegrino, F et al 2018).

 Peso superior a los 25 kg en caninos y en felinos un peso superior a los

4kg. (Pellegrino, F et al 2018).

 Temperamento agradable y buena condición física. (Pellegrino, F et al

2018).

 Fácil acceso a la vena yugular. (Pellegrino, F et al 2018).

 Plan de vacunación y desparasitación al día. Todos los donantes deben

estar vacunados contra distemper, parvovirus, leptosporosis y rabia. Al

momento de la donación, tienen que estar ausentes tanto de

endoparásitos como de ectoparásitos. Al respecto, suele ser deseable

que, un mes antes de la donación, se les haya realizado a los perros


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tratamiento preventivo contra endo y ectoparásitos (Pellegrino, F et al

2018).

 Hematocrito de 40% o superior (Pellegrino, F et al 2018).

Aquellos perros que cumplan con los criterios mencionados, posteriormente,

deben ser sometidos a un examen sanitario. El mismo debe incluir un correcto examen

clínico, así como también hemograma y perfil bioquímico completo, análisis de orina y

examen. Deben estar libres de agentes patógenos específicos tales como Babesia

canis, Babesia gibsoni, Ehrlichia spp., Leishmania donovani, Dirofilaria inmitis, Brucella

canis y Leptospiras spp (Pellegrino, F et al 2018).

Pruebas de Compatibilidad

La mayoría de las técnicas empleadas para detectar las reacciones entre

eritrocitosanticuerpos, se basan en la aglutinación y en ocasiones, la lisis de los

glóbulos rojos (hemólisis). La aglutinación resulta de la unión de los Acs al Ag de

superficie de los eritrocitos, formando una red o trama que mantiene unidas a las

células. Este proceso se produce debido a que los anticuerpos establecen uniones

cruzadas con los antígenos eritrocitarios y ello hace que se agrupen los eritrocitos o que

se aglutinen. Normalmente, las suspensiones de células· son estables, y los eritrocitos

no tienden a aglutinarse debido a que poseen cargas negativas en su superficie y por lo

tanto tienden a repelerse (potencial Z). Las inmunoglobulinas cuando cubren a los

eritrocitos neutralizan este potencial zeta y, en consecuencia, los eritrocitos se

aproximan unos a otros y favorecen la aglutinación. (Bonilla, 2005)

Existen diferencias entre los anticuerpos en lo que hace a la capacidad de

promover aglutinación. Los anticuerpos IgM son aglutinadores considerablemente más


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eficientes que los IgG,. Esto se debe al mayor número de sitios de unión al antígeno de

las IgM, que le permiten aglutinar glóbulos rojos de manera directa. Las IgG son más

pequeñas y tienden a no aglutinar los glóbulos rojos en forma directa; solo los recubren

y sensibilizan. Con el agregado de antiinmunoglobulina canina podemos evidenciar si

los eritrocitos están recubiertos por anticuerpos visualizando una aglutinación este

procedimiento se denomina Test de Coombs (Bonilla, 2005)

Las pruebas de hemólisis se basan en revelar la reacción antígeno-

eritrocitarioanticuerpo mediante el agregado de proteínas del sistema complemento.

Este último frente a la presencia de una IgM o dos IgG unidas a un antígeno activará

una cascada de proteínas que culminará con la formación de poros en la membrana

celular y la consiguiente entrada de agua y solutos al interior de la célula, lo· que

provocará la lisis de esta última (lisis osmótica). La salida del contenido eritrocitario,

provocará la liberación de hemoglobina coloreando al medio de un tinte rosa y poniendo

en evidencia la reacción Ag-Ac. Para ajustar los protocolos de las técnicas debemos

considerar que existen determinados factores que afectan las reacciones antígeno-

anticuerpo tanto in vivo como in vitro. Dentro de estos factores se encuentran la carga

iónica eritrocitaria, la temperatura, el pH, la antigüedad del suero y de los eritrocitos y la

proporción entre los anticuerpos y los antígenos. Estos factores deben de ser

considerados a la hora de realizar pruebas de tipificación para evitar errores de

interpretación. La proporción Ag y Ac es muy importante ya que una muestra con una

concentración elevada de eritrocitos podría enmascarar la presencia de anticuerpos

débiles debido al factor dilución (efecto prozona), y, es por esto, que utilizamos siempre

suspensiones eritrocitarias del 2 a 4 % para detectar la presencia de anticuerpos. En lo


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que refiere a la potencia iónica, la podemos reducir con el agregado de una solución

salina con baja fuerza iónica como la solución de LISS, y así poder acelerar la reacción

de antiglobulina o test de Coombs acortando el periodo de incubación a tan solo 15

minutos. (Bonilla, 2005)

El pH óptimo para la reacción Ag-Ac está entre 6,5 y 7,5 Y la temperatura ideal va a

depender del tipo de inmunoglobulina que esté actuando. Nosotros utilizaremos una

temperatura de 370 e que es la temperatura corporal . En la práctica médica se utilizan

tres procedimientos para determinar compatibilidad sanguínea entre un donante y un

receptor. En primer lugar se debe tipificar la sangre del donante y del paciente. Para

ello se utilizan pruebas de aglutinación con antisueros comerciales. Segundo debemos

realizar las pruebas de compatibilidad 9 mayor y menor (crossmatching). El

crossmatching es una prueba de hemoaglutinación que testea el efecto que provocan

los anticuerpos del suero del paciente a los glóbulos rojos del donante (prueba mayor) y

el efecto que el suero del donante provoca sobre los eritrocitos del paciente (prueba

menor). Como el objetivo principal de la transfusión es proveerle al paciente la cantidad

justa de eritrocitos que necesita, es importante que el suero del paciente no destruya

los eritrocitos suministrados por el donante (prueba mayor). La prueba menor tiene

menos trascendencia dado que el suero proveniente del donante y sus posibles Ac se

diluirán en la volemia del paciente y los posibles mecanismos hemolíticos no serán

significativos . Por último y como complemento a las pruebas de tipificación y de

compatibilidad mayor y menor, se realizará el Test de Coombs. Es una prueba de

aglutinación que permite revelar la presencia de Ac no aglutinantes en .Ia superficie de


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los eritrocitos del donante y receptor. Para ello, se incuban los eritrocitos de los

pacientes con una antiglobulina canina. La presencia de Ac en la superficie de los

eritrocitos llevará a la unión Ig- anti Ig y la consiguiente aglutinación. (Aristizábal J. y

Torres J, 2007).

Tipificación de grupo: 

En el caso de la especie felina sobre todo y en los perros a partir de la segunda

transfusión, es importante conocer el grupo sanguíneo tanto del donante como del

receptor. Actualmente podemos encontrar en el mercado varios kits comerciales que

permiten determinar si un perro es positivo o negativo al antígeno DEA-1.1, así como

saber el grupo sanguíneo de un gato. En perros, debe saberse antes de una transfusión

si el donante y el receptor son positivos o negativos al grupo DEA-1.1. En gatos debe

determinarse el grupo sanguíneo siempre antes de una transfusión para evitar

reacciones adversas y, en las hembras gestantes, para prevenir la isoeritrolisis

neonatal. (Aristizábal J. y Torres J, 2007).

Pruebas de compatibilidad cruzadas o crossmatching: 

Estas pruebas no están encaminadas a detectar que tipo de antígeno hay en la

membrana eritrocitaria, sino que evidencian la compatibilidad serológica entre donador

y receptor, demostrando la presencia en el suero de aloanticuerpos naturales o

inducidos. Estos aloanticuerpos podrían provocar reacciones de hemoaglutinación o

hemólisis frente otros grupos sanguíneos conocidos u otros antígenos eritrocitarios. El

grado de aglutinación se expresa de 1+ a 4+.


21

Las pruebas de compatibilidad mayor valoran la presencia de aloanticuerpos en

el plasma del receptor contra las células del donador. Esta prueba es muy útil porque

nos ayudará a predecir si las células transfundidas del donador serán atacadas por

anticuerpos en el plasma del receptor, provocando una reacción transfusional. Si se

produce hemólisis y/o aglutinación en las pruebas mayores no se podrá realizar la

transfusión, ya que el receptor tiene aloanticuerpos contra los eritrocitos del donante.

Las pruebas de compatibilidad menor, en cambio, demuestran la existencia de

aloanticuerpos en el plasma del donador contra los eritrocitos del receptor. Si esta

prueba resultara incompatible, no sería tan importante porque la cantidad de suero del

donante es pequeña, en especial si usamos concentrados de glóbulos rojos y además

se diluye en el suero del paciente. De todas maneras, si realizamos la transfusión el

paciente tendrá que ser vigilado estrechamente.

En perros es posible omitir la realización de estas pruebas antes de la primera

transfusión debido a la ausencia de aloanticuerpos naturales. Sin embargo, es

obligatorio en futuras transfusiones, pese a ser del mismo donante o grupo sanguíneo.

(Aristizábal J. y Torres J, 2007).

En la especie felina las pruebas de compatibilidad cruzada son necesarias antes

de la primera transfusión dada la presencia de aloanticuerpos naturales. Es más, sólo

con estas pruebas podemos predecir el grupo sanguíneo de donante y receptor. Si las

pruebas de compatibilidad mayor son fuertemente incompatibles, es probable que el

gato receptor sea de tipo B y el donante A (o AB). Si la compatibilidad menor es

fuertemente incompatible, es probable que el gato donante sea B y el receptor A (o AB).

Además, en el caso de especie felina y debido a la presencia de las potentes


22

aglutininas anti-A, es posible reconocer la incompatibilidad sanguínea entre dos

pacientes con una prueba de compatibilidad cruzada simplificada, poniendo una gota de

sangre del donador y del receptor en un porta a temperatura ambiente. Si aparece

hemoaglutinación en menos de un minuto, demuestra dos animales de grupo diferente.

En el mercado ya existen Kits comerciales para realizar estas pruebas de

compatibilidad cruzada. (Aristizábal J. y Torres J, 2007).

Instrucciones para la realización de un crossmatching mayor:

1. Centrifugar la sangre del donante en EDTA durante 10 minutos a velocidad lenta,

a fin de evitar que la muestra se hemolice.

2. Pipetear 0,2ml del sedimento hemático y mezclarlo bien con 4,8ml de NaCl 0,9%.

3. Pipetear 0,1ml de la muestra resultante en 3 tubos diferentes.

4. Añadir en cada tubo 0,1 ml de suero o plasma del receptor.

5. Dejar incubar durante 15 minutos un tubo a temperatura ambiente, otro a 37ºC y

el último a 4 ºC.

6. Centrifugar todos los tubos 1 minuto a velocidad alta.

7. Observar si existe hemolisis en el sobrenadante. Si existiera, la prueba sería

positiva y los animales incompatibles.

8. Examinar una gota del sedimento hemático al microscopio, si vemos

microaglutinación, existe incompatibilidad cruzada.

Los pasos para hacer un crossmatching menor son idénticos a los del mayor,

con la diferencia de que debemos mezclar plasma o suero del donante con hematíes

del receptor.
23

Mientras que el tipaje de sangre detecta la presencia de los antígenos del grupo

sanguíneo en la membrana eritrocitaria, las pruebas cruzadas o crossmatching

determinan la posible presencia de anticuerpos en el plasma de donante y receptor, que

pudieran dar lugar a reacciones de incompatibilidad. Deben realizarse siempre que

exista algún riesgo de incompatibilidad (cuando no sea posible determinar el grupo

sanguíneo en gatos, y en todos los gatos y perros que ya hayan recibido una

transfusión previa). La prueba de reacción cruzada mayor comprueba si el receptor

posee anticuerpos frente a los antígenos eritrocitarios del donante (poniendo en

contacto plasma del receptor con GR del donante), mientras que la menor comprueba si

el plasma del donante contiene anticuerpos frente a los antígenos de los eritrocitos del

receptor. También se debe incluir una reacción control, en la que se mezclan eritrocitos

y plasma del receptor. Si se produce hemólisis y/o aglutinación en la reacción cruzada

mayor, no se podrá realizar la transfusión (el Receptor tiene anticuerpos contra los

eritrocitos el Donante). Si existe hemólisis y/o aglutinación en la reacción cruzada

menor, se podrá realizar la transfusión, aunque vigilando estrechamente al paciente (el

Donante tiene anticuerpos contra el receptor, pero la cantidad incluida en la sangre a

transfundir no implica riesgos graves).

El grado de aglutinación se expresa de 1+ a 4+. La presencia de base de

autoaglutinación y/o de hemoglobinemia en el receptor impide la interpretación de estas

pruebas. Para la correcta realización de las pruebas cruzadas hay que lavar los

eritrocitos de Donante y Receptor varias veces (mediante centrifugación con ClNa

0.9%),por lo que pueden no ser prácticas en una situación de urgencia. En estos casos,

aunque sean mucho menos fiables, se pueden realizar unas pruebas de compatibilidad

simplificadas, sin lavar los GR: simplemente se centrifuga la sangre del Donante y del
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Receptor, y se realizan las tres reacciones (mayor, menor y control) sobre tres

portaobjetos mezclando en cada uno de ellos 3 gotas de plasma y 1 gota de GR,

dejando incubar 2-5 minutos, y mirando al microscopio si existe aglutinación.

Recientemente han salido al mercado dos kits comerciales para realizar las pruebas

cruzadas de forma rápida y fiable, por lo que resultan muy recomendables incluso en

situaciones de urgencia (DMS Laboratories y DiaMed Laboratories, este último requiere

cierto equipamiento). (Gaona C. s.f)

Pruebas Cruzadas Las pruebas cruzadas son aquellas que determinan la posible

presencia de anticuerpos en el plasma del donante y del receptor, dando lugar a

verificar si existe una incompatibilidad o no, estas pruebas cruzadas nos ayudan a

comprobar si los receptores poseen anticuerpos frente a los antígenos eritrocitarios del

donador, además se debe incluir una reacción control a la hora que se mezcla

eritrocitos y el plasma del receptor, si llega a producir una hemólisis o aglutinación en la

reacción cruzada mayor, no se puede transfundir, si existe una reacción cruzada menor

una hemólisis, se puede realizar con normalidad la transfusión, aunque estar siempre

pendiente del receptor. Esta prueba consiste en centrifugar la sangre adquirida del

receptor al igual que el de los donadores, se realizan 3 placas: una mayor, menor y la

de control sobre 3 porta objetos, mezclando una gota de sangre entera y una gota de

plasma, es decir una gota de sangre entera donador y una gota de plasma del receptor

y viceversa, dejando reposar unos 2 – 5 minutos y mirando en el microscopio si hay o

no aglutinación. (Gaona C. s.f)


25

Administración de la Transfusión

Administrar por vía venosa central o periférica o vía intraósea. Incluso si la vía

venosa no es posible, se puede utilizar administración en la cavidad peritoneal). No

mezclar con otros fluidos o drogas, solo con suero fisiológico. Mantener una

temperatura constante durante la transfusión entre los 30 – 35. Completar la transfusión

en menos de 4 horas para evitar riesgos de contaminación. Para minimizar reacciones

anafilácticas, se puede administrar 2mg/kg, vía IM de clorhidrato de difenhidramina 30

minutos antes de la transfusión (Madriz, E).

Durante los primeros 30 minutos el suministro debe ser lento (0,25 ml/kg/h); Si

no hay reacciones adversas se puede aumentar en perros a 10 ml/kg/h. En caso de

shock hemorrágico a 20 ml/kg/h, o más rápido su fuera necesario. Para animales con

insuficiencia cardíaca la dosis máxima es 20 ml/kg/h. Para animales con insuficiencia

renal la dosis máxima es 5 ml/kg/h (Madriz, E).

Post-transfusión:

Seguimiento durante y después de una a dos horas de la transfusión se debe

controlar el pulso, la frecuencia cardíaca y respiratoria, la temperatura, el color de la

mucosa, el tiempo de rellenado capilar y auscultar. Revisar el hematocrito pre-

transfusión (punto de referencia hematocrito). Comprobar si se ha alcanzado el

hematocrito-diana durante las dos horas tras la transfusión (25-30% en perros) (Madriz,

E).
26

Comprobar nuevamente hematocrito de 24 - 48 horas después de la transfusión,

cuando se ha distribuido toda la sangre. Si no se presentan complicaciones, el 70 % de

glóbulos rojos están disponibles en 24 horas, con una media de vida de

aproximadamente 21 - 50 días (Madriz, E).

Reacciones Post Transfusionales

Reacciones inmunomediadas y no-inmunomediadas. La mayoría de ellas pueden

evitarse si se selecciona de forma adecuada el donante y el producto sanguíneo, y

aplicando técnicas de manejo/administraciones correctas.

Reacciones Inmunomediadas

Son reacciones hemolíticas, y pueden ser agudas o retardadas.

 Reacciones Inmunomediadas Agudas: Son las más peligrosas. Están

provocadas por reacciones de hipersensibilidad de tipo I o tipo II. Las de tipo I

pueden ocasionar signos de shock anafiláctico, mientras que las de tipo II suelen

cursar con hemólisis intravascular aguda por reacción de anticuerpos del

receptor contra los eritrocitos del donante. Los signos aparecen generalmente 1-

2 horas tras el inicio de la transfusión, consistiendo en temblores, taquicardia,

taquipnea, aumento de la temperatura, vómitos, urticaria y

hemoglobinemia/hemoglobinuria. En casos extremos puede desencadenarse

una CID, un fallo renal agudo por filtración de hemoglobina libre (menos

frecuente en perros y gatos que en humanos) o incluso una parada

cardiorrespiratoria. El tratamiento consiste en primer lugar en suspender la

transfusión, junto con fluidoterapia con cristaloides isotónicos, corticosteroides de


27

acción rápida vía IV (metilprednisolona hasta 10 mg/kg, dexametasona 1 mg/kg),

antihistamínicos (difenhidramina 2-4 mg/kg -no disponible por vía parenteral en

España alternativa: dexclorfeniramina maleato inyectable) y, si hay hipotensión

severa, dopamina (5-10 µg/kg/min). En casos de riesgo vital (shock anafiláctico

agudo) puede ser necesaria la administración de epinefrina. (Zamudio L. ,2003)

 Reacciones Inmunomediadas Retardadas: Son menos graves y más frecuentes.

Se producen al cabo de 3 a 15 días postransfusión, y se caracterizan por un

inesperado descenso del Hcto. que puede ir acompañado de fiebre, anorexia y

un resultado positivo en el test de Coombs. Si son severas, el tratamiento

consiste en corticosteroides a dosis inmunosupresoras y, si se sospecha de

algún proceso infeccioso, antibióticos de amplio espectro.

Al realizar transfusiones sanguíneas se debe tomar en cuenta los riesgos a

correr y uno de ellos y el más grave riesgo es la hemólisis aguda, pero esto no es

común en los animales domésticos, por lo que poseen anticuerpos perforados

clínicamente significativo, los canes que pueden padecer de hemólisis tardía son

aquellos pacientes que han sido consecutivamente transfundidos, donde va a existir

una supervivencia más corta de los glóbulos rojos. Al elaborar pruebas cruzadas donde

se ha sido compatible los glóbulos rojos administrados a caballos o ganado llegan a

sobrevivir en un lapso de 2 - 4 días.La importancia de las reacciones varía de acuerdo a

los factores que predispone el paciente y a la vez de la concentración de los

anticuerpos.

Se describe un caso de un canino con una anemia hemolítica autoinmune, a la

vez con una esplenomegalia moderada y presencia de cuerpos extraños por lo cual
28

necesitaba ser operado, este paciente fue sometido a unas 2 transfusiones sanguíneas,

dando lugar a que la primera transfusión presenta diarreas durante la hospitalización, la

segunda transfusión ayudó a subir el hematocrito del paciente

Tipos de reacciones Las reacciones graves de las transfusiones son poco

frecuentes, es por eso que el paciente debe ser evaluado, las causas no inmunes que

conllevan a una hemólisis están la recolección o separación inadecuada de la sangre, el

punto de congelación, el sobrecalentamiento de los glóbulos rojos y la infusión bajo

presión, existen otra serie de complicaciones que incluyen una sepsis de sangre

contaminada, hipervolemia o hipocalcemia, se puede observar también la presencia de

vómitos, urticaria o fiebre, otra de las causas que se nos puede dar en una transfusión

son el paso de enfermedades de un donador hacia el receptor, tales como parásitos,

bacterias, etc. (González, J. 2007).

Las reacciones que se pueden dar son las inmunológicas y las no inmunológicas,

las reacciones hemolíticas graves son aquellas que los aloanticuerpos en el plasma del

receptor destruyen a los eritrocitos que fueron transfundidos, los signos prodrómicos

son taquipnea, fiebre, urticaria, inquietud, e incluso la hipotensión severa, llegando a

presentarse cualquiera de estos síntomas se debe parar la transfusión y empezar a

medicar y aplicar fluidos, los anticuerpos del receptor en contra de las plaquetas de un

donante pueden generar un síndrome febril junto con una reacción no hemolítica, los

síntomas que generan son una leve urticaria a una hipotensión aguda, dichos síntomas

los podemos tratar con antihistamínicos (difenhidramina 2mg/kg vía venosa). En el

lapso del almacenamiento de la sangre existe hemólisis y contaminación bacteriana. La


29

administración de la sangre debe ser lenta, ay que si se administra de manera rápida se

puede generar una sobrecarga circulatoria. (López, J.2005).

 Reacciones hemolíticas: Estas reacciones son raras pero son severas y son

secundarias a la incompatibilidad entre los donadores por las transfusiones

múltiples, esta hemólisis puede darse por la destrucción de las células por

sobrecalentamiento. Los signos que se presentan son: fiebre, náuseas, los

vómitos, temblores y una falla renal, debemos tomar las precauciones necesarias

y es por eso que se debe transfundir la sangre lentamente, en el caso de existir

una reacción, se debe suspender la transfusión y mantener la vía puesta para

poder medicar. (López J. ,2005)

 Reacciones febriles: Llamamos reacciones febriles al aumento de un grado

Celsius del rango normal, debido a los anticuerpos de los leucocitos y plaquetas,

los signos que se presentan son: fiebre y los escalofríos, las precauciones es

detener la transfusión y dar una terapia anti alérgica al paciente.

 Reacciones alérgicas: El paciente tiende a reaccionar a los alérgenos del

donador que están en las plaquetas, eritrocitos, granulocitos y proteínas

plasmáticas, los signos son: disnea y la urticaria, las precauciones que se toma

es detener la transfusión y dar una terapia, en este caso el fármaco a elección es

la epinefrina que se usa para tratar la disnea (López J. ,2005).

Reacciones no-inmunomediadas

Suelen producirse como consecuencia de alteraciones de los productos

sanguíneos durante su obtención o almacenaje o por administración de volúmenes/

velocidades excesivas. La sobrecarga de volumen se manifiesta por aumento de la


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presión venosa central (distensión yugulares), taquipnea-disnea, tos, congestión de

mucosas y auscultación de crepitaciones húmedas en pulmón. Hay mayor riesgo en

pacientes con cardiopatías o anemias normovolémicas crónicas, y en gatos. El

tratamiento consiste en reducir la velocidad o suspender la transfusión, diuréticos

(furosemida 2-6 mg/ kg IV) y oxigenoterapia. La sangre transfundida puede

contaminarse con microorganismos por un mal manejo (durante obtención,

conservación o administración): el animal presentará signos de infección (hipertermia,

anorexia,) y el tratamiento consiste en antibioterapia (lo ideal es realizar hemocultivos, o

cultivos de la sangre que se está transfundiendo si se manifiesta antes de finalizar la

transfusión). También puede presentarse hipocalcemia por exceso de anticoagulante en

la sangre transfundida (hay un mayor riesgo en pacientes con insuficiencia hepática,

incapaces de metabolizar adecuadamente el exceso de anticoagulante): se manifiesta

con signos típicos de hipocalcemia (temblores, arritmias cardiacas). El tratamiento

consistirá en administrar gluconato cálcico 10% a 0,6 ml/kg, con mucha precaución y

sólo en casos realmente graves. Con relativa frecuencia pueden aparecer reacciones

febriles, mediadas por pirógenos incluidos en el producto transfundido, por lo general

sin importancia clínica. A veces pueden aparecer vómitos, casi siempre asociados a

una velocidad de transfusión excesiva. (GonzálezJ. ,2007).


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