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La alianza empresarial como ventaja

competitiva
28 JUN 2012 - 07:00 CEST

La cooperación empresarial, como estrategia, se ha convertido en la mejor manera de


solventar la crisis económica para aquellas compañías que quieren crecer, ser más
competitivas, vender más y mejor o salir al exterior.

La inestabilidad financiera y la incertidumbre económica están animando a las empresas y a


las organizaciones a buscar nuevos caminos para superar la crisis. Y una solución, a medio
y largo plazo, son las alianzas estratégicas sectoriales. Una alternativa para suplir -sobre
todo- el hándicap de la dimensión, buscando la complementariedad para participar en una
economía abierta y globalizada.

En el mundo de los negocios, en los últimos años, hemos visto cómo las fusiones y
adquisiciones se han convertido en un mecanismo de integración comercial para salir
adelante, afrontar desafíos, gestionar los riesgos de la inversión y dar soluciones creativas a
problemas complejos de desarrollo económico y de viabilidad empresarial.

Ejemplo de todo esto lo tenemos en las alianzas que se han conformado en ámbitos como
los de las cajas de ahorros (Kutxabank), los bancos (Sabadell y Guipuzcoano), las
tecnologías (los centros de Tecnalia y de IK 4), las aerolíneas (British Airways e Iberia) o
la industria alimentaria (Uvesco y Ercoreca), con el fin de aprovechar las sinergias del
mercado, buscar rentabilidad, acometer proyectos de mayor envergadura, ser más visibles y
viables, y posicionarse sólidamente. No obstante -según los casos, el tamaño y la
hegemonía de cada organización-, el grado de integración es diferente, así como el
mantenimiento de marca, que puede perdurar o desaparecer.

La decisión de aliarse tiene como fin sobresalir ante la competencia o subsistir en un


mercado global, para alcanzar unas metas que por sí misma una empresa no puede
conseguir. En las actuales circunstancias económico-financieras, las empresas con
inquietudes buscan hacerse más productivas y eficientes, se reestructuran y renuevan con
socios potentes, complementarios y competitivos en un mercado amplio y diversificado con
grandes posibilidades de intercambio y de negocio.

Sin embargo, la alianza por la alianza no es la solución; antes hay que analizar, informarse
bien, elegir el socio-acompañante ideal y estudiar el modelo de negocio a compartir. Los
aliados, sin perder su naturaleza y su personalidad, deben buscar la complementariedad, la
afinidad en la cultura de empresa, trabajar en equipo, tener objetivos definidos y visión de
futuro, apostar por la calidad del servicio, lograr un beneficio mutuo, ser transparentes en la
gestión y consolidar una posición de fuerza en su sector.
Además, sellar una alianza entre empresas crea valor, transfiere conocimiento y
experiencia, y es un complemento de capacidades entre las partes. Así, las empresas
contribuyen a la nueva organización con su know how, experiencia y recursos, y comparten
retos, riesgos y beneficios.

Los resultados económicos y corporativos demuestran que los acuerdos empresariales


mejoran la credibilidad de las organizaciones, su reputación e imagen, permiten acceder a
un mayor número de recursos técnicos, humanos y financieros, amplían el conocimiento
sobre el mercado y los clientes, posibilitan innovar el producto, mejoran los canales de
distribución o abren nuevas vías de expansión. Pero también existen riesgos. Como no
acertar con el socio adecuado, o la desconfianza para formalizar el acuerdo y consolidarlo,
o que se originen desequilibrios en el poder de la compañía, que no haya el mismo nivel de
compromiso con el proyecto y los objetivos de la alianza, que no se gestione bien la cuenta
de resultados y el talento de la plantilla, o que la comunicación no sea directa y clara entre
los socios.

Hoy, la integración empresarial es una ventaja en una economía de mercado, y apostar por
una cultura común, donde unos y otros compartan fortalezas y riesgos, es básico para
diferenciarse de la competencia, afrontar las incertidumbres coyunturales, aumentar los
beneficios, crear empleo y alcanzar los objetivos deseados.

En definitiva, desarrollar una alianza empresarial sostenible y exitosa en el tiempo no es


tarea fácil, requiere de esfuerzo, compromiso, empeño, dedicación, responsabilidad,
coordinación, profesionalidad, iniciativa, proactividad, serenidad y mucha, mucha ilusión
para que el impacto económico, empresarial y social sea positivo. El objetivo final: ser más
empresa y ser más competitiva que cuando se trabajaba sola y se pensaba en sobrevivir.

Fuente: https://elpais.com/economia

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