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Teoría del Psicoanálisis según Sigmund Freud:

1. HISTORIA DEL PSICOANÁLISIS:

El psicoanálisis fue creado en Viena por Sigmund Freud, un médico neurólogo interesado en
encontrar un método efectivo de tratamiento para pacientes que sufrían histeria y otros tipos
de neurosis.

Se puede considerar como uno de los sucesos más trascendentales en el origen de la teoría la
asistencia de Freud a las experiencias llevadas adelante por el neurólogo Jean Martin Charcot
en el hospital Salpêntrière de París. Estas experiencias sugerían que mediante la hipnosis, y se
podían inducir (y suprimir) síntomas que se presentaban en los cuadros histéricos, como, por
ejemplo, la parálisis. Las personas que eran sometidas a estas experiencias no conservaban
en la conciencia lo sucedido, aunque estas seguían influyendo en el comportamiento de los
sujetos.

A partir de estos resultados, comenzaron a desarrollarse las primitivas teorías que


evolucionaron hasta formar el cuerpo teórico del psicoanálisis.

Tras hablar con estos pacientes, Freud planteó la teoría de que sus problemas tenían como
causa los deseos y fantasías reprimidas e inconscientes de naturaleza sexual, socialmente
inaceptables.

2. LA TEORÍA DEL PSICOANÁLISIS DE FREUD:

Freud fue un médico que se dedicó a estudiar sistemática y minuciosamente el área de la


neurología. Freud, inicialmente, se interesó por estudiar una patología que viene desde lejos,
la histeria: La historia de la histeria se remonta a la antigüedad clásica. Fue descrita tanto por
el filósofo Platón como por los médicos Hipócrates o Galeno, importantes médicos del siglo II,
que escribieron acerca de la histeria, considerando que era una enfermedad causada por la
privación sexual en mujeres particularmente pasionales Un mito de la antigua Grecia relata
que el útero deambula por el cuerpo de la mujer, causando enfermedades a la víctima cuando
llega al pecho. Esta teoría da cuenta al origen del nombre, pues la raíz proviene de la palabra
griega para útero, hystera.

Freud, en un principio, se limitó a describir detalladamente una técnica, un procedimiento, que


históricamente conocemos como “psicoanálisis”. El psicoanálisis es inicialmente un
instrumento para tratar personas (básicamente mujeres) que padecen de esta patología. En
ese afán de descifrar el enigma del alma humana, Freud se va a encontrar con múltiples
elementos que pretenden clarificar el origen de la conducta, las emociones, los
pensamientos, las motivaciones, los sueños y en fin, de la existencia del hombre. Lo que
inicialmente se perfila sólo como un instrumento terapéutico, va a llegar a alcanzar niveles de
lo que en filosofía se suele llamar un “sistema” de pensamiento.

El psicoanálisis es tanto una terapia para tratar trastornos mentales como una teoría sobre
el ser humano y su mente. Como teoría, destaca por la defensa de la existencia de estados
mentales inconscientes y porque reivindica su importancia en la determinación de la conducta
humana. Así pues, según la concepción psicoanalítica, no todos los fenómenos mentales son
conscientes. De hecho, la mayoría no lo es y los que lo son tienen poca fuerza para determinar
por completo nuestra conducta. Para Freud, el verdadero motor de nuestra conducta no son
nuestros deseos y creencias conscientes, sino los impulsos primarios (instintos o pulsiones),
los cuales, a pesar de ser inconscientes, tienen fuertes repercusiones en nuestro
comportamiento.

3. ELEMENTOS DE LA TEORÍA PSICOANALÍTICA:

Asumido el descubrimiento de una dimensión inconsciente en el hombre, Freud elabora un


sistema para representar la mente humana. La mente o aparato psíquico está estructurado en
tres regiones niveles o lugares: consciente (yo), preconsciente (superyó) e inconsciente (ello).
Tres estratos o «tres provincias mentales» que indican la profundidad de los procesos
psíquicos.

1) ELLO: El ello es la función más antigua y original de la personalidad y la base de las


otras dos. Comprende todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de
forma pura en nuestro inconsciente. Representa nuestros impulsos, necesidades y
deseos básicos, o primarios. Constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el
comportamiento humano. Opera de acuerdo con el principio del placer y desconoce
las demandas de la realidad. Aquí se presentan las contradicciones, lo ilógico, al igual
que en los sueños.
2) SUPERYÓ: El superyó (o superego) es la parte que contrarresta al ello, representa los
pensamientos morales y éticos. Consta de dos subsistemas: la "conciencia" y el ideal
del yo. La "conciencia" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el
reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas
y recompensadas. Es la fuente del orgullo y de donde surge el concepto de quien
pensamos deberíamos ser. Busca soluciones moralistas más que realistas. Por esto, su
base es el principio del deber.
3) YO: surge, a fin de cumplir de manera realista, los deseos y demandas del ello de
acuerdo con el mundo exterior, a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del
superyó. El yo evoluciona a partir del ello y actúa como un intermediario entre éste y
el mundo externo. El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del
ello de una manera apropiada en el mundo externo. Utiliza el pensamiento realista.
Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le
exigen: las del mundo de la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que
conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada.

Cuando entre estos tres niveles existe un conflicto irresoluble, surge la represión: Freud
define la represión como un mecanismo cuya esencia consiste en rechazar y mantener
alejados de la consciencia determinados elementos que son dolorosos o inaceptables para el
yo. Estos pensamientos o ideas tienen para Freud un contenido sexual.

La represión se origina en el conflicto psíquico que se produce por el enfrentamiento de


exigencias internas contrarias entre un deseo que reclama imperativamente su satisfacción y
las prohibiciones morales. El yo se defiende del dolor que causa la incompatibilidad
reprimiendo el deseo.

Un ejemplo desde la pulsión de muerte puede ser: alguien que casi se ahoga de pequeño, pero
es incapaz de recordar el suceso aunque los demás intenten recordárselo…pero presenta un
miedo terrible a los lagos y mares.

Un ejemplo desde la pulsión sexual o eros puede ser: Un marido fiel y bueno empieza a sentir
atracción por una vecina guapa y atractiva. En vez de aceptar estos sentimientos, se vuelve
cada vez más celoso con su mujer, a la que cree infiel y así sucesivamente.

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