El trastorno de personalidad antisocial, a veces llamado sociópata, es una
afección mental en la que una persona no muestra ninguna consideración por lo bueno y lo malo, e ignora los derechos y los sentimientos de los demás de manera sistemática. Las personas con trastorno de personalidad antisocial tienden a oponerse a los demás, manipularlos o tratarlos duramente o con una cruel indiferencia. No muestran culpa ni remordimiento por sus comportamientos.
Se diagnostica a partir de los 18 años, pero se estima que muchos de los
síntomas se desarrollan en edades anteriores. Cuando se detecta sintomatología similar antes de los 15 años, aunque normalmente no sea de forma tan acentuada, entonces estaremos hablando del Trastorno Disocial de la Personalidad.
Una persona con Trastorno Antisocial de la Personalidad (TPA) a menudo siente
poca o nada de empatía hacia los otros y no ve problema alguno en transgredir la ley para su propio beneficio.
Tienden a mostrarse insensibles, cínicos y despectivos hacia los sentimientos,
derechos y sufrimiento de los demás. Pueden tener una auto-valoración inflada y arrogante (por ejemplo, sienten que el trabajo es algo que no se encuentra a su altura, carecen de una preocupación realista acerca de sus problemas actuales o sobre su futuro) y pueden ser excesivamente obstinados, seguros de sí mismos e incluso engreídos. Son superficiales, volubles y al hablar utilizan habitualmente la jerga verbal para impresionar a quien no está familiarizado con sus hábitos.
Síntomas
Los signos y síntomas del trastorno antisocial de la personalidad pueden incluir lo
siguiente:
Indiferencia en cuanto a lo que está bien y lo que está mal
Mentiras y engaños constantes para manipular a los otros
Ser cruel, cínico e irrespetuoso con los demás
Usar la simpatía o el ingenio a fin de manipular a los otros para beneficio
propio o placer personal Arrogancia y aires de superioridad, además de ser extremadamente obstinado
Problemas continuos con la ley, lo que incluye conductas delictivas
Violación constante de los derechos de los demás mediante intimidación y
falta de honestidad
Impulsividad o falta de planificación
Hostilidad, alto grado de irritabilidad, agitación, agresión o violencia
Falta de empatía por los otros y de remordimiento al dañar a los demás
Correr riesgos innecesarios o tener un comportamiento peligroso sin ningún
tipo de preocupación por la seguridad personal o de los demás
Relaciones deficientes o abusivas
Falta de consideración o aprendizaje de las consecuencias negativas del
comportamiento
Ser sistemáticamente irresponsable y fallar de manera constante en el
cumplimiento del trabajo o de las obligaciones financieras
Factores de riesgo
Ciertos factores parecen aumentar el riesgo de desarrollar trastorno de
personalidad antisocial, entre ellos:
Diagnóstico de trastorno de la conducta del niño
Antecedentes familiares de trastorno de personalidad antisocial u otros
trastornos de la personalidad, o enfermedad mental
Haber sufrido maltratos o descuidos durante la infancia
Vida familiar inestable, violenta o caótica durante la infancia
Tratamiento del Trastorno Antisocial de la Personalidad
Como ya hemos dicho, las personas con Trastorno de Personalidad Antisocial no
admiten que tengan un problema, y mucho menos que necesiten ayuda ni tratamiento. Por este motivo es imprescindible que exista un estímulo externo lo suficientemente fuerte o importante que les ayude a aceptar dicha condición. Esto puede venir de la propia familia o incluso de la justicia, que le ordene tomar tratamiento.
No es extraño que este trastorno se agrave debido al consumo de drogas, algo
relativamente habitual en estos individuos. Por este motivo en muchas ocasiones la terapia debe abordar ambos problemas. La terapia grupal puede ser clave para hacer entender a la persona que puede interactuar con los demás sin necesidad de violencia o desprecio. La terapia de cognitivo-conductual ayuda a modificar los patrones disfuncionales de pensamiento y a estimular los comportamientos positivos en sociedad. En psiquiatría se utilizan medicamentos para combatir síntomas específicos, como la agresividad y la irritabilidad. Los fármacos conocidos como “antipsicóticos” han demostrado tener éxito en el tratamiento de este trastorno. Si bien se presupone que el TPA es una enfermedad crónica, algunos síntomas -especialmente el comportamiento criminal- pueden ir disminuyendo poco a poco con el paso del tiempo y un tratamiento adecuado.