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DEPRESIÓN JUVENIL

Desde hace pocas décadas ha aumentado el interés por la depresión en los primeros tramos

vitales. Con anterioridad, se negaba, por ejemplo, la posibilidad de su presentación en los niños:

la infancia era, por fuerza, una "etapa feliz". Aún cuando la dolorosa evidencia se ha abierto paso,

a veces surgen los desacuerdos teóricos y las desigualdades en los informes acerca de su

frecuencia en este periodo del ciclo vital. A lo largo de las investigaciones y de la historia de la

psicología se han propuesto muchas teorías psicológicas para llegar a la unificación de conceptos

en cuanto a los trastornos de ánimo se refiere.

Ninguna edad escapa a la depresión, sin embargo, en la infancia y en la adolescencia hay unas

notas diferenciales con respecto a la manifestación de este trastorno del estado del ánimo en la

edad adulta. Nuestro principal objetivo es indagar a fondo las causas que pueden desencadenar

en una depresión juvenil, sus directas influencias, variables y demás datos que nos conlleven al

saber cercano del tema central. Para ello empezaremos por definir ciertos conceptos claves que

nos darán una amplia claridad en el tema.

Los trastornos de ánimo se han podido identificar alrededor del año 30 D.C. cuando un médico

romano Aulius Cornelio Celsus en su texto De Re Medicina, describió el concepto como una

depresión causada por la Bilis Negra, luego en 1686 describieron una enfermedad llamada

Maniaco Melancholicus, según el patólogo Bonet Theophile. Siglos más tarde fue Jules Falret

quien describió una patología donde el paciente experimentaba de forma repetitiva estados

depresivos y maníacos. Dentro de los trastornos del estado de ánimo encontramos tres: normal,

elevado o exaltado y deprimido. Cuando hablamos de tristeza en los seres humanos no podemos
emitir conceptos como un trastorno depresivo, aunque si este pequeño pero diciente síntoma no

cambia en pocos días ya la tristeza se torna hacia otro nivel.

Podríamos empezar entonces definiendo que es la depresión. La depresión es considerada como

una emoción estrechamente unida a la tristeza y resultado de una sensación de indefensión sobre

la restauración de una vida que valga la pena después de una pérdida importante (Lazarus, 2000).

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2001), la depresión es un desorden

mental muy común caracterizado por tristeza, pérdida de interés o placer en actividades,

sentimientos de culpa, baja autoestima, pensamientos de muerte y suicidio, problemas de sueño y

apetito, pérdida de energía y una baja concentración.

Según el diccionario de psicología, la depresión es un estado emotivo de actividad psicofísica

baja y muy desagradable, que puede ser normal o patológico. (Es preferible llamar abatimiento a

la manifestación normal, aludiendo al estado de desaliento del espíritu; en un sentido patológico,

la palabra depresión designa una disposición psíquica de desesperación y un abrumador

sentimiento de insuficiencia y de bajeza.

La depresión se ha convertido en un problema de salud pública por la carga de enfermedad que

genera, la mayor carga es la discapacidad que produce, es decir, muchas veces no se pueden valer

por sí mismos y no hay cuidadores disponibles dentro de sus propias familias y adicional a esto

genera un costo al hacerlo mediante algún profesional de la salud; por otra parte también si no

hay como subsidiarlo las personas allegadas desertaran de sus trabajos para estar al cuidado de

sus familiares. Según datos del año 2005, en Colombia, se calcula que en el mundo hay 350

millones de personas que se encuentran afectadas por la depresión, siendo el suicidio el peor

desenlace en el que puede terminar esta enfermedad. Se estima que cada año 800.000 personas
en todo el mundo se vean afectadas con esta enfermedad. En la adolescencia, aproximadamente

entre los 12 y los 20 años, no siempre es fácil detectar la depresión pero, los problemas

familiares, la disminución del rendimiento escolar, los delitos, el abuso de drogas, los trastornos

de la conducta alimentaria, etc., pueden hacernos sospechar que el adolescente sufre un estado

depresivo siendo el grupo de edad más afectado el de las personas entre 12 y 29 años.

Durante la adolescencia, esta etapa fundamental de cambios y varios descubrimientos, los cuales,

se presentan en los jóvenes en diversas situaciones que les producen ansiedad y depresión, en

donde, pueden culminar en muchas ocasiones en una tentativa de suicidio Desafortunadamente

este problema se da en más individuos de los que imaginamos, ya que debemos ser conscientes

del sub registro de casos, no solo en nuestro país, sino a nivel mundial.

El suicidio entre los jóvenes es una tragedia que se menciona pocas veces en nuestra sociedad,

suele callarse y evadirse pues nos enfrenta directamente con la realidad de que nuestros jóvenes

encuentran la vida tan dolorosa que de forma consciente y deliberada se causen la muerte, es un

tema que impacta y cuestiona nuestro sistema familiar y social; sin embargo, es importante

encarar el problema y tratar de comprender las posibles razones para que un adolescente, con

todo un futuro por vivir, acabe repentinamente con su existencia motivado por una situación, o en

muchos casos un sufrimiento, que lo obliga a tomar tal decisión.

Los trastornos mentales en Colombia afectan especialmente a niños, adolescentes y adultos

jóvenes, situación que empeora en gran medida el pronóstico, la productividad académica y

económica de la población y, en últimas, el capital global, que incluye los factores personales,

simbólicos, culturales y relacionales. Estos trastornos se inician entre los 9 y los 23 años. La

mediana en la edad para las primeras manifestaciones de los trastornos afectivos, como el
episodio depresivo mayor, se sitúa en los 24 años, para la manía, en los 20 años, y para la

hipomanía, en los 27 años. La edad de inicio de los trastornos de ansiedad se encuentra entre los

7 y los 28 años, con un promedio a los 17 años, y la de los trastornos por uso de sustancias, entre

los 20 y los 27 años, con un promedio a los 22 años. La edad de inicio de otros trastornos, como

el de ansiedad de separación en la infancia, el de déficit de atención, el de conducta, el negativista

desafiante, el de ansiedad de separación del adulto y la bulimia nerviosa, se encuentra entre los 8

y 20 años, con un promedio a los 11 años.

La vida moderna sitúa a los jóvenes en el proceso de preparación para entrar en el sistema

productivo e independizarse respecto de sus familias de origen. La juventud pasa a ser objeto de

discusión y análisis cuando los mecanismos de tránsito de una edad a otra no coinciden con los

de integración social, vale decir, cuando aparecen comportamientos definidos como disruptivos

en los jóvenes, porque los canales de tránsito de la educación al empleo o de la dependencia a la

autonomía, o de la transmisión a la introyección de valores, se vuelven problemáticos.

Conflictividad o apatía política, deserción escolar, postergación de la procreación, desempleo

masivo, crisis normativa o conductas de riesgo pasan a ser parte del lenguaje que la sociedad usa

para referirse a la juventud. Desde la perspectiva de los jóvenes, la identidad es una fuente de

tensión entre imperativos de integración y pulsiones de individuación. Paradójicamente, la

modernidad les coloca el doble signo de prepararse para la inserción social productiva y definir

sus propios proyectos con plena autonomía. El problema mayor es que la identidad pasa

simultáneamente por el anhelo de inclusión social que la mayoría de los jóvenes tiene en sus

proyectos de vida y la pregunta por el sentido de esa misma inclusión.


Tradicionalmente, se ha identificado a la juventud como una fase de transición entre dos etapas:

la niñez y la adultez. De esta manera, se entendió a la juventud como un proceso de transición, en

que los niños se van convirtiendo en personas autónomas. En el lenguaje cotidiano, joven era

sinónimo de inmaduro, incapaz de asumir grandes responsabilidades adecuadamente; su papel se

concebía como moratoria y aprendizaje para el trabajo, la conformación de una familia y la

autonomía de la vida adulta.

En relación con los correlatos demográficos es sabido que la mayor frecuencia de la depresión en

el género femenino es atribuible a factores de índole biopsicosocial. Sin perder de vista el

impacto de las causas hormonales y personales, hay que hacer todo lo posible para evitar las

negativas situaciones sociales que todavía gravitan sobre las mujeres, incluso desde la etapa

adolescente. Las mayores presiones y las menores posibilidades de realización personal explican,

en gran medida, el incremento de las depresiones femeninas respecto a las masculinas.

En cuanto a la mayor presencia de sintomatología depresiva en adolescentes inmigrantes con

respeto a los autóctonos, hay que pensar, entre otras causas, en la vivencia del desarraigo y en los

problemas de inadaptación y exclusión en nuestro país. Los inmigrantes están expuestos al estrés

del asimilacionismo y a situaciones de rechazo de tonalidad racista y xenófoba. La ausencia o

falta de consistencia en los programas interculturales en los centros escolares deja a los alumnos

inmigrantes en situación de vulnerabilidad a la segregación y a la hostilidad, con las

consiguientes consecuencias psicopatológicas. Estos negativos efectos aumentan en los casos en

que los adolescentes carecen del necesario soporte socio familiar y económico.
Cuando los adolescentes disponen en su entorno extraescolar de suficientes recursos psicológicos

y materiales, es más fácil preservar la salud mental. Se tiene un conocimiento un tanto extenso

de que las mujeres tienen una mayor probabilidad de presentar trastornos del estado de ánimo o

trastornos de ansiedad, mientras que los hombres tienen mayor probabilidad de sufrir trastornos

relacionados con el control de impulsos. Además, los hombres jóvenes y no casados tienen más

probabilidades de presentar trastornos por uso de sustancias. Las personas encuestadas de hogares

con ingresos clasificados como de promedio bajo, que nunca se habían casado y que no tenían

educación secundaria, tuvieron mayores probabilidades de tener una enfermedad moderada o

grave.

La salud mental, definida por la OMS como un estado de bienestar en el que la persona afronta el

estrés usual de la vida en familia y en comunidad o como el desarrollo de las potencialidades de

la persona, es parte integral de la salud pública. Esto significa que la promoción de la salud, así

como la prevención de los problemas y trastornos mentales, debe trascender la tradicional

separación de la salud mental como si esta fuera un campo aparte de la salud en general. La salud

pública mental como componente de la salud pública, es un campo en permanente desarrollo que

no ha logrado todavía acciones coordinadas en el ámbito de la salud general y, en Colombia, esto

no es la excepción.

La salud mental es fundamental para la salud pública y hay muchas razones para que sea así: los

trastornos mentales son frecuentes, afectan a dos de cada cinco personas adultas en nuestro país,

ningún nivel socioeconómico o área geográfica es inmune a ellos, son costosos tanto económica

como emocionalmente para la persona, la familia y la sociedad, y la coexistencia de


enfermedades físicas y trastornos mentales es muy frecuente. La promoción de la salud se

superpone en estos dominios y los beneficios de la prevención son comunes a todos. Esta

interconectividad es la razón que da fuerza a los editores de este número de la revista Biomédica

para dedicar el presente editorial al tema de la salud mental, en el empeño de dar luz a aspectos

clave que constituyen una buena muestra de lo que está ocurriendo en este campo en nuestro

medio.

Se hace necesario trabajar un abordaje de salud pública en la promoción de la salud mental y la

prevención de los problemas y trastornos mentales, y una estrategia para promover la resiliencia y

el bienestar emocional en los individuos, familias y comunidades. Hay evidencias en la literatura

científica de que estas intervenciones son costo-efectivas. Además, la promoción de la salud

mental es vital en países en desarrollo como Colombia, abocados a graves problemáticas

psicosociales, teniendo en cuenta el largo conflicto armado interno y las frecuentes situaciones de

emergencias complejas y desastres que en los últimos años han afectado al país.

Según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) los trastornos del

estado de ánimo son aquellos que tienen como característica principal una alteración del humor,

estos se dividen en tres partes; la primera describe los episodios afectivos (episodio depresivo

mayor, episodio maníaco, episodio mixto y episodio hipomaníaco, la segunda parte describe los

trastornos del estado de ánimo (p. ej., trastorno depresivo mayor, trastorno distímico, trastorno

bipolar I), la tercera parte incluye las especificaciones que describen el episodio afectivo más

reciente o el curso de los episodios recidivantes. Los trastornos del estado de ánimo están

divididos en trastornos depresivos («depresión unipolar»), trastornos bipolares y dos trastornos


basados en la etiología: trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica y trastorno del

estado de ánimo inducido por sustancias. Los trastornos depresivos (p. ej., trastorno depresivo

mayor, trastorno distímico y trastorno depresivo no especificado) se distinguen de los trastornos

bipolares por el hecho de no haber historia previa de episodio maníaco, mixto o hipomaníaco.

Los trastornos bipolares (p. ej., trastorno bipolar I, trastorno bipolar II, trastorno ciclotímico y

trastorno bipolar no especificado) implican la presencia (o historia) de episodios maníacos,

episodios mixtos o episodios hipomaníacos, normalmente acompañados por la presencia (o

historia) de episodios depresivos mayores.(Trastornos del estado de animo, DSM-IV, 2002).

El trastorno depresivo mayor se caracteriza por uno o más episodios depresivos mayores (p. ej.,

al menos 2 semanas de estado de ánimo depresivo o pérdida de interés acompañados por al

menos otros cuatro síntomas de depresión).

El trastorno distímico se caracteriza por al menos 2 años en los que ha habido más días con

estado de ánimo depresivo que sin él, acompañado de otros síntomas depresivos que no cumplen

los criterios para un episodio depresivo mayor

El trastorno depresivo no especificado se incluye para codificar los trastornos con características

depresivas que no cumplen los criterios para un trastorno depresivo mayor, trastorno distímico,

trastorno adaptativo con estado de ánimo depresivo o trastorno adaptativo con estado de ánimo

mixto ansioso y depresivo (o síntomas depresivos sobre los que hay una información inadecuada

o contradictoria).(Trastornos del estado de animo, DSM-IV, 2002.


El trastorno bipolar I se caracteriza por uno o más episodios maníacos o mixtos, habitualmente

acompañados por episodios depresivos mayores.(Trastornos del estado de animo, DSM-IV,

2002)

El trastorno bipolar II se caracteriza por uno o más episodios depresivos mayores acompañados

por al menos un episodio hipomaníaco.

El trastorno ciclotímico se caracteriza por al menos 2 años de numerosos períodos de síntomas

hipomaníacos que no cumplen los criterios para un episodio maníaco y numerosos períodos de

síntomas depresivos que no cumplen los criterios para un episodio depresivo mayor.

El trastorno bipolar no especificado se incluye para codificar trastornos con características

bipolares que no cumplen criterios para ninguno de los trastornos bipolares específicos definidos

en esta sección (o síntomas bipolares sobre los que se tiene una información inadecuada o

contradictoria).

El trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica se caracteriza por una acusada y

prolongada alteración del estado de ánimo que se considera un efecto fisiológico directo de una

enfermedad médica.

El trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias se caracteriza por una acusada y

prolongada alteración del estado de ánimo que se considera un efecto fisiológico directo de una

droga, un medicamento, otro tratamiento somático para la depresión o la exposición a un tóxico.


El trastorno del estado de ánimo no especificado incluye los trastornos con síntomas afectivos

que no cumplen los criterios para ningún trastorno del estado de ánimo y en los que es difícil

escoger entre un trastorno depresivo no especificado y un trastorno bipolar no especificado (p. ej.,

una agitación aguda).

Dentro de este contexto también podemos hablar de la tristeza, la cual, es una emoción donde

hace que el estado de ánimo baje, pero no tiene un periodo de duración largo, por otra parte la

depresión son aquellos episodios de tristeza que tienen un periodo de más de 2 semanas de

duración constante y regido por otro tipo de sintomatología añadida.

Aquí nos enfocaremos en los trastornos depresivos todo en base a lo definido por el (DSM -IV)

para esto empezaremos hablando del episodio depresivo mayor el cual tiene como característica

esencial un periodo de al menos 2 semanas durante las cuales hay un estado de ánimo depresivo o

una pérdida de interés o placer en casi todas las actividades. En los niños y adolescentes el estado

de ánimo puede ser irritable en lugar de triste. El sujeto también debe experimentar al menos

otros cuatro síntomas de una lista que incluye cambios de apetito o peso, del sueño y de la

actividad psicomotora; falta de energía; sentimientos de infravaloración o culpa; dificultad para

pensar, concentrarse o tomar decisiones, y pensamientos recurrentes de muerte o ideación, planes

o intentos suicidas. Para indicar la existencia de un episodio depresivo mayor, un síntoma debe

ser de nueva presentación o haber empeorado claramente si se compara con el estado del sujeto

antes del episodio. Los síntomas han de mantenerse la mayor parte del día, casi cada día, durante

al menos 2 semanas consecutivas.


El episodio debe acompañarse de un malestar clínico significativo o de deterioro social, laboral o

de otras áreas importantes de la actividad del individuo. En algunos sujetos con episodios leves la

actividad puede parecer normal, pero a costa de un esfuerzo muy importante.(Trastornos del

estado de ánimo- episodio depresivo mayor, DSM-IV, 2002)

El segundo tipo del que hablaremos es de la depresión mayor la cual tiene como característica

esencial un curso clínico caracterizado por uno o más episodios depresivos mayores, sin historia

de episodios maníacos, mixtos o hipomaniaco. Para realizar el diagnóstico de un trastorno

depresivo mayor no se tienen en cuenta los episodios de trastorno del estado de ánimo inducido

por sustancias (debidos a los efectos fisiológicos directos de una droga, un medicamento o la

exposición a un tóxico) ni los trastornos del estado de ánimo debidos a enfermedad médica.

Además, los episodios no se explican mejor por la presencia de un trastorno esquizo-afectivo y

no están superpuestos a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante

o un trastorno psicótico no especificado. El trastorno depresivo mayor está asociado a una

mortalidad alta. Los sujetos con trastorno depresivo mayor que mueren por suicidio llegan al 15

%. Los datos epidemiológicos también sugieren que las tasas de muerte en los sujetos con

trastorno depresivo mayor de más de 55 años aumentan hasta llegar a cuadruplicarse. Los sujetos

con trastorno depresivo mayor ingresados en residencias geriátricas pueden tener un mayor riesgo

de muerte en el primer año. De los sujetos visitados en consultas de medicina general, los que

presentan un trastorno depresivo mayor tienen más dolor y más enfermedades físicas y una peor

actividad física, social y personal.


El trastorno depresivo mayor puede ir precedido por un trastorno distímico (en un 10 % en

estudios epidemiológicos y en un 15-25 % en población clínica). También se estima que cada año

aproximadamente el 10 % de los sujetos con un trastorno distímico iniciarán un primer episodio

depresivo mayor. Otros trastornos mentales se presentan con frecuencia al mismo tiempo que el

trastorno depresivo mayor (p. ej., trastornos relacionados con sustancias, trastorno de angustia,

trastorno obsesivo-compulsivo, anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno límite de la

personalidad). (Trastornos del estado de ánimo-depresión mayor DSM-IV, 2002)

El tercer tipo del cual hablaremos es el distímico el cual tiene como característica esencial un

estado de ánimo crónicamente depresivo que está presente la mayor parte del día de la mayoría

de los días por al menos 2 años. Los sujetos con trastorno distímico describen su estado de ánimo

como triste o «desanimado». En los niños, el estado de ánimo puede ser irritable más que

depresivo y la duración mínima exigida es sólo de 1 año. Durante los períodos de estado de

ánimo depresivo hay al menos otros dos síntomas de entre los siguientes: pérdida o aumento de

apetito, insomnio o hipersomnia, falta de energía o fatiga, baja autoestima, dificultades para

concentrarse o para tomar decisiones y sentimientos de desesperanza). Los sujetos pueden señalar

pérdida de intereses y aumento de la autocrítica, viéndose a menudo a sí mismos como poco

interesantes o inútiles.(Trastornos del estado de ánimo- distímico, DSM-IV, 2002)

Por último, hablaremos del trastorno depresivo no especificado el cual incluye los trastornos con

síntomas depresivos que no incluyen los criterios para trastorno depresivo mayor, trastorno

distímico, trastorno adaptativo con estado de ánimo depresivo o trastorno adaptativo con estado

de ánimo mixto ansioso y depresivo.


Algunas de las causas más habitual para desarrollar un trastorno depresivo son: factores

genéticos, por ejemplo si en el ámbito familiar próximo se halla la presencia de antecedentes

depresivos se aumenta en un 30% la probabilidad de padecer este trastorno; factores fisiológicos,

disminución de un neurotransmisor llamado serotonina; factores personales, (edad, estado de

salud, embarazo) y por último factores ambientales, todos los estímulos que influyen en el sujeto

y actúan como catalizadores del trastorno.(Trastornos del estado de ánimo-depresivo no

especificado, DSM-IV, 2002)

La depresión en cualquiera de sus etapas puede darse por distintas razones una de las más

comunes y de las más estudiadas es la genética y se da en un porcentaje entre el 20% y el

50% de jóvenes con antecedentes familiares de dicho trastorno tienen mayor probabilidad de

sufrirlo también. un factor genético que se relaciona con el desarrollo de la depresión es la

actividad del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, el cual puede influenciarse por el 5-HTTLPR,

ya que los individuos homocigotos para el polimorfismo 5-HTTLPR tienen mayor reacción del

cortisol ante situaciones de estrés, lo que significa un aumento en la susceptibilidad a padecer

depresión; los bajos niveles de cortisol en horas de la mañana también se relacionan con nuevos

episodios depresivos, además los niveles más elevados de cortisol están en niños hijos de

personas con este trastorno, lo que hace que sean propensos a padecerlo.

En cuanto a factores ambientales que se relacionan con el trastorno depresivo en niños y

adolescentes se encuentran el abuso sexual, el abandono, los divorcios, las pérdidas afectivas, la

muerte de una persona cercana , los desastres naturales, entre muchas otras cosas. En niños con

edad cercana a los 7 años se puede observar expresiones de tristeza, y frecuentes sensaciones de

apatìa letargo o hiperactividad en ocasiones fobia escolar, trastornos de la conducta en ambiente


escolar y trastornos somáticos anexados ya los síntomas de depresión generales. En los

adolescentes los síntomas son similares a los de la edad puberal, con conductas autoagresivas

más marcadas; se vuelven negativos y disociales de un momento a otro, el autoestima muy baja,

aislamiento descuido en su apariencia física, entre muchos otros factores.

Para el tratamiento de estos trastornos existen varias alternativas para tratarlo como la psico

educación la cual busca actividades o medios en los cuales se sientan conformes y con un buen

estado de ánimo; las psicoterapias que son las más eficaces para tratar este trastorno por el tipo

cognitivo- conductual que modifica el sistema mediante técnicas cognitivas y conductuales.

La depresión en adolescentes es un problema de salud mental grave que provoca un sentimiento

de tristeza constante y una pérdida de interés en realizar diferentes actividades. Afecta la manera

en que el adolescente piensa, se siente y se comporta, y puede provocar problemas emocionales,

funcionales y físicos. Aunque la depresión puede ocurrir en cualquier momento de la vida, los

síntomas entre los adolescentes y los adultos pueden ser diferentes.

Algunos problemas como la presión de sus compañeros, las expectativas académicas y los

cuerpos que cambian pueden ocasionar muchos altibajos en los adolescentes. Sin embargo, para

algunos adolescentes, estar deprimido es mucho más que solo sentimientos temporales, sino que

es un síntoma de depresión.
La depresión en adolescentes no es una debilidad o algo que se pueda superar con fuerza de

voluntad, puede tener consecuencias graves y requiere tratamientos a largo plazo. Para la mayoría

de los adolescentes, los síntomas de depresión se calman con tratamientos como medicamentos y

terapia psicológica.

Aunque un poco de estrés no es malo, estar sometido siempre a una tensión excesiva es muy

dañino para el cuerpo y la mente, y puede acabar hundiendo en la depresión a jóvenes más

propensos a deprimirse. Claro está, como se ha mencionado, aún se desconocen las causas

específicas de la depresión, que pueden abarcar varios factores.

Algunas situaciones que generan estrés a los adolescentes son la separación o el divorcio de los

padres, la muerte de un ser querido, el maltrato físico, el abuso sexual, un accidente grave o una

enfermedad. Los problemas de aprendizaje también provocan estrés, en especial si el joven se

siente rechazado por ello. A esto quizás se le sume que los padres esperen demasiado de él, por

ejemplo, en lo relacionado con logros académicos. Otras posibles causas de estrés son el

bullying, la preocupación por el futuro, el distanciamiento emocional de un padre deprimido o

que el trato de los padres sea impredecible. Si debido a alguno de estos factores el adolescente

cae en depresión, ¿qué puede ayudarlo?

A medida que la depresión empeora, el pensamiento de la persona se ve dominado por ideas

negativas a pesar de que no haya conexión lógica entre las situaciones actuales y sus

interpretaciones negativas; la persona se encuentra menos dispuesta a considerar la noción de que

sus interpretaciones negativas son erróneas y en casos más severos de depresión, el pensamiento

de la persona puede llegar a estar completamente dominado por los esquemas negativos;

simultáneamente, el individuo encuentra constantemente preocupado con pensamientos


negativos, repetitivos y perseverantes (De Raedt y Koster, 2010), por lo que puede encontrar

enorme dificultad para concentrarse en estímulos externos (por ejemplo, leer o responder

preguntas) o involucrarse en actividades mentales voluntarias, como el cálculo, resolución de

problemas y tareas que impliquen el uso de la memoria entre otras.

La mayoría de casos de depresión en los jóvenes se dan más que todo porque los adolescentes

están a expuestos y son juzgados de manera muy cruel por la sociedad y entre ellos mismos, se

sienten fuera de lugar, tienen baja autoestima, presentan severos casos de abandono, o son

maltratados algunos no saben controlar aquellos sentimientos y por ello recurren al suicidio, por

ello se deben determinar a tiempo todos los factores y síntomas para prevenir que los jóvenes

sigan cayendo en este abismo.

Según un estudio realizado por la doctora Josefina Castro, de la Asociación Española de

Psiquiatría en adolescentes ,la historia personal del adolescente es clave para captar y

determinar el trastorno. Se figura que la depresión será el problema de mayor impacto en la

salud de la población de países en vía de desarrollo en el año 2020,siendo la psicopatología más

importante como precondición para un futuro intento de suicidios en jóvenes, que presenta como

una de las principales causas de muerte en el mundo.

En la actualidad y hace mucho algún tiempo se confunden los conceptos y características entre la

ansiedad normal y la depresión. Es decir, la ansiedad sólo constituye un problema cuando dura

demasiado tiempo o se presenta con mucha frecuencia, también cuando ésta nos obstaculiza
nuestros proyectos, o también cuando la mente y el cuerpo sienten como si un alúd de tierra se

viniese encima de ellos, pero la realidad es que solo es una prueba de suficiencia o un examen de

español, por ejemplificar. Adicional a esto, otros problemas de salud o reacciones secundarias a

los medicamentos dan como resultado síntomas muy similares a los de la ansiedad. Es por ello

que la industria farmacéutica elabora minuciosos informes sobre la categorización de los

medicamentos, donde se especifican estos efectos adicionales en repetidas ocasiones.

Otra causa importante que nos puede llevar a la depresión es la ansiedad, la cual, se puede

manifestar en la aceleración del ritmo cardíaco, elevación de la presión arterial, fatiga, molestias

gastrointestinales, espasmos musculares o sudoración. No recibir tratamiento adecuado para la

ansiedad crónica implicaría un grave riesgo para la salud.

Existe una palabras que describen el comportamiento de las personas ansiosas, la

evitación. Estas personas hacen todo lo posible por evitar o alejarse de aquello que les produce

ansiedad, llámese, culebras, alturas, multitudes. A corto plazo la evitación funciona porque baja

los niveles de ansiedad y, peor aún, la intensifica. Es así como las personas prefieren convivir

con su ansiedad que buscar ayuda, porque piensan que el único tratamiento eficaz sería el de

medicamentos y sus posibles efectos secundarios como ya lo mencionamos anteriormente.

La ansiedad se presenta de varias maneras. La palabra ansioso es una derivación de la palabra

latina “angere”, que significa asfixiar o sofocar. Un un síntoma común de la ansiedad es la


sensación de ahogo u opresión en la garganta o el pecho. Los trastornos de ansiedad han sido

clasificados por psicólogos y psiquiatras en siete categorías:

 Trastorno de ansiedad generalizada (TAG)

 Fobia social

 Trastorno de pánico

 Agorafobia

 Fobias específicas

 Trastornos de estrés postraumático (TEP)

 Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)

Luego de haber hecho un breve repaso por algunas causas que pueden generar este trastorno en

personas jóvenes vamos a enfocarnos en pensar realmente ¿porque sigue ocurriendo?, que

estamos haciendo mal? ¿porqué tantas campañas preventivas no disminuyen esta problemática?;

pensemos por un momento en cómo nos muestran este trastorno los medio, pues en realidad

existen películas, libros y todo tipo de medios de entretenimiento que nos hablan de este tema

pero ¿qué sucede con estos?, sencillo los censuran.

La sociedad no nos muestra lo que realmente es la depresión y cómo esta puede llevar a los

jóvenes con este trastorno a tomar la decisión de quitarse la vida porque, sencillamente lo

consideran como algo controvertido y claro lo es, pero al no mostrar a los jóvenes lo que

realmente se debe hacer y cómo se debe tratar este trastorno muchos jóvenes no buscan ayuda y

se hunden en su propio abismo.


La depresión en niños y adolescentes no es un mito es una realidad que muchos padres ignoran y

no creen que el problema está en su entorno familiar, el problema con esto es que si no se trata a

tiempo los jóvenes pueden estar en riesgo de suicidio porque tienden a actuar más

impulsivamente, por eso es muy importante acudir a una terapia constante para tratarla y

mostrarle todo el apoyo posible a los jóvenes que pasen por estas situaciones.

BIBLIOGRAFÍA

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DEPRESION JUVENIL

ESTHER LINARES
PAOLA RACHEN
ANGELA SANCHEZ
EDALGYS TORRES
LAURA VELANDIA

FUNDACION UNIVERSITARIA UNICERVANTES


PSICOLOGIA
BOGOTÁ DC
2014

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