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En los párrafos siguientes, para evitar innecesarias complicaciones, no haremos diferencias entre
signos y síntomas
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inmunoanálisis, etc. Por su parte, el patólogo intentará detectar lesiones mediante la
metodología apropiada, para identificar in vivo la lesión (recurriendo a biopsia por
histopatología, por ejemplo) o –mediante necropsia- para establecer en el cadáver la
causa de la muerte, si tal fuese el caso. Dentro de sus particulares esferas de acción,
tanto el clínico como el patólogo constatarán los fenómenos nosológicos, los
interpretarán y los integrarán dentro del marco conceptual que ha de desembocar en
el diagnóstico.
Es importante comprender, por otra parte, que ningún individuo que goce de buena
salud es “perfectamente sano”, ya que siempre presentará alguna imperfección
morfológica o funcional. Por ello se acepta que la salud es compatible con algún tipo
de imperfección morfológica o funcional menor, cuya existencia resulte insuficiente
para trastornar la armonía morfofuncional del todo orgánico. Es decir, es posible la
existencia del individuo “anormal sano” (desde el punto de vista clínico). También se
acepta que ningún individuo enfermo presenta todas sus estructuras y funciones con
anormalidades al mismo tiempo; empero, existiendo al menos una de ellas que
trastorne la armonía morfofuncional orgánica, se hace conceptualmente imposible la
existencia del individuo “normal enfermo”. Ello es así, por cuanto la enfermedad
implica un trastorno de la armonía orgánica, derivado de una o más alteraciones
morfológicas y/o funcionales, cada una de las cuales es en sí una anormalidad
biológica.
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mediante fenómenos potencialmente nocivos (físicos, químicos, biológicos, etc.) Bajo
este prisma, el ambiente está constantemente agrediendo al organismo, cuyos
mecanismos de defensa le permiten, no sólo sobrevivir, sino que mantenerse sano.
La muerte suele ser consecuencia de una enfermedad en la cual, agotadas las defensas
orgánicas, predominan sin contrapeso los factores agresivos que la causan. No
obstante, cabe recordar que –por razones accidentales- puede pasarse de la salud a la
muerte sin un intermedio de enfermedad.
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los factores defensivos orgánicos los hayan neutralizado) como de la eficiencia con que
los mecanismos de reparación permitan recuperar las estructuras y funciones
dañadas. Es un conocimiento vivencial de que, así como la eficiencia de las defensas
tiende a deprimirse por situaciones orgánicas anormales (stress, desnutrición,
ejercicio excesivo u otras) y por la edad, estos mismos fenómenos también afectan
negativamente a los mecanismos de reparación.
Con el avance de la edad, los individuos de todas las especies hacen enfermedades
cada vez con mayor frecuencia, más intensas y más dañinas para el organismo,
haciéndose cada vez más difícil revertir los fenómenos morfo-funcionales a su
situación previa. Eventualmente, agresiones que podrían ser poco significativas para
individuos jóvenes, pueden resultar mortales para individuos seniles.
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sicosomática). La interacción entre mente y cuerpo (siquis y soma) pasa por los
centros superiores de correlación orgánica, por lo cual no es de extrañar que
trastornos en un miembro del par resulte en trastorno del otro miembro.
La fase clínica de la enfermedad suele iniciarse con síntomas difusos, poco o nada
específicos (sensación de malestar, cefalea, anorexia, adinamia, fotofobia, etc.), con
cuyo concurso raramente puede llegarse a un diagnóstico: se sabe que hay una
enfermedad en curso, pero no se sabe cuál. Después, al aparecer síntomas y/o
lesiones específicas, apreciándose claramente el cuadro clínico (la “enfermedad
florida”), el diagnóstico se facilita y podrán establecerse las medidas adecuadas para la
recuperación del paciente.
3.2. En relación a la Etiología cabe considerar, en primer lugar, que las causas de
enfermedad son múltiples y no sólo provenientes del medio externo (como hasta el
momento se ha señalado, para no complicar excesivamente los aspectos conceptuales
básicos). En efecto, si bien hay numerosos componentes del medio ambiente capaces
de producir enfermedad o, al menos, fenómenos patológicos de alguna importancia
(por ejemplo, traumatismos, heridas, quemaduras, causticaciones, golpes eléctricos,
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mordeduras, picaduras de insectos, envenenamientos, parasitaciones, infecciones,
etc.), no puede pasarse por alto la existencia de numerosas enfermedades que
provienen del seno mismo del organismo; entre ellas algunos tumores benignos y
malignos, las enfermedades por trastornos de la inmunidad (inmunodeficiencias,
hipersensibilidad y alergia, autoinmunidad), o bien aquellas causadas por trastornos
genéticos, considerándose –además- las malformaciones congénitas y otros trastornos
derivados de una defectuosa formación del individuo in útero, así como las
enfermedades metabólicas (algunas de las cuales se asocian en Medicina Veterinaria a
particulares modalidades de alimentación y/o producción de los animales).
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auxiliares de diagnóstico, como el Laboratorio Clínico (cuyos hallazgos se inscriben
dentro de la hoy llamada Bioquímica Clínica) y la Imagenología (radiodiagnóstico
mediante rayos X, ecografía mediante ultrasonidos, TAC o Scanner, RMN, etc.); a
menudo, estos métodos son indispensables para poder realizar el diagnóstico preciso y
el diagnóstico diferencial.
Tabla Nº 1
Previsión de recuperación
Pronóstico Cualitativa Cuantitativa
Bueno Altamente probable 75 -100%
Favorable Probable (con secuelas) 50-75 %
Reservado Imprevisible 50
Desfavorable Improbable 25-50
Malo Altamente improbable 0 -25 %
3.8.En cuanto al Tratamiento, vale la pena señalar que el ideal es realizarlo de acuerdo
a la causa de la enfermedad (tratamiento etiológico), para lo cual existe un gran
arsenal terapéutico; sin embargo, desconociéndose la causa, o no siendo posible
determinarla, no queda otra opción que recurrir al tratamiento sintomático (en
general, menos eficiente que el primero).
4. CONSIDERACIONES FINALES
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caso (fenómenos accidentales, enfermedad sobreaguda), el daño de los centros
superiores es violento y masivo, con lo que la desorganización de la homeostasis
resulta prácticamente inmediata. En el segundo caso, ocurre una desorganización
paulatina de ella, puesto que los centros superiores van siendo afectados cada vez con
mayor profundidad; en estos casos, la muerte suele aparecer tras un período previo de
shock (tema de capítulo aparte). El tercer caso está representado por la falla aguda de
órganos tales como el corazón, pulmón, riñón o hígado, que conducen a la muerte en
cuestión de horas o días; pero también la falla crónica de dichos órganos lleva a la
muerte, aunque –según el caso- tras meses o años de enfermedad.