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La descripción de la escena está hecha con rasgos precisos y vividos. Se diría que sugiere en el autor a un
testigo presencial. Ni sería obstáculo a ello el que, durante la conversación, los discípulos habían ido por
provisiones (v.8), ya que en la afirmación rotunda de “los discípulos” cabía muy bien la excepción de uno,
Juan, que quedase en compañía de Cristo. En todo caso, Juan lo sabe, porque la Samaritana lo divulgó
entre los suyos, y Juan pudo oírlo durante los “dos días” (v.43) que Cristo permaneció allí, o porque en un
momento confidencial, como en la cena (Jua_13:24ss), lo supo por el mismo Cristo.
Al abandonar Jesús Juclea para ir a Galilea (έδει ), “convenía” que pasase por Samaría.
Probablemente este “convenía” tiene aquí un valor de ventaja geográfica de itinerario; no que se intente
destacar, directamente al menos, un motivo providencial para encontrarse con la Samaritana. Josefo utiliza
este mismo término para indicar la ruta de los galileos a Jerusalén. Esto indica también que los de Cristo
no bautizaban en el valle mismo del Jordán (Jua_3:22), ya que, por razón geográfica, hubiese seguido el
mismo valle para llegar a Galilea, sin tener que remontarse para ir luego por Samaría a Galilea.
Samaría era la ruta ordinaria para ir de Galilea a Judea, aunque otros seguían el curso del Jordán.2
En este retorno a Galilea, al atravesar Samaría, “llega a una ciudad (πόλιν ) llamada Sicar,
próxima a la heredad que dio Jacob a José, su hijo, donde estaba la fuente de Jacob” (v.5.6) 3.
Desde San Jerónimo 4 se identifica, ordinariamente, la antigua Siquen con Flavia Neápolis. Desde
la época de los Seléucidas, la antigua Siquem se traslada al lugar de la actual Naplusa, que está a dos
kilómetros de su primitiva situación, al lugar llamado Mabartha, tomando el nombre de Neápolis (Ciudad
Nueva), la cual será reconstruida el año 72 d. de C. por Vespasiano con el nombre de Flavia Neápolis. Sin
embargo, al emigrar la población de Siquem al lugar de la actual Naplusa, el lugar primitivo no quedó
totalmente deshabitado, como se desprende de las excavaciones de 1927. Para San Jerónimo, lo mismo
que para los que opinaban así, la razón era que, en su época, Siquem había desaparecido.
Pero ya posteriormente se identificaba Siquem con el villorrio actual de el-Askar, al pie del monte
Ebal, hoy el Djebel Eslami-ye 5 Hasta se quería ver en este nombre una reminiscencia fonética.
Mas, por las excavaciones iniciadas en 1927 por E. Sellin, se vino a comprobar que, después de la
emigración de la población de Siquem al lugar de la actual Naplusa, quedó un resto de población en el
lugar primitivo, y que se identifica hoy, no con el villorrio de el-Askar, que está distante un kilómetro y
medio del pozo de Jacob, sino que estaba situada en el tell-Balata, un poco al norte del villorrio actual de
Balata, y que se encuentra a unos cinco o seis minutos de camino del pozo de Jacob.
En la época de Cristo parece que se llamaba este lugar Sycora, forma aramaica del evangélico
Sicar (Συχάρ ), situado a la entrada de la amplia garganta formada por losados montes: el Garizim (=
Djebel et-Tor, 88Im) y el Ebal (= Djeben Eslamiye, 940m) 5.
No deja de extrañar a algunos el que, teniendo este villorrio de Balata, contiguo al tell al que da su
nombre, una fuente abundantísima, viniese la Samaritana a buscarlo a unos cinco minutos de distancia, al
pozo de Jacob. Inútil discutir este motivo. Acaso fuese por veneración al patriarca, acaso por tener ella allí
próxima la casa o un huerto. Y, además de que podría quedar una posible rectificación o precisión
arqueológica, podría deberse a que le interesase a Jn simbolista destacar la “fuente de Jacob,” para sugerir
que el “pozo” “fuente” de Jacob era lo que “manaba el judaísmo,” para hacer ver en contraste “el agua
viva” que Cristo promete a la Samaritana.
El evangelista detalla con absoluta precisión que Sicar estaba “próxima a la heredad que dio Jacob
a su hijo José” (Gen_33:19.20; Gen_48:22). José, antes de morir, pidió que, cuando Dios liberase a su
pueblo de Egipto, llevasen con ellos sus restos (Gen_50:24-26), lo cual cumplieron los suyos, y sus restos
“fueron enterrados en Siquem” (Jos_24:32). Una tradición que llega a Eusebio de Cesárea 7 muestra allí la
tumba de José.
El evangelista señala con igual precisión que en esta “heredad” estaba la “fuente de Jacob.” La
Escritura recuerda varios pozos excavados por este patriarca (Gen_26:18.32). Una fuente o un pozo en
Oriente es un tesoro. Lo mandó excavar el patriarca en su heredad, probablemente para evitar
contaminaciones con la población indígena cananea, ya que en las mismas cercanías de su heredad había,
por lo menos, tres fuentes abundantes.
En realidad es, como dirá el evangelista, usando indistintamente dos términos, un “pozo” (φρέαρ ;
ν .11), que tenía en su fondo una “fuente” (πηγή ; ν .6), que manaba. Además dice que “el pozo es hondo”
(v. 11). Su profundidad dio diversas medidas.
A pesar de tener una “fuente,” el agua no aflora a la superficie del “pozo.” Incluso cuando tiene
mucha agua, por lo menos hay 10 metros de distancia desde la abertura del pozo hasta la capa del agua.
Así se vio en la medición de 1924 8 En la medición de 1933 dio 39 metros de profundidad.
Como los antiguos pozos palestinos, estaba desprovisto de medio de sacar el agua.
En el siglo IV se alzaba ya sobre él una iglesia, que en 385 visitó Santa Paula 9.
“Jesús, fatigado del camino, se sentó, sin más 10, junto a la fuente.” Debe de estar ya muy entrado
mayo o junio. Una larga caminata bajo el sol primaveral palestino agota. Se suele caminar con el alba para
defenderse del excesivo calor y descansar a esa hora. Jn gusta acusar este aspecto humano de Cristo. La
fuente es, en Oriente, lo que condiciona y jalona las jornadas. El pequeño grupo hizo, normalmente, alto
junto a la fuente.
Jesús “se sentó” allí. Pero la forma griega επί , con dativo, lo mismo puede significar que estaba
sentado “sobre” la margen del pozo que “junto” al pozo 11 (Jua_5:2) El Ρ 66 dice que estaba sentado en el
suelo (γγ |).
El evangelista parece acusar un testigo presencial por una precisión histórica que hace: “Era como
la hora sexta,” que en la cronología de Jn es sobre el mediodía (Jua_19:14; Jua_4:5; Jua_1:39).
Fue sobre esta hora del mediodía cuando llega al pozo “una mujer de Samaría” (v.7). No de la
ciudad de Samaría, antigua capital del reino de Israel, levantada por Omri, pues corresponde a la actual
Sebastieh y está a 12 kilómetros de la antigua Siquem; se refiere sólo a la región a la que pertenecía, como
dirá luego, que vinieron a ver a Cristo “muchos samaritanos de aquella ciudad” (v.39), que es Sicar (v.5).
La mujer viene “a sacar agua.” Acaso fuese el agua para el servicio del mediodía.
El evangelista justificará poco después que Cristo no tenía con qué sacar agua (v.11), y los
discípulos habían ido al poblado próximo “a comprar provisiones” (v.8).
Estaba, pues, a merced de aquella mujer el calmar de su sed. El sentido histórico de la escena es
evidente. Pero el evangelista quiere destacar, en la misma narración literaria, un simbolismo maravilloso
que late en toda la escena. Es el simbolismo histórico el que se acusa: aquella mujer samaritana aparece en
este momento de la escena como la que puede calmar a Cristo la sed del cuerpo. Pero ella ignora que
también le calmará El a ella su sed del alma, cuando ella le calme a él su sed de Salvador (v.31).
A la llegada de esta mujer de Samaría, que venía a sacar agua de un pozo, Cristo, verdaderamente sediento
de sed física, le pide a aquella mujer que le saque, pues El no tenía con qué (v. 11), un poco de agua del
pozo para beber. Es algo que a nadie se niega. Lo contrario se tenía por culpa ( Job_22:7). Por eso, el tono
de extrañeza que va a usar con él la Samaritana, indica más la sorpresa de dirigirse un judío a un
samaritano que no la actitud caprichosa racial y hostil, de negarse a socorrerle. Por lo que añade el
evangelista para sus lectores de la gentilidad: “porque no se tratan judíos y samaritanos” (v.96) 12.
La enemistad entre judíos y samaritanos era feroz. Después de la deportación de los samaritanos
por Sargón en 721, se trajeron a Samaría numerosas tribus babilónicas para repoblarla (2Re_17:30-33).
Esto dio lugar a mixtificaciones raciales y sincretistas en lo religioso (2 Re, l.c.). Por eso, a la vuelta del
destierro, los judíos no permitieron la colaboración de los samaritanos para la reconstrucción del templo
(Esd_4:1ss). En 400 se levantó sobre el Garizím un templo cismático a Yahvé 13. Esto llenó la medida del
odio judío contra los samaritanos. Y aunque en 129 a. C. fue destruido por Juan Hircano, los samaritanos
consideraron siempre este monte como sagrado y sobre él celebraron sus festividades. Hasta en el
Eclesiástico aparece reflejada la historia de este odio (Eco_50:27.28), lo mismo que en el Talmud. Los
judíos llegaron en ocasiones a negar a los samaritanos vino y alimento para no contraer impureza legal u.
Pero, en cambio, admitían determinado comercio más o menos normal con los mismos 15; lo que explica el
que los discípulos hubiesen ido “a la ciudad a comprar provisiones” (v.8).
Es en este ambiente de hostilidad y desprecio en el que hay que valorar la frase de esta mujer
samaritana, lo mismo que toda la escena de bondad y enseñanza salvadora que Cristo tiene con ella.
¿Cómo conoce ella, sin más, que es judío? Por el tipo del vestido, o por la pronunciación, ya que
los galileos pronunciaban distinto que los judíos y samaritanos (Jue_12:5ss; Mat_26:71) 16, o por algún
otro motivo que no se registra. Pero Jesús, que no venía tanto a pedir como a dar, va al objetivo de su
misión salvadora, diciéndole:
El “don de Dios” aquí es el don expresado por el “agua viva,” como se ve por el “paralelismo sinónimo”
de los hemistiquios a) y d). Y no el don de encontrarse aquí con Cristo, el Mesías, como algunos
proponen; aparte que se repetirá en el v.6.
El “agua viva,” como imagen, es el agua de la fuente, en contraposición a las aguas estancadas o
quietas de cisternas o pantanos (Jer_2:13). Es agua con nacimiento, con dinamismo: con “vida.” Muy
pronto dirá Cristo el valor del dinamismo de esta agua (v.14).
Pero el esquematismo literario de aquella escena acusa más rápida y fuertemente los contrastes.
Ante esta manifestación de Cristo, los papeles se cambian, y el que pide, pide también ser pedido; y el
que suplica agua, ofrece a su vez “agua viva.” La mujer aquella, demasiado humana, recibe un primer
golpe de sorpresa. Se acusa literariamente en que una samaritana llega a llamar “señor” a un judío. La
mujer, que, naturalmente, no sabe a qué se refiere con esta afirmación — estos diálogos con
incomprensión provocadores de respuesta son muy propios de Jn (Jer_3:4.9; Jer_11:11-13) — , no niega
el encontrarse ante algo que, porque ella no lo alcance, no sea verdad. Acaso piensa en algún tipo de agua
mágica, misteriosa, o en un procedimiento, milagroso o mágico, con que poder sacar de aquel pozo
“profundo” el “agua viva” de la “fuente,” que mana en su fondo. Por eso le dice, extrañada, que, siendo el
pozo hondo y no teniendo él aparejo para sacarla, “¿de dónde, pues, tienes tú el agua viva?” Pero, no
obstante esto, algo queda en ella que le deja presentir cosa insólita. “¿Acaso eres tú más grande que
nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebió él mismo, sus hijos y rebaños?” Esta
contraposición con Jacob dice bien de aquel algo de misterioso presentimiento que ve en aquel
excepcional judío.
Los samaritanos tenían a gran orgullo proclamarse descendientes de Jacob; era como su
justificación de la mixtificación racial y del cisma religioso. Por eso gustaban recordar que Samaría había
sido escenario de la vida de los patriarcas (Gen_12:6; Gen_33:18; Gen_35:4; Gen_37:12; Gen_48:22;
Jos_24:25.32; Jue_9:6). Es por lo que la Samaritana habló de “nuestro padre Jacob” (v.12). Se
consideraban sus descendientes a través de las tribus josefitas de Efraím y Manases.
Pero Cristo no le responde directamente a su objeción, cuestión que no interesaba. En su
enseñanza hará ver que El es superior al poder de los patriarcas. Porque:
¿Qué quiere expresar Cristo por esta imagen del “agua viva” que se hace “fuente” en el que la bebe, y que
el agua que mana esa “fuente” salta o llega hasta la “vida eterna”? En el A.T., el agua de fuente, el “agua
viva,” simbolizaba varias cosas:
4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora (el tiempo) viene cuando ni en este monte ni en
Jerusalén adoraréis al Padre. -- ver. 24; 1Ti_2:8. Antes de contestar la pregunta de la samaritana, Jesús
"llegó al grano", afirmando que un nuevo orden estaba por establecerse en el cual ni Jerusalén ni ese
monte tendrían importancia. Esta profecía habrá sido muy agradable para la samaritana, pues este Profeta
judío dijo que la hora vendría cuando los samaritanos podrían adorar a Dios sin subir a Jerusalén. Aparte
de eso, aunque sus "padres adoraron en este monte", ellos no lo harían; más bien, ellos serían librados de
los muchos requisitos externos de su religión nacional.
4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; -- Jesús no quería insultar a esta mujer, sino que quería
ganar su alma, pero solamente la verdad salva; por eso, tuvo que decirle que los samaritanos estaban
equivocados. Aunque profesaran adorar al Dios verdadero, en realidad El era para ellos (como lo era para
los atenienses) el Dios no conocido. Parte de su culto se basaba en las prácticas paganas (los que tenían
más influencia entre ellos eran los magos, Hch_8:9-11), y parte en el Pentateuco (los primeros cinco libros
del Antiguo Testamento), la única sección de las Escrituras hebreas que aceptaban. No aceptaban el resto
del Antiguo Testamento por causa de las muchas referencias a Jerusalén como el lugar designado por
Dios para la adoración.
-- nosotros adoramos lo que sabemos -- Muchos judíos también se habían apartado de la
revelación de Dios, y seguían las tradiciones de los ancianos (los maestros ciegos, Mat_15:8-9;
Mat_15:14), pero la expresión "adoramos lo que sabemos" se refiere a la revelación de la voluntad de
Dios en el Antiguo Testamento . Dios no acepta el culto inventado por los hombres (culto voluntario,
Col_2:20-23; Mat_7:21-23; Lev_10:1-2; 2Cr_26:16-21).
-- porque la salvación viene de los judíos. -- Por esta razón Dios mantenía su contacto con los
judíos por medio de los profetas, porque del linaje de Judá y de la familia de David vendría el Salvador
del mundo (4:42). "¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en
todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios" (Rom_3:1-2). Isa_2:3,
de Jerusalén saldría la Palabra del Señor.
4:23 Mas (Pero, LBLA) -- 1:17. El vocablo pero es muy significativo. Enfáticamente Jesús dijo
que habría cambio de religión. No dijo que los samaritanos (mucho menos los gentiles) debieran guardar
la ley de Moisés, sino que señaló un cambio total de ley (Heb_7:12; Heb_8:7-13; Heb_10:9-10). Millones
de profesados "cristianos" ignoran este pero e imponen los mandamientos y prácticas de la ley de Moisés
que les convienen (p. ej., el diezmo, el instrumento de música, el quemar incienso).
-- la hora viene, y ahora es (Mat_3:2; Mat_4:17; Hch_8:5; Hch_8:12) , cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; -- Como la conversión tiene que ser espiritual
(3:5), así también la adoración tiene que ser espiritual. Ahora la morada de Dios no será "ni aquí en este
monte ni en Jerusalén", sino en el espíritu (el corazón) del hombre. El lugar (templo o monte) ya no era lo
importante, sino la adoración enseñada por Dios (la verdad), ofrecida con toda sinceridad (con el espíritu)
de verdaderos hijos. El templo de Dios ahora es la iglesia (Efe_2:20; Efe_3:21; 1Co_3:17; 1Co_6:19-20).
-- porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. -- Bajo la dispensación
mosaica Dios requería que su pueblo ofreciera sacrificios solamente en Jerusalén, y ahora bajo la ley de
Cristo el sitio indicado es el corazón ("alabando al Señor en vuestros corazones", Efe_5:19). El "sacrificio
de alabanza" es "el fruto de labios" (Heb_13:15), el "hacer bien" (Heb_13:16), el ofrendar para tener
comunión con los que predican el evangelio (Flp_4:18), etc., pero estos actos de servicio no serán
aceptables ante los ojos de Dios a menos que procedan del corazón (2Co_9:7, "como propuso en su
corazón").
Al buscar a los perdidos Cristo buscaba adoradores de Dios. Luc_19:10. Cristo quería que
Nicodemo, la mujer samaritana, y Zaqueo fueran verdaderos adoradores de Dios. Dios nos quiere salvar
para que le sirvamos y adoremos.
4:24 Dios es Espíritu; -- Por eso, no se limita a un templo hecho por manos humanas (1Re_8:27;
Hch_7:47-50; Hch_17:24-28), sino que siendo Espíritu su presencia llena el universo y se puede adorar en
todo lugar. La Biblia habla figuradamente de los ojos, oídos, manos y alas de Dios, pero Dios es Espíritu
y, por eso, es eterno, omnipotente, omnipresente, omnisciente, etc., y debe ser adorado con toda reverencia
(Isa_6:2-3, "Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos"). "Tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a
Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor" (Heb_12:28-29).
-- y los que le adoran, en espíritu -- Rom_1:9 "a quien sirvo en mi espíritu"; Efe_6:18, "orando
en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu". La adoración que Dios desea no es carnal (para
diversión) ni superficial (formalidad fría) sino espiritual. El quiere sacrificios espirituales no solamente en
las reuniones de la iglesia, sino también en nuestra vida diaria (Rom_12:1-2, "presentéis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo"; 1Pe_2:5; Heb_13:15; Flp_4:18). "No habita en templos hechos por manos humanas", y
"no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de
imaginación de hombres" (Hch_17:23-31).
Por eso, es necesario que adoremos de corazón (Rom_6:17, "habéis obedecido de corazón"); es
decir, con entendimiento, de buena voluntad, y con amor y gozo (2Co_8:24, "Mostrad... la prueba de
vuestro amor"; 9:7 "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque
Dios ama al dador alegre"). Es necesario evitar dos cosas: (1) el culto basado en los mandamientos de los
hombres, y (2) el culto que, aunque basado en la verdad, sea una formalidad fría. Todos sabemos acerca
de los excesos y abusos de los carismáticos, pero no por eso debemos suprimir la emoción y alegría en el
culto.
Jesús nos enseña que es necesario preparar el corazón para adorar a Dios, para alabar "la
misericordia de Dios, y sus maravillas para con los hijos de los hombres" (Sal_107:8; Sal_107:15;
Sal_107:21; Sal_107:31). Antes de adorar a Dios, debemos perdonar a otros para que Dios nos perdone
(Mat_6:12-14) y buscar la reconciliación con el hermano (Mat_5:23-24). "Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro"
(Heb_4:16). "Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe" (Heb_10:22). "Ninguno se
presentará delante de Jehová con las manos vacías" (Deu_16:16).
¿Por qué asistimos al culto de adoración? ¿Para ver a otros y para ser vistos por ellos? ¿Para mirar
a los infantes y niños y jugar con ellos? ¿Para ver cuántas veces podemos ir al baño o salir para tomar
agua? Si de esta manera "adoramos" a Dios en las reuniones ¿cómo le adoramos en casa?
"Hágase todo decentemente y con orden" (1Co_14:40; 1Co_11:20-29).
Después de cada reunión de la iglesia debemos preguntarnos, ¿alabé a Dios de todo el corazón?
¿soy edificado y más animado para el servicio de Dios? ¿Cómo ha influido en mí el culto?
-- y en verdad es necesario que adoren. -- no solamente con toda sinceridad, sino también
conforme a las enseñanzas del Nuevo Testamento (1Co_2:11-13). ¿Cómo alababan y adoraban a Dios los
discípulos de Cristo? (1) Enseñaban la Palabra de Dios (Hch_5:42), (2) oraban a Dios, en el nombre de
Cristo (Hch_4:24-31; Col_3:17); (3) cantaban himnos (Efe_5:19; Col_3:16); (4) cada primer día de la
semana participaban de la cena del Señor (Hch_2:42; Hch_20:7); y (5) ofrendaban (1Co_16:1-2). Esto es
el patrón (2Ti_1:13) dejado por los apóstoles.
Dios no permite que el hombre substituya esta adoración con "culto voluntario" (Col_2:20-23), es
decir, culto inventado por los hombres. Véanse Mat_7:21-23; Mat_15:1-14; Heb_11:4 (Gén_4:4-5);
Lev_10:1-2; 2Cr_26:16-21.
La lista de los actos de culto inventados por los hombres es interminable: la confesión auricular, el
"bautizo" de infantes, el "bautizo" por aspersión, el "bautizo" por los muertos, el quemar incienso, el
canonizar a los "santos", el celibato del "clero", la extrema unción, la invocación a María y los santos, las
oraciones por las almas en el purgatorio, la penitencia, el rosario, la misa, la señal de la cruz, el uso de
instrumentos de música, el rociar agua "bendita", y muchas otras cosas.
Ahora bien, ¿quién negaría que por lo menos algunas de estas cosas son tradiciones de hombres?
Si alguna o algunas de estas cosas son tradiciones de hombres, todas estas cosas son tradiciones de
hombres y son rechazadas por el Señor (Mat_15:1-14).
4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos
declarará todas las cosas. -- Al decir esto admitía que el conocimiento de los samaritanos era defectuoso.
Ella anhelaba la iluminación perfecta. Recuérdese que los samaritanos aceptaban el Pentateuco y, por eso,
esperaban al Profeta anunciado por Moisés en Deu_18:15-18. Al parecer, los samaritanos no hablaban del
Mesías como un rey o libertador, sino como el Profeta. El concepto que esta mujer tenía de Cristo como
Maestro de "todas las cosas" era mejor que el de los judíos que solamente esperaban un conquistador
militar.
4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. -- Comúnmente no habló con tanta franqueza de
su identidad. Vuelve a hacerlo con el que nació ciego (9:37). Cuando Pedro lo confesó "mandó a sus
discípulos que a nadie dijesen que él era el Cristo" (Mat_16:16; Mat_16:20), porque en Galilea le sobraba
fama. Tuvo que suprimir y controlar el entusiasmo del pueblo para evitar la confrontación prematura con
los oficiales de Jerusalén, pues en ese tiempo no había llegado su hora.
19, 20. Señor, paréceme que tú eres profeta, etc.—¿Viendo su vida toda revelada, ella no se abate y
pregunta qué esperanzas podría haber para persona tan culpable? No; sus convicciones no han llegado
todavia a este punto. Hábilmente cambia el tema de una cuestión personal a una pública. No es “¡qué vida
más mala estoy llevando!” sino, “¡qué profeta más maravilloso con quien he trabado conversación! El
podrá resolver aquella disputa interminable entre nosotros y los judíos. Señor, tú tendrás que saberlo todo
en tales asuntos: nuestros padres mantienen que esta montaña,” señalando a Gerizim en Samaria, “como el
lugar de culto divinamente consagrado, pero vosotros los judíos decís que Jerusalem es el lugar propio:
¿quién tiene razón?” ¡Cuán despacio somete el corazón humano a una humillación completa! (compárese
el hijo pródigo; véase la nota acerca de Luk_15:15). Sin duda nuestro Señor comprendió la treta; mas él
dice: “Esta cuestión no es el asunto de ahora, sino ¿has estado viviendo de la manera descrita? ¿Sí o No?
Mientras no aclaremos esto, no puedo meterme en controversias teológicas.” El Príncipe de los
predicadores usa otro método: accede a la pobre mujer, dejando que ella elija su camino, permitiendo que
ella guíe, mientras él sigue; mas sólo así para lograr su propósito. Responde a sus preguntas; derrama luz
en su mente sobre la espiritualidad de todo culto verdadero, como la del glorioso Objeto del culto, y así la
trae insensiblemente hasta el punto donde él podría revelar a su mente asombrada, quién era la persona
con quien ella venía hablando siempre.
21-24. Mujer, créeme, etc.—Aquí están tres piezas importantes de información: (1) “El punto
suscitado pronto dejará de ser de importancia, porque un cambio total de dispensación está por
efectuarse”. (2) “Los samaritanos están equivocados, no sólo en cuanto al lugar, sino en toda la base y la
naturaleza de su culto, mientras que en todos estos aspectos la verdad está con los judíos”. (3) “Como
Dios es Espiritu, así él invita y también exige una adoración espiritual, y todo ya está en preparación para
una economia espiritual, más en armonía con la verdadera naturaleza del servicio aceptable que el culto
ceremonial por personas, lugares y tiempos consagrados, que Dios por un tiempo ha visto bien en
conservar, hasta que llegara la plenitud del tiempo.” ni en este monte, ni en Jerusalem—es decir,
exclusivamente. (Mal_1:11; 1Ti_2:8). adoraréis al Padre—Ella había hablado simplemente de
“adoración”; nuestro Señor presenta delante de ella el gran Objeto de toda adoración aceptable: “EL
PADRE”.
22. Vosotros adoráis lo que no sabéis—sin autoridad revelada alguna, y muchisimo a oscuras. En
este sentido, los judíos sabían lo que hacían. Pero lo más glorioso aquí es el motivo indicado: “Porque la
salud viene de los judíos”, intimándole que la salvación no era algo que pudiera ser alcanzado por
cualquiera que lo deseara de parte de un Dios de misericordia, sino algo que tenía que ser revelado,
preparado, y depositado en un pueblo particular, y tiene que ser buscado en conexión con, y saliente de
ellos; y aquel pueblo eran los judíos.
23. la hora viene, y ahora es—evidentemente queriendo que ella entendiera que esta nueva
disposición estaba verificándose en algún sentido mientras él le hablaba, un sentido que en pocos minutos
aparecería tan claro, cuando él le dijo que era el Cristo.
25, 26. Sé que el Mesías ha de venir … cuando él viniere, etc.—Si entendemos la revelación
inmediata de sí por nuestro Señor, en respuesta a lo dicho por la mujer, como la clave propia a su sentido
al oído de él, difícilmente podemos dudar de que ella estaba ya casi preparada para este anuncio
asombroso, el que en efecto ella parece (por el v. 29) haber empezado a sospechar por el hecho de que él
la reveló a sí mismo). Así rápidamente, bajo Maestro tan incomparable, ella fué levantada de su condición
baja a un estado de mente y de corazón capaz de recibir las revelaciones más nobles. nos declarará todas
las cosas—una expectativa fundada probablemente en Deu_18:15.
26. Yo soy, que hablo contigo—El casi nunca dijo algo como esto a su propio pueblo, los judíos. El
los magnificó ante esta mujer, y sin embargo. a ellos mismos, hasta el fin él era más reservado que a ella,
probándolos más bien que diciéndoles claramente que él era el Cristo. Pero lo que no habría sido seguro o
prudente entre ellos, lo era bastante con ella. cuya sencillez a este paso de la conversación parece, por lo
que seguía, haber sido perfecta. ¿Qué dirá ahora esta mujer? Escuchamos. la escena se cambia, llega un
partido nuevo, los discípulos han ido a Sicar, a cierta distancia, a comprar pan, y a su regreso se asombran
por la compañía que había estado tratando su Señor, en su ausencia.