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Y ESE FUE EL PRIMER JAIBANÁ | Arnulfo Domicó 3

Y ESE FUE EL
PRIMER JAIBANÁ
(Relato Emberá)

Memorias de Arnulfo Domicó


2 Y ESE FUE EL PRIMER JAIBANÁ | Arnulfo Domicó

Dirección Ejecutiva
Darío Carupia Cuñapa
Cabildo Mayor Indígena de Chigorodó
Dirección Editorial
Alejandro Higuita Ocampo Cra 95 c N° 95 - 84, Barrio La Unión
Chigorodó - Antioquia (Colombia)
Diseño y Diagramación Sitio Web
Alejandro Molina Sánchez www.emberachigorodo.org
Correo Electrónico
Equipo de Investigación cabildomayor@emberachigorodo.org
Sirley Domicó Domicó Telefax
Justico Domicó Bailarín (4) 825 56 71
Elkin Domicó Bailarín
Alejandro Higuita Ocampo La presente publicación fue realizada con el apoyo
Alejandro Molina Sánchez técnico y financiero del Ministerio de Cultura,
Programa Nacional de Concertación Cultural
Fotografías y se enmarcan en el proceso político-organizativo de
la Organización Indígena de Antioquia.
Semillero de Comunicaciones Indígenas
de Chigorodó “Krincha u Numua” y
colaboradores.
2014
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PRESENTACIÓN
Todos los pueblos indígenas de Colombia entienden la naturaleza de sus existen-
cias desde los valiosos conocimientos que los identifican para la protección y el
cuidado de la salud; conocimientos que generacionalmente constituyen posibi-
lidades invaluables para entender de manera diferencial el tema de la medicina
y el complejo componente espiritual que de ésta se deriva.

El Cabildo Mayor Indígena de Chigorodó comprende que el fortalecimento de


los saberes ancestrales resulta una tarea ineludible. Las diversas voces de nues-
tros sabios y sabias se deben articular en un diálogo que procure mantener viva
la memoria cultural de nuestras comunidades Emberá.

Complejos devenires históricos han trasnformado muchas de las prácticas que


tradicionalmente constituyen ejes espirituales de nuestra existencia como
pueblo originario.

La siguiente publicación es el resultado de un arduo proceso de investigación


encaminado a reflexionar sobre nuestra medicina propia, espacios en los que se
ha promovido la participación de autoridades, líderes y lideresas espirituales,
parteras y médicos tradicionales que a través de su experiencia han recogido
invaluables conocimientos para las generaciones Emberá del futuro.

El relato aquí registrado es ciertamente, un esfuerzo por contribuir a que la


práctica tradicional de la medicina, sea un tema de necesaria discusión en nues-
tras comunidades, ya que es imprescindible entender que transmitir este saber,
es un deber de todos y todas las y los indígenas que trabajamos día a día por
preservar nuestra cultura en medio de las difíciles condiciones de vida que de-
terminan la permanencia en nuestros territorios.
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DEL RELATO
Arnulfo Domicó pertenece a la comunidad indígena de Chigorodocito, su labor como sabedor y médico tradicional le
ha permitido conocer y difundir a través de la palabra, innumerables experiencias y conocimientos de su territorio
y cultura, logrando así, establecerse como un líder espiritual destacado dentro de las comunidades indígenas de la
región.

Su participación en los proyetos de medicina tradicional emprendidos por el Cabildo Mayor Indígena de Chigorodó,
ha sido fundamental para establecer escenarios en los que la valoración y recuperación del conocimiento tradicional,
sean tenidos en cuenta como temas transversales a nuestras políticas organizativas y comunitarias.

A traves de los encuentros e intercambios de saberes con otros Emberá, Arnulfo decidió compartir este relato que hoy
llevamos a las letras y que más que una palabra de conocimiento popular y ancestral de nuestro pueblo, es, sin lugar
a dudas, parte de nuestra historia, de nuestras vidas, de nuestras perspectivas de mundo.

Las fotografias que acompañan esta publicación hacen parte del archivo oficial del proyecto y en ellas damos cuenta
de diversas cotidianidades y relatos visuales que en los recorridos por las comunidades indígenas de Chigorodó se
impregnaron en nuestras memorias. No necesariamente hay una relación explícita entre la historia y las imagenes
aquí expuestas, sin embargo, creemos que existe una correspondencia latente entre el retrato narrativo de la palabra
de Arnulfo y las condiciones de vida actuales de nuestro pueblo.

El relato aquí registrado es un pequeño hilo del gran legado que el pueblo Emberá quiere compartir con todos y todas
ustedes, indígenas y no indígenas y agradecemos que lo compartan y lo difundan como semillas de entendimiento
por la diferencia.
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DEL JAIBANÁ

Para el pueblo Emberá, además de las


importantes figuras tradicionales para
atender diversas enfermedades y ciclos
naturales de la vida como la natalidad,
nos referimos por supuesto a la labor
ejercida por parteras, médicos y médi-
cas tradicionales, el jaibaná resulta ser
culturalmente aquél especialista que a
través de los usos y conocimientos sobre
las plantas esta en la capacidad de ejer-
cer actividades curativas que van mucho
más allá de la intervención al cuerpo.

El jaibaná también posee la fuerza y el


poder para controlar lo espiritualmente
enfermo, es decir que su actividad se
basa en el manejo de las energías de los
elementos de la naturaleza para que ac-
tuén en pro de la curación, energías que
tradicionalmente se les conoce como
Jais o espíritus.
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“Y ESE FUE EL PRIMER JAIBANÁ”


Arnulfo Domicó
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En una tarde de tormenta una pequeña Emberá


temerosa por los rayos y el agua de los cielos le
preguntó a su padre:
- Papá, cuando esta lloviendo… así fuerte como
hoy, ¿no le da miedo?

El padre con curiosidad respondió:


- ¿Miedo? … ¿por qué miedo? la lluvia respeta
al emberá y lo ayuda para que la siembra no se
pierda si hay mucho verano… pa` el Emberá anti-
guo la lluvia ayudó pa` poder saber de la tierra, de
la planta medicinal.

- Pero no entiendo… ¿la lluvia qué tiene que ver


con la planta medicinal? contestó la intrigada niña.

- Yo sé que suena raro… pero le voy a contar


una historia hija pa` que se las cuente a su hijos
cuando le pregunten… así como usted me esta
preguntado a mí.
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Un Emberá antiguo… antes cuando no había pueblo cerca y se vivía


arriba bien entrado en el bosque, construyó tambo lejos de todo
y de todos… nadie sabía como llegar allá, solo él, pero después
de muchos años olvidó el camino de bajada porque se dedicó a
comer de esas tierras y a pescar de esas aguas…
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Para la pequeña siempre había sido importante la compañia de los suyos, en su


cabeza era imposible imaginar que alguien pudiera estar completamente solo
- Entonces ¿no tenía familia, ni hijos, ni hijas, ni pareja, ni mamá, ni nada?
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Mire hija a ese Emberá le pasaba algo y era que no


tenia recuerdo… él no sabía de dónde venía, ni pa`
dónde tenia que ir… por eso empezó a preguntar.
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- Pero ¿a quién papá si estaba solo?

El hombre entendiendo la duda de la pequeña, respondió:


- No hija, ese hombre no estaba solo… eso es lo que uno piensa, pero
Emberá, una noche asi como ésta, cayendo agua como hoy, le dio por
preguntar a la lluvia.
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Intrigada por las palabras de su padre la niña


preguntó:
- ¿A la lluvia? y es que ¿la lluvia habla?

El hombre con una sonrisa en su rostro continuó:


- Si… la lluvia habla, pero no palabra Emberá, ella
tiene su propia palabra.

La niña empezó a dudar, era imposible que la lluvia


pudiera responderle al Emberá.
- ¿Papá usted me esta inventando cosas?

Alentado por la inocencia de su hija el padre se


apresuró a seguir con su historia.
- No hija… pa` Emberá antiguo era fácil hablar con
las cosas.

- Bueno y ese hombre ¿qué fue lo que le preguntó a


la lluvia? replicó la curiosa niña.
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- Ah bueno… salió y le gritó: ¡Lluvia, trueno… dígame quién soy yo,


por qué yo vivo así… en esta tierra, por qué como lo que como,
por qué tengo mi lengua así, de esta forma,
por qué este cuerpo así, estos ojos, estas manos!

Entusiasmada y sorprendida le preguntó a su padre:


- ¿En serio? y la lluvia ¿qué le dijo?
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- Nada, Emberá iba a saber en sueños la palabra de la lluvia, no había


otra forma… acuérdese que le acabé de decir que esa palabra es diferente.

-Bueno pero en el sueño ¿qué le respondió? preguntó la pequeña.

- Nada tampoco, ese Emberá soñó pero la lluvia no le quizo responder, lo que después hizo fue ir al rio,
se sentó, metió los pies y no pescó nada, solo se quedó allá sentado en una piedra y le preguntó: ¡Rio,
piedra de rio… dígame quién soy yo, por qué yo vivo así… en esta tierra, por qué como lo que como, por
qué tengo mi lengua así, de esta forma, por qué este cuerpo así, estos ojos, estas manos!
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- ¿Y en el sueño le respondió?

- No, ese Emberá soñó pero el rio no le contestó


nada en el sueño, Emberá pensó que no estaba
preguntando en el lugar que tenia que ser,
y empezó a subir mas arriba de la montaña,
donde nadie había subido.
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La pequeña no podía creerlo.


- ¿Nadie había estado allá?

- No hija, nadie, él fue el primero, entonces no sabía


que hacia mucho frío y empezó a enfermar pero no
le importó... cuando llegó el aire era muy fuerte, en-
tonces con voz bajita preguntó: ¡Viento, aire frío…
dígame quién soy yo, por qué yo vivo así… en esta
tierra, por qué como lo que como, por qué tengo mi
lengua así, de esta forma, por qué este cuerpo así,
estos ojos, estas manos!
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La niña, un poco impaciente se anticipó a su padre afirmando:


- Pero esta vez si soñó la palabra del viento.

- No hija… tampoco. Replicó su padre entre sonoras carcajadas.


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La niña pensó que el mundo era muy injusto con


ese Emberá y con algo de impaciencia expresó:
- Ay no papá ese Emberá se iba
a morir de viejo sin saber.

El hombre se percató de la
frustración que invadia a su hija...
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Frustración que el Emberá de la historia empezaba a experimentar:

- El Emberá es fuerte, y no importa que estuviera enfermo ese hombre se quedó allá acostado
en la tierra, puso la cabeza bien metida en el barro y preguntó: ¡Tierra, piedra de tierra…
dígame quién soy yo, por qué yo vivo así… en esta tierra, por qué como lo que como,
por qué tengo mi lengua así,de esta forma, por qué este cuerpo así, estos ojos, estas manos!
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Anticipando lo que pensaba que ocurriría la


pequeña Emberá exclamó:
- Ya sé que la tierra tampoco le dijo nada.

- No sé mi niña… él tampoco supo si la tierra


respondió algo en el sueño porque se desmayó
y duro cuatro días dormido.

Ya su hija creyó que el destino del Emberá iba a


terminar en tragedia.
- ¿Cómo así papá?... ese hombre de verdad se iba
a morir.
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-Hija espere le acabó de contar...

Y prosiguió:
- Entonces al cuarto día se despertó muy enfermo,
con la cabeza caliente y la boca seca. Fue cuando
pensó que mejor morir si no podía saber lo que
quería saber…

Tras un silencio corto el hombre miró a su hija y


continuó:
- Al lado habia una planta y ese Emberá se dio
cuenta que no había preguntado a la planta:
¡Planta, monte… dígame quién soy yo, por qué
yo vivo así… en esta tierra, por qué como lo que
como, por qué tengo mi lengua así, de esta forma,
por qué este cuerpo así, estos ojos, estas manos!

Atenta a la voz de su padre tan solo preguntó:


- Y entonces ¿Qué pasó?

-Pues hija, esa noche Emberá soñó y en el sueño


adivine qué ocurrió.
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Con una curiosa
sonrisa y evidentemente
emocionada la pequeña
exclamó:
- No sé papá.

- Pues que la planta le


habló con la palabra
de la planta y le dijo:
Usted por qué ha estado
preguntándonos tan-
ta cosa, ¿qué es lo que
usted quiere? Emberá le
volvió a preguntar: ¡Solo
quiero saber quién soy
yo, por qué yo vivo así…
en esta tierra, por qué
como lo que como, por
qué tengo mi lengua así,
de esta forma, por qué
este cuerpo así, estos
ojos, estas manos!
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El hombre continuó con el relato al notar que la impaciencia de su hija se apoderaba de su mirada,
debía confesar que le reconfortaba el interés de su pequeña hija.
- Entonces la planta le respondió: mire usted es persona del bosque, el bosque lo alimenta, el rió lo
limpia, lo que usted habla es palabra que otros como usted entienden, pero sus ojos ven cosas,
sus manos hacen cosas que solo usted puede entender porque usted quizo preguntarnos...
De ahora en adelante le vamos a decir en sueño qué planta cura cuerpo, qué planta cura espíritu pero
solo para curar a gente cómo usted... esa que habla su palabra.

- ¿En serio papá? ¿todo eso le dijo la planta?


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- Si hija… ese hombre se levantó y ya sabía qué planta coger pa` curarse, así que ya con fuerza bajo de
la montaña y empezó a buscar a otros Emberá enfermos y así empezar a curarlos…
Y ese fue el primer Jaibaná Emberá. Por eso yo no le tengo miedo a la lluvia, al rio, al viento, a la tierra
y mucho menos a la planta.

- ¿Por qué papá? ¿por qué ellas hablan en los sueños?

- No hija, porque Emberá es el único que puede entender lo que hablan.


Arnulfo Domicó
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COLOMBIA
CHIGORODÓ - ANTIOQUIA
2014

CABILDO MAYOR INDÍGENA DE


CHIGORODÓ

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