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Fenomenología de la imaginación poética náhuatl estudiada (desde

Gaston Bachelard y la poética de la ensoñación de los aires) en


“Quince poetas del mundo náhuatl”

-Samuel Souroujon Dorantes

La filosofía estética, en especial la poética, revela a través de documentos escritos


(pero más bien ensoñados) todo un mundo de experiencia psicológica de intimidad. Es la
figura del poeta la que otorga valores a los hechos del mundo, los vive, lo sueña y los hace
superficie para ser plasmados en poemas. El filósofo que gusta de leer tales ensueños de la
materia se tiene que convertir en fenómeno o expresión viva de los mitos y poemas. De esta
forma, el tlamatini (para usar la palabra en náhuatl1), deviene receptáculo o vasija preciosa2
en donde resuenan interiormente los diálogos imaginativos entre cosmos y poeta.

Bajo el proyecto estético de Gaston Bachelard se revela una entrada fenomenológica


a los valores en comunión entre el tlamatini y el universo imaginado: a la materia del
cosmos a través del ensueño, de la imagen cantada y enflorada, repercutida y resonada. Es
en esta entrada donde podemos vivir el corazón propio de la comunión entre Mundo y
alma. Cabe agregar que, como dice nuestro autor francés, ¡hay que aprender a vivir la
imagen!:

… fuera de toda doctrina [fenomenológica] esa referencia es clara. Se pide al lector de


poemas que no tome a una imagen como un objeto, menos aún como un sustituto de
objeto ... Para eso hay que asociar sistemáticamente el acto de la conciencia donadora con
el producto más fugaz de la conciencia: la imagen poética. 3.

Ahora bien, a través de los diversos testimonios poéticos nahuas, nos podemos dar
cuenta de que la cultura asentada en el valle de México es una cultura de la imaginación de
los aires. Yendo de variación en variación, el elemento del aire se revela como una tensión
constante. El escritor de poemas quiere hacerse etéreo, hacerse un pájaro cantor, un dulce
olor a flores para hablar del cosmos. De esta forma el poeta dice

1
Palabra que se ha traducido como “sabio” o “el que sabe algo”, que vendría siendo el equivalente de
filósofo. Véase “la filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes” de Miguel León-Portilla (Cap. I).
2
“Teocuitlamecatica, nic-ylpia” que se traduce como mi vasija preciosa o divina que hace recordar, en el
poema de Xayacámach, las resonancias del canto en nuestro interior.
3
Bachelard, La poética del espacio, pág. 10.
volando me vivo,

compongo un himno,

canto las flores:

mariposas de canto …4

Quien más que el tlamatini para vivir en las alturas, ocioso de su propio ser terrestre,
para devenir y convertirse en aire, en parte del universo imaginado, para producir palabras
que revolotean y son bellas como mariposas. Aires que volarán por su propia cuenta y se
posarán en muchas flores ajenas; pero continua el ensueño: “[surjan de mi interior, /
saboréelas mi corazón.]”5. Finalmente, el ensueño completamente etéreo hace casa en un
interior propio que tienen que salir y sublimarse en las alturas, de unas mariposas
sensitivas6, de unas mariposas literales en el estómago que se hacen “[… aves de la
primavera]”7, que después en el poema hacen que el poeta cante “[Yo florido colibrí, / con
aroma de flores me deleito,]”8. Así, el interior o corazón sale a los aires para respirar junto
a todo el cosmos los aromas. Es como si el corazón mismo pidiese brotar al exterior mismo,
a la inmensidad celeste.

Y más testimonios existen de la figura de tlamatini-ave. Tomemos por ejemplo al


gran gobernante Nezahualcóyotl, quien canta

yo soy Nezahualcóyotl,

soy el cantor,

soy papagayo de gran cabeza.9

Equiparando su ser poeta con un papagayo, el sabio es libre de desplazarse, de dar grandes
surcos por la altitud con sus grandes alas rojas, aletear y jalar tanto aire como sea posible,
se deja llenar de aire. Porque lo que acontece es que, en el momento de convertirse en aves,

4
León-Portilla, Quince poetas del mundo náhuatl, pág. 313.
5
León-Portilla, loc. cit.
6
Este tema permea durante los poemas estudiados, pues la ensoñación nahua es una ensoñación que lejos de
ser visual impacta a los oídos: les lleva canto, a la nariz: que se deleita con los aromas de cacao o de flores
dulces y finalmente al tacto: con el que se conmueve el corazón. La ensoñación, finalmente, es una sinestesia
imaginativa, de una imaginación que en tanto vuela se convierte en sensaciones diversas.
7
León-Portilla, loc. cit.
8
Ibíd., pág. 315.
9
Ibíd., pág. 137.
la figura del cosmos los envuelve, los llena de las corrientes de aire que surcan por encima
de los cerros, los respira con fuertes aspiraciones atmosféricas y finalmente los inspira a
componer y a exhalar bellos canticos ventosos.

Es en este sentido de compartición del aire donde el nahua cree hacer comunión con
el universo, donde cambiamos nuestro ser por el ser de un ave cascabel, pues cómo mas
podemos ofrecer flores que no son nuestras. El poeta sabe tal carga y escribe:

Le responde el pájaro cascabel.

Anda cantando, ofrece flores.

Nuestras flores ofrece. 10

En realidad, para robar bellas flores no hay que estar distanciado del Mundo, sino que se lo
tiene que habitar hasta donde dé el ejercicio imaginativo. Hay que dejarse llevar por un aire
que hace hablar al cosmos a través de la palabra. Así, la compartición es perfecta unidad, la
figura del aire finalmente nos llena de un Mundo listo para ser exhumado fuera del corazón.

De esta forma recordamos las visiones divinas de Quetzalcóatl, pues tienen una
implicación directa con el poeta: ambos ven al ilhuicac itic o al interior/centro del cielo. El
poeta rápidamente dice “[Del interior del cielo vienen / las bellas flores, los bellos
cantos]”11 antes de que su ensoñación acabe abruptamente tras una pasión humana. Pero si
pudiera continuar soñando seguramente lo haría en el tono con que se escribe sobre
Quetzalcóatl, quien tras el sumergimiento de medianoche en el estanque de Atecpan
Amochco, o de aguas reales, tiene un encuentro onírico en el Omeyocan: “… dirigía sus
oraciones hacia el centro del cielo, al que adoraba, y que invocaba a Citlalinicue,
Citlallatónac, Tonacacíhuatl, Tonacateuctli, Tecolquenqui, Eztlaquenqui, Tlallamánac y
Tlalíchcatl.”12.

Así, se revela para el lector el lugar especial del generador de mitos, de imaginario:
justo con la dualidad de Ometéotl. El poeta viendo las diferentes dualidades masculinas y

10
Ibíd., pág. 285.
11
Ibíd., pág. 299.
12
Anónimo, Anales de Cuauhtitlan, pág. 41.
femeninas de la naturaleza, ve a la naturaleza agrandada y divinizada 13. El Mundo aparece
con mayúsculas: la Luna es el lugar divino de un ojo gigante que nos mira con su brillo, la
Tinta de repente es símbolo de vida y de muerte y Quetzalcóatl es la tensión de una
dualidad. Donde Ometéotl y el cantor se sitúan uno al lado del otro para constituir el
mundo, ahí se abren las puertas de su ser interior etéreo y del otro lado se imagina esa
realidad. Y aún más dualidades pues “el poeta le da al objeto real su doble imaginario, su
doble idealizado. Este se vuelve inmediatamente idealizante y así nace un universo de una
imagen en expansión.”14. Tal cual, el sabio al viajar a los rincones más allá del cielo
engrandece y este engrandecimiento crea más universo, un universo de la palabra ensoñada
y que es base de una interioridad originaria donde, en este caso, el peso cae en la metáfora
de los aires. Por ello este verso nos habla tan profundamente …

Dentro de ti vive,

dentro de ti está pintado,

inventa, el Dador de Vida, ….15

Pero al continuar con las ensoñaciones de los aires primigenios al punto se nos
soltará una gran pregunta: ¿Por qué los aires tienen un peso tan grande en la tranquilidad de
los sueños nahuas? Sabemos que las ensoñaciones del agua ocupan un lugar especial, que
se repite constantemente el tema del tlaltícpac o de la tierra creadora de vida y que el fuego
es un elemento substancial en los mitos, pero pensamos que ninguno tiene la consistencia,
el trabajo y la variedad de imágenes de cosmicidad que tiene los aires. Tal vez la respuesta
no se encuentre en la imagen del aire mismo sino en las ensoñaciones acuosas, del agua
soñada y mezclada al aire. Y es que, si de algo nos percatamos cuando Nezahualcóyotl
escribe

… el hermoso faisán,

su canto despliega
13
Recordemos lo que menciona Bachelard, en La poética del espacio, con respecto al engrandecimiento: “Las
palabras del soñador se transforman en los nombres del mundo que tienen acceso a la mayúscula. Entonces
el mundo es grande y el hombre que lo sueña grandeza.” (pág. 260). De esta forma, se puede rastrear el
ejercicio poético a un engrandecimiento de lo que le rodea. Sin embargo, en la cultura náhuatl tiene el matiz
de constituirse como una dualidad engrandecida y, por ende, como unidad cosmológica.
14
Bachelard, La poética de la ensoñación, pág. 264.
15
León-Portilla, óp. cit., pág. 109.
en el interior de las aguas.

A él responden

varios pájaros rojos, …16

es que la sobreabundancia de agua, que rodea completamente al valle del antiguo México,
nos hace mirar al cielo. Nos hace elevar la vista, hace que el canto del faisán se haga
interno, se profundice en las aguas tranquilas, pero que inmediatamente se proyecte y
refleje el cielo en un agua color de jade, en un agua cristalina que responde con cantos de
pájaros color rojo. La imagen es muy clara: es el viento al que nos remiten las aguas, son
los pájaros reflejados en el lago hacia los que tendemos y hacia los cuales anhelamos la
existencia17.

La ensoñación del agua, aquí, dirige las sensaciones a al cielo. El exceso y la lucha
contra el agua, como ocurría en los tiempos prehispánicos, también afecta a la imaginación
y hace que se eleve hacía otros médiums. Esto lo podemos encontrar en muchos otros
testimonios, ya sea en la imagen del agua que brota de las intimidades acuosas 18 o de la
embriaguez que canta. Sin embargo, establecemos, a modo de conclusión esto: el
imaginario cósmico náhuatl es un imaginario que discurre en ensoñaciones de aire, del aire
que busca reencontrase en una unidad poeta-cosmos. Es, a manera de imagen, una
respiración que se comparten entre ambos pulmones, es una imagen que discurre entre el
canto, la flor y que llega al corazón para elevarse al ilhuicac itic.

Bibliografía

16
Ibíd., pág. 141.
17
Habría que seguir con el proyecto empezado, pues un análisis más extenso permitiría otorgarle valores
espaciales de casa, de nido a los aires mezclados con fuego. Además, como se refleja continuamente en la
poesía, no sólo nahua, es que los aires sirven como una materia de reconciliación y beneficio, como una
materia de curación y de bienestar. Esto se encuentra igualmente en La poética de la ensoñación, pero cabria
analizar los casos del mundo náhuatl. Es importante mencionar que un análisis poético mucho más detallado
tendría que detenerse, además en el tema de la tierra, que es fundamental en la poesía náhuatl.
18
Dice claramente el poeta, que es aquí también enviado de Dios, que del agua brotaran sus bellos cantos.
Esto está aconteciendo como un movimiento de altitud o de reflejo del agua hacia una superficie etérea. Véase
el “poema de Temilotzin” en Quince poetas del mundo náhuatl.
Anónimo. Anales de Cuauhtitlan. Trad. Rafael Tena. D.F., México: Conaculta,
2011.

Bachelard, Gaston. La poética de la ensoñación. Trad. Ida Vitale. D.F., México:


Fondo de cultura económica, 2011.

Bachelard, Gaston. La poética del espacio. 2ª ed. Trad. Ernestina de Champourcin.


D.F., México: Fondo de cultura económica, 2016.

León-Portilla, Miguel. Quince poetas del mundo náhuatl. D.F., México: Booket,
2019.

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