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Primero fue la

vibración, al final fue


la resonancia (sobre la
manifestación y
disolución del
universo en el mar de
la conciencia)
HINDUISMO
Poema sobre la creación como vibración y la restitución o disolución como resonancia
(siguiendo el pensamiento védico y el tantra shaiva).
Autor: Cadena Áurea
NOVIEMBRE 25, 2017

Una vez Agni deseó las aguas: ‘Que pueda unirme a ellas’, pensó. Se unió a ellas; y su
semen se volvió de oro.
 -Satapatha Brahmana
 
The self-awareness in the Heart from which all things have fallen away, present in the
first and last moment of perception is called, according to the Spanda teachings, the
universal vibration of consciousness and is the outpouring of consciousness within one’s
own nature. This vibration is that subtle movement  which is the pulsing radiance, or self-
luminous consciousness that shines as all things… It is the wave of the ocean of
consciousness, and consciousness is never without it.
 
-Abhinavagupta, citado en The Doctrine of Vibration
 
Primero fue la vibración.
La mente, que no se conocía,
deseó.
Una pulsación, tapas, ardor,
la semilla de la mente germinó:
se vio, múltiple y prístina forma.
 
La expansión divina primero fue
un fulgor en la espuma. 
Áurea trepidación,
luz sobre las aguas
un ojo en las olas.
Una exclamación: el Sí,
una palabra: un rayo: un viento;
un cuerpo y un mundo
para ese Sí;
líquido resplandor que de súbito
se encontró atado a un cuerpo.
 
 
Al final fue la resonancia. 
La unión a través de la misma frecuencia,
la sed que sólo el mar sacia,
la disolución del danzante en la danza. 
La totalidad se reconoció.
La estrella despertó en la gema.
El ojo en la ola brincó al sol.
La centella regresó a la llama.
El alma bailó al mismo son,
y dijo: “Yo no soy. Soy el universo”.
 
 
Primer fue la vibración,
y al final fue la resonancia.
Tal distinción es, por supuesto,
solo una ilusión.
Sin embargo, es la diferencia, el intervalo de tiempo,
el duelo de la separación,
lo que hace posible el amor:
el juego circular de la divinidad,
lo que la ciencia llama “evolución”.
 
 *   *   *
Shiva y Parvati: la mujer que es mi mujer y yo, nada les pedimos, nada que sea del otro
mundo: solo la luz sobre el mar.
-Octavio Paz
 
¡Ha sido reencontrada!
¿Qué? La eternidad.
Es la mar mezclada
con el sol. 
-Rimbaud

Los poemas del


‘Libro de las horas’,
el despertar de la
percepción divina en
Rilke
POEMAS
Traducción y comentario del Libro de las Horas, el momento capital en el que Rilke
descubrió su mirada poética.
Autor: Cadena Áurea
SEPTIEMBRE 01, 2018

El Libro de las horas es el libro en el que Rilke encontró su voz poética. Aunque escribió
cosas antes, este libro bien puede considerarse su libro inaugural, y por lo tanto significa
un acontecimiento mayúsculo en la historia de la poesía. Heidegger dijo de Hölderlin que
“era el poeta del poeta”, el hombre que era la más pura encarnación de la poesía. Rilke,
quien aprendió de Hölderlin, es el poeta de la poesía, el poeta puro, último avatar de esta
tradición de la luz que mantiene la antorcha del fuego-palabra, que regresa la poesía a su
espíritu original: sintonizar la perpetuidad de la creación divina y alabarla en la palabra.
Rilke dedicó el libro a Lou Andreas Salome, quien fue su amante (y quien también fuera
amada por Nietzsche, aunque sin reciprocidad). Fue con ella que conoció Rusia y sus
vastos cielos azules y la hermosa fe religiosa de los campesinos. Después de este viaje
escribió este libro (abajo he traducido una selección). En su diario Rilke anotó sus
impresiones. Podemos asistir exactamente en este recuerdo al amanecer del ars poetica
que defiendo aquí con el poeta checo:
Lo que había visto hasta ahora no era más que una imagen de la tierra y el río y el mundo.
Aquí, sin embargo, todo es su propio ser. Siento como si hubiera sido testigo de la
creación; unas pocas palabras por todas las existencias, las cosas en la medida de Dios, el
Padre. (1900)
El énfasis es mío. Siento como si hubiera sido testigo de la creación. Este es el estado que
define al verdadero poeta. El punto de partida -eje y omphalos– de la poesía. Recordemos
que la palabra poiesis significa “creación”. Pero el poeta no crea, es quien percibe la
creación. Es quien desarrolla la percepción, el ritmo para sintonizar la creación. Descubre
-como los místicos- que la creación no ocurrió en un ayer remoto sino que es presencia
perpetua. Cada instante resume la eternidad, como escribió Simone Weil, siguiendo a su
maestro Platón: “el grano de mostaza, el instante, la imagen de la eternidad.” Pero más
aún, que la creación es instaurada a través de la palabra (que es la luz), por lo cual la
palabra poética es una re-creación. Esta es la idea que me interesa desarrollar y la cual
creo es, simplemente, lo que constituye la más pura realidad poética: que es más una
mirada, una transparencia a la continuidad del acto creativo, una porosidad de lo
inmanente a lo trascendente  y no  una innovación o una gestación individual.
*
En el Libro de las horas presenciamos, somos los invitados, al proceso mismo del
nacimiento de la percepción poética, lo que Blake describió como la apertura de las
puertas de las percepción -la admisión a la realidad y su infinitud-. Presenciamos en Rilke
el tormentoso nacimiento de la percepción poética, en la cual ya está la voz, como lo está
en Dios su verbo, eternamente diciéndose. Rilke siente la dicha de participar en la obra
divina, de ser la parte culminante, pues la obra necesita ser percibida para cobrar
sentido. En el primer poema del libro habla de un momento en el que la luz se posa sobre
él y lo envuelve como un anillo. Todo vibra y ocurre una transformación: puede sentir
que participa en la vida y que el mundo es maleable, elástico, translúcido. Como Adán en
el Edén, las cosas vienen a él y se revelan, la naturaleza se vuelve responsiva como una
novia que se acerca infinitamente; se celebra una especie de hieros gamos entre el poeta y
el mundo.
*
La creación no está completa hasta que no es vista con los ojos del poeta. Es decir, con
los ojos mismos del creador. Como escribió Meister Eckhart: “los ojos con los que veo a
Dios son los ojos con los que Dios me ve a mí”. Este es el secreto de todo verdadero
poeta, el secreta secretorum, el sine qua non de la poesía. Lo descubre Rilke en su hora,
cuando el cielo se inclina hacia él: son los ojos del primer día, los ojos adánicos. El poeta
es su mirada, su percepción depurada. Al permitir que la percepción poética se arraigue,
el poeta descubre que la creación está ocurriendo en su interior, que el dios oscuro, de las
raíces sedientas, está surgiendo y revelándose. Hay temor y silencio, “belleza y terror”,
una veneración natural en la que participa, pero no obstante lo que suceda “ningún
sentimiento es un error”. Es el poder de un auténtico poeta que nos hace descubrir en sus
palabras nuestros sentimientos más profundos y reconciliarnos con ellos a través de la
belleza. La palabra como resonancia curativa. 
…El parto de la luz en la oscuridad de la tierra. La divinidad se revela a través de lo que
podemos sentir, en su más profunda acepción. En un poema Rilke recuerda las palabras
dichas por Dios a sus criaturas durante la creación, motivándolos a experimentar el más
variado espectro, ir hasta el límite de los sentidos, bebiendo de la fuente inagotable que es
la vida misma; un maná, siempre presente. Ninguna sensación o sentimiento es final,
nada que podamos sentir es concluyente, pero cada sentimiento contienen la totalidad,
cada uno bebe de esta fuente infinita. Y cuando confiamos en esto,  entonces Dios camina
con nosotros, nos toma de la mano, como se dice que caminó en el Paraíso con el
hombre, en el fresco de la mañana, recorriendo su vasta creación y nombrándola.  
*
El poeta es quien siente, es el que aguza los sentidos, el que socava el instante como si
contuviera, en su sensación, una perla de gran precio. ¿Pero que es lo que es tan
extraordinario de sentir? Todos sentimos, es cierto. Pero el poeta tiene el aliciente y más
aún la responsabilidad de sentir no sólo lo que aparece sino la luz en las que las cosas
aparecen, el fondo que sostiene toda percepción -donde “un fuego crece cuya sombra
cubre el mundo”-. Al sentir el poeta descubre que lo que siente no tiene límites, que es
capaz de absorber y abarcar el mundo. Que la abundancia no deja de ser abundante
cuando se bebe abundantemente de ella. Podríamos especular que esto implica que la
sensación es el porqué del mundo: Dios quiere ser sentido en nosotros, como dice un
poema posterior de Rilke. Es sentido en nosotros: nosotros sentimos el mundo y eso que
sentimos es Dios, pero Dios es también nuestro sentido: nuestros sentidos y nuestro
sendero, un camino hacia sí mismo. Esto lo refleja perfectamente el sánscrito donde el
dios Indra y los sentidos (indriya) tienen la misma raíz. En una de las Upanishad se dice
que los sentidos son “los sementales de Indra”, los que llevan el carro del Supremo. A
través de los sentidos, la divinidad pasea por el mundo y goza de su propia obra. Una
obra que no escatima, y su gloria es tanto la belleza como el terror, la luz y la sombra. 
Como todos los grandes poetas después del Cantar de los Cantares, Rilke en su último
poema nota que el amor promete, en la intensidad de su deleite, la posibilidad de la
existencia más allá de la muerte, una especie de fuego que el agua no apaga, un existir
ilimitado que es el fruto del acto esencial de la libertad, que es el amor. Al leer la frase
“concede la muerte que viene de esa vida en la que conocimos el amor”, me viene a la
mente San Juan de la Cruz: “En el atardecer de la vida, seremos examinados en el amor.”
 
Libro de las horas (1905)
 
En este momento la hora se inclina y me toca
con su lúcido anillo metálico
mis sentidos vibran. Se forma el sentimiento:
Yo puedo- y palpo el día elástico. 
 
Nada estaba completo antes de ser visto por mí,
todo ir y venir ahora yace quieto.
Mis ojos están maduros y todo lo que desean
se acerca como una novia.
 
Nada es demasiado pequeño: contra un fondo de oro
lo pinto grande y amoroso
y lo sostengo en alto, nunca sabré
de quién es el alma que puede liberar.
 
*
 
Estoy en el extremo del siglo,
Uno puede sentir el viento de una gran página-
que Dios y tú y yo hemos llenado de escritura-
girando por lo alto en manos extrañas ahora.
 
Uno puede sentir el resplandor de esta hoja nueva,
en la que todo puede inscribirse aún.
 
Las fuerzas silentes ponen a prueba su rango
y se miran entre sí oscuramente.
*
 
Tu primera palabra fue Luz:
y el tiempo comenzó.
Tu segunda palabra fue el Hombre y el miedo se esparció
(todavía nos ensombrecemos ante su sonido)
antes de que tu rostro retomara su creación.
 
Y por ello temo tu tercera.
 
Seguido rezo en la noche: sé el mudo,
el que crece firme en gestos
y es movido por el espíritu en los sueños
a inscribir la onerosa suma del silencio
en lo alto de las montañas y en las frentes humanas.
 
Sé el refugio de la ira
que expulsó lo inefable.
La noche cayó en el Paraíso:
sé el pastor cuyo cuerno suena una sola vez-
pero sólo como cuentan nuestra antiguas historias.
 
*
 
Si hubiera crecido en otra tierra,
una con días más ligeros y horas más sutiles,
habría hecho para ti una fiesta singular
y mis manos no te habrían sostenido
con temor y  tensión,
como suelen hacerlo. 
 
Habría sido valiente y te habría consentido,
a ti Ahora ilimitado.
Te habría lanzado como una bola
hacia todo deleite ondulatorio,
para que alguien te pudiera atrapar y saltara
con las manos en alto para contener tu caída,
tú   cosa de todas las cosas.
 
Te habría hecho brillar y surcar por el aire
como un sable.
Habría hecho que tu fuego se renovara
en un gran anillo dorado. 
y habría hecho que se sostuviera
en las más blanca mano. 
 
Te habría pintado: no en la pared
sino en el cielo, de extremo a extremo,
y te habría esculpido, de la forma en que un gigante
te esculpiría: el pico de una montaña, un fuego radiante,
un simún irrumpiendo en la arena del desierto-
 
o
en verdad tal vez te encontré
una vez…
                      Mis amigos de la infancia están lejos;
apenas puedo seguir escuchando sus risas 
y tú: te has caído del nido
eres una joven ave y tienes garras amarillas
y ojos grandes y atraviesas mi corazón.
(Mis manos deben parecer gigantes.)
Y la punta de mi dedo eleva una gota del pozo
y escucho, escucho, algún sonido de tu sed
escucho tu corazón y el mío
palpitando de temor.
 
*
 
Vivo mi vida en círculos crecientes
que se esparcen por todo lo que me rodea.
Quizá no logré el verdadero final
pero eso será mi meta.
 
Circulo a Dios, rodeando la antigua torre,
llevo dando vueltas un eón,
y todavía no lo sé: ¿soy un águila, una tormenta
o una soberana canción?
 
*
 
Tengo muchos hermanos que usan sotanas ligeras
en el sur, donde hay laureles en los claustros.
Sé cuan humanas hacen sus madonas,
y sueño seguido con jóvenes tizianos
entre los cuales Dios se mueve 
como una flama pura.
 
Pero aquí, donde los instintos se vuelcan hacia dentro:
Mi dios es oscuro y como una red
de raíces intrincadas todas bebiendo en silencio.
Que de este sediento calor yo emerjo
es lo único que sé: pues mis ramas
mantienen la calma perfectamente
y sólo se mecen en el viento.
 
*
 
Yo soy, tú el ansioso. ¿No me escuchas
volcándome sobre ti con todos mis sentidos?
Mis sentimientos, que han hallado alas, dan vueltas
como aves blancas alrededor de tu rostro.
Y mi alma -¿no puedes verla ahí
erigida frente a ti en una túnica de silencio?
¿Acaso mi plegaria de primavera
no madura en tus ojos como en un árbol?
 
Si tú eres el soñador, yo soy tu sueño.
Pero si eliges estar despierto, yo soy tu voluntad
y me convierto en el maestro de toda la majestad
y redondeo la perfecta quietud como una estrella
que brilla encima de la remota ciudad del tiempo.
 
*
Dios nos habla a cada uno de nosotros al crearnos,
y luego camina con nosotros en silencio fuera de la noche.
Pero las palabras, que nos fueron dichas antes de empezar,
esas palabras son las siguientes:
 
Impulsado hacia delante por tus sentidos,
ve hasta el límite de tu deseo;
invísteme.
 
En el fondo de las cosas crece un fuego,
para que sus sombras, alargadas,
me cubran por siempre, completamente..
 
Deja que todo te ocurra a ti: belleza y terror.
Sólo sigue adelante: ningún sentimiento es un error.
No dejes que te corten de mi fuente.
Cerca está el país
llamado Vida.
 
Lo reconcerás
por su gravedad.
 
Dame tu mano.
 
Oh Señor, danos a cada uno nuestra propia muerte. Concede
la muerte que viene de esa vida en la que conocimos el amor,
cuando encontramos sentido, y sentimos necesidad.  
 
Traducido por Alejandro Martínez Gallardo, en base a la versión inglesa de Edward
Snow.

En cualquier
momento dado
POEMAS
Poema sobre la creación como teofanía
Autor: AMG
SEPTIEMBRE 01, 2018
En cualquier momento dado
se siente algo ser tú, 
el mundo aparece de cierta forma-
y tal vez no importa tanto cómo es,
sino el hecho puro de que es. 
 
La luz siempre está haciendo el mundo,
siempre está revelando la existencia:
un embrión dorado en las crestas de la olas,
Fanes aparece en el espejo de la conciencia-
en este mismo instante las Diez Mil Cosas
nacen del vientre de la Mujer Misteriosa,
en la profundidad del valle.
 
Y quizás sea un milagro 
que podamos atender
a esta obra.
 
En cualquier momento dado
respirar y poner atención,
y empezar a notar
que el mundo que se muestra
nos ha sido dado:
luminoso, único y múltiple
-la aparición de cada forma-,
un regalo de la divinidad.
 
Esto
podría ser ya
la eternidad.
 
*
It is true that I want to defend a theological reappropriation of what i have called the
“covenant of light” -a trust in the evidence of the given, an understanding of knowledge
as an effect of the eros stirred by the gift of the world’s truth…
It is, I want to say, because beauty -which is no thing among things- is being itself, the
movement of being’s disclosure, the eloquence by which everything properly charitably
regarded, says infinitely more than itself. Beauty is the transcendence of being in the gift
of the immanent. 
-David Bentley Hart
 
Poema escrito por Alejandro Martínez Gallardo (@alepholo) el 28 de agosto, bajo el
argumento de que el encuentro de la luz y la percepción en el lienzo de la conciencia es
ya un hecho teofánico. La percepción es deidad como dice una maestro budista.

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