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CATEQUESIS PARA PERSONAS CON DISCAPACIDAD

DE LA PEÑA MADRID, MARÍA

MIEMBRO DEL SECRETARIADO DE LA SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE


CATEQUESIS

REVISTA ACTUALIDAD CATEQUÉTICA N.º 253, AÑO 2017

RESUMEN
JAVIER ALCÁNTARA BENÍTEZ

El presente artículo trata de sensibilizar, orientar e intentar poner en marcha la catequesis con personas
con discapacidad allá donde no exista.

El mensaje evangélico es para todas las gentes del mundo. También para personas con capacidades
diferentes, que son parte de nuestra comunidad parroquial.

Los últimos Papas han mostrado especial predilección por estas personas con discapacidad. El Papa
Francisco ha tenido hacia ellas innumerables gestos de acogida. En el discurso que hizo el 11 de junio de
2016, en el congreso promovido por el sector de Catequesis de las personas con discapacidad de la
Oficina Catequística Nacional Italiana, expresó la necesidad de que las personas discapacitadas sean
plenamente acogidas en las parroquias, asociaciones y movimientos eclesiales. Para ello se ha de tener
conciencia clara de que el discapacitado puede ser educado en la fe y tiene que ser considerado sujeto
activo de la comunidad en la que vive. Que son capaces de vivir el encuentro con Cristo y de
testimoniarlo. El valor de su “presencia” como miembros vivos de la Iglesia es incalculable.

Muy importante es el papel que juega la catequesis en su admisión a los sacramentos. Estas personas,
aún con disfunciones psíquicas graves, están llamadas a la plenitud de la vida sacramental. A menudo
escuchamos expresiones como, “si de todos modos no entienden” o “no los necesitan”. Esta actitud
demuestra no haber entendido el significado de los sacramentos mismos.

El sacramento es un don y la liturgia es vida, por ello antes de ser entendidos racionalmente pide ser
vivido en la propia especificidad personal y eclesial.

La comunidad debe preocuparse de que estas personas puedan experimentar que Dios es nuestro Padre
y nos ama. Es para ello importante la participación de ellas en las asambleas litúrgicas y prestar especial
atención a su ubicación.

¿Pero, cuándo de discapacidad a qué nos referimos? Las personas discapacitadas serán aquellas que
presenten una limitación física, intelectual, psíquica o sensorial determinando una capacidad diferente
para el aprendizaje, comunicación y adaptación al entorno.

Cuando nos encontramos con una de estas personas nos fijamos en su físico y a menudo ahí nos
quedamos. En su bastón, en su silla de ruedas, en sus movimientos sin coordinación… Pero hemos de
mirarlos como personas en su ser y estar. Ser capaces de ir más allá de las diferencias para poder ver en
ellos el Dios que todos llevamos dentro. No hay fe de discapacitados y fe de los que no lo son, lo que hay
es diversidad de vivencias de la fe y multiplicidad de expresiones de la misma.

El catequista que trabaja con estas personas ha de, como cualquier catequista, vivir su fe de forma
personal y comunitaria con una visión clara y sencilla de las verdades del Evangelio. Ha de tener una
preparación básica para realizar la tarea de catequizar a estos hermanos de la Iglesia. Con una capacidad
de adaptación y creatividad grandes para poder enfrentarse a los retos que se le vayan presentando.
Tendrá que poseer una gran paciencia, ser ordenado y muchísima capacidad de amor.
Concretando más, a la hora de la catequesis ha de tener claro cuál es el punto de partida y cuál el de
finalización. Ha de ser capaz de resumir todo el contenido de la sesión en una sola frase, sobre la que
girarán todas las actividades.

La catequesis será muy personalizada, a la vez que comunitaria ya que la persona discapacitada es un
miembro más de la comunidad.

El catequista debe ser una persona comunicativa, sencilla, capaz de escuchar y que debe hacer un
esfuerzo por conocer el ambiente familiar de estas personas. Deben intentar que los padres se
involucren, se integren y participen de la comunidad parroquial. Y por último ha de dejar de lado
prejuicios religiosos, sociales y culturales.

El catequista de este tipo de personas rompe barreras y esquemas con lo que a veces se encontrará con
obstáculos incluso en sus compañeros catequistas, el sacerdote y hasta en su propia familia. Por ello
será una persona sin miedos, capaz de enfrentar retos y dispuesta a entregarse.

Se anima a poner en marcha el departamento de Catequesis para personas con discapacidad en las
diócesis en la que no lo haya. Para ello se buscarán personas sensibilizadas capaces de formar equipo. Se
harán campañas de sensibilización en la diócesis. Se acogerán, escucharán y acompañarán a las familias
con personas discapacitadas desde la parroquia. Desde la Delegación o Secretariado de Catequesis se
asesorarán a las parroquias o arciprestazgos. Se ofertarán cursos para la formación de los catequistas en
diferentes ámbitos de la discapacidad.

Y, por último, no hay nunca que olvidar que estos hermanos, al igual que cualquier bautizado, están a
llamados a ser sal y luz en el mundo y tienen el derecho a ser catequizados en la fe de la Iglesia.

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